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Autores:
José Jean Carlos Gentille Aburto
Julia Carolina Marticorena Loayza
Armando Emilio Medrano Tasayco
Curso:
Contratos
Docente:
Dr. Eddy Rodríguez Mallma
Chincha Alta, Setiembre de 2018
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ÍNDICE
CARATULA i
ÍNDICE ii
INTRODUCCIÓN v
CONTENIDO vi
CAPÍTULO I
EL CONTRATO Y SU INTERPRETACIÓN
1.1.- ANTECEDENTES 6
ii
CAPÍTULO II
LA INTERPRETACIÓN CONTRACTUAL EN EL
CÓDIGO CIVIL DE 1984
CAPÍTULO III
3.1.- Definición 24
a.- La buena fe 26
CONCLUSIÓN xxxi
iii
INTERPRETACION DEL CONTRATO
iv
INTRODUCCIÓN
v
CAPÍTULO I
EL CONTRATO Y SU INTERPRETACIÓN
1.1.- ANTECEDENTES
6
... el Derecho comparado le ha vuelto sus espaldas, como también
lo han hecho los principios internacionales en materia contractual.
Dado que la armonía es un desiderátum que concierne a la
predictibilidad de los negocios, es de esperar que cuanto antes
nuestra jurisprudencia y legislación se sinceren sobre la inutilidad
del adagio in claras. (p.97). A diferencia de Fernández sostiene
que:
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interpretación auténtica o fáctica del Contrato. (p.85). a diferencia
de Torres al respecto señala:
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Los criterios son máximas hermenéuticas que trascienden el caso
específico y que el intérprete utiliza según el lenguaje común, la práctica
de la vida socioeconómica cultural y los usos del tráfico. Los criterios
pueden ser a su vez individuales y típicos. Los criterios individuales se
basan en normas que tienen por objeto la búsqueda de la finalidad en
concreto de las partes y establecen el primer momento de la actividad
hermenéutica. Se busca atribuir al negocio el significado que responde
al particular entendimiento y propósito de las partes mismas, Los
criterios individuales se determinan a través de las siguientes reglas:
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Implica que el intérprete debe tener en cuenta la razón práctica del
negocio, la causa concreta. La causa del negocio puede
ser identificada con la atribución patrimonial en cuanto revela el
diseño unitario del negocio. La interpretación se traduce en una
operación circular en la cual las declaraciones, el comportamiento
y los documentos de las partes concurren a indicar la causa del
negocio y ella, a su vez, concurre a clarificar su significado. Por el
contrario, los criterios típicos se sustentan en normas que
presuponen que la primera investigación no ha logrado un resultado
satisfactorio, y subsiste la duda sobre el significado de la declaración
o del comportamiento o del documento. En tal sentido, se asignará
a la declaración o al comportamiento o al documento la significación
objetiva que le corresponde al ambiente socioeconómico cultural,
conforme al modo general de entendimiento.
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interpretación debe hacer prevalecer la razonable confianza sobre el
significado del negocio.
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averiguación del propósito objetivado de las partes para
proceder hacia la determinación del sentido literal de las
declaraciones, de los comportamientos y de los documentos. Si no
es suficiente se deberá valorar el comportamiento anterior y sucesivo
a la celebración del negocio, la explicación sistemática y la naturaleza
del negocio, para llegar, como etapa final ante la existencia de la duda,
a los criterios típicos. La contraposición entre los criterios individuales
y típicos debe ser entendida descriptivamente. La interpretación
individual considera declaraciones, comportamientos y documentos
en su específica concreción, y les atribuye un significado adecuado a
las particulares situaciones y relaciones que en concreto existen
entre las partes. Y la interpretación típica clasifica por tipos o clases
las declaraciones, los comportamientos y los documentos, tomando
en consideración el género de circunstancias en que se desarrollan y
a las que responden, y a cada uno de tales tipos atribuye un
significado constante (significación general según el ambiente
socioeconómico cultural), sin atender a la que hubiera podido ser la
efectiva finalidad de las partes en el caso concreto.
