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Las Relaciones Internacionales y sus debates

cuanto a capacidad para pensar con claridad y advertencia de Dahrendorf sobre la necesaria ten-
conceptualmente, formular ideas con concisión y sión mental. La forma más frecuente de evitar el
pensar de forma independiente. Éste es el criterio engreimiento de estar totalmente abstraídos de
que se aplica tradicionalmente a una educación los sucesos y cambios contemporáneos es impli-
clásica y que se traslada al estudio de la ciencia carse menos en el debate inmediato de que una
social moderna. Si una formación universitaria en ciencia social es la que más puede aportar al
Relaciones Internacionales no puede hacer que los esclarecimiento de cuestiones políticas. Del
estudiantes piensen y escriban con rigor, compa- mismo modo que no se contrata principalmente a
rable en términos generales con el de los estu- los economistas para predecir las cotizaciones de
diantes de Historia o Economía, Sociología o mañana de la bolsa de valores, tampoco se forma
Política, entonces no se debe impartir. El segundo a los sociólogos en primer lugar para comentar el
criterio es el de la transmisión de un cuerpo de asesinato más reciente.
teoría: poner a disposición de una audiencia aca- Un informe provisional sobre las Relaciones
démica un conjunto de ideas y de textos que no Internacionales después de tres cuartos de siglo,
encontraría de forma convencional. La ciencia teniendo en cuenta estos criterios, ofrecería un
social debe colocar en un contexto más exigente y panorama variopinto.6 Desde la perspectiva de la
preciso las cuestiones que puedan surgir en la vida presencia en la universidad, las Relaciones
contemporánea y tratarlas como si carecieran de Internacionales se han afincado bien en el mundo
profundidad histórica. Puede que buena parte de anglófono y están ganando terreno en la Europa
esta transmisión sea contemporánea, pero debe continental y en algunas zonas del Tercer Mundo.
incluir esa parte de la tradición clásica que sigue La demanda estudiantil fue especialmente elevada
siendo pertinente. Y sobre todo, debe poner en durante la década pasada. Los temas de relaciones
entredicho el sentido común, la opinión general- internacionales, sobre todo las relaciones entre
mente aceptada que da por sentado o considera Estados y la interacción del poder estatal con otras
sencillo algo que no es ninguna de ambas cosas. formas más “estructurales”, se han hecho funda-
En tercer lugar, el estudio académico debe conlle- mentales en gran parte del debate de la ciencia
var la formación en un área concreta de pericia social contemporánea, sobre todo en el debate
profesional, una preparación de los estudiantes sobre la “globalización”. Dentro de la propia disci-
para trabajar, en este caso, en la organización plina, hay un ambiente de efervescencia teórica,
internacional y la política exterior. En cuarto toda una diversidad de debates conceptuales, más
lugar, debe proporcionar conocimientos que sean o menos relacionados con lo que está ocurriendo
pertinentes a la resolución de cuestiones contem- en otras ramas de las ciencias sociales. Las cues-
poráneas, a la discusión y la formulación de la tiones en discusión dentro de la materia y en
política pública. Si es importante registrar esto muchos casos de indudable sustancia intelectual y
como una de las funciones del estudio académico, política son: ¿Puede funcionar el sistema interna-
es igualmente relevante señalar que no puede ser cional sin un Estado que lo lidere, un hegemon?
la única justificación y, en muchos casos, la prin- ¿Hasta qué punto se está superando el Estado? ¿Van
cipal: hay una distinción entre una pertinencia las democracias a la guerra entre sí? ¿Puede haber,
general ante las cuestiones contemporáneas y el ha habido realmente, en las últimas décadas y
comentario sobre lo que es de importancia más siglos, “progreso” en las relaciones entre Estados?
inmediata. Aquí tenemos que tener en cuenta la Los que están a la derecha, los neoconservadores

6 Para estudios generales de la disciplina académica contemporánea véanse Groom, A.J. R. y Light, Margot (eds.): Contemporary
International Relations: A Guide to Theory, Pinter Publishers, Londres, 1994; Olson, William C. y Groom, A.J.R.: International
Relations Then & Now. Origins and Trends in Interpretation, Routledge, Londres, 1991; Booth, Ken y Smith, Steve (eds.):
International Relations Theory Today, Polity Press, Cambridge, 1995; Halliday, Fred: Rethinking International Relations, Macmillan,
Londres, 1994 (edición en español: Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, La Catarata, Madrid, 2002).
También se pueden seguir las novedades contemporáneas en las revistas académicas pertinentes, como la Review of International
Studies, el European Journal of International Relation, y Millennium, Journal of International Studies en el Reino Unido;
International Studies Quarterly e International Organisation en Estados Unidos; y Deutsche Zeitschrift für internationale
Beziehungen en Alemania.
Mi colega Geoffrey Stern, en “International relations in a changing world: bucking the trendies”, The World Today, julio de 1995,
hace un análisis sólido y escéptico de esta literatura, considerada como un conflicto entre “tradicionales” y “modernos”.

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Aunque el realismo continúa siendo
el enfoque dominante en las relaciones
internacionales, hay una pluralidad
de perspectivas a veces cacofónica

de un Washington hobbesiano, y los que están a la constancia de la vitalidad y la diversidad incluso


izquierda, indignados ante lo que consideran un de la disciplina central, las Relaciones
imperialismo y militarismo recurrentes, lo pondrí- Internacionales. Sin embargo, son pertinentes dos
an en duda. observaciones inmediatas para cualquier discu-
Una perspectiva amplia del estudio académico sión sobre la situación de esta disciplina. En pri-
de las Relaciones Internacionales en el periodo mer lugar, el realismo, sea en su forma original o
contemporáneo revelaría una disciplina con ciertas en las “neos”, sigue siendo el enfoque dominan-
características claras: dominada en gran parte por te, o al menos el más influyente, tanto en Estados
los debates en el mundo anglófono, y especial- Unidos como en gran parte de Europa, por no
mente en Estados Unidos, pero con escuelas bien hablar de su predominio, ligado a menudo a for-
afincadas en otros países, tanto en Europa mas de nacionalismo estatalista, en muchas par-
(Francia, Alemania, España) como en el Sur, y con tes del mundo ex comunista y del no europeo. No
una animada, si bien a veces casi cacofónica, plu- obstante, actualmente hay tal diversidad de
ralidad de enfoques teóricos entre sus filas. Las enfoques dentro del estudio académico de las
Relaciones Internacionales estadounidenses están Relaciones Internacionales que ya no es posible
dominadas, en las últimas décadas, por dos escue- volver a un paradigma único, lo que en un senti-
las generales, la del realismo y la del liberalismo, do kuhniano sería una situación de “ciencia nor-
y más recientemente por sus teorías sucesoras mal”. En segundo lugar, pese a toda la sofistica-
conocidas como neorrealismo y neoliberalismo. ción y diversidad de los enfoques teóricos, sigue
Por el contrario, los enfoques europeos son desta- estando ahí la imperecedera cuestión de cuáles
cables por su énfasis en formas de cooperación son los conocimientos adicionales, explicativos
internacional, como la “Escuela Inglesa” neogro- sobre todo, transmitidos por esta teoría, en com-
tiana, diversos enfoques neomarxistas, un resurgi- paración con las explicaciones elaboradas de una
miento del pensamiento cosmopolita basado en forma sofisticada pero no teórica que puede
líneas generales en las ideas de Kant y un énfasis haber dentro de la historia internacional: de ahí
en el derecho internacional, la disciplina de la que la inclusión al final del cuadro 1, bajo el punto
surgió buena parte de las Relaciones 15, de los nombres de importantes historiadores
Internacionales de la Europa continental. Tanto en internacionales. Los teóricos tienen que demos-
Estados Unidos como en Europa (sobre todo en el trar cómo sus explicaciones proporcionan algún
Reino Unido y Francia) ha habido también, en los valor intelectual añadido a los escritos de Eric
últimos años, un renovado interés por la Sociología Hobsbawm, Fernando Braudel, Paul Kennedy y
Histórica, el enfoque asociado, en términos gene- otros. La mera demostración de una elaboración
rales, con Karl Marx, Max Weber y Raymond Aron, teórica, o metodológica, no es suficiente; no más
que hace hincapié en la formación internacional y que la conversión de unas proposiciones genera-
conflictiva de Estados y sociedades. Otros enfo- les sobre la conducta interestatal o las causas de
ques heterodoxos, derivados del feminismo, los la guerra en alguna forma matemática, algebrai-
estudios medioambientales y la filosofía utópica, ca o cuantificada. Lo que hay que demostrar es
han dejado también su impronta. que la teoría es necesaria para lograr resultados
Los ingredientes de esta diversidad teórica se de un tipo explicativo que no pueden producirse
examinarán más adelante, baste por ahora dejar de otro modo.

