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SEMINARIO DIOCESANO DEL SEÑOR DE TABASCO

Y NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

ETAPA DE TEOLOGÍA

CAPÍTULO VIII
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA
CONSAGRADA Y EN LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA

Presenta el seminarista
JULIO MATEO ÁLVARO HERNÁNDEZ

Profesor:
PBRO. LIC. GUSTAVO ADOLFO GONZÁLEZ ESCAYOLA

Materia:
DERECHO CANÓNICO (LIBRO V)

Villa Parrilla, Centro, Tabasco

CAPITULO VIII
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y EN LAS
SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA
La administración de los bienes eclesiásticos de los institutos religiosos y, por conexión, de
los institutos seculares y de las sociedades de la vida apostólica, constituye un sector
relevante de la vida eclesial.
La elección del mundo, existían dos caminos. El primero consista en el Estudio, a lo largo de
las diversas partes de la materia (adquisición, administración, enajenación, etc.), de los
aspectos propios del derecho patrimonial de estas instituciones. El otro, un capítulo
específico para tratar de modo unitario el conjunto de cuestiones patrimoniales propias de
la vida consagrada. Esta opción metodológica se corresponde, con la hecha por el legislador.
1.- PRINCIPIOS GENERALES DE LA GESTION PATRIMONIAL DE LOS INSTITUTOS DE VIDA
CONSAGRADA Y DE LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTOLICA
A) GESTION DE LOS BIENES TEMPORALES Y VOTO DE POBREZA EN LA VIDA CONSAGRADA Y
EN LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTOLICA
Las enseñanzas conciliares contenidas en el n. 13 del decreto Perfectae Caritatis y a la ex. Ap.
Postsinodal Vita Consecrata.
Es propio de todos los cristianos vivir un desprendimiento personal de los bienes temporales.
Les corresponde dar un peculiar testimonio de la pobreza, no solo entendida como ayuda a
los necesitados, sino como algo en sí mismo valioso, que evoca la primera de las
bienaventuranzas, a imitación de Cristo pobre. Los miembros de los institutos de vida
consagrada y de las sociedades de vida apostólica profesan el voto de pobreza están
llamados a una pobreza externa e interna, personal y colectiva. Tienen derecho a poseer
todo aquellos que sea necesario para su sostenimiento y el de sus obras. Están obligados a
evitar cualquier apariencia de lujo, o de lucro excesivo o de acumulación de bienes.
Para conocer bien la concreta organización administrativa de un determinado ente, es
necesario estudiar su derecho propio.
B) LA CAPACDAD PATRIMONIAL DE LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y DE LAS
SOCIEDADES DE VIDA APOSTOLICA
Los institutos religiosos se estructuran en provincias y estas, a su vez, se organizan en casas.
En relación con la personalidad jurídica, a tenor del c. 634 §1, tanto los institutos religiosos
como las provincias y las casas tienen ipso iure personalidad jurídica en el sentido del c. 114
§1. Su estatuto jurídico lo tendrá que determinar el derecho propio.
Los institutos, las provincias y las casas son personas jurídicas públicas. Gracias a su
personalidad jurídica, estos entes gozan de la capacidad patrimonial: tienen, capacidad de
adquirir, poseer, administrar y enajenar bienes temporales, siempre en conformidad con el
derecho. Esta capacidad es absolutamente imprescindible, dado que las principales
necesidades de estos institutos son la sustentación de sus miembros y la consecución de su
peculiar fin apostólico.
En el caso de los institutos religiosos, el derecho prevé una posible excepción a la capacidad
negociar: “a no ser que esta capacidad quede excluida o limitada por las constituciones” dice
el c. 634 §1. Puede ser una exclusión total o parcial: la exclusión, puede afectar solo a las
casas. Puede consistir en una limitación en el ejercicio de la capacidad o del derecho.
La capacidad patrimonial debe, adaptarse a la autenticidad de la vida religiosa, en
conformidad con los carismas propios de cada instituto.
¿Debe aplicarse todo lo que hemos expuesto, a tenor del c. 640, acerca de los institutos
religiosos a los institutos seculares y a las sociedades de vida apostólica? La respuesta
afirmativa, pero mutatis mutandis, es decir ateniéndose al derecho propio. Las sociedades