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El significado de aquello que las partes han acordado no puede ser
determinado de forma adecuada si no se tiene en cuenta la razón
práctica del negocio o la causa concreta. La causa concreta justifica
el negocio y su regulación y, por lo tanto, puede aclarar el significado
de las declaraciones, de los comportamientos y los documentos, y
superar eventuales incoherencias, ambigüedades o discordancias
del texto y del contexto.
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el negocio como aquella operación económica con relación a
la "causa concreta". Esta operación económica debe ser concreta en
un plano ''funcional'' de individualización de intereses fijado en la regla
negocial. Para ello será relevante considerar el contexto concreto de
los comportamientos, declaraciones y documentos (ordenación de
intereses prevista por el negocio en concreto).
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hecho, pasada, presente o futura, común a ambas partes, no incierta,
de carácter objetivo que las partes tuvieron presente durante la
formación del negocio aun cuando no hubieran hecho expresa
referencia a ella.
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Por consiguiente, todo negocio debe procurar causas lícitas
y merecedoras de tutela según el ordenamiento jurídico en atención a
las circunstancias existentes al tiempo de su formación, celebración
y ejecución. La causa debe existir en la formación del contrato y
durante su celebración, y subsistir durante su ejecución.
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Labeón demanda a Aristón solicitando se declare judicialmente la
resolución del contrato por causa no imputable a las partes. En este
ejemplo la no realización de la presuposición después de celebrado el
contrato produce la resolución de éste por causa no imputable a las
partes. ¿Cuál es la presuposición en el caso concreto? La
presuposición es la edificabilidad del terreno vendido el cual establece
el equilibrio de las prestaciones. Averiguar la presuposición del
contrato no es otra cosa que averiguar la causa del negocio. Los dos
ejemplos prueban que para determinar la invalidez o la ineficacia de
un negocio, es necesario saber la causa del negocio la cual se
expresa en una presuposición. La presuposición es una situación de
hecho o de derecho que las partes habían tenido presente como
premisa implícita, donde se verifica una hipótesis de nulidad del
contrato si falta la presuposición al momento de la celebración del
negocio; y donde se verifica una hipótesis de resolución del contrato
no imputable por las partes si la presuposición se vuelve irrealizable
en la fase ejecutiva del negocio ya celebrado.
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CAPITULO II
LA INTERPRETACIÓN CONTRACTUAL EN EL
CÓDIGO CIVIL DE 1984
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a- Artículo 168.- Interpretación Objetiva.
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literalidad del texto, también debe ser tomada en cuenta en aquellos
casos en que se utilicen otros criterios interpretativos, pues ninguna
interpretación dada a un contrato debe ir en contra de su literalidad. Al
respecto Bullard, nos dice, “La interpretación literal es el punto de
partida pero también es el punto de llegada, porque luego de aplicar los
métodos, se regresa al texto del contrato para verificar si el texto soporta
lo que los otros métodos sugieren.” (p.1742)
Bajo esta regla el contrato debe ser interpretado como una unidad, así
si en un contrato existe una cláusula imprecisa, la cual es aclarada por
una segunda cláusula, se debe otorgar en sentido desprendido de la
interpretación de ambas, el contenido y significado de la primera se
desprende o complementa, por esta regla, del contenido de la segunda.
Aplicándose de manera subsidiaria al criterio literal, contenido en el Art.
168° del Código civil. Sin que ello quiera decir desconocer o contradecir
la interpretación abordada conforme a la interpretación literal.
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Al analizar este artículo, Fernández, expresa, que dicho artículo
establece un criterio que ordena al intérprete buscar la común intención
de las partes, tomando al contrato como una unidad que, en su totalidad,
contiene el programa contractual previstos por ellas. En este sentido, el
intérprete debe considerar: a) Una cláusula aparentemente clara, debe
ser vista y entendida como conformante del unitario conjunto que forma
el contrato. b) Una cláusula aparentemente dudosa, debe ser
contrastada con las restantes cláusulas del contrato, a fin de eliminar
dicha duda, evitando que una cláusula pueda ser interpretada de
manera independiente mostrando un sentido que no es acorde con el
conjunto del contrato.
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se propuso regular con su precepto a través de un cierto negocio”.
