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La pulga en la oreja

Georges Feydeau

Obra en Tres Actos

Personajes:
Bartolo
Giulio Ciano di Corleone
Boxer
Agustín Peleón
Camilo Campofrío
Román Girado
Doctor Fino
Víctor Manuel Campofrío
Blas
Olimpia Peleón
Raimunda.– Campofrío
Luciana.– Ciano di Corleone

Primer Acto
Casa de los Campofrío en el mes de Junio.

Escena 1
Los anteriores. Luciana.

Luciana.– (ve a Fino). ¡Oh! Disculpe, caballero.


¿ Sabe usted si la señora Campofrío va a volver?
Fino.– ¡Ah! ¡Sin duda, señora…!
Luciana.– (le ayuda).– Ciano di Corleone.
Fino.– …¿Ah?…¡El mundo es un pañuelo! He
examinado a su marido esta mañana.
Luciana.– ¡Venga ya!
Fino.– Es cierto, señora…he tenido el honor de
examinar al señor de Corleone. Soy el doctor Fino,
médico jefe de la Vitalicio Life Company…
Luciana.– ¡Mira tú! ¿ Mi marido se ha hecho
examinar? ¡Qué curioso!
Fino.– Son las pequeñas pesquisas de todas las
compañías de seguros. La felicito, señora…¡Qué
marido tiene!¡ Qué salud! ¡ Qué temperamento! …
Luciana.– (en voz baja, con un suspiro se deja caer
sobre una silla).¡Ah, señor! ¡A quién se lo ha ido
usted a contar!
Fino.– Pero si es muy halagador.
Luciana.– Sí, señor…¡pero tan cansado!
Fino.– Nada se consigue sin sudor. riéndose.¡Oh! Lo
siento, señora, es este maldito calor que me hace
decir tonterías. Va en busca de su sombrero. Me
marcho ya, tengo que ir a visitar a un enfermo mío
cerca de aquí, y bien, a fe mía, voy a despacharlo.
Luciana.– (escandalizada al malinterpretar al
doctor).– ¡Oh!
Fino.– ¿Cómo? (Al entender lo que piensa Luciana).
¡Oh! No como lo interpreta usted. No, no, a Dios
gracias. Tengo enfermos, ¡y quiero conservarlos! Son
mi negocio. No, despacho la visita y vuelvo. (Saluda).
Encantado, señora.
Luciana.– (se inclina). Sin rencor, doctor.
Fino.– Así lo espero.

Escena 2
Luciana, Camilo.

Luciana.– (mirando como se marcha el doctor). ¡Qué


tipo! (Mirando su reloj. ¡La una y siete minutos! A
esto es lo que llama Raimunda.– esperarme con
impaciencia…En fin…
(Se sienta).

Camilo.– (aparece y se dirige hacia el archivo para


guardar una carpeta, al ver a Luciana). ¡Oh!
¡Perdóneme, señora! (En realidad, y durante todo el
acto debe hablar de una manera totalmente
incomprensible, con voz de cabeza y pronunciando
claramente sólo las vocales, tal como lo hacen las
personas que tienen el paladar perforado)
Luciana.– ¡Caballero! …
Camilo.– ¿Sin duda, es al director de la Vitalicio Life
Company a quien la señora espera?
Luciana.– (un tanto sorprendida). ¿Cómo dice?
Camilo.– (repitiendo con la misma falta de claridad).
Digo que: ¿Sin duda, es al director de la Vitalicio Life
Company a quien la señora espera?
Luciana.– (con una media sonrisa preocupada). Le
pido disculpas, pero no entiendo muy bien lo que me
dice…
Camilo.– (con mayor lentitud pero igual de confuso).
No, pregunto: a quien la señora espera es al direct…
Luciana.– (le interrumpe). ¡No! ¡No! ¡Soy española,
yo Spanish! ¡Spanien! (Se levanta).
Camilo.– ¿Cómo? ¡Sí…yo también!
Luciana.– ¡Si tiene la amabilidad de dirigirse a
alguien del servicio! Yo no soy de la casa. Estoy
esperando a la señora Campofrío con la que tengo
cita.
Camilo .– ¡Ah! Le ruego me disculpe. Se lo pregunto
porque en caso de que hubiese estado esperando al
director de la Vitalicio Life Company…
Luciana.– Sí, señor, sí…
Camilo.– (Una vez que ha guardado la carpeta y
antes de marcharse) Le pido disculpas.
Luciana.– (que lo ha mirado marcharse con ojos
como platos y después de una pausa).¿De qué
planeta viene éste?

Escena 3
Luciana, Raimunda.

Luciana.– (yendo a su encuentro.¡Por fin, tú aquí!


Raimunda.– (entra como una huracán). ¡Ah! Pobre
amiga mía…lo siento… (deja su ridículo bolso sobre
la mesa).
Raimunda.– Te he hecho esperar.
Luciana.– (burlona). ¿Tú crees?
Raimunda.– Es que vengo de hacer un recado de
donde Cristo perdió… Ya te contaré. (Bruscamente se
acerca a Luciana). ¡Luciana, si te he pedido venir, es
porque ocurre algo grave! Mi marido me engaña.
Luciana.– ¡Cómo! ¿Víctor Manuel?
Raimunda.– Él mismo.
Luciana.– Desde luego tienes una manera de soltar
las cosas.
Raimunda.– ¡Qué miserable! ¡Oh! ¡Ahora, qué lo
pillaré!
Luciana.– ¿Cómo es eso de que lo pillarás? ¿ Acaso
no tienes pruebas?
Raimunda.– ¡Pues no! ¡No las tengo! ¡Menudo
calzonazos! ¡Ahora, qué las tendré!
Luciana.– ¡Ah, sí! ¿ Y cómo?
Raimunda.– ¡No lo sé! Aquí estás, tú me las
conseguirás.
Luciana.– ¿Yo?
Raimunda.– ¡Sí, tú! ¡Tú! No me digas que no,
Luciana. Tú, mi mejor amiga del Sagrado Corazón de
María. Puede que nos hallamos perdido de vista
durante diez años, pero hay cosas que no se borran
con el tiempo. Te dejé Luciana.– Vicario, te
encuentro Luciana.– Ciano di Corleone: puede que tu
apellido se haya alargado, pero tu corazón permanece
igual a sí mismo; tengo derecho a seguir
considerándote todavía como mi mejor amiga.
Luciana.– ¡Eso, desde luego!
Raimunda.– Por lo tanto es a ti a quien debo recurrir
cuando tengo un favor que pedir.
Luciana.– (con escasa convicción).¡Qué buena eres,
cuánto te lo agradezco!
Raimunda.– (pisando).Entonces, dime: ¿ Qué tengo
que hacer?
Luciana.– (estupefacta). ¿Cómo? ¿Para qué?
Raimunda.– ¿Pues para qué va a ser? ¡Para pillar a
mi marido!
Luciana.– ¡Y yo que sé! …¿Para esto me has hecho
venir?
Raimunda.– Pues sí.
Luciana.– ¡Menuda gracia tienes! Ante todo, ¿quién
te ha dicho que a tu marido se le pueda pillar? Tal vez
sea el más fiel de los esposos.
Raimunda.– ¿Él?
Luciana.– ¡Ya me contarás! Si no tienes pruebas.
Raimunda.– Hay cosas que no engañan.
Luciana.– ¡Precisamente! ¡Tal vez tu marido sea una
de ellas! …
Raimunda.– ¡Pero vamos a ver! …No soy ninguna
niña para que me vengas con cuentos. ¿Qué me dirías
tú, si, de pronto, tu marido, después de haber sido un
marido ¡un marido! …¡Sí, un marido, vaya! Pues, de
pronto,dejase de serlo¡ Así, por las buenas! ¡De un
día para otro!
Luciana.– (con fruición).¡Ah! Yo diría: ¡Uf, qué
respiro!
Raimunda.– ¡Guau! Me dirías: ¡Uf, qué respiro! …
¡Pues esas cosas son las que se dicen antes, querida!
Porque a mí, ese amor ininterrumpido, esa eterna
primavera, también me resultaban de lo más tedioso
y monótono. Pensaba: “ ¡Oh! ¡ Aunque sólo sea una
nubecilla, una contrariedad, una inquietud…en fin,
algo! Llegué a pensar en tomar un amante sólo para
poder tener alguna inquietud.
Luciana.– ¿Tú, con un amante?
Raimunda.– ¡Ah! ¡Pues claro! ¡ Sabes, hay momentos
en los que una.…! ¡Ya le tenía echado el ojo a uno! …
Mira, para mantenerlo de incógnito… era, sin ir más
lejos, el señor Román Girado, con quien te invite a
cenar anteayer ¿No te diste cuenta de cómo me
camelaba? Ya me extraña en una mujer como tú.
Pues bien ¡a puntito estuvimos, querida!
Luciana.– ¡Oh!
Raimunda.– No te parece. Como él bien decía, es el
mejor amigo de mi marido. Con toda naturalidad, se
sentía el más indicado para ocup… (Se levanta). ¡Oh!
Pero ahora, ni hablar…¡cómo iba a tomar a un
amante! …¡Ahora que mi marido me engaña!
Luciana.– ¿Sabes qué te digo?
Raimunda.– ¿Qué?
Luciana.– Tú, en el fondo, estás loca por tu marido.
Raimunda.– ¿Loca, yo?
Luciana.– ¿Entonces, qué es lo que te ocurre?
Raimunda.– ¡Mira! ¡Me pone de los nervios! A
engañarle yo, todavía estoy dispuesta ¡Pero que me
engañe él a mí, ese! ¡Ah ¡ ¡Ni hablar! ¡Eso rebasa
cualquier límite!
Luciana.– (quitándose el abrigo).Tu moralidad es
deliciosa.
Raimunda.– ¡Qué! ¿Acaso no tengo razón?
Luciana.– ¡Sí, sí, sí! Lo único es que…todo lo que
aquí me cuentas no demuestra nada.
Raimunda.– ¡Cómo que no demuestra nada! Si un
marido, durante años, ha sido un torrente impetuoso
y, de repente, pchs! …¡Se acabó! …¡Ni gota! …
Luciana.– ¡Pero vamos a ver! …El Guadiana es así, y
eso no demuestra que se desvíe de su lecho.
Raimunda.– ¡Oh!
Luciana.– ¿Acaso no has visto a menudo en los
casinos a esos tipos que sorprenden a la galería con
su exuberancia, haciendo saltar la banca, y que, poco
tiempo después, vemos jugando con una perra
gorda?
Raimunda.– (rabiosa y con voz de cabeza).Pero ¡y si
por lo menos se la jugase, la dichosa perra gorda!
¡Pero nada! Él es el señor que da vueltas alrededor de
la mesa.
Luciana.– ¡Pues razón de más! …Eso no demuestra
que te desbanque con otra. Lo que demuestra
sencillamente es que está desfondado, y punto.
Raimunda.– ¡Claro que sí!. (Va en busca de su bolso
del cual saca un par de tirantes y se lo coloca a
Luciana.– ante sus narices). ¿ Y esto, qué?
Luciana.– ¿Y eso, qué es?
Raimunda.– (en tono perentorio).Unos tirantes.
Luciana.– (en el mismo tono).Era lo que me parecía.
Raimunda.– ¿A qué no sabes de quién son estos
tirantes?
Luciana.– ¡De tu marido, imagino!
Raimunda.– ¡Ah! Ves, ya no lo defiendes con tanto
ahínco.
Luciana.– ¡Vamos! Lo digo…porque supongo que si
llevas unos tirantes encima, son más bien de tu
marido que de otro caballero.
Raimunda.– (ha vuelto a guardar los tirantes en el
bolso).¡Exactamente! Pues bien ¿puedes explicarme a
qué se debe el que mi marido haya recibido los
susodichos tirantes por correo esta mañana?
Luciana.– ¿Por correo? …
Raimunda.– Sí, un paquete postal que he abierto
inadvertidamente, al inspeccionar su
correspondencia.
Luciana.– ¿Y por qué inspeccionabas su
correspondencia?
Raimunda.– (en el tono más natural del mundo).
Para saber lo que llevaba dentro.
Luciana.– (se inclina con ironía).Sí que es una razón.
Raimunda.– ¡Y tanto!
Luciana.– A eso le llamas abrir un paquete…
¡inadvertidamente!
Raimunda.– ¡Vamos a ver! Inadvertidamente quiere
decir: que no estaba dirigido a mí.
Luciana.– ¿Ah? ¡Bien! …
Raimunda.– Pues reconocerás que si le envían los
tirantes por correo será porque, aparentemente, se
los había dejado olvidados en algún lugar.
Luciana.– ¡Ah! ¡Sin duda!
Raimunda.– ¡Claro! …¿Y sabes lo que era ese….en
algún lugar?
Luciana.– (aparentando terror). Me asustas.
Raimunda.– ¡ El Hotel del Gatito Coqueto, querida!
Luciana.– ¿Y eso qué es?
Raimunda.– Como su nombre indica no
precisamente un hotel para familias numerosas.
Luciana.– ¡El Hotel del Gatito Coqueto!
Raimunda.– Mira, aquí tienes la caja del envío.
Puedes ver el remite, ahí lo pone. Y está dirigido a mi
marido: Señor Campofrío, 55 Avenida del
Generalísimo.
Luciana.– (lee el remite). Hotel del Gatito Coqueto.
Sí.
Raimunda.– ¡Y en el barrio chino, querida! Un dato
que lo aclara aún más. Lo que te digo,
inconveniencias: ¡todas! Entiendes, no hay margen
para el error, el asunto está claro: yo la sigo y la
consi…
Luciana.– ¡Oh!
Raimunda.– Dios mío, hasta entonces estaba llena de
dudas… al ver a mi marido un poco…un poco…
Luciana.– (ayudando). Como el Guadiana.
Raimunda.– ¡Eso! Luego pensaba: “¿ Y bien? Y bien ¿
Y qué? “ ¡Pero esto! ¡Esto! ¡Esto sí que no! Esto me
puso la mosca detrás de la oreja.
Luciana.– ¡Ah! ¡Es evidente!
Raimunda.– Y si vieras ese Hotel, querida. Parece
una falla.
Luciana.– Cómo es eso de ”Y si vieras…” ¿Acaso lo
conoces?
Raimunda.– ¡Naturalmente! De allí vengo.
Luciana.– ¡Cómo!
Raimunda.– De ahí mi retraso.
Luciana.– ¡Oh!
Raimunda.– Ya te puedes imaginar que he querido
saber a que atenerme. Pensé: sólo hay una manera,
sonsacar al encargado ¡Pues bien! ¡No te creas que se
sonsaca a un encargado así como así! ¡Es aterrador
ver como se encubren unos a otros en el mundo del
vicio, querida! No quiso saber nada.
Luciana.– ¡Toma! ¡Cómo que es el abc de su oficio!
Raimunda.– ¡Qué bonito! No sabes lo que me llegó a
decir: “ Pero, señora, si divulgase los nombres de las
personas que frecuentan mi Hotel, usted sería la
primera en no venir “ ¡Sí, así me lo dijo! Y no hubo
manera humana de sacarle algo más. ¡Lo que oyes,
mudo! ¡Cómo un muerto!.
Luciana.– (con una mueca). ¡Qué pronto lo
despachas!
Raimunda.– Por lo que veo sólo podemos contar con
nosotras mismas. Los hombres se apoyan entre ellos,
nosotras debemos hacer lo mismo…Tú eres más
despabilada que yo…conoces los hechos…¿Qué debo
hacer?
Luciana.– ¡Demonios! ¡Me pillas de improviso!
Raimunda.– ¡Oh, vamos! ¡Un destello de genialidad!
Luciana.– ¡Sí, vale! Pensando. ¡Veamos! ….¿Y si
tuvieses una conversación con tu marido?
Raimunda.– ¡Oh! ¡Oh! ¿Eres tú la que me está
diciendo esto? …Te puedes imaginar que me
contestaría con una mentira. Nada hay más
mentiroso que un hombre…a no ser…una mujer.
Luciana.– Sí, incluso creo que son los dos únicos
seres de la creación que…¡Ah! Escucha, tal vez
tendríamos un medio que he visto poner en práctica
en el teatro.
Raimunda.– ¿Ah sí? ¿Cuál?
Luciana.– ¡Oh! ¡No es gran cosa! Pero para un
hombre seguramente bastará. Se coge una hoja de
papel de cartas perfumada, se escribe una carta al
marido…una carta ardiente, por supuesto, como si se
tratase de otra mujer…y se termina invitándole a una
cita.

Raimunda.– ¿Una cita?


Luciana.– A la cual una tiene el cuidado de ir,
naturalmente. Si el marido acude, la cosa está clara.
Raimunda.– ¡Sí! Sí, tienes razón. Tal vez no sea una
idea genial, pero generalmente son los medios más
clásicos los que mejores resultados dan. Vamos a
escribir a Víctor Manuel de inmediato.
Luciana.– (con tono desenvuelto). Escribamos a
Víctor Manuel.
Raimunda.– ¡Ah, sí! Pero… va a reconocer mi letra.
Luciana.– (muy seria).¡Claro! ¡Si ya le has escrito
alguna vez, puedes estar segura!
Raimunda.– Escucha, en cambio la tuya…no la
conoce…¡Tú! …¡Tú le vas a escribir!
Luciana.– ¿Yo? ¡Ah! ¡No! ¡No! ¡Eso sí que no! ¡Es
demasiado delicado!
Raimunda.– Pues bien, hasta aquí hemos llegado:
apelo a tu delicadeza. En tono severo.
¿Eres o no mi mejor amiga?
Luciana.– ¡Desde luego tú! ¡Tú me llevarás directa al
infierno!
Raimunda.– Pues bien, allí te encontrarás con mi
marido.
Luciana.– ¡Buen provecho! Vamos, dame papel de
cartas.
Raimunda.– Toma, aquí tienes.
Luciana.– ¡Uy! ¡Pero no el tuyo, vamos! ¡Lo
reconocerá!
Raimunda.– ¡Seré tonta! ¡Claro! Espera, tengo algo
con lo que a lo mejor nos podemos apañar…Un papel
que compré para las felicitaciones de los hijos de mi
hermana. (Muestra tres o cuatro hojas de papel
orlado pintado con florecillas).
Luciana.– ¡Cómo! ¡Eso! Pensaría que se trata de una
cocinera, no acudiría.
Raimunda.– Es verdad.
Luciana.– ¿No tendrás un papel aterciopelado, algo
más sugerente?
Raimunda.– Dios mío, sí que tengo este malva.
Acabo de comprarlo para los recados, no es muy
sugerente.
Luciana.– ¡No! …En fin, echándole mucho perfume…
Raimunda.– ¡Oh! Si se trata de eso, entonces tengo lo
que hace falta: un frasco de trébol encarnado que
tengo apartado para devolverlo porque no lo soporto.
¡Espera! …

Escena 4
Los anteriores, Camilo.
Aparece Camilo, carpeta en mano. Echa una mirada
inquisidora al salón.

