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Un recorrido sobre el concepto de salud.

Última actualización el Martes, 09 de Agosto de 2011 10:57 | Escrito por Silvina


Valeria Caballero | Array Imprimir Array | E-mail

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia de las ciencias dedicadas al estudio, investigación e intervención en


el ámbito de la salud se definieron múltiples aproximaciones de los conceptos salud y
enfermedad.

Las distintas elaboraciones teóricas se han ido transformando acorde a los momentos
históricos en que los autores las producían. Estos conceptos son el resultado de
construcciones socioculturales que se consolidan en un determinado tiempo y lugar. En
ellos se conjugan, junto a los factores sociales y culturales, elementos objetivos - propios de
la realidad de la época – y subjetivos. En consecuencia, se dice que se trata de constructos
ya que adquieren diferentes significados a lo largo de la evolución histórica y científica del
hombre.

Es claro que arribar a un concepto unificado, consensuado y aceptado por la comunidad


científica no es una tarea sencilla; la complejidad que supone esta tarea se relaciona con la
multiplicidad de disciplinas que convergen en el campo actual de la salud. En él se
reconocen distintas líneas teóricas, diferentes formas de abordaje de las problemáticas de
salud y por consiguiente de intervención; esto genera dificultades para arribar a un
concepto univoco tanto al interior de una ciencia como entre ellas.

Teniendo en cuenta la pluralidad de posiciones teóricas que existen en torno del concepto
salud y sin desconocer la complejidad que supone realizar un recorrido por ellas, este
trabajo tiene el propósito de brindar una aproximación a dicho concepto reconociendo la
influencia que los factores sociales, históricos y científicos han tenido en su construcción.

Un poco de historia:

El concepto de salud se ha ido modificando a lo largo de distintos momentos históricos,


primero fue asociado a las postulaciones vinculadas a la noción de enfermedad. Al
principio la salud se definía en oposición a su par negativo; era entonces la ausencia de
enfermedad o como decía Canguillem (1980) la vida en el silencio de los órganos.

Históricamente fue en la Grecia antigua en donde se recocieron lo dos lineamientos más


significativos referidos a las valoraciones de la salud y la enfermedad. Hipócrates consideró
que la enfermedad era una manifestación de la vida del organismo y no una expresión de la
voluntad de espíritus malignos. Este precursor reconoció la influencia del medio externo en
la conformación de la salud y la enfermedad así como la importancia de las características
individuales. Su contraparte científica, Platón, planteaba que tanto la salud como la
enfermedad están determinadas por un principio no material: el alma. En consecuencia, los
procesos patológicos estarían originados por las modificaciones que el alma produce en el
organismo. Por ello se trataría de un castigo divino, es decir, que la salud y la enfermedad
se vinculaban a la voluntad de los Dioses.

En la Edad Media, debido a hechos históricos como las cruzadas, la dominación religiosa y
por ende la enseñanza escolástica, se revalorizaron las concepciones místicas de la salud y
la enfermedad.

Para esta época en el mundo árabe, de la mano de Avicena, se registró un gran cúmulo de
conocimientos basados en estudios e investigaciones en los cuales se reconoció la
importancia de factores protectores de la salud tales como: los hábitos de alimentación, la
recreación, el trabajo, el descanso y los factores climáticos.

Posteriormente en la época del Renacimiento se rescataron las postulaciones de Hipócrates


y Avicena con lo cual se revalorizaron las antiguas proposiciones de carácter científico.

En el Siglo XIX surgieron con gran auge las explicaciones biologistas de los estados de
salud y enfermedad. Este movimiento respondió al auge de los descubrimientos que
privilegiaban a los microorganismos como principales causantes de las enfermedades. Así,
los resabios del paradigma biologista se extendieron hasta principios del Siglo XX donde
se enriqueció con los aportes de la tecnología. Sin embargo en ese mismo siglo surgieron
propuestas teóricas más racionales que apostaron a la comprensión del proceso salud –
enfermedad desde modelos multicausales (Morales Calatayud, 1999). En relación con esto,
y en el marco de la crisis sociopolítica que se extiende desde mediados de la década del 60
hasta fines de la década del 70 se inscriben los mayores cuestionamientos del modelo
biologista dominante hasta entonces (Ciuffolini & Jure, 2006).

