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Para estudiar la poética de Manuel Ramos Otero en torno al vih/sida hay que
considerar Página en blanco y staccato (1987), pues es el primer texto en que el autor integra
de la enfermedad tiene un andamiaje que se revela contra las dinámicas históricas de poder,
desaparecidos. De este modo, el libro combate a su vez las dinámicas de exclusión del
discurso literario nacional o canon, mostrando una actitud preocupada y combativa, que no
deja diagnosticar su cuerpo-isla cuando tal lectura clínica viene disfrazada de ‘domesticar’.
educados en España, Francia o Estados Unidos, propuso en algunos textos sus propias
biopolíticas, unas resistentes, otras cómplices, respecto a la manera en que gobernaba España,
el imperio de ultramar. Igual bajo el yugo colonial de los Estados Unidos desde el 1898 hasta
distintos textos en los que la enfermedad atraviesa temas o problemas ontológicos en dos
niveles: como individuos, de nuestra identidad, como colonia, de nuestro devenir nacional.
La literatura, con la intención de explicar los orígenes de nuestra identidad como población
diversa y de los problemas sociales que ameritan agencia, discursa en torno a la enfermedad
como metáfora moderna para deducir motivos económicos, desplazamientos o prejuicios. Sin
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embargo, estos son solo algunos de los acercamientos más recurrentes de la crítica literaria
relación de la retórica clínica con la crítica literaria lo siguiente: “La crítica como institución
lleva a cabo una operación aséptica por medio de la cual se esteriliza, se trata de borrar la
fundamental contaminación textual que se produce en toda literatura.” (17) De forma que, en
desplazamientos de valor que privilegia a unos textos sobre otros, a fin de purgar la sangre
de la página en blanco de la nación. Como indica Gelpí, no es casual que las “obras maestras”
operación aséptica de la crítica literaria, encontramos voces que asumen una posición de
literario: novelas médicas, narraciones testimoniales, diarios, entre otros. Al considerar las
no exclusivo del especialista, sino de absolutamente todo el mundo”. (17) Esto crea dos polos
discurso médico, desde un observador especialista que analiza al objeto enfermo con
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del sujeto enfermo, quien interpreta por sí mismo sus (bio)procesos. (29)
Insularismo (1934) de Antonio S. Pedreira, en las que destaca una afición literaria a la
retórica clínica que hasta el siglo XX incide en el código médico para abordar la nación y la
identidad nacional. (López Baralt, 207) Las obras que señalan Juan G. Gelpí y Mercedes
López Baralt como representativas del canon literario son apenas una muestra de textos en
las que se observa la enfermedad en tercera persona, o que incurren en un diagnóstico social
que propone el autor del discurso. Ese corpus, el cual Gelpí extiende desde Salvador Brau
hasta René Marqués, puede ampliarse con otros títulos, como el cuento “Mantengo” de
Emilio S. Belaval, publicado en su libro Cuentos para fomentar el turismo del 1946.
representación en obras como la La cuarterona de Alejandro Tapia y Rivera del 1867, seis
años antes de la abolición del sistema esclavista. Situada en La Habana, la obra cuenta la
criollo estudiante de medicina, esto, dado a su “condición” social. Julia desarrolla una
enfermedad fatal a causa del abismo que supone la biopolítica dominante de la sacarocracia
y la pigmentocracia. Los estudios de Carlos no le son útiles para comprender los síntomas de
aquellas obras en las cuales el personaje principal o narrador se enfrenta con la enfermedad
a la enfermedad entre la experiencia de Carlos y la de Julia (29). De este modo, el cuento “La
familia de todos nosotros” de Magali García Ramis, en donde los familiares buscan remedios
diversos para curar a una mujer, entra a este corpus. El Diario de Julia de Burgos de 1948
también puede interpretarse como parte del contra canon que diseño. Escrito en primera
persona, el discurso habla desde su subjetividad; el yo desde las intervenciones sociales que
La obra literaria de Manuel Ramos Otero, como señala Carolina Sancholuz, “apela,
cerca el planteamiento que hace de Juan G. Gelpí sobre este gesto como uno desafiante ante
la nación a manera de familia. De este modo, Los últimos dos libros de Manuel Ramos Otero,
como sucede con los indios en la novela Los ríos profundos (1958) del escritor peruano José
de humano al sujeto, como hizo el escritor judío Franz Kafka en La metamorfosis e Informe
delimitan las condiciones que posibilitan a los individuos vivir o no. Estos espacios
de la biopolítica (2004), Michel Foucault concibe por biopolítica a “la manera como se ha
gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de seres vivos constituidos como
población” (359). Estas racionalizaciones europeas del arte de la gobernanza operan desde
población y la familia.