Camilo.– ¡Disculpe! …
Raimunda.– ¿Qué desea, Camilo?
Camilo (en su idioma incomprensible).¡No se
preocupe! Venía a ver si Víctor Manuel había vuelto.
Raimunda.– (con toda sencillez, siguiendo el tono de
la conversación).Todavía no. ¿ Por qué?
Camilo.– Porque tengo la correspondencia para
firmar y unos datos que pedirle para un contrato; es
un poco embarazoso, y me hubiera gustado…
Raimunda.– ¡Oh! ¡Bien! Me parece que no puede
tardar mucho.
Camilo.– ¡Bueno! Esperaré. Después de todo es lo
único que podemos hacer, ¿no es así? No está aquí,
todo lo que diga o deje de decir…
Raimunda.– ¡Claro está! ¡Claro está! (A Luciana.–
que ha estado escuchando boquiabierta desde el
principio este diálogo, dejando que su mirada fuese
de un interlocutor a otro para detenerse
definitivamente sobre Raimunda.– con profunda
admiración). ¿Y tú, por qué me miras así?
Luciana.– (desconcertada). ¿Cómo? ¡Por nada, nada
de nada! …
Camilo.– (con tono jovial a Luciana). ¡Y bien, señora,
mi prima acabó por llegar! ¿No le ha hecho esperar
demasiado?
Luciana.– (un poco sorprendida por esta
intervención y queriendo aparentar que ha
entendido).En efecto, caballero, sí, le reconozco;
incluso charlamos hace un rato.
Raimunda.– (maliciosa). ¡No, no! No te está
hablando de eso. Te dice que, a pesar de todo, he
terminado por llegar y que no te he hecho esperar
demasiado.
Camilo.– (asiente). Eso es, eso es.
Luciana.– (incomoda y esforzándose por ser amable).
¿Ah? …¡Ah, sí! …Sí, sí…. Estoy perfectísimamente.
Raimunda.– (presentándoles). Mi sobrino, el señor
Camilo Campofrío; la señora de Ciano di Corleone.
Luciana.– Encantada, señor. Perdóneme si antes no
le he entendido, pero soy un poco dura de oído.
Camilo.– (jovial). ¡Oh! ¡Es demasiado amable por su
parte, señora! La verdad sea dicha, se me entiende
con dificultad, porque tengo un defecto de
pronunciación…
Luciana.– (sonriendo con torpeza como una persona
que no ha entendido nada). ¡Sí, sí, sí! (A Raimunda,
llamándola al rescate). ¿Qué?
Raimunda.– (con gran seriedad cómica). Te ha dicho
que tiene un defecto de pronunciación.
Luciana.– (aparentando sorpresa). ¿Cómo? …¿Ah? …
¿ De verdad? …¿Ah sí? Ahora que lo dice, pues podría
ser.
Camilo.– (con grandes sonrisas y muchas
reverencias). ¡Oh! Es usted demasiado indulgente.
Voy a seguir con mi trabajo por allí…Saluda. Señora…
Luciana, con una ligera reverencia. Señor.

Camilo, casi saliendo.¡Mis respetos!


Sale. Las dos mujeres lo ven marchar y, en cuanto
desaparece, estallan de risa.

Luciana.- ¡Para, para! Te admiro por entender una


sola palabra de su idioma.

Raimunda.- maliciosa ¿Por eso me mirabas, eh?

Luciana.– Sí.

Raimunda.- Qué quieres que te diga: es la fuerza de


la costumbre. Pero tú me encantas, mira que
pretender hacerle creer que no habías reparado en su
manera de hablar.

Luciana.- No quería resultarle desagradable.

Raimunda.- cogiendo el frasco de colonia.Aquí está el


trébol encarnado, nosotras a lo nuestro.¡Venga!
Escribamos la carta antes de que mi marido vuelva.

Luciana.- Tienes razón. Disponiéndose a escribir. ¿A


ver, cómo le aderezamos la misiva?

Raimunda.– ¡Ah, eso!

Luciana.– Ante todo, ¿ dónde nuestra desconocida, al


ver a tu marido, recibió el flechazo?

Raimunda.– ¡Eso! ¿Dónde?

Luciana.– ¿Últimamente habéis ido al teatro?

Raimunda.– El Miércoles pasado, con el señor


Girado.

Luciana.– ¿El señor Girado?

Raimunda.– El que estuvo a punto de ser mi amante.

Luciana.– ¡Ah, sí! Pues mira ¡ nos viene al pelo!


Ahora verás. Escribe: “ Caballero, la otra noche le vi
en el teatro…”

Raimunda, con una mueca. ¡Sí! …Pero no te parece


más bien gélido para un flechazo.

Luciana.– ¿Gélido?

Raimunda.– Suena a fe de vida. No sé, en mi caso


habría escrito algo más crudo como: “ Soy aquella
que no le quitó los ojos de encima, la otra noche, en
el teatro” Y nada de “caballero” ¡Zas! ¡Así, por las
buenas! ...

Luciana.– ¡Eh! ¡ Pero dime! Tú tienes talento para


esto.

Raimunda, modesta. Dios mío, lo digo como siento


que lo escribiría…
Luciana.– Pues entonces estamos de acuerdo. Coge
una nueva hoja para escribir. “ Soy aquella que no le
quitó los ojos de encima…”

Raimunda, le dicta.
…” La otra noche, en el teatro” Eso…¡así es fogoso,
directo!

Luciana.– ¡Y sentido! Sigue. “Usted estaba en un


palco con su mujer y un caballero…”

Raimunda.– El señor Girado.

Luciana.– Sí, pero eso no le toca a la señora decirlo.


Retoma el texto de la carta. “ Personas próximas a mí
le nombraron..”

Raimunda, repite como en un dictado.…le


nombraron

Luciana, repite mientras escribe.…nombraron…. así


supe quien era usted…

Raimunda.– ¡Esto es coser y cantar!

Luciana, escribe…desde ese mismo instante, no hago


más que soñar con usted…

Raimunda.– ¡Uy! ¡Uy!…¿No te parece un poco


exagerado?

Luciana.– ¡Claro que sí! ¡Claro que sí! ¡Pero es lo que


hace falta! Estas cosas siempre resultan exageradas
en los demás pero nunca para uno mismo.
Raimunda.– ¡Ah! Si de eso estás segura, entonces
vamos bien.

Luciana.- escribe.“Estoy dispuesta a cometer una


locura. ¿ Quiere acompañarme? Le espero hoy a las
cinco en el Hotel del Gatito Coqueto.”

Raimunda.– ¡Uy! ¿Te parece? Va a desconfiar, justo


en el mismo hotel.

Luciana.– ¡Al revés, le va a excitar! Escribe. Entre


paréntesis: “ Barrio Chino. Centro. Pedirá la
habitación a nombre del señor Campofrío”

Raimunda, le dicta.“ En usted deposito mi


esperanza…”

Luciana.- escribe asintiendo con la cabeza.“ En usted


deposito mi esperanza” ¡Por supuesto! Desde luego
tienes madera.

Raimunda.– Por algo hay que empezar.

Luciana, escribe. “Una mujer que ama” Vale, ahora el


perfume.

Raimunda, que ha destapado el frasco.- Toma. Le


ofrece el frasco.

Luciana.– Va bien. Rocía la carta a mansalva.

Raimunda, al ver toda la tinta corrida por el


perfume.- ¡Uy!
Luciana.– ¡Caramba!

Raimunda.– ¡Buena la has hecho!

Luciana.– Sí.

Raimunda.– Vuelta a empezar.

Luciana.– ¡Espera un momento! Va a ser al revés,


nos va a ayudar. Escribe. “ Postdata: ¿Por qué,
cuando le escribo, no puedo contener mis lágrimas?
¡Oh! ¡Haga que estas lágrimas sean de felicidad y no
de desesperación!” ¡Y vamos con el trébol encarnado!
¡Y toma!

Raimunda.– Aun así, le va a parecer que hay mucha


lágrima para una sola mujer.

Luciana.– ¡Olvídate! Le parecerá de lo más natural. Y


ahora la dirección. Escribe en el sobre.
“ A la atención personal de don Víctor Manuel
Campofrío, 55 Avenida del Generalísimo.”
Pega el sobre.
¡Ya está! Y ahora necesitamos un mensajero. ¿ Tienes
a alguien para que lo avise?

Raimunda.– ¿Alguien? ¡Diablos! …..¡Pues sí! ….Te


tengo a ti.

Luciana.– ¿Yo? ¡Ah! Perdona, pero…

Raimunda.– ¡Vamos, mujer! ¡Entiéndeme! No puedo


mandar a un criado para que luego vea al mismo
mensajero traer la misma carta. Podría comprometer
todo el asunto. Por la misma, tampoco puedo ir yo. Si
mi marido pidiese la descripción de la mujer al
recadero, se descubriría el pastel. En cambio, tú eres
perfecta ¡Eres la persona indicada!

Luciana.– ¡Claro! ¡Para mí, la faena!

Raimunda.– ¿ En qué quedamos? ¿Eres o no mi


mejor amiga?

Luciana.– Sí. Pero conste que eres una abusona.


Suena un timbre.

Raimunda.– Han llamado. Debe de ser mi marido.Le


señala una puerta. ¡Date prisa! Márchate por ahí.
Llegarás a la antecámara.

Luciana.– ¡Bueno! ¡Hasta luego!

Raimunda.– ¡Hasta luego! Sale Luciana. Al fondo se


descubre en el vestíbulo a Campofrío. Girado está
detrás de él.

Escena 5
Raimunda, Campofrío, Girado.

Campofrío a Girado
Pasa, camarada.Perdóname un momento, tengo que
echar la firma a la correspondencia.

Raimunda, a la que no habían visto. Sí, Camilo


incluso te está esperando como al Mesías.
Campofrío ¡Vaya! ¿Estás aquí?

Girado ¡Oh! Buenos días, querida señora.

Raimunda.– Buenos días, Girado.


A su marido:
Sí, aquí estoy.

Campofrío Me he encontrado con Girado en la


escalera, así que hemos subido juntos.

Raimunda, con indiferencia.¡Ah!..

Girado, saca unos documentos de la cartera Sí, traigo


la lista de nuevos clientes que se quieren asegurar.

Campofrío ¡Perfecto! Luego, me la das.


Al hablar, se sujeta el pantalón como alguien que se
siente incómodo por los tirantes.

Raimunda, a la que no se le escapa el gesto.¿Qué te


ocurre para tener que sujetar el pantalón? ¿Acaso te
molestan los tirantes?

Campofrío Sí.

Raimunda.– ¿Acaso no son los que te compré?

Campofrío ¿Cómo? Sí, sí.

Raimunda.– Antes no te molestaban.

Campofrío Será porque los he ajustado demasiado.


Raimunda, hace ademán de ir hacia él. Tiene fácil
solución, te los aflojo un poco.

Campofrío, retrocede instintivamente. ¡No! …


¡Déjalo! No hace falta, ya me los aflojaré yo.

Raimunda, con altanería. ¿Ah? …¡Bien! ¡Cómo


quieras!

Campofrío, a Girado. ¿Me disculpas? En un minuto


estoy contigo.

Girado ¡Ve! ¡Ve! Campofrío abre la puerta de la


habitación.

Voz de Camilo. ¡Ah!

Campofrío, picado por esta exclamación cuyo tono


equivale a algo así como: ¡Por fin! ¡Ya era hora! ¡Pues
sí, qué quieres que le haga! ….¡Qué gracia tienes!
Tenía cosas que hacer. Cierra la puerta.

Girado, en cuanto desaparece Campofrío, se precipita


sobre Raimunda. ¡Ah! Raimunda, Raimunda, he
soñado con usted esta noche.

Raimunda, cortándole. ¡Oh! ¡No, amigo mío, no!


¡Gracias! Pero no voy a pensar en engañar a mi
marido cuando él lo está haciendo.

Girado, estupefacto.¿Cómo?

Raimunda.– Esas cosas están para cuando una no


tiene nada en qué pensar.

Girado ¡Pero Raimunda, Raimunda! …¡Usted me


dijo! ….¡Me dio esperanzas!

Raimunda.– ¿Ah sí? Pues bien, es posible…¡Pero


entonces no teníamos los tirantes! ¡Ahora tenemos
los tirantes! …¡Buenas tardes! Sale.

Girado, permanece un momento atontado y luego:


¡Pues esta sí que es buena! ¿ A cuento de qué “ los
tirantes”? ¿Qué significa esto de “los tirantes”?

Escena 6
Girado, Camilo, Fino.

Camilo, en tono jovial desde la puerta. ¡Señor


Girado! Mi primo le llama.

Girado, enfadado ¿Qué?

Camilo, se esfuerza por articular mejor pero no lo


consigue. Mi primo le llama.

Girado No entiendo lo que me dice. ¡Cuándo se


decida a hablar con más claridad, avíseme! …

Camilo ¡Espere! Saca de un bolsillo una libreta y un


lápiz, y silabea todo lo que escribe.
Mi pri-mo le lla-ma.
Al terminar de escribir, arranca la hoja y se la entrega
a Girado.
Girado, lee.
“Mi primo le llama” ¡Ah! ¡Pues no hay más que
decirlo! Refunfuñando recoge sus documentos y sale.

Camilo ¡Patán! ¡Menudo ejemplar! ¡Me molesto en


venir a buscarlo y me echa una bronca de no te
menees! En ese momento aparece por el fondo Fino.

Mientras tanto Camilo, que no le ha oído entrar,


sigue con sus quejas.
Camilo ¡En fin, esto es demasiado! Yo le digo con
toda cortesía: “ Girado, su primo le llama” Me lo hace
repetir, se lo escribo, y tiene la desfachatez de
contestarme: “ ¡Pues no tenía más que decírmelo!
¡Pues bien, sí que me voy a molestar más veces por
un cardo como este!

Fino, que lo está mirando desde hace un rato.¿ Y


bien, qué hay, amigo Camilo, nos ponemos a soltar
monólogos últimamente?

Camilo, se sobresalta.¿Cómo? ¡Ah! Es usted, doctor.


No, estaba mascullando contra uno que me pone los
ner…

Fino, que no entiende nada. Sí, bueno, no se


esfuerce….
Cambia de tono. Y aparte de eso, ¿qué hay de nuevo,
briboncete? …¿Cómo andamos de juergas?

Camilo, se acerca con prontitud a Fino y le dice en un


tono de voz más bajo.¡Eh! ¡Eh! ¡Chitón!
Fino ¡Ah, sí! ¡Es cierto! Aquí le tienen por Camilo, el
Austero. Tiene que mantener su reputación.

Camilo, sobre ascuas.¡ Por favor se lo pido! …

Fino ¡Desgraciadamente, ante un médico, siempre


llega la hora en que…uno tiene que despojarse de su
halo de santidad! …Y yo que le conozco, me divierto
cuando los veo a todos imaginarse que usted…

Camilo, con risa de dientes para fuera. Sí, sí..

Fino ¿Dígame, siguió mi consejo?

Camilo ¿Cuál?

Fino ¿El del Hotel del Gatito Coqueto?

Camilo, aterrado. ¡Oh! ¡Cállese!

Fino ¡Vamos, estamos entre amigos! …¿Entonces


fue?

Camilo, duda un segundo, mira hacia un lado y hacia


el otro y dice en voz baja. Sí.

Fino ¿Qué le pareció?

Camilo, con ojos extáticos mira al cielo. ¡Oh!

Fino ¡Verdad que sí! Ya ve porque se lo decía. Yo,


cuando quiero irme de juerga, sólo conozco ese
Hotel. Bueno, veo que está sobre ascuas. Vaya pues a
avisar a su primo.
Camilo, encantado por este cambio de tercio. ¡A eso
voy! …¡A eso voy! …

Fino ¡Ah! A propósito, ahora que lo pienso, tengo que


darle su artilugio…

Camilo ¿Qué artilugio?

Fino, saca un estuche de su bolsillo. El que le


prometí…. El que le permitirá hablar como los
demás.

Camilo ¡Ah, sí! ¿Lo tiene?

Fino ¡Sí! …¿Importa, verdad? …¿Por qué, cuál es el


problema que le entorpece esa facultad? …Un vicio
congénito, el arco del paladar que no tuvo tiempo
para formarse. Por consiguiente, los sonidos en vez
de toparse con este tabique natural que los hace
rebotar hacia el exterior, van a perderse en la cabeza.

Camilo ¡Así es!

Fino Pues bien, es ese tabique el que le traigo. ¡Mire


qué bien presentado va!

Camilo ¡Déjeme ver!

Fino, abre el estuche. Un paladar de plata, querido,


como en los cuentos de hada.

Camilo, une las manos con admiración.¡Oh!


Fino ¡Y en un estuche! Lo que no está al alcance de
cualquiera.

Camilo ¡Oh! …¡Y podré hablar!

Fino ¿Qué?

Camilo Y podré…Espere. Quiere colocarse el paladar


en la boca de inmediato.

Fino, lo coge de la muñeca. No, así no. Primero déjelo


en remojo en una solución de agua y ácido bórico. No
sabemos por qué manos ha pasado.

Camilo ¡Tiene razón! Pero lo que estaba preguntando


es: Articula lo mejor que puede. ¿Si podré hablar?

Fino, le ha entendido. ¡Qué si podrá hablar! …¡Y de


qué manera! Si tiene talento, incluso podrá
convertirse en primer actor de radionovelas.

Camilo, radiante. ¡Ah! Voy de inmediato a ponerlo a


remojo.

Voz de Campofrío. ¡Camilo!

Fino Oye, le llaman.

Camilo ¡Bah! Bueno, diga que luego vuelvo. Se


marcha.

Escena 7
Fino, Campofrío.
Campofrío, entra.¡Camilo!

Fino, va hacia él. Enseguida estará con usted; alguna


obligación tenía por allí.
Le tiende la mano. ¿Va todo bien?

Campofrío ¡Ah! Buenos días, Fino. Bien, me alegro


de verle, fíjese, precisamente con usted tenía yo que
hablar.

Fino ¡Ah! …. Ya vine antes.

Campofrío Sí, sí…por lo del certificado de Corleone…


¡Al parecer es de categoría!

Fino ¡ Todo de categoría! …Por cierto, aquí lo tiene.


Le entrega una carpeta.

Campofrío, coge la carpeta.Gracias.

Fino ¿Y qué tenía que decirme?

Campofrío Pues bien, verá, quería consultarle sobre


un asunto bastante delicado para mí. Figúrese que
me ocurre una cosa un tanto asombrosa.

Fino¿Y qué cosa es?