(p.1812)
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del intérprete. Se trata de la buena fe de la manifestación de la
voluntad, que ha dado contenido al contrato.
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CAPÍTULO III
3.1.- Definición
Todo ello lleva a que la ley pueda ser interpretada con mucha mayor
amplitud que el contrato: no hay detrás de la ley una voluntad tan
claramente univoca como en el contrato; y además la ley, por su carácter
general, precisa mucho menos lo que ordena y deja un campo interior
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mucho más grande para el desarrollo frente al caso concreto. En cambio,
en el contrato las voluntades de quienes lo han creado están a flor de
piel y las clausulas diseñan con más detalle los términos de la relación
jurídica.
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correspondencia. Pues bien los contratos son obligatorios e cuanto se
haya expresado en ellos. Nadie podría oponerse a esta norma.
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La buena fe en la historia del Derecho Romano distingue dos etapas
en las que tiene significados diferentes, la etapa clásica y la post-
clásica. En la primera la buena fe se predica principalmente en las
buenas acciones o juicios, y sirve para distinguir entre estos con
aquellos otros llamados de derecho estricto, de suerte que la buena
fe es fundamentalmente una cualidad que tienen ciertos juicios y que
comporta un determinado modo o método de juicio. En la segunda,
la buena fe se predica como una cualidad de los contratos o bien se
sustantiviza, convirtiéndose en un principio jurídico del cual derivan
reglas o prescripciones de carácter imperativo; el principio de buena
fe comienza a entenderse en esta etapa posclásica como un
principio rector de la conducta. Son dos concepciones diferentes del
mismo principio de buena fe (entendido como método de juicio, la
otra como regla de conducta), no necesariamente opuestas o
contradictorias, si bien cada una tiene su propio contenido y sus
peculiares consecuencias.
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compraventa y arrendamiento), la del depósito, la acción de gestión
de negocio ajeno y las acciones de tutela (para exigir cuentas al
tutor) y la de dote (actio rei uxoriae para exigir la restitución de la
misma).
Al celebrarse los doscientos años del Código Civil francés que sirvió
de fuente para nuestra legislación, en donde aparece adecuado
hacer algunas reflexiones sobre una de sus normas de principio, en
el caso venezolano como es la norma contenida en el artículo 1.160
del código civil de 1982, que obliga a las partes de un contrato a
cumplir de buena fe con las obligaciones convenidas. Esta norma se
erige hoy como un principio fundamental del Derecho de los
contratos, considerándose de orden público y por tanto inderogable.
Es preciso reconocer, no obstante, que el concepto buena fe es más
fácil de percibir, e intuir, que de explicar. Es por eso quizás por lo
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que durante mucho tiempo no se le daba mucho contenido a este
deber considerado insoslayable. Es por ello fundamental, pero a la
vez parecía conceptualmente impenetrable y sin mucho contenido
práctico. Pero una cautelosa y lenta evolución de la doctrina y de la
jurisprudencia de muchos países seguidores y herederos de ese
texto histórico, han venido llenando de diverso colorido a la norma
que se presentaba algo desviada.
Puede ser que la ley o incluso las partes exijan que además
concurran otros requisitos para considerar perfeccionado el contrato,
tales como la entrega de la cosa o el cumplimiento de formalidades
especiales, como sucede en los contratos reales o solemnes; pero
ellos juegan siempre como un plus del consentimiento. Y en tanto
ese plus, como decimos puede o no requerirse, en cambio
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consentimiento siempre debe haber. Inclusive ciertas promesas de
contratos reales obligan; en nuestro Código Civil, el art. 1410, crea
ciertas consecuencias jurídicas.
30
CONCLUSIÓN
xxxi
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
2.- Barchi, L. “La interpretación del contrato en el Código civil peruano”. En:
Tratado de la Interpretación del contrato en América Latina. Ed. Grijley – Lima-
2006.
6.- Cusi, A. (2014). Código civil comentado: Derecho de las personas (Acto
Jurídico). Recuperado de
xxxii
https://andrescusi.files.wordpress.com/2014/03/codigo-civil-comentado-tomo-
i.pdf
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