cuyos miembros no hacen profesión de los consejos evangélicos no tienen las mismas
obligaciones en materia de pobreza. Para que sea efectiva la capacidad jurídica de los
institutos y de las sociedades, será necesario procurar su reconocimiento civil.
2.- RÉGIMEN JURÍDICO ESPECÍFICO DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS EN MATERIA
PATRIMONIAL
A) NORMATIVA APLICABLE A LOS BIENES PERTENECIENTES A LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS
El c. 634 subraya una consecuencia de la personalidad jurídica de los institutos que tienen
capacidad patrimonial, el canon sucesivo se apoya en el carácter jurídico público de estos
entes para afirmar la naturaleza eclesiástica de su bienes y el régimen jurídico que comporta:
se rigen por las normas del libro V, De bonis Eclesiae temporalibus.
Al contrario de lo que sucede con los bienes de las personas jurídicas privadas, para los bienes
de las públicas, la regla general es la aplicación del derecho universal, mientras que el
derecho propio es complementario.
1) El régimen universal
Por régimen universal” entendemos el libro V del CIC, a no ser que se establezca otra cosa.
Con esta salvedad, el legislador abre las puertas a normas contrarias, diversas o peculiares
respecto a los contenidos en el libro V del CIC: cobran así especial relevancia los cc. 634 –
640, que forman el artículo tercero, del capítulo II, del título II sobre los institutos religiosos.
2) El régimen propio
Se prevé la posibilidad de una normativa propia de los institutos religiosos sobre el uso y la
administración de los bienes, estas normas propias deben asegurar una efectiva vida de
pobreza, ya que su testimonio personal y colectivo es un elemento esencial de la vocación
religiosa.
En cuanto eclesiásticos, los bienes de los institutos siguen el régimen universal del libro V;
además, en cuanto pertenecientes a unos institutos religiosos, se rigen por los cc. 634 – 640
y otros cánones específicos; por el derecho propio y la pobreza que se profesa.
B) LA FIGURA DEL ECÓNOMO Y DE LOS OTROS ADMINISTRADORES
El c. 636 §1 exige que en cada instituto haya un ecónomo general y, para cada provincia, un
ecónomo provincial. Al derecho propio establecer la forma de designación (libre colación,
elección…), la duración del oficio y sus concretas atribuciones. El canon, establece que el
titular de ese oficio sea una persona diferente del Superior mayor.
El papel del ecónomo requiere una competencia de gestión, no conviene que las exigencias
ordinarias de la administración de los bienes materiales le hagan olvidar o le impidan cumplir
las tareas propias de su oficio.
En las comunidades locales, cuando no es posible tener un ecónomo distinto, el Superior
local asume también las funciones de ecónomo, esta situación no es deseable, porque no
respeta la distinción y subordinación de los ecónomos al respectivo Superior.
Por lo que se refiere a las cualidades y requisitos para el cargo, cabe preguntarse si
necesariamente debe ser miembro del instituto.
La administración del ecónomo se desarrolla siempre bajo la dirección del Superior
competente. El consejo interviene solo cuando el derecho universal, o el propio, somete
determinadas decisiones económicas a su voto deliberativo-consultivo.
El c. 636 §2 señala una de sus obligaciones: la rendición de cuentas. La determinación del
modo y del tiempo para cumplir esta obligación está confiada al derecho propio.
C) LA COMPETENCIA ADMINISTRATIVA DEL ORDINARIO DEL LUGAR RESPECTO A LOS
INSTITUTOS RELIGIOSOS
El c. 637 establece una doble competencia del Ordinario del lugar sobre la administración de
algunos institutos religiosos. Se trata de los monasterio sui iuris, en el sentido del c. 615, y
de las casas religiosas de derecho diocesano.
1) Competencia administrativa del Ordinario del lugar respecto a los monasterios “ sui
iuris”
El c. 615 confía a la peculiar vigilancia del Obispo diocesano los monasterios autónomos que
no tienen, además de su propio Superior, otro Superior mayor y que no están asociados a
algún instituto religioso de modo que el Superior de este puedan tener una verdadera
potestad sobre ellos.
La obligación de presentar una vez al año, la redición de cuentas de su gestión al Ordinario
del lugar. En virtud del c. 638 §4 corresponde también al Ordinario del lugar dar su