Campofrío ¡Vamos a ver! ¿Cómo explicárselo? Usted


sabe que tengo una mujer deliciosa.

Fino Sobre eso, estamos de acuerdo.

Campofrío ¡Bueno! Por otro lado, usted sabe que no


hay nadie menos mujeriego que yo.

Fino ¡Ah! ¿Sí?

Campofrío, molesto.Cómo que ¡Ah! ¿Sí? Tendría que


decir: ¡Ah! ¡ Sí!

Fino No lo sé, amigo mío.

Campofrío Pues bien, ¡yo le digo que sí! No le


extrañará por lo tanto si le confieso que mi mujer lo
reúne todo para mí: la esposa y la amante…Lo cual
quiere decir que siempre he sido, ante usted me
puedo permitir el alarde, un marido a la altura de las
circunstancias.

Fino ¿Ah sí?

Campofrío Cómo que ¿Ah sí? Tendría que decir: ¿Ah?


…¡Sí!

Fino No lo sé, amigo mío.

Campofrío Pues bien, ¡yo le digo que sí! A la altura e


incluso más allá.

Fino Pues bien, ¡me parece estupendo! …Pero no veo


a dónde quiere ir a parar con este preámbulo.

Campofrío Pues bien, ¡a esto quería llegar! …¿Ha


visto la revista?: ¿No tiene nada que declarar?

Fino ¡Dios mío! …


Campofrío ¡Qué! ¿ La ha visto o no?

Fino, jocoso. Se lo voy a contar, pero que quede entre


nosotros…no estaba solo en mi palco, por eso tuve…

Campofrío, riéndose
¡Ah, ya veo! Algunas ausencias.

Fino, riéndose.
Eso.

Campofrío
¡Poco importa! Siempre conseguiría ver lo suficiente
como para enterarse del enredo: Un caballerete se va
de viaje de novios con su señora. Está instruyéndola
en los primeros principios de gramática matrimonial,
cuando, en el punto álgido de la lección, aparece un
aduanero, cuyo intempestivo ¿No tiene nada que
declarar? Interrumpe bruscamente al señor en las
florituras de su discurso.

Fino
¡Ah! ¡Sí! En efecto, lo recuerdo…aunque vagamente.

Campofrío
¿Vagamente? …Pues ya se nota, camarada, que el
aduanero no pasó por su palco.

Fino, sonríe malicioso.


No, por allí no pasó.

Campofrío
¡Total¡ ¡A partir de ese momento se convierte en una
obsesión para el caballerete! Cada vez que asoma su
deseo de retomar con la señora el asunto que quedó
la primera vez un tanto desdibujado… Ve al aduanero
y escucha lo de ¿No tiene nada que declarar?¡ Y
pumba, se acabó! Nada a la vista.

Fino ¡Es un incordio!

Campofrío, con convicción. ¡Ah, sí! Pues bien,


querido amigo, es exactamente lo que me ocurre con
mi mujer.

Fino ¡Cómo!

Campofrío ¡Cómo lo oye! Un buen día…o más bien


una mala noche…Hará cosa de un mes, estaba muy
afectuoso, como suele ser habitual en mí: así se lo
hice saber a la señora Campofrío, que enseguida
mostró su disposición. Cuando, de pronto, no sé lo
que pudo ocurrir…

Fino, con malicia. ¿Entró el aduanero?

Campofrío, distraído. ¡Sí! Con viveza. ¿Cómo? ¡Eh!


¡No! …¡Oh! Ahora bien, el efecto, igualito a si hubiese
entrado: Un malestar, un trastorno, un no sé qué, y
sentí que me hacía…Con voz de ángel y doblando las
piernas a medida que lo dice. ¡Pequeño, pequeñito,
pequeñísimo!

Fino ¡Diablos! ¡La cosa está dura!

Campofrío, se vuelve hacia él y con una mueca


significativa : ¡Si usted lo dice!. No sé si es la
expresión más acertada. Cambiando de tono. Dios
mío, en un principio no le di demasiada importancia,
seguro como estaba de un pasado glorioso y sin
tacha, ¿No le parece? Pienso: ¡Después de todo, hoy
un revés, mañana la revancha!

Fino ¡Es la guerra, traed madera!

Campofrío Sí, pero, he aquí que a la noche siguiente,


tengo la desafortunada idea de pensar: ”¡Cuidado,
camarada, y si te pasase como ayer! …” ¡Hay que ser
tonto para meterse semejantes majaderías en la
cabeza, cuando uno, en un momento como ese,
necesita toda la confianza del mundo! …¡Por
supuesto, no falla! ¡Tengo un ataque de ansiedad, y
toma! ¡Gatillazo, igualito al de la noche anterior!

Fino ¡Pobre Campofrío!

Campofrío ¡Ni que lo diga, pobre Campofrío! Ya que,


de ahora en adelante, ¡se acabó! ¡Se ha convertido en
una obsesión! Ya ni siquiera me atrevo a pensar: “
¿Esta noche, acaso lo conseguir…?” No, pienso: “
Esta noche, no lo…!” ¡Y claro! No falla.

Fino, chistoso.Ya, en cambio usted…

Campofrío
¿Cómo dice? Vamos, Fino, no es momento para hacer
bromas.

Fino ¡Ah! ¿ Y bien? ¡No esperará que me lo tome a lo


trágico! ¡Pero si su asunto es de lo más común!
Sencillamente es víctima de un fenómeno de
autosugestión. Pues bien, es asunto suyo el acabar
con él. ¡Un poco de carácter, diablos! ¡Querer es
poder!

Campofrío ¡Eh! ¡Eh!

Fino Si en vez de pensar: “ ¿ Acaso lo conseguir... ? “


Cosa que le tira por los suelos, tiene que pensar (bien
afirmativo) “Yo” ¡Y ya está! No hay que dudar jamás
de uno mismo en la vida. ¡Ah! Y por cierto…por
cierto nunca mezclarlo con el amor propio. ¡Claro,
claro que sí, todo esto es amor propio! Pues bien, lo
propio y el amor no casan …Aunque exista uno al que
se llame propio, es para distinguirlo del otro…que no
lo es. Todo lo que acaba de contarme es a su mujer a
quien debería habérselo contado, y no a mí…y
contado con nitidez, con tranquilidad, en vez de
intentar hacerse el listo con ella. Entonces, lo que
hubiera ocurrido es que su mujer se habría reído, los
dos se habrían reído, cada uno habría aportado su
granito de arena y una vez aparcados el nervio, la
inquietud, todo habría ido sobre ruedas.

Campofrío, pensativo.¡Tal vez tenga razón!

Fino Además de eso, deporte, ejercicio. ¡Luego tendré


que auscultarle! …¡Trabaja demasiado! …¡Demasiado
tiempo en la oficina! (Le pone su rodilla entre los
riñones y le obliga a arquearse hacia atrás con las dos
manos sobre los hombros).Fíjese, tiene tendencia a
encorvarse. Por eso le mande ponerse unos tirantes
americanos; estoy seguro de que no se los ha puesto.

Campofrío, se levanta el chaleco para mostrar sus


tirantes. ¡Cómo que no! ¡Claro que sí! E incluso, para
verme obligado a llevarlos puestos siempre, he
regalado todos mis tirantes comunes. Es mi primo
Camilo el beneficiario. Pero, de verdad, ¡estos son
muy feos!

Fino ¡Bah! Usted es el único en verlos.

Campofrío ¡Pues no! Antes mi mujer estuvo a punto


de descubrirlos.

Fino ¡Bonito asunto!

Campofrío ¡Gracias! ¡Lo que me faltaba: sumar un


ridículo más al anterior!

Fino ¡Ah! ¡Mire, usted añade vanidad en donde no


debería!
Cambia de tono. ¡Vamos! Quítese la chaqueta que le
voy a auscultar.
En el momento en que Campofrío se dispone a
quitarse la chaqueta, la puerta del fondo se abre y
aparece de pronto Luciana.

Escena 8
Los anteriores y Luciana. Luego Raimunda.– y
Girado.

Campofrío, volviéndose a poner la chaqueta con


prontitud.¡Uy!

Campofrío, a Fino.¡Más tarde seguiremos! A


Luciana.Usted aquí, querida señora.
Luciana.– ¡Pues sí! ¿Está usted bien?

Campofrío Tan bien como lo está usted. ¿Viene a ver


a mi mujer?

Luciana.– Mejor dicho vengo de verla. Entremedias


tuve que ir a un recado, pero antes ya la había visto…
Por cierto, al señor también.

Fino En efecto.

Campofrío ¡Ah! Entonces no tengo necesidad de


hacer las presentaciones…
¿No le ha parecido que tenía un semblante un tanto
nervioso?

Luciana, señala a Fino.¿El señor?

Campofrío No, mi mujer; no sé lo que le ocurre esta


mañana…hay que ir con pies de plomo.

Luciana.– No me pareció.

Campofrío ¡Ah, bien! Tanto mejor.

Raimunda, aparece por la puerta de la izquierda.¡Ah!


¡Ya estás de vuelta!

Luciana.– Buenos días, de nuevo.

Raimunda,(por lo bajo)¿Y bien?

Luciana, por lo bajo.¡Hecho está! Vendrá enseguida.


Raimunda¡Bueno!

Camilo, trae la carta en una bandeja.¡Primo!

Campofrío ¿Qué?

Luciana, por lo bajo a Raimunda.¡Allá va!

Camilo Es una carta confidencial que acaba de traer


un mensajero. La entrega y sale.

Campofrío, sorprendido.¿Para mí? ¡Qué curioso!A las


dos señoras.¿Me permiten?
Saca unos quevedos, se los coloca en la punta de la
nariz, abre la carta, y después de leerla no puede
evitar una exclamación de sorpresa.
¡Oh! ¡Quién lo iba a decir!

Raimunda, con viveza.¿El qué?

Campofrío¡Nada!

Raimunda, pérfida.¿No será algún contratiempo?

Campofrío ¡Oh! No, no…Es… es un asunto de pólizas.

Raimunda, seca.¡Ah!A Luciana, por lo bajo y furiosa:


¡Vamos, tú! ¡Creo que está claro!
Salen.

Campofrío, a Fino.¡Ah! ¡No, querido amigo, no!….


¡Las mujeres son asombrosas! No adivinaría nunca lo
que me acaba de pasar.
Fino¿Qué?

Girado, aparece por la puerta de la derecha con una


carpeta en mano.¡Oye! …¿Te parece bien dejarme
plantado así?

Campofrío ¡Ah! Bueno, mira…No estás de más, llegas


en buena hora, acércate.

Girado¿Qué ocurre?A Fino¡Buenos días, doctor!

Fino Buenos días, Girado.

Campofrío ¡Hijos míos, agárrense! … Prepara el


efecto.¡Acabo de despertar una pasión!

Los dos juntos. ¡Cómo!

Girado ¿Tú?

Fino ¿Usted?

Campofrío ¿Os deja patidifusos, eh? ¡Mirad! …No me


invento nada. Lee subrayando cada palabra.
“ Soy aquella que no os quitó los ojos de encima, la
otra noche, en el Teatro…”

Girado ¿Tú?

Fino ¿Usted?

Campofrío, contoneándose.¡Yo! ¡El aquí presente!


Sin pestañear, no me quitó los ojos de encima.
Girado ¡Esta sí que es buena!

Campofrío, le estrecha la mano.¡Gracias!

Girado, le coge la carta y sigue la lectura.:“ Usted


estaba en un palco con su mujer y un caballero…”

Campofrío ¡Y un caballero! Ves, ese eres tú: “ y un


caballero”. Una especie de señor X…, un recién
llegado, un ser gris, un tipo insignificante.

Girado ¡Oye tú! ¡Sin pasarse!

Campofrío¡Ajá! Esta es la mía.Le quita la carta y lee.


“ Personas próximas a mí le nombraron, así supe
quién era …”
burlón.
¡Bonita picardía!
“ Desde ese mismo instante, no hago más que soñar
con usted…”

Los dos, sin poder dar crédito.


¡No puede ser!

Campofrío, extasiado.¡No hace más que soñar


conmigo!Dándole un empellón a Girado.¡Eh! Girado.

Girado ¿Pone eso?

Campofrío, con suficiencia, señalando en la carta.


¡Pues sí, camarada! ¡Eso pone!

Fino, ante la evidencia.¡Eh! ¡Sí, eso pone!


Girado, no da crédito.¡Dios! ¡Ya es raro!A Fino¿No le
parece?

Fino, sin saber qué contestar.¡Puf! De todo hay en la


viña del Señor.

Girado¡Claro está! …Burlón. Dependerá del estómago


que se tenga.

Campofrío ¡Oye tú! ¡Sin pasarse!

Girado ¡No! Me río de…

Campofrío, prosigue la lectura.“ Estoy dispuesta a


cometer una locura. ¿Quiere acompañarme?”
(Deja de leer).Pobrecita. ¡En mala hora llega!
A Fino.
¿No, Fino?

Fino ¿Y eso por qué?

Campofrío ¡Venga, vamos! ¡Después de lo que le he


contado!

Fino, con gesto despreocupado.¡Bah!

Campofrío, lee.“ Le espero hoy a las cinco en el Hotel


del Gatito Coqueto”

Fino, sobresaltado¿En el Hotel del Gatito Coqueto?

Campofrío ¡Sí! “ Barrio Chino. Centro”

Fino ¡Oh! ¡Estás de enhorabuena! ¡Una que sabe lo


que se hace! …

Campofrío ¿Por qué? ¿Qué Hotel es ese?

Fino Un sueño, querido amigo. El lugar en donde


hago mis diabluras.

Campofrío ¡Mira tú! ¡Esto es lo que tiene el ser un


alma pura! ¡Ni idea!

Fino ¡Ah! ¡Bien! Estoy seguro de que Girado…

Girado ¡Ah, no! Me suena el nombre, pero eso es


todo.

Campofrío, bruscamente.¡Ah! ¡Amigos míos!

Los dos ¿Qué?

Campofrío Lloró.

Girado y Fino ¿Lloró?

Campofrío ¡Claro que sí! ¡Lloró! Miren.


Lee.
“ Postdata: : ¿Por qué, cuando le escribo, no puedo
contener mis lágrimas? ¡Oh! ¡Haga que estas
lágrimas sean de felicidad y no de desesperación! “
¡Pobre corazoncito doliente! No se puede negar que
así fue. Miren, ¡Cómo una riada inundó!
Pone la carta ante las narices de Girado.

Girado, olfatea la carta.¡Ay, hijos míos!


Los dos¿Qué?

Girado ¡Ay, hijos míos! ¿ Con qué aliñará sus


lágrimas para que huelan tanto?

Fino ¡Chitón! ¡La lágrima tiene su secreto, la lágrima


tiene su misterio! ¡Un elixir! Respetemos su misterio.

Campofrío ¡Sí! ¡Bromeen! ¡ Bromeen! …¡Ajá!


También yo, viejo camarada Girado, despierto las
pasiones. Ya que, mientras estabamos allí, en el
Teatro, mientras no sospechábamos nada, una mujer
nos comía con los ojos.

Girado ¡Así es!

Campofrío, a Girado ¿Te fijaste en si alguna mujer


nos guiñó el ojo?

Girado ¡No! …Aunque, a decir verdad, me pareció ver


algo en un momento, pero creí que iba dirigido a mí,
así que…

Campofrío ¡Ah! Entonces, ciertamente tú…


Repentinamente.¡Oh! ¡Habrase visto semejante
idiota!…¡Es evidente! …¡Es evidente!

Girado y Fino ¿El qué?

Campofrío No fui yo el que le entró por los ojos,


¡fuiste tú!

Girado ¿Yo?
Campofrío ¡Pues claro! ¡Te confundió conmigo! Y
cómo al pronunciar mi nombre le señalaron el palco,
y ella no te quitaba los ojos de encima…

Girado, vanidoso. ¿Tú crees? …

Campofrío ¡Ya lo creo!

Girado ¡Ah! Pues ahora que lo dices…¡Creo que sí!

Campofrío ¡Pero tú me has visto! ¿Acaso puedo yo


despertar pasiones? …¡En cambio tú! …Para ti es lo
más natural del mundo, es tu cometido.
A Fino,
Es su cometido.
A Girado.
¡Estás acostumbrado a volver locas a las mujeres!
¡Eres apuesto!

Girado, muy complacido, protesta de cara a la


galería.¡Vamos! ¡Vamos!

Campofrío ¡Venga! ¡Venga! No es ningún misterio.

Fino ¡Cómo si no lo supiese!

Girado ¡No! Tengo algo de encanto, eso es todo.

Campofrío ¡Eso, digamos encanto! ¡Menudo pollo


estás hecho! ¡Anda, pero si hay mujeres que se han
suicidado por ti! ¿Cierto o no?

Girado, modesto. ¡Bueno!...una.


Campofrío ¡Ves!

Girado Aunque se conserva bastante bien.

Campofrío Bueno, eso no quita para que…

Girado Además es muy discutible. Se envenenó


comiendo mejillones.

Campofrío y Fino ¿Mejillones?

Girado Acababa de dejarla. ¡Extendió el rumor de


que era por tristeza! …Pero por mucho que diga,
cuando uno se quiere matar no escoge mejillones…es
demasiado aleatorio.

Campofrío, en tono categórico.¡Vamos! ¡Vamos! No


hay ningún error, la carta está a mi nombre, pero te
está dirigida.

Girado, dubitativo, a Fino.¿Qué le parece?

Fino Sabe…yo…

Campofrío ¡Claro que sí, Claro que sí! Pues bien, ya


que te está dirigida, irás tú.

Girado, protesta sin convicción.¡Ah! ¡No! ¡No!

Campofrío Para empezar, esta noche no estoy libre.


Celebramos un banquete en honor de nuestro
director en América, así que…

Girado ¡No! ¡Oye, que no, de verdad! …


Campofrío ¡Venga ya! ¡Te mueres de ganas!

Girado ¿Tú crees?

Campofrío ¡Fíjate en tus ojos! …Te hacen chiribitas.

Girado, se pone bizco intentando mirarse los ojos.


¡Me hacen los ojos chiribitas! Pues bien, entonces
acepto.

Campofrío, dándole una palmada en el hombro.


¡Adelante, pollo!

Girado Además en este momento me viene bien.(A


Fino) Precisamente, me estaba reservando con miras
a una aventura en la que confiaba, pero que se
encuentra momentáneamente retrasada.

Campofrío ¡Ah! ¿ Y con quién?

Girado, sorprendido por la repentina intervención de


Campofrío.Pues con…¡Uy! …¡No puedo decirlo!

Campofrío, a Fino remedando a Girado.¡No puede


decírmelo! (A Girado):¡Vamos, pollo!

Girado Mientras tanto, tu desconocida me valdrá


como sustituta.

Campofrío Encantado de concedértela.