Desde la perspectiva foucaultiana, los problemas que se plantean los Estados liberales
se relacionan con la capacidad de utilidad -de valor material o intelectual- de los individuos
longevidad, la enfermedad es uno de esos fenómenos propios de los seres vivos sobre el cual
históricas de las colonias europeas en América. La manera en que se justificó desde los
campos científicos y teológicos a favor de sostener la trata esclava desde el siglo XV hasta
manifestaciones de los Estados modernos sobre el biopoder, en torno a los cuerpos de las
racista desde el siglo XV, y la manera en que los imperios actuales gobiernan sobre sus
una ruptura biológica entre unos y otros, y al inscribe en el campo biológico, lo controla al
punto de definir qué dejar vivir o hacer morir (Mbembe, 21). Previo al desarrollo de lo que
[M]ás que el pensamiento en términos de clases sociales (la ideología que define la
Para Mbembe, la biopolítica tal cual la describe Foucault no es sino la forma que toma en la
consiente de la aplicación y alcance de sus poderes, y de las poblaciones que somete. Los
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imperios europeos sometieron a los habitantes y las tierras de África y de América bajo un
las esferas de poder (muerte). Las metáforas de la enfermedad se nutren en gran medida de
los procesos racistas (esa ruptura biológica que señala el filósofo africano), y las dinámicas
Los textos que componen el corpus que acabo de mostrar, aquellos que observan la
enfermedad en tercera persona, suelen replicar en ella metáforas discursivas propias del
discurso racista. Tomemos por ejemplo La charca, narrativa en la que se valida el control
marcos oficiales. La literatura alterna a dicho canon que formulo para esta investigación se
canónicos. En el caso de las metáforas del vih/sida en los libros de Manuel Ramos Otero, el
racismo es una sombra que se revela sobre la sangre de la página en blanco. En los cuentos
que componen la colección Página en blanco y staccato el autor explora los vínculos de la
desplazamiento racial, vínculos entre las necropolíticas y los personajes que las sufren.
Los primeros dos cuentos narran la historia de dos familias acomodadas de la sociedad
primero, “La otra isla de Puerto Rico”, el narrador nos relata la genealogía de Don José
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hacendada a la que perteneció su familia en el siglo XIX. El narrador compila datos de las
la gemela de José Usbaldo, Doña Liboria Olmo Olmo. Al final, el narrador, quien vive en
Nueva York (la otra isla de Puerto Rico), vuelve a la hacienda La Esmeralda y descubre la
casa deshabitada; los gemelos habían muerto el mismo día y a la misma hora por razones
misteriosas. Los Olmo Olmo ofrecían salario y jornadas justas en su industria de tabaco, y
industrial el Estado colonial e imperial gozó de inmunidad legal para manipular la población
y sus terrenos para: expropiar tierras agrícolas, construir carreteras, establecer fábricas,
privada del puertorriqueño pronto se vio invadida de amos ausentes por los que se “desalojan
terrenos invadidos por familias desahuciadas” (Ramos Otero 21). La ‘otra isla de Puerto
Rico’ es símbolo del destino del exilio boricua (Nueva York, por ejemplo), como también
del ‘otro’ Puerto Rico al que se aspira, y que se construye al margen de las políticas
El tema de la Gran Familia lo sigue de cerca desde otro ángulo en “La heredera”,
cuento que funciona como despojo y como espejo oblicuo de su relación literaria con la
escritora Rosario Ferré. Manuel Ramos Otero utiliza elementos narrativos de su coetánea,
siguiendo los temas del matrimonio doméstico, en particular, las relaciones de abuso contra
la mujer por medio de los roles asignados tradicionalmente a ellas en las esferas sociales