consentimiento escrito para las enajenaciones y otros actos que sobrepasen los límites de
las administración ordinaria.
2) Competencia administrativa del Ordinario del lugar respecto a las casas religiosas de
derecho diocesano.
Las competencias de control del Ordinario se extienden a las casas religiosas de los institutos
de derecho diocesano que, en virtud del c. 594, han sido confiadas a su particular cuidado y
vigilancia. El c. 637 traduce esta vigilancia episcopal en un derecho a controlar la gestión
económica de las casas de derecho diocesano.
En el derecho de conocer el estado de las cuentas de la casa y en el de revisar sus libros. El
Ordinario debe estar al tanto de cómo se llevan los asuntos económicos de la casa, mediante
la redición de cuentas, que la casa debe presentar solo cuando se le pide.
Según el c. 638 §4, corresponde al Ordinario del lugar dar su consentimiento escrito para la
enajenaciones o los actos que excedan los límites de la administración ordinaria realizados
por los institutos de derecho diocesano.
1) La determinación de los actos de ordinario administrativo
Las propias constituciones o en su caso, otros documentos c, 587 deben, por lo tanto, deben
determinar que actos en concreto, se considera que exceden los límites y la modalidad de la
administración ordinaria, establecer los requisitos necesarios para su validez o licitud y
regular la cuestión de la representación.
2) Los requisitos establecidos para los actos que exceden la ordinaria administración
Para la validez de una enajenación y de cualquier otra operación que pueda empeorar la
condición patrimonial de una persona jurídica sin suma mínima se requiere la licencia escrita
otorgada por el superior competente con el consentimiento de su consejo.
Para la validez de las enajenaciones que superen la suma determinada para cada región por
la santa sede, se requiere, además, una licencia de la misma santa sede.
Para la valides de los actos de enajenación o que exceden los límites de la administración
ordinaria, si son realizados por monasterios sui iuris, en el sentido del c, 615, o por institutos
de derecho diocesano, se requiere, además, como ya hemos indicado, el consentimiento
escrito del ordinario del lugar.
B) LA IMPUTACIÓN Y LA RESPONSABILIDAD JURÍDICA DE LOS ACTOS DE ADMINISTRACIÓN
El c, 639 considera diversas hipótesis que se pueden presentar en la administración de los
bienes de los institutos y concluye con una indicación para los superiores.
1. La responsabilidad de la persona jurídica que ha contraído obligaciones y deudas
El hecho de que la autoridad superior haya otorgado licencia, según lo previsto por el
derecho, no cambia nada respecto a la responsabilidad del ente. En otras palabras, la licencia
no debe considerarse como una garantía en sentido jurídico, que, en caso de insolvencia de
la persona jurídica inferior, transfiera la responsabilidad al autor de la licencia.
2. La responsabilidad jurídica de las personas físicas en caso de licencia o de mandato
En caso de los actos realizados con licencia del superior es diferente del supuesto de los actos
realizados con mandatos. C, 639. En efecto, el permiso del Superior no constituye ninguna
garantía. En cambio, en el caso, total mente distinta, de que un miembro actúe como
mandatario del Superior y contraiga obligaciones con los bienes del ente o con los suyos
propios, debe responder la persona jurídica, ya que la persona física ha actuado en nombre
del instituto, de la provincia o de la casa.
3. La responsabilidad jurídica de las personas físicas que han contraído obligaciones sin
ningún mandato o licencia del Superior
El c, 639 establecer que, si las obligaciones y deudas las contrae un religioso sin ninguna
licencia de los Superiores, el personalmente y no la persona jurídica. Se supone que se trata
de actos para los que no se tiene un mandato. Esto no es obstáculos para que el superior
tenga la responsabilidad de no abandonar la necesaria vigilancia.
4. La posibilidad de acción contra enriquecimientos indebidos
El criterio de la repercusión, en caso de enriquecimiento injusto, es un principio general del
derecho. Esta exigencia de justicia interviene en el campo de los negocios. C, 639 concede,
a quien haya sufrido un daño a causa de un contrato realizado por un religioso, un derecho
