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Universidad Mayor

Facultad de Artes

Escuela de Teatro

Estética Teatral

Tercer año, sección 2

[EL ACTOR EN EL UMBRAL


ENTRE LA REPRESENTACIÓN
Y LA TRANSFIGURACIÓN]

Francisca Hono
Para hablar sobre representación en el teatro, prefiero regirme por las palabras de

Deleuze y así aclarar desde donde abordo la temática de

transfiguración/representación.

“(…) cuando se habla de un teatro popular, se tiende siempre hacia una

cierta representación de los conflictos, conflictos del individuo y de la

sociedad, de la vida y de la historia, contradicciones y oposiciones de todas

clases que atraviesan una sociedad, pero también a los individuos. Pero lo

que es verdaderamente narcisista, y que conviene a todo el mundo, es esta

representación de los conflictos, sea naturalista, o hiperrealista, etc.”

(Gilles Deleuze, “Un manifiesto menos”, 1979)

Creo que la representación adquiere una cualidad negativa (“caca” como le

denominaba Artaud) cuando se aplica sobre un primer plano de los aconteceres

humanos, cuando las contradicciones de las que habla Deleuze están en un

primer orden de complejidad.

Relaciono lo anterior con la biopolítica. Tengo la impresión de que, a veces, en el

arte nuestras contradicciones son tratadas de una manera un tanto obvia, como lo

esperaría la sociedad, y creo que es el poder el que maneja todo esto. Si nos

fijamos bien, es el mismo sistema el que nos va dictando qué es lo que nos debe

importar y cuándo. A veces se mueven masas para generar un cambio en la

sociedad, pero queda en eso, en una masa que intentando derrocar el poder

reafirma cada vez más el sistema.


Pero entonces, ¿cuáles son esos temas que realmente nos competen a

“representar”?

Pienso que tiene mucho que ver con lo que hablamos en clases de actuación

sobre lo Grotesco y lo Siniestro (“Unheimlich” como lo hablamos con Marcos

Guzmán).

“El grotesco es una de las posibilidades de ser exacto. Es una estilización

extrema, una repentina concentración y en esto es capaz de captar

problemas de la actualidad e incluso de nuestra época"

Friederich Dürrenmatt

“El grotesco era propiamente algo más que la verdad, algo real en extremo,

no algo arbitrario, absurdo y contrario a la realidad”

Thomas Mann

“Unheimlich. Aquello que permanecía oculto que salió a la luz, haciéndonos

dudar si lo exterior es realmente lo exterior”

Cuando la representación entra en un plano realmente complejo, que nace de las

vísceras del actor, creo que se puede hablar de ella como un elemento artístico en

el teatro.

Cuando dejamos de abordar los temas de la vida como algo tan grande y

simplemente ponemos la lupa en algo, se puede profundizar y observar realidad.

Este plano de la representación puede resultar un tanto abstracto, pero a la vez es

una realidad exacerbada, en donde la transfiguración juega un rol importante.


El sueño de Artaud era que existiera un teatro vivo, son representación, pero en mi

punto de vista, hay que aterrizar aquello y ser ultra consciente de lo que el teatro

también exige, que es que el actor sea capaz de repetir las secuencias con la

misma intensidad cada función. Entonces, el actor por medio de la transfiguración

logra un tono de intensidad, en donde se muestra a él mismo por medio de algo

desconocido, pero al mismo tiempo raya en el límite de la representación, teniendo

que ser un cable a tierra para que lo abstracto no quede en sí mismo, sino que sea

comprensible por medio de sensaciones y no raciocinio.

Un actor creador debe vibrar siempre, en la escena y en la vida. Vibrar con sus

dolores y pasiones, con su biografía, para que en el momento de poner ese ardor

en el escenario no quede como nada más que una representación, sino que el

cuerpo vivo relatando. Si sucede aquello, el actor no estará voluntariosamente

representando lo que le duele, sino que lo estará viviendo.

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