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TRATADO GENERAL
DE
SOCIOLOGIA
L ti I S RECASENS SICHES
Investigador de Tiempo Completo (:0 el Centro de Estudios Filosóficos y Pro-
tesor en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de
México; ex Catedrático de la Universidad de Madrid; ex Profesor de la "Gra-
duate Paculty of the New School foc Social Research" de Nueva York; ex
Profesor de la Escuela. de Derecho de "New York University"; ex Funciona-
rio Técnico de las Divisiones de Derechos del Hombre y de Bienestar Social dI.:
las Naciones Unidas; Vicepresidente del "Institut Jntemanonal de Philosoph¡c
du Drcit et Sociologie juridique"; Profesor visitante en las Universidades
de Puerto Rico, La Habana. Guatemala. San Salvador, Tegucigalpa. Santiago de
Chile, Concepción, San Marcos de Lima, Buenos Aires, La Plata. Santa Fe,
Rosario, Sao Puulo, Río de janetro, Caracas. Maracaibo,l.os Andes y IJtr:JS.
VIGESIMOSEGUNDA EDICrON
REIMPRESION DE LA TERCERA EDldoN
ISBN 968.432·065·5
I
'1
PROLOGO A ESTA TERCERA EDICION
llegar a exponer sólo unas tres cuartas parteJ del contenido de este uoln-
men. Pero quien' I",.rque un libro de introdteccián 'a la sociología tiene de-
recho a que se le ofrezca por lo metros todo lo que figuI'a en la presente obra,
~) Aparecen impresas en caracteres de menor tamaño IIIIIChaJ espe-
cificaciones pormenorizadas o exposiciones de menor importancia, de las
cuales puede prescindir ,1 estudiante para la preperacián de su 'curso, o el
lector interesado sólo en los <'Oncept().f básicos y el! las línea! generales.
En relaciáu con el problema de la extensián de este libro, 'debo hacer
una aclaración. Probablemente todo lo que está expuesto aqllí en"seiscientas
y tamas páginaJ hubiera podido ser escrito condensadamente el! trescientas,
Sin duda, pero con una diferenáa: con la diierenci» de que mientras que
la lectura de este libro con la extensián presente que tiene, dicen muchos
estudiosos que resulta amable y que no plantea dificultades, por el contra-
rio, tal uez la lectura de un compendio de estilo conciso obligaría 1I 1111
esjuerzo pmOJo. Con esto nada ganaría el lector. Reconozco que mi ex-
posición suele ser aclaratoria, reitera/ir/a: e incluso, a ceces, insistentemente
machacona. Pero es qlle está animada siempre de un propósito de meridiana
claridad. y de cortés alllabilidad. No s610 el filósofo está oiJIigado a la COI'·
tesia de la claridad. Lo está también todo escritor, incluyendo el que trata
temas cientijicos.
Deseo destacar qlle las páginas nueras de esta tercera edición estudian
o amplían, entre otros muchos, el análisis de los siguientes temas:
Sociología e Historia.
Nuevos tipos de problemas planteados por la automatizl/ciÓn.
Critica de los t.újos intentos de "sociología zoológica",
El análisis de la vida humana, tanto por el bumanismo trascendental,
como también y sobre todo por la ciencia de nuestros días (Nade], Mon-'
tagu, Fromm, Rank, Kirn, etc.}.
La percepcián del yo ajeno y la comulúdad humana radical.
La expresión, fenómeno humano esencial.
Las vigencias sociales.
El control social.
El aumento y las nuet'as formas de la expresión colectiva (la tiranía
d. la técnica -¡unck, Geblen, etc.-; el hombre "perteneciente a 14 orga-
nizacián -Whyte-; la "multitlld solitaria" de Riesman; "las autoridades
El1lónimas e Invisible]" según Fromm; etc.},
El cambio socio-cultnral-histórico.
La supuest4naturaleza humana. Primera y segunda naturelez« del bom-
hre.
Pactores sociales en la mortandlld.
Nuevas criticas de la teoría de los instintos.
Propllgllnd" y psicoenélisis.
PIWUJGO /f ESTA TERCERA EDICJ01\ ix
XI
xii PROLOGO A LA PRIMERA EDlCION
Bu rUdro obietioo o/ruido en el presente libro tllá plleJlo al día. Tiene ello luma im-
po,/a"úa, porque,JoI adelttnlOI de la Sociología el' JOI ülsimos lustros han sido de lall14 monta,
que las me;o,es ob,as escritas hau quince afios y entes, por bU~l1as que sean J auuque conserven
parle de Sil valor, ,esullall hoy mllY dllliruadas: pueden seguír teniendo un alto inl"és
para el especialista! pero son inadecuadas (amo guía para los eSlIlJiantes que se inicia» en el
estudio de la Sociología, ti quienes se debe da, una f,iJió" a la altura del momento ./Clual.
Una f'isi6n tal t i lo que be querido ofrecerles en este libro.
CAPITULO PRIMERO
OBJETO Y PROPOSITO DE LA SOCIOLOGIA. SUS DIFERENCIAS
Y RELACIONES CON OTRAS DISCIPLINAS
J.-Preliminares sobre la fundación de la Sociología, sus desenvolvimientos
enciclopédicos, su revisión crítica y su actualidad ,', .. :.:. J
2.-Primer esbozo sobre el objeto de la Sociología, Diferencias entre ésta y otras
ciencias afines. Relaciones entre los hechos sociales y sus factores y sus con-
tenidos o' o ••• o •• o , • o , •• , •••• o • o • , • o ••• o o o •• , • • • • • • • • • • • • • • • • • • 4
3.-Dimensión científica de la Sociología. Explicación y comprensión de los he-
chos sociales o •• , •••• , •••• , ••••••• o , o •••••• o • o ••••••••••• , • • 7
4.-Conceptos generales, tipos, regularidades. Diferencia entre conceptos socio-
lógicos y conceptos históricos o o ••••••• o o ••••• o • , •••••••• o • • • 8
5·-Sociología e Historia , , ,.... ' 9
6.-La Sociología no es una ciencia normativa sino una ciencia teórica, 'Su di-
ferencia de la filosofía social . o •••• , ••••• , 12
CAP¡TIILO JI
LAS FUNCIONES PRACTICAS DE LA SOCIOLOGIA
l.-Aunque la Sociología es una ciencia teórica tiene una función práctica '5
2.-funciÓn práctica de la Sociología para el legislador. Atención que la filo-
sofía del derecho presta a la materia O realidad social o • • • • • • • • ·, •••• 16
3.-Sociología general e investigación social concreta al servicio de fines 'prác-
ticos . o ••••••• o ••••••••••••• , •••••• o •••••••• o o ••••••••••••••• 18
{.-Clima mental desfavorable: para la Sociología, }' ocasiones favorables qu<.:
incitan :t la investigación SOCiológica . o ••••• o ••••• o ••••••••••••••
'9
5.-M~tivos para la fundación de la ~ociología por Augusto Comre y Lorenzo
Srein o o o • o •••••••••••••••• ; ••••••••••••••••••••••••••••••••• 21
6.-Aclaraciones suministradas por I:í Sociología general a la acción social
práctica .. o •••••••••••••••••••••••••••••• o ••••••••••••••••••••
•
22
'~ 7.-La aportación de la investigación social concreta a la acción social ....
~.-La sociología y los llamados "problemas sociales" en nuestro tiempo (fa.
\'0" oC> miliares, urbanos, rurales, étnicos, educativos, alimenticios, higiénicos,
1o/~ ~conól~.icos,. labo:al~s, industriales, de asimilación de grupos atrasados, de
r mvcncron, internacionales ) ."" o ••• o ••••••••••••••• o ••••••••
'7
"0 •
CAPITULO 1II
PRECEDENTES, FUNDACION y PRIMEROS PASOS DE LA SOClOLOGIA
l.-Tardía fundación de la Sociología. Otros estudios sobre lo social. Filo-
sofía social. Precedentes de la Sociología . . _ . 37
"1.-0tros precedentes de la Sociología en el arte y la ciencia políticas, en la
ciencia' histórica, en la ciencia del Derecho y en la ciencia de la economía. 39
3.-0tros precedentes de la Sociología en el romanticismo alemán y en Hegel. 4'
4.-Precedentes en la escuela tradicionalista o de la restauración . 4r
·5.-Precedentes en la filosofía social del siglo XIX . • . . . • . • • . . . • • . . . . . . • 4'
6.-ta obra de Romagnosi " . 42
7.-Fundación de la Sociología por Augusto Comte . 42
Personalidad espiritual y filosofía de Augusto Comte . 42
El POSltlV1S~O • . • . . • • . • . • . . • • • . • • • • . • • • . • . • • . • . • • . • • . . . . . . 42
La ciencia. Las leyes científicas. La ciencia socia 1 •.....•.......• 42
El orden sistemático e histórico del desarrollo del intelecto. La cln-
sificación de las ciencias .
La Sociología de Comte .
Sociología y Psicología , .
Las leyes sociológicas .
Estática y Dinámica sociales. Orden y Progreso .
Estática social. El "consensus" ideológico .
Dinámica social. La ley de las tres etapas .
La humanidad. La sabiduría universal .
El idealismo sociológico .
La política positiva .
La religión positiva .
8.-La ciencia de la sociedad de Stein .
9.-La aportación de Proudhon .
ro-e-Carlos Marx y la Sociología .
1T.-La Sociología de Spencer .
Personalidad de Spencer .
Universo, energía y evolución .
Sociedad y evolución .
Organicismo spenceriano .
Clasificación spenceriana de las sociedades .
• Filosofía política y jurídica de Spencer , .
CAPITULO IV
LAS "ARIAS EXPERIENCIAS DE LO SOCIAL
l.-Múltiples aspectos de la experiencia de lo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5'
2.-La convivencia, hecho radical en la vida del hombre 53
3·-Los varios grupos en los que vive o participa una persona humana . . . . . . 54
4·-Experiencia de lo social como afinidades y diferenciaciones 55
'j.-Conocimientos y modos de conducta aprendidos de los demás ,;6
6.-Las funciones transitivas de la vida humana mentol n al prójimo . 51-
INDICE GENERAL xvii
7--COnductas individuales influidas por tomar en consideración a otra per-
sona ;. 57
S.-La red de interacciones , _. 58
9.-Normas y mandatos 60
ro.-Experiencia de 10 social como facilidades y ayudas: el legado cultural y la
organización. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
CAPITULO V
LA SOCIOLOGIA COMO CIENCIA DE DETERMINADOS HECHOS
HUMANOS CON SENTIDO
r.-Problemas metodológicos 64
2.-Sobre si la Sociología es o no una ciencia de la naturaleza . . . . . . . . . . . . 65
3.-Escuelas sociológicas naturalistas .. . . . 66
4.-E1 monismo fisicista '; _. . . . . . . . . . . 67
5.-EI biologismo organicista , :......... 67
6.-Otras direcciones biologistas ',' , . 68
7.-El darwinismo social 69
8.-EI neopositivismo y el conductismo (behaviorism) 69
9·-Crítica de la Sociología naturalista ,........ T[
lo.-La Sociología naturalista es incapaz de aprehender lo humano .. 74
II.-EI problema sobre la interpretación del sentido de los hechos humanos
sociales , ,.... 75
A) Teoría de Max Weber ,. . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 75
B) Otras aportaciones a la Sociología comprensiva o interpretativa;
Cooley, Maclver, Znaniecki Mises, Schütz, Nadel, Parsons ... 80
12.-Más aclaraciones y mayores precisiones sobre el "sentido" o "significa-
ción" en Sociología. El sentido de algunas conductas subconscientes O
inconscientes, y de meros obrares expresivos 83
13·-Análisis de la acción teleológica ,' ,... 85
14.-La comprensión de lo humano 87
15.-La Sociología no es una ciencia del espíritu, sino que es una ciencia de
determinados hechos humanos Sg
16.-Concepción sociológica del romanticismo alemán. Su crítica R')
17·-Concepción sociológica de Hegel. Su crítica ",....... 91
18.-La Sociología tampoco es una ciencia de la cultura , ,.. 94
19.-Relaciones entre la Sociología y las ciencias de la cultura 9S
2o.-Influencia recíproca entre las formas y los contenidos sociales'. La Socio-
logía de la cultura 9S
CAPITULO VI
EL PROBLEMA DE LA DEFINICION DE LO SOCIAL
r.c--Dificultades para la definición de 10 social 100
2.-Necesidad de una idea clara sobre lo social 101
3.-La revisión crítica en Sociología sobre la definición de lo social 105
4.-La filosofía en la revisión critica 10"
s.-El planteamiento ontológico sobre el ser dl' lo so(I.1I .........•..•... 10...
, .';
CAPITULO VII
ESTUDIO DEL HOMBRE COMO INTRODUCCION AL ESTUDIO
DE LA SOCIEDAD. LA PERSONALIDAD INDIVIDUAL
Y SUS INGREDIENTES SOCIALES
l.-El estudio del hombre como base para el conocimiento de lo social 1°9
2.-Refercncia a la vida humana y a sus caracteres esenciales 1 11
3.-La vida humana tiene que hacerse a sí misma 115
4·-Capaeidad de ensimismamiento y capacidad de proyección al exterior . . . 117
5.-Variedad de objetos en el mundo en que vivimos.................. 118
6.--:--La interpretación social del mundo como ingrediente de la vida humana. 119
7.-EI hombre puede anticipar mentalmente el futuro. El lenguaje. Los sím-
bolos.............................. "9
S.-Ingredientes de la "personalidad" concreta individual del hombre. 1:;::1
9.-Unidad empírica de la "personalidad" individual 123
lo.-El yo y la circunstancia 124
II.-El yo del hombre .. 125
I2.-La identidad del yo para sí mismo y para los demás '. 127
I3·-lngredientes sociales de la personalidad individual ..............•.. 129
14.-La personalidad del niño y el medio social. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 131
15·-Las neurosis causadas por desintegración de la estructura social. . . . . . .. 131
I6.-El yo en su mundo o contorno determinado es albedrío o libertad 1.:)2
17.-Albedrío y leyes sociológicas 135
lB.-Igualdades y desigualdades entre los hombres. La unidad de cada perso-
nalidad individual _ , " 137
19.-Plasticidad y variedad de lo humano 142
CAPITULO VIII •
EL SUPUESTO Y LA BASE DE LAS RELACIONES INTERHUMANAS.
ESENCIALIDAD y FUNCIONES DE LO SOCIAL
l.-Preliminares 146
2.-La percepción del prójimo y la comunicabilidad con él, como supuesto y
fundamento radical de toda relación interhumana y de la sociedad. . . . . 147
3.-La percepción del "yo ajeno". La experiencia del nosotros. El "tú" y el
"otro" 150
4.-La inteligibilidad de la vida humana 155
5.-La percepción de los "yos ajenos" contribuye a perfilar la percepción
del propio yo, y a configurar la propia personalidad '56
6.-c--Esencialidad de lo social en la vida humana: el aserto aristotélico y su
superación 157
7.-Esencial correspondencia entre el yo, y el tú, o. el otro 15R
8.-La vida humana sólo puede partir de una base social. Socialidad e histo-
ricidad ,.................................... 159
9.-Carácter necesario de la historicidad del hombre. .. . . . .. . . . . . . . . . . . . 160
\~
INDICE GENERAL xix
CAPITULO IX
LA CULTURA Y SU FUNCION EN LA SOCIEDAD. CULTURA OBJETIVA,
CULTURA SUBJETIVA, CULTURA COMO HERENCIA
Y PATRIMONIO SOCIAL
l.-Los objetos culturales 164
a.c.-Culrura como vida humana objetivada " 165
3.-Estruetura de las objetivaciones de la "ida humana 166
4.-La cultura vivida en la sociedad 166
5.---eambios en la cultura 167
6.-La cultura como sistema de funciones de la vida humana 170
7.-AsPectos, y dimensiones sociales del mundo de la cultura: la cultura como
herencia social 17r
8.--Clasificación e integración de los objetos y pautas culturales 173
9.-Integración de los varios elementos culturales en el individuo y en la so-
ciedad '74
Io.-Influencias socio-culturales en la configuración de la personalidad: estu-
dios de M. Mead, Benedict y otros. Caracterización por Madariaga y Sa-
muel Ramos . _. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 17M
I,J .-EI factor individual en la personalidad socialmente configurada ] 83
1 ~.-Vaciados ambientes y subsectcres dentro de una misma cultura particular 184
I3.-Influencia de las experiencias infantiles en la formación de la persona-
lidad 1~¡!
14.-Categorías universales de la cultura.............................. Tf14
CAPITULO X
MODOS COLECTIVOS DE CONDUCTA. CREENCIAS, USOS, COSTUMBRES,
RITOS, SIMBO LOS, ETC.
I.~La sociedad se constituye y consiste en los modos sociales de conducta. . rH6
2.-La no substantividad de la sociedad ]87
3.-ReaJidad social como conducta humana influída por la interacción y como
pautas de comportamiento vigentes en un grupo.... .. . . . . .. . . . . . .. ]HH
4.-Divcrsos tipos de modos de vida: modos individuales y modos no indivi-
duales 189
5_-Clasificación de los modos de vida no individuales en "intenndividuales"
y "colectivos" 191
6.-Modos interindividunlcs de vida por imitación o copia .. _ _. 191
7.-Modos colectivos de vida por copia de: pautas comunales 192
S.-Combinaciones y mezclas de los modos individuales con los modos no in-
dividuales en la vid. real .. , ,........... '9H
9.-Componentes colectivos de la persobalidad individual. Personalidades so-
ciales del individuo creadas por los modos colectivos de conducta 199
r o.c.-Divcrsos grados posibles de adhesión a los modos colectivos 204
r rc--Rclacioncs intcrindividualcs }' relaciones colectivas _ _. . . 205
xx INDlCE GENERAL
CAPITULO XI
EL CONTROL SOCIAL
l.-Concepto de control social. Sus principales niveles y formas. Diferencia
entre controles individuales y controles sociales 225
2.-Supuestos de los controles sobre la vida humana 227
3.-Principales medios y formas de control social 230
4.-Aumentos y nuevas peculiaridades de las presiones colectivas y controles
sociales en nuestro tiempo 033
5.-La tiranía de la técnica .. " " . .. . . . . . . .. 235
6.-El hombre "perteneciente a la organización" 236
7.-Tipos de carácter personal y sociedad. La "muchedumbre solitaria" de Ries-
man _. 237
8.-Las "autoridades anónimas e invisibles" según Ecich From 243
CAPITULO XII
LA SOClALIZAClON DE LA CONDUCTA. LA MENTALIDAD COLECTIVA.
INDIVIDUO Y SOCIEDAD
l.-Los modos colectivos se originaron en individuos 247
2.-La socialización de un comportamiento individual. El poder social 248
3.-Rasgos específicos de los modos colectivos de conducta o hechos sociales.
Su magnitud peculiar '................................ 249
4.-EI llamado psiquismo colectivo ~ .. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . .. .. 252
s.-La formación de nuevas conductas colectivas 253
6.-Las conciencias o actitudes sociales del individuo suscitadas por la colee-
tividad _., , 254
7.-Conciencia o alma colectiva 256
8.-Individuo y Sociedad. El hombre situado a la vez dentro y fuera de la
Sociedad _ _ _. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 258
9.-El destino individual y la vida social 258
lNDICE GENERAL xxi
CAPITULO XIII
EL PROGRESO Y EL CAMBIO SOCIAL
l.-Historicidad humana y progreso 260
2.-Principios sobre el progreso 265
3,-La condición social y el factor individual del progreso . . . . . . . . . . . . . .. 266
4,-La sociedad como condición del progreso 266
5.-El individuo, agente del progreso 268
6.-EI cambio socio-cultural-histórico 269
7.-El cambio o transformación de los modos colectivos. . . . .. . .. . . . . 271
S.-Los ingredientes de la invención 213
9.-Diversos grados del cambio histórico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
Io.--Colectividades y situaciones relativamente al margen de la historia .. , 275
II.-Carácter tradicionalista de los grupos primitivos 277
I2.-Conservadurismo, progresismo y radicalismo 278
13.-Sociedades relativamente estáticas 280
14.-Sociedades dinámicas. Los factores del cambio social 280
1. Factores externos de la naturaleza 280
n. Cambios en el número y en la composición de la población 281
m, T rastornos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 281
IV. Determinantes culturales 281
A) Adopción de una fe religiosa 281
B) Desarrollo de la filosofía 282
e) Descubrimientos científicos 283
D) Inventos técnicos 283
V. Factores económicos " . .. . . . . .. . .. .. 283
VI. Comunicación y contactos entre los varios pueblos y culturas .. 284
15·-Correlaciones entre los cambios sociales 284
16.-La moda '. . . . . . . . . .. 285
C....PlTULO XIV
LOS FACTORES FISICOS y LA VIDA SOCIAL
l.-Ecología 289
' 2.-Alcance y papel en Sociología del estudio sobre la influencia de la natu-
raleza física en la existencia humana y en la vida colectiva 290
3·-Tipos de factores físicos que influyen en la sociedad 291
4·-Estudio correcto de los factores físicos; y monismo sociogeografista 291
s·-Factores fisicoquímicos y su modo de acción sobre la vida humana .. , 292
é.c--Diferencia entre factores puramente físicos y factores antropofísicos .. 292
7·-Diferencia entre causas agentes directas y causas agentes indirectas .. ',' 293
S.-Diferencia entre causas agentes (de todas clescs j y condiciones...... 293
9·-Diferencia entre la satisfacción de las necesidades biológicas y los hechos
culturales superiores 294
ro.c.-Diferencia entre comunidades menos}' más civilizadas en cuanto al influjo
de los factores físicos '. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294
II.--Influencia inversa de los factores humanos sociales culturales sobre el
medio físico ' , ,.... 295
xxf /ND/CE GENERAL
CAPITULO XV
CONDICIONES y FACTORES DIOlOGICOS y FACTORES PSICOlOGICOS
r.-Preliminares. La llamada "naturaleza humana" 307
2.-Ejemplos de factores biológico, 305
3·-la edad 305
+-Difercnciación sexual 306
5.-la fecundidad 306
6.-La lucha biológica por la existencia :.............. 306
7.-la salud y la enfermedad. La mortalidad ," 307
S.-La herencia ...............•...•.............................. 3013
9.-L05 instintos. Su diferencia de los hábitos 310
Io.-Los hábitos .•................................................ 31')
r rs--Papcl de los instintos y de los hábitos en la vida humana y especialmente
en la social. .. .. . . . . . .. . . . . . . . . . ... . .. . . . . . . . . . •. . .. . . . . . . . . . 314
12.-L05 deseos o necesidades sociales fundamentales del hombre.......... 315
1. Deseos de respuesta emocional por parte de otros individuos.. 316
Il. Deseo, de seguridad ' 316
III. Deseos de nuevas experiencias 316
IV. Deseos de reconocimiento ,.... 517
V. Deseos de ayudar 3I7
VI. Deseos de ser libre y de autoafirma rsc _. . . .. 317
13·-Lis actitudes 317
CAPITULO XVI
RAZAS Y SOCIOLOGIA
r.z--Eercrcs involucrados en el concepto vulgar <1,. raza. Fallidos intentos de
la antropología para aclarar este concepto 319
2.-La ciencia genética contemporánea y las "razas" _. . . . . .. 322
3.-Crítica" de los viejos conceptos de raza 3. la luz de la gcnétil':l contcm-
poránea 326
4.-Cruces y variedades intermedias ;..................... 328
5.-Círculos sociales o grupos colectivos determinados por un criterio étnico. 329
6.:.....-Influencia del medio y de las funciones en las diferencias. orgánicas· . .. 330
7.-Pueblos o naciones y razas 331
8.-Paridad fundamental de todos los hombres. El problema de la capacidad
en la, diferentes estirpes 33'
lND1CE GENERA.L xxiii
9·-Raza y cultura. Raza y lengua ...... ... ... ... .... 333
Io.-Exposición de las doctrinas racialistas 334
A) Doctrinas con pretensiones de una Filosofía de la Historia: Go-
bineau y Chamberlain 335
B) Doctrinas antropométricas: Lapouge y Arnrnon 336
C) Doctrinas racialistas de la herencia: Galton y Pearson 336
D) La fraudulenta concepción racista del nazismo alemán 337
1 r.-Crítica de las doctrinas racialistas 338
-r a.c-c-Ccnciencia racial, prcjuc¡o y discriminación racial. como hechos reales.. 340
13·-Pn:juicios y discriminación como formas colectivas de comportamiento.. 341
14.-F:lctorcs que generan prejuicios :.............. 342
I5.-E1 "círculo vicioso" en el desarrollo de los prejuicios.............. 345
CAPITULO XVII
l.A INTERACClON SOCIAL. LAS RELACIONES SOCIALES
l.-Cnncepto de la interacción humana 347
2.-[;1 interacción y el enfoque formalista de la misma, según Sirnmcl 348
3.--Crítica de J;¡ doctrina formalista de Sirnrncl sobre la interacción 349
4.-Estudio )' análisis psicológico de la interacción. Acciones transitivas }' ac-
ciones intransitivas 350
5.--1a relación social :\52
6.-L1. relación social según Wiesc como una situación de· distancia 354
7.-EI carácter recíproco de la acción social 355
s.c--Lotcracción que produce imitación 355
9.-L1 imitación, la sugestión y la propaganda 358
r o.c.-Propaganda y Psicoanálisis 360
Il,-Imitación consciente y deliberada 362
I~.-La acción colectiva..Cooperación por similitud y por división del trabajo. 363
J 3.--1.:1 múltiple variedad de pro<.:('sos de interacción. . . . .. . . . . . . . . . . . ... 365
14.--Jnteracción en presencia e interacción en ausencia.................. 366
15.-Diferencias entre la interacción en presencia y la interacción .1 distancia 367
16.-Interacciones en presencia interferidas por la influencia de persona$ o
• grupos ausentes. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 368
'l.-Interacciones que: producen Facilitación e interacciones que producen in-
hibición 370
[H.-Algunos factores "inconscientes ('11 1.1 intcrurción 37 1
19.-La compensación _. '. . . . . . 37 1
20.-l.a racionalización 37 2
::n.--La idcntificn-ión _ _.................... 373
2::!.-La n:grcsiún ~ _ ' 37?,
23.-~-L; .. proyección _ _ - . . . .. 373
CAPITULO XVIII
In'I.ACIONES y PROCESOS SOCIALES I'N GENERAL
1.--.ConCt-PlO-d-: rctarion social y concepto de proc('so soci.rl )' rom-xión entre
:1I11hos _ " :)74
xxiv INDICE GENERAL
CAPITULO XJX
PROCESOS ASOCIATIVOS
I.-Contactos y procesos asociativos ..•.............................. 390
2.-Procesos asociativos: sus factores iniciadores 391
3.-Procesos de acercamiento o aproximación 391
4.-Procesos de ajuste . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 392
5·-Procesos de acomodación 393
6.-Procesos de transcuLturación 394
7.-Procesos de asimilación :.... 395
8.-Amalgamación o mestizaje 398
9·-Integración, unión o fusión 399
ro-e-Procesos de cooperación 401
CAPITULO XX
PROCESOS SOCIALES DE OPOSICION y DISOCIATIVOS
l.-Impulsos antisociales, disociativos y de oposición ... ...... ... .. 403
2.-Actitudes de oposición y disociativas. Actitudes restrictivas 404
3.-Com~~~ncia. Rivalidad 405
4,-OposLclon .' 407
5.-ConfLicto y lucha 408
6.-Terminación de los conflictos .. , , , . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 413
7.-Combinación entre procesos .disociativos y procesos de cooperación 415
CAPITULO XXI
FORMACIONES, COMPLEJOS O GRUPOS SOCIALES. SUS DIVERSOS
TIPOS. CLASIFICACIONES VARIAS
l.-Nociones generales sobre las formaciones o los complejos o grupos sociales 416
2.-El problema terminológico en esta materia " 418
).-·foormaeiones, complejos o grupos sociales en relación con las varias clases
de pluralidades humanas: de clase; de agregación; y de interactividad 418
INDICE GENERAL xxv
CAPITULO XXII
LAS MUCHEDUMBRES
r
l.-LaS muchedumbres. Sus diversas clases............................ 437
2.--Características de las muchedumbres en sentido estricto ', . . . . .. 438
3.-Muchedumbres excitadas O activas .. _. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 438
4·-La muchedumbre turbulenta 439
s.-Caracteres de la acción de las muchedumbres turbulentas 443
6.-Cambio de dirección en la conducta de la muchedumbre turbulenta 444
7.-Muchedumbres presas de pánico 445
8.-Los valores y las multitudes turbulentas 445
9.-EI auditorio o público 446
CAPITULO XX/lI
GRUPOS SOCIALES PERMANENTES NO ORGANIZADOS. CIRCULOS
y CLASES SOCIALES
l.-Los círculos sociales. . .. .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 447
2.-Círculo social y usos y costumbres 448
3.-Coneurrencia interferente o secante de varios círculos sociales 449
4.-Los estratos o capas sociales: clases, castas y estamentos 449
5.-Dificultades para la definición y la delimitación de las clases sociales 450
6.-Criterios determinantes de la estratificación en clases sociales 451
7.-Detenninación y descripción de la clase social 452
xxvi INDlCE GENERAL
CAPITULO XXV
LA FAMILIA
l.-Naturaleza y cultura en la familia 466
T-Tipos varios de familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. 467
T-La familia moderna en las sociedades occidentales 469
,...L-Características generales de la familia 469
,2;...-Comunidad y asociación en la familia. La regulación jurídica del matri-
monio _. . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 47T"
..,0 "'-Formación y desenvolvimiento de la familia occidental ronremporánen L. 475
7.-La acción de la familia sobre la personalidad de sus miembros 474
8. Intimidad y socialidad en la familia 477
9:=--Evolución" y cambios de la familia monógama _. . . . . . . 477
ro::::=-La dinámica histórica en el seno mismo de la familia ". . . . . . . . . . . . . . . 47B
~
CAPITULO XXVI
LA COMUNIDAD LOCAL. SOClOLOGIA RURAL y SOCIOLOGIA URBANA
l.-La comunidad local. Sus "arios tipos: aldea, villa, ciudad, gran ciudad.
Sus características generales _. . . . . . . . . . . . . . 471,)
2.-Ingredientes comunitarios, e ingredientes asociativos ('O la comunidad local 4~L~
3.-Contrastts entre lo vida rural y la vida nrbao» 483
A) Menor o mayor población 483
B) Grado de menor o mayor densidad de población 4fL~
C) Dependencia predominante de la agncultura o de la industria,
comercio u otras profesiones ."............................ 4~4
D) Diferente!'> efectos de las ocupaciones rurales y de las urbanas en
la configuración de la personalidad :...................... 4R4
l.'.:) Relativa autarquin frente a intensa interdependencia .... ..... .. 4H)
1'.1 Relativamente poca división del trabajo frente a una gr:lfl divcr.
sificuión de especializaciones .. _ __ . . . . . . . . . . . . . ..¡.x",
INDlCE GENERAL xxvii
CAPITULO XXVII
LA NACJON
r.-La nación pertenece al tipo de comunidades totales 492
2.-La horda, el clan, la gens, la sippe : :........... 493
3·-La tribu 494
+-Variedad de las realidades empíricas cubiertas con el nombre de "nación" 495
s.-La nación no se constituye ni se define por la comunidad de sangre .. 495
6.-La nación tampoco es comunidad de lengua 497
7.-Tampoco la configuración geográfica es constitutiva de la nación 497
R.-Un pasado común como factor de la nación : 498
9·-CuItura y nación 499
ro---Solidaridad en el presente y hacia el futuro (amo factores determinantes
de la .nación 500
JI .-Nación y Estado ...... ... ......... ...... .......... 502
12.-EI Estado como factor en la formación de la nación ,." ," 503
13.-La conciencia de formar parte de una nación como condición de perte-
nencia a ésta 505
14.-Variedades en la actitud de los diversos sectores de una nación respecto
de ésta 506
1 ;.---Comunidadcs supranacionales 50,
CAPITULO XXVIlI
SOCIOLOGIA DE LA CULTURA Y DE LA HISTORIA
CAPITULO XXIX
LA DINAMICA SOCIO-CULTURAL.HISTORICA
l.-El problema de la relación entre las varias clases de factores que inter-
vienen en la producción y en el desarrollo social histórico de la cultura.. 535
2.-Ideas y fuerzas reales en el proceso histórico-social de la cultura. Direc-
trices de Max Scheler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 536
3·-La función de los factores ideales y la función de los factores reales en
el proceso dinámico de la cultura............. 537
INDICE GENERAL xxix
CAPITULO XXX
SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE
l.-Algo sobre la esencia del lenguaje 548
.2.-La Sociología del lenguaje como iniciación a la Sociología del conocirnien-
too Temas de la Sociología del lenguaje ..... 550
3.-El lenguaje, función objetivarxc y encarnación del espíritu 551
4.-EI lenguaje, condición, factor y producto de la vida social 552
5.-EI lenguaje en general y las lenguas en particular .. . . . . . . . . . . . .. 553
6.-EI idioma como sistema coordinado de cultura ........... 554
7·-EI lenguaje como hecho social 554
8.-El idioma condicionado e influido por la sociedad y por la cultura con-
creta de ella 555
9.-EI idioma, expresión de una comunidad. El proceso de diferenciación so-
cial manifestado en la lengua '. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. "557
lo.-EI idioma como reflejo de fenómenos sociales 557
I I .-la difusión y la reducción del área de los idiomas, trasuntos de fenóme-
nos de poder social 558
I2.-Sociología del lenguaje y Sociología del conocimiento. . . . . . . . . . . . .. . 558
I3·-EI lenguaje como factor de socialización 559
I4.-El idioma como Factor de integración y conservación del grupo. 559
I S.-El idioma, vehículo de representaciones éticas y políticas. Su influjo sobre
los fenómenos sociales 560
CAPITULO XXXI
SOCIOLOGIA DEL CONOCIMIENTO O DEL SABER
l.-Noción sumaria sobre la tarea de la Sociología del conocimiento 561
.2.-Breve resumen sobre los principales antecedentes.y trabajos de Sociología
del conocimiento _. __ . . . . . . 562
La teoría de los ídolos de Bacon _ _. . . . . . 562
La teoría de las ideologías de Carlos Marx. La superación crítica de
esta teoría ')62
Algunas elaboraciones <.1<: Nietzsche _.. _. . .. 5ó3
xxx lND1CE GENERAL
CAPITULO XXXII
SOCIOLOGIA DEL DERECHO
l.-Diferenciación 'entre las siguientes disciplinas: A) Ciencia dogmática o
técnica del Derecho positivo; B) Filosofía del Derecho; C) Historia del
Derecho; y D) Sociología del Derecho 578
2.-El Derecho como hecho social. Temas de la Sociología del Derecho 581
3.-Tipos de necesidades sociales que el Derecho trata de satisfacer 583
A) Resolución de los conflictos de intereses 584
B) Organización del poder político ... .. .... ... .... 586
C) Legitimación del poder político. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 587
D) Limitación del poder político ..................•........ 588
4.-Los principales tipos de intereses que demandan protección jurídica ... 589
5.-El deseo de certeza y de seguridad como motivación del Derecho positivo,
y la necesidad de cambio 589
6.-EI "Derecho vigente" como resultado del poder social predominante. El
"hecho constituyente" como origen del sistema formal del Derecho vi-
gente 59'
7.-La acción del poder social en el apoyo y desenvolvimiento ulteriores del
Derecho 593
8.-EI poder social no es relación de violencia material 596
9.-Análisis de los factores de la producción y transformación del Derecho . '. 59H
lo.-Tipología sociológica de los varios entes colectivos en relación con el
Derecho 60.:;
lI_.-Uniformidades sociales preexistentes y Derecho... .. 604
r 2.-La lucha por el Derecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 60ó
¡NDICE GENERAL xxxi
13.-Fuerzas conservadoras y fuerzas reformadoras en el Derecho 607
I<f.-Fuerzas sociales que actúan sobre la legislación 608
A) Consideraciones generales 6o~;
B) La acción de la opinión pública sobre la legislación ooooooooo 609
C) Oposición entre los varios intereses 610
D) Acción de Jos grupos organizados sobre la legislación........ 610
E) Acción de los partidos políticos sobre la legislación ooooo•... o 6Il
F) Medidas de hostilidad para influir sobre la legislación .. o. o. 612
G) La acción de los juristas sobre la legislación ·612
Is.-Influencia de los factores sociales en las sentencias judiciales y en las re-
soluciones administrativas ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 613
I6.-EI Derecho positivo constituido actúa como una poderosa fuerza social 614
I7.-EI problema del reconocimiento o de la adhesión a las normas jurídicas 6x6
CAPITULO XXXIII
TECNICA y SOCIEDAD
l.-La técnica en las sociedades adelantadas de hoy en día . . . . . . . . . . . . . .. 619
2.-La variedad de las técnicas o •• o • o o ••• o o o o • o o • o • o •• o o • o •• o •• o o ••• 621
3.-La esencia de la técnica. Su raíz vital y su finalidad o • o ••• o o •••••••• o 622
+-Tres etapas de la técnica: técnica del azar; técnica del artesano; .récnice
del técnico o... oo•... ooo.•.•... o.•........•. o. o... o. ooooo.• o. 626
5·-Técnica y espíritu o ••••• o o ••••• o o •••••• o • o o ••• o o o o .' • o o • o o' o. •• 629
6.-La técnica como factor de cambios sociales o • o o ••• o o o • o o ••••• o • o. 630
7·-También el espíritu influye sobre la técnica o o o • o ••••• o o •• , •• o. 632
8.-Ejemplo de las muchas}' varias influencias ejercidas por un invento téc-
nico: .la radio o o o •• o •••• o ••• o o ••••• , o ••••• o' •••••• o • o o •• o •• o • o 633
A) Sobre uniformidad }' difusión . o. o.. o oooo oo.• o 634
B) Sobre las diversiones y entretenimientos o • o o • o ••••• o • :. 634
e) Sobre el transporte o.•.......... o..•... ooo. o.. o.... oo. .. 634
D) Sobre la educación o. 00 . oo o o.. o.. o.. o' 6'\4
E) Sobre la difusión de la información o' oo.•.... o oo... oo. o 634
F) Sobre la industria y el comercio, y sobre las profesiones o..... 634
G) Sobre e! Derecho}' la Política .. o o.. o.. o' o. o. o o. o 635
H) Sobro otros inventos 635
. l) Sobre otros varios aspectos o ooo o. : '0 . oo o 635
9o-Tecnlca y guerra •... ooo... o.. o.. o. o. o. o.. o.. o. o. oooo... ooo. .• 635
ro.e-Efectos sociales de las técnicas biológicas (higiene y medicina). o o •• •• 636
CAPITULO XXXIV
SOCIOLOGIA DEL ARTE
l.-Temas de la sociología de! arte :......... . .. .. .. .. 638
a.c-elndividualidad }' sociedad en la creación artística o o o ••• o ••••••••• o.. 638
3.-EI arte responde a una necesidad de la vida humana o • • • • • 639
4.·-elasificación de las artes . o • o •••• o •••• o •• o •• o o o •••• o o •• o·. • • • • •• 640
50-Arte y juego ... oo. oo. oo.. o..... o. o.. ooo. o' .... ooo... o.. o. o.. o 64r
6.-Implicación de creador y espectador en el arte. Relación social entre ambos 644
xxxii lNDICE GENERAL
CAPiTULO PRIMERO
influencia que lo social ejerce sobre todo lo humano -y también sobre el mundo
físico, a través de la acción técnica del hombre-c-, se hizo caer bajo el- dominio
de la Sociología todas las ciencias del hombre. (v. g., Psicología, Historia, etc.),
}' de la cultura o de los productos humanos (Filología, Teoría del arte, Jurispru-
dencia, Ciencia Política,' etc.) , e incluso las ciencias exactas y las naturales en la.
medida en que éstas se hallen condicionadas por factores colectivos.'
Esas tendencias enciclopédicas suscitaron, a fines del siglo XIX y comienzos
del xx, una multitud de estudios monográficos sobre los más variados temas, a
título del aspecto social que cada uno de ellos pudiese presentar; pero las más
de las veces sin una clara visión de cuál debiera ser su entronque con la Sociología.
No se veía la diferencia entre el método o punto de vista sociológico aplicable
al estudio de muy variados ternas, y la Sociología como ciencia aparte con objeto
propio.
Desde comienzos del segundo decenio del siglo xx, y aún algunos años antes,
se hizo sentir cada vez más intensamente la necesidad de proceder a una revisión
crítica de los supuestos sobre los cuales se debe apoyar la Sociología, del objeto
propio de esta ciencia, de los temas que ha de estudiar, de los métodos adecuados,
y finalmente de la función práctica que pueda desempeñar."
Esta revisión crítica ha producido varios resultados muy favorables y satisfac-
torios, sobre todo en lo que atañe a aclarar cuál es el objeto propio de la ciencia
sociológica, también en lo relativo a los métodos adecuados para ella, y asimismo
en lo que toca a sus relaciones con otras ciencias afines. Mientras que hasta hace
. unos veinticinco años la disparidad y la heterogeneidad de los contenidos de los
libros de Sociología eran enormes, en los últimos lustros se ha progresado mucho
en llegar a un acuerdo sobre males son los temas fundamentales de esta disciplina,
y en gran parte también sobre los métodos adecuados.
Sucede, además, que ,hI. enorme crisis general de nuestro tiempo, que afecta
todas las dimensiones de la vida humana y de modo muy especial a la existencia
1 Esta tendencia enciclopédica se manifestó ya en cierto modo en la obra de Cm.HE iCours
de Pbilosopbie Positiue, Paris, 1930-42; Systeme de Politique Positioe, 0« Traité de Sociologie
inslilua'lI la Religion de í'Humanité, Paris, 1851-1854)_ Se manifestó también en la como
posición de algunas obras muy voluminosas, con contenido enciclopédico y a la vez con la
pretensión de constituir un sistema total, por ejemplo en las obras de: SPENCER (Principie!
of Sociology, tres tomos, 1876-1896); SCHAEFFLE, A., (Bau und Leben des soziaien Koerpers,
1881, Abriss der Soziologie, 1906, en las que intenta una unificación sistemática de las
ciencias culturales, sociales y naturales, al hilo de una idea. organicista); OPPENHEIMER (Syslem
der Soziologie, 1922-26); WARD (Lester F.), (Dynamic Sociology, 1883; The Psycbic [aaors
of Cioilization, 1893; PMe Sociology, 1903; Applied Sociology, 1906, en las que ofrece
una' concepción del mundo, abarcando lo cosmológico, lo biológico y lo psicológico); GID-
DINGS (Franklin) (The Principies of Sociology, 1896; Blements of Sociology, 1898; lndmtíoe
Sociology, 1906; Descritnioe amJ Historical Sociology, 1906; Smdies in tbe Tbeory of Human
Sociesy, 1922; The Sciemiiic Sludy o] Human Societv, 1924; en las que expone la evolución
de la vida social desde las llamadas sociedades animales hasta las colectividades. históricas
contemporáneas; y desarrolla su teoría de -la conciencia de la especie y. de la conducta pi u-
ralista}; WORMS (Pbilosopbie des Sciences Sociales, 1903·1907, sobre la base de ideas or-
ganicistas y evolucionistas).
2 Cfr. RECASÉNS SICHES (Luis), La actual revisión critica de la Sociología, Revista Me-
xicana de Sociología, Año 1, Núm. 1, 1939; WJESE, Fondo de Cult. Econ., México. 1943;
SIMMEL (Jorge), Sociología, trad. de J. Pérea Bances, 1. Rev. de Occidente, Madrid. 1926,
pp. 11 Y ss.: BLONDEL (Ch.). Psicología Colectiva, Edit. Amer., México, 1945. pp. 14 Y 52;
MAclvER (R. M.), Comunidad. Estudia Sociológico, trad. de J. Prados Arrate, Ed. Losada,
Buenos Aires, 1944. p. 21.
LA SOCIOLOGIA EN LA ACTUALIDAD 3
colectiva del hombre, ha ejercido y sigue ejerciendo una vigorosa influencia sobre
la entraña misma de la Sociología teórica, en tanto que, por un lado, estimula
a pensar y estudiar más agudamente los temas relativos a la contextura y mecánica
de la sociedad. y por otro lado ofrece un amplísimo campo de observación de
fenómenos colectivos en ferrnentación.s
Nótese también que, en nuestro tiempo, cada día la Sociología suscita un in-
terés más vivo y apremiante, y estimula un creciente número de estudios. No
sería aventurado decir que la Sociología lleva camino de convertirse en el tema
central de esta época, en la ciencia protagonista de la cultura presente. Este papel
principal que está asumiendo la Sociología en nuestros días, no es producto casual
de ningún azar, ni resultado caprichoso de una moda intelectual;" antes bien es
el fruto muy significativo del estadio actual de nuestra cultura, así como ram-
bién el efecto de los graves y urgentes problemas prácticos en el tiempo de hoy.
Por una parte, el pensamiento de nuestra época, al dedicar singular y pre·
ferente atención a la existencia humana, como tema primario, básico y central
de la filosofía, ha podido suministrar a la Sociología los supuestos fwndamel1taleJ
y la cimentación de que antes habla carecido, r
con ello ha contribuído decisiva-
mente a aclarar el objeto¡ los temas y los método! de esta ciencia. y ha facilitado
su progreso en términos que parecen fabulosos, y con un paso mucho más seguro
del que tuviera antaño.e
Por otra parte. aumenta constantemente el número de requerimientos que
se le ,hacen a "Ia Sociología desde varios qlmpos. La conciencia de la crisis de
nuestro tiempo ha aumentado en los estudiosos el vehemente deseo de entender
lo que está pasando hoy en día, para 10 cual es necesario lograr una comprensión
de la sociedad,' de sus estructuras, de sus procesos, y sobre todo de las trans-
formaciones que está experimentando en el presente.
Algunas de esas preguntas son tan viejas como la sociedad misma. Otras se
centran sobre todo en los cambios del mundo en que vivimos. Estas preguntas
tienen desde luego un sentido teórico, tratan de conocer y entender determinadas
cosas; pero además la mayoría de las veces son formuladas porque se siente la
necesidad de conseguir ideas claras sobre las realidades sociales, paraafrentar con
seguridad los problemas prácticos que afronta el hombre de nuestros días.
Estas preguntas son planteadas no sólo por los estudiosos, sino también por
los profeslonistas dedicados a problemas sociales, por los estadistas, por los inter-
:1 cfr. MEDINA ECHAV.A1UÚA (José), ¿Es la Sociología simple manifestaóón de una époc.J
critica? {Rev. Mexicana de Sociología, Año .1, Vol. 1, Núm. 2, 1939; MANNHEIM (Karl),
Libertad y 1,lallificadól1, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1941, (trad. cast. de
R. Landa); AYIILA (Francisco), Tratado de Sociologia, Tomo JI. Sistema de Sociología,
Ed. Losada, Buenos Aires, 1947, pp. 3·64.
4 Dicho sea de paso, hay que hacer constar muy taxativamente que 1.:15 llamadas modas
mteteauales no son fenómenos banales, sino por el contrario algo muy serillo Tal V('Z
la moda intelectual sea el modo normal y debido de traducirse en su desenvolvimiento de Ia
cultura. Claro que puede haber modas intelectuales rtvolas; pero las hay -la mayor parte
de ellas- muy justificadas. Estas modas intelectuales representan el hecho de que 1:1 aten-
ción se fija preferentemente en unos temas, porque se ha llegado a la madurez mental para
enfocarlos y tratarlos, y también porque son planteados ouuo cuestiones urgentes por 1.1
situación histórica de la época,
:. Me refiero al pensamiento de José Ortega r Gasser. Max Scheler. Karl juspers,
Murtin Heidegger, Mead, Cooley, john Dewey, Collingwood. Gabriel Marcel, Chevalier. Eran-
cisco Romero, Frondizi, Romano Muñoz, G;J(lS, Martas, etc
4 DIFERENCIA ENTRE SOCIOLOGIA y OTRAS CIENCIAS FRONTERIZAS
expuso, sino también por razones mucho más profundas: lo social es un ingre-
diente esencial de la vida humana. hasta el punto de que ésta no sería posible
ni siquiera concebible sin su componente social, según mostraré más adelante.
Constitutiva y esencialmente el hombre está en comunidad, por tanto en co-
municaci6n con sus semejantes, independientemente de las cosas concretas que haga
o no haga. Sobre este hecho básico de la conmnidad humana, se desarrollan múl-
tiples y variadas relaciones entre los hombres, al impulso de necesidades, de eme-
cienes, de tendencias, de determinados estados ede ánimo. Unas veces los seres hu-
manos se aproximan unos a otros movidos por la necesidad, el interés, la simpatía,
el amor. la atracción sexual, etc. Otras veces las relaciones son de oposición,
determinadas por rivalidad, concurrencia, antipatía u odio, y pueden originar ale-
jamiento o lucha. Los hombres, juntos en mayor o menor proximidad, o alejados
en mayor o menor oposición O antagonismo, realizan una serie de obras: religión,
arte, ciencia, técnica, economía, política, Derecho, etc.; y al hilo de esas tareas se
afanan por el logro de ideales (santidad, belleza, verdad, utilidad, riqueza, poder,
justicia, etc.), En la realización de esas actividades y obras, se producen a lo largo
del tiempo una serie de hechos (históricos) que se ordenan cronológicamente.
Para estudiar cada uno de los aspectos ~encionados de la vida humana hay
una disciplina especial (filosófica o científica 'según los casos). Así, de la socialidad
o sociabilidad se ocupa la Ontología de la vida humana, o la Antropología filo-
sófica. De los factores psíquicos que actúan como base, como condición o COIDO
motor de la vida humana- y de sus hechos de relación social, se ocupa la Psicología.
Las acciones y obras en los varios campos de la cultura son examinadas por las
ciencias culturales }' sociales particulares como, por ejemplo, la Teoría del arte,
la Ciencia del Derecho, la Ciencia de la Economía, la Filología, etc. La considera-
ción y la especulación sobre los valores en que cada uno de esos campos de la
cultura debe inspirarse corresponde a la Filosofía. El desarrollo concreto de los
hechos humanos sociales en el transcurso del tiempo es el terna de la historia.
En cambio, la Sociología concentra su atención en la dimensión social de la
conducta humana, y en las relaciones sociales por ella engendradas. Se fija en
los hechos sociales en tanto que tales. Su tema es lo social, y no lo psicológico,
ni 10 cultural, ni lo axiológico, ni lo histórico. Formular simplemente con claridad
esta distinción no implica necesariamente el adoptar una postura o concepción for-
malista, a la manera de Simmel O de Wiese. 8
Según estos representantes del formalismo, la consecuencia de esta diferenciación entre
Sociología por una parte. y Psicología, ciencias de la cultura, Axiologfe e Historia, por otra
parte, sería pedirle a la Sociología que apartase a un lado por entero lo psicológico, lo econó-
mico, jurídico, político, artístico. lingüístico, etc., la consideración de las valoraciones, y lo his-
tórico, y ebstrayese el puro cuadro de las relaciones y procesos sociales, para llevar a cabo una
especie de Geometría social de la vida humana, de la cual se hubiese expulsado el estudio de
todos los factores psíquicos, de todos los contenidos culturales, de todo Jo histórico, y de toda
filosofía, para quedarse única y exclusivamente con el obrar imerhumano, en su pura realidad,
sin consideración de su origen, de sus fuerzas motrices, de sus temas, de sus desarrollos con-
cretos y de su filosofía. Esto es lo que Wiese propugna, aunque a decir verdad sólo hasta
cierto punto, pues después de haber formulado ese plan formalista para. abstraer lo social,
diríamos químicamente puco, frente a todos los factores, contenidos y proyecciones; sin embargo.
dice que esta abstracción debe constituir sólo la primera fase de estudio, en la cual se analice
lo específicamente social en cuanto a sus elementos. sus formas, sus estructuras, su movimiento
y sus combinaciones; pero que, después de cumplida esta tarea, se deberá realizar otra labor, a
saber: se deberá reintegrar lo social al conjunto entero de la vida humana para hacer compren-
sibles sus relaciones con todos los demás ingredientes y aspectos de ésta; y .así, por ejemplo, se
deberá estudiar las conexiones de lo social con la biología del hombre, y con su marco geográ-
fico; la relación recíproca de lo social con los factores, leyes y fenómenos psicológicos; las
mutuas conexiones de lo social COn los. productos culturales (religión, filosofía, ciencia, eco-
nomía, Derecho, política, etc.); y lo social en el proceso de la historia. Esta reintegración de
lo social al complejo de la vida humana vendría a' atenuar considerablemente el programa for-
malista presentado por Wiese: como primera faena de la ciencia sociológica. Ahora bien, aunque
estas páginas preliminares no son él lugar adecuado para una discusión sobre el "formalismo",
del que Wiese es uno de los más destacados representantes, quiero solamente advertir que el
hecho de que yo haya glosado en cierto modo y sólo hasta cierto punto alguno de sus razona-
mientos para mostrar las diferencias que median entre Sociología y otras ciencias de lo humano,
no implica de ningún modo una adhesión a su concepción formalista. He querido tan sólo llamar
la atención del lector hada la diferencia entre el tema sociológico y otros temas diversos de éste,
aunque con él relacionados en alguna medida, mayor o menor.
lación e influencia recíprocas entre los hombres; procesos sociales, o sea movi-
mientos entre los hombres, unos respecto de otros; complejos, grtlpOS, formaciones
o estructuras integradas por la conducta entrelazada de las personas que son miem-
bros de tales configuraciones, entre las cuales las hay laxas como la clase social,
o la comunidad cultural, altamente organizadas corno las asociaciones, corporacio-
nes; v. g., el Estado, pasando por un sinnúmero de modalidades diferentes, y por
un sinnúmero de grados intermedios dentro de cada modalidad.
Consiguientemente, la Sociología debe estudiar desde las relaciones más sim-
ples, y minúsculas, por ejemplo, el hecho de la pregunta que un viandante dirige
a otro inquiriendo sobre una dirección, hasta los grupos sociales más complicados
como la nación y el Estado, )' hasta las más extensas como la comunidad cultural
-p. e., la comunidad de la cultura occidental- y la comunidad humana --<]ue
comprende a todos los individuos de la especie humana.
Apunté ya que el estudio sociológico debe ser científico. Por de pronto esto
quiere decir 9ue tal estudio no debe limitarse a ser una mera descripción superficial
de lo observable a primera vista, sino que debe ser un 'estudio analítico que su-
ministre una adecuada comprensión y explicación de los hechos sociales.
No son estas páginas preliminares del Cap. 1 el Jugar oportuno para dar una
ideal cabal y exacta de 10 que significan esos dos términos, "comprensión" y
"explicación". Más adelante en este libro se precisará el sentido y alcance de esas
dos palabras. Por ahora, es oportuno hacer notar tan sólo lo siguiente. El estudio
de los hechos sociales demanda que entendamos el "sentido',' que éstos ~tienen.
Los hechos sociales son hechos humanos. Ahora bien, todos los hechos humanos, a
diferencia de los fenómenos de la naturaleza, por ejemplo, de los fenómenos físicos,
aparte de su realidade psicobiológica perceptible, tienen esencialmente un sentido
o significación. Un fenómeno físico, por ejemplo, la lluvia, puede solamente ser
"explicado" en cuanto a sus causas y a los efectos que produce; y más allá de esto
nada hay que: decir, pues la lluvia como hecho físico no tiene significación. El
conocimiento de un fenómeno físico se agota en el esclarecimiento de sus causas
}' en la indagación de sus efectos. Por lo contrario, un hecho humano, por ejem-
plo, el apretón de manos, aparte de todas las causas que lo hayan producido y
aparte de los efectos que:: engendre, tiene una dimensión esencial de sentido, de:
significación; verbigracia, el querer su expresión de amistad, de respeto, de con-
sideración, de compañerismo, etc. No podemos darnos cuenta cabal de 10 que
un hecho humano sc.i, a menos que des.. ubramos su sentido o significación. Como
los hechos sociales 501'1 hechos humanos, hechos de y en la existencia del hombre)
han de ser estudiados primordialmente en cuanto a su sentido o significación, es
decir, deben ser "comprendidos".
Si bien la "comprensión" de los hechos sociales es un demento esencial e in-
dispensable de su estudio. este estudio no se agota en ella. Requiere además de la
\
comprensión, que procedamos también a la "explicación", perque los hechos hu-
manos aunque tienen sentido no son puros sentidos abstractos, sino que son reali-
8 CONCEPTOS SOCJOLOGICOS y CONCEPTOS HlSTORICOS
5.-S0CIOLOGIA E HISTORIA
Considera correcta la distinción ofrecida por Francisco Ayala entre Sociología
e Historia establecida en el párrafo transcrito al final del epígrafe precedente.
Pero el problema de la diferencia entre Sociología e Historia y sobre todo el pro-
blema de. las relaciones entre esas dos disciplinas son asuntos muy complejos que
oErecen muchas y variadas facetas. Examinaré sumariamente algunas de esas facetas.
Está bien caracterizar la historia, como lo hace Francisco Ayala y como en
.diversas variantes lo han hecho muchos otros.> diciendo que es el estudio de la
creación única. individual. singular. Pero el mismo Ayala limita esta afirmación
al reconocer que en las realidades humanas hay una escala que va desde la uni-
cidad hasta la repetición, que va desde la concreción singular a la abstracción
más o menos generalizada. A este respecto Braudel'> dice que la historia no es
solamente la diferencia, lo singular, lo inédito -lo que no se verá dos veces.
Lo inédito no es nunca por completo inédito; por el contrario, .cohabita con lo
repetido o regular. Parece que en los hechos históricos podemos advertir una
parte de singularidad única, y una parte de regularidad.!" Y ambas dimensiones
se hallan íntimamente combinadas; hasta el punto de que, Sociología e Historia
son una sola y misma aventura del espíritu, "no como el anverso y el reverso de
un mismo tejido, sino como este tejido mismo en todo el espesor de sus hilos"
"Sociología e Historia -<lice Julián Marias- son dos disciplinas insepa-
rables, porque una y otra consideran la misma realidad, aunque en perspectivas
distintas. La historia se encuentra en el seno mismo de la sociedad, y ésta sólo
históricamente es inteligible; a la inversa, ao es posible entender la historia más
que viendo a qué sujeto acontece, y este sujeto es una unidad de convivencia o
sociedad, con estructura propia, tema de la sociología. Sin claridad respecto a las
formas y estructuras de la vida colectiva, la historia es una nebulosa; sin poner
en movimiento histórico la "Sociología", ésta es un puro esquema o un reper-
torio de datos estadísticos que no llegan a aprehender la realidad de las estruc-
turas y, por tanto, la realidad social. - ... La falta de claridad sobre el sujeto de
la historia ha llevado inevitablemente a una aceptación de unidades aparentes, por
ejemplo, a la proyección en el pasado de unidades actuales, o bien a la iden-
{ tificación de las unidades actuales, o bien a la identificación de las unidades poli-
ticas con las sociedades reales, en vista de que algunas veces coinciden; o, por
último, cuando se ha tenido conciencia del problema, a un mero empirismo infor-
mativo .--es decir, a la renuncia a la historia-e- ... Miradas las cosas desde el otro
lado, la SOCiología sin historia cae en un formalismo que sólo considera relacione')
abstractas y está muy lejos de convertirse ea conocimiento real, o si no engendra un
10 Así, MANTOUX (Paul) -e--Histoire el sociologie, en Reo. de Synlhese bissorique,
1903- decía que lo particular, 10 que sólo sucede una vez es del dominio de la historia.
Emite BREHIER -c-citado. por BRAUDEL (Fernand}, Histoire el Sociologie en Traité de Socio-
logie, publié sous la direction de Georges GURVITCH, vol. 1, Presses Universitaires, París,
1958, p. 86-- sostiene que lo que se repite en la vida pasada pertenece al dominio de la
Sociología. BARDEL (Eric) -s-Histoire, sdenu du concret, Paris, 1946- con un sentido
existencialista subraya la singularidad del hecho histórico.
11 Cfr. ob. rit, en la nota precedente, p. 86.
12 Cfr. LACOMBE (Paul), La science de Pbistoire ... en R~vlu de synlheJe binoeique,
1900, p. 32.
lO RELACIONES ENTRE LO SOCIOLOGICO y LO HISTORICO
eclipse, que han ocurrido. "Se supone que en la Historia se trata de lo que ha
pasado, ocurrido, acaecido al hombre".u
Pero si la Historia se ocupa sólo de lo que le ha acontecido al hombre o de
lo que el hombre ha hecho, no se ocupa de todo lo 'J'Il' ha pasado al hombre, ni
de todo Jo que éste ha realizado o intentado. lmaginémosnos una comisión de
historiadores que ha recibido el encargo de escribir la Historia de su país, sin que
quienes le han dado esta tarea hayan puesto ninguna limitación en cuanto • l.
extensión de esta obra. ni en cuanto a los gastos que la misma vaya a ocasionar,
ni en cuanto .1 tiempo para llevarla a cabo. A pesar de que a la comisión de
historiadores se le ha pedido que su obra sea lo más rica posible, que aspire a
acercarse a lo completo, y a pesar de que no se ha establecido ninguna limitación
de espacio, ni de tiempo, ni de presupuesto económico, lo cierto es que dichos
historiadores no recogerán, no pueden recoger, no deben recoger muchos hechos
humanos que acontecieron en su país en esos dos siglos, por ejemplo, no recogerán:
los amores entre dos adolescentes, Juan y María, sus peleas y reconciliaciones, etc.;
ni la bronca del inquilino de un departamento con la portera, acaecida cierto día;
ni el dolor que el muchacho José sufrió por un reprobado en sus exámenes; ni
la quiebra del pequeño tendero de la esquina; etc. Ninguno de tales hechos y del
sinnúmero de sus similares se ha recogido en aquella Historia -a pesar de que
ésta podía. abarcar centenares de volúmenes-, sencillamente porque esos hechos,
aunque humanos, por lo visto no son becbos históricos. Parece, pues, que no todos
los hechos pertenecen a la Historia. Sólo los hechos humanos que tienen rango
histórico son los que la Historia debe recoger. Ahora bien, ha de ser la Socio-
logía, principalmente en su parte básica -en la ontología de lo social y en un
estudio general de Sociología de la cultura-, con algunas implicaciones filosóficas,
la que tendrá que explicar cuáles hechos humanos son los que pertenecen a la
Historia, y por qué; es decir, tendrá que suministrar a la Historia los cimientos
y las categorías de que antes había carecido; pues las que quisieron darle Hegel
}' Marx fueron meros caprichos arbitrarios, pero no los fundamentos y los con-
ceptos básicos de la Historia, auténticamente suyos.
Respecto de la delimitación de los hechos históricos, dice certeramente América
Castro: "Los estudiosos de la realidad extrahumana saben, por lo menos, en dónde
se hallan los objetos de su intención cognoscitiva --en la tierra o en el firma-
mento. El historiógrafo, no, pues el tema de la historia corre a lo largo de la
Huencia del vivir, y ha de ser captado a diferentes niveles de valor y mediante
criterios de valoración y estructuración creados por el historiógrafo. La obra de éste
vendría a ser. por tanto, una cierta visión estructurada de 10 provisto de dimensión
social, realizado por un agente digno de ser historiado, en y desde el curso de su
vida, y a suficiente altura de valor." Abara bien, en una nota de pie de página,
precisamente al fin del párrafo transcrito, América Castro reconoce que los his-
toriadores necesitan, para precisar estas ideas, un auxilio, auxilio que no puede ser
otro que el de los filósofos y el de los sociólogos. Dice Castro: "Los conceptos
aquí manejados requerirían una fundamentación rigorosa. Habría que decir cuáles
san las condiciones peculiares del hecho historiable, y que merecidamente le con-
fieren esa cualidad y calidad." Más adelante añade América Castro que los hechos
u Cfr. ORTEGA y GASSET (José), Obras Completos, tomo V, Madrid. 1947, pp. 17.20.
12 SOCIOLOGIA y FILOSOFIA SOCIAL
re Cfr. CASTRO (América), Origen, Ser y Existir de les Españo/es¡ Colección "Ser y
Tiempo", Taurus, Madrid, 1959, pp. 147 Y 150.
16 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), ob. y lug, cit. en la nota precedente.
11 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), Obras Completas, tomo ¡V, Madrid, 1947, pp. 53.\
T siguientes.
SOCIOLOGIA y FILOSOFIA 13
Adviértase que el distinguir tajantemente entre Sociología, como indagación
de las realidades sociales, y Filosofía social, como meditación sobre valores e ideas
normativas para la acción de dirigir la colectividad, no supone de ninguna manera
restar ni legitimidad ni importancia a este estudio del deber ser. La pregunta sobre
la realidad y la pregunta sobre el ideal normativo son cuestiones diferentes; pero
ambas cuestiones son por entero legítimas. Y.no es preciso encarecer la superlativa
importancia que tiene. este segundo tema, es decir, el de la Filosofía social. Lo
que ocurre es que ambos estudios no deben ser confundidos; ni tampoco deben ser
mezclados; sobre todo, en la Sociología, estrictamente como tal. no deben ínter-
venir puntos de vista de normaci6n ideal. Y digo que sobre todo debe mantenerse
con todo rigor la independencia .de la Sociología frente a la indagación filosófica
de los ideales; porque, en cambio, seguramente la Filosofia de los ideales sociales
habrá: menester de algunos supuestos sociológicos; por la sencilla razón de que
precisa conocer la realidad que ha de constituir el substrato y la materia, en que los
valores deben ser llevados a práctico cumplimiento. La Sociología debe elaborarse
con independencia de la teoría de los ideales sociales, mientras que, en cambio,
la filosofía sobre los ideales habrá menester de algunos fundamentos sociológicos.
Por fin, es preciso notar que si bien la teoría sobre los ideales sociales pertene-
ce a la Filosofia social, sin embargo no agota la totalidad de ésta, pues constituye
tan 5610 una de sus partes, La filosofía social, además de elaborar una doctrina
sobre los valores ideales que engendren normas para la existencia colectiva, se
plantea también otros· problemas, algunos con carácter previo; así, por ejemplo:
la cuestión sobre el sentido y el fundamento de la sociedad en la vida humana
-tema entroncado con la Metafísica y con la Antropología filos6fica-; los su-
puestos de nuestro conocimiento del prójimo; las categorías. condicionantes de las
relaciones con los demás seres humanos -temas éstos a la vez de Teoría del co-
nocimiento y de Ontología.
(Ahora bien, mientras que la Sociología, estrictamente como tal, debe perma~
necer completamente separada de toda consideración filosófica sobre los ideales, en
cambio, para fundarse sobre bases sólidas y claras necesita ineludiblemente el
auxilio de la Teoría del conocimiento de lo social y de la Ontología de lo social
(o sea del estudio sobre qué clase de realidad es la realidad social).
Cierto que lo mismo podría decirse de todas las -demás ciencias, ya que todas
se apoyan sobre supuestos, de los cuales ellas no pueden dar cuenta' ni justificación,
pues el estudio de los mismos pertenece a la Filosofia.
Pero aparte de esto --que nada singular representa respecto de nuestra dis-
ciplina-, ocurre con la Sociología algo especial que la atañe de modo singular.
Se trata del hecho de que la Sociología no ha contado sino hasta hace poco tiempo
con el mínimo indispensable de fundamentación que delimite estrictamente su
objeto, y aclare de modo suficiente sus más elementales supuestos,' Es por estoque,
a pesar de que la Sociología constituye una ciencia especial, necesita todavía hoy
una fundamentación filosófica de sus supuestos más indispensables.
Ahora bien, repitamos una vez más, que este apoyo que la Sociología tiene
que pedir a la Filosofía, se refiere exclusivamente a una fundamentación ontoló-
gica, es decir, definidora de la esencia de lo social, y gnoseol6gica, esto es, deeer-
minadora de las categorías o conceptos básicos que ha de manejar; y de ningún
14 SOC10LOG1A y FlLOSOF1A
sobre los cuales y con los cuales se va a intentar esa acción práctica. Quien se
proponga mejorar, reformar, remodelar o corregir cualquier parte o aspecto de
la vida social, según determinados criterios de valor -por ejemplo. conforme a la
justicia, a la pa2, a la utilidad, a la riqueza, a la salud, etc.- necesitará, además
de una idea clara sobre esos valores, también un profundo conocimiento de la reali-
dad social, de los materiales y estructuras concretas de las realidades particulares,
sobre las cuales va a. proyectar su acción reformadora; necesitará conocer las con-
diciones. leyes y reacciones de esos materiales; necesitará hallar los medios a la vez
correctos y eficaces pára que su acción tenga el éxito deseado; necesitará hallar las
técnicas adecuadas para que su obra sea suficiente, es decir, para que ésta logre
resultados; Ahora bien, esos conocimientos son suministrados por la Sociología.
_La Física y la Química no son ciencias prácticas; no suministran ninguna regla
de comportamiento ni acción; por el contrario, son ciencias teóricas ue estudian
la manera efectiva de ser de determinadas rea es. as es patente que los
conocimlentos e esas ciencias son indíspensa es para el arquitecto y para el in-
geniero. Cierto que ni la Física ni la Química no ofrecen al arquitecto ninguna
orientación para edificar una casa, ni al ingeniero para construir un puente; pero
cierto también que esos técnicos necesitan indispensablemente conocer las condi-
ciones y las leyes fisicoquírnicas de los materiales con los que van a trabajar. De
modo análogo cabe observar que la Biología, que es una ciencia teórica encami-
nada al conocimiento de los hechos de la vida orgánica, estudia tan sólo las leyes
de esos hechos, y no formula ninguna regla de tratamiento; pero, asimismo, es
verdad que el higienista y el médico precisan ineludiblemente 'un gran acopio de
saber biológico, para mejorar y curar los organismos humanos. Pues bien, de pareja
manera, quienquiera que se proponga actuar sobre la sociedad, para orientarla
hacia determinados fines, para mejorar el logro de esos, para realizar determinados
valores, ha menester indispensablemente de un conocimiento de los hechos sociales
y de cómo éstos funcionan efectivamente.
Tan verdad es eso, que cuando la Sociología fué fundada como ciencia autó-
nema por Augusto Comte (1798-1857) en Francia, y en Alemania por Lorenzo
Stein (1815.1890), a pesar de_ que se le asignó un conocimiento puramente teórico
de las realidades sociales,_ ambos autores trataron de buscar con sus resultados
los conocimientos fácticos que son necesarios para el reformador, que SOn indis-
pensables para una tarea de ingeniería social. A la Sociología, como a todas las-
demás ciencias teóricas, le interesa conocer las realidades, ver los hechos tal y
como son. Pero con el ver, Augusto Comte se proponía capacitarse para actuar:
"ver para prever", esto es, saber Cómo son las cosas, para estar en condiciones de
medir el resultado de la acción sobre ellas.
e con~der.a.-~
Se
MATERIA O REALIDAD SOCIAL
es la Sociologi~-,_co.mo
)a. ciencia teórica de las realidades
~. uno de los instrumentos indispensables para abOCdár ~i tratamieñfOde:
los problemas sociales prácticos. J . --
SOCIOLOGIA E IDEALES ¡URIDICOS 17
\
Entre esos problemas sociales prácticos. figuran, ante todo, los problemas
que se le plantean a quienes afrontan la tarea de hacer normas jurídicas, al legis-
I~.¿I~ ~~ieta31,"nentos, al juez, '1~ crea precedentes./Los valores
jurídícos..» eciter'ios ideales de Derecho. son solamentrdirectrices generales, prin-
cipios orientadores abstractos, que por sí solos no suministran aún una regulación
jurídica aplicable directamente a la vida de 1In pueblo. Esos principios han de ser
aplicados o proyectados sobre la realidad social concreta de un determinado pue·
blo, en un cierto lugar y en una cierta situación histórica. Sólo de la aplicación
de esos valores o principios axiológicos a una realidad social concreta .se puede
sacar el programa ideal de Derecho adecuado para tal situación particular.
Con diversas modalidades doctrinales, esto es )0 que han sostenido los más grandes filó-
sofos del Derecho. Así, por ejemplo, ya San Isidoro de Sevilla. dijo que :'1:1 ley debe ser honesta,
justa, posible, conforme a la naturaleza y a las costumbres patrias. conveniente al lugar y
-tiempo, necesaria, útil ..... (E,it etaem Iex honesta, ;usla, possibilis, Je~u"dum naluram, se-
~undlJm pauiae (onsuetudinem /0(0 tempo,ique conveniens, netessaria, IIJilis ...tI) Elymologia-
mm, Lib. V. c. XXI. '
I Según Santo Tomás de Aquino y los ulteriC?r~s desarro~!Bs d_e su doctri~~ llevados a cabo
por, JaéSCUetá....,éSpan01néb.,los"""'Siglósiv"'('fXvii.l~incipios raciO'ñiTe;"""'de valor inmutable
.. ara toda condu~a, pero e~ principios tie~ el cará~t~r 4~,,"-ªkecl"!~ _~$!:1fsimas~~ por
s s no cons ltuyen todavla normas directamente aplicables a la regulacIón j!e una soc~eaad.
Para obtener te es normas, es preciso referir esas directrices generales a la realiaad, conCreta que
se trata de normar, y fabricar normas especificas combinando dichos criterios racionales con los
materiales sociales particulares que se intenta regular. La misma doctrina persiste .en muchos
neo-tomistas contemporáneos, por ejemplo, en el P. Georges Renard.a quien dice que el Derecho
natural es para el jurista como la noción de lo bello para el artista: lo bello no es una recta
para fabricar obras maestras; es, 'al igual que lo justo. un principio de discriminación.. De
diez cases, en nueve el Derecho natural no tiene solución alguna que proponer; se limita a
juzgar las soluciones que se le proponen como posibilidades dentro del cuadro de una dererml-
nada realidad social, en un cierto momento y en cierta situación histórica.
Aunque sobre una diferente base doctrinal, otros filósofos del Derecho llegan a solucio-
nes, las cuales, en cierta medida, son parecidas a la idea de un Derecho natural de contenido
variable que fué esbozada, por Santo Tomás de Aquino y desenvuelta ulteriormente por los más
eminentes filósofos escolásticos. Recordemos también a RudoJf Stammler.a quien, inspirado en
la filosofía neo-kantiana, entiende que hay una sola y única idea de justicia, con valor absoluto
,Y universal; pero esa idea única de justicia, que es una especie de método ordenador de. los ma-
teriales 5~ciales concretos, Jos cuales hoy y aquí son diferentes de ayer y allí, al ser aplicada
a los vanos contenidos de la vida social de los múltiples pueblosy momentos históricos en.
gendra ideales jurídicos diversos, cada uno de los cuales tiene sólo u'n valor relativo a la sociedad
concreta, al tiempo y a las circunstancias particulares que se tuvieron a la vista.
. y otros filósofos del Derecho -permítase a quien escribe estas páginas 'el referirse a sí
mismo-e-s han mostrado que, si bien Jos valores jurídicos son objetos ideales con validez a priori
la puesta en práctica de las exigencias n?rmativas que fluyen de esos valores hay que JJevarl~
a cabo en, sobre, y ron IIna nlaJena soátd que es eu"rialffUn/e bis/6,ita, como lo es la vida
t Vé,ase: RECASÉNS SICHES (Luis), La Jilosofía del Derecho, d, NanciJ(O Suárez, ton
rm. F:s/Jidlo sobre sus ArJle(eJenus en la, Palríllira > en la EUQlás/ita, 2· ed. Editorial Jus
México, 1947. ' •
• 2 Cfr .. R.ENAR.D (Georges), Inlr04uuión Fi/osó/ica al ES/lidie del Dereebo, trad. de San-
tiago Cuchillos Manterola, Buenos Aires, 1947. .
~ Véa.se': RECASÉNS SlqlES (Luis), Di"e~cionesContemporlÍneasdel Pensamienlo ¡urídito;
La Pilosojia del Deruho en e,1 SIglo XX, Edil. Labor, Barcelona, Buenos Aires, 1928. caps. JI
y IIl; Tratado General de Pilasojía del Dorecbo, Editorial Porrúa S. A. México 19'9 pp.
453.457. ' • • J •
.. Véase: RECASÉNS SIOfES (Luis). TraJado Gentr~1 de Fjlosoflt~ de/ Derecho, Editorial
Porrúa, México, 19'9, PI''' 422-478.
/ 18 SERVICIO PRACTICO DE LA SOCIOLOGIA
humana, es decir, que es tl(Jria en los diversos Jugares y cambiante en el transcurso del tiempo;
y, por lo tanto, hay fuentes de historicidad para Jos ideales jurídicos --creo que hay nada menos
que cinco fuentes de historicidad. Una de esas fuentes consiste precisamente en el hecho de la
variedad de materias sociales, y la diversificación 'l modificación de éstas en el proceso histórico
ytOS consiguientes cambios que experimenta la vida humana. Otra. fuente de variedad y de
ca bio consiste en el hecho de las particulares necesidades concretas en cada situación y mo-
m to históricos. Otra fuente deriva del aleccionamiento que suministra la experiencia práctica
so~re el modo más eficaz de desenvolver las tareas concretas asignadas al Derecho.
13 Cfr. NORSDOCK (Joha Eric), McDoNA6H (Eduard C.), VINCENT (Melvin J.), A~41y.
zing Social Probíems, Dryden Press, Nueva York, 1950; ATTEBERRY (Gcorge C.), AUb,ÍE
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26 SOCIOLOGIA y PROBLEMAS SOCIALES'
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Publishing Co., Amsterdam, 1950; NORTHROP (F. S. C.)~ Tbe Taming 01 Nlltion:-"Á SIN")
01 /he CulfNraJ Bau~ 01 Inl~na/iona/ Policy, McMillap. New York 1952.
30 PROBLEMAS SUSCITADOS POR LA AUTOMATIZACION
gentes aprendan a utilizar ese ocio ventajosamente. Parece correcto traducir la voz
. inglesa automaiion por automatización.
El impacto sobre las realidades sociales de las nuevas máquinas computadoras,
que comprenden las llamadas "unidades pensantes" ha sido descrito por Norbert
Wiener, autor de la teoría de la cibernética. Con tal palabra, acuñada por Wienec,
éste trata de denotar una nueva ciencia: la ciencia de las comunicaciones y del control
recíproco. tanto en las máquinas como en los organismos vivos. El vocablo cibernética
tiene como raíz etimológica una palabra griega que significa "timonel"; y con ella
se intenta designar el hecho de que un dispositivo inserto en una máquina para
orientar la actividad de ésta siempre hacia un determinado resultado, opera de modo
que cuando la máquina se desvía de ese propósito, automáticamente ese dispositivo
restablece la dirección hacia dicho propósito, por ejemplo: la brújula, que automá-
ticamente restablece la dirección de su manecilla hacia el norte magnético, el tor-
pedo que automáticamente "busca" su blanco, ete. Las cosas, los fenómenos físicos,
los organismos y las máquinas producen en el medio exterior que las rodea 'modifi-
caciones; así como sufren modificaciones causadas por ese medio exterior. Y sucede
que a veces 10 que sale_ hacia fuera de alguno de esos seres retorna a ellos ejerciendo
por tanto una nueva influencia sobre ellos. En esos fenómenos de entrada y salida
y de regreso, podemos distinguir dos clases: a) señales, es decir, los. fenómenos
ópticos, acústicos, táctiles, crc., que constituyen un lenguaje, esto es, que sirven para
transmitir información inteligible; y b) ruidos que son los fenómenos que forman
un lenguaje, que no transmiten información ninguna.
La cibernética, según Wiener, su fundador, comprende la teoría de la .información y su me-
dida; el concepto de comunicación com un problema estadístico en el cual los mensajes no
enviados juegan un papel igual al de los mensajes enviados; la teorfá de la predicción estadística
de las consecuencias de eventos distribuidos en el tiempo; "la teoría de la relación entre mensaje
y ruido; la teoría de los aparatos para control y sus propósitos y sus aplicaciones a los mecanismos
de servicio; los computadores eléctricos; y la factoría automática.
En cibernética se emplean los siguientes términos: A) Texto, que denota toda información
contenida o comunicada en las señales que forman un lenguaje cualquiera. B) Cifra o clave. que
es un sistema. de transformación de las señales de un lenguaje cualquiera, que haga ininteligible el
texto, o sea que lo convierta en ruido -por ejemplo las ondas de la radio....,... para. quien no co-
nozca, la clave. C) Me'lSaje, que es el texto transmitido en clave. O) Desciírar, o sea reconvertir
el mensaje a su texto original.
tolerar o perseguir determinados grupos religiosos, O sobre si hasta qué grado se de-
bieran mantener los derechos y libertades fundamentales del hombre y del ciudadano,
u otras muchas preguntas que nos agitan." Sin embargo, sigue razonando Lundberg.
aunque a la Investigación Social técnica no le corresponda tomar decisiones sobre los
fines, puede ilustrar muchísimo a poner en claro los efectos de diversas políticas
o dé diversos métodos de acción, y de tal suerte tiene superlativa importancia para
ayudar a la gente a decidir de modo inteligente lo que de veras quieren; pues la
descripción de los efectos muy probables de cada uno de varios programas diferen-.
tes y contrarios, al aclarar lo que pasaría si adoptase este o "aquel programa, influirá
seguramente para que la gente aclare y decida.lo que verdaderamente quiere conseguir.
Este punto de vista está sostenido por algunos de los que cultivan la' Sociolo-
gía y la Investigación Social concreta y técnica. Sin embargo, tal punto de vista de
neutralidad o diferencia respecto de valores y finalidades ha sido enérgicamente
impugnado por otros cultivadores de las ciencias sociales, por considerar que cons-
tituye una peligrosa fuente de amoralismo, cuando no .de funesta desmoralización.
Así, por ejemplo, el profesor George Simpson-" observa que si -bien es correcto decir
que el investigador social no debe inyectar sus propios y personales juicios de valor
en las indagaciones que realice y deformar éstas subrepticiamente, o pretender que
aquellas sus estimaciones son un resultado de sus pesquisas científicas, en cambio,
no es lícito separar absolutamente las ciencias sociales de los juicios axiológicos.
Debiera empezarse por reconocer que la misma posibilidad del ejercicio de la irrves-
tigación social implica y requiere determinados juicios de valor, por ejemplo, que es
valioso y, por lo tanto, deseable, que se asegure la oportunidad de descubrir la ver,'
dad, cualquiera que ésta sea, libre de toda consigna oficial; que se asegure que los
hombres pueden libremente dirigirse por su razón; y que se den las oportunidades
necesarias para el desarrollo multilateral de la persona individual, independientemente
de la posición económica, del origen, de la raza, o del credo. Pór otra parte, los
investigadores sociales no deben convertirse en meros servidores de quienes estén
en el poder, y preocuparse de contestar solamente las preguntas que los gobernantes
hagan, sino que ellos mismos son quienes deben plantearse las preguntas que brotan
precisamente del análisis de las realidades sociales. y justamente para perfeccionar
la sociedad conforme a .Ios valores de los cuales la misma ciencia social es solidaria.
Para dedicarse a las. ciencias sociales es necesario haber aceptado los valores que están
implicados en la devoción a la razón y a la verdad, y en la libertad que es necesaria
para que los científicos puedan investigar sobre los problemas sociales, sin mied .
de ser perseguidos -<amo lo son en los países totalitarios (soviéticos o fascistas).
Sucede que aquel punto de vista de la indiferencia respecto de los fines ha
sido exagerado desmedida e ilegítimamente. Tal punto de vista tiene su plena jus-
tificación en tanto que hace patente que la Sociología y la Investigación Social es-
tudian solamente hechos y'no pronuncian valoraciones ni deciden sobre los fines que
deben ser propuestos. Esto es indiscutiblemente correcto. la exageración" indebida,
que es realmente fuente no sólo de graves errores, sino también. además de funestos
efectos en la vida práctica, consiste en querer reducir ilegítimamente el campo
de los estudios sociales a mera Sociología e Investigación social concreta. expulsando de
~u Cfr. SIMPSON (George), Afafl ;11 Society: P"e/,ue lo Sociology and tbe Social Sciences,
Doubleday, NUe\'3 York, 19H. pp. 74·82; Scienc~ as Mo"aliIY, The Humanist Press. Yellow
Springs, Ohiu, 19.53. .
SoeloIO(l'ia.--3.
34 ETICA E INVESTIGACION SOCIAL
l
fines para los que debe hallar medios que. sean eficaces y además éticamente correc-
tos. En todo eso debe atenerse a las directrices que reciba de la Filosofía social.
~.
36 PLANEACION DE LAS POLITICAS
• cienes históricas de la materia social y, al tratar temas concretos, como por ejemplo la pro-
piedad, tiene a la vista las condiciones sociales de su tiempo.
En las obras de la escuela clásica del Derecho Natural, cuyos principales representantes
fueron AJthusio (1557·1638), Grecia (1583-1654), Tomasio (1655-1728) y Pufendorf (1632-
1694), a pesar de la tendencia racionalista, de razón matemática deductiva, que las anima,
hallamos algunos análisis psicológicos sobre la vida social y sobre diversas colectividades
(por ejemplo, la familiar, la gremial, la política, la eclesiástica y la internacional).
El Leviatban de Hobber (1588-1679) contiene no .pocas observaciones sobre hechos
sociales y de psicología social.
El gran filósofo monista judío-holandés, de origen español, Benito B. Spinoza (1632-1677)
sostiene que la realidad social y política debe ser estudiada en su objetividad real, tratando
de comprenderla tal y como es.
El genial filósofo suizo Juan jacobo Rousseau (1712-1778), en su Con/ralo Social¡ que
es un tratado de -filosofía política y jurídica encaminada a establecer con todo rigor el criterio
de justificación del Estado y las pautas ideales de carácter racional, analiza varios aspectos de Ja
realidad social, especialmente de la política, y toma en cuenta las variedades históricas en el
espacio y en el tiempo. y, en su Discurso sobre los odgenes de la derigualdad en/re /OJ bom-
bres, descubre nada menos que la historicidad (concebida como progreslvidad ) como ca-
ractcrfstica esencial del hombre.s
. 3 Véase mis comentarios a los libros de ROliSSEAU, Discurso- robre 10$ orígenes de la
deJigua/dad entre los hombres, y El Coninuo Social, de próxima publicación. Véase también
en términos más resumidos mis libros: Tratado General de Pilosoiíe del Derecho, l ' ed.,
Porrúe, México, 1959, pp. 435-439; Y Lecciones de Sociología, Bdit. .Porrae, México, 1948,
pp. 61, 329 Y 332.
<lO SOCIOLOGIA EN LAS CIENCIAS POLITICAS, /URlDlCAS, eic.
Algu[~s obras de Filosofía y Teoría de la Historia i~du)'eron observaciones e interpre- •
taciones c:te carácter sociológico, aunque muchas veces VIOlentaron los hechos reales para
encajarlos: en construcciones preconcebidas. Particular importancia como precedente de la
Sociologíii tiene la Introducción a la Ciencia de la Historie (1375) del autor árabe medioeval
Aben )al.dún, quien estudió la influencia que el medio material y cultural t,iene sobre la
sociedad, '~uien analizó la forma sedentaria de vida que se desenvuelve en las CIUdades y que
crea la cultura, pero que lleva a la molicie, y a la forma nómada, que entraña una fuerte
solidaridad comunal y una dura disciplina, y que lleva a la conquista de la ciudad, después
de lo cqal desaparece por' asimilación a la existencia urbana,·
ii~e también destacadlsimo rango la contribución del gran pensador italiano Juan
Bautista Vico (1688-1744), cuya obra Ciencia Nuera, que intenta una teoría y filosofía de
la histaha y de los productos culturales, contiene muchos elementos sociológicos, aunque algo
fonad~ para articularlos en la malla de su sistema preconcebido de la sucesión reiterada de
tres estadios (patriarcal-monárquico, heroico-aristocrático, y humano-democrático) en un mo-
vimie;rtto de repetición en forma espiral.e Y, en calidad de otros ejemplos ilustres de con-
tribuóones "de la Filosofía de la historia al conocimiento sociológico, recordemos también
los OiJCUI'fof (17'0) de Turgot, en los que sostiene la ley de la evolución histórica progre-
siva:" y el Cuadro bistórico (179'4) del pensador francés Condorcer (1743-1794), que
mantiene la tesis del progreso "ilimitado de la humanidad, y trata de explicar los tipos de
inserdependencia entre los varios fenómenos sociales. Y. en el mismo campo, aunque con
tendencia diferente, hay que mencionar también como ejemplos destacados las contribuciones
~t dos pre-romdnticos .ulernanes: de ]. H. Herder (1744-1803), quien en sus Ideas para
in Pilosoiía de la Historia de la Humanidad (1784-1791) subraya la vinculación entre el
nombre y la naturaleza y la vinculación entre las generaciones y los indi v iduos: y de Móser
(lno-1794), que en su obra Paníasias Patriáticns ofrece la descripción de varias clases sociales,
y estudia la relación entre los fenómenos colectivos y sus bases económicas."
La. Ciencia y" sobre todo la Teoría Jurídica han suministrado conocimientos muy impor-
tantes a la Sociología. Hay que reconocerlo así, a pesar de la mutua antipatía que ha me-
diado frecuentemente entre sociólogos y juristas desde la época de Comte hasta hace relativa-
mente poco tiempo -y que en ciertas áreas todavía subsiste, aunque" ya en baja, pues los
malentendidos y prejuicios de una y otra parte se v an desvaneciendo, Cierto que la. Ciencia
del Derecho se ocupa" de normas, y no de describir las realidades sociales tal y como éstas
son. Mas por otra parte es también cierto que el Derecho constituye una forma de vida
humana colectiva, no la única, pero sí en efecto aquella en la que todas las características de
lo social alcanzan su grado más extremo de maximaliaación.t Pues bien, el estudio del De-
recho, que cuenta 'con una tradición milenaria, al poner de manifiesto las características del
Derecho, ha encontrado en éste algunas notas que le son propias exclusivamente en tanto
que Derecho, pero ha. hallado en él también otras características que posee por ser una
forma social de vida, y, que por lo tanto, tiene en común con otras formas colectivas de
existencia.v La Sociología ha recogido muchas enseñanzas de la Teoría jurídica.
4>Véase: AGR ....MONTR (Roberto), Sociología, 4 4 ed., Cultural, La Habana, 1947. Tomo
11, pp. 761-63; ORTEGA y GASSET (J.), Obras Completas, tomo 11, 1946, pp. 661·679.
[; Cfr. YICCO (Ciambatista), Ciencia Nuevd, Pról. y trad. de José Camer , Colección de
Textos ClásICOS de Filosofía, Centro de Estudios Filosóficos de la U.N.A.M.. El Colegio
de México, 1941. Sobre Vico: MENDIET.... y NÚÑEZ (Dr. Lucio), Juan Bautista Vico, Pre-
cursor d~ la ~odologia, en "Rev. Mex. de Soc.", XV, 1, 19~3; POVIÑA (Alfredo), Vico,
Imp. Un¡v, Córdoba, 1937.
El Véase: POVIÑ.... (Alfredo), Sociologia, 3 4 ed., tomo 1, Assandri, Córdoba (R. A.), 1.9'54.
r Véase,: ~ECASÉN~ SIC.HES (Luis), .Lecc~olles de Sociología, Ed. Porrúe, 1947, pp. 61-62;
AyAL.... (FranCISCo), Historia de la Sociología. Ed. Losada. Buenos Aires. 1947, pp. 46·48;
CONDORCET q. A), Bosqueio de un Cuadro Histórico de 101 Progresos del Espiritn Humano,
trad. de Domingo Barnés, 1921; HERDlER (J. G.), Ideen Ztlf' Phi/osophie der Mensebheil
Riga, 1787-91. '
8 Véase RECASÉNS SICHE5 (Luis). Tratado General de Filosofía del Derecbo. Edit.
Porrúa, México, 19'3. pp. 193-194 .
• Véase la ob. cit. en la nota precedente, pp. 128-129.
I
SOCIOLOGIA EN LA FlLOSOFlA POLlTlCA 4.1
Por otra parte sucede que muy frecuentemente el ordenamiento jurídico constituye no
solamente una normatioided, una regla de conducta, sino que además traduce en gran medida
una Normalidad, una regularidad de ciertos hechos sociales, el modo real de ser de éstos.
De aquí resulta que la ciencia jurídica positiva lleva encapsulada dentro de sí un apreciable
caudal de saber sociológico.
1 Como antecedente más próximo de Comte. debe recordarse la obra. del Conde de Saint
Simon (1760·1825), filósofo social francés, que en algunos aspectos puede valer como pre-
cursor de varias tendencias: socialistas, positivistas, de tecnocracia y de inte.rnacionalismo.
42 FIWSOFIA POLlTICO-SOCIAL DEL SIGLO XIX
¡
Carlos Fourier (1772·1837) -c-reformador social francés,· animado de un espíritu raclo-
nalista-c-, despreciaba la sociedad de su época y predicaba un ceden social cooperativo. Se
basaba no sólo en la observación del desbarajuste económico de la. sociedad, sino también
en un estudio psicológico del hombre. Distinguía entre: las pasiones afectivas, que deter-
minan el nacimiento de los $rupos sociales y los fenómenos de combinación, por una parte;
y las pasiorleJ distributioas, que conducen a clasificaciones y diferenciaciones entre los entes
colectivos, y a la formación de estructuras jerárquicas. Creía ver la raíz de los males, que
aquejaban a la sociedad de su tiempo, en el hecho de que ésta se hallaba escasamente adap-
tada a la libre expresión de los deseos humanos; por lo cual era preciso ajustar la sociedad y
el medio a. la manera de ser del hombre. Con ese (in ideó un tipo de organización social
cooperativa compuesta de 1620 individuos, llamada fala,ute,.¡o, de la cual con la ayuda de
algunos partidarios llevó a cabo experiencias en Norteernérica, que fracasaron.
También procede recordar al socialista inglés Roberto Owen (1771-1858), quien realizó
una serie de estudios sobre hechos colectivos, por ejemplo, sobre el municipio COmo célula
de la sociedad, y sobre algunas formas de organización.
Slmonde de Sismcndi (1773-1842) historiador y economista suizo, partidario de una
directriz socialista, contribuye también con sus estudios al análisis de las realidades sociales.
de desarrollo, el cual orden es, a la vez, un orden sistemático, impuesto por las
mismas leyes del pensamiento, y un orden cronológico, es decir, aquel en el que
efectivamente se ha ido desenvolviendo en el curso .de la historia.
La mente parte del estudio de lo más simple y general y avanza progresiva-
mente hacia la investigación de los más complejo y particular; es decir, los cono-
cimientos se ordenan en una serie de complejidad creciente y de generalidad de-
creciente. De esta suerte, distingue seis ciencias fundamentales, que se estructuran
en el orden siguiente: la Matemática, que estudia la cantidad (números y dimen-
siones) que es 10 más simple y lo más indeterminado; la Astronomia, la cual
añade a la cantidad la fuerza de las masas de atracción en el firmamento; la
Física, la cual añade a la cantidad y a la fuerza el estudio de las diferencias cua-
Iitativas entre los enerpos y entre las energías (calor, luz, etc.); la QuEmica, que
aporta el conocimiento de las diversidades cualitativas en la estructura íntima de
los cuerpos; la Biología, que estudia los' fenómenos de la vida, en los cuales a la
materia bruta se añade la organización. A las cinco ciencias mencionadas se añade
. en sexto lugar, como coronación de la jerarquía del conocimiento. la Sociología,
que estudia la realidad de la sociedad, en la cual los seres vivos se unen entre si
por vínculos diversos de los puramente biológicos de sus organismos, y que cons-
tituye el máximo grado de concreción y complejidad en el universo.
LA Sociología de Comte
El objeto de la Sociología es el más complejo de todos. Comprende dentro de sí
los objetos de todas las demás ciencias, porque el hombre implica la plena rota-
lidad de las leyes que gobiernan el mundo; y además la Humanidad o esplritu
humano en evolución absorbe en ~í y refleja todas las leyes de los fenómenos en
los cuales se basa y de los cuales ha surgido.
La Sociología nace en Cornte con la pretensión de ser una ciencia de igual
carácter que las demás, 'positiva, es decir, empírica e inductiva.
Comte considera que la realidad social es un todo complejo, que se halla
integrado por múltiples y diversas partes estrechamente entrelazadas. Por lo cual,
la realidad social debe ser estudiada en su totalidad y en las relaciones reciprocas
de las partes que la componen. "Todo estudio aislado de los varios elementos de la
sociedad es. por la naturaleza misma de la ciencia, profundamente irracional y
será siempre esencialmente estéril". La interdependencia \de los elementos de la
¡ sociedad justifica e invoca la existencia de una ciencia especial, que la estudie
; con una pretensión sintética y totalizante.
! Ahora bien, la índole de ciencia positiva que Comte atribuye a la Sociología
no implica que ésta pueda constituirse como mera prolongación de otras ciencias
(Física, o Biologla), y manejando solamente los conceptos elaborados por ellas,
sino que, por el contrario, la Sociología tiene un carácter independiente, porque
los fenómenos sociales, por su complejidad, constituyen un objeto nuevo.
Sociologte y Psicologia. Adviértase la ausencia de la Psicología en el sistema
de las ciencias de Augusto Comte. Ello se explica y se justifica en su pensamiento,
por dos razones. En parte, la considera incluída dentro de la Biología, pues el
hombre representa la forma más elevada de ser viviente, y puede y debe ser
estudiado por métodos de observación objetiva. Por otro lado, los contenidos del
44 COMTE
t
1
espíritu humano son explicables tan sólo por virtud de la sociedad; es decir, la
riqueza de la psique humana es debida a su carácter social. O lo mismo dicho con
otras palabras: el hombre posee una conciencia social, esto es, una conciencia en
la que se acumulan las experiencias del pasado y son utilizadas para orientar y mo-
dificar su comportamiento actual. Ahora bien, la: Sociología no puede estudiar de
la actividad mental nada más que aquello capaz de repercutir sobre la evolución
colectiva, es decir, los fenómenos, de la vida intelectual y de la activa. Pero, en
cambio, los hechos emocionales son propiamente individuales; de aquí que Cerote
esboce el programa de una séptima ciencia que trate del individuo, y que se coloque
después de la Sociología. Esta séptima ciencia sería la Antropología O Moral,
que combina los puntos de vista biológicos y sociológicos, que se interfieren nc-
cesariamente ea el individuo.
Lar leyes sociolágicas. El problema de la Sociología consiste en hallar las
leyes o regularidades que rigen los fenómenos humanos en conjunta. La conducta
individual puede aparecernos como imprevisible. Pero, en cambio, los hombres
en sociedad ponen en práctica comportamientos que no dependen de las volun-
tades individuales, sino que responden a algo que actúa por encima O aparte de
éstas; y la Estadística patentiza que, en conjunto, tomadas en masa, las conductas
humanas muestran uniformidades y regularidades que justifican el propósito de
la Sociología de estudiar las "leyes" de la estructura y desarrollo de la colectividad.
Estadísticas y Dinámica sacia/es. Orden y Progreso. Ahora bien, el progreso
humano se verifica dentro de un orden social, que implica un gobierno y dominio
de las pasiones contrarias a la paz y a la cooperación. El progreso no hace otra
cosa que perfeccionar las estructuras permanentes de toda sociedad (las cuales
son la religión, la propiedad, la familia, el lenguaje y el acuerdo entre los poderes
espirituales y los materiales). De aquí que s~ deba distinguir dos aspectos: el
estático (orden) y el dinámico (progreso); y de aquí, también, que el dinamis-
010 colectivo, el movimiento progresivo, pueda efectuarse tan sólo dentro delirnar-
co de las estructuras permanentes, es decir, dentro de un orden social.
En la Estática social estudia las leyes de coexistencias o estructuras funda-
mentales que determinan el orden y la conservación de la colectividad. En la
Dinámica social considera la sucesión que determina el movimiento progresivo.
Estática social. El uco11JenJUJ" ideológico. Concibe la sociedad como un or-
ganismo, producido y mantenido por el C011JenSUJ ideológico, es decir, por la par-
ticipación en unas mismas ideas, o mejor expresado, en unas mismas convicciones,
y por la tendencia a actuar homogéneamente; por tanto, como una especie de
organismo espiritual (claro que sin substantividad), aglutinado por los pensa·
mientas iguales o análogos de sus miembros.
Dinámica social. La ley de las tres etapas. El movimiento dinámico de la
sociedad en la historia se expresa en la llamada ley de los tres estados, .0 etapas,
por las que pasan el pensamiento humano y correlativamente las organizaciones
sociales en estricta congruencia: el teológico, el metafísico y el positivo.
En la primera de estas etapas -o sea en la teológica, llamada. también mito-
lógica- predomina la fantasía; los procesos naturales SOn referidos a la acción
de seres místicos personales, de dioses, demonios, duendes y espíritus. A las meno
clonadas características del pensamiento en el estadio teológico, corresponden de-
terminados tipos de organización social: formas bastante. homogéneas, inicio de
COMTE 45
todas las artes, comienzo de las técnicas domésticas, formación de un clero y de
un culto organizados y predominio de los sacerdotes y de los guerreros. El poder
espiritual pertenece al representante de Dios en la tierra; y el poder material a
los jefes militares, reyes y emperadores, que son también los elegidos por Dios.
En la segunda etapa., o sea en la metaiisica, a la que se llega gra~almente,
la explicación del mundo referida a seres divinos de carácter personal es sustituida
por la referencia a principios abstractos (sustancias, causas, esencias, mónadas, etc.),
construidos por el pensamiento lógico, mediante los cuales se cree poder llegar a
un conocimiento absoluto de la íntima autenticidad de todos los seres. Este estadio
viene a constituir una especie de etapa intermedia entre el anterior teológico, y el
siguiente positivo. Esta etapa metafísica suscita situaciones sociales en las que
ejercen funciones predominantes los filósofos y los jurisconsultos; y en ella se da
la iniciación del régimen industrial y el nacimiento de los grandes Estados. Abarca
la historia de los paises europeos occidentales desde la Reforma religiosa hasta la
Revolución francesa. Ahora bien, la Revolución, perfectamente justificada frente
al estado de cosas anterior, produjo un gran desorden social, imposibilitando toda
jerarquía. El estadio metafísico ha desempeñado el papel de pr~parar el adveni-
miento de la etapa positiva. .
El estado positivo, desde el punto de vista del pensamiento, se caracteriza
porque en él se reconoce la imposibilidad de comprender la esencia absoluta de
la realidad y, por tanto, la ciencia se propone tan sólo aprender las relaciones cons-
tantes entre los fenómenos, mediante la observación y el experimento; es decir, no
busca causas últimas, sino que investiga únicamente las leyes, que expresan la
coexistencia (estática) de los hechos y su sucesión causal. Este estado positivo pro-
ducirá un nuevo tipo de sociedad, en el cual. el poder espiritual estará en manos
de los científicos, y el poder temporal o político en manos de los industriales. En
este estado positivo se establecerá una jerarquía social basada en la dirección de
los componentes. El desenvolvimiento de esa etapa positiva vendrá a superar la
lucha, que se prolongaba todavía en la época de Cornte, entre los revolucionarios
(que estaban en lo cierto al querer eliminar todo lo que estorbaba, pero que -por
ser sólo críticos- carecían de bases para establecer la nueva organización) y los
reaccionarios (quienes comprendían que era necesario organizar y restablecer jerar-
quías, pero erraban en su deseo de resucitar pretéritas estructuras ya caducadas).
El progreso deriva de un instinto que impulsa al hombre a disminuir ince-
san temen te el mal y a desarrollar en plenitud su vida física, moral e intelectual.
Toda la sucesión de los hombres a través de la historia debe ser considerada como
un solo hombre, que subsiste siempre y que aprende continuamente. Esto no im-
plica que el progreso se verifique siempre en dirección rectilínea, sino que, por el
contrario, hallamos oscilaciones.
LA Humanidad. La sabiduría univetVaJ. Para Comte, lo verdaderamente real,
que compendia en sí todas las leyes del universo, que constítuye la más complicada
combinación de ellas y que además las refleja en el conocimiento, es la Humanidad
en su conjunto total a lo largo de la Historia.
Comte habla de una especie de sabiduría universal, que surge con la aparición
de la vida, que se manifiesta en el arte, en la religión·; en el sentido común y en
todas .Ias demás producciones del espíritu, y de la cual la ciencia es una prolonga-
ción abstracta. Todas estas manifestaciones, en su conjunto y en su evolución pro-
,
46 COMTE
,
gresíva, vienen a reflejar y compendiar la trama del universo. Y como todas estas
manifestaciones se dan dentro de n sociedad y por virtud de la existencia colec-
tiva, resulta que la historia de lo social, cuya más íntima estructura es consecuencia
del pensamiento, compendia y abarca eso que puede llamarse sabiduría universal.
Esa' totalidad del espíritu humano en su evolución progresiva es lo que constituye
la sabiduría universal, porque es trasunto de las mismas leyes que rigen al mundo
en su totalidad.
Ahora bien, esa sabiduría universal no constituye en manera alguna un espí-
ritu objetivo, substancializado --corno OCUrre en Hegel-. sino tan s610 el con-
junto de los pensamientos de todos los individuos,. condicionados socialmente, que
van formando la sabiduría de la' humanidad a ·10 largo de la historia, y que vienen
a reflejar la estructura del universo.
El idealismo SOciológico. Como ya se indicó, ]0 decisivo en las formas de la
organización son las ideas que predominan en la mente de los hombres. Es al tipo
de pensamiento preponderante, al que corresponde la forma concreta de la es-
tructura social en un momento dado. Y los cambios históricos en la sociedad se
deben a las modificaciones del pensamiento, del modo de concebir el mundo.
La humanidad progresa, porque la mente humana se desarrolla.
La política poú/ha. Cerote trazó los planes de una política, que él llama positiva, la
cual se propone la conciliación del orden con el progreso. Téngase en cuenta que el móvil
principal del pensamiento de Comte era la reorganización de la sociedad. Para llevar a cabo
esa reorganización emprendió primero la reforma intelectual, con el fin de tomar como base
las leyes y las previsiones de la ciencia y, Fundándose en ésta, intervenir en la realidad
colectiva. La ciencia social, injertada sobre el conjunto de las otras ciencias, debe propor-
donar los supuestos Indispensables para la nueva organización social.
.La Revolución había destruido (justificadamente) el sistema anterior de creencias y
consiguientemente había disuelto las viejas estructuras sociales correlativas a aquéllas; pero
con sus instrumentos puramente críticos no podía suministrar un pensamiento que crease
la unidad social. La Sociología positiva ha de dar la base para la elaboración científica de la
política. Gracias al positivismo será posible que un nuevo poder espiritual, es decir, unas
nuevas convicciones, erijan el sistema de creencias a la altura de las nuevas circunstancias,
y que sobre él se funde la nueva organización.
El progreso y el orden son indivisibles, como, en la Biología, la vida y la organización;
pero en la época de Comte, según éste, se hallaban separados.
La religión positiva. De las consideraciones expuestas concluye Comte la necesidad de
una nueva religión que, fundada sobre el espíritu positivo, logre la restauración del sentí-
miento unificado. que dé base y calor para la acción. La religión es el poder de regular
las voluntades individuales y de enlazarlas. El nuevo pensamiento suministra, para sustituir los
conceptos de las viejas religiones, la idea de la Humanidad, perfectamente positiva, capaz de
ser analizada. y conocida por la Historia, algo así como la Providencia del individuo, que
puede y debe ser venerada en sus grandes hombres y en sus invenciones; e implica el sentido
del a/trllÍImo y de la solidaridad.
Mediante esta nueva religión, en la que Dios es sustituldc por la Humanidad. a la que
Comte llama también "Gran Ser", espera lograr la unificación de las creencias y de las
prácticas. Esta religión funda la Ética, representante del sentimiento de altruismo.
Establece un calendario de santos positivos, los grandes hombres que han prestado señalados
servicios a la Humanidad; instituye un sacerdocio compuesto por los sabios. que sintetizan
y coordinan los resultados de las ciencias, incorporándolas al beneficio social; y estatuye
un repertorio de sacramentos simbólicos.
OTROS PRECEDENTES DE LA SOCIOLOGIA 47
11 STEIN (Lorenz van), Dis Gersel/uha/ls/ehre, Sttutgart, 1856. Sobre Stein: GaÜNF.ELD.
Die Geselluha/lslehre VOIJ Lorenz Stein, 1908.
12 Sobre Proudhon, cfr. DUPllAT (J.), Prosdhon, sociotogue el moraJiste; CUVILLIER,
Prosdbon, trad. de M. L. Díez Canedo, Fondo de Cult. Econ., México, 1939.
I,
48 OTROS PRECEDENTES DE LA SOCIOLOGIA \
el propósito monista de reducir exclusivamente la explicación de los fenómenos sociales. de
los acontecimientos históricos y de las obras de cultura al factor económico, y por el contrario
se ha ido abriendo paso una interpretación pluralista y de correlaciones funcionales entre
los diversos elementos que componen la vida humana .. Sin embargo, esa doctrina de Marx ha
dejado un residuo positivo. y ha ejercido una influencia. Polémica. Ha dejado un residuo
positivo, porque aunque quede rechazado el monismo economiciste, es necesario reconocer
el importantlslmo papel que los factores económicos desempeñan en la configuración colectiva
y en la dinámica de las sociedades. Ha ejercido además un influjo por vía polémica porque
la .PJe$.~cja de la tesis marxista ha suscitado fecundas controversias. Más adelante. al
tratar, en este mismo libro: los problemas fundamentales de la Sociología. de la cultura y de
la. historia estudiaré con algún detenimiento este rema.w
También la teoría de la lucha de clases, según la cual la historia aparece como el des.
envolvimiento dialéctico de una constante contienda entre el estrato social oprimido y el domi-
nante, ha obrado como estímulo de muchas discusiones al curso de las cuales se han desarro-
liado fecundos análisis socioléglcos.
Por fin. tuvo importancia para la Sociología la teoría marxista de la ideología, que
consiste en explicar que los idearios (sobre todo los sociales. y políticos) de la clase domi-:
nante son expresión (aunque muchas veces inconsciente) de los intereses suscitados por las
relaciones económico-sociales. Esta tesis, después de haber perdido en otros autores la dimen.
sión unilateral y sectaria que tuvo originariamente, ha suscitado en nuestros días fructíferos
desarrollos de la Sociología de la cultura, que ponen de manifiesto de qué manera se halla
condicionado el pensamiento por la situación" social y por los factores colectivos.
Organicismo spenceriano
Spencer ofrece una interpretación organicista de la sociedad; es decir, la compara a un
organismo animal; pero lo que a este respecto dice tiene tan sólo un alcance metafórico.
pues comprende perfectamente que, en verdad, la índole de las sociedades aunque presente
alguna semejanza con la estructura y las funciones de los organismos biológicos, es esencial-.
mente diversa de la de éstos; y que propiamente las sociedades no constituyen auténticos
organismos, análogos a los animales. sino otra cosa, la cual, si bien tiene algunas de las
características de los organismos, tiene también notorias diferencias con ellos; por 10 que
aplica a las sociedades la denominación de .tupraorganiImos.
r.-~TIPLES
».
ASPECTOS DE LA EXPERIENCIA DE LO SOCIAL ~
~
La exfstenda-de-esóstan variadosjjrupos o círm!.os sociales entraña a la vez
.dos~Oiiieiios: tén6menos dehomogel1eldad o afm/¡¡¡¡¡ entre I'O'S--rilrem-
- .bros _de __ c~.~a. g!".2p0:--é?rej~p.1,2.. _~aracterísticas na9.E.!!aIeS1o-~~; ~ Y.r~~o~e!",os
A~ diferenciaci6nv.verslgra~iaJ lasAijfe.rencias_.que: se.dan entre.las..yar!,~s, profesiones,
----..
entre las distintas.
- - -- .._
clases sociales,
.... "'-.- .'" etc,
-
lEÍ ",mJr~os ~ada nuestro propio interior nos encontramos con .H~e est.~.f.!l0S
#!!!/P!.~~O!,..P!l!-i!!fJ'!!.ns,ia.!..."'~iaJ~En~efectól-la 4mayor parte de nuestras ideas
no nos lian salido del fondo de nuestra interioridad original y espontáneamente,
sino que las hemos aprendido de ~ o se nos han ocurrido debido en parte
a sugestiones recibidas de otros seres humanos.
Lo mismo puede decirse de muchos de los modos de conducta que practicamos.
Muchas de las man-eras de nuestros comportamientos las hemos aprendido de otras
personas.
jI
I ....,
"'J¡i.
Algo similar sucede con las metas que algunas veces nos proponemos alcanzar
con nuestra acción. Hemos concebido tales propósitos 'bajo la influencia que sobre
nosotros ha ejercido el ver lo que hacen otros individuos; o incluso bajo la presión
que sobre nosotros han ejercido otras personas o grupos.
La observación nos muestra que muchas de las conductas humanas por su misma
esencia. y claro que también de hecho, se dirigen a otro- sujeto, por ejemplo: pregun~
tar, comunicar, rogar, mandar, pedir, amar, odiar, regañar. etc.
Muchas otras conductas que no se dirigen intencionalmente a otro, sino que te-
vierten sobre el mismo sujeto agente, por ejemplo, vestirse de determinada manera.
o que versan sobre objetos. verbigracia, la fabricación de un instrumento. son afec-
tadas por el hecho de que el sujeto agente toma en consideración la existencia de otras
personas humanas. Así, se viste de un cierto modo, porque van a verlo determinadas
personas sobre las cuales desea producir una especial impresión¡ '·0 fabrica un instru-
mento esperando que obtenga la' aprobación o la admiración de otras ·gentes.
tOtr~s veces, la mayor parte de las veces, muchas conductas independientemente
de ~al sea su objeto -lo mismo si se dirigen a otras personas, que si versan sobre
cosas- están influidas por el círculo social dentro del cual se desarrollan, por los tlSOS
o costumbres que prevalecen .dentro de tal. círculo)En ocasiones, el sujeto que pone
en práctica esas conductas tiene conciencia de cómo las mismas experimentan la in-
fluencia de los modos propios del grupo; pero en otras ocasiones aunque. dicha
influencia existe efectivamente, la persona actuante no tiene clara conciencia de ella.