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Las Relaciones Internacionales y sus debates

Tabla 1
Teoría contemporánea de las Relaciones Internacionales: una selectiva hoja de ruta

1. Realismo 9. Enfoque matemático/ “científico”


E.H. Carr, Hans Morgenthau, John Mearsheimer Michael Nicholson, J. David Singer, Morton
Kaplan
2. Neorrealismo
Kenneth Waltz, Robert Gilpin, Steven Krasner 10. Sociología I: Sociología histórica
Michael Mann, Theda Skocpol, John Hall
3. Escuela Inglesa
Martin Wight, Hedley Bull, Geoffrey Stern, Barry 11. Sociología II: Constructivismo
Buzan Alexander Wendt, Friedrich Kratochwil, John
Ruggie, Michael Barnett
4. Interdependencia y transnacionalismo
James Rosenau, Robert Keohane, Joseph Nye 12. Feminismo
Cynthia Enloe, Jill Steans, Anne Tickner
5. Conductismo I: Análisis de la política exterior
Christopher Hill, Graham Allison, Margot Light 13. Materialismo histórico
Immanuel Wallerstein, Robert Cox, Giovanni
6. Conductismo II: Sociedad mundial Arrighi, Justin Rosenberg
John Burton, Michael Banks, John Vasquez
14. Postmodernismo
7. Economía política internacional James Der Derian, Richard Ashley, Rob Walker
Karl Polanyi, Susan Strange, Joan Spero, Robert
Baldwin 15. Historia
Fernand Braudel, Michael Howard, Eric
8. Teoría de la Elección Racional Hobsbawm, John Gaddis
Robert Axelrod, Helen Milner, Bruce Bueno de
Mesquita

Sin duda hay diversidad, productividad, vitali- de la historia, intelectual y política, han hecho
dad, debates. Pero suscitan preocupación en rela- inclinarse la balanza en contra de esta preocupa-
ción a cada uno de los cuatro criterios enunciados. ción por la educación de la mente. Del mismo
Los criterios más estrictamente académicos plan- modo, en el ámbito de la propia teoría, el panora-
tean varias dificultades. Los componentes básicos ma es muy desigual. La teoría clásica conserva
de las enseñanzas sobre relaciones internacionales cierto predominio en el campo académico y en
—teoría clásica y contemporánea, instituciones ciertos aspectos está provocando una respuesta:
internacionales, guerra y paz, más conocimientos parece que el final de la Guerra Fría ha sido bueno
de historia internacional y derecho internacional— para indagar en cuestiones fundamentales, sobre
pueden proporcionar una formación, en sus pro- todo en el campo de los aspectos éticos en las
pios términos, tan rigurosa e informativa como la relaciones internacionales (derechos humanos,
de cualquier otra ciencia social. Pero la obsesión obligación, ética transnacional, justicia). 7
por las ideas contemporáneas y una depreciación Además, se están desarrollando teorías en algunas

7 Entre una lista de obras muy extensa cabe destacar Thompson, Janna: Justice and World Order, A Philosophical Inquiry, Routledge,
Londres, 1992; Beitz, Charles: Political Theory and International Relations, Princeton University Press, Princeton, 1979; O’Neill,
Onora: Faces of Hunger, Allen & Unwin, Londres, 1986; Brown, Chris: International Relations Theory: New Normative Approaches,
Harvester Wheatsheaf, Hemel Hempstead, 1992; Nardin, Terry: Law, morality and the Relations of States, Princeton University
Press, Princeton, 1983 (traducido al español: La ley y la moral en las relaciones entre los Estados, EDAMEX, México, 1985).

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áreas nuevas y creativas: el número creciente de decible, regular. La historia es irrelevante para
investigaciones de la intersección de la política este tipo de investigaciones, salvo cuando propor-
con la economía, una reactivación de la “economía ciona un conjunto amplio de datos. Se dedican
política internacional”, es una de ellas;8 el reco- enormes esfuerzos, y cantidades de dinero, a pro-
nocimiento, largo tiempo aplazado, de la impor- yectos que, desde un punto de vista metodológico,
tancia de las cuestiones relativas al género en el son una completa pérdida de tiempo: correlacio-
campo de las relaciones internacionales es otra;9 nar las causas de la guerra o la ruptura de alian-
la investigación de cómo las formas de interacción zas, o el aumento del nacionalismo. Este cientifis-
estatal e interestatal han cambiado con el tiempo, mo es especialmente potente en el país que domi-
y de la intersección de éstas con los cambios na el estudio de las relaciones internacionales,
nacionales, es una tercera.10 Estados Unidos. Desde la revolución conductista de
Pero junto con estos cambios creativos cabe la década de 1950 hasta el actual predominio de la
observar otras tendencias que podrían hacer de- teoría de la elección racional, las ciencias sociales
saparecer estas novedades positivas, confundir al estadounidenses están dominadas por estas meto-
estudiante y ofuscar al teórico. Una es lo que dologías, para perjuicio de Estados Unidos y tam-
cabría denominar, en términos generales, “cienti- bién, y en exceso, del resto del mundo.11 Además
fismo”, la aplicación a las ciencias sociales de un de la banalización general de gran parte del tra-
modelo de análisis “científico” que está fuera de bajo académico en Estados Unidos, esto también
lugar para las ciencias sociales y que podría ser ha confirmado la distancia cultural, histórica e
irrelevante asimismo para gran parte de las cien- intelectual que separa los enfoques dominantes a
cias naturales. Si los políticos aceptan las ideas de ambos lados del Atlántico. Resulta irónico que la
unos economistas fallecidos hace tiempo, parece disciplina dedicada al estudio de las tendencias
que los autores de textos sobre relaciones interna- internacionales y globales sea cada vez más vícti-
cionales hacen lo mismo con las ideas de unos filó- ma de lo que cabría denominar esferas de influen-
sofos de las ciencias sociales fallecidos hace tiem- cia intelectuales.12
po, autores de principios del siglo XIX, para quie- Otra tendencia destacada en la teoría de las
nes lo científico equivale a algo cuantificable, pre- Relaciones Internacionales es la que se denomina,

8 El renacimiento de la “economía política internacional” refleja la convergencia de dos tendencias, inicialmente distintas: por una
parte, una preocupación nacida de la frustración tanto con la política como con la economía ortodoxas en la separación en la
teoría de dos campos estrechamente interrelacionados en la realidad; y por otra, la aplicación a las relaciones internacionales de
las teorías marxistas de las relaciones entre Estados y Norte-Sur. Las obras de Gilpin, Robert: The Political Economy of
International Relations, Princeton University Press, Princeton, 1987 (traducción al español: La economía política de las relaciones
internacionales, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1990) y Strange, Susan: States and Markets: An Introduction to
International Political Economy, Frances Pinter, Londres, 1988, son ejemplos de la primera; la de Gill, Stephen: American
Hegemony and the Trilateral Commission, Cambridge University Press, Cambridge, 1992 y la de Van der Pijl, Kaes: The Making of
an Atlantic Ruling Class, Verso, Londres, 1984, de la segunda.
9 Entre una extensa lista de obras, véanse Peterson, V. Spike y Runyan, Anne Sisson: Global Gender Issues, Westview Press, Oxford,
1993; Zalewski, Marysia: “Well, what is the feminist perspective on Bosnia”, International Affairs, vol. 71, nº 2, abril de 1995;
Grant, Rebecca y Newland, Kathleen (eds.): Gender and International Relations, Open University Press, Milton Keynes, 1991.
10 Rosenberg, Justin: The Empire of Civil Society, Verso, Londres, 1994; Little, Richard: “International relations and large-scale his-
torical change”, en Groom y Light (eds.): Contemporary International Relations, Pinter Publishers, Londres/Nueva York, 1994.
11 Como expresó de forma característica Susan Strange en su discurso presidencial ante la Convención de la Chicago International
Studies Association: “Quienes imitan a los economistas sólo tendrían excusa si los resultados de estos préstamos fueran significa-
tivamente mejores que los juicios cualitativos de situaciones sumamente complejas y dinámicas basados en análisis comparativos
realizados en el tiempo y el espacio y en diferentes sectores de actividad económica. El mero hecho de que los economistas lleven
disfrutando durante la mayor parte de este siglo de la reputación del todo inmerecida de tener capacidad predictiva no es una
buena razón intelectual para intentar imitarlos.” Para una crítica de la aplicación de conceptos de racionalidad a las relaciones
internacionales, véase Richardson, James: “History Strikes Back: the State of International Relations Theory”, Australian Journal
of Political Science, vol. 29, nº 1, 1994, pp. 179-87. Muchas de las críticas aplicables al cientifismo en las Relaciones
Internacionales fueron formuladas hace tiempo en la clásica obra de Crick, Bernard: The American Science of Politics, Routledge
& Kegan Paul, Londres, 1959.
12 Para una advertencia temprana al respecto, véase Holsti, Kal: The Dividing Discipline: Hegemony and Diversity in International
Theory, Allen & Unwin, Londres, 1987. En la década de 1960 hubo una batalla de metodologías entre el enfoque “cientifista” esta-
dounidense, basado en la cuantificación y la predicción, y el enfoque “histórico” británico, basado en “juicios”: ninguno de los
dos bandos salió muy airoso, y no se hizo ningún avance intelectual. Véase Knorr, Klaus y Rosenau, James (eds.): Contending
Approaches to International Politics, Princeton University Press, Princeton, 1969.