Desde esta época se ha consolidado el camino que llevó a cuestionar el modelo biológico
dominante, se modificó la posición hegemónica del profesional de la salud vinculado solo
al campo de la medicina organicista así como el abordaje e intervención en los problemas
de salud, salud mental y salud pública.

La salud: aportes desde los distintos modelos

En la bibliografía actual se reconocen tres modelos (Postgrado de Medicina Social y


Comunitaria, 2005) que han delineado los abordajes de las distintas prácticas que forman el
campo actual de la salud. Esos modelos son: el modelo Biologista, el modelo de la Tríada
Ecológica y el modelo de Campo de la Salud.

A principios del Siglo XIX, el modelo biologista contempló principalmente dos elementos
enfrentados: el hombre y el medio ambiente. Respetando estos elementos se resaltó el
principio de unicausalidad como única etiología del padecimiento físico. Desde este
principio se postula que una enfermedad o estado de padecimiento cualquiera sea se debe a
una causa específica empírica y científicamente observable. En consecuencia, una causa
actúa sobre el individuo provocando síntomas, signos y consecuentemente enfermedades,
es decir, efectos. Este pensamiento mecánico, lineal y demasiado simple a poco de andar se
mostró insuficiente para comprender y explicar la complejidad de los problemas de salud.
Así, se llegó a la conclusión de que “la conjunción entre el agente causal y el organismo no
era suficiente para producir patologías” (Programa Médicos Comunitarios. 2005. Módulo 1
p. 28).

A principios del Siglo XX, surge el Modelo de la Tríada Ecológica o Epidemiológica de


Leavell & Clark (1965). En esta propuesta teórica – basada en las postulaciones de la
epidemiología tradicional - se reconoce el equilibrio entre tres elementos; el agente, el
huésped y el medio ambiente. Hubo un adelanto en la concepción de salud - enfermedad;
éste responde a la consideración de la multicausalidad en la etiología de la enfermedad.
Incluir la presencia del medio ambiente como posible causante de un estado mórbido
reconoce una gran variedad de factores. Sin embargo la propuesta siguió muy apegada a los
agentes biológicos y físicos sin revalorizar el verdadero papel activo del huésped.

Otro modelo que surgió en el Siglo XX fue el de Campo de Salud (Lalonde, 1988). Este
modelo fue construido por Hubert Laframboise en 1973. Al respecto, autores como
Saforcada (2001) plantean que se trata de un verdadero modelo que reemplazó a la Triada
Ecológica. Al revisar la bibliografía existente es común encontrar afirmaciones que refieren
a que este modelo surge como una propuesta de Marc Lalonde. Sin embargo fue éste quien
retomó la propuesta original de Laframboise y la aplicó en el sistema de salud canadiense.
Laframboise identificó cuatro elementos en su modelo: el medio ambiente, los estilos de
vida, la biología humana, y el sistema organizado de atención de la salud. El gran avance de
esta propuesta fue el reconocimiento del sistema de salud como un factor que incide en la
salud de los individuos. Asimismo diversos autores (Pineault & Daveluy, 1992; Saforcada,
2001, Thomson, 1995) y hasta los informes realizados por los organismos internacionales
dedicados al cuidado de la salud (OMS, 1997; OPS, 2003) han resaltado la gran influencia
que tienen factores como los estilos de vida, las costumbres y los recursos económicos
asignados por los gobiernos para el cuidado de la salud de los pueblos en la salud –
enfermedad de las poblaciones.

