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Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones
DISPOSITIVOS
DE INCLUSIÓN
HABITACIONAL
-2018-
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Dispositivos de Inclusión Habitacional
Autoridades Nacionales
Presidente de la Nación
Ing. Mauricio Macri
Ministro de Salud
Prof. Dr. Adolfo Rubinstein
Participantes
Redacción:
Lic. Gabriela Castro Ferro (Coordinación), Lic. Andrea Demasi, Lic. María Silvina Sosa,
Dra. Analía Zanatta, Lic. Natalia Fuensalida, Lic. Virginia Reinoldi, Lic. Emilia Mouchet,
PS Liliana Cabrera, TS Verónica Cabral, Lic. Silvia Cardozo.
Revisión:
Dra. Analía Zanatta, Lic. María Silvina Sosa, Lic. Daniela Bonano, Nicolás Fernández
Ana Giménez Rodríguez.
Agradecimientos:
Los lineamientos de este documento fueron elaborados con la colaboración y asesoramiento
de las siguientes personas Luis María Drago, Enrique Bauman, Lic. Celeste Romero y
Dra. Cecilia Keena.
Diseño Gráfico:
Jorge Daniel Barros.
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Índice
07 Introducción.
23 Prestaciones Comunes.
24 Equipo Interdisciplinario.
26 Recursos Físicos.
27 Glosario.
31 Bibliografía.
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INTRODUCCIÓN
“No hay Salud Mental por fuera del campo de la Salud”.
La CUS posee como una de sus estrategias, la Estrategia de Salud Familiar y Comunitaria
(ESFyC) con un fuerte componente territorial en el primer nivel de atención, que propone
la articulación e integración del sistema de salud, abordando diferentes problemáticas
tanto desde lo biológico, psicológico, social y cultural en el ámbito comunitario y
relacional de las poblaciones del país.
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En particular, la Ley Nacional de Salud Mental es una norma que garantiza el derecho
de las personas con padecimientos psíquicos, y plantea una modalidad de abordaje
comunitario. En ese contexto, se conceptualiza a la salud mental como un proceso
social y complejo que implica la promoción de la salud mental, la prevención y atención
de padecimientos mentales, la participación comunitaria, y la detección y el abordaje
de los determinantes sociales de la salud. Las problemáticas relacionadas con el
padecimiento psíquico constituyen eventos de relevancia en materia de salud pública,
representando el 22% de la carga total de enfermedad en América Latina y el Caribe y
presentan una tendencia en aumento. Estos eventos generan importante sufrimiento
subjetivo y producen consecuencias en la trama económica y productiva de las personas
y comunidades, con efectos invalidantes en la esfera vincular y social, contribuyendo a
la morbilidad, discapacidad y mortalidad prematura (Organización Panamericana de la
Salud, 2014; World Health Organization, 2017). Distintos documentos internacionales
coinciden que entre las problemáticas más prevalentes con mayor impacto en la salud
de la población, se encuentran la depresión, las psicosis, el consumo problemático de
drogas y alcohol, el suicidio y las violencias (OPS, 2014; WHO, 2017).
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Para ello, estas estructuras deben contar con los recursos necesarios: trabajadores
de diferentes disciplinas y roles, psicofármacos, insumos, infraestructura adecuada,
etc., implicando – necesariamente - una mayor inversión en el sector, así como la
descentralización de recursos existentes desde las actuales instituciones monovalentes
hacia estas estructuras de la red. Esta red debe sustituir de manera progresiva a las
instituciones monovalentes, ya que no es complementaria de ellas.
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Son equipos del primer nivel de atención para el abordaje de las problemáticas
prevalentes en salud mental (depresión, ansiedad, consumos problemáticos de
sustancias, violencias, entre otras), así como trastornos mentales severos. Los EAPS
tienen el propósito de fortalecer a los Equipos de Salud Familiar (ESF), mejorar la calidad
de atención, la respuesta a la demanda y la continuidad de cuidados de los usuarios.
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LA VIVIENDA
COMO UN DERECHO
Salud Mental e Integración en la Comunidad.
Las personas con padecimiento psíquico, usuarias/os de los servicios de salud mental,
pueden y deben vivir en la comunidad. Para ello, el Estado debe garantizar una adecuada
provisión de sistemas de servicios y desarrollo de redes apoyo.
Por su parte, la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad (2006), en su art. 19, señala el derecho a vivir con independencia y a formar
parte de la comunidad con una plena inclusión. Establece que los Estados parte adopten
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Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental. Adoptados por la Asamblea General en
su resolución 46/119, de 17 de diciembre de 1991. Principio 3.