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Las Relaciones Internacionales y sus debates

El cientifismo, que considera que


lo científico ha de ser cuantificable y
predecible, ofusca al teórico de
las relaciones internacionales

en términos generales, “postmodernismo”.13 Esta Además, aplicar un buen criterio pasado de moda
corriente, floreciente en varias ramas de las cien- puede explicar muy poco. Atrapado con demasiada
cias sociales, se originó con la rebelión filosófica frecuencia en el concepto verbal, en el debate
generalizada que tuvo lugar en Francia a partir de artificioso sobre la variedad de lenguajes y signifi-
la década de 1960 contra las afirmaciones del cados, el postmodernismo es, al final, un callejón
modernismo dominante, fuera racionalista ortodo- sin salida, la mayor parte de cuyas afirmaciones
xo o marxista. Para el postmodernismo es la razón válidas se han hecho ya antes en otros lugares.14
en sí la que hay que cuestionar, pues afirma la Un tercer motivo de preocupación es el concer-
existencia de una “gran narración” única, en la niente a la relación indirecta y mediada de las dis-
historia, o de un observador único y privilegiado. ciplinas, aunque inexorable, con el debate públi-
El postmodernismo acoge una multiplicidad de co. Si influir en el debate público y darle forma y
puntos de vista, niega las afirmaciones de la razón educación política es también un criterio, cuando
y celebra el relativismo en la ética. Algunos de sus no el único, entonces hay que decir que el estudio
argumentos merecen atención: es correcto indicar académico de las relaciones internacionales ha
los lazos que unen lo que se dice y los intereses de fracasado durante gran parte de su historia. Esto
la persona que lo dice; es creativo en las formas en es cierto no sólo en el caso de los centros de estu-
las que llama la atención sobre las funciones del dios políticos, sino también del reconocimiento
símbolo, el discurso y el significado en las relacio- más general, o más bien su ausencia, de los puntos
nes internacionales; su sugerencia de múltiples fuertes del enfoque académico y teórico en sí
identidades es importante. Pero, en las Relaciones mismo. En las áreas pertinentes de la vida pública,
Internacionales igual que en el resto de las cien- la mayoría de los profesionales o el lector medio
cias sociales, eso lleva con demasiada frecuencia a del The Times Literary Supplement o de la New
la confusión, a un aumento de afirmaciones sobre York Review of Books conocen las contribuciones
el discurso y a un relativismo a menudo paralítico. de, digamos, el derecho o la economía, pero pocos

13 Estas teorías se estudian en dos artículos de Brown, Chris: “Critical theory and postmodernism in international relations”, en
Groom, A.J. R. y Light, Margot (eds.): Contemporary International Relations: A Guide to Theory, Pinter Publishers, Londres, 1994
y “Turtles All the Way Down’: Anti-Foundationalism, Critical Theory and International Relations”, Millennium, Journal of
International Studies, vol. 23, nº 2, verano de 1994. Aunque el propio Brown se declara contrario a erigir una única escuela de
pensamiento que pueda etiquetarse de “postmodernismo”, esta defensa no se sostiene: los autores presentados convencional-
mente en este campo sí presentan, igual que cualquier escuela teórica, un conjunto de temas comunes y luchan batallas similares.
Evitar las autorreferencias elogiosas no es una de las virtudes más evidentes del postmodernismo. Para un reciente artículo que
sostiene la idea de un enfoque común, véase Cochran, Molly: “Postmodernism, ethics and international political theory”, Review
of International Studies, vol. 21 nº 3, julio de 1995.
14 Quizá la mejor de las muchas réplicas que se han hecho a esta corriente y su “hipocondría metodológica” sea la obra de Gellner,
Ernest: Postmodernism, Reason and Religión, Routledge, Londres, 1992 (traducido al español: Posmodernismo, Razón y Religión,
Paidós, Barcelona, 1994). Una de las afirmaciones más habituales de hoy día es que tenemos que escuchar las voces hasta ahora
marginadas y “no occidentales” en las Relaciones Internacionales, y que los currículos convencionales de las universidades occi-
dentales ignoran estas voces. Esto es algo que vale la pena señalar, pero con tres salvedades significativas: primero, no hay ningu-
na razón para suponer que quienes hablan “en nombre de” el mundo no occidental, o de un país determinado del mismo, sean
más representativos de lo que piensan las personas, en general, de ese país; en segundo lugar, aunque escuchar estas voces no
conlleva la aceptación automática de lo que dicen, hay mucha invocación falaz a lo indígena y a la teoría de la conspiración en lo
que pasa por análisis “no occidental”; en tercer lugar, el contenido de gran parte de lo que pasa por alternativo en el discurso
internacional es, si se examina de cerca, ideas occidentales recicladas: Mao, Jomeini, Gandhi, por no mencionar a Castro y
Guevara, lo confirman. Nada demuestra mejor estos tres puntos que el mismo concepto básico de rebelión antioccidental, es decir,
el nacionalismo.

13
El argumento de que la ciencia
debe explicar, no predecir,
es pertinente para las ciencias sociales

creen que esto sea así en el ámbito de las rela- creto tres: el hundimiento del comunismo y sus
ciones internacionales. Para la mayoría de quie- consecuencias; la convicción cada vez mayor de
nes se dedican a la política exterior, el mundo que lo que hasta ahora era la base del análisis, el
teórico de las relaciones internacionales es un Estado-nación, se está debilitando o superando; y
campo ajeno e irrelevante, cuando no, de hecho, las implicaciones para la teoría, y la postura ética,
uno de cuya existencia no saben nada. Después del aumento del terrorismo transnacional, así
de más de una década enseñando Relaciones como la respuesta de Estados Unidos al mismo. Si
Internacionales en un departamento universita- bien ninguno de estos tres importantes cambios
rio, he llegado a la triste conclusión de que prác- internacionales conlleva necesariamente, exami-
ticamente todas las personas que uno se encuen- nados más de cerca, las consecuencias que a veces
tra en el mundo, sea el académico u otro, creen se les asocian, ofrecen desafíos significativos a las
que el estudio académico de las relaciones inter- ideas establecidas.
nacionales es un subcampo de los comentarios de La Guerra Fría fue, a primera vista, buena para
noticias. Es fácil achacar aquí la principal respon- las relaciones internacionales: si el fracaso de la
sabilidad a lo complejo de la teoría: pero la teo- Liga de las Naciones y la II Guerra Mundial contri-
ría tiene que ser eliminada, forzosamente, de la buyeron en gran medida a establecer el “realis-
aplicación práctica inmediata, en las Relaciones mo” como el enfoque dominante de E.H. Carr,
Internacionales igual que en la Economía o el Raymond Aron y Martin Wight dentro del ámbito
Derecho. La disciplina no carece de debates de académico, la Guerra Fría, un conflicto en el que
fondo pertinentes. Lo que es más preocupante es todas las sociedades parecían ensombrecidas por
que un uso indebido de la teoría, y de la distan- el peligro de la guerra nuclear entre Estados,
cia académica, y una autocomplacencia en refle- reforzó sin duda la importancia de “lo internacio-
xiones de segunda categoría para generar textos nal” dentro de las universidades. Pero, en cierto
que carecen de disciplina teórica o trascendencia sentido, la disciplina floreció no tanto por la
práctica, han sido agravados por una desconfian- Guerra Fría como por negar su cualidad caracte-
za duradera dentro del mundo político incluso rística, pues en el pensamiento realista la Guerra
hacia las ideas y perspectivas teóricas más subal- Fría no era más que otro capítulo de la sombría
ternas. El mundo de los asuntos internacionales historia de la rivalidad, la desconfianza, la perfi-
es un carnaval de embaucadores e ignorantes. La dia de las grandes potencias, una continuación de
principal función de una disciplina académica es un patrón histórico que se remontaba a Tucídides
permitir que el individuo se cuestione el sentido y que, por tanto, no exigía en absoluto un análisis
común: en el caso de las Relaciones particular. Se puede buscar en vano en los libros
Internacionales, esta parece una tarea aún más de texto y discusiones sobre las relaciones inter-
vana que en otros ámbitos. nacionales habituales durante las décadas de 1950
y 1960 un debate sobre qué era la Guerra Fría
como tal. Con la excepción del subcampo de los
El final de la Guerra Fría estudios estratégicos, una actividad caracterizada
más por extrapolaciones falsas de una conducta
A estos desafíos de la teoría se han sumado, en los presuntamente racional que por el conocimiento
últimos años, los del propio mundo real y en con- de la historia, la disciplina permaneció más bien