Girado ¡No se puede ser más amable! ¡Vamos, dame


la carta!
Campofrío ¿Cómo? ¡Ah, no! ¿Además, para qué? ¡No
la necesitas! … No tienes más que ir al Hotel en
cuestión y pedir la habitación que está a mi nombre.
Entiéndeme, cartas como esta no las recibo muy a
menudo. Me gustaría por lo menos que, si un día, mis
nietos, en caso de que los tenga, llegasen a encontrar
esta carta entre mis documentos, pudiesen decir. “
¡Qué apuesto debía de ser el abuelo para despertar
semejantes pasiones! …” ¡Por lo menos seré apuesto
de cara a la posteridad! …Vamos, Fino, venga a
auscultarme.

Girado, le sigue los pasos.¿Y qué pasa con las firmas?

Campofrío Dame un par de minutos y estoy contigo.


Mire, Fino, sígame, allí no nos molestarán.

Fino ¡A sus órdenes! (Salen).

Escena 9
Girado, Raimunda, Camilo.

Girado, carpeta en mano, refunfuñando. ¡Un par de


minutos! ¡Un par de minutos! Y luego, surgirá otra
cosa. Después de una pausa, sonríe complaciente.¡ El
Hotel del Gatito Coqueto!…¿Quién podrá ser esa
mujer que también se ha prendado de mí?

Raimunda.– ¿El señor Campofrío no está?

Girado Está con el doctor. Puedo avisarlo.


Raimunda.– ¡No, no! ¡No lo moleste!…Si luego lo ve,
dígale que he salido con la señora de Corleone… y
que, si vuelvo tarde, no se preocupe, puede que me
quede a cenar con una amiga.

Girado ¡Ah bien! Creo que tampoco él volverá pronto


esta noche, así que…

Raimunda, con viveza.¡Ah! ¿ Y eso por qué?

Girado, sin captar la malicia.¿Cómo? Pues porque,


según creo recordar, me ha dicho que iba a un
banquete esta noche con el director de América.

Raimunda.– ¡Ah! ¿Eso le ha dicho? Pues estoy


encantada de enterarme por usted. Claro está que es
mentira…¡Ya que ese banquete se celebra mañana! …
¡Vi la invitación, así que! …

Girado ¡Ah! …¡Uy! Entonces es que se ha confundido


de día, voy a decírselo.
Hace ademán de ir en busca de Campofrío.

Raimunda, lo para con un gesto.¡No, no! No se ha


confundido de día. No se exceda con un celo inútil.
Todo esto es completamente deliberado: es una
coartada que le permitirá volver esta noche contando
que ha equivocado la fecha…Sé perfectamente a qué
atenerme.

Girado, queriendo arreglar su desliz.¡Se lo aseguro!


¡Era totalmente sincero! A mí, vamos, no tiene
porque venirme con cuentos.
Raimunda¡Ah! ¿Entonces conmigo sí?

Girado¿Qué? En absoluto. ¡Pone en mi boca cosas


que no he dicho!

Raimunda.– ¡Claro! ¡Ya veo de que va su tejemaneje,


vamos! ¡ Ahora que mi marido me engaña y usted
sabe que ya no puede albergar ninguna esperanza,
entonces se cree muy listo intentando convencerme
de que él es el más fiel de los esposos!

Girado Pero se lo aseguro, le hablo con toda


sinceridad.

Raimunda.– ¿Sí? Pues bien, tanto peor, igual me da


…¡Hasta nunca!

Girado, intenta alcanzarla¡Raimunda!

Raimunda.– ¡Cáspita! Sale y le cierra la puerta en las


narices

Girado, que ha dado instintivamente un salto hacia


atrás, pasmado.¡Cáspita! ¡Oh! ¡Mira que contestarme
con cáspita! ¡Oh! ….

Camilo, llega desde el fondo con un vaso lleno de


agua y un paquetito de ácido bórico. El vaso es de
color.¡Ah! ¡Señor Girado! Y bien…¿Está usted de
mejor humor?

Girado, en el mismo tono de Raimunda.¡Ah! ¡Usted,


cáspita! Se lo dice mientras camina para salir.
Camilo, se queda mudo y luego:¡Qué grosero! Deja el
vaso y abre el paquetito de ácido bórico.
Lo que me ha costado echarle mano al ácido bórico.
Echa el contenido del paquete en el vaso, luego coge
con una mano el vaso y con la otra el paladar de
plata, lo sostiene un instante entre el índice y el
pulgar, cual si fuese una hostia sobre el cáliz, para
decir con amor:
¡He aquí el paladar! ¡Empápate, paladar mío! …
¡Empápate! …Separa el índice del pulgar, deja caer el
paladar en el vaso y lo deposita sobre la chimenea.

Escena 10
Camilo, Corleone, Campofrío y Fino, Girado.

Corleone ¡Io le saluto!

Camilo, saluda.¡Ah! Señor de Corleone.

Corleone ¿El signore Campofrío, non está qui?

Camilo Sí, sí, mi primo estará enseguida con usted,


está ocupado con su médico.

Corleone¡Ah! ¡Va bene! En ese instante aparecen


Fino y Campofrío.

Camilo ¡Eh! ¡ Precisamente, aquí los tiene!

Fino, disponiéndose a salir. En resumen, sólo se


puede hacer lo que le he dicho.

Campofrío ¡Perfecto! Entendido.


Corleone¡Caro amigo…Io soy il suyo!

Campofrío ¡Ah! ¡Querido amigo! ¿Qué tal está?

Corleone ¡Ma, bueno! ¿E il dottore, la salute cómo


va?

Fino ¡Cómo siempre! ¿ Y usted? Perdóneme, pero en


este instante me marchaba.

Corleone ¡Oh! ¡Per favor!

Fino¡Vamos! Adiós.

Los demás Adiós.

Fino, justo en el momento de salir.¡Ah!…Y para el


que le toque: ¡Feliz Gatito Coqueto!

Camilo¡Uy! ¡Qué estúpido!Desaparece por el fondo.

Fino Adiós.Sale.

Corleone ¿Dicáme? …la mía esposa, ¿está qui?

Campofrío Así es, con mi mujer.

Corleone Sí. Io lo suponeva…. Mi había detto que me


agarraría por la delantera.

Campofrío, no entiende, mira extrañado a Corleone.


¿Qué le agarraría por la delantera?

Corleone ¡Sí! ¿En fin, está venuta?


Campofrío ¡Ah! ¡Qué le tomaría la delantera!

Corleone¡Eh! ¡Sí! ¡Questo!

Campofrío Sí, sí…. ¿Quiere que la avise?

Corleone ¡No! ¡Io la veré più tarde! ¡Ah! Campofrío.


Bene, esta mattina he estado en la vostra oficina. Lo
he visto al vostro dottore.

Campofrío Sí, eso me ha dicho.

Corleone Sí… me ha hecho orinare.

Campofrío ¿Cómo?

Corleone ¡Orinare! …¡Pschhh! …¡Pschhh!..

Campofrío, entiende.¡Ah! Sí, claro.

Corleone ¿Perché esto?

Campofrío ¿El qué?

Corleone ¿Hacer orinare?

Campofrío Se debe: hay que saber si está usted en


condiciones para hacerle un seguro.

Corleone¿Qué cosa è? No è para me, è para la mía


sposa.

Campofrío, sorprendido.¿Cómo? ¡Ah! ¡Ah! …No me


lo había dicho.

Corleone Io le he dicho: ¡Io voglio hacer un seguro! …


Voi no me hai preguntado per quién.

Campofrío, jovial.¡Oh! ¡Bien! Es un pequeño


contratiempo que tiene fácil arreglo…¡No se
preocupe! …La señora de Corleone no tendrá más
que ir a la compañía y…

Corleone ¿Y qué? …¿Le harán lo mismo que a me?

Campofrío ¡Ah! ¡Se debe hacer!

Corleone, muy frío, muy afectado pero muy claro.


¡Non lo quiero!

Campofrío Pero…

Corleone, sube el tono a medida que va hablando.


¡Non lo quiero! ¡Non lo quiero!El último vociferado y
subrayado:¡Non lo quiero mai!

Campofrío ¡Pero vamos a ver! …¡Sea razonable! ¡Son


las normas!

Corleone, enfrentándose con Campofrío


violentamente. Las normas, Io me las cargo: he
meato por ella.

Campofrío, enérgicamente.¡Ah! ¡Pues no! ….¡No es


posible!

Corleone ¡Eh! ¡Va bene! ¡Non tendrá seguro, ecco!


Campofrío ¡Pero vamos a ver! ¿No será tan celoso?

Corleone Non è gelosia, però mi parece que es


inferiore a la dignità.

Campofrío¡Oh! ¡Prejuicios!..

Corleone ¡Geloso, Io! ¡Ma, non, non lo soy.

Campofrío, pretende ser amable. Usted está seguro


de la fidelidad de la señora de Corleone. ¡La verdad
es que no me extraña!

Corleone ¡Non è esto! …¡Ma io sé que lei sabe que io


sería terribile! Non se atrevería.

Campofrío ¿Ah?

Corleone, saca un revólver¿Hai visto este artefacto?

Campofrío, resguardándose instintivamente con la


mano y corriendo alrededor de Corleone para evitar
el cañón del revólver.¡Uy! ¡Eh! ¡Chis! ¡Vamos!
¡Vamos! No bromee con esas cosas.

Corleone, levantando los hombros.Non hay pericolo.


Tiene il sicuro puesto.

Campofrío, no muy tranquilizado. Sí, aun así …

Corleone, apretando los dientes. Si io la pillará con


un signore, ¡Ja! ¡Ja! ¡Il signore! Recibiría una bala…
en la espalda…que volvería… a salir por la espalda.

Campofrío, asombrado. ¡Cómo! ¿A él?

Corleone, brutal y casi a voz en grito..¡No! …¡A ella!


Campofrío ¡Ah! ¿Ah? …Ya, ya…. Porque supone que…


hace un gesto con las manos que esboza la
aproximación de dos individuos.

Corleone ¡Qué cosa supongo! ….¡Qué cosa supongo!

Campofrío, queriendo evitar que se altere más.¡No!


¡Nada! ¡Nada!

Corleone, más tranquilo.Ella lo sabe. La advertí la


nostra notte de bodas.

Campofrío, aparte.¡Bonita declaración!

Corleone, guarda el revólver.¡Non se expondría!

Girado, apareciendo por la puerta.¡Y bien! ¡Estoy


esperando, camarada!

Campofrío ¡Un momento! ¡Un momento!

Girado ¡No! ¡Mira, sabes, tengo otras cosas que


hacer!

Campofrío ¡Ya voy! ….Vete preparando los


documentos, y en un minuto estoy contigo.
Girado, malhumorado.¡Oh! Vuelve a la habitación y
cierra la puerta.

Corleone¿Quién es este hombre?

CampofríoEl señor Girado.

Corleone¿Girado?

Campofrío. Es amigo mío, a la vez que agente de


seguros en la compañía.

Corleone ¡Ah!

Campofrío, cree que Girado aun está en la habitación


y quiere presentarlo.¡Un hombre encantador! El
señor Girado…¡Vaya! …¡Se ha marchado! …Sólo tiene
un defecto…es un mujeriego impenitente.

Corleone, con indulgencia.


¡Bah!

Campofrío Tiene prisa por marcharse, precisamente


porque una mujer le está esperando.

Corleone, se ríe.¡Ja! ¡Ja!

Campofrío, un poco fatuo.Aunque cuando digo que


“Lo está esperando”, puede que sea a mí a quien
espere.Saca a medias de un bolsillo la carta, la
acaricia mientras habla.¡Puesto que es a mí a quien
ha escrito una carta ardiente de amor!

Corleone,¡De verdad!Espoleado por la curiosidad.¿Y


quién es esa muglier?

Campofrío¡Lo ignoro! No viene firmada.Saca por


completo la carta.

Corleone, campanudo.Un anónimo, tal vez.

Campofrío.Empiezo a creerlo. Debe de ser una mujer


de mundo…una mujer casada.

Corleone¿En qué lo vi?

Campofrío, que no entiende.¿Perdone?

Corleone, repite más alto.¿En qué lo vi?

Campofrío, contesta automáticamente.¡En qué lo


viere! Ya, ya, pues… ante todo en el estilo…en el tono.
Las meretrices son menos sentimentales, y más
positivas. Tenga, juzgue por sí mismo. Abre la carta y
se la ofrece a Corleone.

Corleone, riéndose mientras coge la carta.¿Allora,


hay una sorpresita qui dentro?

Campofrío¿Le hace gracia?

Corleone, exultante, con voz de cabeza.¡Es


divertente!

Campofrío Mal hombre.

Corleone, mira la carta y lanza un grito.¡Ah!


Campofrío, asombrado.¿Qué?

Corleone, estalla a la vez que recorre el escenario a


grandes zancadas.¡Cazzo! ¡Figlia della puttana della
sua madre!

Campofrío ¿Qué ha dicho usted?

Corleone ¡La letra della mía donna!

Campofrío, sobresaltado.¿Qué me dice?

Corleone, saltando encima de él.¡Miserabile!


¡Canaglia!

Campofrío, intentando separarse.¡Eh! ¡Basta! ¡Basta


ya!

Corleone, lo sujeta con una mano en la garganta, con


la otra busca su revólver en el bolsillo trasero de su
pantalón.
¡Smith! ¿Dónde estás Smith?

Campofrío, mirando por encima del hombro.¿Ha


traído a un gorila?

Corleone, saca el revólver del bolsillo.¡Ya te tengo!

Campofrío, al ver el revólver.¡Mesura! ¡Mesura,


hombre! ¡Misura! ¡Me entiendes!

Corleone, quitándole el seguro al revólver.¡Così, la


signora te escribe!
Campofrío, liberándose de las garras de Corleone.
¡Qué va! ¡Qué va! ¡Además, seguro que no es su
mujer! …Hoy en día todas las mujeres tienen la
misma letra.

Corleone¡Porca miseria! ¡Io la conozco!

Campofrío ¿Y además sabe qué? No soy yo el que va a


acudir a la cita, es Girado.

Corleone ¿Girado? ¿Giroda? L´uomo que estaba qui.


¡Va bene! ¡Io lo mataró!

Campofrío ¿Cómo? ¡No, hombre, no! ¡Si aún no ha


hecho nada! …Avisaré a Girado y todo quedará
zanjado.

Corleone ¡Se lo prohibo! ¡Io quiero que el hecho se


consuma! ¡Tengo la prova y dopo lo mato!

Campofrío, intenta amansarlo.¡Pero hombre,


Corleone!En ese momento se escucha el alboroto de
las voces de Luciana.– y Raimunda.

Corleone, empuja a Campofrío hacia una de las


puertas y lo amenaza con el revólver.Escucho la voz
de la mía mujer, ¡Tú, entra là!

Campofrío ¡Corleone, amigo mío!

Corleone, feroz.Io soy tu amigo, ¡ma te mato como a


un cane! Campofrío intenta hablar.
¡Va! ¡Va! ¡O disparo!
Campofrío, no se lo hace repetir dos veces y
desaparece por la puerta que Corleone le señala.
¡No! ¡No! …
Corleone cierra la puerta con llave.

Escena 11
Corleone, Luciana, Raimunda, Girado.

Luciana, aparece con Raimunda.¡Ah! Estás aquí,


amigo mío.

Corleone, intenta aparentar tranquilidad.Sí, ¡ Estaba


qui, estaba qui!

Raimunda¡Oh! Buenos días, señor de Corleone.

Corleone Bon giorno, signora…¿Va bien? ….¿Il suo


marido?

Raimunda.– Bien, gracias.

Corleone ¿Y los niños?

Raimunda.– Pero…si no tengo.

Corleone ¡Ah! ¡Ah! ¡Qué pena! ….¡Allora, otra vez


sará!

Raimunda, riéndose.¡Claro está! ¡Claro está!

Luciana, le observa extrañada desde hace un rato.


¿Qué te ocurre?

Corleone, con rabia contenida. A mí, ¡niente! ¡Niente


di niente! …

Luciana, poco convencida. ¡Ah! …Salgo con


Raimunda. ¿Me necesitas para algo?

Corleone No, no. Prego…¡Va!

Luciana.– Entonces, hasta luego.

RaimundaAdiós, caballero.

Corleone, rabioso. Adiós, signora, adiós.

Luciana, queriendo asegurarse.¿Che cosa succede,


caro mío? ¿Perché ne hai questa faccia?

Corleone, tanto más nervioso que intenta


convencerla de que nada lo ocurre.Per niente, ti lo
assicuro.

Luciana.– ¡Dío! ¡Ché brutto carattere ne hai!Se


marchan las dos.

Corleone, en cuanto salen, estalla.¡Oh, moglie sensa


vergogna!¡Puttana!¡Sei una puttana!
Oye tamborilear sobre la puerta de Campofrío.¡Basta
ya! ¡O disparo!Se para el ruido. Aparece Girado

Girado¿No está aquí el señor Campofrío?

Corleone, aparte y apretando los dientes.Qui llega el


otro, il Girado.Con voz aguda, bajo la cual se notan
ganas de morder.Non, signore, non está qui.
Girado, sin percatarse del estado de Corleone.¡Ah!
Bueno, si lo ve, haga el favor de decirle que le he
dejado todos los documentos en el despacho, sólo le
queda apuntar los nombres.

Corleone ¡Sí, signore, sí!

Girado En cuanto a mí…ya no puedo esperar más.

Corleone, con amabilidad afectada. Eso, ¡ve!, ¡ve!

Girado, sorprendido.¿Cómo dice?

Corleone, dejándose llevar.¡Ve! ¡O io te…!Sus manos


se crispan como para estrangularle.

Girado¿O yo te qué?

Corleone, dominándose ipso facto.Niente, signore,


niente di niente.Muy amable¡Ve! ¡Ve!

Girado¡Ah bueno! Se aleja¡Extraño elemento!


Saluda¡Caballero! Sale

Corleone¡Uy! ¡Qué ahogo!Descubre el vaso en el cual


está a remojo el paladar de Camilo y corre hacia él.
¡Ah! Bebe con avidez el contenido. ¡Ah! ¡Qué gusto
da! De pronto, se da cuenta del gusto que tiene lo que
acaba de beber. ¡Uf! …¿Qué cosa pusieron para que
esté salato? Deja el vaso con asco.

Escena 12
Corleone, Camilo, Campofrío, Girado.
Camilo¡El señor de Corleone! ¿Le han dejado solo?

Corleone, abalanzándose sobre él.¡Oh! ¡Usted! …Se


calma de inmediato. ¡Llega en buen momento! ¡Me
marcho!

Camilo¡Ah!

Corleone Cuando io me haya ido, señalándole la


puerta de Campofrío, aquella puerta, ¡Va! ….¡Io le
doy permiso! …¡Per aprire a vuestro amo! …¡Va!Al
marchar, le coge por las solapas de la chaqueta.