Aunque esta última propuesta teórica existe es difícil observar su aplicación práctica real.
La misma se pone de manifiesto principalmente en los estudios sobre control de calidad y
satisfacción del usuario (Moreno, Crivelli, Kestelman, Malé, Passarell, Schapira & Viñas,
2004). En estas investigaciones se analiza el nivel de satisfacción respecto de la atención de
salud que recibe el paciente en alguno de los tres niveles de atención del sistema de salud
Argentino

Algunas definiciones y la influencia del contexto sociocultural:

Como se ha dicho, cada aproximación teórica de los conceptos de salud recibe la influencia
del movimiento cultural e ideológico de la época en que surge. En esta parte del trabajo se
presentaran algunas definiciones de salud que permitieran ver el pasaje por los distintos
modelos teóricos. Cabe recalcar que este pasaje nos es lineal hecho que permite observar
resabios de los modelos más antiguos en periodos recientes.
La definición más conocida de salud fue aquella adoptada por la OMS en 1946 y elaborada
por Andrija Stampar en el año 1945 (Grmeked, 1966), en ella que se dice que la salud es “el
estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de
enfermedad”. Como se sabe esta definición fue ampliamente criticada por diversos autores.
Algunos de ellos afirman que no es válido referir a la salud como un estado ya que esto
genera la falsa idea de que se trata de un ideal alcanzable, permanente y acabado.

Para otros autores como León Rubio & Expósito (1995) la concepción tópica clásica que
homologa la salud a “ausencia de enfermedad o invalidez” (p.18) es irreal e inoperante
debido a tres elementos, a saber: a) obliga trazar una división artificial entre lo normal y lo
patológico; b) el concepto de normalidad no es algo fijo y estable, sino que, muy al
contrario, varía con el tiempo; y c) al estar definida por lo que no es resulta inútil. Estos
autores plantean que se ha operado un pasaje desde la concepción tópica clásica de salud a
un concepto utópico, donde ubican la definición de la Organización Mundial de la Salud
(UNESCO, 1951); concepto utópico, que debería ser considerado como una meta al decir
de León Rubio & expósito (1995 p. 18). Ellos plantean que hubo un avance – entre lo
tópico y lo utópico - ya que la OMS ha agregado a la versión clásica una definición de la
salud por lo que es (estado de completo bienestar físico, mental y social) y ha incluido el
factor psicosocial que estimula el trabajo interprofesional.

Otros estudiosos como Terris (1980) plantean que esta definición se podría mejorar si se
eliminara la palabra completo ya que hace referencia a un valor absoluto irreal quitando la
posibilidad de entender la salud como una entidad dinámica.

La idea de que los estados de salud y enfermedad en el hombre se generan como resultado
del ataque - o ausencia de ataque - de un agente microbiano al organismo, como proponía el
modelo biologista, ha sido ampliamente superada.

Como dice Rose (1992) la idea de una precisa distinción entre salud y enfermedad es un
artificio médico, para el cual, si se consulta a la naturaleza, no se obtiene ningún sustento.

Al respecto, Dubos (1987) afirma que en realidad la medida real de la salud es la habilidad
del individuo para funcionar de manera aceptable para sí mismo y para el grupo al cual
pertenece. Este autor incluye en su aproximación al concepto la dimensión individual (para
sí) y la social (grupo al que pertenece).

Al considerar el aporte de Dubos queda claro que definir salud supone siempre una
dimensión subjetiva. En relación con ello, López (2005) afirma “intentar definir la salud y
la enfermedad supone entrar de lleno en el terreno de lo subjetivo” (p. 336). Esto se
relaciona con las valoraciones socioculturales, propias de cada momento y lugar, que
determinan qué es ser o estar sano y qué es ser o estar enfermo.

Un intento de sistematizar el análisis del surgimiento de las diferentes concepciones de


salud – enfermedad fue elaborado por San Martín (1984). Este autor propone pensar dos
grandes periodos históricos, a saber, la primera y segunda mitad del Siglo XX.
Al final del primer periodo surge la definición de la OMS (1946) que como se dijo marca
un avance respecto de la versión tópica clásica de la salud.