14
Las Relaciones Internacionales y sus debates

silenciosa al respecto. Puesto que todo estaba en grafía, por ejemplo, la mayoría ni deben ni pue-
Maquiavelo, no había nada más que decir. Por den hacerlo.17
tanto, fue significativo que el hombre que, más Si la meta adecuada es la explicación y no la
que ningún otro, debería haber combinado un predicción, entonces surge otro desafío más perti-
interés académico por la materia con las implica- nente: el de explicar por qué el sistema soviético
ciones prácticas terminase escribiendo un libro en cayó cuando lo hizo. Obviamente, ninguna explica-
el que se limitaba a reafirmar, si bien con elegan- ción puede ser puramente internacional, pero
cia, las verdades de la teoría del equilibrio de tampoco puede hacer referencia sólo a lo que ocu-
poderes.15 rre dentro de los países, ni siquiera dentro del país
El repentino hundimiento del comunismo ha decisivo en toda la trama, la ex URSS. El fracaso
planteado diversas cuestiones prácticas que los del comunismo fue en diversos aspectos un fraca-
estudiantes de Relaciones Internacionales deben so internacional: primero, el fracaso al no lograr
comentar, entre ellas el nacionalismo, la migra- difundirlo en todo el mundo y la pérdida de opti-
ción, la proliferación de armas, la secesión. Pero mismo y legitimidad consiguientes; luego el fraca-
hay otros desafíos también más teóricos. Uno de so por no poder crear un sistema de alianzas efec-
ellos es el de la predicción: sin duda todos hemos tivo para rivalizar con el de Occidente; después la
hecho el ridículo al no ver lo que ocurriría en 1989 erosión gradual, y cada vez más visible, de la com-
y 1991. Una respuesta a esto es la que dan los his- petitividad, civil y militar, con Occidente. Al final,
toriadores, que alegan que estos sucesos han el comunismo se hundió no porque fracasara en
demostrado lo poco que se puede producir teori- ningún sentido absoluto —sus pueblos no estaban,
zando y que deberíamos volver a la narrativa.16 en general, ni en rebelión ni muriéndose de ham-
Sin embargo, este es otro ejemplo de debate mal bre— sino por la percepción de que no competía, y
formulado: aquí estamos, una vez más, atrapados de que no tenía ninguna perspectiva a largo plazo
en una falsa idea de la ciencia. El argumento de de competir con éxito, con Occidente. Una expli-
que las ciencias sociales deben predecir, porque si cación de ese hundimiento tendría que estudiar
no lo hacen no cumplen el criterio de “ciencia”, tanto la entropía general del sistema soviético
es infundado por partida doble. Por un lado, no como las percepciones y decisiones de sus líderes,
hay ninguna razón por la que las ciencias sociales pero también la forma en que fue afectado por
deban imitar a las ciencias naturales en todos sus diversos factores internacionales.
aspectos. Por otro, las ciencias naturales en sí Fuera o no la Guerra Fría un tipo de conflicto
mismas se alejan cada vez más de la prueba de la particular, muchos afirmarían ahora que con el
predicción y algunas de sus ramas (la biología evo- hundimiento del comunismo el mundo está vol-
lutiva es el ejemplo más evidente) ni siquiera fin- viendo a una preguerra fría, cuando no a la
gen hacerlo. El argumento de que la ciencia debe situación anterior a 1914. Mucho se ha escrito
explicar, no predecir, es pertinente a gran parte sobre las formas en que el mundo ha retrocedido
de las ciencias sociales y naturales. Si algunas con el final de la Guerra Fría, según un autor, al
ciencias sociales pueden predecir, como la demo- menos hasta la Edad Media. En algunos sentidos

15 Kissinger, Henry: Diplomacy, Simon & Shuster, Londres, 1993. Traducido al español: Diplomacia, Ediciones B, Barcelona, 1996.
16 Gaddis, John Lewis: “International Relations theory and the end of the Cold War”, International Security, vol. 17, nº 2, 1992-1993.
Yo he tratado el tema más exhaustivamente en Halliday, Fred: Rethinking International Relations, Macmillan, Londres, 1994, capí-
tulos 8-10. (Edición en español: Halliday, Fred: Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, Catarata, Madrid,
2002).
17 La postura de que la tarea de las ciencias sociales es explicar se ha cuestionado desde otra postura, a saber, aquella que afirma
que las explicaciones como tales son imposibles, dada la participación del sujeto humano, y que por tanto debemos limitarnos a
comprender. Este enfoque, conocido en términos generales como hermenéutica, podría sin embargo conllevar sus propios riesgos,
al entregar cualquier afirmación de objetividad en una deferencia exagerada a la subjetividad de la interpretación. Para argu-
mentos a favor véanse Smith, Steve y Hollis, Martin: Explaining and Understanding International Relations, Clarendon Press,
Oxford, 1991, capítulo 4; Brown, Chris y Ainley, Kirsten: Understanding International Relations, tercera edición, Palgrave
Macmillan, Basingstoke, 2005 y Wendt, Alexander: “The Agent-Structure Problem, in International Relations Theory”, International
Organization, vol. 41, nº 3, verano de 1987. Una ironía de este enfoque es que el padre de la “comprensión” en las ciencias
sociales, Max Weber, fue, en cuanto a las Relaciones Internacionales, defensor de una racionalidad y una objetividad implacables.
Puede que haya espacio para teorías comparables sobre, por ejemplo, los orígenes del nacionalismo o las causas de la guerra, pero
esto podría tener poco que ver con la participación del teórico implicado en estas actividades.

15
El estado ha perdido el poder
de gestionar sus propias sociedades,
al mismo tiempo que se erosionan
viejas identidades basadas
en el estado-nación

por lo menos, el hundimiento del comunismo, si Estados democráticos desarrollados para gestio-
no nos ha devuelto a una era anterior, además de nar sus diferencias sin recurrir a la guerra o a la
reavivar reivindicaciones y símbolos históricos, amenaza de guerra.19 Aún es demasiado pronto
ha suscitado de forma muy imperiosa varias cues- para saber con certeza cuál de estas dos even-
tiones clásicas en las relaciones internacionales. tualidades prevalecerá.
Una de ellas es la del derecho de las naciones a
la autodeterminación y las condiciones en las
que la comunidad internacional reconoce este
derecho: a pesar del compromiso contenido en la
Debates sobre el Estado:
Carta de la ONU, el mapa del mundo se corres- globalización y derechos
ponde menos con cierta autodeterminación de individuales
los pueblos (ya existentes) y más con el acciden-
te, el cansancio de la guerra y la capacidad de Frente a las afirmaciones de que estamos
los Estados para crear naciones dentro de ellos. regresando al pasado, otros dicen que estamos ya
Una segunda cuestión clásica, y muy vigente, es en un sistema internacional claramente nuevo,
la del conflicto entre dos grandes potencias: sobre todo debido a lo que se denomina “globali-
estamos en una situación en la que, por primera zación”.20 Esto coincide con un mayor interés, por
vez en un siglo, ni hay un conflicto militar entre parte de los analistas de las relaciones internacio-
dos grandes potencias ni se está preparando uno, nales, por la economía política y la sociología de
aunque no está claro si esta fase puede ser dura- las relaciones internacionales: por cómo la unidad
dera. Hay quienes, basándose tanto en la histo- política, el Estado, interactúa con las estructuras
ria como en la lógica, dicen que esta abstención de poder económico y con las tendencias sociales,
no puede durar y que las disputas sobre el incluidas las de la cultura, dentro de la comunidad
comercio y la influencia que ya estamos viendo mundial. Se alega a menudo el argumento a favor
desembocarán en la reactivación de una compe- de la globalización: los cambios en el comercio,
tencia militar general y de los bloques. 18 las finanzas, las comunicaciones, los medios de
Doscientos años después de que se publicara una comunicación mundiales hacen que el Estado haya
de las mejores obras teóricas sobre las relaciones perdido su poder de gestionar, y para aislar, a sus
internacionales, las trece páginas de Kant sobre propias sociedades, al mismo tiempo que erosio-
La paz perpetua, ésta sigue siendo una cuestión nan viejas identidades basadas en estos Estados-
vital. Otros señalarían la capacidad de los nación separados. Vivimos en un mundo de estruc-

18 Rosecrance, Richard: ‘”A New Concert of Powers?”, Foreign Affairs, primavera de 1992; Mearscheimer, John, “Back to the Future:
Instability in Europe after the Cold War”, International Security , vol. 15, nº 1, verano de 1990; Harvey, Robert: The Return of the
Strong, Macmillan, Londres, 1995. Otros pesimistas son Minc, Alain: Le nouveau Moyen Age, Gallimard, París, 1993 (traducido al
español: La nueva Edad Media: el gran vacío ideológico, Temas de Hoy, Madrid, 1994) y Huntington, Samuel: “A Clash of
Civilisations?”, Foreign Affairs, verano de 1993.
19 Doyle, Michael: “Liberalism and world politics”, American Political Science Review, vol. 80, nº 4, diciembre de 1986; para argu-
mentos en contra véase Cohen, Raymond: “Pacific Unions: A Reappraisal of the Theory that ‘Democracies Do Not Go to War with
Each Other’”, Review of International Studies, vol. 20, nº 3, 1994.
20 Para discusiones representativas véanse Camilleri, Joseph y Falk, Jim: The End of Sovereignty?, Edward Elgar, Aldershot, 1992 y
Sklair, Leslie: Sociology of the Global System, Harvester Wheatsheaf, Hemel Hempstead, 1991.