Camilo, se ha quedado pasmado por el empujón.


¿Cómo, a mi amo?

Corleone, rabioso, caminando hacia la puerta a


grandes zancadas.¡Oh! ¡Sensa vergogna! ¡Come
imaginare che la mia moglie aveva un´ amante!Sale
hecho un energúmeno.

Camilo, después de verle salir, con expresión mitad


pasmada, mitad burlona, lo remeda.¡Che la mia
moglie aveva un´amante!Se ríe.¡No se entiende ni
jota de lo que dice!Va hacia la puerta que le señaló
Corleone.¡A mi amo! ¿Pero de qué amo habla?Abre la
puerta, retrocede ante Campofrío que aparece todo
deshecho.¿Tú?

Campofrío, todavía aterrado, no se atreve a


aventurarse en la habitación.¿Se ha marchado?

Camilo ¿Quién?
Campofrío Ciano…. Corleone.

Camilo¡Sí!

Campofrío ¿Y la señora de Corleone?

Camilo También, con Raimunda.

CampofríoVamos a ver…¿Y Girado?

Camilo Acaba de marcharse.

Campofrío ¡Él también! ¡Esto es la monda! ¡No hay


un minuto que perder! ¡Alguien tiene que ir allá para
avisarles!

Camilo ¿Dónde es allá?

Campofrío ¡Pues al sitio este, al adondequiera que


sea! …¡Leches! ¡Allá, y ya está!
Lo coge por las solapas.¡Estamos viviendo sobre un
volcán! ¡Es un drama espantoso! Un doble crimen,
tal vez.

Camilo, se ha sobresaltado¿Qué me cuentas?

Campofrío ¡Veamos! ¡Tengo tiempo de ir volando


hasta casa de Girado antes del banquete! ¡Espera!
¡Mi sombrero! ¿Dónde está mi sombrero?

Camilo ¡Dios mío! ¿Qué ocurre?

Campofrío, con viveza. ¡Ah! No tengo tiempo para


explicaciones. Si durante mi ausencia, Girado
volviese aquí por alguna razón, dile que no acuda,
bajo ningún concepto, a la cita que él ya sabe…¡Su
vida corre peligro!

Camilo ¡Su vida!

Campofrío ¿Me has entendido? ….¡Su vida!

Camilo, espantado.¡Sí, sí, su vida!

Campofrío ¡Qué drama, Dios mío, qué drama!


Sale.

Camilo Esto sí que…¿Qué hay hoy en el ambiente?


¿Qué les pasa a todos?

Girado, aparece de pronto. Me he debido de dejar la


cartera por aquí.

Camilo ¡Girado!

Girado, cogiendo la cartera.¡Ah! ¡Aquí está!

Camilo, se abalanza sobre él. Dice de manera


precipitada e incomprensible:¡Por Dios
Todopoderoso! ¡No acuda a donde usted sabe! ¡Su
vida corre peligro!

Girado¿Qué?

Camilo, aferrándose a él desesperadamente.¡A la cita!


¡A la cita! ¡No acuda! ….¡Su vida corre peligro!

Girado, lo hace girar y lo lanza a lo lejos.¡Basta!


¡Déjeme en paz! ¡No entiendo lo que me dice!

Camilo, recobra el equilibrio y corre tras él.¡Girado!


¡Girado!

Girado, huyendo.¡Leches! ¡A más ver!Sale


precipitadamente.

Camilo, va en busca del vaso que no consigue


encontrar.¡Dios mío! ¡Y mi paladar! …¿Dónde han
metido mi paladar?Descubre el vaso.¡Ah! ¡Aquí está!
Se mete el paladar en la boca y corre en dirección
hacia la puerta.¡Girado! ¡Girado!

Campofrío, con el sombrero puesto acude a los gritos.


¿ A quién persigues con tanto ahínco?

Camilo, con la mayor claridad del mundo.¡Pues a


Girado! …¡Nunca he visto a un bruto igual! ¡Le he
dicho todo cuanto tú me habías dicho! …No ha
querido ni escucharme.

Campofrío, asombrado, dejándose caer sobre una


silla.¡Oh! …¡Habla! …

Camilo, corriendo y llamando mientras cae el telón.


¡Girado! ….¡Girado! …¡Eh! ¡Girado!

Telón.

SEGUNDO ACTO

Hotel del Gatito Coqueto


Escena 1
Peleón, Eugenia que es una voz en off, Olimpia,
Bartolo, Boxer.
Cuando se alza el telón, Eugenia está terminando de
limpiar la habitación.

Peleón, (aparece) ¡Eugenia! … ¡Eugenia! … (La ve).


¡Eugenia!

Eugenia, (voz en off). ¿Señor?

Peleón ¿Qué está haciendo?

Eugenia Estoy haciendo la habitación.

Peleón ¿A esto le llama usted una habitación hecha?

Eugenia Pero, señor…

Peleón ¡A esto le llama una habitación hecha! ¡Y qué


hay de esta cama, eh! ¿Acaso es una cama hecha? ¡Se
diría, palabra, que hay personas que ya se han
acostado en ella!

Eugenia ¡Pues más bien sí!

Peleón ¡Eh! ¡Qué! ¡Qué! ¡Ahora vamos de chistosa


por la vida! ¡De eso nada, monada! Pues sólo falta
que me digas que esta casa es un Hotel de mala nota.

Eugenia, (irónica) ¡Oh!

Peleón ¡Pues no, señorita! ¡ Se dará cuenta de que


este es un Hotel de lujo! ¡Un Hotel como toca! … Al
que sólo vienen personas felizmente casadas.

Eugenia Sí, pero no juntas.

Peleón ¿Acaso le importa? Son incluso más


matrimonio, porque cada uno lo es por su cuenta.
¡Ahora, la señorita se permite juzgar a mi clientela!
¡Vamos, vuelva a hacer esta cama, y rapidito!

Olimpia, (aparece con una pila de sábanas). ¿A quién


regañas, Peleón? (Deja las sábanas).

Peleón ¡A la niña esa que no pega un palo al agua!


¡Ay! ¡Ay! ¡Cuánto siento no haberla tenido bajo mi
mando en el tercio! ¡Anda que no se hubiera
chupado…!

Olimpia, (muy seria). ¡Oh, Peleón!

Peleón ¿Qué? …¡Uy¡ chupado…. chupado quina. ¡Ah!


¡Pues si te crees que estoy para chistes verdes!
¡Demasiados veo! ¡Asco me da!

Olimpia ¡Ah! ¡Así lo espero!

Peleón, (ve llegar a Bartolo con pinta de perro


apaleado. Va a su encuentro y lo coge por el cuello.
¡Ah! ¡A estas horas llegas tú! ¿De dónde vienes? ¡De
la taberna, por supuesto!

Bartolo ¿Yo?

Peleón ¡Son las cinco! ¿Por qué no estás en tu


cama….como deberías? ¿Quieres trabajar sí o no?

Bartolo, (tímido). Sí.

Peleón Pues bien, entonces a la cama. ¡De verdad!


¡Aquí tenemos a un ser que no vale para nada, que
tiene la suerte de tener un reuma…indiscutible, por el
que le paso una renta! …¿Hay alguna razón para
hacerlo? ¡Lo dudo! …Pero tengo demasiado corazón y
no quise dejar a un tío mío a dos velas, pero el señor
sólo tiene una idea, apartarse de su deber para correr
a la taberna.

Bartolo Mira…

Peleón ¡Ni mira ni nada! ¡Ah! Las tabernas, eso


antros que deberían cerrarse en nombre de la moral
católica…. apostólica…y romana.
A Bartolo.
¡Y si hubiésemos necesitado al anciano enfermo
durante tu ausencia, ¡eh! …¿Quién se habría hecho
pasar por ese anciano enfermo, eh? ¡Yo no, desde
luego! ¡Qué bonito habría sido en caso de redada con
un delito infraganti!

Bartolo Pero yo sabía que…

Peleón ¡Basta, cierra el pico! ¡Venga! ¡A tu


habitación! ¡Aire! ¡A meterse en la piltra! …Sin
rechistar.
(Bartolo sumiso entra cabizbajo en la habitación).
¡Esto es lo que pasa con la familia! …¡Todo se le debe,
pero ella no da nada a cambio!
Boxer, (sale de una habitación). Nobody called?

Peleón ¿Diga?

Boxer Nobody called, I said!

(Peleón y Olimpia se miran pasmados).

Boxer, (percatándose de que no le entienden, se lo


dice más suavemente a Olimpia).
If you please, anybody called for me?

Olimpia ¡No, noportí, noportí, mister!

Boxer, (gruñon). ¡Okay!…Thanks! (Entra en la


habitación furioso. Peleón y Olimpia se miran un
instante aturdidos).

Peleón, (después de una pausa) ¿Qué dijo?

Olimpia Creo que pregunto si alguien había venido.

Peleón Es increíble, esa manía que tiene de hablarle a


uno en inglés. ¿Acaso le hablo yo en castellano?

Olimpia No conoce nuestro idioma.

Peleón Pues esa no es razón para que yo entienda el


suyo. (Imitándolo).“Novoydecole”. ¡Además, qué
simpatía!

Olimpia ¡Pobre hombre! Ya van tres veces que viene,


y las tres la señora le da plantón.
Peleón ¡Siempre tendría que estar de plantón! Si eso
es lo que susurra a las mujeres: ”Novoydecole” ¡No
me extraña que se las piren!

Olimpia ¡Desde luego! (Se dispone a llevar la pila de


sábanas). Bueno, voy a subir las sábanas al ropero.

Peleón ¡Pero no te canses, pichoncito!

Olimpia ¡Ah! …¡Ahora que lo pienso! (Señalando una


habitación). No des esta habitación, está reservada.

Peleón, (encendiendo un cigarrillo Bisonte). ¡Ah!


¿Para quién?

Olimpia Para el señor Campofrío. (A Eugenia). ¿Lo


recuerdas?

Peleón Sí, el paisano que habla así. (Pronuncia) “ que


habla así” (a la manera de Camilo).

Olimpia Ese mismo.

Peleón ¡Ah! ¿Y viene hoy?

Olimpia Sí. Mira, aquí está el mensaje que nos envía.


Escucha lo que dice: “Resérvenme para las cinco la
misma habitación que la última vez, Campofrío” Pues
la que utilizó la última vez es esa. (Señala la
habitación).

Peleón ¡Ah! ¡Perfecto! …Entonces, vamos a echarle el


vistazo del amo. (Entra en la habitación con su
mujer). ¡Ah, bueno! Esto está mejor.

Olimpia Y el cuarto de baño: ¿Hay de todo? . ¡Porque


el cuarto de baño es muy, pero que muy importante!
(Entra en el cuarto de baño).

Peleón Ahora, apretemos sobre este botón y veamos


si el imbécil de mi tío está en su puesto.
(Aprieta sobre el botón, desaparece la cama y aparece
la otra en la que está Bartolo).

Bartolo, (entonando su lamento cotidiano). ¡Uy! ¡Mi


reuma! ¡Mi pobre reuma!

Peleón, (le hace callar). ¡Sí! ¡Vale, no te canses! Sólo


soy yo.

Bartolo ¡Ah! ¿Eres tú? Pues bien, tú dices que


siempre me andas pillando, ya ves: aquí me tienes, en
mi oficina.

Peleón ¿Y qué quieres, veterano? ¡Para eso te pago!


¡Venga, al sobre! (Vuelve a apretar el botón, vuelve la
primera cama). Todo va bien. (Olimpia sale del
cuarto de baño). ¿Dónde está Blas?

Olimpia En la bodega guardando la leña.

Peleón ¿En la bodega? …¡Estás loca! Vamos a ver,


pero si te he dicho que sólo tiene un defecto, y es que
se emborracha, y lo mandas a la bodega.

Olimpia Pero si las botellas están bajo llave, no hay


peligro.
Peleón ¡Ah! ¡Pero me lo conozco, menudo tunante!
Ya me puede jurar y perjurar que se ha retirado del
vicio, yo me sé por dónde le aprieta. Me lo conozco:
tres años en el Tercio bajo mi mando. Su
arrepentimiento duraba de lunes a sábado…pero el
domingo, ¡Toma castaña! La trompa dominical.

Olimpia, (muy filosófica). Pues bien, se movía con su


tiempo.

Peleón Sí, fue un precursor. ¡Aunque yo no lo


mandaba al agujero! …¡Pero le metía una somanta de
hostias! … De tal manera que quedaba santiguado
hasta el sábado. Pero el domingo, vuelta a empezar.
¡Ahora bien, cuando estaba de servicio era una joya!
¡Honesto, trabajador…y entregado! ¡Ah! ¡A ese sí que
podía zarandearlo, maltratarlo! …¡Era un placer! Con
esto quiero decir, que cuando le atizaba, ¡ah! ¡No
hacía ningún tipo de remilgos!

Olimpia, (mimosa con la cabeza apoyada en el


hombro de Peleón y los ojos mirando al cielo).
¡Castigas tan bien!

Peleón, (con modestia). Sí, ¡Vaya! ….¡Castigaba!.


Ahora…uno se cansa, sabes…Da igual, es de esos
mozos de los que a mí me gustan…No es como esos
criados de hoy en día a los que hay que hablar con la
boquita chica…. Por eso, cuando hace quince días me
lo encontré sin empleo, no dude en tomarlo a nuestro
servicio.

Olimpia ¡Qué bien hiciste, pichón! (En ese momento


aparece Blas con un gancho de madera en la espalda.
Viene con traje de faena. Parece el sosia perfecto de
Campofrío, sólo que más vulgar, más pesadote; es el
mismo hombre, pero de una clase social inferior. En
la mano lleva un mensaje).

Escena 2
Los anteriores y Blas.

Peleón ¡Ah! ¡Cuando se habla del rey de Roma! …


¿Qué ocurre, Blas?

Blas, (esbozando el saludo militar, arrastra la voz).


¡Un mensaje, jefe!

Peleón, (imitándole a la vez que se acerca). “ ¡Un


mensaje, jefe!” ¡Vamos, dámelo! …Gracias.
(Viendo a Blas que se ha separado y le mira con
expresión beatífica y tierna). ¡Dios mío! ¡Qué bestia
tan fea! (A Blas que sonríe bobaliconamente,
mientras esboza saludos militares). ¡Deja de mirarme
así, imbécil! (Abre el mensaje, mira la firma). ¡Ah! …
Otro de Campofrío. (Peleón lee el mensaje).
“ Reserve a mi nombre una buena habitación…”

Olimpia, ( con una punta de ironía). ¡Sí que está


empeñado!

Peleón “ Y deje entrar a quien la pida en mi nombre”


(a Blas): ¿Te has enterado, tú? Si preguntan por la
habitación reservada del señor Campofrío, dejas
entrar en esta habitación. (Señala la habitación).
Blas, (sonrisa beatífica, saludo militar). Sí, jefe.

Peleón Ya tienes permiso para retirarte. (Blas


permanece contemplando a su amo). ¡Y bien! …¿No
me has oído? ¡Moro rebelde! (Lo coge por el brazo y
lo hace girar). ¡Hala, aire! ¡Sal echando leches! (Le da
un puntapié. Blas sale con aire radiante sin perder de
vista a Peleón). ¡Has visto! ¡Está feliz! Cómo te digo:
Esa bestia me adora. (Bruscamente pone voz de
matón) ¡Quieres largarte de una vez! ( Blas obedece
con precipitación y está a punto de caerse).

Olimpia, (una vez que Blas se ha marchado). ¡Qué


pedazo de pan!

Escena 3
Olimpia, Peleón, Boxer, Fino

Boxer, ( sale en tromba de su habitación y se dirige


directamente a Peleón). ¿Nobody called?

Peleón, (se sobresalta). ¿Qué?

Boxer Listen, it´s the second time that I ask if


anybody called for me.

Peleón ¡Eh! ¡No! ….Novoyde, ¡leches!

Boxer ¡Yeah! …thanks! (Vuelve a su habitación igual


que llegó).

Olimpia ¡Qué amor de hombre!


Peleón Sale como un diablo de una caja.

Olimpia Es verdad, ¡qué sobresaltos!

Fino, ( aparece). Buenos días, mi coronel.

Peleón, ¡Ah! Buenos días, doctor.

Fino Buenos días, señora Peleón. ¿Le queda alguna


habitación?

Olimpia Para usted siempre, señor doctor.

Fino ¿Ha preguntado alguien por mí?

Peleón Todavía no, señor doctor.

Fino ¡Ah! ¡Mejor que mejor!

Peleón ¿El señor Doctor ha estado muy liado?

Fino ¡Oh! ¡Muy liado! …Más bien un pequeño lío.

Olimpia¡Ah! Bueno, no es por hablar, ¡pero hace más


de un mes!

Fino He estado mariposeando un poco a derecha e


izquierda.

Peleón Está mal, eso de no ser fiel.

Fino ¡Ah! ¡Pero siempre con la misma! ¡Con la misma


siempre!
Peleón ¡Oh! No le hablo de señoritas, le hablo de
nosotros.

Fino ¡Ah, bueno!

Peleón Estaría bueno que se tuviese que ser fiel en


amores, tendríamos que cerrar el negocio.

Fino Muy bien pensado. (Cambiando de tono). Pero


díganme, aquí se entra como Pedro por su casa. No
he visto al muchacho en la recepción.

Olimpia ¿A Blas?

Fino ¿Qué Blas? No, a Gabriel, al guapo Gabriel.

Peleón ¡Ah! ¡Claro, usted no lo sabe…. ¡Ha pasado


tanto tiempo! A Gabriel, lo despedimos.

Fino ¡Oh! ¿Y por qué? ¡Era tan decorativo!

Peleón ¡Y tanto! Era demasiado atractivo.

Olimpia Causaba estragos en la clientela.

Fino ¡Vaya por Dios!

Peleón ¡Se hará cargo de que era inaceptable! ¡Si un


cliente ya no puede traer a su querida sin temer que
el servicio se la levante! ¿Dónde iríamos a parar? …
No, nosotros somos una casa de plena confianza.
También se necesita disciplina. ¡De eso sé un rato!
Aquí donde me ve, yo fui caballero legionario.
Fino ¡Guau! ¿Entonces es verdad lo de su grado de
coronel?

Olimpia ¡Y tanto!

Peleón ¡Ni qué lo diga! ….Soy ex –sargento primero


del glorioso tercio: por eso me llaman coronel.

Fino ¡Ya, ya! ….Es coronel…de paisano.

Peleón, ( con llaneza). ¡Oh! Ya sabe, en la vida civil,


¡qué importa un grado más o menos!..
(A Olimpia) ¿Si no te importa, palomita, la 10 para el
doctor?