En la segunda mitad del Siglo XX, comienzan a surgir las concepciones de salud –
enfermedad vinculadas a la idea de proceso. Autores como Morales Calatayud (1999) la
definirán como “proceso dinámico y variable de equilibrio y desequilibrio entre el
organismo humano y su ambiente total, haciéndose resaltar entonces la influencia de las
relaciones humanas, económicas y sociales” (p. 26). Esta última concepción permite
observar una aproximación al modelo de campo de salud, en su referencia a las relaciones
humanas, es decir, a la relación profesional / paciente y en consecuencia a la calidad de la
atención recibida. Asimismo refiere a variables económicas, en este caso vale decir que
según sea el nivel adquisitivo del paciente será la calidad de atención que reciba. Asimismo
permite tener en consideración las propuestas que plantean que la salud ya no es un derecho
sino un bien de mercado y como tal se rige por las leyes de oferta y demanda vigentes.

Es claro el avance entre la noción de estado – 1º mitad del Siglo XX - a la idea de proceso
– 2º Mitad del Siglo XX - para caracterizar la noción de salud y enfermedad.

Retomando a San Martín (1984), se resalta su propuesta de pensar que la salud es una
noción relativa que reposa sobre criterios objetivos y subjetivos y que aparece como un
estado de tolerancia y compensación físico, psicológico, mental y social, fuera del cual todo
otro estado es percibido por el individuo y por su grupo como la manifestación de un estado
mórbido. Su contraparte la enfermedad se entendería como un desequilibrio biológico,
ecológico y social o como una falla de los mecanismos de adaptación del organismo y una
falta de reacción a los estímulos exteriores a los que está expuesto, esto termina por
producir una perturbación de la fisiología y de la anatomía del individuo.

Esta propuesta resalta la necesidad de contextualizar las definiciones revalorizando la idea


de que existe un continuo entre estos dos polos – salud y enfermedad-, en él se pueden
reconocer distintos puntos intermedios en la medida “en que se pueda tener la capacidad de
identificar la situación del sujeto en el marco de sus relaciones” (Morales Calatayud, 1999).
Teniendo en cuenta la idea de continuo es válido considerar las propuestas teóricas referida
a los factores de riesgo y factores protectores de la salud.

Saforcada y Lellis (2006) plantean que existen distintas vertientes de categorización de los
conceptos de salud y enfermedad, entre ellas:

a) las que destacan su carácter de horizonte o estado a alcanzar.

b) las que caracterizan la salud no como un resultado final sino como un proceso en el cual
está implícito el afrontamiento de situaciones vitales.

c) las que caracterizan la salud y la enfermedad como estados discretos o discontinuos

d) las que las consideran como un proceso progresivo, en donde se observa la ausencia de
patología en un extremo y la situación de máxima patología en el otro.
Se desprende de las categorías arriba mencionadas, el progreso en las construcciones del
concepto salud – enfermedad; desde la primera definición de la OMS pasando por aquellas
que resaltaban la idea de proceso (Morales Calatayud, 1999) hasta llegar a la noción de
contunuo entre dos extremos San Martín (1984).

En la región europea de la OMS (1996) se propuso pensar que la salud es el grado en que
un apersona o grupo es capaz de realizar sus aspiraciones y satisfacer sus necesidades y de
enfrentarse adecuadamente al ambiente. En relación con esta propuesta, Starfield (2001)
afirma que la salud debe considerarse como un recurso más de la vida cotidiana y no como
un objetivo de la vida; se trataría de un concepto positivo que engloba tanto recursos
personales como capacidades físicas.