16
Las Relaciones Internacionales y sus debates

turas globales cada vez mayores, o de estructuras Las relaciones internacionales siempre han
transnacionales, pero no relacionadas con el tenido una dimensión ética, sea en debates sobre
Estado, que escapan al control ortodoxo. Parte de la ética de la guerra, sobre los aciertos y errores
esto podría ser benigno (el mercado del eurodó- de la intervención o las reivindicaciones en con-
lar) y parte no tanto (el narcotráfico). Estas ideas flicto de los Estados y los derechos humanos. Nada
no son producto del final de la Guerra Fría, aun- es más prescriptivo que el “interés nacional”,
que la terminación de ese conflicto las haya favo- supuestamente objetivo y amoral. En los últimos
recido: desde la década de 1970 al menos, cuan- años hemos visto un reforzamiento de este interés
do no desde la de 1840, se debate mucho el tema ético, como respuesta a varios factores convergen-
de la “interdependencia”, con la sugerencia de tes: los derechos humanos, como una cuestión
que el creciente contacto entre países desarrolla- legal y filosófica, han adquirido mayor importancia
dos al menos reduce el riesgo de guerra, disminu- en el debate internacional en los últimos veinte
ye la importancia de las cuestiones militares y años. Además, la cuestión de la intervención ha
reduce el poder de los Estados. Sin embargo, los sido planteada nítidamente por varias crisis poste-
argumentos en contra no han perdido ninguna riores a la Guerra Fría, sobre todo las de Irak,
fuerza: se exagera la novedad histórica de todo Somalia, Haití y la ex Yugoslavia. Estos debates se
esto, pues los Estados comerciaban mayores por- basan en una contraposición de la moralidad de los
centajes del PIB antes de la I Guerra Mundial que Estados, según la cual son los Estados el principal
ahora y la gente emigraba más de un siglo antes. referente ético y la principal fuente de orden y
Además, los Estados siguen conservando poderes justicia, y una moralidad de los individuos, según
considerables y están desarrollando otros nuevos, la cual los Estados deben ceder a las reivindicacio-
y no hay confundir el cambio hacia coaliciones de nes de los individuos y a las reivindicaciones implí-
Estados, formales (UE) o informales (el BIS, el citas, igualitarias y redistributivas que surgen de
Grupo de los 7, etc.), con la disolución de los estos individuos.22 Esta discusión se cruza ahora
Estados. Por otro lado, a medida que se desarro- con otra, más antigua pero ahora igualmente vehe-
llan formas de globalización, la respuesta de mente, sobre la base moral de la propia ética; un
muchos es no identificarse con nuevas estructuras debate en el que los defensores de unos principios
cosmopolitas, sino reafirmar sus propios intereses universales, basados en la razón, son cada vez más
e identidades. Además, los realistas salmodian cuestionados por quienes afirman que la ética sólo
que la construcción de vallas es parte necesaria es inherente a grupos humanos específicos, a
de la paz. Por tanto, cabe considerar que el argu- comunidades.23 Los debates Estado/individuo
mento sobre la desaparición del Estado y sobre la comunitario/universalista son conceptualmente
“globalización” no ofrece una reafirmación con- distintos, pero se superponen en parte: quienes
sensuada de un nuevo sistema internacional, sino sostienen la primacía de los individuos tienden a
una exploración de los procesos contradictorios apoyar el argumento de que hay reivindicaciones
que conlleva esta globalización selectiva y diver- universalistas que trascienden cualquier entidad
sas evaluaciones diferentes, analíticas y éticas, de más amplia, sea la nación, el Estado o la comuni-
lo que implica.21 dad; quienes defienden los derechos de los Estados

21 Entre numerosas críticas la primera, Waltz, Kenneth: “The Myth of national interdependence”, en Kindelberger, Charles (ed.): The
International Corporation, MIT Press, Cambridge, 1971 y una de las más recientes, Hist, Paul y Thompson, Grahame: “Globalization
and the future of the nation-state”, en Economy and Society, vol. 24, nº 3, agosto 1995, pp. 408-442. Al menos estos argumentos
no deben dejar dudas sobre la afirmación de que algo llamado “soberanía” existió una vez y se está perdiendo ahora.
22 Para la crítica de la moralidad de los Estados, véase Thompson, Janna: Justice and World Order, A Philosophical Inquiry, Routledge,
Londres, 1992 (ver notas 1 y 7 más arriba); Beitz, Charles: Political Theory and International Relations, Princeton University Press,
Princeton, 1979; para argumentos en contra véanse Nardin, Terry: Law, morality and the Relations of States, Princeton University
Press, Princeton, 1983 (traducido al español: La ley y la moral en las relaciones entre los Estados, EDAMEX, México, 1985) y los
argumentos siempre pertinentes de Bull, Hedley en The anarchical society : a study of order in world politics, McMillan Press,
Basingstoke 1977, capítulos 10-14. (Edición en español: La sociedad anárquica. Un estudio sobre el orden en la política mundial,
La Catarata, Madrid, 2005).
23 Véanse Waltzer, Michael: Spheres of Justice, A Defense of Pluralism and Equality, Basic Books, Nueva York, 1983, y MacIntyre,
Alasdair: After virtue, Duckworth, Londres, 1981 (traducción al español: Tras la virtud, Crítrica, Barcelona, 1987) para declara-
ciones de la postura comunitaria.

17
bien podrían hacerlo basándose en principios uni- y que sólo con una reafirmación más enérgica de la
versalistas, pero en un mundo donde el nacionalis- cooperación internacional, incluida la creación de
mo y su supuesto correlato, la soberanía del alianzas, se podría hacer frente al desafío terroris-
Estado, se han convertido en principios tan gene- ta. Quienes en los años anteriores habían propug-
ralizados (universales), es difícil resistirse al recur- nado teorías de la globalización y las desigualda-
so de la “tradición” nacional y a reivindicaciones des que contenía se dieron prisa en atribuir el
morales enmarcadas en términos nacionales o terrorismo a las desigualdades, de riqueza, poder
“tradicionales”. Hay muchos gobiernos, y no todos y respeto humano, inherentes al sistema, mientras
son del Tercer Mundo, que lo han hecho. que la teoría del “choque de civilizaciones” pro-
pugnada en 1993 parecía haber encontrado, en los
sucesos del 11-S y la retórica sunní radical de
El 11-S y la reconfiguración Osama Bin Laden, su confirmación decisiva. Los
del orden mundial puntos de vista menos ortodoxos no fueron menos
capaces de explicar estos sucesos: para los marxis-
Si el desmoronamiento de la Guerra Fría y el inexo- tas, reflejaban otro capítulo de la contradicción
rable avance de la globalización fueron procesos existente del capitalismo avanzado y en desarro-
que tardaron años, cuando no décadas, en de- llo, si bien uno en el que la ideología de los opri-
sarrollarse, no parece que ése sea el caso de la ter- midos había alcanzado un nuevo nivel de falsa
cera crisis importante de la política mundial que, consciencia; para las feministas, la violencia de los
en época reciente, plantea un desafío al analista voluntarios suicidas islamistas reflejaba la educa-
académico, al comentarista de política pública y a ción machista distorsionada recibida en las escue-
funcionarios por igual: a saber, la explosión en la las coránicas sólo para varones y su inducción al
escena internacional del terrorismo fundamentalis- mundo homoerótico de Al Qaeda; para los postmo-
ta islamista, personificado en los atentados contra dernistas, los mismos medios con los que se lanzó
Manhattan del 11 de septiembre de 2001. el ataque, y la estructura descentralizada, no
Como siempre, cada paradigma de las relacio- jerárquica, general del movimiento islamista eran
nes internacionales puede hacer, y normalmente un rechazo decisivo a las formas predominantes
hace, la afirmación de que este suceso y sus con- hasta la fecha de organización militar y política.
secuencias, como las invasiones estadounidenses En otras palabras: “todo sigue igual”.
de Afganistán y posteriormente de Irak, eran Frente a otros sucesos mundiales importantes,
explicables en su marco de referencia. Los realis- sin embargo, puede que no sea adecuada la res-
tas proclamaron que este ataque y la respuesta puesta basada en la imperturbabilidad, por no
estadounidense personificaban la supremacía del hablar de la aucomplacencia, teórica. Se cuestio-
Estado en las relaciones internacionales y de las naron las teorías y los conceptos de las relaciones
cuestiones de seguridad tal como se entendían tra- internacionales en varios aspectos clave, igual que
dicionalmente. Por otra parte, el cambio de la las políticas de seguridad de los Estados, las fuer-
atmósfera política patente en Estados Unidos y zas policiales y los servicios de seguridad de todo
también en el mundo islámico, producido como el mundo. En primer lugar, estaban los propios
consecuencia de estos sucesos, en el que las acti- militantes islamistas y su ideología: si la explica-
tudes se alejaron de un compromiso con valores e ción es la principal tarea del análisis académico,
instituciones universales, como la ONU y el dere- entonces surgía la cuestión de cómo explicar estos
cho internacional, para ir hacia la reafirmación de sucesos, sea en función de la religión, factores cul-
preocupaciones más particularistas (los valores turales que atraviesan todas las fases de la histo-
estadounidenses, el islam) parecía confirmar una ria, el carácter dictatorial de ciertos Estados
perspectiva realista. Los liberales y quienes apo- musulmanes o la historia internacional de Oriente
yaban el derecho y las instituciones internaciona- Medio en el último siglo. Gran parte de los comen-
les alegarían, por el contrario, que estos sucesos tarios reflejaban no sólo inclinaciones y preferen-
demostraban aún más la necesidad de respetar la cias directamente nacionales o políticas, sino tam-
ONU, las normas de intervención internacionales y, bién preferencias teóricas sobre, por ejemplo, la
de hecho, el trato a los civiles, por ambos bandos, importancia del pasado lejano o de consideracio-