(El modo de actuar de los demás influye sobre nuestro propio obrar, así como
nudtra acción ejerce una influencia sobre otros seres humanos, por ejemplo, sobre
los miembros del mismo grupo o círculo social. Vivimos en una red de múltiples
planos de reciprocas ¡nf/'/Icncías con otras personas, o sea de interacciones'
Otras experiencias sociales consisten en el hecho de que obedecemos a varias
autoridades -padres, maestros, funcionarios públicos-e-, así como en el hecho de que
sentimos la presión de múltiples y variadas normas, por ejemplo, reglas de Derecho,
costumbres y los usos de los diversos 'círculos sociales en que participamos. Así, la
acción de otros hombres, bien en forma de mandatos personales, o en la forma de
normas establecidas -Derecho, costumbres, ctc.-, la experimentamos como un con-
junto de frenos y de limíteciones para nuestra conducta.
Pero en otros aspectos, la existencia y la acción de otras gentes nas ofrece un
sinnúmero de facilidades para poder llevar a cabo muchas acciones y para realizar
muchos propósitos, que no podríamos poner en práctica si no contásemos con la ayuda.
que recibimos de los demás. Esta ayuda consiste en la transmisión de ideas, de cono-
cimientos, de técnicas; consiste también en el auxilio y cooperación que hallamos en I
muchos hechos de organización social, y en múltiples. instituciones, que nos asisten
para la satisfacción de un sinnúmero de necesidades, y para el cumplimiento de un
sinnúmero de propósitos.
Todos esos aspectos de nuestra existencia, que he mencionado en los párrafos' an-
teriores, y otros varios, constituyen experiencias o testimonios de lo social corno 'ín-
grediente, ~omo factor, como condición y como marco o contorno de nuestra vida.
Tales aspectos muestran cómo lo social está presente en todos los aspectos de nuestra
vida. Según cuales sean esos aspectos, el papel desempeñado por lo social es diferen-
te, en cuanto a la función que cumpla, en cuanto al alcance que- tenga, en cuanto al
vigor que desarrolle, en cuanto al tipo de influencia que ejerza¡ pero en todo caso.
VISTA PANORAMICA DE EXPERIENCIAS SOCIALES 53
\
en alguna medida mayor o menor, con volumen más grande o más pequeño. con in-
fluencia más o menos fuerte. se halla siempre presente.
Vamos ahora a examinar un poco de cerca algunos de los aspectos de esas
múltiples y variadas experiencias de lo social. En ese estudio un poco más detenido,
que ofrezco a continuación, aún no se procede a un análisis minucioso y concienzudo
de cada uno de esos aspectos. Tal análisis sobre cada uno de esos aspectos se ofre-
cerá en ulteriores capítulos de este libro.
tal estudio es no sólo conveniente. sino que es necesario, y de que arrojará no poca
luz sobre muchos temas de la Sociología. Lo que es pertinente es empezar el estudio
sociológico con el tema de la "sociabilidad", pues éste dista mucho de ser el primer
tema. y dista también enormemente de poder interpretar y explicar lo que es realmente
básico y primario en el hecho de la .sociedad humana. No se debe empezar por la mi-
tad. Por de pronto, el dato verdaderamente primero, la auténtica base radical es el
hecho de la convivencia, en suma, el hecho de que el hombre convive con sus seme-
jantes siempre y necesariamente, en armonía O en oposición con ellos.
Hasta aquí se ha hablado de convivir con los demás, con el prój imo. Ahora bien,
estas expresiones tienen un carácter abstracto, que es preciso rectificar convirtiéndolo
en concreto. para que la descripción del hecho de la convivencia sea conecta. El hom- -
bre se halla conviviendo COn otros hombres, en número mayor o menor en cuanto a la
presencia inmediata de ellos, en determinados círculos de vida o grupos sociales.
-
entre los fieles de la misma Iglesia; y entre los militares de las varias naciones, etc.
APRENDlD~~
C 5·-CONOCIMIENTOS y MODOS DE CONDUCTA
DE LOS DEMAS '"
Si analizamos y catalogamos los conocimientos que tenemos acumulados y los mo-
dos de conducta que practicamos, veremos que una mayoría tanto de los unos como de
...J
los otros no los hemos logrado por puro esfuerzo de nuestra mente, sino que, por el
contrario, los hemos aprendido de otro! humanos, directa o indirectamente,)
(En efecto, desde la infancia, pero no solamente durante ella sino a lo largo de
nuestra vida,}copiamos conductas de nuestros semejantes. A veces imitamos el com-
portamiento de otros individuos, de nuestros padres, hermanos, amigos o conocidos.
Otras veces adoptamos como pauta de acción lo que hace la generalidad de los demás,
los otros miembros del mismo grupo.
0:mitamos o reproducimos no solamente modos de acción práctica, sino también y
en ghn volumen, conocimientos, ideas, creencias, opiniones, etc'JEn ocasiones, la imi-
tación se lleva a cabo por observación directa de la conducta del prójimo vivo que te-
nemos ante nosotros. Pero en muchas ocasiones nos inspiramos en lo que pensaron
y en lo que hicieron gentes que ya no existen pero cuya huella o recuerdo ha per-
LO I1PRENDIDO DE LOS DEMI1S 57
(
7.- eOND UCTAS INDIVIDUALES INFLUIDAS POR TOMAR
CONSIDERAOON A OTRA PERSONA
E~
~)
(I4:ay un sinnúmero de conductas del individuo que éste configura de determinada
manera, por virtud del hecho de que en ellas toma en menta a otra pe"JonaJ
¡
58 ACCIONES TRANSITIVAS
manera, que refluye como acción sobre aquella persona; ésta a su vez reacciona de
cierta manera con otra conducta, que opera de nuevo sobre mí, y así sucesivamente.
Cabe poner como ejemplo un caso bien sencillo: la presencia de una muchacha her-
mosa, de talante simpático, obra sobre José llevándole a dirigirle una mirada son-
riente; este acto de José producirá sobre ella un determinado efecto, agradable -en
cuyo caso responderá positivamente, verbigracia con una mirada de satisfacci6n- o
desagradable -en cuyo caso volverá la espalda o lanzará una mirada de enojo o de
desprecio--; Jo uno u 10 otro, a su vez, actuará sobre José, es decir, influirá sobre
lo que José vaya a hacer a continuación; y así sucesivamente.
La existencia de esas acciones recíprocas implica que sus sujetos se hallan en
una relación social, implica que en algún modo constituyen una relación social. Las
relaciones sociales pueden ser de una variadísima y muy extensa multiplicidad, según
el número de personas envueltas en ellas, según el grado de intimidad, según la
duración, según la materia sobre la que versan; "desde la unión efímera para dar
un paseo, hasta la familia; desde las relaciones 'a plazo', hasta la pertenencia ,a un
Estado; desde la convivencia fortuita en un hotel, hasta la unión estrecha que s~g
nificaban los gremios medioevales"."
.... Cada persona es un centro y una fuente de efectos psicológicos en la vida de
otras personas; puede producir interés y proporcionar conocimiento; puede ejercer
efectos estimulantes, desalentadores o paralizantes; puede suscitar una relación posi-
tiva de cooperación, o negativa de repulsa o de oposición. Las emociones, los pen-
samientos y el obrar de una persona actúan como fuerzas que ponen en movimiento
las actividades psíquicas de otras personas. Todas las relaciones sociales, de cualquier
clase que sean, de solidaridad, de colaboración, de sospecha, recelo, o aversión, así
como también todos los hechos de acción conjunta, son productos de interacciones:'
Incluso las ulteriores relaciones entre grupos, o entre individuos y grupos, des-
cansan sobre los fenómenos primarios de acción recíproca entre individuo e individuo.
La realidad de los grupos sociales consiste en fin de cuentas en una red de in-
teraciones entre los individuos que integran tales grupos. Entre éstos, incluso .los
en apariencia más compactos, más fuertes, más duraderos, más grandes, como por
ejemplo, el Estado, se componen según muestra un último análisis de una tupida y
complicada red de influencias recíprocas entre las gentes de que están formados. Esas
acciones recíprocas entre sus miembros han formado combinaciones relativamente
estables por virtud del hábito y de la inercia, así como por virtud de la fuerza que
tiene una estructura organizada, combinaciones que actúan con un formidable vigor.
Pero, en última instancia, no son otra' cosa que complejos de interacciones: la in-
fluencia que los que mandan ejercen sobre los que obedecen, y la acción que éstos
ejercen sobre aquéllos; las múltiples interacciones entre los que obedecen; los hábitos
creados en unas y en otros por esas acciones recíprocas, de.
"Adv~~~i'_que...la_int"-ra5fión_ <k....que_5e-habI;¡..J'!l~Q<;¡Q),QgLa_01_~cialmente.
diferente de lajnt~mcción en ~ Qmp--o_~de.lo..s.f.enóm~v.Q§. biológicos. .s~-!r!-t~de 'una
_.iríteracción human~y.JlQ..-q.uímica,_,niJis.k_a,hni.híclógica: ss ~ decir,..se trata de un:a
iiJ:tef.a€eió-n-psíqüica._~sta.!?o~s.s~_ ~~lIu~n~ia r~íF!09-.uno~_~on ~ otros, _D9: como l o
es~é",--un infusorio con otroinfu.?o!i~poLvirtud de las,altera~,i'ones 9-uímicas q~ce_p~
3' Cfr. SIMMEL (J.), Sociología, trad. de ). Pérez Bances, Madrid, Rev. de Occidente,
1926, fascículo J, cap. 1. ¡
4, Cfr. AsCH (Saloman E.), Social Psycbology, Prentíce-Hall, Nueva York, 1952, parte 111.
60 TODA SOCIBDAD BS INTBMCCION
(
'duzcan en el medio en que floten, sino por vía de las emociones y pensamientos de
otras personas. La interacción humana es interacción psíquica: emociones que tropie-
zan COn emociones del mismo signo o de signo contrario en otros, deseos que se
unen o que caen en conflicto con otros deseos, pensamientos de un sujeto que hablan
a pensamientos de otras personas, 'Y viceversa, acciones que son reforzadas por otras
acciones semejantes suscitadas en otros sujetos: A menudo no hay retardo entre la
acción de· una persona y su efecto sobre otra persona. Incluso a veces podemos anti-
cipar el pensamiento y los sentimientos de otras personas que COnocemos. De esta
suerte, acontece COn frecuencia que de hecho estamos conectados simultáneamente
con otros procesos psíquicos de otras personas."
9.-NORMAS y MANDATOS
./ Otra experiencia de lo social consiste en el hecho de que sentimos la existencia
~_p-e:rsonas ,-ºmo_limíEiCi~QmenIs:p;rraderemri[f~dos cóOOportanll~os.
:C~portamien~s_q~p~~ prohibidos. y como presión para obrar de deterrnináda
manera --conductas ordenadas o 'ñrnl1'UaOas. O, dicho con otras palabras. nos e(iCQñ':"=
tra1ños con, normas, deter1l';1iñiaar por otras gentes, y con autorídades estatuidas por
cS~9p.as •. <!ut_q~d~queñOs~airiBen mandato~.J En suma, nos enconErartlOs-con
que una gran parte de nuestra conducta está contro/aJa socialmente. 6
Nos encontramos con costumbres, convencionalismos, estatutos, reglamentos, le-
yes jurídicas. etc, que tienen una pretensión normativa, es decir, que no' son sola-
mente hábitos de hecho o menos usos, sino que prescriben deberes. Cada grupo,
p. e., la familia, la clase social, el círculo profesional, la comunidad de fe religiosa,
la clase social, la agrupación. de juego, la nación, el Estado, etc., tiene sus propias
normas.
En el hecho de la existencia de esas reglas puede haber fenómenos de hábito,
de repetición por inercia o por ~ecanización de una misma conducta. Pero aparte de
esa base de hábito, que se dé en algunas de esas reglas, tales reglas tienen una
pretensión normativa: no son leyes causales de la naturaleza, sino que son preceptos:
Ro-expresan un modo forzoso de los hechos, sino que prescriben deberes. Las normas
no son la enunciación de lo que ha sucedido, sucede, o sucederá forzosamente, sino
de lo que debe ser cumplido por el hombre, aunque sea posible que alguien no lo
cumpla de hecho. Precisamente porque en el mundo real cabe que no se cumpla lo
.que la norma estatuye, por eso la norma tiene sentido como tal. norma. Si lo que
la norma exprese se realizara siempre y necesariamente, entonces la norma perdería
su carácter de "deber ser", dejaría de "prescribir", dejaría de constituir tal norma,
y se convertiría en una ley fenoménica, esto es, en la enunciación de una COnca-
tenación causal constante de hechos. Una norma que rezase "debe suceder lo que
efectivamente sucede" O "debes comportarte del mismo modo como realmente te
5Cfr. ob, cit. en la nota precedente.
No. t:ng~ en absoluto ningún .escrúpulo en usar palabras "controlar" y "control", pues,
11
aunque ongmarramente de procedencia francesa, adquirieron plena carta de naturaleza en cas-
tell~.n0 d~,e hace ~;ios siglos, -así, p. e., en el Derecho español de Indias figura la "insti-
tuClO~ del ccntralcr - ; a pesar de lo cual todavía hay algunos puristas que siguen haciendo
aspavientos ante esos vocablos.
NORMAS Y MANDATOS 61
comportas" no seda una norma, carecería de sentido normativo. Se prescribe o se
preceptúa aquello que pudiendo no hacerse debe sin embargo ser cumplido.'
~. Cierto que muchas normas sociales tienen sus raíces en _la condición misma del
hombre, en las necesidades humanas, en la estructura real de la colectividad, en la
repetición' efectiva de muchas conductas durante largo tiempo, en ciertas tendencias
psicológicas. A pesar de ello, las normas no son expresión de hechos, sino que son
preceptos; pueden ser puestas, o quitadas, o reformadas; y no entrañan una necesidad
causal, esto es, una relación forzosa de causa a efecto.
Las normas no operan directamente-como causas inexorables sobre los hechos
del comportamiento, sino que se dirigen al pensamiento y a los sentimientos de las
personas a quienes gobiernan y llevan consigo un sentido de obligación.
~ Sin embargo, las normas sociales e' er e e sus sujetos una cierta esión,
q~Euede revestir los más vanos grados ,de intensida y tversas ormas. Pue e ser
....la leve presión que consista en el temor a la crítica, que la violación de la norma
suscite en otras personas del mismo grupo; o puede ser más fuerte, como el miedo a
ser expulsado de ese grupo; o puede revestir el máximo grado de presión, la impo-
sición inexorable, o imposición de un cumplimiento forzado como sucede con las
normas jurídicas. Las sanciones por ineumplimiento o violación de normas sociales
_p~eden ser vagas :::s~n ndICúlo, suscitar burlas. o críticas-~..:.cLpue~en]er
~ ~oncretas =como por eJemplo:-nevar a cab--oU"na prestación compensatoria, o
quedar aisl.¡Jo·del-grupo;-o-ser-óojclo-de una-¡>ena:8¡
.,. ... ~~ veces liSnoifiias-óO~ COflsfitüYen ~'Úii--órganoespecializado para velar por su
cumplimiento, para especificar su interpretación ·en cada caso ruando fuese necesario,
1 para imponer las sanciones por su incumplimiento. Esto es 10 que pasa con la rna-
yor parte de las costumbres que rigen' en muchos grupos sociales. Pero otras veces,
las normas sociales, además de los preceptos generales por ellas establecidos, insti-
tuyen autoridades para velar por su cumplimiento, para especificar mandatos indivi-
dualizados, y para imponer sanciones, por ejemplo, la autoridad paterna o materna
en la familia, el jefe de un grupo de juego, el obispo, la junta directiva de una
asociación voluntaria, el gobierno y los funcionarios del Estado.
Normas y autoridades, de muy varias clases, constituyen, pues, experiencias de
regulación y control social de la conducta,. esto es, experiencias de presiones sobre
nuestras actitudes y obrares, presiones que tienden a lograr que nuestro comporta-o
miento se acomode a determinados tipos. adoptados por el grupo; por 10 tanto, ex-
periencias de frenos y estímulos para nuestro. comportamiento. . )
COOPERACION y ORGANIZACION
I
62
multiplicado los contactos y los vínculos de los individuos y grupos de cada pueblo
con las gentes de otros pueblos. Esto ocurre en terreno científico, en el campo de la
interdependencia económica, en los recíprocos influjos políticos, en los movimientos
sociales, en la universalización de la técnica, en la intercomunicación (transporte, y
medios de información y difusión), en el crecimiento del comercio internacional y
en tantos y tantos otros aspectos. La contemplación de estas experiencias pone de
manifiesto que de hecho existe una real interdependencia entre los seres humanos,
una real sociedad humana universal, no sólo en potencia sino en acto.
•
!
!
,I
CAPiTULO V
(l.-PROBLEMAS METODOLOGICOS
Se trata de poner en claro qué es lo que el sociólogo trata de conocer, en qué
actitud mental debe aproximarse a ese su objeto de estudio para aprehenderlo correc-
tamente. cuáles san los conceptos básicos que debe manejar para capturar mental-
mente ese objeto, cuáles SOn los' supuestos intelectuales de los que arranca y sobre
les que se apoya para su investigación, y de qué procedimientos auxiliares debe hacer
uso. El esclarecimiento de estas cuestiones nos dirá cuáles SOn los hechos que de-
bemos estudiar. de qué manera debemos mirar esos hechos, y qué es lo que debemos
averiguar respecto de esos hechos.
Cuando no se aclaran previamente esos ternas metodológicos, se corre el riesgo
de que si no toda por lo menos una gran pa<te de la labor resulte estéril. Por ejemplo,
si tratamos de conocer un determinado tipo de hechos sociales, v, g.: la colectivi-
zación de un cierto modo de conducta, y nos atenemos exclusivamente a datos esta-
dísticos. sin investigar los motivos reales que han impulsado a los miembros de un
grupo a aceptar aquella manera de comportamiento, y sin estudiar el sentido que dicho
comportamiento tenga para el grupo y para sus componentes, nos habremos quedado
a mucho menos de la mitad del camino: tendremos unas cifras estadísticas, pero to-
talmente mudas para la interpretación y explicación de aquella conduta social. En
64
PR.OBLEMAS METODOLOGICOS
efecto, personas que hacen lo mismo pueden hacerlo por motivos diferentes y con-
trarios, con fines diversos. y en un alcance también divergente.
Cuando se trata esos temas metodológicos con autenticidad, y con propósito de
andar bien equipado para la investigación, se comprende que no son cuestiones tan
ásperas como hubieran podido antojársenos a primera vista, y que no son tampoco
cuestiones bizantinas. Son temas incitantes y estimulantes, cuyo planteamiento es
inexcusable, y que tienen un alcance decisivo para el éxito de la tarea sociológica.
Conviene dedicarles sólo el tiempo imprescindible, sin detenerse en ellos .mor-
bosamente más allá de lo indispensable, para no retardar la aplicación de ese instru-
mental metódico al conocimiento de los hechos que queremos entender y explicar.
-
,
¡
Frente a los objetos de las ciencias de la naturaleza, Física, Biología, etc., éstas
tratan de averiguar las reaciones constantes entre los fenómenos, sus causas y efectos.
En cambio, las ciencias de la conducta humana viva, como yor ejemplo, la Psi-
cología, y también las ciencias de los productos humanos u obras hechas yor los
homhres, aunque traten también de esclarecer las edllsas de eSOI becbos, consideran
que esto no es posible sin además entender el sentido humano de tales hechos. El
sentido humano de la conducta y de las obras se manifiesta a veces en el hecho de
que lo que el hombre hace tiene una motivación y una finalidad.
La naturaleza no conoce motivaciones ni finalidades; pero la conducta. del hom-
bre y sus obras se explican s610 en la medida en que entendamos su sentido, o sus
motivaciones y finalidades.
Ahora bien, aunque toda. concepción antinaturalista de la Sociología se basa sobre el
reconocimiento del supuesto a que acabo de referirme, no hay una sola escuela entinaturalista,
sino varias. Todas las escuelas antinaturalistes coinciden en sentar que no es posible constituir
y desenvolver la Sociología como una ciencia de la Naturaleza, y que, por el contrario. debe
estudiar los "sentidos" o "signiiicaciones" de los hechos sociales. Pero hay discrepancias
entre varias escuelas respecto de cómo se debe desenvolver la ciencia sociológica: mientras
que algunas tienden a aproximarla a una especie de Filosofía de la Historia (p. e., las hege-
lianas), otras tienden a asimilarla a las ciencias de la cultura (p. e., en cierto modo Dilthey),
y, por fin, otras insisten en que aun cuando la Sociología debe estudiar los sentidos, esos
sentidos son siempre de hechos humanos vivos, y que, 'Por lo tanto, la Sociología debe ser
considerada como una ciencia de becbos humanos dotados de sentido.
los mismos,métodos de la Física, la Mecánica, la Biología, etc. Así, por ejemplo, las
doctrinas fisicistas, rnecanicistas, energetistas, biologistas, organicistas, racialistas, etc.
E incluso contemporáneamente pervive el programa naturalista en la obra de algunos
sociólogos, de los conductistas [behaoiorlsts], como Neurath, Lundberg y Dodd,
a VORONOr-, Fundamentos de la Sociología -en ruso-e, 1909. Sobre este autor cfr. SORO-
KJN (P. A.), Contemporary Social Tbeories, Nueva York. 1928, cap. I. •
8 H .... RET (Spiro C.), A1éc4l1ique social, París y Bucarest. 1910 .
.. BARCEJ.Ó (A.), Essais de mécanique sociale, Paris, 1925.
) e SOLV.W (E.), Qoestions d'énergétique sorirde, Bruselas, 1910.
tl OST\'07ALD (W.), Energetiscbe Crundlagcu der Kulmrioissenscbaítc», Leipzig. 1909.
. r T.05 principales sociólogos orgcnlcistns son: J.ILIENFEI.D: Gedonqen iibt'f dil!. So:iJftúrst'''J-
chall der ZukuJJft, 5 vcls. 1873-1881: Znr VCl'teidi~~u1Jg der or¡;twischen MelhoJe in der Sozio-
logiv, 1896; en francés, LJ. IlalhoJo/!,ie sociale, IS96; NOViCOV: Couscienco el t'oJoJllé sod.des,
18.9~; Le tbéorie organiqlle des societés, deieme de l'org.ansrismo, 1899; La crifiqlli.' du J..'tr.
U'fIIISlIJe social, 1910; el profesor sueco KJELI.EN. Des Slrr.rl als Lebemtorm. 1<)17: OSC.... R
ESCUELAS NATURALlSTAS
(Hcrtwig}, Der Sldat els Organismus, 1922; J. C. BLUNTSCHALL, Lebre 110m modemen Stsat,
187:>; Al/~emeil1e' Statislebre: Gesammeite Kleine Srbrijtes, 1879; SéHAEFFLE, Bau und Lehel~
de! sozialen Korpors, 1875-76; y Abriss dar Soziologie, 1906: HAECKEL, Generelle Morph%gie
der Orgenismen, 1856; Natiir/iche Schiipfung!geschichte, 1868; Monismus und Naturgesetz,
1906; ESPINAS, Des societés anima/es, 1877; v de EI"e O" ne pas etre os du postulat de /a Socio-
logie, en Rev. Philos., 1901; PrOGET, La vie socia/e, /a mora/e el le progrés, 1894; G. DE GREEF,
lntroducticn a la Sodologie, 1886-89; Le transtormisme social, 1895; La streaure généra/e des
sociétés, 1908; ROBERTO ARDIGO, Sociología, en Opere, 1897; SALILLAS, La teori« básica bio-
analógica, Madrid, 1901.
, ,8 ~fr. GAnoN (Francis}, Heredil(.iry Genios, 1869; Eng/ish Mcn of Science, 1874; In.
qutrses mto Human FacullY and lts Deoelopment, 1883; Natural lnberita nce, 1889; Notewortby
Families, 1906, esta última obra en colaboración con E. SCHUSTER PEARSON (Karl), Malhema.
ticol Coutributions to tbe Abeory 01 Eooíution (publicadas en "Proceedings of the Royal
Society" y en "Biometrika"}; The Scope and tmportame 01 tbe Stare of tbe Sciencos 01 National
Eegenics, 2' ed. 1909.
D Véase e'1. cap. XV <le este libro.
10 Son autores geografistas: BUCKLE (H. T.), History 01 Ci11i1ization Eng/and, Londres,
185,7-1861;.DEMOLlNS (Edmond), Les grandes roetes de penples, París, 1901; La Classiíicatíon
Jo,,!'a1e, ~atl.s, 1905; RATZEL {Friedrich}, Poíitiscbe Geographie, Leipzig, 1897; Antbropogeogm-
phie, Leipaig 2' ed., 1899; VALLAUX (Camille} , Géographie socia/e, París, 1908; REPARAZ
(Gonzalo de), Geografía y Potitico, Madrid, 1929; MACKINDER (Sir Halford John) The Ceo-
g1aphica/ Piuot 01 History, Londres, 1904; HAUSHOFER (Karl), Geopo/ilik des 'Pazi/ischc17
Oz~a,!s, 1924; C!renzen in ibrer geogeapbiscbne »nd politischen Bedentung, Berlín. 1927; Ceo-
pO/¡lIk der P:lI1ideeI1¡ 1,931;. ~1JNTINGT,ON (E). Cirilization aud Climate, New Haven, 1915;
CELERIER (Píerre) , Géopolitíqtee el Géostmtegie, Prcsses Univ. de France, Paris, 1955.
• "C:.
o O~Q~'vI"
ESCUELAS NATURALISTAS
1e-I,¡'i',1'''
L...
69
clavía en mantillas, porque la Sociología es una ciencia joven, que está empezando
• pisar terreno firme en la medida en que se desenvuelve según esos principios cien-
tíficos (que propugna Lundberg).
En los días de la Física precientlfica los cuerpos eran descritos como calientes
o fríos. Sólo cuando se dispuso de termómetros se pudo medir la temperatura. Lo
que ocurrió largo tiempo ha en la Física está ahora empezando a suceder en la So-
ciología, gracias a la sustitución de las descripciones cualitativas por las mediciones
exactas. Sostiene Lundberg que se debe descartar la visión interna, los intentos de
interpretación, y proceder a la observación objetiva de los hechos sociales al igual
<¡ue se hace con los fenómenos meteorológicos. Para hacer esto necesitaremos con-
ceptos e instrumentos que agudicen nuestra observación, que nos permitan verificarla,
y expresarla en fórmulas adecuadas. Pero tales instrumentos no existen ya hechos
y preparados gratuitamente en ningún campo. Tuvieron que ser inventados en cada
uno de los campos científicos. Así, por ejemplo, tuvo que ser inventado el concepto
de caloría y el calorímetro. Así, en el campo de las ciencias sociales, se ha tenido
que inventar el concepto de "unidades de ingresos económicos" o de niveles de vida,
y escalas para medir esos fenómenos.
Lundberg rechaza que los motívos, las valoraciones y las actitudes requieran un
método de estudio diferente del empleado por las ciencias naturales. Todo el mundo
reconoce que no hay que preguntar por los motivos de los huracanes, ni de las bac-
'terias; pero, en cambio, muchos siguen preocupándose por los motivos de la con-
ducta humana y de los hechos sociales. Ese estudio de los motivos no es científico,
arguye Lundberg: depende, de las preferencias subjetivas de quien se plantea la pre-
guata, El mismo acontecimiento puede ser atribuído a motivos económicos, al com-
plejo de Edipo, o a la conjunción de los planetas, según que quien se plantee la
cuestión sea. un economista, un psicoanalista freudiano, o un astrólogo. Para un cien-
tífico, los motivos de una piedra que cae cuesta abajo, o de un muchacho que mata
a su padre, son simplemente el conjunto total de circunstancias que intervienen en
un hecho, las cuales pueden ser objeto de cabal estudio cientifico en ambos casos.
Cuando la interacción de todos los factores o componentes de una situación ha sido
descrita, entonces los "propósitos" y los "motivos" quedan también descritos.
Lundberg sostiene que, gracias a ese método conduotÍsta, la Sociología va en-
trando en su etapa verdaderamente científica. Hay investigadores que están acumu-
lando pacientemente datos sobre la conducta humana, en tal forma, que, cuando esta
labor madure, será posible un tipo de generalización que antes no se había conocido.
Otros investigadores están dedicados a la tarea no espectacular, pero fundamental,
de clasificar las multitudes de grupos humanos y de formas de conducta, .como un
primer paso hacia la formulación de generalizaciones. Otros están iniciando la cons-
trucción de tablas para la medición cuantitativa, gracias a la cual se puede predecir
DO s610 las tendencias en cuanto nacimientos, muertes, matrimonios y divorcios, sino
también los probables grados relativos de felicidad en el matrimonio, el probable
éxito o fracaso de la libertad condicional para reos que cumplieron parte de su pena,
la futura distribución de la riqueza en determinado lugar, la división del trabajo,
la movilidad social, y otros muchos hechos sociales. Además, en los últimos años,
BL CONDUCTISMO 71
Ahora bien, no todo obrar humano es obrar social. Este, el obrar social¡ es
una especie de aquel género. Por obrar social se entiende, según Weber, "aquél en
en cual el sentido mentado por su sujeto agente se refiere a la conducta de otra
u otras personas, orientando hacia ésta o éstas su desarrollo efectivo". Es decir,
el sujeto agente del obrar social da a éste un sentido, consistente en tomar en
consideración la conducta (real o posible, la que ha visto o la que desearía ver)
de otra persona (presente -a la que saluda dándole la mano' o a la que insulta de
palabra- o ausente -a la que escribe una carta); }' orienta de hecho su pr?pio
obrar hacia esa otra persona. Al saludar a otra persona o insultarla, o escribirle
una carta, practicamos unas conductas que están referidas a ese prójimo, es decir,
practicamos unos comportamientos cuya intcncionalidad se encamina a otro ser
humano, unas conductas que se ocupan de otra persona. Pero hay algo más, a
saber: que tales conductas no solamente se refieren a otro sujeto, se ocupan de
otro sujeto, sino que en su desarrollo o efecto se orientan O dirigen hacia ese otro.
Weber trata de precisar con todo rigor el concepto de sentido' que aquí viene
en cuestión, así como el método para la interpretación de ese sentido. A la Socio-
logía no le interesa el sentido de las ideas puras, por ejemplo, la validez a priori
de una conexión matemática. Tampoco viene en cuestión el sentido cristalizado ob-
jetivamente en una obra cultural, por ejemplo, en un tratado científico, o en un
poema, O en un artefacto tecnológico, etc. Lo que le importa a la Sociología es
el sentido .rubjetivo que efectivamente anima a la conducta, y que ha sido realmente
pensado por el agente de ésta.
Correlativamente a las dos acepciones del sentido (objetivo, de ideas puras u
obras culturales; y subjetivo, de conductas, como intencionalidad efectivamente vi-
vida en la conciencia del sujeto) hay dos métodos de interpretación: a] racional
(lógica), que es la interpretación empleada por las ciencias de ideas, así, vcrbi-
gracia, por la matemática; y b) por reoiviscencia (eil1fii.h/end Necberlebnis}, que
consiste en reconstruir, en revivir en nuestra conciencia lo que ha ocurrido en la
conciencia. del prójimo, valiéndonos de una especie de imaginación que reproduce
en nuestra conciencia lo que sucedió en la conciencia de otra persona. Este se-
23 WEBER (Max), Economía y Sociedad, tomo 1, trad. de J. Medica Echavarrta, Fondo
<le Cult. Econ., México, 1944, cap. 1. Sobre Weber, véase: RECASÉNS SlCHES (Luis), Exposi-
ción y crítica de la teoría del obrar social y de su comprensión, en Rev. Mex. de Soc., VIII, 1,
1946, pp. 59·78; también Lecciones de Sociología, Ed. Porrúa, México, 1948, pp. 213-231. Para
puntos de vista críticos, véase LINS (Mario), A transjormocao d, Logica conccituul da Sociología,
Río de ]aneiro, 1947.
EL SENTIDO Y SU INTERPRETACJON 77
gundo método es el que debe usar la Sociología, pues entender el obrar social
quiere decir comprender el sentido pensado subjetivamente por sus agentes.
La posibilidad de esta segunda interpretación, es decir, de la interpretación
¿,el sentido subjetivo depende de la capacidad de revivir, de repensar, de volver a
sentir lo que ocurrió en la conciencia del sujeto agente cuyo obrar deseamos en-
í tender. Será relativamente fácil si se trata de comprender, esto es, de revivir en
¡
nuestro ánimo, el obrar de sujetos próximos a nuestro mundo, esto es, de cultura
igual o similar a la nuestra en el presente. Pero. en cambio, será difícil cuando
estudiemos hechos remotos a nuestra cultura, O lejanos en el tiempo. La interpre-
i tación del sentido subjetivo por reviviscencia puede tener diversos grados:
A) La comprensión del sentido actual (presente), mentado realmente en. un
obrar, por ejemplo: un' estallido de cólera, manifestado en muecas, interjecciones;
o la conducta de un leñador; O el acto de disparar un revólver contra otra persona.
Interpretar el sentido actual de esas conductas quiere decir percatarnos de lo que
cada una de esas acciones significa en el momento en que las vemos, pero de nada
más, pues desconocemos sus antecedentes.
B) La comprensión explicativa de los antecedentes del obrar y de sus motivos
anteriores; es decir, darnos cuenta no sólo de que fulano se ha encolerizado, sino :
además entender también los hechos que han motivado su ira; darnos cuenta no sólo
de que el leñador está cortando troncos, sino comprender además que eso lo hace
como trabajo remunerado con un salario para ganarse la vida, o bien como dis-
tracción y ejercicio corporal para contrarrestar el entumecimiento causado por su
labor sedentaria de oficinista:" darnos cuenta de que quien dispara su revólver es
un atracador. O es un atacado que trata de defenderse legítimamente, o es un agra-
viado que intenta vengar una ofensa, o es un policía que quiere capturar a un
delincuente que huye. Esta segunda interpretación, la explicativa, complementa la
primera, es decir, la actual: capta las conexiones de sentido en las cuales cstd inserta
la significación actual del obrar ya entendida previamente.
Claro que la comprensión del sentido subjetivo (en sus dos grados, la actual
y la explicativa) constituye un intento de interpretación basada en una hipótesis.
y no una verdad obvia con suficiente autoevidencia. Es una hipótesis que requiere
prueba; prueba que es difícil conseguir en grado plenario. aunque sea hacedero
lograrla muchas veces en grado de bastante verosimilitud.
Sentido subjetivo de un obrar humano 10 es propiamente el mentado de- beebo
por la conciencia de un sujeto en una de sus conductas. Ahora bien. mediante la
interpretación por reviviscencia de conductas concretas de un sujeto sé podrá tra-
bajar en una labor biográfica, o, si la conducta en cuestión tiene categoría histórica,
se podrá trabajar en una tarea de historia; pero no en una labor propiamente
sociológica, pues la Sociología no puede consistir en una mera colección de datos
biográficos e históricos. Aunque no expuesta en la forma en que acabo de hacerlo.
esta dificultad se halla presente en el pensamiento de Max Weber. 'pues éste ofrece
un ensayo para superarla de un modo tal, que se pueda desembarcar en una tarea
auténticamente sociológica. Weber muestra que además de los sentidos o signifi-
caciones reales. existentes de hecho en las conductas concretas, cabe trabajar con
otras dos figuras o especies de sentido (también subjetivo), a saber: el sentido ge-
neralizado o promedio; y el sentido típico.
78 EL SENTIDO "TIPICO"
Hay que aclarar que, aunque hasta ahora en esta exposición se ha venido ha-
blando del sentido subjetivo como algo presente en la conciencia de la persona
<¡ue obra, sucede de hecho que hay diferentes grado! de esa conciencia de la signifi-
cación de la conducta) según los casos. Acontece muchas veces que el agente de la
80 MAYOR O MENOR CONCIENCIA DEL SENTIDO
conducta humana social no tiene plena conciencia clara del sentido mentado en su
obrar, limitándose a "sentir" de modo más o menos vago esa significación, pues
actúa por. hábito, o por instinto, o por móviles subconscientes. En eso se da una
serie muy variada de gradaciones. Una diáfana y total conciencia del sentido men-
tado en el obrar constituye de hecho un CdSO limite, La Sociología debe tomar en
cuenta esas varias gradaciones, en sus análisis de los fenómenos sociales; pero esto
no impide que construya sus conceptos sobre la base del sentido mentado en la
conducta social, como si ese sentido fuese plenamente consciente -aunque de hecho
no siempre lo sea- y como si la acción se efectuase orientada conscientemente por
ese sentido -a pesar de que en ocasiones la acción se desenvuelva impulsada oscu-
rarnente por otros mecanismos.
. Las fronteras entre un obrar con sentido subjetivamente mentado, y un modo
de conducta simplemente reactivo, que no lleva aparejada la mención de un sentido,
san elásticas y difuminadas. El obrar que sigue puramente una tradición, el cual
ofrece un gran interés para la Sociología, se halla en la frontera entre el obrar con
sentido mentado y la conducta puramente reactiva. En ciertos procesos psicofísicos
únicamente los especialistas, pero no los agentes de tales procesos, .descubren un
sentido comprensible, el cual para el agente late sólo en la subconsciencia. Hay
otros procesos psicofísicos que no constituyen un obrar dotado de sentido, sino
solamente hechos biológicos.
Ahora bien, los fenómenos y objetos de la naturaleza física y biológica (carentes de sen-
tido) vienen en cuestión para las ciencias del obrar humano -y por ende para la Sociologla-e-,
dice Max Weber, en tanto que influyan en alguna manera sobre la. conducta humana. Pueden
influir sobre la conducta humana de diversas maneras: a) como ocasión para ella, por ejemplo.
los nacimientos, la sucesión de la.'> edades; b) en tanto que condición, por ejemplo, determinad u'>
marcos geográficos, como las costas, que hacen posible la pesca, ciertos estados pslcoflsicos de
euforia, que facilitan el desarrollo de determinadas conductas; c) como estímulos y [adlidades,
o como obstáculos y d;j;cul¡ades, por ejemplo: ciertos climas estimuian el trabajo, mientras
que otros climas lo dificultan; la automatización de un comportamiento por ejercicio continuado
de éste facilita. su realización; y d) como resultados del obrar humano, por ejemplo, hábitos,
cansancio, enfermedades profesionales, ete.
:!4 Cfr. COOLEY (Ch. H.), Human Nature and tbe Social Order, ed. rev, Nueva York.
1922; Sociologicol T.hcory and Social Reseercb, Nueva. York, 1930; lntrodmrory Socioíogv.
(con la col. de R. B. ANGELL Y L. J. CARR), Nueva York, 1933. -
OTRAS ACLARACIONES SOBRE EL SENTIDO 81
el cual se puede llegar a los motivos y a las actitudes de las personas cuya conducta se inves-
tiga, en suma, se puede "comprender" en el sentido de Weber.
Observa edemás Mises que la mesura cuantitativa de los fenómenos sociales, que algunos
sociólogos han intentado, es sólo parcial, y 'muy relativa, porque en la conducta humana no
hay las relaciones constantes que se dan en los fenómenos físicos, por ejemplo, diferentes indi-
viduos valoran las mismas cosas de diferente manera, Y la valoración cambia incluso en el
mismo individuo cuando cambia la situación de éste.
Los físicos, advierte Mises. observan sus objetos de estudio desde fuera. La piedra que cae
no tiene alma ni intimidad. Por el contrario, cúando tratamos de conocer hechos humanos,
tenemos que preguntarnos qué es lo que pasa dentro de sus sujetos, lo cual podemos compren.
der porque nosotros somos seres humanos homogéneos a ellos. Lo que hace posible la ciencia
social es la capacidad de entender o comprender el sentido de las acciones humanas.
Alfred SchütZ28 hace, entre otras, las siguientes observaciones sobre el proble-
ma del método en la Sociologla y las ciencias sociales.
Todos 103 partidarios del naturalismo y dN conductismo (o behaviorismo)
suponen sencillamente que su objeto de estudio, es decir, la realidad social, está
ahí ya dado, como un dato inequívoco; y no se preocupan de aclarar los supuestos
sobre los cuales se basa precisamente ese término "realidad social", Por ejemplo,
no se preoropan .de analizar lo" que sea intersubjetividad, interacción, intercomuni-
cación y lenguaje, que son precisamente supuestos fundamentales de toda realidad
social. Creen' sin razón ninguna que todos esos problemas están ya resueltos, o
mejor dicho, que 'tales problemas no existen. Ahora bien, no puede haber cono-
cimiento científico de lo social si antes no se han aclarado esos supuestos que cons-
tituyen la esencia misma de la realidad social.
El mismo aspecto externo de una conducta social -dice Schütz-, por ejemplo,
el desfile 'de una tribu, tal como puede captarlo la cámara cinematográfica, puede
tener para sus agentes significaciones muy diversas. Lo que interesa al sociólogo
es saber si ese desfile constituye una danza de guerra, la preparación de un trueque
comercial, la recepción de un embajador amigo, u otra cosa diferente.
El método de la comprensión de los sentidos o significaciones del obrar hu-
mano no es un invento de los sociólogos que lo propugnan para su ciencia. Es
el procedimiento usado espontánea y ordinariamente por todo el mundo en sus
relaciones sociales cotidianas y en su trato con los objetos culturales (por ejemplo.
Cuadros, artefactos técnicos, etc.). Las gentes, en su vida cotidiana, no se contentan
con observar el aspecto externo de la conducta de sus semejantes, sino que se
preguntan: ¿Qué dice fulano? ¿Qué quiere mengano? ¿Qué se propone perengano?
¿Para qué sirve esa máquina? ¿Qué expresa aquel dibujo?
Que la comprensión sociológica es subjetiva no quiere decir que sea arbitraria
y que dependa solamente del observador. Quiere decir sólo que se trata de com-
prender el sentido que la acción tuvo para el actuante, y no. el sentido que pudiese
tener para otra persona. Pero ese sentido subjetivo es un objeto para el obser-
vador. Por lo tanto, el conocimiento sociol6gico aspira a ser objetivo, conocimiento
objetivo de los sentidos subjetivos de la conducta social.
El gran antropólogo y sociólogo británico S. F. Nadel, insiste en "identificar
la conducta no s610 como expresión, sino también como un efecto de procesos
mentales y estados de conciencia, es decir, como resultado de motivaciones". Por
otra parte, "no es la <introspección' tan temible y sospechosa como se la hace apa-
recer algunas veces, Esta palabra es inexacta y desorientadora. Podemos hablar. con
28 Cfr. SCHün (Alfred), Concept dlld Theory Formntion in tbe Soda/ Sciences, en "jour-
nal of Philosophy", LI, 9, abril, 1954,
OTRAS ACLARACIONES SOBRE EL SENTIDO 83
~to que ella es, sobre ella misma como sonido, sino, al contrario, nos invita a
que reparemos en ella tan sólo lo preciso para que la entendamos. Mas lo que se
entiende de la palabra no es su sonido (fenómenos de la naturaleza) que sólo
se oye; lo que se entiende es el sentido o significación que ella ~xpresa, que ella
representa". No vemos nunca el cuerpo del hombre como simple cuerpo, sino
que siempre como carne, es decir, COmo una forma espacial cargada ... de alusiones
.a una intimidad. En el mineral, nuestra percepción descansa y termina sobre su
aspecto. En el UlCrrO humano, el aspecto na es un término donde concluye nuestra
percepción, sino que nos lanza hacia un más allá que ella representa, hacia un
alma. .. La Carne del hombre... tiene significación, expresa un sentido. Los
griegos a 19 que tiene sentido llamaban IOgOI, y los latinos tradujeron esa palabra
en la suya verbo,.u Así, pues, carne, gestos emocionales, actitudes de nuestro cuerpo,
mirada, palabras, gritos, exclamaciones, pensamientos, conductas, etc, poseen una
significación. Esa significación podemos entenderla. Esto no quiere decir que siem-
pre la entendamos, y que la entendamos bien; quiere decir que, en principio, hay
la posibilidad de entender, de comprender, todas CS;l.S cosas, aunque en ocasiones
pueda ser difícil entenderlas bien, O podamos equivocarnos en nuestra interpreta-;
ción. Es lo mismo que pasa, por ejemplo, can una complicada y difícil teoría ma-
temática: es inteligible, a pesar de que yo tal vez fracase en el empeño de entenderla.
De lo dicho se sigue con toda evidencia que el reino de los objetos o hechos
ésencialmente dotados de sentido es muchísimo más extenso y variado que el campo
de conductas en las que el sujeto de ellas pone un sentido intencional. O sea, hay
que rectificar a Max Weber, y ensanchar muchísimo el campo de los hechos con
senñdo, o lo que es lo mismo, el campo del obrar humano. Para Weber, según ya
expuse, obrar humano es aquel al cual la persona liga conscientemente -por 10
menos en principio-- un sentido subjetivo. Pues bien, despues del análisis que
he presentado, resulta que el "obrar humano" de Max Weber no es un género,
,~tnO solamente una especie de otro género más extenso, del género de las cosas y
hechos con sentido. Así, por ejemplo, la expresión de la cara, de la mirada, ciertos
gestos o muecas emocionales, los semblantes, los complejos en la acepción del
psicoanálisis, .los hábitos, 10$ resentimientos inconscientes, etc., según Max Weber,
'no caerían bajo el concepto de "obrar humano" con sentido. Ahora bien, contra
'esa opinión de Max Weber hay que afirmar que esos hechos son hechos con sen-
tido, están dotados de significación, son inteligibles o comprensibles, aunque el
sujeto de ellos no haya puesto intencionalmente una significación, e independiente-
mente de quc el sujeto de ellos tenga o no tenga cqpciencia de ella, o del grado
más o menos claro de conciencia que de ella tenga. La digestión, la respiración o la
secreción del páncreas son hechos meramente biológicos, no son propiamente he-
chos humanos, no tienen sentido o significación. Pero, en cambio, un temar o un
resentimiento, que al ser reprimidos desaparecieron de la conciencia y se sumieron
en la subconsciencia o en la inconsciencia son, a pesar de eso, hechos humanos
COn sentido, con significación, y, por lo tanto, son inteligibles O comprensibles.
Tal vez Max Weber presintió esto, aunque no de modo suficientemente claro, y
presintió la dificultad que ello plantearía a su definición del obrar humano rcle-
vante para la Sociologia; porque Weber, despues de haber desenvuelto su teoría
::1 Cfr. ORl'EGA y GASSF.T (José), Obra! completos, Madrid, 19.-17, tomo VI, p. :in.
CRITICA DEL COSCEPTO DE SE,\T[[)() on II"EIJU, 35
sobre la acción humana social, tal }' como se ha expuesto ya unas paginas atrás,
añadió que el grado de conciencia del sentido subjetivo por parte del agente puede
ser vario, y que la total y clara conciencia de ese sentido constituiría solamente un
caso extremo o límite, y que, por lo tanto, la Sociología debe ocuparse también de
las conductas mecanizadas por el -hábito, y de las movidas por el instinto. Pero esa
observación, formulada de un modo tímido y marginal, y un bastante a contrapelo
de la teoría que antes expuso, no basta para salvar la dificultad que plantea su de-
finición del obrar humano,' demasiado angosta y restringida. En cambio, mediante
el análisis que acabo de ofrecer se ilumina este tema debidamente, se desvanecen
las dificultades que la doctrina de Weber suscita, y se puede dar entrada por la
puerta grande al auxilio que a la Sociología puede prestar el estudio incluso psico-
analítico de muchos obrares humanos, que tienen sentido, aunque soterrado en la
inconsciencia o en la subconsciencia, y cuya traída a la superficie y cuya interpreta-
ción servirá para explicar determinadas conductas de relevancia social.
Hay que prevenir además un error que a veces se comete, sobre todo implíci-
tamente: el error de dar por supuesto. sin ulterior meditación sobre ello, que sentido
O significación es equivalente a un pensamiento de finalidad, a una posición de
fines utilización de medios. Cierto que muchos obrares humanos y entre ellos mu-
chos obrares sociales -la mayor parte de ellos- constituyen acciones enderezadas
a la realización de fines. Esas 'conductas son las que tienen mayor importancia para
la Sociología. Pero 110 son los únicos obrares humanos sociales COIl sentido o Jig~
nijicaciá». Hay otros obrares con sentido y significación, llenos de sentido, los cuales
sin embargo no representan una acción dirigida al cumplimiento de fines, sino
que constituyen reacciones sentimentales o estados anímicos frente a determinadas
situaciones -por ejemplo. un movimiento de odio o de resentimiento (que puede
tener gran relevancia social); la expresión de un alborozo sin finalidad concreta,
como ciertas danzas; una reacción de miedo ante un peligro, real O imaginario,
dc.-; la comunicación simplemente por sentir la necesidad de comunicarse con el
prójimo, aun cuando ya sepamos que él sabe lo que vamos a decirle; la conducta
de resentimiento motivada por complejos o factores inconscientes; etc., etc.
penuria que urge satisfacer; consiste en el sentir una necesidad, que es preciso colmar
por propia cuenta -ya que la solución no nos es dada automáticamente por un me-
canismo de instinto-c-, lo que incita '3 buscar, a imaginar algo, con lo que se pueda
llenar ese vacío. El porqllé vital, es pues, la conciencia de esta necesidad, que el
hombre tiene que resolver por propia cuenta: la conciencia de 1/11 problema.
Platón suministró una certera caracterización del problema teórico, esto es, del
problema de conocimiento; pero su esquema puede ser aplicado a todo género de
.problemas. Decía Platón que el hombre es el único ser que tiene problemas, pues
I ni Dios ni los animales los tienen; en efecto, la bestia es limitada, ignorante, no
sabe, pero no sabe que no sabe y por tanto no siente la necesidad de saber; Dios lo
sabe todo y por consiguiente no tiene problemas; pero, en cambio, el hombre, que
no sabe, sabe que no sabe l sabe que necesita saber eso que no sabe; es decir, el
hombre tiene conciencia de su propia ignorancia y de la necesidad de remediarla.
_ ~1"E;ttendiendo esta caracterización a todo género de problemas numanos, cabría
decir --que el hombre es un ser desamparado, menesteroso, que no tiene resuelta la
satisfacción de muchas de sus penurias por mecanismos automáticos, sino que tiene
que lanzarse a inventar por su propia cuenta aquello con lo cual habrá de colmarlas .
.l a conciencia de la necesidad, de la penuria, es el porqué vital, el motivo. Eso que
imagina, con lo cual habrá de. satisfacer su necesidad o resolver su problema, es de-
cir, el objeto que va a buscar o fabricar. con el cual solucionará su penuria, es lo
que constituye el para qué o [in de su comportamiento. Las actividades puestas en
práctica para lograr la realizaci6n de ese para qt¿é O fin constituyen los medios (es
decir, las causas eficientes cuyo efecto será la finalidad apetecida). Adviértase que,
en esta explicación del sentido de los actos humanos, no se define la finalidad sirn-
plernente como una inversión mental anticipada de una relación de causalidad (pen-
samiento de un fin -efecto todavía no producido-- y de un medio --causa adecuada
para aquel fin o efecto-, que es la forma como habitualmente se había definido
en las teorías del siglo XIX), sino que además se añade algo nuevo muy fundamental.
que había sido inadvertido en aquellas doctrinas tradicionales, a saber, añade la in-
serción de este anticipo mental invertido de la causalidad en una raíz vital humana.»
.En este punto,· advertirnos una vez más la satisfactoria concordancia entre la
filosofía de la vida humana (tal y como fué establecida por José Ortega y Gasset)
y posteriores resultados del análisis científico empírico. As], uno de los más grandes
psicólogos del presente, Erich Frornm, dice: "La primera característica que distingue
la existencia humana de la animal es negativa: la relativa ausencia en el hombre de
una regulación instintiva en el proceso de adaptación al mundo circundante ... El
hombre es el más menesteroso de todos los animales: pero esta misma debilidad
biológica es la base de su fuerza, la primera causa para el desarrollo de sus cuali-
dades específicamente humanas... El hombre es el único animal para quien su
propia existencia constituye un problema que tiene que resolver por sí mismo y del
cual no puede escapar." 33
32 Cfr. RECASÉNS SICHES (Luis), Tratado General de Filosofía del Derecho Edit Porrúa
México, 19~9, pp. 74·77. ' . ,
. 33 Cfr. FROMM (Erich), Mall [or Himselj: An lnquir yinto the Psyrh%gy of Etbics,
Rineharr & Co., Nueva York, 1947, pp. 38·40.
MOTIVOS, FINES Y MEDIOS 87
necesario además poner bien en claro que, aun cuando la Sociología ha de ocu-
parse en comprender el sentido de los hechos humanos que estudia, su objeto no está
constituido por "sentidos", sino por becbos., por [enomenos bnuranos, los males
tienen sentido, pero son realidades efectiv.as que se dan «:0 el espacio y en el "tiempo.
y que, por consiguiente, han de ser estudiadas como tales realidades.
Es necesario hacer esta: aclaración complementaria por la siguiente razón. Su-
cedió que en el siglo XIX se cultivó la Sociologia no solamente por las rutas del
positivismo, con un propósito de asimilarla, más o menos, a las ciencias de la
naturaleza -según se ha relatado ya en este capítulo-e, sino que se la. desenvolvió
también por un camino completamente diferente de aquél, por el camino de la
Filosofía de la Historia, en relación con las corrientes del Romanticismo alemán
y del idealismo absoluto dialéctico de Hegel. Aunque median grandes diferencias
entre el Romanticismo alemán y Hegel, las filosofías sociales de ambos (que lle-
van encapsulada toda una sociología) guardan un notorio paralelismo.
una sustancia psíquica autóno.ma¡ con vida propia e independiente, que actúa por sí
misma. Consiguientemente. en esa concepción, los indioidaos quedan pavorosamente
disminuidos, reducidos tan .sólo a /a condición de simples marionetas movidas por
los hilos que acciona recónditarnente el alma nacional. Y, al quedar rebajados de tal
manera, los seres humanos sufren una completa desvaloración como personas in-
dividuales; pierden toda dignidad ética; y representan tan sólo medios o instru-
mentos de que se sirve el alma nacional para reflejar sus creaciones entrañables.
La teoría de Adam Müllec (l779·1829rl ll sosnenc que la nación es un todo inmenso,
infinitamente dinámico y vivo, alianza de las generaciones precedentes con las sucesivas, orga-
nismo vivo con propia alma, verdadera armonía divina, espíritu popular que configura la
histona ; y preconiza una, vuelta a la Edad Media. En un sentido similar Friedrich Ludwig
Jahn (1778-1852);10 quien llega a un extremo nacionalismo; considera el espíritu del pueblo
como una energía que circula por las venas de la nación, determinando modos exclusivos de
pensar, sentir, amar, odiar y creer; profesa un culto al primitivismo teutón; y clama por un cau-
di![o que realice la unidad nacional, por vía autocrática, creando un Estado omnipotente.
dad es siempre revelación del espíritu, del proceso dialéctico del pensamiento. La
realidad única, universal, absoluta, es lo que Hegel denomina espíritu. Mas para
entender lo que significa espíritu en Hegel, conviene mejor llamar a esto idea.
Hegel brota de la tradición filosófica del idealismo, según la cual no tiene sen-
tido hablar de la realidad de una cosa, sino en cuanto está en el pensamiento. Sólo
como pensadas Son en oerded las COsas. El pensamiento consiste en darse cuenta
de sí mismo. Ahora. bien, será preciso que todo lo demás que no parece pensa-
miento, que todo lo pensado. pueda ser comprendido como un medio de que el
pensamiento necesita para darse cuenta de sí mismo. Y, a51, el pensamiento se des-
arrolla dialécticamente, en un complicado proceso en que va buscándose a sí mismo.
El pensamiento comienza por pensarse a sí mismo como natsraleza. como
infinita reversión cósmica; es pensamiento o espíritu dormido, wugelttdo] que no
tiene conciencia de sí mismo. Luego perfecciona su idea y se descubre como l!idd
orgánica, como animal, que es ya una concentración frente a la dispersión de lo
material. En medio de la naturaleza animal se descubre al hombre, que es el suje-
to que se da ya cuenta de sí mismo.
Pero el sujeto individual (el espiritu mbjetivo, como lo llama 'Hegel) no es
"una idea suficiente del pensamiento, porque cada uno de nosotros se da cuenta
de sí mismo en tanto que elemento del contorno natural y de los demás hombres;
yo me veo como pensamiento, pero todo lo demás me parece como no siendo
pensamiento, como limitación y determinación; Mientras el pensamiento se deje
algo fuera de sí, que no entienda como propio de sí mismo, no se tiene una idea
adecuada del espíritu. La individualidad del sujeto es una idea insuficiente, par-
cial. El espíritu tiene que avanzar sobre ella a otra má.s completa y más adecuada
con su realidad. Cada uno de nosotros consiste en sí mismo, pero nuestras ideas I
preferencias] deseos, normas] nos oienen en Sil inmensa mayoría impuestas por el
contorno social. El yo es espíritu, idea, que ha cobrado conciencia de sí; pero es
espíritu que no actúa por su propia cuenta, pues lo que. piensa, lo que hace, esta
inspirado por la cultura del pueblo en que vive, por sus costumbres, por sus nor-
,
mas jurídicas. Es espíritu consciente, pero no libre, porque está determinado por
los pensamientos, usos, costumbres, del marco social y sobre todo estatal, que lo
circunscribe y que 10 inspira. Pero entonces resulta que nuestro )'0 está] nU'1101
que en nosotros] en nuestro pueblo] es decir] en el conjunto de normas y modali-
dades intelectuales que eje-rcen presión sobre nosotros. Fuera de cada individuo
hay una realidad, que no es material, sino que es espiritual, y que, por otra parte,
no es de ningún sujeto individual: es el Espíritu Objetivo]. rnáximarnente reali-
zado en el Estado.
El Espirit« Objetivo] en su suprema encarnación que es el Estado] es libre,
porque Se determina a sí 'mismo: por ejemplo, crea sus propios usos, dicta sus
normas jurídicas, etc. (Adviértase la terrible paradoja que guarda este concepto
de la libertad en Hegel, pues con tal palabra, trata de expresar precisamente el
concepto contradictorio a lo que los latinos y los anglosajones entendemos por li-
bertad. Nosotros entendemos por libertad, un estar libre, exento de mandato o de
interferencia del poder público en la esfera de determinadas actividades nuestras,
un disfrutar de un margen de holgura. donde no penetra la regulación taxativa de la
norma jurídica; es, por tanto, un estar libre frente al Estado, frente al Derecho.
Por el contrario, para Hegel el grado máximo de libertad se predica del Estado;
,
LA SOCIEDAD Y EL ESTADO SEGUN HEGEL 93
ahora bien, nótese que para que el Estado sea plenamente libre necesita no tropezar
con ningún límite en su autodeterminación, por tanto, no estar limitado por las
franquicias de los individuos, lo cual equivale para éstos a un sometimiento ab-
soluto, sin hueco ninguno de libertad.') Nótese que en Hegel lo colectieo cons-
tituJe la realidad máxima, al propio tiempo que ocupa el rango supremo. El
pueblo, la nación no es la simple agregación de individuos (la cual sería tan sólo
"vulgo"). El fin del Estado consiste en que un tal agregado de individuos llegue
a existir y a actuar. El Estado es la unidad del pueblo frente a su dispersión en
meros individuos. La existencia de éstos como tales es un simple error de visión.
El .individuo vive "de" }' "en" su pueblo, porque sólo la nación consiste en una
interrupción que el Espíritu Objetivo se da a sí mismo.
Ceda pueblo¡ cada Estado, es Ul1 Espíritu Objetivo, una interpretación que el
Espíritu Universal se da a sí mismo; es un sistema de ideas jurídicas, morales, cul-
turales, etc., en el cual viven y se forman los individuos. Es decir, los espíritus
objetivos particulares que tienen su realidad en los diversos Estados, son sólo
momentos en la evolución de la Idea universal del Espíritu Universal. y tienen que
desarrollarse en un proceso dialéctico. Pero en cada época, entre los múltiples Esta-
dos que en ella hay, uno de ellos actúa como protagonista, mientras que otros
cumplen tan sólo el papel de comparsas' de éste. Protagonistas, han sido, entre
otros, Grecia, Roma, y a la sazón en que escribía Hegel. Jo era. el Estado prusiano.
La historia es. pues; el proceso de autorrevelación del espíritu. En la sucesión de
los Estados protagonistas encarna el Espíritu Universal.
Para entender la entraña del pensamiento hegeliano, es preciso dirigir la aten-
ci6n al desenvolvimiento dinámico del espíritu, esto es, al proceso dialéctico. La
dialéctica es una especie de lógica en movimiento. Mientras que la lógica tradicio-
nal había considerado los conceptos como estáticos, como perfilados y conclusos,
en cambio, Hegel muestra que en toda posición mental, tesis, se contiene 10 que
ella es, pero al propio tiempo también el germen de su negación, a la que nos
sentimos: impelidos; pero a la· vez, cuando tratamos de asentarnos en esa nega~
ción. anritesis, tampoco podemos reposar tranquilamente en ella, pues ésta con-
tiene también la invitación para la negación de sí misma, la cual es en cierto modo
una rcafirmación, síntesis, de la primera postura, sólo que de regreso, es decir,
superada; y, así sucesivamente.
En el pensamiento de Hegel la ciencia de la sociedad se convierte en metafísica
del Espíritu objetivo y en Filosofía de la Historia. como construcción dialéctica.
A:,Í, pues, en el sistema hegeliano, la sociedad queda substancializada. Se la
concibe- como espíritu objetivo, como un ser en sí y por sí, con vida propia, des-
envolviéndose en un sistema dialéctico.
... Además, la Sociología queda convertida en Filosofía de la Historia, ya que
el sujeto del devenir humano es el espíritu objetivo. Pero se trata de una Filosofía
de la Historia, la cual, aunque acuse rasgos geniales, no bus~a propiamente la razón
que efectivamente se da en el acontecer histórico, sino que intenta llevar a éste
una razón extraña a él. un sistema fabricado ficticiamente. Cierto que en ese sis~
tema hallamos puntos de vista certeros para la comprensión de algunos procesos
históricos; pero cierto también que. muchas veces, Hegel fuerza violentamente la
realidad de Ia historia para encajarla dentro de su esquema preestablecido, defor-
94 CRITICA DE LAS DOCTRJNAS ROMANTlCA y HEGELIANA
mándola y haciéndole perder autenticidad, hasta que quepa dentro de las mallas
conceptuales de su construcción dialéctica.
la orientación hegeliana, que convierte a la Sociología en metafísica del es-
píritu objetivo ha sido cultivada en el siglo xx, entre otros, por Othmar Spann en
Alemania, y. hasta cierto punto, por Giovanni Gentile en Italia" Ese tipo de
pensamiento sociológico, o mejor dicho pseudosocíológico, ha constituido la base
de las concepciones políticas totalitarias que endiosan al Estado y suprimen la
dignidad moral del hombre.
Dos críticas principales merece la Sociología inspirada en el Romanticismo
alemán o en el pensamiento de Hegel:
IQ Los objetos estudiados por la Sociología no son ideas, no son espíritu puro,
sino que son hechos reales, empíricos. que se dan en el espacio y en el tiempo, y
que hay que estudiar como tales hechos, aunque esos hechos sean diferentes de los
fenómenos de la naturaleza, porque son hechos humanos, en los cuales se da
efectivamente un sentido o significación. Además, se debe tener en cuenta que la
vida humana, si bien es una realidad diferente de las realidades de la naturaleza,
se da en la naturaleza, tiene soportes naturales (p. e., biológico), y está enmarcada
e influída por fenómenos naturales (p. e., geográficos. climáticos). la Sociología
hegeliana. y hasta cierto punto también la romántica, evaporó la realidad efectiva,
empírica, de los hechos sociales. y trató de convertirlos en un reino de ideas.
2 9 La Sociología romántica y la hegeliana sientan gratuitamente, sin ninguna
razón, el supuesto de que la sociedad constituye una realidad substante,. substancial,
es decir. con existencia en sí y por sí, independientemente de la existencia de los
individuos, -crlma nacional} según Savigny, y Espíritu Objetivo según Hegel.
Esa supuesta substancialización de la sociedad es una pura fantasmagoría, que
no sólo carece en absoluto de todo apoyo en los datos de la realidad, sino que
además está contradicha y refutada por todos los testimonios de la experiencia.
En efecto, la teoría romántica que afirma, por medio de una especie de con-
fesión poética, la existencia de un aima nacional, como realidad substante, cons-
tituye un mero desvarío de una fantasía calenturienta, pues no hay ningún argu#
mento serio, ni de experiencia ni de razón, que sirva para apoyar este aserto.
El llamado por Hegel Espíritu Ob¡etívo no es en verdad una realidad indepen-
diente, sino que es. solamente la objetivización, la obra de vidas humanas, y fué
siempre ar:tes de objetivarse, espíritu subjetivo de seres humanos, pensamiento,
emoción O conducta reales de personas individuales.
eo Cfr. FREYER (Hans), Sociología como ciencia de realidad -trad. casto de Francisco
..Ayala-, Edit. Losada, Buenos Aires, 1943.
96 MUTUOS SERVICIOS ENTRE SOCIOLOGIA y CIENCIAS DE LA CULTURA
grupo, por ejemplo: las conductas de cumplimiento del Derecho vigente, la repetición de un can-
to popular, la reiteración de una opinión pública.
39 Pueden asimismo ayudar al sociólogo en su estudio de los comportamie~tos hum~nos
en Jos cuales se reforma. el legado cultural del pretérito, por ejemplo: las accrones SOCIales
a través de las cuales se reforma el Derecho de ayer y se crea otro nuevo; los hechos' humanos que
determinan el olvido de un viejo estilo artístico y la adopción de otro nuevo; los hechos res-
ponsables por la modificación del sentido de un viejo vocablo; etc.
49 Las ciencias de la cultura. pueden ayudar a la Sociología también a establecer los sen-
tidos típicos, en la acepción de Max Weber, como instrumentos metódicos con qué acercarse
mejor al conocimiento de los hechos sociales efectivos.
He aquí, pues, cuatro modos. aunque éstos no sean los únicos. en que las ciencias de la
cultura pueden prestar importante ayuda al sociólogo.
Pero hay que señalar también la relación inversa, es decir, el auxilio qne ltl Sodologin ha
de suministrar a las ciencias de la cultura. Es tan importante este auxilio que hay muchas es-
cuelas y muchos autores que a las ciencias de la cultura las llaman ciencias sociales porticulares.
correctamente esos sentidos. que son sentidos creados por hombres concretos en una
cierta situación, es necesario atender también al estudio de esa situación de la cual
y para la cual brotaron los sentidos contenidos en las obras culturales. Se puede
estudiar matemática con plena abstracción y total olvido de situaciones vitales. de
condiciones históricas, de necesidades concretas. y de fines determinados, porque la
validez de las ideas matemáticas no guarda relación ninguna con situaciones vitales
o 'con condiciones históricas. Pero las normas del Derecho positivo, Jas obras lite-
rarias, las creaciones de las artes plásticas, ·Ios idiomas, etc., aunque contengan sen-
.. tidos ideales, son productos humanos que se desenvolvieron por determinados motivos,
parJ. lograr ciertos fines, en unas vidas concretas que se dan en un cierto tiempo,
en un lugar y en una situación singulares. Y cabe decir qlle esas condiciones reales
-psicológicas, sociales e históricas- se reflejan siempre en algún modo y en alguna
medida en los sentidos de esas obras culturales.
De tal suerte el estudioso de las obras culturales necesita aplicar puntos de
vista psicológicos, sociológicos e históricos al análisis de sus temas.
1_0 expuesto en los párrafos anteriores tiene por objeto desterrar la idea que
predominó en algunas escuelas, tanto escuelas sociológicas como escuelas de las cien-
cias culturales. de que se debía establecer una separación tajante entre el punto 'de
vista y objeto de las ciencias de la conducta humana (Psicología, Sociología) por
un lado, y las ciencias de los productos culturales por otro. Este es un error que
resulta funesto en una doble dirección: tanto para la Sociologla," como para las
ciencias culturales. Así, por ejemplo, eso es lo que intentó hacer con el. Derecho
la Escuela Exegética francesa de! siglo XIX. la cual quiso convertir la ciencia ju-
rídica en una teoría puramente deductiva sobre la base del código de Napoleón.
La separación total entre la realidad de las conductas en que se gesten obras. culturales,
por una parte, y las obras gestadas, por otra parte, lleva a fatales deformaciones tanto en la
Sociología como en las ciencias de la cultura. .
Adviértase que Jo que aquí se discute no es si debe o no haber una dualidad tle cienci.ls
a este respecto. es decir, si por una j-arre se debe elaborar las ciencias de la conducta humana
(Psicología, Sociología, Historia), y, por otra parte. las ciencias de la cultura (Jurisprudencia,
Filología, Teoría de Arte, ete.). Tal división del trabajo en esas dos especies de ciencias parece
muy conveniente; y de hecho, nos encontrarnos con que generalmente se ha practicado esa divi-
sión del trabajo. Así, hay por un lado unas ciencias que consideran las conductas humanas corno
becbos, fijándose en su estructura }' en su desenvolvimiento dinámico, como son la Sociologfa
y la Psicología; y, por otro lado, ha}' las ciencias de la cultura que atienden especialmente a las
s;gtti/;úlciones que brotaron de la acción humana y que se objetivaron en sus resultados.
Lo que se discute aquí es otra cosa, es una cosa diferente de la diversificación de especia.
lidad entre ciencias de la conducta y ciencias de la cultura. Lo que se discute aquí es si dentro
del ámbito doméstico de cada una de esas dos especies de ciencias debe darse una ex...Iusividad
total de un solo punto de vista, es decir; $i los ciencias de la cultura deben n 110 deben pres-
cindir de tomar en consideración Jos actos vitales y las circunstancias históricas, y si las ciencias
de la conducta deben o no deben dejar a un lado por entero la referencia a los contenidos de
.. e~a conducta. Pues bien, esta pregunta entiendo que debe contestarse negativamente: las ciencias
4~ SIMMEL (J.), Sociología. trad. de J. Pérez Bances. Rev. de Occidente, Madrid, 1926,
dos tomos; WIESE (Leopold van), System der allgemeinrn Soziologie als Lehre 1'011 den sozialen
ProZt?JJCJl und sozidlen Gebilden der MellSchen, 1933; Soziologie: Geuhichle 1m' }{au/Jlprobleme,
" ed., Berlín, 19~4. Sobre estos dos autcres.tvéase: RECASÉNS SICHES (Luis), IY/;ese, Fondo de
Cult. Econo .. México. 1943; Lecciones de' Sociología Edil.' Porrún. México, 1948, cap. VI
("ELFormalismo Sociológico"); PINTO FERREIRA, Jlml W'ie¡e Imd die zeitgenoessiscbe Bezic-
bllnplebre, Río de ]aneiro, 1941.
lOOl'loloc-ia._'1.
98 MUTUOS SERVICIOS ENTRE SOCIOLOGIA y CIENCIAS DE LA CULTURA
de la conducta (Psicología. Sociología) no dtben dejar de tomar en cuenta los contenidos de esa
conducta; y parejamente, las ciencias de la cultura no deben prescindir del estudio del contexto
vital social e histórico de las obra! culturales
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1
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CAPÍTULO VI
100
•
DIFICULTADES PARA LA DEFINlClON DE LO SOCIAL 101
así como también la creación de falsas distinciones, ha sido una fuente principal de
error sociológico.
Las circunstancias especiales que enmarcaron el nacimiento de la Sociología con-
tribuyeron a privar de claridad a la mente sobre la esencia de la sociedad: de un
lado el positivismo, preconizador de que la única fuente de conocimiento es la ex-
periencia. engendró las corrientes naturalistas que quisieron hacer de la Sociología
una mera ciencia de. la naturaleza (parecida a la Física, o a la Geografía, o a la
Biología): y, de otro lado, las direcciones romántica y hegeliana, a cuyo calor se
produjeron también importantes conatos de Sociología, con su oscura fantasmagoda
r sus frenesíes místicos, intentaron concebir la sociedad como una realidad substante
e independiente de los seres humanos que la integran, tratando de explicarla como
un alma colectiva de naturaleza psicológica (tal es la tesis romántica) o como un es-
píritu objetivo a manera de sistema dialéctico de ideas (según pretendió Hegel).
Aclarar con rigor y precisión lo que 10 social sea es una tarea necesaria para
fundamentar la Sociología, y para desenvolver esta ciencia con alguna seguridad. Este
esclarecimiento además· dotará a la Sociología de un tema propio de estudio. dife-
rente de otros temas colindantes o conexos con él, que se estudian en otras dis-
ciplinas. Con esto se desvanecerán un gran número de equívocos y de confusiones
que aquejaron a la Sociología en sus primeros ochenta años (aproximadamente)
desde su funda cié'l.
Así Blondcl hacía notar la "desagradable impresión de. confusión y de deseen-
cierto que se experimentaba cuando en el estudio de esas materias se pasaba de los
autores alemanes a los autores italianos, ingleses, norteamericanos o franceses e in-
duso, en cada lengua, de un.. autor a otro". "Razón por la cual, Mauss y Febvre
estaban de acuerdo en deplorar que en realidad nadie sabía por dónde andaba, en-
tre todas las ciencias alemanas que tratan de los problemas psicológicos planteados
por la vida en sociedad"."
En efecto, la producción sociológica ha presentado en el próximo pretérito, un
paisaje de gran diversidad y heterogeneidad, según las diversas escuelas. No se tra-
taba sólo de múltiples discrepancias, de diferentes teorías, de controversias, de
opuestas doctrinas, de discusiones metódicas. Si toda la diversidad se hubiese redu-
cido a eso, no habría por qué hacer sobre ella comentario especial, ya que tales
variedades las hallamos en el seno de todas las ciencias. En definitiva, el conocirnien-
to científico ha progresado siempre, y sólo puede progresar, a través de un proceso
de libre discusión, "en donde se confrontan recíprocamente diversos puntos de vista,
diferentes opiniones, etc. Ahora bien; las variedades que hallamos en las obras so-
ciológicas de antaño no se reducen a eso; sino que afectaban además y muy princi-
palrncnte a la concepción sobre el contenido central y mínimo de la Sociología. y.
asf, ocurría que bajo el mismo nombre de Sociología había obras varias, cll-ros temas
apenas tenían semejanza entre sí. Es decir, las divergencias no se reducían tan sólo
a los supuestos teóricos, a la orientación doctrinal, a la manera de tratar las cues-
tiones y a las soluciones propuestas, sino que además afectaban a la misma delimi-
tación de 10 que es. objeto de estudio. Tal cosa se debía sobre todo a que, hallándose
presente el ingrediente social en muchísimas realidades y en todas las humanas, el
4 Cfr. Bl.O~DEL (Ch.), Psicología Coleaioa, trad. de N. J. Domínguez, Editorial América,
México, }945, pp. 14 Y 52.
URGENCIA DE UNA IDEA CLARA SOBRJ! LO SOCIAL 103
sociólogo se encontraba ante un dilatadísimo paisaje, del que destacaba en cada caso
aquellos componentes que atraían su atención con preferencia. De aquí que se haya
sentido, por los más destacados sociólogos del siglo xx, necesidad de proceder a la
delimitación de los temas característicamente propios de esta ciencia, sin perjuicio I
de admitir una serie de proyecciones marginales hacia otras zonas colindantes. \
Esta imprecisión que dominó durante largo tiempo en las obras de Sociología,
respecto del contenido de ésta y de sus problemas capitales, se debió sobre todo a
que la mayor parte de ellas daban por supuestas las definiciones de la sociedad y del
individuo, ateniéndose tan sólo a las nociones vulgares (harto turbias) sobre la una
y el otro. Ahora bien, mientras no se llegue a determinar y aislar mentalmente la
realidad social, en tanto que tal, no podrá constituirse la Sociología sobre una base
firme y desarrollarse con limpieza.
Lograr una idea clara sobre lo social tiene también una importancia para la
vida práctica de la humanidad. Muchos de los más graves conflictos, de las más
angustiosas experiencias, y de las más pavorosas catástrofes por las que se ha pasado
y se está pasando todavía en el siglo xx, se deben en gran parte -a deplorables con-
fusiones mentales sobre 10 que sea la sociedad y el individuo y lo que sean las rela-
ciones entre aquélla y éste, sobre qué cosa sea una nación, sobre el verdadero agente
del progreso; y sobre otros temas capitales de Sociología.
9 Véase también RE.CASÉNS SICHES (Luis), Expolición y Critica de la teoría del obrar
social y de 111 comprensión ugún Max Weber, en "Rev. Mex. de Soc.", 111, 3. 1946; Lecciones
de Sociología. Edil. Porrúa, México, 1948, cap. XV.
10 BLONDBL (Ch.), oh. cit. en la nota N~ 4 de este cap.
11 BOUGLÉ (C), ¿Qué el la Sociologíai, trad. de Nazario J. Dominguez, Edil. América,
México, 1954; Eléments de Sociologie -en col. con I. Raffauit-, Pacis, 1930.
u Ross (Edward Alsworth), Social Control, Nueva York, 1901; Tbe Fonndations 01
Sociology, 1905; Soda/. Psydx)logy, 1908; Tbe Principies 01 Sociology, 4- ed., Nueva York.
1938.
u ZNANIEC<.I (Florian), Tbe Polisb Pedsant in Burope and America, en coi. can W. I.
THOMAS, Boston, 1918-2D; Cultural Realit], 1919; The Laws QI Social Psicbology, Chicago,
1925; Tbe MethoJ 01 Sodology, Nueva York, 1934; Social Actíons, Nueva York, 1936.
u GINSBERG (Morris), Manual de Sociología, trad. de ]. Medina Ecbavarrta, Edil. Losada,
Buenos Aires, 1942; The Piychology 01 Soúe/y: The Role 01 reason ana JJ7iJl, Londres, 19'28;
Studies in SociologYI Londres, 1932.
15 MAcIvER (R. M.), Comnnidad: Estudio Sociológico, trad. de ]. Prados, Edil. Losada,
Buenos Aires, 1944; Elementi 01 SocialScieñce, Londres, 1921; Sacie/y: lts Structure, ana
Cbanges, Nueva York, 1931; Sacie/y: An Introductory Analysi! --en col. con Ch. PAGE-,
Rinehart, Nueva York, 1950; Causación Social, trad. de M. González y E. Imaz, Fondo de
Cult. Econ., México, 1949.
16 Véase la lista de las principales obras de Talcott P.. . RSOKS en la nota 3D del cap. V del
presente libro ..
11 ÜRTEGA y GAS9ET (José), La Rehelión de las Masa.!, 1929; En torno a Galileo 1931'
Ensim~smamiento y Alteración, 1939; Ideas y Creencias, 1940; Historia como Sistema' y Dei
Imperio Romano, 1941. Hay una edición de sus Obras Completas, en 6 tomos, Revista de Occi-
dente, Madrid, 1946-47. .
18 O.R..GAZ (Raúl).. E!t;,dio¡ de Sociología, Córdoba, Arg., 1915; La Sociología Actual, 1927;
Introducción a la Sociología, 2 ed., Buenos Aires, 1937; Sociología: l. lntroducrión y Teoría
del Grupo lnssiturionslizado, Córdoba. Arg. 2' ed. 1946.
19 Av,ALA (Francisco), Tratado de Sociología: 1, Historia de la Socioiogio; /l. Sistema
d~ la SOCl%gla; lll. Nomenclator Bio-hibliográfico de la Sociología, Edit. Losada, Buenos
Aires, 1947 -tres tomos.
20 POvtA'A (Alfredo), Cuestiones de OntO/Olra Sociológica, Alenandri; Córdoba, 1949
REVISION CRITICA DE LA SOCIOLOGIA 105
cisiones en que vivió durante -Iarge tiempo, y va avanzando y realizando nuevos descubrimientos
con paso más fírme.s!
Por una parte, es necesario aprender a distinguir entre las diversas regiones del
ser, entre lo que pudiera llamarse las varias zonas del mundo, por ejemplo: lo cor-
póreo inorgánico, lo corpóreo orgánico, lo psíquico, lo ideal, 10 humano, los valores,
lo trascendente (Dios, la humanidad, etc.) , la cultura, etc. Por otra parte, es tam-
bién necesario estudiar las diversas acepciones de la palabra ser. ·0, dicho COn otras
palabras, las diversas categorías dentro de cada región.
En el Universo, o conjunto de todo cuanto hay, hallamos diversas regiones
o zonas de JeTeJ. Todo cuanto encontramos y todo cuanto presentimos en el Uni-
verso es en alguna manera, ora fuera de mí, ora dentro de mí. Pero la palabra ser
no significa 10 mismo aplicada a Dios, o aplicada a una montaña, o aplicada a un
sentimiento, o aplicada a un teorema matemático, .0 aplicada al valor justicia, o
aplicada a una estatua, un código, o aplicada a un destino humano, a una vocación,
o a una preocupación, o aplicada a una asociación, etc. Cada uno de los tipos de
seres citados como ejemplos -y los demás que podrían mencionarse- pertenece
a una diferente zona o región del Universo. Así, pasando revista a los ejemplos
mencionados, podría decirse que Dios es el Ser Absoluto; que la montaña es na-
turaleza corpórea; que el sentimiento es un fenómeno psíquico; que el teorema
matemático es un ser ideal; que la justicia es un valor; que la estatua y el código
son obras culturales, O sea productos objetivados del obrar humano; que el des-
tino, la vocación, y la preocupación son elementos de la existencia humana; que
la asociación es una realidad social; etc.
Pero no sólo es preciso aprender a distinguir entre las diversas regiones o zonas
del ser, sino que además necesitamos también saber diferenciar las varias acepciones
radicales y primarias de la palabra ser, las varias categorías, dentro de cada región.
Las categorías son los diferentes sentidos irreductibles de la palabra ser. Para mos-
trar esos diversos sentidos o acepciones radicales, podemos referirnos a una COsa real,
por ejemplo, a una bola de billar; de ella cabe decir que es; pero también podemos
decir que Su color crema eJf; y asimismo que es igual a otra bola de billar. Ahora
bien, entre las tres acepciones de- la palabra es, aplicadas a la bola, al color. y a la
igualdad, hay diferencias radicales e irreductibles; es decir, se trata de sentidos cada
uno de ellos igualmente primario, no derivado de otro , que no se constituye por
la diferencia específica dentro de un género común, y que, por lo tanto no se puede
reducir a otro sentido más general.
En efecto, la bola es un ser substantivo! substante, una substancia, es decir, algo
con propia existencia (que no necesita de otro, para ser). En cambio, el color de la
bola es algo que no es independiente de otro algo, antes bien, que está apoyado
sobre otra cosa (sobre la bola); constituye lo que se llama una cualidad o modo de
ser de una cosa. Y, por fin, la igualdad (que la bola tiene con otra) es algo, pero
algo que no es con independencia de otro algo, ni tampoco adherido a una cosa
O las dos cosas, sino que es algo que existe en/re dos cosas (las dos bolas) cuando
mi mente las compara; en suma, la igualdad no es una cosa substantiva, ni una cua-
lidad, sino que es una relación. Valgan estos ejemplos como exhibición muy somera
.}' parcial de diferenciación entre categorías varias del ser real.
Si he llevado al lector, estudioso de Sociología, a asomarse a esas perspectivas
filosóficas -aunque sea. sólo en rápida y fragmentaria ojeada- ha sido porque,
cuando acometamos el tema de la definición de lo social, precisará preguntarnos
qué clase de Ser es la sociedad: a qué región ontológica pertenece y dentro de (pié
EL SER DE LO SOCIAL 107
categoría está. Hacerlo así no constituye imperialismo de filósofo, 'antes bien urgencia
retentaria e indeclinable, para despejar de tenebrosos nubarrones el área de la Socio-
logía, y para dotar a ésta de sólidas bases y de objeto claramente delimitado. La
necesidad de proceder a un planteamiento rigoroso, en el terreno filosófico, del
problema sobre el ser de la sociedad, viene impuesta, entre otras razones, notoria-
mente por el hecho de que muchos sociólogos del siglo XIX -y también algunos
del xx- han hecho metafísica gratuita, es decir, o bien romántica, poética, O bien
sin saber que la hacían, o bien sin el sentido de responsabilidad intelectual que esta
tarea requiere. Así, hubo quienes substancial izaron la sociedad; ora considerándola
como una especie de animal gigantesco, cual lo hicieron los organicistas biológicos;
ora concibiéndola como un alma nacional, según sostenían los románticos; ora como
un espíritu objetivo, según el pensamiento de Hegel. Ya se ha visto cuán injustifica.
das y erróneas soo todas las teorías que consideran la sociedad como un ser substante.
Sumidas ya' en pleno descrédito esas grotescas fantasmagorías substancializado-
ras de la realidad social, sucede que la mayor parte de los sociólogos contemporáneos,
que aspiran a definir con claridad lo social, sostienen que 10 social está constituido
tan sólo por interacciones, influjos recíprocos. Sucede, sin embargo, que esta carac-
terización tal vez no represente una definición suficiente de la realidad de lo social
y, convenga entender la sociedad más a fondo y con mayor agudeza de perfiles,
como especiales modos o formas de vida; y además también como relaciones y como
interacciones.
1 Cfr. ~ONTAGU (Ashley), Tbe Biosorial Notare 01 Mall, Grave Press, Nueva York
1956, pp. 9 y ss.
2 La filosofía del siglo xx se ha centrado en el estudio de la vida humana. No me
refiero solamente, ni siquiera principalmente, al "existencialisrno a. la manera de Heidegger
(que desde luego constituye una genial contribución, pero de cuya orientación disiento}, o a
la manera de Sartre (cuya obra ciertamente de alto rango es un testimonio de desesperanza),
sino que pienso sobre todo en las decisivas contribuciones de Max Scheler (preparando el
camino), José Ortega y Gasset, Jaspers, Casstrer, de Cooley, Mead, John Dewey, Collingwood,
Francisco Romero,' David Garda Bacra. Francisco Miró Quesada, Risieri Frondoai, Romano
. Muñoz, en el existencialismo cristiano de Gabriel Marcel, de Cbevalier, y de otros varios. Ln
Psicología contemporánea ha producido contribuciones de enorme calibre en el estudio de lo
humano y sobre todo' en el análisis de la personalidad. Véase, p. e.• en el campo psicológico
la colección de estudios de 39 autores. publicada por KLUcx.HON (Clyde), y MURRAY {Henry
A.), Personaíity in Neture, Sociesy, Jnd Culture. A. Knopf, Nueva York, 1950. .
LA VIDA HUMANA 111
Ahora bien, ¿de qué es que nos damos cuenta? Pues nos damos cuenta a la
vez del propio yo _Y.: del mundo, contorno o circunstancia que rodea al yo.
Adviértase, con todo rigor, que la vida humana no es sólo el sujeto. sino la
indivisible unión yl correlación entre el sujeto y los objetos, .entre el. yo y el
mundo. Vivir es darme. cuenta de mí mismo, hallándome en un mundo de cosas,
que me sirven ° que se me 9ponen, y de las cuales estoy ocupándome; por tanto,
es a la vez darme cuenta de ese mundo de cosas.
A mi vida pertenezco no sólo yo, sino también todas las cosas y seres del
universo que estén ahí, en derredor de mí, formando mi contorno, mi circunstan-
cia, pero que jamás se funden con el cada cual que uno es, que constituyen lo
otro.. lo ajeno y fuera de nosotros; como 10 forastero, el mundo que nos oprime,
comprime y reprime.'
El "yo" solo no puede ser; porque yo no .serta si no tuviese un mundo de
qué ocuparme. si no hubiera cosas qué pensar, qué sentir, qué desear, qué repeler,
qué conservar, qué transformar, qué utilizar o qué destruir. Pero tampoco puedo
hablar de un modo- presente como algo independiente de mí, porque el yo no es
uno de tantos seres que en el mundo hnya, sino aquel ser que da testimonio dé las
otras cosas. Para que yo pueda hablar del mundo, es preciso-que' yo exista con él,
y no sólo como una parte suya, sino como garantia de SI/ existencia. Mundo y ro,
yo y mundo, forman una correlación inescindible. Superando a la ve¡. el realismo
y el idealismo, nos hemos encontra do con que hombre y mundo son en la vida
igualmente reales. no menos primariamente el uno que el otro. "El mundo -c-dice
Ortega y Gasset- es .la maraña de asuntos ... _ en que. el hombre está, quiera o
no enredado, }' el hombre es el ser que, quiera O no, se halla consignado a nadar
en ese mar de asuntos ... "
No se trata en manera alguna de rescindir en el error del idealismo subjeti-
vista, el cual consideraba el mundo como un producto del yo. Por el contrario,
está justificado afirmar que el mundo es objetivo, algo que el sujeto halla ante
sí, frente a sí; pero algo que tal y como se le presenta depende en alguna medida
del sujeto, pues sin sujeto no hay el mundo concreto al que el sujeto se refiere.
"Mi mundo" concreto está constituido por objetos reales, que sor.. probable-
mente con independencia de mí; pero el número de los objetos que componen mi
mundo, la forma y la estructura en qtl~ se me parecen, la perspectiva en que se
articulan y la significación que tienen para mí, todo eso depende en. alguna rna-
ncra de mi. yo concreto.
Cierto que mediante una construcción intelectual -que, desde luego, estará
justificada-e- cabe que no~ refiramos a un "mundo en si", "el mundo", pura y
simplemente, el cual comprenda la totalidad de cuanto hay, y sin hallarse limitado
ni configurado por la perspectiva del sujeto humano. Peco esa idea de "el mundo
total y en sí" es una construcción intelectual, desde luego correcta y justificada,
pero no es dato de experiencia. Cada sujeto no tiene ante sí la totalidad del mundo
-todos sus objetos- síno algunos de ellos. Así, por ejemplo, en el mundo de los
griegos no había microbios ni .vitaminas, pues aunque de hecho hubiese esas cosas
los griegos no las conocían. Tampoco cada sujeto tiene ante sí "objetos" pura y
simplemente, sino objetos relacionados con él, vistos desde su personal perspectiva.
El mundo en sí, total, no limitado ni estructurado por ninguna perspectiva singular,
sino visto desde todas las perspectivas posibles. no es el mundo. que tiene ante sí
el yo humano, sino el correlato de la Conciencia Divina.s
Así, mi mundo, nuestro mundo, es el conjunto de objetos que tomo en cuenta,
con los cuales tengo o tenemos que habérnoslas de alguna manera, para aprovechar-
los, utilizarlos, O para transformarlos, o para apartarlos, o para destruirlos. As],
pues, "vivir es encontrarnos en un mundo de cosas, que nos sirven O que se nos
oponen, que nos atraen o que repelemos, que amamos o que odiamos; es encontrar-
nos en un mundo de cosas ocupándonos de ellas". La vida consiste en la compre-
sencia del yo con su mundo, en la coexistencia de mi mundo conmigo, como
elementos inseparables, inescindibles, correlativos. Consiste el vivir en el hecho de
que el hombre está siempre sumergido en una circunstancia, es decir, en un mundo
de objetos que 10 circundan, los cuales forman su contorno o su marco concreto,
dentro del cual y COn el cual tiene que ir elaborando su propia existencia.
Primariamente, es decir, en la relación inicial del hombre con el mundo, con
su mundo, éste no se le aparece como una realidad que se componga de cosas,
o sea de algas que posean un ser por sí y en sí. Por el contrario, su mundo le
aparece al yo como un conjunto de facilidades y dificultades, ventajas y desventajas,
de instrumentos, utensilios, enseres, medios que sirven -para sus finalidades, as-
piraciones o urgencias, O de estorbos, faltas, trabas, limitaciones, privaciones, tro-
picios, obstrucciones, escollos, rémoras, obstáculos. Así Ortega y Gasset dice que
para el hombre su mundo consiste en un sistema de importancias (es decir, de
algas que importan, positiva o negativamente}, asuntos o pragmata.
Con este hallazgo de la nueva filosofía de la razón vital -de José Ortega y
Gasset- coincide la-antropología social del eminente profesor inglés S. F. Nadel,
quien dice que "los objetos aparecen no sólo como puntos de partida de los pro-
cesos mentales, sino 'como sus puntos finales o metas, de ~uerte que asumen Iam-
bién, por encima de los acentos 'presentacionales', el de una exigellci<1 al yo: la de
acatar el estado de cosas, o la de evitarlo, o. en general, la de hacer algo en relación
o Sobre este punto puede consultarse otro libro mío donde trato con maj'ur extensión de
los supuestos y desarrollos de esta doctrina. Véase Luis RECAS~:NS SICHES, Tratado General de
Pilosoúa del Derecho, Edit. Porrea. México" 1953, pp. 47-49. 80·8'2. 248-249. :nl·532, Cfr.
también SCHELER (Max), Der Pormalismus in der E/hil! ... 2' ed., pp. 384 Y ss .• 497 y s:-..
629 y ss. Sobre la correlación de los objetos (l1O el sujeto. desde otro punto ..k vista. LUND~Ela;
(George k), Fonndations o/ Sociology. 1939. cap. I.
f/ 114 COSAS PRESENTES Y COSAS LATENTES
"El hombre, cada hombre, tiene que decidir en cada instante 10 q~e va a
hacer, lo que va a ser en el siguiente. Esta decisión es intransferible: nadie puede
sustituirme en la faena de decidirme, de decidir mi vida. Cuando' me pongo en
'manos de otro, soy yo quien ha decidido y sigue decidiendo que él me dirija: no
transfiero, pues, la decisión, sino tan sólo su mecanismo. En vez de obtener la norma
de; conducta del mecanismo que es mi inteligencia, me aprovecho del mecanismo de
la inteligencia de otro"."
La vida es siempre un hacer algo concreto, positivo o negativo, pues si bien
cabe eso que se llama no hacer nada, eso en definitiva también es un hacer vital,
es un decidirse por una de las posibilidades que el contorno ofrece, por la no
actividad y por dejarse llevar por la corriente.
El hacer vital consiste en un determinar qué voy a ser, qué voy a hacer en
el próximo instante; por tanto empieza por ser lo que aún no SOYI empieza por ser
futuro, en ocuparme de lo que he de hacer, o lo que es lo mismo, en pre-ocuparme.
A veces, con frecuencia, parece que el hombre no decide en cada instante lo
que va a ser, lo que va a hacer en el momento siguiente, sino que, por el contrario,
parece que sigue uria trayectoria prefijada con más larga anterioridad y no decidida
inmediatamente antes. Esto es verdad: pero esto' no contradice la observación que
se ha hecho aquí de que el hombre tiene que decidir lo que va a hacer en el m~·
mento venidero. No contradice aquella observación, porque, en tales casos, lo
que sucede es que el hombre tomó una decisión no para el momento inmediata-
mente próximo,' sino para más tarde, por ejemplo, hoy decide lo que va hacer
mañana, o a fines de la semana próxima Cuando se enfrente con un problema
que anticipa mentalmente; o, .en otros casos, acontece que el hombre toma una
decisión no sólo respecto de lo que va a hacer en seguida por una vez, sino
respecto de una conducta que va a repetirse muchas veces o incluso un sinnúmero
indefinido de veces; por ejemplo, el estudiante decide a comienzos de curso que
va a asistir a todas las clases, o un comerciante en un momento crucial de su
existencia resuelve que va a llevar sus negocios siempre con honradez. Adviértase.
sin embargo, que ninguna de esas decisiones, ni las tomadas con anticipación, ni
las tomadas con un propósito de validez o aplicación repetida, constituye una re-
solución irrevocable. Por el contrario, esas decisiones anteriores pueden ser mo-
dificadas en cualquier momento, no tienen nada de absolutamente inexorable. Con-
siguientemente, si el sujeto no modifica o rectifica una decisión tomada con ante-
rioridad. tácitamente la está ratificando, la está manteniendo °
corroborando.
Frecuentemente también la repetida puesta en práctica de una decisión ori-
gina ~n hábito . una forma mecanizada de conducta. La pregunta de hasta qué punto
sea posible y cómo sea posible romper un hábito plantea un problema de otra
índole, a saber: el problema de las condiciones y las limitaciones que los mecanis-
mas biológicos y psíquicos concretos ponen al ámbito de lo elegible para un sujeto,
esto es, al campo de las posibilidades concretas que la vida le depare, y entre las
cuales tiene que escoger en cada uno de los momentos de su existencia. Puede
suceder que una conducta que en un inicio fué el resultado de una libre elección
de la persona, la ser -repetida innúmeras veces se mecanizó, se automatizó, se con-
ll} Cfr. ORTEGA y GASSET (José), Obras Comp/e/~s, Madrid. 1947, tomo V, p. 23.
ENSIMISMAMIENTO Y ALTERACION 117
<,
\
virti6 en un hábito, que se desenvuelve por sí mismo, hasta, el punto de que para ".
romperlo sea necesario contar con energía y habilidad especiales.
Esta enunciación de algunos de los ejemplos de los muchos y muy variados com-
ponentes de la personalidad COncreta del individuo, enunciación que es muy resumida
y que dista mucho de ser completa, da idea de hasta que punto la personalidad hu-
mana es superlativamente complicada.
tanto somáticos como mentales, y también y sobre todo los factores sociales y cultu-
rales. Así como también varían los modos de integración o combinación entre esos
factores, por ejemplo, la aceptación o repulsa que el sujeto haga de determinadas
presiones colectivas, la prosecución sucesiva en la práctica de un hábito, o la de-
cisión de hacer todo lo posible para romperlo, el cambio de opinión, el ca~bio de
actitud producido bien por la acción de factores culturales o sociales, o bien por
decisión individual deliberada y voluntaria.
IO.-EL YO Y LA CIRCUNSTANClA
El somero análisis ofrecido aquí de la personalidad concreta del individuo -aná-
lisis que recoge en términos breves los resultados de los mejores y últimos estudios
antropológicos, biológicos, psicológicos y sociológiccs-s-;" viene a confirmar lo apun-
tado por José Ortega y Gasset'? hace treinta y un años cuando dijo: "Yo soy yo
y mi circunstancia." En efecto, hemos observado cómo los componentes de la
circunstancia, del contorno, se entretejen con mi propio yo, y pasan a formar
parte de mi propia personalidad individual, interviniendo en la organización de ésta,
y pasan de ese modo a integrar mi propia personalidad.
Ahora bien, adviértase que en esa frase de Ortega aparece dos veces la pa·
labra "yo", y que esta palabra tiene significados diferentes la primera y la segunda
vez. La primera vez, cuando dice "yo soy", el vocablo "yo" significa "mi persona-
lidad", la cual comprende la circunstancia como uno de ·sus componentes. En cam-
bio, la segunda vez, cuando dice "yo soy y mi circunstancia" aqui el pronombre "yo"
expresa la unidad radical e invariable de un sujeto, expresa uno de los componentes
de la humana existencia, a saber, el sujeto que coexiste con los objetos, los cuales
están indisolublemente asociados con él mismo, y euyo conjunto es lo que se llama
mi contorno, circunstancia o mundo. La primera vez la palabra "yo" expresa algo
que consta de dos ingredientes, yo mismo y mi circunstancia. La segunda vez, en
cambio, la palabra "yo" denota solamente uno de esos dos ingredientes, a saber,
18 Cfr. ob. cit. en la nota precedente; LINTON (Ralph}, The Cultural Baceground o/ Persa-
nality, Appleton, Nueva York, 1945; SOROKIN (Pitirim A.), Society_ Culture and Persona/ity:
Tbeir Strucssre and DynamicJ, Harper, Nueva York. 1947; MURPHY (Gardner), PersonaJiJy:
A Biosocial Approach to Origins and Structure, Harper, Nueva York, 1947; AseH (Solomon),
Social Psychology, Prentice Hall, Nueva York, 1952; SARGENT (S. Stansfeld), Social Psycbotogv:
An Lntegrasive lnserpretation, Ronald Press, Nueva York, 1950; KATZ (Daniel) & SCHANCK
(Richard L.), Social Psychology, Wiley, Nueva York, 1945; FARI5 (Ellsworth), Tbe Nature 01
Human Nasure and Otber Essals i11 Social PsychoJogy, McGraw.Hill, Nueva York, 1937; BECKER
(H.), GILllN (J.), HALLOWELL (A. 1.), MUROOCK (G. P.), N'WCOMB (T. M.), PARSONS
(T.), SMITH (M. B.), Por a Science 01 Man: Conoergences in Anthropology, Psychology and So-
ciology, MacMillan, Nueva York, 1954; PLESSNER (H.), Die S/ufen des Organiscben, Imd der
Mensch, Leipzig, 1928; GROETHHEUYSEN (B.), Pbilosopbiscbe Anlhropologie, 1931; LANDSBERG
(P. L.), Einteimng in die pbilosopbiscbe Antbropologie, 1934; SOMBART (W.), Vom Me111Chell:
Versuch 'einer geisteswissenscbaitlicben Antbropologie, 1938; HABERLIN (Paul), Der Melluh,
Zurich, 1941; TOURNIER (Paul}, Aus der Vereinsamung zur Gemeinscbaít, Basilca, 19·14; RA-
MOS (Samuel), Hada un Nuevo Humanismo: Programa de una Antropología Filosófica, Fondo
de Cult. Econ., México, 1940; ROBLES (Oswaldo), Esqnema de Antropología Pilosáiico: EllIa)'/)
acerca de las relaciones entre el EsPíritu :1 el Cuerpo, México, 1942; ROURA.-PARELLA. (Juan),
Tema 1 Variaciones de la Personalidad, Instituto de In.. . estigaciones Sociales, Universidad Na-
cional, México, 1950; VITA (Luis Washington), Problemas da Personalidade, en su libro O MiJO
de Heiestos, Ciesp, Sao Paulo, 1959. pp. 225·255. '
111 En su libro "Meditaciones del Quijote"; véase Obras completas, Madrid, 1947. tomo l.
UNIDAD EMPIRICA DE LA PERSONALIDAD 125
}'O mismo, como distinto de la circunstancia con la cual convivo y que se me mete
dentro de mí o que se combina conmigo. Esta segunda acepción es, por lo tanto,
en comparación Con la primera, más restringida; expresa solamente uno de los
componentes de la primera, a saber, apunta al yo como mero sujeto. En la pri-
mera acepción significa la suma o integración del sujeto con su circunstancia o
contorno; en la segunda acepción significa solamente el sujeto.
descubre a una mujer que es exactamente igual a su esposa: tiene la misma cara
y los mismos encantos. Ella insinúa que es la esposa desaparecida y se va a vivir
con él. Pero el marido sigue torturado por la duda de que ella pueda no ser la
misma mujer que él amó ... Si por 10 menos ella quisiera decirle que es la misma
persona,. la desgracia que él está sufriendo terminaría. Sin embargo, ella se niega
a decirle-tal cosa, pues parece que desea que el marido la ame por lo que es ahora,
independientemente de que sea o no la mujer que desapareció. Ella promete hacerse
a sí misma tan igual a la otra mujer como sea posible. Pero el hombre no halla
aquietamiento para sus dudas. y. por fin, se separan".
La identidad personal tiene dos aspectos mutuamente relacionados: la identid-ad
del yo, para el propio )'0, el sentido que una persona tiene de ser idéntica a sí
misma, a pesar de todas sus variaciones y cambios"; y el reconocimiento de esa iden-
tidad por los otros. Tener una identidad significa sentirse uno mismo el yo que es;
y significa además que los otros me conozcan como la misma persona.
Sobre este último punto, Asch da ilustraciones tomadas también del campo de
la dramaturgia;" En la comedia de Plauto "Los Mellizos", dos hermanos gemelos
idénticos no se conocen uno a otro y cruzan sus respectivos caminos. El círculo
social en que se mueve cada uno de los dos no sabe de la existencia del otro gemelo.
Así, resulta que sus respectivas identidades son continuamente confundidas por los
parientes, amigos y conocidos, dando ello lugar a muchas marañas y situaciones con-
tradictorias. Sin embargo, las dificultades quedan resueltas rápidamente tan pronto
como los dos personajes son identificados y sus respectivas acciones atribuí das corree-
tamente a uno u otro. Independientemente de los efectos cómicos que se producen,
esta pieza teatral hace observar cuán radicalmente quedan minadas las. condiciones
de una acción por esta simple perturbación en el campo social. La identidad de la
persona para sí misma y su identidad para Ics demás son una condición estricta-
mente necesaria para que se den en el campo social unas relaciones ordenadas.
"Encontramos un dilema más serio y más profundo en el "Anfitrión' de Plauto
y. en la adaptación de Moliere. El dios Mercurio finge ser el sirviente Sosia frente a
la casa del amo de Sosia, Anfitrión. Cuando Sosia llega con un mensaje de su amo,
Mercurio lo detiene, y violentamente, con pruebas irrefragables, establece que él es
\,
Sosia. No sólo ha adoptado la forma corporal de Sosia, sino que además tiene cono-
cimiento de todo Jo que le ha pasado a Sosia, incluso del mensaje secreto de su amo.
Todo esto produce en Sosia el efecto de que se tambalee en una mar de dudas. Sosia
nunca había dudado de que él era él mismo y de que no había otro igual a él. Pero
la evidencia es tan abrumadora, que ya algunas dudas empiezan a perturbar la creen-
cia sobre su propia identidad que antes habla sido axiomática para él. Cuando re-
gresa maltrecho a su amo, Anfitrión le pregunta: "¿quién te pegó?" A esto Sosia
contesta: "[Bueno, yo mismo, el otro yo que está en casa!" Su dificultad es mis \
profunda que la de los hermanos de "Los Mellizos" de Plauto. A éstos les pasaba
que los' confundían uno con otro, mientras que a Sosia no lo confunden con nadie.
. Desde todos los puntos de vista su lugar está plenamente ocupado, }' no hay lugar
para el Sosia extra. Nos reímos de Sosia cuando él duda de su propia identidad,
pensando que estaba equivocado al dejarse llevar por la duda, pues incluso si hu.
biese encontrado un regimiento de Sosias idénticos, no habría tenido razón en ceder
I
;::, Cfr. ob, cit. en la nota Nv 14 de este cap., p. 283.
IDENTIDAD DE MI YO PARA LOS OTROS 129
cionar, de actuar, por otros seres humanos, bien por determinadas personas con
quienes hemos estado en extensa e íntima relación, como por ejemplo. nuestros
padres, hermanos, amigos de infancia, bien por los miembros de los grupos a los
que- pertenecemos (v. g.: vecindad, comunidad local, estirpe étnica, escuela, co-
munidad nacional, círculo cultural, clase social, profesión, etc.); modos de com-
portamiento que son en alguna medida la reacción frente a conductas de otras gentes
con quienes hemos estado o estamos en trato; maneras de comportamiento que son
el resultado de las lecciones sacadas de experiencias de anteriores relaciones sociales;
actitudes y prácticas configuradas por la presión de la opinión pública dominante
de las creencias colectivas preponderantes, de las costumbres en vigor; actitudes y
acciones que representan una imitación --consciente o inconsciente-- de otras perso-
nas; hábitos adquiridos en el cumplimiento de modos sociales de vida; hábitos for-
mados en el ejercicio de una profesión; la huella efectiva dejada en el subconsciente
por experiencias infantiles -p. e.: los "complejos" en el sentido dado a esta
palabra por el psicoanálisis-, o la huella más o menos consciente impresa por ex-
periencias en la edad adulta; las ambiciones estimuladas por el ejemplo de otros
individuos; la euforia y optimismo producidos por triunfos sociales; el apocamiento,
la desconfianza, o la inseguridad que previos fracasos crean en el ánimo; prefe-
rencias, aficiones, entusiasmos o fobias que se le meten a uno dentro por contagio
del medio social ambiente en que se vive; etc.
Esa lista de ejemplos de componentes sociales de la personalidad no pretende
ser exahustiva, ni es ofrecida en forma clasificada. Por el contrario, pretende sola-
mente ofrecer algunos ejemplos que pongan de manifiesto cuán múltiples y cuán
variados son los factores e ingredientes sociales de la personalidad.
A pesar de la heterogénea variedad de esos factores y componentes, todos ellos
son incluidos en el grupo de factores sociales, porque cada uno de ellos. indepen-
dientemente de cual sea su índole, ha entrado a formar parte de la personalidad
por virtud de influencias sociales. Lo mismo si se trata de unas ideas matemáticas
aprendidas en la escuela, que si se trata de una actitud creada por el ejercicio de
determinada profesión, que si se trata de una arrogancia transmitida por el orgullo
del grupo, ete., en todos los casos tales factores han pasado a formar parte de la
personalidad por virtud de relaciones interhumanas.
Hasta cierto punto puede decirse- que en la personalidad se refleja en alguna
medida el mundo social y cultural en que se vive. Las situaciones sociales en que
un individuo está inmerso, y la cultura en que participa, configuran en gran pro-
porción su personalidad, así como también moldean en no pequeña medida el
desenvolvimiento concreto de su vida.
Los factores e ingredientes sociales moldean la personalidad y la "ida en gran l
medida, pero no totalmente, porque según se expuso ya, la personalidad está in- i
tegrada por una varia multiplicidad de factores, entre los .cuales si bien ciertamente
figuran los factores sociales como muy importantes. éstos no son los únicos, sino
que por el contrario, figuran otros muchos y varios factores individuales. Recuér-
dese, por ejemplo, el yo profundo, es decir, la raíz intransferible e insobornable de
t
la propia individualidad. Recuérdese asimismo los factores biológicos y psicológicos
constitucionales. Y, además, téngase en cuenta también la acción individual crea-
dora y el reflujo que esta propia inventiva opera sobre la personalidad.
INGREDiENTES SOCIALES DE LA PERSONALIDAD 131
depara el contorno de cada sujeto en cada uno de los momentos de la vida de éste.
El sujeto no está forzosamente predeterminado a seguir una de esas posibilidades y
dejar las demás. Por el contrario, tiene que elegir entre esas posibilidades. Vivir es
hallarse siempre,. efectivamente o potencialmente, en un cruce de caminos, teniendo
que elegir uno entre ellos. Por eso el hombre es albedrío.
Ese repertorio de caminos es diverso para cada sujeto; y es diverso también res-
perto del mismo sujeto en cada uno de los momentos de su' vida. La variedad en los
repertorios de posibilidad está determinada por la variedad de las pesonalidades con-
cretas-de los varios individuos y de sus respectivos contornos) así como por la va-
riedad de esas personalidades y de esos contornos en cada momento. Por éSO, no
todos los sujetos humanos pueden hacer las mismas cosas, .ni uno puede tener las
mismas posibilidades en todos los instantes. Pero cada uno de ellos, en cualquier
coyuntura de su vida, se halla ante más de una sola posibilidad.
En parte, las posibilidades concretas de cada sujeto dependen de la realidad
particular de su propia personalidad individual, así de su temperamento, de su ta-
lento, de su fuerza de voluntad, etc.
En parte, las posibilidades concretas de cada individuo están determinadas tam-
bién por las características y aptitudes de su cuerpo. Así, no todos pueden físicamente
hacer las mismas cosas, por ejemplo, trepar por una fachada, como lo hacía un sujeto
que exibía esa habilidad por las principales capitales del mundo y que se llamaba
a sí mismo "el hombre mosca".
La naturaleza exterior que nos enmarca ofrece. por una parte, una serie de fa-
cilidades -que determinan para el hombre que habita allí algunas posibilidades-,
y, por otra parte, presenta obstáculos y dificultades para la acción humana, las cuales
determinan la imposibilidad de hacer muchas cosas, por ejemplo. volar sin un apa·
rato adecuado. Esa circunstancia natural contiene leyes constantes, por ejemplo,
las físicas y químicas, iguales en todos los -lugares. Pero además presenta pecu-
liaridades en cada lugar, p. e., el marco geográfico y las condiciones climáticas.
No circunda al hombre solamente la naturaleza exterior en estado virginal, sino
además todo el mundo de la técnica -y de la cultura en general- que se interpone
entre la naturaleza y el ser humano. determinando una importante ampliación y mo-
dificación de las posibilidades, y aumentando formidablemente la potencia de la
persona. Puede decirse que en gran parte entre el hombre y la naturaleza se da todo
el aparato de la cultura, la cual comprende la técnica, y ésta constituye una transfor-
mación de la naturaleza y -un dominio sobre ella.
La sociedad condiciona también positiva y negativamente el número, la índole
y la calidad de las posibilidades para la vida de una persona humana, de muy varias
maneras, por ejemplo:
A) El patrimonio social que integra la personalidad concreta del individuo, es
decir, todo lo que. éste ha aprendido de los demás y de la tradición histórica, de-
termina una serie de posibilidades particulares de conducta.
B) La realidad de los prójimos circundantes (pocos o muchos, propios u hostiles,
inteligentes o torpes, deseosos de cooperación o, por el contrario. tendientes al ais-
lamiento, etc.) , con la serie de múltiples y variadas influencias que ejercen sobre
una determinada persona humana, determinan para ésta posibilidades e imposibili-
dades, facilidades y dificultades en su comportamiento.
134 LIBRE ALBEDRIO
e) Los grupos sociales, entre ellos el Estado, en los cuales participa una persona,
abren a ésta posibilidades de conducta mediante la garantía de una serie de líber-
tades y mediante varios estímulos, y cierran otras posibilidades por prohibiciones O
restricciones que imponen a la voluntad.
D) La cooperación, que ofrezcan o nieguen muchos grupos sociales, especial-
mente los organizados, condiciona notoriamente el ámbito de posibilidades para la
conducta de una persona.