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medidas para garantizar que: “a) Las personas con discapacidad tengan la oportunidad
de elegir su lugar de residencia y dónde y con quién vivir, en igualdad de condiciones con
las demás, y no se vean obligadas a vivir con arreglo a un sistema de vida específico; b)
Las personas con discapacidad tengan acceso a una variedad de servicios de asistencia
domiciliaria, residencial y otros servicios de apoyo de la comunidad, incluida la asistencia
personal que sea necesaria para facilitar su existencia y su inclusión en la comunidad y
para evitar su aislamiento o separación de ésta; (…)”.
En este aspecto el Decreto Reglamentario del presente artículo instaura que se deben
promover dispositivos adecuados a la LNSM que funcionen como una red de servicios
con base en la comunidad, que incluyan dispositivos habitacionales y laborales con
distintos niveles de apoyo (Decreto Reglamentario 603/2013).
La presente ley también define que “en ningún caso la internación puede ser indicada o
prolongada para resolver problemáticas sociales o de vivienda, para lo cual el Estado debe
proveer los recursos adecuados a través de los organismos públicos competentes” (Cap. VII,
art. 15) y amplía en el Decreto Reglamentario de este artículo que: “Cuando una persona
estuviese en condiciones de alta desde el punto de vista de la salud mental y existiesen
problemáticas sociales o de vivienda que imposibilitaran la externación inmediata, el
equipo interdisciplinario deberá (…) gestionar ante las áreas que correspondan con
carácter urgente la provisión de los recursos correspondientes a efectos de dar solución
(…)”.
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El último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (2010) arrojó que más de dos millones cien mil hogares (exactamente 2.145.224)
habitan en viviendas deficitarias (es decir, en piezas de hotel o pensión, piezas de inquilinato, local no construido para habitación, rancho, casilla
y vivienda móvil), un millón y medio registraron condiciones de hacinamiento familiar, y otro millón y medio vive en situación de hacinamiento
crítico. Adicionalmente, se revirtió una tendencia histórica del régimen de tenencia y se registró un aumento de la tasa de inquilinos –por sobre la de
propietarios- del 5% en relación a los 10 años anteriores (pasando de 11,1% de hogares inquilinos en el 2001 a 16,1% en el 2010). De estos inquilinos, el
2% (231.319 hogares inquilinos) viven en viviendas deficitarias, por lo cual su cotidianidad se ve doblemente afectada en materia de hábitat.
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Las políticas habitacionales -ya sea por acción u omisión- traducen cuál está siendo el
rol del Estado en cuanto a la distribución/localización de los diferentes sectores y grupos
sociales en las ciudades, pueblos y localidades y –consecuentemente- en la satisfacción
de necesidades habitacionales básicas (Oszlak, 1991).
Además es habitual que posean deficientes condiciones del hábitat, ya que se suelen
construir desvinculadas de su entorno, generando segregación socio-espacial e
instalando características estigmatizantes a sus habitantes.
Para materializar la dimensión del hábitat debe existir “la búsqueda intencional de
una fuerte interacción de la dimensión arquitectónica específica con los ámbitos de
inserción urbano vecinales, enriqueciendo desde tal dinámica los dos objetos actuantes:
la arquitectura y la ciudad (pueblo/localidad).” (Federación MOI, 2012).
Introducir la noción de Hábitat implica que las viviendas deben poseer las características
necesarias para propiciar el desarrollo integral de quienes vivan en éstas. Significa que el
objetivo es más abarcativo que el acceso a una vivienda, que hay que realizar acciones
en vistas a lograr la integración plena en la comunidad. Por ello, es importante desarrollar
una mirada de Integralidad.
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El Derecho a la Belleza
Habitualmente en los proyectos de vivienda social, la belleza no es considerada como
una categoría importante a tener en cuenta, tanto desde los planificadores, ejecutores y
evaluadores de las políticas públicas, como desde los destinatarios de las mismas.
Es así que usualmente (a) la vivienda social se (la) construye y se (la) piensa/imagina/
asociada a un modelo estandarizado que le imprime el estigma de ser antiestética y
pequeña. Las propias personas constituidas como posibles beneficiarias de estas
políticas no se reconocen sujetos de este derecho.
En este aspecto, es pertinente enfatizar que el derecho a la belleza también es parte del
derecho a habitar. Cada persona debe tener su espacio adecuado para convivir, para
desarrollarse, individual y colectivamente. El derecho a la belleza es un derecho que se
conquista, en la subjetividad y en lo objetivo.