18
Las Relaciones Internacionales y sus debates

nes culturales y religiosas inmutables en la expli- Nueva York en 1993 hasta los atentados de Madrid
cación de la conducta política. Lo que muchos, de 2004 y Londres de 2005, afectaron a diversos
especialmente en Estados Unidos, eran reacios a países y continentes. Por último, parecía que la
ver era que los orígenes de este movimiento podí- comunidad musulmana o umma se estaba uniendo
an verse no en factores culturales y de civilización en una única causa política y militar con la conse-
atemporales, ni, como se dijo falsamente después cuencia, entre otras, de que el “choque de civili-
en relación con Irak, en las acciones de determi- zaciones”, o un conflicto general, entre Occidente
nados Estados “irresponsables” de la región, sino y el mundo islámico, era ahora una realidad.
que estaban en algo en lo que Estados Unidos y sus Sin embargo, una combinación de conocimien-
aliados habían estado implicados durante la déca- tos regionales y de precisión teórica podría ofre-
da de 1980: a saber, la Guerra Fría y la moviliza- cer algunas rectificaciones a esta visión. Era evi-
ción del radicalismo islamista por parte de dente, en primer lugar, que la gran mayoría de los
Occidente contra la URSS. Esta modernidad del musulmanes rechazaba la militancia yihadista en
contexto político estaba unida al hecho de que, general, aun cuando deseaba que su sociedad y su
analizándola más detenidamente, la ideología de sistema político fueran en cierto modo más “islá-
Al Qaeda y las cuestiones que movilizaban a micos”. En segundo lugar, es obvio que, aunque
muchos varones jóvenes en todo el mundo islámi- estos grupos armados pudieran realizar ciertas
co no eran productos de ninguna creencia religio- acciones, no estaban en condiciones de desafiar a
sa atemporal, sino que, en su esencia, eran moder- casi ninguno de los más de 50 Estados musulma-
nas, radicales, populistas, del tipo de asuntos que nes existentes ni de derrotar a ningún Estado
había movilizado a muchas personas en todo el occidental. Lo que es más importante, un mínimo
mundo: la ocupación extranjera de tierras consi- de precisión en el uso de términos de las relacio-
deradas propiedad del pueblo oprimido, la oposi- nes internacionales podría servir para demostrar
ción a gobiernos dictatoriales considerados clien- que, aunque estos grupos eran en cierta medida
tes de potencias extranjeras, el rechazo a la capaces de actuar en diferentes países, esto no
explotación de la riqueza popular y nacional por los hacía más “transnacionales”, del mismo modo
fuerzas económicas externas y el rechazo a la que el hecho de que una empresa venda produc-
derrota y la humillación por parte de Estados occi- tos, o tenga fábricas, en varios Estados no la con-
dentales. El lenguaje de expresión era islámico y vierte automáticamente en una empresa transna-
las formas de respuesta, injustificables; pero el cional. Con la caída de los talibanes en noviem-
contexto en el que había surgido Al Qaeda, y el bre de 2001, los radicales sunníes perdieron el
contexto ideológico básico de su mensaje, eran apoyo explícito de un Estado. Este hecho repre-
modernos. Los hechos y los informes por sí solos no sentó un importante revés para los yihadistas que
podían explicar esta cuestión; hacía falta una pre- desde la década de 1980 habían gozado del mece-
cisión teórica y conceptual. nazgo y la protección de una sucesión de Estados:
Un aspecto igualmente importante es el relati- Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudí hasta
vo al carácter “transnacional” o internacional del 1989, Sudán desde 1990 hasta 1996 y Afganistán
propio movimiento islamista. El islam como reli- desde 1996 hasta 2001. Un análisis más minucio-
gión reivindica una lealtad, como el catolicismo, so de la composición de los grupos armados impli-
que trasciende y de hecho es anterior a las formas cados también mostraba que, aunque sí había
modernas de nación y comunidad. Bin Laden y sus cierto transnacionalismo en el reclutamiento, eso
colegas radicales yihadistas también pudieron, en estaba lejos de ser la característica predominan-
el Afganistán de la década de 1980 y más tarde, te de los grupos militares islamistas: en la mayo-
reclutar militantes en una gran diversidad de paí- ría de los casos el reclutamiento y la acividad
ses musulmanes: entre sus filas había combatien- estaban claramente confinados dentro de un solo
tes procedentes de Bosnia y Chechenia, Palestina e Estado, es decir, eran grupos “nacionales”
Indonesia, Yemen e Irak, así como de países occi- (Hizbolá en el Líbano, Hamas y la Yihad Islámica
dentales. Del mismo modo, sus actividades y las de en Palestina, el GIA en Argelia), mientras que
los grupos afiliados a ellos o inspirados por ellos, dentro de Al Qaeda, aunque los miembros ordina-
desde las primeras acciones identificables en rios procedían de numerosos países, la dirección

19
era de origen saudí o egipcio. Otra prueba de la temas que abarca como en los enfoques teóricos.
supervivencia de los factores “nacionales” es el Así, el ámbito de materias que son objeto de la
hecho de que entre los miembros ordinarios había disciplina seguirá siendo probablemente amplio y
frecuentes disputas entre diferentes grupos étni- quizá aumente incluso más. La economía política
cos.24 internacional, los estudios de seguridad, el nacio-
Los sucesos del 11-S, al igual que el final de la nalismo… todos los indicios apuntan a que estas
Guerra Fría y el avance de la globalización, susci- preocupaciones establecidas seguirán siendo
taron muchas otras cuestiones de importancia his- importantes dentro y fuera de la universidad.25
tórica, analítica y teórica. Entre ellas están, sin Una cuestión que preocupó en gran medida a la
duda, la naturaleza del poder en el mundo moder- comunidad internacional en el periodo posterior al
no, los determinantes de la política exterior esta- final de la Guerra Fría de principios de la década
dounidense y el papel del miedo en las relaciones de 1990 era el de la intervención, “humanitaria”
nacionales e internacionales. El 11-S también ha en el sentido más estricto y política en un sentido
obligado a todos los que trabajan sobre las rela- más amplio: el Kurdistán, Bosnia, Somalia y
ciones internacionales a pensar con más claridad, Ruanda fueron sólo algunos de los casos más
y con más profundidad histórica, sobre el papel de importantes y es probable que, como tema de
la cultura en las relaciones internacionales, enten- relevancia ética y política, continúe preocupando.
dido como un estudio de cómo los valores cultura- Pero estos casos no han aclarado ni los principios
les y religiosos afectan a las actitudes públicas y morales, ni las directrices políticas, que siguen
estatales hacia las relaciones internacionales, pero estando sometidos tanto a los caprichos de la polí-
también cómo las fuerzas y el marco internaciona- tica nacional en los principales Estados como a
les influyen en las culturas nacionales, moldeán- cualquier cálculo de obligación. En un contexto
dolas para sus fines contemporáneos e inexora- post Guerra Fría, hay muchas razones para reexa-
bles. Así es justamente como debería ser: aparte minar la materia original del tema, eso que erró-
del desarrollo interno de la disciplina, y de la neamente se denomina “utopismo”. Si se ha aban-
influencia de tendencias intelectuales contempo- donado hace mucho la creencia ingenua de que el
ráneas más amplias, son estos sucesos mundiales derecho internacional puede prevenir la guerra,
los que, pese a todo el miedo del “presentismo”, otros dos aspectos de esa visión wilsoniana original
deben servir como materia prima y desafío dura- tienen una considerable relevancia contemporá-
dero para las supuestas y posibles autocomplacen- nea: la creación de instituciones de gobernanza
cias de la teoría de las Relaciones Internacionales. global y la relación de la democracia con la paz. El
primero abarca no sólo las principales instituciones
globales —la ONU, el FMI, la OMC, etc.—, sino tam-
Temas viejos y nuevos bién un abanico de cuestiones, relativamente nue-
vas, sobre tributación, regulación y gestión. El
Si hasta la fecha el estudio de las Relaciones segundo, un tema clásico reavivado en gran medi-
Internacionales ha tenido una trayectoria desigual, da con la desaparición del comunismo, tiene
parece probable que en el futuro siga exhibiendo numerosas implicaciones, políticas y teóricas, para
puntos fuertes y débiles comparables, tanto en los el estudio de las relaciones internacionales.26

24 Gerges, Fawaz: The Far Enemy. How Jihad Went Global. Cambridge University Press, Cambridge, 2005; Halliday, Fred: Two Hours
that Shook the World, Saqi, London, 2001; Kepel, Gilles: Jihad. The Trail of Political Islam I.B.Tauris, Londres, 2002 (traducida
al español como: La yihad. Expansión y declive del islamismo, Península, Barcelona, 2001).
25 Para una perspectiva general del programa que tienen ante sí las Relaciones Internacionales, véanse las propuestas del director
entrante de International Organization (Odell 1992). Bajo el título de “Temas tradicionales y oportunidades prometedoras” enu-
meraba: teorías generales de las relaciones internacionales y política exterior; economía política; guerra, paz y seguridad; insti-
tuciones; negociación; ideas políticas. También daba la bienvenida a los trabajos sobre la relación nacional-internacional, el
nacionalismo y la historia.
26 Doyle, Michael: “Liberalism and world politics”, American Political Science Review, vol. 80, nº 4, diciembre de 1986; Fukuyama,
Francis: The End of History and the Last Man, Hamish Hamilton, Londres, 1992 (traducido al español: El final de la historia y el
ultimo hombre, Planeta, Barcelona, 1992); Halliday, Fred: Rethinking International Relations, Macmillan, Londres, 1994 (edición
en español: Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, Catarata, Madrid, 2002).