E) Es obvio que la posición económica, la cual es un hecho social, amplía o
limita el campo de las posibilidades que se le 'ofrecen a una persona humana en las,
sucesivas etapas de. su vida.
F) La acción del medio colectivo ambiente (conjunto de factores sociales que
envuelven nuestra vida y actúan sobre ella) es otro de los determinantes sociales
de las posibilidades que se deparan paraIa conducta de un sujeto.
Así, pues, el ámbito vital concreto y el conjunto de posibilidades que éste ofrece
son diferentes para cada sujeto, según cuáles sean las capacidades de su psique, las
aptitudes de su cuerpo, el lugar donde esté, la educación que haya recibido, la situa-
ción social que ocupe, los medios económicos de que disponga, la atmósfera colectiva
que respire, las ventajas de que disfrute, las restricciones que sufra, etc. Este ámbito
concreto, delimitado por los componentes del contorno y la estructura que formen,
constituye lo que está determinado en la vida humana de cada sujeto. Pero dentro de
ese hueco, el hombre halla ante sí siempre la posibilidad de diversas conductas en
cada momento; y el hombre tiene que elegir por su propia cuenta algunas de esas
conductas posibles para él, puesto que no se halla predeterminado a emprender foro
zosamente una sola de ellas. Los caminos que se abren ante cada sujeto -yen cada
momento de su vida- son diferentes en cuanto a la cantidad y en cuanto a la ca-
lidad, de los que se ofrecen a otros sujetos. Por ejemplo, no pueden hacer lo mismo
un acróbata analfabeto, un profesor de filosofía, el presidente de una república, un
petimetre, y un poeta. Muchas de las cosas que uno de eIJos puede hacer están fuera
del campo de las posibilidades de los demás, y viceversa. Talento, salud, cultura,
nacionalidad, lugar en que se habite, eec., son determinantes de posibilidades y de
imposibilidades. Pero todo individuo humano puede hacer, en cada instante de su
vida, más de una sola cosa. Por eso todo yo humano es albedrío.
La determinación de cuál sea el repertorio de vías posibles para el comporta-
miento de un sujeto humano en un determinado momento habría de comprender un
estudio combinado de análisis psicológico, de dictamen biológico, de ponderación de
los factores geográficos, de examen del medio cultural, de determinación de su
educación, de. averiguación de su capacidad económica, etc.
El hecho' del yo, inserto en un ámbito o margen determinado, pero con alguna
holgura dentro de éste, 'pudiendo decidir entre las varias posibilidades que le depara,
no presenta una excepción en el cumplimiento de las leyes causales de la naturaleza.
Lejos de esto, constituye simplemente la irrupción de .un plus de causalidad en la
serie de los fenómenos de la Naturaleza. La decisión del yo, al traducirse en con-
ducta, no viene a romper el norma! cumplimiento de las leyes causales, sino que
ingresa en el mundo de la causalidad natural en forma de un nuevo fenómeno na-
tural; inserta en la serie de nexos causales algo así Como causas primeras que no
emanan de otras causas naturales anteriores, pero que sí producen efectos reales
UBRE ALBEDRIO 135
iniciativas; las gentes que tienen la misma lengua materna presentan un similar es-
tilo mental; los ciudadanos educados en el ejercicio activo de la democracia tienen
muchos rasgos en común, pero de sigrio- contrario, los súbditos educados en un ré-
gimen autocrático; etc.
3. Pero sucede que, Sin perJuICIO de las analogías universales entee todos los
seres· humanos, y sin perjuicio también de las semejanzas entre muchos seres hu-
manos por razón de la posesión de ciertas características especiales, cada individuo
bsmano es diferente de Iodos los demás individllos humanos.
Esta 1Inicidad de cada individuo es precisamente esencial a lo humano. Ser hom-
bre quiere decir ser un individuo único, diferente de todos los demás, incanjeable,
intransferible, singular, irreductible al cualquier otro. •
Tal unicidad ha sido subrayada vigorosamente tanto por la filosofía, especial-
mente por el pensamiento contemporáneo, como por las ciencias empíricas de lo
humano, la antropología, la psicología y la sociología.
El filósofo y sociólogo judío-alemán Max Scheler -uno de los más grandes
pensadores del siglo xx- ha demostrado que la persona es una individualidad con-
creta, singular y única. que es el correlato de su mundo en el cual ella se vive a
sí misma, y que además constituye una vocación y una perspectiva particular para
la realización de los valores.v
José Ortega y Gasset" ha descrito el yo índividual como un proyecto singular
de vida, que nuestra voluntad puede realizar o no, pero cuyo plan 00 depende de
los pensamientos ni de la voluntad del sujeto, sino del hecho inesquivable de ser
cada quien algo así como un personaje programático único. "El yo es, por lo tanto.
un proyecto de su vida. Pero no se trata de un proyecto ideado por él ... , prefe-
rido libremente. Este proyecto se lo encuentra ya formado al encontrarse viviendo.
Los antiguos usaban confusamente de un término cuyo verdadero significado coin-
cide con ese que he llamado proyecto vital: hablaban del Destino y creían que
consistía en las cosas que. a una persona le pasan. Pronto se advierte' que' una misma
aventura puede acontecer a dos hombres y, sin embargo, tener en la vida de uno
y otro valores distintos y hasta opuestos, ser paratvqo una delicia y para otro un
desastre. Lo que nos pasa, pues, depende para sus efectos vitales, que es lo decisivo,
de quien seamos cada uno. Nuestro ser radical, el proyecto de existencia en que
consistimos, califica y da uno u otro valor a cuanto nos rodea. De donde resulta
que el verdadero Destino es nuestro ser mismo. Lo que fundamentalmente nos pasa
es el ser que somos". " ... Es vano pretender modificar ese que somos. Si en vez
de ser nuestro auténtico yo fuese s610 algo nuestro --como el traje, el cuerpo, el
talento, la memoria, la voluotad-, podríamos intentar corregirlo) cambiarlo, pres-
cindir de él, sustituirlo. Pero ahí está, es nuestro ser mismo, es el que queramos o
no tenemos que ser". "Somos nuestro Destino, somos proyecto irremediable de una
existencia. En cada instante de la vida notamos si su realidad coincide o no con
nuestro proyecto, y to~o lo que hacemos para darle cumplimiento".
35 Cfr. SCHELER (Max) , Der Pormalismns in der E¡/;ik... 2' cd., 1921, pp- 284 Y ss.,
497 y 629 Y ss. (Hay traducción española "Etica'"}
SS., .
36 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), Obras Completas, Madrid, Rev. de Occidente, 1947,
tomo IV, pp. 77 y ss.
140 UNICIDAD DEL INDIVIDUO HUMANO
sin embargo, las diferencias entre esas personalidades pueden ser todavía más
notables. Esas diferencias pueden ser debidas, en parte, al hecho de que la situa-
ción traumática en cada caso tenía rasgos únicos, y en parte porque en el mo-
mento del trauma la personalidad -de cada niño, la cual entonces ya era única,
respondió de, una manera única. Así, pues, hay unicidad en cada ambiente; pero
todavía hay más: hay también unicidad determinada por el número, las especies,
y el orden temporal de las situaciones críticamente determinantes encontradas en
el curso de la vida."
El psicólogo norteamericano Gardner Murphy" hace notar que ya G.,W. AIlport
mostró elocuentemente que la personalidad es siempre única; y que muchos de los
mejores trabajos sobre este tema se centran hoy en día en este principio, que ha
quedado sólidamente establecido.
Todo 10 expresado hasta aquí sobre el carácter único de cada personalidad in-
dividual, se refiere a la personalidad como tal. Se refiere tanto a la personalidad
concreta de cada individuo, en tanto que resultado unitario del conjunto de los va-
rios componentes que la integran, como asimismo a la dimensión también exclusiva
y única del yo. La unicidad del yo profundo, así como la unicidad en la constelación
de todos los ingredientes que intervienen en cada personalidad, determina la uni-
cidad de la personalidad de cada individuo, el hecho a la vez profundo y visible de
que cada individuo es, desde ciertos puntos de vista, difer:ente de todos los demás
individuos de la especie humana} y de que constituye un sujeto único, exclusivo,
Incanjcable, insustituible. Ahora bien, además de esta unicidad, que se predica de
la personalidad como una unicidad, cabe que observemos las varias diferencias par·
ticularcs que se dan entre los varios individuos desde otros puntos de vista.
La observación común y cotidiana nos muestra que las personas humanas di-
fieren entre sí en muchísimos de los caracteres físicos y psíquicos.
Aparte de las diferencias en cuanto a sexo, tipo sanguíneo, huellas digitales,
tipo de constitución orgánica y edad, los seres humanos difieren también en otros
caracteres físicos, como por ejemplo, estatura, fisonomía, vigor muscular, agilidad,
timbre de voz, color de los ojos, color de la piel, etc.
Difieren también los seres humanos en cuanto a caracteres psíquicos, por
ejemplo, en cuanto a los talentos especiales, en cuanto al grado de inteligencia, en
cuanto a la aptitud para la abstracción, en cuanto a la capacidad, volumen, exactitud
y persistencia de la memoria, en cuanto a la rapidez de la evocación, en cuanto al
vigor de la fantasía, en cuanto a la fuerza de voluntad, en cuanto al temperamento
emocional, etc. La experiencia común y cotidiana nos muestra que en cuanto a
inteligencia, hay grandes filósofos como Aristóteles y hay idiotas. En arte hay
grandes pintores, como Velázquez, y gentes cuyos dibujos disminuyen el valor del
papel en que los hicieron. En un millar de niños elegidos al azar que dedican igual
cantidad de horas y de esfuerzo para aprender a leer, unos adelantarán el doble
o el triple de lo que adelantan oeros.» Hay quienes poseen un talento matemático,
mientras que carecen de comprensión para la literatura; mientras que otros, que
descuellan en la filosofía, son incapaces de realizar una suma sin equivocarse.
-J'I Cfr. MURPHY {Gardner}, Personality: A Biosocial Approach lo Origins al1d Strucmre.
Harper, Nueva York, 1947, pp- 43 Y ss.
4'1 Cfr. THORNDtKE (E. L.), Human Neture and tbe Social Order, MacMilIan, Nueva
York. 1940, p. 221.
",
142 UNICIDAD DEL INDIVIDUO HUMANO
Difieren también los varios individuos en cuanto a sus aficiones y deseos. Una
persona renunciará a la comida para poder ir a escuchar de pie una ópera, mientras
que otra persona no escucharía esa ópera aunque la ejecutasen al pie d~ su ~'~ntana.
Una mujer auxiliará a los desvalidos sin otra recompensa que la satisfacción que
le proporciona el alivio que les dió, mientras que otra persona no se preocupará de
ellos más que del polvo que pisan' sus pies: La mayor parte de las gentes prefiere
la compañía, pero hay i-ndividuos que prefieren la soledad, como los eremitas.
El fondo decisivo de nuestra individualidad consiste sobre todo en un sistema
nato de preferencias y desdenes, algo así como una batería emocional de preferen-
cias y de repulsiones. "Antes de que conozcamos lo que nos rodea vamos lanzados
por el corazón en una u otra dirección, hacia unos u otros valores". 42
Se diferencian unos individuos de otros por la trayectoria singular y única de
la vida de cada cual. El pasado de cada individuo influye sobre su presente, entre
otras razones porque provee a la persona con un fondo de experiencias a su espalda,
las cuales actúan como un aleccionamiento.
También se diferencian los individuos entre sí por determinantes sociales, por
ejemplo: .por los grupos a los que pertenecen, por .las funciones que realizan, tales
como la profesión de cada uno, el papel que desempeñan en los grupos en que
participan, la opinión que cada cual merece a los demás miembros de un grupo,.
por el rango que ocupan en los varios grupos de que forman parte, por la _posi-
ción económica que tienen, por el influjo mayor o menor que ejercen sobre otros
sujetos, por la acción más o menos fuerte que los demás desarrollan sobre ellos, etc.
Hay un enorme número y una enorme variedad de diferencias entre los indi-
viduos, las cuales se deben a determinantes culturales: lo que ha aprendido cada
uno, cómo 10 ha aprendido, la iIifluencia que eso que aprendió ejerce efectivamente
sobre su vida, qué clase de influencia sea ésta, hasta dónde y qué manera actúe
sobre su propio pensamiento, sobre sus emociones y sobre su conducta, etc
En cuanto a las funciones de la vida humana, las cuales son constantes en
cuanto a- su presencia, puede decirse que esas mismas funciones son realizadas siempre
de diversa r:nanera. En efecto, el hombre hace siempre las mismas cosas} pero las hace
siempre de modo diferente. Ahora bien, esta observación que en cierta medida tiene
validez para las vidas individuales, se aplica sobre todo a la caracterización de la
variedad de culturas, correspondiente a la variedad de situaciones social-históricas.
.Los hombres cumplen siempre funciones religiosas, de conocimiento, de expresión
artística, técnicas, económicas, políticas, jurídicas, etc. Pero el Derecho es vario en
los diversos pueblos y cambia a lo largo del tiempo. También el Arte es vario}' unos
estilos van sustituyendo a otros. Y lo mismo puede decirse de las demás ramas de
la cultura, en cada una de las cuales se manifiesta, se cumple y se objetiva una de las
funciones propias de la vida humana.
•
PLASTICIDAD Y V AR/EDAD DE LA VIDA HUAIANA 143
Es cierto que en todos y cada uno de los sectores del Universo observamos una
.muy rica variedad, hasta el punto.de que de cada realidad concreta podemos predicar
la dimensión de ser única, de ser diferente de todas las demás de la misma especie.
No sólo cada árbol es único, sino que también son únicas cada una de sus hojas.
El examen matemático y microscópico ha demostrado que cada copo de nieve es
'único. Lo es también cada formación geológica. Esta unicidad de cada una de las
<osas en el mundo eu relación con sus semejantes de la misma especie no depende
probablemente de los componentes de cada cosa, sino más bien de la combinación y
-de la interacción entre esos componentes. A pesar de esa unicidad de cada una de
las cosas de una especie, ha sido posible elaborar un conocimiento científico de ellas,
porque la ciencia con sus métodos de análisis, medida y .conceptualización logra
aprender los caracteres generales; y así, aunque cada árbol es diferente y cada hoja
-es única, hay una decida botánica; y a pesar de que cada copo de nieve es único
.hay una ciencia de la cristalografta."
Ahora bien, la variedad de lo humano no es un caso más de la variedad que
.hallamos entre las cosas de cada una de las especies de seres que en el mundo hay.
Es una variedad en cuanto a las diferencias no solamente mucho más extensa que
-cualquiera otra de las variedades que encontramos en el Universo dentro de la misma
especie de seres. Es, además, una variedad de una categoría diferente de todas las
-otras variedades. En una variedad ontológica. Tanto, que para aprehender lo hu-
mano no sirven las categorías ni los conceptos manejados por las ·ciencias de ideas,
ni por las ciencias de la Naturaleza. Por el contrario, hay la necesidad de hallar
'otras categorías y otros conceptos. Porque sucede que en lo humano hallamos no
·sólo una gran variedad en cuanto a la personalidad concreta de cada individuo, por
razón de la variedad de las concreciones de múltiples y varios ingredientes bicló-
.gicos y psicológicos, concreciones cuyo resultado es la personalidad de cada sujeto.
"Hallamos desde luego tales variedades, y, por consiguiente, el carácter único de cada
.personalidad individual. Pero, esto, en definitiva sería algo parecido -aunque sólo
'hasta cierto punto-- a la variedad que encontramos dentro de cada una de las es-
'pecies de cosas en el mundo. Tanto es así, que, a pesar de esas variedades humanas,
se han podido desarrollar una ciencia biológica del hombre, y una ciencia psicoló-
.gica de la personalidad. a la cual no trata solamente de los casos singulares, sino de
las leyes de organización de los componentes de la personalidad. Pero sucede que
-además de esas variedades biológicas y psicológicas, y consiguientemente de la per·
sonalidad, hay otro tipo de variedad, que es muchísimo mayor, y de otra índole:
.la variedad en cuanto a la realidad concreta de 10 que cada vida humana es. Siguiendo
.3 Ortega y Gasset, pensemos en un minuto "todas las cosas que el hombre ha sido,
-es decir, que ha hecho de sí -desde el salvaje paleolítico hasta el joven surrealista
-de Parfs"." De la hembra paleolítica han salido Santa Teresa de Jesús, Madarne de
Pompadour, Helen Keller y Eleanor RooseveLt. Del primitivo que no puede contar
.arriba de cinco salieron Newton y Einstein. Pensemos 'en la variedad. sustancial que
·se da entre tantos y tantos seres humanos, por ejemplo: entre Sócrates, San Fran-
ósco de Asís, Gengis-Khan, Isabel la Católica, Casanova, Charles Chaplin y Trotzky.
43.Cfr. ob, y lug, cit, en la nota Nq 30 de este cap.
44Cfr. ORTEGA y G .... SSET (José), Obras Completos, Madrid, Rev. de Occidente, 1946.
eomc VI, pp. 34 Y ss.
144 PLASTICIDAD Y VARIEDAD DE LA VIDA HUMANA
'u Cfr. DILTHEY (W.), Obras 1. In1rodllqiólJ a las Ciencias del Espíritu, VI. Psicologla )'
Temía del Conocimiento, VJI. El Mundo Histórico. versión, prólogo y notas de Eugenio Jmaz
Fondo de Cultura Econ., México, 1944 y 194:L '
"'1 Cfr. ORTEGA Y GASSET (José), Obras Completes, seis tomos, Madrid, 1947 .
..~ Cfr. COLl.INGWOOD (R. G.), The Idea 01 History, Oxford, Clarendon Prcss, 1946' A'J
E!SilJ O}J Melaphyúcs, Oxford, Clarendon Press, 1940. '
PLASTICIDAD Y VARIEDAD DE LA VIDA HUMANA 145
ea Cfr. MONTAGU (Ashley), The Biosocial Nalure 01 Mal1, Grove Press. Nueva York,
19%, pp. 9 y ss.
CAPiTULO VIII
// r.-PRELIMINARES
/ / / La existencia humana es esencialmente una existencia social, incluso la exis-
/ tencia del ermitaño en el bosque, la de Robinson Crusoe en su isla, y la de un preso
en su celda.
Al hablar de la esencialidad de lo social en la vida humana, no se piensa en la
pertenencia y participación en un cierto grupo social o en otro grupo determinado,
por ejemplo, la familia, el grupo de juego, la comunidad religiosa, la tribu, la na-
ción, la escuela, el club o la asociación mercantil. Todos esos grupos presuponen
la existencia de lo que podríamos llamar el hecho social básico de la sociedad en
términos generales, porque nacen o son .creados de ella como suelo nutricio, y
sobre ella como base, y dentro de "ella como marco necesario.
Vale, pues, la pena de detenerse a contemplar y analizar ese hecho social
básico, la sociedad en términos generales. que es la fuente y el cimiento de todos
'los muchos y muy variados grupos concretos, de esa sociedad en términos generales,
en la que todos los hombres han vivido. tienen que> haber vivido, y viven, para que
. sea posible que participen en grupos concretos, o funden asociaciones particulares.
Por hecho social básico, o sociedad en términos generales, no se entiende un
grupo previo cronológicamente a los otros grupos, o un grupo más extenso que
todos los demás grupos, dentro de cuyo perímetro éstos surgirán y se desarrollarían.
No es eso. Se trata de otra cosa. Se trata de lo que podría ser llamado los deterrni-
nantes o constituyentes esenciales de lo social en la vida humana.'
1 RIIiZLER (K.), Mal1: Mlltah/eandInmutable. Regnery, Chícago, 1950, p. 16.
146
/
EsnC1ALlDAD DE L.-i RELAClON CON EL PRO//NO 147
por tanto, si ve que voy a actuar sobre él prepara .su reacción a ese mi esperado
acto, y cuando éste se ha producido, puede producirse también la reacción del animal.·
"Mi acto, -insiste Ortega y Gasset, de quien son estas observaciones-, aun en
estado de puro proyecto, va al animal; pero vuelve a mí en sentido inverso, anti-
cipando la réplica del animal ... Cuando me acerco al caballo para ensillarlo, cuento
desde luego con su posible coz .. :'
Adviértase la diferencia esencial entre mi relación con la piedra y la planta,
por una parte, y mi relación con el animal. La piedra me es, pero yo no le 10'1
a la piedra en absoluto. No cabe, pues, comunidad entre la piedra y yo. Por el con-
trario, en el caso del animal la relación es por entero diferente: "no s~10 el animal
me es animal y tal animal -mi comportamiento varía según sea la especie: no
me comporto igual frente a un jilguero y frente a un toro-- ... sino que también
yo Je JOY, a saber, le soy otro animal". Decir que el animal y yo somos podría tener
ya alguna dosis de sentido. el cual sería imposible en absoluto si intentáramos decir
absurdamente que la "piedra y 'yo somos". El animal y yo somos, porque mutua-
mente nos somos, porque hay entre los dos alguna mutualidad o reciprocidad; por~
"que no sólo él existe para mí, sino que también yo existo para él; por lo tanto,
coexistimos.
La palabra social parece indicar ya de buenas a primeras una realidad de com-
.portamientc recíproco: '.'no sólo yo soy centro emisor de actos h~cia otro ser, sino
que ese otro ser es también centro emisor de actos hacia mí y, por tanto, en mi
acción tiene que estar ya anticipada la suya, se cuenta con la suya porque en la suya
se cuenta también con la mía: ... los dos actuantes se responden mutuamente, es
decir, se corresponden".
Ahora bien, sucede que el animal puede corresponder sólo a un reducido re-
pertorío de actos míos, y hacerlo únicamente con un repertorio también muy exiguo
de actos suyos. La mutua relación entre el animal y yo es, pues, muy limitada, y,
a la vez, bastante confusa.
Es curioso que varios sociólogos del siglo XIX -incluso algunos del siglo
xx- tuvieron la ocurrencia de hablar de sociología itnimal, pero teniendo a la vista
no las posibles y limitadas relaciones entre hombres y animales, sino algunas con-
ductas de las hormigas y de las abejas, así como de los grupos formados por los
gorilas y otros mamíferos. Ahora bien, lo que parece evidente es que aquellas for-
mas de conducta animal, de organización, aunque a primera vista pudiesen guardar
una similitud (aunque remota) con estructuras sociales, constituyen hechos, en tanto
que regidos por el instinto, por completo diferentes de los comportamientos pro-
piamente humanos.
Por otra parte, la relación entre el hombre y el animal, aunque contenga re-
ciprocidad, mutualidad, no parece que pueda ser considerada como un hecho social.
Ya se ha señalado que la coexistencia o convivencia entre el hombre y el animal es
muy limitada, y además muy confusa. El animal se nos presenta con un Ser muy
ambiguo, que nos azora. "No sabemos bien cómo tratarlo, porque no vemos clara
su condición. De aquí que en nuestra conducta con él nos pasamos la vida oscilan-
do entre tratarlo humanamente o, por el contrario, vegetalmente y aun mineralmente".
Por el contrario, el otro hombre, como dice el profesor argentino Francisco
Romeros no es para el "yo" propio una "cosa", un fragmento de una realidad que
3 Cfr. ROMERO (P.)", T ..orlo del Hombre. Ed. Losada, Buenos Aires, pp. 293 y ss.
LA nELACION CON EL OTRO HOMBRE 149
5 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), El Hombre J' la Gente (Obras inéditas), Revista de Occi-
dente, Madrid, 1957 pp. 113·138.
II Cfr. ob. cit. en la nota precedente, p. 194.
1 Aunque aprovecho algunas certeras ideas de Francisco Romero, en este punto concreto
discrepo de él. Mientras que Francisco Romero cree que "con el yo ajeno, si entra en efectiva
relación con el nuestro, nunca somos neutrales", en cambio yo creo que es posible que se dé
esa relación de neutralidad, aunque ella no sea frecuente.
PERCEPCION DEL YO AJENO 151
Si decimos "nosotros los hombres", entonces expresa la suma total de los "yos",
expresa la conciencia de la radical y esencial comunidad humana. Pero esa palabra
"nosotros" se la emplea también frecuentemente en una extensión mucho más li-
mitada, expresando solamente una zona parcial de coincidencia, más o menos perma-
nente, o más o menos ocasional, por ejemplo. al decir: nosotros los mexicanos,
Jos de nuestra familia, los occidentales, los cristianos, los abogados, los pertenecien-
tes a tal clase social, los adherentes a cierto partido político, los vecinos de este
barrio, los enfermos del estómago, los lectores de determinado diario, los asisten-
tes a una representación teatral... Cualquier grupo humano puede constituir un
"nosotros" cuando hay alguna coincidencia o concordancia, la cual puede ser de
tipos muy diversos, y puede ser incluso mínima, y aun al margen de una pugna
muy enconada, como cuando dos adversarios dicen a un tercero que trata de mediar
entre ellos: "no se meta en lo que no le importa, pues este asunto es nuestro y lo
arreglamos nosotros",U
Se ha observado acertadamente que el individuo tiene en su conciencia una
experiencia directa del nosotros, es decir, de su pertenencia a grupos sociales, Esta
pertenencia en muchos casos se la siente como un dato primario, incluso se la siente
en ocasiones como algo anterior a la conciencia de la propia individualidad desde
el punto de vista cronológico.
A este respecto Francisco Ayala.w una de las mentes más finas y más cons-
tructivas en el análisis y en la comprensión de los fenómenos sociológicos, presenta
este tema en los términos siguientes: "¿Cuál es el sentido que, en términos gene-
rales, tiene la experiencia del nosotros? La estructura de esta experiencia nos revela
en ella una operación diferenciadora practicada con vistas a la reducción y afir-
mación de la propia personalidad que, antes de alcanzar el yo, trata de concretarse,
por 10 pronto, en vivencias de grupo. La conciencia del nosotros aísla al grupo de
que formamos parte trazando una divisoria entre nosotros-y 105 demás, mediante
la cual comenzamos a adquirir perfil y substantividad frente al resto indiferenciado
de 10 que existe, del conjunto de los seres humanos. La literatura ha fingido, y
a veces con enorme eficacia dramática, casos de amnesia tarr completa que aniquila
el pasado y borra de la conciencia la continuidad del yo: en la línea de fuego, un
soldado ha sufrido, por ejemplo, el terrible accidente como secuela de una grave
herida, y al restablecerse de ésta ignora todo acerca de sí mismo. No sabe siquiera
cuál de las patrias en lucha es la suya. ¿Se imagina el alivio que produciría al hom-
bre caído en una situación semejante poder afirmarse siquiera en el marco de una
nación; poder decir nosotrOS incluyéndose entre sus miembros? Ello equivale a de-
jar de flotar en 10 amorfo e indeterminado y comenzar a hallarse a sí mismo
como participante en un grupo frente a los demás; ello equivale a tener ya una prí-
mera respuesta que dar y darse a la pregunta por el propio ser, aunque sea todavía
tan poco individualizadora. Las experiencias del nosotros son, en suma, escalones
indispensables para alcanzar la noción del yo, sin la que el hombre estaría perdido
en la Naturaleza, con una vaga conciencia de sí mismo, sombra dudosa como la que
guia los pasos de la bestia sobre la superficie del planeta. Esa noción aguda y pre-
13 Cfr. ROMERO (Francisco), ob. cit., p. 286.
14 Cfr. AYALA (Francisco), Tratado de Sociología, tomo 11: Sistema de la Sociología, Edit.
Losada, Buenos Aires. 1947, pp. :55-56.
154 LOS V ARIOS GRADOS DE INTlilUDAD CON EL OTRO
l,!i Cfr. ORTEG.>\ Y GASSET (José). El Hombre J I~ C,nu, Rev. de Occidente, Madrid,
19~9. pp.- 178-179_
EL LOGOS DE LO HUMANO 155
ro.-SOCIEDAD E HISTORICIDAD.
La que acabo de mostrar nos pone en contacto mental con la historicidad, es
decir, con la esencia histórica del hombre. Decir que los hombres son diferentes
en cada momento de la historia contribuye no solamente el resultado de una ob-
servación de los hechos. Es esto, pero es también algo más y muy importante: es
la consecuencia que se deriva mediante el análisis de la estructura y del movimiento
de nuestra vida. Como en cada tiempo el hombre comienza su existencia partiendo
de un nivel histórico diverso del que halló la generación de sus padres, su vida
se desenvuelve sobre un plano diferente, al q~e a su vez la nueva generación apor-
ta nuevas modificaciones; y así sucesivamente.
La historicidad esencial del hombre no implica que no haya elementos fijos
en nuestra vida. Los hay desde luego y muy importantes. En primer lugar, regis-
tremos la homogeneidad de las almas y de los cuerpos de todos los hombres. Ade-
más de esos componentes biológicos y psíquicos constantes, hay también, por lo
~;l efe rfl.OMM [Erich}, AJan /01' Himselj: AIl -/I/(/lIir)' iut a Jh~ Psycbology o/ Etbics,
Rinehart & Co., New York, 1947. pp. 40.41.
SOcloloa1a._11.
162 ESENCIAL HIsi'ORICTDAD DEL HOMBRE
que se refiere a la estructura de la vida humana, en tanto que tal --es decir, en
tanto que humana-, unos elementos permanentes, representados por un sistema
persistente de funciones (religión, conocimiento, técnica, economía, Derecho, arte,
etc). Esas funciones son las constantes de La vida humana a través de todos los
tiempos. En tal sentido cabe decir que el hombre hace siempre las mismas cosas.
Pero a esto hay que añadir que esas mismas cosas la! hace siempre de diferen-
te manera, en virtud de su esencial historicidad; porque el hombre aprende de los
otros hombres, de las gentes que le precedieron y de sus contemporáneos; y por-
que eso que aprende no tiene forzosamente que permanecer invariable a través
del decurso de su existencia, sino que cada persona lo puede reelaborar -algunas
en grande y otras en pequeño-- por su propia cuenta; y muchas de esas reelebora-
ciones individuales se socializan y pasan a integrar y modificar el acervo colectivo.
Por eso con razón observa Julián Marías que "no hay historia más que si hay
muchos hombres, no s610 simultáneos, sino sucesivos; pero tampoco absolutamente
sucesivos --es decir, en promociones sin imbricación- sino parcialmente coexis-
tentes, de manera que el hombre de otro tiempo, el anciano, conviva con el de este
tiempo y se encuentren los dos o más tiempos cualificados en un mismo presen-
te".2. Las" generaciones se solapan: en parte superpuestas, en parte discrepantes.
•
166 OBJETOS CULTURALES
debe de ser. r de los ideales éticos puros, y de los principios de la Estética, y de los prin-
cipios de la Lógica. etc., se debe estudiar la realidad del Derecho histórico, la de las costumbres
efectivamente producidas, la de las obras de arte creadas por los hombres, la de los ensayos
científicos elaborados en el proceso humano, etc. Ahora bien, sucedió que las dos corrientes de
pensamiento mencionadas -romanticismo y HEGEL- incurrieron en el gravísimo error de con-
siderar esos objetos como una realidad independiente con vida propia, aparte las vidas de los
individuos, como manifestaciones de la supuesta alma nacional (según los románticos), como
espíritu (según HEGEL).
Después, la Teoría de la cultura. y de la. historia ha tenido una serie de múltiples desen-
volvimientos, en cuyo curso y tras no pocas peripecias ha logrado depurada precisión en su
última fase, entroncéndose con la filosofía actual del humanismo trascendental. De ello se habla-
rá rpás adc., -tte, cuando resulte necesario dar el concepto del objeto cultural y el concepto de lo
SOCIVJl)J!,ll.lJ, para delimitar con todo rigor los perfiles de éste y sus diferencias con las obras
cristalizadas A guisa de mero anticipo indicador, y tan sólo como guión enumerativo, es opor-
tuno recordar aquí, para no dejar trunca la exposición del desenvolvimiento de la teoría de la
cultura --cuyos precedentes quedan ya mencionados-c-, los siguientes momentos (que no son los
únicos, pero probablemente sí los mas importantes}: la contribución del pensamiento de CO.MTE;
la interpretación psicológica de WUNDT; la escuela sudoccidental alemana -WINDEI.BAND,
R1CKERT, USK, MÜNCH, etc.-, que desarrolló una doctrina de inspiración neo-kantiana; las
capitales ;ipvt~aciones de GUILLERMO DILTHEY, que se propuso hacer la teoría del conocimiento
de la historia y de las ciencias del Derecho, del Estado, del Arte, etc., como expresión -de fun-
ciones esenciales de la conciencia humana que se desarrollan históricamente; los trabajos de sus
discípulos MAX FRJSCHEISENKOHLER y. EDUARDO $PRANGER; .la obra del gran filósofo judío-
germano MAX SCHELERj la de su continuador NIKOL\l HARTMANNj la de los norteamericanos
J~ES y DEWEYj la .inspiración de. la. Metafísica de la vida de josé ORTEGA y GASSET; y, por
• fin, la tecrfa de la Vida humana objetivada en la cual trato de llevar más lejos las consecuencias
de dicha filosofía de la vida o humanismo trascendental.
CULTURA COMO PATRIMONIO SOCIAL VIVO 167
5.-eAMBlOS EN LA CULTURA •
En efecto, las nuevas personas, que re-actualizan o re-viven esos objetos cul-
turales, re-elaboran o re-crean, en mayor o menor proporción lo que antes había
sido elaborado O creado por otros.
Los sucesivos sujetos que piensan otra vez las obras culturales, que leen un
libro, que cumplen un reglamento, que contemplan una obra de arte, etc., no se
suelen limitar a reproducir fotográficamente en su conciencia el pensamiento .cris-
talizado en tales productos, sino que muchas veces añaden,. suprimen, rectifican y
aportan innovaciones a las obras anteriores que reviven, y de tal suerte las modifican,
o crea~ otras nuevas, aunque inspiradas por las pretéritas, bien de manera positiva
O bien por vía polémica. Una obra -de ciencia, de arte, de derecho, etc.- contiene
168 EVOLUCION y TRANSFORMACIONES DE LA CULTURA VIVA
más importantes las semejanzas entre las varias sociedades y culturas que las dife-
rendas, por grandes que éstas sean. Así, dice Linton .... el hecho de que todas las
sociedades tienen alguna especie de organización familiar, en definitiva, es mucho
más significativo que el hecho de que las mujeres del Tibet de la clase social baja
ordinariamente tienen varios maridos. El primer hecho suministra una pista para
entender las necesidades y las potencialidades de la humanidad "en general, mientras
que el segundo constituye un pequeño problema especial, que puede ser resuelto
solamente a la luz de la situación y de la historia locales.
También ha ido abriéndose camino el punto de vista de que muchos problemas
pueden enfocarse y resolverse solamente cuando se estudia la cultura de una deter-
minada sociedad en su conjunto, como una especie de todo sistemático, porque hay
una correlación recíproca, una mutua interdependencia entre los varios aspectos o
las varias ramas de esa cultura particular. Así, por ejemplo, para entender las mo-
dalidades que el matrimonio presenta en una particular cultura, aunque podemos
aprender algo comparando esas modalidades con las modalidades del matrimonio
en otras culturas, aprenderemos mucho más estudiando las correlaciones que el
matrimonio presenta en esa particular sociedad con otras instituciones, con sus
creencias, con su economía, Con sus ideales, etc. .
El sociólogo se halla, pues, ante el hecho de la existencia de múltiples y variadas
culturas, cada una de ellas como herencia social y como modos de la vida efectivos de
una sociedad particular. La palabra "cultura", usada en singular, exprc!a en térmi-
nos abstractos un concepto general, que cubre la totalidad de las culturas particulares.
Pero el hecho real con el que nos encontramos es el de la multiplicidad y variedad
de culturas particulares, tanto en el pretérito como en el presente. Tal variedad,
sin embargo, no excluye, como ya se explicó, que haya dimensiones comunes 'Ille
permitan lograr un concepto general de cultura tal y como lo he expuesto en pá-
ginas anteriores; ni excluye, tampoco, que las varias culturas, además de las ilotas
que integran la noción genérica de cultura, presenten semejanzas muy importantes
por debajo de sus diferencias.
La cultura en tanto que existente, es decir, no sólo corno huella de las ac-
tividades del ayer, sino como patrimonio revivido y reactualiaado en el presente
por un grupo de seres humanos, constituye el conjunto de los modos o pautas de
la vida de las gentes que integran una determinada sociedad. Esas pautas son en
su mayor parte la herencia cultural transmitida socialmente por el grupo.
Claro que cada individuo, a pesar de esa su herencia socio-cultural, en 'ciertos
aspectos de su vida sigue siendo un individuo, y por tanto produce ciertas formas
de conducta únicas, suyas propias. La cultura es una serie de pautas de conducta
humana heredadas, o recibidas, de los contemporáneos, algo así como unos papeles
roles predeterminados. Sin embargo, en el cumplimiento de esas pautas o en el
desempeño de esos papeles, el hombre añade algunas aportaciones propias no con-
tenidas en la pauta o en el role preexistente. Y lo que uno o vanos hombres afia-
den o modifican puede ser adoptado por los otros miembros del grupo. De esta.
.suerte, la cultura heredada sufre modificaciones. En efecto, cuando los hombres-
cooperan, compiten o caen en conflicto, se introducen constantemente variaciones
~ Cfr. l_INTON (RaJph), Th6 CUJIUf"J Bltskgl'OliflJ (JI P".sondJify, Appleton, Nueva York.
1945, pp. 29 Y 5S.
CULTURA COMO HERENCIA SOCIAL 173
La conclusión que saca Mead de ese estudio comparativo es que algunas de las
creencias predominantes sobre supuestas características innatas masculinas y feme-
ninas son erróneas. La supuesta naturaleza humana en este respecto, como en
muchos otros, es superlativamente maleable, y se determina sobre todo por la con-
figuración cultural que se le imprime durante la primera infancia. 1 6
. Ruth Benedict" explica que cada círculo socio-cultural ha seleccionado y oro
ganizado de modo especial una parte del extenso ámbito de posibilidades en. cuanto
a intereses y tipos de conducta. ;.. esta selección especialmente organizada es a lo
que ella llama "pautas culturales". Ha analizado en detalle tres culturas: la Zuñi
de Nuevo México, la de los Dobu de Nueva Guinea, y la Kwakiutl en la isla de
Vancouver en la costa del Pacífico.
Los Zuñi acentúan las ceremonias rituales y los convencionalismos, hasta el punto de cohibir
sobremanera la iniciativa individual. Tienen como ideal la persona llena de dignidad, afable,
cortés, que evita tanto las desviaciones de la pauta común, como el caudillaje. La moderación,
la SUAvidad y la. sobriedad; y apenas hay conflictos o sentido de culpa.
Por el contrario. los Dabu de Nueva Guinea son violentos, competidores, suspicaces y
traicioneros. Eogañan y creen en la magia. Cada persona. y cada aldea parece ser hostil a las
demás. La'madre arregla el casamiento de su hija atrapando al muchacho que encuentra en trato
intimo con ésta. El marido debe pasar años alternos en la aldea de su mujer, durante los
cuales sufre humillaciones, tratado como un extraño. Y su mujer sufre. de modo semejante el
año siguiente cuando reside en la aldea de su marido. En las actividades económicas rige una
competencia implacable, y todas las ventajas se obtienen a expensas del rival derrotado. Triun-
fa socialmente quien mediante engaños consigue desplazar a otros. Le suspicacia reina en todas
las relaciones sociales, incluso entre marido y mujer. La hechicería y brujería sao medios nor-
males y prestigiosos para conseguir la realización de los propios" prop6sitos en detrimento de
otras personas. La. vida en Dobu fomenta formas extremas de animosidad y malicia. Mientras
que muchas sociedades han reducido al mínimo la animosidad y la malicia por medio de sus
instituciones, Jos Dobu exaltan esas actitudes al grado máximo. Toda la existencia aparece
como una lucha implacable, en la cual los antagonistas mortales son lanzados unos contra otros,
en una feroz competencia por cada uno de los bienes de la vida.
Los indios Kwakiutl, de "la isla de Vancouver, en el Norte del Pacífico, son idealistas y
competidores, y llevan su pasión por la propiedad privada a dividir no solamente la tierra,
sino también las playas, el fondo del mar, las canciones, los mitos y los titulas, repartiendo
todas esas cosas entre los varios individuos. El tema principal de la cultura Kwakiutl es la
voluntad de superioridad y de autoglorificaci6n.
•
INGREDIENTES INDIVIDUALES Y FACTORES SOCIALES 181
los individuos sean autómatas, que ejecuten los decretos de la civilización a la que
pertenezcan. Ninguna ·cultura hasta ahora observada ha sido capaz de borrar las
diferencias entre los temperamentos de las varias personas que pertenezcan a ella.
Se da siempre un proceso de dar y recibir ... Esta relación (de recíproca influen-
cia entre ,.. individualidad y la cultura en la que ésta se halla inserta) es tan
estrecha, que no es posible tratar de pautas culturales, sin considerar al mismo
tiempo especialmente su relación con la psicología individual:'"
El antropólogo Ralph Linton y el psicoanalista Abram Kardiner-" empezaron
conjuntamente una serie de exploraciones sobre la relación entre cultura y perso-
nalidad, estudiando datos de varias sociedades primitivas y de una aldea norteame-
ricana. Llegaron a la conclusión de que cada cultura tiende a crear un "tipo básico
de personalidad", el cual consiste en el conjunto de características que son afines
con el ámbito total de las instituciones comprendidas .dentro de una determinada
cultura, características que presentan la mayor parte de los miembros de una sociedad,
como resultado de las anteriores experiencias que tienen en común.
Adviértase que ese concepto de "tipo básico de personalidad" no se refiere a
la personalidad total de un cierto individuo, sino más bien a aquellos aspectos que
éste tiene en común con los demás miembros de la misma sociedad, y que 10 dis-
linguen frente a los miembros de una cultura diferente. .
Salvador de Madariaga, en su libro Ingleses, Franceses, Españoles, Ensayo d.
Psicología Colectiva Comparada'° dice que una ojeada a los pueblos inglés,' francés,
y español, permite observar cierta unidad ... debida a un conjunto de ideas generales
común a toda civilización europea. Pero si ahondando bajo la corteza de las ideas
conscientes, se intenta penetrar e~ la zona de las ideas subconscientes) de .las reac-
ciones primarias frente a la vida, se verá cómo en cada' uno de estos tres pueblos
se afirma una actitud distinta, característica de cada uno de ellos, _que constituye
la norma de su conducta, la clave de sus emociones, y el motor de su acción. Esas
actitudes caracteristicas son respectivamente: para el inglés, fdir 1'''''; para el fran-
cés, le droil; para el español, el honor.
"Fajr play es un término de depme. Nótese ya este primer punto: sport, acción pura.
Pai, play designa la adaptación perfecta del jugador al juego considerado, en su conjunto. Rige
las relaciones del j cgador con sus compañeros de equipo y también con sus adversarios. sin los
cuales no sería completo el juego. Aquí se ve aflorar la sabiduría ... Sabiduría. Vista de con-
junto. Intuición del todo como un solo juego, y de la oposición como una colaboración. El
fair play exige cierta abnegación del individuo ante el equipo y aun del equipo ante el juego.
Pero esta abnegación no es anulación. Lejos de ello. Lleva al individuo a su rendimiento máxi-
mo en un conjunto perfectamente organizado. Esta apreciación ~ intuitiva e instantánea del
y
equilibrio entre el individuo la colectividad es la característica del fair play. m [oir play no
puede reducirse a fórmulas, y se eleva por encima de todas las reglas, es espíritu vivo. Inasi-
ble, es exacto; elástico, es exigente; y se adapta a los contornos móviles de la vida como el
guante a la mano. Como todo espíritu viviente, no' se manifiesta más que en acciones concre-
tas. . .. es acción".
"Le droil es una idea. Es la soluci6n que el espíritu calculador ha hallado al problema
del equilibrio entre el individuo y la colectividad. Le droit es una linea geométrica que, en
el mapa intelectual, define las fronteras de la libertad de cada cual. Mientras. que el fair play
se adapta a la acción en cada momento con un perfecto empirismo, le droit traza a priori un
cuadriculado de reglas a las que la acci6.n ha de adaptarse. No es ... , como el [air play, simulo
téneo con la acción, sino que la precede. y mientras el fair play funde al sujeto y al objeto
en el acto, y activo, no es subjetivo ni objetivo, por ser lo uno y lo otro a la vez, le droit es
fríamente objetivo, y a las protestaas del ser rebelde a la geometría, opone la infalibilidad
de la inteligencia. Le droit es inteligencia".
"El honor es una especie psicológica, cuya idea bastante embrollada, requiere cuidadoso
ajuste ... Para comprender mejor los hechos, remontérnonos a los textos ... a tres de ellos,
en 105 que se manifiesta la idea del honor con toda claridad, El primero es aquella cuarteta
que dice con voz enérgica y autoritaria el alcalde de Zelamea, inmortalizado por Calderón:
-"Al rq la hacienda y la vida -se ha de dar; pero el honor -es patrimonio del alma; -y
el alma sólo es de Dios."- El segundo, un trozo del Romancero, que relata un famoso epi-
sodio de la leyenda del Cid. Desterrado, el Cid necesita dinero, que pide prestado a dos judíos
de Burgos, dejando en prenda dos cofres lleno! de arena, que asegura encerrar oro. Victorioso
y rico más tarde, devuelve el préstamo dando al mensajero las instrucciones siguientes: "Ro-
garles heis de mi parte --que me quieran perdonar; --que con acuita lo fice --de mi gran
necesidad; --que aunque cuidan que es arena -10 que en los cofres está -quedó soterrado
en ella --el oro de mi verdad.v-c- Finalmente, el tercer texto es el curioso Romance del conde
de León: -Ese conde Don Manuel -c-que de LOOn es nombrado -hizo un hecho en la corte
--que jamás será olvidado, --con Doña Ana de Mendoza, .-:lama de valor y estado: -y es
que, después de comer, -c-andándose paseando -por el palacio del rey, -y otras damas a
su lado, -y caballeros con ellas --que las iban requebrando, -a unos altos miradores, -por
descanso se han parado, -y encima de la leonera -la Doña Ana ha asomado, -y con ella
casi todos, -e-cuatro leones mirando, -<uyos rostros y figuras -ponían temor y espanto.-
y la dama por probar -<uál era mas esforzado,' -c-deióse caer el guante, -al parecer, des-
cuidado: --dice que se le ha caído -muy a pesar de su grado, Con una voz melindrosa --de
esta suerte ha propasado: -'¿Cuál será aquel caballero --de esfuerzo tan señalado --que saque
de entre leones -c-el mi guante tan preciado? -Que yo le doy mi palabra --que será mi
requebrado; -será entre todos querido, -entre todos más amado.' -Cído lo ha Don Manuel,
-e-caballero muy honrado, --que de la afrenta de todos -también su parte ha alcanzado. -Sacó
la espada de cinta, -c-revolvié su manto al brazo; --entró dentro de la leonera, -al parecer
demudado.- Los leones se lo miran, -ninguno se ha meneado -sali6se libre y exento -por
la puerta do había entrado. -Volvió la escalera arriba, --el guante en la izquierda mano, _y
antes que el guante, a la dama -un bofetón le hubo dado, --diciendo y mostrando bien -su
esfuerzo y valor sobrado: -'Tomad, tomad, y otro día, -por un guante desastrado -o pon-
dréis en riesgo de honra -a tanto buen fijodalgo; -y a quien no le pareciere -bien hecho
lo ejecutado, -a ley de buen caballero -salga en campo e dernandallo'.'
"Estos tres ejemplos nos permiten observar el honor actuando en la vida. Estos ejem-
1'105 acusan sentido positivo. Se manifiesta con toda evidencia en el episodio del Cid, cuyo
carácter utilitario es evidente. Pero el romance del Conde de León es quizá más instructivo
todavía. - ... Conviene insistir sobre la índole, por decirlo así, razonable y práctica del honor.
- ... El honor consiste en alzar al individuo por cima de toda ley-exterior -sea esta ley es-
pontánea y natural (fai,. play) o calculada e intelectual (droi/); es, pues, una ley subjenvn, el
EJEMPLO DE COMPARACION ENTRE TRES TIPOS DE PERSONALIDAD 183
imperativo que todo hombre bien nacido lleva en si. Pero esta emancipación... de toda "ley
social no es admisible más que paca los hombres bien nacidos, es decir, aquellos que están
dispuestos a no usar de su libertad para fines mezquinos. Como garantía, el hombre bien na
cldo da su propia sangre ... El Cid deja. en prenda dos cofres de arena; pero es para ir a
batirse. y 10 que garantiza el préstamo no es la arena, sino 'el oro de su veracidad'. Oro, porque
la veracidad es la del Cid. hombre bien nacido. El Conde de León se permite este acto inaudito
para un caballero: pegar a una mujer. Pero acaba de salir de la jaula de los leones y está
dispuesto a firmar con su sangre la sentencia que acaba de dictar contra la dama demasiado
ligera que quiso jugar con el honor.-Porque el honor, ya lo dice el alcalde de Zalamea, es
patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios. El Rey, es decir, la sociedad, el equipo,
no tienen derechos sobre nuestra alma, ni, por tanto, sobre nuestro honor. En 'todo instante, el
alma permanece libre de entenderse con su Dios y de obrar en consecuencia. Subordinación
total de la sociedad al individuo salvo esta prueba ti posteriori: la oferta de la vida (física, o
en el caso del hombre 'deshonrado', moral)."
"Hemos visto al [air play coincidir con la acción; le Jroil precederla; el honor la sigue.
En la norma inglesa, regla y acción se confunden; en la norma francesa, la regla se impone
a la acción; en la norma española, la acción se impone a la regla. La naturaleza, aliada de la
razón en el inglés, sometida a la razón- en el francés, triunfa con el español de la razón y la es-
claviza. El honor es, pues, subjetivo, inefable, incomunicable. El bonor el pasión",
"El grupo /nir play-droit-bonor nas conduce al grupo acción-inteligencia-pasión. Guardé-
monos de la puerilidad de amputar dos tercios de sus facultades a cada uno de los tres pue-
blos. Nuestra hipótesis general se limitará, pues, a sentar que el centro de gravedad psicológica
de cada uno de ellos se halla: para el pueblo inglés, en el cuerpo-voluntad: para el pueblo
francés, 'en la inteligencia; para el pueblo español, en el alma; y que la reacción natural de
cada uno de esos tres pueblos en la vida es: para el inglés, la acción; para el francés, el pen-
samiento; para el español, la pasión".
23 Cfr. FREUD (Sigmund), Totem y Tahú¡ trad. de L. Ballesteros, Madrid, 1923; Psicología
de las Masas y Análisis del Yo, trad. id.' Madrid, 1924.
u Cfr. KLUOCHOHN (Clyde}, Universal Categories 01 ClIlture¡ en ICROEBER (A. L.)
--editor-, Anthropology Toda" The Univ. of Chicago Press, 1954, pp. 507 Y ss.
:!5 Cfr. HALLOWELL {Irving}, Psychology and Anlhropology en el libro Por a Science 01
Man, edited by John GILLlN, MacMillan, Nueva York, p. 225.
26 RftEZLER (Kwt), Man: Mlllah/e and Immlllahle, Regnery, Chicago, 1950.
•
( . CAPiTULO X )
mentales? ¿Podemos decir que el sistema así creado piensa. quiere, siente yac·
túa? ... ¿Si un número de espíritus construye por su interactividad una organización,
de la que se dice que sólo puede ser descrita en términos del espíritu, debemos
adscribir a tal organización la índole de las fuerzas que la han construido? En
tal caso, un espíritu colectivo pensaría la estructura total de la colectividad de
la cual sería presumiblemente el sujeto", Pero lo cierto es que ese supuesto es-
píritu colectivo no comunica su pensamiento a las almas individuales: pues, si se lo
comunicase, podrían aprender directamente de ese espíritu colectivo, lo que tan sólo
logran aprender con dificultades por el estilo de esa estructura.
Por el hecho de que los hombres piensen o actúen de diferente manera como
miembros de un grupo de como lo hacen cuando lo hacen individualmente opo-
niéndose a la colectividad, o en relativo aislamiento, no se sigue de ninguna ma-
nera que en el primer caso no sean aquellos quienes piensan o actúan sino que sea
un sujeto colectivo o un alma social. Quienes piensan Son siempre los sujetos in-
dividuales, s6lo que influídos por las relaciones sociales en las que se hallan in-
sertos. Cierto que en los entes colectivos -p. e., comunidades, asociaciones, ctc.-,
de las fuerzas en cooperación y en competencia que los integran surgen como re-
sultantes sus instituciones, sus costumbres y demás caracteres, todo ello formando
una especie de unidad. Pero no hay en absoluto ningún argumento que demuestre
que a esa unidad resultante le corresponda un alma propiamente dicha. A este
respecto, comenta MatIver, que tan carente de todo fundamento es hablar de un
espíritu colectivo, en tanto que alma transindividual, como hablar del árbol co-
lectivo, más allá de los árboles de la naturaleza. Una colección de árboles es un
bosque, capaz de ser estudiado como una unidad; as! también una colecci6n de
hombres es una sociedad, la cual constituye una unidad mucho más determinada;
pero una colección de árboles no es un árbol colectivo, como tampoco es un alma
o persona colectiva una colección de espíritus individuales.
La sociedad no tiene una vida distinta y aparte de la de sus miembros in-
dividuales. Concebir la sociedad como un ser substantivo implica el grave error
de creer que las cualidades se dan en las cosas y Ias relaciones san independientes
de las cosas en que se dan. Las cualidades se dan en las cosas y las relaciones
entre ellas. Ni las cualidades ni las relaciones constituyen seres independientes."
•
3.-REAUDAD SOCIAL. COMO CONDUCTA HUMANA INFLUIDA
POR LA INTERACCION y COMO PAUTAS DE COMPORTAMIENTO
VIGENTES EN UN GRUPO
De la verificaci6n de que las únicas realidades substantivas que hallamos en
la sociedad sean los individuos, no se sigue necesariamente que la sociedad con-
sista única y exclusivamente en un mero tejido de vidas individuales, ni en puras
relaciones interindividuales. En esta equivocación incurrieron algunos ilustres soció-
logos, que hicieron la oportuna y justa crítica de las doctrinas que conciben la so-:
ciedad como una realidad substante; así p. e., Tarde, Simmel, Wiese, Ross y Weber.
La. sociedad además de estar formada por relaciones interindividuaies consiste tam-
bién, como expondré, en un conjunto de especiales modos de vida.
a Véase el cap. V (epígrafes 9, 16 Y 17) Y cap. VI {enlgrafe 5) de este libro.
CONDUCTA SOCIAL DE LOS INDIVIDUOS 189
•
Desde luego, es cierto que la sociedad la componen y la viven sólo los hom-
bres -esto es, los individuos. Pero ocurre que en alguna medida -mayor o me-
nor- la conducta toda del hombre está influida por factores sociales.
Incluso cuando el hombre obra como individuo, como persona única, su obrar
está influido hasta cierto punto, incluso cuando tiene rasgos de originalidad, por
lo que ha aprendido de los demás -tanto de la herencia socio-cultural, como de
otras personas vivas-; está influido por la acción que los demás ejercen sobre
él, positivamente --como incitación-, o negativamente --como estímulo que sus-
cita una reacción contraria; está influido por tomar a veces en consideración a
otras personas, para llamar su atención, para obtener su aprobación o su benevo-
lencia, para conseguir su colaboración, para emularlas, para hostigarlas, para moles-
tarlas, para combatirlas, etc.; está influido por la huella o rastro que pretéritas ex-
periencias en el trato con los demás han dejado impresas en la personalidad del
individuo actuante; está influido Por el hecho de que el hombre, aun cuando se
desenvuelva con originalidad, maneja un conjunto de ingredientes (ideas, proce-
dimientos, experiencias) que ha recibido ''de otros o de la herencia socio-cultural, .
Además, en lo que los individues piensan, sienten, hacen, y en lo que no
piensan, no sienten y no hacen en tanto que miembros de un grupo, de una colee-
rividad, se da algo que no es suyo y propia y auténticamente individual, sino que
es una serie de unos modos colectivos de comportamiento. Es verdad que quien
otoe de esos modos colectivos es el individuo y sólo el individuo] ya que los gru·
pos, en tanto que tales, no son sujetos de vida en la acepción estricta de esta
palabra, pues los grupos ni piensan, ni sienten, ni se proponen fines, ni sufren,
ni gozan. Pero esos modos colectivos de vida (p. e.: costumbres, usos, conven-
cionalismos, tradiciones, opinión pública, etc.) son algo que puede y debe ser
diferenciado de la vida predominantemente individual, en la que se manifiestan
los acentos de la personalidad única del individuo.
. . Lo social es un conjunto de hechos de la vida humana, pero no como algo
individualmente privativo o exclusivo de un sujeto, sino como hechos que se pro-
ducen en la coexistencia y en la convivencia de los hombres.'
trón de conducta. En esos casos, sucede que un indioiduo, por su propia e indi-
vidual decisión, copia o reproduce la conducta de otro individuo (conduela que
éste inventó o diseñó como un producto individual suyo). Así, pues, el individuo
que copia pone de su propia cosecha la decisión de copiar, de imitar, de reprodu-
cir, pero lo que copia es la conducta ;nd;v;,.uaJ de ojro individuo. La forma objeti-
vada de vida que reproduce es la expresión de una vida individual de otro sujeto.
Hay que advertir que, esos casos en que se produce la conducta (que puede
ser tanto pensamiento como acción) de otro sujeto individual, aunque el contenido
de ese pensamiento es tomado de fuera, sin embargo, es intimizado por el sujeto
que lo copia; él le presta una sincera adhesión, y de ese modo pasa a ser también
parte propia del sujeto que lo copia. Aunque él no haya inventado ese comporta-
miento, lo hace suyo íntimamente, se indentifica con el mismo, porque le parece va-
lioso. Precisamente por eso es por 10 que lo copia. Adviértase, claro es, que me
refiero a los casos en que se toma como modelo otra conducta, consciente y delí-
beradamente, por sincera adhesión, por auténtica devoción, y no s610 como resultado
de un mecanismo de imitación reactiva; pues esto último constituye más bien un
fenómeno psico-biológico, que sólo pertenece propiamente a 10 humano, como caso
límite o marginal, por ocurrirle a un sujeto humano¡ y que habrá de estudiar la So-
ciología s610 como fenómeno de naturaleza, en cuanto influya en los hechos sociales.
De los modos "interindividuales" que no son por copia sino por interacción
entre individuos en tanto que tales individuos, es decir, en tanto que personas
únicas, me ocuparé más adelante en este mismo capítulo, al tratar de las "relacio-
~~ L.:es interindividuales".
como Prólogo al "Compendio de una Teoría General del Estado" de Kelsen, Bosch, Barcelona,
1934; LEGAZ LACAMBRA (Luis), Kelsen, Estudio Crítico de la Teoría Pura del Derecho y del
Estado, Bosch, Barcelona, 1933; COSSIO (Carlos), Prólogo al libro de Kelsen "La Teoría Pura
del Derecho", Losada, Buenos Aires, 1941¡ Hans Kelsen, el [urista de la Epoca Contemporánea,
Buenos Aires, 1941; NIETO ARTETA (Luis Eduardo), La lnterpretacián Exacta de /a Teoría Pura
del Derecho, 1942; EBENSTEIN (W.), La Teoría Pura del Derecho (trad. esp. de J. Malagén},
Fondo de Cultura Económica, México. 1947; KUNZ (Josef L.), La Teoría Pura del De,w/'o
(Cuatro Conferencias de la Escuela Nacional de Jurisprudencia), Imprenta Universitaria, Mé-
xico, 1948; IlYas ist die reine RechfJleh,e? (en "Forum der Rechtsphilcsophie", ed. por Ernst
Sauer, 19.50).
196 MODOS COLECTIVOS
a forjar por si mismo su propia conducta y opta por configurarla según un patrón
comunal.
Cuando yo pienso algo porque se me ha ocurrido a mí, radicalmente, pienso
como indi~iduo. Cuando pienso un pensamiento ajeno pero que lo he hecho mío
sinceramente, por íntima y radical convicción. hasta el punto de que, aunque lo
recibí de otro, lo he convertido en algo propio, de lo cual me siento ya individual-
mente responsable y que pertenece ya a mi entrañable acervo, puede también decirse
que pienso también como individuo, aunque sea sólo secundariamente. Pero, en
QlllIlbio, si pienso algo porque lo he recibido como opinión dominante, porque una
corriente general de pensamiento se me ha metido dentro o me ha subyugado, en
este caso mi mente es substracto de algo no individual, de la opinión pública (es de-
cir, no' privada de uno o de otro, sino tópica, comunal), que es algo colectivo.
Cuando frente a una determinada situación o a un cierto estímulo, brota ge-
nuinamente en mí una emoción, que constituye una "reacción auténtica de mi yo,
entonces vivo un modo individual de vida. No importa que esa reacción emotiva
pueda parecerse a las de otros en casos análogos. Basta con que ese sentimiento se
haya producido en mí, como respuesta íntegramente mía. Mas por el contrario, si
ante una determinada circunstancia reacciono emocionalmente en una cierta forma,
por virtud del influjo del medio ambiente, porque se me ha concagiado el modo
habitual de reaccionar de los demás, porque me he acostumbrado a reaccionar como
lo hacen los otros, entonces soy sujeto de un modo colectivo, me he dejado conta-
minar por un modo general de sentir,
Si ante un problema práctico que me plantea la vida, lo afronte por mi propia
cuenta, fabrico por mí mismo la solución que me parezca a mí mejor, y la llevo a
ejecución, entonces vivo un modo individual de vida; entonces estoy inventando,
creando una forma de conducta, una cosa, una doctrina o receta, un instrumento,
etc., por mi mismo, bajo mi singular responsabilidad. Pero, en cambio, si ante un
problema me atengo para resolverlo a la solución que suelen darle el común de las
gentes, si adopto la forma generalmente admitida, entonces soy sujeto de un modo
colectivo de vida.
Cuando obro en expresión de mi singular intimidad, respondiendo a mi indi-
vidual manera de ser, entonces obro como individuo, soy sujeto de mi auténtica
vida individual. Pero cuando actúo como miembro de un grupo o de un círculo,
en tal casa mi conducta viene configurada" por una serie de consideraciones ajenas
a mi persona individual, así, por ejemplo: porque me siento miembro de ese círculo
o grupo y adapto mi comportamiento" a sus usos, a- sus formas características; o
porque tomo en cuenta la índole del grupo, sus intereses, su misión colectiva. Es
corriente sorprenderse uno a sí mismo pensando: "yo de buena gana, por mí, harta
tal o cual cosa, pero como perteneciente a esta clase social, o a ese grupo profesional,
o a ese partido, o a esa colectividad,-he de amoldarme a sus modos propios de
conducta, a sus usos, a su significación, a las funciones que desempeño dentro de
ese grupo o círculo social, O a la representación que del mismo me toca".
Como he mostrado, lo colectivo es lo no individual, es lo general, lo común,
lo uniforme, lo repetido. Pero aunque lo colectivo sea lo no individual, es vivido
por los individuos y sólo por éstos; porque únicamente los individuos son sujetos
de vida humana en el sentido propio de esta palabra. Lo colectivo es vivido, siempre,
MODOS COLECTIVOS 191
por los individuos, pero no es lo que dimana de los individuos en tanto que tales.
10 colectivo es una conducta en la que el individuo es el actor, pero no 111 autor?
Hay que advertir, además, que en la conducta colectiva del individuo existen
dos momentos o ingredientes individuales. Cierto que la conducta configurada segúr:.
un molde general o uniforme, en suma, lo colectivo, no es un modo individual, sino
precisamente el contrario; pero, en cambio, es acto individual la decisión que el
sujeto toma de someterse a un modo colectivo, porque bien puede el sujeto optar
por la resolución contraria, es decir, por rebelarse contra el patrón comunal de corn-
portamiento. Y es también individual el acto de ejecutar la conducta colectiva,
porque, aunque social, tan sólo por el individuo puede ser cumplido.
Ahora bien, de hecho ocurre que las circunstancias inducen y presionan a los
hombres a acomodar su conducta en muchos aspectos a esquemas y carriles colec-
tivos, así como a líneas establecidas por grupos organizados.
Así, en los modos colectivos de cada cultura se determina el tiempo, el lugar,
el orden y la manera de ciertas conductas, y de satisfacer" varias necesidades. Por
eso, en este campo puede darse un conflicto entre el individuo y el grupo que es-
bIece esos modos colectivos. Así, ya en la infancia, el niño desea el alimento cuando
siente la necesidad de él, pero la madre cumpliendo con lo pauta establecida, se lo
da a intervalos fijos. Más tarde, la escuela impone un esquema rígido en cuanto a
las clases. Y en la edad adulta el individuo se encuentra con que hay relojes mar-
eadores para su trabajo, citas qué cumplir, usos, costumbres, reglas a qué acomodarse.
Si una persona viviese guiada únicamente por su tiempo orgánico y subjetivo. ac-
tuarla tan sólo bajo el estímulo de sus necesidades o impulsos) al compás de éstos.
Así, por ejemplo, una sensación de soledad le llevaría a" buscar compañía de un
amigo; una curiosidad intensa le incitaría a buscar la solución a determinado pro·
bIema. Pero bajo la situación que ordinariamente prevalece hay en día) sobre todo
en comunidades urbanas altamente organizadas, las gentes viven conforme a planes
y horarios predeterminados colectivamente. El estímulo para comer no es la sensa-
ción de estómago vacío. sino el pito de la factoría, o las manecillas de su reloj,
indicando que el momento prefijado para ello ha llegado. Una anotaci6n en su
agenda decidirá sobre el encuentro con otras personas, sobre el orden de su trabajo,
etc. En suma, el orden efectivo de muchas conductas queda determinado por usos,
costumbres, convencionalismos, tradiciones, es decir. por modos colectivos preesta-
blecidos. Y s610 una parte de la conducta de una persona se determina por lo que
se le ocurre Individualmente.s
Los modos colectivos -observa José Ortega- y Gassct- "son pautas del com-
portamiento que nos permiten prever la conducta de los individuos que no conoce-
mos y que, por tanto, no son para nosotros tales determinados individuos. La relación
interindividual sólo es posible con el individuo a quien individualmente conocemos,
'7 BOUGLE (Qu'éJ¡-ce que la Sociologiei, Paris, 1907), dice que la sociedad se manifiesta.
en fenómenos de los cuales el individuo es el teatro, pero no la razón suficiente.
s Cfr. MURRAY (Henry A.) & KLUCKHOHN (Clyde}, Out/i!1e o/ a Conception 01 Persona-
Ji/] en el libro editado por ambos Personalisy in Nature, Societ] and Culture, Knopf, Nueva
York, 1950, pp. 18-20. Véase también: MAUS (M.), Rapports réels el pratiques dt la Psycbologie
ti de la Soriologie en "journal de Psychologlc", 15 de diciembre de 1924; BOUTHOUL (Gaston),
Traiti JI Sociologie, Parot, Perle, 1949, pp. 108 Y ss.
198 MODOS COLECTIVOS
esto es, con el prójimo (= próximo). los usos nos permiten la casi-convivencia
con el extraño"."
Sobre la descripción y el análisis del tipo de obrar colectivo del individuo, que
consiste en que éste como miembro de un grupo cumple con funciones específicas
dentro del esquema de división del trabajo. insistiré más adelante al ocuparme de
las relaciones colectivas.
nera colectiva de conducta o si, por el contrario, quería forjarse por su propia cuen-
ta. un comportamiento singular. Adviértase, además, que el individuo, después. en
el caso de haber resuelto adoptar un modo colectivo, tuvo que elegir, entre el te-
pertorio de vías sociales que se le ofrecían ante sí, aquéllas que más se adecuan
a su singular persona, es decir, a su vocación, a su jernperamento, a su personal
programa de existencia. Por lo tanto, resulta que muchos de los modos sociales
de vida adoptados por el sujeto, aunque no sean obra suya, sino patrimonio co-
munal, fueron elegidos por el individuo, prefiriéndolos a otros, en virtud de sus
predilecciones individuales. En la decisión de optar por cierto modo colectivo y de
rehusar otros modos colectivos se manifiesta un rasgo del yo individual.
En segundo lugar, aunque los modos colectivos constituyan algo impersonal.
tipificado, nivelado, al ser cumplidos por el sujeto, penetra en la realización de ellos
un acento individual.
Las dos observaciones que anteceden muestran cómo la individualidad inter-
viene en alguna medida, aunque ésta puede ser pequeña, en la realización de los
modos colectivos, primero en tanto que los elige, y segundo, también en tanto que
pone al cumplirlos cierta matización personal. Hay, pues, alguna proyección de!
yo individual en el yo social de la persona.
Además, de otro lado, hay también una penetración inversa, es decir, una
penetración de lo social en e! individuo. En electo, e! ejercicio de determinados
modos colectivos de comportamiento, de unas ciertas funciones sociales, ejerce po.
deroso influjo sobre la personalidad, hasta el punto de intervenir en la configura-
ción de la intimidad de! individuo. Algunos ejemplos patentizarán Con todo re-
lieve esa influencia de la vida social sobre e! yo individual profundo.
El idioma es típicamente un modo colectivo. Con mucho acierto, la lengua
ha sido calificada por e! poeta francés Paul Valery como el más importante de
los usos sociales de carácter intelectual. "Con el vocabulario y la sintaxis -dice
Blonde!- adoptamos desde la infancia cierta concepción del universo, y de la ma-
nera cómo las cosas se ordenan en él ... Lo primero es la palabra, después la idea,
después, algunas veces, la cosa; y la cosa no sería para nosotros lo que ella' es sin
la idea que de ella tenemos. ni la idea sin la palabra. El niño habla de! mar,
sabe que es grande, que es verde o que es azul, antes de haberlo nunca visto.
Nuestras conciencias de adultos están llenas de mares semejantes, de los que jamás
veremos las riberas y de los que ni siquiera adivinaríamos la existencia, si la co-
lectividad no nos revelase por medio del lenguaje que existen, y que existen de
tal o cual manera... Un pensamiento formado en el lenguaje tiene que ser un
pensamiento socializado" .10 Así, pues, de esa manera una serie muy numerosa e
importante de modos colectivos, en este caso de modos mentales, no s6lo se incor-
pora a la personalidad, sino que llega a afectar en ella Zonas muy profundas.
Muchas de nuestras actitudes, de nuestros movimientos, gestos, rasgos fiso-
nómicos e incluso de nuestras risas y lágrimas se ajustan a las formas consagradas
por los usos. Ahora bien, es sabido cuán grande es el influjo que la expresión fi-
siológica ejerce sobre los estados afectivos. Resulta, pues, que una mímica regu-
lada en parte según modos colectivos tendrá que engendrar una emoción tam-
bién en parte socializada. •
el que Wiese llama "yo social", habría que diferenciar entre la individualidad au-
téntica, la cual está integrada por el yo profundo y único de cada ser humano y los
demás caracteres también individuales de su personalidad y la personalidad social,
a personalidades sociales portadas o desempeñadas por el sujeto de relaciones so-
ciales. Pero hay que observar que la individualidad auténtica está integrada no SO~
lamente por el yo profundo y único que cada ser humano es, sino que además está
integrada asimismo por los demás caracteres también individuales de su personalidad,
tales como, por ejemplo, los factores temperamentales biológicos y psicológicos, las
peculiares combinaciones entre estímulos exteriores y la reacción individual del
sujeto a esos estímulos, e incluso la especial estructura individual que el sujeto da
a varios de los componentes sociales de su personalidad. Es pues esa individualidad
auténtica comprensiva de todos los ingredientes y de las formas, a que he hecho
alusión, la que se diferencia de los papeles, roles o funciones colectivas desempe-
ñados por un individuo en el aunplimiento con los modos colectivos de conducta
propios de un determinado grupo.
En ese sentido se podría decir que el individuo es portador O cumplidor de una
serie de personalidades sociales, correspondientes a las varias esferas de vida colectiva
en que participa, por ejemplo, como nacional, como ciudadano, como convecino, co-
mo correligionario, como profesional, como copartidario, como cooperante, como
consocio, como colega, etc. Ahora bien, aunque desde luego cabe distinguir esa
serie de diversas personalidades colectivas desempeñadas o cumplidas por el indi-
viduo, según las varias manifestaciones colectivas· en que interviene, también es
cierto que el conjunto combinado de todos ellos viene a formar una especie de per-
sonalidad colectiva del sujeto individual.
Hay opinIOnes -c-observa Ortega }' Gasset- que son dichas como cosa que
va de suyo y en que, al decirlas, se cuenta desde luego con lo que se llama "todo
el mundo" las admite. Otras, en cambio, son enunciadas con el matiz más o menos
acusado, de que no son opiniones admitidas; a veces, con pleno carácter de ser
opuestas a las comúnmente admitidas. En el primer caso hablaremos de opiniones
reinantes; en el segundo. de opiniones particulares... Las opiniones particulares
son emitidas COn brío, como haciéndolas subrayadamente constar, 0, viceversa, tí-
midamente, con temor a disgustar, pero casi siempre con cierta interna vehemencia
que procura ser persuasiva y contagiosa ... Con conciencia de que aquella opinión
particular necesita para tener alguna existencia pública, que el opinante o todo un
grupo de afines la afirmen, declaren, sostengan, apoyen y propaguen. Todo eso
se hace aún más patente cuando lo comparamos a la expresión de opiniones que
sabemos o suponemos admitidas por ese "todo el mundo". A nadie se le ocurre
decirlas como un descubrimiento propio ni como algo que necesite nuestro apoyo ...
Nos basta con referirnos a ellas ... con una mera alusión, y, en vez de tomar la
actitud de sostenerlas, hacemos 10 inverso, las mentamos para apoyarnos en ellas ...
y es que, en efecto, esas opiniones son usos establecidos ... que ... se imponen a
todos, que ejercen sobre todos su presión". Son vigencia!. La vige11cia se da no
s610 en la opinión, sino en todo uso, en toda costumbre; yo me atrevería a decir
en todo modo colectivo de conducta.
Es más, Ortega y Gasset sostiene que la vigencia es el carácter más sustantivo
del hecho social y de la sociedad como conjunto de los hechos sociales. lo que
dota a la realidad social de una dimensión diferente de lo individual.
los dos caracteres principales de la vigencia social son: 1 9, que la vigencia
social, sea del origen que sea, no se nos presenta com algo que dependa de nuestra
individual adhesión, sino que, por el contrario, es indiferente a nuestra adhesión,
el/á ahí, tenemos que contar con ella y ejerce, por tanto, sobre nosotros su coac-
ción, pues ya es coacción o presión el simple hecho de que, queramos o no, te..
nemas que contar con ella; y, 2 9, viceversa, que, en todo momento, podemos re-
currir a ella como a una instancia de poder en que apoyarnos.
Observa Julián Madas que "vigencia. en el uso normal de la lengua, es el
estado o condición de 10 vigente; lo vigente 'tiene vigencia' o 'está en vigencia';
y lo vigente, oígens, es quod viget, lo que está bien vivo, lo que tiene, por tanto,
vigor ... En español, la palabra vigencia se usa sobre todo en lenguaje jurídico:
una ley vigente es una . ley que está en- vigor, que tiene 'fuerza de ley', que ac-
tualmente obliga .. :.
"Vigencia es, pues, lo que está en vigor, lo que tiene vivacidad, vigor o fuer-
za; todo aquello que encuentro en mi contorno social y con lo cual tengo que contar.
En este carácter estriba el vigor de las vigencias. Si en mi mundo social existe
una realidad respecto a la cual los individuos no tienen que tornar posición, de la
cual pueden desentenderse, con la que, en suma, no tienen que contar, no es una
vigencia. En la sociedad, por ejemplo, existen individuos y grupos de individuos
que son vegetarianos; pero yo no tengo por qué ocuparme de ellos y de su ve-
getarianismo; no me es forzoso adherir o discrepar; puedo muy bien no pensar en
ello, no hacerme cuestión de si el vegetarianismo es conveniente o no; esto sig-
nifica que ni se trata de una vigencia. En cambio, tengo que contar con que otros
individuos y otros grupos tienen afición al fútbol: cuando voy a tomar un auto..
LAS VIGENCIAS SOCIALES
bus en día de partido encuentro que no puedo tomado, porque ya está ocupado
por lasque quieren verlo; al abrir un periódico encuentro numerosas páginas
dedicadas a ese espectáculo; el oficinista no me atiende porque está ocupado en
predecir los resultados de los partidos del domingo; si soy empresario de teatros
veo que mi público es disminuído por la afición al fútbol, etc.; es decir, ésta es
una vigencia frente a la cual tengo que tomar posición. con la cual tengo que
habérmelas de un modo o de otro".
"De un modo o de otro; porque el que algo sea vigente no quiere decir que
yo tenga que adherir a ello; puedo muy bien discrepar; pero ahí está lo impor-
tante: tengo que dilcrepa,." Si yo no soy vegetariano, no discrepo del vegetaria-
nismo; simplemente no soy vegetariano, y aquí termina el asunto, es decir, en
rigor no ha empezado; del fútbol, en cambio, no tengo más remedio que ocuparme,
porque, en sí mismo o en sus consecuencias, viene a mí y tengo que hacer algo
con él:'invitaciones a presenciar el partido, apreturas en los vehículos públicos,
ausencia de taxis cuando me hacen falta, distracción del empleado, conversación
sobre el" tema por parte "del peluquero, imágenes de futbolistas que me asaltan "al
abrir el periódico, y que me encantan o me enojan si tal vez prefiero hallar las
de una actriz de cine o un premio Nobel; páginas de prosa que tengo que leer o
saltar; términos futbolísticos que irrumpen en el lenguaje. Al discrepar es, Como
mejor compruebo la realidad de la vigencia. su resistencia, su coacción, a la cual
me pliego o me tengo que rechazar mediante un esfuerzo. Esto quiere decir que
el auténtico modo de realidad de lo social no es el simple 'estar ahí', sino
la presión, la coacción, la invitación, la seducción; lo característico de lo social
no es el 'estar' sin más, sino el estar actuando, Por eso es inmejorable la ex-
presión 'vigencia': lo propio de los ingredientes que componen la vida colectiva
es su vivacidad, su vigor; pero a la vez hay que subrayar que no son acciones;
su vigor se ejercita con su presencia, a veces con su simple inerte resistencia,
como el muro que me cierra el paso".
"Conviene salir al paso de un equívoco. Al decir que tengo que contar
con las vigencias, podría entenderse que ese contar es forzosamente aGtivo,"
que es un expreso atender a ellas, con conciencia clara. No hay tal. Esa ac-
titud mía sólo se da en dos casos: cuando la vigencia no es plefla o cuando yo
personalmente discrepo de ella. En otros casos, yo cuento con ella en forma pa-
siva, siendo informado y conformado por ella, comportándome de acuerdo con ella,
sometido a su influjo tan imperioso como automático. Así como estoy sujeto a la
ley de la gravedad o a la presión atmosférica, estoy sometido a las vigencias. Ha-
bitualmente no pienso en la gravedad 0- en la presión del aire, pero me comporto
con/ando con ellas; no dejo el libro en el aire, porque se caería; no pongo sobre
mi pie un gran peso, porque lo aplastaría; no me atrevo a transportar un piano
por(lue pesa demasiado; vuelo en un avión contando COn que el aire resiste. Nor-
malmente voy por la calle siguiendo su acera, sin "pensar en ello, orientado en
mi marcha por su previa estructura.
Cuando voy a. beber agua cuento con que está fría, sin haber pensado en
ello ni un instante, y sólo reparo en su temperatura si por azar está caliente; del
mismo modo, cuando en la calle hablo a un transeúnte, cuento con que entenderá
la lengua del país, y sólo me hago cuestión de ello si por azar no está sometido
a la. vigencia general lingüística, que surge expresamente al ser incumplida.
214 LAS VIGENCIAS SOCIALES
17 Cfr. BLONDEL, Psicología colectim, trad. casto publicada por Bdit. América, México,
1941. pp. 138 y ss.
18 Cfr. BLONDEL, ob. cit., pp. 146 Y ss.
216 MODOS MENTALES
sentimientos, éstos tienen también la característica de ser muy comunicables, hasta el 'punto de
que con razón se ha dicho que las emociones son más contagiosas que las ideas. Por otra
parte, los modos colectivos pretenden regular muchos estados emocionales. A tenor de estas
pautas sociales, hay, según las diversas circunstancias, sentimientos que son impuestos, otros
recomendados, otros permitidos. otros tolerados y. por fin, otros prohibidos. Fijémonos especial-
mente, como ejemplo, en los sentimientos impuestos o recomendados por los modos colectivos,
verbigracia, como consecuencia de una hazaña o de un crimen, ante una obra pictórica maestra,
en la audición de una sinfonía egregia, en la visita a una catedral, en el cumplimiento de los
deberes religiosos, al recibir la noticia de la victoria o de la derrota de nuestros ejércitos. "Estos
sentimientos -dice BLONDEL- tienen su vocabulario y su sintaxis propios, aprendidos por nos-
otros de nuestro mundo circundante. .. Vibren o no en nuestros corazones a su unísono, nos
sentimos obligados a experimentarlos y debemos experimentarlos siempre, respetando su sintaxis
y su vocabulario. Saber que un sentimiento debe tomar cuerpo, utilizar la expresión que le
es peculiar, es hacerlo presente a nuestra conciencia e introducirlo. en ella desde fuera. Por una
emoción que suba del corazón a 105 labios, [cuántas hay que bajan de Ios labios al Corazón!".10
torpe de otros tiempos. Pero hay un sistema de convicciones vivas que representa
el nivel superior del grupo en el presente.»
Quien profesa las creencias o tiene las convicciones es el individuo, porque
sólo el individuo es capaz de pensar y de sentir. Pero la mayor parte de las con-
vicciones que tiene las ha recibido como convicciones que predominan y rigen en
el grupo social. Esas convicciones, las cuales son modos colectivos de pensamientos.
se le meten desde fuera hacia dentro por virtud de la presión que es característica
de' los modos colectivos, o le arrastran como una especie de corriente poderosa. Pero.
es más, el individuo tiende de por sí a coincidir con las opiniones de los demás.
Cuando el hombre tiene un problema, su primer movimiento suele ser preguntar a
los demás sobre lo que piensan de tal problema, buscar apoyo en una creencia do-
minante para resolverlo.
La convicción o creencia, precisamente porque na es una mera opinión, una
idea, sino una realidad establecida, sobre la cual se apoya la vida humana, es difícil
que pueda, existir bajo la forma de creencia individual. Normalmente es un hecho
colectivo. Ordinariamente no se cree por cuenta propia, sino junto con los demás;
se cree en común. La creencia actúa como instalada en el contorno social, en forma
de vigencia colectiva.2 2
Claro es que las creencias fueron primero ideas, pero que lentamente llegaron
a ser absorbidas por la colectividad, consolidándose como una realidad de ésta.
Los tipos o las clases de creencias son .de gran multiplicidad y variedad. Hay
creencias o convicciones en materia religiosa, sobre el mundo físico (clima, lluvias,
etc.), sobre el organismo humano (prácticas de alimentación, de ejercicio, de pre-
vención de enfermedades, medidas terapéuticas, etc.), sobre la naturaleza humana,
sobre qué es conveniente, decoroso, decente hacer respecto de uno mismo y respecto
de los demás, etc.
La mayor parte de las creencias o convicciones incluyen valoraciones, las cuales
suelen servir de base para pautas de conducta y para enjuiciar el comportamiento de
la gente. Puede haber creencias o convicciones que costituyan principalmente re-
presentaciones, ideas sobre el mundo, las cosas O las gentes. Pero incluso las creen-
cias o convicciones de este tipo suelen o bien contener un matiz estimativo, o bien
servir de base para otras creencias que son fundamentalmente valoraciones.
2I.-EL DERECHO
Las normas jurídicas -independientemente de que sean Derecho escrito (leyes.
reglamentos, contrates, resoluciones, sentencias. etc.) como si son Derecho no es-
crito (verbigracia, consuetudinario)- son. a diferencia de las meras reglas sociales,
preceptos dotados esencialmente de impositividad inexorable, esto es, de coercitividad
(esencial posibilidad de forzar al cumplimiento). Representan, al menos en prin-
cipio, el grado de mayor intensidad en la presión de los modos colecrivos.w
22.-RITOS y CEREMONIAS
Se llama rito a una serie de actos -dispuestos en procedimiento rítmico, dirigidos al mismo
fin y repetidos sin variación en determinadas ocasiones. Puede haber citos individuales rela-
cionados con menesteres rutinarios de la vida cotidiana, como por ejemplo en el orden de los
actos de vestirse, o en el arreglo de una habitación, etc. Pero la mayor parte de los ritos son
sociales -y éstos son los que interesan aqui-, los cuales tienen como sentido y objeto dar al
cumplimiento de ciertos modos colectivos de vida una especial solemnidad, que infunda res-
peto y suscite emociones comunes en los miembros del grupo reunidos. Hay ritos religiosos,
los cuales aparte de su carácter sacro, contribuyen a infundir devoción, reverencia, sentimiento
de dependencia, corrientes emocionales de fusión con la -comunidad de los fieles, etc. Hay ritos
políticos, los hay meramente sociales -como los practicados en ciertas reuniones de confra-
ternidedes-c-, los hay agrícolas, mercantiles -sobre todo en sociedades primitivas o antiguas. etc.
El rito contribuye a delimitar con más precisión y con más rigor al grupo o al círculo so-
cial. fundiendo emocionalmente a sus miembros, y diferenciándolos de las otras gentes no
miembros, las cuales sueíen ' permanecer frías ante los actos que, por el contrario, suscitan
fuertes emociones en los participantes.w
El concepto de ceremonia es muy próximo al de rito. Algunos autores usan ambas pula-
bras como sinónimas. Sin embargo, el concepto de ceremonia es algo más extenso o compren-
sivo que el de rito. Mientras que el rito implica una precisión rítmica y una repetición exacta
de unas formas instituidas, en cambio ceremonia significa cualquier procedimiento establecido
para dar dignidad y solemnidad a un acto social y subrayar de ese modo su importancia o tras-
cendencia. Así, por ejemplo, las formas especialmente solemnes con que se recibe a un héroe,
con que se confieren honores y premios, con que se celebran aniversarios o conmemoraciones.
Claro es que las ceremonias comprenden o no actos de carácter ritual, o pueden organizarse
°
para una sola vez de modo diferente en cada ocasión.w
Tanto los ritos como las reermonias son medios poderosos para mantener vivo el senti-
miento de pertenencia a un grupo, para .conservar la adhesión a sus modos colectivos, para
unir más estrechamente a sus miembros, y para afirmar y reforzar su significación y su estruc-
tUta. Además, las insignias, los trajes ceremoniales, las solemnidades, mantienen la distancia
entre los dirigentes y el público, y la jerarquía, que es la base de la organización del grupo.
"Pero el ceremonial -c-observa Agramonte- ejerce mayor -influencia en la mente irreflexi-
va -t-por eso RevilIe lo denomina 'anestesia de la conciencia', y Tarde 'sonambulismo ~ocial'-
que en la mente crítica, pues el espíritu crítico advierte el abismo que suele abrirse entre la
pompa, el ceremonial y la realidad subyacente, muchas veces criticable. A veces un rey incapaz
es coronado con toda pompa. Y el espíritu crítico ve en esto algo vacío y hasta contradic-
as Véase: Rr:CASÉNS SICHES (Luis), oh. cijo en la nota N'" 27, caps. H, lIT, VII y VIl!.
Véase también el cap. XXXI de este libro.
¡:!J Cfr. MAclvER (R. M.) & PAGE (Charles H.), Society: An Introductory Anaiysis,
Rinebart, Nueva York, 1950, pp. 150 Y ss.: AGRAMONTE (Roberto), Sociología, 4' cd., t. Il.
Cultural La Habana, 1947 pp. 498 y ss.; BERNARD (L. L.), Social COnJl'Ol, MacMillan. Nueva
York, 1939, pp. 468 y ss.
ao Cfr. Obras citadas en la nota precedente.
222 RJTOS y CEREMONIAS
torio. Sin embargo, para el grueso de la gente las coronaciones de los reyes, las investiduras
de los presidentes. etc., ejercen un efecto positivo, pues estas ceremonias tienen el poder de
materializar, por as! decirlo, esas abstracciones que son 'el Estado', 'las leyes') 'la unidad na-
cional', etc. De ahí igualmente la eficacia de Jo~ símbolos.. :\81
81 Cfr. AGR.. . MONTE (R.), ob. cit, en la nota NI! 25, p. 499.
32 Cfr. MAcIvER & PAGE, ob. cijo en la. nota N9 25, pp. 0,3 Y ss.
33 Cfr. CASSIRER (Ernst}, Antropología Pilosoiíco: Introducción a una Filosoj¡a -de la Cul-
tura, trad. de E. Imez, Fondo de Cultura Econ., México, 1945, cap. II.
Si Cfr. ARNOLD (Thurman W)., The Symbo/s oi Govermnent, Yale University Press, 1948.
.)
SANCIONES 223
imposición forzada (p. e" la ejecución forzosa en el procedimiento jurldicc}, como también
un castigo. Pero habitualmente esa palabra se usa en las dos últimas acepciones mencionadas
sobre todo en el Derecho-e-, y especialmente en la tercera --como castigo- en Sociología.
Lo colectivo es, como ya se ha mostrado, una configuración uniforme de la conducta en
determinados aspectos, un consensus corno decía Comte, o una conformidad COIDO dice Maunier.
Moldea las maneras de pensar, de sentir y de comportarse; gobierna las creencias. las nociones
y los razonamientos. los gestos, las palabras y las conductas. En esa conformidad, se hace pa-
tente la existencia de la presión característica de lo colectivo. .
Ya indiqué que las formas y las intensidades de esa presión son diversas. Hay modos
colectivos establecidos por la fe religiosa. otros por las normas jurídicas -las cuales consti-
tuyen la maximilización de todos los caracteres de lo social y particularmente de la intensidad
de presión-; otros por la opinión, por las costumbres, por los usos; otros por hábitos consti-
tuidos casi por contagio; y otros que casi son- libres, pues se limitan "a ser sugeridos o reco-
mendados, pero sin crear propiamente obligaciones. Existe lo impuesJo (por la religión, por el
decoro, O forzado inexorablemente por el Derecho), lo aC(lsJumbrad(l, lo usual, lo hablJuaJ,
lo acepJado y lo meramente /o/91"ado.
Estas diversidades dan origen a muy diferentes sanciones de los modos colectivos, entre las
Cuales se pueden destacar, como ejemplos -no como clasificación exhaustlva-c-, las siguientes: 8s
Sanciones religiosas: la infracción de un modo colectivo es considerada cama pecado que
acarrea una expiación sobrenatural y además el estigma social y, a veces, la expulsión de la
comunidad de los fieles (excomunión).
Sanciones jurídicas: la infracción de un modo colectivo entraña una ilegalidad, que la
coacción del Derecho trata de evitar a todo trance, o de subsanarla también n todo trance, si se
trata de una mera ilegalidad; y que además reprime con una pena, si se trata de un delito.
Las sanciones por inobservancia o violación de las normas de un grupo institucionalizado,
por ejemplo, de una asociación, suelen consistir en multas, en suspensión temporal de la ca-
lidad de socio, o en expulsión.
Las sanciones por incumplimiento o infracción de Jos modos colectivos de los grupos no
.rígidamente organizados, por ejemplo, de Jos llamados círculos sociales, suelen consistir en va-
rias formas de censura por parte de la opinión 'predominante de los miembros del grupo.
Esta censura o reprobación puede tener /muy diversos grados: desde la expulsión acompa-
ñada de persecución e-cerno por ejemplo, la puesta en el índice, la declaratoria de exclusión,
la negativa para todo roatacto o relaciótt- hasta la mera sanción satlrica o del ridículo, qu~
entraña una especie de desaprobación o depreciación.
los demás ofrece alguna garantía de acierto. Eso que hacen los demás podrá no
ser lo mejor, pero probablemente tampoco sea lo peor.
Esa especie de crédito, de voto de confianza a 10 colectivo suele darse en la
mayor parte de las conductas sociales: unas veces en forma expresa, otras de modo
implícito, otras, casi subconscientemente; pero casi siempre en algún grado.
La amplitud de ese voto de confianza a 10 colectivo varía mucho según los
diversos individuos; pues los hay de temperamento acomodaticio, dócil, sin gran
iniciativa personal, propensos, por lo tanto, a aceptar las formas comunales de con-
ducta; mientras que otros, dotados de agudo sentido crítico, tienden a someter
a examen ante el fuero de su propia conciencia los modos sociales.
Pero, incluso esos últimos, los sujetos con una fuerte individualidad dotada
de vigoroso sentido crítico, aplican éste sólo a determinadas cuestiones, pero en
otras no tienen más remedio que aceptar los modos colectivos, pues no es posible
un hombre que no copie nada de los demás ni del pasado; ya que si fuese así,
tendría que comenzar a resolver por su propia cuenta todos los problemas de su
vida, con 10 cual no podría apenas pasar de una existencia puramente rudimen-
taria, si es que podía llegar a mantenerse en ésta.
También varía ese voto de confianza a 10 colectivo según las especiales carac-
terísticas de cada situación cultural y de cada momento histórico. Pero esto re-
quiere consideración aparte.
CAPíTULO XI
EL CONTROL SOCIAL
SUMARIO:-l. Concepto de control social. SJIJ principaln niveles )' [orm,ss.
Diferencia en/re controles individuales J controles JodaleJ.-2. Supue.rlos de
los controles sobre /a vida humana.-3. Principales medios y [armas de control
JOcial.--4. Aumentos J nueva! pecI¡liaridader de las presiones roleaivas J (0'1-
Ira/es sociales en nuestro ¡iempo.-5. La tiranía de la lémica.-6. El hombre"
"perteneciente a la Organhación".-7. Tipos de carácter psrsona/ y sociedad.
La "muchedumbre soíitnrio" de Riesman.-B. LAl "outoridedes anónimas e inrisi-
hiel" segrín Ericb Promm.
1 Cfr. ROUCEK (Joseph S.) and Associates, Sori.¡/ Control, 2' ed. Van Nostrand, Nueva
York, 19%. Véase también: BERNARD (L. L.), Social Control in ¡JI Socioíogivat /tIpeCIJ,
MacMillan, Nueva York, 1939; LANDIS (Paul H.), Social Control: Social Org,mi::¡JúQI1 ,md
Social Disorganization III Process, Lippicontt, Filadelfia, 1939; GURVITCH (Georges}, Social
Control, en Twentietb Century Sociology, compilada por Georges Gurvitch y Wilbcrt E. Moore,
Pbilosophical Librar}-. Nueva York, 194'5; BF.RGER (Morroe}. ABF.L {Theodorc ) & PACE {Char-
So"rol .. lt"ia._I~.
225
226 DIVERSAS FORMAS Y NIVELES DE CONTROLES
aquellos procesos, planeados o no, por medio de los cuales los individuos son
enseñados, persuadidos o compelidos a adaptarse a los usos y a las valoraciones de
los grupos de que forman parte".
Las medidas o los procesos de control social operan a tres niveles diferentes,
o sea en tres formas diversas: a) control ejercido por un grupo sobre la (00 4
ducta de los miembros de otro grupo, por ejemplo una oligarquía política sobre
la totalídad del -pueblo; b) control ejercido por un grupo sobre los miembros in-
tegrantes de éste, verbigracia, por medio de los usos o de las costumbres que im-
peran en un círculo, 11 través de las autoridades de una asociación; y e) control
ejercido por unos individuos sobre otros individuos. sea por influencia carismá-
tica, sea por "virtud del prestigio. sea usando la fuerza, etc.
Es obvia la diferencia entre control social y autocontrol. En todo control
social nos encontramos con una autoridad colectiva -personificada o difusa, co-
legiada o individual (pero que en este caso habla en nombre de un grupo), etc.-
que influye sobre otros, mientras que. por el contrario, el autocontrol se refiere al
intento que hace un individuo para regular su propia conducta de acuerdo con una
valoración, con una norma, o con un propósito que ha concebido previamente, o
con un deseo suyo.
Parece que la idea más genérica de control de la conducta humana denota
algún modo de intervención o de presión O de estímulo del comportamiento vo-
ltmtario. En cambio, los instintos --en la mínima o casi nula medida en que exis-
ten en el hombre-, los actos reflejos y los movimientos biológicos automáticos,
aunque todos ellos son factores que pueden influir en la conducta, sin embargo
no suelen quedar incluídos dentro del concepto de control, porque no se dirigen
I la persona individual como instancia de decisión,
No obstante, puede haber algunos fenómenos biológicos que provoquen con-
sideraciones mentales y por esta vía influyan en una decisión \ que libremente
tome el sujeto, Así. las perturbaciones gastrointestinales, que' produzcan en ciertos
sujetos algunos manjares o algunas bebidas, pueden suscitar en éstos la libre decisión
de autoliinitarse en sus comidas y en sus libaciones.
Puede haber controles basados en una instancia objetiva, pero referidos esen-
cialmente a la vida individual. Tales, por ejemplo: la influencia que ejercen las
creencias religiosas y las convicciones estrictamente morales. Pero puede suceder
que esas regulaciones, aunque esencialmente se hallen referidas a la persona como
individuo, cuenten además por añadidura con una especie de traducción al mundo
de las realidades sociales, como, por ejemplo, a entes colectivos. mal una orga-
nización eclesiástica, o a modos colectivos de vida, cual serían las costumbres en
materia ética. En los casos citados nos encontraríamos con el hecho de que con-
troles no sociales; aunque objetivos, referidos al individuo, producen "dobles" en
el mundo de lo social, es decir, producen controles correspondientes o paralelos en
el campo social.
les H.) --editors-, Social Control and lndillidual Freedom in Modern SocieJ] (Ensayos por
estudiantes de Robert M. Maclver), Van Nostrand, Nueva York, 1954; lAPIERE (R. T.),
A Theory 01 Social Control, McGraw-HiIl, Nueva York, 1954; KUHNE (Otto), Allgemeine
S.0zioJogie: Lebenswissesscbaitiicbea Aujriss ibrer Grundprobleme, Dunckler & Humblot, Ber-
IlO, 1958, pp. 50S Y ss.
AUTOCONTROL y CONTROL SOCIAL 227
Hay controles individuales de carácter subjetivo, cual son los impuestos por
los deseos, las aspiraciones, los afanes o los anhelos que alienten en una persona.
Entonces, esa persona, para _conseguir la realización de sus propósitos norma ella
misma su conducta de modo adecuado: se autocontrola para lograr la realización
de lo que apetece, selecciona los medios para el cumplimiento de su objetivo.
En los múltiples y variados casos de autocontrol, este control trata de poner
prácticamente al sujeto de acuerdo consigo mismo, de llevarle a la empresa de
realizar su propio programa de vida, de facilitarle la lealtad a si mismo, de con-
seguir su individual autenticidad. Yeso es así, incluso cuando el propósito o el
modelo que un individuo se haya puesto a si mismo esté inspirado por vías so-
ciales -sea por imitación interindividual, sea por haber hallado un estimulo sin-
guiar en realidades colectivas. En estos casos el origen de la meta o del proyecto
no es individual, sino que es social -ora interindividual, ora colectivo--; pero
el acto de adoptar esa meta o ese proyecto, ese acto si es individual, porque res-
ponde a una libérrima decisión propia de la persona.
En cambio, los controles sociales consisten en algún modo la presión de una
autoridad, coerción, estimulo, de carácter colectivo, que viene desde fuera y tiende,
a modelar la personalidad y la conducta del sujeto en concordancia con las COn·
vicciones vigentes, con lo ordenado en los modos colectivos, o con lo dispuesto
por las autoridades de entes sociales, Toda forma de control social trata de producir
una especie de conformidad, de solidaridad y de continuidad en un grupo.
•
232 MEDIOS Y FORMAS DE CONTROL SOCIAL
1) La acción del conductor, del guía, del líder, del caudillo por una especial
influencia que mana de su persona, por algo así como un efluvio carismático" por
un poder de sugestión y de seducción que determina que, sin coacción, sin intimi-
dación, un gran número de gentes 10 sigan con entusiasmo. Max' Weber 5 describe
la dominación carismática como aquella "que descansa en la entrega ... a la santidad,
heroismo o ejemplaridad de una persona y las ordenaciones por ella creadas o re-
veladas ... Se obedece al caudillo, carismáticamente calificado, por razones de con-
fianza personal en la revelación, heroicidad o ejemplaridad, dentro del círculo en
que la fe en su carisma tiene validez", Y más adelante añade Max Weber" que "debe
entenderse por carisma la cualidad, que pasa por extraordinaria (condicionada má-
gicamente en su origen, lo mismo si se trata de profetas que de hechiceros, árbitros,
jefes de cacería o caudillos militares), de una personalidad, por cuya virtud se la
considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas --o por lo menos
específicamente extracotidianas y no asequibles a cualquier otro-, o como enviado
de Dios, o como ejemplar y, en consecuencia, como jefe, caudillo, guía o líder. El
modo como habría de valorar la cualidad en cuestión, sea desde el punto de vista
ético, estético u otro cualesquiera, es COsa del todo indiferente en lo que atañe a
nuestro concepto, pues lo que importa es cómo se. valora por Jos dominados caris-
máticamente, por los adeptos.
K) La acción de la autoridad fundada en ordenamientos considerados como
legítimos desde el punto de vista racional; es decir, la llamada dominación racional
por Max \X'eber.' la cual "descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones
estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a
ejercer la autoridad (autoridad legal)". Tal es el tipo de control ejercido por las
autoridades jurídicas sobre todo en los países civilizados de la cultura occidental
moderna, principalmente por los [nncionaríos legítimos; por los directores mesu-
radas, equilibrados y racionalizados de organizaciones colectivas tanto simples (de
mero provecho para sus miembros) como institucionalizadas (al servicio de fun-
ciones continuadas y valiosas para la sociedad).
L) Por virtud del poder que ejercen las tradiciones, basado en la creencia en
la santidad de las formas tradicionales "que rigieron desde lejanos tiempos, y en
la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad (autoridad
tradicional)" -por ejemplo: mandos señoriales y feudales, mando de los andanas;
costumbres de origen inmemorial, etc.
M) El ofrecimiento o espectativa de ventajas o beneficios --en posición social,
en lucro económico, en ascensos o promociones, en rango profesional, en fama, en
recompensas o premios de diversas clases, etc. Los hombres se mueven no sólo paca
evitarse sinsabores, perjuicios, penalidades, sino que se mueven también, }' sobre lodo..
para satisfacer ambiciones, apetitos, deseos de vivir mejor, de disfrutar más, de
conseguir mayores contentos y placeres.
Los ejemplos que anteceden lo son de procedimientos o técnicas de control
social, pero no de las maneras, las formas y las instancias que éste. El control sociai
es ejercido de manera difusa por modos colectivos de conducta (hábitos sociales, usos,
i Cfr. W1!BI::R (Max), Ecouomia y 'Sociedad, torno J, trad. de José Mcdina Ecluvarr¡a,
Fondo de Cultura Económica, México, 1944, pp. 224-2~, 252·~3.
G Cfr. WEBER {Max}, ob. cis., pp. 224·35_
7 Cfr. W¡:¡DF.l: (Max). ob. cis., pp. 224, 23~.~2.
MEDIOS Y FORMAS DE CONTROL SOClA.L 233
particular especie de energía humana que se canaliza por los rasgos del carácter."
Resulta, pues, que el grupo social suele asegurar cierto grado de conformidad
de los individuos que lo componen. En cada grupo social tal modo de asegurar
¡,¡ conformidad es imbuldo dentro de la intimidad del niño, y después es ora es·
timulado, ora frustrado, en la experiencia adulta.
Riesman y sus colaboradores estudian principalmente la relación entre el ca-
rácter social de la personalidad -en la acepción particular antes indicada- y
los rasgos de una determinada sociedad, con especial referencia a dos situaciones,
dos épocas, que ellos llaman dos revoluciones de la humanidad occidental desde
la Edad Media. El primero de esos procesos de cambio -desde luego superlati-
vamente complicado-- nos apartó decisivamente de los modos tradicionales de vi-
da orientados hacia la familia y el clan;' y este proceso de transformación o revo-
lución abarca el Renacimiento, la Reforma, la Contrarreforma, la Revolución In-
dustrial y las revoluciones pollticas de los siglos xvn, XVlll y XIX. Cierto que ese
proceso, sigue todavía su curso; pero sucede que en los países más adelantados del
mundo está dejando paso a otro tipo de revolución, a saber: a toda una serie de
desenvolvimientos sociales asociados con un llira;e de una era de prod'IIcción a una
era de CCJnSU'11lo. El primer proceso de cambio lo entendernos bastante bien; pero,
el nuevo proceso de transformación que está empezando, aupque ha sido ya re-
gistrado por muchos sociólogos y filósofos, aún no ha sido descrito, interpretado,
calificado y valorado suficientemente.
Las sociedades cuya cifra de población es relativamente estacionaria porque
un alto coeficiente de nacimientos es contrarrestado por una enorme mortandad,
cual sucedía a fines de la Edad Media, desarrollan en sus miembros más repre·
sentativos UP típico carácter social cuya conformidad está asegurada por su ten-
dencía a seguir la tradición: son gentes dirigidas por la tradición, y la sociedad
en que viven es una sociedad que descansa sobre pautas tradicionales.
En cambio, las sociedades en las cuales se produce algo así como una explo-
síón en el número de sus miembros, UP formidable y acelerado crecimiento de su
población, que es lo que sucedió desde el siglo xvn en el mundo de Occidente,
las sociedades cap un desarrollo transitcric de su población suscitan en sus míem-
bros más representativos un típico carácter social, cuya conformidad se asegura por
su tendencia a adquirir pronto en la vida un conjunto de metas intimizedss. Se
trata de gentes cuya vida está dirigida desde la intimidad de ellas, es decir, por
mecanismos íntimizados, por resortes insertos en su interioridad; y la sociedad en
que viven es una sociedad que se apoya sobre la dirección interna que mapa de
las conciencias.
En tercer lugar, y finalmente, la sociedad cap un descenso incipiente de po_o
blací6n --o comparativamente con un aumento menos ace1erado--, que es algo de
lo que existe actualmente en algunos de los países más avanzados, produce en sus
miembros más representativos un carácter social cuya cOl1formidad es asegurada por
su tendencia a resullar influibles por las espectalivas y por las prefemlCias de IUJ
11 Cfr. FaOUM (Erich}, Individual mld Social OriginJ o/ Neurosis, en P~rJollalitJ :11
Nature, Soáety and Cslture, edited by Clyde Kluckhohn and Henry Murray, New York,
Alfred A. Knopf, 1948.
TIPO DIRIGIDO POR LA TRADICION 239
prójimos. S~ trata de gentes que están dirigidas por otros; y la sociedad en la cual
esas gentes viven se funda en una dirección que viene desde fuera.
En el tipo de carácter -y claro es, también de sociedad- dirigido por la tra-
dición, nos encontramos con un orden colectivo relativamente invariable; y en-
tonces resulta que la conformidad del individuo tiende a ser dictada en gran me-
dida por las relaciones de poder entre los varios grupos de edad y sexo, los cla-
nes, las castas, las profesiones, etc. -rclaciones que han persistido durante siglos
}. que han sido modificadas a lo sumo sólo levemente y de modo lento a través
de las sucesivas generaciones. Una cultura tradicional controla detalladamente to-
das las formas de conducta, de modo que es muy poca la energía que se dirige
a buscar nuevas soluciones para viejos problemas, 'Por ejemplo. agrícolas y médi-
<os. a los cuales las gentes se han ya aclimatado. Observa Riesman que, a pesar
de la obediencia fundamental a las tradiciones, esto no resulta necesariamente in-
compatible con una valoración muy alta del individuo; y sucede en algunos casos
que la persona es estimulada a desarrollar sus aptitudes. su iniciativa y sus as-
piraciones, bien que dentro de un área muy limitada. En las sociedades basadas en
la tradición. el individuo desempeña una relación funcional bien definida res-
pecto de los otros miembros del grupo. Si el individuo no es suprimido, enton-
<es '.'pertenece", está en una relación de pertenencia al grupo, y no está "de más",
sobrante. como le sucede al sujeto sin trabajo 'en nuestra sociedad contemporánea.
Ahora bien, en virtud de esta "pertenencia". las metas de su vida que hayan sido
elegidas personalmente por él contribuyen sólo muy poco a configurar su destino.
pues éste tiene su lugar, en gran parte pre-determinado, dentro del grupo.
El carácter determinado por tina dirección íntima es el predominante en la
sociedad moderna, en la sociedad occidental que surgió con el Renacimiento. la
Reforma y el Iluminismo (o Ilustración), y cuyos rasgos principales empiezan a
desvanecerse en nuestro tiempo. Tal sociedad moderna, en la cual la conformidad
se asegura mediante la dirección Intima individual, prcsenta los siguientes rasgos:
aumentada movilidad personal; rápida acumulación de capital; expa-nsión casi cons-
tante --expansión intensiva en I~ producción de bienes y en la procreación de se-
res humanos, y expansión extensiva en la exploración, la colonización y el impe-
rialismo. Ese carácter dirigido desde la raiz íntima puede arreglárselas para vivir
socialmente sin necesidad de un apoyo poderoso y directo de la tradición; lo cual.
sin embargo, no quiere decir que no rinda obsequio a algunas tradiciones. La
fuente de dirección para ese tipo de carácter individual es "intensa", en el sen-
tido de que la raiz de la inspiración ha sido colocada en temprana edad po, los
padres o los mayores y encaminada hacia metas generalizadas, aunque, sin cmbar-
gOl ineludibles. En las sociedades regidas por la tradición, la conducta es de ot-
dinario regulada de modo muy detallado. Por el contrario. en las sociedades en
las cuales cobra importancia el hecho fundamental de que los individuos se auto-
dirijan desde su interioridad, no basta con que se dé un cumplimiento externo
ton las reglas pcrmenorizadamente establecidas; pues surgen demasiadas situaciones
nuevas, inesperadas. que no pueden hallarse previstas en un código. Para afrontar
los problemas es necesario contar con personas que hayan logrado un vigoroso ca-
rácter altamente individualizado y con un gran sentido de responsabilidad.
Como se advirtió ya. el carácter individualizado dirigido desde su propia in-
terioridad no supone que se halle exento del peso de tradiciones. Nada de eso.
240 . TIPO AUTODlRIGIDO
Para él hay tradiciones que limitan sus propias finalidades y restringen su elec-
ción de medios. Pero, dentro de esos límites, el individuo tiene que resolver por su
propia cuenta y bajo su propia responsabilidad.
El mecanismo psicológico que rige a ese individuo autodirigido interiormente
es descrito por Riesman y sus colaboradores como un giróscopo psicológico. El
giróscopo es un aparato que consiste en una rueda en rotación, montada de tal
manera que su eje puede autodirigirse libremente en la dirección previamente de-
terminada, y es capaz de mantener la misma dirección absoluta en el espacio a
pesar de los movimientos de las partes sobre las cuales está montada y de las
partes que la rodean. Una vez que esa especie de giróscopo psíquico ha sido ins-
talado por los padres o por otras autoridades. mantiene a ese tipo de persona
"en su curso". Ese tipo de individuo, que se autodirige desde su interioridad, se
convierte en capaz de mantener un delicado equilibrio entre las demandas de la
meta que estableció y los golpes que recibe en su contorno externo.
La persona dirigida por la tradición apenas piensa de sí misma como un
individuo. Todavía mucho menos se le ocurre que pueda configurar su propio des-
tino en términos de metas personales perennes. Tampoco se le ocurre que el des-
tino de sus hijos pueda separarse del destino del grupo familiar.
Por el contrario, las personas autodirigidas individualmente cobran un sen-
timiento de autocontral, de control sobre sus propias vidas; y ven' a sus hijos
también como individuos que deben emprender por su cuenta una carrera.
A medida que la proporción de nacimientos empieza a ir disminuyendo se pro-
duce entonces el hecho de que las gentes tienen abundancia de medios materiales
y que además disfrutan de ocio. Ahora bien, resulta asimismo que tienen que pagar
por esos cambios, aceptando verse insertos en una sociedad centralizada y buro-
cratizada y en un mundo que se ha encogido y que está agitado por mayores y
mayores contactos entre estirpes étnicas, nacionalidades y culturas, -todo ello
acelerado por la industrialización. Bajo esas nuevas condiciones, la dura resistencia
y el enérgico espíritu de empresa de los tipos autodirigidos individualmente desde
sus interioridades van resultando cualidades menos necesarias. Por otra parte, resulta
que el problema ya no viene planteado por el contorno material, sino por otra gente.
Cuando las gentes se mezclan mucho más ampliamente y se convierten en más sen-
sibles, más sensitivas, las unas a las otras, sucede que las tradiciones -ya muy
disminuídas durante el período de la industrialización- quedan todavía mucho
más atenuadas. El control giroscópico ya no es lo suficientemente flexible; yen·
tonces se necesita un nuevo mecanismo psicológico. Además, la "psicología de la
escasez" de muchas personas autodirigidas individualmente va cediendo el ca-
mino a una "psicología de la abundancia", capaz de un consumo lujoso y derro-
chador de ocio y de los bienes sobrantes. Por otra parte, aumenta el número de
_ los consumidores que no producen. el de los ancianos, lo cual es otra ocasión para
la prodigalidad y para el carácter que la abona. Riesman cree advertir sobre todo en
la clase media superior de las más grandes ciudades de los; Estados Unidos la apa·
rición de un nuevo carácter humano social al que llama el tipo "dirigido por otros",
Mientras que el tipo de la persona individualmente autodirigida desde dentro es
tal vez todavía el característico de la "vieja" clase media -el banquero, el tendero,
el pequeño empresario, el ingeniero orientado por las necesidades de su técnica,
ctc.-, en cambio, el tipo de la persona "dirigida por otros" se está convirtiendo
TIPO DIRIGIDO POR OTROS 241
en lo característico de la "nueva" clase media --el burócrata, el empleado a sueldo
en los grandes negocios, etc. Es un hecho notorio el fabuloso aumento del número
de empleados de todas las categorías, no sólo en los servicios públicos, sino también
en las empresas industriales, mercantiles y financieras.