Olimpia Sí. (Empieza a subir la escalera).

Fino, (señalando la habitación). Oiga, ¿y la 5 no está


libre?

Peleón Desgraciadamente, no.

Fino, ( desilusionado). ¡Ah!

Peleón Pero la 10 tiene la misma distribución, sólo


que justo encima.

Fino ¡Bah! Venga con la 10.

Olimpia Voy a hacer que se la preparen.

Peleón Muy bien. Ve, palomita. (Olimpia sale).

Escena 4
Los anteriores, salvo Olimpia.

Fino ¡Una mujer valiosa, eh!

Peleón ¡Ah! …¡Y tan seria!

Fino Tiene gracia, ¿a menudo he pensado en dónde la


había visto antes?

Peleón ¡Ah, eso! ¿Usted no conoció antiguamente…


una mujer galante, la Bella Siboney… a la que habían
apodado “La Habanera Militara”?

Fino ¿Siboney? …¡Espere!

Peleón ¡Sí, hombre! La que fue durante mucho


tiempo la amante del Duque de Medinacelli.

Fino ¡Ah! ¡Ya, ya! A la que sirvieron toda desnuda


sobre una bandeja de plata en el salón del Ritz.

Peleón ¡La misma! (Con cierta satisfacción). ¡Pues


bien, es ella! Ella es mi mujer; me casé con ella.

Fino, (un tanto sorprendido). ¿Ah? ….¿Ah? …


¡Enhorabuena!

Peleón Tuvo un arrebato de pasión conmigo cuando


yo era sargento primero del Tercio. (A modo de
justificación). En aquel entonces, yo era buen mozo…
llevaba uniforme…. Siempre tuvo debilidad por los
militares.

Fino “ La Habanera Militara” (Se ríe).


Peleón, ( riendo). ¡La misma! (Poniéndose serio).
Quiso…mantenerme.

Fino ¿De verdad?

Peleón ¡Oh! ¡Pero…eso no va conmigo! Además, ella


tenía ahorros, un buen físico y …reputación: puedo
decirlo, era un buen partido. Entonces, le propuse
matrimonio y…así ocurrió.

Fino ¡Felicitaciones!

Peleón Pero antes, puse condiciones…Es que yo


tengo principios, sabe…. Le dije: a partir de ahora se
acabaron las juergas, los amantes… (Se inclina hacia
Fino) Porque – no sé si usted será de la misma
opinión- yo creo que cuando uno toma esposa, esta
ya no debe tener más amantes.

Fino, (con seriedad irónica). Está usted totalmente


en lo cierto.

Peleón ¡Ante todo, me importa la respetabilidad! …Y


entonces fue cuando abrimos esta casa.

Fino Es usted un sabio.

Peleón Y vivimos así, modestamente, pareja de clase


media de vida ordenada…ahorramos para cuando
seamos mayores. Y, a propósito, he estado pensando
sobre lo que me propuso el otro día…referente al
seguro de vida, ¡ya sabe!
Fino ¡Ah! ¡Ah! ¡Se lo está pensando!

Peleón ¡Pues sí, ya ve! Tengo cuarenta y cuatro años,


mi mujer…tose unos cincuenta y dos…en fin, más o
menos.

Fino, ( bromeando). ¡Qué bien! ¡Pues eso está muy


bien! Siempre se dice que tiene que haber unos siete
u ocho años de diferencia entre los esposos.

Peleón ¡Sí! …Aunque, tal vez, valdría la pena que


fuese más bien la mujer la más joven…

Fino No digo yo que no, pero, cuando no puede ser,


más vale que por lo menos lo sea el marido.

Peleón ¡Claro está! ¡Claro está! … (Cambiando de


tono). Por eso, si pudiese hacerle un seguro, a mi
pobre querida, de modo que cuando falleciese ella…

Fino ¿Ella? …¡Diablos! ¡Cincuenta y dos años! …Si se


tratase de usted, sería mucho más barato.

Peleón ¡Oh! Bueno, pues a mí, si lo prefiere, con tal


de que cuando falleciese ella…

Fino ¡Ah! ¡No, no! …En este caso sería cuando usted
falleciese…

Peleón ¿Cuándo yo falleciese? ¡Ah, no! ¡Eso sí qué


no! Así no me interesa nada.

Fino En fin, ya buscaríamos una fórmula; siempre


puede pasarse a vernos.
Peleón ¿Cuándo?

Fino Todas las mañanas, me encontrará de diez a


once, en casa del director de la Vitalicio Life
Company, en el 55 de la Avenida del Generalísimo.

Peleón, (escribiendo sobre la palma de la mano).


Avenida del Generalísimo, de acuerdo…. ¿Y por quién
pregunto?..

Fino Por el director de la Compañía. Ya le avisaré.

Peleón ¡Perfecto! …Gracias por su amabilidad.

Fino ¡Faltaba más!

Escena 5
Los anteriores, Olimpia, Boxer y Raimunda.

Olimpia, (en lo alto de la escalera). Si el doctor desea


venir a ver su habitación.

Fino, (abalanzándose hacia la escalera y subiendo los


peldaños de cuatro en cuatro). ¿Cómo? ¡Ya lo creo
que quiero! ¡Ya lo creo! (A Peleón, desde arriba de la
escalera). ¡Ah! ¡Si preguntan por mí, haga el favor de
avisarme enseguida! ¿De acuerdo? (Desaparece).

Peleón ¡Qué bonito es el amor!

Boxer, (saliendo de la habitación). Nobody called?

Peleón ¡Ay! ¡No me lo diga así! ¡Por Dios!


Boxer Nobody called for me, I say?

Peleón, (sonrisa en boca y a media voz). ¡Narices!

Boxer, (aguzando el oído). What?

Peleón ¡Narices!

Boxer, (sin entender). ¿Naaarisess?

Peleón, (con un tono de extrema amabilidad). Sí,


yankee, me miras con ojos como platos, pero no me
desagrada aprovecharme de tu desconocimiento de
nuestro idioma para decirte lo que pienso: ¡Narices!

Boxer ¡Naaarisess! …Yeah! Thanks.

Peleón A tu disposición.

Boxer está a punto de entrar en su habitación,


cuando aparece Raimunda.– con la cara cubierta con
un velo.

Boxer, (al verla se para en seco). ¡Yeah!

Peleón ¿Qué desea la señora?

Raimunda.– La habitación reservada por el señor


Campofrío.

Peleón, ( pasa delante de ella para abrirle la puerta de


la habitación). ¡Ah! Por aquí, señora.
(Boxer que no ha dejado de mirar a Raimunda, y no
consigue adivinar sus rasgos, se aproxima sin tapujos
hacia ella y se pone a dar vueltas a su alrededor,
canturreando un rock y contoneándose a su ritmo).

Boxer, ( mientras da vueltas alrededor de Raimunda,


que le mira asombrada, y gira nstintivamente sobre sí
misma). “Go, Johnny, ,go, go, go. Go, Johnny be
good” (Se da cuenta de que Raimunda.– no es a la
que busca). No! It´s not that one! (Entra en su
habitación, las manos en los bolsillos silbando su
canción).

Raimunda, (asombrado del descaro de Boxer) ¿ Y a


este qué le pasa?

Peleón No preste atención, señora, es un


extravagante de allende de los mares.

Raimunda.– ¡No le falta descaro! (A Peleón) ¿Nadie


ha pedido la habitación todavía? (Levanta un poco su
velo).

Peleón No, nadie. (Acercándose un poco a ella). ¡Eh!


¡A fe mía que no me equivoco! Usted es la señora que
ya vino esta mañana.

Raimunda.– ¿Qué?

Peleón Sí, sí, claro. ¡Ah, señora! ¡Qué satisfacción


más grande! Ya sospechaba yo que con mi discreción,
llegado el caso, me ganaría a la señora como clienta,
¡pero, a decir verdad, no la esperaba tan pronto!..

Raimunda, (chocada y desconcertada). ¡Pero,


caballero, qué modales son estos! No le autorizo a
suponer…

Peleón, ( inclinándose de inmediato). Discúlpeme,


señora. (Llegando hasta la puerta y dejando pasar a
Raimunda). Si no le importa tomarse la molestia de…

Raimunda, ( adelantándose, y llegando a la puerta se


da la vuelta para mirar a Peleón de arriba abajo con
aire altivo). ¡Psss!

Peleón, ( entra en la habitación después de ella). Esta


es la habitación. Como ve, es muy confortable. La
cama...

Raimunda, ( altiva, cortándole) ¡Ya es suficiente,


caballero! …No la necesito para nada.

Peleón, (sorprendido). ¡Ah! (Aparte, mientras va


hacia el cuarto de baño). ¡Es una viciosa! … (En voz
alta) Este es el cuarto de baño, tiene agua caliente,
baño, ducha…

Raimunda, (irritada). ¡Bueno! ¡Bueno! No tengo la


más mínima intención de residir aquí.

Peleón Sí, señora. En fin, es muy importante que lo


recuerde, en caso de delito in fraganti, llamo la
atención de la señora: ahí, a cada lado de la cama hay
un botón…

Raimunda.– ¡Pero, ya es suficiente! …Sabré


cuidarme muy mucho de que…Le ruego que me deje,
caballero.
Peleón, ( sorprendido). Pero, señora…

Raimunda.– Ya no le necesito.

Peleón ¿Ah? …Bien, señora. (Se llega hasta la puerta


y en el momento de salir). Señora, un servidor.

Raimunda, ( nerviosa). Adiós, caballero, adiós.

Peleón, ( cerrando la puerta). ¡Es una amante


gruñona!

Raimunda.– ¡Qué hombre falto de tacto!

Peleón, ( ve a Blas que baja con su gancho vacío).


¡Eh! ¡Blas! (Blas, con mirada tierna, saludo militar).
¿Jefe?

Peleón ¿Acabas ya con el trajín de la leña?

Blas Falta una carga, jefe.

Peleón ¡Bien! ¡Pues entonces aligera! Y luego, me


haces el favor de ponerte la librea en vez de dejarla
tirada por aquí. No es su sitio. (Al hablar, le señala la
chaqueta de la librea que está colgada, junto con la
gorra). Es la hora de llegada de los clientes, tienes
que llevar el uniforme.

Blas Sí, jefe. (Timbre)

Peleón ¡Anda! Han llamado. (Consulta el cuadro). Es


el americano, vete a ver lo que quiere.
Blas Sí, jefe. (Deja el gancho y se dirige hacia la
habitación, sin dejar de mirar con ojos tiernos a
Peleón, y llama a la puerta).

Voz de Boxer. ¡Come in!

Escena 6
Peleón, Girado, Blas, Raimunda.

Girado Por favor, ¿la habitación del señor


Campofrío?

Peleón Aquí es, señor. Pero, si no me equivoco,


¿usted no es el señor Campofrío?

Girado No, pero no importa. Yo le represento.

Peleón, (asintiendo con la cabeza). ¡Ah! Además el


mensaje habla de dejar pasar a quien solicite la
habitación a su nombre…La dama ha llegado,
caballero.

Girado ¡Ah!.. Y…¿Está buena?

Peleón, (lo mira sorprendido). ¿El caballero desea


conocer mi opinión? A mí me parece que mientras le
guste al señor…

Girado Es que…no la conozco.

Peleón ¿Ah?

Girado Por eso, antes de comprometerme más, si es


una vieja arpía…

Peleón ¡No! ¡No! ¡No se preocupe! No debe de tener


muy buen carácter, pero es bonita.

Girado ¡Oh! ¡Vale! …¡Cómo lo que importa en estos


casos no es el carácter!

Peleón, (con risa cómplice). ¡Desde luego que no!


(Adelantándose). Pues, esta es la habitación.
(Entra en la habitación seguido por Girado).

Blas, ( sale de la habitación de Boxer). ¡Enseguida,


señor! (Aparte). Me pide un novoydecole. ¡Ni idea de
lo qué es! (Pausa). Le serviré un vermut. (Recoge su
gancho y se va hacia los bajos).

Peleón ¿No hay nadie aquí? Voy a ver por allí. (Llama
a la puerta del cuarto de baño).

Voz de Raimunda.– ¿Qué desea?

Peleón, (la mejilla sobre la puerta). El caballero de la


señora está aquí.

Voz de Raimunda.– Ya voy.

Peleón La señora está ahí.

Girado ¡Ah! ¡Muy bien!

Peleón, ( en el quicio de la puerta, antes de retirarse).


¡Qué le aproveche, señor!
Girado, (cerrando la puerta). Gracias. (Echando un
vistazo alrededor). ¡Mira! ¡Es bonito el sitio!
¡Coqueto, bien amueblado! (Descubre los botones).
¡Ah! ¡Estos son los timbres! …Pues bien, cuando uno
está aburrido, por lo menos se puede tirar al blanco.
(Mima la acción de disparar en la dirección del botón
de la derecha de la cama). ¡Prosigamos! Vamos a
ver…. Encontremos una manera original de
presentarnos. ¡Ah! ¡Así…será divertido! (Se esconde
detrás de las cortinas de la cama).

Raimunda, (irrumpe en la habitación). ¡Ah! ¡Aquí


est… (No ve a nadie).

Girado, (detrás de las cortinas de la cama). ¡Cucú!

Raimunda, (aparte). “Cucú” ¡Te vas a enterar!

Girado ¡Cucú! (Raimunda.– descorre una de las


cortinas con la mano derecha, mientras con la
izquierda le da un bofetón a Girado).

Raimunda.– ¡Toma!

Girado, ( recibe el bofetón). ¡Oh! (Salta fuera de la


cama).

Raimunda, (retrocede). ¡No es él!

Girado ¡Raimunda! ¿Usted? …¡Es usted!..

Raimunda, (pasmada). ¡Señor Girado!

Girado ¡Ah! ¡Bien! …¡Si lo llego a saber! …


(Frotándose la mejilla derecha). ¡Ah! ¡Qué agradable
sorpresa!

Raimunda.– ¡Sorpresa sí que es! ….¿Qué hace usted


aquí?

Girado, (con aplomo). ¡Qué importa lo que yo haga!..


(Rápido). Una…una intriga amorosa, eso es…Se
trataba de una mujer…una mujer que me amaba…me
había visto en el teatro, y entonces…. ¡un flechazo! …
ella me escribió y yo, por compasión, pues he…

Raimunda.– ¡En absoluto! …¡En absoluto! …

Girado, ( malinterpreta la protesta de Raimunda, y


sigue fogoso). ¡Pero esa mujer, esa mujer…no
importa! ¡Ni la conozco, ni la quiero! ¡En cambio a
usted! …¡Oh! ¡Mi sueño! …. ¡Mi sueño hecho
realidad! ¡Usted está aquí, enfrente de mí, enterita
para mí! …¡Ya ve que el Cielo está de nuestra parte!
(Mientras habla, intenta tomarla en sus brazos).

Raimunda, ( liberándose). ¡Pero déjeme!..

Girado ¡No! ¡No!

Raimunda.– No le escribieron a usted…le escribieron


a mi marido.

Girado ¡Qué va, qué va! …¡Es del todo imposible! …Él
es feo. Lo que ocurre es que estabamos juntos…
entonces, la persona se confundió y…
Raimunda, (se esfuerza por cortarle). ¡En absoluto!
¡En absoluto! (Como un argumento que no admite
réplica). La carta para mi marido es mía.

Girado, (sorprendido). ¿Suya?

Raimunda, (categórica). ¡Mía, de arriba abajo!

Girado ¿Escribe cartas de amor a su marido?

Raimunda.– Quería saber si me engañaba…si


acudiría a la cita.

Girado, (lanzando un grito de triunfo). ¡Ah! …Pues


bien, ¡Ya ve! ¡Usted que no quería ser mía, porque
pensaba que su marido le era infiel! ¡Ya ve que no ha
venido y me ha enviado en su lugar como alguien
más acorde con lo verosímil!

Raimunda, (impresionada por el argumento). Es


cierto.

Girado ¿Y sabe lo que dijo cuando recibió esta carta,


su carta? Dijo: “ ¿Pero qué quiere esta señora? …
¡Acaso no sabe que yo no engaño a mi mujer!“

Raimunda.– ¿Eso dijo? …

Girado ¡Sí!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Qué feliz soy, qué feliz soy! (Se tira
al cuello de Girado y le planta dos besos sobre las
mejillas).
Girado, ( radiante). ¡Ah! ¡Raimunda! ¡Raimunda.–
mía! (Muy cerca de ella). ¡Y bien, eh! …¡Se arrepiente
ahora de haber dudado de él! (La besa con fruición).
¡Muah! ¡Muah! Ahora me econocerá… (La vuelve a
besar). ¡Muah! ¡Muah! Que ya no hay razón para
incriminarle.
(La besa de nuevo). ¡Muah! ¡Muah! Que ya no tiene
derecho a no engañarle. (Besos seguidos).
¡Muah! ¡Muah! ¡A mi pobre amigo!

Raimunda, (estrechándolo a su vez). ¡Sí! ¡Sí!.. Tiene


razón. (Lo besa). ¡Me equivoqué! Hice mal en
sospechar de él. (Besos). ¡Muy mal, mi gran
Campofrío! Te pido perdón. (Besos).

Girado, (lírico). ¡No! ¡No! El perdón no es necesario


…sea mía, con eso bastará.

Raimunda, (lírica). ¡Sí, sí, ese es el castigo!

Girado, ( arrebatado). ¡Oh! ¡Raimunda, la amo, te


amo! …¡Yo te amo, yo la amo! …¡Raimunda,
Raimunda.– mía!

Raimunda.– ¡Y pensar que creía…que era mi marido


el que decía “Cucú”!

Girado, (con altos vuelos). Pues bien, ¡da igual!, lo


haremos por él.

Raimunda.– ¿El qué?

Girado ¡Cucú! (Exaltado, la estrecha contra su


pecho). ¡Raimunda! ¡Raimunda.– mía!
Raimunda, (resistiéndose). ¡Girado! …¡Girado! ¿Qué
le ocurre? …Deje que me reponga de mis emociones…
(Se suelta).

Girado, (vuelve a la carga). ¡No! ¡No! ¡Al revés,


aprovéchelas! ¡Aprovéchese de su turbación mientras
aún está en caliente!

Raimunda, (forcejeando entre sus brazos). ¡Girado!


¡Girado! ¡Compórtese!

Girado, ( sin escucharla). ¡En esos momentos, los


sentimientos son mucho más intensos! (levándola
hacia la cama). ¡Vamos! ¡Venga! ….¡Venga, ven! …
¡Ven, venga!

Raimunda, (asustada). ¿Qué? ¿Qué? …¿Qué está


usted haciendo? ¿Adónde me lleva?

Girado, (al borde de la cama). ¡Pues ahí! …¡Ahí,


donde la felicidad nos espera!