20
Las Relaciones Internacionales y sus debates

Desde la posición ventajosa de mediados de la económicas, es decir, de competición. En cuanto a


década de 2000, parece probable que otras cues- la percepción, la conducta interestatal y la actua-
tiones adquieran importancia, como consecuencia ción económica, la cuestión de las “civilizaciones”
de cambios en el sistema internacional más que de podría adquirir un lugar central en el discurso
cambios concretos que acompañan el final de la público y en la reflexión académica. La cuestión
Guerra Fría. La ecología, la migración y las comu- de la demografía es quizá el desafío más impor-
nicaciones constituyen tres de ellas: todas identi- tante que afronta el mundo contemporáneo, aun-
fican cuestiones transnacionales que van más allá que una buena parte de la literatura sobre ecolo-
de la competencia o el dominio de Estados indivi- gía la elude y en gran parte del Tercer Mundo se
duales y todas conllevan cuestiones políticas y éti- percibe como elemento de alguna conspiración
cas. Fukuyama ha afirmado que la revolución en “del Norte”. Dos de las clases dirigentes religiosas
curso en las ciencias de la vida, que prometen una más poderosas, la del catolicismo y la del islam,
longevidad hasta ahora inconcebible a quienes también niegan su importancia. Como cualquier
tengan los recursos para ello, constituiría una otra cuestión contemporánea, la demografía incor-
revolución en los asuntos sociales sin parangón. pora asuntos del poder estatal, de diversidad
Además de reconocer su importancia, estos temas moral y de consecuencias transnacionales.
también merecen atención por la misma compleji-
dad de las cuestiones analíticas y morales que
implican: no hay una respuesta sencilla a la pre- El futuro: perspectivas
gunta de cómo han afectado estos procesos al teóricas
papel de los Estados y a la separación de las socie-
dades, como no la hay para las opciones morales y, En el plano teórico, parece poco probable que la
por tanto, políticas que ofrecen estos fenómenos. disciplina logre una unidad metodológica como la
No es difícil hacer una lista pesimista de cues- tuvo en un tiempo, y probablemente no sería
tiones protagonistas del mundo actual:27 el terro- deseable que lo lograra. En esto, las Relaciones
rismo nuclear y de baja intensidad, las guerras Internacionales reproducen en cierto modo la
entre democracias, la fragmentación y ruptura de diversificación y la fragmentación que caracteriza
bloques comerciales, la destrucción ecológica de a otras disciplinas, sobre todo la Sociología, la
los Estados, las movilizaciones transnacionales de Geografía y la Historia. Aunque el principio de que
comunidades religiosas. Sin embargo, también “todo vale” es peligroso, es deseable una situa-
podría haber cuestiones que no son evidentes hoy, ción de pluralismo teórico siempre que cada una
pero que adquirirán importancia en las próximas de las teorías genere una agenda de investigación
décadas. Dos temas que están en el horizonte de que desemboque en un análisis sustancial. El rea-
mediados de la década de 2000 y que podrían lismo no puede recuperar el monopolio que tuvo
cobrar una importancia mucho mayor son la “civi- una vez, pero tampoco va a desaparecer: los vie-
lización” y la demografía: ambas fueron, natural- jos paradigmas nunca mueren, simplemente
mente, elementos centrales de las relaciones siguen marchando, y el realismo no será una
entre los Estados en siglos anteriores y ahora han excepción.
vuelto a surgir, después de cierto desplazamiento Esto no debe impedir que otros enfoques teóri-
temporal. Ninguna de las dos ha abandonado cos produzcan sus propias agendas y análisis alter-
nunca la ideología, la percepción popular vivida, nativos. Dos de las áreas potencialmente más fruc-
de los asuntos internacionales. La “civilización”, tíferas son la sociología histórica y el feminismo.
aunque se la considera en general como una reli- La primera, que abarca tanto la obra de los auto-
gión, una etnia y unos valores nacionales distinti- res weberianos como la de los marxistas, ofrece la
vos englobadores, no es sólo un asunto de creencia oportunidad de abordar algunas de las cuestiones
y valor, sino también de organización y actuación más complejas y menos investigadas en las

27 Encontramos esta lista en la obra de Kaplan, Robert: The Ends of the Hearth, Alfred Knopf, Nueva York, 1996 en Harvey, Robert:
The Return of the Strong, Macmillan, Londres, 1995 y en Minc, Alain: Le nouveau Moyen Age, Gallimard, París, 1993 (traducido al
español: La nueva Edad Media: el gran vacío ideológico, Temas de Hoy, Madrid, 1994).

21
Relaciones Internacionales: el nexo entre sociedad ahora en dimensiones individuales y sociales,
nacional y las relaciones internacionales, el papel podría verse afectada por este contexto: la cons-
de la cultura al influir y determinar el sistema y la titución internacional de las economías, imágenes
periodización histórica del sistema internacional. de género, prácticas sociales, posibilidades lega-
El vínculo nacional-internacional, además de su les. El encuentro del feminismo con lo internacio-
importancia intrínseca, es una cuestión a través de nal, tanto como el encuentro de la sociología,
la cual las Relaciones Internacionales pueden de- también plantea cuestiones a ambos cuerpos de
sarrollar su relación con otras áreas de las ciencias pensamiento: las mismas complejidades, analíti-
sociales, incluso estudiando la evolución del cas y éticas, de las cuestiones internacionales
Estado y examinando patrones de interacción en imponen la aclaración y el desarrollo de enfoques
diferentes periodos de la historia. De hecho, una feministas. El feminismo tampoco ha sido inmune
vez que se considera el Estado no una abstracción a las distorsiones del postmodernismo: en sus orí-
legal, sino una entidad política y social, es posible genes, socialistas y liberales, basados en princi-
una reorientación del tema.28 Acerca del papel de pios racionalistas de la Ilustración, su impacto en
la cultura, hay mucha especulación sobre cómo las la disciplina se ha visto reducido por esta asocia-
comunicaciones internacionales, por satélite, ción divisiva con interpretaciones inconsistentes,
cable y fax, han derribado barreras entre Estados antipositivistas y potencialmente antiemancipato-
y sociedades. En esta idea subyace otra afirmación rias.30 La presunción, predominante durante gran
sobre el papel de la cultura en la constitución de parte del postmodernismo, de que sólo éste ofre-
sistemas de influencia y dominación. Lo menos que ce un medio de examinar estructuras de domina-
cabe decir es que estas afirmaciones exigen una ción y dar voz a los oprimidos, se reproduce en el
evaluación cuidadosa y comparativa. La tercera de análisis de las relaciones de género. Como han
estas cuestiones, la periodización de la historia del demostrado las críticas feministas del postmoder-
sistema, nos permite examinar hasta qué punto los nismo, el riesgo es el de automarginarse, disfra-
cambios en la sociedad, y sobre todo la llegada de zado a menudo como principio: con demasiada
la “modernidad”, han reestructurado el sistema frecuencia prevalece la introversión metodológica
internacional.29 Las tres cuestiones lindan con el a expensas de la crítica ética o del análisis sus-
asunto, suprimido con frecuencia en la disciplina tantivo.
tradicional de las Relaciones Internacionales,
tanto por parte del realismo como por parte del
conductismo, de la evolución histórica del Estado Expectativas
y la alteración de sus poderes y su carácter.
Por su parte, el feminismo ya ha demostrado Sobre este telón de fondo, cualquier previsión
cómo una serie de cuestiones consideradas con- sobre a dónde va la disciplina en el próximo cuar-
vencionalmente neutrales en cuanto al género tie- to de siglo debe formularse con gran cautela y
nen en realidad un carácter de género: la seguri- debe reconocer el papel de las tres dimensiones
dad, el interés nacional, los derechos humanos, la formativas sobre el tema: la evolución de la propia
guerra, el nacionalismo. En tal sentido, suscita una disciplina, los cambios en las demás ciencias socia-
reconceptualización general de gran parte de las les y la trayectoria de la historia mundial. Dicho
Relaciones Internacionales, vinculada al desarrollo esto, algunos temas clásicos y pesimistas parecen
de otros enfoques críticos. Pero del mismo modo, abocados a permanecer con gran firmeza en la
la participación del feminismo en lo internacional agenda: la guerra, la violencia no estatal, el nacio-
sugiere una serie de cuestiones sobre las que la nalismo y el conflicto comercial. Otros atraerán la
propia perspectiva feminista, centrada hasta atención de quienes están en el extremo político:

28 Little, Richard: “International relations and large-scale historical change”, en Groom y Light (eds.): Contemporary International
Relations, Pinter Publishers, Londres/Nueva York, 1994.
29 Rosenberg, Justin: The Empire of Civil Society, Verso, Londres, 1994.
30 Molyneux, Maxine y Steinberg, Deborah: “Mies and Shiva’s Ecofeminism : a New Testament?”, en Feminist Review nº 49, prima-
vera, 1995 (traducido al español como “El ecofeminismo de Shiva y Mies: ¿regreso al futuro?”, en Ecología Política, nº 8, 1995);
Nussbaum, Martha: “The Hip Defeatism of Judith Butler”, New Republic, vol. 22, nº 2, 1999.