"La educación, el ocio, los servicios, todo eso, va acompañado de un mayor con-
sumo. de palabras e imágenes suministradas por los nuevos medios masivos de ce-
rnunicación. Los acontecimientos políticos son experimentados a través de pantallas,
por virtud de lo cual de ordinario los hechos son atomizados y personalizados -o
pseudopersonalizados."
Para grandes cantidades de gente, esos desarrollos llevan a cambios en la senda
del éxito y -al requerimiento de una conducta más "socializada". Se produce, tamo
bien una relajación de las viejas pautas de disciplina en la educación de los hi-
jos: el grupo constituido por los iguales o "pares" (el grupo de los que tienen la
misma edad y pertenecen a la misma clase, con quienes se está asociado) se con-
vierte para el niño en mucho más importante que la autoridad familiar, la cual
también resulta menoscabada cada vez más por la influencia de la escuela. Además
estas presiones son reforzadas por los medios masivos de comunicación: cine" radio,
televisión, historietas gráficas y, en general, medios de cultura popular. Bajo estas
condiciones surge un nuevo tipo de carácter al que Riesman y sus colaboradores
llaman el hombre dirigido por otros, para el cual su guía son sus contemporáneos
ora aquéllos que él conoce, ora aquéllos con los cuales está en ralación indirecta, a
través de amigos y a través de los medios masivos de comunicación. Entonces resulta
que ese nuevo tipo va guiado en su vida por el esfuerzo de percibir y atender las se-
ñales ,que manan de los otros.
Claro que importa mucho determinar quiénes sean esos "otros": si son el
círculo inmediato del individuo, al mismo nivel de éste, o si son un círculo "supe-
rior", o si son las voces anónimas de los medios masivos de comunicación. Importa
determinar si el individuo teme la hostilidad de personas a las que ha conocido
casualmente, o sólo la de aquéllos que "cuentan". Pero la necesidad que este tipo
humano siente de la aprobación y dirección por parte de otros va más allá de las
razones que llevan a la mayor parte de las gentes en toda época a preocuparse
mucho de lo que los demás piensan de ellas. En alguna medida esta preocupación
de cómo piensan de uno ciertas personas de cierto círculo. es un fenómeno ceei
universal. Pero, en cambio, respecto del tipo dirigido' por otros, se trata de un
fenómeno muy diferente; pues ese tipo hace de la opinión que los demás ten-
gan sobre él, la fuente principal de su dirección, así como también el área prin-
cipal de su sensibilidad. Ese nuevo tipo necesita mantener constantemente una res-
puesta en su contacto con los demás, tanto en el trabajo como en el juego. No se
trata solamente de un deseo de homogeneización o de estandarización externa. por
ejemplo, en cuanto a signos materiales de bienestar. en cuanto a instrumentos de
comodidades, sino que además se trata también de lograr un emparejamiento a
otros muchos niveles 'en otros muchos campos, algunos de ellos internos.
Riesman y sus colaboradores han procedido a un estudio' comparativo de los
tres tipos, para destacar mejor los perfiles diferenciales de cada uno de ellos,
Se puede apreciar las diferencias entre los tres tipos desde el punto de vista
de la sanción o del control emocional de cada uno de ellos. La pe1lIona dirigida por
la tradición siente el impacto de su cultura como una unidad, hasta el punto de que
,
80<'10101:1",_16,
/
242 TIPO DIRJGIDO POR OTROS
otras personas con las cuales está en concacto cotidiano esperan DO tanto que
se comporte como un cierto individuo, sino más bien simplemente que cumpla
típicamente las. pautas establecidas. Consiguientemente, la sanción para su conducta
tiende a consistir en el miedo de ser avef"gonzmio.
La pef"sona antodirigida desde Sil interioridad desde muy temprano incorporó
aquella especie de giróscopo psíquico que le pusieron sus padres y que puede recibir
más tarde señales de otras autoridades que se asemejan a sus mayores. Esa persona
va por la vida con menos independencia de la que aparenta, pues obedece a ese pilo-
taje íntimo. El hecho de apartarse de 10 que indica ese pilotaje, ora como respuesta
a impulsos internos, ora como respuesta a las voces fluctuantes de los contemporáneos•
. , puede conducir al sentimiento de clllpa. Ahora bien, puesto que 10 que se ha inte-
riorizado no es tanto detalles de conducta sino más bien principios generales, re-
sulta que la persona autodirigida desde su intimidad es capaz de una gran estabilidad.
Con el tipo cuya ca.ra.cterizadón se acaba de recordar, contrasta el tercer tipo..
es decir, el de la persona dirigida por otros, la cual aprende a responder a las seña-
les de un círculo considerablemente más" amplio que el de sus padres. Atenta al
ambiente social que la enmarca, esa persona dirigida por otros, se asemeja hasta
cierto punto al tipo dirigido por la tradición: ambos viven en, y de, un ambiente
colectivo, y ambos carecen de la capacidad que tiene el individuo autodirigido
interiormente para andar solo por sí propio. Sucede, empero, que la índole de ese
ambiente colectivo es muy diferente en los dos casos. La persona dirigida por otros
es cosmopolita, en cierto sentido se encuentra en casa en cualquier parte, y en nin-
guna parte, y es capaz de una rápida intimidad, bien que superficial con cada quien,
así como de responder a cada uno. Mientras que, por el contrario, el sujeto diri-
gido por la tradición se siente pertenecer a su grupo tradicional.
La persona dirigida por la tradición toma sus propias señales de los demás,
pero éstos se presentan de un modo monótono. Esa persona no necesita de un equi-
po complicado para recibir las señales de los demás. La persona dirigida por otros
tiene que ser capaz de recibir señales tanto' de lejos como de cerca. Las fuentes son
múltiples y los cambios son rápidos. Pero el equipo receptor no necesita ser muy
complejo. En contraste con los controles de verg,jenza y culpa, encontramos, en
cambio, en la- persona dirigida por otros, una palanca psicológica peculiar: una
ansiedad difusa. Este control no se parece. a un giróscopo; es más bien un radar.
Riesman y sus colaboradores, a pesar de la importancia que han dado al análisis
de los Ir,:" tipos de carácter que han estudiado, advierten, sin embargo, que no se
debe superestimar el papel del carácter en el proceso social. Hacen notar que la
sociedad puede cambiar más rápidamente que el carácter, o, viceversa, puede suceder
10 contrario. Por otra parte, es preciso comprender que las descripciones dadas se
refieren a tipos puros, fabricados por procedimientos de abstracción mental. Ahora
bien, en los hechos reales no existe ni puede existir una sociedad o una persona,
que dependa por entero de la tradición; ni tampoco perteneciente en U)1 ciento por
ciento al tipo de la dirección íntima; ni tampoco que encaje por entero en la figura
de la dirección por otros. De ordinario todas las personas, al igual que todas las so-
ciedades, poseen los tres componentes. Por tanto, al calificar individuos y grupos
como pertenecientes a uno de los tres tipos, se trata tan sólo de una cuestián de
grado, es decir, de cuál de los tres componentes tiene preponderancia decisiva. Es
también posible que un individuo pueda cambiar, en el Curso de su vida, de un
TIPO DIRIGIDO POR OTROS
tipo a otro. Es posible, pero no es probable, pues a menos que los. individuos estén
completamente locos -y resulta que nunca están ((JmpJetamenle locos-, organizan
'sus caminos en su ambiente social y de ordinario los siguen.
Podemos describir los últimos, siglos de la historia occidental en términos de
una sucesión gradual en el predominio de los tres tipos descritos. El tipo dirigido
por la tradici6n es desplazado por el tipo autodirigido íntimamente; y a éste le
sucede el tipo dirigido por los otros, aunque este tercer tipo se presenta s6lo en
algunas zonas.
También cabe observar, en grado relativo, la diferente distribuci6n de los tres
tipos en las varias regiones de la tierra. En Asia y en Africa, as! como en regiones
agrícolas de Europa y de Híspanoamériea ha predominado el tipo dirigido por la
tradición. Los tipos autodirigidos íntimamente predominan en las zonas rurales y
en las pequeñas ciudades de los Estados Unidos y Canadá, en el noroeste y en el
centro de Europa, en las grandes ciudades de todos los países occidentales, y tal
vez en Turquía y en algunos lugares de Asia. Y se nota el comienzo en el predo-
minio del tercer tipo, de la persona dirigida por otros en los grandes centros me-
tropolitanos de los Estados Unidos y acaso también en algunas grandes ciudades del
noroeste europeo.
Claro es que la mezcla de gentes de los' tres tipos de carácter, asl como de
diferentes creencias religiosas y de diversas estirpes étnicas, se encuentra por do-
quier como resultado de la industrialización y de la colonizaci6n.
Se debe además destacar la observación del siguiente hecho. Hay tipos auto-
dirigidos Intimamente en las zonas urbanas de Norteamérica que pueden ser llevados
hacia un resentimiento o una rebelión. Pueden resultar incapaces de adaptarse, por·
. que carecen del equipo receptor adecuado para las señales de radar que de un modo
creciente van dirigiendo las actividades y conductas en la tercera fase. Pueden re-
husar adaptarse por causa de reprobar desde el punto de vista moral lo que los
signos del tiempo presente traen. O pueden sentirse desanimados por el hecho de
que las señales, aunque desde luego suficientemente atractivas, sin embargo, no
parecen referirse a ellos -lo que sucede a gentes que sufren alguna discrimina-
cién-«; o experimentan desaliento por el hecho de que carecen de la flexibilidad
y de la sensibilidad para con otros, que son precisas para la adaptaci6n cambiante.
pos señalados por Frornm son los siguientes: A) Autoridad nacional, en la que los
intereses del mandante y del mandado se orienten en la misma dirección, cual suce-
de en las relaciones entre maestro y estudiante, entre padre e hijo;' es decir, la supe-
rioridad constituye la condición para ayudar a la persona sometida. B) Autoridad
irracional o inbibítorie, por ejemplo la del amo sobre el esclavo; en la que los ínte-
reses de ambos son antagónicos: el .arno desea explotar al esclavo todo lo posible, y
el esclavo procura defender lo mejor que puede un mínimum de felicidad; lo que es
ventajoso para el uno es perjudicial para el otro.
Que las convicciones colectivas vigentes, al igual que todo modo colectivo de
conducta, todo hecho social, ejerzan una presión sobre los miembros del grupo o
círculo de que se trate, constituye un hecho que podemos calificar como normal.
En fin de cuentas, se trata precisamente de la específica realidad de lo colectivo.
Ya expuse que el modo de ser real de lo colectivo consiste precisamente en el hecho
de que de su vigencia mana una presión.'> No veo yo inconveniente en calificar esa
presión corno autoridad, según lo hace Erich Frommt": como autoridad anónima.
Está bien esta calificación. Recuérdese que al caracterizar los modos colectivos de
comportamiento, insistí mucho en que tales modos constituyen pautas genéricas, im-
personales, anónimas, de todos pero -de ninguno en particular, y en que, por tanto,
no tienen tras de sí un auténtico sujeto genuinamente responsable. Este es un rasgo
esencial de lo colectivo que hace de ello que sea una realidad fría, mecánica, in-
sensible. sin verdadera alma, e incluso algunas veces resulte desalmada, como dice
Ortega y Gasset.
Entiendo que en términos generales los modos colectivos de comportamiento,
con la presión específica que les caracteriza, constituyen una autoridad anónima.
Donde quiera que nos encontremos con unos modos colectivos de conducta nos ha-
llaremos ante- un hecho de autoridad anónima. Ahora bien, aquí y en este momento
no se trata de insistir en este rasgo esencial de los modos colectivos en tanto que
vigentes, tal y como 10 he expuesto ya en el capítulo precedente. Se trata de otra
cosa: se trata de llamar la atención sobre un hecho muy peculiar de algunas socie-
dades de nuestros días, hecho que consiste en que está produciendo un nuevo
tipo de alf.!!!..ridad impersonal, anónima, a la que corresponde un nuevo tipo de con-
formidad, una-nueva manera de docilidad. Este hecho ha sido estudiado sobre todo
p.or. el gran PSiCólo{o y sociól~go Erích Fromm. Se trata de otro aspecto del ere-
CImiento de las presiones colectivas en el mundo de nuestros días, en contraste con
ti mundo del siglo XIX y de comienzos del xx.
Este creciente aumento de la conformidad, de la docilidad a pautas colectivas,
no constituye una vuelta a un tipo de sociedad primitiva. o no primitiva pero tra-
dicionalista y fuertemente conservadora, en la que exista un cuerpo muy numeroso·
de costumbres, de convencionalismos, que rijan muy pesadamente la conducta de
los individuos, obligándolos y presionándolos a obedecer tales reglas. No es pre-
cisamente eso. Malamente puede producirse un fenómeno de regreso tradicionalista
en una sociedad en_ profunda crisis, en la que. por tanto, las valoraciones que rigie-
12 Véase en este libro, el cap. X, epígrafes 13, 14 Y 15, y el cap. XVIII, epígrafe 9.
l3 Cfr. FROM}.( (Erich), Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, 2' ed., Fondo de
Cultura Económica, México, 1958, pp. 84·91 Y 130·140.
LAS AUTOR.IDADES ANONIMAS E INVISIBLES 245
ron en el pretérito han perdido mucha fuerza si es que han naufragado, sin qu~
hayan sido sustituidas por un nuevo sistema de valoraciones con efectiva vigencia.
Sería muy difícil instalar de nuevo en nuestro tiempo un cuerpo de tradiciones vi-
gorosas. En algunos lugares se puede haber intentado eso inauténticamente; peco el
resultado fué un fracaso con apariencia de grotesca parodia. Es un hecho muy dife-
rente: es el hecho de querer concordar con IOJ demás, de no discordar de ellos, en
lo que piensan, en lo que hacen, en lo que manifiestan. Todo eso que los demás
piensan, dicen y hacen la mayor parte de las veces no responde a una vieja regla
colectiva, a una costumbre tradicional, sino que más bien se acomoda a una pauta
colectiva inestable, determinada por la concordancia -más o menos eventual- de
los miembros de un grupo, quienes desean sobre todo coincidir con sus compañeros.
Hasta cierto punto se trata de otro aspecto del hecho estudiado por Riesman. al que
éste llama el tipo bumano dirigido por otros.
Refiriéndose especialmente -pero no de modo exclusivo- a la sociedad nor-
teamericana de nuestros días, o al menos a algunos de sus sectores, Fromm observa
que "a mediados del siglo xx la autoridad ha cambiado de carácter: ya no es una
autoridad manifiesta, sino anónima, invisible, enajenada". Ya no preponderan ni
las órdenes de una persona, ni de una idea, ni de la ley moral. "Sucede que todos
nos sometemos, tanto o más que lo haría la gente en una sociedad autoritaria".
Pero, ¿a qué es lo que nos sometemos? A algo invisible, intangible, y no obstante
muy real y eficaz: a la opinión pública de nuestros convecinos, de nuestros como
pañeros de trabajo, de nuestros conocidos, al imperativo de la ganancia económica,
a determinados lemas que, por así decirlo, flotan en el ambiente, a 10 que por ca-
sualidad se ha impuesto como tónico dominante en la conducta de los miembros de
un grupo, a las "sugestiones" de nuestros parientes y amigos, de nuestros colegas.
"Mientras hubo autoridad manifiesta, hubo conflictos y hubo rebeliones contra
una autoridad irracional. En el conflicto con los mandatos de la propia conciencia,
en 1:1 lucha contra la autoridad irracional, se desarrollan la personalidad y particu-
larmente el sentimiento de sí mismo. Me siento a mí mismo como "yo" porque
"yo" dudo, "yo" protesto, "yo" me rebelo. Aunque me someta y me sienta derrotado,
me siento a mí mismo como "yo": "yo", el vencido. Pero si no tengo conciencia
de la sumisión ni de la rebelión, si me gobierna una autoridad anónima, pierdo el
sentido de la identidad, me convierto en "uno", en una parte de "eso", El me-
canismo mediante el cual opera la autoridad anónima es la conformidad. Debo hacer
10 que todo el mundo hace; en consecuencia, debo adaptarme, no ser diferente, no
"sobresalir"; debo estar dispuesto a cambiar de buena voluntad, de acuerdo con
los tipos de cambio o, modelo; no tengo que preguntar si estoy en lo cierto o no,
antes bien si estoy adaptado, si no soy ... "diferente". La única cosa ... permanente
es ... esa buena disposición al cambio". La autoridad en sus formas manifiestas va
haciéndose menos necesaria, porque la autoridad del conformismo ejerce un vigoroso
control social. "La virtud está en adaptarse y en ser como los demás. Ser diferente
es el vicio..La falta de conformidad es castigada no sólo con palabras de censura,
sino a veces con sanciones crueles como el ostracismo del grupo. Se dice que por
viltud de que la sociedad se ha hecho tan compleja, el individuo sólo puede tener
sentido en la medida en que contribuya a la armonía del grupo. Y se insiste en
que todos van en el mismo barco".
246 LAS AUTORJDADES ANONIMAS E INVISIBLES
Ahora bien, después de describir esos hechos, Fromm los comenta diciendo:
"Esa vida de concesiones, esa vida 'exterior' es vida de aprisionamiento, de vacío
interior, y de depresión. Todos van 'en el mismo barco', pero ... ¿A dónde va el
barco? Nadie parece tener la menor idea; ni, en cuanto a eso, les parece muy hábil
no suscitar ni siquiera la pregunta:'
CAPITULO XII
Ahora bieo, llegado este momento y, recordando a tal respecto los estudio.
de Durkheirn, creo necesario formular esta pregunta: ¿Constituyen los hechos so-
ciales o modos colectivos, cuando ya están constituidos, algo espeáficamente nuevo
y diferente de las invenciones individuales que los originaron?
Claro es que, desde luego, los modos sociales tiene frente a los modos indi-
viduales la típica diferencia de constituir una forma colectiva, es decir, anónima.
impersonaJ, común, típica, genérica, funcionaria, tal y como los he caracterizado
detalladamente en páginas anteriores; a distinción de los modos individuales, que
son expresión auténtica de la persona. creación viva. Esto es notorio, y no creo
que sobre ello sea necesario insistir más.
Pero además nos preguntamos, siguiendo la metáfora de Durkheim, si en
la elaboración de un modo colectivo, o de una institución social, se produce una
especie de reacci6n de química mental, por la que desaparecen los ingredientes con
los cuales se forma, y entonces surge un cuerpo nuevo.
Adviértase, en primer lugar, que, desde luego, la conversión de un modo in-
dividual en colectivo, es decir, su socialización, aporta nuevos caracteres, los que
han sido ya explicados, es decir, los propios de los modos sociales..Pero pueden
suceder dos cosas: a) que el modo colectivo sea el mismo modo individual, sólo
que privado de su acento individual y convertido en carril común; b) puede acae-
cer también que el modo colectivo se forme por la fusión y combinación de múl-
tiples y variadas aportaciones individuales, y entonces con todas ellas se constituya
una nueva forma de conducta, que no se parezca a ninguno de los componentes
individuales que contribuyeron a su elaboración.
Hay modos colectivos que se reducen al hecbo de que una conducta indivi-
dua! se socializó. Esos modos colectivos, por ejemplo, el uso de determinado tre-
bejo inventado por un individuo, tienen autor conocido, un individuo. Lo ,que
primero fué creación de éste, obtuvo después generalización entre todos los miera-
bros de un grupo. Se trata sencillamente de una conducta individua! que se h.
socializado. Claro es que al socialízarse ha perdido los matices individuales y se
ha tornado vía comunal. Esta transformación no es ciertamente pequeña; porque
un comportamiento individual al convertirse en colectivo suele perder su genuina
autenticidad, suele perder finura, suele perder parte de su calidad, suele embas-
tecerse, suele tornarse más tosco y más simple. La cosa es clara: las rutas co-
munales, los procedimientos genéricos, no pueden albergar la riqueza que es pro·
J'ia de un alma individual; por ser algo general y de todos, ya no expresan la
delicada complej idad de un espíritu individual; son más bien vías de pública uti-
lización en las que desaparecieron los finos matices que sólo puede tener 10 in-
dividual, que es lo verdaderamente auténtico. Es lo que sirve para muchos; pero
precisamente por eso no sirve a ninguno con la intensidad con que servía a su
autor, puesto que éste lo hizo para su propia medida. Al dejar de ser algo a la
singular medida de Wl individuo, gana en amplitud, pero pierde en delicadeza,
pierde en intensidad, pierde en ajuste exacto. Pero fundamentalmente es lo mis-
rno que un individuo había creado para sí propio, sólo que adaptado a las neceo
sidades genéricas de todos. Cierto que además tiene de nuevo algo que no poseía
como conducta individual, a saber, la vigencia colectiua, es decir, el hecho de que
es reconocido y observado generalmente como patrón de conducta por todos Jos
CARACTERISTICAS DE LOS MODOS COLECTIVOS 251
integrantes de un círculo social, y que, como tal, el individuo lo halla preconstituído
y ejerciendo una presión sobre él.
Pero, de otro lado, hay también hech~ colectivos, modos sociales, que aun-
que hayan tenido que formarse con aportaciones humanas, éstas no fueron ini-
cialmente las de un solo individuo, sino las contribuciones de muchos sujetos. Y
entonces OCUrre que con todas las múltiples y a veces diversas aportaciones indi-
viduales fué gestándose un nuevo modo de comportamiento de índole colectiva.
En tal caso) el modo colectivo no es igual, en ocasiones ni siquiera similar, ol
nmguna de las conductas individuales con cuya combinación se formó. A tales
casos seda aplicable la expresión durkheiminiana de un proceso de química men-
tal, que da origen a la formación de algo nuevo, bien que empleando esta ex-
presión nada más que con el alcance de un símil imaginativo, y nunca al pie de
la letra. Tal es el caso de! idioma. Claro es que éste no tiene un origen mágico,
ni misterioso; ha tenido que formarse -<omo cualquier otro hecho humano--
con aportaciones de los hombres; pero han intervenido en su constitución y en
su desarrollo un sinndmero de contribuciones y también un sinnúmero de factores
modificantes, hasta constituirse como modo comunal de expresión de los compo-
nentes de un grupo. Es lo que sucede con determinadas costumbres, en las cuales.
ha ido decantando como modo colectivo el resultado de complejlsimos procesos
de combinación y de reclproca adaptación de un sinnúmero de conductas indivi-
duales. Es también lo que sucede con la formación de ciertas corrientes de opi-
nión pública, que no representan tan sólo una opinión individual socializada, sino
que constituyen e! compromiso de varias opiniones individuales. Es lo que ocurre,
asimismo, con varias instituciones, que han ido gestándose en virtud de la con-
currencia de muchos y muy diversos factores.
Para aclarar y precisar todavla más los conceptos referidos, se puede acudir
• otra comparación usada por Blondel, al exponer y comentar la teoda de Dur-
kheim, "Lo social tiene en lo psicológico su condición virtual. Mas esta virtua-
lidad, abandonada a ella misma, resultada inerte e impotente. El individuo no
puede por su solo esfuerzo mental producir ninguno de los efectos que son pe-
culiares a lo social. Como el pedernal, el individuo es rico en chispas. Mas para
sacar fuego de la piedra, es preciso golpearla con un eslabón. Y no es ella quien
produce e! fuego, sino e! golpe que recibe. Para dar vida a las representaciones
colectivas, es preciso que los individuos, en los cuales se halla su condición vir-
tual, entren en cantacto y en choque, a fin de que, asl puedan ellas brotar de
ese contacto y de ese choque. Y de la misma manera que la intensidad de la chis-
p. depende de la habilidad y 1;\ fuerza con que ha sido el golpe sobre la piedra,
así, la lndole de las representaciones colectivas depende de! modo como se haya.
establecido el contacto entre los miembros del grupo. Por consiguiente, para que
haya sociedades y representaciones colectivas, evidentemente es necesario que haya
hombres capaces de asociación y esplritus humanos capaces de pensamiento. Mal,
para que las sociedades, las representaciones colectivas sean tales O cuales, es de-
todo punto necesario que entre los hombres y los espíritus se establezca el con-
tacto de una cierta manera y no de otra. La morfologla de los grupos es el factor
que rige la índole de las instituciones y que especifica las representaciones colec-
tivas correspondientes. Jamás el análisis abstracto de la conciencia individual, ni
el conocimiento, por profundo que sea, de lo cual ésta es virtualmente capaz.
•
252 CONDUCTA EXPRESIVA DE UNA SITUACION SOCIAL
;s Cfr. BLONDEl., Int,odnrtioJJ á JIl Psycbologie collectice, cap. 11. (Hay trad. cast. de este
libro "Psicología colectiva", publicada por Editorial América, México, 1945.)
CONDUCTAS COLECTIVAS 253
individuos (no como tales, sino como miembros de un grupo) y engendra módulos
de comportamiento que son ya colectivos desde el momento en que nacen.
En esos casos, aunque quienes piensan son los individuos (no olvidemos que
Son los únicos que pueden pensar) y aunque lo que piensan es algo nuevo -c-no
la conformidad a un modo preestablecido---, sin embargo, eso que piensan, lo
piensan no en su carácter de individuos, sino en la actitud de desempeñar una
función social creadora, es decir, reflejándose en su conciencia (siempre individual)
las aspiraciones, las necesidades, los deseos concordes de una multitud de sujetos,
de los integrantes de un grupo, Tales aspiraciones y deseos no son sentidos por
cada uno de ellos en cuanto personas singulares. sino en tanto que participamos en
el grupo, y, además, sintiendo cada uno en su conciencia el influjo de las con-
ciencias cjcnas y ejerciendo a la vez sobre éstas su propia acción concomitante.
Es decir, se forma una corriente colectiva con una serie de aportaciones que pro-
vienen de individuos, las cuales se producen en la misma dirección. bajo la presión
de una común circunstancia, y. brotan homogéneas por obra del recíproco influjo
que entre ellas se da. Es decir, los individuos que actúan no ·se adaptan a los modos
colectivos anteriormente establecidos, antes bien, tratan de innovarlos. Por lo tanto,
inventan algo nuevo; pero eso que inventan no constituye la proyección de su vida
individual, de su yo singular. sino que les viene sugerido bajo la acción de una
determinada situación social -p. e., de una situación injusta, caducada-, e inspi-
rada por análogos pensamientos que se producen en otros individuos en virtud de
las mismas influencias. Se forma esa corriente de psiquismo colectivo -entiéndase
bien. no un alma colectiva, sino fenómenos psíquicos de individuos, pero suscitados
por circunstancias sociales e influídos por una recíproca interacción.
El psiquismo colectivo es una realidad, pero no una realidad substantiva, sino
la realidad de un proceso de recíprocos influjos entre las mentes de los individuos,
funcionando éstas no en manifestación de sus respectivas singularidades, sino en
función de algo común, y bajo el influjo de unos mismos problemas comunes y de
de un mismo contorno social.
en éstas, al tener que enfrentarse con las mismas situaciones, reaccionan de modo
semejante. Claro es que ante una misma situación varias personas pueden reaccionar
de modo diferente. Pero cuando se trata de un grupo de personas, las cuales, en
tanto que miembros de ese grupo, tienen ciertas características comunes, entonces
es más probable que la mayor parte "de esos sujetos reaccionen creadoramente ante
la nueva situación de un modo similar, en virtud de dos factores: en virtud de
poseer previamente una mentalidad' pareja, y también por causa de la identidad
de la situación objetiva.
daría deshumanizado,· pues habría dejado de ser individuo, y por tanto quedaría
convertido en autómata o en bestia. Un hombre enteramente socializado. colec-
tivizado, que no conservase la raíz íntima de su singular individu~lidad. sin nada
de pensamiento propio. antes bien recibiéndolo del medio social para todas las
situaciones de su vida; teniendo mecanizados sus sentimientos, uniformada su con-
ducta en todos los aspectos, habría perdido su raíz propiamente humana, pues
ésta consiste en la individualidad autónoma con un destino propio. insustituible,
inranjeable. En ese estado de colectivización integral, sucedería además que que-
darían totalmente ahogadas las fuentes creadoras que son siempre las individuales.
Así, pues, el hombre si estuviera solo no podría constituir realmente un ser
humano. Para desenvolverse como tal precisa indispensablemente de la sociedad.
Fuera de ella no cabe la existencia humana. El hombre, para realizar efectiva-
mente su esencia humana, tiene que hallarse socializado en no pequeña parte.
Pero, de otro lado, para ser efectivamente un ente humano, tiene también que
COnservar fuera de lo social la raíz de su propia individualidad y tiene que culo
tivar las 'fuentes creadoras propias de ésta. Podemos decir, metafóricamente, que
debemos estar a medias dentro de la sociedad y a medias fuera de ella -sin que
con esta expresión se quiera indicar que sea precisamente tal proporción mate-
mática la debida o la constitutiva del equilibrio conveniente. Se trata tan sólo de
expresar que también en este punto la estructura de la vida humana se muestra
. como bipolar, es decir, que tiene que desarrollarse con equilibrio entre dos polos,
el individual y el social, participar en ambos en forma de tensión balanceada.
"El hombre está. solo y al mismo tiempo está relacionado -dice, Erich Fromm
Está solo, en tanto en cuanto que es una entidad única, no idéntico a ningún otro,
y que tiene conciencia de su propio yo como una entidad separada. Tiene que
estar solo cuando ha de juzgar o tomar decisiones meramente por medio del poder
de su razón. Y, sin embargo, no puede soportar una soledad total, un no estar
en relación con sus prójimos. Su dicha depende de la solidaridad que-experimente
COn sus prójimos, y con las generaciones pasadas y futuras";"
10 Cfr. F'ROMM (Erich). Man [or Himselí: An lnquir"j into /he PsyrholoXY 01 Etbies.
Rinehart & Co., New York, 1947, p. 43.
CAPITULO XIII
1 Cfr. DAVIS (Kingsley}, Human Sociesy, The MacMillan Co., 9th Printing, New York,
1957, p. 621.
260
EL CAMBIO SOCiAL 261
herencia cultural, añade nuevos conoomrentos, nuevas experiencias, algunas in-
venciones, arrumba otros elementos, introduce correcciones. en determinados pun·
tos. La generación siguiente se encontrará con una base, con una estación de par-
tida, con una herencia cultural. diferente en alguna medida, mayor o menor, de
la que tuvo la generación anterior, base o herencia en la que esa nueva genera-
ción va a introducir también modificaciones; y así sucesivamente.
La historicidad abarca un sinnúmero de aspectos de la vida humana: abarca
el mundo de la rultura ideológica, abarca las formas culturales de la conducta in-
dividual y social, y abarca la cultura material, técnica, o utilitaria. Por ejemplo. el
cambio histórico afecta: los conocimientos -que generalmente van aumentando 1
depurándose--; las aplicaciones tecnológicas de esos conocimientos; las ideas sobre
el hombre y las instituciones sociales -así, sobre la familia, la nación, la comu-
nidad internacional, etc.-; las estructuras y' los procesos económicos; los estilos Ii-
terarios y artísticos; la realidad de las costumbres; los grupos; el Derecho; etc., etc.
Los hechos del cambio social han fascinado la mente humana desde largo
tiempo ha; y tales hechos todavía plantean algunns de los más graves problemas
sociológicos aún no resueltos. Por ejemplo: ¿cuál es la dirección del cambio social?
¿Encamínase hacia alguna finalidad o, por el contrario, se desenvuelve ~ la deriva
de modo puramente casual? En caso de que haya tal finalidad, o de que, por lo
menos haya algún sentido, ¿va el cambio social hacia el progreso, hacia la degene-
ración, hacia alguna catástrofe, o. hacia una mera extinción? ¿Cuál es la forma del
cambio social? ¿Cual es el /"",po del cambio social? ¿Es hoy más rápido que en
el pasado, y 10 será mañana más que hoy? ¿Cuál es la causa del cambio social?
¿Cuáles son las condiciones del cambio social? ¿Quién es el agente productor del
cambio social? ¿Cuáles son los factores que lo estimulan? ¿Hasta qué punto y có-
rr.o puede ser controlado el cambio social?2
Claro es que el cambio social constituye una parte de algo más enérgico, ol
saber, del cambio cultural o histórico.
El cambio histórico ha sido concebido de diferentes maneras en las varias eta-
pas del pensamiento humano. Ya en l. Antigüedad clásica se produjeron algunos
pensamientos en los que se apunotaba la idea del progreso (así, por ejemplo, en
Hesíodo, Esquilo. Tucídides, Platón, Aristóteles. Polibio, Lucrecio, .Cicerén, Séne-
ca).' También hubo esbozos de esta idea en la Anotigüedad Cristiana y en la Edad
Media (San Agustín, San Vicente de Lerins, Santo Tomás de Aquino, y Roger
Bacon)." Sin embargo, por otra parte, tanto en la Antigüedad como en los tiem~,
pos medioevales, circulaba una concepción de la historia como un proceso regresi-.
yo. como una ida de lo mejor a lo menos bueno y a lo peor. En la mitología an·
tigua se hablaba de que hubo en tiempos remotos una edad de oro, en la que
todo era felicidad, abundancia y bienestar. Pero a esa edad le sucedieron períodos
más broncos y menesterosos. Por otra parte, el dogma bíblico del estado original
de inocencia de Adán y Eva en el Paraíso, de su caíd. en el pecado original, y
de la consiguiente degeneración de la naturaleza humana, incitó a algunos a pensar
:!Cfr. DAVIS, ob. J lug, cit.
:JCfr. The Idea of Progress: A Colleaion oi Reedings. Selections by Frederick J. TEGGART,
Revised, with Introduetion by Gecrge H, HILDEBRAND, Unlversity of California Press, 1949,
" Cfr. CAso (Antonio), La IdC4 J~/ Progreso en /4 Edad Medh~, en la. "Revista de fa
Escuela Nacional de Jurisprudencia", tomo VIII, N' '1, México. julio-septiembre, 1946; y
TEGGAllT, ob, eit, ea la nota precedente.
262 LA IDEA DEL PROGRESO
ve a recobrar la. altura perdida y desde ella se asciende nuevamente. Así, muchas
veces se ha representado el progreso en metáfora gráfica no como una línea recta.
sino como una trayectoria sinuosa, con altibajos, pero ascendente en su conjunto.
La fe progresista en el siglo XIX -<lice Ortega y Gasset- cloroformizó al
europeo y al americano para esa sensación radical de riesgo que es -sustancia del
hombre. Porque si la humanidad progresa inevitablemente, quiere decirse que po.
demos abandonar todo alerta, despreocuparnos, irresponsabilizarnos,... y dejar
que. .. la humanidad nos lleve inevitablemente a la perfección y a la delicia...
Marchando así, segura hacia su plenitud, la civilización en que vamos embarcados
sería como la nave de los feacios de que habla Homero, la OJal, sin piloto, nave-
gaba derecha al puerto. Esta seguridad es la que estamos pagando ahora."
En el siglo xx, precisamente desde que se inicia y difunde la conciencia de la
crisis integral de nuestro tiempo, la fe en el progreso como ley forzosa de la
causalidad histórica se resquebrajó considerablemente. No se renunció ciertamente
a seguir pensando el progreso como el curso. deseable en el desenvolvimiento de
la historia. Tampoco se perdió la esperanza de que el progreso continuase des-
envolviéndose en el futuro. Ni se renunció a seguir poniendo todos los esfuerzos
al. servicio del progreso. Todas esas actitudes siguieron en pie, con firmeza, in-
cluso diríamos con más ahinco. Lo que pasó fué otra cosa: pasó que muchos
empezaron a dudar seriamente de que el progreso fuese una ley causal de la his-
toria, de que el progreso fuese una forzosidad ineludible. Por un lado, se adver-
tía que si bien el progreso científico se presentaba precisamente en nuestro tiempo
como un hecho evidente y de volumen gigantesco, y con él también el progreso
técnico en todos los órdenes -c-ingenierla, higiene, medicinal etc.-" en cambi..l
el progreso ético distaba mucho de aparecer como· notorio; es más, había serios
motivos para dudar si en realidad existía como hecho comprobable en nuestra
tiempo, o si, por el contrario, nuestra época parecía constituir un testimonio na
sólo de inexistencia del progreso moral y político, sino de un retroceso. Esos te-
mores se acrecentaron cuando se produjeron caídas verticales en algunas regiones
occidentales del mundo, por ejemplo, la caída de Nemania en '933 en una fran-
ca bestialidad y en una acción sistemática de criminalidad colectiva al triunfar en
ella los nazis. Y durante la Segunda Guerra Mundial se sintió la horrible angustia
de que si. llegasen a ganarla los nazis pudiera acabarse de raíz la civilización cris-
tiana occidental.
Independientemente de aquellos trágicos accidentes, que felizmente parecen
haber sido ya superados, sigue en pie el interrogante sobre el progreso ético de los
hombres. Por una parte, a pesar de todas las deficiencias y de las catástrofes de
nuestro tiempo -p. e., las acontecidas en las dos guerras mundiales, con sus se-
cuelas de brutalización, de desorden, de dcsajuste-, se observa que positiva-
mente ha seguido el progreso social en muchos órdenes de cosas: la idea de los
derechos del hombre, no sólo de las garantías individuales, sino también de los
derechos sociales, económicos y educaciones va abriéndose más anchos caminos:
la ideá de "bienestar para todos" se ha convertido de hecho en el 'tema de casi
todos los pueblos del mundo. Por otra parte, sin embargo, también san hechos
7 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), El Hombre y la Gente (Obras Inéditas), Revista de
Occidente, Madrid, 1957, pp. 46·47.
LA IDE1 DEL PROGRESO
patentes los que de las matanzas y crueldades en nuestra época han aumentado pa-
vorosamente en número y en atrocidad, en comparación con la vida del siglo XIX;
y aquéllos en que se manifiesta que e! respeto hacia los valores espirituales es
menor que el que imperaba en el siglo pasado. Ahora bien, también es verdad,
que, nunca tal vez con tanta intensidad como ahora se está planteando en el te-
rreno práctico e! problema de cómo conseguir un progreso ético de la humanidad.
El tema de este capítulo --en un libro de Sociología- no es el de apuntar
directrices prácticas, ni tampoco el de realizar una investigación filosófica en el
problema del progreso. He mencionado esos hechos, tan sólo para mostrar que
.debido a ellos se ha producido en nuestro tiempo un cambio respecto de la fe
en el progreso. Ya hay muchos que no 10 consideran una ley de ineludible for-
zosidad en la causalidad histórica ~para todos los aspectos de la vida humana y
para todos los tiempos y lugares-, aunque crean que de hecho la historia en su
conjunto acusa una línea progresiva, y mantengan la esperanza de que siga siendo
así en e! futuro. Sólo que hoy se extiende la conciencia de que para alimentar tal
esperanza es necesario mantener y aumentar los esfuerzos deliberados al servicio de
ese ideal, pues de otra manera pudiese aciagamente ocurrir que el progreso ético
naufragara, y que en ese naufragio se hundiese la cultura toda, incluso el progreso
científico que hasta ahora ha venido siendo un hecho patente e innegable.
Desde luego, el progreso científíco y técnico constituye un hecho evidente, y
por lo tanto más allá de toda posible discusión. Pero hoy se tiene conciencia de
que las cosas no están tan claras en todos los demás órdenes de la vida humana.
Ahora bien, esta observación no implica. que se niegue que hay también notorio
progreso en otros muchos campos diferentes del científico y .el técnico.
Ahora bien, acaso sea pertinente recordar aquí lo que de modo certero observ6
José Ortega y Gasset sobre la dramaticidad esencial de! hombre. Todo 10 que e!
hombre ha logrado "está siempre en riesgo de perderse y en grandes dosis se ha
perdido, muchas veces de hecho en el pasado y hoy estamos a punto de perderlo
otra vez. [Hasta ese grado, a diferencia de los demás seres del universo, el hom-
bre ... es ... viviente problema, absoluta y azarosa aventura, es, por esencia, drama!
Porque sólo hay drama cuando no se sabe lo que va a pasar, sino que cada ins-
tante es puro peligro y trémulo riesgo ... -no hay adquisición humana que sea
firme. Aun ·10 que nos parezca más logrado y consolidado puede desaparecer en
pocas generaciones. Eso que llamamos civilización -todas esas comodidades físicas
y morales, todos esos descansos, todos esos cobijos, todas esas virtudes y disci-
plinas habitualizadas ya, con que solemos' contar y que en efecto constituyen un
repertorio o sistema de seguridades que e! hombre se fabricó como una balsa, en
el naufragio inicial que es siempre el vivir-, todas esas seguridades san seguri-
dades inseguras que en un dos por tres, al menor descuido, escapan de entre las
manos de los hombres y se desvanecen como fantasmas. La historia nos cuenta de
innumerables retrocesos, de decadencias y degeneraciones. Pero no está dicho que
no sean posibles retrocesos más radicales que todos los conocidos incluso el más
radical de todos: la total volatización de! hombre como hombre... La suerte de
la cultura, el destino de! hombre depende de que en el fondo de nuestro ser man-
tengamos siempre vivaz esta dramática conciencia . . .".8
8 Cfr. ORTEGA y GASSET (J.), ob, cit. en la nota precedente.
LA IDEA DEL PROGRESO 265
lógico es más adecuado hablar simplemente de cambios hist6ric~s en lugar de hablar de pro-
greso, dejando a la filosofía social y de la cultura la función de emitir juicios de valor.
sociedad. Pero quien piensa es el individuo y no el grupo. Y para crear algo nuevo,
para modificar lo que ha recibido, precisa ser capaz de emanciparse parcialmente
de lo que ha recibido y aprendido de los demás. Porque si careciese de esa aptitud
de liberarse de los modos ajenos y especialmente de los colectivos, nada nuevo po.
dría hacer; se limitaría a repetir inertemente lo que había recibido del contorno social.
Démonos cuenta de que los modos colectivos de vida son siempre representa-
ciones del pasado -remoto de milenios o siglos. o reciente de días, pero, en de-
finitiva, son pasado--; son formas de vida que fué antes, y que van reiterándose.
Lo colectivo. en tanto que modos de vida objetivada, en tanto que cristalizaciones
de comportamientos, constituye algo que por sí sólo es inerte, mecánico, estéril.
Entiéndase bien. lo colectivo es así, algo inerte y cristalizado, tomándolo en
su pureza, es decir, abstraído de sus interferencias con las nuevas aportaciones, de-
jando a un lado los cambios que experimenta al ser revivido por las sucesivas gentes
en los sucesivos momentos de sHS vidas.
Lo colectivo, por sí sólo y sin más, no es nunca original ni creador. La sociedad
ni siquiera siente ella necesidades originariamente; sencillamente porque el grupo,
como tal grupo, es incapaz de sentir. Quien siente las necesidades, quien sufre y
se afana es el individuo. En efecto, aun cuando es frecuente emplear frases como
"la nación sufre", "la nación quiere", etc., se trata tan sólo de expresiones figuradas
y abreviadas. Así, por ejemplo, cuando se decía "Francia sufre bajo la ocupación
de los nazis", con ello se .quería decir que los franceses, precisamente por ser fran-
ceses y en tanto que franceses, padecían una serie de pavorosas penalidades. "Francia"
no es un sujeto diverso del conjunto de los individuos franceses, sino tan sólo la
expresión para designar ese conjunto colectivo. En ese ejemplo, como en cualesquiera
otros similares, 10 que se trata de denotar es una aflicción, una necesidad, sentida
por una serie de individuos, pero no por razones individuales, sino por virtud de
su pertenencia a un grupo social, y en tanto que miembros de él. De esta suerte,
pues, asl como s610 los individuos son capaces de sentir, de querer, así también
sólo ellos son capaces de pensar, de crear, de innovar.
nuevo contenido. Incluso se llegó a observar que cabría decir que aunque tal vez
el hombre hace siempre las mismas cosas, desenvuelve las mismas funciones, esas
mismas cosas o funciones las hace siempre de diferente manera.
Este cuadro de resumen de todos esos puntos, ya suficientemente esclarecidos.
sugiere que en verdad de lo que debiéramos hablar es de cambio humano, de trans-
formaciones de la vida humana, dentro de las cuales están comprendidos todos los
hechos del cambio cuLtural y del llamado cambio social. Y sugiere todavía más:
sugiere que es muy difícil abstraer, aislar hechos de cambio social frente a otros
hechos de cambio humano.
Cierto que en un principio quizá cabría pensar en cambios humanos puramente
individuales, verbigracia aquellos relativos a ideas estrictamente originales de una
persona, a sentimientos auténticos y privativamente propios, a invenciones genuinas,
a actitudes singulares, etc. Pero incluso respeoto de esos casos -se podría, y se de-
bería, formular preguntas sobre implicaciones socio-culturales de tales cambios, sea
como antecedentes sociales, sea como efectos sociales, Cabría preguntar hasta qué
punto y de qué manera hubo factores sociales e incentivos en la cultura preexistente
qne. estimularon aquellos pensamientos originales de W1 individuo, o sus reacciones
emotivas; y cabría asimismo preguntar si esos hechos originalmente individuales
tuvieron después al manifestarse repercuciones sociales. Ahora bien, las más de las
veces esos dos tipos de preguntas habrían de obtener respuestas afirmativas.
Sin embargo, por otra parte, se debería establecer, por lo menos en principio,
una diferencia: la diferencia entre los cambios humanos que no tienen categoría
histórica, y los otros cambios que pertenecen de lleno a la historia. Determinadas
zonas puramente pritWas de una vida individual experimentan cambios, que no per-
tenecen a la historia mientras permanezcan recluídos en el ámbito estrictamente privado.
Antes de formular ninguna clasificación de los cambios humanos, se debe en-
tender con toda claridad que todas las modificaciones y variaciones y transforma-
ciones lo son de hechos humanos, de realidades humanas, y nunca simplemente de
cosas extra-humanas. Es posible que al contemplar los hechos de cambio social de-
bamos tomar a veces en consideración algunas modificaciones acontecidas en la
naturaleza -por ejemplo, una inundación que obligó a emigrar-, pero lo que
interesa no es la transformación' de la naturaleza como tal, sino el cambio humano,
que ella provocó. También se tendrá que hablar de cambios en productos técnicos,
utensilios, máquinas, todo lo cual son cosas, pero no son rosas naureles, sino que
son cosas humanas, producidas por el hombre, empleadas por el hombre, y que
suscitan cambios en su vida.
Una vez hechas las 'advertencias que anteceden, y teniendo a la vista las reser-
vas y las limitaciones que de las mismas se siguen. podemos clasificar los hechos
de cambio humano, las más de las veces social, o con antecedentes sociales, o con
efectos sociales; en tres grupos:
A) Cambios en los componentes materiales de. la cultura: inventos técnicos, rná-
quinas, trebejos, prácticas higiénicas, procedimientos médicos, etc.
E) Cambios en las normas vigentes (hábitos, usos, creencias, convicciones,
valoraciones, costumbres, reglas jurídicas) y en las instituciones (familia, comunidad
local, nación, corporaciones de pertenencia obligatoria, asociaciones libres, etc.).
e) Cambios en las personas reales, en los seres humanos efectivos, en el rno-
do de ser concreto de los individuos.
CAMBIO SOClO·CULTURAL-HISTORICO 271
Caro que esta clasificación no implica divisiones tajantes entre sus tres miem-
bros, pues es obvio que los cambios en los objetos materiales, así como también
los cambios en las normas e instituciones sociales, producen modificaciones en la
personalidad viva. Así como es verdad también 10 inverso: que el cambio en la per-
sonalidad repercute socialmente provocando transformaciones en la cultura material
-yen las normas y en las instituciones sociales. Hay, pues, entre las tres dimensiones
recíprocas influencias en todos los sentidos, así como también superposición de los
tres tipos de cambios.
Por una parte, algunos de los cambios institucionales más enormes y de más
larga envergadura, fueron precedidos de hondas modificaciones en las personali-
dades de los individuos; por ejemplo, la Revolución Francesa que es una magna
traducción al campo pclltico-jurídico de la nueva personalidad del hombre occiden-
tal moderno: racionalista, inteleotualista, superlativamente dinámico, siempre insa-
tisfecho y deseando algo mejor, con incontenible afán de superación, idealista, con
veneración por la ciencia, etc.
Por otra parte, en la historia hallamos también ejemplos de signo contrario:
importantes cambios en la personalidad provocados por una guerra, por una revo-
lución, por una transformación activa y deliberada, de acuerdo con la cual las gentes
cambiaron, o fueron forzadas a cambiar. El cambio del orden objetivo suele deter-
.minar un cambio correspondiente en la mentalidad de las gentes."
Otro punto de vista desde el cual se puede clasificar el cambio socio-cultural-
histórico es el de la mayor continuidad o mayor brusquedad en las .transformaciones.
Toda vida humana está en proceso de cambio, de cambio mayor o menor. rápido o
lento, de alcance más o menos largo, de área extensa o reducida, pero, en fin de
cuentas, está cambiando siempre. Y como en definitiva los hechos sociales están
formados por procesos y por situaciones de comportamientos humanos, y por insti-
tuciones -esto es, por objetivaciones de actividades revividas-, resulta que, por
10 tanto, también las, realidades sociales están en cambio constante. Ahora bien, hay
cambios, la mayor parte de ellos, que se producen como resultados de la combinación
de muchísimos y muy variados factores, los cuales a su vez están cambiando. Pero
hay otros cambios los cuales son principalmente debidos a un determinado aconte-
cimiento, perfectamente identificable, y cuyos efectos pueden ser seguidos y estu-
diados con toda claridad, por ejemplo: un invento (la máquina de vapor, la radio);
una conquista; una revolución; la implantación de una reforma agraria; la puesta
en práctica de un nuevo sistema educativo; etc.
También hay que distinguir los diversos grados de velocidad en el cambio so-
cio-cultural-histórico. Pero de esto se hablará aquí más adelante.
Así. pues, ninguno de los modos, formas e Instituciones sociales, en tanto que
objetivaciones de la vida humana, viven en sí y por sí, ni se transforman autónoma-
mente, sino por la interferencia de nuevas conductas individuales que se socializan.
Queda, pues, claro, que el factor de todo cambio y, por tanto, de todo progreso
es siempre el individuo, pues sólo él tiene capacidad para crear nUC\'3S formas de
existencia. Naturalmente que para que la innovación individual sea algo más que eso
y se convierta en cambio colectivo, es preciso que se socialice, es decir, que sea incor-
porada al modo colectivo.
La velocidad, la intensidad y el área del cambio socio-cultural-histórico son
muy diferentes según la región, según la época, y según las circunstancias.
El grado de la velocidad del cambio va desde la máxima lentitud que se ad-
vierte en los pueblos primitivos -tanta es la lentitud en ellos que llegamos a tener
la impresión de que allí no hay cambio, aunque lo haya, como se verá en el epí-
grafe 9-, hasta la rapidez vertiginosa en los progresos técnicos en una de las
sociedades más dinámicas del mundo occidental como lo es la de los Estados Unidos
de Norteamérica.
Pero si bien hay cambios rápidos, los que afectan a la técnica en las socie-
dades occidentales, por el contrario el cambio de los modos colectivos, es decir,
el cambio social propiamente dicho -dando ahora a esta expresión un sentido
restringido-e- suele efectuarse despacio. Dentro de ese "despacio" caben desde
luego muy diversos grados de velocidad; pero incluso la mayor rapidez que se dé
en el cambio social resulta lentitud en comparación con los cambios humanos
individuales. Una persona humana individual, cuanto más persona es, suele ser
más rápida en su hacer -observa atinadamente Ortega y Gasset. "En un instante
se convence o se desconvence, decide que sí O decide que no; pero la sociedad es
tardígrada, perezosa, se arrastra despacio y avanza por la historia con lento paso
de vaca que a veces nos desespera por su morosidad. Y como la historia es, ante
todo, historia de las colectividades... -por tanto historia de los usos- de ahí
ese su carácter de extraña lentitud retardataria..... Hasta que la idea que tuvo
un individuo llega a convertirse en uso suele pasar algún tiempo, de ordinario
-aunque no siempre- un largo lapso de tiempo. Y sucede muchas veces que
cuando aquella creación individual llega a convertirse en uso, en modo colectivo,
ha empezado a ser ya anticuada, a perder el sentido que tuvo inicialmente. Los
modos colectivos de vida frecuentemente tardan en instaurarse y tardan en des-
aparecer. Por eso muy a menudo los nuevos modos colectivcs se nos antojan
viejos, anacrónicos, mirados desde la cronología de nuestra vida indívidual.»
Entre esos ingredientes y factores sociales figuran, por ejemplo, los siguientes:
lo que el sujeto ha asimilado precisamente por el hecho de su pertenencia a una
colectividad (naci6n, círculo de cultura, instituci6n de estudio, etc.); 10 que ha
aprendido de otros; las facilidades y ayudas que recibi6 de sus pr6jimos y de los
grupos a que pertenece, para hacer por su propia cuenta 10 que ha hecho, etc.
A este respecto, será oportuno recordar las atinadas observaciones de Tarde de
que la invención muy frecuentemente consiste en nuevas combinaciones de imita-
ciones preexistentes. Así, cuando en el siglo XVIII surgió la idea de emplear la
máquina de vapor -ya usada en las fábricas- para satisfacer la necesidad de
viajar por los mares, necesidad derivada de todas las invenciones navales anteriores
y de su propaganda, debemos ver en esta idea, nacida del genio individual, el
cruce de una imitación con otras; los mismo que en la idea que apareció después
de adaptar la hélice, que era también ya conocida, al buque de vapor, también ya
conocido. Asimismo, en la mayor parte de las grandes innovaciones sociales, se
puede advertir que su autor individual o sus autores individuales han trabajado
con una multiplicidad de ingredientes que eran ya modos colectivos, y con los cua-
les han formado una nueva combinación.
Mas "para innovar --dice con justeza Tarde-, para descubrir, ·para despertar
un instante de su sueño familiar o nacional, el individuo debe escapar momen-
táneamente a su sociedad. Es suprasocial, más bien que social, al tener esta rara
audacia". "Toda invención, lo mismo si se trata de un artefacto mecánico, de un
modo de cultivar la tierra, de una idea, de una constitución política, de una pieza
musical, de un mejor procedimiento para curar una herida, está compuesta a me-
nudo de ingredientes culturales que ya existían de antemano, es decir, de una
nueva combinación de elementos que habían sido ya inventados o descubiertos
previamente. La invención es una nueva síntesis de un número de esos ingredien-
tes culturales. El inventor del primer utensilio de bronce, por ejemplo, tomó el
método de moldearlo y la muestra de un utensilio de piedra y combinó todo eso
en una nueva forma que antes no había sido jamás intentada. El resultado fué la
nueva clase de utensilio, aunque los ingredientes de éste fuesen todos ellos an-
tiguos. El compositor de una canción popular toma pedazos de un número de can-
ciones previamente existentes, unos versos, palabras O refcanes corrientes y otros
elementos que tenga a mano, y combina todo eso formando una nueva canción. El
inventor O fundador de u1?-a nueva constitución o de una nueva ley toma elementos
de un vario conjunto de viejas leyes o de antiguos textos constitucionales y los amasa
formando con todo ello algo nuevo, que espera que será mejor que las leyes y
constituciones de donde sacó sus ingredientes" .20
Además, muchas veces los estímulos o la inspiración para inventar algo se re.
ciben de la situación social, de las necesidades del grupo a que se pertenece, de la
experiencia del fracaso sufrido por determinados modos colectivos, del deseo de in-
\fluir sobre otras gentes, de influencias producidas por otras personas. Así pues, el
i'í!vento individual está combinado e influído por muchos factores sociales. Que sea
asi.. no basta para que el invento, en tanto que tal, sea siempre obra del individuo.
20 Cfr. LA PIP.RE (Richard), Sociologv, MacGraw-Hill, New York, 1946, pp. 74 Y SS.;
GILFILLAN. The Sociology 01 Inoention, Follet, Chicago, 193'. Véase también: BARNETT (H.
G.), Innova/ion tbe Basis 01 Cu/tural Cbange, MacGraw-Hill. Nueva York, 1953.
'.
Por otra parte, muchos inventos concebidos por un individuo, necesitan, para
ser llevados a cabo, del auxilio o cooperación de otras gentes.
btes cultos de las ciudades. Estos, exclusivamente, la harían y la sufrirían ..... "La
identificación incluso de la historia, cultura y ciudad no parece, por 10 demás, ar-
bitraria, antes, por el contrario, tan fundada como sugestiva. La historia es ya
corrientemente la historia de la cultura. La cultura es obra de las ciudades, que
recíprocamente son la obra maestra de la cultura". .
Me parece que en esas agudas observaciones de Gaos hay mucho de acertado,
pero también una parte de exageración que resulta inadmisible.
Cierto que, prácticamente, con arreglo al ritmo de cambio a que está acosturn-
brada nuestra pupila mental de hombres urbanos cultos occidentales, puede pare-
cernos que los llamados grupos--primitivos permanecen inmutables, al margen de
la historia; y que algo similar les acontece a muchos núcleos rústicos incrustados en
los pueblos civilizados. Pero, ese juicio es debido a que es tan enorme la diferencia
entre el ritmo de cambio de la humanidad urbana- culta, cuya historia corre a gran
velocidad, y las lentísimas y pequeñísimas mutaciones de . los salvajes y de los rús-
ticos, que se nos antoja que estos dos últimos tipos se hallan estancados. Ahora bien,
en realidad se trata del contraste entre transformaciones de gran calibre con movi-
miento rápido, por una parte, y leves y muy lentas modificaciones, por otra parte.
Conservemos de los puntos de vista de Gaos, la verificación de que mientras
que hay una parte de la Humanidad, cuya historia es voluminosa' y de ritmo rápido
-la urbana culta-c-, hay en cambio otras porciones de humanidad, que varían tan
sóJo en una pequeñísima proporción y muy despacio. Pero, también los salvajes y
los rústicos, que nos producen la impresión de inmovilidad histórica. o mejor dicho
de ahistoricidad, varían, aunque muy poco y muy pausadamente, y tienen historia
aunque ésta sea minúscula 'e imperceptible.
Adviértase en primer lugar, que los llamados salvajes o primitivos, no están
propiamente en estado de naturaleza; si bien pueden hallarse próximos a éste, no
están en éste. En efecto, si se hallasen en puro estado de naturaleza, prácticamente
llevarían una vida exclusivamente animal; y sabemos que no es así, ya que tienen
una cultura, muy simplista, muy rudimentaria, elementalísima, pero la tienen: po.
seen una técnica (incipiente o mágica) de pastoreo, pesca o agricultura; poseen
también puntos de vista religiosos, toscos, burdos, de otro alcance, pero en definí-
tiva una visión sobre la dependencia en que el hombre está de poderes trascendentes
situados en el más allá; poseen una organización colectiva, desde luego embrionaria,
pero con usos, con ritos; producen algunas manifestaciones artísticas. Por lo tanto,
no están en puro estado de naturaleza. ¿De dónde les ha venido su cultura rudimen-
y
taria simplista? Pues ha tenido que venirles a través de un proceso histórico, que
contiene invenciones y transmisiones; proceso desde luego angosto, pobre, escaso,
lentísimo, pero existente; pues si no existiera, no habrían podido esos pueblos llegar
a donde han llegado, aunque ese punto a que han llegado sea de poco valor.
. Por otra parte, los estudios etnológicos contemporáneos han mostrado que la
cultura de los llamados pueblos primitivos no es tan simplista como antes se había
creído, antes bien presenta a veces grandes complicaciones.w
23 Cfr. LEVY BRUHL L., Les [onaions mentales dans les sociétés inférieure! (1910); La
mentalité primitioe (1922); Vame primitioe (1927); Le Jurnaturel et la 1lature flan! la pemée
p1'imitive (1931); GONZÁLEZ CASANOVA (Pablo), Sociología de un Error (Notas sobre la
Mentalidad Primitiva). en "Rev. Mex. de Soc.", XI, 2; GARdA ROSQJJELLAS, La Mentalidad
Primitiva, en "Rev. de Cienc. Juc. PoI. y Soc.", Oruro-Bolivia, ]·1, 1957.
INCLUSO LOS PRiMiTIVOS Y LOS RUSTICOS TIENEN HISTORIA 277
Además, hay que notar que, si bien en lo que resulta perceptible para la visión
histórica, a que nos "tiene habituados la contemplación del proceso de los pueblos
urbanos cultos, nos parece que los salvajes o los primitivos no cambian, que se
hallan estancados, no obstante no se puede decir con rigor que estén inmóviles. Lo
que ocurre es que las modificaciones que experimenta su existencia humana son
relativamente pequeñas y se producen pausadamente. Pero se dan modificaciones:
algunas. debidas a procesos internos propios de esos grupos; otras, debidas al con-
tacto con otras culturas. Así, por ejemplo, en muchos grupos negtos de Africa, la
Etnografía ha señalado notables desenvolvimientos en su organización jurídica, en
sus empresas comerciales, en la agricultura, que implican una evolución progresiva.
Por otra parte, el contacto de' grupos primitivos con otras culturas más adelantadas
ha determinado que éstos', aun conservando constantes muchos de los modos de vida
milenarios, han incorporado otros procedentes de las gentes civilizadas: han apren·
dido una lengua occidental que a veces incluso ha desplazado su idioma anterior,
usan productos Industriales de la civilización occidental, viajan en autobús, etc.
y las mismas observaciones, sólo que con un calibre muchísimo mayor, pueden
hacerse respecto de los núcleos rústicos. Cierto que ellos conservan invariables rnu-
chas formas de vida procedentes de un remoto pasado; pero cierto también que han
adquirido y van adquiriendo otras nuevas, aprendidas de los núcleos urbanos.
El hecho notorio de que la gran cultura es siempre producida en la· ciudad r
que la historia de gran alcance es hilada por gentes urbanas, no implica que los
grupos rurales carezcan de historicidad, ni que no participen en absoluto en el pro-
ceso histórico-cultural, si bien su intervención en éste sea muchísimo menor que el
de las gentes urbanas.>
:14 Sobre los problemas del "atraso cultural" véase: OGBURN .(W. F.), SO&;"/ Change,
Viking, Nueva York, 1922.
:!5 Cfr. RADIN (Paul), Primitive Man al " Pbilosopber, Appleton, Nueva York. 1927,
pp. 48-49; SIM5 (Newell le Roy), Tbe Probl,m 01 Sodal Cbange, Crcwell, Nueva York,
1939. pp. 4·,.
278 DIFERENTES ACTITUDES RESPECTO DEL CAMBIO SOCIAL
26 Cfr. WOLFE (A. B.), Conseroatism, Radicalism and SáenJific MeJhod, MacMiHan, Nueva
York, 1923; SIMS (N. L.), ob. cis., pp. 20 Y SS.; ORGAZ (Raúl), Ensayo sobre las Revoluciones,
Córdoba (Arg.), 1945. Sobre el cambio histórico social, véase también: CuVBR (Thomas
Nixon}, Tbe Essential Pactors 01 Social Evo/ulion" Harvard Univ. Press, 1935; GrrrLER (Joseph
P.), Social Dynamics, McGraw-HiIl, Nueva York, 1953; B,ARNBTT (H. G.), lnnovation: The
Basis 01 eu/JuraJ Change, McGraw-Hill, Nueva York, 1953; PRoESLBR (Hans), Hauptprobleme
Jet Sozialgeschichle, Krische, Nüremberg, 1951; WHITB (R. ].), The Conservalive Tradition,
Univ. Pr., Nueva York, 1957; BULLOCK (AJan) & SHOL (Maurice), The Liberal Trsdi-
tion, Univ. Pr .• Nueva York. 1!f57; MAC COBY (S.), The Radical Tradision, Univ. Pr., Nueva
York, "1957; SoROKIN (Pitirim), Social and CulluraJ Dynamics: A Sludy 01 Change in MajOf'
S1JJetnS DI Ar~, Trutb, Btbia, 1Aw, and So~iaJ RelaJionships. Portee Sargent, Boston., 1957.
DIFERENTES ACTITUDES RESPECTO DEL CAMBIO SOCIAL 279
V. factores económicos
Claro que los factores económicos están estrechamente ligados a los técnicos,
así como también a los naturales, y también a otros muchos de diversos tipos, p. e.,
de tipo politico. Sin embargo, aunque en lo económico intervengan en combina ...
284 DIVERSOS FACTORES DEL CAMBIO SOCIAL
'.
DIVERSOS FACTORES DEL CAMBIO SOCIAL 285
r6.-LA MODA
La palabra moda se aplica en dos sentidos, o mejor dicho a dos tipos de fenó-
menos socio-culturales. En un sentido se habla de modas intelectuales, filosóficas,
científicas. Así, por ejemplo, se dice que la ciencia de moda en la Edad Media era
la Teología; que las ciencias de moda en la Edad Moderna eran la Matemática y la
Física, y en el siglo XIX la Biología; que hoy en día las ciencias de moda son
la Psicología, la Sociología, la Historia y la Física nuclear; que la filosofía de moda
en el presente es la filosofía de la vida humana; etc. En el sentido de estas expre·
síones la moda intelectual no es nada frívolo, ni caprichoso, sino que, por el con-
trario, constituye algo muy serio, lo cual generalmente tiene muy fundada justifi-
cación. El hecho de que· una ciencia o una disciplina filosófica "esté de moda"
no añade nada a su valor intrínseco; así, como viceversa, el hecho de que una
ciencia "no esté de moda" no le resta nada a su valor propio y a su justificación.
Tales hechos indican sencillamente que, por razones que manan del desenvolví-
miento de la cultura, y de la evolución de las necesidades humanas, la mente en
un cierto período histórico se fija can especial atención en determinados temas.
Esto sucede precisamente entonces y no antes, bien porque hasta entonces no se
había recorrido todos los antecedentes que llevan a un problema con carácter
de urgente actualidad, bien porque ciertas necesidades humanas encaminan la atención
a determinado género de cuestiones, las cuales con ser de por sí muy importantes
no habían suscitado antes tan vehemente interés. Cuando una ciencia deja de estar
de moda esto no significa que ella haya perdido rango o importancia. De ninguna
manera. Puede esto ser debido o bien a que' tal ciencia ha conseguido ir dominando
con tanto éxito sus problemas, que sigue desen-otviéndose y progresando tranquila-
mente, sin dramatismo, ni sensacionalismo; o bien a que la urgencia de nuevas ne-
cesidades, o el modo nuevo de sentir añejas necesidades llaman más poderosamente
la atención hacia otros campos. cuyas cuestiones se presentan de modo más
286 LA MODA
"Lo decisivo del fenómeno 'moda' es una tensión dinámica entre dos grupos
sociales: uno, activo, que la establece y fija frente a otro, ,pasivo, que la recibe y
trata de seguirla. En la tensión cardinal de estos dos grupos surge la moda y se ar-
ticula su movimiento. La velocidad de éste y, por así decirlo, el ritmo de la evolu-
ción de la moda, es algo que no puede medirse con criterios externos: podrán
extraerse de su observación comprobaciones de hecho, pero sus datos no permitirán
inferir a la postre nada esencial. El cambio de la moda se produce cuando se ha
desplegado su trayectoria pasando sus contenidos del dominio del grupo creador
al ámbito del grupo recipiendario: sólo entonces se habrá cumplido su fase y se
producirá la variación o giro, Y es evidente que esto puede acontecer con mayor
o menor velocidad según circunstancias, ligadas a la moda misma, sin duda, pero
no pertenecientes a su esencia, tales como la mayor. o menor fluidez del cuerpo
84 Cfr. AYALA (Francisco), oh cit., cap. IV.
LA IIfODA
288
social, la situación económica general, y las condiciones técnicas de difusión que
aceleran o retrasan su paso".
"Pero cabe decir que una moda ruyas fases evolucionen con tanta lentitud 'que
la gente pierda de vista su carácter de sucesión o serie, una moda que no ap:uezca
frente a la experiencia concreta y viva como algo efímero que puede esperarse de-
caído en plazo breve, no será ya una moda. Se requiere una correspondencia cal
entre el ritmo de la moda y el ritmo de la vida individual que los términos de
e[ímero, fugaz y tornadizo -aplicables desde otra perspectiva a todo contenido
histórico--, lo sean a ella de modo Intuitivo, e inmediato, y no como resultado de
meditadas inducciones".
"Crear la moda no es ni inventarla ni iniciarla. Un modelo ya concluido, puede r¡.o llegar
a ponerse de moda¡ y aun lanzado, puede morir como una extravagancia indecente. Es sólo su
adopción por el grupo de gente distinguida lo que va a convertirlo en moda, A ese grupo
habrá que lIamarle creador de la moda- en un sentido preciso, porque es él quien pone a la
moda tales o cuales contenidos, como es él quien los destituye una vez que han trascendido
de su círculo y se han derramado sobre el grupo pasivo".
CAPÍTULO XIV
r.-ECOLOGIA
Se llama. Ecología el estudio de las relaciones entre los organismos vivos r
su ambiente.' o contorno. Hay tres ramas de la Ecología: la botánica. la animal y la
humana.
La Ecología humana estudia las relaciones del hombre Con la tierra y con
todos los factores de su ambiente natural; y presta particular atención a la dis-
tribución de los seres humanos en el espacio y a sus relaciones con las fuentes de
subsistencia, y con los factores de adaptación social -trascendiendo en este punto
el campo de los meros hechos físicos.
Si durante un largo viaje en avión observamos 10 que se ve abajo en las tierras
por encima de las cuales volamos, advertiremos que hay comarcas deshabitadas.
regiones en las que figuran algunas casas esparcidas y a bastante distancia las unas
de las otras, pedazos de suelo en los que se acumulan densamente viviendas de
varios pisos habitadas por multitud de familias, sectores más pequeños con grupos
de casas de un solo piso, etc. Si nuestra visión pudiese atravesar los muros de lo:'
edificios que divisamos, advertiríamos que en algunos de ellos hay individuos tra-
bajando más o menos solos, mientras que en otros hay grandes aglomeraciones de
personas; percibiríamos que algunas personas pasan la mayor parte de su·s hW15
289
290 ECOLOGIA.
en casa, estando en contacto con pocas personas ajenas a su familia O casi con
ninguna, mientras que otras van de acá para allá y se relacionan cotidianamente
con docenas o centenares de gentes. Y si poseyésemos una videncia mágica, nos
daríamos menta de que algunos llevan viviendo en el lugar donde están años o
décadas; mientras que otros llegaron hace poco y se marcharán pronto.'
La Ecología humana se ocupa, entre oteos, de los siguientes temas:
A) Relaciones de los hombres .con el medio físico. las plantas, los animales y en suma
con todos los factores de la naturaleza; principalmente desde el punto de vista en que esos
factores influyen en la lucha por la vida, en la distribución de los seres humanos en el
espacio, en el tipo de existencia que llevan, en la formación y desenvolvimiento de las es-
tructuras colectivas.
B) La población en todos sus aspectos, influída tanto por factores biológicos y del medio
físico, como por factores humanos (culturales y sociales); proporción de nacimientos y de
defunciones; término medio de vida; matrimonios; diversos elementos (étnicos, culturales, eco-
nómicos, erc.), que la componen; distribución entre las diversas partes -de su área.
C) Organización territorial, es decir, la división del trabajo dentro y entre las diversas
colectividades en relación con el espacio que ocupan.
D) Relaciones de mutua dependencia e influencia entre las diversas zonas, entre las áreas
urbanas y las rurales, entre las varias comarcas.
La Ecología se ocupa de todos esos problemas y de otros similares, especialmente desde
el punto "de vista de las mutuas dependencias entre los hombres, y de éstos con los factores
físicos y culturales, en tanto que esas relaciones influyen sobre la distribución de los seres hu.
manos en el espacio.
Propiamente la Ecología humana no es una ciencia aparte ni siquiera un capítulo especial
sistemático de la Sociología, sino un conjunto de estudios diversos, articulados o combinados
desde los mencionados puntos de vlsta.e
Uno de los mejores libros sobre este tema es el de FEBVRE [Lucien}, La Tierra y la EllO/U-
cián humana: nnoducción geográfica a ia Historia, trad. cast. publicada por Editorial Cervantes,
í
Barcelona, 1925. Cfr. también BRUNHES (J.), La Géograpbie bumaine, Paris, 24 ed., 1912; LA
Géograpbie de t'Histoire, Paris, 1921; KELSEY (C), Tbe PhYJifa/ Basis 01 Society, 1928; THO-
MAS (Franklin), The Enoirosmental Basis 01 Society; HUNTINGTON (E.), Civilization and Cti-
maje, 1915; KUEMER (1-:1.), Der Mensch und die Erde, 1905-1913 (hay trad. francesa por
Schalk de la Eaver¡e: L'Unioars es l'Humanité), VALLAUX (C.), Geografía Social .. el Suelo J el
Estado, trad. casto pub!. por Edit. Jorro, Madrid, 1914; BREBS, Geoxrl1jía Humana, trad. cast.
public . por Edir. Labor, Barcelona, 1931; BERoARD (1. L.), ob, cir.; HELLPACH (Willy),
Gcop!lque: El Alm~ Humana bajo el Inilujo de Tiempo, Clima, Suelo y Pahaje, Espasa-Calpe,
Madrid, 1940; GEORGE (Pierre), lntroduction a l'émde Geographique de la Potmlasion du
A1onde, Presses Universitaires, Paris, 1951; SORRE (M.) Les recontres de la géograpbie el la
sociologie, M. Riviere, París, 1957; GEORGE (Pierre), So;iologie géographique; en Traité de So-
cioJ~gie, publié $OUS la direction de Georges GLIRVITCH, vol. 1, Presses Universitaires de France,
París, 1958, pp. 255 Y ss.
. ,¡ Véase: MARGENAU (Henry}, El Nuef10 Concepto del Hombre, en su Ambiente Fi-
l/CO, en "Episteme: Anuario de Filosofía", Universidad de Caracas, 1957.
PRINCIFALES DIFERENCIAS METODOLOGICAS 293
14.-FACTORES GEOGRAFICOS
Ordinariamente, las grandes concentraciones de poblaáón se dan sólo en lugares donde el
organismo es capaz de desarrollarse en condiciones relativamente favorables. Notamos la ausen-
G Véase: ALBWACHS (Maurice), Morf%gie socia/e, París, 1938; $AUvY (Affred), Tbéo-
rie Générale de la Population, París, 19'2-19'4; CHEVALLER (louis), Démographie généri1/e,
Paris, 19:51; VILLEY (Daniel), Lecons de Démogropbie, París, 19:57; MACKENRODT (Gerhard),
BetloJk€lfungs/ehre, 19'3; THOMSON (Warren S.), Population Probíems, 2· ed., McGraw-Hill.
Nueva York, 193'; Symposium sobre el Censa de 1960, en "Ciencias Políticas y Sociales",
Universidad Nacional Autónoma de México, 111-9 y ID, Julio-Diciembre 1957.
296 FACTORES GEOGRAFICOS
cia o la escasez de población en la selva tropical. los desiertos y las zonas glaciales. Pero adviér-
tase que son muy amplios los límites en los cuales se ha desenvuelto la historia humana. El
hombre ha rehuido tan sólo las zonas extremadamente inhabitables.
Mientras no agobia la falta de espado, suelen poblarse primero los terrenos fácilmente
accesibles, cómodos para la vida y ricos en recursos.
Cabe registrar una serie de observaciones históricas concretas, con alcance sociológico, por
lo que respecta a la relación entre accidentes geográficos y cultura. He aquí algunos ejemplos:
Los valles a orillas de los dos fueron los primeros centros de las civilizaciones postneoH-
ticas; así de las orientales agrícolas en las riberas del Nilo, del Bufeates y del Tlgris, del
Indus y del Yangtze.
Los rlos sirvieron también como rutas de comunicación para el comercio, como Hneas de
defensa frente a otros pueblos hostiles, como fuente de alimentación por la pesca, y como cau-
dal para la irrigación.
Los litorales férli/el, como por ejemplo los del Mediterráneo, ejercieron también un gran
influjo favorable en el desenvolvimiento de las civilizaciones antiguas.
Las costas Y/al puertos se convirtieron en importantes factores pata la civilización cuan-
do se desarrolló el comercio marñimo, y a su vera o en sus cercanías brotaron grandes ciudades
{verbigracia, en la Antigüedad, Tiro, Sldón, Atenas, Roma; en tiempos medioevales y modernos
Barcelona, Génova, Marsella, Lisboa, Londres Amberes, Hamburgo, Nueva, York, La Habana,
Río de janeiro, Buenos Aires, San Francisco, Shanghai, Tokio).
En general, no se ha desarrollado un alto grado de-civilización en las cumbres de Jos mon-
tes m.uy elevados y abruptoJ, probablemente por las dificultades de comunicación y de trans-
porte, y porque los cultivos capaces de florecer en ellas no dan abasto a las necesidades de una
población densa. En cambio, han solido servir de refugio a grupos parasitarios como bandas de
ladrones. Por el contrario, en las altiplanicies se han desenvuelto importantes civilizaciones, por
ejemplo, en Castilla, México y Perú. Por otro lado, las altas montañas han servido y todavía
sirven -c-aunque en menor proporción- para la defensa frente a las invasiones, con lo cual
han influído en la exaltación del espíritu de independencia de los pueblos enmarcados por aqué-
llas (por ejemplo, los a-stures, los suizos, los escoceses). Ordinariamente, los montañeses con-
servan más intactas sus tradiciones; son rudos pero muy hospitalarios -tal vez por la falta de
posadas y porque desean las noticias que el viajero les trae del mundo exterior.
Los mares, antes del desarrollo de la navegación, constituyeron barreras para la difusión
de la cultura y del comercie, pero después se convierten en grandes rutas.
Ya se ha aludido a la dificultad de una vida sedentaria en los desiertos. Por eso, en afgu-
nos de ellos florece una existencia r::ómada (los beduinos de Arabia y del Norte de Africa),
La distancia es también considerada como un factor geográfico importante, aunque hoy la
haya perdido en gran parte, al igual que muchos otros condicionamientos geográficos, por
virtud del progreso técnico en las cornunicaclones. En etapas primitivas, una comunidad no
podía mantener su cohesión más allá de un territorio cuya extensión no fuese posible cubrir
en una jornada de viaje.
El ah/amiento constituye un factor condicionante de muchos fenómenos sociales. El aisla-
miento puede estar determinado, condicionado o favorecido par factores .geogréficos; pero, en
parte, puede resultar también por virtud de una política deliberada. Casos de aislamiento extre-
mo son los pueblos primitivos de Australia y de Nueva Zelandia.' China ha constituido un ejem-
plo de aislamiento entre los pueblos cultos. Hay otro tipo de aislamiento, el meramente relativo
o protector, como el de las Islas Británicas, para las cuales el Canal de la Mancha ha ccns-
tituído una eficaz defensa, hasta el punto de no haber tenido que implantar el servicio militar
obligatorio hasta el siglo xx, con la consecuencia de que la falta de un poderoso ejército residen.
te en el interior del país las ha librado del peligro de la nefasta influencia del militarismo.
He aludido ya a cómo fa importancia del influjo de los factores geográficos sobre la vida
social disminuye a medida que avanza la civilización, pues mediante ésta el hombre los supera.
En efecto, las barreras de las montañas son perforadas por túneles, circundadas por ferroca-
triles y autopistas. Los mares son surcados por Jos grandes buques de vapor. El aeroplano, el
telégrafo, el teléfono y la radio vencen la distancia y el aislamiento y han convertido a la tierra
casi entera en una comunidad dotada de una nutrida red de relaciones.t
empobrecimiento. Pero la mayor parte de esos estudios, auo9ue contienen datos de interés, han
exagerado unilateralmente la interpretación de tales hechos.
En lo relativo al clima, como en todo Jo demás concerniente a la circunstancia natural,
aun cuando tengamos que reconocer la acci6n que esos elementos físicos ejercen sobre la vida
del hombre y la sociedad, no debemos olvidar que el obrar humano puede interferir y desviar
decisivamente los factores de la. naturaleza. mediante el dominio técnico sobre ésta. Entre el
hombre y la naturaleza se interponen siempre al sociedad y la cultura. El hombre es capaz
de reformar la naturaleza en la que vive; y de reformarla no de un modo automático, como lo
hacen algunos animales obedeciendo al mecanismo de sus instintos -c-verbigracia, el pájaro que
construye su nido, siempre de la misma manera-e, sino conforme su obrar netamente humano,
es decir, planeado por su imaginación. Y, además, adviértase que no es el individuo aislado-
quien vive en la naturaleza, sino los grupos sociales, de suerte que es en el seno de éstos donde-
el hombre trabaja sobr.e aquélla.
nos climáticos determinados por las manchas solares y Jos ciclos económicos; BRUCKNER (Der
Eir¡.j/uu del' Klimouhwankunge11 all die Erdeerlráge und Getreidepreise, public. "Geographische
Zeitschrift", 1895), sostiene una tesis similar; SHAW (W. N.), abunda en la misma opinión
(véase su estudio: An Ap parent Periodiasy in the Yie/d 01 IVheaJ, pub!. en "Proceedings of the
Royal Soclery", 1906); CLA)'TON (H. H.>, trata de mostrar la correlación entre los pánicos
comerciales en los Estados Unidos y los reriados de insuficiencia de lluvias en el valle de Ohio
(en su trabajo The lnl/uence o/ Rain/al on Commerce and Poíitics, publ. en "Popular Science
Monthly", 1901); HUNTINGTON (E.) -en su libro World Power and Buolsaion 1919- y
MoaRE (H. 1.>, -e-Economic Cydes, Their Law Ilnd Cause, 1919, y Generating Economic Cycles,
1923-, desenvuelven la teoría de que los ciclos de los negocios están vinculados al ritmo de
los fenómenos meteorológicos.
FAUNA Y FLORA 299
canee pescado, con el que comercian, no lo comen, limitándose a la dieta tradicional a base
de maíz y de frijol. Algo semejante ocurre en 10 que atañe al vestido, en el cual no rigen
leyes puramente utilitarias, sino que con eIJas se interfieren motivaciones artísticas. de osten-
tación, y de costumbres tradicionales.
Por otra parte, muchas estructuras sociales dependen del género de trabajo a que están de-
dicados sus componentes. Así hay -o' mejor dicho, se supone que ha habido-- grupos primiti-
vos puramente recolectores <le plantas, raíces, conchas, insectos, gusanos, sin armas para cazar, y
sin instrumentos para pesca.. Otros primitivos, pero más adelantados, emplean armas de sílex,
pesadas mazas, y también trampas y fosas para cazar los animales de gran tamaño. Si la caza es
poco abundarite o se desplaza con las estaciones, se dan entonces incentivos para el nomadismo
(el cual, por otra parte, puede ser efecto de otros factores diversos, verbigracia, el pastoreo, pues
hay nómadas primitivo'), pero hay también nómadas con un grado elevado de cultura, como cier-
tos pueblos árabes}. La') comunidades integradas por cazadores suelen ser reducidas y frágiles.
los pueblos de pescadores se hallan más firmemente ligados al suelo. Son escasos los ejemplos
de comunidades dedicadas exclusivamente a la pesca. Esta requiere la solidaridad de esfuerzos
colectivos. Ahora bien, los pueblos puramente cazadores, o los pescadores, no han sido los pro-
tagonistas de la historia ni los promotores de la civilización. Las primeras grandes civilizacio-
nes, complejas, variadas, ricas en elementos de todas clases, fueron creadas y difundidas por
pueblos pastores o. agricultores.w Es notorio que la domesticación de un cierto número de ani-
moles transformó hondamente la vida de los hombres. Es curioso observar que la domesticación
de animales se originó muchas veces no por motivos económicos, sino por razones religiosas;
~s¡, por ejemplo, la de los bueyes a los que se capturaba y conservaba para sacrificarlos a la
diosa Luna, con la cual se les consideraba conectados, acaso por su semejanza entre sus cuernos
y los lunares.u El pastoreo. en determinadas condiciones (por ejemplo, en Asia y en Africa
del Norte), puede ser 'motivo de nomadismo; aunque en condiciones diferentes no conduzca
a él, verbigracia en muchas regiones de América. Asia, que fué el primer campo de desarrollo
de la ganadería, transmitió desde sus comarcas nórdicas al hombre de la Europa Septentrional
el caballo domesticado.
El hombre ganadero ya no se halla en una trabazón mágico-servil con la naturaleza, sino
en una relación de dominio sobre ella; pues, como poseedor de animales, sabe contar y calcu-
lar, es decir, inicia. una actitud racional y. ia creación de una estructura propiamente estatal.w
Ahora bien, según Alfredo Weber, el hombre plenamente dominador, con dinamismo ex-
pansivo, con sentido señorial, aparece con el nómada a cabal/o, quien, montando sobre el animal
más noble, se siente emparentado con los dioses, audaz y portador de grandes destinos.w
No es necesario explicar al detalle, pues se comprende globalmente a primera vista, la
influencia que la agricultura sedentaria, Con arado y después con otros utensilios, ejerce sobre
la configuración de las estructuras y de los procesos sociales.
Hay que mencionar, por. otra parte, la función de obstáculo o de dificultad que tienen
algunos aspectos de la flora y de la fauna, frente al desarrollo de muchas actividades humanas
sociales. El hombre lucha contra ciertas especies animales y vegetales en su progreso civilizatorio.
10 Cfr. FEBVRE (L.), La Terre e/ l'Bvoliaion Humaine, 1922, pp. 314 y ss.
11 Según H .... HN (E.), Demeter Imd Bando tVersucb einer Theorie der Entstebung enseres
Ackerbaus), 1896.
12 Cfr. WEBER (Alfredo), Historia de la Cultura, trad. de L. Recaséns Siches, México,
F. de C. E., 1941.
13 Véase la obra de A. WBBER, citada en la nota anterior, pp. 36 y ss.
H Véase el precioso libro de BERNARD (L: L.), Introduaion /0 Sociologv: A Naturalistit
Accoun/ 01 Man's Adiuslment to bis World, 1942, cuyo capítulo IV -pp. 314 a 342-, sobre
los recursos inorgánicos naturales, resumo en este tema.
300 LA RlQUEZA COMO CREACION HUMANA
Cabe clasificar en dos tipos los recursos .naturales inorgánicos: a) las fuentes de energía;
y b} las sustancias estructuradas.
La presencia de los recursos inorgánicos no influye por sí sola en la vida humana. Es
preciso que el hombre llegue a conocer su existencia y los aprovechamientos que pueda darles;
y además que disponga de los medios técnicos para extraerlos, transformarlos en caso necesa-
rio, y utilizarlos. Así, por ejemplo, los indígenas de América vivieron siglos en terrenos en cuyo
subsuelo había yacimientos de petróleo, sin que este hecho influyese para nada en su vida.
Cuando unas gentes descubren algunos de esos recursos naturales, por ejemplo minas. }' se
sienten interesadas en extraerlos y emplearlos, entonces las exigencias de los tipos congruentes
de trabajo, así como los efectos económicos, ejercen un poderoso influjo en la configuración de
las estructuras sociales y en la historia de los procesos de la colectividad. Hay comunidades
mineras transitorias y hay otras permanentes. Entre las primeras figuran los grupos de busca-
dores de oro, que presentan especiales rasgos (aventureros, primero van sólo los hombres sin
sus familias, etc.}.
3.-LA EDAD
La distribución de la población en edades influye en la estructura de una so-
ciedad. Así, por ejemplo, hoy que el término medio de la duración de la vida
del hombre ha aumentado considerablemente, se da el hecho de que en muchas
sociedades el número de ancianos, los cuales ya no producen sino que viven a
1 Cfr. MONTAGU (Ashley), The Biosocial Nature 01 Man, Grove Press. 1956, pp. 71-80;
CASSIRIJ!R (Ernst), Antropología Filosófica, Fondo de C. E., México, 1945; WHITE (1. A.),
The Science of Culture, Parrar, Nueva York, 1949; GORER (Geoffrey), Bxploring En¡,/ish
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"Rev. de Occidente", mayo, 193:5; WEl.SS (Paul), Nature and Namre 01 Man, Holt, Nueva
York, 1947; CARELL (A.), La Incógnita de! Hombre.
50tlololl:la._20_
/ 306 PACTaREs BIOLOGICOS
expensas de las gentes activas, es mucho mayor que en épocas anteriores, lo cual
plantea problemas socio-económicos especiales."
4.-DIFERENCIACION SEXUAL
Aunque se trate de una observación perogmllesca, hay que verificar el hecho
de que la reproducción de la especie humana es bisexual; y que, por lo tanto, de-
pende de' la existencia de individuos de los dos sexos. Si el destino arrojase un
grupo de náufragos del mismo sexo a una isla incomunicada en donde quedasen,
esa sociedad se iría extinguiendo con la muerte de los individuos originarios.
Las diferencias entre los sexos han determinado en muchas sociedades una di-
visión de trabajos entre hombres y mujeres -la cual adopta distribuciones diferen-
tes y aun contrarias en las varias culturas-, aunque ello na constituya un hecho
forzoso e ineluctable, ya que hoy en día hay comunidades en las que individuos
masculinos y femeninos participan en las mismas labores.
Asimismo, la diferenciación sexual ha traído consigo en algunas culturas, sobre
todo en épocas pretéritas, una subordinación de la mujer al hombre en el campo
social propiamente dicho; aunque ese fenómeno de sumisión ha ido desapareciendo
o disminuyendo progresivamente en muchas regiones del mundo."
5.-LA FECUNDIDAD
Se ha definido la fecundidad como la proporción potencial en que puede acon-
tecer la reproducción, por virtud'del poder reproductivo heredado.
Fertilidad no es lo mismo que fecundidad. Mientras que ésta viene determinada
solamente por factores heredados, en cambio la fertilidad se halla sujeta a las limi-
raciones que imponen las situaciones individuales tanto somáticas como adquiridas,
en virtud del contorno ambiental de toda dase. La fecundidad se mide por el nú-
mero potencial de descendencia que es capaz de tener el individuo de la especie
(en este caso, es la especie humana). En cambio, la fertilidad se mide por el
número actual de descendencia que un individuo ha producido.
Los factores ambientales que limitan la fertilidad son de dos dases: involun-
tarios y voluntarios. Los involuntarios son en gran número, y entre ellos se pueden
citar: las enfermedades, los accidentes y la pobreza. Entre las causas voluntarias de
la hmitación de la fertilidad figuran: el aborto voluntario, el uso de medios anti-
conc.Gf~,tivos, el celibato voluntario, el matrimonio tardío.s
2 Véase sobre estos problemas el número especialmente dedicado a ellos (Enero de 1954)
del.American [oumal 01 Sociologv.
3 Cfr. BERNARD (L. L.), An ímroduaion lO Sociology, 1942, pp. 369 y 55.
4 Cfr. BERNARD (L. T.. ). ob. cit., pp. 380 y 55.
\
FACTORES BIOLOGICOS 307
En las situaciones primitivas se ha dado la lucha del hombre con otras especies
animales para poseer la tierra y utilizarla para los fines humanos, para obtener ali-
mento natural, para explotar la flora y la fauna, para conseguir cobijo. Después la
lucha sigue para conseguir también los recursos inorgánicos. Esta lucha produjo a
veces el desplazamiento de otras especies animales, el exterminio de algunas espe-
cíes de ciertas zonas, la sujeción de otras al poder del hombre, e"incluso en ocasio-
nes la esclavización de otos miembros del género humano.
Otra de las formas de lucha del hombre por la vida ha tenido lugar contra
sus propios prójimos, contra los forasteros, o ya en forma de guerra contra otros
grupos considerados como enemigos.
rencias entre los varios países, lo cual se debe a los diversos tipos de civilización,
de cultura, y de desarrollo económico."
Por otra parte, nos encontramos con que las diferencias en cuanto a mortalidad
se dan no solamente entre los varios pueblos según su respectivo adelanto, sino que
existen también entre los diversos grupos sociales de un mismo pueblo. No es ver-
dad- lo que .se había creído que en cuanto a la muerte no hay ninguna diferencia
social. La Demografía ha mostrado que en este respecto hay muchas diferencias
entre las gentes de la ciudad y las del campo, entre las personas cultas y las
ignorantes, entre los ricos y los pobres, entre los trabajadores manuales y los que
ejercen profesiones liberales. Por eso, Hersch ha hablado de una "desigualdad ante
la muerte." Esta desigualdad tiene todavía un mayor volumen en la mortalí-
dad infantil. En Francia, en 1951, la relación entre el número de defunciones entre
los niños de menos de un año nacidos de padres pertenecientes a las profesiones
médicas, y los hijos de mineros, fué la proporción de I a 5. Entre estos dos extre-
mos se' di6 una escala continua pasando de menos a más a través de los obreros, los
agricultores. los empleados, los profesionales. etc."
S.-LA HERENCIA
Los dos factores centrales en el desarrollo biológico u orgánico son "la herencia
y la variad6n.
La herencia es el factor estahilizante en la reproducción, el cual determina que
la prole se parezca a sus progenitores. La variación es el factor limitativo de la he-
rencia. el cual actúa modificando ésta de manera que la prole resulte más' apta para
adaptarse al medio ambiente.
En el capitulo XV sobre "Razas y Sociología" ofrezco un resumen, bastante
amplio, sobre los resultados a que ha Uegado la ciencia genética' del siglo xx en
el estudio de los fenómenos de la herencia y de su mecanismo.
Pero el problema que interesa aquí es saber cuál es la influencia que esos fenó-
menos ejerzan sobre la vida propiamente humana y, por tanto, sobre lo social.
Por una parte, ha habido algunos estudiosos, los cuales han sido Uamados
"heredítaristas", que han considerado al hombre corno una integración de capacida-
des heredadas. De otro lado, se ha mantenido por no pocos sociólogos, por los
denominados "ambientalistas", el influjo decisivo de los factores del contorno. Tam-
bién ha habido quienes han buscado un término medio entre dos posturas extremas Y
. Los hereJitat'istas extremos consideran que toda conducta y obra humana es
el reflejo de la estructura genética del sujeto; y que las .condiciones ambientales y
los influjos del contorno son de muy poca importancia, pues lo que prevalece es
siempre la proyección de los caracteres heredados, los instintos recibidos por la
constitución orgánica, "
se puede separar en dos partes. ¿Cuál es más importante? Estas son preguntas
tontas, q~. muestran que quien las hace no tiene idea clara sobre esta materia."
y pJlecisando más en el mismo sentido, el ilustre antropólogo Ashley Montagu
dice: "La herencia no está constituida por una dotación genética (es decir, de genes),
sino por una dotación genética tal y como ésta se ha desarrollado bajo la influencia
modificaélora del ambiente. Lo que el organismo hereda es una dotación genética y
un ambiente: y el organismo representa la expresión de sus efectos interactivos."u
Aévserrase que reconocer el hecho de que los factores biológicos y los psí-
quicos ejercen un influjo sobre la conducta humana no implica de ninguna manera
una concepción determinista de ésta. Por el contrario, este reconocimiento de la
influencia de los factores biológicos y psíquicos es perfectamente compatible con
la tesis de que el hombre es esencialmente libre albedrío, tesis que justifiqué en el
capítulo VII (epígrafe 15) de este libro. No hay incompatibilidad entre el libre
albedrlo y el hecho de que los factores biológicos y anímicos condicionan la con-
ducta humana. El libre albedrío consiste en que el yo tiene que elegir, por propia
cuenta y riesgo y bajo su individual responsabilidad, entre alguna de las varias po-
sibilidades concretas, que el contorno o circunstancia le depara en cada uno de los
momentos de su vida. Ahora bien, recuérdese que de ese contorno o circunstancia
del yo, integrando su propia vida, forman parte .su alma y su cuerpo. En efecto, el
soma y la psique de cada hombre, en sus singulares concreciones, con sus particu-
lares caracteres, contribuyen a determinar el ámbito de las posibilidades de conducta
para cada sujeto en cada momento, es 'decir, determinan qué es lo que puede hacer
-y per lo tanroetambién qué es lo que no eslá a su alcance hacer. Entre esas posibi-
lidades concretas es entre las que el yo tiene que elegir por si mismo. En esto
consiste el albedrío. Pero muchas de esas posibilidades vienen determinadas pre-
cisamente por la realidad concreta del alma y del cuerpo de cada sujeto. Así como
otros comportamientos quedan excluídos de las posibilidades concretas, por virtud
del especial modo de ser de una psique o de un cuerpo. Por tanto, los "factores bio-
lógicos y los psíquicos contribuyen -junto con otros factores como los gecgrá-
ficos y los sociales- a determinar la serie de posibilidades para el comportamiento
de cada cual. Y tal cosa no anula el albedrío, porque éste consiste precisamente en
escoger entre alguna de las posibilidades que efectivamente se dan.
Por otra parte, hay en el hombre muchas actividades que no son propiamente
humanas, sino tan sólo biológicas O naturales. No todo lo que acontece en el horn-
bre es humano, en el sentido estricto de esta palabra. La enfermedad, los actos
reflejos, lo que el hombre hace por instinto, son hechos que OCUrren en el hombre,
pero que no son humanos, sino que son naturales, son producto de su naturaleza
biológica. Pero todo eso, a pesar de no constituir comportamiento humano propia.
mente dicho, influye en las posibilidades y en el ámbito de su vida propiamente
humana -y por tanto también en su existencia social. Por lo cual todo eso debe
ser estudiado en la Antropología filosófica y también en la Sociología.
duce normalmente una determinada respuesta. Así, por "ejemplo. un objeto colo-
cado en la parte posterior de la lengua es tragado automáticamente. re
Se ha hablado mucho de instintos intelectuales, razonadores, calculadores de
manera automática. Así, se menciona una serie de comportamientos llamándolos
instintos, por ejemplo: el gregario, el de simpatía, el combativo, el de adquisición,
el de propia conservación, el de destrucción, el de autorrebajamiento, etc. Pero
cada uno de esos tipos de conducta no están formados por un sólo acto, sino que,
por el contrario, se componen de una _enorme multitud de pautas de comportamien-
to, cada una de las cuales requiere un diferente estimulo y produce una diferente
respuesta. Ciertamente que el conjunto de actos que integran cada una de esas
conductas llamadas instintivas' tiene una unidad funcional, pero, en cambio, no
tiene unidad estructural. Ahora bien, lo q'¡e caracteriza al instinto en sentido estric-
to, el la unidad estructurai. Ocurre que esas conductas complejas llamadas impro-
piamente instintos (en sentido lato) son combinaciones de instintos y de hábitos,
pues, contienen las más de las veces el producto .de la adaptación al medio. ~
Es un hecho que el hombre posee un número muchísimo menor de instintos
que los animales. Algunos biólogos y psicólogos de otros tiempos creyeron 10 con-
trario, porque confundieron los instintos genuinos con Jos hábitos automáticos. Lo
típicamente humano consiste en que el hombre tiene que resolver por su propia
cuenta la mayor par~e de los problemas de su vida; y durante su primera infancia
le son resueltos socialmente por los demás.
La doctrina de los instintos ha perdido hoy crédito, hasta el punto de. que la
mayor parte de estudios psicológicos contemporáneos disminuye mucho el número
de los supusetos instintos, e incluso, respecto de los que todavía admiten les
restan a éstos importancia. Sin embargo, todavía hay escuelas psicológicas que si-
guen atribuyendo gran alcance a los instintos. Así, la rama ortodoxa del psicoaná-
lisis, y las opiniones de Mac-Dougall, quien sostiene que hay una parte del coro-
portamiento humano muy parec~do a las acciones características de los animales. re
Mac-Dougall sostiene que todos los casos de actividad humana entrañan disposiciones es-
peciales, a través de las cuales las tendencias, la voluntad de vivir, cncáuzanse con el objeto de
incitar y sostener particulares modos de acción. Tales actividades son los instintos, los cuales
son enumerados y clasificados por Mac-Dougall en 13 principales y 7 secundarios, Los instintos
principales según dicho autor son: el paternal, el combativo o bélico, el de curiosidad, el de
caza o busca de alimentos, el de repulsión, el de hulda, el gregario, el de afirmación de sí pro-
pio, el de sumisión, el de emparejamiento, el de adquisición, el constructivo y el de atracción;
y los instintos secundarios son: el de la risa, el de escupir, el de estornudar, el de toser, el de
dormir, etc. Ahora bien, la mera enunciación de esos supuestos instintos según Mac-Dougall
pone de manifiesto que la mayor parte de ellos no constituyen propiamente instintos, sino
formas complicadas de conducta. en las cuales figuran componentes adquiridos. Observa el soció-
logo argentino Gino Germani que "~I problema de los instintivistas es el de ponerse de acuerdo
sobre cuáles y cuántos son realmente los instintos. Uun autor ... ha hallado hasta ~,648 instintos
diferentes en las 500 clasificaciones que ha examinado ... El uso, por decirlo así, literario del
concepto de instinto ha dado lugar a exgeraciones que rayan en el ridículo ... "17
15 Cfr. BERNARO (l. L.), lntrodurnon lo Sociology, New York, Cronwell Co., 1942,
pp. nI y ss. .
re Cfr. GERMANI (Gino), Estudios de Psicología Social, Instituto de Investigaciones
Sociales, Universidad Nacional, México, 19%, pp- 62 y ss.; MAc·DoUGALL (W.), In/lTodurrión
a la Psicoíogia, Paidés, Buenos Aires, 1948, cap. V.
1; Cfr. GERMANI (Gino), oh. y lug. cit. en la nota precedente.
I
Se ha confundido muchas veces los instintos con los hábitos. j\sí, por ejemplo.
cuando un escritor dice: "Cogió instintivamente la espada" J hubiera debido decir:
"Cogió automáticamente la espada", es decir, por hábito.
Cierto que el modo de funcionar de los instintos y de los hábitos es semejante:
ambos funcionan automáticamente. Pero, mientras que el instinto es hereditario, no
adquirido, en cambio, los hábitos se han formado bajo el influjo de los factores
ambientales.
Aunque las conductas instintivas. y las habituales se pa[ezc~n mucho en el
modo de producirse, la diferencia entre ambas es muy importante: mientras que los
instintos son inmodificables --o lo SOn tan s610 en una pequeña proporción some-
tiendo su mecanismo al dominio (nada más que relativo) de un control consciente
o de un hábito--, en cambio, los hábitos, en lo que tienen de adquiridos, pueden
ser reformados.
Se ha definido el instinto como una reacción específica a un estímulo especí-
fico, en donde la configuración o estructura nerviosa, que sirve de mediadora
en la reacción, tiene carácter heredado. Si la estructura nerviosa, o sea el conjunto
de nexos nerviosos que la integran no es heredada, entonces la forma de conducta
es adquirida y no instintiva.w
Parece que incluso algunos de los instintos se han desintegrado bajo la presión
de nuevos ambientes, habiendo entonces cambiado la misma herencia del hombre.
Así, por ejemplo, en el niño no se desarrollan los instintos que le permitirían ir en
busca de alimento, de apropiárselo y de huir del peligro, porque nace en un medio
humano-social, en el que la madre y las diversas instituciones sustituyen mediante
sus servicios la función que desempeñarían los instintos, que a éste le faltan, o que
no se han desenvuelto en él porque el medio no le ofreció los estímulos adecuados.w
Según Ashley Montagu toda noción de "formas predeterminadas de conducta
en el hombre ha pasado de moda por completo, porque e! carácter único de! hom-
bre radica, entre otros puntos, en e! hecho de que se halla libre de todos esos fac-
tores predeterminantes que tanto condicionan la conducta de los organismos no
humanos. Las respuestas de conducta automática no refleja, (excepto el llorar en
condiciones de pena, la respuesta a la retirada repentina de apoyo, y la respuesta
a un lato ruido súbito) son aprendidas por e! hombre mediante e! aprendizaje, y
no heredadas por genotipo. El hombre no ha nacido con un sistema interior de
respuestas al ambiente, como les sucede a la mayor parte de los animales. Por el
contrario, el hombre ha nacido COn un sistema de interior de potencialidades plás-
ticas, las cuales, bajo los estímulos del ambiente, puede operar respondiendo a
esos estímulos de muy variadas rnaneras.w
Io.-LOS HABITaS
Los hábitos pueden ser comparados a los instintos O funciones fisiológicas, tales
como el respirar o el digerir --dice John Dewey. 21 Se diferencian en que las fun-
18 Véase BERNARD (L. L.), Psicologla social -versión castellana de Rubén Landa-c-,
Fondo de Cultura Económica, México, 1946, pp. 111-112.
1!1 Véase BERNARD (L.'L.), ob. cit. en la nota anterior, pp. 106 Y ss.
:.:0 Cfr. MONTAGU (AshlC'f). ob. cit., p. 42.
:H Véase DEWEY (John), Human Nature "'id Co/Uhm• .11.11 ImroaJJoioll Jo SOcill/ Psvcbo-
10lY, The Modero Library, cap. 1, pp. 14 Y ss.
HABITOS 313
cienes fisiológicas son involuntarias. mientras que los hábitos son adquiridos. según
quedó expuesto en el epígrafe anterior.
Mas a pesar de esa importante diferencia, los hábitos se parecen a los instintos en
muchos aspectos, y de modo especial en que requieren -al igual que éstos- de la co-
operación del organismo y del contorno a la vez. Así como el digerir es asunto del estó-
mago y de los alimentos, así también andar implica tanto las piernas como el suelo; y
el hablar necesita tanto de aire y. órganos vocales, como de la compañía del prójimo.
Los hábitos son artes. Comprenden disposiciones especiales de los órganos sen-
sitivos y motores y también materiales objetivos. De otro lado, los hábitos requieren
orden, disciplina y técnicas especiales. Y tienen, al igual que las artes, un comienzo,
un desarrollo y un fin.
. Nos produciría risa quien dijese que poseía una capacidad innata, propia y
debida exclusivamente a sí- mismo, para tallar la piedra, independientemente de las
piedras con que trabajase y de los instrumentos que empleara. Pues bien, muchos de
los hábitos morales y sociales constituyen efectos del contorno. Ahora bien, en ese
contorno figuran los demás hombres, figura la sociedad.
Si un individuo estuviese solo en el mundo, formaría sus hábitos (en el su-
puesto imposible de que fuese capaz de formarlos) en el vacío. Esos hábitos serían
exclusivamente efectos de sí mismo y de las fuerzas físicas del contorno. Pero en
la realidad efectiva sucede que la sociedad figura siempre en el contorno del hombre;
y suele figurar antes de la conducta de éste, como un conjunto de supuestos de ella,
y, después, como una serie de reacciones frente a ella.
Un hombre produce determinada conducta. Pues bien, esta conducta suscita reac-
ciones a su alrededor. Otros hombres la aprueban, la desaprueban, la estimulan, la
censuran, la comparten O se oponen a ella. Incluso el hecho de dejar a un hombre
solo constituye una respuesta definida. La envidia, la admiración y la imitación re-
presentan complicidades. Propiamente no existe la neutralidad. la conducta es siem-
pre compartida; en esto consiste la diferencia entre la conducta propiamente humana
y el proceso puramente fisiológico.
Ahora bien, como los hábitos se componen no sólo de lo que pone originaria-
mente el hombre, sino también de los ingredientes del contorno, de aquí que la Con-
ducta depende en gran parte de ese coritorno. Por eso, cuando se quiere cambiar los
hábitos de un. sujeto, es necesario modificar las condiciones del medio o circunstancia
en que se desenvuelve.
Muchas veces tenemos la impresión de que los hábitos se transmiten por heren-
cia. Pero no es así. Lo que ocurre es que persisten las mismas condiciones del con-
torno, las cuales siguen actuando o interviniendo de igual manera, que lo hicieron
respecto de los sujetos de antaño, en los de hoy.
Aunque los hábitos son disposiciones y técnicas adquiridas, llegan a convertirse
en integrantes de nuestro' propio ser. los hábitos son predisposiciones formadas por
un número de actos especiales; y una vez constituidos, se manifiestan como poderes
o fuerzas que se apoyan con propio dinamismo.
Es erróneo representarse las hábitos como meras instrumentos que, almacenados
en una caja, esperan ser usados por una resolución consciente. Son medios activos,
que se proyectan a sí mismos; son modos de actuar energéticos y dornínantes.w
::~ Cfr. DEWIiY (John), ob. cit., pp. 25 Y ss.
314 HABITOS
envidia y malevolencia. Hay otras en las que no es menos legítimo sentir emociones
de carácter positivo". La mayoría de las asociaciones de tipos de comportamientos.
observadas ~n los grupos humanos, pueden ser disociadas, y sus componentes pue-
den volverse a unir de otro modo formando figuras diferentes de conductas.
Ahora bien, muchas formas adquiridas de conducta o hábitos llegan a integrarse
en el protoplasma nervioso bajo el influjo de las presiones del médico, de modo
similar a como están integradas las formas más fijas de conducta. Sólo que la inte-
gración de aquellos hábitos se produce en las zonas más flexibles de los protoplas-
mas nerviosos pertenecientes a los centros superiores cerebrales.w
que dependen en gran parte del ambiente social, son susceptibles de transformación?
mediante la modificación de los factores circundantes.
Entre los hechos sociales, hay muchos que, en gran parle, no son producto de
una conducta dirigida por la razón, sino que o bien son efecto de faetores instintivos
o bien de hábitos mecanizados, sobre todo de estos últimos, adquiridos en función de
la reacción psíquica frente al medio colectivo-cultural. Es decir, que en la determina-
ción de muchos hechos sociales intervienen poderosamente lo que podríamos llamar
genéricamente tendencias, impulsos o deseos.
Es necesario llamar la atención sobre el importantísimo papel que las emociones
tienen como suscitadoras o motivadoras de formas especiales de comportamiento. Mu-
chos de los hábitos han sido provocados por la reacción emocional frente a deterrni-
nadas hechos del medio. E incluso algunos instintos son también la automática res-
puesta innata a impresiones emotivas.
Obsérvese que, entre las emociones, tendencias, afanes, y hábitos, figuran pa-
rejas de contrarios. Es que en .el alma del hombre, 10 mismo que en la vida humana,
concurren esas tendencias contrarias. El hombre siente a veces irresistible afán de-
compañía; pero también a' veces tiende a la soledad. El hombre se inclina en OCa··
siones a mandar, y en otras ocasiones a obedecer. El hombre tiende a veces a la
tranquilidad, pero también otras veces experimenta el aliciente de la aventura. Hay
coyunturas en que actúa un impulso gregario, y otras en las que obra el afán de
destacarse.
Las necesidades, los afanes y los deseos del hombre son muy variados. Además
de las necesidades fisiológicas, como por ejemplo, de alimento, de sueño, de huida
del dolor, etc., tiene el hombre muchos otros afanes que pueden ser llamados psl-
quicos, Esos afanes psíquicos Son a veces más poderosos que las necesidades fisio-
lógicas. y, en ocasiones, llegan a prevalecer sobre éstas: ha habido huelguistas de
hambre que llegaron hasta el final; hubo gentes que perecieron bajo el tormento
antes que traicionar a un amigo, o renunciar a unas convicciones; y hay un proverbio
que dice "hay que sufrir para ser bella"."
Voy a mencionar algunos de los deseos sociales básicos que han sido estudiados
por varios sociólogos de nuestro tiempo:28
I. Deseos de respuesta emocional por parte de otros individuos. Es el deseo de
hallar simpatía personal, amistad, amor, en otras personas. Tal deseo no se satisface
con relaciones sociales del tipo de las colectivas, de las funcionales, de las que se
desarrollan sobre los carriles de los modos colectivos impersonales, como, por ejem-
plo, de la cortesía, del intercambio jurídico de servicios. Es bien conocido el terrible
sentimiento de soledad que se experimenta cuando se está dentro de una multitud
sin vínculos sentimentales con sus componentes. Este deseo apunta hacia- la respuesta
emocional favorable de otras personas. Tal ansia se experimenta ya. de modo es-
.pecialmente intenso. en la primera infancia. Parece que la falta de esta respuesta
afectiva es la única explicación para el hecho de que en los asilos, incluso en los
mejores, haya una gran proporción de mortalidad infantil, mayor que la que se
da entre los niños que viven en su hogar.
IJ. Deseos de seguridad. Debido al hecho de que el hombre se representa el
futuro y se preocupa por él, las satisfacciones presentes no son suficientes, mientras
que se perciba el porvenir como incierto. Este deseo incita a la creación y desarrollo
de técnicas para evitar el daño que los peligros de la Naturaleza puedan ocasionar,
para dominar las fuerzas de la Naturaleza con el fin de ponerlas al servicio regular
de las necesidades humanas, de asegurar unas buenas condiciones de vida. de pre-
venir enfermedades y de curarlas. Este deseo lleva a buscar el amparo del grupo
social. lleva a incorporarse a instituciones. El deseo de seguridad es también el mo-
tivo radical que lleva al hombre a producir Derecho positivo, gracias al cual pueda,
hasta cierto punto. estar cierto y garantizado respecto de la conducta de los otros y
sepa a qué atenerse respecto de lo que uno puede hacer en relación con ellos.
III. Deseos de nuevas experiencias. Estos son deseos de signo contrario, a los de
seguridad. Pero es que ocurre que en este aspecto, como en todos los demás, la vida
humana gravita hacia dos polos contrarios. Si, por una parte,' el hombre siente el
ansia de seguridad, por otra parte sieote también la curiosidad por las novedades,
BOGARDUS (Emory S.), Fundamental! 01 Social Psychology, 3' ed., Appleton, Nueva York,
1942, pp. 28 Y ss.; PETROFF (Louis), The Sixlh WiJh: For Preedom en "Sociology end Social
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Nueva York, 1937, pp. 184 Y SS.; LIITTI!N (W), Gruppellleben in einem Perienlager, Külner
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ground 01 Personality, Appleton, Nueva York, 1945, pp. 6 Y ss.