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pudientes. Este tema es uno de los ejes que Ferré desarrolla en Papeles de Pandora (1976),
en cuentos como “La muñeca menor” y “Cuando las mujeres quieren a los hombres”, y es el
eje desde el cual Ramos Otero reescribe “La heredera”. Este cuento también puede leerse
como una ficcionalización sobre las familias pudientes, como la de Ferré, en las cuales la
conservación del sistema patriarcal hace del heredero “el símbolo de lo concreto” (27),
metáfora del poder político. Es interesante observar que la secuencia de enfermedades surge
de ese misterioso sistema de cosas que, en el cuento, se heredan. Tanto la madre de Luis
Felipe Averasturi como su esposa, Delta Napoleoni, mueren encerradas, enfermas de los
encierro doméstico, cínicamente romántico y costoso para las mujeres de alcurnia. En este
enfermedad desde las poblaciones exiliadas. “Vivir del cuento” es tanto un cuento como una
reflexión en torno a la relación del cuentero/a con las capacidades del género literario. A
con Magali en torno a la necesidad de escribir un cuento sobre los puertorriqueños que
acabaron exiliados en Hawaii como mano de obra barata. Les parecía que habían quedado
principios del siglo XX, Monserrate es un puertorriqueño que nos cuenta cómo acabó en
en el exilio por un diagnóstico de lepra, una enfermedad que por instrucción clínica implicaba
aislamiento y cuarentena.
Para hablar del discurso histórico oficial y literario, Benigno Trigo hace uso de un
narrativa ramosoteriana en el que ella se refiere al tiempo histórico nacional como un ‘tiempo
antihéroe como un paciente social. El diagnóstico de sus personajes está marcado por
estigmas (pobreza, racismo, homosexualidad, feminidad). Los espacios a los que se les
excluye les impiden formar parte de la nación en formación: la cárcel, la isla, el hospital, la
tumba. Según el análisis de Trigo, los personajes de Página en blanco y staccato “se rebelan
contra esta exclusión, se muestran impacientes con ella, personajes como Monserrate
contagiosa que es el tiempo de la cuarentena” (4). Esta rebelión del personaje ante su
situación de marginalidad, contada en primera persona, coincide con la lectura rebelde del
autor ante el canon de Gelpí y Sancholuz. Al narrar la deshumanización que sufren desde las
colonia-nación.
individuo, la voz de varios registros. Monserrate nos muestra los paralelismos de un exilio
doloroso sobre el cual ser puertorriqueño es ser una vida no vivida, una vida con amo:
hacia atrás, a través de las plantaciones de caña y piña, y Puerto Rico había sido una
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imagen, clara pero intocable, presente pero remota, y ese dolor y esa pobreza habían
sido trasplantados a otro suelo y otra isla, como si el tiempo los hubiera obligado a
pasar de un lado al otro del espejo, como si se hubieran mudado de casa y todavía
Siguiendo este motivo, los personajes de Magali y el narrador comentan que “nuestra casa
siempre ha tenido una orden de desahucio clavada sobre la puerta. Y es ya hora de botar al
casero” (55). Al fondo, la discusión sobre la raza despierta un ánimo independentista, sin
identidad: “Flor María se inventó una alcapurria de yautía de agua, rellena con carne de
tiburón. Nos iba bien, recuerdo, hasta que nos hicieron ciudadanos y me llamó el ejército”
(61). La cocina (preparación y consumo) sucede como metáfora de los procesos lentos de
con la velocidad en que los procesos políticos dominan sobre sus vidas: la guerra. La
ciudadanía del puertorriqueño, en este cuento de Ramos Otero y bajo las dominaciones
históricas actuales, está marcada racialmente por la colonización como estrategia militar, de
modo que los pobres de las colonias fuesen a morir como parte de las fuerzas de combate del
imperio.