Desde esta lógica los dispositivos habitacionales no deben ser viviendas caracterizadas
por condiciones de hacinamiento y falta o pérdida de privacidad, ni tampoco por
negación de ámbitos de recreación, entre otros aspectos. Los destinatarios de cada
proyecto habitacional deben tener internalizado que la belleza en el hábitat es un
derecho humano que hace a la calidad del buen vivir. (Rodríguez, 2014).
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Por lo tanto hay que transformar una modalidad de asistencia centrada en el encierro
y en la medicalización de la vida cotidiana, ya que la lógica, la cultura y las prácticas
manicomiales son factibles de perdurar, aún en iniciativas que se lleven adelante por
fuera de estas instituciones.
“Todo escenario puede ser manicomial en la medida en que se establezca una relación
de sometimiento de una persona sobre otra, un vínculo que oprima e impida el libre
intercambio entre ambas” (Cohen-Natella, 2013:154).
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dónde, cómo y la elección con quiénes vivir, hasta la discusión y consenso grupal de las
normas y reglas de funcionamiento de convivencia, etc.
Se destaca que la participación no es algo dado, no es un hecho estático, sino un
todo dinámico que se va construyendo permanentemente a partir de la confluencia y
articulación de determinados elementos.
Por lo tanto, se debe trabajar conjuntamente (equipo de salud, usuarios, referentes vinculares
significativos y/o familiares) para que los habitantes de los dispositivos habitacionales
puedan tener un nivel de poder de decisión material y simbólico en cuanto al espacio que
habitan. En este aspecto, es productivo retomar la distinción que realiza Sarraceno entre
estar y habitar, identificando el estar con un sentido de propiedad escasa o nula respecto
del espacio en que se vive, y el habitar con un grado más evolucionado de propiedad de ese
espacio, así como con un mayor nivel de pertenencia a la organización material y simbólica
del mismo y a la disposición de compartir afectivamente con los otros (Sarraceno, 2003: 86).
Desde este enfoque, también se hace hincapié en el cambio de rol que deben asumir los
técnicos, quienes deben realizar un abordaje interdisciplinario, capacitándose a través
de la práctica en un trabajo intersectorial, dejando atrás las intervenciones aisladas.
Deben desarrollar la capacidad de brindar respuestas cada vez más complejas y
específicas, de acuerdo a la necesidad de cada persona, alejándose así de los tratamientos
tradicionales.
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Las redes, como parte de los mecanismos de constitución del sujeto, pueden habilitarse
para jugar un rol específico, propicio para los procesos terapéuticos.
Desde este lugar, algunos autores destacan ciertas funciones básicas de la red social de
cada sujeto que incluyen: “a) el acceso a nuevos contactos, a través de la conexión con
personas y redes que hasta entonces no eran parte de la red social básica del sujeto; b)
la compañía social, visualizada en la realización de actividades conjuntas, o simplemente
refiere al hecho de estar juntos; c) apoyo emocional, o sea, aquellos intercambios que
connotan una actitud emocional positiva y un clima caracterizado por la comprensión,
simpatía, empatía, estímulo y apoyo; d) guía cognitiva y consejos, es decir, interacciones
destinadas a compartir información personal o social, aclarar expectativas y proveer
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DISPOSITIVOS
SOCIOSANITARIOS
DE INCLUSIÓN
HABITACIONAL
Los dispositivos habitacionales son parte de una política integral cuyo objetivo es
brindar respuestas socio sanitarias para aquellas personas con padecimiento mental
que se encuentran realizando un tratamiento ambulatorio, o en condiciones de ser
externadas de instituciones monovalentes de salud mental (públicas o privadas) y que
no cuentan con otras posibilidades de acceso a una vivienda digna en la comunidad.
Los dispositivos deberán estar integrados al tejido comunitario, por lo que se descarta
que se encuentren en zonas alejadas de la vida social. Asimismo, se contraindica, se
descarta que estén insertos o próximos a instituciones monovalentes de salud mental.
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Los apoyos a los cuales se hace referencia se realizarán respecto a: las actividades de la vida
cotidiana, la continuidad de cuidados en la comunidad, entre ellos de los tratamientos
de salud necesarios, la realización de trámites, las acciones necesarias para la inclusión
laboral y/o educativa, la promoción, continuidad, desarrollo y mantenimiento de los
vínculos afectivos y actividades recreativas, entre otros.
En cuanto al tiempo, los apoyos pueden variar desde momentos mínimos para propiciar
las actividades necesarias de la vida cotidiana y los cuidados, hasta las 24 hs.