:;¡ Cfr. LINTON (Ralph), oó, cit, en la nota precedente, p. 6.
es Cfr. noto N' 1H de este cap.
DESEOS SOCIALES BASICOS 317
13.-LAS ACTITUDES
Una actitud es una tendencia adquirida ---<amo resultado de muy diversos fac-
tares' concurrentes- a reaccionar favorable o desfavorablemente respecto de personas,
obj etos, situaciones, ideas, ocupaciones, modos de conducta, labores, etc.
Las actitudes pueden ser generales o especiales. Se puede hablar de actitudes
respecto de la gente, respecto de una clase social, respecto de un pueblo, respecto
de una vecindad, respecto de los abogados, respecto de una familia, o respecto del
señor Pérez; respect:o de la política; respecto de determinado partido, respecto de
un cierto estadista o líder; respecto de los deportes, respecto del fútbol; respecto
de la' vida urbana, respecto de una determinada ciudad; respecto de las transforma-
ciones sociales en general, o respecto de una determinada reforma legislativa; res-
pecto de los extranjeros, °
respecto de los chinos; etc. 30
2D Cfr. BOGARDUS (E,), ob. cit. en la nota N° 18 de este cap.
30 Cfr. SARGENT (S. Stansfeld), Social Psycbology: An Integratioe lnterpreration, Ronald,
Nueva York. 19~0, pp. 52 Y ss. Sobre las actitudes véase además: AGRAMONl'E (Roberto), So-
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01 Socioíogy, pp. 438-439; EUBANK (E. E.), The Concepts 01 SocioJogy, 1932, pp. 187-188;
•
318 LAS ACTITUDES
THOMAS (W. l) y ZNANIECKI (F.), The Polisb Peasant i11 Europa alld America (1927), J,
_pp. 10-12; NOVICOC (Y. A.), Conscience el Voíonté Socia/es (18~7), lib. JI, pp. 89 Y ss.;
YOUNG (K.), Socia/ Psvcbologv, 3' ed. (195:>), p. 123; GERMANI (Gino), Estudios do Psico-
/(}.~ía Social, Instituto de Investigaciones Sociales Universidad Nacional, México, 1956.
CAPiTULO XVI
RAZAS Y SOCIOLOGIA
SUMARIO:-l. Errores involucrados en el concepto f'u/gar de raza. Fallidos in-
tentos de la antropotogia pMa aclarar este cOrlcepto.-2. La ciencia genétha
contemporánea y les "razas".-3. Crítica de /01 vicios conceptos de raza a la luz
de la genética c.onlemporánea.-4. Cruces y variedades imermedias.-5. Círculos
socia/es o grupo! colectivos determinados por un criterio é/nico.-6. Influencia
del medio y de las funciones en las diferencias orgánüas.-7. Pueblos o necio-
nes y razas.-8. Paridad fundamental de sodos. los hombres. El problema de la
capacidad en las diferentes eSlirpeJ.-9. Razas y cultura. Raza y lengua.-lO.
Exposición de /as doctrinas racialistas: A) Doctrinas con pretensiones de una
Pilosoiía de la Historia. Gobineau y Chamber/ainj B) Doctrinas antropomé-
tricas: Lapouge y Ammon; C) Doctrinas racialistas de la herencia: Galton y
Pea-son; D) La ,fraudulenta concepción racista del nazismo alemán.-l1. Cri-
tica de las doctrinas racialista.I.-12. Conciencia racial! prejuicio y discrimina-
ción racial, como hechos reales.-B. Prejuicios y discriminación como [ormss
colectivas de comporlamiento.-14. Factores que generan prejuicios.-15. El
"círculo vicioso" en el desarrollo de los preiuicios.
319
320 ERRORES Y FRACASOS EN EL CONCEPTO DE RAZA
1> El índice cefálico horizontal, imaginado por Retzius en 184'. es el porcentaje de la te-
lación del diámetro transversal máximo de la cabeza al diámetro anteroposterior. Este índice
se expresa por un número que es tanto más pequeño. cuanto más alargada es la cabeza. Son
considerados como dolicocéfalos los Indices entre 77 y 82; Y como braquicéfalos Jos superiores
a 82. El índice cefálico horizontal no sirve" para distinguir a los blancos de los mogoloides
ni de los negros, ni tiene validez constante para las estirpes primarias. Hasta cierto punto. y
nada más que relativamente --(on muchas variantes y excepciones-c-, sirve para distinguir
algunos grupos blancos.
9 Es la- relación centesimal de la anchura de la cara a su altura.
lO Es la relación de la anchura de la nariz a su altura. Llárnase leptorrino si es inferior
a 70; mesorrino, el comprendido entre·'70 y 8'; Y platirrino el superior a 8'.
11 Cfr. Hr:"'EDICT {Ruth}. Raza: Ciencia )' Política: LF.5TER, P, Y MILLOT, J., Las Razas
/Jllm'¡Jldi: BOAS. F., Race ami Dn}}(Jcmlic Slate,' UERNARD, 1. L., All l ntrodnction ro Sociologv,
cap. XXI.
322 ERRORES Y FRACASOS EN EL CONCEPTO DE RAZA
A la luz de la nueva Genética han hecho crisis, o mejor dicho han hecho
quiebra, las nociones de raza que habían sido manejadas. tanto vulgarmente, como
por los antropólogos.
La tesis fundamental de la Genética contemporánea es que la constitución he-
reditaria de todo organismo esté formada por un gran número de unidades indepen-
dientes contenidas en los genes 'l"e se perpetúan por autorreproducción aá iniinítum.
Esas unidades hereditarias no son llevadas por la sangre, sino que están. conte-
nidas en los genes y son transmitidas por las células reproductoras, es decir. por
los espermatozoides y los óvulos.1 6
12 Cfr. ORTIZ (Fernando). ob. cir., pp. 42 Y es.
u Cfr. OIXON (R. B.), The Racial History 01 Man, Scribner's, Nueva York, 1923.
14 Cfr. BoYD (WiIliam C), Genetics and the Reces 01 Man: An Introduaion to MoJe,n
PhYJicaJ Antbropology, Little-Brown, Bastan, 1953. pp. 194-197.
15 TSCH'ERMAK, CORRENS y DE VRIES redescubrieron en 11900 las mismas leyes, a las que
1I.amar~n neo-mendelianas en honor del primero que las descubrió. Cfr. GoLDSCHMIDT R" Pbi-
IIO/ogUa} Gene~lCs, 1938; Cfr. HUXLEY (Julian), Mon Stonds Alone, 1941. pp. 106 Y ss.; BoYD
(W. C.), ob. at., cap. 11; DOBZH....NSKY (Th.), Genetics alld the Origin 01 Species, Nueva York.
1937; HALDANE (J. S.). New PathJ in Genetics, Herper, Nueva York, 1942; SOIEINFELD (Am-
raro), New Patbs in Genetics, Nueva York, 1937; MORGAN (Thomas Hunt), Tbe Tbeory o( the
Gene. Yale University Press, New Haven, 1926; DUNN (L. C.) & D08ZHANSKY (Th.},
H""'edity, Rau·and Societv, Mentor, Nueva York, 1950. .
18 Cfr. HUXLEY (Julian). MlIn Star:dJ Alone, 1941. pp. 106 Y ss.
LA HERENCIA SEGUN LA CIENCIA GENETlCA 323
El plasma germinal, es decir, los genes o unidades hereditarias, pasa de los progenitores
a su descendencia en forma de partículas sueltas, yo no cerno una porción de una fusión más o
menos uniforme de los plasmas germinales de la madre y del padre. Estas unidades heredi-
tarias o del"plasma germinal son precisamente lo que se conoce con el nombre de geneJ. l1
11 Cfr. Boyo (W. C.), Genetics amJ tbe Races 01 AI.m, Litrle Brown. Itoston. l')~.~.
pp. 39 y ss.
15 Cfr. BOYD, ob. cit., pp 45 Y ss.; Y ÜRTIZ, ob. cir., pp. !j.j r xs.
324 LA HERJiNCIA SEGUN LA CIENCIA GENETlCA
biendo sido éstos engendrados por los mismos padres. supone siempre una dife-
rencia de los genes artífices- en el amasijo de los barros. Si uno cualquiera de los
genes similares que pudieron ser cooperantes fuese pasivo, destruido o alterado,
.el individuo resultante mostrada el correspondiente cambio en sus características:
quizá en el color de sus ojos, en la forma de su nariz, en su estatura o, según
pretenden algunos, hasta en su carácter o temperamento't.P
A este propósito observa Julian Huxleytv que las diferencias entre hermanos dentro de
la misma familia pueden ser debidas a la recombinaci6n O nueva mezcla de viejos genes, en las
que se formen nuevas constelaciones por la nueva distribución resultante después de un cruce.
ción, y que, por tanto, el hijo resulte, por ejemplo. chato como la madre o alguno
de sus cuatro abuelos, en vez de ser narigudo como su padre.
Dada la cantidad d'e cromosomas que entran en cada generación. es fabulosa-
mente grande elnúmero de combinaciones cromosórnicas y embrionarias que puede
crear cada ser humano. Dice Scheinfeld'" que, en virtud de que. cada progenitor
puede crear, en cuanto a posibilidades teóricas, más de dieciséis millones de com-
binaciones de determinantes hereditarios, y que uno solo" de esos dieciséis millones
de espermatozoides ha de reunirse' con uno solo de los dieciséis millones de óvulos
posibles, prácticamente no hay probabilidad ninguna de que puedan resultar dos
individuos exactamente iguales.
Antes se creía que la base material de la herencia debía entenderse como una
substancia homogénea, la cual podría mezclarse cap. otra análoga, tal y corno se
mezcla café con leche; y así se creía que el matrimonio de una persona negra can
una blanca tenía que producir un mulato equidistante, en cuyo tinte se hubiese
mezclado el 50% de negro café y el 50% de blanca leche; y que si un mulato
casaba con una blanca, la descendencia saldría con su parda pigmentación diluida
de nuevo, con un 75% de-leche y un 25% de café. Pero la experiencia real no se
ajustaba a tales previsiones aritméticas. Mendel descubrió que la herencia no es una
simple mezcla de café con leche, ni un proceso diluente de sustancias, sino que
se trata de la transmisión en forma muy complicada de ciertas unidades en las cuales
están los factores determinantes de la herencia. Cada uno de los genes puede estar
o no presente en un cierto proceso hereditario, pero no puede ser dividido, no
puede estar en parte presente y en parte no. Si los padres poseen caracteres dife-
rentes, estos no. se funden en la criatura, sino que pueden combinarse ambos
en diversas proporciones, bien en casi paridad, o bien siendo uno de ellos domi-
nante sobre el otro, el cual queda como recesivo.
"Tras del abrazo embriogénico, unos genes con otros quedan otra vez enlaza-
dos en una célula nueva -la célula embrionaria- y sus enlaces son divcrsísimos,
de incalculables combinaciones; pero los genes nunca" se funden, ni confunden, ni
cambian su condición esencial, Con ellos se forman los más variados mestizajes,
pero no resulta mestizaje en ninguno de ellos El-que gana será el que imponga su
carácter a la venidera criatura. El que pierda quedará a la espera de otra opor-
tunidad ... y- ... podrá vencer en una de las sucesivas generaciones, en la del
hijo, en la del nieto, o en otra ... más tardía ... Todos los genes, artífices del nue-
vo ser humano, los cuales se cuentan por millares ... , por sí o en grupos ... , se
~prestan a la faena del nuevo engendro." Pero no todos pueden colaborar - en él.
Tan s610 una parte de ellos hallará empleo; la otra quedará en huelga forzada.
Pero, ¿cómo se determinará la selección de ·los genes, que han de colaborar en la
creación de la obra nueva? [Misterio!"
"Los determinantes hereditarios se ... suman unos a otros sin perder sus respec-
tivas individualidades ... Se pensó que una buena metáfora sería la de los frijoles
negros y el arroz blanco al ser revueltos en una vasija; pues en ella el color que
prevalezca en la superficie hará que la masa aparezca externamente como mixta,
más blanca o más negra, según fuera el azar en que hayan caído las semillas. Y
cuando una nueva generación exige que Se rehaga otro ayuntamiento de la mitad
22 Cfr. SCHEINFELD. ob. cit., J"lp .. 28 Y ss.
326 LA HERENCIA SEGUN LA CIENCIA GENETlCA
de las semillas de un lado con la mitad de las del otro (genes, frijoles O arroces)
el azar de la mezcla podrá hacer, y hará seguramente, que en el nuevo conjunto
aquéllas sean combinadas de otra manera que en las vasijas anteriores y ahora apa-
rezcan como una masa de diferente pigmentación". Claro que esta descripción
es tan s610 una metáfora, la cual, aunque útil, contiene alguna inexactitud.P
La Genética contemporánea distingue entre el genotipo que es el conjunto de
la constitución genética de un individuo, y el fenotipo que es su tipo corporalmente
visible. Johaosen y Dobzhansky" han formulado la observación de que entre el
genotipo y el fenotipo se da una relación dinámica. El genotipo determina la reac-
ción del organismo frente a su ambiente, pero no determinan el ambiente eterno.
En cambio, el fenotipo es siempre el resultado de la .interacción o influencia recí-
proca entre un cierto genotipo y un cierto ambiente, de suerte que el resultado
final depende de ambos factores. Diferentes genotipos pueden reaccionar en un cierto
ambiente produciendo fenotipos similares. Por eso, la semejanza de fenotipos den-
tro de un mismo ambiente no siempre constituye una prueba de identidad de geno-
tipos. Por otra parte, la diversidad de fenotipos no es necesariamente una prueba
de diversidad de genotipos.
Comentando estos descubrimientos, dice Fernando Ortiz que ellos ponen de manifiesto
que si bien la herencia significa una transmisión, ésta no se, hace siempre, ni toda ella) de
manera' ostensible, pues a veces se veriEiOl a escondidas. Por una herencia se transmiten tan sólo
ciertos caracteres somáticos de cada progenitor. Jos cuales están contenidos en su genotipo;
pero de esos caracteres no todos ellos pueden emerger visiblemente en el genotipo de la nueva
criatura. Por eso, es necesario distinguir en los fenómenos de herencia la integra individualidad
genética por una parte, y el cuerpo por otra parte, o sea, es necesario distinguir entre el ger·
moplasma y el somatop/aJmaJ~5
Observa Rcstands" que Jos profanos entienden por herencia la transmisión de ciertos ca-
racteres, mientras que, por el contrario, los biólogos entienden que la herencia es la transrni-
sión de ciertas sustancias, las cuales tanto pueden hacer que el descendiente o heredero se
asemeje a sus dos progenitores o a uno de ellos, como pueden también hacer que difiera de en-
¡rambos. Así, de un conejito blanco nacido de dos conejos grises podrá decirse, por muy para-
Clójico que ello parezca, que es blanco por herencia, porque ha recibido de sus progenitores
la condición de su blancura. Es el germen. el germoplasma, lo que forma el eslabón que une las
sucesivas generaciones, y no el cuerpo, que es el organismo ya desarrollado de ese germen bajo
el influjo del ambiente. Así pues, mientras que en otro tiempo la herencia se había conside-
rada como un factor de estabilidad, hoy, por. el contrario, además, es tenida también como
una función de variabilidad.
19 Que lo que se hereda no son los caracteres visibles, sino los genes.
2' Que la nueva criatura no hereda la totalidad de los genes de sus dos
progenitores. sino solamente la mitad de los que tiene cada uno de éstos, quedando
las otras mitades (una de cada uno) eliminadas en la lucha a través de la cual
se forma la célula embrionaria, es decir, el óvulo fecundado.
39' Que de todos los genes que la nueva criatura hereda de sus progenitores.
no todos ellos van a ser factores actuantes en la formación y desarrollo de su orga-
nismo, sino que entre ellos se entabla también una especie de combate por e~ pre-
dominio. Hay genes fuertes y los hay débiles; unos son más activos que otros y
otros parecen quedarse pasivos; unos son dominantes y otros 500 recesivos. Unos
logran imponerse con más frecuencia que otros, los cuales a v~ces suelen perma-
necer en la entrada del genotipo, inactivos a través de varias generaciones. y sólo
de tarde en tarde, favorecidos por contingencias favorables, consiguen reanimarse
y hacerse ostensibles en la externidad fenotípica.
49 Que en el proceso selectivo de cuáles, entre todos los genes presentes en
el genotipo del nuevo organismo, van a manifestarse en caracteres visibles, influye
considerablemente la acción del medio ambiente."
59 Que cabe que haya una gran cantidad de individuos con una herencia
genética semejante y, sin embargo, muy diversos entre sí en cuanto a los caracteres
visibles (fenotipo); así corno cabe también que muchas personas que presenten visi-
bles rasgos físicos semejantes no tengan una herencia común ni tengan tampoco
los mismos antepasados.
6 9 Que los rasgos corporales no vienen encapsulados dentro de unos deter-
minados genes.
79 Que cada uno de los caracteres corporales visibles no es producto de un
gene singular, sino que es más bien producto de la síntesis de una obra múltiple.
8 9 Que está comprobado que los genes experimentan mutaciones, aunque este
hecho no esté suficientemente explicado.w
A la luz de estos descubrimientos quedan hechas pedazos, totalmente arruina-
das, no sólo las nociones vulgares de raza, sino también todos los intentos que la
Antropología había hecho para definir científicamente este concepto y para obtener
una base de clasificación racial.
El famoso antropólogo Ashley Montagu dice que jamás tendrán éxito los
esfuerzos que se hagan para clasificar los seres humanos tomando como base sus
caracteres corporales visibles; porque no son esos conjuntos de caracteres los que
se fijan y se transmiten, sino unas singulares entidades genéticas. Y Montagu añade
que, por lo tanto, se debe considerar la raza no como estática, esto es, corno un
complejo de caracteres fijos en el individuo y en el grupo, sino que, por el con.
trario, se debe considerar la raza como algo dinámico, es decir, como expresión
del constante/ambio genético en una determinada zona. 29 -
El gran antropólogo Franz Boas hace ya muchos años había observado que hay
quienes cometen el grave error de confundir la herencia individual con la herencia
racial. Mientras que la herencia individual es una realidad científica, en cambio,
2, Cfr. Boro (W_ e). oh. cit., p. 88.
~'J cs« H¡;XLEY (J.), oh. cir., pp. 123·26.
29 Cfr. M01\TAGL: (A.), oh. cit., pp. 401 Y ss.
328 MEZCLAS ETNICAS
Con carácter científico habría dos métodos que pudieran ser ensayados para la definición
genética de los grupos humanos.
Uno de esos dos métodos consistiría en definirlos mediante los caracteres que muestran
ostensiblemente. El otro método consistiría en definidos mediante los genes que contienen.
Ahora bien, en ambos casos los procedimientos serían principalmente cuantitativos. Sólo en el
caso de que en algún grupo ciertos caracteres o genes estuviesen totalmente ausentes -cosa
improbable, y por lo que respecta a los genes indemostrable-e- podría hacerse una distinción
cualitativa. Pero de hecho, generalmente, la distinción seria: puramente cuantitativa. Adviértase
que tanto los caracteres ostensibles como los genes se presentarán en diversas proporciones, así
como formando diversas combinaciones, en los diferentes grupos. La frecuencia de algunas com-
binaciones diferirá de un grupo a otro.
Algunos genetístas y antropólogos, como por ejemplo el profesor de la universidad de
Boston, William C. Boyd,BB han intentado formar una definición de raza sobre la base de los
descubrimientos realizados por la Genética de nuestro tiempo. Ahora bien. tal concepto de raza
difiere por completo de la noción que vino rodando 10 mismo entre el vulgo que entre los
antropólogos de otro tiempo. Boyd define la raza "como una población que difiere importan-
temente de otras poblaciones respecto de la trecuencía.de uno O más de los genes que posee".
Ahora bien, como existen tantos y. tan variados genes y tantas y tan variadas estructuras de
cromosomas, que pueden formar ·una enorme variedad de combinaciones, resultaría que indivi-
duos clasificados como pertenecientes a una raza por lo que respecta, v, g., al vgcnc F, en
cambio pertenecerían a otra raza en lo que 'arañe al gene G, y a otra desde el punto de vista
de gene H. Boyd se inclina a Creer que quizi la mejor base para una clasificación racial sería
tomar en cuenta los varios grupos sanguíneos, es decir, los genes determinantes de éstos.
No es este el lugar adecuado para discutir tal intento de Boyd y otros antropólogos. Pero
en todo caso es necesario llamar la atención sobre el hecho de que tanto ese concepto de raza,
como también la clasificación racial que se funda sobre los varios grupos sanguíneos no guar-
dan correspondencia con las nociones y las divisiones vulgares basadas en los caracteres diferen-
ciales visibles (color de la piel y de los ojos, forma del cráneo, etc.). .
33 Cfr. Boyo (W. C.), ob. cit. pp. 202, 207 Y ss. .
H Cfr. CARA (Lowell )uilliard), tina/ytical Sociotogy, Harper, Nuera York, 19:5:5, p. 1:54.
330 GRUPOS ETNICOS
son meramente superficiales; además sabemos que son muy engañosos, pues no constituyen
prueba necesaria de una común ascendencia; sabemos que, debido al sinnúmero de mezclas, los
antecedentes génlcos son superlativamente complicados y varios; sabemos que no se puede hablar
propiamente de herencia biológica colectiva, sino tan s610 de herencia biológica individual. Sin
embargo, a pesar de todo eso, cuando a la coincidencia de unos determinados caracteres físicos
se añade el hecho de que, por causas históricas, los individuos que participan en esos caracteres
participan también en algunas modalidades culturales comunes, entonces se da la realidad de
un círculo colectivo con especiales rasgos los cuales son referidos -más o menos arbitraria-
mente-e- a aquellos caracteres.
A este respecto escribió el famoso autor judío-alemán Hermann Hel1er: "Si el pueblo no
es, pues, una comunidad originaria del tronco racial, llega a formar, sin embargo, en el correr
de los tiempos, una conexión física de generaciones. Los hombres unidos por vínculos: cultura-
les. _ llegarán a crear por medio de matrimonios repetidos, un aspecto físico unitario, una
comunidad de sangre que llamamos raza secundaria o cultural."s!S En el "pueblo" los factores
naturales y los culturales se entremezclan recíprocamente.
35 Cfe. HELLER (Hermano), Teoría del Bssado, ed. y pool. de Gerhart Niemeyer, Trad. de
Luis Tobio, Fondo de Cult. Econ., México, 1942, pp. 180 Y 181. .
36 Cfr -. GOLDEWEISER (A.), Ansbropoíogy. 1937, cap. 2; KROEBER (A, L.), Antbropology,
1923.
3; Cfr. LAKI-IOVSKY (G.), Le sécret de la oie, 1929; La Terre el 110111, 1933.
sa Uno de los principales representantes de la teoría de las mutaciones es TAYLOR (Griffit),
Enoiroment a"d Race, 1927. .
S(I Cfr. BOAS (Feanz), Rece, Lmgllage and Culture, 1940; Rece and Drmocmtic 51..1/". 1945.
NACIONES COMO PRODUCTO HISrORlCO 331
También hay que tener en cuenta que, muchas veces, gentes no blancas que
viven en un medio blanco, conservan en sus familias y en otros grupos sus tradicio-
nes, hábitos y usos originarios, que actúan como dificultad para que se "asimilen
a la civilización occidental y produzcan todos los frutos de que son individualmente
capaces. Es enorme el influjo que ejercen el medio social ambiente y las tradiciones
colectivas sobre el desarrollo o la frustración de las capacidades humanas."
Cierto que es un hecho que cada grupo étnico, al lado de determinados rasgos
físicos -desde luego muy variables- presentan peculiaridades de carácter, inteligen-
cia, emotividad, voluntad; diferencias que arrojan diversos coeficientes estadísticos
-diversa distribución cuantitativa de aptitudes-; y diferencias en cuanto al tipo
predominante de capacidades -en tal pueblo hay mayor número de artistas, en
otro 10 hay de pensadores, en otro de técnicos, en otro de políticos, etc. Ahora bien,
sin negar que en la determinación de esa diversidad puedan intervenir ingredientes
heredados (se puede recibir por herencia la vivacidad, la extroversión, ciertas ap-
titudes corno se puede recibir el color de los ojos) -y ya sabemos que en todos
los linajes hay inteligentes, mediocres y tontos-, es debido reconocer que muchí-
simas de esas variedades dependen de los factores del medio cultural social e histó-
rico en que se vive. Hay individuos que .poseen grandes capacidades (matemática,
bélica, mercantil, etc.), sin que las hayan manifestado y sin que ni siquiera ellos
mismos se hayan enterado de que las tienen, sencillamente, porque no recibieron del
medio el estímulo para desenvolverlas, ni hallaron la situación social para hacerlo.
Los procesos históricos tienen mecanismos muy intrincados, por lo que se re-
fiere a la creación de las grandes culturas y al ascenso y descenso de los pueblos.
Én la remota antigüedad fueron los chinos (amarillos), y las gentes de Egipto,
Mesopotamia, Asia Menor y la India (todas ellas de estirpes mixtas con pigmen-
tación oscura) quienes crearon las primeras grandes culturas; y después cayeron
en un estancamiento relativo. Otros pueblos, como el griego, después de haber
producido la mayor aportación cultural de la historia, pasaron a un segundo rango.
y hay pueblos que, tras una decadencia que sucedió a su esplendor, renacen vigo-
rosamente en la creación cultural, llegando a altitudes que· no habían alcanzado en
su primer florecimiento. Aunque esos mecanismos sean muy intrincados y hoy no
hayamos todavía conseguido un conocimiento científico suficiente de ellos, no cabe
duda de que se trata de mecanismos humanos sociales y no de procesos biológicos.
so Bo.....s (Franz), {Rare and Demoonuic SJaJe, 1945, pp. '3·81) sostiene que no es legítimo
sacar consecuencias sobre la capacidad del negro tomando en cuenta sólo sus realizaciones en
América, durante la esclavitud y los progresos conseguidos después de la liberación -los cuales
son muchos. Observado en su propio medio, aunque éste sea atrasado, vemos que, por ejemplo,
en el Sudán realizó, a pesar de todas las dificultades. grandes avances en la agricultura, que sus
industrias son complejas y artísticas. y que es grande su capaci-dad de organización social.
334 CULTURA, IDIOMA Y RAZ.1
41 Po: ,lo que se refiere a .Ios españoles, figuran en la ascendencia de éstos: iberos, ligures,
~eltas, ~enJ~lOs, helenos, cartagineses, romanos, germanos [suevos, vándalos, alanos )' godos),
acabes, JUdlOS. bereberes, normandos, etc. Y después de Jos grandes descubrimientos geográficos
y co.lonizaciones,. habla~ castellano ~os indí$en;s americanos, los filipinos y los negros traídos
a Hispano-América; asr como también los ,udIOS de la rama sefardita.
DOCTRINAS RACIALISTAS 335
·n Cfr. Essai sur i'inégalilé des faces humanes, 1853·55. Escribió además Lecture des textes
cuneilormes, 18"8; Les religions el In pbilosopbies dans í'Asie Centrale, 1865; Hastoire des
perses, 1869.
63 Cfr. Publicado en alemán: Die Gl'lmd/agen de! nennzebntrn [abrnnd erts, 1899.
336 DOCTRINAS RACIAL/STAS
.§.'l Cfr. Sus obras principales san: Les séleaiom sociales, 1896; L'A.,yen; SO'1 róle social,
1899; Race el milieu social, 1909,
ss Sus principales publicaciones son: Antbropologiscbe Untersucbungen der Wehrpf/ichtigen
11f"Baden, 1890; Die nalü,r/iche Asslese beim Menschen, 1893; Die Gesellschtt/Jsordnung. 1895.
406 Her(!dilary Genias, 1869; Eng/ish Mm ·01 Science, 1874; lnqlli,ies iruo Human PacJlby
alld lts Deoelopmens, 1883; Nalural lnberitanre, .1889; NOJewo,lhy FamiJies, 1906 -esta última
obra en col. con E. SCHUSTER.
407 MaJhemalical Comributions lo Ihe Tbeory 01 Evolsaion (publ. en "Proceedings of the
Roya! Society" y en "Biometrika"); The Scope and lmportenre 01 Ihe SJale 01 tbe Scimce 01
Nntional Eugenics. 2' ed., 1909.
\
DOCTRINAS RACIAL/STAS 337
-41\ HITLER, Mein Kampf, primera edición no expurgada, como lo fueron otras destinadas
al -extraniero.
,1:' ROSENBERG (Alfred), Der AiyJhus der zwanzigsten jahrhunderJJ, 1930.
eo LUDENDORF, E. V., Die überJlaali.he Miirhle,' LUDENDORF (Mathilde) I esposa del pri-
mero, Entlósung ron [esu-Cbristo, 1931.
!.¡ GAUCH, Neue Grundlage der Rassenjorscbnng, 1933.
,,2 GÜNrHER (HlOS). Ranenkunde des DeulJchen Volees.
!.:\ Günther y Gauch fueron los jefes del Servicio Oficial de Antropología del Tercer Reich
alem.in. Sus afirmaciones constituían la doctrina oficial enseñada en todas las escuelas de todos
los grados. Cfr. GAUCH, Neue Grundlage der Rasseiorscbung, 1933.
SoClolor;:ill,-22.
I
338 CRITICA DEL RACIALlSMO
Además del típico y notorio ingrediente de bestialidad que caracteriza al nazismo, perte-
nece también a la esencia de ésre una actitud satánica de odio máximo a la civilización cristiana
y a la cultura occidental. Los más. representativos nazis (Hitler,~ Roseoberg,55 Dietrich Eckart,56
Baldar ven SChirach,5T Ludeadorfw) afirmaron con machacona insistencia que uno de los fines
principales del nacional-socialismo racista era acabar de una vez y para siempre con los "repug-
nntes principios del Cristianismo y de la Civilización Occidental".
supuesta raza aria de que hablaron Gobineau y Chamberlain y que propagó después
el nazismo. Lo ario es un concepto filológico fletado por William [enes, al des-
cubrir que la lengua sánscrita es la fuente del griego, del latín y de los ulteriores
idiomas europeos principales (neolatinos, germánicos y eslavos}."? Ahora bien, es
sabido que las áreas de distribución de las lenguas no coinciden con las áreas de
distribución de las estirpes étnicas. La "arianidad" expresa tan sólo parentesco lin-
giilstico: y, en la medida en que el idioma es archivo y a la vez instrumento de la
cultura, puede tener un alcance cultural; pero jamás puede constituir una designa-
ción etnográfica. La mayor parte de los idiomas europeos y también algunos asiá-
ticos (como el armenio, el persa y el iodustani) se llaman arios porque tienen en
común algunos rasgos, que hacen suponer que, !='O otro tiempo muy remoto, hubo
una lengua -a la que hoy se ha llamado hipotéticamente aria- la cual se difundió
a través de una zona amplísima, no sin asimilar muchos elementos lingüísticos ex-
traños, y que fué diversificándose en una múltiple y variada serie de idiomas (los
antes expresados j .?' Lo mismo sucede con el término semita que indica otra familia
lingüística. Ni siquiera puede hablarse de una raza judía en sentido antropológico•.
pues entre los israelitas del próximo Oriente se distinguen tres tipos muy dife-
rentes: armenio oscuro, kurdo de tinte claro, y dolicocéfalo meridional; y la dis-
persión de los judíos ha producido un sinnúmero de las más variadas mezclas.
5) La dolicocefalia y el color claro no están en correlación con la superiori-
dad en intelecto ni en iniciativa. Muy dolicocéfalos son los indígenas australianos,
los esquimales, los neo-caledonios, los hotentotes, los cafres y muchos negros del
Africa Occidental, entre los cuales no hallamos grandes hombres. Claro es que esa
ausencia de figuras eminentes no se puede interpretar como efecto de un tipo antro-
pológico. sino como determinada por causas históricas. De otro lado, en cada uno de
los procesos creadores de las grandes culturas han participado diversas estirpes y
tipos humanos muy variados. Al parecer, por los testimonios que poseemos, si bien
es cierto que muchos genios fueron dolicocéfalos, también lo es que un no pequeño
número fueron braquicéfalos, por ejemplo: Moisés, Arquímedes. Aristóteles, Ptolo-
meo, Virgilio, Tiberio, Mahoma, Miguel Angel, Napoleón, Pasteur y muchos más.
Ellis estudió los tipos de 424 figuras destacadas en las Islas Británicas y resultó que
.71 eran rubios; 99 castaño-claros; 54 castaño medio; 8S castaño-oscuros; y 115 mo-
renos.?" Nicéforo halló igual proporción de dolicocéfalos entre los niños de las cla-
ses superiores que entre los de las inferiores en Francia;63 Parsons encontró igual
proporción entre la aristocracia británica y la población penal.w y Oloriz verificó
observaciones análogas entre los escolares españoles.w
6) Está probado que no se ha podido establecer ninguna correlación general, ni
constante -ni siquiera relativa y aproximadamente- entre otros caracteres físicos
60 Las obras completas de WILLlAM (Jones) , fueron editadas en seis tomos, por su viuda,
Londres, 1799.
61 No se ha podido demostrar la. Hipótesis de algunos, respecto de que los pueblos que
habitaron el Noroeste de Europa en tiempos remotos hablaban la lengua "aria". antes de que ésta
se diversificase en la multitud de idiomas a que di6 lugar después. Cfr. BOAS (Franz), R,;Jce
and Democratic State, 194'. pp. 40-'3.
02 Cfr. ELLIS (Havelock}, .ti SllIdy of Britisb Gmius.
63 Cfe. NlCÉFORO (A.), Les cíesses pau1Jres, 190'.
1,1 Cfr. PARSONS (F. G.). The Cepbalie tudex 01 B,;liJ!J lsles (pub!. en "Men", febo 19:!~).
ea Mencionado por SOROKlN, COll/emporary Sociotogical Tbeories, 1928.
/ 340 CRITICA DEL RAClALlSMO
ciedades, hechos que actúan en ocasiones como factores muy poderosos. Tales he-
chas, contemplados a la luz de una serena crítica, aparecen Como lamentables, como
injustificados, como carentes .de toda razón, como factores terriblemente perjudiciales
no sólo para las víctimas del prejuicio y de la discriminación, sino también en alto
grado para quienes tienen ese prejuicio y ejercen tales medidas discriminatorias. Pero
son hechos. hechos sociales, que, en tanto que tales, deben ser estudiados.
Los prejuicios y la discriminación como hechos de conducta social no se refieren
únicamente a diferencias raciales, sino que se producen también por otros pretextos,
tales corno los siguientes: sexo, idioma, religión, opinión política' o de cualquiera
otra índole, origen nacional, clase social, posición económica, nacimiento, étC. 10
dad contra sus compañeros de diverso color O de diferente grupo étnico. En cambio,
prejuicios. recelos y conflictos han sido observados entre niños de mayor edad en
las escuelas secundarias, sencillamente porque en sus hogares o en otros medios so-
ciales se les han imbuido tales actitudes. Esas actitudes de prejuicio y hostilidad
no son espontáneas, sino que son aprendidas.
Todas las formas de prejuicio han sido aprendidas. o se han engendrado artificialmente
por casualidad.
la fijación de un prejuicio depende de una serie de factores, entre los cuales uno muy
importante es la actitud de los adultos y de los niños mayores que figuran en el ambiente
social del infante. En efecto, la actitud de los adultos ejerce UDa gran influencia en el infante
para la adopción de hábitos de simpatía o de antipatía frente a determinadas gentes.
No hay ningún tipo de prejuicio entre grupos sociales diferentes que pueda ser conside-
rado como general, ni menos como natural, esto es, como debido a causas forzosas.
No obstante, hallamos que, en mayor o menor medida, en casi todas las sociedades se
desarrollan algunos prejuicios. Donde no los hay raciales, existen sin embargo otros prejuicios,
por ejemplo, contra la mujer, contra determinada clase social. contra los extranjeros, etc. Por
eso, el sociólogo debe investigar cuáles son los factores que engendran prejuicios.
Muchos prejuicios albergan una complicada combinación de varios factores, habiendo. entre
esos componentes, algunos racionales y otros irracionales, pero entretejidos unos con otros. Por
ejemplo, hay prejuicios que pueden tener su origen en una experiencia desagradable que se
tuvo con una conducta antipática o reprobable de una persona que pertenece a otro grupo. Mas,
por otra parte, el juicio y sentimiento originados en aquella experiencia, que pueden estar ra-
cionalmente justificados, se generalizan irracionalmente, proyectándolos sin ninguna justificación
sobre todos los miembros de aquel grupo. Oteas veces sucede que la actitud adversa frente a los
miembros de un grupo puede estar justificada en un aspecto singular, pero al generalizarse a
todos los aspectos, se convierte en a.lgo irracional. Por ejemplo, puede estar justificado en deter-
minadas circunstancias, que suelen ser excepcionales, así, en .ciertos países superpoblados, el
miedo de que si se da amplias oportunidades de trabajo a los extranjeros venga una avalancha
de ellos y aumente la competencia. Pero cuando ese temor se generaliza irmcioneimente, como
sucede a menudo, engendra prejuicios totalmente estúpidos contra ese grupo, en otros aspectos
en los cuales no hay ni asomo del peligro de un aumento de la competencia.
En suma, hay gentes que han adquirido irracionalmente el hábito de considerar los miem-
bros de otras categorías sociales no como individuos, sino exclusivamente en tanto que rniembros :
de esos grupos o categorías: como blancos o negros, como morenos ° pálidos, como nacionales
o extranjeros, como hombres o mujeres, como ricos o como pobres, etc. Son vistos tan sólo a la
luz de las características -reales o supuestas, las más de las veces supuestas- de sus respec-
tivos grupos, con todas las deformaciones inspiradas, bien por un prejuicio, bien por unos
intereses.
los prejuicios raciales y las conduelas discriminatorias en contra de los miembros de otros
grupos étnicos, son casos particulares de prejuicio- y discrlminacién en el variado campo de
esas actitudes. Aunque en este tema interesa aquí principalmente referirse a los prejuicios y a
la discriminación de carácter étnico, sin embargo, parece oportuno aprovechar esta ocasión para
ofrecer una consideración general sobre el prejuicio y la discriminación en $eneral.
Aunque muchos prejuicios en un individuo pueden haberse desarrollado en él por causa
de una indebida e irracional generalización del juicio que le inspiré una desagradable expe-
riencia con una persona perteneciente a otro grupo, el tipo más importante y más pernicioso
de prejuicio es aquel que, una vez ya ccnstituldc, se difunde por adoctrinamiento, y llega a
convertirse en uso vigente dentro de un círculo social.
Tales prejuicios que han pasado a formar parte de las creencias dominantes en un cierto
grupo, contra los miembros de otro grupo, son habitualmente aceptados sin examen ni critica,
como normas vigentes que no se discuten, como algo que forma parte del ambiente coleen-
vo, como algo que se da por supuesto, sin hacerse cuestión de ello.
Me referí antes a algunos de los factores que engendran prejuicios y a los modos como
éstos se constituyen. Conviene ahora examinar las causas reales que -operan en la producción
y en el desarrollo de los prejuicios.
Aunque hay desde luego muchos tipos diferentes de causas que determinan la formación
de prejuicios, entre esa multitud de causas cabe señalar tres tipos muy importantes de ellas:
a) causas irracionales, reacciones emotivas que se producen en determinadas circunstancias;
b) conflictos interculturales; y () conflictos de intereses. Adviértase que en la. mayor parte de
los casos de prejuicio los tres tipos de causas se dan entremezcJados recíprocamente.
Frecuentemente, muchos prejuicios se producen por Causa de reacciones emotivas irracio-
nales ante cierto color, determinados olores, algunas leyendas terroríficas, etc., reacciones que
se cristalizan después en una actitud de recelo, de hostilidad o de antipatía, frente a las gentes
del grupo a quien pertenecía la persona que originariamente suscitó aquella reacción.
éstes. precisamente POI" virtud de sentirse discriminados desfavorablemente. cobran también con-
ciencia de pertenecer a un grupo diferente sobre el cual recae una depreciación. y consieuiea-
temen te suelen desenvolver una actitud de resentimiento ':;0 contra del grupo fnvorccidn. Oc
esta guisa a veces se produce en ambos lados un temor y una desconfianza frente al otro g:"Uro.
Esto engendra prejuicios, o fortalece los prejuicios ya existentes en ambas partes.
Hay que mencionar, por fin, como causas agentes en la producción de prejuicios,
la propaganda deliberadamente emprendida por gentes interesadas en crear, intensi-
ficar y difundir prejuicios en contra de otro grupo étnico. El máximo ejemplo de
ello es la propaganda criminalmente desenvuelta por los nazis en contra de los
judíos, así como en contra de todos los otros pueblos, llamados por ellos especies
animales inferiores. Otros ejemplos son: la campaña de algunos partidos en la
Unión Sud- Africana en contra de los negros; y las actividades de la organización
clandestina e ilegal Ku-Kux-Klan en algunas regiones del Sur de los Estados Unidos.
desprecio u hostilidad cootra los miembros de otro grupo diferente. Esto produce
como efecto que los miembros del grupo desfavorablemente discriminado reaccionen
mostrando resentimiento y recelo frente a los individuos del grupo discriminante.
Ahora bien, la conducta de resentimiento y desconfianza de las gentes del grupo dis-
criminado ofrece entonces motivos a las gentes del grupo discriminante para reforzar
e intensificar sus prejuicios adversos. Y, de tal suerte, se va estableciendo un círculo
vicioso, por virtud de cuyomecanismo se va fortaleciendo el prejuicio en ambos lados.
En los casos de prejuicio recíproco la antipatía puede no ser igualmente intensa
en ambas partes. Por ejemplo: 1) El grupo A desprecia al grupo B, pero no se
preocupa mucho de él; y el grupo B siente odio al grupo A. 2) El grupo A siente
hostilidad frente al grupo B, y a su vea el grupo B experimenta resentimiento
frente al grupo A, pero desearía ser similar a él y adquirir sus caracteristicas.
Generalmente los miembros del grupo discriminante disfrutan de algunas ven-
tajas, por ejemplo: mayor poder social o político, mejor posición económica. Por
eso, suelen estar en condiciones de discriminar contra. otro grupo sin sufrir, ellos
mismos un perjuicio directo con ello -indirectamente daro es que también resultan
dañados, por ejemplo, en su condición moral, en cuanto al envenenamiento que sufre
su espíritu. etc. En virtud de sus prejuicios, y especialmente de las conductas discri-
minatorias que ponen en práctica, excluyen a los miembros del otro grupo de muchas
oportunidades sociales y económicas. Esta exclusión aumenta la subordinación del
grupo discriminado desfavorablemente, y, por otra parte, refuerza el sentimiento
de supuesta superioridad asumida por el grupo dominante. El efecto de ese sen-
timiento de supuesta superioridad aumenta más por el hecho de que al grupo
discriminado se le han cortado muchas oportunidades. De ese modo, el prejuicio
y la discriminación crean situaciones que fomentan su continuación, e incluso su
intensificación.
CAPÍTULO XVII
347
LA INTERACClON Hl!!I!.1N,1
también las infl~encias reciprocas en ausencia, es decir, a distancia, como por ejern-
pío, un intercambio de cartas. Y Croo que tampoco debe restringirse de modo que
sólo comprenda aquellas acciones recíprocas en las que los sujetos dan con plena
consciencia una significación a los estímulos frente a los cuales reaccionan. Creo
. que, en efecto, todos los hechos que se dan en las interacciones tienen sentido, por-
que son hechos humanos. De otro modo no caerían bajo el estudio de la Sociología,
sino bajo la consideración de una ciencia natural. Pero no es 10 mismo que tengan
un sentido, a que el sujeto esté plenamente consciente de ese sentido. El sujeto
puede tener sólo un barrunto de la significación; puede también percibirla de una
manera sub-consciente, y reaccionar de un modo congruente a esa significación, sin
comprenderla, no 'obstante, del todo.
Parece más adecuado caracterizar la interacción humana como hechos de influen-
cia recíproca entre dos o más conductas humanas con sentido, influencia recíproca
que puede producirse en presencia O a distancia, con conciencia más o menos clara,
pero siempre a través de fenómenos psicológicos.
La interacción es la esencia misma de lo social. Los hechos en los cuales varias
personas están en recíproco contacto, son procesos de interacción. Las llamadas re-
laciones interhumanas sociales, ya sean éstas interindividuales o ya sean colectivas,
san fenómenos de interacción, formas de interacción, constelaciones de influjos re-
d procos. Los procesos en que las gentes se acercan unas a otras O se separan entre
sí, son interacciones. Los grupos sociales, los entes colectivos (p. ej., la nación, el
Estado, las corporaciones, las asociaciones, etc.) son conglomerados de relaciones y
de procesos de interacción."
2 Cfr. SIMMJEL (G.), Sociología, trad. de ]. Pérez Bances, Revista de Occidente, Madrid,
1926, Fascículo 1, cap. l. Véase también: LAtOUP (J.), y NEI.IS (].), Communataé des Hommes,
Casterman, París, 1951: PIAGET (].), Pensée égocentrique el pensée sociocentrique, en "Cahiers
Intemationaux de Sociolcgie", 10, 1951; DUPRÉEL (E.), Socíologie Généra/e, Presses Univ. de
France, París, 1948, cap. 1; BOUTHOUL (Gaston), Traité de Sociologie, ze. ed., Payot, Paris,
1949; AsCH (Solomon), Social Psycbcology, Prentice Hall, Nueva York, 1952, caps. 4-9,
s SIMMEL, ob. cit. en la nota precedente. pp. 13 Y ss.
LA INTERACCION SEGUN SIMMEL 349
familia: desde las relaciones "a plazo", hasta la pertenencia a un Estado; desde la
convivencia en un hotel, hasta la unión estrecha de los gremios medioevales.
Ahora bien, según Sirnmel, en esos fenómenos de interinflujo o acción recí-
proca se puede distinguir entre el contenido (o materia) y la forma de los mismos.
El contenido o materia puede consistir en una tendencia (p. e.: erótica, de sim-
opatia, religiosa, etc.), o en una determinada finalidad (defensa, enseñanza, econo-
mía, juego, etc.); es decir, puede consistir en todo aquello que en los individuos es
capaz de originar la acción sobre otros o bien la recepción de sus influencias.
Pero estos móviles originan un influjo recíproco, que tiene lugar de determi-
nada manera, es decir, en cierta forma, verbigracia, en forma de intercambio, de
subordinación, de paridad, de competencia ..AI entrar en interacción dos o más
sujetos nace una sociedad, que consiste en una unidad empírica representada por
.la influencia recíproca de conductas. Tal unidad o socialización puede darse en
muy diversos grados: desde la convivencia efímera en un compartimiento de ferro-
carril, hasta la familia y el Estado.
la materia de la sociedad, aquello por lo cual y en lo cual se relacionan los
sujetos, no constituye todavía, por sí misma, sociedad. La sociedad, la socialización;
el proceso social, aparece sólo cuando la coexistencia aislada de los hombres cobra
formas determinadas de interacción o de influjo recíproco. Las Formas sociales son
,los modos de interacción, que engendran una unidad, en la cual se realizan aquellos
contenidos humanos.
Claro es que forma y materia social integran una realidad unitaria, cuyos dos
ingredientes no son separables de hecho; pero son, en cambio, separables mental-
mente por medio de un proceso de abstracción. Ni más ni menos que la forma
y la materia de un cuerpo no son separables en la realidad, pero son distinguibles
por la inteligencia.
Para que esta abstracción sea posible y para que se justifique, es preciso que,
por un lado, una forma· pueda albergar contenidos diversos; y que, por otro, un
mismo contenido sea susceptible de realización en formas varias. Así, por ejemplo,
la forma de subordinación, la de competencia, la de división del trabajo, la de
partidismo, la de representación, etc., pueden darse lo mismo en una materia polí-
tica, religiosa, económica, militar, artística, sexual, familiar, etc. Y, viceversa, un
mismo contenido, por ejemplo, el erótico-sexual, cabe que adopte muy diversas
formas: promiscuidad, poliviria, poligamia, monogamia; la interacción por interés
económico puede configurarse bajo la forma de libre concurrencia o bajo la orga-
nización cooperativa.
un mínimo de recíproca bilatera1idad entre las conductas de dos o más sujetos; es decir. precisa
que la acción social de un sujeto suscite una respuesta en el otro hacia quien se orienta efec·
tivamente.
contrario a la acción imitativa, es decir, la acción del segundo sujeto que se desvía
de la del primero, o se le opone. En suma, tanto uno como otro hechos son el efec-
to reactivo en la conducta del segundo sujeto producido por la conducta del primero.
Cada ·vez se ha afianzado más la idea de que hay que diferenciar tajantemente
los fenómenos de imitación debidos a hechos de sugestión, frente a las imitaciones
propiamente sociales, es decir, aquéllas en las que interviene tanto el conocimiento
como la voluntad.
La sugestión consiste en el hecho de que un estímulo procedente de una persona
produce automáticamente en otra persona el efecto de iniciar en ésta una conducta
semejante a aquel estímulo, o relacionada COn él, sin que en todo ese proceso se dé
la intervención de ningún razonamiento.
Así, pues, en el caso de la imitación por sugestión, lo que se produce es la
copia automática de la conducta ajena que actuó como estímulo. Lo que se imita por
sugestión puede ser una opinión, un sentimiento o una forma práctica de acción.
Imitación de opiniones por vía sugestiva es lo que ocurre cuando un orador,
por el tono contundente o dramático que emplea. o por otros medios, induce en sus
oyentes la aceptación de una opinión, sin que en ·ello intervenga un convencimiento
intelectual, ni siquiera la aceptación, diríamos, a crédito por la influencia que ejer-
za el prestigio del-oradcr.ces.idecir, sin que cn todo ello juegue un papel lo que
podría llamarse dar un voto de confianza al orador, porque se le considera sabio.
justo, etc. La inducción de una opinión por sugestión no se produce por virtud de
ninguno de esos factores, ni por virtud de ninguna de esas consideraciones. Por el
contrario, se trata de un hecho de contagio automdiico, que tiene lugar sin la intcr-
vención del intelecto ni de la voluntad de quien es sugestionado.
También hay casos de imitación de sentimientos por vía sugestiva: el contagio
de la alegría de otros, o de' su tristeza, o de su indignación.
En cuanto a conductas prácticas imitadas por sugestión, se puede dar de ellas
numerosos ejemplos: la epidemia de bostezos que se produce en una reunión, como
reacción de bostezar de una persona; la gente que en un teatro no hubiera aplaudi-
do por su propia iniciativa, 'pero se une al aplaudir de un grupo que inició un frca
nético batir de palmas¡ los que al ver a otros que COrren empiezan a correr también.
desconociendo el motivo; etc.
En suma. la imitación por sugestión, consiste en un aceptar, sin ninguna crí-
rica la conducta de otros como modelo para la conducta propia, obrando de una
manera casi automática.
La sugestión e imitación constituyen tipos de interacción unilaterales. Claro está
9ue en ellas se da la acción de una persona, la 9uc produce el estímulo, y la res-
puesta reactiva de otra u otras que responden a aquel estímulo. Pero, puesto que
ésta o éstas, al dejarse sugestionar, y, consiguientemente, al copiar el comportamiento
de una persona, o de varias, se dejan llevar .simplemente por éste, sin aportar por
Su parte nada nuevo, cabe caracterizar este tipo de interacción como unildle,aJ. Sin
ernbargo,es posible que el efecto positivo que el estímulo lanzado por una persona
produzca en las otras personas que obedecen fielmente a ese estímulo, aunque de
modo automático y no deliberado, contribuya a- reforzar, a intensificar el compor-
tamiento del primer sujeto, el cual, después de haber producido su conducta inicial,
la sigue repitiendo. porque él a su vez ha quedado sugestionado por aquellos 3.
quienes él sugestionó inicialmente. Así, por ejemplo, hay quien trata de inducir por
358 IMITACION y SUGESTION
sugestión en otras personas una opinión que sabe es mentirosa O falsa; pero, al
obtener éxito en aquel empeño, él mismo acaba siendo sugestionado por la acepta.
ción que los demás prestaron, y llega a creer lo que antes sabía que era falso. O
también aquellos casos en que una persona hace deliberadamente algo, Jo .cual obra
como un estímulo sugestionante .,!obre otros, y después lo repite ya no deliberada-
mente, sino como efecto de una especie de reflujo de las conductas de los demás
que lo imitaron. Así, estas conductas a su vez actúan como reflujo sobre el com-
portamiento del sujeto que inició el proc,eso. En esos casos, y en todos los similares,
la interacción se convierte en bila/eral: el estímulo producido por el primer sujeto
actúa sugestivamente sobre el segundo, y el de ambos sobre el tercero, y. así, suce-
sivamente; pero la conducta imitativa del segundo, del tercero y de los demás, a su
vez refluye sobre el primero como un estímulo que le induce automáticamente a
seguir repitiendo, lo 'que inició, y quizá a intensificarlo O reforzarlo.
se propone explotar su invento, apunta cuáles deben ser las líneas de la propaganda
que vayan_a emprender. Hay que excitar ante todo, dice. la tendencia a la -propia.
conservación y la tendencia gregaria. La propagaqda voceará la comodidad de ese
nuevo tipo de pantalones; comodidad, es decir, prevención del dolor y de las m;;)
lestias que una dura silla causa. Apelará además al aspeeto médico: hoy en dial
nadie se siente absolutamente bien, especialmente las gentes que habitan en las gran·
des ciudades y hacen un trabajo sedentario; por eso convendrá que la propaganda
aluda a la importancia de la médula espinal, la cual sufre cuando uno tiene que estar
sentado largo rato sobre la superficie dura, y que mencione también los grandes
ganglios lumbares -palabras que suenan impresionantes, aunque' la mayor parte
de la gente no tenga idea exacta de su significación. De paso, para exaltar la vanidad
de los oficinistas y de las demás gentes que laboran sentadas, la propaganda del
nuevo traje dedicará unas frases de elogio a las nobles funciones burocráticas, con
las cuales se gobierna al mundo. Se añadirá. una supuesta explicación científica de
cómo los nuevos pantalones resultarán beneficiosos' para los ganglios lumbares de
los nobles y tan sufridos empleados -sin que importe que muchos no la entiendan
ni remotamente, pues nadie quiere rechazar los descubrimientos de la ciencia, so
pena de aparecer como despreciablemente atrasado. Y el encargado de organizar la
campaña de anuncios sigue diciendo: "Usted conoce los excelentes anuncios sobre
las jóvenes cuyos noviazgos se rompen porque transpiran con demasiada .abundancia
o porque su aliento es desagradable. Tales anuncios hacen sentirse horriblemente
inquietas á quienes los leen. Hemos de hacer algo parecido para nuestros pantalo-
nes ... : encontrar una frase breve que sugiera un- irresistible impulso de ir a com-
prarlos, algo así como: 'Vestidos adecuados le hacen a Usted sentirse' bien', Y,
después, algunas advertencias hacen presente que- un traje adecuado puede significar
la diferencia entre obtener o no obtener el nombramiento que desea... Pero los
mejores ejemplos que recuerdo son aquellos anuncios de anteojos, en los ,cuales los"
fabricantes parten del supuesto de que hay una ley de diferenciación entre las clases
sociales, basada en el hecho de que posea uno o varios pares de anteojos. -Esos
anuncios le dicen a uno que para el deporte o para el descanso hay una norma
social que impone el uso de gafas de carey. Para los negocios, en cambio, se debe
usar arcos de carex pero soportes de níquel; mientras lo adecuado para fiestas de
tarde son los arcos de carey con montura dorada; mas para fiestas de etiqueta en la
noche los lentes sin montura son 10 correcto. Así, se imbuye en el ánimo del lector
o auditor del anuncio la convicción de que hay un convencionalismo social según el
cual cualquier miope o astígmata, que se respete a 'sí mismo, debe poseer por lo
menos cuatro .pares de gafas ... La gente que lee tales anuncios empieza a sentirse
incómoda; tienen sólo un par de anteojos, y temen que los menosprecien conside-.
rándolos como pertenecientes a una clase baja, o corno ignorantes, o como pro·
vincianos. Y como. son gentes que preferirán ser acusadas de cualquier cosa antes
que de provincianismo, corren a comprar cuatro pares de lentes, para cumplir con
aquella regla, Con lo cual el fabricante se hace rico ... Por otra parte, hay que ex-
plotar el deseo de novelería. Hay personas que se sienten superiores si poseen algo
nuevo que no tienen sus vecinos. El mero hecho de la novedad produce efectos em-
briagantes. Hay que estimular ese sentido de superioridad, fomentar esa embriaguez.
En los procesos de anuncio tan deliciosa y humorísticamente analizados por
Aldous Huxlcy hay factores de sugestión, a saber, aquellos estímulos que tratan de
360 LOS PERSUADlDORJ'.S OCULTOS
Io.-PROPAGANDA Y PSICOANALISIS
Es un hecho que la publicidad mercantil y la propaganda política han aprove-
chado, innoblemente -en términos que suscitan incluso asco--, muchos descubri-
mientos de la Psicologia, de la Psiquiatría y de la Sociología, con el fin de manejar
a quienes desean como compradores o como partidarios, por medio de mover resortes
inconscientes. Vanee Packard ha escrito sobre este tema un libro muy serio y do-
cumentado, "Los Persuadidores Ocultos", cuya publicación ha producido a la vez
un gran escándalo, un aporte científico muy valioso, y descubrimientos sensacio-
nales. "Se están haciendo --<lice Packard- esfuerzos en gran escala, a menudo con
impresionante éxito, para canalizar nuestros hábitos no pensantes, nuestras .decisio·
nes de compra, y nuestros procesos mentales, mediante el empleo de conocimientos
proporcionados por la psiquiatría y las ciencias sociales. Tales esfuerzos se desen-
vuelven pqr. debajo de nuestro nivel consciente; de suerte que los estímulos que nos
mueven frecuentemente están "ocultos"... El uso del psicoanálisis de la masa para
guiar campañas de persuasión se ha convertido en la base- de una industria que rna-
neja muchos millones de dólares. La búsqueda a tientas de otros tiempos ha sido
sustituida por la labor de persuadidores. profesionales que hallan medios más efi-
caces para vendemos sus mercancías -trátese de productos, de ideas, de actitudes,
de candidatos, de metas, o de estados de ánimo."" Estas técnicas son usadas más
y más cada día por los comerciantes, por los hombres de negocios, por los recau-
dadores de fondos p~ra empresas culturales y benéficas, y por los políticos.
Los especialistas en establecer estas técnicas "investigan los porqués de nues-
tra conducta, para de ese modo poder manipular más eficazmente en su favor nues-
tros hábitos y preferencias. Esto les ha llevado a indagar el porqué tenemos miedo
de los bancos; el porqué nos gustan esos automóviles enormes e 'inflados; el porqué
compramos una casa para instalar en ella nuestro hogar; ... el porqué los hombrés
fuman puros; el porqué las amas de casa caen típicamente en una especie de trance
hipnótico cuando entran en un super-mercado; el porqué los varones .se sienten.
atraídos por los autos convertibles, peco acaban comprando un modelo sedán; el
porqué a los niños les gustan los cereales que producen sonidos de chasquido, esta-
llido o crujido ... Por ejemplo, algunos investigadores están averiguando nuestras
debilidades y flaquezas ocultas Con la esperanza de poder influir más eficazmente
nuestra conducta. En una de las más importantes agencias anunciadoras hay un cuer-
po de psicólogus que hace investigaciones sobre muestras humanas con el fin de
averiguar cómo se puede identificar, y persuadir, a las personas que sufren grave
ansiedad, aprensiones corporales, hostilidad, espíritu pasivo, etc. Una agencia anun-
11 Cfr. PACKARD (Vanee), Tbe Hidden Perssaders, Cardinal Edition, Pocket Brooks,
NC"W York, 1958, pp. 1 Y :;5.
LOS PERSUADIDORES OCULTOS 361
ciadora de Chicago h~ estado estudiando el ciclo menstrual y sus concomitantes psi-
cológicos en las amas de casa para encontrar los medios más atractivos que resulten.
más eficaces. en venderles ciertos productos alimenticios .. ' ... Pero ejemplos som-
bríos de los nuevos persuadidores están apareciendo no sólo en el campo mercantil,
sino también en el terreno político. " El presidente de un partido político nacional
(norteamericano) indicaba su actitud de comerciante respecto de la elección de
r956 hablando de sus candidatos como productos para vender .. , ... El presidente
de una sociedad de relaciones públicas decía: 'La materia con la Cual trabajamos
es el tejido de las mentes humanas.' ... Todo ese manipular e indagar tiene sus
aspectos constructivos y divertidos; pero tiene también ... implicaciones antihuma-
nistas muy graves. Mucho de esto parece representar más bien un retroceso y no un
prog~eso para el hombre en sus largos esfuerzos para convertirse en un ser racional
capaz de dirigirse por sí mismo".
y más adelante Vanee Packard nos cuenta que el jefe de una empresa de
investigación, de Chicago, que desarrolla estudios orientados por el psicoanálisis
para los vendedores, Louis Cheskin, resume lo que está haciendo en estos términos,
con harta candidez: "La investigación sobre las motivaciones es el tipo de indaga-
ción que trata de averiguar qué eS lo que induce o mueve a la gente a elegir,
a preferir una cosa a otra. Tal indagación emplea técnicas encaminadas a actuar
sobre la psique inconsciente o subconsciente, porque de ordinario las preferencias
vienen determinadas por factores de los cuales el individuo no se da cuenta ... De
hecho, en la situación de la compra, el consumidor por lo general. actúa emocio-
nalmente o compulsivamente, reaccionando de modo inconsciente a las imágenes y
a los diseños que en la zona subconsciente están asociados con el producto,"
"El procedimiento manipulador de las gentes en política no es una invención
de mediados dé! siglo xx, o ni siquiera de años anteriores de este siglo. Ya Na-
poleón estableció laque él llamaba, tal vez en momento de ingenio y de guasa,
su Oficina de Opinión Pública. La función de esta oficina consistía en fabricar
corrientes políticas a la orden, según pedido. Pero mucho antes, Maquiavelo pro-
dujo algunas contribuciones originales al pensamiento en este campo. La manipu-
lación del pueblo por un tirano en una sociedad controlada es un asunto bastante
sencillo; y en este punto, el tirano puede tener a su gusto mano dura o mano suave.
Ahorá. bien, a este respecto el problema enorme, el verdadero reto, consiste en
tratar con ciudadanos de una sociedad libre, los cuales pueden con sus votos
echar de su cargo a las autoridades que no les plazcan, o burlacse de la solicitud
de apoyo hecha por ciertos candidatos, si es que tienen mala opinión de éstos.
Pero la manipulación política eficaz y la persuasión masiva en este tipo de situa-
ciones (las democráticas) tuvo que esperar hasta que apareciesen los manejadores
de símbolos. Tales manejadores no dirigieron seriamente su atención a la política
hasta después de 1950:' Entonces se produjeron espectaculares cambios en la vida
política. los manipuladores llevaron a cabo tales cambios aprovechándose de los
descubrimientos. de Pevlov sobre los reflejos condicionados de sus perros, de Freud
sobre la influencia de la imagen del padre, de Riesman y su concepto de los vo-
tantes norteamericanos contemporáneos como consumidores a la espectativa de polí-
ticas, y de Batten, Barton, y Osborn y sus técnicas flara la venta en grandes masas."12
12 Cfe. ob. cit, en la nota precedente, p. 172.
362 LOS PERSUADIDORES OCULTOS
en dos partes. Ni se puede decir tampoco que cada uno de los dos muchachos medio
acarree el tronco, porque DO existe un hecho concreto que consista en medio acarrear.
Los dos muchachos,' coordinando sus esfuerzos, ejecutan una acción conjunta, que
no es divisible entre los miembros de este j grupo elemental. Insistir en que esa
pareja de muchachos consiste solamente en
dos individuos es una abstracción, pues
deja fuera el tronco. Actuando conjuntamente sobre el mismo objeto, los dos in-
divididos de ese grupo coordinan sus conductas, y la conducta total posee una
unidad análoga a la de un grupo de músculos en un- movimiento coordinado."
Pero hay otro tipo de cooperación en la que se produce una diversificación de
las {unciones que se realizan conjuntamente. Por ejemplo: una brigada de bomberos
actúa colectivamente; tres compañías de infantería y una compañía de ametralladoras
el fuego, etc. En este caso halIamos acciones diferentes y mutuamente complemen-
tarias que se ejecutan de modo simultáneo, las unas referidas a las otras.
Una gran rotativa, dice Eubank, contemplada desde fuera, aparece como una
complicada organización de múltiples partes, que trabajan coleaioamente para im-
primir la edición del periódico; pero vista desde dentro, aparece como una asombrosa
red de interaccione! entre esas partes. Dondequiera que hallamos una serie aseen-
dente de grados en la organización de una acción colectiva, sucede que cada gra·
do funciona como uno de los elementos actuantes en la interacción constitutiva del
grado superior, por ejemplor ocho soldados en interacción forman una escuadra que.
actúa colectivamente; dos o tres escuadras en interacción forman una sección, que ac-
túa colectivamente; de cuatro a seis secciones en interacción forman un pelotón,
que actúa colectivamente; tres pelotones en interacción forman una compañía, que
actúa colectivamente; tres compañías de infantería y una compañía de ametralladoras
en interacción forman un batallón, que actúa colectivamente; tres batallones en ínter-
acción forman un regimiento, que actúa colectivamente; etc.~8
En el hecho de la cooperación hay algo nuevo que no se da en la¡ conductas
meramente individuales. La acción conjunta y combinada de un grupo no se puede
predecir partiendo exclusivamente del conocimiento de los individuos que forman
el grupo. Hay ciertas relaciones y acciones que se producen solamente en la acción
conjunta del grupo: ayudar, dirigir, aconsejar, estimular, y comentar.!"
Hay varias fases importantes de la acción colectiva, que no están expuestas en
los conceptos ya examinados sobre la interacción, y que, por tanto, requieren un es-
tudio especial. Advirtamos que esas fases tienen que ver con la relación que existe
entre las partes que intervienen en la acción colectiva. Hay que notar que son tres
las bases sobre las cuales se puede emprender una realización conjunta: a) como
iguales; b) como desiguales reconociéndose uno COmo superior y el otro como
inferior; y e) formando una unidad, fundidos, integrados. Pues bien, las dos pri-
meras formas, la de igualdad y la de desigualdad, determinan la acción colectiva
que puede llamarse cooperacián; y la tercera forma, la de fusión o integración,
determina el tipo de acción que se llama corporasioa.
La cooperacián es la acción colectiva en la cual los participantes, tanto si actúan
en función de iguales como si 10 hacen en función de desiguales, mantienen sepa-
1. Cfr. AsCH (Solomon). ob. cit., p. 174.
18 Cfr. EUBANK (E. E.), ob. cit., pp. 304 Y ss.
i c Cfr. AsCii (Solomcn}. ob. cit., p. 177.
ACCION COOPERA't/VA 365
rada su propia identidad en la- obra conjunta. Operan juntos, pero cada uno distin-
tamente de los demás, combinando, reuniendo, aliando sus actos con los de otros.
En cambio, la acción corporasio», aunque a primera vista presenta caracteres
análogos a los de la cooperación, posee algo nuevo, que no figura en ésta, a saber:
el hecho de que el grupo de sujetos que actúan está de tal modo interrelacionado,
que el resultado de su actuación conjunta es una cosa que no se refiere a varios
combinados, sino a una unidad. Un tribunal compuesto de siete magistrados dieta
un fallo por cuatro votos contra tres; pues bien, la sentencia na es considerada
como la acción de cuatro magistrados, sino como la resolución de un tribunal. 20
El que recibe" una carta con frases amables y corteses no tiene un punto de
apoyo presente y directo para juzgar de larnayor o menor sinceridad de esas frases;
no sabe si "fueron inspiradas por un efecto vivo, o más bien por compasión bene-
volente, o tal vez sólo por unos convencionalismos: sociales. El juez que. en lugar
de escuchar en su presencia a un testigo, se limita a leer el acta donde se escribió
la declaración prestada por el testigo ante el secretario del juzgado, no puede percibir
una serie de elementos vivos concomitantes que le ayudarían a juzgar sobre la vera-'
cidad mayor O menor del testigo; no sabe si éste profirió su declaración aprendida
de memoria; si, por el contrario, tartamudeaba, bien por miedo, bien porque trataba
de ser muy exacto y de recordar con precisión detalles que no venían a su memoria
prontamente, si se ruborizó O no, si tenía expresión sincera o de caradura, etc.
A veces un negocio, privado, público O internacional, que no puede llegar a
resolverse satisfactoriamente por intercambio de notas escritas, llega a un resultado
favorable a través de una conversación, directa entre las partes interesadas, porque
a ello ayudan factores que el papel no podía transmitir, la confianza que produce
una actitud de sinceridad, manifestada en gestos y actitudes imponderables, que no
aparecen en una nota escrita. Puede ocurrir también lo contrario: que un conflicto
no pueda resolverse por negociaciones en presencia, porque los interesados son an-
tipáticos unos a otros y~ al conversar, esa antipatía mutua se hace patente, mientras
que las diferencias que no son de tipo personal pueden, ser zanjadas mediante un
intercambio de correspondencia, donde aparecen solamente los puntos objetivados
del problema, tratados con fríos razonamientos.
2S Cfe. KATZ (O,), & SCHANK (R. L.), oh. cit, en la nota N~ 18 de este cap., pp. 290 Y ss.
26 Cfr. AUPORT (F. H.), SOfÍal Ps)rh%gy, Houghton & Mifflin, Cambridge, Mass., 1924.
2. Cfr. GUERNSEY (M.), Bine genesiscbe Stedie über Nacbabmung, en "Zeitschrift für
Psychologie", 1928, pp. 107, 105·178.
INFLUENCIA DE LOS AUSENTES 371
sonido de Jos propios actos son para el sujeto un conjuntó de estímulos condicionados para
la prosecución de su actividad. La percepción visual y auditiva de la actividad similar de otras
gentes actúan de modo parecldo 'a la autcestimulacién, y por tanto intensifican la propia acti-
vidad. 2) El saber que los demás. que están junto a nosotros, van a hacer la misma tarea nos
dispone a trabajar más rápidamente desde el principio. 3) las gentes que trabajan juntas esfuér-
zanse en compensar con creces las distracciones que se producen por estar en compañIa.
Veamos ahora el efecto contrario que a veces produce la actividad de un grupo sobre la
actividad de un individuo, el efecto de inhibición social, En ocasiones. la actividad de un grupo
de gentes que están realizando la misma raree produce el efecto de cohibir la aec,ión de una
persona. Haygentes que sienten que pueden realizar mejor su actividad si se recluyen en soleo
dad. En efecto, generalmente el trabajo creador y la meditación critica requieren soledad.
¡
IB.-ALGUNOS FACTORES "INCONSCIENTES" EN LA INTERACCION'
La psicología social, y consiguientemente la sociología, se han beneficiado con-
siderablemente con muchos de los descubrimientos realizados por las escuelas psi-
coanalíticas, especialmente por aclaración de algunos de los factores inconscientes
o subconscientes que influyen en -una conducta humana. Claro es que este tema es
esencial y centralmente psicológico; pero tiene inevitablemente, como es· obvio,
importantes proyecciones sociológicas,
Voy a tratar, someramente, los siguientes factores, los cuales suelen actuar de
ordinario inconscientemente, al menos, en gran medida: a) la compensación; b) la
racionalización.: e) la identiíicación; d) la regreJión; y, e) la proJección.2S
I9.-LA COMPENSACION
Según Alfred Adler la compensación constituye un medio de llevar a cabo un
propósito muy acariciado cuando se tropieza al comienzo con obstáculos en el ca-
mino; se trata de realizar algo con lo cual se remedie o se sustituya una deficiencia
COn lo que se tropezó primariamente. Hay compensaciones directas e indirectas.
En las compensaciones directas (llamadas también supercornpensaciones) el
individuo trata de esforzarse en superar la deficiencia o dificultad ~on l~ que tro-
pezó primariamente. Ejemplos de ese tipo de compensacián directa; llamada tarn-
bién supercompensación, son los siguientes: el tartamudo que se propone como meta
llegar a ser gran orador, para lo cual se esfuerza en superar su defecto; el débil de
piernas 'que pretende vencer su flaqueza mediante ejercicio y llegar a ser destacado
futbolista; el que subconscientemente amargado por un sentimiento de debilidad.
o por un sentimiento feminoide, o por un factor homosexual larvado, hace alarde
de masculinidad y adopta actitudes de "valentón"; etc. La deficiencia, o la dificul-
tad, o la inferioridad puede darse real' y efectivamente -yen este caso cabe que
sea patente y, por tanto, observable-- O puede ser oculta. En este segundo caso,
puede resultar oculta para los demás, o incluso también para el sujeto que padece
~~ BRITr [Steuart Henderson}. Soda! Psycho/OKY of Modem Life, Revised Edition, 9th.
Printing. Rinehart & Company, Ine. Nueva York, 19)7; FREUD (S"}'m und), Vor/~su"g'n zur
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1948; G~s/allunl:en des Unbewussten, 1950; Veuurh einer Darstellung der Ps,rhoana/ytisrhen
Tbeorie. 1955: AOLF.R (Alfred), Men.rrhenJunT1Jnis, 1927: De, Sinn des Lebens, ].933; Ol..lVf.R.
BR.... C.HFELD (f.), Los Sentimientos de Inferioridad, 1935.
fACTORES li'iCO¡';SCIEi\'TES El'.' LA INTERACClO!\
2D.-LA RACIONAI.JZACION
Consiste: la racionalización en presentar C0l110 justificante de nuestra conducta
ante los demás unas razones, que en el fondo no son las que de h~cho han originado
efectivamente esa conducta.
Hace ya casi 45 años que el gran sociólogo italiano Vilfredo Pareto produjo una, contri-
bución importantísima a este tema. Parcroav dividía Lis acciones humanas en lógicas y no
lógicas o a.lógicas. y llamaba derivaciones a la pseudorracionaliaación de las aló~~icas.3(l
2r.-LA IDENTIFICACION
Este es un mecanismo psicológico "de ordinario casi automático y subconsciente.
por medio del cual una persona se coloca o mejor dicho se siente en el lugar o
papel de otra. Las más de las veces, aunque esto no es forzoso que ocurra siempre
-pues hay casos opuestos-s-, este fenómeno se produce para elevar el sentimiento
del propio prestigio y de. la propia estimación, atribuyéndose a sí mismo valores
que se considera existen en otras personas o en grupos a tos cuales uno pertenece.
Por eso Freud se refirió a la identificación como un mecanismo inconsciente y erno-
ciorul gracias al cual deseos insatisfechos obtienen satisfacción mediante el logro
de los mismos por otras personas. .
Este mecanismo psicológico de la identificación se manifiesta en múltiples r
muy variados casos. Pongamos algunos ejemplos entre el sinnúmero de los que po-
drían ser presentados. Un caso de identificación es el del niño -o eventualmente
también del adulto-- que al seguir las hazañas o procsas de un héroe en ,una no-
vela, película, ctc., se siente enajenado fuera de su propia persona y desempeñando
el papel del autor de las proezas. Otro ejemplo de tipo distinto, muy característico.
es el de las gentes pobres de espíritu. sin un fuerte sentido de su propia individua-
lidad. renuentes 3- tomar decisiones por su propia cuenta, COn una cierta tendencia
al gregarismo, subcouscientemente amargadas por su flaqueza, las cuales gozan con
las conductas autoritarias de un dictador, como si a través de tales comportamientos
viviesen lo que (:1l~1'" son incapaces de vivir.
n-LA REGRESION
El mecanismo psíquico de la regresión consiste en adoptar modos infantiles de
conducta, mental, emocional o práctica. Aparte de las formas patológicas de este me-
canismo, hallamos también manifestaciones relativamente normales en determinadas
situaciones, por ejemplo, en ciertos espectáculos cómicos, en ciertas fiestas en las
que ese: modo de comportarse es precisamente lo que las da animación y lo que
se espera de los concurrentes; en ciertas formas de [ucgo, etc.
23.-LA PROYECCION
Según Freud el mecanismo de proyección consiste en el proceso de atribuir J.
otras personas los impulsos y complejos que pertenecen a uno mismo, especialmente
las equivocaciones y las. deficiencias. Se manifiesta en el hecho de vituperar a otros
por supuestas fnltns, las cuales existen precisamente en uno mismo. O, dicho con otras
palabras, se manifiesta sobre todo en la tendencia a dar la culpa al otro por las
propias faltas. Así Britt pone el siguiente ejemplo: después de haber pasado un
verano muy feliz lejos de su novio, una muchacha acusaba a éste de qucrer romper
el compromiso. Otros ejemplos: creer que en un accidente de automóvil la culpa
fué del ctro; creer que el reprobado en un examen fué debido a la malevolencia del
profesor: atribuir una falta de éxito propia a la iurornprensión de los demás; otc.~:.'
~~:: Cfr. BRITT (Steuurt Henderson}, oIJ. en.. pp. 245 y·s<;.; A¡.,: .... STA<:I (Anne) and FOtCX
(Joho P.) Dijfaolli.d P-f)c/.>fJ/f}KJ, Macrnillan Company, Ncw York, 195(í.
CApiTULO XVIII
374
RELACION SOCIAL Y PROCESO SOCIAL 375
aunque sean en principio relaciones colectivas, llegan a cobrar una dimensión inter-
individual o personal. Aunque se trate de relaciones típicamente colectivas, por
ejemplo entre "convecinos", entre "colegas", entre "compañeros", etc., como quiera.
que sea, sucede que los implicados en relaciones se conocen bastante bien los unos
a los otros, se conocen no sólo en cuanto a la función colectiva que desempeñan o·
en la que participan, sino también además personalmente, es decir. como indivi-
duos, y resulta que tales relaciones colectivas están mezcladas con relaciones de"
simpatía o antipatía, de amistad o enemistad. Tales relaciones, que, a pesar de ser-
fundamentalmente colectivas, impersonales. incluyen además la consideración del
otro como ser humano total, como individuo, son llamadas relaciones primarias.
En cambio, las relaciones colectivas que predominantemente se quedan en co-
lectivas. porque los participantes en ellas apenas se conocen mutuamente cama seres.
humanos totales, como el individuo que cada uno de ellos es, reciben el nombre'
de relaciones secundarias. Por ejemplo: la relación de un ciudadano con el fun-
cionario postal que recibe su correspondencia registrada; la relación entre el com-
prador y el vendedor; la relación del automovilista con el agente de circulación o
tránsito; las relaciones entre los habitantes de una gran ciudad.
Las relaciones primarias se producen en grupos relativamente pequeños, por
ejemplo: en una comunidad local de pocos habitantes; en una vecindad chiquita;
en un taller donde trabajan pocos obreros; en una clase escolar poco numerosa; en'
la tienda donde se. compra siempre 'desde hace largo tiempo; en una reducida corpo-
recién profesional; en el casino o club; en la congregación religiosa; en la socie-
dad mercantil, que comprende unos pocos socios; etc.'
consiste de presente sólo en ese patrimonio tradicional, sino que su efectiva reali-
dad se apoya sobre todo en un programa de tareas comunes a cumplir.
Como ejemplos de formas activas, no por fusión parcial sino por convergencia.
se pueden citar las relaciones de cambio, los contratos, las coordinaciones de in-
·tereses de personas que no constituyen un "nosotros".
Toda relación social activa tiene que darse sobre la base 'previa de que entre
sus gentes, que van a vincular activamente sus voluntades y propósitos, haya alguna
forma de sociabilidad pasiva, aunque ésta sea mucho' más laxa y de área más extensa
·que la activa que se va a constituir.
En efecto, las gentes que deciden aunar sus voluntades y sus conductas pata
realizar juntas una, determinada finalidad, precisan hallarse con anterioridad a esto
-en conexiones relativamente pasivas, es decir, tener algo en común.· De 10 contra-
rio, no podrían entenderse, ni podrían avenirse. A este respecto, claro es que hay
que notar que la forma de relación pasiva comunitaria de máxima extensión, sobre
éuya base y dentro de cuyo marco se dan todas las formas activas concretas, es la
humanidad; es decir, la sociabilidad pasiva consistente en la comunidad radical de
todos los humanos, en la capacidad de poder entenderse y en el hecho de una convi-
vencia real o potencial entre todos los hombres sobre la tierra.
Otras veces las relaciones sociales activas se basan en un complejo de relaciones
pasivas de área más restringida, por ejemplo: pertenencia a un mismo círculo cultu-
ral, concordancia en intereses análogos, aspiraciones similares, etc.
11 Trato de este tema con mayor extensión y de modo más detallado en mi artículo Peno-
menologia de las Relaciones Inter-Hemanas: l. Ensayo sobre el Mando, en la "Revista Mexicana
-de Sociología", vol. IV, N' 2, 1942.
.'\84 RELACIONES DE !>IANDO
~ Así pues, la base del mandato confiere al que manda un poder sobre el mandado; es' decir.
m,JJ poder que éste, en lo que respecta a la. relación concreta entre ambos. El que manda es
mils, es magíster (en lo que decreta) con respecto a aquel a quien ordena. que es menos, que
C~ orinister. De aquí, el origen de la palabra magistratns, para designar las funciones del mando
iurldico-público. Significado análogo tienen los vocablos superior e inferior, respectivamente.
aplicados para denotar los diversos sujetos que intervienen en una relación de mando.
El acto de mandar implica esencialmente una pretensión en quien manda frente al mandado,
una pretensión de que éste le obedezca; pretensión que se apoya precisamente sobre la base en
que se funda quien manda. Y el contenido de la pretensión es cabalmente la obediencia del
mandado.
Paca que el acto ~..: mandar del mandante se convierta en efectiva relación de mando, es
preciso que el mandado obedezca. El mandato pretende ser cumplido automáticamente; pretende
que quien lo 'recibe lo cumpla precisamente porque se le ha mandado y como se le ha man-
dado, y no por otra consideración ni de otra manera. La palabra obedecer quiere decir salir
al encuentro de lo que se dí¡o, como patentiza su ctimologfa ob-audire,
Ahora bien. esta obediencia a la que el mandato aspira, es siempre una relación' intcr-
humana y no una conexión mecánica. Es decir. el mandato es un acto encaminado a que el
ordenado haga lo que se le manda, pero bien entendido, por su voluntad y no forzado de
modo material. O expresado lo mismo de otra manera: quien manda quiere que su voluntad
se convierta al instante y por virtud de ello en contenido de la voluntad del mandado, es
decir, que la voluntad del mandado renuncie a determinar su contenido y acepte como tal el
lit b voluntad del mandante. No se objete en contra de esta afirmación, por el hecho de que
pueda haber una relación de mando ilegítimo. cuya base consista en la prepotencia física
(musculatura o pistola) del que manda, porquc incluso en ese caso-se efectúa un libre juego
de la voluntad del mandado; pues. éste, amenazado por los dolores o desgracias inminentes'
que su negativa podría acarrearle, decide por propia voluntad ajustar su comportamiento a la
orden recibida. Ya los juristas romanos, al enfocar este GlSO, dijeron acertadamente que J::¡ vo-
luntad coaccionada es, sin embargo, voluntad (t'o!tmIaJ coacta lamen f.!OIUl1laJ ess, coactas tamen
1-o1uiO,. por Jo cual la justa nulidad. qu~ se debe declarar respecto de los negocios jurídicos con.
clufdos bajo el peso (le una coacción ilegal, no se funda en una carencia de voluntad, sino en.
otros motivos. a saber, en motivos de justicia.
Que el acto de mandar deje viva la voluntad del mandado, aunque quiera someterla, pre-
supone, pues, la posibilidad de que éste no reconozca la orden y se subleve.
Precisa, por tanto, que el mandado reconozca la base que lo supedita a quien manda ..
Este reconocimiento se refiere exclusivamente a la existencia de Ja base y no a su legitimidad;
así, por ejemplo, el secuestrado, que se halla indefenso, considera con razón absolutamente-
ilegal e injusto el mandato que recibe de extender un cheque para conseguir 'su libertad, y sin
embargo, reconoce la existencia de una base real en apoyo de dicha orden; pero, si, por el
contrario, cree que puede escapar, o hacer frente a la situación oponiendo una resistencia que
lo libere del secuestro, entonces cabe que opte por no reconocer la base y que decida sublevarse.
La sublevación puede producirse inicialmente contra una, pretensión de mando que no se
quiere aceptar; o puede producirse contra un mando que antes se había admitido, pero que a
partir de determinado momento ya no se está dispuesto a reconocer.
No es lo mismo sublevarse contra una pretensión de mando. que desobedecer una orden
de un mando con base reconocida. En el caso de: la sublevación se trata de negar el mando en sí:
mismo, ora cuando éste pretende manifestarse la primera vez, ora cuando habiendo existido
antes, el mandado entiende que ya no hay base para proseguir en lo sucesivo. En cambio la
mera desobediencia a una orden, sin sublevación, supone que el mandado reconoce la hase
dd. n~'ln~ll. pero que, por los motivos que sea, deja de cumplirla. En el primer caso hay una
rcsrstcncra acnva; en el segundo, una mera resistencia pasiva. •
Lis relaciones de mando pueden ser clasificadas desde diversos pumas de vista. A conti-
nuución ofrezco algunos ejemplos de clasificaciones.
Desde el punto de vista 'de cuál sea el fUl1ddmeJllo de la base, cabría distinguir los siguicn-
tc-, upos: (/) fundado sobre prepotencia material [v., g. secuestro o atraco); b) sobre un título
tll' juvtificariún (mural); e) sobre un fundamento de cnnlctcr mixto (el poder del Estado}.
MANDO l' PROMESA 38~
en cambio, el convenio entre dos personas de reunirse determinado día Pl!1'~ almorzar juntas es un
convenio mesemente social, que no crea ninguna obligación jurídica, ni ningún derecho subje-
tivo. Crea en cambio una especie de pretensión de obligaciones sociales y de espectatives ce-
rrespondíentes.w
Veamos ahora sumariamente lo que es una relación de ruego. Llamamos ruego o rogar al
acto O manifestación en que una persona expresa a otra su deseo de que ésta haga o deje de
hacer algo, y se lo pide partiendo de una determinada base, pero reconociendo en la persona
rogada la facultad de resolver libremente sobre si accede o no a lo pedido.
Rogar a una persona .no es solamente expresarle un deseo de que ésta realice una determinada
conducta; es, además, dirigirse a esa persona con el fin de mover su voluntad para que lo haga.
Los dos sujetos que se relacionan en el ruego se hallan con respecto a éste en una situa-
ción de independencia, en un plano de paridad. Esta de paridad se refiere exclusivamente a su
situación con respecto al ruego y no a la relación que puedan tener en otro respecto.
Ahora bien, esa paridad no determina que el ruego se reduzca a ser una simple sugeren-
da -c-lanzar un pensamiento o un proyecto de conducta para que el otro haga 10 que mejor le
plazca-e-, ni tampoco una mera proposición (en la que el proponente se dirige al otro con
el propósito de mover su ánimo, en virtud de determinados argumentos, pero sin pedirle nada
por cuenta propia). En el ruego, por el contrario, hay una voluntad de que pese en el ánimo
del rogado el hecho de que el regante se lo pide.
El ruego implica esencialmente una bale, es decir, un título sobre el cual se apoya el hecho
de dirigir la petición. Por de pronto, contemplemos tan sólo el acto de rogar, dejando para des-
PUt)" el estudio sobre la relación del ruego cumplido. Para que el acto de rogar tenga sentido,
es preciso que quien lo hace suponga que hay o puede haber en el rogado un motivo de
complacencia, es decir, una base, por virtud de la cual el rogado se halle dispuesto a atender
la petición. Desde luego, el regante sabe que no le pertenece la conducta del rogado, porque
éste en tal respecto no se le halla sometido; pero parte del supuesto de que existe, o al menos
de que -es .posible que exista, algún motivo para que le complazca; por ejemplo: una amistad,
una gratitud, una camaradería, una inclinación de simpatfe, una esperanza de reciprocidad, un
sentimiento de solidaridad (profesional, de clase, de nacionalidad, de vecindad, o simplemente
humana). una regla del trato social (buena educación. cortesía, etiqueta), una norma moral
(de caridad, de mutua ayuda), etc. Ahora bien, en cualquiera de los casos, y tanto si el regante
cree que efectivamente existe la base para la complacencia, como si sólo cree que es verosímil
que exista, se trata de una mera suposición del regante: y por lo tanto la apreciación sobre
la base queda librada, por principio, al juicio del rogado. Es decir, se trata en principio de algo
que se espera conseguir no por disposición,' sinc por complacencia, por condescendencia.
Para que la relación de ruego, en tanto que ruego y nada más, quede constituída, basta
con que el rogado se entere de la petición, es decir, que la reciba.
Cuando la petición es concedída, entonces tenemos la relación interhumana de ruego csm-
plido. En esta situación, el regante recibe del rogado, por complacencia de éste, un don, un
obsequio, un favor, 'es .decir, algo que no pertenecía a aquél, sino que le ha sido dado como
regalo gratuitamente. Esto es así, aunque exista una máxima base para que el rogado otorgue
su complacencia, como puede ser, t verbigracia, u~. magno deber de gratitud. l s
se dan como movimientos entre los individuos, entre los individuos y los grupos,
y entre los grupos. Y, en términos de simplificación, podría decirse, como lo dice
Wiese,l1 que los procesos sociales son modificaciones de las distancias intcrhuma-
nas, entre individuos, así como entre individuos y grupos, y entre grupos. Aunque
esto es verdad, no basta para la cabal comprensión de los procesos sociales.
Las relaciones y estructuras sociales están sometidas incesantemente a cambio,
crecimiento, decadencia, renovación y acomodación a muy variadas circunstancias. El
estado de las relaciones y estructuras en un momento dado contiene-y ocuLta el se-
creto de su pasado. Para conocerlas en su verdadera realidad}' para comprenderlas
en su auténtico sentido, es necesario que las contemplemos en su desarrollo a lo
largo del tiempo, es decir, que tomemos en consideración el modo como se origina-
ron, y que descubramos las tendencias de su ulterior desenvolvimicnto.t-
Dentro de las relaciones, situaciones y estructuras sociales operan formidables
fuerzas, tales como, por ejemplo: necesidades humanas, deseos, aspiraciones, urgen-
cias, impulsos naturales y adquiridos, tendencias.
Los procesos sociales constan de una serie de interacciones. Un proceso social
es el modo característico como se producen una serie de hechos sociales.
.A veces los procesos sociales conducen e mantener un determinado estado de
relaciones y ~structura~, contrarrestando los hechos que tienden a disolverlas, Otras
veces hay procesos sociales que determinan la debilitación de ciertas relaciones y es-
tructuras sociales, o su modificación, o su ulterior desarrollo, o su innovación. etc.
el proceso socia! es el producto de dos factores de índole distinta: un factor subjetivo y otro
factor obienvo. Precisamente, dice Wiese, el error de todos los otros en sayos, que anterior-
mente se hablan intentado para explicar el proceso social. consistía en insuficienci«. por c:tusa
dé su unilateralidad. Algunos incurrieron en el defecto de mero psicologismo, pues trataron de
e1rl icur el oroceso social atendiendo exclusivamente a 1M factores subjetivos. Otro... cayeron
en el e-rror contrario. queriendo explicarlo tan sólo en virtud de los factores del medio ambiente.
Y. si es cierto que también hubo quienes tomaron en cuenta ambos tipos de ingredientes. con-
sideraron que el proceso era la surna de éstos, cuando en verdad no constituye una adición. sino
un producto .h: esas dos especies de factores.
Si expresamos el proceso mediante la letra P: si designamos la actitud subjetiva comn A:
y llamamos S a la situación, es decir. a los factores objetivos extremos, entonces podemos esta-
blecer la fórmula siguiente: P = A X S.
Ahora bien. ninguno de los dos factores de este producto constituye una' magnitud simple.
antes bien, cicla uno héll.rsc integrado por la combinación de varios ingredientes. Es decir. cada
uno de los Jos términos es, a su vez. él producto de dos fnctores. Veamos primero de qué
factores es producto la actitud subjetiva; y después examinaremos cuáles son los que determinan
la situación objetiva.
El factor A. es decir, la actitud subjetiva. constituye el producto de dos factures: el peo-
dueto del yo individual y del coniunro de experiencias adquiridas. Efectivamente, la actitud del
sujeto. lo que podríamos llamar orientación de Su conducta, es el resultado de combinar o mul-
tiplicar la peculiar disposición de su individualidad propiamente dicha con una suma de expe-
riencias del mundo, de sí mismo, y de los demás hombres, esto es, con .un conjunto de kuellas
y de C.1SgOS adquiridos en su trato con el medio ambiente total o contorno. A!'í, pues, si llama-
mos y a aquella disposición del yo o peculiaridad individual; y designamos como E el conjunto
de las mencionadas experiencias, improntas )' reacciones, podemos resumir lo expresado de la
siguiente manera: A = Y X E.
Veamos ahora cómo se halla integrada la situación objetiva externa. Por su part~, ella
constituye también un producto de dos clases de factores, el producto de las realidades o cir-
cuostancias no humanas (biológicas, geográficas, físicas, etc.} por el medio ambiente humano
(esto es, por el conjunto de realidades sociales en torno). O dicho con otras palabras. es el
producto del medio ambiente no humano por el medio ambiente humano; o sea, el producto
de la circunstancia natural por la circunstancia social. El primero de esos factores, el contorno no
humano 1) natural. está constituido por todas las realidades naturales que enmarcan al suieto:
por las realidades psicobiológicas de su propio ser, por las realidades naturales (terreno, altitud,
agua, humedad o sequía, calor o frío, flora, fauna, etc.), por las leyes físicas y químicas de la
materia. El segundo de los factores mencionados, el contorno humano o social, consiste en
la serie de condicionamientos y de influjos que dimanan de los demás hombres, de todos los
fenómenos y complejos sosciales, que circunscriben próxima o remotamente el proceso. Ahora
bien. el conjunto de fenómenos que integran este segundo factor (medio humano o social)
puede ser reducido a la actitud, o, mejor dicho, a la serie de actitudes de los demás hombres.
Pues bien, si recordamos que a la situación objetiva u externa la hemos llamado S; y denomi-
namos ahora M al primero de sus factores, esto es, al medio natural o no humano; y designamos
A' al medio humano o social (el cual se reduce a la actitud de los demás hombres), podremos
establecer la siguiente fórmula: S = M X A'. Pero adviértase que A', o sea. el medio ambiente
humano O social, se compone de las actitudes de los demás hombres. las cuales son similares a
la actitud del propio sujeto. y como esta actitud se compone, según vimos ya, de la disposición
individual del yo, conjugada con las experiencias adquiridas, podremos llamar Y' a la disposi-
ción del yo de los otros hombres, y E' a las experiencias propias de ello. Con todo esto a la
vista,. cabe establecer la fórmula siguiente: A' = Y' X P.
Después de todo lo explicado nos es ya posible desarrollar la primera fórmula indicada
como expresiva del proceso socia!.
P (proceso) = A X S (actitud por situación).
A (actitud) == Y X E (yo individual por experiencias).
S (situación) = M X A' (medio par actitud de los demás).
A' (actitud de los demás) = Y' X E' (yo de los demás por experiencia de los demás}.
Por lo tanto:
p = y X E X M X (Y' X P).
Es decir, el proceso social es igual al producto de la disposición individual del yo, por la'>
experiencias que éste ha adquirido, por el medio natural, por la actitud }' por las experiencias
de los demás hombres.t"
te, o bien nos dividen o separan. Esta es una imagen para expresar que en la vida
social hay procesos que nos unen unos a otros y procesos que nos dividen y alejan.
las personas se asocian y se disocian, se casan y se separan, trabajan en cooperación
y se declaran en huelga. se congregan en un partido político O producen una. escisión,
se ayudan mutuamente o tratan de perjudicarse o destruirse unos a otros."
Por eso, una de las clasificaciones principales de los procesos sociales estable-
cida por Wiese distingue entre procesos asociativos y procesos disoci.uiros; y además
introduce en la clasificación un tercer miembro, los procesos mixtos. que son los
que están compuestos a la vez de movimientos ele unión y de separación, como,
por ejemplo, ciertas formas de rígida etiqueta social, las cuales por una parte COn-
tribuyen a acercar a dos O más individuos, pero por otra parte defienden la intimi-
dad de cada uno frente a la intimidad de los otros y recíprocamente, contribuyendo
de ese modo .1 mantener una distancia entre ellos.
Procesos de esos tres tipos fundamentales se desenvuelven en todos los hechos
de la vida social; y las especificaciones singulares que cobran en cada grupo deter-
minan importantes características de éste. La cooperación y la oposición no se dan
de la misma manera ni en proporción similar en todo.'; los grupos, ni siquiera
entre los grupos anáíogosren los varios países. Así, por ejemplo, en materia política
es mucho mayor el gr·;tdo y el área de cooperación entre los anglosajones que entre
los latinos. La oposición entre el capital y trabajo, a juzgar por el número de
huelgas y su gravedad, es mayor en Francia que en México y que en Jos Estados
Unidos. Las relaciones entre blancos y negros son mucho mis cordiales en Francia
que en los Estados Unidos. Los escandinavos cooperan en materia económica mucho
más que cualquier otro pueblo de la tierra.
Adviértase que son innúmeras las realidades en las cuales hallamos una mezcla
de procesos asociativos y de oposición, en proporciones diferentes; bien predomi-
nando un tipo sobre el otro, o bien en situación casi de equilibrio.
Si dos enamorados llegaran a pensar en sí mismos en términos de proceso
social, ambos indudablemente insistirían en 'lu<: su amor es cooperación pura y
armónica. Y, sin embargo, compiten entre sí, por lo menos cada uno trata de probar
que :lJTIa más de lo que es amado; disputan, por lo menos ..obre la pretensión de que
el otro o la otra no tiene: un amor tan intenso, Otro ejemplo en el cual se observa la
articulación de procesos de cooperación y de oposición, es el caso de un sindicato
obrero. dentro del cual sus miembros cooperan. para competir con la dirección
de la empresa en cuanto a la distribución de los beneficios de ésta. Las relaciones
entre el sindicato r la dirección de la <:mpresa son un típico ejemplo de combinación
de pro...esos a..ociativcs r de oposición.
1~ Cfr. ÜC,Bl:R:X (Willi:.lm F.) &. ~1!-IK.UfF (Meyer f.), Sn(j%1.)'. HOIIAhton' Mifflin,
Boston. t 946, p. 344.
CAPÍTULO XIX
PROCESOS ASOCIATIVOS
SUMARIO:-l. C01JlactOJ y procesos aJoda/ivos.-2. Procesos. asociativas: sns
[aaores iTJi';a4oreJ.~3. PM(eJOJ de aurt',nn;enlo o aproximadóf/.-4. Pro.
UIOS de ajUJle.-'5. Procesos de acomodación.-6. Procesos de 'ranuu//ura·
dón.-7. Procesos de asimi/adón.-8. AmalgamAdón o meslizaje.-9. ll11egr~
ción. unión o IUlión.-l0. Procesos de (ooperMión.
C) Admirar di traro socidi o intentar ser admitido a éste. Quien admite al otro
al trato social le permite un acercamiento. Quien intenta ser admitido se esfuerza
en establecer una aproximación con la otra o las otras personas.
D) Animar, entretener, inf,mdir confianza el'
algo por medio del ejemplo per-
sonal. brindar, dar tina serenata,' etc.
E) Mostrar fe en alguien o confiarle algo, por ejemplo, un secreto, constituye
un movimiento de avance para establecer una relación, de proximidad o de intimidad.
F) Acompañar, escoltar, rogar! dar las gracias, apkmdir, demostrar aprobaclán,
reconocer, confesar, interpelar. consultar, pedir, consolar, aren/ir, dedicar, etc.
G) Ser presentado a una persona por 1In "'·CI11·O.
tL)-Hacer una donación. Sobre este proceso dice Simmel que la donación es
una de las f unciones sociológicas más importantes. Sin el dar y el recibir constantes
-aparte y además de los cambios económicos- la sociedad no existiría. Pues dar
no es simplemente la influencia ejercida por una persona sobre otra, sino que es una
acción que suscita una influencia recíproca. Por cuanto la otra persona admite o
rehusa la donación ejerce una muy determinada influencia sobre el donante. Tiene
gran importancia la manera como la otra persona admite la dádiva, agradeciéndola
o no, esperándola o manifestándose sorprendida, contenta o insatisfecha, humillada
o elevada por ella. Todas esas varias reacciones ejercen, cada una de ellas, un efecto
muy determinado sobre el donante.'
4.-PROCESOS DE AJUSTE
Los procesos de ajuste consisten en obrar de tal modo que las diferencias de
opinión, de sentimiento, de modos de conducta entre una persona y otra u otras
queden atenuadas, es decir, reducidas en su influencia, y de tal modo <-lue las posibles
concordancias sean utilizadas para establecer vínculos asociativos.
) Hay que distinguir entre ajuste unilateral y ajuste 11111fuo. En el ajuste unilateral,
uno de los participantes, el sujeto A, se esfuerza en cambiar algunas a.e\sus propias
características para poder ajustarse mejor al otro participante, el sujeto B, mientras
que éste, el sujeto 8 1 permanece invariable en cuanto a sus propios rasgos, o a 10
sumo hace pequeñas concesiones sin importancia, o se limita a tolerar al sujeto A.
En la mayoría de los casos de ajuste unilateral, el más débil se adapta al más fuerte.
En el ajuste mutilo: se produce una recíproca influencia- por virtud de la cual
cada uno de los participantes hace concesiones al otro O a los otros, renunciando en
parte a algunas de sus propias características, para amoldarse a las del otro o los
otros. Esto ocurre con frecuencia no sólo entre dos o más individuos, sino también
entre los miembros de un grupo y los miembros de otro grupo. Casos de esto últi-
mo, es decir, de ajuste mutuo entre grupos, los tenemos, por ejemplo: entre los
varios pueblos que integraron el Imperio Romano en la etapa cumbre de su historia;
entre los varios grupos étnicos en las colonias británicas."
4 Cfr. SlMMEL, Sociología, trad. de J. Pérea Bances, Rev. de Occidente, Madrid, fascículo
V, pp. 109 Y·SS.
i'> Cfr. ob. cn.. en la nota N'" 1; EwiUDGE & AssoaATES, Fundamental 01 Sociology, A Si.
I"aliana! AnaJ)'Jj¡, Crowell, Nueva York, 1950, pp. 126·27; OGBURN (W. F.) & NIMKOI'i"
(M. F.), Soá%gy, Houghton Mifflin. Boston. 1946, pp. 911·22.
ACOMODACION 39:1
5.-PROCESOS DE ACOMODACION
La acomodación es un proceso similar al aj uste, pero COn una especial caracterís-
tica. En el ajuste se trata de limar fricciones definitivamente, se intenta un amol-
darse al otro o a los otros, bien unilateralmente o bien recíprocamente, para conseguir
una asociación que funcione armónicamente, de una manera suave. En cambio, la
acomodación es un proceso que entraña algo así como una tregua para hacer que un
conflicto pre-existence entre dos o más personas o entre dos o más grupos de perso-
nas quede reducido. limitado, o apaciguado, para hacer que la competencia o riva-
Iidad sea controlada hasta cierto punto.
Así pues, la acomodación es el proceso por. virtud del cual individuos o grupos
que están separados por diferencias u oposiciones --que pueden ser de muy varias
clases, por ejemplo: de creencias, de educación, de temperamento, de hábitos, 'de
intereses, de finalidades-, hallan una especie de compromiso, de modus vivendi,
de mutua tolerancia, para co-existir y convivir, e incluso para cooperar. Es decir,
sin dejar cada uno de ser quien es, diferente, y en ciertos aspectos divergente de los
demás, llegan a establecer puntos de contacto, de cooperación, de armonización, pero
sin renunciar propiamente cada uno a sus particularidades diferenciales. En muchos
casos de acomodación, cada una de las partes usa sus medios comunes al servicio de
sus fines diferentes o incluso opuestos. Resulta, pues, que por debajo de los pro-
cesos de acomodación existe un conflicto latente, que queda suspendido en tanto en
cuanto la acomodación se muestra ventajosa para las partes, pero que no queda su-
primido -queda sencillamente dejado inoperante, aunque con la posibilidad de
actualizarse de nuevo, cuando la acomodación deje de interesar a una de las partes.
La acomodación es, pues, el proceso social, por virtud del cual individuos, o grupos,
en competencia o en conflicto, arreglan sus mutuas relaciones de tal manera que
queden superadas las dificultades que de otro modo habría entre ellos.
L1 acomodación puede originarse en la superación de un previo proceso de
conflicto, contravención, o competencia. O puede también originarse sin haber exis-
tido previamente un proceso y situación de tal índole, por la voluntad precisamente
de evitar que un tal proceso se produzca.
Ejemplos de acomodación: la persona que cumple una ley o un~ costumbre que
la. parece injustificada, para evitarse las sanciones que le produciría el incumpli-
miento; el proceso de las relaciones entre el gerente de la empresa y la. junta di~ec'
riva del sindicato obrero, cuando hallan un modo de arreglar sus diferencias; dos
partidos políticos diferentes, que cooperan para derrotar a un tercer partido enemigo
de ambos; el extranjero, quien, disintiendo de determinados modos de vida del
país en que vive, se acomoda a ellos para congraciarse con las gentes que le brindan
hospitalidad; grupos religiosos discrepantes y aun opuestos, cada uno de los cuales
considera que le es más beneficioso convivir en régimen de mutua tolerancia, sin
que· t:~t3: impl~que renunciar a sus propias convicciones; etc.?
,; Cfr. GREF.N (Arnold W.), Sociotogy: An AIlaJyIiJ 01 Lite in MoJe,.» S(}(if'Jy, MacGraw-
Hil!, Nueva York, 1952, pp. 61 1 SS.; OGBURN (W. F.) & NIMKOFf (M. F.). ob, cit. en la
nota precedente, pp. 370 Y 5<5.; GILLlN (John Lewis ) &. GILUN (John Philip), /{,¡ 11111'0'
dUNion In SfJcioJo!O': Maclvñtlan, Nueva York. 1945, pp. (;5'5 y S~.
394 TRANSCULTURAC10N
6.-PROCESOS DE TRANSCULTURACION
La palabra .transculturación se usa en varios sentidos, pero el principal de ellos
es e! siguiente: e! proceso por virtud de! cual los dos grupos de diferentes culturas
son modificados a través de un contacto bastante estrecho y largo, pero sin llegar a
una completa mezcla e integración de las dos culturas."
Especialmente, aunque -no de modo exclusivo, se habla de transOllturación en
referencia a grupos de cultura inferior, que van siendo modificados por su convi-
vencia con otro grupo, el dominante; de cultura superior, por ejemplo, en países
coloniales, o que lo fueron, en los cuales los indígenas han ido adoptando muchas
formas culturales de los occidentales, pero sin llegar a una plena asimilación. En
estos casos, se piensa el proceso de transculturación como unilateral, es decir, como
proceso por e! que e! grupo de cultura menos adelantada o más débil va aceptando
formas de vida de la cultura de! otro grupo, más avanzado y más fuerte,
Pero, en realidad, el proceso de transculturación nunca suele ser exclusivamente
unilateral. Por el contrario, casi siempre se desenvuelve de un modo recíproco, en
las dos direcciones, si bien de ordinario predomine una de las dos, pues regular.
mente la cultura más adelantada y más vigorosa ejerce sobre la otra una influencia
mayor que la que recibe de ésta.
Para aquilatar bien el concepto de transculturación, es necesario distinguirlo
del de asimilación, de la que me ocuparé más adelante. En la- asimilación recíproca,
las do') (o más) culturas se mezclan, y llegan a integrarse y formar un resultado
nuevo, en el que hay elementos de las dos, pero cuyo conjunto es diferente de la
suma de sus componentes, porque al mezclarse los elementos de la una con los de
la otra suelen modificarse y adquirir nuevos matices. En cambio, en la ·transrul-
turaci6n hay combinación entre elementos de ambas culturas, pero sin que éstas
.hayan llegado realmente a mezclarse. En los casos de una perfecta integración en
que culmina un proceso de asimilaci6n, los elementos de las dos o más culturas se
presentan perfectamente incorporados a la mezcla, sin que ordinariamente se tenga
ya conciencia de cual es el origen de cada uno. En cambio, en la mera transrultu-
ración hay incorporación de elementos de una cultura a la otra (y viceversa), pero
se tiene conciencia de la procedencia de esos elementos.
Entre otros, se pueden citar los siguientes casos en que se produce un proceso de
transculturaci6n: A) Cuando dos pueblos contiguos están en contacto estrecho, y en
intercambio, durante largo tiempo. B) En la primera época después de que un grupo
numeroso de inmigrantes se establece en un lugar habitado por un pueblo de cultura
diferente. e) En los primeros tiempos después de una conquista, cuando el grupo
conquistador impone su propia cultura sobre el pueblo vencido."
Respecto del primer caso, transculturación amistosa: entre pueblos contiguos,
puede citarse como ejemplo lo que suele ocurrir en las poblaciones fronterizas ad-
yacentes. cuando las gentes de la una y la otra mantienen numerosas relaciones
recíprocas. Así, verbigracia. en Ciudad Juárez, aunque se conserve sustancialmente
1 Cfr. GfLUN & GILUN. ob. cit, en la nota precedente, pp. 672 Y ss.
8 Cfr. oIJ. rit. en la nota precedente. pp. 673 y S5.; BEALS (Ralph), Aa:tlluraliotl en la
obra Anlhropolog] Toda]: An Encyclopedic In,vet1/ory, prepared under rhe Chairmanship of
A. L. Kroeber. the Uníversity of.Chicago Presa, 1953, pp. 621 Y SS.
TR¡1NSCULTURAClON :ws
la cultura y la tradición mexicanas, sus habitantes han incorporado a su propia vida
muchos modos norteamericanos; así, como a la inversa, en El Paso, aunque imperen
y predominen las maneras norteamericanas, encontramos numerosas modalidades cul-
rurales mexicanas, que han sido adoptadas por los texanos de esa ciudad.
Generalmente la inmigración suscita un proceso de asimilación, el cual, según
~ los casos, es más o menos rápido. Pero antes de que realmente pueda hablarse de
que se ha producido la asimilación, o por lo menos de que el proceso de asimila-
ción esté en marcha, suele desenvolverse un proceso de transrulturación, es decir.
la adopción por un grupo de ciertas modalidades de la vida del otro y viceversa..
Otras veces parece que el proceso no va a pasar de la fase de transculturación. Así,
por ejemplo, las colonias menonitas en Chihuahua han tratado de mantenerse ais-
ladas y de conservar intacta su cultura germana, pero, los COntactos necesarios que
mantienen con la población mexicana han ido adquiriendo algunas formas de ésta
-aunque muy pocas--.; y los mexicanos de la ciudad de Cuauhtémoe han experi-
mentado la influencia de algunos menonitas -aunque también pocos- a través
de los contactos comerciales.
En términos generales, se puede decir que en México hay una situación de mu-
tua asimilación entre la inmensa mayoría de los grupos indígenas y las gentes de
cultura occidental. Pero respecto de unos pocos grupos indígenas, como por ejemplo,
los tarahumaras, la situación es más bien de transculturación.
Otro ejemplo de transculturación 10 hallaríamos en los grupos de braceros
mexicanos que han estado trabajando largo tiempo en los Estados Unidos. Siguen
siendo sustancialmente mexicanos; pero en su cultura mexicana se han incrustado
algunos modos norteamericanos.
7.-PROCESOS DE ASIMILACrON
El proceso de asimilación consiste en los cambios que se producen en las ac-
titudes, valoraciones, creencias y modos de vida de un individuo, como efecto de
una larga convivencia con un grupo de personas que pertenecen a un círculo cultural
diferente de aquel en que se formó y modeló anteriormente la personalidad de ese
individuo. Cuando un individuo se traslada 'de un ambiente cultural a otro diferente.
y permanece en el segundo durante un tiempo considerable, a menudo incorpora a
su propia personalidad muchas de las características de aquellos con quienes ha es-
tado conviviendo y en múltiples relaciones en ese nuevo contorno cultural."
Así, pues, la asimilación es un proceso de interpcnetración y fusión, en el cual
personas, o también grupos de personas, adquieren sentimientos, modos de conducta
y actitudes de otras personas O grupos, y llegan incluso a participar en las experien-
cias y tradiciones de éstas, incorporándose de tal manera a una vida cultural común.
Se habla principalmente de asimilación en referencia a los inmigrantes que con
el transcurso del tiempo llegan a compenetrarse con .los modos de vida, con los
sentimientos y con los ideales del país (diferentes del suyo de origen) en que se
establecieron. La asimilación se produce no sólo por la vía de la inmigración, sino
también a. través de otros tipos de hechos. Así, por ejemplo: cuando por conquista
9 Cfr. ELORJDGE AND AssocIATES, PllnJame1JtI of Sociolog-j, Crowell, Nueva York, 1950,
p. ·U2.
396 .15IMILAClO.'!
8.-AMALGAMACION O MESTIZAJE
Llámase amalgamación o mestizgje la fusión biológica entre lo; individuos de
distintos pueblos por matrimonios mixtos entre ellos. Esto sucede frecuentemente
en mayor o menor proporción cuando dos pueblos diferentes entran en contacto,
bien por movimientos migratorios, O bien por conquista y colonizaciónY
La amalgamación o mestizaje suele ser un factor de gran importancia para pro·
mover la asimilación, sobre todo cuando se efectúa por medio de uniones sexuales
lícitas, es decir, mediante matrimonio.