“Vivir del cuento” opone a su protagonista una y otra vez un reto desde su identidad
como puertorriqueño y la supervivencia como ser humano “útil”. Cuenta Monserrate: “de
momento tienes 45 años o más y sigues celebrando que estás vivo” (66). Su rutina con los
otros sobrevivientes del bar Aquí me quedo se troncha por orden de la institución clínica,
Me fui del bar cuando me salieron las verrugas y las manchas en la cara. En el hospital
colonia de leprosos en Molokai y desde el 1950 vivo aquí. […] Aquí llevo viviendo
33 años […] estoy a 88 años de mi nacimiento y desde hace como cinco que los
médicos me han dicho que no soy leproso, que nunca lo he sido, que lo mío es una
Luego de ser dos veces viudo en Molokai, la enfermedad somete al protagonista a un nuevo
exilio que, con el fin de no contaminar a otros, determina su aislamiento en una isla adentro
a quienes se dirige:
Y entonces, de repente, llega una carta desde la colonia de Puerto Rico hasta la colonia
están revolcando la basura incoherente de mi historia para que esa tumba que todavía
En el final del cuento Monserrate resume las biopolíticas dominantes que su historia expone
como mecanismos de control sobre la población, entiéndanse por ello: la institución clínica
cultura, en este caso, el discurso literario. Pero también expone las necropolíticas, la
deshumanización desde la cual se construyen esos mecanismos para permitir la muerte por
“una condición del pigmento de la piel”. Igual que la mestiza Julia en La cuarterona, la
autoridad asumida por los Estados europeos para decidir sobre la vida y la muerte surge desde
discurso capitalista: “Todo relato histórico sobre la emergencia del terror moderno debe tener
en cuenta la esclavitud, que puede considerarse como una de las primeras manifestaciones
homónimo de la colección.
y la espera uno del otro, entorpecida por la muerte como misterio. Manuel Ramos solicita los
servicios de Sam Fat, un investigador privado en Nueva York, pero se han buscado/esperado
el uno al otro, pues son herederos de una venganza. Hijo de Ting Yao Fat y Milagros
Candelas, se nos cuenta la genealogía matrilineal de Sam Fat para llegar a los hechos que
Humpreys Johannes, quien fue hija de Yemayá, como lo había sido su madre y la
madre de su madre. […] A Vieques llegó para cortar la caña, pero no llegó
donde una de las hijas de Yemayá había sido achicharrada en la hoguera en la calle
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del Mondongo, por allá por el siglo 16, […] donde el obispo Nicolás Ramos de los
El pasado de Sam Fat está marcado por las necropolíticas del Puerto Rico colonial esclavista,
suman a los espacios destinados para su exclusión y erradicación del derecho a vivir.
herencias se tratase.
Lilliana Ramos Collado señala en su estudio antológico que la obra de Ramos Otero muestra
una “constante preocupación meta literaria” (12), y que lo hace en Página en blanco y
staccato, especialmente en “La otra isla de Puerto Rico” y “Vivir del cuento” (19). Sin
embargo, también el texto homónimo expone en unos breves momentos, de forma meta
textual, las situaciones que el autor-personaje sufre por los procesos de exclusión como
hombre homosexual y enfermo terminal. Por eso él trata de llenar la página en blanco antes
de morir:
La maquinilla estaba lista como una brújula que traza sobre el papel su imitación de
la muerte; la universidad me había dejado sin trabajo hasta que me pasaran los
hasta que los tumores pulmonares se disolvieran como ampollas de flema y las llagas
purpúreas del Kaposi Sarcoma no fueran predicciones letales de una nueva muerte
(73);
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La visibilidad de los síntomas del sida lo somete a nuevas políticas de exclusión que dejan
desempleado al personaje, puesto que el sujeto enfermo lleva como marca una “predicción
letal” que visibiliza la desigualdad en la que, por un lado, intenta vivir, y por otro, le dejan
morir. Y, como el vih ‘hereda’ los estigmas que relacionan la enfermedad con la
(homo)sexualidad inmoral al igual que la sífilis, el miedo social acaba por excluirle de dos
silenciosa o staccato. El momento de reflexión meta textual de este cuento se construye como
una pausa o ahogo ante el acto mismo de llevar una ficción, por un lado, y una autoficción,
por el otro.