de indemnización por parte de quien, en su caso, se haya enriquecido o haya obtenido
ventajas a consecuencias de dicho negocio.
5. La necesidad de licencia del Superior y las condiciones para poder conceder el permiso
de contraer deudas en nombre de la persona jurídica
Finalmente, el c 639. Señal un criterio prudente dirigido a los Superiores. Que no deben obrar
con ligereza. Para autorizar a un miembro a contraer deudas en nombre de la persona
jurídica, deben verificarse con condiciones. Que conste con certeza que los intereses de la
deuda pueden pagarse con la renta ordinaria. Que el mismo capital pude ser restituido en
un tiempo no demasiado largo con una legítima amortización.
F) LA SUPRESIÓN DE LA PERSONA JURÍDICA: CONSECUENCIAS PATRIMONIALES
Se pueden considerar distintas situaciones.
a. Los bienes de un instituto de vida consagrada o de una sociedad de vida apostólica
se ponen a disposición de la santa sede c, 584 y 732.
b. Los de una provincia pasan a quien haya determinado la autoridad competente, fijada
por el derecho propio c, 585.
c. De los bienes de una casa religiosa suprimida dispondrá el derecho del instituto c,
116 respectos de los bienes pertenecientes a la única casa de un instituto religioso.
d. Respecto a los bienes de un monasterio sui iuris de monjas, se remite a lo que
determine las constituciones c 616, 4.
e. La supresión de una casa sui iuris a la que se refiere el c 616, corresponde al capítulo
general, salva a que a las constituciones dispongan otra cosa.
En otros posibles supuestos, el destino de los bienes corresponderá a la autoridad que ha
constituido a la persona jurídica.
G) LOS ACUERDOS ESCRITOS CON EL ORDINARIO DEL LUGAR. EL CASO DE LAS PARROQUIAS
CONFIADAS A LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS
Existe hoy la tendencia a confiar cada vez más encargos y oficios a los religiosos en el ámbito
de las Iglesias particulares, el c 681 recoge un importante aspecto de esta creciente
elaboración: además de la doble exigencia de sumisión a la autoridad y dirección del obispo,
y de respeto de la índole del instituto para la asignación del encargo, se exige también un
acuerdo escrito de manera que se asegure a ambas partes una mayor estabilidad y seguridad
en las respectivas situaciones jurídicas.
3) EL RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS BIENES PROPIOS DE LOS RELIGIOSOS
Después de haber estudiado las principales cuestiones de la administración de los bienes de
los institutos religiosos. La normativa, en relación directa con el voto de pobreza, se
encuentra sintetizada en el c, 668, en el que se contemplan diferentes hipótesis: la cuestión
de la administración de los bienes propios.
A) LA CESIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES PROPIOS
La Iglesia permite realizar la profesión de votos simple conservando la propiedad de bienes
personales adquiridos o heredados antes del ingreso en el instituto. Pero antes de hacer la
primera profesión debe ceder la administración de todos sus bienes: el fundamento de esta
obligación radica en la necesidad de evitar a los religiosos la preocupación de la gestión
temporal.
B) LA DISPOSICIÓN DEL USO Y DEL USUFRUCTO DE LOS BIENES
Si las constituciones no establecen nada diferente, los miembros disponen libremente
también del uso y del usufructo de los bienes propios. Esto significa que, en caso de silencio
de las constituciones, los novicios deben disponer antes de la profesión, con plena libertad,
del uso y del usufructo de sus bienes ya sea a favor de sí mismo, de sus propios familiares del
instituto o de otros.
C) EL TESTAMENTO
Antes de la profesión perpetua, se debe redactar un testamento que sea válido también
según el derecho civil. Respecto a esto hay que tener en cuenta los posibles requisitos
establecidos por la ley civil.
D) LA RENUNCIA DE LOS BIENES PROPIOS
a. La renuncia completa establecida por la naturaleza del instituto.
b. La renuncia voluntariamente efectuada completa o parcial con licencia del
moderador supremo.
En el primer caso la renuncia debe hacerse de la profesión perpetua, en el segundo, se puede
hacer únicamente después de la profesión perpetua.

PREGUNTA
1.- ¿CUÁLES SON LOS REQUISITOS ESTABLECIDOS PARA LOS ACTOS QUE EXCEDEN LA
ORDINARIA ADMINISTRACIÓN?
R= 1.-

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