El llorado Maestro mexicano Antonio Caso escribió: "El problema del mestizaje interesa,
con especialidad, a los pueblos americanos; más aún a las naciones iberoamericanas. Los Estados
Unidos de América son ejemplo notorio de lo benéfico que resulta el cruzamiento ... ".1~ El
ilustre Maestro José Vasconcelcsw observa: "En Grecia se funda el desarrollo de la civilización
occidental o europea, ... que al expandirse llegó hasta las playas olvidadas del Continente Ame-
ricano para consumar una obra de recivilización y repoblación ... El europeo, después de
organizarse en Europa se ha convertido en el invasor del mundo, y se ha creído llamado a pre-
dominar ; ha puesto al mundo en situación de que todos los tipos y todas las culturas puedan
fundirse ; 11a puesto las bases materiales y morales para la unión de todos Jos hombres."..
La cultura europea es emigradora; pero no fué Europa en conjunto la. encargada de iniciar la
reincorporación del mundo rojo a las modalidades de la cultura preuniversal, representada desde
hace siglos por el blanco. la misión trascendental corresponde a las dos ramas más audaces
de la familia europea; a los dos tipos humanos más fuertes y más disímiles: el español y el
11 Cfr. WIESE-BECKER, oh. cit. en la nota N9 1, pp. 211-227.
12 Cfr. CASO (Antonio), Sociología, Edit. Porrúa, México, 1945, cap. X.
13 Cfr. VASCO!\CELOS (José), La R.IZd Cósmica. París, 1925.
_I\IESTIZAJE - 399
inglés. La colonización española creó el mestizaje. Es sorprendente observar que casi todos
los caudillos de la independencia latinoamericana se sintieron animados de un sentimiento hu-
mano universal que coincide .con el destino que hoy asignamos al continente latinoamericano.
Hidalgo, Morelos, Petión el Haitiano, los argentinos en Tucumán, Sucre, todos se preocuparon
de libertar a los esclavos, de declarar la igualdad de todos Jos hombres por derecho natural; la
igualdad social y cívica de los blancos, negros e indios. En un instante de crisis histórica, fcrmu-
laron la misión trascendental asignada a aquella zona del globo: misión de fundir étnica y
.esplritualmente a las gentes ... Los llamados latinos, tal vez porque desde un principio no son
propiamente tales latinos, sino un conglomerado de tipos... persisten en no tomar muy en
cuenta el factor étnico para sus relaciones sexuales ... Se ha producido y se sigue consumando
la mezcla de sangre. Y es en esta fusión de estirpes donde debemos buscar el rasgo fundamcn.
tal de la idiosincrasia iberoamericana."
Observa el Lic. Carlos A. Echénove Trujillot- que "como consecuencia de la falta de es-
-crúpulos raciales, el mestizaje proveniente de españoles e indígenas surgió desde el momento
del primer contacto entre ambos y continuó su secuela ... Todo parece demostrar que los pri-
meros mestizos mexicanos (empleando la palabra mexicanos en su sentido político actual)
nacieron de la unión matrimonial del soldado náufrago español Gonzalo Guerrero y de la hija
de un cacique maya de Cheturnal, población perteneciente hoya... Quintana Roo ... Cuando
llegado Cortés a. las costas de la península de Yucatán ofreció a Guerrero su liberación y la
vuelta con sus compatriotas españoles, el esposo de la maya declinó cortésmente la oferta y
prefirió seguir unido a su familia n:!.tiva.... Este primer caso de la conquista del blanco por
el indígena sugiere el nombre de guerrerismo para designar el fenómeno general ... , así como se
nombra a menudo con el vocabloma/iruhiJmo el caso contrario, o sea la entrega del aborigen
y del mestizo a lo extranjero, vocablo derivado de Malinche, nombre indígena españolizado de la
amante ehontal de Cortés. que tan decisivo papel desempeñó en la conquista de México Como
intérprete e intermediaria de los españoles".
prendas cuya forma originariamente se derivó de los vestidos de piel de los n6madas
de las estepas asiáticas; calzamos zapatos hechos de cueros, curtidos por un proceso
inventado en el antiguo Egipto. y cortados según un patrón derivado de las civi-
lizaciones clásicas del Mediterráneo. Nos anudamos alrededor del cuello una corbata
que es supervivencia de los chales o bufandas que usaban los croatas del siglo XVI.
Antes de desayunar nos asomamos a la ventana, hecha de vidrio inventado en
Egipto. Y. si está lloviendo, nos calzamos unos chanclos de caucho, descubierto por
los indígenas de Centroamérica, y eventualmente cogemos un paraguas inventado en
el Asia SudorientaI. El sombrero está hecho de fieltro, que es un material inventado
en las estepas asiáticas. Ya en la calle, nos detenemos para comprar un periódico,
pagándolo con monedas, una invención de Ja antigua Lidia. En el comedor, del
restarán o de nuestra casa, nos espera toda una serie de cosas adquiridas de muchas
y variadas culturas. El plato está hecho según una forma de cerámica inventada en
China. El cuchillo está hecho con acero, una aleación realizada por primera vez en
el Sur de la India. El tenedor es un invento de la Italia midioeva1. La cuchara es
un derivado de un original romano. Comenzamos el desayuno con una naranja, pro-
cedente del Mediterráneo, un melón de Persia, o quizá una tajada de sandía de
Africa. El café procede de una planta que se cultivó originariamente en Abisinia.
La crema o la leche procede de la vaca, que fué domesticada por primera vez en
el Cercano Oriente. El azúcar fué elaborado originariamente en la Jodia. Si torna-
mos 1(.J(tffles, una especie de barquillos suaves, nos estamos aprovechando de un
producto escandinavo, hecho con trigo, que fué cultivado primeramente en el Asia
Menor. El jarabe de arce derramado sobre esos barquillos fué preparado originaria-
mente por los indios norteamericanos de los bosques orientales. Si tomamos huevos,
estamos sirviéndonos de un ave que empezó a ser criada y domesticada en Indochina.
y si tomamos Carne fresca, eso se debe al hecho de que los animales de los que
procede fueron domesticados en otro tiempo en el Asia Oriental. Pero si la tomamos
salada y ahumada -por ejemplo, tocino--, nos estarnos aprovechando de un pro-
ceso inventado en el Norte de Europa. Si uno fuma, después de comer, ésta es una
costumbre aprendida de los indígenas americanos, consumiendo para ello una planta
cultivada primero en Brasil, ya sea en una pipa, copiada de los indios de Virginia,
o en un cigarrillo, inventado en México; y si fuma un puro, entonces aprovecha algo
transmitido de las Antillas, a 'fravés de España. Mientras fumamos. leemos las no-
ticias del día, impresas con caracteres inventados por Jos antiguos semitas, sobre
papel, que fué inventado en China, mediante un procedimiento inventado en Ale-
mania. Este catálogo de elementos que nuestra cultura ha tomado de otras cultu-
ras, dista enormemente de ser completo. Por el ronrrario, constituye tan sólo un
pequeñísimo número de muestras, con las cuales se trata de dar unos pocos ejemplos
de cómo múltiples aportaciones de diferentes culturas se han asimilado primero e
integrado después en nuestra propia cultura. .
Hasta aquí se ha ejemplificado la integración, unión O fusión de: elementos ma-
teriales en grandes grupos nacionales o en grupos todavía mayores, en un círculo
de cultura que rebasa las fronteras nacionales. Pero este proceso de integración y
su correspondiente resultado se dan también en gr.tU)os tic menor tamaño, incluso
en los muy pequeños: pareja. terceto, fraternidades. pa-ndillas, etc.
COOPER,iClON y SUS CLASES 401
lO.-PROCESOS DE COOPERACION
Cooperación es la actividad común de dos o más personas para realizar intere-
ses comunes, semejantes o complementarios. Estos intereses comunes pueden ser o
bien la consecución de un determinado fin, por ejemplo, organizar un festival,
construir una casa, derrotar a un enemigo, etc.; o bien cumplir una determinada
función. por ejemplo, promover el intercambio cultural, cultivar la música, etc.; o
bien, realizar una tarea en común, por ejemplo, trabajar juntos en un taller.
la diferencia entre cooperar para el logro de un fin, y cooperar para la reali-
zación de una función es la siguiente. En este respecto llámase fin, en singular, a
la representación concreta de una cierta obra a producir, o de un cierto resultado a
obtener, que, tan pronto como ha sido conseguido. deja de constituir una meta,
puesto que se ha logrado 'ya.1.6 En cambio. la [uncián es la puesta en práctica conti-
nuada de unas actividades que se consideran valiosas y que pueden y aun deben ser
proseguidas de modo continuado por tiempo indefinido. O. dicho con otras palabras:
la función es la realización sucesiva de una serie de- fines análogos. Ejemplo de
un proceso de cooperación en vista a un fin singular sería el conjunto de activi-
dades desarrolladas por un determinado número de personas para organizar y llevar
a cabo un concierto. Y, en cambio, ejemplo de cooperación para la realización de
una función sería el conjunto de actividades puestas en práctica por los miembros
de un grupo para cultivar y fomentar la música. organizando y celebrando perió-
dicamente. por tiempo indefinido. conciertos y otros espectáculos filarmónicos.
Los modos de cooperación son clasificados por Maclver'" en dos tipos prin-
cipales:
1) Cooperacíán directa, la cual consiste en todas aquellas actividades en las
cuales las gentes hacen juntas cosas semejantes. por ejemplo: jugar juntas, labrar
juntas un campo, cantar juntas en un coro, trabajar juntas en la misma faena ha-
ciendo cosas similares. cargar juntas un tronco, asaltar juntas una barricada. En es-
tos casos tenemos una cooperación por solidaridad, por semejanza.
2) Cooperación indirecta, la cual se da cuando dos o más personas ejecutan
actividades diversas, pero siendo cada una de esas actividades una parte·en el pro·
ceso para la realización de un mismo fin. En este caso se da la colaboración por
división del trabajo, cuyos hechos fueron magistralmente estudiados por el soció-
logo francés Emilio Durkheim."
Esta forma de cooperación por división del trabajo se revela dondequiera que
las gentes combinan sus diferencias y sus diversas actividades par:'!. la mutua satis-
Iaccíón de un fin común. La división del trabajo se diversifica tanto rn.is, cuanto
más adelantada se halla una sociedad, por ejemplo. una nación moderna altamente
industrializada. Sin embargo, la división del trabajo existe incluso en comunidades
primitivas. Una investigación sobre treinta tribus de gentes analfabetas ha mostrado
que en cada una de ellas habla --como promedio-- cincuenta casos de división del
trabajo. Dos tercios de esas funciones estaban desempeñadas por hombres. mientras
16 Cfr. GURVITCH {Georges), Essais d~ Sosiologie; París, Sirey, 1938, rr, ')9' y :'~,
J7 Cfr. MAClvER & P.... CE. ob, cit, en la nota N<¡ 10. pp. 63 Y ss.
18 Cfr. DURKHEIM (Emile), La división du Iral'ai/ Joda/.. Paris. 189,\ --Iu}' rr.rd. l'S!'
de Carlos G. Posada. Madrid. 1928. Véase: SIMPSON {George}. Emilv DlIrldJl'im 111: :,",- Pi:i·
11011 01 Labor, Nueva York. 1933.
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que el tercio restante pertenecía a las mujeres. En esos censos llevados a cabo en
los Estados Unidos en 1930 fueron registradas 20,000 ocupaciones diferentes, cada
una de las cuales implica una especialización de actitud y de cenducta.t''
Se produce cooperación por división del trabajo cuando se diversifican fun-
ciones cada una de las cuales ha de engranarse a su debido tiempo con otras, por
ejemplo: en una fábrica de automóviles, en la cual cada uno realiza determinada
tarea, relacionada y articulada con otras, el conjunto de las cuales determina la pro-
ducción de un vehículo; o en una escuela, donde los maestros, los estudiantes, el
director, el secretario, los funcionarios administrativos, los. bedeles, los porteros,
etc., realizan una variedad de tareas articuladas las unas con las otras.
Los procesos de cooperación pueden producirse entre pocos o muchos individuos.
Pueden producirse no sólo entre individuos, sino también entre grupos diferentes,
incluso, por ejemplo, entre naciones. Pueden desenvolverse espontáneamente, sin
seguir pautas rígidamente establecidas, o pueden desarrollarse según planes y de
acuerdo con una organización minuciosamente establecida.
La cooperación es el proceso social que se da en el mayor número de aspectos
de la vida humana. Todo individuo está inserto en un sinnúmero de procesos de
cooperación. Hora tras hora, estamos cooperando con otros en una incontable mul-
tiplicidad de maneras. Precisamente porque los procesos de cooperación impregnan
continuamente gran parte de nuestra vida muchas veces no pensamos en ellos.
Hay procesos de cooperación en el seno de la familia, en el grupo de juego, en
la escuela, en la comunidad local, en la vecindad, en la Iglesia, en la nación, en el
trabajo, en la diversión, en los movimientos políticos, en el tránsito pedestre y ro-
dado, en la adquisición de los bienes necesarios para la subsistencia, el vestido, el
alojamiento, en la amistad, en el ejercicio de todos los oficios y pr~fesiones, etc.
19 Cfr. ChRR (Lowell juillierd}, Alla/.ogical Sociotogv. Social Sisuations tli/d Social Pro-
blams. Harper, Nueva York, 1955, pp. 48 Y ss.
CAP[TUI.O XX
4·-0POSICION
La OpOSICIOO se halla ya latente en Jos procesos de competencia, y. por otra
parte, cuando se agudiza y se manifiesta en forma definida lleva al conflicto. Pero
cabe hablar en. términos generales de procesos disociativos de oposición, los cuales
consisten en conductas movidas por actitudes de disentimiento, inconformidad, ano
tipatía, aversión, rencor, resentimiento, odio, y similares.
Hay procesos de oposición determinados principalmente por los [actores de la
Ji/Ilación, por ejemplo: contradecir, disentir, objetar, dimitir en señal de protesta,
formular una protesta de inconformidad, etc."
Otros factores que producen procesos de oposición son los siguientes: a) inte-
reses antagónicos: b) convicciones antagónicas; c) temperamentos antagónicos; d)
antagonismos imaginados por una de las partes.
El antagonismo de intereses suele ir acompañado por una comprensión racional.
más o menos clara, de su existencia y de sus fundamentos. Ejemplos de ese antago-
nismo los hallamos abundantemente en el campo de la economía, en el de la política,
en el de los esfuerzos por la conquista de poder o influencia social, etc.
Existe antayonismo de convicciones entre los partidos políticos de idearios
incompatibles, entre diversas fes religiosas, entre escuelas artísticas, entre escudas
filosóficas, etc.
Existe a11lagonismo de tem peranrentos entre dos personas, cuando el de una
produce sobre la otra unos efectos irritantes, lo cual se da a veces incluso cuando
las relaciones entre ambas son buenas. Un caso particular de este fenómeno es 10
que en los conflictos matrimoniales se llama "incompatibilidad de caracteres".
En ocasiones, se da un anttlgrmisJlJo real [andado sobre (mUIl.I 'file no son reales.
sino {Iue existen tan sólo en la imaginación de una de las partes o de ambas. Una
persona cree que ha sido insultada, humillada, menospreciada por otra, mientras que
un observador imparcial no halla base ninguna para esa creencia. De hecho, muchas
oposiciones son debidas a esos autoengaños, a malentendidos, que no tienen base
real, pero que dan lugar a un positivo envenenamiento de las relaciones sociales."
Hay procesos típicos de oposición que se dan entre los miembros de dos grupos,
cada uno con características divergentes del otro, por ejemplo: la oposición entre los
miembros de: la nueva generación y los de la anterior; la oposición entre las gentes
de diversas edades; la oposición entre los sexos, y consiguientemente entre marido
y mujer; la oposición entre la mayoría y la minoría en un parlamento.
Los procesos de oposición llevan muchas veces solamente a manifestar disentí-
miento, a formular protestas, a defenderse frente a una influencia, a tratar de con-
trarrestur esa influencia, a presentar objeciones. a reprochar, a cargar la responsabi-
lidad de algo sobre los hombros del oponente. a distanciarse, a' separars,:, a recelar.
Pero muy frecuentemente la oposición se desarrolla hasta producir conflicto y
hasta lucha.
r Cfr. WIESF. (Leopold von), oh. cit, en la nota NO) 2.
II Cfr. SIMMfL (G.), Soá%XY. trad. de ). Pérce Bances. Rev. de Occidente. Madrid.
Iasclculc HI; WIESE. ob. cit. en la Dota N° 2,
408 PROCESOS DE ANTAGONISMO
5.-CONFLICTO y LUCHA
Cuando los individuos o grupos en competencia para conseguir determinado
objetivo, O en oposición desde algún punto de vista, tratan conscientemente de ani-
quilar, derrotar o subordinar a la otra parte, o de defenderse frente a tales intentos
-de ésta, entonces surge y se desenvuelve un proceso de conflicto.
Oaro que no siempre es posible trazar una línea tajantemente divisoria entre
la competencia y la oposición de un lado, y el conflicto de otro. Pero hay ciertas
diferencias que distinguen el conflicto frente a los otros procesos disociativos.
Mientras que en la competencia puede ocurrir que los competidores no siempre
se conozcan individualmente y por tanto la competencia se desenvuelva en un plano
impersonal, teniendo a la vista principalmente el objetivo a que todos aspiran, en cam-
bio, en el conflicto la atención se centra en el adversario y en la derrota de éste.
La competencia es un proceso social de enorme extensión y que suele desenvol-
verse de modo continuo. Por el contrario, el conflicto se delimita claramente en su
comienzo, en su duración.. y en su término; y en lugar de ser algo continuo, es
más bien intermitente.v
La oposición muchas veces es sólo latente, sin que se manifieste en un conflicto.
Otras veces, la oposición se manifiesta tan sólo en forma de disentimiento, de pro-
testa, de acusación, de objeción, pero no tiende a derrotar o destruir al opositor. Por
el contrario, en el conflicto hay choque directo, en el cual cada una de las partes
trata de prevaleceesobre la otra.
Así, pues, cabe arácterizar el conflicto como aquel proceso de interacción en el
cual los hombres o los grupos contienden el uno contra el otro, Es una contienda en
la cual cada una de las partes mira a la otra como adversaria. En el conflicto la acción
tiene el propósito deliberado de atacar, de coordinar, de derrotar, a Ja otra parte.
Hay conflictos entre individuos, hay conflictos entre individuos y grupos, y hay
conflictos entre grupos.
Ejemplos de conflictos entre individuos SOn los Siguientes: los que en otra épo-
ca se manifiestaban en los duelos ó 'desafíos: las riñas a puñetazos, cualquiera que
sea el motivo; la lucha para eliminar a una persona de una' institución, de un cierto
círculo social, de un negocio, de un cargo, de un partido, mediante ataques verbales,
acusaciones, libelos, etc.; la lucha para poner en ridículo a un adversario de modo
que quede reducido a la impotencia; el litigio judicial; la lucha económica par.
arruinar al adversario; la lucha entablada entre el hijo que quiere casarse con deter-
minada muchacha contra el padre que se lo prohibe; la lucha entre los cortesanos
para obtener el favor exclusivo del magnate;' la lucha entre hermanos para des-
bancar el uno al otro en el apoyo paterno'; etc.
Hay conflictos entre un individuo y un grupo, de los cuales SOn ejemplos los
siguientes casos: la lucha del hereje con la iglesia de la cual era miembro, y que
termina o bien con una escisión --el hereje consigue sustraer a la confesión reli-
giosa otros fieles a quienes ha persuadido en favor de su heterodoxia- seguida
de un anatema por parte de la iglesia, o bien con la simple expulsión y excomunión
del hereje; la lucha del disidente de un partido con éste; la lucha del delincuente
con el Estado, que se manifiesta primero en la persecución policiaca, y termina en
l' Cfr. El.DR!DGE & AssOCIATf!5, Pundamcntals 01 Sociology: A Situalional Analysis, Crowell,
Nueva York. 1950, pp. 3H5 r ss.
CONFLICTO Y LUCHA 409
como base para dirimir el conflicto. Las normas sociales -<ostumbres, creencias,
convencionalismos, etc.-, son fuerzas conservadoras. Aunque cambien, cambian más
despacio que las necesidades, los deseos, las esperanzas y las demandas de los
hombres. Entonces sucede que una de las partes en el conflicto invoca viejas
normas para la protección de sus intereses, mientras que la otra parte ataca esas
normas por considerarlas inadecuadas. y trata de justificar sus intereses propug-
nando reconocimiento para un proyecto de nuevas normas que amparan sus deseos.
Por otra parte, en ocasiones sucede que existen muchas normas sociales -no
siempre armónicas entre 51-, algunas de ellas ambiguas o equívocas, en relación
con determinados casos. Entonces. cada una de las partes invoca una norma dife-
rente, o una diferente interpretación de la misma norma. Por ejemplo: si los repar-
tidores de leche en una ciudad se declaran en huelga en demanda de jornales más
altos alegarán que los propietarios de los establos trataron de quebrantar el sindicato
obrero. Los propietarios insistirán en que el conflicto surgió por las intrigas y la
malicia de unos agitadores que pretenden arruinarlos. Si la huelga se prolonga,
los consumidores detestarán e inculparán tanto a repartidores como a los propieta-
rios: apedrearán a los grupos obreros que vigilan que no se haga ningún reparto
de leche, y apedrearán también las oficinas de los propietarios de los establos, invo-
cando para justificar ese ataque que unos y otros han violado normas más altas,
según las cuales no se debe dejar privados de alimento a los niños y a los invá-
lidos, cuyos intereses deben estar por encima tanto de los obreros como de los
patronos. Por la falta de normas sociales vigentes que sean unívocas para zanjar
esa oposición tridimensional de intereses, surge la lucha entre los tres bandos.>"
Otras veces la causa del conflicto es una diferencia de opinión, que en oca-
siones se produce incluso entre personas que colaboran estrechamente. Por ejemplo:
dos intelectuales que estaban colaborando armónicamente en la redacción de una
obra conjunta regañan por la cuesti6n de cual de los dos nombres debe aparecer
primero. En un matrimonio, hasta entonces bien avenido, surge una diferencia de
criterio a cuyo calor se produce un conflicto o incluso una lucha abierta. Dos parti-
dos políticos, que habían venido actuando en coalición, tropiezan frente a un prO'-
blema respecto del cual cada uno mantiene una opinión contraria a la del otro;
entonces na sólo la coalición se rompe, sino que surge una lucha abierta.
Cuando los conflictos se suscitan entre grupos, suelen producir como efecto
mientras dura la lucha el hecho de que aumente la cohesi6n interna entre los miem-
bros individuales}' colectivos de cada grupo. Esto se observa especialmente en las
guerras entre naciones-: cada naci6n logra una. mayor solidaridad, no s610 entre
sus componentes individuales, sino también entre los grupos dentro de ella, 105
cuales olvidan al menos provisionalmente sus diferencias y antagonismos, e incluso
sus conflictos, para formar un bloque compacto frente al exterior.
10 Cfr. GREEN (Arnold W.), SocioJogy: An Analysis ot Lite in Modern Societ y. MeGr.:t .....•
Hil!, Nueva York, 1952, pp. 52 y ss.
17 Cfr.OcBuRN (D.) r¡ NIMKOFF (M. F.), oh, cit. en la nota N° 1, pp. 373·7ft
4l-1 MODOS DE RESOLlJOON DE LOS CONfLICTOS
eliminada, como por ejemplo, les ocurrió a Alemania y al Japón después de su total derrota.
militar en la Segunda Guerra Mundial. En ese tipo de casos la parte vencida sude aceptar la
derrota y, por consiguiente. una posición de inferioridad respecto del vencedor. Entonces el pro-
ceso de conflicto desembocó en una relación de supra-ordinación y snb-ordinncián entre las dos
partes respectivamente. '
B) Por compromiso, Esto suele suceder o bien cuando las partes en conflicto parecen ser
igualmente fuertes, de manera que ninguna puede prevalecer sobre la otra, o bien, cuando
sobreviene un cansancio de luchar, o bien cuando comprenden que una transacción incluso no
muy favorable sería menos mala que los estragos que se seguirían de proseguir en la lucha. I.3'i
partes renuncian a la actitud del "todo O nada"; cada una de ellas hace algunas concesiones a la
otra, y tal vez halla consuelo por aquello a Jo que tiene que renunciar pensando que la. otra
parte tuvo también que renunciar a algo.
e) POr decisiáu de roíerarse, como sucede. por ejemplo, cuando se termina un conflicto
religioso. En este caso no hay compromiso; ninguna de las partes hace una concesión a 1::. otra
u otras, ni cambia sus creencias; 'pero las partes deciden tolerarse recíprocamente. Aunque cada
grupo religioso conserva intacta su propia fe y sigue creyendo en lo mismo y tratando de hacer
prosélitos, decide tolerar al otro grupo o a los otros grupos y reconocerles los mismos derechos.
D) Pur conciliación, la cual consiste en que las actitudes de mutua hostilidad se sustituyen
por una recíproca disposición amistosa. Mientras que en el mero tolerarse mutuamente no hay
realmente una buena voluntad, sino tan sólo una aceptación a desgana de algo que es irreme-
diable, en cambio la conciliación implica el propósito de una disposición amistosa. Suele llegarse
a la conciliación por medio de disipar malentendidos, por medio de sincera renuncia a puntos
de amor propio, por un deseo de superar antagonismos de temperamentos, o de opiniones"
EJ Por ronrersián, la cual consiste en que una de las partes en conflicto resulta persuadida
de que estaba equivocada y de que quien tenía la razón era la otra parte; y entonces renuncia ~I
que había sido su propio punto de vista y se adhiere al punto de vista de la otra parte.
F) Por mediacián, 13 cual es un procedimiento o una técnica que "puede conducir al como
premiso, a la tolerancia, o a la conciliación. Este procedimiento o técnica consiste en que ter-
ceros, que no son parte c'! el conflicto, actúen cerca de las partes en éste, para aproxirnarlns e
inducirlas a limar sus diferencias llegando a un acuerdo, el cual puede ser un compromiso, un
modus vivendi de tolerancia, o a una conciliación. Caracteriza a la mediación, a diferencia del
arbitraje, el hecho de que las propuestas sugeridas por los terceros no tienen fuerza obl igator¡a
para las partes en conflicto.
G) Por tl/'hitra;e, el cual nm.,iste en que las partes en conflicto aceptan de antemano poner
fin a su contienda sometiéndose a lo que decida un tercero, nombrado precisamente 1'01' común
acuerdo de las partes.
H) POr i allo del órgano iunsdiccional oficial (judicial o administrativo}, competente para
resolver sobre la disputa.
ción o una tregua indefinida. O bien, una de las partes en la lucha o las dos. se
arrepienten, experimentan que pasado el primer momento pasional, la tenden-
cia de simpatía prevalece sobre los antagonismos, y se dan las manos.
De esa manera, sucede frecuentemente que después del conflicto surgen proce-
sos de ajuste, o de acomodación, o de asimilación, o de cooperación. Otras veces
sucede que al proceso de conflicto sigue una fase de acomodación, la cual sin em-
bargo no es definitiva, pues más tarde renace el conflicto.
Si bien es verdad que los conflictos no son continuos sino que son intermi-
tentes, en cambio. las relaciones y los procesos de oposición se dan con gran abun-
dancia y persistencia, también casi de modo continuo. La cooperación y la oposición
impregnan la vida social en la mayor parte de los aspectos de ésta, y muchas veces
se dan simultáneamente en el mismo campo. Pues sucede que, cuando las gentes
cooperan, sus intereses son armónicos tan sólo hasta cierto punto, más allá del
cual se producen relaciones o procesos de oposición, cuando no de conflicto. Incluso
en las relaciones más amistosas, y aun en las más íntimas, hay un punto o un
aspecto en el cual los intereses divergen, o en el cual las actitudes no son concordes.
La más estrecha cooperación dentro de la" familia no impide- que surjan desavenen-
cias e incluso peleas. La devoción a una causa común no excluye la posibilidad de
que entre quienes la sirven surjan fuertes diferencias de opinión, o ambiciones que
chocan unas contra otras. Parece que en nuestras relaciones con los demás, al lado
de la mutua ayuda se dan muy frecuentemente aspectos de oposición.
Por otra parte, los procesos de conflicto envuelven procesos de cooperación, no
sólo entre los que militan en un bando contra otro, sino también entre los dos
bandos, en la medida en que ambos se someten a unas normas que regulan el des-
arrollo de la lucha. Si quienes luchan no son dos individuos, sino que son dos
grupos, entonces la lucha exige una mayor cohesión entre los del mismo bando.
Por otra parte, las más apasionadas y extref!losas luchas están reguladas por
algunas normas, a excepción de la guerra total -y aun cabría discutir respecto de
ésta Sr hay O no normas, pues el hecho de que se haya castigado a los criminales
de guerra alemanes y japoneses parte del supuesto de que había normas que fueron
violadas por éstos. El mero reconocimiento de la existencia de esas normas, por las
partes en conflicto, implica un proceso asociativo entre éstas.
CAPiTULO XXI
del círculo de la cultura occidental, del grupo de los que hablan el mismo idioma.
de las generaciones históricas, etc. Seguramente la realidad de esos conjuntos consta
de una serie de procesos y relaciones sociales combinados de tal manera que forman
una especie de configuración. Vistos desde fuera, esos conjuntos aparecen como con-
figuraciones integradas por unos ciertos hechos sociales, los cuales se presentan como
coincidencias, como articulaciones, como tejidos, como bloques o como racimos de
conductas formando alguna silueta} y que poseen alguna unidad.
Esos conjuntos son configuraciones de hechos sociales, los cuales se presentan
delimitados y con alguna unidad desde un punto de vista determinado, bien porque
consisten en lazos psicológicos especiales que unen a una pluralidad de personas
-p. e., la familia-; bien porque consisten en coincidencias o concordancias de
intereses materiales o espirituales que se dan en una pluralidad de sujetos -p. e.,
el grupo profesional-; bien porque consisten en una participación en unos ciertos
modos colectivos de vida -p. e., los que hablan el mismo idioma-; o bien pOfque
consisten en una mezcla de esos vínculos, esas concordancias de intereses, y esa
común participación en unas formas de vida -p. e., la nación, la clase social.
Esa caracterización de las formaciones, los complejos o los grupos sociales, co-
mo urdimbres o configuraciones de fenómenos de vida social, que forman -conjuntos
delimitados con mayor o menor precisión desde algún punto de vista, tal vez
parezca una caracterización demasiado vaga. Pero es que se debe tener en cuenta
que mediante este concepto se trata de cubrir realidades sociales muy diversas" muy
varias desde distintos puntos de vista. pero todas las cuales tienen algunos rasgos
comunes, a saber: el hecho de constituir a manera de configuraciones o conjuntos de
fenómenos sociales, que presentan un mínimum de unidad o de conexión real.
En efecto, dentro de ese concepto superlativamente general caben las forma-
ciones O complejos más diversos: desde las muchedumbres pacíficas, hasta el Estado.
Caben, por ejemplo, el auditorio de un teatro, la clase social, la tertulia, la pareja
conyugal, el complejo paterno-filial, la familia, la parentela, el cuerpo profesional.
las asociaciones culturales (religiosas, filosóficas, científicas, artísticas. deportivas.
políticas) t la empresa económica, el sindicato, la nación, el Estado, etc.
Entre esos conjuntos los hay que tienen algo así como una vida propia usando
esta expresión desde luego en sentido figurado, por ejemplo, la familia, el Estado.
la universidad, etc.; es decir, que consisten en una organización de interactividadcs.
cuyo conjunto estructurado tiene una unidad. Pero entre esos conjuntos hay otro;
que consisten más bien en meras delimitaciones por concordancia o coincidencia de
intereses, o participación en unos modos de conductas, sin que haya propiamente un.r
estrecha articulación u organización de esas conductas. Y hay desde luego muchas
otras modalidades intermedias, y otras combinadas o mixtas.'
1 Sobre los complejos o grupos sociales, puede consultarse, además de las obras que ir":'
indicando en el desarrollo .de este capítulo, las siguientes: SIMMEl. (G.), Sociologia. trad. de
]. Pérez Bances, Madrid. 1927; WIESE {Leopold van), System der allgemeinen Soziologie .ds
Lehre f,·on den sozialen PrOZCUef¡ und sozia/en Gebi/den der MellJchell, 1933; MAUNIER (Rcné}.
Essais sur les gronpements sociaax, Peris, 1929; OURKHEIM (Bmile}. Le(OfJJ de Sociotogie,
Presses Universitaires de Frence, París. 19'0; MENDIETA y NÚÑF.z (Lucio), Teoría dI! lo!
Agrupamientos Socia/es, Inst. de Invest. Soc.• México, 19'0; ORGAZ (Raúl A.). Sociología. Imp.
de la Univ. de Córdoba, 1946, 2· parte; DAVY (G.), et SOBRE (M.), Morpbologie Socialé en
"Année Sociologtque", 3e. serie, París, 1948-49; COOLEY (e. H.), Social Org.miznrion, Scrfbner.
Nueva York, 1929; SOROKIN (P. A.), Society, Culture al1d Personality, Harper, Nueva York.
1947. pnrtc 6'; LUNDBRRG (G. A.). Ponndations 01 Soriology. MacMillan, Nueva York. 19.\9.
:lorl"lol::l.~.-27 •
CLASES DE PLURALIDADES HUMANAS
Claro es que el tipo de f'Iuralidad que es esencial para la existencia deun corn-
pIejo, formación o grupo social, es la pluralidad de interacción. Ahora bien, sucede
que hay grupos delimitados principalmente por constituir una pluralidad de clase
o categoría, y que sobre esta base se dan algunos fenómenos de interacción a dis-
tancia, aunque éstos sean pocos y débiles. El estudio de los complejos, grupos o
formaciones sociales' se fija sobre todo en las pluralidades humanas constituidas por
hechos de interacción, cuyos miembros tienen una efectiva conexión real entre sí,
mayor o menor, más o menos intensa o tenue, pero existente en alguna medida.
Puede suceder que en algunos tipos de complejos la interactividad viene determi-
nada principalmente porque los miembros de eUos constituyen una pluralidad de
clase, por ejemplo, profesional, o porque están agregados en un lugar, por ejemplo,
una muchedumbre reunida en una plaza. 0, expresándolo de modo más correcto, son
esos fenómenos de interacción los que constituyen la formación o el grupo sócial,
como una especie de haz de fenómenos sociales con una relativa unidad y con
una . relativa delimitación.
En esta caracterización a los rasgos de unidad y de delimitación antepongo el
adjetivo de relativa, por dos razones. Primero, porque no cabe aislar enteramente
un haz o complejo de fenómenos sociales del resto de los demás. En segundo lugar,
porque los grados de unidad y de delimitación de los complejos sociales son muy
diversos, según las diferentes formaciones de que se trate. Así, por ejemplo, la
unidad y la perfilada delimitación son muy precisas en el Estado; pero, en cambio,
se presentan menos rigorosos en una clase especial, cuyos criterios constitutivos son
a veces vacilantes, y cuyos perfiles se ofrecen como vagos, pero cuya .realidad es,
sin embargo, bien notoria e indudable.
:1 Cfr. \VIESE (Leopcld ven), ob, cit, en la nota N° 1, J'P. 462 Y ss.
1 Cfr. SIMMI3L (G.), ob. cijo en la nota N° 1, fase. 1, pp. 93 y 5~,.
5 Cir. LUNDDERG (G. A.), ob. ti/o en la nota N° 1. pp. 352 y ss.
"'r, aro WIESE, ob. cu., pp. 473 Y ss.
~ $IMMEL, ob. Y !lIg. cn., pp. 115 Y ss..
422 CLASIFlCACION DE LOS GRUPOS POR LA CANTIDAD
ciso que se integren grupos que rebasen cuantitativamente el número que se pone
como tope. Asimismo, encontramos preceptos que exigen ':In mínimum de copartí-
cipes para que se produzca un determinado efecto jurídico, verbigracia, para formar
una sociedad anónima, para constituir un tribunal O un jurado, para tomar acuerdos
en una asamblea. En tales casos, el Derecho prescribe un número mínimo, porque
confía en la pluralidad y desconfía de un número pequeño de individuos.
fábrica, estructura que comprende una estricta división del trabajo, una jaraquización
de las diversas funciones, se forman espontáneamente grupos particulares, carnari-
Has, palomillas de amistad, bloques de solidaridad, etc., que no sólo constituyen
círculos paca satisfacción de sus miembros, sino que llegan a tener en ocasiones
una influencia sobre la moral y la eficiencia del trabajo, y a influir decisivamente
sobre la vida de los sindicatos -los cuales son otra estructura rígidamente organi-
zada. Algo similar pasa en los partidos políticos organizados, en la estructura del
gobierno, en las escuelas, en los conventos, en los cuarteles, en las cárceles, etc. 1 2
Llámanse habitualmente grupos secundarios aquellos cuyos miembros se hallan
de ordinario dispersos en grandes espacios, de modo que nunca se reúnen todos, y
de modo que no hay un contacto directo entre la mayor parte de ellos. Las relaciones
y los procesos sociales entre sus miembros son impersonales, esto es, de índole neo
tamente colectiva, es decir, funcional, o lo que es lo mismo, de cumplimiento de
funciones, papeles o roles.
Sin embargo, la caracterización que antecede se refiere a un tipo puro, que na-
turalmente es difícil que exista en la realidad en ese estado químicamente puro.
Por el contrario, sucede -como ya se hizo notar-e- que dentro de los grandes grupos
secundarios se producen grupos primarios, los cuales tienen una gran importancia
para la subsistencia y sobre todo para el funcionamiento del grupo secundario. Un
ejército --que sería un máximo ejemplo de grupo secundario, impersonal, rígida-
mente organizado-- pelea con éxito debido muchas veces al hecho de que en las
pequeñas unidades de combate se han producido grupos primarios. Una fábrica
trabaja can mayor eficiencia, si en las unidades de labor,' incluyendo en ellas al
capataz. se han producido grupos primarios en los que reina espontáneamente un
sentimiento de identificación. Una clase universitaria produce mejores resultados si,
aparte de las relaciones oficiales, colectivas, funcionales, del profesor con los alum-
nos y de los alumnos entre sí, se ha formado una especie de grupo primario regido
por los sentimientos de mutuo afecto y confianza, de identificación personal."
pectos de la vida, existe sin embargo de un modo latente, y condiciona incluso mu-
chas hechos de la vida, en los cuales no se piensa en la comunidad o no se tiene
explícitamente el sentimiento de ella.
Lo expresado anteriormente no quiere decir que la comunidad abarque todos
los aspeotos y dimensiones, de Jos individuos vinculados en ella. Por el contrario,
considero que cabe siempre distinguir entre los asuntos comunes, por un lado, y
los asuntos personales o individuales de. sus miembros, por otro lado. Es decir, las
relaciones comunitarias dejan al individuo siempre un espacio libre frente a la
comunidad: el espacio ocupado por asuntos ajenos a la comunidad. Esos asuntos no
incluidos dentro de una determinada comunidad pueden ser de dos clases: a)
asuntos propiamente individuales, personales, singulares del sujeto; y b) asuntos afec-
tados por otras relaciones sociales diferentes. Por ejemplo, la pertenencia a una
nación no absorbe -sobre todo en una situación de cultura y de civilización avan-
zadas-, la totalidad de aspectos y de asuntos de la vida de un individuo. Si éste
es realmente un ser hwnano en acto, hay en su vida muchas cosas que son privati-
vamente individuales de él; y hay también otras muchas cosas no incluídas en la
comunidad nacional o que aun dentro de ella trascienden a la vez de ella, y perte-
necen a. otras comunidades, por ejemplo, a una comunidad de intereses profesio-
nales, o a una comunidad ideológica, etc., o sencillamente a la comunidad universal
de lo humano. En las situaciones de primitivismo, la comunidad tribal o nacional
suele ser mucho más absorbente. Pero, a medida que el hombre progresa, que as-
ciende en cultura, sustrae a la comunidad sus asuntos personales, y sustrae a una
comunidad los asuntos relativos a su pertenencia a otras comunidades y asociaciones.
Max Weber caracteriza las relaciones de comunidad por el hecho de que los
partícipes se inspiran en el sentimiento de constituir un todo.!'
Vierkandt'" llama la atención además .sobre el hecho de que en la comunidad
hay una coincidencia de intereses de los partícipes. Por ejemplo, la prosperidad de
los hijos en la familia constituye también el interés de los padres. La prosperidad
nacional afecta a todos los componentes de la nación.
Ha trabajado también con gran finura de análisis y notorios aciertos en este
tema de la diferencia entre comunidad y asociación, el profesor norteamericano R.
M. Maclver.'? Por comunidad se entiende un área de vida común. Siempre que los
hombres viven en colectividad, desarrollan en algún grado características comunes
muy determinadas -comportamiento, tradiciones, modos de hablar, etc. Estos son
los signos y resultados de una efectiva vida común. Puede observarse que toda co-
munidad es parte de otra más amplia, y que toda comunidad es cuestión de grado.
Por ejemplo, los residentes ingleses en una ciudad extranjera viven en una íntima
comunidad propia, al mismo tiempo que viven en una comunidad más amplia, la
de la ciudad, al par que en comunidades de mayor extensión todavía, cuyo caso
extremo es el de la humanidad, es decir, el círculo de todos los hombres. Es una
cuest.ión de grado e intensidad de la vida común.
11 Cfr. WEBER (Max), Economía y Sociedad, trad. de ]. Medina Echavarrta , Fondo de
Culto Econ., México, 1944, tomo 1, pp. 40 Y ss.
18 Cfr. VmRKANIYr (A.), Gesellscbatssíebre, Stuttgart, 1928, pp. 248·315.
ro Cfr. MAcIvER. (R. M.), Comunidl1d, Ed. Losada. Buenos Aires, 1944, pp. 41 Y ss.,
177 y ss. y 435 Y ss.
·130 COMUNIDAD Y ASOClAClON
:;;, Cfr. DERNARD (L L.), ob. cit. en la nota precedente, pp. 863-65.
26 Cfr. MENDIETA y Núi;EZ (lucio), ob, cit. en la nota N9 1 de este cap., pp. 48'S3,
OTRAS CLASIFICACIONES DE LOS GRUP05-- 435
todo desempeñan para que esa c1asificacilln tenga sentido '1 nos lIeve.8 la comprensión cabal
del conjunto".
"Al ex3.minlU' los agrupamientos sociales se advierte que unos son componentes del cuerpo
social mismo... en el que, además, cada uno de ellos tiene una organiucíoo Intrínseca indu-
dable relacionada con el todo de que forma parte. Porque están organizados y porque integran
la estructura social les llamaremos grupos estructurales de la sociedad.' Ejmplos: 1;1 familia. la
tribu, el Estado".
"Otros agrupamientos carecen de organización; pero ofrecen cierta coherencsa hasta desta-
carse dentro de la sociedad misma con propios perfiles como parte también de su estructura.
Porque no están organizados y porque son parte del cuerpo social, los designamos coo el nombre
de cuasi-grupos estructurales de la sociedad. Tales son la Nación, las clases sociales las comu-
nidades".
"Dentro del organismo social compuesto de grupos y cuasi-grupos estructurales. se forman.
ocasionalmente, agrupamientos transitorios sin organización alguna y por ello pueden llamarse
cuasi-grupos ocasioneles o circunstanciales. Ast, la multitud, el auditorio".
"Y por último, al lado de los 'agrupamientos naturales, que-con la relativa excepción del
Estado, se forman sin un previo consensu de sus integrantes. exislen en toda sociedad humana
otros artificialmente consrituldos y conscientemente organizados a los que daremos el nombre
de grupos artificiales: estatales, religiosos, poUticos, económicos, dentlñccs, culturales. depor-
tivos. filantrópicos, secretos, patolégtcos y mixtos".
"Esta clnslficaclén -c-dlce el Dr. Mendieta- obedece a un criterio orgánico, se basa en la
realidad social, en la naturaleza Intrínseca de cada uno de los agrupamiamos considerados, con
la sola excepción del Estado que es al. propio tiempo un grupo natural estructural de la socie-
dad v artificial. En efecto, su estructuración jurldica es artificial, obedece a la voluntad de sus
crgaalzadores; pero ella es posible porque descansa en una ptevia realidad soclal que ha ido.
surgiendo naturalmente a Jo largo del tiempo y merced a múltipln relcctones interhumanas
y acontecimientos históricos", .
"El criterio que fundamenta esta clasificación es orgánico no en el sentido organicista. sino
porque la sociedad aparece a nuestra experiencia como un todo organizado de partes y al clasi-
Hcar esas partes atendemos al lugar que les corresponde segón su na'luraleza dentro de aquella
organizaeién".
28 Cfe. MEAD [George H.), Mind¡ Se/I and Soriely from the Sla!1dpoim 01 a Social Bebavio-
rist, Chicago, 1934.
CAPÍTULO XXII
LAS MUCHEDUMBRES
SUMARlO:-l. Las muchedumbres. Sus diversas rlaJes.'-2. Características de
1.''tS muchedumbres en sentido esr.rttto.-3. Muchedumbres excitadas o dC/it·4S.-
4. La muchedumbre turbu/entlt.-5. Caracteres de /1.1 acción de las muchedum-
bres lurbuJentas.-6. Cambio de dirección en la condaaa de la muchedumbre
Im'bldenla.-7. Muchedumbres presa! de pánico.-8. Los va/ores y las maltitu-
del tutbu/enJas.-9. El auditorio o ptíb/ko.
·137
¡"ilCCHEDUlIISRES
alta de un edificio -tanto si hayo no algo de interés allí-, a los pocos momentos
tendrá junto a sí una pluralidad de gentes que miran hacia el mismo lugar, se hacen
preguntas mutuas, y se sienten animadas por igual curiosidad. Así. también, los
grupos que se forman entre los que contemplan un incendio, o las consecuencias
de un accidente; o los que se forman en torno a un vendedor callejero, etc.' En
estos casos, el foco de atención de los sujetos, que componen la multitud, actúa
claramente como un principio relativamente unificador de las conductas mentales,
emocionales y prácticas de los reunidos. En todos los casos de muchedumbre en ese
sentido más estricto, los fenómenos de interacción y las conductas según módulos
colectivos se dan can más' notoriedad e intensidad, así como, de ordinario, en
mayor número que en los casos de muchedumbres en sentido lato.
Cabe establecer todavía otras clasificaciones de las muchedumbres. Entre esas
clasificaciones, hay que mencionar, en primer lugar, la que distingue entre muche-
dumbres pacífiCa! y muchedumbres excitadas.
También hay que mencionar la clasificación entre muchedumbres con con-
ductor ° líder y muchedumbres sin él. Las muchedumbres excitadas siempre pre·
sentan un conductor O líder. Entre las pacíficas, en cambio, las hay que pueden
tener un líder; p. ej., una manifestación, pero las hay también sin él.
cambia con la respuesta de cada uno de los que la constituyen, y el cambio ocasiona
una nueva respuesta de cada uno, y así sucesivamente. Oc esta manera, se realiza
un proceso peculiarmente rápido de cambios psíquicos entre los componentes de
una multitud. Cada uno se hace en cierto grado susceptible e imitativo, y el humor
de ceda cual se asimila al de los demás. El observador tiene la impresión de que
la multitud está recorrida por olas de agitación emotiva. Cada uno es menos que sí
mismo, no por haberse convertido en parte de un espíritu más grande, sino porque
los efectos de la agregación suscitan en cada uno respuestas emocionales a costa de
la racionalidad. No existe una estructura de organización, dentro de la cual cada
individuo pueda encontrar abrigo para su individualidad, contra la influencia cu-
mulativa y arrolladora de la sugestión y la imitación de masa. Pero esto es mera-
mente un grado extremo del hecho obvio de que todo espíritu está influído por
cualquier especie de medio ambiente. Establecer la existencia de un espíritu super-
individual, porque los espíritus individuales se modifiquen por sus relaciones mu-
tuas ... es seguramente gratuito ... Es interesante notar que este caso, que sugiere
en grado máximo un espíritu social no individualizado, constituye una de las rna-
nifestaciones sociales de menor, y no de mayor categoría. Es la influencia psíquica
contagiosa que saca un -hornbre de sí mismo, pero raramente lo eleva de nivel y
casi siempre lo rebaja. Es una influencia que casi todos los estudiosos de la sociedad
consideran un mal, al que debe hacerse frente mediante la educación para el auto-
dominio, para la connservación de la personalidad. La multitud es pasional, es-
túpida, despiadada e inmoral. Cuando su pasión es justa, actúa estúpidamente; si
es injusta, obra como una bestia enfurecida. Puede destruir pero no crear" .lO
modo de disipar las intenciones de una turbe violenta es distraerla con algún inci-
dente humorístico, cambiar la dirección de su agresividad hacia algún otro objeto
dándole una vía innocua de desahogc.w
A este respecto, cabe observar la influencia que los líderes pueden ejercer para
elevar el nivel moral de la acción de una muchedumbre turbulenta.
El eminente sociólogo mexicano, Dr. lucio Mendieta y Núfíez, define el público o audio
torio como "un conjunto de personas que se reúnen, por su propia voluntad deliberada, en un
lugar previamente escogido, para asistir a un acto que les ha sido anunciado con ontenondcd'',""
así, por ejemplo, a una representación teatral, a una función de cine, a un concierto. 3" una
sesión de circo o de variedades, a un juego deportivo, a una conferencia, a un acto de propa-
ganda política, etc.
El auditorio o público constituye un caso especial de muchedumbre pacífica, con caracteres
especiales. Está circunscrito en un determinado lugar, cerrado o abierto, pero elegido de unte-
mano para la realización del acto de que se trate. Cada uno de los componentes del auditorio
como hace notar certeramente Mendieta J' Núñcz, los miembros que integran un auditorio "estén
ha ido allá deliberadamente. Los componentes del auditorio no están organiacdos entre sí; pero,
sujetos a cierto orden, se subordinan a la organización del acto al cual concurren. No es el
auditorio el que está organizado como tal, sino el espectáculo al que acuden sus miembros. Los
integrantes del auditorio no desempeñan ninguna función grupal diferenciada ni tienen jefe, ni
actúan con el propósito de realizar un fin de conjunto. "Pero los miembros del auditorio" cum-
plen los requisitos fijados para obtener su admisión, penetran en el recinto ordenadamente.
aceptando la. organización material; momentánea, impuesta por un grupo que les es extraño:
la empresa".
Mendieta y Núñez señala las siguientes características especificas del auditorio;
.-1) Está constituído por un número determinado de personas (que puede conocerse t:."::JC- •
'n_~~'~ n.~ H.~:_n \
.~ " .t' ~ ,. "
B) "Adquiere la apariencia objetiva de un conjunto perfectamente delimitado.
C) Es un conjunto ordenado.
D) El individuo que forma parte de un auditorio, en vez de sentirse despersonalizado en el
seno de una muchedumbre anónima, sin responsabilidad y sin frenos, tan sólo se siente hasta
cierto punto cohibido por la presencia de Jos otros circunstantes que ejercen sobre él una COJe-
ció:'! social, presionándole para que guarde alguna compostura.
E) Los individuos que componen un auditorio concuerdan en un propósito semejante, es
decir, en sentir un interés por el acto que V:IO a presenciar.
F) El auditorio es un excelente medio conductor de emociones, pero canalizadas por la
interacción de los circunstantes.
G) Entre los actores del espectáculo y el auditorio se establece una corriente rcclprora de
acciones y reacciones psicológicas. En una representación drumética o artística, los artistas suvci-
tan emociones en el auditorio y l;IS emociones de éste, a su vez. reobran sobre los artistas
exaltando sus facultades.
H) A cada espectáculo o acto corresponden características especlficns en el auditorio, tanto
en J,} que se refiere a la composición de éste, como en lo que atañe a su comportamiento. Asi,
son diversos los auditorios o públicos de una conferencia académica, un cspcct.icalo teatral de
alta calidad, una [unción de circo, una corrida de toros, o un partido de fútbol,
Los públicos de ciertos "a<:tos, por ejemplo, de juegos deportivos, corridas de toros r actos
de propaganda política, tienen la tendencia e convertirse ocasionolmcnre en muchedumbres tur-
bulentas, aunque muchas veces no se actualice tal tendencia.
13 Cfr. MENDIET:\ y ?'-:1'JÑl'Z (Lucio), ob. cijo en la nota Iv" 1, pp" J<)·1 }: ss.
CAPITULO XXIII
447
443 LOS CIRCULaS SOCIALES
1 Cfr. SIMMEL (G.), Sociologla trad. de J. Pérez Bances, Rev. de Occidente, Madrid,
1927, fase. l. pp. 58·82.
LOS CIRCULOS SOCIALES 449
1945. durante el aciago reglmen nazi, en que la diferencia entre los mal llamados
"arios" y ":"no arios" constituía una rígida e inzanjable estratificación social; y la
sociedad del la Unión Surafricana donde la estratificación en blancos, morenos y
negros es un sistema rígido. con barreras insalvables entre los tres grupos.
Los es/amentos .pueden definirse como estratos sociales relativamente rígidos,
cuyas respectivas posiciones están determinadas por el Derecho o poI una costumbre
muy vigorosa. Con esta palabra se designa la estratificación rnedioeval en tres es-
tamentos, la nobleza, el clero y el estado llano, estratificación que se prolongó du-
rante algún tiempo -vario según los diversos países- en la Edad Moderna, pero
que desde hace mucho ha desaparecido. Cada estamento tenía privilegios propios
(inmunidades, jurisdicción privada, exención de ciertos impuestos, etc.) j tenía tam-
bién una especial participación en el poder político; tenía asimismo una peculiar
estimación del "honor"; y poseía unos modos específicos de vida muy definidos."
Cuando la estratificación no es rígida, cuando las divisiones aunque importantes
no afectan esencialmente a los derechos individuales básicos del hombre, y sobre
todo cuando hay movilidad vertical, es decir, cuando hay posibilidad de pasar de
una capa a otra, entonces la estratificación se llama división en clases sociales.
La clase social implica unas formas comunes de vida, una coincidencia de in-
tereses, una conciencia de esas concordancias y de la diferencia colectiva frente a las
otras clases, pero no constituye un hecho de "comunidad" propiamente dicha en el
sentido sociológico de esta palabra. No es propiamente una comunidad, porque den-
tro de la clase social no se cumple un conjunto de funciones o de fines humanos
comunes: porque la clase social no constituye la condición para el desarrollo de
fines tales, ni tampoco ofrece medios para su cumplimiento."
Por otra parte, en comunidades locales simples y pequeñas, como algunas co-
munidades rurales, suele hallarse solamente una estratificación en dos clases.
I Cfr. WEHF.R (Alfredo), Histori. de /(1 Cultura, trad. <le Luis Recaséns Sicbes, Fundo de
CuJ t. Eron .. México, 1941.
.-, Cfr. M..v::IvF.R (R . .1\1.) & P"C,¡; (Ch.), Societ y: AIJ lntroductory AJJtl/J-fÍJ, Rinehart,
NUl'V:! York. 19'50. Pp ..~'5H-3R3.
452 CLASES SOCIALES
han cotizado 105 éxitos intelectuales (Descartes, Voltaire, Leibniz, Goethe); los m-
dustriales y mercantiles, y los técnicos, as~ como en nuestro tiempo, además, las
grandes realizaciones deportivas.
S.-CONCIENCIA DE CLASE
La clase social constituye, como ya se ha dicho, un círculo colectivo, definido
por unos modos de vida característicos, por la coincidencia de unos intereses, y por
el sentimiento de constituir un grupo diferente de las otras clasescsociales. Los
miembros de una clase social tienen uno. conciencia de' pertenencia a ella. Esta
conciencia comprende dos aspectos: comprende un darse cuenta de tener con los
demás miembros de su clase unas características comunes, por ejemplo, un tipo de
educación, de valoraciones, de actitudes, de formas de vida, una función social simi-
lar, una determinada situación dentro del complejo colectivo total; y comprende al
mismo tiempo un darse cuenta de que hay otras clases diferentes situadas a dis-
tintos niveles, es decir, un darse cuenta de que objetivamente hay una jerarquía
entre fas clases. Al calificar esta jerarquía de "objetiva" no se trata en modo
alguno de emitir un juicio de valor. De ninguna manera. Se trata de subrayar
una objetividad de hecho, la objetividad de unos hechos sociales, los cuales pue-
den ser estimados favorable o desfavorablemente. Pero independientemente de que
esos hechos puedan en algunos casos ser juzgados desfavorablemente por algunas
personas desde puntos de vista valorativcs, se presentan como hechos objetivos
-aunque objetados. Así pues, el darse cuenta de qut' hay diferencias entre la:
clases y una jerarquía objetiva entre ellas no implica necesariamente una plena
aceptación individual de esa jerarquía, ni una sumisión voluntaria a dicha jerarquía.
Pueden darse tal aceptación y tal sumisión; pero pueden también no darse. y. en
cambio, existir un disentimiento, un resentimiento, e incluso una protesta '1ue se
manifiesta en actitudes y en conductas que hacen patente la no aceptación del
esquema vigente de estratificación. Pero cuando sucede esto, en la misma protesta
va implícita la conciencia de pertenecer a una clase, que es dispar de las otras,
y que tiene un rango social superior o inferior a ellas: se tiene la conciencia de
esos hechos, aunque se les pueda en algunos casos estimar como indebidos.
A este respecto, Francisco Ayala formula las siguientes observaciones: "Tene-
mos representaciones intelectuales de la clase social como formación objetivamente
dada. .. Pero tanto cuando se piensa la idca abstracta de clase como cuando se
representa uno clases sociales concretas, históricas o actuales, en su contorno obje-
tivo, es evidente que tales operaciones mentales no están desprovistas de resonancias
subjetivas ni dejan de arraigar en vivencias personales. Detrás de la abstracción
'clase social' palpitará el hecho vivo de la experiencia que el sujeto tiene de su
-& propia clase y de las demás¡ detrás de la imagen de una clase histórica se ocultará
tal vez una toma de posición afectiva en que se reflejen las analogías del pa-,ado
histórico con el presente vivido; y detrás de la consideración de las clases que
componen la sociedad actual alentará la conciencia de que ti sujeto .rcrtem:<c: :l
454 CONCIENCIA DE CLASE
una de "ellas r es ajeno a las demás ... El miembro de una clase social sabe que
pertenece a ella, y al saberlo está perfeccionando la realidad de su pertenencia;
incluso, está creando, desde su perspectiva, la clase misma. Pero el hecho que a un
tiempo conoce y constituye es independiente de su voluntad -ya que no de su
saber- y, por más que le pese, no está en su mano el eludirlo. Es que el senti-
miento de clase (arraigado en la conciencia de clase) procede de los estratos más
hondos, de las profundidades del alma humana, toca a las paredes maestras de su
estructura misma. Pues el alma humana, el hombre, se configura dentro de los
cuadros sociales y situaciones a ellos correspondientes en que se va realizando
desde el nacimiento su ser concreto"."
Mientras que la conciencia de comunidad local, la de comunidad regional y la
de comunidad nacional albergan un sentimiento de unidad y de solidaridad que
comprende a todos los individuos y a todos los subgrupos incluídos en aquellas co-
munidades, por el contrario el sentimiento de clase contiene un acento diferencial
frente a las otras clases."
Las actitudes de unas clases respecto de las otras varían según las situaciones
históricas, en los diversos países y en las diferentes épocas. En situaciones estables,
y. en donde la estratificación social concreta no contiene grandes injusticias muy
irritantes, la actitud de las clases inferiores respecto de las superiores suele ser de
aceptación del estado de cosas, de respeto y de subordinación; y la actitud de las
clases altas con relación a las bajas suele ser de .condescendencia y de protección.
L? clase media situada entre -!~ otras des presenta, precisamente pur e51:0, pel::u·
liares actitudes, en relación con la superior y en relación con la inferior. Por una
parte, las gentes de la clase media, como tienden a imitar los modos de vida de
la clase alta y de aproximarse a éstos todo lo que puedan, se sienten próximas a
ésta,lO incluso cuando sus intereses sean contrarios a los de ésta en muchos aspectos;
y, de otra parte, como su cultura es del mismo tipo que la de la clase alta, O incluso
generalmente superior a la de ésta, se sienten muy dispares frente a la clase baja.
Adviértase que la caracterización que aquí se ofrece apunta solamente los rasgos
generales, y por eso no excluye que haya muchas excepciones individuales en
cuanto a esos modos de sentir el hecho de las clases sociales.
En cambio, en las situaciones sociales de tensión entre los estratos bajos}' los
elevados, por causa de que los segundos han cometido muchos y grandes abusos,
y los primeros sufren tremendas injusticias, o por causa de que una nueva ideología
que propugna un cambio radical en la estructuración social va ganando más y mis
adeptos, y empieza a producir ya resultados prácticos, entonces se desarrolla una
corriente de hostilidad en ambos sentidos, de abajo hacia arriba y de arriba hacia
abajo. Los de abajo sienten la estructura social imperante como una hiriente injus-
ticia, se sienten víctimas de los de arriba, }' aspiran a subvenir el orden social que
ellos puedan, ocupar una mejor posición colectiva. Y los de arriba se sienten
amenazados en sus ventajas por los vientos de fronda que corren entre los de
abajo, y adoptan una actitud hostil frente a éstos, sin perjuicio de que se aven-
gan a veces a hacerles concesiones como medida de autodefensa.
ti Cfr. AYALA (Francisco). Tratado de Sociologie, tomo J: Sistema de Sociología. Edit.
Losada, Buenos Aires, pp. 52·54.
'9 Cfr. WEBER (Max), oh. cir., tomo IV, pp. 55 }' 68; MAClvF.R & PAGE. oh. cir., p. 358.
10 Cfr. MENOIETA y NÚÑEZ (Lucio), oh. dt., p. so.
CONCIENCIA DE CLASE 455
Sin embargo, por otra parte, ha sucedido que los grandes adalides de las refor-
mas o de las revoluciones en favor de la clase baja, para la mejora de ésta, los
predicadores de la justicia social, han salido casi siempre del seno de la clase media
y de la clase alta (p. e., el Conde de Saint Simon, Lasalle, Rodbertus, Marx, el
prínripe Kropotkin, el príncipe Tolstoi, jaures, Lenin, Trotzki, Blum, Kcle, etc.)
-probablemente por influencia de la cultura moderna desarrollada en un ambiente
de libertad de espiritu-c-, sin cuya dirección la clase baja no habría sido capaz de.
organizarse en movimientos ideológicos. La clase baja --dice Mendieta-, a pesar
de su situación económica, y del poder latente que le da el número, ha solido
reaccionar sólo "ruando gentes de otras clases sociales, especialmente de la clase
media, la dirigen y le dan un programa y una banderav.r'
El sentimiento y la conciencia de clase son fenómenos casi universales en la
sociedad humana, como lo es el hecho de la estructuración en clases. Varían los
criterios sobre los cuales se basa la estratificación en clases; pero el hecho de la
estructuración, sobre una base u, otra, en una forma u otra, con estas o aquellas
características, podría decirse que es casi universal, sobre todo en las sociedades que
han pasado del estado primitivo y presentan alguna complicación. Así, el engañoso
lema comunista de "una sociedad sin clases" no se ha realizado de ninguna manera
ni remotamente en los países soviéticos, en los cuales hay diferencias muy tajantes
y notorias entre varias clases, las cuales están determinadas por la profesión, la
afiliación al partido y la posición política, a lo cual van anejas correspondientes
diferencias muy grandes en cuanto a ingresos económicos, prestigio y poder. Varían
Jos fundamentos de la estratificación en los diferentes países y los diversos períodos
históricos, pero el hecho de la estratificación se da de un modo casi constante; y
anejo a este hecho la conciencia de pertenecer a una clase determinada, diferente
de las demás en cuanto a situación social.
La conciencia de clase origina con frecuencia el nacimiento y el desarrollo de
prejuicios y de conductas discriminatorias -grave mal social- que consisten en
juzgar a las personas no en tanto que individuos, según sus méritos y sus demé-
ritos individuales, sino tan sólo en tanto que miembros de determinado 'grupo al
que se tiene en una valoración despreciativa.
La conciencia definida de clase se atenúa considerablemente en las sociedades
en las cuales las diferencias de modos de vida entre las clases son menores, en
donde de hecho la distancia entre los de abajo y las clases elevadas en la realidad
se ha acortado mucho. También se atenúa la conciencia definida de clase en las
sociedades en donde existe no sólo la posibilidad, sino además grandes facilidades,
para la movilidad vertical, es decir, para ascender de una clase a otra superior en
virtud de la capacidad y del mérito, del trabajo, del esfuerzo, de la aplicación.
de la perseverancia. Entonces son muchos los que aspirando a elevarse de clase,
y estando muy esperanzados en lograrlo, mediante su propio esfuerzo, se sienten
menos ligados a la clase de la que forman parte en un determinado momento y
más identificados con la clase superior que quieren escalar. Y en las clases supe·
rieres, siendo muy frecuente el caso de gentes hoy pertenecientes a ellas que vinic-
ron de otros estratos inferiores, disminuye el sentimiento de los límites difercn-
cialcs, precisamente por ser éstos muy movibles y muy flexibles. Cuando es (kil
saltar la barrera entre las clases, el sentimiento de clase se atenúa, Un ejemplo de
11 Cfr. MENUIETI\ y NlIÑEz (Lucio), ob, á/.. p. Sl{.
456 CONCIENCIA DE CLASE
l.--CONCEPTOS FUNDAMENTALES
Ya en el capítulo XX, epígrafe 13. de este libro, se ofreció la caracterización
general tic: les grupus institucionalizados en comparación diferencial con los com-
plejos "no institucionalizados".
Es oportuno recordar aquí que los grupos institucionalizados O institucionales
se caracterizan por estar estructurados, organizados, conforme a unas reglas que
prescriben a sus miembros conductas específicas en tanto que tales miembros, reglas
que dividen o distribuyen entre los varios miembros individuales o entre las diver-
sas clases de miembros las varias funciones propias del grupo.
Ejemplos de tales grupos o entes institucionalizados son: la familia, la comu-
nidad local (urbana o rural), la legión (en algunos casos), la nación, el Estado,
la Iglesia, las Naciones Unidas, las corporaciones públicas -verbigracia, provincias,
municipios, entidades administrativas autónomas, etc.-, las corporaciones culturales
como las universidades, Ias academias, los museos, ete., las asociaciones religiosas,
filantrópicas, científicas, literarias, musicales, etc., las corporaciones profesionales,
los sindicatos, etc.
En algunos casos las normas que rigen los entes institucionalizados, que orga-
nizan su estructura, y que prescriben ciertas conductas a sus miembros, son reglas
de carácter consuetudinario -valoraciones, principios, usos, costumbres, convenció-
nalismos. Esto es lo que pasa, p. e., con las comunidades locales, regionales y
nacionales.
En cambio, otros entes institucionalizados están regidos por normas explícita-
mente declaradas, tales como leyes jurídicas, estatutos, reglamentos, directrices o jos
trucciones, etc. Tal cosa sucede, por ejemplo, con Jos municipios, el Estado, la
Iglesia, las corporaciones, las asociaciones, etc.
Dentro de la clase de los grupos institucionalizados fi.guran tanto conmnidades
(pero no todas ellas), como también grupos asocianvos. Así, por ejemplo, figuran.
entre otros, Jos siguientes complejos comunitarios: la familia, la comunidad local r
ENTES INSTITUCIONALES 459
la nación. Pero figuran también muchos grupos asociativos, tales como el municipio,
el Estado, los entes públicos, las corporaciones y sociedades culturales, etc.
He advertido que dentro de la categoría de los grupos institucionalizados,
aunque hay comunidades, no caben todas las comunidades; pues hay complejos.
comunitarios no institucionalizados, como) por ejemplo, algunos círculos colectivos.
los grupos culturales, etc.
Tampoco todos los grupos asociativos entran en la categoría de entes institucio-
nales. No entran dentro de esta categoría, por ejemplo, los complejos meramente
contractuales y transitorios que persiguen el provecho personal de los socios. Sobre
este punto ofreceré a continuación algunas aclaraciones.
Es más correcto considerar que los entes colectivos no son el conjunto de los
hombres que los componen, sino que consisten tan sólo en la trama de los procesos
y de las relaciones sociales que los constituyen y que se dan entre aquellos hom-
bres. Es más correcta esta conceptuación) sencillamente por la razón de que ninguno
de los sujetos ,que componen un ente colectivo queda absorbido por éste en la tota-
lidad de su vida humana.
En efecto, una parte del ser de los individuos asociados en un ente colectivo
queda fuera de éste. ASÍ, la pertenencia a un determinado ente colectivo dista mu-
chísimo de agotar la realidad del sujeto. Adviértase, en primer término, que un
mismo sujeto pertenece a entes colectivos muy diversos. Por lo tanto, a cada uno
de esos entes sociales pertenece tan sólo una parte de la conducta de sus integrantes.
Pero hay más todavía y de mayor importancia, a saber: la entrañable intimidad
del individuo,' su singular e incajable raíz vital no pertenece a ningún ente colec-
tivo, antes bien constituye algo propio, personal, no socializado.
Como quiera que. el ente institucional carece de un yo propio, no puede
decirse que la institución renga conciencia y voluntad en el sentido estricto de estas
palabras. Pero sucede que muchos pensamientos, emociones y deseos de los indi-
viduos que integran una institución tienen -precisamente por virtud de su perte-
nencia a ésta- caracteres en armonía con los modos, las normas y los propósitos de
la institución. Los miembros de la institución adquieren un estado de ánimo por
virtud del cual se sienten identificados con los demás miembros y, sobre todo, con
el grupo como una unidad. Ese estado de ánimo consiste en un sentirse formando
un conjunto solidario que determina una serie de actitudes mentales y emotivas, asi
como de conductas prácticas, en los miembros de la institución.
Estas actitudes mentales se perfilan más todavía, cuando se las compara en
contraste con las actitudes diferentes que tengan los sujetos que no pertenecen a
una institución, O con las que posean los integrantes de instituciones diferentes."
menos de voluntad humana. Teda la realidad y toda la fuerza del ente colectivo se
componen exclusivamente de determinadas conductas de los hombres que forman;
por lo tanto, se componen tan sólo de energías humanas enlazadas. Por ende, cuan-
do faltan esas energías humanas, se acabó el ente colectivo. Si fuese posible -lo
cual es de hecho tan difícil, que prácticamente no resulta ·dabIe- que una ma-
ñana todos los sujetos que integran un Estado despertasen con la firme voluntad
de no aportar los comportamientos que forman parte de la realidad de este Estado,
y además, de poner en práctica las conductas negativas para borrar la existencia de
él, y se condujesen efectivamente de las maneras necesarias para la realización de
tal propósito, en el momento en que todo eso ocurriera, dicho Estado habría dejado
por completo de existir. Claro que de hecho no ser¡a posible esa súbita coincidencia
de todas las voluntades para hacer desaparecer un Estado; pero esto no quita nin-
guna validez al argumento. Pues si bien no cabe que tal cosa suceda en la reali-
dad, en cambio, es perfectamente pensable como suposición. Cierto que en el
Estado -como también en otros entes colectivos- hay ingredientes ideales, por
ejemplo, idearios y programas políticos. pero la mera presencia de esos pensamien-
tos no constituye la realidad del Estado, la cual sociológicamentc se compone de
conductas humanas.
y cuando se habla de la realidad de un ente colectivo, no refiriéndose exclu-
sivamente a su realidad presente en determinado momento, tal y como se da en la
experiencia actual de unos procesos sociales, sino refiriéndose a una realidad perma-
nente de él. entonces 10 que. Sof> hfl.('= es ~ama dic~ Msx "XTcbcr-~ CiiW"I(i,ll Ul1
juicio de probabilidad de que se sigan produciendo en el futuro los procesos socia-
les que integran ese ente colectivo. Es decir, se considera que hay indicios. tan
poderosos, que permiten prever con bastante probabilidad que mañana )' sucesiva-
mente se seguirán produciendo los comportamientos humanos sociales, que hoy
forman la realidad de ese ente colectivo.
LA FAMILIA
SUMARIO:-l. Naturaleza y cultura en la !.atni/ia.-2. Tipos varios de [ami-
/ia.-3. La familia moderna en las sociedades oúidenla/es.-4. Características
generales de la lami/ia.-5. Comunidad y asociación en la familia. La reg«.
ladón ;urídica del matrimonio.--6. Formación y desenooloimiento de la familia
occidental contemporánea-c-r. La acción de la familia sobre /a personalidad
de 111S miembroJ.-8. Intimidad y JocialidaJ en la /amilia.-9. Evolución y
cambios de la familia monógama.
valerse por sí mismo, tanto en lo que atañe al aprendizaje de dónde y cómo ob-
tener alimento y subvenir a las otras necesidades perentorias (habitación, vestido.
etc.) , como en lo que respecta al aprendizaje de abstenerse de los actos peligrosos
para sí mismo y para los demás."
Para colmar esas necesidades de los hijos se ha creado la institución de la. fa-
milia. Las formasde ésta son muy variadasaloIargo de la historia y en las diversas
civilizacio~.. Pero e~ todas ellas de-
hayO-de común- un esquema iristifuciónque im-
plica la uñió:-tstáble entre-los
progenitO'res:-fentre· éstos~Y los hijos hasta la ma-
durez. física e intelectual de los segundos."
, 3 Cfr. COLLINGWOOD (R. G.), The New Levi.uban OT Man, Sociely, Cioilization and Bar-
barism, Clarendon, Oxford, 1944, p. 161-
-1 Cfr. HESSE (A.) & GLEYZE (A.), Notions de Socioíagie apli'll/ée a la Mo,.al el a /'Ed,,-
ciuion, 4'" ed., Peris, 1930, p. 77, citado por lEMO!'<NYER, O. P. (A.), TONNEAU, O. P. (J.)
& TROUDE (R.), Manual de Sociología Católica. Introducción del R. P. Deles, O. P., revisada
por Mariano Alcocer, Cía. Editora Nacional, México.
el Fué el jurista y profesor suizo BACHOFEN (Johann }akob) quien lanzó la hipótesis y la
teoría sobre el matriarcado en su famoso libro: Das MlIlIl'i'rechl eiee Unle,.suchung über G)'l1a/~
hJkrtttit: der alten Well nach ih,.er. religidsen una recbtlicben Natur, Stuttgart,' 1861. Esta rcor la
fu~ ulteriormente desarrollada por MaRGAN (Lewis Henry) , Systems 01 ConsallKuil1ily and
AJjillity 01 tbe Human Family, Washin$ton, 1870; The Ancient So.ciely. Nueva York. 1A77;
y por l.uBBOCK. (Sic ]ohn), The Orígin 01 Civilization, Londres, 1871. Sobre estas teorías
puede verse: LEMONNYER, TONNEAU y TROUDE, ob. cit. en la nota N9 4 .
•; KRISCHE (P.), El Enigma del Mat,.ia,.cado, trad. -de R. de la Serna, Revista de Occidente,
Madrid 1930.
~ ;WJ.r.I'R-J.VF:R (Praoe-Cart}, Die Pamitie, Münicb. 1912 -hay trad. casto de R. de la
Serna. Madrid. Rcv. de Occidente. 1930.
46B TIPOS VARIOS DE FAlIlIUA
y hay también antropólogos contemporáneos, entre ellos George P. Murdock, que consideran
el matriarcado como una mera hipótesis no suficientemente cornprobada.s
En tudo (3:;0. matriarcado y forma familiar polidndrica no son términos enteramente sinó-
nimos, puesto que puede existir una familia matriarcal monógama. Sucede empero que la
poliandria -allí donde haya existido-e" lleva a una familia basada en la maternidad y, por
[o tanto, sobre la autoridad de la madre. A este respecto dice el ilustre sociólogo cubano Roberto
Agramcnte!v que-en algunas "organizaciones primitivas se observa que la madre es siempre
conocida, con respecto al hijo, al paso que el padre es desconocido. El padre, cazador o gue-
rrero, cuando no deportista, es un ser errabundo, trashumante, y, por ello, al nacerle un hijo
a la madre. se sabe que ella es la madre, pero no se sabe quién es el padre. Esta situación se
presenta con caracteres muy vivos en la cultura taína de Cuba. . cuando el cacique tomaba
mujer, se echaban sobre ella todos los caciques que venían expresamente de lugares distantes
a la ceremonia nupcial; ... cuando se casaba un plebeyo tenían derecho a la doncella todos los
plebeyos. Esta situación -e-por repugnante que nos parezca- tenía su razón de ser en el propó-
sito de que la mujer, por causa del hombre, no quedase estéril ..., ya que el tener hijos -por
ser éstos ... brazos para el trabajo o guerreros- era esencial para la supervivencia del grupo".
B) Familia polígama. Ha existido o existe en algunas sociedades primitivas, temporalmente
en otras de la antigüedad israelita, en los musulmanes, y entre los mormones. Se ha dicho
que entre los pueblos cazadores y guerreros la poligamia puede haberse motivado por las bajas
del" contingente masculino producidas en los accidentes de la guerra o de la caza: sobran mu-
[e-res, debido a que perecen muchos hombres. En otras sociedades se ha motivado quizá también
por el hecho de que se desea multiplicidad de esposas para aumentar ··eC-nümero de hijos, los
cuales son importantes fuerzas de trabajo o de poder, o de prestigio.t!
C) F(/mili(l m(JllógtJma matriarrol, Aunque a veces se supone que el matriarcado estuvo
ligado a la. poliandria, esto no es necesario, como ya se hizo notar, Hay casos entre los pueblos
•• _,-__ "._._. __ ..• _t __ ._ • • • • • • _'-. ,._ •• .t. ".'. _ •• , .• '._ L' n .'r·. . • .
P'"",~, V"", J eH " ' o ' ' ' ' ' ' ; ) pUeUIV;) "'U\lo'"'V;) -;)VUJe·
~VUV VIICIU<1JCz> UCJ l-aLJJILV-- UC UIgi1ll1¿ll.-
ción familiar monógama, pero centrada alrededor de la madre y regida por la autoridad de ésta. U
D) Familia monógama paJriarepl, tal y como aparece en el Antiguo Testamento, en la
Polínca Je Aristóteles y en el Derecho Romano, especialmente en el arcaico. Según describió
vívidamente el historiador francés Fuste! de Coulanges, la familia patriarcal de la Antigüedad
clásica, sobre todo los primeros tiempos de ésta, se fundaba principalmente sobre el culto a los
muertos, a los antepasados, el cual se practicaba privadamente en el hogar sólo por cada familia
para sus propios muertos, Al dar el padre la vida a su hijo le transmitía su propio culto, esto
es. el derecho de mantener vivo el fuego sagrado del hogar. La familia romana formaba una
unidad religiosa, política y económica. El pater familias era el director del culto doméstico,
actuaba como magistrado para dirimir todos los conflictos que surgiesen en su seno, y era
adenuís el único dueño del patrimonio familiar. El nexo fundamental <Il;le une a Jos miembros
de la familia romana es el parentesco civil o agnación, que los vincula al patee familias. La
agnación comprende no sólo a los descendientes, sino también a la mujer -quien entra en
la familia por la meoms, es decir, por su sumisión a la potestad marital-, a Jos hijos adopti-
vos, e incluso a dependientes del hogar. Así, pues, eran aguados todos los que se hallaban bajo
la potestad del pater familias, o que estarían sujetos a tal autoridad si éste no hubiese muerto.
Los hijos de las hijas no estaban ligados al abuelo materno por este parentesco agnaticio -a
pesar del parentesco cognaticio o de sangre-- en virtud de que no se podía pertenecer a la vez,
dado el carácter religioso y político de la familia, a la rama paterna y a la materna,
E) La (/{/'iól1 del Cristianismo, El Nuevo Testamento exaltó el contrato matrimonial a la
dignidad de sacramento, elevó C'I nivel de la mujer, puso la institución familiar al servicio
pueden pedido. puesto que aún no tienen conciencia· ni voluntad suficiente para
ninguno de esos menesteres.ts
El gran filósofo y sociólogo inglés del siglo xx, R. G. Collingwood, dice que
en esencia una familia consta de padres e hijos. Puede constar además de otros ele-
mentos, pero serán inesenciales, accidentales, Fortuitos."
Tratando de dar una definición general de Ja familia que abarque todas sus
formas •.M;:ch~er dice que "la familia es un grupo, definido por una relación sexual
suficientemente precisa y duradera, para proveer a la procreación y crianza de los
hijos".18 Puede incluir o no incluir. parientes colaterales, descendencia de segundo
y ulterior grado. -o miembros adoptados, pero esencialmente la familia está cons-
titulda por la vida conjunta de los esposos COn su prole, formando una unidad
colectiva definieb..fToennies define la familia como la relación de hombre y mujer
para procrear hijo~ de común voluntad; voluntad, tanto del hombre como de Ja
mujer, de reconocerlos como suyos y de cuidarlos, pero voluntad también, cuando
no se logra ningún hijo, de vivir juntos, de protegerse mutuamente y de gozar
los bienes comunes.w ~
La familia tiene en todas, o por lo menos en. la mayor parte de sus formas, las
siguientes características: 1) Una relación sexual continuada. "2) Una forma de ma-
trimonio, o institución equivalente, de acuerdo con la cual se establece y se mantiene
Ja relación sexual. 3) Deberes }' derechos entre Jos esposos y entre Jos padres y los
hijos. 4) Un sistema de nomenclatura que comprende modo de identificar a Ja
prole. 5) Dispcsicicces ~:;::6::-::::::.:; entre les ~po:;u~ y cea especial referencia d. las
necesidades relativas a Ja manutención y educación de Jos hijos. 6) Generalmente
un hogar aunque no es indispensablemente necesario que éste sea exclusivo.
~
La familia es la institución social" más universal. En una u otra forma existe
en todas Jas sociedades, lugares y épocas en el desenvolvimiento de Ja humanidad.
Incluso en muchas especies animales existe una forma en cierto modo equivalente a
la familia, aparte de la diferencia inzanjable entre lo humano y lo animal.
Considerable importancia sociológica tiene el hecho de que es muy frecuente
Ja consagración religiosa del marrimonio como comunidad de vida permanente y
exclusiva. La participación religiosa alcanza su cima cuando el matrimonio se ele-
va a la categoría de "sacramento". Así se eleva la familia a un rango de institución
sagrada en que se cumplen fines de alto valor, y se la dota de más permanencia.w
Es unánime el reconocimiento de que la familia constituye el más importante
de todos los grupos primarios, es decir, de los constituidos por relaciones e ínter-
acciones en presencia; cara a cara. u
Constituye Ja familia uno de Jos máximos ejemplos de comunidad total o supra-
funcional, con sociabilidad pasiva (participación en un patrimonio de creencias,
valoraciones, ideas, sentimientos, formas prácticas de conducta) y con sociabilidad
activa (procesos de cooperación deliberada, en vista a la realización de fines).
16 Cfr. COLLINGWOOD (R. G.), ob. cit., p. 162.
11 uu; p. 164.
18 Cfr. MACIvER (R. M.) & PAGE (Ch.) , SoáelJ: An lnlrodlJf/orJ AllaJyJis, Rinehart,
Nueva York, 1950, p. 238.
10 Clr. TOBNNIES (F.), Principios de Sociologia, trad. de V. Llorens, Fondo de Cultura
Económica, México, 1942, p. n.
20 uu.. pp. 75.77.
21 Cfr. MAcIvllR & PAGE, ob. cit, en la Dota N° 16. p. 238.
CARACTERISTlCAS GENERALES DE LA FAMILIA 471
deshacen libremente sin que la sociedad suela ocuparse de ello, y desde luego sin
que en ello tenga ninguna intervención el Derecho. Ni el Derecho se ha ocupado
de canalizarlas, ni apenas lo ha hecho la sociedad. Si el matrimonio fuese algo
que afectara exclusivamente a los dos esposos y a nadie más, seguramente ni la
sociedad, ni mucho menos el Estado, ni tampoco la religión, se habrían ocupado de
regularlo. Si la relación sexual permanente o estable de una pareja implicase sola-
mente un asunto de amor entce los dos participantes, nunca se habría producido
una regulación jurídica sobre ella. Pero como dicha relación implica la: perspectiva
del nacimiento y de la crianza de los hijos. y consiguientemente afecta a la vida
social en su conjunto, las instituciones sociales, el Estado, la religión, han emitido
normas muy estrictas sobre el matrimonio, para hacer de éste una institución
estable, con funciones definidas, con derechos y obligaciones para los esposos, así:
como para -los hijos.23
En el matrimonio se entra libremente -al menos en las sociedades civilizadas.
Todo individuo, con la capacidad que la ley requiera, es libre de contraer o de no
contraer matrimonio. Además, en los pueblos verdaderamente civilizados, todo indi-
viduo es libre de contraer matrimoriio con la persona del sexo opuesto que haya
elegido y que le haya prestado a su vez consentimiento para ello. En otras épocas
de la historia, y todavía en algunas zonas atrasadas, atrasadas sobre todo desde el
punto de v!~a ético, los hijos, y especialmente las hijas, eran dados o dadas en
matrimonio _por sus padres, sobre todo por su padre, en virtud derconvenio que
éste realizaba con el padre del oteo contrayente. Pero, la conciencia ética de los
pueblos adelantados rechaza esa concepción salvaje de entender que los padres
pueden disponer sobre el matrimonio de sus hijos, y recoooce como uno de los
derechos naturales del individuo, el derecho de toda persona mayor de edad de
contraer matrimonio y de fundar una familia, y el derecho de que el matrimonio se
contraiga solamente con el consentimiento pleno y libre de los futuros esposos.s-
Sucede empero que si bien el acto de contraer matrimonio es libre, y por lo
tanto constituye una asociación voluntaria, en cambio, el tipo de relación en la cual
se entre por medio de este contrato de sociedad está rígidamente regulado, social,
jurídica y religiosamente, y constituye una comunidad de vida que comprende na
un número determinado de funciones, sino por el contrario, un sinnúmero de fun-
ciones, es decir, .una comunidad total.
En suma, como dice Georges Renard, la familia es una institución -la primera
de las instituciones- y el matrimonio es el acto de su fundación por medio de un
contrato, si bien se trate de un contrato que, celebrado libremente, está regido por
normas que no son elaboradas por los contrayentes, sino que san impuestas por la
ley, y que tiene además la particularidad de producir múltiples efectos respecto de
terceros, sobre todo respecto de los hijos por venir, también respecto de los here-
deros presuntos de los contrayentes antes de contraer el matrimonio, de los acreedo-
res, etc. Se trata ciertamente de un contrato libre, pero que, por dar lugar al naci-
. 23 Cfr. Ross (Edward Alsworth), New-Age Socioíogy, Appleton, Nueva York, 1940, pp.
447 Y ss.
2. Véase por ejemplo, el arto 16, Declaración Universal de Derechos del Hombre . aprobada
y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948.
LA FAMILIA COMO INSTlTUCION
miento de la institución familiar, está regido por normas inspiradas en los fines de
esa institución."
En el seno de la familia se desarrollan múltiples procesos sociales: a) de con-
tacto recíproco (conciencia de la existencia, presencia y conducta, unos miembros
de otros); b) de intercomunicación recíproca (por actitudes, gestos, lenguaje, ctc.) :
c) de inlera.tividad (influencias reciprocas); d) de cooperacián por división del
trabajo (actividades para ganar los medios de subsistencia, faenas del hogar, ense-
ñanza y aprendizaje, etc.); e) de cooperación solidaria (padre y madre conjunta-
mente realizan funciones educativas, afrontan los mismos problemas, etc.); i) de
ainste (entre los cónyuges, y de los padres Con los hijos y viceversa); g) de sabor-
dinación (de los hijos a los padres); b) de servicio (de los padres para los hijos);
i) de mutuo apoyo y auxilio (entre los cónyuges y entre éstos y los hijos; y
muchos otros tipos de procesos sociales).2G
La familia cumple funciones morales, religiosas, económicas, educativas, cultu-
cales, técnicas, etc.
Los procesos y las funciones que se desenvuelven en la familia tienen carácter
continuo y exigen múltiples esfuerzos constantes. En tiempos de calamidades pú-
blicas los hombres pueden trabajar, luchar y morir ,por su país, pero se afanan
por su familia todos los días a lo largo de su vida. Las exigencias de la vida fami-
liar lleva a los hombres -y todavía más a las mujeres- a realizar los más penosos
esfuerzos y a asumir las más graves responsabilidades.
El hecho de que el matrimonio y la familia presenten muy diferentes estruc-
turas y características en las varias culturas y en las sucesivas épocas históricas,
muestra que son formas de vida humana, las cuales van siendo moldeadas por los
hombres mediante su imaginación, respondiendo a la presión de necesidades hu-
manas, es decir, muestra que son formas social-históricas, bajo la influencia de cada
situación cultural. Mas, por otra parte, en la fundación de la familia y el desarrollo
de la existencia familiar actúan, impulsos fundamentales y constantes de la natura-
leza y de la vida humana; atracción sexual, afán de procreación, devoción materna,
función paternal, deseo de seguridad; y rigen normas fundadas en valores perma-
nentes. Por eso, a pesar de las variedades, se puede hablar de características generales.
la plena equiparación con el varón en la mayor parte de los' países más adelantados
del presente. Con ello la mujer ha tenido acceso a las fábricas, a las oficinas, a las
profesiones liberales, lo cual ha determinado cambios en la estructura social de la
familia -no es este lugar para discutir si favorables o desfavorables, o hasta qué
punto lo uno y hasta qué punto lo otro, o cuándo no y en qué condiciones-e-;
cambios también en la estructura económica de la familia; en la educación de los
hijos y de las hijas."
J •..,---LA
COMUNIDAD LOCAL. SUS VARIOS TIPOS: ALDEA, VILLA,
CIUDAD, GRAN CIUDAD. SUS CARACTERISTICAS GENERALES
La comunidad local constituye un grupo intermedio entre la familia y otras
comunidades más amplias o extensas, como la comarca, la región, la nación, y
grupos supranacionalcs O internacionales.
Bajo el nombre de "comunidad local" se comprende los grupos que llamamos
aldeas, villas, ciudades y grandes ciudades. Claro que entre esos varios tipos median
enormes diferencias. Esas diferencias son tan grandes, que uno de los temas socio-
lógicos más importantes en este respecto consiste en estudiar una serie de rasgos,
-opuestos o antagónicos, que caracterizan respectivamente las comunidades rurales y
las comunidades urbanas, rasgos que influyen en casi todos los aspectos de la vida
social que se desenvuelven en esos dos tipos de marco colectivo. En un sinnúme-
ro de aspectos la vida rural y la vida urbana tiene caracteres de signo ccnrrario.v
1 véanse: INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONI>L AUTÓ-
NOMA DE MÉXICO, Estudios Sociológicos (Sociología Rural), Sexto Congreso Nacional de So-
ciología, México, D. F .• 1955; CUARTO CONGRESO LATINOAMERICANO DE SOCIOLOGíA, Organi-
zado por la Sociedad Chilena de Sociología, Santiago de Chile. 1957. Sección Tercera: Sociología
479
480 LA COMUNIDAD LOCAL
(
La comunidad local, cualquiera que sea su tipo}' cualquiera que sea su tamaño,
no está constituida solamente por el hecho de que viven en relativa contigüidad un
cierto número de gentes. Eso no basta, Existe una comunidad local cuando, además
de las interacciones que se dan entre esas gentes, existe una coordinación entre sus
conductas sociales de modo que se puede hablar de una acción colectiva propia de
ese grupo, La más notoria expresión de esa unidad se halla en la organización ad-
ministrativa de la comunidad local, es decir, en el municipio. Pero si la organi-
zación del municipio es el exponente más visible, y uno de los factores más impor-
tantes de la comunidad local, no es lo único que constituye su existencia. Por el
contrario, cabría decir que, por virtud del hecho de que desde otros puntos de vista
de cooperación existe ya una comunidad local, por eso ha sido necesario organizar
ésta por medios jurldico-administranvos en un municipio.
La unidad social de la comunidad local no deriva solamente del hecho de
que haya muchas gentes haciendo cosas similares y sometidas a parejas influencias
-medio físico, necesidades económicas, tradiciones similares, intereses concordantes,
ete.-, sino también del hecho de que hacen muchas cosas diferentes, cada una de
ellas coordinada con las demás, cuyo conjunto contribuye a satisfacer sus necesi-
dades económicas, educativas, religiosas, administrativas, políticas y de recreo. La
escuela, el templo, la tienda, la farmacia, el casino, el café, la sala de espectáculos,
el campo deportivo, la oficina de correos, la casa o el palacio municipal, etc., son
concreciones y signos de algunos aspectos de esa vida en común.
las grandes ciudades es 'mucho mayor que las semejanzas que pueda haber entre co-
munidades locales más pequeñas, sin embargo, también hay grandes ciudades que
forman modos peculiares de vida, eón matices diferentes de los que imperan en otras
grandes ciudades. Por ejemplo, la ciudad de México, París, La Habana, tienen cada
una de ellas un peculiar ambiente, un singular estilo de vida. A pesar de la tan
decantada uniformidad de la vida norteamericana, hay notorias diferencias en cuan-
to a estilo de vida entre Nueva York, Washington, Chicagc, Boston y San Francisco.
Hay notables contrastes entre Madrid y Barcelona; entre Berlín, Munich y Ham-
burgo; entre Roma, Nápolcs y Milán; entre Calcuta y Nueva Delhi. Si pasamos a
ciudades de menor tamaño, los contrastes entre el peculiar estilo de vida social de
cada una se hacen más notorios, por ejemplo: entre Guadalajara y Monterrey, entre
Veracruz y Chihuahua; entre Sevilla, Valencia, Zaragoza y Bilbao; entre Florencia
y Génova; entre Marsella y Lyon; entre Colonia y Brema; entre Montreal y Torcnto;
entre Nueva Orleans y San Antonio; entre Camagüey y Santiago de Cuba; etc.
Pero la comunidad local no es solamente una comnnidad, sino que es también
en gran medida una asociacián. En la comunidad local, la organización del muni-
cipio es de tipo asociativo, es una corporación libremente instituída por el poder
público, para cumplir un determinado número de funciones, precisamente todas las
establecidas por la ley municipal, pero nada más que ellas. Por otra parte, si
bien al nacer y durante la infancia y adolescencia, el individuo no elige por sí mis-
mo libremente la comunidad local en que vive, sino que esto depende de su familia,
en cambio, al llegar a la edad adulta, sucede que, con excepción de los países
donde exista una atroz tiranía que imponga una" residencia forzosa en determinado
lugar o restrinja la libertad de locomoción, toda pers.ona puede fijar .libremcntc su
domicilio donde quiera. Por lo. tanto, llegada laedad adulta, se puede salir al albe-
drío de una comunidad local y avecinarse en otra voluntariamente elegida.
-'-' _ El tipo rural de vida es aquel q~:: se dcscnvuclvc en las cvü)üüiJauc:), Luya~
gentes dependen predominantemente del cultivo de la tierra o de la crianza de
animales, y dé los demás menesteres relacionados con estas ocupaciones.
En cambio, las comunidades de tipo urbano de vida son aquellas cuya mayoría
de gentes dependen de ocupaciones diversas de la agricultura y la ganadería, por
ejemplo: de la industria, de la minería, del comercio, de las finanzas, de empleos
en la administración pública, de las profesiones liberales.
El hombre rural tiende a mirar la tierra como la más importante de todas las
herencias y como la fuente primaria de toda riqueza. Aunque es conservador, puede
alinearse en movimientos revolucionarios si ve en peligro la propiedad de la tierra,
O si desea conseguir esta propiedad.
En contraste con esos rasgos típicos de la vida rural, las gentes de vida urbana
están mucho más distantes de la naturaleza, en menor contacto directo con ésta. El
carácter de sus ocupaciones les I lleva a conceder mayor importancia a otros aspectos
de la vida, a darse cuenta de que hay otras fuentes dinámicas de riqueza diferentes
del cultivo de la tierra; y les lleva o bien a tener que planear el trabajo por su
cuenta, cuando tienen funciones de responsabilidad, O bien a obedecer los esquemas
~razados por otros.
y aún hay que añadir que el control ejercido por la familia es mucho más
extenso o intenso en la sociedad rural que en la urbana. En efecto, en la vida rural
el individuo suele tener su ocupación dentro del hogar, corno tiene dentro de él
sus principales expansiones, y recibe su principal educación en su seno. Por el con-
trario, en la sociedad urbana -c-donde el ciclo de instrucción es más largo- el
individuo debe mucha de su educación a las sucesivas escuelas a las que asiste; tra-
baja fuera de la casa, en talleres, oficinas, despachos, comercios, etc
El ambiente rural es el campo de las lealtades personales: al jefe de la familia,
al jefe de la tribu -cuando se trate de una sociedad de este tipo--, a los ancianos
del pueblo, al sacerdote, al patrón. Por el contrario, el ambiente II rbano, aunque en
él haya "también fidelidades personales, es en mayor medida el campo de devociones
y lealtades a. instancias objetivas, a normas generales, a principios de valor.
cual. procede. de- "ciudad'J.. {civitas}, es en .este caso una significación correcta,
porque la mayor parte de las grandes culturas han-nacido ·siempre dentro "de..am-
bientes de vida-urbana.' A este-respecto, 'comentando el.ipapel 'desempeñado por
Atenas y por Roma; dice ..José .Ortega y Gasser:" "la definición más-xerteravde
lo que es.Ia.urbe y.Ia polis se parece mucho aIa _que cómicamente se.dadel. cañón:'
toma .usted un agujero.To rodea' de alambré muy apretado, }' eso es' un cañón. Pues
lo mismo, la urbe o polis comienza por·. serun hueco:. el·Joro,. el ágora; r todo 10
demás es pretexto para asegurar ese hueco) para delimitar su dintorno. La polis
no es primordialmente un conjunto de .casas "habitables•.•. sino un'Jusar"de ayunta-
miento civil, un espacio acotado para funciones públicas. La urbe no cstd hecha,
como' la cabaña o la'·ca·sa; para cobijarse de 'la intemperie y 'e~gendrar, ,4ue ·son
menesteres privados y familiares, sino para discutir sobre la cosa pública ... Hasta
entonces s610 existía un espacio: el campo, y en él se vivía con todas .las cense-
___. _ . _ _ ' . . ' ' . .. ,1 '1·
G·Cfr. DAVIS' (Kingsley), Human Sociery, 9th 'Printing, Tbe ~fac:Milbn C1., New York.
19j.7. pp. }31 y " . '" '. . . ' . .. •.
. 7 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), La Rebelión de la! Ma!a!, en Obras Completas, Madrid,
Revista de Occidente, '1947, pp. 2~W y ss.' . .
VIDA RURAL Y VIDA URBANA 489
cuencias que esto trae para el ser del hombre ... La existencia del hombre campe·
sino, cuanto piensa, siente y quiere, conserva la modorra. inconsciente en que vive
la planta ... Pero el greco-romano decide separarse del campo. de la "natura-
leza", del cosmos geobotánico ... , limitando un trozo de campo mediante unos
muros que opongan el espacio incluso y finito al espacio amorfo y sin fin ... La
plaza, merced a los muros que la acotan, es un pedazo de campo que se vuelve
de espaldas al resto, que prescinde del resto y se opone a él. Este campo menor
y rebelde, que practica sucesión del campo infinito y se reserva a si mismo
frente a él, es campo abolido y, por tanto, un espacio JII¡ géneris, novísimo. en
que el hombre se liberta de toda comunidad con la planta y el animal, deja a éstos
fuera, y crea un ámbito aparte puramente humano. Es el espacio civil. Por eso
Sócrates, el gran urbano, ... dirá: 'Yo no tengo que ver con los árboles en el
campo; yo sólo tengo que ver con los hombres en la ciudad' ... At desparrama-
miento vegetativo por la campiña sucede la concentración civil en la ciudad."
Dejando ahora esta perspectiva hacia el origen de la ciudad, como frente de
cultura y civilización, y fijándose uno en observaciones verificables en el presente,
comparemos la estrechez del horizonte rural con la amplitud de las perspectivas
urbanas en materia cultural, en todas las ramas" de la; cultura.
En el mejor de los casos, la aldea ofrece, como toda posibilidad de instruc-
ción, la escuela primaria: como campo religioso, un pequeño templo; como infor-
mación, un periodiquillo semanal lleno principalmente de chismes locales, y 10 que
cuenten el médico, el secretario del ayuntamiento y el cura sobre lo (IUC han leído
en la prensa provinciana y capitalina -que probablemente sólo ellos recibcn-;
como recreo, un orfeón o una banda municipal; o acaso un campo de juego; como
oportunidad para adquirir bienes materiales, una tienda rudimentaria de carácter
misceláneo; como esparcimiento, un café y una taberna y el morboso placer de las
murmuraciones de vecindad; como campo político, la acción del presidente y del
consejo municipal, y tal vez la de un líder local; como asistencia sanitaria, la aten-
ción de un médico general y de una botica. Como preocupaciones y estímulos, los
cuidados cotidianos de las faenas campesinas y las intriguillas locales.
Compárese ese cuadro de vida aldeana o rural con el que ofrece una gmn
ciudad. Como posibilidades educativas y de información ésta brinda, además de
las escuelas primarias, las secundarias, las preparatorias, las de enseñanza superior
-universitaria o técnica-, los institutos, laboratorios y seminarios de investigación
científica, las bibliotecas', las conferencias, los teatros, los conciertos, las exposiciones
dc artes plásticas, la prensa diaria y la periódica, las tiendas de libros, etc. Como
recreo, diversión y entretenimiento: aparte de los teatros y conciertos, cines, espec-
táculos deportivos, emisiones de radio y televisión, numerosos locales de esparcí-
miento (cafés, salones de baile, etc.), Como asistencia sanitaria, numerosos médicos
especializados, dispensarios, sanatorios,' hospitales. Como oportunidad para adqui-
rir bienes materiales, un sinfín de tiendas y de almacenes, con múltiples diversifi-
caciones. Como proyección hacia el exterior, oportunidades de tratar a gentes de
otros países, de viajar. Como vida política, el contacto con las instituciones y los
círculos en donde se preparan y se toman las decisiones principales de la vida
pública. y en todos los aspectos: un sinnúmero de estímulos, de alicientes, de
incitaciones para aumentar el" campo de los intereses. para mejorar.
490 VIlJA RURAL l' VIDA UR8AI\',j
9 Sobre la Sociología de la vida rural, véase el mejor libro escrito sobre este tema: SlollTH
(T, Lynn}, Tbe Sociotogy o/ RUI'"I Li/e, Harper, Nueva York, 19'53. También de SMITH (T.
Lynn), sobre temas de sociología rural y de sociología urbana. así como cuestiones de población,
pueden consultarse con provecho sus siguientes trabajos publicados en portugués: llllrodu(ów
a Análise das Popelacoes, Univcrsidade do Brasil, Río de janciro, 19'50; Algunas Tendencias
Sociois 'cOrreJlle.r Tia Amerita Latina, en "Sociología", Escola de Sociología de Sao Paulo, agosto
19:>4. Para temas de sociología urbana, sigue siendo clásico el libro de QUEEN (Stuart Alfrcd)
& THOMAS (Lewis Francis}, The City, McGraw·Hill, Nueva York, 1939, Véase además sobre
Sociología Rural y Sociología Urbana: DuNCAN, DULEY (Otis), & REISS (Albert), Sodaí
Cbaracteristics 01 Urban and Rnral Communities. Census Monograph Series. Nueva York. 19'56;
LOOMtS (Charles) & BEEGLE (J. Alfan}. Rural Sociologv: The Strategy o/ Cbange, Prentice-
Hall, Nueva York, 1957; RIF.MER (Svend). The Modem Ciry: All mroduaion lo Urban 50-
í
ciologv, Pl'el1/icc-Hall, Nueva York, 195'5; Qt;INN (James A.), Tbe Grou-tb oi MeJrol'o/itd!1
S..iburb«, en "American Sociologicnl Review", Abril 1957; RURCHIN,\I. (Lec G.), HAWKES
(Clenn R.) & GARDNF.R [Brucc}. Ad;uslmen/ Cbwarteristirs o] Rural .nrd Rural Cbildren. en
"Amcr. Soc. Rev.", Feb. 19'57. Exrracrdinariamente buena es la obra del sociólogo suizo Kaxro
(Rene}, Grnndíormen del' Geseítsvbaír: Die Gcmeind«. Rowohlt. Hamburgo. 195R, T."pl."
MOORF. (Astolfo), Sociologin Jt'! Urbanismo, Universidad de Chile, Santiago, Chif-, 19':';;
Dijtri:JJlI:'S Condiciones de Vid., el} l.t Ci"ddd)' eN el COIII'u. en "Rcv. 1\1('x, ..1(.' Soc.". XX-.'.
19:>8,
CAPÍTULO XXVII
LA NACION
SUMARIO:-l. La Ilación pertenece al tipo de connmidades rOI.1ks.-2. La
horda, el dalJ, la gens, ln sippe.-3. La tribI¡.-4. Variedad de las realidades
empíricas cubiertas con el nombre de "1/ació,¡",-5. La nación no se constituye
JI; se define por la comunidad de sangre.-6. La nación tampoco es «(jlfiflJJidad
de lellgua.-7. Tampoco la configuració1l geográfica es constimtira de la na-
c¡óu.-S. Un pa,uu/o común como [actor de la nacióll.-9. Cultura y J1IfÚÓJl.-
10. Solidaridad en el presente y hacia el fu/uro como [actores determinantes
de /.1 nación.-ll. Nació" y EUftdo.-12. El Estado como [actor en /,1 fOl'111a-
ció}1 de la naciólI.-13. La conrieucia de [ormar parle de una nacián como
condirián de pertenencia 1I éJta.-14. Variedades en la (KliJud di! IOJ diversos
sectores de una nación respecto de ésta.-15. Comnnidndes snpranacionsles.
1 Cfr. KOHN (Hans), The Idea 01 Nationalism, MacMiIlan, New York, 1944, p. 3.
2 Cfr. ZNANIECKI (Florían), Modern Nationalities: A Sociological Sttldy, The Univer-
sity of IIIinois Press in Urbana, 1952. pp. 23 Y ss.
J MUROOCK. (George P.), "The Processing of Anthropological Materials". en Antbro-
/101010 today, An Encyclopedic lnoentory, Prepared under the Chairmanship of A. L. Kroeber.
Thc University of Chicago Press, Chicago, 1953, pp. 477 Y ss.. Dirtionary 01 Socioíogy, edited
by H. P. FAIRCHILD. Philosophical Library, Nueva York. 1944.
4 Cfr. LlNTON (Ralph), Esmdio del Hombre. versión esp. de D. M. f. Rubín de la Bor-
bolla, Fondo de Cultura Económica, México, 1944, pp. 182 Y ss.
191 PEQIJEI'IAS COAlIJNID.iDES P¡IETRIBIlLE>
hembras con sus crías. El sociólogo cubano Roberto Agramonte'' considera que la horda es la
forma más simple de sociedad, porque no contiene otros grupos más sencillos, sino que se des.
compone inmediatamente en individuos; y dice que "las hordas actuales viven como verdaderos
rebaños de animales, sin residencia estable ... ; no tienen caudillos fijos, pues iguales entre
iguales, van errabundos y misérrimos ... , siendo el jefe. el individuo más apto en un mo-
mento dado para una determinada empresa".
El rl.m es un grupo de parentesco de sangre, O de aceptación social, con una organización
definida y permanente. el cual comprende un número considerable de personas -se ha dicho
que poco más o menos, según las diversas culturas, de treinta. a un millar-, y que practican
la cxcgamia. Hay clanes matrilineales y patrilineaícs." Su importancia es mas bien hi~tóf¡<·'1.7
La gens constituye una especie de clan patrilineal que fué una institución de los primeros
tiempos de los pueblos griego y romano, caracterizada por la autoridad política y religiosa del
!J(1JerjamHia.r, con vínculos no s610 de parentesco natural (cognación) sino también con otros
miembros unidos por parentesco civil (agnación), la cual llegó a ser lino de los elementos más
importantes en la estructuración de la ciudad. Roma se constituyó con tres tribus, cada una de
las cuales constaba de trescientas genres.s
La sippe es una forma germánica de dan la cual es menos rígida que otras formas de clan;
se manifiesta sobre todo por una recíproca fidelidad, y consta de múltiples familias, cada una de
la') cuales vive can relativa autonornfn.v
3.-LA TRIBU
Adviértase que en el campo de las definiciones de grupos tales como );1 tribu y otros aná-
logas, no se puede pretender una rigorosa exactitud, pues se trata de caracterizar en términos
de generalización formaciones históricas, las cuales en la realidad presentan muchas}' varias
diversificaciones. Aunque en muchos casos en la tribu se da un origen común. sin embargo,
t anro :":'5 ;>liLiúlu¿;:v:¡: como íos antropéiogos del siglo xx no suelen incluir esta nota como nc-
cesaria en el concepto de tribu; y más bien subrayan en ésta. como lo hace Mex Weber,lO el
hecho de que sus miembros tienen la conciencia. -dé formar una unidad política, sobre todo en
contraste, e incluso en oposici6n bélica, frente a otros grupos similares, Jo cual suscita un sen-
timiento de estrecha solidaridad entre sus componentes. Aunque el origen común no es un
carácter necesario de la tribu, suele suceder que cuando éste no existe sus miembros. corno resul-
tado del sentimiento de solidaridad, suelen tener la creencia de que poseen una común ascendencia.
El famoso antropólogo George P. Murdock, define la tribu como "un grupo social que
comprende un número de clanes y otros subgrupos, el cual se caracteriza ordinariamente por la
posesión de un territorio, de un determinado dialecto, de una cultura homogénea y diferenciad",
y una estructura política organizada, o por lo menos algún sentido de solidaridad común frente ;1
los extraños't.O Claro que si bien la adscripción a un determinado territorio es rasgo de muchí-
simas tribus, no obstante hay organizaciones tribales nómadas.
El profesor de la Universidad de La Habana Roberto Agramontcw caracteriza la tribu más
bien por vía de comparación negativa de ella con otros grupos superiores. Dice que "dcnomi-
n¡IITIOS organización tribal" -a diferencia de la organización feudal y de la organización 0:1-
ótln;tl. que son formas político-sociales más evolucionadas- a aquella forma social car:lCtcrí~t·il'l
de los grupos sociales inferiores, que no han llegado a la fase de la ciudad ni al Estado, ~' que
corresponden a los orígenes de toda sociedad.
La confederación de tribus, según Bernard. es "una expansión de la organización social
en la que un número de tribus se une para la defensa frente a un enemigo común".13 Observa
Mcndicta y Núñez que "esta clase de uniones pueden ser permanentes o temporales; pero aun
en este caso. el tiempo y las relaciones internas de las tribus confederadas acaba por borrar
toda diferencia y por establecer la unidad lingüística y cultural". Hace notar Mendicta y
Nuñcz que en México "determinados pueblos indígenas conservan vestigios más (1 menos
acusados de organización tribal; pueden citarse entre ellos los Tarahurnaras y los Huicholes".ll
Como ejemplos de confederaciones de tribus, Roberto Agramontew cita: "L'l.S tribus kabHas
de Túnez y Argelia constituyen una confederación, e igualmente la integraron las tres tribus de
cura liga nació la ciudad romana. Los hebreos, los germanos y los celtas constituyeron confe-
deraciones de tribus. Una de las grandes confederaciones, todavía existente. y fundada en 14"iO,
es la célebre COl1f~deraciól1 [roqueta."
lo tanto, mal podría servir una noción tan vaga y tan contradictoria como la de raza
paca constituir y definir a la nación.
Pero al rechazar que la nación puede explicarse por la comunidad de sangre
no se piensa solamente en el descrédito en que ha caído la idea de raza, sino
también en otros hechos mucho más concretos y directamente relacionados con la
formación de las naciones.
Esencialmente la nación es una comunidad de vida producida por la bistorio
y no por la nataraleza. Si la base de la nación fuera una comunidad de sangre,
en el mundo no se habría pasado de la tribu, si es que se hubiese llegado a ella,
pues ID más probable es que el desenvolvimiento humano no hubiese rebasado las
formas del clan primitivo.
Una pulcra sumisión a los hechos muestra el descomunal error de querer expli-
car la nación por la comunidad de sangre. Si repasamos la historia de cualquiera
nación moderna -España, Francia, México, etc,-, veremos que lo que en una
cierta fecha parecía constituir la nacionalidad aparece negado en una fecha posterior,
Primero, la nación propia aparece como la tribu, y la nación extranjera como la
tribu de al lado. Luego la nación se compone de las dos tribus, mástardc .es una
comarca. y poco después es todo un condado o ducado o reino. Primero la nación
es León, pero no Castilla, luego es León y Castilla, pero no Cataluña y Aragón;
luego es Castilla, León, Cataluña y Aragón.'> Primero está eonstituída por el Imperio
Azteca, pero no por otros grupos indígenas, ni después tampoco por los conquista-
dores j' primerus (01uui:ladores esparioies: pero luego se-va integrando con- esos gru~
pos y con todos los demás grupos, cuya totalidad más tarde ya constituye la gran
nacionalidad mexicana.
¿De qué comunidad de sangre puede hablarse en España donde se mezclan a
lo largo de la historia linajes iberos, celtas, ligures, fenicios, helenos, cartagineses,
romanos, judíos, germanos,. árabes, bereberes, normandos, flamencos, etc.? ¿Cómo
puede hablarse de que la comunidad de sangre determine la nación francesa, pues
hay en Francia linajes nórdicos de tipo similar a los que se encuentran en los países
escandinavos, en el Este de Irlanda, en Escocia, en el Norte de Inglaterra y en las
costas del Báltico y en las del Mar del Norte; si hay elementos iberos en el litoral
Mediterráneo, similares a los que se hallan en España; si hay estirpes alpinas en
gran cantidad, como las hay en el Sur de Alemania; si figuran también en abun-
dancia elementos dináricos como los que habitan en torno del Adriático, en Bosnia,
en Croacia, en Suiza y en el Tirol; si hay estirpes subadriáticas muy semejantes a
las que habitan en Renania, en Baviera, en Bohemia y en Austeia P'"
Si con relación a las modernas nacionalidades de Europa y de las Américas
alguien insistiese en hablar que cada una de ellas forma una comunidad de sangre,
entendiendo entonces por tal comunidad de sangre un especial tipo de mezcla de
ingredientes heterogéneos, contra esto se tendría que objetar que tal comunidad
de sangre, así concebida como mixtura combinada, lejos de ser el factor determi-
nante de la nación, debiera por el contrario ser considerado como un efecto de la
existencia de la nación; es decir, como un efecto de una unidad de convivencia
íntima previamente realizada.