Si se considera a la salud como un recurso del que dispone el hombre, recurso en el que se
integran sus potencialidades biológicas, psicológicas y sus posibilidades sociales cabe
retomar la propuesta de Pichón Riviere (1999). Para este autor la salud remite a la idea de
adaptación activa, adaptación del hombre a las posibles contingencias del entorno. En este
proceso constante de adaptación al medio – social, cultural y ecológico - el hombre pondrá
en juego todos sus recursos - físicos, psicológicos y sociales - para sortear con éxito los
obstáculos; en algunos casos saldrá beneficiado y en otros debilitado. En consecuencia la
enfermedad no se presenta como una desviación poco frecuente (Contini, 2006)

El interjuego entre salud y enfermedad es constante, ninguno de los dos estados son
estamentos estancos e inmodificables, por el contrario, en cada etapa evolutiva de la vida la
persona se enfrenta al proceso salud – enfermedad como un aspecto más de la existencia
humana.

Las implicancias de las transformaciones del concepto salud – enfermedad en la


psicología.

Las transformaciones que sufrieron los conceptos de salud y enfermedad repercutieron en


las todas las ciencias de las salud, entre ellas la psicología. Al analizar las producciones
teóricas de los distintos autores del campo psi se hace evidente el pasaje desde un abordaje
psicológico centrado exclusivamente en las patologías o desviaciones de lo normal hacia el
estudio de los aspectos positivos del funcionamiento psicológico individual.

La revisión bibliográfica de los estudios realizados en Psicología hasta la primera mitad de


Siglo XX, muestran que el foco de interés de la Psicología estuvo centrado en el estudio del
malestar, de los fenómenos psicopatológicos y el déficit. Al respecto Veenhoven (1988,
1991) afirma que a nivel individual la psicología se ocupó de todo aquello que tuviera que
ver con la infelicidad, el sufrimiento psíquico y el padecimiento descuidándose el efecto
que el bienestar y la felicidad tenían sobre el funcionamiento psicológico de la persona.

Este enfoque fue compartido por otras disciplinas como la medicina, en la cual se observa
la existencia de aproximaciones a la salud definiéndola por lo que no es, es decir, ausencia
de enfermedad. Asimismo existían - y aún actualmente - Indicadores de Salud, que en
realidad hacen mención a factores negativos entre ellos: mortalidad infantil y mortalidad
materna. La tendencia de la psicología fue estudiar los estados patológicos como vía para
conocer los estados de salud tanto a nivel individual como colectivo (Caballero, 2005).

Sin embargo a partir de la segunda mitad del Siglo XX ha surgido el llamado Modelo
Salugénico (Antonovsky 1979, 1988) como alternativa contrapuesta al paradigma
psicopatológico clásico. Desde este modelo se estudia el origen de la salud, se plantea como
pregunta nodal por qué un sujeto se sitúa en el extremo positivo del continuo salud –
enfermedad y otro no. Para Antonovsky (1979, 1988) es posible constatar que algunos
sujetos aún cuando están expuestos a situaciones de alta tensión o estrés “sobreviven e
incluso lo hacen bien” (Antonovsky, 1988, p. 12). Desde el modelo salugénico se tratará de
descubrir por qué logran ese nivel de bienestar, salud o adaptación eficaz y eficiente. A
partir de este modelo y cómo dice Contini (2006) el estudio de los factores “que hacen
posible el manejo de la tensión es la clave de las ciencias de la salud” (p. 25).

En concordancia con esta propuesta se ubica la reflexión que hace muchos años hizo el Dr.
Carrillo, él dijo “la salud no constituye un fin en sí mismo, para el individuo, ni para la
sociedad, sino una condición de vida plena, y no se puede vivir plenamente
si el trabajo es una carga, si la casa es una cueva y si la salud es una
prestación más del trabajador" (Carrillo & Carrillo, 2005). Esta última definición, rescata la
idea de que la salud no es un bien sino un derecho y que no solo depende del factor
orgánico - físico, sino de la calidad de vida y de variables socioeconómicas como el trabajo.

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IV, Nº 11.

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