Los dispositivos habitacionales presentarán las mismas características que una vivienda
convencional, de tal manera que signifiquen un hogar para las personas que allí habiten.
Contarán con las condiciones mínimas indispensables para el desarrollo de una vida digna
y saludable. Además, dispondrán de una ambientación hogareña, pudiendo los usuarios
elegir la misma y no deberán poseer cartel identificatorio que promueva la estigmatización.
En los casos que se evalúe necesario, se pueden transferir desde el sistema de salud
o desde los sectores con los que realicen acuerdos, apoyos económicos o becas a las
personas, con padecimiento mental en situación de vulnerabilidad socioeconómica en
pos de fortalecer su permanencia en la comunidad.
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Se considera que los dispositivos habitacionales tengan una capacidad para alojar a 5
personas y a un máximo de 7. También se contemplan situaciones de menor cantidad
de personas convivientes.
- no ser recibidas por su familia o por las personas con las que convivía antes
de una internación;
- provenir de internaciones de larga data y al momento del alta sufrir los efectos
de la institucionalización;
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Prestaciones Comunes.
- Articulación con otros actores efectores de la Red de Servicios de Salud Comunitaria con
Base en la Comunidad en pos de la inclusión social plena de las personas, garantizando
los cuidados necesarios en cada caso.
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- Promoción de la red vincular y social de cada persona, tanto respecto a los referentes
afectivos históricos, como a los actuales, y al desarrollo de nuevas relaciones, propiciando
además, visitas, reuniones festivas y encuentros con referentes vinculares, cuando
corresponda, de acuerdo al interés de los/as usuarios/as.
Equipo Interdisciplinario.
El equipo de salud tendrá dependencia del hospital general, del centro de salud o será
designado directamente a un programa habitacional del sector salud. La inscripción
institucional y administrativa del equipo queda sujeto a decisión de cada jurisdicción,
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- Suministro de alimentación.
Resulta importante recordar que las necesidades básicas insatisfechas representan un factor
de riesgo en salud mental.
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Recursos Físicos
LOCALES Y/O ÁREAS MÍNIMAS
Se deberán tener en cuenta situaciones en las cuales las personas desean compartir
habitación como sucede, por ejemplo, en algunas amistades y en parejas; como así
también aquellas que desean dormir solos.
Cocina: con mesada con pileta profunda, alacenas, bajo mesadas, despensa, campana
extractora de humo y equipamiento necesario. Superficie mínima: 9 m2.
Lavadero: con pileta para lavado de ropa, mueble de guardado de ropa, diferenciado
en ropa limpia y ropa sucia y sector para tendido.
Áreas descubiertas para esparcimiento: contará con una superficie por usuario de
1,80 m2.
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GLOSARIO
ACCESO AL DERECHO: Es el enfoque basado en los Derechos Humanos; es un marco
conceptual para el proceso de desarrollo humano que desde el punto de vista normativo
está basado en las normas internacionales de derechos humanos, y desde el punto de
vista operacional está orientado a la promoción y la protección de los Derechos Humanos.
BIENESTAR SOCIAL: Es el conjunto de leyes, por una parte, y los programas , beneficios
y servicios que por otra parte se establecen para asegurar la provisión de todo aquello
que se consideran las necesidades básicas para el bienestar humano y el mejoramiento
social.
CIUDADANO: Es el individuo como sujeto de Derechos Políticos. Esto quiere decir que
el ciudadano interviene en la vida política de su comunidad al ejercer dichos derechos.
La ciudadanía también implica una serie de deberes y obligaciones.
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Las personas con trastornos mentales severos son consideradas como población
priorizada para el abordaje en el modelo comunitario de atención.
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BIBLIOGRAFÍA
Basaglia, Franco (1972). La institución negada. Barcelona, Editorial Barral.
Censo Nacional de Población, Hogares y Vvdas 2010. Censo del Bicentenerio. INDEC
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
“Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” (2006).
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Ley 2440/91 de la Provincia de Río Negro de Promoción sanitaria y social de las personas
que padecen sufrimiento mental.
Oszlack, Oscar (1991). “Merecer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano”. Ed.
Humanitas-Cedes, Buenos Aires.
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Venturini, Ernesto (2005). “La rehabilitación basada en las evidencias que se deben
observar, describir, evaluar en el tratamiento residencial”, en Primer Congreso La Salud
Mental es Cosa de Todos. El reto de la atención comunitaria en la persona con trastorno
mental grave desde los servicios sociales. Colección Documentos. Serie Encuentros.
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales; Secretaría de Estado de Servicios Sociales, Familia
y Discapacidad; Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), Madrid.
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