1; Cfr. ORTEGA y GASSF.T (José), La Rebelión de las Masas, en Obras Completas, Revista
,JI,.' Occidente. Madrid, 1947, tomo IV, p. 260.
18 Cfr. Dar.os (J. T.), LA Nation, 1, Sociologie de la Nation, Arbre, Montreal, pp. 51 Y ss.
NACION NO SE DETERMINA POR SANGRE NI 1D1O,\IA
, 497
cisma geográfico de las "fronteras naturales". "El azar de la fecha actual nOS
muestra a las llamadas naciones instaladas en amplios terruños de los continentes
o en las islas adyacentes. De esos límites actuales se quiere hacer algo definitivo y
espiritual. Son, se dice, 'fronteras naturales'; y con Su 'naturalidad' se significa una
como mágica predeterminación de la historia por la forma telúrica. Pero este mito
se volatiliza en seguida sometiéndolo al mismo razonamiento que invalida la comu-
nidad de sangre}' de idioma como fuentes de la nación. También aquí, si retroce-
demos <!!g!10os siglos. sorprendemos a Francia y a España disociadas en naciones
menores, cori.~I.]S inevitables 'fronteras naturales' ... La 'naturalidad' de. las fronte-
ras es meramente-relativa. Depende de los medios económicos y bélicos de la época.
-La realidad .histórica de, la famosa 'frontera natural' consiste sencillamente en ser
un estorbo a la expansión del pueblo A sobre el pueblo B. Porque es un estorbo
-de convivencia o de guerra- para A, .es .una defensa para B ... Las fronteras
de ayer y de anteayer no nos parecen hoy fundamentos de. l,~ nación francesa o espa-
ñola', sino al revés: estorbos que la idea nacional encontró en su proceso de, unifi-
ci6n ... Las fronteras han servido para consolidar en cada momento la unificación
nacional política ya lograda. No han sido, pues, principio de la nación sino al revés:
al principio fueron estorbo, y luego, una vez allanadas, fueron medio material para
asegurar la unidad".
Sin embargo, es también verdad que, una vez que una nación se ha constí-
tuído sobre un territorio delimitado con fijeza, la idea de ese territ(lri0 complete
y las resonancias emotivas que ella proddce constituyen uno de los factores que
forman el sentimiento nacional. El profesor francés ]. T. Delos'" dice que tal vez
pudiera creerse que la nitidez de los perfiles del espacio habitado por los hombres,
la. precisión de su horizonte, el rigor de 'Ia idea de frontera han madurado en los
miembros de los grupos la conciencia de su individualidad colectiva, 9 han retra-
sado el desarrollo de esta conciencia si las fronteras eran menos acusadas.
Por otra parte, los rasgos completos del paisaje o de los paisajes, unos articu-
lados con otros, tienen en ocasiones efectos sobre el carácter de sus habitantes, dan
a éste peculiares matices; y, así, pueden en algunos casos convertirse en un fac-
tor del sentimiento nacional. Claro que la influencia de estos factores se produce
en mayor medida sobre la formación del sentimiento regional o comarcal.
9.-CULTURA y NACION
El haber convivido intensamente en el pretérito, el haber participado en ern-
presas comunes, el haber compartido un mismo destino, el haber pasado glorias y
penas juntos, el haber tenido que afrontar iguales problemas en una peculiar cir-
cunstancia, el vivir en el mismo marco territorial, son factores que configuran en
una determinada forma, que tiñen con un cierto matiz especial la. cultura de una
nación, mejor dicho, que por virtud de esto contribuyen poderosamente a constituir
la nación sobre la base de ese matiz cultural específico.
Adviértase que no hablo tanto... de una cultura, como de un especial matiz o
estilo cultural dentro de un círculo cultural mayor. Scría desproporcionado. desor-
bitado. y por tanto inexacto, hablar de una cultura española. de una cultura fran-
cesa, de una cultura inglesa, o de una cultura mexicana como entidades autónomas
e independientes. Si hoy hiciésemos balance de nuestro contenido mental -opinio-
. notar que esa consideración del futuro es' el hecho inicial, sin el cual no se explicaría
la formación del grupo nacional. ~6 Delos distingue además entre la comunidad de
conciencia }' el paso de ésta a la conciencia de formar nna comunidad, la cual implica
proyección hacia el futuro.
IL-NACION y ESTADO
Confundir el Estado con la Nación sería un gigantesco error que lleva a desco-
munales disparates teóricos, y a espeluznantes efectos en la vida práctica.
En primer lugar, adviértase que el contenido de la nación es muchísimo más
rico que el contenido del Estado. Mientras que la nación comprende un sinnúmero
de aspectos de la vida humana, ejerce una influencia sobre casi todas las activi-
dades del hombre, es una especie de atmósfera colectiva que circunscribe e impregna
un sinfín de conductas en nuestra existencia, ·en cambio, el Estado es sólo una or-
ganización pública, una armazón jurídica, el órgano formalmente establecedor del
Derecho, aplicador de éste, el Derecho en su vida dinámica, que comprende sólo
un cierto número de aspectos determinados de nuestra vida, y nada más.
En segundo lugar, dentro de la comunidad nacional, incluso bajo la presión
de su específica atmósfera, ha}' un enorme margen para la espontaneidad individual
y para la espontaneidad colectiva. Por el contrario, el Estado entraña la imposición
coercitiva de unas ciertas conductas específicamente determinadas; es, por lo tanto,
el reino de la coacción -e--latente o en act~ snhrp ciertos aspectos de la.Óv ida.
. Mientras que no es posible enumerar las funciones de la nación, porque la
nación es una comunidad total o suprafuncional, en cambio, es perfectamente posi-
ble enumerar can toda precisión las funciones del" Estado, las cuales están definidas
por.el Derecho. Y desde el punto de vista estimativo, es decir, desde el punto de
vista de la Axiología jurídica, se debe proclamar que hay en la vida humana as-
pectos, precisamente más importantes, que deben quedar exentos de toda regulación
taxativa por el Derecho, v. g.: la conciencia, la autonomía personal, etc. Respecto
de tales aspectos el Derecho debe limitarse a reconocer, proclamar y garantizar las
libertades fundamentales del hombre, es decir, el principio de la no intervención
dentro del sagrario de la personalidad individual, que es la sede de valores más al-
tos' que los q.ue pueden encarnar en ninguna institución social pública o privada.
También desde el punto de vista valorativo hay que proclamar que así como
el Estado no debe ser un fin, sino debe ser un medio al servicio de los individuos
-y nunca el individuo -ser degradado a un mero medio para el Estado-, así tamo
bien la Nación no debe ser para el Estado, sino al revés, el Estado debe ser para la
Nación. El Estado no es -no debe ser- más que una máquina situada dentro de
la Nación para servir a ésta.
Las varias figuras de Estado totalitario, todas ellas monstruosas y engendradoras
de las peores catástrofes, no sólo degradan al hombre, al individuo, que es el único
ser humano- substante•. privándolo de su dignidad y reduciéndolo a la condición de
pura pasta para alimento del Leviathan, sino que además aherrojan, oprimen J, la
nación, tratando de arrebatarle su espontaneidad y, por lo tanto, las fuentes de su
verdadera vida. Confundir la Nación -con el Estado no es sólo un tremendo
dislate teórico, sino' que es además una descomunal fechoría, un crimen.
28 Cfr. DELOS (J. T.), ob, cis., p. 85.
DIFERENCIAS ENTRE NACION y ESTADO 503
Aclaremos también que mientras que la nación es uno de los ejemplos máximos
de comunidad, en cambio, el Estado es una asot'i«ión.
Otra diferencia entre Nación y Estado. consiste en que, como certeramente co-
menta Hermann Heller, la nación no presenta por lo general una unidad total de
voluntad política, sino que" por el contrario suele contener varias direcciones políti-
cas. Por el contrario, el Estado, precisamente desde el punto de vista sociológico,
constituye una unidad de decisión política. El Estado, mediante la unidad del or-
denamiento normativo, que se obtiene en virtud de la organización de las instancias
o competencias estatales, según lo determinado en el sistema de Derecho, produce
prácticamente una unificación de la voluntad política. Ahora bien, esa unidad de
acción política producida por el Estado no tiene una correspondencia exacta en la
realidad de la nación; pues, aun en Jos casos de pleno apogeo nacional, existe siern-
pte, frente a la voluntad unitaria del Estado, un grupo en la nación que desiente
de aquélla en cuanto a los fines o respecto de los medíos.w
ellas, sino que las respetó, integrándolas en una entidad más amplia, corno pJSÓ en
Canadá. Se llama Estado nacional al que impera sobre una sola nación, la cual en
cierto modo existía ya antes; y también al que ha conseguido fundir de hecho,
efectivamente, en una sola, varias naciones que antes tenían existencia distinta.
El Estado actúa como un factor dinámico en la formación de la nación. "El
Estado>' no es una forma de sociedad que el hombre se encuentre dada y en
regalo, sino que necesita fraguarla penosamente. No es como la horda o la tribu
)' demás sociedades fundadas en la consanguinidad, que la n,aturaleza se encarga
de hacer ... Al contrario, el Estado comienza cuando el hombre trata de evadirse
de la sociedad nativa dentro de la cual la sangre lo ha inscrito .... Originariamente el
Estado consiste en la mezcla de sangre y de lenguas ... Si observamos la situación
histórica que precede inmediatamente al nacimiento de un Estado, encontraremos.
siempre el siguiente esquema: varias colectividades pequeñas cuya estructura social
está hecha para que viva cada cual hacia dentro de sí misma. La forma social
de cada una sirve sólo para una convivencia interna. Esto indica que en el pasado
vivieron efectivamente aisladas, cada una por sí y para sí, sin más que contactos
excepcionales para las limítrofes. Pero a este aislamiento efectivo ha sucedido de
hecho una convivencia externa, sobre todo económica. El individuo de cada colee-
tividnd no vive ya sólo de ésta, sino que parte de su vida está trabada con indivi-
duos de otras colectividades con los cuales comercia mercantil e intelectualmente ...
En esta situación, el principio estatal es el movimiento qll~ lleva 2· aniquilar las
Jcnnas sociales de convivencia interna, sustituyéndolas por una forma social ade-
cuada a la nueva convivencia externa. El Estado es siempre, cualquiera que sea
su forma -c-primitiva, antigua, rnedioeval O modema-i-, la invitación (o la imposi-
rión)'2 que un grupo de hombres hace a otros grupos humanos para "ejecutar
juntos una empresa. Esta empresa, cualesquiera sean sus trámites intermediarios,
consiste a la postre en organizar un cierto tipo de vida ... Las diferentes clases de
Estado nacen de las otras maneras según las cuales el grupo empresario establezca
la colaboración con los otros. Así, el Estado antiguo no acierta nunca a fundirse
con los otros .. . Pero los pueblos nuevos traen otra interpretación del Estado ...
Si el Estado es un proyecto de empresa común, su realidad es puramente dinámica:
un hacer, la comunidad en la actuación ... No es la comunidad anterior, tradicional
o inmemorial... la que proporciona título para la convivencia .política, sino la
comunidad futura en el efectivo hacer. No 10 que fuimos ayer, sino lo que vamos
a hacer mañana juntos nos reúne en Estado. De aqui la facilidad con que la unidad
política brinca en Occidente sobre todos los limites que aprisionaron al Estado
antiguo". Entonces ha resultado que, sobre todo en el mundo occidental, el Esta-
do ha actuado en muchos casos como un factor formador de naciones.
Muchas veces la homogeneidad en el matiz o estilo cultural, las comunes tradi-
ciones, costumbres e instituciones, así cama la conciencia de un común destino,
de un común futuro, son resultados debidos en parte a la acción unificadora de un
31 efe. ORTEGA y GASSET (José), ob. cir., tomo IV, pp. 252·3.
32 Añado entre paréntesis "o la imposición", porque no siempre se: trata de una invitación
puramente libre. sino que en ocasiones se da una cierta presión más o menos fuerte. Claro que
una pura imposición por la fuerza, y nada más, no puede determinar la formación de una
nación. Es preciso que la invitación, aunque haya sido en algún modo impositiva, haya logrado
aquiescencia por parte de los invitados, si es que no de modo inmediato, al menos posterior.
mente.
EL ESTADO como UN FACTOR FORMATiVO DE LA NACTON 505
poder político, acción que ha unificado no solamente la decisión política, sino que,
al provocar una convivencia más intensa y al producir una solidaridad más estrecha,
ha contribuído a formar la realidad nacional y la conciencia nacional. Algunos Esta-
dos, como el francés, han tenido pleno éxito en contribuir decisivamente a la unidad
de lengua, a la homogeneidad de cultura. Otros Estados, aun cuando han creado
una sola nacionalidad con elementos dispares. no lograron unidad lingüística. ni
plena homogeneidad cultural. Otros Estados, como por ejemplo Suiza, Canadá,
contribuyeron vigorosamente con formidable éxito a la formación de una clara e
intensa conciencia nacional y de una fuerte solidaridad nacional, pero no se propu-
sieron en modo alguno hacer desaparecer las diferencias lingüísticas y culturales.
Las explicaciones que anteceden desvanecen aquella creencia ingenua que algu-
nos tenían- de que el guerrero galo "Vercingetorix o que el Cid Campeador querían
ya una Francia desde Saint-Malo hasta Estrasburgo -precisamente- o una Spanja
desde Finisterre a Gibraltar". Esos ingenuos. "Como el ingenuo dramaturgo, hacen
que sus héroes partan para la guerra de los Treinta Años. Para explicarse cómo se
han formado Francia y "España, suponen que Francia y España preexistían como
unidades en el fondo de las almas francesas y españolas. ¡Como si existiesen franceses
y españoles originariamente antes de que Francia y España existiesen! ¡Como si el
francés y el español no fuesen simplemente cosas que hubo que forjar en dos mil
'años de faena !"SS
Lo mismo se ve con toda claridad al estudiar la formación de las naciones del
Hemisferio Americano, las cuales van configurándose como tales naciones sobre
todo después de la Independencia, si bien empezaran ya a gestarse durante la etapa
colonial, en la que se fué iniciando una comunidad entre los pueblos indígenas
y los colonizadores por un proceso de' mutua asimilación y de amalgamación.
Un ejemplo de máximas dimensiones de hasta qué punto el Estado es un
factor integrante de la nacionalidad lo ofrecen los Estados Unidos de Norteamérica.
En ellos, el Estado actuó como un factor integrador y como un formidable factor de
expansión geográfica y étnica, hasta el punto de forjar una nacionalidad a base
de ir incorporando nuevos territorios con sus gentes y los más diversos linajes
inmigrantes de todas partes de Europa, de Africa, de otros lugares del Hemisferio
Occidental e incluso, aunque en pequeña proporción, de algunos lugares de Asia.
<UJIU ~ J:fG ~U~H -j ~ l-,~ ,
sentacién de la nacron dentro de la cual están insertos. Esto es así, porque una
comunidad está en gran proporción constituida por el saber que sus miembros
tienen de esa comunidad, por el sentimiento de solidaridad que sienten con el grupo.
Pero eso supone tener alguna idea, aunque sea rudimentaria, de ese grupo.
Podrá decirse que esas gentes de la hipótesis que se formula, aunque no tengan
una idea de los perfiles de la nación, de hecho comparten los modos colectivos de
vida, de ésta, tienen las misma ideas y creencias que sus connacionales, siguen las
mismas costumbres, se alimentan de iguales tradiciones, están afectadas por las mis-
mas instituciones, etc., tanto si piensan en ello, como si no piensan en ello. Es
verdad. Pero esto significa solamente que participan en una comunidad cultural,
O étnica, porque comparten los modos de vida de ésta. porque tienen homogenei-
dades can los demás miembros de ella; pero na implica que formen parte de hecho,
de la comunidad nacional, porque ésta, que consiste desde luego en aquella cornu-
nidad de matices culturales, consiste además principalmente en la conciencia de
un destino común Con todos los demás integrantes. Ahora bien, no se puede tener
conciencia cabal de esa comunidad de destino si no se tiene una idea. aUnque sea
muy rudimentaria. pero por lo menos medianamente adecuada, de los demás ínte-
grantes de esa comunidad nacional.
Esta observación es el resultado de la aplicación de un resultado al que ha
llegado la Sociología contemporánea. Así, por ejemplo, Max Scheler" ha puesto
claramente de manifiesto que "un 'g~po' implica un saber, por vago que sea.
de su existencia y de un<?s valores y' 'fines reconocidos en ::c:r.~ n''. "El saber que
los miembros de un grupo tienen unos de otros y la posibilidad de su mutuo
'comprenderse' ... no es algo que se añada a un grupo social. sino algo que contri-
buye a constituir el objeto llamado 'sociedad humana', y, por 10 tanto, un deter-
minado grupo". Karl Mannheim sostiene que entre los varios factores que determi-
nan la pertenencia de una persona a un grupo figura ei descubrirnos insertos en él.
lo cual supone tener algún conocimiento de es~ grupO.M
Ahora bien, este requisito no plantea problema respecto de las comunidades te-
lativamente pequeñas, como la familia, o como la comunidad local; pero 10 plantea
ciertamente respecto de las comunidades muy extensas como las grandes naciones.
Observa' Max Weher que "existe una serie '...' de muy distintas y variables ac~
titudes dentro de las clases. respecto de la nación... Las capas feudales, los
funcionarios, la burguesía mercantil e industrial de diferentes categorías, las capas
intelectuales adoptan actitudes frente a la nación, que no son uniformes ni histó-
ricamente constantes. No sólo Son cualitativamente muy distintos los motivos en los
cuales se .apoya la creencia en la existencia de una 'nación' ,propia, sino también
la conducta empírica que resulta efectivamente de la pertenencia a la 'nación'. El
'sentimiento nacional' de los alemanes, de los ingleses, de los norteamericanos, de
Ji efe. SCHELER (Max}, Sociología del Saber, trad. de josé.Gaos, Revista de Occidente,
Madrid, 1935, p. 48. ~
:l~ Cfr. M""";"'HIlIM (Karl}. Ideolo¡;í.t y Utopía, trad. esp. de Salvador Echavarr¡a, Fondo
de Cult. Econ., México, 1941, p. 43.
OTRAS OBSERVACIONES SOBRE LA NAClON 507
los españoles, de los franceses y de los rusos no funciona del mismo modo ... Así,
pues" una casuística sociológica debería exponer todas las clases partirulares de
sentimientos de comunidad y solidaridad según las condiciones de su origen, y
según las consecuencias para la acción comunitaria de sus rniernbros'V"
15.-COMUNIDADES SUPRANACIONALES
La comunidad nacional constituye una etapa superior altamente integradora a
la que han llegado muchos pueblos. Ahora bien, la comunidad nacional no significa
necesariamente el grado último en un proceso de integración. Así como muchas
de las actuales naciones se formaron por la integración o fusión de otras varias
comunidades, las cuales antes tenían el carácter de naciones más pequeñas, así es
posible que con dos O más naciones de las que existen en el presente se forme una
comunidad más amplia, una comunidad supranacional, en la que queden integradas
varias naciones en una especie de super-nación más grande.
Un ejemplo de comunidad super-nacional es la Comunidad Británica de Nacio-
nes [Brítísh Commonwealth) en la que el Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva
Zelandia y otros pueblos forman una especie de nacionalidad más amplia. No me
refiero a la estructura jurídica del Bricish Commonwealth -estructura bastante laxa-,
sino al hecho social de que en efecto existe una comunidad supra-nacional británica,
con un fuerte sentimiento de solidaridad y de mutua pertenencia. Esa solidaridad
es tan fuerte. que, al estallar la Segunda Guerra Mundial, todas las Naciones Bri-
tánicas se alinearon al lado del Reino Unido, sin que las forzase a ello ninguna
obligación jurídica, simplemente por. virtud de la conciencia de una común misión.:"
Simón Bolívar concibió la idea de una supernacionalidad hispano-americana,
aunque por de pronto no fuese posible formar un solo Estado con todos los países.
"Yo deseo -decía Bolívar en la Carta de Jamaica-... ver formar en América
la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su
libertad y gloria... La Metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única
que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metr6poli ... Es una
idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación, con
un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo ... "38 Entendió que,
aun cuando no se pudiese formar un solo Estado Hispano-Americano, era necesario
promover esa super-nacionalidad con algunas medidas de organización jurídica.
ce Cfr. WEBER (Max), ob. cis., tomo IV, pp. 52·53. Sobre pueblos y naciones, véase tam-
bién: SIGFRIED (André), L'ame des peuples, Hachete, París, 1950; ZNANIECKI (Florian), Mo-
dem Nationalities, A Sociological Sludy, Urbana, 1952.
37 Cfr. GARciA PELAYO (M.), El Imperio Británico, Revista de Occidente, Madrid, 19'45.
38 Cfr. Antología de Bolívar, con prólogo de Francisco MONTERDE, ediciones de la Secre-
tarta de Educación Pública, México, 1942; RECASÉNS SICHE5 (Luis). El pensamiento Filo-
sófico, Social, Político y Jllridico de Hispano-América, en 1:1. obra "Filosofía del Derecho".
por Giorgio Del Vecch¡o, y "Estudios de Filosofía de Derecho". por Luis RECASÉNS SICHES.
tomo l l, Parte Histórica, U.T.E,H.A.. México. 1946. pp. i34-35.
CAPíTULO XXVIII
A este respecto José Ortega y Gasset hacía notar ya en una de sus primeras
obrass que "el pensamiento es una función vital, corno la digestión o la circulación
de la sangre". Cierto que estas últimas consisten en procesos espaciales, corpóreos, y
aquélla no, diferencia que. si bien es muy importante, no afecta a ese carácter
común de ser la una y las otras igualmente funciones de nuestra vida. "Un juicio
es una porciúncula de nuestra vida¡ una volición, lo mismo ... Pienso 10 que pienso,
como transformo los alimentos o bate la sangre en mi corazón. En los tres casos
se trata de necesidades vitales ... Mi pensamiento es un instrumento para mi vida,
órgano de ella, que ella regula y gobierna. Mas, por otra parte, pensar es poner
ante nuestra individualidad las cosas según ellas son. El hecho de que, por veces
erramos, no hace sino confirmar el carácter verídico del pensamiento. Llamamos error
a un pensamiento fracasado, a un pensamiento que no lo es propiamente. Su misión
es reflejar el mundo de las cosas, acomodarse a ellas de uno u otro modo; en suma,
pensar la verdad, como digerir es asimilar los manjares. Y el error no anula la
verdad del pensamiento, como la indigestión no suprime el hecho del proceso asi-
milatorio normal. Tiene, pues, el fenómeno del pensamiento doble haz: tor un
lado nace como necesidad vital del individuo y está regido por la ley de la utilidad
subjetiva; por otro lado consiste precisamente en una adecuación a las Cosas V le
impera la ley objetiva de la verdad".
"lo propio acontece con nuestras voliciones. El acto de la voluntad se dispara
del centro mismo del sujeto. Es una emanación enérgica, un tropetu 91..!e asciende de
las profundidades orgánicas... En las voliciones se manifiesta predaramente el
pulso vital del individuo. Por medio de ellas satisface, corrige, amplía sus necesi-
dades orgánicas. Pero analícese un acto de voluntad donde aparezca claro el carácter
de ésta. Por ejemplo, el caso en que, después de vacilaciones y titubeos, al través de
una dramática deliberación nos decidimos, por fin, a hacer algo y reprimimos otras
posibles resoluciones. Entonces notamos que nuestra decisión ha nacido de que,
entre propósitos concurrentes, uno nos ha parecido el mejor, De suerte que todo
querer es constitutivamente un querer hacer lo mejor que en cada situación pueda
hacerse, una aceptación de la norma objetiva del bien",
Este doble carácter, que hallamos en los fenómenos intelectuales y voluntarios,
se encuentra' con pareja evidencia también en las demás funciones culturales. "Es
decir, que existe toda una serie de fenómenos vitales dotados de doble dinamicidad,
de un extraño dualismo. Por una parte son producto espontáneo del sujeto viviente
y tienen su causa y su régimen dentro del individuo orgánico; por otra, llevan en sí
mismos la necesidad de someterse a un régimen o ley objetivos, Y ambas instancias
-nótese bien- se necesitan mutuamente. No puedo pensar con utilidad para mis
fines biológicos, si no pienso la verdad .. , La vida del hombre ... tiene una dimen-
sión trascendente en que, por decirlo así, sale de sí misma y participa de algo que
no es ella, que está más allá de ella, " Esas funciones vitales -por tanto, hechos
subjetivos. , . - , que cumplen leyes objetivas, que en sí mismas llevan la condición
de amoldarse a un régimen .transvital, son la cultura. Se ha hablado mucho de la
o •
cultura corno 'vida espiritual'. Pero vida espiritual no es otra cosa que ese repertorio
de funciones vitales cuyos productos o resultados tienen una consistencia trans-
vital", es decir, que se refieren a valores objetivos. Por ejemplo: entre 105 varios
:: Cfr. ORTEGA y GASSET (José), El Tensa de NII~S/I·o Tiempo. Madrid. 192~ Clp. IV.
Véase Obras Comtdesas, Revista de Occidente, Madrid, 1947, tumo Uf, Pp. J()·1·t6:':.
CULTURA COMO FUNCION y FINALIDAD VALIOSA 511
Por consiguiente, los productos culturales no deben ser tratados como entes
de razón pura, sino como productos del logos de lo humano, que es diferente de la
razón matemática. No puedo desenvolver aquí el estudio de la lógica de lo humano,
porque si lo hiciese me saldría del tema de este capítulo. Me limitaré a decir que
el logos de lo humano constituye la lógica de lo razonable a diferencia de la lógica
de lo racional. Ahora bien, mientras que la lógica de 10 racional, la lógica mate-
mática es abstracta, en :::ambio, la lógica de lo humano, además de estar referida a
valores y estructurada para la acción en relaciones de fines y medios, está también
ligada a la experiencia vital y a la experiencia histórica." De aquí que el racionalis-
mo matemático de la Escuela Jurídica Exegética francesa en el 9iglo XIX se haya
mostrado como algo monstruoso. En efecto, aquella escuela tomaba los artículos
del Código de Napoleón como verdades matemáticas, absolutas, y prendía de ellos
una cadena de silogismos para ir deduciendo consecuencias ilimitadamente, olvi-
dando con ello que el Derecho positivo no es un conjunto de verdades a priori,
necesarias y universales, como las de la matemática, sino tan sólo obra humana
circunstancial referida siempre a la situación histórica de la que nació y ,a la
situación histórica para la cual fué pensada. Estas consideraciones hacen evidente
que la Ciencia del Derecho, aunc¡uc vea en éste 1.1.0 conjunto de significaciones nor-
mativas y las estudie en tanto que tales, no puede sin embargo prescindir de referir
tales singificaciones al contexto social histórico en el cual y para el cual se gestaron;
por lo tanto, 00 puede prescindir de usar en el estudio del Derecho positivo puntos
de vista sociológicos. sobretos h~(h0~,-.po:o!" _los ,~:;:.!e:;, y p~.rii 1.0.0;;: ¡'::.\..liiJ9T:it:' elaboró ese-
Derecho; asf como sobre cuáles son los. efectos reales, que,. ese Derecho produce
en Ia. vida social de una ...determinada colectividad .en el tiempo-presente., Algo se-
mejantc pqdrla aplicarse .a-das demásxiencias de' la cultura. A~.í! pues~ a~ry9l!e las
ciencias de la t cultura no son. Sociologia, deben sin embargo usar puntos de vista
I
Y.' métodos sociológicos para.' iluminar algunos ~~pectos de, W,s _~~~as,:l)ropi9s.,
(r .L~ .Sociología ,~e la .cul~Qra habrá vde investigar: a] cpál . sea.. la influencin qll~
las situacionesy los. pr.oceso,~. sociales ejercen..509.re I,~..gestación:y, ~J desen~'o!yim¡~n!,o
de Ia .cultura en ge~,~,~al., '.y ,¡4~, cada l~.n.a de sus rumas ~sp~cial~;Lb) s~ilejbSQ.n)os
jpfluj~s . qU,e,. los, con~~n¡d,os cul~ura~es. es .d~ciI, ~~,~, sentidos ~xp[esa~dos,..y reali7.ado~
1
·1 Cfr. ünTI::GA 'y GASSf.T {josé}, ¡de.u )" Crct'luú.f (Cll'. sobre "En el centen.vio de
Hegel"), Espesa Culpe Argentina. Buenos Aire.~·l\li·);iltl, 1o-to, pro (i(; y s~.
SocIOIOXil>._33.
514 DOCTRINAS MONISTAS EN PILOSOFlA DE LA HISTORIA
considerado los dos conceptos como estáticos. corno perfilados y conclusos. en cam-
bio, Hegel sostiene que en toda posición mental, tesis: se contiene lo que ella cs.
pero al mismo tiempo también el germen de su negación, a 1<1 que nos vemos
impelidos cuando tratamos de apurar esa idea; pero, a la vez, cuando intentamos
asentarnos en esa negación, antítesis.. tampoco podemos "reposar tranquilamente en
ella, pues ésta contiene también la invitación para la negación de $Í propia, la cual
es, en cierto modo, una reafirmación, síntesis. de la primera postura, sólo que de
regreso, es decir, superándola; y, así sucesivamente, es decir, la síntesis funcionaré
corno tesis en una nueva tríada, etc." Veamos un ejemplo: cuando tratamos de
pcns;tf el ser.. 10 concebimos como 10 genérico propio de todas las cosas que son;
pero su contenido no es esto ni aquello, no es nada en concreto. He aquí cómo.
al pensar el ser (tesis), ha brotado "la invitación a pensar lo contrario: la nada
(intíntesis). Pero cuando intentamos estrujar esa noción de Ulula, vemos que no es
nada vacía; es un no ser esto o aquello, pero que en tanto que sea tendrá que
concretarse en algo determinado: un no ser pero tIllE ya a ser, o lo que es lo mismo,
un devenir (síntesis). En el devenir están superados el ser y la nada, en el doble
sentido de: !:I pnl.ibra supcr.ir, es decir, anulados y conservados <:11 forma corrcuidu.
"Y, así, continuamente, "a sacando la razón, de sí misma, merced a ese proceso
dinámico, un número infinitamente vasto de posibilidades racionales insospechadas.
La razón es la esencia y el germen de la realidad. Lo racional es real y 10 real es
racional; porque: no hay realidad que no tenga SlI justificación racional, ni hay
tal.l'poco posición racional que no esté, haya estado. o haya de estar en lo futuro,
realizada." Así, todo cuanto es, todo cuanto ha sido, todo cuanto será no b sino
la realización sucesiva}' progresiva de gérmenes racionales que están todos en la
razón absoluta. es decir, en el espíritu absoluto".
"Resulta, pues, que para Hegel, la última realidad del Universo es por sí
evolución y progreso; ... Sólo que la expresión propia de aquella evolución es la
cadena de la Lógica, la cual es una historia sin tiempo. La historia efectiva es
la proyección en el tiempo de esa pura serie de ideas, de ese pro(l:so lógico. Cada
uno de sus estadios adquiere al fijarse, al acaecer en un instante del tiempo. cierta
existencia aparte. Y la serie temporal de estos acontecimientos evolutivos del Espí-
ritu es la Historia universal. Cada etapa lúgicl (·S rioida, representada, ejecutada
por algún gran pueblo -Egipto, Pcrsia, Grecia, Roma, c:tc.-, que de este modo.
como momento necesario en el autoconocimiento del Espíritu Universal, adquiere
un sentido, un valor absoluto".
"Hay en la filosofía histórica de Hegel l.i ambición de jus-tificar cada época.
cada etapa humana, evitando la indiscreción del vulgar progresismo, que considera
todo el pasado como esencial barbarie ... Hegel quiere demostrar, por el contrario,
que lo histórico es emanación de la razón, 9uc: el pretérito tiene buen sentido o,
dicho de otro modo, que la Historia universal no es una retahila de inepcias. sino
que, en su gigantesca secuencia, ha pasado algo serio, algo que tiene realidad, es-
tructura, razón. Y para esto intenta mostrar que todas las épocas han tenido razón,
precisamente porque fueron diferentes y aun contradictorias ... -Conviene añadir
unas palabras sobre lo que: Hegel considera como pasado histórico .. ' Pasado. en
, Cfr. GARcíA MORE;\:TE (Manuel), Lecciones pTelimiJ/"~"J de Pilosoiía, Tucumán. 1')38,
lec. x 1. pp. 374 Y S".
~. Trunsrritu de jcsé ORTEGA y (j,'55fT, Hegel J .411/t:,ird, en El Espectador Lli." ',L
516 SOCIEDAD. CULTURA E HISTORIA Er-.' HEGEL
Hegel, son sólo aquellos pueblos que formaron claramente un Estado, La vida
pré-estatal es irracional, y Hegel, en su racionalización de la Historia, no llega
a la generosidad de salvarla}' justificarla toda ... Antes del Estado no hay historia,
sino s610 prehistoria, la cual se ocupa cid hombre naturaleza, sin auténtico pasado,
como no lo tienen los átomos. Los pueblos primitivos, continentes enteros, no en-
tran en la historia. Son pueblos -dice-- de conciencia turbia. Lo único propio
digno de consideración filosófica es recoger la historia alH donde la racionalidad
empieza a manifestarse en su existencia terrestre".'?
Adviértase que esa concepción de Hegel constituye propiamente un ensayo de
Filosofía de la Historia -uno de los más grandiosos-e- y que, por tanto, rebasa
en mucho los marcos de la Sociología de la cultura. Pero, contiene dentro de sí
• y en Su desarrollo una Sociología de la cultura, ya que las estructuras )' los pro-
cesos sociales se entretejen con la cultura y son manifestaciones del Espíritu Razón.°
5.-CRITICA DE LA DOCTRINA SOCIAL E H1STOR1CA DE HEGEL
Reconozcamos, ante todo, no sólo la formidable y genial grandiosidad del pen-
samiento hegeliano sobre la sociedad y la historia; reconozcamos también la ingente
cantidad de finas· y agudas interpretaciones que contienen sus Lecciones sobre la
Filosofía de la Historia Universal. Pero, una vez formulado este reconocimiento,
es preciso subrayar, asimismo, lo hiperbólico y desorbitado de su concepción. El
mon;c;mo rlp !~. idea se desborda imper ialistamcnte queriendo ~!beig.:.de tcdc dentro
de sí. Para eso, tiene que forzar a menudo los datos que no entran fácilmente
dentro de la construcción dialéctica, y desconocer lo que puede ser encajado en ella.
Así, la primera gran objeción de conjunto contra esa concepción de la historia
de la cultura consiste en reprocharle que ("11 vez de buscar la razón inserta en la
historia, es decir, la razón propiamente histórica, ha querido llevar a ella una ra-
zón forastera inyectándole el formulismo de su lógica. En efecto, Hegel trata de
encajar la historia dentro de su construcción dialéctica a priori, y, por lo tanto,
en vez de investigar la historia, la cons-truye por su propia cuenta.
Por otra parte -y esto constituye da segunda gran objeción- Hegel incurre
en el gravísimo error de no advertir que la Idea, Razón, por sí, exclusivamente,
carece de fuerza o de influencia para realizarse. No lo ve, porque Hegel ha ccn-
vertido místicamente la Lógica en la realidad absoluta y única. Pero lo cierto es
cabalmente lo contrario: es que el espíritu puro, es decir, la Idea o Razón, en sí
y nada más que por sí, es impotente para convertirse en realidad tcmpo-espacial.
Para ejercer una acción efectiva en la realidad, precisa encarnarse o alojarse en
factores reales, como son las tendencias, los impulsos, los apetitos, las urgencias,
los intereses, los entusiasmos, los temores, etc. Como acertadamente muestra Sche-
ler,» para que de las puras ideas brote algo en el campo de los hechos reales
-incluso en el campo de los hechos en que se manifiestan las ramas más elevadas
de la cultura espiritual- es preciso el concurso de la fuerza y de la acción selec-
cionadora que ejercen los factores reales, y es necesaria la libre causalidad volitiva
de los grandes directores de las actividades humanas.
10 efe. OB.TF.GA y G/l.SSET, ObTlJJ Completas, tomo JI, pp. 559 Y ss.
11 Cfr. SCHELER (Max), Sociología del Saber -trad. de José Gaos->, Biblioteca de la
Revista de Occidente, Madrid, 1935.
EL MATERIALISMO HlSTORICO 517
de: una nueva tríada que inaugura; y, así, sucesivamente. De esta suerte se va
pasando, según tal ritmo dialéctico, a través de las sucesivas formas de propiedad,
que son a la voz formas de producción: la primitiva. comunal, la antigua (escla-
vista.) , la feudal y la capitalista; y a esta última la habrá de suceder la. socialista.
1 ~ 1':0 voy a ocuparme aquí de: la totalidad de: la obra de Carlos M.... RX, sino que estudiaré
tan sólo su concepción eccnomicista de la Historia, llamada materialismo histórico, pues es 13
tecrl.r que viene en nle~tión rara ti IC'T11i1 ahora examinado
5]:1 EL MATERIALISMO HlSTOR/CO
en el mundo no sólo hay seres materiales, sino otros seres (psíquicos, espirituales,
etc.), el materialismo filosófico afirma que los únicos seres substanciales son los
corpóreos, es decir, los extensos, y que todos los demás seres son nada más que
modos y relaciones de la materia; e insiste sobre todo en que 10 que se llama
espíritu es tan s610 una manifestación de lo corpóreo. Ahora bien, este problema
ontológico sobre la unidad o la pluralidad de los seres substanciales, al cual el
materialismo filosófico trató de dar una respuesta monista afirmando que el único
ser substantivo es el del ser corpóreo, es un problema que no cabe dentro del área
de las preocupaciones de Marx. O dicho de otro modo, Marx no se ocupó ceno
tralmente de esta cuestión ontológica. La obra de Marx ofrece una teoría sobre la
sociedad, la cultura y la historia; pero no una Filosofía general, en la que se trate
el tema básico de la ontología. Por eso, no hay vinculación esencial entre las viejas
doctrinas del materialismo filosófico y la concepción dialéctico-econornicista de- la
sociedad de Marx. Se trata nada más que de una fortuita y eventual coincidencia
verbal en el uso de la palabra materialismo. Pero que hay que advertir que ese
vocablo materialismo lo emplea Marx tan sólo metafóricamente para designar su
concepción, y aun nada más que de un modo eventual. Es bien significativo que
Federico Alberto Lange, en su famosa Historia del materialismo, no se ocupe de
Marx.v Esta omisión está perfectamente justificada, porque el materialismo his-
tórico dé Marx nada tiene que ver con el materialismo filosófico general.
Mas era necesario hacer esta aclaración, por obvia que ella sea, ya que ha habido
algunos autores que frívolamente, amparándose tan sólo en esa coincidencia pura-
mente verbal (del empleo de la palabra materialismo), han pretendido rcalizazr
una peregrina simbiosis de la teoría socio-cultural de Marx con el viejo materia-
lismo filosófico. Así, por ejemplo, Plejenov'v y otros autores rusos.
Cierto que Marx Iué a la vez una persona movida ror un afán redentorista de justicia
-tal vez, en él herencia cultural de la tradición israelita- y el autor de (a concepción económica
de la historia, en la que no se puede por menos de ver una nota de prusianisrno. Ahora bien,
aun reconociendo la importancia de la tesis del materialismo histórico, yo creo que lo capital
en Marx era su aspiración socialista, mientras que aquella doctrina del determinismo e.onóru¡«-
representa una. curiosa peripecia. Probablemente, en Marx, el afán insobornable animador de
toda su vida -y también de su obra teórica, bien consciente, o más bien subconscienterncnte c-,
fué el anhelo de una transformación social al servicio de la justicia distributiva, en un sentido
colectivista. Mas, en su época, la principal crítica que se dirigía contra el socialismo era la de
que constituía una bella utopía, pero irrealizable. Pues bien, probablemente Marx quiso buscar
para el socialismo una base muy firme, que resistiera sobre todo a tose reproche de ser un
ideal de imposible realización. Y, para destruir ese reproche, tuvo la ocurrencia de hacer menos
hincapié en un programa de deber ser, y quiso presentar el socialismo como una [orzosídsd,
que necesariamente tendría que producirse, independientemente de los designios voluntarios de los
hombres, como organización social adecuada a la nueva etapa del desenvolvimiento económico,
en la que el capitalismo habría perecido por las contradicciones engendradas en su sen').
Marx elaboró su obra teórica en una época en que lo que disfrutaba máximo prestigio en
el mundo era la ciencia, especialmente la ciencia de los laboratorios. Verosfnulmentc ese clima
intelectual ejerció sobre él un influjo poderoso, haciéndole derivar hacia una postura realista,
e inspirándole la denominación de científico para su socialismo basado en la economía. Pero
no fué esa Ia influencia principal recibida; por otra parte, en su concepción intervino muy
decisivamente una vocación metafísica fundamental, alimentada por las enseñanzas hegelianas.
De esta curiosa simbiosis entre metafísica hegeliana por una parte, y espíritu cientificisra de
la época, por otra, nació como extraño producto la concepción económica o materialista de la so-
ciedad y de la historia; teoría desconocedora de los valores humanos -en lo que tiene de clara
herencia hegeliana-; pero fraguada precisamente al calor de una aspiración humana de redención
do: lo:; humildes y cvu el propósito de servir a una aspiración de justicia -e-aunque teórica-
mente soterrada- real y operante en el ánimo de Marx. Y así, Hermann Heller, uno de los
más destacados pensadores socialistas de nuestro siglo, ha interpretado esta paradoja en el sen-
tido de ver en la obra de Marx una nueva manifestación camuflada de la creencia en un Derecho
natural, concebido en dinámica transformación, y entendido como un orden inmanente a la so-
ciedad, orden que no sólo sería un hecho, sino que además ser¡a valorado como bueno }' jus~o.~::!
2::! Véase HELaR (Hermann}, Idearios políticos, Biblioteca de Manuales I.:lhor, EdiLrll·¡,t1
Labor, Barcelona.
23 Las obras principales de STIWV.E son: No/as criticas sobre las cuestiones del desl'.lll'{}l.
oimiento económico en Resta (1894), en ruso; Die M.arxJCht: Tboorie der sozisícn EntwhU/lIl.p,.
en Arcbio für Sozialgeseszgebung und Stalis/ik J Berlín, 1899; ldeas J politica ('11 1.1 Uus/a CIIII-
temporánea, en ruso, Moscú, 1906; La inteligencia y la revolución, en ruso, Moscú, 1908,
:z.l Cfr. BERt"Sl'EIN (Eduard}, Die VoraulsetzungeT1 des Sozialism«s end dio .iU¡g,:IVCJI do
Sozialdemolrntie, l l'l.lJ9.
RECTIFICAClOi';ES DE LOS REJlISIOl';¡STAS A MARX 525
escribía- en las que el factor económico actuaba prepondcranternentc. En cambio. luy otras
épocas, como la posterior a aquélla, en que habiendo los hombres adquirido conciencia de ese
factor económico han aprendido a dominarlo. Y, así. en esas nuevas etapas de la sociedad,
c) mayor }' más rico el conjunto de ideologías que no están determinadas por la economía
o por la naturaleza (en tanto que factor económico). las ciencias, las artes y un mayor nú-
mero de relaciones sociales son hoy mas independientes de la economía que en cualquier otro
tiempo pasado. Así, los factores ideales tienen hoy un (ampo mucho más libre y, por ende, 1.1
relación causal entre la economía, y el desarrollo de las instituciones es cada vea mas indirecta.
M. 1. Tugan Barenovski (186;-1919), sociólogo y pensador social ruso, perteneciente tam-
bién a la corriente del revisionismo, hace un agudo análisis crítico de la concepción materialista
de la historia, introduciendo en ella rectificaciones de largo alcance. 25 Las principales rectifi-
caciones a que llega Tugan Baranovski son las siguientes:
1 9 Amplía el concepto de factor económico, que había dado Marx. Mientras que éste había
Insistido sobre todo en los fenómenos de producción, Fugan Baranovski ensancha el concepto
de factor económico, incluyendo en él los procesos del cambio.
2'1 También amplía la noción de materia social, incluyendo dentro de ella no sólo las fuer-
zas económicas, sino también otra serie de intereses, necesidades y estímulos. Las necesidades-
de la vida no se agotan en las de inmediato apremio para la subsistencia.
Y' Muestra además que muchas de las obras y productos que hoy nos aparecen como'
medios utilitarios para satisfacer necesidades de carácter material (ciertas formas de vestido y
de alimentación} no tuvieron su origen en tipos de acción con finalidad inmediatamente utill-
tarta -c-romc Marx y otros pensadores habían supuesto. Por el contrario, derivaron de formas
de actividades lujosas, que en un principio estaban exentas de estímulo utilitario. La Etnología
contemporánea ha mostrado que muchas formas de vestido -hoy reputadas como utilitarias-
constituyeron sobre todo un adorno, con sentido religioso o político, para servir de distintivo
a los sacerdotes dc la tribu O de emblema a sus autoridades. Tampoco ciertas formas de la
producción, ni algunas fases de la alimentación, nacieron ni se organizaron para dar satisfacción
inmediata a una urgencia material. La ganadería, la domesticación de animales -quc hoy se
nos antojan formas necesarias de una producción regida por la idea de utilidad- tuvieron
su origen en algunos pueblos ora en prácticas deportivas o juegos, ora en ritos de carácter
religioso, lo cual todavía sucede en algunas comunidades primitivas.
4 9 Subraya que, al lado de las actividades económicas, hay otras que influyen poderosa-
mente en las estructuras sociales y en el proceso cultural-histórico. Entre esas otras actividades,
tendencias y motivaciones ajenas a lo económico figuran: las que responden al instinto sexual
en variadas y lujosas formas; las que brotan de sentimientos de simpatía; las inspiradas por
otros diversos móviles afectivos; las impulsadas por motivos egoaltrufstas (poder para el yo
y para los grupos con los cuales está identificado el yo); las encaminadas a bienes espirituales,
como el deseo de consideración por parte de nuestros prójimos y el temor a su reprobación, el
af.ln de gloria, etc.; las orientadas hacia fines propiamente desinteresados, como el juego, el de-
porte. el arte, la ciencia, la moral. Todo ello constituye una serie de incitaciones de gran fuerza,
que despiertan tendencias que pueden llegar a presidir de modo primordial la vida de no pocos
individuos e incluso de algunas coleen... idades.
A pesar de esas agudas críticas, Tugan Baranovsk¡ quiere salvar el fondo del materialismo
histórico. pero concibiéndolo de modo diverso de como lo hizo Marx; y a este efecto trata de
interpretarlo en una forma que considera más fina y más exacta -la cual desde luego consn-
tuye algo muy diferente de la tesis de Marx. Así, Tugan Baranovski reforma, o mejor dicho,
sustituye la concepción de Marx, en el sentido de tomar en cuenta la diversidad de factores
que actúan en el proceso socio-cultural y de determinar sus relaciones con el factor económico.
Para ello, procede a definir la actividad económica mediante dos notas diferenciales: a) es un
medio paru lograr un fin extrínseco a ese medio; es decir, satisface necesidades, pero no es ella,
en sí misma, satisfacción de las necesidades; b) actúa sobre la naturaleza exterior, sobre el
contorno, a diferencia de otras actividades que tienen por objeto la vida interior, como la re-
Jigión, la moral, la enseñanza, etc.; la actividad económica, pues transforma la naturaleza exte-
rior, transporta los productos de ésta, puros o reelaboradcs, y las personas, y modifica las
relaciones de propiedad entre los hombres y los bienes.
25 Cfr. TUGAN" BARANOVSKI (~L l.), Los [undamentos teóricos del marxismo, 1905, en
ruso; hay ed. cest. publicada por Editorial Reus, Madrid, 1915.
526 R.ECTIFICACIONES DE LOS R.EJlISIOSIS7'AS A MIll/X
::6 Véase la revista de: Berlín, Der sozialistiscber Akademiker, núms. 19 (19 de oct. de 1895)
}' 20 (16 de oct. de 1895).
cr Véase l.AURIOLA (Antonio), Del materialismo storico, di/uriáaziolli p,ilimiuar¡ (Roma.
IH96); también: In memoria del "Mtl1lifiesto dei COI1JJlIlisli", Roma, 2' ed., 1895, Sobre Labr¡clu,
véase: CROCl\ (Bcnedetto}, j\falelúlismo bistárico y economía marxista, trad. casto Q. Caletti,
. Ediciones Imán. Buenos Aires, 1942.
:.:" Citado por CliVILLlER (A.). utroduaion n /,' Sociologie, París, Collin. 1936, p. R-1.
í
~v SHGH, Id '." (\. V ). Jli,',.,-i., de 1.1 FiJ',fljfí./, EJ. Paulov. México, rp· 10u r !-~.
CRITICA SOBRE EL MATERIALISMO H/STORICO 527
La incursión que antecede. a través de las criticas y modificaciones formuladas por los auto-
res del movimiento revisionista y por otros de tendencias relativamente análogas, frente al
materialismo histórico, constituye una buena preparación para entrar ahora ya en el enjuicia-
miento a fondo de esta tesis.
S.-ENFOQUE DE CONJUNTO
Tal vez nada más oportuno y ajustado que comenzar la crítica del materialismo
histórico, en su primera parte de valoración de conjunto, con unas palabras de José
Ortega y Gasset dedicadas a este temar" "La interpretación económica de la historia
es una de las grandes ideas del siglo XIX. Yo la he combatido ardientemente ...
Pero si la he combatido, claro es que la estimo altamente. No comprendo cómo se
puede combatir 10 que no se estima. Sólo los grandes errores incitan a ser debelados.
y una idea sólo puede adquirir el tamaño de grande error cuando arrastra consigo
una verdad de alto porte. De otro modo no podría tenerse en pie, ganar adeptos
y proliferar. Un gran error es siempre una gran verdad exagerada. Tuvo enorme
importancia la aparición de esta teoría histórica ... Reveló súbitamente que la ba-
lumba de los hechos humanos no era un meco ir y venir de acontecimientos suscitados
por el azar, sino que bajo esa apariencia de gota de agua, donde al capricho pululan
los vibriones, la vida histórica tiene una estructura, una ley profunda que la rige
inexorable. Bajo la escena intrincadisirna y mudable de los sucesos, gobierna rigo-
rosa la organización económica de cada época ... Era, sin embargo, excesivo el
papel que al ingrediente económico se daba, haciendo de él la única auténtica rea-
lidad histórica y desvirtuando el resto -c-derecho, arte, ciencia, religión- como
"mera superestructura, simple reflejo y proyección de la interna mecánica económica.
Aquí está la exageración cien veces demostrada. Pero merced a ella quedó para siem-
pre despierta la atención a los datos económicos de cada época, que antes rasaban
desapercibidos a la historiograf¡a."
los hechos -por dispares que sean- dentro de un mismo concepto, deforma ar-
bitrariamente la variedad y la heterogeneidad de las realidades.
Con esa doctrina de Marx sucede lo que con todas las posturas monistas. Cual-
quiera de las interpretaciones monistas de momento nos impresiona, porque cada
una de ellas contiene una porción de verdad, constituye una verdad parcial. Todas
nos convencen un poco, lo cual sería imposible si no poseyeran alguna dosis de
verdad. Pero, ¿es posible que sean todas verdad siendo dispares? Evidentemente,
sólo de una manera: no siéndolo del todo ninguna. Son, en efecto, verdades par-
ciales, cuasi-verdades.i" Pero cabalmente por eso, todas las posturas monistas son
insuficientes y) por tanto, incapaces de aclarar plenariamente el tema estudiado.
La ciencia y la filosofía del siglo xx, en general, se han apartado de las rutas
monistas y, emprendiendo el camino contrario a éstas, acentúan las visiones plura-
listas, las integraciones y las correlaciones funcionales. Así, en nuestro tiempo: la
Ontología pluralista, la nueva Física (que implica el discontinuismo, la pluralidad,
la irreductibilidad de lo físico a pura matemática, el reconocer que constituye tan
sólo un conocimiento simbólico), la. Biología pluralista, discontinuista y neo-vitalista,
etc. Y, así, también hallamos direcciones parecidas en la Sociología contemporánea.
sólo :1 1::. producción. Otros marxistas, como Tugan Baranovski, incluyen el cambio. Otros, corno
Engcls. Seligman }' Cunow, sostienen que este concepto abarca el conjunto de las condiciones
generales de la producción. comprendiendo por tanto el medio geográfico, los recursos naturales,
los procesos de extracción, rrnnsformación. transporte. comercio. distribución -c-dentro de todo
],1 cual cabría indirectamente 1:1 ciencia- }' las instituciones políticas}' jurídicas. Ahora bien, al
aumentar de tal suerte el alcance de este concepto, se perdería el originario sentido monista
de la tesis del materialismo histórico.
Por otra parte, hny que notar -como acertadamente 10 subraya Anjoo¡o Coso- que no "e
puede hablar de factor económico puro, porque la economía se constituye en el entrelace de fuer-
zas materiales con procesos intelectuales }' también de otra índole. El factor económico está
impregnado de mentalidad.
En primer lugar, todas las nociones económicas giran en torno al valor. Ahora bien, el
concepto de valor no pertenece al mundo de la naturaleza, sino al mundo de la cultura. Producir
riqueza _es un acto esencialmente humano; es un fenómeno de cultura, profundamente diverso
de los hechos natumlcs.v- , .
Nótese, además. que "en el centro de la vida económica yace el factor intelectual: la in-
vención: cómo la invención y la imitación sociales se hacen posibles dentro de la estructura
económica y la división del trnbn]o social",::;:> "Las necesidades humanas sentidas como deseos,
sólo pueden satisfacerse por la inteligencia. La producción de la riqueza se funda en la invención;
los progresos de la técnica se deben a !:J. ciencia". Sobre todo hoy en día la producción está su-
perintelectualizada. La circulación. el valor económico. el precio, dependen de factores psicolégi-
coso En la distribución de los bienes se entrecruzan motivaciones religiosas, éticas y jurídicas. Los
hombrea no runnipulnn la materia, según puras leyes naturales, sino a través de 1:\. cultura.
Luego no hay factor económico que sea pum, pues el mismo factor económico está in-
{luido y condicionado por otros factores. }' entre ellos. por factores espirituales.
el héroe, que dijeron Gracián y Carlyle, no explica, sólo él, la evolución de la cul-
tura; pero, sin él tampoco es explicable, en ninguna forma, la historia. »ss
En efecto, ni Sócrates, creador de los cimientos de la cultura racional, ni San
Agustín, el gran forjador de la cultura cristiana, ni Descartes, orientador máximo
del espíritu de la Edad Moderna, ni los descubrimientos de Galileo y de Newton
en los que nace y se consolida la ciencia física, ni tantos y tantos otros hechos, que
han impreso rumbos decisivos a la historia, pueden ser explicados dentro de los
angostos }' unilaterales cauces de la interpretación económica.
Como todavía menos pueden ser explicadas por el determinismo económico las
ideologías sociales y políticas de carácter revolucionario, especialmente las socialistas,
la mayor parte de cuyos teóricos pertenecieron a las clases sociales acomodadas
(por ejemplo: el Conde de Saint, Fichte, Lasalle, Marx, Lenin, etcétera).
Adviértase, además, que ninguna explicación general puede explicar lo indivi-
dual. Y precisamente lo individual juega un gran papel en la historia y en la cultura.
Tanto lo individual humano, es decir, la acción de la persona que innova y crea,
como también lo individual en los acontecimientos, esto es, el azar, lo singular.
El hecho de que Julio César, al igual que todos los demás humanos, tuviese
que comer para vivir no explicaría suficientemente su gesta histórica, renovadora.
circunstancias y condiciones han existido desde mucho tiempo antes. sólo que son
aprovechadas de diferente manera en las diversas épocas. Pero es más todavía:
son muchos los casos en los cuales aunque no existen esas condiciones favorables
O condiciones prósperas, la voluntad del hombre, cuando es lo suficientemente
fuerte, la crea: convierte, en virtud de su acción. en favorables las condiciones que
no lo eran, y en prósperas unas circunstancias antes bosrilcs.w
inauguraron nuevas épocas. y muchas de las corrientes que han llenado decisiva-
mente SU!\ cauces, no pueden ser explicados únicamente por el factor económico.
Pensemos a este respecto en: la filosofía griega. la organización de la furnilia
romana, el Cristianismo, el Islamismo, la escolástica, las Cruzadas, el arte del Renací-
miento italiano, la Reforma protestante, el idealismo filosófico, la nueva ciencia
de la naturaleza en la Edad Moderna, la Ilustración, las guerras de Napoleón, cuyas
legiones difunden el espíritu de la Revolución francesa, la actitud de la clase burguesa
ilustrada en .los siglos XVIII, XIX e induso en parte del xx, que alienta los movimientos
revolucionarios por varios móviles distintos del económico, etc. Son muchos y diver-
sos los factores que intervienen en el proceso histórico-cultural y, consiguientemente,
en la anatomía y en el desenvolvimiento de la sociedad.
LA D1NAMICA SOCIO-CULTURAL-HISTORICA
SU;"IARIO:--l. El ¡Ift,bit-mil de Id relnción entre IdI /',/rús clases de fac/utt'J
que ;lllcrl"Í'!lh'U (f1J /./ 'Jrodlfcciólt )' en el desarrollo social bistórico de la ml-
varios e importantes estudios, como los de Vilfredo Pareto,' Dilthey;'! Max Weber,"
Scheler," Alfredo \'«cber,: Mannhcim," Sorokin," y otros. 10
8 Véase PARETO (Vilfredo), Trattato de Sociología gel/era/e, Florencia, '1916. Sobre Paretc,
puede verse: BOUSQUET (G. H.). Compendio de Sociología según Vilíredo Pareto, trad. por
Carlos A. Edulnove Trujillo, Ed. Botas, México, 1940.
4 Véase DILTHEY, El Mundo Histórico, trad. de E. Imaz, Fondo de Culto Econ., México,
1945. Sobre Dilthey: ORTEGA y Gxssur, Guillermo Diltbey )' la idea de la cidn (Rey. de Occi-
dente, XLU y XLIII, 1933-34); ROMERO (Francisco), Geittermo Dilthey (Humanidades, XXII,
1930); PUCCIAREI.LI (E.), Lntroduccidn a la Filosofía de Dilthey (Pub!. de la Univ. de La
Plata, XX .. 10,1937); IMAz (Eugenio), El Pensamiento de Dilthey: Ecolnrió» y Sistema. El
Colegio de México, México, 1946.
r. Véase WEBER (Max), Economía y Sociedad, trad. casto de Medinn Echa ...arría, García
Máynez, Roura, Parella y Ferrater Mora, Fondo de Cultura Económica, México, 1944; Gesammelte
.-4.ufsaetu zttr 1J7;ssenchafiJlehre, 1924.
6 Véase SCHELER (Max), Sociología del Saber, trad. de José Gaos, Bibl. de la Revista de
Occidente, Madrid, 1935.
r Véase WEBER (Alfred), Kultursoziologie, arto en el Handwoerterímcb der Soziologie,
por Alfred Vierkandt, Stuttgart, 1931.
8 Véase MANNHEIM (Karl) , ídeologia y Utopía, trad. de Salvador Ecbavnrría. Fondo de
Cultura Económica, México, 1941; )' Libertad y Pla1JijicaciOf1, 'trad. de R. Landa, Fondo de Cul-
tura Económica, México, 1942.
JI Véase SOROKIN (Pitirim A.), Society, Culture, and Personality: Thl'Ár S',uct1ll'" and
Dynamia, Harper, Nueva York. 19-17; Social and CU/¡IIra/ DY'/d.miCJ, 4 volúmenes, Nueva Yud.:,
1937.1941. 01
10 Con mayor extensión en mi libro: Luciones di' Snáo!'Jgía, Editor-ial Porrúu. México,
1948. C.:ID. XXXVI.
JI Véase el cap. IX (epígrafes 8 y 9) de este libro.
ra Cfr. SCHELER (Max), ob. cit. en la nota N9 6 de este capítulo.
IDEAS Y FUERZAS EN EL AiUNDO SOCIO·CULTURAL 537
las que o bien cierran la vía de realización a determinados contenidos ideales, o bien
abren los caminos para que éstos penetren en la realidad y les presten efectividad.
Pero ahora hay que preguntar cuál es la manera como un contenido ideal
comienza a realizarse, cuál es el factor que inicia su entrada en la vida histórica. El
factor positivo de realización de un contenido ideal es siempre el acto libre y la volun-
tad libre de un pequeño número de personas -jefes, modelos, maestros, caudillos:
pioneros-e- las cuales logran ser imitadas por grandes multitudes.
Ahora bien, creo yo que debe entenderse que la primera ley de articulación ex-
presada -es decir, la de que las ideas consiguen poder de realización solamente
cuando se unen a intereses, impulsos o tendencias-, se aplica igualmente al mo-
mento inicial en que un pequeño grupo emprende su puesta en práctica, que J. los
momentos ulteriores de propagación entre" la masa. Es decir, para que un pequeño
número de personas se ponga en acción al servicio de unos determinados contenidos
ideales, es preciso que en esas personas tales ideas hayan encarnado en fuerzas o
factores reales, por ejemplo, en impulsos, afanes, ilusiones, intereses, pasiones. Por-
que, adviértase que esa ley, de que las ideas por sí mismas son frías y de que para
transformarse en realidades necesitan del calor de los impulsos, se aplica lo mismo
a la vida individual que a la social. Y la misma leyes la que rige después la am-
pliación o propagación en grandes grupos de la obra iniciada por un pequeño nú-
mero de personas. Pues, para que aquello que ya es realidad entre unos pocos se
convierta en realidad entre muchos, es preciso que halle en la situación de eses
muchos el apoyo de intereses, tendencias, impulsos, entusiasmos, etc.
C) L'! -re!,::{.;ó:: concreta t3i¡ cada sítnacion bistoru» entre las posibilidades ideales
y los [actores reales. LA bístoria que es y!a bistoria qlle pudo baber sido
Uno de los temas más fascinantes de la Sociología de la cultura -dice Schclcr-,-,
consiste en averiguar "en qué orden y según qué leyes influyen las instituciones rea-
les, objetivamente correspondientes a las estructuras de .impulsos de las élites direc-
toras. sobre la producción, la conservación, la promoción o la inhibición de aquel
mundo ideal de sentido que en todo momento de la historia real de las situaciones
y acontecimientos flota sobre esta historia de las realidades, pero además flota ante
la posible historia del futuro como proyecto, expectativa, fe o programa".
Hay una diferencia cualitativa y cuantitativa enorme entre la historia posible
del espíritu, esto es, la historia potencial y germinante en cada momento, por una
parte, y la historia que ha llegado a ser efectivamente acontecimiento real. por
otra parte. Pues bien, esta diferencia entre lo que puede efectivamente ser, }' lo que
de hecho resulta ser, señala el punto donde la actuación de los factores reales in-
terviene en la historia de las obras del espíritu, Ora excluyendo de toda realización
aquello que era de esperarse según la lógica de las ideas, ora desgarrando y haciendo
saltar su continuidad de sentido, ora fomentándolo, acelerándolo y ampliándolo.
Los factores reales no determinan los contenidos ideales de la cultura. Lo único
que pueden hacer es abrir O cerrar las compuertas para que las potencias espirituales
se abran camino efectivo en la historia, darles impulsos u oponerse a su realización.
del tiempo. Las distintas áreas humanas constituyen círculos culturales diferentes.
y dentro de muchas de esas áreas humanas, percibimos mutaciones de formidable
calibre al correr de las épocas.
Mas de otra parte, advertimos el fenómeno del entrecruce y fusión de diversas
culturas, que forman nuevas síntesis. Así como también se registra el hecho de la
expansión de las culturas. A veces se produce también el hecho de la supervivencia
de una cultura con respecto a la colectividad que la gestó, por haber sido dicha cul-
tura recibida por otro pueblo. Por otra parte hay que advertir que de la coincidencia
de una determinada forma cultural o de una cierta institución en dos pueblos dis-
tantes, no hay que sacar como consecuencia forzosa que aquella entidad o analogía
sea debida a la comunicación. Puede que sea así, en el caso en que efectivamente
se pruebe que se introdujo un fenómeno de recepción de un modo de una colectivi-
dad por otra. Ahora bien, la coincidencia puede ser debida también al azar; y sobre
todo al hecho de que circunstancias análogas determinaron que los hombres de dos
o más pueblos hayan reaccionado en forma sirnilar.>'
Relacionada con los temas de Sociología dinámica de la cultura se presenta la
cuestión sobre si se puede hablar justificadamente o no de la unidad del proceso
histórico. Se trata de esclarecer si la historia humana ---con todas sus variedades,
con sus múltiples áreas geográficas, con sus sucesivos períodos, con sus diversas
corrientes, con sus muchas y grandes conmociones, y a pesar de todo ello- cons-
tituye un proceso con una línea dinámica de unidad. de suerte lllle con razón se
pueda hablar de tota historia universal; o si, por el contrario, constituye tan sólo una
multiplicidad de parcelas separadas, de compartimientos independientes, entre los
cuales no sea posible establecer un hilo de continuidad, en el que de algún modo
se ensarten las diversas bolillas o cuentas.
En general, en el pensamiento sobre la historia y la cultura ha regido casi siem-
pre el primer supuesto, es decir, el supuesto de que hay una historia universal que,
si bien presenta múltiples diversificaciones, tiene una linea dinámica central de uni-
dad. Pero algunos autores, especialmente Oswald Spengler, han negado este supuesto;
con 10 cual dicho tema ha adquirido una dimensión problemática. Sin embargo, a
decir verdad, la tesis de Spengler ha sido combatida justamente y rechazada como
arbitraria. Precisamente, merced a la critica contra la" doctrina spengleriana, se ha
afirmado con mayor solidez Ji). tesis de la unidad de la historia universal.
Oswald Spcnglcr (1880-1936), en su famosa obra La decadencia de Occidente
(1918-21) ,1J elaboró una nueva Filosofía de la historia, que se denomina concepción
lJI01fológictl de la cultura. Según esa teoría, las diversas culturas son los sujetos pro-
tigonistas de la historia. Cada una de las culturas sigue un ciclo vital de nacimiento,
desarrollo y muerte. Así, cada una de las culturas constituye una especie de unidad
vital (Iue en su existencia y desarrollo es independiente de las otras culturas.
La historia humana, según Spengler, no es sino el conjunto de enormes ciclos
vitales :""-culturas- cada cual. con una especie de personalidad, que el mismo
J·I Cfr. Sobre estos problemas: MAZ%:ARF.l.l.A (G.), Les 'ypel soci.mx et fe Drois, Paris,
1905; TRIMBORN (H.), DIe Me/hade der etbnologiscbon [nrisprudenz, en Zeitschrift Für verglcí,
cbende Rechtswiessenschaft, 43. 1948: TIM,\SHEfF (N. S.), An l ntrodurtion lo tbe Sociology 01
[stur, 1939.
1:", El título original de la ohm es: Der Unterg(fl!!: de! Abendlandes. Hay una putqué.
n-imu traducción castellana de Manuel Gnrcla Morcntc: La deftlden(ia de Occidente.
542 TEORIA DE SPENGLEII
Como el ciclo que recorre cada cultura es ineludible, hay la posibilidad, según
Spengler, de predecir el futuro, en cuanto a la sucesión de fases de ese ciclo y en
cuanto a las posibilidades que dentro de él nene el alma peculiar de cada cultura.
544 TEORIA DE SPENGLER y CRITICA
nal y la Europa central, pueblos de zonas del Norte o del Este, que por una u
otra causa resultaban demasiado estrechas, y los dirigen y sostienen en su desarrollo
ulterior. Mirando las cosas en un gran esquema de conjunto, podemos considerar
que, hasta la última irrupción de los mogoles en el siglo XIII y las sucesivas in-
vasiones de los turcos en los siglos XIV y XV, se trata del impulso migratorio, que
surge de nuevo una y otra vez, como característico de esas zonas que están alrededor
y más allá de dichos círculos culturales. Este impulso determina decisivamente la
conexión externa de la historia del bloque euroasiático-norteafricano, bloque en el
cual se hallan arraigadas las primeras grandes culturas. Estos círculos culturales, que
se hallan red procamente ligados en cuanto a lo físico, representan ya para aquel
. t-iempo el único ámbito en que se desenvuelve la totalidad del acontecer histórico.
Con este acontecer histórico no guardan en aquella época milenaria una relación
decisiva los destinos de América, del Africa continental, de los mares del sur y de
Australia, que no se insertaron en los referidos movimientos culturales".
'"EI bloque de la historia universal, así delimitado, constituye una demarcación
en cuya parte más oriental las continuas invasiones conducen a un destino cultural
muy diverso del que se opera en Occidente. En la China y en la India, esas inva-
siones dejan subsistir, a través de milenios, la construcción, la esencia y el estilo
de las áreas culturales primarias, hasta que se verifica la irrupción de las modernas
tendencias globales de unificación y disolución, Y podemos decir que, en esos
países orientales, se da tal subsistencia o pervivencia, a pesar de los cambios de
dominación y de los nuevos influjos que de los mismos se siguen. Por el contrario,
más al oeste del asentamiento hindú, ocurre que una serie de olas migratorias su-
cesivas crean continuamente cambios de escena. Ocurre, aquí. en esa zona más oc-
cidental, que no tan sólo son desplazados incesantemente los centros de gravedad
de las culturas, a causa de: las invasiones, sino que:. además. se implanta un nuevo
estilo, a manera de un nuevo sedimento, colocado sobre las capas anteriores a Lis
que destruye o amortigua. Así, sobre y tras las culturas primeras siguen otras cul-
turas segundas de" diverso jaez, Las grandes culturas segundas (es decir, las que se
producen después) -c-judia. persa, griega r romana- se edificaron sobre los ci-
mientos de las altas culturas primarias, siendo algunas de aquéllas de primer graJo
y otras de segundo (esto es, establecidas sobre las últimas) para expresarnos en
términos simplificados. Finalmente, después de la última gran irrupción mogólico-
turca. queda tan sólo el Occidente romano-germánico como la única instancia deci-
SiV;1 durante larjrc tiempo; y, entonces, esa rultura romano-germánica ... emprende
con rn.ixirua adi,"id;J.d su misión universal". "Mas hay 9ue tener igualmente a h
vista corrientes espirituales que van y vienen pacíficamente; y, asimismo, el comer-
cio, <ILlC no descuidó la espina dorsal de las cordilleras y quc muchas veces aca-
rreaba consigo aquellos movimientos espirituales".
Dentro del marco del acontecer histórico universal, expone Alfredo Weber el
crecimiento y la disolución de las diversas y sucesivas culturas. Cada una de esas
varias. culturas destaca frente a las demás, por su peculiar esencia y por su fiso-
nomía característica. Pero, a la vez, todas esas culturas se hallan solidarizadas
unitariamente, porque están insertas en una corriente nniversaí, que cruza el devenir
histórico entero, a manera de proceso ciuilrzador, Este proceso civilizador, que cons-
tituye algo así como el soporte: o trarna tI(· la corriente histórica, la serie de 5UC<:-
S·16 UNIDAD DE LA HISTORIA UNIVERSAL
l!' Cfr. \VrAfR (Alfred), nh. rit.. en ln nnt.r 17. Ff". ~)·ll).
CAPíTULO XXX
•
SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE
5UMARIO:-1. Algo sobre la esencia del leJJ,,:uaje.-2. La Sociología del len-
guaje como iniciación a /a Sociología del conocimiento. Temas de la Sociologia
del lel1gJutje.-3. El lenguaje, fllnción obieiirante y enc(1rtutc/óu del~·f!sPírilll.
4., El lengllaje, condición, [actor }' producto ,de /el 1-·jd.a locia/.-5. El lenguaje
,'// general J' las lenguas en particu/ar.-6. El h!!o!J1tl' (Omo sistema coordinado
de m/lut'a.-1. El leuf!.uaje como hecho social.~8. El idioma condicionado e
i/lf/uido IJo!' la sociedad y 1101' la rultura concreto de e//ti.-9. El idioma, ex-
presiáu de 11//,1 comu/liJad. El proceso de di!erenciaciólJ social manifestado en
/./ leng'''I.-lO. El idioma como reiíeia de [endmenos soáales.-l1. La difusión
)' la reducción dd área de los idiomas, trasuntos de fenómenos de poder so-
rial.--12. Soriologla del lel1gmt;e )' Sociología d;el tOno(imienlo.-_13. El len-
gJi;;¡;e como [actor de soda/ización.-14. El idioma como factor de integración
_. .)' (OIIJe!T1ciólf~del ~rupo.-15. El idioma. 'vehículo de repre.rentdciIHU!f k!;rll.f
-- - - - . - . J' políticas. 511 il/flujo sobre los [enómenos sociales.
548
ESENCIA DEL LENGUAJE 549
lenguaje es una forma de expresión, aunque esto sea verdad¡ ni queda tampoco re-
suelta señalando que es un instrumento de comunicación, aunque esto sea' ciert~
Son también modos de expresión de un estado de ánimo el rugir del león y
el canto del ruiseñor, Tales modos de expresión pueden convertirse en formas
de comunicación, cuando el león o el ruiseñor no se limitan a expresar sus senti-
mientas, y a escuchar ellos mismos esta expresión, sino que además buscan con
Su rugido O su canto respectivamente una respuesta de parte de otros leones o rui-
señores. También a veces el hombre ruge al lanzarse contra su enemigo, con 10 cual
puede solamente expresar su cólera, o puede además proponerse asustar a su ad-
versario. Y, sin embargo, todo eso no es lenguaje. El ruiseñor que canta, el león
o el hombre que ruge solamente se alcanian a sí mismos --que oyen su propio
canto o rugid~ y alcanzan a otros sujetos de la misma especie; pero no se re-
fieren a las cosas- Por el contrario, es únicamente la palabra del hombre la que
alcanza no sólo a los otros hombres, sino también las cosas(Los hombres por
medio de la palabra se expresan y se comunican unos a otros respecto de cosas;
y expresan cosas unos a otros. Esto, y solamente esto, es lenguaje, dice el ilustre
filósofo y sociólogo -antes alemán, hoy. norteamericano-e- Kurt Ríealer."
Pero la palabra nunca se halla ligada en situación de pareja solidaria a la Cosa
que denota. Por el contrario, la palabra se da entre otras palabras, en compañía
con otras palabras. Y tampoco la cosa está sola, sino que es· una cosa entre otras
cosas. Siempre hay una especie de esquema, aunque sea nada más ql;le preliminar,
de un orden o una estructura de las palabras y de las cosas posibles, dentro del
cual orden cualquier palabra o cosa singular que pensemos tiene potencialmente su
propio lugar. El significado de las palabras y la índole de las cosas mentadas por
aquéllas, cobran actualidad y sentido sólo dentro de esa estructura; pues dentro
de e~a estructura es como las cosas y las palabras se relacionan unas con otras.
Las palabras se refieren a cosas, personas, acontecimientos, actividades, si-
tuaciones, y relaciones entre todo eso. Pero nunca se refieren a ninguno de los ob-
jetos mencionados, de un modo directo, antes bien, por el contrario, al modo
como esos objetos, sujetos, acontecimientos, etc, son percibidos, o manejados, al
modo de reaccionar ante ellos, y a lo que se piensa de los mismos.'
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:'1 Véase RIEZLER (Kuet), ob. cit. pp. 95 Y ss.
-4 Cfr. NADEL (S. F.), Fundamentos de Antropolo¡,íll Sociat, Ir.1J. Je F. M. Temer, Fundo
Ahora bien, las palabras, aunque sean mediadoras entre los hombres y las
;'(05a5. no alcanzan directamente las cosas, porque las cosas no son capaces de oír,
ni de leer, sino que permanecen solitarias en silencio. La palabra alcanza al pró-
jimo y no la cosa. Solamente en la contextura de la frase puede la palabra unida
con otras palabras tejer una especie de ~ed alrededor de la cosa, y convertir a la
cosa en mía, y en suya de los demás con quienes hablo. Pero esto es posible única-
mente en la medida en "que mis palabras y tus palabras sean nuestras palabras.
He aquí la dimensión social que por esencia tiene el lenguaje.
Además, el lenguaje determina cada una de las varias modalidades en las re-
laciones de una persona con las demás personas, y consiguientemente en las ac-
titudes de una persona frente a otras. Por medios muy varios -palabras, in-
flexión. prefijos, sufijos. entonación, modulación- el lenguaje distingue el aser-
to, la pregunta, el ruego, el mandato, el deseo, la lamentación, la devoción, el
asombro, la ira; determina la relación del hombre con el tiempo diferenciando
las varias maneras como la persona mira desde el presente hacia el pretérito y el
futuro, desde e! pasado hacia el futuro, desde el futuro hacia el pasado; distingue
los varios modos posibles de su manera de actuar como sujeto, así como los varios
modos como los demás pueden actuar sobre él.
Puesto que las palabras se adhieren a las cosas mentadas por ellas y las or-
denan en grupos, y articulan sus relaciones, parece que elIenguaje abarque el uni-
verso.. Sin embargo, esto '9., hace solamente el! la. medida en que-articula las re-
laciones posibles del hombre con el hombre con la cosa y con con el mundo. Esto
es así, a pesar de que haya palabras que parecen constituir simplemente nombres
de cosas objetivas, independientemente de toda relación con la vida humana:. Pero
en el fondo no es así; en el fondo todas las palabras tienen plenitud de sentido
sólo dentco de una estructura que comprende a los hombres )' las cosas, }'. por
consiguiente, el lenguaje es esencialmente social.
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de ItU cosas!
... Que mi pttlab,.,¡ sea
Id COJamisma,
creada por mi alma nuevamente.
Así, "cuando aprende o nombrar cosas, el niño no añade: una lista de signos
artificiales a su conocimiento previo de objetos empíricos acabados. Más bien, apren-
de a formar el concepto de estos objetos, a entendérselas con el mundo objetivo.
De este medo, el niño se halla en un terreno más firme. Sus percepciones vagas.
inciertas y oscilantes, y sus tenues sentimientos, empiezan a. cobrar una forma nueva.
Podemos dec'ir que cristalizan en torno al nombre como un centro fijo, como un
foco de pensamientos. Sin la ayuda del nombre, cada avance realizado en el proceso
de la objetivación correría el riesgo de perderse de nu~vo en el próximo momento.
Los primeros nombres dc que ti niño hace uso consciente pueden ser comparados
con un bastón, con cuya ayuda un ciego se Ya abriendo camino. Una lengua, to-
mada en conjunto, se convierte en la puerta de entrada a un nuevo mundo"."
Sabemos de las cosas)' aprendemos a pensar sólo a través del lenguaje. Gracias
al lenguaje convertimos en verdadera posesión nuestra las apercepciones, los te-
cuerdos, las relaciones entre IJ.s cosas; y gracias al lenguaje también podemos foro
mular cadenas de pensamientos.'
~ Cfr. STENZEL (Ju!io), Filosofía deí /eugJuje, trad. de R. de la Serna, Bibl. de la Rey.
de Occidente. Madrid, 1935, pp. 57 Y ss.
e Cfr. C....SSIRER (E.), Antropología jiloJójic{1.' hnroduccián a una Fi/oJo/í.l de la Cult ura,
trad. de E. Imaz, México, F. de C. E., pp. 46 Y S~.
7 Cfr. SOMB.'\RT (\X!ener), Vom Mnuchen: Versucb einer geisnoissenscbaíslicben Antbro-
/'ulo.r:ie, 1935, p. 74.
552 LENGUAJE Y SOCIEDAD
intenciones, sobre la distribución del trabajo. Todo ello es tan sólo posible por
medio del lenguaje.
Pero el lenguaje, que es expresión y vínculo de la comunidad espiritual, 'es a
la vez instrumento para que el individuo pueda enfrentarse a ésta. Mediante el len-
guaje puede el individuo colocarse en actitud crítica frente a la comunidad; y me-
diante el lenguaje cobra el individuo' auténtica posesión de su propia intimidad."
Por otra parte, el idioma es el vínculo de unión" de los hombres en el tiempo.
el lazo entre las sucesivas generaciones. A través del lenguaje se transmite el caudal
de conocimientos logrados por las generaciones anteriores; y se legan a las futuras
los conseguidos por la presente.
Claro es que a este respecto no basta con el lenguaje hablado. Hace falta ade-
más el lenguaje escrito. "La escritura ... -dice Schopenhauer- sirve para restable-
cer la unidad de la conciencia del género humano, interrumpiday desplazada ínce-
santemente por la muerte; sirve para que el pensamiento que brotó en un abuelo
sea pensado por el nieto hasta el final".lO
Hay pueblos que no están incorporados propiamente y en grande a la historia
de la cultura. Plenamente "sólo son históricos los pueblos que poseyeron el pensa-
miento escrito. Los monumentos que nos legaron podrán haber agotado muchas veces
la paciencia y el genio de los lingüistas; pero descifrada al fin su escritura, conviven
desde el pasado COn nosotros, forman parte del patrimonio común. La trascendencia
sobre el porvenir, venciendo el tránsito de los siglos es, principalmente, obra del
alfabeto. las gentes sin alfabeto son prehistóricas. sea cual fuere la época de su
vida. No pudieron salir de la noche del tiempo a la luz de la cultura. Viven dentro
de su incógnita subjetividad, no se incorporan en el seno de la civilización. Se
pierden, en suma, para los fines de la especie humana. Su existencia singular es
.un puro accidente leve y trágico' '.11 .
de los límites de la mera Sociologia del idioma, y pertenece a los temas de Sociolo-
gía del conocimiento. Si la lengua constituye la expresión de las formas y modalidades
concretas en que se expresan los pensamientos de una cultura, sucede que de un
estudio de "las influencias que la vida social ejerce en la acuñación de palabras y
giros, resulta un estudio acerca de la acción de la sociedad sobre el conocimiento.
Así, p. e., caemos en la cuenta de que en muchas lenguas las regularidades del mun-
do físico son llamadas leyes, es decir, son denominadas con el mismo vocablo que
designa las normas jurídicas generales; 10 cual responde al hecho de que [os hombres
que fletaron esa expresión se representaron la naturaleza gobernada por el Ser Su-
premo, de modo análogo a como el Estado está regido por el poder que en él da
leyes. Ahora bien, este tipo de consideraciones rebasa el campo de la Sociología
del lenguaje y pertenece plenamente a la Sociología del conocimiento. Y es que,
en verdad, la Sociología del lenguaje se halla íntima y completamente entrelazada
Con la Sociología del conocimiento o del saber.
CAPiTULO XXXI
quienes habían fletado esa doctrina de las ideologías, para descubrir también en la aetutid mental
de éstos el complejo de intereses que la determinaba.
Con esto. la teoría de las ideologías (es decir. del condicionamiento socia! de las ideas)
dejó de ser algo parcial, es decir. de referirse meramente a una sola clase y situación sociales,
para quedar convertida en un. método general de estudio, aplicable a los pensamientos de todos
los grupos y de todas las épocas.e
Además. al operarse esa generalización de la teoría de la ideología, generalización que
implica una superación, se verificó también la importante corrección de suprimir en dicha doc-
trina marxista la unilateralidad y la exageración que su autor le había dado: el error de aplicar
unilateralmente esa interpretación nada más que al pensamiento de las clases privilegiadas. y el
error de hacer derivar la totalidad del pensamiento de los nexos económico-sociales de éste.
:l Sobre este punto y otros relacionados, con extensión: M.hNNHEIM (Karl), Idt'%xi:l )'
U/opi,,! México, Fondo de Cultura Económica, 1941, pp. 67-95.
" Cfr. DURKHEIM (E.) y MAVSS (M.). De que/que! [onues primirn es de dassiiication.
COlllribulÍol1 tÍ fhllde des repret enrations collertire, en L'Alll1ce Soúf,/oj!.ique. 1903.
:; Cfr. BLONDEL (Ch.), Psicología rolectira. trad. de !\. ]. Dornfnguea. México. 194'5. pp.
101 Y ss.: HALBWACHS (Maunce}, L.I ,\UmfJin:: Coílectire, Presses Univ. de Franco, Pnns. 19~O,
/
5M PRECEDENTES DE LA SOCIOLOGIA DEL CONOCIl>flENTO
Nos sería muy difícil de hallar en la mente de los primitivos la noción del
yo -pues el individuo se halla fundido en el grupo-, tal y como nosotros lo
entendemos, o la distinción entre alma y cuerpo, o la diferencia entre lo natural
y 10 sobrenatural. Asimismo, apenas pueden concebir un Dios distinto del universo.
Tampoco pueden distinguir tajantemente lo real de lo soñado, lo objetivo de lo
subjetivo. Para la mente primitiva todo se mezcla, todo participa en todo; admite
fácilmente que un ser se halle a la vez en otro sitio distinto del lugar donde vemos
que se encuentra." Y en muchas de las caracterizaciones que Levy-Bruhl hace de la
mentalidad primitiva; se contienen correspondencias entre ésta y la estructura social.
Il Su principal obra a este respecto es: Die WiJSenJform~n und Jie GeuJlJfha!' (hay trad
casto por José Gaos, Soá%gí:t ¿el saber, Rev. de Occidente, Madrid, 193").
I
566 CONDICIONES SOCIALES DEL CONOCIMIENTO
Hay ramas del saber en las cuales se puede comprobar qll<: el proceso del
conocimiento no se desarrolla sólo según leyes inmanentes, es decir. <jll<': no ~~.
o Karl Mannheim (ro. en 1947), sociólogo judío-germano, Fué profesor en 13 Universidad
de Colonia hasta 1933, en que la barbarie nazi lo expulsó. Acogido a la hospitalidad inglesa.
fué nombrado profesor de la Universidad de Londres y adquirió la ciudadanía británica. Sus
producciones principales son: Historismus (en el Arrbío jür Sozia1wiuenschtrjt und Sozia/polili~.
192~); Das Problem einer Saziologie des WisuJIJ. 1925; DtU conserratioe Denéen. 192-:": n./1
PMhfem der Geuerationen, en Kólner Vierleli(lhrJhf/~ ¡ür Soziologie, VII, 2 Y 3. 1927: Di,' /;,.
detltmlK de, Koninorenz in Gebiere des GeiJtigen, 19'29; Ideoiogie und Utopie. Leiden. 11)"::<1
(hay ed. inglesa, 1936; y trad. cast. de Salvador Echavarrla, Ideología y Utopía. Fondo de Cul.
tura Económica, México, 1941; Men.rch und Geu//.trbaft in Zeit des Umbass, Leiden. 1I).~"
(hay trad. cast. de F. Ayala, El hombre J la sociedad en la épora de Id crisis. MaJ.rid. Ed. de
la RC'\·. de Derecho Privado, 1936); W'úsensso::iologie, en el Handwórterburb der Soziotogiv,
Stuttgart. 1931 ~ The Place 01 Socioíogy. Londres, 1936; Libertad] Plani/irafió". trad. de R
Landa, México, Fondo de Cultura Económica, 1942; DiagnóJliro de Nuestro Tiempo, trad. J\
JO~l' Medina Echavarrfa, Fondo de Cultura Económica, México, 1944.
568 PACTORJiS SOCIALES EN EL CONOCIMIENTO
10 Nótese que esta formulecién de Mannbeim recuerda aJgunas de las proyecciones del
perspectivismo de Jo~ Ortega y Gasset, así corno de la doctrina de Scheler sobre la realidad
de los valores, y también algunos de los puntos de vista de Joho Dewey~
FACTORES SOCIALES EN EL CONOCIAlIENTO 569
presentarse en apariencia como oposiciones teóricas; peco muchas de esas diferencias. examina-
das a la luz del análisis sociológico, muestran antagonismos y competencias sociales entre grupos
concretos en pugna. Como un ejemplo, entre otros muchos posibles. del condicionamiento e in.
flujos sociales de las diferentes interpretaciones del mundo y de Jos varios modos del ccnoci-
miento, que se producen en Un determinado momento dentro de una misma colectividad, cabe
recordar el hecho de la concurrencia de las generaciones. La nueva generación, que convive COn
la anterior, pero que tiene una base social diversa y unos intereses diferentes a los de ésta,
defiende puntos de vista teóricos distintos, y en algunos casos opuestos, a los de la generación
anterior.
realizar con respecto a todos los sectores y tipos del conocimiento, tiene un relieve
y un alcance mucho mayores respecto del pensamiento político y social.
Aunque las crisis histórico-sociales, que afectan primordialmente al pensamiento
político. pueden también operar de manera indirecta sobre el conocimiento esencial-
mente científico, hay que notar que la discnsián políAiC{f tiene un carácter fundamen-
talmente diverso del que es propio de la discusión académica. En efecto, la discusión
política constituye directamente una forma de combate, en la cual el pensamiento se
halla vinculado a una determinada estructura de existencia, a una determinada situa- .
ción social. Esta situación social concreta plantea una serie de problemas prácticos.
los cuales influyen en la selección de los temas para el pensamiento político, en la
perspectiva Con que éste los enfoca y, acaso también, en la orientación y en el con-
tenido de este mismo pensamiento.
Así, se explica que la política fuese la primera zona que revela el método
sociológico aplicado al estudio de los temas intelectuales. Lo reveló mediante el
descubrimiento de los motivos situacionales (las más de las veces inconscientes o
subconscientes) del pensamiento producido y mantenido dentro de un grupo.
El concepto de ideología fué esgrimido por determinados grupos políticos como arma con
la que se trataba de desenmascarar los intereses )' las motivaciones egoístas del sector social
dominante. Pero quienes así utilizaban el concepto de ideología, se encontraron pronto en incé-
moda situación, porque recibieron a su vez el mismo reproche que ellos lanzaban contra sus
adversarios, a saber, el reproche de que también su pensamiento social y político tenía carácter
de "ideología", es decir, raíces de motivación inconsciente, insertas en la estructura social del
grupo y determinadas por ésta. .
Así pues, cabe decir que el alcance de la teoría sobre las "ideologías" es muy restringido
mientras se limite a hacer unilateralmente el análisis del pensamiento del adversario. Pero, en
cambio. dice Mannheim, se convierte en fecundo instrumento cuando uno tiene el valor de so-
meter :J. este análisis todos los puntos de vista. incluso el suyo propio.
De este medo, la nueva teoría sobre la ideología deja de ser unilateral y se convierte en
S,'ci;llr.gia del conocimiento propiamente dicha.
572 OTRAS REALIZACIONES DE SOClOLOGIA DEL CONOCIMIENTO
11 Cfr. NETO (A. L. Machado), Sociologiu do Diroito Nntural, Livra ria Progreso. Sa'1v¡1dl1r,
Bahía, 1957; SAMPAIO (Nelson de Sousn}, Ideotogia e Cio]{';./ POiiJiC.1, Bahía 1953.
12 Véase: SOROKIN (Pitirim A.), Social and Cultur," D)II:tm':rJ, Amerhnn Boc,k C<lInpany.
New York, cuatro tomos, especialmente el segundo: FlIlCfua¡j(j!J 01 Systems o] Trutb, Etbics and
L!1U', 1937. También el libro: 'J'ht Crisis 01 Oto Age: Tl:e 50c;;:/1 aud CH/IUYaI Outlools. l'\(;'"
York, Dutton, 19·12. Véase también: MIl.I.AS (Jorge), Petra tora TelJI"¡,/ dI,! 8I1t"11"0 Ti¡,II.'!'o.
Rev. de Filosofía, Universidad de Chile, JI, 1 9 , 1952.
13 RUS..S EU. (Bertrand ), A History 01 lf/eJ1Crll Pbitosopby. And lis Conocaion tl"Í1,:' P.¡fi-
Jh.d .md SO(ÍtI/ Cirrunstnnces, Simún and Schuster, Ncw York. 19,15.
EJEMPLOS DE INFLUENCIA SOCIAL SOBRE EL CONOCIMIENTO 573
nidades en las cuales florecieron Jos diferentes sistemas. Este propósito requiere un mayor acopio
de Historia general del que suele ser habitual en las Historias de la Filosofía",
El otro ejemplo, a que quiero referirme, está tomado del campo de las doctri-
nas filosófico-jurídicas: se trata de la teoría del derecho de resistencia cantel el
poder político tiránico (ya contra del usurpador, ya contra del gobernante legitimo
pero apartado del camino de la justicia). Dicha teoría constituye una de las piezas
esenciales en las concepciones iusnaturalistas, tanto en las escolásticas de Ia edad
media (sobre todo de Santo Tomás) y del Renacimiento español (de Mariana, Soto,
Suárez, Báñez, ete.), como en las doctrinas de la escuela clásica (Althusio, Grocio,
Tomasio, Puíendorf, etc.). Tales teorías quieren ser puras construcciones racionales,
fundadas y desenvueltas deductivamente. Pero también contienen dentro de sí la
transcripción de muchos ingredientes emp¡ ricos. de muchos datos sociales de las
realidades políticas de los tiempos en que se pensaron. Así, por ejemplo, cuando
se propugna, por muchos iusnaturalistas, el derecho de resistencia activa contra el
gobernante tiránico que, aun siendo legítimo en cuanto a su origen, se desvió de
la recta senda, ese derecho no implica un retorno a la unidad indivisa del pueblo
en situación radicalmente constituyente, sino un procedimiento que refleja y con-
serva la base de la organización positiva. En efecto, se habla de la justa rebelión del
reino contra el rey. Ahora bien, el reino no es la comunidad pura y simplemente,
que al rebelarse rompe la anterior- organización jurídico-positiva, sino que el reino
es la reunión de los tres estamentos (nobleza, clero y representantes de los muni-
cipios), los cuales san los competentes para declarar al monarca fuera de la ley.
O sea, dicho con- otras palabras, en esas, teorías de Derecho natural se contienen'
elementos y formas pertenecientes a una determinada realidad sor-ial.
que en. la vida humana y en la sociedad actúan una serie de factores que no son
racionales, sino sentimentales, de inercia tradicional: hábitos, prejuicios. pasiones, etc.
Cierto que un mejor conocimiento científico y filosófico del hombre podría
ayudar mucho a la acción práctica de mejora. Cabalmente uno de los problemas de
los cuales- se ha adquirido clara conciencia en nuestro tiempo es el de la necesidad
de la refo"croa' del hombre. Sin caer en viejas utopías inconsistentes, que en otro
tiempo soñaban que los hombres pudiesen llegarse a convertir en ángeles, cosa im-
posible, se puede no obstante establecer un programa perfectamente viable para re-
formar el ser humano actual. mediante procedimientos educativos y mediante la
creación de ambientes adecuados. Adviértase que este tema de la reforma del hombre,
que es muy actual, no representa, sin embargo, algo nuevo. La reforma del hom-
bre en el sentido de enseñarle los medios prácticos para su mejoramiento moral, para
el aprendizaje de virtudes y para la conservación de éstas, ha sido propósito de
muchas doctrinas morales y religiosas, especialmente de la acción de la ética cris-
tiana. Recuérdese en este punto las obras de los grandes moralistas medioevales en
el aspecto práctico, es decir, cuando se preocupaban de ofrecer medios eficaces
para el dominio de las pasiones y para la dedicación a ejercicios virtuosos.
Hoy en día este propósito, que sigue perteneciendo a la vida moral y religiosa,
ha trascendido las fronteras de ésta y es acometido conjuntamente también por una
serie de estudios psicológicos y sociológicos con vistas a la práctica.
Muchas veces se ha atribuído erróneamente a la naturaleza del hombre muchas
formas de conducta debidas sencillamente a creación histórica que ha originado há-
bitos, los cuales han venido siendo repetidos a lo largo de siglos. Ahora bien, esas
formas de conducta se han constituído por virtud de asociaciones mentales y emo-
tivas, de origen contingente. Por lo tanto, esas asociaciones pueden ser disociadas
mediante una inteligente acción dirigida a ese fin.w Para ello, hace falta ciertamente
que las ciencias de 10 humano alcancen un grado de adelanto muy superior al que
hoy tienen; especialmente la Antropología filosófica y la Sociología. Cuando esto se
logre, entonces la proyección práctica y el influjo efectivo de las ciencias de lo
humano y particularmente de las sociales, serán mucho mayores. Sin embargo, ad-
virtamos que no es descartable en la vida humana, y por 10 tanto tampoco en la
existencia social, el juego de factores impulsivos, instintivos y emocionales, los cua-
les no pueden ser dominados enteramente por la acción de la inteligencia aunque
quepa ciertamente conseguir algún condicionamiento y algún control sobre ellos.
19 Cfr. sobre esto mi libro: REC....SÉNS SICHES (Luis), Tratado General d~ Filo.fofi,¡ del
Derecho, México. 19~9, Editorial Porrúa, pp. 470·471. Y HUXLEY (Aldous). El fin, los medios,
trad. cast. de J. M. Bulrich, Ed. Surarncricana. Buenos Aires. 1939. cap. lit.
CAPÍTuLO XXXII
rango formal, o cuando tiene que averiguar si una leyes aplicable a determinado
caso, o no lo es, a pesar de que a primera vista pareciese serlo, o cuando tiene que
llenar lagunas, y en suma, al jnterpretar, es decir, al determinar las consecuencias
individuales de una regla, aunque su valor es creadora en alguna medida, el juez
dehe atenerse a los criterios objetivados en el orden jurídico vigente.'
C) La ciencia jurídica dogmática o técnica tiene esencialmente un propósito
práctico, a saber, el propósito de averiguar qué es lo que el Derecho vigente deter-
mina pam una cierta situación social; es decir, indagar los deberes y derechos de
una persona, hallar la solución para un problema práctico, decidir sobre una centro-
versia o conflicto. Por lo tanto, la ciencia jurídica dogmática o técnica debe hallar
solución para cualquier cuestión que se le plantee. Está presidida por el principio
llamado de la plenitud hermética del Derecho, esto es, por el principio de que
el juez no puede negarse a fallar en un conflicto jurídico, cuando la ley u otras
fuentes del orden positivo resulten oscuras, insuficientes o contradictorias. Si tro-
pieza con oscuridades debe aclararlas; si advierte contradicciones debe zanjarlas;
si se halla ante lagunas o huecos debe proceder a llenarlos. Al juez le está prohibido
encogerse de hombros; por el contrario, el juez tiene el deber de resolver cualquier
cuestión que caiga bajo su jurisdicción. Dicho sea de paso, este deber de hallar
solución práctica no 10 tienen ni el sociólogo del Derecho --quien meramente
describe realidades- ni el historiador del Derecho, quien se limita a relatar cómo
era un cierto orden jurdico, con sus defectos y lagunas.
Veamos ahora cuáles ~0lJ L1S motiv;;,c10D.::::: j' ::~;:$¡~2!~nt'='!!1.pnte."los temas de
la Filosofía del Derecho.
La Ciencia dogmática o técnica del Derecho presenta dos órdenes de limita-
ciones. El jurista, al trabajar sobre las normas positivas vigentes, que recibe de
un modo dogmático, se vale de un instrumental de conceptos puros (es decir, no
empíricos), por ejemplo: el concepto universal de lo jurídico; la esencia del De-
recho pura y simplemente; el concepto de persona en sentido jurídico; el coricepto
de relación jurídica; los conceptos de supuesto y de consecuencia; etc." La expli-
cación de tales conceptos no puede ser dada por la Ciencia del Derecho, porque
precisamente esos conceptos constituyen los supuestos de esta ciencia. La explica-
ción de tales supuestos y conceptos corresponde a la disciplina llamada Teoría
fundamental del Derecho, la cual es una de las partes de la Filosofía del Derecho.
Así pues, la Teoría [nndamental de! Derecho, la cual tiene como misión el
esclarecimiento de la esencia de lo jurídico y de los conceptos jurídicos básicos,
cqnstituye una investigación sobre la esencia de lo jurídico, desde el punto de
vista lógico y ontológico.
1 Sobre las características de la Ciencia del Derecho, véase mis libros: RECASÉNS SICHES
(Luis), Tratado General de Filosojia del Derecho, Editorial Porrúa. México, 1959, pp. 5 Y ss.;
627-665; NUella Filosoiía de la l nterpreteción del Derecho, Colección Dianoia, Centro de Estu-
dios Filosóficos, Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica,
México, 19%.
:J Véase REC....SÉNS SlCHES (Luis), Tratado Ceueml di' Filosoíio del Derecho, México,
3' ed., Editorial Porrúa, México, 1959, pp. 11-13; Estudios de Filosofía del Derecho (publicados
juntos con la Filosofía del Derecho de G. Del Vecchio}, 3' ed., U.T.E.H.A., México, 1945,
tomo J, pp. 28. 36, 37, 304-330; Los temas de la Filosofía del Derecho, en /Jersllutit'a bistárica
y visión de [uturo, Ed. Bosch, Barcelona, 1934, pp. 11·18; Nueva Filosoíia de ln ímerpret acián
del Dererbo. Colección Dianoia, Centro de Estudios Filosóficos, Univ. Nac. Autón. de México,
Fondo de Cultura Económica, México, 1956. En esos cuatro libros míos trato con mayor exren-
sión los temas 'apuntados en el texto.
OTRAS DISCIPLINAS S()BIIE rt. nERToCl/O sal
La otra meditación. a la (fue se consagra básicamente la Filosofía, es la estima-
tira: es decir, el estudio sobre los criterios situados más allá y por encima de las
normas positivas, para el enjuicimiento de éstas; y de los cuales, consiguientemente.
se recogen directrices para la corrección, p:ua la reforma y para la reelaboración
progresiva del ordenamiento jurídico positivo. Es, en definitiva. la investigación so-
bre la idea de la justicia y los valores por ésta implicados. la investigación sobre
el tema conocido tradicionalmente con la expresión de "Derecho natural",
La Historia del Derecbo. al igual que la Ciencia Dogmática o Técnica del De-
[echo. se Qrupa del derecho positivo. pero del Derecho positivo no vigente. del
que estuvo vigente en el pasado pero ya no lo está. Precisamente por esto, aunque
estudia Derecho positivo, como quiera que éste y,1 no esui vigente, lo estudia desde
un punto de vista diferente del adoptado por la Ciencia Dogmática o Técnica del
orden jurídico vi.~ente, A diferencia de: ésta, la Historia cid Derecho no tiene
ningún propósito práctico, es decir, no estudia unas normas positivas para sacar
de ellas consecuencias con las cuales dirimir los conflicto... que la vida social plan-
tea. Por lo tanto. la Historia del Derecho no tiene (jllC zanjar las contradicciones
que se puedan dar entre dos o más normas, no tiene que llenar los vacíos o lagunas.
porque el Derecho que estudia ya no está vig:ente: contempla las normas tal y como
fueron formuladas, pero ya no opera con esas normas, p:lra dictar sentencias.
Veamos ahora en qué consiste la Sociologia del Derecho, cuál es su objeto,
y cuál es su punto de vista.
Ahora bien, el Derecho, que para el jurista apuece como un conjunto de sig-
nificaciones normativas y que es estudiado como tal por la Ciencia jurídica senm
strictu, en cambio, ante el punto de vista sociológico se presenta como un becbo social,
como una forma colectiva real en sus vinculas de causalidad interhumana. Desde el
punto de vista de la consideración sociológica, el Derecho aparece como un hecho
social, que es efecto de otros hechos sociales. y (Iue se halla en interacción con otras
forma s colectivas; y, además, una \'CZ p constituido, el Derecho aparece como una
fuerza social que actúa ;1 modo de factor configuranrc de la colectividad y (¡ue F"?'
duce efectos sobre otras manifestaciones de la vida social.
Ya el gran sociólogo francés Emilio Durkheim había definido los temas de la
Sociología del Derecho, diciendo gue ésta debe invcstip:u: 1':', cómo las reglas jurf.
dicas se han constituído real y efectivamente. es decir. las Causas que las han susci-
tado, y las necesidades que tratan de satisfacer: y :2':'. la manera como funcionan en la
sociedad."
:'l Cfr. DI'RKHP.I),( (Emile), L~fO'IJ de Sociologie: PbJriqu~ dn Mot'fln t'1 dJl tsroit, Avant
Propos de Hüwyin Nail Kubali, Introducnon de Georges Ravy, Presses Universitaircs de Franco,
Pari~. 19~O.
582 EL DERECHO COMO HECHO SOCIAL
Hay gentes que dictan leyes, reglamentos, sentencias, etc. Todas esas cosas no
son actos de la vida individual. Son hechos sociales.
Hay también hombres que conciertan sus voluntades para determinar de ese
modo las normas que han de regir su conducta recíproca, p. e., mediante contratos.
Vemos que las gentes se afanan, en sus movimientos políticos, por la configu-
ración del Derecho en un determinado sentido. En esos procesos sociales encaminados
a la gestación y desenvolvimiento del Derecho pesan o influyen: las tradiciones de
unos determinados modos colectivos de la vida; las necesidades presentes; las creen-
cias religiosas; las convicciones morales; las ideas políticas; los intereses económicos;
las representaciones colectivas que los hombres tienen de la nación, de la región, de
la aldea, de la humanidad; los sentimientos familiares; los sentimientos colectivos
de reparación, de esperanza y de preferencia de que están animados, etc. Por lo tan-
to, todos esos fenómenos constituyen también hechos sociales.
Hay hombres que obran por su voluntad de determinada manera y no de otra,
precisamente porque el Derecho positivo vigente prescribe aquella conducta. Con eso
practican modos sociales de comportamiento'.
Gracias al Derecho, muchas personas' pueden realizar actos que serían incapaces
de cumplir, si tuvieran que contar exclusivamente con sus propias fuerzas 'naturales.
Por ejemplo: envían dinero a países lejanos mediante un cheque o una transferencia
bancaria; un teniente domina sob~e una compañía; un agente de tránsito detiene la
circulación; el propietanq de un terreno lo es aunque no esté asentado materialmente
en él; etc. En todos esos hechos, y en la innúmera multitud de otros similares, nus
hallamos con actos humanos que producen determinados efectos no por sí mismos,
sino en virtud de una organización jurídica.
Hallamos también el ingrediente jurídico efectivo, sólo que en otra forma, en
aquellas conductas ilegales, cuyos autores están dominados por la preocupación de
eludir las consecuencias que el Derecho prescribe para tales comportamientos.
En todos los aspectos presentados por las consideraciones anteriores, quedan cla-
ras dos cosas: A) El Derecho, que en un determinado momento, constituye el rC 4
t Aparte de las obras ya citadas y de las que se mencionan después, puede verse en mate-
ria de Sociología del Derecho los siguientes trabajos: SENIOR (Alberto). Lo Social' C01l10 (01:-
tenido del Derecho, en "Rev. Mex. de Sociología", 1, NY 1; BARRAGÁN (René}, Ensayo de 1171a
Il eterminacián Sociotágica del Derecho, en "Rev. Mex. de Sociología", 11.. NI! 2; PoJible¡ Con-
t-osidos Sociales de la Forma Jurídica, en "Rcv. Mex. de Soc.", 11, NI' 3; RODRÍGUEZ DE L ..\ VEG,"
(Vinicio), Ei Ensayo Sociolágiro.luridico de Norisza JGralyet'itcb, en "Rey. Mex. de 50c:',
SOClOLOG1A y SOCIOGRAFlA DEL DERECHO 583
sidades que las gentes sientan. Dependen de la mayor o menor abundancia de medios
naturales O técnicos para la satisfacción de esos deseos. Dependen de las creencias
o convicciones sociales vigentes sobre lo que es justo, sobre lo que es decente y sobre
lo que es honesto. Dependen de la influencia que las ideas y los sentimientos reli-
giosos ejerzan sobre tales convicciones. Dependen de la acción de las tradiciones
tengan sobre tales creencias. Dependen de la intensidad mayor O menor con que las
gentes anhelan un progreso. O de la fuerza mayor o menor con que se sientan adhe-
ridas a los modos del pretérito. Dependen de las aspiraciones colectivas <lue vayan
prendiendo en el ánimo de la mayor parte de las gentes. Dependen de los peligros por
los que las gentes se sientan más inminentemente amenazadas, a la defensa contra los
cuales estén dispuestas a sacrificar otros deseos. Dependen de la respectiva influen-
cia que sobre la vida nacional ejerzan los varios estratos o clases sociales. En suma,
las pautas que se establezcan para la resolución de los conflictos de intereses de-
penden de una muy variada multitud de factores sociales, entre los cuales hay
factores de la naturaleza, hay factores espirituales, hay factores económicos, hay fac-
tores de situación y de dinamismo colectivo, hay factores políticos. Y entre todos
esos factores hay que distinguir entre aquellos que son los problemas que nacen
de determinadas realidades sociales, tal y como ellas SOI1 en '1In momento determi-
nado/ por una parte, y factores que consisten en fuerzas dinámicas propulsora! de
cambios sociales, por otra parte, p. e., ideales, aspiraciones y tendencias.
Todos esos factores actúan sobre la mente y la voluntad de quienes hacen el
Derecho: legislador, funcionarios administrativos, entes colectivos (en la medida
en que ellos fabrican auténomemente sus propias reglas para su vida interior),
particulares (quienes en uso de la competencia que se les conceda elaboran normas
contractuales) y jueces.
La tarea del orden jurídico consistente en reconocer, delimitar y proteger efi-
cazmente los intereses reconocidos, nunca llega a terminarse definitivamente, sino
que, por el contrario, está siempre en curso de reeIaboración. Es así, porque los
intereses hoy no reconocidos siguen ejerciendo_ constantemente una presión para
obtener mañana el reconocimiento que ayer no consiguieron. Los intereses hoy
reconocidos sólo parcialmente se esfuerzan por ampliar el ámbito de su protección.
Viejos intereses reconocidos en el pretérito, al cambiar las circunstancias, al mo-
dificarse las realidades sociales, pierden volumen e intensidad, o pierden título
razonable para seguir siendo protegidos. Al correr de los días, surgen nuevos
intereses, aparecen nuevas demandas, que presionan al legislador, al gobierno o a
los jueces. Al transformarse las realidades sociales, resultan a veces modificadas las
relaciones entre los varios intereses concurrentes; y sucede que esa modificación
afecta a las consecuencias que se siguen de aplicar los criterios de valoración para
.el reconocimiento de los intereses y para la recíproca delimitación de éstos,"
Por otra parte, suele acontecer con frecuencia que .la solución dada por el.
legislador, o por el gobierno, o por los jueces, a determinados tipos de conflictos,
al ser llevada a la práctica, produce resultados contrarios a los que se quedan,
o se muestra como ineficaz, lo cual plantea tanto al legislador como a los tribu-
nales el problema de rectificar los criterios antes establecidos.
Los órganos del Derecho (legislador, gobierno, jueces) se hallan también
.ante el conflicto entre las fuerzas sociales que desean conservar lo que ellas llaman
6 Ibid.
586 RESOLUClON DE LOS CONFLICTOS DE INTERESES
el orden social, el cual suele ser una especie de cuadro idealizado del orden del
pretérito, por una parte, y por otra parte, las fuerzas que pugnan por establecer
un nuevo orden social más de acuerdo Con' las necesidades del presente y con las
tareas a cumplir en el próximo futuro, y con las exigencias de la justicia.
Nótese que el Derecho trata de resolver o zanjar los conflictos de intereses
no de un modo teórico, sino de una manera práctica eficaz, es decir, de tal manera
que la solución que él da' a tales conflictos sea cumplida necesariamente, forzosa-
mente. Es decir, el Derecho impone sus soluciones, sus pautas, sus normas, de
un modo inexorable, irrefragable, sin admitir la posibilidad de rebeldia. O expre-
sado con otros términos, las normas jurídicas 50n coercitivas, no admiten en prin-
cipio libertad de dejarlas incumplidas; en caso de rebeldía, son impuestas, si fuese
menester, mediante la violencia Física. Por eso el Derecho es dictado y aplicado
por la organización social que quiere ser más fuerte que todas las más fuertes,
puesto que sus decisiones deben ser impuestas no s610 a los débiles, sino incluso a
los más fuertes" es decir, el Derecho es dictado y aplicado por el Estado, el cual
sociol6gicamente se define como la organizaci6n política que intenta' crear un po-
der capaz de imponerse a todos, incluso a los más Fuertes."
Que el Derecho sea dictado y aplicado por el Estado no quiere decir que
los contenidos del Derecho sean siempre efectivamente elaborados por los órganos
del Estado. Quiere decir -meramente que los contenidos de las normas jurídicas, los
cuales pueden ser elaborados no s610 por los órganos del Estado (legislador, go·
biernc, jueces) S:!10 también PO! 1?_ sociedad -!10rm:H: ronsuetudinarias-c-, por
los particnlares -c-normas contractuales-, por los entes colectivos -es.tatutos-)
son aceptados como Derecho por el Estado, es decir, por los órganos de éste, los
cuales hablan en su nombre."
el poder del Estado, por otra parte, acontece que el poder del Estado está orga-
nizado y ungido por el Derecho, o, dicho con otras palabras, el Derecho es uno
de los ingredientes más importantes del poder del Estado. En efecto, el poder del
Estado se apoya sobre una serie de hechos sociales; es poder estatal, precisamente
porque es el resultado de los poderes sociales más fuertes; pero, a su vez, el Dere-
cho da al poder del Estado su título de legitimidad y su organización.