Raimunda.– ¡Eh! ¡Se ha vuelto loco! … (Le da un


empellón que lo manda sentado sobre la cama).
¿Quién se ha creído que soy? …

Girado, ( asombrado). ¿Pero cómo? ¿No me ha


dejado entrever que consentía?..

Raimunda, ( con viveza y altivez). A ser su amante…


¡Sí! (Con dignidad). ¡Pero a acostarme con usted!
¡Oh! ¿Acaso me ha tomado por una prostituta?
Girado, (sobre el borde de la cama, lastimoso).
Bueno, ¿y entonces…qué?..

Raimunda, (radiante de dignidad). Pues… el


coqueteo con sus emociones: mirarse a los ojos, ir
cogidos de la mano. ¡La mejor parte de mí misma se
la entrego a usted!

Girado ¿Cuál de ellas?

Raimunda.– Mi mente… mi corazón.

Girado ¡Oh! ¡Bah!

Raimunda.– ¡Vaya! ¿Y qué idea se había hecho?

Girado, (calentándose). ¡Pues la idea que se hace


cualquier galán que desea a una mujer! (Avanzando
hacia Raimunda). ¡Cómo puede ser! ¡Cuando todo
nos empuja el uno hacia el otro…cuando los
acontecimientos juegan a nuestro favor …cuando su
propio marido me echa en sus brazos! …Porque es su
marido, él que me envía, señora.

Raimunda.– ¡Mi marido!

Girado ¡Sí, señora, su marido! ¡Con lo cual la


resistencia es sólo vuestra! …¡Ah, no! ¡Señora, no!
¡No está usted en condiciones! (Intenta abrazarla).

Raimunda, (soltándose). ¡Vamos! ¡Girado! ¡Girado!


¡Cálmese!

Girado, ( volviendo a la carga). ¿Y piensa que voy a


conformarme con lo que me ofrece? …¿El coqueteo…
mirarse a los ojos… y la mitad superior de su
persona…en este caso, la menos relevante para lo que
nos ocupa? (Girado sigue avanzando hasta acorralar
a Raimunda).

Raimunda. ¡Girado, compórtese!

Girado Pero ¿qué quiere que haga yo con su mente y


su corazón?

Raimunda.– ¡Oh!

Girado ¡Ni hablar! ¡Menudos favores me ofrece, un


futuro de excitación en la nada, de deseos nunca
satisfechos! ¿Y qué más ventajas? Hacerle los recados
a la señora, pasear al perrito cuando a este le venga
en gana. (Vuelve bruscamente hacia Raimunda.– que
se hace cada vez más pequeña).
¡Pues! Cada (“Ni hablar” muy gritado). ¡Ni hablar!
¡Ni hablar! ¡Ni hablar!

Raimunda, (asustada). ¡Girado!

Girado, (en plena cara de Raimunda). ¡Ni


hablaaaar!.. (Con tono amenazante). Y ya que tiene
un desconocimiento total de las reglas fundamentales
de las cosas del querer, yo proveeré.

Raimunda, (aterrorizada y suplicante). Girado, amigo


mío.

Girado No pensará que voy a sumirme en los abismos


del ridículo, aunque sólo fuese ante mis propios
ojos…¡y salir de aquí, con una mano delante y la otra
detrás!

Raimunda.– ¡Girado, compórtese!

Girado ¡Ni hablar! ¡Ni hablar! ¡Usted es mía! ¡Me


pertenece! Y la deseo. (La coge por la cintura e
intenta llevarla hasta la cama).

Raimunda, (defendiéndose como puede). ¡Girado!


¡Basta, Girado!

Girado ¡Ni hablar! ¡Ni hablar!

Raimunda, (tras un esfuerzo titánico consigue


rechazarlo y corre hacia el botón). ¡Un paso más, y
llamo!

Girado ¡Eh! ¡Llame cuánto quiera! ¡Yo le aseguro que


nadie entrará! (Girado corre hacia la puerta para
echar el seguro, al ver esto, Raimunda.– aprieta el
botón, el panel gira sobre sí mismo, haciendo
desaparecer la cama y a Raimunda, a la vez que
aparece Bartolo echado en la otra cama).

Raimunda, ( al verse arrastrada). ¡Ay, Dios mío!


¡Socorro!

Girado, (no ha visto lo que ha ocurrido al estar de


espaldas, malinterpreta los gritos de Raimunda). ¡Sí!
¡Puede gritar “Socorro”, me da igual! (Triunfante,
aparte). ¡Ya está! ¡Ya la tengo! ¡Ya es mía! (Se
abalanza sobre la cama, y prácticamente encima de
Bartolo empieza a besarlo).¡Oh! ¡Raimunda!
¡Raimunda.– mía!

Escena 7.
Girado, Blas, Boxer, Peleón.

Girado, ( salta fuera de la cama al ver a Bartolo). ¡Ah!


(Enloquecido, asombrado, sin entender nada de lo
que le ocurre, va y viene como una ardilla en una
jaula, con ojos como platos, como un hombre que ha
perdido el norte).

Bartolo, ( entonando el lamento habitual). ¡Uy! ¡Mi


reuma!

Girado, ( tragando saliva). ¿Qué es esto?

Bartolo ¡Mi pobre reuma!

Girado, (a Bartolo). ¿Qué pinta usted aquí? ¿De


dónde sale? ¿Por dónde entró?

Bartolo, (incorporándose, con aspecto de atontado).


¿Diga?

Girado ¡Y Raimunda! …¡Raimunda! ¿ Dónde está?


(Abre la puerta que da al hall). ¡Raimunda!
¡Raimunda! (Aparte). ¡No contesta! (Vuelve a la
habitación, se dirige hacia el cuarto de baño).
¡Raimunda! ¡Raimunda! (Desaparece en el cuarto de
baño).

Raimunda, (aparece como una loca saliendo de la


otra habitación). ¿Qué ha ocurrido? …¿Dónde estoy?
¡Oh, Dios mío! (Llama). ¡Girado! ¡Girado! (Aparte).
¡Ah, no! ¡Ya estoy harta! ¡Harta de este Hotel!
¡Marchémonos! ¡Marchémonos! (Desaparece por la
escalera. Irrumpe Boxer).

Boxer Hello! Hi! (Al no ver a nadie). Nobody here.


(Se acerca a la escalera). Boy! Boy!

Raimunda, (vuelve a aparecer precipitadamente por


la escalera). ¡Cielos! ¡Mi marido! …Mi marido está en
la escalera. ( Al ver la puerta de Boxer abierta, se
mete en la habitación).

Boxer, ( la mira durante un tiempo pasmado, y luego


adopta un aire chispeante y la sigue). Ah! That´s a
darling, hurrah! (Cierra la puerta).

Blas ¡Seré tonto! ¡No encuentro el vermut! ¡No es de


extrañar, se lo di a Bartolo ayer! (Llamando en
dirección hacia la habitación). ¡Eh! ¡Bartolo!

Bartolo, ( que está leyendo el periódico en la cama).


¡Aquí estamos!

Blas, (vuelve sobre sus pasos y desde el quicio de la


puerta). ¡Ah! ¿Estás aquí? …Oye, Compañero, ¿Qué
has hecho con el vermut?

Bartolo Está en la habitación de al lado…ya sabes,


sobre el armario.

Blas ¡Ah, bien! (Se va a la otra habitación).

Girado, (sale del cuarto de baño y sale al hall). ¡Ni


rastro! ¿Dónde estará? (Sube en dirección hacia la
escalera. En ese momento, irrumpen Boxer y
Raimunda, que forcejea para librarse de las garras
del americano).

Boxer Darling! Darling! don´t go! Remain with me!

Raimunda.– ¡Me quiere soltar! ¡Me quiere soltar,


especie de sátiro!

Girado, (volviendo). ¡Ah! ¡Aquí está! (En ese


momento, Raimunda.– que ha conseguido zafarse,
coge impulso para darle una bofetada a Boxer;
Girado aparece entre los dos, justo a tiempo para
llevársela él).

Girado, ( acariciándose la mejilla). ¡Oh! ¡Otra vez!

Boxer Yeah! Thanks!

Girado, (saluda rápidamente a Boxer, al mismo


tiempo que empuja a Raimunda.– hacia la
habitación). ¡Buenas tardes, señor! (Boxer vuelve a
su habitación mascullando, mientras Raimunda,
desfondada, entra en la habitación con Girado).

Girado, (cerrando la puerta). ¡Ah! ¡Raimunda!


¡Raimunda!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Amigo mío, son demasiadas


emociones! Mi marido…

Girado ¡Sí!

Raimunda.– ¡Está aquí!


Girado, (hundido). ¡Sí! (Entiende de repente).
¡Cómo! …¿Campofrío?

Raimunda.– Víctor Manuel, sí. ¡Disfrazado de mozo!


…¿El cómo? …¿El porqué? ¡No lo sé! …¡Para
pillarnos, está claro!

Girado, (asustado). ¡No es posible, vamos!

Bartolo ¡Ay! ¡Mi reuma! …¡Mi pobre reuma! …

Raimunda, (pega un grito). ¡Ah!

Girado, ( se sobresalta). ¿Qué?

Raimunda, (señalando a Bartolo). ¿Quién es ese?

Girado ¡Eh! ¿Dónde? ¿Ese de ahí? No lo sé. ¡Es un


enfermo! ¡Surgió de la nada!.. A Bartolo.¿Y usted,
qué pinta aquí?

Bartolo Pero si es usted quien me ha hecho venir.

Girado ¿Yo?

Raimunda.– Pero, por Dios, haga que se vaya, vamos,


haga que se vaya.

Girado ¡Por supuesto!.. (A Bartolo). ¡Hala! ¡Hala!


¡Lárguese de aquí!

Bartolo Pues nada, si le molesto, ya sabe, apriete ese


botón…¡Y me iré por donde he venido!..
Girado ¡Ah, claro! …¡Pues andando! (Aprieta el
botón).

Raimunda, (mientras el mecanismo está en marcha).


¡No! ¡No puede ser! ¡Lo que faltaba! ¡Se trae
mirones!..

Girado Pero, querida amiga, ¡no es culpa mía! ….Le


aseguro que… (Mientras discuten ha llegado la otra
cama en la que está sentado Blas, con una botella de
vermut en la mano).

Blas, (con el codo empinado). ¡So! ¡So! ¿Y bien, qué


tenemos?

Raimunda, ( pega un brinco). ¡Dios!

Girado, (pega un brinco). ¡Campofrío!

Raimunda.– ¡Mi marido! ¡Estoy perdida!

Girado, (suplicando con las manos). ¡Amigo mío!


¡Amigo mío! ¡No creas en todo lo que ves!..

Raimunda, ( mismo ademán). ¡Piedad! ¡Piedad! No


condenes sin haber escuchado.

Blas, ( asombrado). ¿Eh?

Girado Ya sé que las apariencias son abrumadoras,


pero te juro que no somos culpables.

Raimunda, (misma intención). ¡Así es! ¡Dice la


verdad! Ni uno, ni otro pensábamos en encontrarnos.

Girado ¡Todo esto es culpa de la carta!

Raimunda.– ¡La carta, sí! …Yo soy, soy la causante de


todo. Hice que te la escribiesen porque…

Girado ¡Eso! ¡Eso es! ¡Es la verdad cabal!

Raimunda, (arrodillándose). ¡Oh! ¡Te pido perdón! …


Pensaba que me engañabas.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Ah! Dime, dime que me crees, que no


dudas de mi palabra.

Blas ¡Que sí! ¡Que sí! (Muerto de risa). ¿Pero, qué les
pasa?

Raimunda, (retrocede, asustada por esa risa idiota,


que le parece sardónica). ¡Ah! Te lo ruego, Víctor
Manuel…no te rías así…esa risa me duele.

Blas, ( corta la risa en seco). ¿Mi risa?

Raimunda.– ¡Sí! ¡Ya veo! …¡Ya veo! …No me crees.

Girado Sin embargo, es del todo evidente.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Dios mío! …¿Cómo convencerte?

Blas, (bruscamente, se levanta). ¡Miren! Me van a


perdonar, pero tengo que llevar este vermut a la
número 4.

Raimunda, (lo coge por el brazo). ¡Víctor Manuel! …


¿Qué te ocurre?

Blas ¿A mí?

Girado ¡Te lo ruego, amigo mío! …¡En un momento


tan grave, hablarnos de vermut!..

Blas Pero me debo a ello, ¡ en la cuatro me esperan!


Miren, esta es la botella.

Raimunda.– ¡Ah, no! ¡Basta! ¡Basta de comedias! …


¡Mira! ¡Insúltame, zarandéame, pégame! Cae a sus
pies. ¡Cualquier cosa prefiero antes que esa calma
aterradora!

Girado, (cayendo a los pies de Blas). ¡Anda! ¡Mira!


¡Pégame a mí también!

Blas, (mirándoles caídos a sus pies). ¡Ah! ¡Esta sí que


es buena! (A Raimunda). Señora, le aseguro…

Raimunda, (dolida). ¡Ah! ¡Ves! ¡Ves! Ya no me tuteas.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Sí, por favor, trátame de tú!

Girado ¡Trátala de tú!

Blas, ( arrodillándose también para estar a la misma


altura). ¿Ah? Bueno, ¡a mí no me importa!
(Retomando lo anterior). Pero te aseguro, señora….

Girado ¡Oh! ¡Pero no la llames “señora”, pareces un


paleto! …¡Llámala Raimunda, venga!

Blas ¡Ah! Bueno… (Retomando). Te aseguro,


Raimunda…

Raimunda.– ¡Ah! ¡Dime…dime qué me crees!

Blas, (evitando contrariarla). Claro que sí, yo te creo.

Girado ¡Estupendo!

Raimunda.– Entonces bésame, vamos, bésame.

Blas, (no se puede creer lo que oye). ¡Eh! ¿Yo?

Raimunda.– ¡Bésame! …¡ O pensaré que me guardas


rencor!

Blas ¡Oh! ¡No me importa nada! … (Sigue de rodillas,


después de limpiarse la boca con el dorso de la mano,
le pone los dos brazos alrededor de cuello, esto sin
soltar la botella, y besa a Raimunda.– sobre las
mejillas.

Raimunda, ( radiante). ¡Ah!

Girado, (animándoles). ¡Eso! ¡Eso!

Raimunda, (besando las manos de Blas). ¡Ah!


¡Gracias! ¡Gracias!
Blas, (relamiéndose los labios). ¡Qué piel tan suave
tiene!

Girado, (lírico). ¡A mí también! …Bésame.

Blas ¡Ah! ¿También?

Girado ¡Sí! Para demostrarme que tampoco dudas de


mí.

Blas ¡Bueno! ¡Caray! ¡Qué alto es! (Sube sobre un


escabel y besa a Girado).

Girado ¡Ah! ¡Qué bien sienta!

Blas ¡Sí! … Sobre todo la dama.

Raimunda.– ¡“La dama”!

Blas Y ahora…voy a llevar el vermut a la cuatro.

Raimunda.– ¿Otra vez?

Girado ¡Y esto! ¡Vamos a ver! ¿Qué broma es esta?

Raimunda.– ¿Eres mi marido, sí o no?

Blas ¿Yo? ¡Ah, no! Soy mozo del Hotel.

Girado, (asombrado). ¿Qué?

Raimunda.– ¡Dios mío! A Víctor Manuel se le ha ido


la cabeza.
Blas ¡Pues no! ¡Para nada! Todo son malentendidos:
para empezar, me llamo Blas. Y si no me creen, no
tienen más que preguntárselo a Bartolo.

Raimunda.– ¿Bartolo?

Girado ¿Qué Bartolo?

Blas El anciano enfermo. ¡Esperen! (Aprieta sobre el


botón, se pone en marcha el mecanismo y aparece
Bartolo echado en la cama).

Bartolo ¡Uy! ¡Mi reuma! …¡Mi pobre…

Blas ¡No! ¡No se trata de eso! Di quién soy.

Bartolo, (incorporándose). ¿Qué quién eres? …¿Qué


no lo sabes?

Blas ¡Yo, sí! ¡Pero la señora, no!

Raimunda.– ¡Eso! ¿Quién es este señor?

Bartolo ¡Pues Blas!

Raimunda.– y Girado ¡Blas!

Bartolo El mozo del Hotel.

Blas ¡Toma! ¿Qué les había dicho?

Raimunda, (confusa). ¡Ah! ¡Ahora esto! ¡Vamos a ver,


vamos a ver! ¿Cómo, es posible que…?
Peleón, (aparece llamando desde lo alto de la
escalera). ¡Blas!

Girado ¡Un parecido semejante! …¡Vamos a ver! No


puede ser, todo esto es un montaje.

Peleón, (llamando). ¡Blas! ¡Eh! ¡Blas!

Blas, ( contestando). ¡Jefe! (A los demás). ¡Les ruego


me disculpen! El dueño me llama.

Raimunda, (coge a Blas por el brazo y lo hace girar).


¡El dueño! ¡Ah, muy bien! ¡Ahora lo vamos a aclarar!
(Sale al hall)

Girado, (hace la misma acción que Raimunda.– con


Blas). Pero quítese de en medio.

Raimunda, (a Peleón): ¡Caballero! ¡Caballero!

Peleón ¿Señora?

Raimunda.– ¿Haga el favor, se lo ruego, de decirnos


quién es ese señor? (Señala a Blas que acaba de salir
de la habitación).

Girado ¡Sí!

Peleón ¡Blas!

Blas, (a Raimunda.– y a Girado). ¡Toma!

Raimunda.– y Girado, (se miran asombrados). ¡Blas!


Peleón ¡Blas! ¡Ven aquí! ¡Encima con una botella en
la mano! Lo coge por el brazo y le da un puntapié con
cada calificativo con el que le adorna. ¡Ah, animal!
¡Ah, bestia! ¡Ah, borracho!
Con cada puntapié, Blas brinca en el aire lanzando un
“Oh”. Con cada puntapié, es como si Girado y
Raimunda.– recibiesen el contragolpe y lanzan
también un ”Oh!” .

Blas, en cuanto Peleón lo suelta, a Raimunda.– y


Girado: ¡Toma! Ven, lo que les había dicho.

Peleón, arrancándole la botella de las manos.


¿Conque volviendo a las andadas?

Girado y Raimunda. ¿Eh?

Blas Pero jefe, es para la cuatro.

Peleón, volviendo a la carga. ¡Yo sí que te voy a dar


cuatro! Misma acción que la anterior con los
puntapiés. ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Y toma!

Blas ¡Pero, jefe!

Peleón, le señala la escalera. ¡Y ya te estás largando,


echando leches!

Blas ¡Sí, jefe! En el momento de bajar la escalera.


¡Toma! ¡Ven, lo que les había dicho! …
Desaparece.

Peleón, a los demás. Les pido disculpas, señora,


señor, es nuestro mozo, una especie de alcohólico.
Sale, dejando a Raimunda.– y Girado boquiabiertos.