Cuento tras cuento, las historias de Página en blanco y staccato están arraigadas en la historia
del establecimiento de las clases dominantes. Las enfermedades pulmonares que en “La
heredera” llevan al encierro de sus personajes y a la muerte realzan el tema del aislamiento,
También, vincula el sistema de herencias como ‘metáfora contagiosa’. Luego, en “Vivir del
cuento”, la lepra de Monserrate prefigura el aislamiento del enfermo cuyos síntomas son
visibles, como lo son en Manuel los del sida, por lo que le despiden en el relato homónimo
al libro. Esta exclusión en ambos casos está arraigada al sistema capitalista de producción,
donde Monserrate y Manuel representan un riesgo o contaminante para los otros miembros,
la obra de Ramos Otero, resalta la importancia del sexilio como condición señalada por
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Manuel Guzmán, un exilio auto impuesto por la intolerancia a la diversidad sexual (892). En
estos términos, el relato final es un epílogo travestido de cuento, pues cumple dos propósitos.
“Descuento” se propone como una crónica del proceso creativo del libro, pero atiende su
o motivaron la escritura de los relatos. El narrador hace público su duelo por la pérdida de
dos personas cercanas, cuyas muertes se vinculan en el texto a esa epidemia de la cual “yo
puedo ser la próxima” (93). El primer duelo que el narrador hace público es la muerte de un
John murió a los pocos días, en estado de coma, de una hepatitis fulminante contraída
en New México. Desde Puerto Rico llegaron cartas de pésame donde, además,
que los homosexuales llevan en New York) y anunciaron con certeza la caída fatal de
La historia sobre el duelo de John presenta con ironía el prejuicio moral que las cartas
“anunciaron”, las cuales vinculan el sida con un estilo de vivir y de morir del hombre
de las tecnologías geográficas y biológicas con las que se mata a una población.
El segundo duelo trata sobre el poeta Víctor Fragoso, quien fue amigo de Manuel
Ramos Otero. En esta ocasión, el vih/sida se pronuncia desde otra óptica que contradice la
ambas muertes:
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días de deterioro escudriñando células podridas; hoy sólo recuerdo que tanto él como
me deja olvidar su posible conexión con ese experimento donde sólo requerían
homosexuales (92).
muestra con estos fragmentos que la relación entre el vih/sida y la población de hombres
cuerpos, de experimentar sobre sus vidas y hacer morir a individuos, racializados mediante
la marca de un estigma. En los tres primeros relatos que abren la colección de Página en
blanco y staccato las “enfermedades misteriosas” que aquejan a los personajes se relacionan
elabora con más detalle en “Vivir del cuento” con el personaje de Monserrate, en el cual
este trabajo.
Los dos cuentos que cierran la colección, siendo uno homónimo y el otro un cuento
prejuicio que una sociedad tiene sobre los métodos de contagio o curación de una enfermedad
que la hacen misteriosa, y se elabora sobre los discursos socioculturales que denotan una
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intervención histórica sobre los cuerpos colonizados: la historia, la medicina, las religiones
como la experiencia propia del enfermo (la enfermedad (d)escrita en primera persona) y la
observación histórica de las poblaciones sobre las que se habla en su literatura. Y, como
dinámicas que derrotan a los puertorriqueños John, Víctor y Manuel. Otros personajes, como
también quedan fuera del relato nacional si bien lo denuncian desde su caracterización.
el problema sino el control del Estado sobre las tecnologías de matar que se aplican a
del vih/sida en la (po)ética de resistencia que Manuel Ramos Otero desarrolla en Invitación
al polvo.