En cierto aspecto el poder del Estado consiste en la obediencia habitual que
recibe por parte de sus súbditos. Pero precisamente la obediencia habitual de las
gentes se produce por virtud del Derecho, porque el Derecho se presenta como lo
legítimo, y de ese modo produce la organización de esa obediencia habitual. En
efecto, el Derecho es la objetivación social que produce la regularidad de las actitu-
des recíprocas entre gobernantes y gobernados. Sin esta organización jurídica de las
actitudes, el poder social supremo, es decir, el poder estatal, resultaría inconcebible,
sería solamente algo casual, fortuito, dependiente de las circunstancias de cada
momento. Es decir, el poder del Estado, el cual por una parte es la fuente formal
del Derecho, no puede surgir sin el Derecho. El Derecho es la forma del poder
estatal, es su organización, y es la forma que le da estabilidad, regularidad, perma-
nencia. El poder no es más que la probabilidad de que una actitud humana -la
actitud de quienes emiten unos mandatos- influya sobre la actitud de otras gentes
-en este caso, la actitud de los destinatarios de esos mandatos. Ahora bien, el
Derecho, apoyado por el Estado, cuenta con la probabilidad de que los destinara-
rios de sus normas las cumplan, y si no es así en caso contrario, con la probabilidad
de que otras gentes, a, saber, los funcionarios del Estado, impondrán una coacción
sobre los incumplidores de las normas jurídicas. Así, el poder del Estado cuenta
con esas probabilidades; es poder del Estado, precisamente porque es un poder ju-
rídico, porque es la expresión del Derecho, y porque está organizado por el Derecho}!
El Derecho es la forma organizadora del poder estatal. Esta organización se
efectúa por medio de la concentración de los poderes individuales -el Estado
constituye el monopolio del uso de la fuerza-; y por medio de la distribución
de funciones -el Estado representa un reparto de competencias entre sus órganos.
que limitarme a mostrar que todo orden jurídico positivo en general, y cada norma
jurídica en particular. se inspiran en determinadas valoraciones, esto es. tratan de
proteger efectivamente lo que los hombres de una cierta sociedad consideran como
justo. y todos los demás valores implicados por esa concepción de la justicia.
Ahora bien, en tanto que la protección y la realización de esos valores se in-
tenta mediante el orden jurídico positivo. con ello se trata de obtener alguna certeza
y alguna seguridad respecto de que una serie de relaciones sociales quedarían regu-
ladas de un modo definido y que tal regulación será garantizada efectivamente.
Así pues, resulta que, aunque el Derecho positivo se inspira en valores de
contenido (p. e., justicia, bien común, etc.) , y se considera que está justificado
en la medida en que cumpla las exigencias de tales valores hasta donde sea
humanamente posible, no obstante, el Derecho nace originariamente en la vida hu-
mana para colmar una urgencia de certeza y seguridad en determinadas relaciones
sociales, que son reputadas de máxima importancia.
Nótese que, desde un punto de vista formal, el Derecho no es 1111 fin, sino
que es un medio espocial, del que se sirven los hombres praa asegurar la realización
de ciertos fines, que reputan de urgente e indispensable cumplimiento. Entre los
múltiples quehaceres individuales y colectivos que se proponen los hombres de
una determinada sociedad, hay algunos que son reputados por éstos cama nece-
sacios, de ineludible realización, mientras que otros quehaceres, aunque sean con-
siderados como importantes, son dejados a la libre iniciativa de los individuos
}' los grupos. Los primeros, es decir, los fines reputados como de indispensable
cumplimiento. son perseguidos mediante el Derecho, eS decir, son convertidos en
cont~nido de una norrnación coercitiva, de imposición inexorable, precisamente para
establecerlos de modo cierto, y para asegurar de manera efectiva su cumplimiento.
La regulación jurídica es el medio especial con el cual se pretende dar certeza
y seguridad a la realización de unos determinados fines. Precisamente lo que el
Derecho tiene formalmente de Derecho -p. e., su nota de impositividad inexora-
ble- es lo que tiene de orden seguro, esto es, de cumplimiento garantizado.
El hombre no sólo experimenta el dolor de la inseguridad frente a la natura-
leza, sino que también se plantea análogo problema respecto de los demás hombres;
y siente la urgencia de saber a qué atenerse en relación con sus prójimos: la urgen-
cia de saber cómo se comportarán ellos respecto de él, y de saber qué es lo que él
debe y puede hacer frente a ellos; y precisa no sólo saber a qué atenerse sobre
lo que debe ocurrir, sino saber también que eso ocurrirá necesariamente; es decir,
necesita alguna certeza sobre determinadas relaciones sociales, y además seguridad
de que la regla se cumplirá a todo trance, porque, si fuese menester, habrá de ser
aplicada por la fuerza, esto es, inexorablemente.
Sin embargo, no debe entenderse esta función de certeza y seguridad en
términos absolutos. Por el contrario, hay que pensarla sólo con un alcance limi-
tado y relativo. Esto es así por las siguientes razones:
1 9 Aunque los hombres elaboran el Derecho positivo movidos por el deseo
de obtener alguna certeza y seguridad en determinadas relaciones sociales, lo que
les importa no es cualquier certeza y seguridad, sino precisamente certeza y scgu-
ridad en lo que entienden como pautas de justicia.
2'" Aunque el deseo de seguridad es uno de los afanes fundamentales de 1.1
vida humana, no es el único de éstos, sino que coexiste con otros 'deseos de tipos
de contrarios, tales (amo el anhelo de cambio, la aspiración de mejora y progreso.
SEGURIDAD Y CAMBIO 591
En efecto, sucede que si bien por una parte el Derecho sirve a un propósito
de certeza y seguridad, por otra parte sirve también a las necesidades suscitadas
por el cambio social y por los deseos de progreso. Así pues, el Derecho, por'
una parte pretende ser estable, mas por otra parte no puede permanecer invariable,
sino que, por el contrario, debe ir cambiando al compás de las nuevas circuns-
tancias y necesidades sociales. La seguridad perfecta equivaldría a la absoluta
inmovilidad de la sociedad. El cambio constante, sin ningún elemento y formas
estables, haría imposible la vida social.
ASl pues, aunque el Derecho se propone crear un orden cierto y seguro, hay
inevitablemente un margen de incertidumbre y de inseguridad en todo sistema
jurídico, para que éste pueda irse adaptando a los cambios de la realidad social,
y también para que pueda ir progresando en el sentido de un mayor acercamiento
a los valores que intenta realizar.
Ese margen de incertidumbre e inseguridad en el Derecho existe: A) A veces
y en alguna medida en cuanto al resultado del proceso jurisdiccional (judicial o
administrativo), en cada caso concreto. B) También en cuanto al hecho de que
la producción legislativa de normas jurídicas nunca cesa, sino que, por el contrario,
sigue siempre en movimiento, abrogando viejas reglas, substituyéndolas por otras
y dictando nuevas reglas.
Para comprender y explicar el proceso social de formación y de desenvolvi-
miento del Derecho, es preciso tener a la vista esos dos aspectos que acabo de
señalar: el hecho de que los hombres al producir Derecho tratan de dar certeza
y seguridad a determinadas relaciones interhumanas; y el hecho de que a pesar de
que el orden jurídico tiene una función estabilizadora de determinadas relaciones
sociales, sin embargo, no puede substraerse a las necesidades de cambio, suscitadas
por el cambio social, por el nacimiento de- nuevas necesidades, por la modificación
de antiguos menesteres, por la aparición de nuevas circunstancias.
mero hecho de ser tal, no tiene necesariamente que ser considerado como bueno,
o como justo. Puede ser bueno y justo, si su conducta se amolda a los dictados
éticos. Mas, si, por el contrario, su comportamiento contradice aquellos princi-
pies éticos, habremos de considerarlo como malo o como injusto, aunque sea de
hecho el poder que prevalezca. Esto es verdad.
Pero es también verdad que una norma jurídica rige como vigente no por
razón de su justicia intrínseca, sino sólo cuando está efectivamente apoyada por el
poder social predominante, es decir, por el poder social que impera sobre todos
los demás, esto es, por el poder político efectivo. Lo que da justicia a un Derecho
es su concordancia con los valores, su adecuación a las pautas éticas. Pero 10 que
da realidad de orden vigente, de norma imperante efectivamente, a un Derecho, es
el hecho de que esté sostenido y apoyado por el poder social más fuerte. El mejor
esquema de Derecho ideal no obtiene vigencia simplemente por virtud de ser
muy valioso. La vigencia deriva del poder social que lo apoye y que, llegado el
caso, lo imponga contra los individuos remisos o rebeldes. No hay ninguna regla
jurídica que por virtud de su bondad intrínseca adquiera vigencia efectiva y sea
impuesta de un modo inexorable. Una regla jurídica se convierte en norma vigente,
cuando la apoya y la impone el poder social más fuerte.
Adviértase, por otra parte, que poder social no es sinónimo de fuerza bruta.
Nada de eso. Por el contrario, según expondré más adelante, todo poder social es,
en última instancia, un poder psicológico de influencia sobre las gentes. Y, por
le tanto, además, _en muchos 01:;0:;,_ 1a influencie qi..i~ las v-a10fal:i0ú.;-:o t:;tlúu t:11.1a
actitud y en la conducta de los hombres llega a constituir un ingrediente muy im-
portante del poder social.
Ahora bien, lo que importa subrayar ahora es el hecho de que la implantación
de las bases de un sistema jurídico-positivo se produce en virtud de un hecho
constituyente, por ejemplo: la fundación de un Estado; o, tras la ruina del régimen
anterior, mediante" un hecho revolucionario, la construcción de otro Estado nuevo,
que viene a sustituir al precedente.
Adviértase que si un sistema de ordenación jurídica no consigue ninguna
eficacia en la realidad, si no es apoyado por un hecho de poder como resultado
preponderante de las voluntades del pueblo, si no es aceptado y cumplido ordi-
nariamente por la inmensa mayoría de Jos ciudadanos, entonces esa ordenación
no puede ser considerada como Derecho vigente.
Lo expresado en el párrafo anterior se refiere a un sistema de ordenación
jurídica tomado en su conjunto; y no a la cuestión respecto de una cierta norma
singular, 10 cual constituye un problema diferente. Saber si" una determinada nor-
ma es o no Derecho vigente constituye una pregunta que debe ser contestada por
la Ciencia dogmática y técnica del Derecho positivo. Esta ciencia, para dar respuesta
a tal pregunta, operará: a) según los criterios lógico-formales que determinan si
esa norma en cuestión pertenece o no al sistema jurídico-positivo, es decir, averi-
guará si ha sido dietada o reconocida por el órgano que según ese sistema esta
autorizado para ello y dentro de la esfera de competencia de éste; y. b} según
los criterios de la interpretación, a la luz de la cual se esclarezca si una supuesta
norma. en apariencia vigente. es aplicable o 110 al caso planteado, y, si 10 fuese,
cu;íl es el alcance concreto que debe atribuírsele para dicho ,caso singular.
DERECHO VIGENTE, RESULTADO DEL PODER SOCIAL 593
\
Mas, por el contrario, si lo que se pregunta.no se refiere a la validez de una
norma singular, sino que se plantea la interrogación sobre la vigencia de la teta-
lidad del sistema de Derecho, entonces este problema no' puede ser resuelto acu-
diendo a criterios formales de lógica jurídica, ni tampoco a los esclarecimientos de
la interpretación, sino que tiene que ser solventado a la luz de la realidad social.
Es decir, un sistema de Derecho está vigente, porque se ha producido un hecho de
poder social que creó-sus bases, esto es, que creó su cimiento, y además porque
perdura el apoyo de ese poder."
Soch,to¡rfa.-38.
/ 594 INFLUENCIA SOCIAL SOBRE TODAS LAS NORMAS
sido creado un sistema de Derecho positivo. Para que éste siga existiendo como
realidad, es necesario que continúe teniendo el apoyo- de la resultante decisiva de
poder social.
Pero hay más todavía. Esos hechos político-sociales influyen en la configu-
ración de los ulteriores desarrollos normales del sistema de Derecho positivo. es
decir, operan sobre los sucesivos desenvolvimientos de éste dentro de los marcos
por él establecidos. Un orden jurídico-positivo no es, mientras está vigente, un
producto fósil, un cuadro invariable y estático; sino que, por el contrario, es un
sistema que se desenvuelve, es un mecanismo en movimiento, que va innovando y
reformando algunas de sus partes y creando nuevas formas. Estos desarrollos. estas
reformas e innovaciones, pueden explicarse desde el punto de vista formal de una
pura lógica jurídica, mediante la teoría de Kelsen de las delegaciones escalonadas
o jerarquía de los órganosw la constituci6n establece quién tiene la potestad legis-
lativa y dentro de qué márgenes; las leyes determinan quiénes poseen la facultad
de dictar reglamentos; aquéllas y éstos confieren competencia a las personas par-
ticulares para la creación de normas concretas en los negocios jurídicos, verbigracia
en los contratos; y las leyes y los reglamentos otorgan también facultades a los
funcionarios ejecutivos para dictar resoluciones administrativas y a los tribunales
para dictar sentencias. Ahora bien, nótese que este sistema de jerarquía de las
normas o de escalonamiento de las delegaciones de competencia jurídica para dic-
tar los diversos grados de normas -sistema que está muy bien visto por la teoría
puro. del Derecho-s- i10 ES, puf sí mismo, desde el punto de vista formal. un
sistema vivo que posea efectivamente dentro de sí propio la fuerza efectiva de
su dinamismo. Por el contrario, hemos de reconocer que este sistema se pone
en movimiento por la acción de fuerzas sociales efectivas. Esas fuerzas sociales
son las que, dentro de los cauces formales del sistema jurídico-positivo, deter-
minan y config-uran los contenidos de las nuevas normas que se van produciendo
en éste. Veamos un poco más de cerca este proceso.
Sucede que, en virtud de las normas positivas básicas, que son la clave del
sistema, los órganos del Estado tienen una esfera más o menos amplia de facul-
tades discrecionales para dictar las normas, cuyo establecimiento les está delegado.
Así. por ejemplo. el poder legislativo ordinario posee la facultad de dictar leyes.
en la forma preestablecida por la constitución y dentro de las directrices de contc-
nido trazadas por ésta ---en el caso de que la constitución señale orientaciones en
cuanto al contenido de las leyes futuras, lo cual sucede algunas veces. Pero adviér-
tase que, dentro de las formas prefijadas e incluso dentro de las orientaciones
prescritas por la constitución, cabe un amplio repertorio de contenidos posibles;
es decir, resulta licito dictar sobre una misma materia leyes de contenido diferente,
todas ellas de acuerdo con los requisitos constitucionales. Así pues, el legislador,
dentro del margen de discrecionalidad que le confiere la constitución, dicta una ley
con determinado contenido y no con otro, sencillamente por el hecho de que en la
constelación de .los factores político-sociales fué esta orientación la que triunfó
16 Cfr. KnSEN (Hans), La Teoría Pura del Derecho, trad. de J. C. Tejerina, Ed. Losada,
Buenos Aires, 1941; General Theory o/ Law and State, Harvard University Prcss, 1945 -hay
trad. de Eduardo Garda Máynez: Teoría General del Derecho y del Estado. Imprenta Univer-
sitaria, México, 1951. Sobre esta teoría, mis libros: RECASÉNS SlCHES (Luis), Direccione! COI/-
/t!mporfÍNear del pensamiouto iUfÍdico. Ed. Labor, Barcelona, 1929, pp. 154 Y ss.; Tntlado G~
neral de Filosoiía del Derecho, Edit. Porrúa, 1959, pp. 301·304, 352·359.
INFLUENCIA SOCIAL SOBRE TODAS LAS NORAtAS
El Derecho aparece, por tanto, como resultado de una serie de procesos sociales.
Las normas jurídicas positivas son la cristalización de un conjunto de procesos colee-
tivos, de aquellos procesos que las han engendrado efectivamente y que les han da-
do no s610 su vigencia, sino también su contenido. Esto se 'advierte, como ya se ha
mostrado. no s610 en la base fundamental del sistema jurídico-positivo, sino también
en las leyes, en los reglamentos. en el Derecho particular gestado en la contratación
y en otros negocios jurídicos, en el de los entes autónomos, en el Derecho concreto
expresado en las resoluciones administrativas y en los fallos judiciales; y se advierte
también en las reglas consuetudinarias.
sulta difícil, pensando en términos abstractos y fríos, averiguar cuál sería la nor-
mación justa de determinada situación .social. Pero, en cambio, si tropezamos con
una regulación o con una resolución que nos hiere como injusta, entonces, anali-
zando esta reacción, podemos ponernos certeramente sobre la pista que nos lleve a
una resolución de justicia. De hecho muchas veces la reacción ante la injusticia ha
señalado directrices y ha abierto camino para producir Derecho más justo."
Ahora bien, la existencia de esos factores constantes de ningún modo da lugar
forzosamente a que en todas partes y en todos los tiempos se formen configuraciones
jurídicas homogéneas, ni a que haya leyes generales de evolución del Derecho que
cubran el panorama de la historia universal.
Por el contrario, sucede que a través de múltiples azares surgen las más variadas
configuraciones- jurídicas. Añádase a este hecho otro hecho de enorme alcance: la
intervención del libre albedrío humano, dentro de los límites en que éste se da.
B) Los daros de la materia social, La realidad social suministra una serie de
hechos, de ingredientes que ejercen influjos O tienen intervención en la génesis, el
desarrollo y la realización del Derecho. Veamos algunos ejemplos de esos datos
que hallamos en la materia social: '.
~ 1. La f'ea/idad de una serie de relaciones sociales, las cuales aún no están cegu·
ladas jurídicamente, o lo están pero de diverso modo a como van a ser normadas
después. Por ejemplo: las uniones sexuales; los hechos de paternidad y filiación;
las relaciones de trabajo aún no reguladas en la forma ~!1 que le serán ~é51JUe;:~.
2. En esa materia social no se da 'solamente -la realidad que está ya configurada,
sino que se albergan, además tendencias, corriente! que aJ,n no han cuajado, que to-
davía no han obtenido expresión normativa, pero que pugnan por lograrla. A veces,
en la realidad social advertimos una corriente o unitaria O preponderante. "Otras ve-
ces, nos hallamos ante una pluralidad de tendencias en pugna, todas ellas poderosas,
pero sin que ninguna de ellas haya prevalecido.
3. Como parte o ingrediente de la realidad social, se da también un conjunto de
representantes axiológicas que tienen las gentes que integran el grupo. Es decir, nos
hallamos con los hechos de una serie de convicciones profesadas por los hombres
respecto de los valores, de lo que creen como justo, de lo que reputan como injusto,
de lo que estiman conveniente, de lo que consideran como indeseable. Esas creencias
valoradas, esas convicciones axiológicas influyen en gran medida y muy poderosa-
mente en la configuración del Derecho posítivo.>
Entre esas convicciones y creencias hay que destacar especialmente aquellas que
ya han engendrado modos vigentes de vida colectiva, normas sociales que rigen -aun-
que no sean jurídicas-, como por ejemplo, reglas del trato, ética colectiva, costum-
bres, usos, etc. Muchas de las normas jurídicas constituyen la formulación como regla
de Derecho de normas análogas éticas, técnicas, patrióticas, etc. A esa clase perte-
necen las que el penalista M. E. Mayer llama normas de cultura y que constituyen el
supuesto del Derecho penal, pues éste tipifica y castiga las conductas que encarnen
uná infracción de la norma jurídica que ha traducido o recogido una norma de
ar Muy bien sobre este punto: C/l.HN (Edmond N.), The Sense 01 lniustice, New York.
Universitary Press, 1949.
22 A este respecto pueden ser aprovechadas algunas de las consideraciones de GNABUS
FLAVIUS (pseud6nimo de Hermano KANTOROWICZ), Der Kampf Nn die R,uhJIWiIIeluhaIJ, 1906;
Rech~JwiSl",uhtz/J IInJ Soziologie, 1911.
LOS DATOS DE LA MATERIA SOCIAL 601
en los cuadros del Derecho económico y del Derecho eclesiástico influyen más in-
tensamente que en otros las creencias y convicciones ajenas a lo específicamente
jurídico.
Tipología de las sociedades globales y [orntas de poder o dominación. En cuanto
a la tipología de las sociedades globales, Max Weber" la ha llevado a cabo desde
el punto de vista de las características de los diversos tipos de poder, que son tres:
a) Tradicional, que descansa sobre la creencia en la santidad de las tradiciones,
y en la legitimidad de las personas, autoridades establecidas por esa tradición ..
b) Catlismático, que se apoya en la entrega a la santidad, heroísmo o ejempla-
ridad de una persona (profeta, caudillo, guía, salvador).
e) Racional; que descansa sobre .determina~os principios, y en la legitimidad
de las personas llamadas por esos principios a ejercer la autoridad legal. Esta forma,
que es la predominante en las sociedades típicamente modernas, implica las siguien-
tes convicciones: I. Que el Derecho responde a' principios racionales. 2. Que quien
manda es el Derecho impersonalmente; y que las personas que ejercen la autoridad
son las representantes de ese Derecho. 3. Que hay una regla de jerarquía adminis-
trativa, con ámbitos de competencias delimitadas.w
tienen impositividad inexorable, por ejemplo, las reglas del trato social, las convic-
ciones religiosas, las morales, etc. Por otra parte, puede haber -y de ello hay ejem-
plos trágicos- normas de mera imposición inexorable pero sin carácter ético y sin
apoyo en la convicción del grupo, como las emitidas por la tiranía.
Ahora bien, desde el punto de vista sociológico -y, por tanto dejando aparte
todo criterio estimativo-s-, se puede estudiar y clasificar las normas del Derecho
positivo, desde el punto de vista del volumen mayor O menor de quienes las pro-
ducen y de quienes se hallan identificados con las mismas.
El caso de plenitud extrema a este respecto estaría representado por un Derecho
que respondiese totalmente a las convicciones de todos los sujetos integrantes del
grupo. Es difícil que esto se produzca plenamente en la realidad, pues siempre,
por 10 menos, habrá algún individuo discrepante.
Otro caso, muy frecuente, es el de que las normas de Derecho correspondan
a las convicciones de la mayoría, la mal efectivamente determina la resultante de
poder social predominante.
Otro casa, también muy frecuente y que puede considerarse normal, es el de
que los que han producido las normas jurídicas sean una minoría, pero que esté
apoyada por el grupo mayoritaria o totalmente.
A veces se da también la intervención de elementos extraños al grupo, que han
participado en la gestación de las normas jurídicas y que contribuyen a apoyadas.
Tal ocurre en jos casos de intervención J~ J¡i, )iutoridad superior p~::l dar normas a
un grupo subordinado -p. e., la legislación del Estado que regula la vida interna
de una corporación o de un sindicato-e, o en los casos de intervención extranjera,
o en los casos de sumisión al Derecho internacional.v-
más todavía, es decir, lo es en una mayor medida, por lo que respecta al Derecho
de 105 Estados de régimen democrático-liberal.w
En los regímenes democrático-liberales la leyes elaborada y díetada por los
representantes de los ciudadanos. En una democracia liberal lo mis importante, 3-
estos efectos, es el modo de organización de esa representación. La lucha de las
fuerzas sociales en el país se desenvuelve oscuramente. En cambio, dentro del peri-
metro del poder legislativo la lucha se desenvuelve entre los representantes de las
diferentes fuerzas políticas.
Las discusiones y las pugnas que se desarrollan en la asamblea legislativa entre
los varios representantes, ruando se trata de hacer una nueva ley, son la expresión
de las fuerzas que en la penumbra luchan para obtener la regla que se estima más
favorable a ciertos intereses. El régimen democrático- liberal permite a esas fuerzas
el manifestarse, y asegura hasta cierto punto entre ellas la posibilidad de un cierto
equilibrio y de arreglos de transacción, que suelen hacer la ley aceptable, o por
lo menos tolerable, para todos.
El libre juego de las fuerzas sociales dentro de un régimen democrático-liberal
da lugar frecuentemente a una gran abundancia de leyes, así como también a una
gran movilidad del Derecho.
sistema rígido de poder; canalizar las presIones sociales; y actuar como órgano. de
transformación estatal y social.
'l~ Cfr. RIPERT (Georges}, oh. cit. en la nota N 9 34, pp- 92-114.
u Cfr. RECASÉNS SlCHBS (Luis), NII~lIa Filosofí.t d~ 1/1 lnurpuiaáó. J'} Derecho, ~tro
de Estudios Filosóficos de la Universidad Nacioflll A. de México, Fondo de Cultura Económica.
Méxi!:(), 19~6.
614. INFLUENCIA DE LOSFACrORES SOCIALES SOBRE EL JUEZ
de hecho actúan sobre el común de las gentes cuando éstas interpretan espontánea y
directamente el alcance de algunas normas jurídicas corno modeladoras de su con-
ducta; y actúan también sobre los jueces y sobre los funcionarios públicos encargados
de decidir sobre conflictos, o de resolver .sobre casos concretos. Las convicciones predo-
minantes en una sociedad son a veces como una especie de atmósfera que respiran
las gentes, incluso los jueces y los funcionarios administrativos, aunque na siempre
presten atención a ese respirar, y aunque no se hayan percatado exactamente de la
atmósfera que respiran. O, empleando otra atmósfera, se podría decir que son co-
mo una corriente de viento que ejerce una presión, independientemente de que se
tenga conciencia más o menos dara de este hecho. Esas convicciones constituyen tarn-
bíén, al igual que las insertas en la legalidad, estimaciones positivas, esto es, hu-
manas, históricas ---del presente histórico-c-, es decir, son la opinión que las gentes
tienen de que determinadas conductas· son buenas, mientras que sus opuestas son
malas; son la opinión predominante sobre lo que se debe hacer en ciertas condicio-
nes o circunstancias, y la opinión predominante sobre el sentido y el alcance de
determinados fines.
Claro que se puede objetar que una mera convicción social, que sea eso y nada
más que eso, no es aún norma jurídica vigente. Muy. cierto. No trato de njn.~una
manera de elevar irresponsablemente a normas jurídicas lo que sea solamente una
convicción social O una mera corriente poderosa de opinión pública. Ningún juez
consciente de los deberes de su profesión tomará como norma iurfdica lo Que sea =
tan sólo mera creencia predominante en la sociedad. Pero es que no se trata de eso.
I
Se trata de otra cosa: se trata de que a veces la letra del pre<~pto legal, o la fornu
consuetudinaria, o la regla declarada en un precedente jurispnidencial, no tiene sen-
tido completo, ni suficiente, a menos que se proceda a interpretar el alcance de
las estimaciones explícita o implícitamente contenidas en esta riorma, completán-
dalas con los criterios que nos suministran las convicciones colectivas predominantes.
creencia religiosa de que las autoridades ejercen un poder delegado por Dios; el cfcc-
to de 1J. impresión GUc producen las formalidades solemnes de que suele ir acom-
pañada la creación del Derecho: los intereses en pro de !J. estabilidad y de la se-
guridad; el hábito de determinadas formas de conducta; las emociones favorables
que suscita el Derecho: la sugestión de la imituciún; el temor J. las sanciones; etc
Así, por ejemplo, muchos ciudadanos. una vez enterados de las disposiciones
de dicha ley. las cumplirán por su propia voluntad, obedeciendo en los diversas CJSOS
a diferentes motivos. Unos ciudadanos, percatados de su deber moral de obedecer
al Derecho positivo -porque éste constituye. una condición necesaria rara la con-
scrvación r la buena marcha de la soricdad-i-, adecuarán su conducta 3. la nueva
norma. en virtud de esos motivos éticos. Otros ciudadanos, que tengan una concien-
cia ética menos clara }' recta. pero que deseen paz}' tranquilidad. ajustarán su con-
ducta a la nueva le)'. impulsados por el deseo de verse libres (k las sanciones que:
ésta determina pHa los infractores. los sujetos en los glle recae la calidad de fun-
cionarios públicos. cncargados de velar por el cumplimiento de la ley y de imponer
las sanciones por ésta previstas en caso de incumplimiento, pondrán en práctica las
conductas necesarias para la realización de esos menesteres; unos, guiados por ti
sentido cid honor)' de la responsabilidad inherentes al cargo que desempeñan;
otros. movidos por el deseo de evitar lns sanciones disciplinarias O penales que sux-
citaría la infidelidad en el cumplimiento de los deberes de su cargo. Otras gentes,
cluC na quieren someterse a la nueva norma jurídica. pero que, a la vez, tampoco
quieren caer bajo sus sanciones, invcntnr.in sutilmente comportamientos para bur-
larla de manera que queden indemnes. Por fin, hay sujetos carentes del mínimo
necesario de sentido ético y. además. sobre los cuales na obran las intimidaciones
de la sanción. que tratarán de violar o violarán la ley y serán objeto de la impo-
sición de los actos coercitivos predeterminados por ésta. He aquí. pues, una serie de
fenómenos varios. en los cuales advertiremos la acción del Derecho como una fucrz.r
social, que produce una serie de: múltiples efectos. ,
Se hace patente este mismo tema de estudio. sólo que de modo inverso, en los
casos en que:: una regla jurídica elaborada formalmente -es decir, dictada por la
autoridad señalada como competente par.• ello r scjrún los trámites preestablecidos-o
no obtenga un reconocimiento y un cumplirnicutc normales. Este es el caso de las
normas rc::~rcdo de las cuales se dice que quedaron tan sólo en el papel, que queda-
ron como mera letra muerta, sin obtener efectiva realización. En esos casos, tales
normas jurídicas -que fueron como todas efecto de una serie de valores sociales-e-
resultaron ineptas como fuerzas efectivas par;) configurar realmente las relaciones
sociales (Iue quer inn regular. Estos casos plantean el problema de la in\'estig3ción dr:
cuáles son los ingredientes, cualidades r condiciones que las normas jurídicas han
de reunir para ser eficaces.
Así pues, uno de los temas de esta scgund., parte de la Sociolog¡« del Derecho
comiste en el estudio de las motivaciones psíquicas que inducen a la observancia
de las normas jurídicas. Esas motivaciones son muy vanas, como se ha podido ver
en 10.<; ejemplos aducidos. Entre ellas, Figuran desde el ruro miedo a la sanción
JIJ:.t.l el respeto al Derecho: }' también otras muchas de diferentes clases: la irn-
presión que producen las formalidades solemnes. la creencia rdigiosa de que la"
autoridades ejercen un poder delegado For Dios. los intereses en pro de la eqa·
hili,l.hl. cu-. Y f.¡o.¡ m.i, de 1.1" veces "e romhinun v.rrius de b" motivaciones.
616 ACC/ON DEL DERECHO CO"fO FUERZA SOCI.1L
Hay también ocasiones en las que una nueva ley ni es realizada ni queda
tampoco como mera letra muerta, sino que pro\'oGI. una reacción revolucionaria. Los
funcionarios tratan de imponerla; los sujetos que han de cumplirla no sólo no lo
hacen. sino que se rebelan activamente contra ella.
En virtud de lo expuesto, cabe afirmar que esta segunda parte de la Sociología
del Derecho estudia los hechos de la determinación y coordinación de la conducta
humana por virtud de la existencia de normas jurídicas. Trata de explicar la acción
del Derecho como una fuerza que moldea la conducta humana, y cuáles son las con-
diciones de su eficacia o de su ineficacia.
También por este lado, la Sociología del Derecho desemboca en la Sociología
del poder. Recuérdese que en la primera parte de la Sociología jurídica hice una
advertencia similar: el Derecho, como efecto de una serie de constelaciones y de
procesos sociales, constituye el resultado de unos fenómenos de poder colectivo; por
lo cual la Sociología del Derecho tiene que referirse a la Sociología del poder. Pues
bien, en esta segunda parte nos hallamos también con que el problema de la eficacia
del Derecho positivo es un problema de hasta qué punto éste consigue el poder
necesario para realizarse. Bien entendido que, cuando se habla de poder, no penS<!·
mas tan sólo ni principalmente en la coerción material, sino ante todo y sobre todo
en la fuerza de las convicciones, que es el ingrediente más importante del poder social.
A este respecto, Tímashcffe- observa arinadamcnte que las convicciones éticas,
que encarnan en conductas. se convierten en fuerzas sociales: por dos causas: pri.
mero, porque se trata de una relación no solamente intelectual, sino además emo-
tiva; y, además, también, porque se da similitud entre las convicciones de los
miembros de un grupo, lo cual multiplica la fuerza de éstas.
La norma jurídica -al igual que las demás normas sociales- para que sea
cumplida, para que se convierta en fuerza efectivamente configuradora de las COn·
ductas requiere un reconocimiento, una adhesión de la comunidad, es decir, de la
mayor parte de los sujetos que integran el grupo. Gracias a ese reconocimiento,
la norma se incorpora a la vida del grupo; y se transforma en convicción de éste,
en el caso de que ya antes no lo hubiera sido.
Según Timasheff;'? este reconocimiento contiene una doble tendencia: (1) la
tendencia hacia configurar la propia conducta de acuerdo con la norma; y b) la de
querer que la conducta de los demás se configure también según dicha norma.
Adviértase que el reconocimiento o aceptación de una norma °
de un sistema
normativo no implica necesariamente una adhesión íntima a su contenido. Puede
darse esa intima convicción sobre el valor del contenido de la norma. Peco puede
también no darse esa íntima convicción y entonces basarse el reconocimiento en
otros motivos. Por ejemplo, se puede basar en el reconocimiento de que ha sido
dictada p.or una autoridad legítima, o en la consideración de que es mejor que haya
una norma, aunque ésta sea imperfecta, a que no haya ninguna, etc'!'
Desde el punto de vista de la singularidad o generalidad del reconocimiento,
éste puede ser de dos clases: directo o indirecto.
El reconocimiento directo es el que se refiere a una norma determinada. Puede
fundarse en las más diversas bases, a algunas de las cuales me he referido ya.
El reconocimiento indirecto es aquel que se refiere no a una norma determinada,
sino a un complejo de normas. Por ejemplo: reconozco todas las normas de un sis-
tema jurídico, por virtud de pertenecer a éste, cuya legitimidad fundamental Jcep·
to: o, también, reconozco las normas que reconocen los demás, v. g.: mis conciu-
dadanos, mi grupo religioso, mis colegas o las personas en cuyo juicio confío.
Desde el punto de vista cuantitativo, el reconocimiento indirecto tiene más
importancia que el directo, pues ni siquiera los abogados conocen todas las normas
vigentes, pero en cambio las reconocen todas ellas como obligatorias.
Ahora bien, el reconocimiento básico es el directo, pues sobre él se fundan
los reconocimientos indirectos. En efecto, para (lllC pueda darse el reconocimiento
indirecto de un conjunto indeterminado de normas, es necesario (lue haya el reco-
nacimiento directo de una norma por lo menos, es decir, de aquella norma sobre:
la cual se fundan o de la cual derivan las demás. Por otra parte, para que una masa
de gent(·s tribute reconocimiento indirecto a un complejo de normas, es menester
que éstas se hallen reconocidas directamente por alguien. Por ejemplo, por las auto-
ridades a quienes se repute COmo legltimss.o Si esas normas ya no son reconocidas
por dichas autoridades, tal vez pueda subsistir por algún tiempo el reconocimiento
indirecto de la masa, pero poco a poco se irá extinguiendo. Asimismo, si dichas
autoridades pierden el carácter de legítimas ante la conciencia de las gentes, des-
aparecerá el reconocimiento de las normas que se basaba' en el hecho de su acepta.
,ción por dichas autoridades, salvo el caso de que independientemente de la fuente
de su procedencia las normas en cuestión hubiesen sido objeto de un reconocimiento
directo en cuanto a su contenido.
-IRCfr. TiMASHEFF, An lntroduction Jo the Socioíogy ot 1Aw, 1939, pp. 86 Yss.
47 Cfr. RECASÉNS SICHES, Tratado General de Filosofía del Derecho, Edit. Porrúa, México,
1959, pp. 301·304; WEBER {Max}, Economia , Sociedad, tomo 1, pp. 29 Y 55.
48 Cfr. TIMASHEFF, oIJ. (;1., pp. 90·91.
618 RECONOCIMIENTO {) /lCEPT/lClON DE LAS SOIlM/lS
El hecho de saber que la norma está sostenida por una convicción colectiva
ejerce un poderoso influjo. Es la influencia que dimana de saber que todos los de-
más, es decir, los miembros del grupo, reconocen corno válida la norma, y qUt,
además, por lo tanto, reaccionarán probablemente contra el infractor.:"
Adviértase que, según ha puesto de manifiesto KeJsen, 1:J.s normas, en tanto
que normas y nada más que como tales, no son un factor activo o actuante en el
mundo de los hechos. Pero, en cambio, la representación de las normas que los horn-
bres se forman ensu conciencia, con todos los ingredientes intelectuales }' emotivos
anejos a ésta, constituyen fenómenos anímicos que en efecto actúan como Factores
reales en el mundo de los hechos. Lo que constituye un factor real y activo en la.
efectividad de los hechos es el influjo que en la conducta de los hombres ejerce
la conciencia que tengan de las normas.'?' Así putS, la norma en sí misma, como
pura significación ideal, no produce por sí sola efectos causales sobre la. conducta.
Actúa únicamente en la medida en que la representación psíquica de la norma se
convierte en una convicción. Uno de los factores. gUl;: a manera de motivos, jucg.m
un papel importante en el humano decidir de la conducta. es la representación qUt
los hombres se formen de la norma. Esta representación puede ser más o menos
clara o confusa, directa o indirecta, conocida por Su sentido o por sus sanciones, etc,
Las normas jurídicas tienen su especial título de validez, que es un título ju-
rídico. Pero su eficacia. es decir, el hecho de su cumplimiento depende en grao
par~e de ,c.¡ue exista una convicción ética general y lle: que. PoI Sllj{·tO Y=-l'[I, '1~!t::' dicha
convicción existe. Est.i convicción puede referirse a -b lq;:t¡mid:ld de la auton.lad
<-fue: dictó las normas; }' puede referirse también <:.1 contenido de esas normas.
El saber que existe una convicción colectiva en apo}'o de una norma ejerce
de ordinario un gran influjo sobre la conciencia de la,s gentes: suele actuar como
una especie de barrera o de ((;'IlSULl frente a h tentación de 1I1U conducta contr;ri:¡,:,¡
Ripert'" subraya la importancia del rcrooocirnicnto o ;lO"-Vtal'iún dl,." las normas
jurídicas por los sujetos que deben cumplirlas, observando a este resp<.:cto que cuando
no se da tal aceptación suelen producirse diversos tipos de hechos encaminados .t
eludir las leyes, por ejemplo: contratos al mar,¡;tn de LI le}"; rumplimicnto formu-
lario, pero sin dar vida auténtica al texto de 1:1 le}'; simulación (usi, v. g.: disfrazar
una donación prohibida bajo la apariencia de un atto oneroso); J,Ir vida a sirua-
cienes de hecho [concubiuuto. socied.ld.::s ele Jh:~ Lo. (:C(".) •
..:) Cfr. TIM:\.~:lI;I'F, AII ll.'t,·odllt/¡'J}I Jo tbe Soci%.!!,) /Jf Lau-, Carnbndgc (Harvard Lru.
versiry Commlttce on Reseerch in the Social Sciences), 1939. pp. 90-91.
su KEI.SEr.: (Hans). Compendio d.: T~()rÍ;1 /:':l1er," del Estado, con un extenso Prólogo de
Luis RECASÉNS SICIH'S. l' cd., Barcelona. Bosch, 193·1; KnSF.N (Hans), L Tcori-i t.ura dtl
Derecho: l ntrod ección 11 1;1 Problemática Cicmijic.'l Jei Dcrecba. trad. cast. de Jorge G. Teierina,
Edit. Losada. Buenos Aires, ion , General Tbeory uf Laur and Srate, Harvard University Press.
1945 -hay trad. de Eduardo García Mdynea: Teoría Gener.'l! d('1 Deruho y del EJ/,,JQ. Imprenta
Universitaria. México. 1950; TIMA5HEtT, AIJ lntroduction o/ tbe Socioíog y of Leu-, Cambridge
{Hnrvard Univcrs.ty Ccrnmince (In Rescarch in the Social Sciences}. 1939. pp. 91 y ss.
rol Cfr. TIM,\SHI!I'¡:, ob, cit.. pp. 93 f ss.
,',:. Cfr. Rll,'r:lI'l' (G<.1.Jr~l'''). nI,. ril, en 1:1 nota 1\') ~4. pp, 39'>..1](1,
CAPÍTULO XXXIII
TECNICA y SOCIEDAD
SUMARro:-l. La técnica en la! sociedades adelamedas de hoy en día,-2. Lit
¡'("jedad de las lémicds.-3. La esencia de Id técnica. Su raíz f1ital y J/¡ [ina-
lidad.-4. Tres etapa! de /1/ técnica: técnica del tizar: técnica del artesano;
técnica del tém;co.-'5. Técnica y eJpírillJ.~6. La técnica como factor de cam-
bios sociales.e-q, También el cfpírilU ¡uf/uye sobre la lémica.-R. Ejemplo de
Inl 11JfJCh-:tf y varias influencias ejercidas por un ;fI/'CflJO técnico: la radio.-
9. Téelrica y guerrn.-]O. E!CCIO,r socia/es de las téwicdS biológicas (higiene
)' medicina),
1 Cfr. BRI¡"';K~f.-\¡";N {Donald}, AfelJJ(h Iwd Technil:: G."//fla';:¡'lge t'ilft'r Pbilosot-bie der
Tal,."ii.. fr:tn~-k(· VCrl:I,g. Berna. 1946. pp. 10 Y ss.
(, I <)
620 INTERVENCION DE LA TECN1Cl Di LA VIDA OCCIDENTAL PRESENTE
:l Cfr. CHASE (Stuart}, Afen «nd M(fch;'u.L Nueva York, 1929, Ci¡,ldll por BRINKM¡\NN
(D.), en la obra mencionada en la nota precedente, pp. 13-15.
INrERVENClO1' DE LA TECN/CA EN LA VIDA OCCIDENTAL PRESENTE 621
muchos ejemplos-; hay técnica agrícola; hay técnicas biológicas. es decir, higié-
nicas y médicas; técnicas psicológicas, tales cerno las destinadas a mejorar la memoria,
la capacidad de abstracción, a despejar preocupaciones, a vivir más feliz; técnicas
morales para facilitar el ejercicio de la virtud; hay técnicas psico-sociales para ad-
quirir don de gentes, para ejercer influencia sobre los demás. para conquistar poder
colectivo, etc.; hay técnicas económicas; hay técnicas para un mejor aprovechamiento
del tiempo, para obtener mejor rendimiento con el mismo o menor esfuerzo mental;
hay técnicas educativas; etc.
La técnica es muy variada, en grado sumo; pero no ha}' hombre sin técnica.
Actos técnicos SOn -dice José Ortega y Gasset- aquellos en los que el hombre
se esfuerza primero en inventar algo, y luego en ejecutar un plan de actividad que
le permita: a) asegurar la satisfacción de las necesidades elementales; b) lograr esa
satisfacción con el mínimo esfuerzo; y e} crear posibilidades completamente nuevas,
produciendo objetos que no hay en la naturaleza -así, el navegar, el volar, el
hablar con los ausentes mediante el teléfono o la radiocomunicación."
Se podría añadir además, que con la técnica el hombre trata de obtener alguna
seguridad en la naturaleza. En otros de mis libros? he expuesto que el deseo de se-
guridad es uno de los afanes fundamentales en la vida humana. En esta afirmación
coinciden los estudios hechos sobre la vida humana por Jos filósofos, los antropó-
logos, los psicólogos y los sociólogos. El hombre tiene deseo de alguna stgllridaJ
respecto de la naturaleza, de sus prójimos, de Su situación social y económica, de
su propia felicidad, de su destino. Para obtener alguna seguridad respt:cto de la na-
turatc-ao, hace técnica, para lograr alguna seguridad respecto de sus prójimos y
de su propia situación social y económica, hace Derecho; para obtener alguna se-
gunciad respecto de su propia felicidad, emprende meditaciones morales; para con-
seguir seguridad respecto de su destino trascendente se funda en la Religión; etc.
El hombre tiene el deseo de seguridad respecto de la naturaleza física y bic-
16g1C;1. porque se siente incierto e inseguro en ella. Quiere adquirir un conocimiento
sobre las cosas y las fuerzas a su alrededor, gracias al cual pueda ejercer :ügiin do- -:--.
minio o alguna intervención sobre ellas, que le permitan utilizar las aprovechables,
transformar otras a medida de sus propias necesidades, y defenderse frente a las
dañinas O nocivas. Ese anhelo de saber a qué atenerse respecto de la naturaleza, y
ese afán de adquirir un poder o control sobre ella son poderosos incentivos qu~
lanzan al hombre a la técnica.
Lo curioso es que, por otra parte, en la gestación de nuevos inventos, al lado
de ese afán de seguridad, intervienen también precisamente' anhelos contrarios al de
seguridad: el aliciente de la aventura, el deseo de escapar de la rutina establecida,
el placer de conquistar algo nuevo, el propósito de superación. Todo esto sin per-
juicio de que el resultado de la aventura, de la nueva invención, del proceso de
superación, sean el obtener un mayor grado de control sobre la naturaleza.
El mundo en el que vive el hombre se le presenta a éste como una intrincada
red tanto de felicidades como de dificultades. Acaso no hay en el mundo cosas "que
no sean en potencia lo uno o lo otro. La tierra es algo que le sostiene con su
solidez y le permite tenderse para descansar, o correr cuando tiene que huir ...
Pero la tierra es también distancia ... mucha tierra le separa de la fuente cuando
está sediento ... Nuestro existir consiste en estar rodeado tanto de facilidades (:0:.10
de dificultades"." Para el hombre, existir es tener que combatir incesantemente con
las dificultades que el contorno le ofrece ... El ser del hombre y el ser de la na-
turaleza no coinciden plenamente. Por lo visto, el ser del hombre tiene la extraña
t, Oc ORTEGA y GASSET (José), ob. cit. en la nota precedente, p. 329.
G Cfr. RECASf.... s SICHES (Luis), Tratado General de Pilosoiia del Derecho, 3' ed., Edit.
Porrúa, México, 1959, pp- 220-226, 618-622; Nueva Pilosojía de la lnterpretacién del Derecbo,
Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de
Cultura Económica, México, 1956.
: cfr. OU,Tl;i;A y GASSF.T (josé). oh. cit.. pp. 332 Y ss.
\
TECNICA y PROGRAMAS DE VIDA 625
condición de que en parte resulta afín con la naturaleza, pero en otra parte no,
que es a un tiempo natural y extranatural, que media porción de él está inmersa,
desde luego, en la naturaleza, pero la otra trasciende de ella", El hombre construye
con el material de la naturaleza la pretensión extranatural que él es, es' decir,
su mundo humano, que es un mundo artificial, el mundo re-creado por su artificio.
Ahora bien, la técnica es el medio para la realizacián del programa vitel qut
el hombre se trace; pero la técnica no define ese programa. A la técnica le es pre·
fijado el fin que ella debe conseguir. Así, observa José Ortega y Gasset que la técnica
tiene a su cargo inventar los procedimientos para satisfacer las necesidades del hom-
breo Pero las necesidades son también una invención: son lo que en cada época,
pueblo o persona el hombre pretende ser."
La técnica o reforma de la naturaleza para que ésta satisfaga al hombre tiene
un punto de partida y una meta. El punto de partida es la naturaleza tal y como
ella está ahí. Para modificarla, hay que fijar la meta hacia la cual va a ser recon-
figurada, Esa meta es el programa vital del hombre."
Ha habido y hay una gran variedad de programas vitales. El programa del
bodbistaua hindú, quien, diríamos, aspira a vivir lo menos posible: reducir su
alimento al mínimo, procurar la máxima inmovilidad para recogerse en la meditación .
. no sentir placer ni dolor; pero, en cambio, aspira al éxtasis, a ponerse en vida fuera
de este mundo. Para eso suscitará todas esas técnicas tan ajenas a nosotros occi-
dentales como son las de los fakires y los yogas, técnicas del éxtasis, las cuales
producen reformas en el cuerpo y en la psique. Muy diferentes de éste, pero tam-
bién diferentes entre si son otros programas vitales, por ejemplo: el del hombre
de la Grecia aristocrática del siglo VI, el del buen republicano de Roma y el es-
toico de fa época del Imperio, el- del asceta mediocval. el del hidalgo español del
siglo XVIi el del bomme de bonne compagnie de Francia en el siglo XVII, el del
poeta y pensador alemán de comienzos del siglo XIX, el del 'gentleman de 1850 en
Inglaterra, el del norteamericano de nuestro tiempo, etc,
Nuestra técnica científica del presente es pues solamente una de tantas en el
panorama vastísimo y multiforme de las humanas técnicas.
Pero ciertamente la técnica actual tiene algo muy peculiar, que hace que se
nos aparezca como la técnica por antonomasia, como la técnica por excelencia. Mas
para percibir esa peculiaridad de la técnica actual, convendrá antes dar una somera
descripción de otros tipos de técnica, como telón de fondo sobre el cual destaquen
los rasgos propios de nuestra técnica,
Entre otras observaciones sobre la técnica, Heidegger hace la de que la técnica
moderna .es' un modo del desocultar, un provocar que pone en la naturaleza la exi-
gencia de liberar energías, que pueden ser explotadas y acumuladas. El desocultar.
que domina a la técnica moderna, es una especie de provocación: se descubre las
energías ocultas en la naturaleza; lo descubierto es transformado. acumulado; lo
acumulado, a su vez es dividido; y lo dividido se renueva cambiado, Ejemplo:
una central hidroeléctrica en el valle de un rio: puesta en la presión del ag11\1.
que pone: a las turbinas para que giren, cuyo girar impulsa otras máquinas (UrO
IlIbiJ., pp. 337 Y ss.
o Véase: SIN{;F.R, (Charles), A fli.rtor.y nI Tecbnnlogv. Nueva York. JI)"i7.
/
626 LAS VARIAS ETAPAS EN LA HISTORIA DE LA TECNICA
gran investigador sobre Galileo, llama la atención sobre el hecho de que cada uno
de los grandes descubrimientos de éste en el campo de la Física o de la Astrono-
mía está ligado con algún instrumento o con algún procedimiento de su propia in-
vención. S~ formidable talento técnico fué la base de sus trabajos cientlficos.'"
También en Leibniz, el gran filósofo, hallamos un maridaje estrecho entre su
pensamiento teórico y su creación técnica, pues construyó una máquina de calcular
--que no solamente sumaba y restaba, sino que también multiplicaba}' dividía-e- Y
elaboró innumerables planos, proyectos, rcntrucciones y dictámenes sobre temas téc-
nicos, por ejemplo: el modelo de un barómetro aneroide; un proyecto para la auto-
dirección de la bomba de vapor de Papín; otros para las instalaciones hidráulicas en
las minas del duque de Bruswick en el Harz ; y muchos otros varios instrumentos. lB
Todos los otros grandes creadores de la nueva ciencia -Bacon, Descartes,
Newtcn, etc.- se dieron cuenta de la íntima relación de ésta con la técnica.
Quizá los cuatro grandes inventos que en los albores de la Edad Moderna ejer-
cieron una influencia mayor en el cambio de las estructuras y procesos sociales y
en los rumbos de la historia, fueron: la pólvora (aunque ya conocida siglos antes
en China, había servido allí de muy poco), la imprenta, la brújula y el compás.
Esos cuatro inventos -dice Ortega y Gasset- obtienen la unión del hombre con lo
distante: el cañón pone en contacto a los enemigos lejanos; la brújula y el compás
el hombre con los astros y los puntos cardinales; la 'imprenta <1.1 individuo solitario ...
con la humanidad de posibles lectores".» _ __
los desenvolvimientos ulteriores y sobre todo los desarrollos' presentes 'de Ia
técnica, los cuales hn ido haciendo crecer en progresión geométrica, y en términos
de maravilla, el control del hombre sobre la naturaleza, están bien presentes en la
conciencia de todos, de modo que huelga insistir sobre ellos.
El hecho de que la técnica contemporánea requiere de sus creadores y mane-
jadores una aka preparación científica en conocimientos superiores, asequibles sólo
a los especialmente preparados, contribuye a que se vayan formando círculos o gru·
pos aparte, COn carácter cerrado, de los que está excluida toda persona no pnrti-
cularmente iniciada. El especialista rehuye tratar, ni siquiera incidental o somera-
mente, sus temas con los "profanos", que carecen del nivel de preparación reputada
necesaria, que plantean cuestiones impertinentes -desde largo tiempo ha resueltas-,
que emplean términos impropios, que confunden nociones que son muy claras, en
suma, que hacen perder de modo lamentable el tiempo a los entrenados. Para evitar
la irrupción de esos "bárbaros", de los profanos, los círculos técnicos especializados
no sólo se retraen del contacto con los legos, sino que crean -barreras para defen-
derse, tales como hermetismo de terminología, aislamiento, rechazo de debate, etc.
Todas esas medidas en tanto que se practiquen en una medida limitada pueden tener
justificación; pero es que sucede, con mucha frecuencia, que tales medidas son exa-
geradas más allá de toda conveniencia, hasta el punto de que la falta del contacto
indispensable con el exterior puede obstaculizar el progreso."
15 Cfr. OLSCHKI (L.), Gescbirbte der netaprarhlicben u.issescbeitlichen Lite-atar, tomo 111,
G"I¡/ei lItui seiner ZeÍl, Halle, 1927, pp. 139 Y ss.
16 Cfr. GERLAND (E.), Leibnizens Arbeiren iluf pb)'JicJ/iJch," und luhnichen Gebiel, "Zeits-
cheift d",s V. D. 1", tomo 53, 1909. pp. 1307 Y ss.
1, Cfr. ORTEGA y GASSF.T (José), ob. cit., p. 356.
111 Cfr. SAU'OY (Alfeed), La Nalure Socia/e: Introdaaion " la PJyeh%Xie Politique, Colín,
Parj~, 1957, pp. 22·23.
rECSICA y ESPIRITU
5.-TECNICA y ESPIRlTU
Por una parte resulta obvio llue la técnica es una creación del espíritu humano,
la cual guarda una íntima relación Con las otras ramas de la cultura, por ejemplo,
con la ciencia y COn la filosofía, como lo muestran los ejemplos citados en el epi-
=-=<><-~
grafe
- -
anterior
.,-' ..,
(San.....Alberto
:" ..
Magno, Galileo, Leibniz, ctc.}.
,-~
Por otra -p,irlesctnl:<;c-rlai"ado;sobrc todo -en -nut'stru -ticlll~!v. 'qüc' 4-.'-';::(;:::; :;C -plan ~...:.------ -=.=.::.:.:..::
tea una especie de drama o de conflicto entre el mero anhelo de adelantos técnicos
por uri lado, y otros valores de rango más alto, como por ejemplo los éticos, por otro
l.ido. 1\1 Este conflicto se ha presentado desde 1uct:0 en algulus orcvioncs, en las que
-como sucede en ciertas formas de Estado totalitario-e- se han inmolado valores
morales al afán de progreso técnico.
Pero ']ue a \TCCS haya sucedido así, no sig'nifica 9ue necesariamente tenga qut:
ser ast. La técnica por sí sola es neutral. Por lo tanto, el conflicto no puede nacer
simplemente entre la técnica y los valores superiores, sino entre dos concepciones
opuestas sobre lo que la vida humana deba ser: entre la concepción materialista
-c-represcntoda. por ejemplo. por fascistas. nazis y soviéticos-.-. según Id. cual todos
los demás valores se subordinan a los éxitos técnicos, y la concepción ']uc da pri-
macía a los valores éticos. Pero esta concepción gue da prioridad a los valores éticos.
no desdeña la técnica, ni trata de moderar sus adelantos. De ninguna manera. por
el contrario, la estima altamente, sólo <¡ue quiere ponerla al servicio del hombre.
Se opone únicamente a <"lllc el hombre sea esclavizado por sus propias creaciones
técnicas, convirtiéndose en una pieza más de un engranaje mecánico. Ama a la réc-
ruca )' su progreso, pero quiere que ésru siga siendo una sierva del hombre y no
viceversa. Por consiguiente, rechaza lo mismo la posición materialista, (IlIC los ade-
manes desdeñosos de los scdiccntcs idealistas.
LI irrupción de un desdén -mis fingido (jue rC:'al- contra la técnica moderna
no es nueva. Recuerda Oswnkl Spknger:':" (Illt..' los cpí¡:onos del clasicismo humanista
de lu época de Gocthc despreciaban LIS cosas técl1ic!s r las cuestiones económicas
considerándolas como ajel1Js y extrafias a la cultura. Pero (."11 cambio, Goc:the,. con su
pran sentido de lo real, intentó penetrar en las m.is hondas profundidades de ese
nuevo mundo técnico. A pesar del buen ejemplo dado por Gocthe. siJ.iuiú dcscnvcl-
viéndose una corriente de opinión entre algunos intelectuales, que menospreciaba la
técnica y le nc¡.!aba el papel que le corresponde como una de las principales ramas
de la cultura. Esas eran las gentes -c-dicc Spe::ngler- que consideraban insultante
1:' Cfr. RF.CASÉSS SICHES (Luis), Espíritn y T!:C11icú, en "El Sol", Madrid. 29·IX, IY2H;
P'¡Yú la Interpretación del "Record", en '·EI Sol", Madrid, ll-X·1928; El Reinado dd Hombre.
en "El Sol", Madrid, XI-1928; GIEDON (S.), Mechani~/ion Taées Command. NueV:1 York.
1948; RUSSELL (Bertrand}, New Hopes for a Cbanging Wo,ld, Unwio Londres, 19'51. cap. 111:
FOn'....STIÉ (Jéan). MdchiniJme el bien-étre. Minui/, París. 1950; FRIÉDMAN (Gt'(lr};:e~). Oú
l/a le trarai] humain, Gallimard, Pans, 19'0; RICHTER (J.). RAM'tJ7. (c. R.), Tniíle d,' t'bomnre.
París. 193'; LOMBRoso-fERRERO (Gina) La ranton du MdchiniJme, París. 1911; RICIlTER (J.).
Die Dsmonie del' T~chnik und ihre Uberwindung, Kleinschriíren Verlag, Frandort del Ma¡n.
1951: WIENF.R (Norbert) The Human Use 01 Human Beings, Eyre & Spotriswoode. Londres,
1951 VF.IT (O.), Die Tfallik d~s Jechniuhen Zei/alltlrS, Berfin. 1935; !5RYSON (Lyman). Tectmo-
IOI?Y I1nrJ Freedom; VITA (Luis Washington), O MilO de Heiestos, Clesp., Sao Paulo. 1959.
pp- ::::95-311: GONz..\l. F::I. CAS.... r-.:OVA (Pablo). Estudio d, /./ Thllic<I Soriel. t ·ni\'(·r~iJ¡ld Na-
(;on:11 de México. 19'5H
:':'1 Cfr. ~l"F.NGI.F.R {Oswald}. Der Men.lch »nd die Terhll!! -hay trad. esp. de M. G:lrlÍa
M"r:-rl:'·: FI 1I11~}""~ ) /.1 "(/01';:... ~tadr;d. 19~::::.
630 TECNIC/l y ESPllllTU
para la cultura verdadera el hecho de que se nombrase para una comisión a un gran
ingeniero o :1 un gran industrial junto a pOCt3S )' pensadores
Por otra par.te, en el mundo contemporáneo se ha desarrollado entre muchas
gentes una supervaloración de la técnica con olvido de otras bienes. p. e., morales
y artísticos. Se trata de esas gentes a quienes sólo entusiasma cada nuevo botón que
pone en marcha una máquina destinada a ahorrar trabajo o. a divertir.
Ni una ni otra de esas dos actitudes opuestas es correcta. La técnica es obra
del espíritu para el servicio del hombre, para la realización de las metas que se
propone. El problema radica no en la técnica misma, sino en los fines que el 110m·
bre se proponga. La técnica en sí misma es neutral. Puede 10 mismo servir a la
mejor realización de los más altos valores -por ejemplo los éticos- que para
frustrar o 'impedir su cumplimiento o incluso destruir al hombre mismo.
En nuestro tiempo este problema se hace más peligroso por el hecho de que
la complicación, cada vez creciente, de la técnica, o de las técnicas, hace perder
de vista a toda ,la masa de los no particularmente especializados las conexiones
entre 105 medios y 105 fines; y, de tal guisa, puede influir en que muchas gentes
se entreguen con incontrolado entusiasmo y sin discernimiento crítico a la utili-
zación de los medios, es decir, de una técnica, sin sabet· a ciencia cierta por qlJé ni
pdl'a qné. Aunque nuestra técnica occidental contemporánea sea una expresión su-
perlativamente racionalista, pues se basa en la ciencia, sucede empero que el entu-
siasmo y la devoción indiscriminada por la técnica no tiene una raíz predominante-
mente __racional, sino de otra índole, a saber; responde principalmente a un impulso
que lleva al hombre a querer extender su dominio y su control sobre la naturaleza.
Por eso la técnica occidental es aceptada con fervor por gentes de otras regiones
del globo que carecen de toda cimentación racionalista. Y, así, se produce la ado-
ración de los medios, con pérdida de conciencia de los fines; la exaltación de un
juguete que aumenta el poder el hombre, sin pensar qué utilización se vaya a dar
a ese poder. Esta es, en alguna medida, un efecto de la interferencia de una so-
ciedad de masas con los beneficios de la técnica.o
:l~ efe. MUNFORO (Lewis), Tecbnics and Cirilization. Nueva York) 1934.
23 Cfr. MAcIvER (R. M.) & PAGE (Ch.), Society: An Illtrodu'lory Ana/YJiJ, Rinehart, Nue-.
va York, 1950, pp. '52 Y SS.; MBADOWS (F.), La Temotogia y el Ord~ Social, lnst. de lnv.
Soc., Univ. Na!' Aut6n. de México, 1956. Sobre temas de Sociolcqta ce 111 Técnica, véase
también: Dr:SSAUI::R (F), KIt/l/U, T(!(hnik Iwd Gnr/luhdfl, 1954; GF.HLEN (Arnold), Di«
Seele rm tecbniscben ZeifaJlel': Sozi,:!jIJ)Cf;(,!o.'"':i.u!:c Probleme in der indu.f/.ri.e//f:JI GodJ.¡d,,¡It.
Rohwolt, Hnrnhurgo. 1.957.
632 ABUNDANCIA DE FINES Y CRISIS DE MEDIOS
mo, todas las cosas aparecen como medios al servi...io de otros medios, y no al
servicio de últimos y supremos Fines.s-
Respecto de ese hecho, de que muchas gentes pierden de vista las finalidades
y andan sumergidas en la utilización de medios, José Ortega y Gasset" observa
que acaso la enfermedad básica de nuestro tiempo sea una crisis de Jos deseos, y
por eso la fabulosa potencialidad de nuestra técnica parece como si no nos sirviera.
El repertorio de medios con que hoy cuenta el hombre para vivir no sólo es in-
comparablementc superior al que nunca había gozado, sino que es superabundante;
y. si-o embargo. la desazón es enorme. Y es que parece que el hombre actual no
sabe qué ser, le falta imaginación suficiente para inventar el argumento de su pro·
pia vida. La técnica actual. al aparecer como capacidad ilimitada, hace que al hom-
bre, que se ponga a vivir de fe en la técnica y en ella, se le vacíe la vida. Porque
ser técnico, pero nada más que técnico, es poder serlo todo y consecuentemente no
ser nada determinado.
Con las observaciones anteriores se trata tan sólo de señalar algunos hechos
sociales en los que se advierte los impactos que la técnica contemporánea ha pro·
ducido sobre la vida humana. Algunos de los efectos son notoriamente beneficiosos.
En cambio. otros. como los apuntados últimamente, parecen ser desfavorables. Sin
embargo, a nadie se le ocurre que por eso se tenga que renunciar a los beneficios
que- nos ha proporcionado la técnica actual, ni a los que seguramente nos propor·
cionará la rll?I r!Ó~üno !TI2!!2..! !2. Tiene qt:e haber remedies p"i"" contrarrestar la
dimensión perniciosa de aquellos efectos. Probablemente, remedios que consistan
en técnicas psicológicas adecuadas, pues la vida humana no es sólo lucha con la
materia, sino también lucha del hombre con su propia alma.
Claro que se produce una influencia recíproca entre los fines y los medios. Pero
precisamente si esta acción es red proca, ello quiere decir que no puede pensarse
-a la manera del misticismo marxista- en una acción unilateral de la técnica.
El hecho de que hoy se perciba una crisis de finalidades, una especie de azoramiento
respecto de. los propósitos, y de que ese hueco se llene por una devoción a los
procedimientos técnicos, sin tener clara conciencia respecto de las metas, es un fe-
nómeno histórico peculiar de la época presente, época de crisis,::'¡ que no invalida
la ley general de la influencia recíproca entre la técnica y los demás factores de
la vida humana, entre ellos, los espirituales.
En definitiva esa peculiar situación actual, descrita unas líneas más arriba,
constituye la expresión de un especial estado en esas recíprocas relaciones: la réc-
nica hoy tiende a imperar más allá de los límites debidos, probablemente porque
el espíritu del hombre contemporáneo pasa por una honda crisis.
e) Sobre el tmnsporse
1.5. Posibilita o facilita los vuelos permitiendo a los pilotos rHihir información ~ uscr Ú':.:;.
trumentos para las maniobras oportunas.
16. Auxilio prestado a los buques.
17. Piloto automático en los aviones, o sea navegación aérea por medio de aparatos.
D) Sobre la edm'ación
18. Radiodifusión de conferencias sobre temas científicos, artísticos, etc.
19. Educación sobre higiene.
20. Clases de idiomas.
21. Conversaciones de mesa redonda sobre asuntos nacionales e internacionales.
22. Infcrrnacióu dada por el gobierno sobre sus actividades o sobre problemas candentes.
23. Estímulos para participar en concursos.
9.-TECNICA y GUERRA
No es necesario tratar en detalle la influencia enorme que los adelantos de
la técnica han ejercido en la guerra, pues son bien notorios y conocidos de todos.
Baste recordar los siguientes aspectos: la destrucción en masa; la guerra total que
suprime la distinción entre combatientes y ·no combatientes, y, por lo tanto, en-
vuelve a las poblaciones civiles; el hecho de que los ingenieros, los técnicos en la
retaguardia adquieren más importancia que los militares combatientes en el frente,
pues la eficacia r el éxito de éstos depende de la labor de aquéllos; la movilización
total de la industria y de la economía al servicio de la guerra; el costo fabuloso
de la guerra (el costo promedio de matar a un hombre en la época de Julio Cesar
era, calculado en dólares norteamericanos, de 75 centavos; en la Primera Guerra
Mundial (1914'1918) fué de 21,000 dólares; y en la Segunda Guerra Mundial
636
una forma suya individual todos esos materiales, lo mismo los que recibió del me-
dio socio-cultural en que vive, que aquellos otros que él aportó por su propia cuenta.
En definitiva, con la obra de arte pasa algo semejante a lo que sucede con los
otro') géneros de creaciones humanas, por ejemplo, con las científicas, con las filo-·
sóficas, con las técnicas, etc. Todas ellas son siempre creaciones individuales; pero
esas creaciones individuales contienen variados ingredientes sociales; y están además
condicionadas e influídas efectivamente por muchos y diversos factores sociales de
diversa índole.
Aquí se trata no tanto de catalogar los elementos sociales de las variadas crea-
ciones artísticas, sino sobre todo de averiguar de qué manera las realidades sociales
condicionan la obra de arte, y además en qué forma y en qué medida influyen
sobre la realidad concreta de la obra artística. Y esta averiguación se encamina,
después de haber apuntado al denominador común que la obra de arte tiene con
las obras de la ciencia, de la técnica, etc., a esclarecer las modalidades que esa in-
fluencia tiene precisamente en el área del arte. Para ello convendría prestar atención,
siquiera sea de modo somero, a algunos aspectos del sentido de la obra artística.
•
ALGUNOS CARACTERES ESENCIALES DEL ARTE
3 Cfr. CASSUtEIl (Ercst}, Antropologla Filosófica, Introducción a una Filosofía de /IJ Culo
'UI",1, versión esp. de EUgl'oio Irnax, Fondo de Cultura Económica, México, 1945, pp. 267 Y ss.
i Cfr. CA..<¡'''IKEn (Ernst), otr. el loe. cit.
t, Cfr CASO (Antonio), Sorinl/"J/!.Ítt. 4- ed., Editorial Porrúa, S. A., México. 194~, p. 164.
OTROS TEMAS DE TEORIA DEL ARTE 641
existe son sólo las diversas producciones artisticas'L'' Después de paMr revista a
las principales iclasificaciones presentadas por los más destacados filósofos del arte.
el gran teórico español del arte y de la estética, José Jordán de Urdes y }¡zara,
propone la clasificación siguiente, que adopta cuatro puntos de vista. El punto
de vista primero y fundamental es el que distingue entre las artes dos grandes
grupos: las del diseño (pintura, escultura, arquitectura; decoración. jardinería)
y las de las Musas (mímica, música y poesía). Otro punto de vista, en parte inter-
ferente con el anterior, es el que distingue entre artes del espacio (las del diseño).
las del tiempo (música y poesía), y las del espacio y tiempo (la música, cuando
ella incluya la danza y el drama). Otro puntg de vista consiste en distinguir entre
artes abstractas (por ejemplo, la arquitectura, la música pura, etc.) y concretas, por
ejemplo (ciertos ti-pos de pintura, de escultura, la épica, la novela, el drama, etc.j
Las. clasificaciones que anteceden abarcan principalmente las-llamadas bellas aro
tes por excelencia. Pero en términos amplios el arte rebasa los limites de las bellas
artes, y se proyecta sobre otros campos, p. e., combinándose con obras utilitarias,
en las artes de artesanía o industriales, mediante las cuales se intenta dar una di-
mensión artística a productos que tienen un propósito de utilidad: muebles, cerárni-
ca, vestido, etc. Otra combinación entre el arte y una finalidad diferente la hallamos
en el intento de embellecer el estilo de la literatura científica y de la didáctica.
5.-ARTE Y JUEGO
Varios sociólogos y también algunos teóricos de la' cultura han puesto en rela-
ci6n el arte con el juego, por advertir que ambos implican un excedente de. energías,
una especie de superabundancia vital." En este sentido se ha señalado que juego y
arte representarían actos que llevan implícito, en sí mismos, su objeto. El verda-
dero jugador jugaría por jugar, no para ganar; y el auténtico artista crearía por
placer de crear, y no para cumplir fines extrínsecos.
Aunque tales observaciones san correctas, sin embargo no justifican una equi-
paración entre arte y juego. A pesar de que el arte presente algunas características
comunes con el juego, no se puede considerar que sean actividades humanas del
mismo género. Este es así por varias- razones. En primer lugar, el juego es un tjpo
de actividades más amplio que el concepto de actividad artística. Tampoco puede
considerarse la actividad artística como una especie del género "juego". Antonio
Caso sostenía que "actividad práctica, juego y arte son tres cosas diferentes"."
Sin ernbargp, aunque esa diferenciación trimembre esté justificada en alguna
medida, es preciso que nos percatemos de que no debe interpretársela como una
división del campo de" las actividades humanas en tres provincias separadas por
claras fronteras. Más bien se dan interferencias y combinaciones muy varias entre
los tres tipos de actividades, Y es necesario también advertir que el juego es uno
de los tipos -de actividad más- importante en la vida humana, en el cual se engen-
dran muchas de las creaciones más decisivas en las varias ramas de la cultura.
6 Cfr. JORDÁN DE URRíES y AzAR.A (José), Estudios sobre Teoría de las A,tes, Casa Edi-
torial Bcsch, Barcelona, 1936, pp. 13 Y ss.
1 Cfr. CASO (Antonio), op, cit., p. 263; WBLLS (H. G;), The Work, WealJh, and Hap-
piness 01 ManJúnd, landres, William Heinemann, 1932, p. 708.
e Cfr. CASO (Antonio), op. cit., p. 263. .
642 ARTE Y JUEGO
juego representa algo superfluo; es decir, no constituye una tarea necesaria o for-
zosa, sino algo que se realiza en tiempo de ocio. En tercer lugar. constituye una
actividad provisorio o temporera, que se desarrolla dentr-o de sí misma, practícán-
dose en razón de la satisfacción que produce y como una especie de intermedio
de recreo en la vida cotidiana, y que está "encerrada dentro de sí misma", en-su
propio campo de tiempo y espacio (estadio, mesa, tablero. escenario. circulo' má-
giso, etc.), con unas reglas especiales que lo convierten en un mundo aparte., En
cuarto lugar, en el juego se, da un elemento de tensión, que significa azar, incer-
tidumbre, poner a prueba las facultades del jugador: su inventiva, ·SU capacidad'
espiritual, su fuerza corporal, sus resistencia, su arrojo, su aguante.
Hujzi~ga analiza las relaciones entre el juego y todas las ramas de la cultura. Pero aquí
resumiré solamente lo relativo a las conexiones entre el juego y las varias artes,'
En III poesía, el espíritu juguetón celebra espléndidamente su fiesta. la poesía se- desen-
vuelve en un campo de juego del espíritu, en un mundo propio que el espíritu se crea: en él
las cosas tienen otro aspecto que el que tienen en la vida corriente, y están unidas' por vínculos
muy diferentes de. los lógicos. Varias formas antiguas de poesía se suscitan en las fiestas de
primavera o similares, en los juegos de aproximación de los sexos en alegres manifestaciones
oteas, en forma de acertijos; otras, como expresión de mitos. La formación poética, ~a estructura1
simétrica del discurso hablado o cantado, la coincidencia. de rimas, el ocultamiento del sentido,
la construcción artificiosa de la frase pertenecen a la esfera del juego. El lenguaje poético figu-
rada ofrece a los oyentes o lectores un enigma, que -éstos resdelven fácilmente, con 10 cual se
sienten participantes en una especie de juego, en un juego de palabr'as. Y entre llis metáforas,
aquellas que desempeñan una función personificad ora encarnan uno de lo... tipos característicos
de juego: la representación o figuración, o sea, el representar o expresar por figura.
En la música, lo mismo que en el juego, la validez de sus formas y de su función se halla
determinada por normas <tue están más aflá del concepto lógico y de la esfera visible o palpable.
Ritmo, armonía, retozo dél espíritu, diversión, virtuosismo, fuga de la real idad ordinaria, rons-
tituyen elementos característicos del juego.
Menos clara resulta la conexión entre las artes plásticas y el juego. pero con todo Huiainga
trata de descubrir algunos vinculas entre éste y aquéllas. Cierto que apenas hay elementos de
juego en la producción de obras plásticas, pues éstas están regidas por el espíritu del trabajo
creador y. en parte, por su finalidad práctica; ni tampoco destacan aspectos de juego/en la eme-
ción estética que provocan. Sin embargo. en ciertas obras plásticas será. a veces difícil sustraerse
a la idea de un juego de la fantasía, de una creación del espíritu y de la mano en forma de
juego: la fantasía desorbitante de las máscaras de los pueblos primitivos, la complicación de las
figuras en las estatuas totémicas, el intrincado mágico de algunos temas decorativos, las defcr-
maciones caricaturescas de hombres y animales, todo eso sugiere la idea de juego.
Todas esas observaciones de Huiainge parecen muy atinadas; y ponen de manifiesto las
relaciones entre el juego y el arte, así como las combinaciones entre ambos. Pero tales obser-
vaciones no deben ser malentendidas: esas observaciones no pretenden explicar ni remotamente
la esencia del arte, sino tan sólo mostrar el influjo que el juego tiené en-el arte. Ahora bien, la
influencia del juego no se produce exclusivamente en el campo artístico, sino que, por el con-
trario, se ejerce en ~das las ramas de- la cultura. Así pues, la j~vestigación de Huiainga xobre
este tema versa sobre las relaciones entre el juego y la cultura.
Hay en el arte dimensiones privativas de él, que no pueden ser suficientemente
explicadas y comprendidas tomando en cuenta sólo sus elementos de juego.
Una de las diferencias más importantes entre la actividad artística y la acti-
vidad del juego, a pesar de las relaciones entre ambas, consiste en que mientras
que la actividad artística está orientada hácia la creación de IJn objeto (cuadro.
canción, poema, estatua, etc.) , el juego halla satisfacción en sí mismo, en el ejercicio
de su propia actividad, y ordinariamente no deja una obra como resultado. 10
10 Cfr. GEIGER (Moritz), Estética, Editorial Aigos, Buenos Air.es, p. 9'.
J¡ELACION SOCIAL ENTI?E CREADOR Y ESPECTADOR
11 Cfr. ORTEGA y GASSET (José), ObraJ Completas, Revista de Occidente, Madrid, terno 1I,
p. 544.
12 Cfr. DEWfY (Joh,Q), El Arte como Experiencia, prólogo y versión esp. de Samuel Ra-
mos, Foado de Cultura Económica, México, 1949, pp. 44 Y ss.
13 Cfr. MENDIETA y NÚÑEZ (Lucio), Sociotogia del Arte, Revista Mexicana de Sociología,
año IX.
REL.¡(LOS SOCl/IL ENTRE CREADOR Y ESPECTADOR 645
el regalo estético que le proporciona, será desde ese momento un propagandista
de sus excelencias en el medio social en el que pueda tener influencia (círculo fa-
miliar,. círculo de amistades, público en el caso del crítico, erc.):"
una emocion social, -ya que el arte intenta agrandar la vida individual para hacerla
coincidir con la vida universal.
Sin perjuicio de reconocer lo que la obra artística debe a la creación individual
del artista -y Jo que debe a ésta es mucho y es 10 principal-, emperemos aquí
por ocuparnos de las influencias que las realidades sociales ejercen sobre el arte.
Estas influencias, aunque no basten ni remotamente para explicar la obra de ar-
te, son muchas y muy poderosas. A este respecto observa el sociólogo francés del
siglo xx, Celestino Bouglé, que en las obras maestras del arte se percibe claramente
el reflejo de las formas sociales de la situación en que se produjeron: "el estado
social de nuestras pequeñas cortes del Mediodía explica por qué apareció en ellas
la poesía del amor noble y caballeresco en la Edad Media; el estado social de
nuestras ciudades del siglo xv explica por qué en ellas prosperó d teatro; el es-
tado social de. nuestros salones en el siglo XVII explica por qué floreció en ellos
el género 'moralista', Los 'factores sociológicos' aparecen más y más claramente
cada vez como influyendo en la 'evolución de los géneros literarios' ... Burckhart
ha mostrado todo 10 que las artes plásticas deben al establecimiento de las ciuda-
des italianas, a sus revoluciones, que mezclaron las varias capas de la población, a
sus tiranos, que se apoyaban sobre el talento a falta de la runa. Más recientemente,
se ha: aplicado a la historia de la música las ideas que tan a menudo$ habían sido
ya aplicadas a la historia de las otras artes. En un oratorio de Haendel, con va-
riaciones regulares, con un ritmo impecablemente sostenido, se nos invita a rece-
~. nccer la. ima.gt:"lI .. de una sociedad tranquila, organizada en una jerarquía aceptada
por todos;- en una 'suite' de Schumann, con tema más áspero, con ritmo más irre-
gular, en la qtse cada variación se abre' camino y sale adelante, percibimos la irna-
gen de una sociedad más dividida, que tiende casi a la desorganización. Al principio
italiano del individualismo, padre de la 'cantata' y del .recitado, se opone el prin-
cipio alemán de la pluralidad, padre de la fuga, de la sinfonía, del drama popular:
es la música de la muchedumbre que reemplaza a la música del individuo, como
la democracia a la aristocracia. Aunque quizá se consideren exageradas esas afirma-
ciones, sin embargo no se puede por menos de confesar, cuando se considera en su
secuencia la. monodia antigua, la polifonía medioeval, la melodía de ·los grandes
siglos italianos, la sinfonía moderna, que la sucesión de esos modos musicales re-
vela ciertas correspondencias entre las formas sociales y las categorías estéticas". 18
. Adolfo Salazar ha estudiado las relaciones entre las varias formas musicales y
las situaciones histórico-sociales. Analiza la función -nmsical dentro de las sociedades
primitivas, distinguiendo a tal respecto en éstas -tres grandes estructuras sociales, a
las cuales corresponden tres estructuras musicales: el templo, lugar abierto de encan-
tación o sacro recinto; el teatro, escena donde se representa un drama ritual; y el
pueblo, escena e intérprete a la vez de su propio drama; y estudia las relaciones
entre música y sociedad en el siglo XX. 1 9
18 Cfr. BOUGLÉ (Celestin), Qn'est-ce qJie la sociologie? París, Alean, 1907, Pp- 20 Y ss.
-hay trad. esp. de Nazarino ]. Domínguez, Editorial América, México, 1945. ¿Qué e'.r la
Sociología?
19 Cfr. SALAZAR (Adolfo), Las Grande! Estructuras de la Música: El Temido, Id Escena.
El Pueblo, Fondo de Cultura Económica, México, 1940; Jtftísfra y Sotiedttd en el siglo XX, Fon-
do de Cultura Económica, México, 1940; La Rosa de los Vientos en la Músi91- Europea: Los
Conceptos Fundamentales en la Historia del',Arle Musical, Ediciones de la Orquesta Sinfónica
de: México, México, D. F., 1940. Sobre Sociologfa de la música véase también: SILBERMANN
INDIV(DUO y SOCIEDAD EN EL ARTE 647
(A.), ímroduaion ti une sociologie de la musique, Presses Univ. de Franpe, Paris, 195~; fARNS-
WORTH (Paul R.), The Social Psyehology o/ Musí., Drydcn Press. Nueva York, 1958.
20 Cfr. MENDIETA y NÚÑEZ (Ludo), op, cit., Revista Mexicana. de Sociología, año XI.
N'I 3, pp. 414 y ss.
21 Cfr. MIlNDIETA y NÚÑEZ (Lucio), op, cit., Revista Mexicana de Sociología, año Xr.
N'I 3; p. 416.
648 INDIVIDUO Y SOCIEDAD /iN EL ARTE
B) Arte y educación
El a-rte es- una de las .ramas primarias y más importantes de la cultura. Es una
de las ramas primarias, porque el arte es uno de los campos propios del espíritu
creador, y generalmente el campo en donde suelen anunciarse nuevas formas de
sensibilidad, acciones espirituales genuinamente creadoras, las cuales, además de 10
que aporten en el terreno artístico, se proyectan hacia otros campos en la medida en
que constituyen nuevas actitudes espirituales que van a producir consecuencias en
otras varias zonas de la vida humana, incluso en las de carácter práctico, como por
ejemplo, la política, el comercio, etc. Así pues, las grandes innovaciones en ma-
teria artística no se limitan a constituir acontecimientos artísticos sino que llevan
el espíritu, que en ellas encarna, a otros campos.
La capacitación y el entrenamiento para el goce estético es uno de los factores,
educativos de mayor alcance. Siendo esto il~í, resulta que la existencia de produc-
ción artística en una sociedad ofrece la ocasión para el cultivo de los emociones
estéticas, y con ese cultivo anchurosas y eficaces vías de educación.
Si' en una sociedad, aparte de las obras artísticas que en ella se produzcan,
hay colecciones de arte' de otros tiempos y lugares (museos, galerías, etc.) , con
esto se suministra importantes condiciones y facilidades de educación de las gentes
en el cultivo de nobles dimensiones del espíritu.
Entre las varias ramas de "la cultura, el arte suele ser la que tiene acaso maror
perdurabilidad y la que viene a resumir su espíritu. Así, mientras que la mitología
y muchas instituciones sociales y políticas de la Antigüedad clásica constituyen algo
periclitado ante la conciencia moderna, en cambio sus creaciones artísticas sobre-
~r; Sobre las relaciones entre arte y diversión, véase: WnlS (H. G.), o/,. cit, en la nota
NI' 7, pp. 703 }' SS.; LA PIERE (Richard T.), Sociology. McGraw·HiII Book Co., Nueva York.
1946, pp. 322 y ss.
EL ,iRTE EN RELAClON CON OTRAS ,iCTlVIDADES' 651
C) Arte J propaganda
Por una parte es un hecho que los móviles interesados de propaganda de una
determinada" ideología. de una cierta causa, suelen frecuentemente -aunque no de
modo necesario-- achabacanar el arte, disminuir su valor estético, pervertirlo.
Sin embargo, por otra parte, también es un hecho verdadero que en todas
las épocas y culturas, aunque en grado muy diferente y en maneras muy varias, se
ha usado el arte al servicio de múltiples causas -unas muy nobles, otras menos
nobles, otras viles- con notoria eficacia. Y hay que reconocer, que si bien la ma-
yor parte de las veces en que se utilizó el arte deliberada e intencionalmente como
instrumento de propaganda, las obras artísticas urdidas con tal fin tuvieron baja
calidad, en otras ocasiones el arte logró convertirse, sin perder categoría, en eficaz
medio para mover el espíritu, imbuyéndole ideas o sentimientos religiosos, patrió-
ticos, humanitarios, etc. A este respecto recordemos las obras cumbres producidas
por el arte de temas religiosos, las novelas de Ibsen Con tesis sociales, los frescos
de grandes pintores mexicanos del siglo xx, y otros ejemplos innumerables.
Es notorio cómo los himnos nacionales contribuyen a exaltar la emoción pa-
triótica, cómo las marchas militares a acrecentar el espíritu combativo y adormecer
el sentido de peligro de las tropas.
ar Cfr. WEBER (Alfrcd), EinjührunK In aso Soziologir. Piper Verlug. Munich, 195).
INDICE ALl'ABETICO DE AUTORES
A Beals, 394
Bccker, 105, 124, 390, 477
Ahel,-ns Beegle, 480, 491
Agramcnte, .. o, 222, 305, 306, 439. 441, .142, Bender, 410
443, 548, 557, 559, 645, 651 Bendix, 452', 596
Aguirre Beltrán, 24 Bcnedict, 180, 319, 321, 328, 338
Albrechr, 452 Berelscn, 609
Alfarabi, 543 Bernard, 222, 225, 291, 293, 296, 299. 305,
Althaus 358 309, 310. 314. 319, 320, 423. 124.
Althusio, 38, 39, 574 ·134. 494
Alvnrez Andrcws, 19, 25 Bcrnstcin, 524
Allengry, 42 Bertoquy, 297
Alíen (f.>' 633 Berry, 347
Alíport, 123, 141, 286, 291, 347 Betancur, 430
Ammon, 336 Bettelheim. 341
Anastasi, 373 !:kyhaut,633
Andcrson, 480 Bicrfing, 616
Angell, 80 Hlackmnn, 423
.Arapesh, 179 Hlondel, ::!, 102, 104. zm , 252, 564
Arbutbnot, 291 Blum, 455
Arendt. :)1 Btumcnbach, 32.2
Ardigu, 68 Bluntschfi, 68
Argyris, 123 Boas. 17R. 321, 328"331, 333, 339, 340
Ariosto, 439 Bodenhcimcr, 60f'l
Aristóteles 4, 33, 158, 261, 468, 543, 552 Bodin, 39, 291
Amold, 2n Bochrn. 286,
Asch, SR, 124, 127, 128, D7, 178, 350, 364
Bogardus. 55, 2,9ll, 3L6. 317. 318, 363, 41H,
l\sh {Maunce}, 29 609
Aublc. 25
Bolívar. 507
Avicena. 543 Bonald, 48
Ayulu {Francisco), 3. 6, B, 12, 22, 41, 104,
Borch. 123
15J, 2~6, 45J, 561, 587, 595, 633
Borkenau. 372, %4
l~nskoH. 105
11 Boticelli. 648
Bottomore, '457
babel. 6':"3 Bouglé, 34, 55, L04. 197, 256, 257, 35'). 64"
Beber. '177
Bousquet. 178, 372, ')64
lsabini. (,.33 Bouthoul. 197
Bacon. ~61, 562, 629 Bord, j21. 322, 323, 324
!;;l~hoft:n 467 Hraudel , 9
Haker. ~')1l Hreal, 557
Bales. 47¡.{ Hrehier. 9
Báñcz , 574 Brentano, 75
üurber. Vi7 Briffnult, 478
Hnrcetó, 6] Brinkmann. 619, 620
Barnctt. 'U4, 278 Brjnton, 633
Burrow. 341 Britt. 372
Baruk, 403 Bryson, 630, 6H
Buroju, '139, 44::! Brown, 317
Barragán, 582 Brownel, 633
Barzum. 319 Bruckner, 298
Baschwitz. <138 Brugeilles. ~83
Bayle. 166 Brunhes, 292, 297
613 .
654 lND1CE ALFABETlCO DE AUTORES
Jbsen, 543 I.
Ihenng. 606, 607
Irnaz, 536 Labriolu. 52(j, 527
Ir ion, 609- Laird. 54Y
Tucombe 12
Lacroix, '42, 477
J Lelhowsky, 331 .
Lulo, 286
jahn, 90. 91 Lamarck, 293-,
Jahoda, 34 Landberg. 124
james, 166 Landis, 25, 22', 477
]anowitz, 341. 609 Lange, 521
Jaspees, 3, 11, 622, (;33 La Piere, 2Uí, 249, 267, 268, 271, 309, 461,
James, 4'4 577. 649
jennings, 305 Lapouge, 336
jerusalem, 583 Lasalle, 454, 523, 532
jerpersen, 549 Lasswell, 36, 598, 609
jesús, 531 Laserson, 618
jevons, 298 Latten, 316
Jiménez (Juan Ramón}, ,n Lazarsfeld; 24
Leao, 19
johansen, 325
jones, 338 Le Bon, 439
INDICE ALFABETICO DE AUTORES 651
Ledercq, 469 Mareel, 3 1 110
Lec, 469 Mareuse, 405
Lefebvre, 477 Margenau, 293, ')(i('l
Legas Lacambra, 194 Mariana, n4
Leibniz, 261, 629 Martas (J.), 3, 112, 156, 211
Lenglet, 291 Martial, 318
Le Masters, 477 Martin, 440
Lemonnyer, 467 Macvin, 42
Len,", 454, 533 Macx, 47, 91, 261, 283, 454, 514, 517, 531,
Letaer, 36 532, 562, 563, 632
Lest;e (G. R.). 25 Maslow, 410
Lessing, 165 Matagrin, 355
Lestcr, 319. 320 Maunier, 222, 290, 417, 418
Letorneeu, 180 Maus, 102, 198, 563
Levene, 19 May, 290
Levinson, 335 Mayer, (Max Ernst}, 600
Lévi-Bruhl, 180, 276, 564 Mazzerelle, Ho
Lewin, 24 McGill, 127
Lleber, 561 McGinnis, 477
Litienfeld, 67 Mead, 111, 123, 178, 291, 4%, 477, 632
Lindeman, 480 Meadows, 25, 631
Linclzey, 123 Medina Bchavarrla, 3, 14, .22, 24, 574
Linneo, 321 Meggers. 290
Lins, 24, 75, 583 Meillet, 549
Linton, 124, 172, 180, 184. 316, 368, 493, . Mendel, 322, 325
H8 Meadieta. y Núñee, 40, 280, 411. 418, 434,
Lipsct, 452. 595 446, 452, 454, 4JJ, 493, 494, 611,
Locke, 38 645, 648, 649
Lombroso-Fcrrero, 630 Menéndea y Menéndez, 468. 469
Loomis, 480, 491 Merleau-Ponty, 13
Lope, 649 Merril, 21
López de Mesa, 19 Merton, 24
López Rosado, 477 Meyer, 316
Lowie, 493 Michcls, 452
Lubbock, 467, 548 Michelet, 291
Lucrecio, 261, 291 Michelson, 131
Lundberg, 33. 67, 69, 70, 114, 418, 420 Millas, 572
Ludendorf, 336, 337 M;lIet (G.), 549
Millar, (D. C.), 633
Millot, 319, 321
M Millert (D.), 633
Miró Quesada, 111
Mac Coby, 278 Mises, n, 80, 81, 82
MacOougalI, 187, 331, 314, 609 Moliérc, 128
Maclver, 2, 5, 60, 73. 74, 75, SO, 81, 101, Molnar, 127
104, 187, 222, 284, 285, 378, 387, Mondoifo, 166
396, 401, 404, 41 ij, 426, 430, 438, Montagu, 23, 110, 145, 229, 305, 312, :319,
442, 443, 451, 464, 469. 471, 484, 328, 404, 410
485, 490, 631, 633 Monterde, 507
Macf.ean, 583 Montesquieu, 40, 166, 261
Mackenrodt, 295 Montoro, 319
Mackinder, 68 Montserrat, (Santiago), 598
Madariaga, 180, 181 Moore (W:), 293, 583
Maier (N.), 24 Mame (B.), 595
Maine, 598 Morales, 583
Malebranche, 291 Moreae, 609
Malinowski, 118, 417 Margan, 322, 467, 493
Mandeville, 261 Morsley, 131
Mann, 652 Móser, 40, 41
Mannheim, 22, 1?l, 383, 384, 506, 536, 563, Mctandon, 319
567, 571, 633 Mukerjee, 105
Mantoux, 12 Müllet (Max), 338, 548
Mantovani, 633 Müllet (Adam), 41, 90, 91, 283
Maquet, 561 Müller-Dehem, 595
Maquiavelo, 39 Müller-Lyer, 467
Münch, 166
.65:> lNDlCE ALFABETlCO DE AUTORES
661
662 INDICE ALFABETlCO DE MATERJAS
Estado, 47, 54, 462, 502·505, 587·593 Filosofía de la Historia, 89. 512
Estado y Derecho, 595 Filosofía de la Historia, de Hegel, 514-517
Est r -lo e individuo, ,lOS Filosofía moderna, 567
Estado y Nación, 502-505 Filosofía política de lal contrarrevolución, 41
Estado y sociedad, 47 Filosofia en la revisión crítica, 105
Estamentos, 450, 574 Filosofía social antigua, 3S
Estática y Dinámica sociales, 44 Filosofía social moderna, 39
Estimativa jurfdice, 581 Fines, 24, 32·36, 86, 401, 508, 602 .
Estratificación en clases sociales, 448-457. 490 Fines y medios, 32-36, ss
Ética e investigación social, 33-34 Fisicismo, 67
Etnocentrismo, 342 y ss. Pisicismo (crítica del), 71·72
Evolución, 48, 169 Flora, 290
Evolución y transformaciones de la cultura, Furma y materia social. 349·350
166·173 Formaciones sociales, 416·436
Evolucionismo, 49 Formalismo sociológico, 5, 348·350
Expansión de las culturas, 540 Formas y contenidos sociales, 97-98, 349-350
Experiencias, 464-465 Franceses, lS1 y ss.
Experiencias adquiridas, 387 Fraternidad local. 425
Experiencias de 10 social, 51·63 Fraudes, 230
Expresión, sentido e inteligibilidad, 84-85, 87. Frenos y limitaciones, 52
1.52, 549 Fronteras naturales, 497-498
Extrovertido, 121 Fuerza física, '97
Fuerzas y Espiritu, 536·540
Función, 401
F Funciones transitivas, '7-58
Funciones de la vida humana, 138-142
Facilidades y ayudas sociales, 50, 61-62 Fusión, 399·400
Facilitación, 370-;71
Factores biológicos "constitucionales". 121
Factores cósmicos, :!~,
Facto.r9 fisicoqufmlcos, -293
Factores físicos y la vida social, 289·301 Gemeinscbaít, 381, 428
. Pacte-es psíquicos adquiridos, 122 Generaciones, 161, 275
~actores psíquicos "constitucionales", 121 Genes, 303, 322-323
Factores sociales y culturales de la personali- Genética contemporánea y "Razas", 322-328
dad, 122·123 Genotipo, 325
Factores sociales de la personalidad individual, Gens, 493
129·130 Geografía social, 295·298
Fair play, 181 Geografismo, 69
Pakíres, 626 Gesselscbait, 381-382
Pamilía, 54, 425, 435, 466·477, 603 Gran ciudad, 469
Familia (comunidad y asociación en la), 471- Gremio, 603
473 Grupo (pertenencia a un), 568
Familia conyugaJ moderna, 469 Grupos, 51, 54·56, 58, 254·258, 348, 416·436
Familia conyugal monógama extensa, 469 Grupos (clasificación de Jos), 420-435
Familia conyugal restringida, 470 Grupos, clasificación por la cantidad, 420-423
Familia feudal, 469 Grupos, clasificación por la duración, 423
Familia moderna en las sociedades occidentales, Grupos, clasificación estructural u orgánica,
469·477 434-435
Familia monógama matriarcal, 468 Grupos, clasificación por el grado dé la distan-
Familia monógama patriarcal, 468-469 cia entre el homhre y el grupo, 426-
Familia: naturaleza y cultura, 466 428
Familia y personalidad, 474·477 Grupos, clasificación por el grado de intimi-
Familia poliándrica, 467 dad entre los miembros, 424·425
Familia polígama, 468 Grupos. clasificación por la proximidad en el
Familia (tipos varios de), 467·469 espacio, 423·424
Fanatismo, 444 Grupos de creación humana, 433
Fascismo, 33, 234 Grupos, clasificación por su ubicación, 434
Fauna y flora, 290, 298·299 Grupos determinados por un criterio étnico.
Fecnndided, 306 329·331
Fenotipo, 326 Grupos funcionales, 434
Fertilidad, 306 Grupos intitucionalizados, 431-433
Eiloloaía, 6 Grupos no institucionalizados, 431·432
Filosofía, 171, 282 Grupos (materiales de los), 420
Filosofía del Derecho, 578 Grupos: múltiples entrecruces, 43'·436
INDICE ALFABETlCO DE MATERIAS 665
v
z
Valoraciones, 226, 600
Valores, 33. 35, 265·266, 511, 581 Zonas ontológicas, 106
Valores jurídicos, 16-17. 584·586 Zuñi {cultura}, 17')
Valores y muchedumbres, 445-446- Zy~ote, 323
,
L
PUBLICACIONES ORIGINALES
DE
LUIS RECASllNS SICHES
. a) LIBROS EN ESPAAOL
/ l. lA Filosofía del Derecho de Prancisco Suáre~, con un Bstsdio Previo sobre sus Anltee·
dentes en /a Palriálica y en la Escolástica. Victoriano Suárez, Madrid, 1927 (libro de
212 páginas), 2~ ed., Editorial Jus, México, 1947 (un libro de 219 páginas).
2. Direcciones contemporáneas del pensamiento ;urídico. La Filosofla del Derecho en el
siglo XX, Manual núm. 198 de la Colección Labor, Barcelona, 1929 (libro de 238 pé-
glnas, reimpresiones, 1932, 193' Y 1939).
3. Y 4. Extensas Adiciones Origina/es (Co/euiones de Monogratlas Fi/os6fico·furJdkas) a
la Filosofía del Derecho de Giorgio del Vecchio, 2 tomos. Bosch, Barcelona, 1929 y 1930.
j. E/ Poder Constituyente. Su teoría aplicada al momento español, Morare, Madrid, 1931.
(Libro de 200 páginas.)
6. Los temas de la Filosofía del: Derecho en PerJpediva Histórica y Visión de Futuro,
¡ Boscb, Barcelona, 1934. (Libro de tSO páginas.) Traducido al italiano por el profesor
T. Castiglia, y publicado con el título Assento e ProJpeuiva de la Filoso!ia del Diritto,
Roma, 193~.
7. Bstedios de Pilosoiía del Derecho, publicado primero como Nuevas Adi(iones a la se-
gunda edición de la Filosojía del Dereebo, de Del Vecchio; y después en volumen
\ aparte, Bosch, Barcelona, 193' y 1936. (Libro de ~SO páginas, la edición aparte.)
8. Bases para la EJtimativa !uridi(a, Versi6n taquigráfica del ciclo de conferencias profe-
sadas en la Universidad de La' Habana, Departamento de Publicaciones de Ia F~,ultad de
,
..
'.'.¡
Derecho, La Habana, 1939. (Libro de 215 páginas.)
9. Vida Humana, So(iedaJ y Derecho. Fundamentaúón de la ,Filosofía del Derecho, im-
preso y distribuido por el Fondo de Cultura Económica, México, 1939. (Libro de 386
páginas.) Segunda edición reelaborada y considerablemente aumentada, Fondo de Cultura
.Económica, México, 194'. (Libro de 615 páginas.) Tercera edición, corregida y aumen-
tada, Editorial Porrúa, México, 19S2. (Libro de 620 páginas.) .Esta obra fue traducida
al inglés por el profesor Gordon Ireland y publicada con el título de Human Liie, So.
del') and Law: Legal Phi/oJophy, with an Introduction by Josef L. Kuna, 20th Century
Legal Philosophy Series, Harvard University Press, Cambridge, Massachausetts, 1948.
10. La Filosoiía del Derecbo en el siglo XX. "EI Nacional", México, 1941. (Libro de 141
páginas.)
11. WieJe, Colección "Grandes Sociólogos Modernos", Fondo de Cultura Económica, Méxi-
co, i943. (Libro de 199 péginas.}
12. y 13. Estudios de Filosofía del Deretbo, como extensas adiciones a la Filosofía del
Derecho, 3'! ed. corregida y muy aumentada y con un nuevo apéndice sobre "EI Pensa-
miento Hispanoamericano", UTEHA, México, 1946.
14. Lecciones de Sociologia, Editorial Porrúa, S. A., México. 1948. (Un volumen de 703
páginas.)
6'73
674. OBRAS DE L tns RECASÉNS SICHES
15. Nueva· Filosofía de /a lnle,p"etaúón del Derecho, Publicaciones Diénoie, Centro de Es-
tudios Filosóficos. U.N.A.M. Fondo de Cultura Económica, México, 1956. (Un tomo
de·304 páginas.)
16. Tratado General de Sociología. Editorial Porrúa, S. A., México, 1956. (Un volumen de
636 páginas.) Décima edición, 1970.
17. Tratado General de Filosoiia del Derecho, Editorial Porrúa, S. A., México, 1959. (Un
volumen de XX·718 páginas.) Cuarta edición. 1970.
18. Y 19. panorama del Pensamiento Jurídico en el siglo XX. Editorial Porrúa, S. A., Mé-
xico, 1963. (Dos tomos con un total de 1,174 páginas.)
20. Lecciones de Sociología, Escuela Nacional de Administración Pública, Alcalá de Henares
. (Madrid), 1969. (Un volumen de 130 páginas.)
2,1. l usnaruralismos Actuales Comparados, Universidad de Madrid, Facultad de Derecho,
Madrid. 1970. (Un volumen de 142 páginas.)
2~. Introducción al Estudio del Derecho, Editorial Porrúa, S. A., Méxioo.. 1970.
23, Experiencia Jurídica, Naturaleza de la COJa y Lógica Razonable, Colección Diénoia, Ins-
\ titutc de Investigaciones Filosóficas, U.N.A.M., Fondo de Cultura Económica -en pren·
1. sa, aparecerá a fines de 1970 o comienzos de 1971.
\ b) LIBROS EN INGLES
24. Human Lije, Society and 1Aw: Fundame11la/s of the Philosopby of the 1Aw, Translated
by Gordon Ireland, Visiting Proffessor of Law in the Catholic University of Americe,
School of Law, Washington, en el volumen Latin American Legal Pbilosopby, Harvard
University Press, Cambridge, Massachusetts, 1948. (Páginas 1-341 de dicho volumen.)
\ e) LIBROS EN ITALIANO
25. Asu¿J!o e Prospenioa .del/a Filosofía del Dirillo, trad. de T. Castiglia, Arti Grafiche
Ugo Pinnero, Roma, 1935 (loo páginas).
j
d) LIBROS EN PORlUGUES
26. TraJaao de Sociología. Traduceo do Prof. loaoBaptista Coelho Aguiar, Editora Globo.
Rio de janeiro, Porto Alegre, 1965. (Dos volúmenes, con un total de 800 páginas.)
a) EN ESPAÑOL
,
27. El Sistema FiloJófico-Jurídico de Platón. Síntesis ). Comentario, Casanovas, Barcelona,
1922. (Folleto de 32 páginas, reproducción de un estudio publicado en la "Revista juri-
dica de Cataluña".)
28. Concepto lógico-genérico del Derecho. La nota de coactividad. Editorial Reus, Madrid,
1924. (Folleto de 48 páginas; reproducción de un estudio publicado en la "Revista
General de Legislación y jurisprudencia".')
29. El Profesor Mario Sáenz en Madrid. Su personalidad. Sus doctrinas jiloJófiro-;urídicas.
Carranciolo y Plantié. Buenos Aires, 192:5. (Folleto de 10 páginas, reproducción de un
artículo 'publicado ~.en la "Revista General de Legislación y Jurisprudencia" de Medrid.}'
;0. Aspectos de la vida académica y científica germana en la posguerra. Conferencia. Centro
de Inte rcambic '~\"" _"O·Españo ,. M"'" , . , {Folleto k ID pági nas.)
OBRAS DE LUIS RECASÉNS SICHES . 675
31. Prólogo a la Iradu"ión tspañola del Compendio ESljuemátko de una Teoría General del
I Estado, de Hans Kelsen, Publicaciones de la Facultad de Derecho de Barcelona, Nú-
ñez, 1928.
32. En lomo al Subsuelo Filosófico de las Ideología¡ Políticas, Biblioteca de la "Revista
General de Legislación y Jurisprudencia". vol. 39, Editorial Reus, Madrid, 1928. (Fo-
lleto de 24 páginas.}
33. El actual Viraje del Socialismo Germánico, Jiménez, Madrid, 1929. (Folleto de 21 pá-
ginas, reproducción de un artículo aparecido en la "Revista de Pollrica Social".
34. El Sentimiento y la Idea de lo JUSto (Psicologismo y Obietioismo en la Piíosoiía del
Derecho). Conferencia, Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español, Madrid.
1929. (Folleto de 32 páginas.)
35. Estudios de Filosofía del Derecho Internacional. La unidad de. la construcción jurídica,
l' el Derecho Internacional, Miscelénea-Patxot, Barcelona; 1930. (Folleto de 65 páginas.}
36. Estado 1 Derecho. El problema acerca de si son distintos o bien una sola e idéntica enti-
dad, Médena, 1931. (Folleto-extracto de los "Studi filosoficigiuridici .dedicati al Pro-
fessore Giorgio del vecchíov.)
37. Las teorías políticas de Vitoria, con un Estudio sobre el desarrollo de la idea del con·
trato social, Madrid, 1931. (Folleto-extracto del "Anuario de la Asociación Francisco de
Vitoria", 62 páginas.)
38. Prólogo al libro de Luis Legaz Lacambra, Kelsen, Editorial Bosch, Barcelona, 1933.' (El
Prólogo comprende pp. 7-13.)
. 39. Estudio sobre la Teoría PUra del Derecho 1 del Estado, como extenso prólogo a la segunda
edición del Compendio de Teoría General del Estado, de Hans Kelsen, Bosch, Barcelona,
1934. (El Prólogo, 101 páginas, de la 4 a la 105.)
40. La misión de una auténtica Filolofía del Derecho, en el FestJehrift zum SO-len Geburtslag
Rudolf Stammlers, Berlín, 1936,' Archiv für Rec~lJ-und Soziolpbilosopbie, Band XXIX
Heft 2, pp. 287·294.
41. Economía, Derecho y Sociología, .articulo en "El Trimestre Económico" (pp. 338 a 372),
México, 1937.
42. La actual revisión crítica de la Sociología, artículo en la "Revista Mexicana de Sociolo-
gfn", núm. 1, págs. 19 a 43, 1939.
43. Lo colectivo, artículo en la "Revista Mexicana de Sociología", núm. 2, pp. 18 a 28, 1939.
44. La Seguridad como Motivo Radical en lo Jurídico, artículo en la "Revista d~ la Escuela
Nacional de Jurisprudencia", T. 1, núm. 3, pp. 218 a 258, México, 1939.
45. Historia de las Doctrinas sobre el Contrato Social, artículo en la "Revista de la Escuela
Nacional de Jurisprudencia", T. 111, núm. 12, pp. 331 a 360, México, 1941.
<16. La Sociología Formalista de WieIe, artículo en la "Revista Mexicana de Sociología",
vol. IV, núm. 1 (pp. 23 a 48), 1942.
47. Prólogo a la traducción castellana del libro de Fritz Schreier, Conceptos y Forma.r Pan-
damentales del Derecho, Editorial Losada. Buenos Aires, 1942. (Prólogo de 10 págs.)
48. El Derrumbamiento de la Cultura Alemana (Ensayo de Interpretación), artículo en "Cua-
dernos Americanos", año 1, núm. 3 (pp. 7 a 28), México, 1942.
49. Libertad y PlanifiCación (El Tema Central de Nuestra P.pocaj, artículo en "Cuadernos
Americanos", año 1, núm. 4 (pp. 100 a 1.20), México, 1942.
50, 51 Y 52. Fenomenología de la¡ Relaciones lnterbumanas.Óí, Ensayo sobre el Mando.
11. Ensayo sobre el Ruego, la Súplica y la Exhortación. 111. Ensayo sobre la Pregunta,
tres artículos en la "Revista Mexicana de Sociología", vol. IV, núms. 2, 3 Y 4, 1942.
(pp. 35''3·50; 43·59).
53. Destino y Misión del Jurista, artículo en la "Revista de la Escuela Nacional de- Juris-
prudencia", núms. 18-20, 1943 (pp. 6-16).
54. Notas para la delimitación de los temas sociológicos, artículo en la "Revista Mexicana
de Sociología", vol. V, núm. 4, 1943 (pp. 449-472).
OBRAS DE LUIS RECASÉNS SICHES
~,. Prólogo a la traducción castellana de Hans Kelsen Derecho y Paz en lal Relecioees In.
temacionales, Fondo de Cultura Económica, México, 194;. (El Prólogo, pp. 4-12.)
'6 y 57. El Pensamiento Filosófico, Social, Político y Jurídico en Hispanoamérica, dos aro
tículos en la "Revista Mexicana de Sociología", vol. VI, núms. 1 y 2, 1944.
58. Prólogo al libro del Dr. Emilio Femández Camus Lecciones de Filosofía del Derecho,
Editorial Lex, La Habana, 1945 (El Prólogo, pp. 6·10).
59. Algunas Notas sobre el Pensamiento Jurídico Contemporáneo en NOf'teamérka, artículo
en la Revista "Orientación Jurídica", Órgano de la Asociación Nacional de Abogados,
tomo l. núm. 1, México (pp. 40·54). .
60. El Romanticismo Alemán y el Romanticismo Francés, artículo en "Cuadernos America-
I
nos", VI, 6 (pp. 83-106).
61. Prólogo al libro del Dr. Emilio Menéndez El Nuevo Derecho, Editorial Lex, La Habana.
1946 (El Prólogo, pp. VII-XIV). I
62. El Contrato, Su Ubicación en el Derecho y JU Fuerza de Obligar. Un folleto de 34 pp., \
separata de un artículo en la "Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia", de la "
Universidad Nacional Aut6noma de México, núm. 29, 1946 (pp. 83·124).
63. Exposición y Crítica de la Teoría del Obrar Social y de JU Comprensión ugún' Max
Weber, artículo en la "Revista Mexicana de Sociología". vol. VIII. núm. 1, 1946
(pp. '9-78).
64. Sinopsis de Humanismo Trascendental, artículo en la "Revista de la Universidad Nacio-
nal de Colombia". núm. 7, Bogotá, 1946 (pp. 19·37).
65. La Sociología de la Imitación de Gabriel Tarde, artículo en "Lex", Revista Jurídica.
México, 1946 (pp. '-18).
66. Prefacio al libro del Lic. Ernesto Flores Zavala, Elementos de Finanzas Príblica! Mexi-
canas, México, 1946 (El Prefacio, pp. III-VII) .
. 67. Prólogo al libro del Dr. Jorge Villag6mez Yépez, Introducción a la Pilosojia del Dere-
cho, Imprenta de ia Universidad, Quito. 1946.
68. Prólogo al libro del Dr. Miguel F. Márquez y de la Cerra L4 Persona Humana frente
aJ Derecho, Editorial Montero, La Habana, 1946 (El Prólogo, pp. 7-12).
69. LA Teoría del Hecho Social según Durebeim, artículo en "El Foco", Órgano de la Barra
. Mexicana, tomo 3. núm. 3, México, D. F., 1946 (pp. 345·348).
70. Antonio Caso, Sociólogo, artículo en la Revista de "Filosofía y Letras", núm. 25. Mé-
xico, 1947 (pp. IH2).
71. El Monista 1:.conomicista de Carlos Marx, Glose Crítica, artículo en "El Foro", Órgano
de la Barra Mexicana, tomo 4, núm. 2, 1947 (pp. 181·211).
72. LA Filosofía Social de Antonio Caso, contribución al volumen Homenaje a Antonio Caso,
por el Centro de Estudios Filosóficos, Editorial Stylo, México, 1947 (pp. 289-311).
73. Prólogo al libro de Josef 1.. Kunz L:: Filosofía del Derecho Latinoamericano en el Ji-
glo . XX, Edítorial . Losada, Buenos ..Aires,_1951 .(ELPrólogo, ..pp. 7-l0L _ ..
74. Nuevas Perspectivas del Derecho Comparado en "Revista de la Facultad de Derecho
de México", número especial, tomo 111, abril-junio, 1953, núm. 10 (pp. 227-253).
n. ¿O/iáo Noble o Diabólico?; LaJ Antinomias de la Profesión Jurídica, en "Revista de la
Facultad de Derecho de México", tomo V, enero-junio, 1955, núms. 17·18 (pp. 59-95).
76. Prólogo al libro del Dr. Agustín Basave Femández del Valle, Teoría del Estado: Pen-
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\
682 OBRAS DE LUIS RECASÉNS SICHES
I
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TRADUCCIONES
G. del Vecchio, Filosofía del Derecho, Editorial Bosch, Barcelona, 1929-1930¡ segunda edición,
Editorial Bosch, Barcelona, 1935; tercera edición, UTE~ México, 1946. .~ _.
Josef L. Kunz, La Filosofía del Derecho Latinoamericano del siglo XX, Editorial Losada,
Buenos Aires, 1951.
l.
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