22
Las Relaciones Internacionales y sus debates

El terrorismo, la migración,
la guerra de los conflictos comerciales y
la proliferación nuclear
centrarán la agenda de
las relaciones internacionales

la migración, el terrorismo, la proliferación nucle- a estas transformaciones en el sistema internacio-


ar. Como ya se ha sugerido, una cuestión dominan- nal y a las perspectivas cambiantes de las propias
te que quedó al final de la Guerra Fría, la de las ciencias sociales. Aquí hay cuatro directrices gene-
perspectivas para la colaboración pacífica entre rales que podrían servir para orientar la disciplina
los principales Estados, permite tanto una inter- y cumplir los criterios que se han señalado antes.33
pretación pesimista como una optimista. Podemos En primer lugar, la disciplina de Relaciones
prever un futuro dominado por nuevas carreras de Internacionales no debería perder de vista el
armas y la competición por las esferas de influen- requisito de ser sustantiva, es decir, que aunque la
cia, con universidades en un par de décadas, o teoría es un requisito previo, puesto que los
menos, ofreciendo programas de máster sobre la hechos por sí mismos carecen de significado, debe
ruptura de los bloques comerciales y la remilitari- producir teorías que puedan analizar procesos his-
zación de las sociedades desarrolladas. tóricos y cuestiones específicas dentro de ellos:
Alternativamente, podríamos ver la consolidación una búsqueda de metodología por sí misma, divor-
y expansión de la región de Estados desarrollados ciada del análisis de sucesos reales o históricos,
y desmilitarizados, la zona de paz o “interior servirá de poco, salvo para aislar aún más el tema
lockeano”, donde los antiguos patrones de con- del público en general. Para evitar este escollo, la
ducta competitiva entre los Estados ceden ante teoría haría bien en cumplir un segundo desiderá-
nuevas formas de cooperación.31 Incluso si preva- tum: los autores sobre Relaciones Internacionales
lece lo segundo en una parte del mundo, quedaría deberían ser más conscientes de, y los estudiantes
por ver cómo llevar las relaciones con las demás ser más versados en, la filosofía de las ciencias
regiones, presumiblemente no lockeanas: seguiría- sociales en general. Parte de la reivindicación de
mos estando muy lejos de la situación que Francis ser capaz de formar la mente se basa en la medi-
Fukuyama, citando a Kojeve, calificaría de “reali- da en que las Relaciones Internacionales como
neamiento de las provincias”.32 Es especialmente tema de estudio puedan servir para educar a los
pertinente aquí la cuestión que los autores marxis- estudiantes en las cuestiones de método —hecho y
tas y “estructuralistas” han incluido en la agenda valor, explicación y generalización, causas— comu-
como la más importante: la continuidad de la exis- nes a las ciencias sociales: un excepcionalismo
tencia de desigualdades económicas en un mundo artificial, por el que las cuestiones de metodología
de prosperidad creciente para algunos. de las ciencias sociales se debaten como si fueran
Si bien la tarea del estudio académico de las característicos de la materia, no sirve ni a la ense-
relaciones internacionales no es prever estos suce- ñanza ni a la precisión metodológica. En tercer
sos, sí puede, en mejor o peor medida, responder lugar, la materia necesita mantener, y de hecho

31 Singer, Max y Wildavsky, Aaron: The Real World Order: Zones of Peace/Zones of Turmoil, Chatham House, Chantam,1993.
32 Fukuyama, Francis: The End of History and the Last Man, Hamish Hamilton, Londres, 1992 (traducido al español: El final de la his-
toria y el ultimo hombre, Planeta, Barcelona, 1992). Entre los numerosos textos que tratan de Fukuyama, dos son de interés espe-
cial: Lutz Niethammer, Posthistoire, Has History Come to an End?, Verso, Londres, 1992; y Perry Anderson, “The End of History”,
en A Zone of Engagement, Verso, Londres, 1992.
33 Una agenda que en cierto modo es paralela a ésta, y que trata de unir las Relaciones Internacionales con conceptos generales de
teoría social, es la de Rosenberg, Justin: “The International Imagination: IR Theory and ‘Classic Social Analysis’”, en Millennium,
vol. 23, nº 1, primavera de 1994.

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desarrollar, su relación con la Historia: quizá que se necesitan mutuamente más que nunca. Las
demasiado preocupada por distanciarse de la his- Relaciones Internacionales existen como asignatu-
toria diplomática de la que surgió originalmente, ra académica, siguiendo a Dahrendorf, debido, en
las Relaciones Internacionales necesitan ahora un parte, a la permanente tensión con el mundo de la
vínculo más comprometido con la Historia. Una historia y los sucesos. A esta motivación, la fuente
base de este tipo es un requisito previo para una más duradera de insatisfacción, hay que darle la
teorización adecuada en Relaciones Interna- bienvenida sobre todas las demás.
cionales. Del mismo modo, un estudio atento de la
Historia podría servir, paradójicamente, para res-
catar las Relaciones Internacionales de la afirma- La autonomía de las
ción de continuidades transhistóricas donde no las Relaciones Internacionales
hay. Si uno de los cambios más interesantes en las
Relaciones Internacionales es el examen de cómo La disciplina de Relaciones Internacionales, para
el sistema internacional no ha sido continuamente poder hacer frente a los desafíos académicos e his-
el mismo desde las guerras del Peloponeso, los tóricos que tiene ante sí, ha de producir un traba-
argumentos a favor o en contra de esto sólo pue- jo que cumpla los criterios de la teoría de las cien-
den hacerse por medio de un estudio crítico de la cias sociales, y al mismo tiempo ayude en la doble
propia historia. Lo mismo se aplica, a fortiori, a tarea de cualquier ciencia social que se enfrente a
los argumentos sobre cómo son los patrones “nue- ella, a saber, la de explicar sucesos y procesos, y
vos” o perennes de las relaciones contemporáneas la de aclarar los debates normativos. El cumpli-
entre Estados. miento de estas tareas avanzaría mucho si los pro-
Por último, la disciplina puede reforzar la ten- fesionales prestaran el debido respeto a las formas
dencia ya evidente hacia el examen de las cues- de actividad intelectual afines a la labor de las
tiones éticas en las relaciones internacionales. Si relaciones internacionales, a saber, una buena
una de las características más sorprendentes del comprensión de la historia y un reconocimiento de
debate público contemporáneo, y también del que las bases de los debates se sitúan en el inte-
académico, es el énfasis en estas cuestiones éti- rior de la filosofía de las ciencias sociales en gene-
cas, sorprende igualmente cómo estos debates ral. Pero la labor de las relaciones internacionales
carecen normalmente de profundidad histórica o también exige que otros científicos sociales y quie-
de precisión teórica: casi todos los comentarios nes intervienen en la política pública reconozcan
sobre, por ejemplo, el enfrentamiento Irak- el propio campo específico de estudio de las
Estados Unidos en Kuwait (1990-1991) o la crisis Relaciones Internacionales, sus conceptos, teorías
bosnia (1992-1995) se hicieron con una aparente y metas; es decir, su autonomía frente a las demás
conciencia histórica, como en la invocación del ciencias sociales e igualmente frente al debate
“apaciguamiento”. Pero el debate sobre cuestio- público y político.
nes morales —cuándo y cómo intervenir, si se debe La disciplina de Relaciones Internacionales no
aceptar un mal para prevenir otro, nuestra obliga- puede ser una herramienta de políticos, periodis-
ción de ayudar a otros pueblos— se viene realizan- tas, analistas del mercado o espías, o estar impul-
do en un discurso moral desprovisto de dimensión sada por sus prioridades y metodologías. Tampoco
histórica. Esto no quiere decir, por supuesto, que es un apéndice de las ciencias sociales con un
esta dimensión proporcionaría las respuestas a enfoque “nacional” o de “sistema delimitado”, sea
todos los dilemas morales; sin embargo, serviría dentro de la historia, la política, el derecho o la
para informar e iluminar el debate público y afinar economía: lo internacional no es, como se suele
las decisiones que tienen que tomar políticos y presentar, algo residual o añadido a otras formas
votantes. Aquí, acertadamente, los mundos de la de investigación, como el último grupo minoritario
teoría clásica y del debate político público podrían al que se le pide que sume sus opiniones resumidas
encontrarse en una interacción creativa. Sin duda a una investigación más general, nacional o esta-
parece, sobre la base de los últimos tres cuartos tista. Para que la teoría de las Relaciones
de siglo, y no menos en esta época de tanta con- Internacionales haga su tarea y participe en el
fusión en las esferas internacional e intelectual, mundo en general de otras ciencias sociales y en el

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Las Relaciones Internacionales y sus debates

debate público, esta autonomía disciplinaria debe Beitz, Charles: Political Theory and
ser reconocida, respetada y preservada. Entonces International Relations, Princeton
la ciencia de las Relaciones Internacionales podrá University Press, Princeton, 1979.
desempeñar un papel adecuado, reuniendo tres Booth, Ken y Smith, Steve (eds.): International
condiciones que cualquier ciencia social necesita Relations Theory Today, Polity Press,
para establecer y promover esa autonomía e inte- Cambridge, 1995.
gridad: primero, debe hacer bien su propio traba- Brown, Chris y Ainley, Kirsten: Understanding
jo y no caer presa de la moda metodológica y la International Relations, tercera edición,
inversión epistemológica; en segundo lugar, aque- Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2005.
llos con los que interactúe deben respetar esa Brown, Chris: International Relations Theory:
autonomía, como la disciplina de las Relaciones New Normative Approaches, Harvester
Internacionales debe respetar la suya, sea acadé- Wheatsheaf, Hemel Hempstead, 1992.
mica o no; y por último, las Relaciones Brown, Chris: “Critical theory and postmoder-
Internacionales y sus interlocutores lejanos y cer- nism in international relations”, en Groom,
canos, todos, deben conservar cierto grado de A.J. R. y Light, Margot (eds.): Contemporary
duda estratégica sobre sí misma y aceptar que International Relations: A Guide to Theory,
para muchas cuestiones, algunas clásicas, otras Pinter Publishers, Londres, 1994.
suscitadas por sucesos o tendencias intelectuales Brown, Chris: “‘Turtles All the Way Down’: Anti-
recientes, no tenemos todavía, ninguno de nos- Foundationalism, Critical Theory and
otros, respuestas claras. La autonomía teórica, el International Relations”, Millennium, Journal
respeto mutuo y un mínimo continuo de modestia, of International Studies, vol. 23, nº 2, vera-
duda e investigación intelectual son los requisitos no de 1994.
esenciales para el estudio saludable de lo interna- Bull, Hedley: The anarchical society: a study of
cional, como de muchas otras cosas del mundo order in world politics, McMillan Press,
moderno. Basingstoke 1977 (edición en español: La
sociedad anárquica. Un estudio sobre el
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