Raimunda, tras una pausa. ¡El mozo! ¡Era el mozo


del Hotel!

Girado ¡Raimunda!

Raimunda.– ¿Qué?

Girado ¡Hemos besado al mozo del hotel!

Raimunda.– ¡Eh! ¡Lo sé muy bien! …Acabo de


decirlo.

Girado ¡No te había oído! …¡Ay! ¡Estoy estupefacto!


…¡Semejante parecido! ¡No es posible!

Raimunda.– Y sin embargo, hay que rendirse a la


evidencia. ¡Ah! ¡Si no hubiese visto al dueño tratarle
de semejante modo, aún tendría mis dudas! ¡Pero
esos puntapiés! …¡No! …incluso por jugármela,
Víctor Manuel no llegaría al extremo de aguantar
puntapiés en el …

Girado, con frialdad. ¡Bajo!

Raimunda.– ¡Eso!

Girado ¡Evidente!

Raimunda.– ¡Ay! ¡Amigo mío! ¡Cuántas emociones!


…¡Tengo la boca seca! …¡Agua!
Deme un poco de agua.
Girado, epentinamente solicito, tantea sus bolsillos.
¿Agua? ¡Agua!

Raimunda.– ¡No en los bolsillos!..

Girado ¡Ya! ¡Ya! …¿Entonces, dónde?

Raimunda.– Pues en la habitación.

Girado, llegándose a la habitación. ¡Ya! ¡Ya! ¡Agua!..


A Bartolo: ¿Dónde hay agua?

Bartolo, interrumpiendo la lectura del periódico.


¡Pues en el cuarto de baño!

Girado ¡Gracias! Entra en el cuarto de baño.

Raimunda, a Bartolo ¿Eh, se lo puede creer? Era el


mozo del hotel.

Bartolo, por decir algo. ¡Qué cosas…. tiene la vida!


Vuelve a la lectura.

Escena 8
Los anteriores, Blas, Camilo.
Aparece Blas, con su gancho cargado de leña. Se le
cae un leño al suelo.

Blas Tendré que recogerlo…

Raimunda.– ¡Ay! ¡Vamos a ver! Pero ¿qué hace este


Girado? ¿Qué estará haciendo?
(Va hacia el cuarto de baño). Y bien, ¿qué hay del
agua? (Entra en el cuarto de baño).
Camilo, (contento y suelto, entra cogido de la mano
con una mujer tapada. Habla claro y alto con su
paladar de plata). ¡Hale, ven, mi pequeña! …¡Ven,
palomita! ¡Llegó la hora del pecadito! …¡Y de qué
manera vamos a querer a nuestro gran Camilo! ¡Ven!
¡Debemos tener una habitación reservada!

Blas, al verlos. ¿Qué desea, señor?

Camilo Lo que des… Da un respingo al creer ver a


Campofrío. ¡Víctor Manuel! (Se da media vuelta y se
esconde en una habitación).

Toñi, mismo juego.¡El señor Campofrío! (Se esconde


en la habitación de Boxer).

Blas ¿Pero qué manía les ha entrado a todos hoy con


llamarme Víctor Manuel? … (Se marcha por la
escalera arriba, mientras Eugenia aparece). En ese
momento sale Raimunda.– del cuarto de baño,
seguida por Girado.

Girado, (a Raimunda): ¿Se encuentra mejor?

Raimunda.– Sí, no…No lo sé…¡Tantas emociones! …


Me siento débil, débil, como si fuese a desvanecerme.

Girado ¡Ah, no! ¡No lo haga!

Raimunda.– Qué quiere, amigo mío, no es ningún


capricho.

Girado ¡No, claro está! Mire, debería echarse un


poco, descansar un momento…Acérquese, échese
sobre la cama…la lleva con sumo cuidado hasta la
cama.

Raimunda, dejándose llevar. ¡Ah, sí! ¡Con mucho


gusto! (Se deja caer sobre la cama, lanza un grito al
sentir debajo de ella el cuerpo de Bartolo).

Raimunda.– y Bartolo, (gritan al mismo tiempo).


¡Ay! (Raimunda.– se levanta con un salto).

Girado ¿Qué ocurre? A Bartolo: ¡Eh! …¡Otra vez


usted! ¡Todavía está aquí!

Bartolo, incorporándose. Pero si es usted quien me


ha hecho venir.

Raimunda, nerviosa. No, es demasiado, de verdad.


Zarandeando a Girado. Pero vamos, amigo mío, haga
que se vaya, ¡no se va a poner a discutir!

Girado, a Raimunda. ¡Claro que sí! A Bartolo.


¡Vamos! ¡Vuelva a su habitación! Aprieta el botón.

Raimunda, que ha subido inadvertidamente sobre la


plataforma giratoria, le dice furiosa a Bartolo: Es
demencial invadir de esta manera la habitación de
una persona. (Grita al sentirse llevada por la
plataforma). ¡Ay!

Girado, cazándola al vuelo. ¡Eh! ¡Quieta! ¡Eh!.

Camilo, aferrado a la cama que llega. ¡Ay! ¡Quieta!


¡Quieta! ¡Ay! ¡Quieta! ¡Quieta! (Reconociendo a
Raimunda.– y Girado). ¡Ah!

Girado y Raimunda, dándose la vuelta por el grito.


¡Camilo! (Huyen de la habitación como unos locos).

Camilo, gritando. ¡Les pido disculpas! ¡Ha sido la


cama que ha girado!

Raimunda, sin dejar de correr. ¡No puede ser él!


¡Este habla!

Girado, corriendo detrás de Raimunda. ¡Habla! ¡No


es él! ¡No es él!

Camilo, bajando de la cama. ¡Ha sido la cama que ha


girado!

Raimunda, llegando a las escaleras. ¡Oh! ¡Estoy


harta, vámonos! ¡Vámonos!

Girado. ¡Oh, sí! ¡Vámonos! … Desaparecen por la


escalera.

Camilo ¡Girado y Raimunda, aquí! ¿Qué significa


esto? ¡Si me han reconocido, la he hecho buena!..Se
llega al hall después de cerrar la puerta de la
habitación.¡Y bien, qué hay de Toñi! …¿Qué está
haciendo? (Entra directamente en la habitación de
Boxer). ¡Toñi! … (Grito de sorpresa). ¡Oh! (Se oye
enseguida un jaleo en la habitación de Boxer, ruido
de pelea en el que se entremezclan las voces de
Camilo, de Boxer y de Toñi, muebles que caen,
cristales rotos. De repente, la puerta se abre, y sale
disparado, como por un resorte, Camilo. Enseguida
aparece Boxer tras él).

Boxer Get away! Get away!

Camilo ¡Pero, caballero! …

Boxer Hi! God damn! Le da un puñetazo en plena


cara.

Camilo ¡Oh! (Segundo puñetazo que le hace saltar el


paladar. A partir de este momento vuelve a hablar
como durante el primer acto). ¡Uy! ¡Mi paladar! ¡He
perdido mi paladar! (Quiere ir en su busca).

Boxer, lo coge en volandas y se lo lleva a una


habitación. But get away, I say!

Camilo, en volandas. ¡Mi paladar! ¡Quiero mi


paladar!

Boxer, (lo tira como un paquete en la habitación).


Here you are! (Atraviesa el escenario en dirección a
su habitación). Have you ever seen somebody with
such cheek? (Entrando en la habitación). Yeah! It´ s
me, my darling! (Se cierra la puerta)

Escena 9
Eugenia, Luciana, Camilo, Campofrío.
Se vuelve a abrir la puerta violentamente, Toñi, la
cara tapada, con una esposa en la muñeca,sale
despedida.
Toñi, enloquecida, corriendo hacia la
escalera.Socorro …¡Socorro! ¡Socorro! Es un
pervertido de los States.

Olimpia , al oír el ruido. ¿Qué ocurre?De pronto se ve


atraída por el resplandor del paladar en el suelo.
¡Mira! ¡Qué gracia! ….Parece una joya antigua. Algún
cliente lo habrá dejado caer, lo voy a depositar en la
oficina.
Prueba el efecto que produce el paladar sobre el
cuello del vestido, tal si fuese un broche.
Entremedias, aparece Luciana.– que no la ve.

Luciana, sube, mientras sigue mirando por las


escaleras. ¡Oh! ¡No me engaño, se trata de un casa de
mala nota! ¿Y bien, no hay nadie en este hotel?

Olimpia ¿Qué desea la señora?

Luciana.– , se sobresalta. ¡Ah, señorita o señora!


Bueno, en fin, ¡vale! ¿Dígame, cuál es la habitación a
nombre del señor Campofrío?

Olimpia, señalando la habitación. ¿La habita..? ¡Ah,


pues esa!

Luciana.– ¡Bueno, allá voy!

Olimpia ¡Cómo guste, señora! Tengo orden de poner


la habitación a disposición de quien la pida.
Sube hacia los pisos superiores.

Luciana. Bueno, se lo agradezco. Va a llamar a la


puerta, mientras Eugenia se marcha.

Camilo, sale de su habitación en busca de su paladar.


Me gustaría recuperar mi paladar.
Al avanzar por el hall no ve a Luciana.– que está de
espaldas, avanza a cuatro patas sigilosamente.Oye a
Boxer bramar.¡Dios! ¡Menudo animal! Retrocede
haciéndose cada vez más pequeñito.Ya me gustaría
volver a encontrar mi paladar…

Luciana, todavía frente a la puerta a la que llama. ¡Y


bien! ¿No contestan? Vuelve a llamar.

Camilo, se da la vuelta hacia Luciana, levantando la


cabeza para ver quien es la persona. Con voz
ahogada. ¡La señora de Corleone! ¡Oh! ¡Basta! ¡Basta!
¡Qué hotel!
Sale zumbando y baja por las escaleras.

Luciana, abre la puerta de la habitación y entra


hablando. ¡No hay nadie! …¿Cómo puede ser? …
Raimunda.– me dijo: “ Pillo in fraganti a mi marido
entre las cinco y las cinco y diez…Vente a las cinco y
media, todo estará resuelto” ¿Acaso no habrá
esperado? Miremos por aquí. (Mira el cuarto de
baño).

Camilo, reaparece enloquecido. ¡Víctor Manuel! ….


¡Otra vez Víctor Manuel! Se esconde en una
habitación.

Luciana, volviendo al hall. ¡Esto es inaudito! …¡Ah! A


fe mía que no lo entiendo, qué le vamos a hacer, me
marcho. Se dirige hacia la escalera.

Campofrío, aparece vestido como en el primer acto.


¿A quién podría dirigirme? Descubre a Luciana. ¡Ah!
¡Usted!

Luciana.– ¡Señor Campofrío!

Campofrío, la coge con presteza por la mano. ¡Ah!


¡Por fin la encuentro!

Luciana, asombrada. ¿Ocurre algo?

Campofrío ¿Ha visto al señor Girado?

Luciana.– ¡Eh! ¿Por qué?

Campofrío, entrecortado y precipitado. Porque lo


envíe, ya que…no podía venir yo. Tenía un
banquete…un banquete que me impedía…Pero…me
di cuenta …de que era mañana, el banquete.
Entonces, corrí…corrí para advertirla de..

Luciana.– ¿De qué? ¿De qué? ¿Advertirme de qué?

Campofrío, cambiando de tono. ¡Ah! ¡Pequeña


desdichada! ¡Qué locura! …Quererme…a mí.

Luciana.– ¿Qué?

Campofrío ¡Vamos, vamos, lo sé todo! Pero, por


cierto, ¿por qué no firmó su carta?

Luciana, cada vez más alterada. ¡Mi carta! ¿Qué


carta?

Campofrío ¡Pues la que me escribió para darme cita


aquí!
Luciana, entiende. ¡Ya! (Cambia de tono). Pero ¿qué
es lo que le hace suponer que soy yo la que…?

Campofrío ¡Eh! Pues, hete aquí, que al no saber qué


hacer, se la mostré a su marido.

Luciana, dando un bote hacia atrás. ¡Qué!

Campofrío Reconoció su letra.

Luciana.– ¿Cómo dice?

Campofrío ¡Es capaz de matarla!

Luciana, enloquecida, con voz estridente. ¡Ah! ¡Porca


miseria!…¿Y dónde está?

Campofrío ¡Debe de estar pisándonos los talones!

Luciana.– ¿Pisándonos los talones? …¡Y se queda ahí


parado! …¡Pero larguémonos! ¡Larguémonos! Sale
corriendo, despavorida.

Campofrío, corriendo tras ella. ¡Oh! ¡Loco amor!


¡Loco amor! (Desaparecen como dos locos por la
escalera. Al mismo tiempo aparece Olimpia por el
pasillo).

Olimpia, llama. ¡Eugenia! …¡Eugenia! …Pero ¿dónde


se habrá metido esta chica?

Escena 10
Olimpia, Campofrío, Luciana, Raimunda, Girado,
Corleone.

Campofrío, vuelve con Luciana, los dos enloquecidos.


¡Es él! ¡Es Corleone! ¡Sálvese quién pueda!

Luciana.– ¡Mi marido, estoy perdida!

Olimpia ¿Qué ocurre?

Campofrío, chocando con Olimpia, lo que la hace


girar y la lanza sobre Luciana. ¡Pero apártese!

Olimpia ¡Eh!

Luciana.– ¡Pero quítese de en medio! Luciana.– se


refugia en la habitación de la derecha, luego en el
cuarto de baño. Campofrío se mete en la habitación
de Boxer.

Olimpia ¡Oh! Pero señora….

Raimunda, aparece por el pasillo, seguida de Girado.


Ella lleva un velo que le cubre la cara. ¡Oh!
¡Marchémonos! ¡Sólo estaré tranquila cuando
hayamos salido de aquí!..
Dándose de bruces con Olimpia. ¡Pero quítese de en
medio! La hace girar para abrirse camino.

Girado ¡Ah! ¡Sí, marchémonos! A Olimpia. ¡Pero


hágase a un lado! Bajan la escalera a toda velocidad.

Olimpia, aturdida. Pero ¿qué ocurre? ¿Qué ocurre?

Voz de Corleone, en los bajos. ¿Dónde están, i


miserabili, que io los mató, que io los estrangulo?
Grito de Raimunda.– y de Girado.

Olimpia, acercándose a la escalera. ¿Qué ocurre?


¿Qué ocurre ahora?

Raimunda, vuelve a aparecer enloquecida. ¡Ciano di


Corleone! Choca con Olimpia. ¡Oh! ¡Quítese de en
medio de una vez! La hace girar.

Olimpia ¡Ay! ¡Ay!

Girado ¡El advenedizo! A Olimpia. ¡Uy! ¡Es que


siempre va a estar en medio! Escapan por el pasillo.

Olimpia, aturdida, sin respiración. ¡Ay! ¡Dios mío!


¡Dios mío!

Corleone, aparece hecho un salvaje, empuñando un


revólver. ¡Il Girado y una donna con un velo!…¡Es
ella! ¡Es la mía mujer! ¡Ah! ¡Miserabili! Se apresta a
perseguir a los fugitivos.

Olimpia, asustada, se interpone. Pero ¿adónde va,


señor?

Corleone ¡Io vado a matarlos! ¡Váyase a paseo! Se


lanza por el pasillo.

Olimpia ¡Matarlos! ¡Ay! ¡Dios mío! ¡Socorro!


¡Socorro! …

Escena 11
Olimpia, Peleón, Eugenia, Campofrío y Boxer.

Peleón, llega desde el piso de arriba, seguido por


Eugenia. ¿Qué ocurre? ¿A qué se debe este alboroto?

Olimpia, sin aliento. ¡Ay, Peleón! ¡Un loco! ¡Un loco


que quiere matar a todos!

Peleón, con un sobresalto. ¿Qué?

Olimpia, (sintiéndose mal entre los brazos de


Eugenia). ¡Ay! …¡Ay, ay, ay! …¡Ay!

Peleón, corre a sujetarla. ¡Vamos a esa habitación,


rayos! Peleón deja a Olimpia en la habitación, y
cierra la puerta. Mientras tanto un ruido de disputa
ha ido creciendo en la habitación de Boxer. Se
escucha: “ Get out of my sight! Get out of my sight!”
de parte americana y : “ ¡Pero no es posible! ¡Pero no
es posible! ¡Aquí hay un energúmeno! …” de parte de
Campofrío.

Peleón, al escuchar el ruido. ¡Menudo jaleo tiene


montado el americano! ¿Qué ocurre ahora?
Bruscamente, la puerta se abre y aparecen en una
pelea cuerpo a cuerpo, Campofrío y Boxer, el primero
intentando agarrarse a la puerta, el segundo
intentando conseguir que el otro la suelte.

Boxer, luchando contra Campofrío. Will you leave my


door! Will you leave my door!

Campofrío, resistiéndose con todas sus fuerzas.


¡Quiere dejarme! ¡Quiere dejarme!
Peleón ¡Ah! ¡Y esto! ¿Qué ocurre ahora? En ese
momento, con un esfuerzo más violento, Boxer se
impone a Campofrío al que envía girando hacia su
izquierda. Peleón se encuentra justo ahí para
recibirle, lo coge al vuelo y lo hace girar de nuevo, lo
manda sentarse.

Campofrío, sentado mientras Boxer vuelve a su


habitación mascullando. ¡Ah! ¡Pero lo que hay que
aguantar!

Peleón, dando un salto hacia atrás al ver a


Campofrío. ¡Blas! …¡Otra vez Blas!

Campofrío, levantándose y plantándose delante de él.


¿Qué me está usted llamando?

Peleón, lo coge con una mano, mientras que con cada


invectiva le da una patada en el trasero.
¡Ah! ¡Sinvergüenza!

Campofrío, saltando con cada patada. ¿Qué es esto?

Peleón ¡Golfo!

Campofrío ¡Ah! ¡Cómo!

Peleón ¡Marrano!

Campofrío ¡Ah! ¡Pero qué se ha creído! Consigue


soltarse.

Peleón, con tono amenazante. ¿Pasa algo?


Campofrío Soy el señor Campofrío, director de la
Vitalicio Life Company.

Peleón, mostrando a Campofrío con la mano en un


gesto amplio. ¡Ahí está! ….¡Borracho! ¡Está
completamente borracho!

Campofrío Señor, le mandaré mis padrinos.

Peleón, cogiéndolo por el brazo y haciéndole girar a


su alrededor a puntapiés. ¿Ah sí? Pues bien, ¡toma!
Por los padrinos.

Campofrío, saltando en el aire con cada patada. ¡Uy!

Peleón ¡Y toma! Por Campofrío.

Campofrío ¡Uy!

Peleón ¡Y toma! …¡Toma! …¡Toma!.. Con cada


“Toma” Campofrío profiere un “Uy”

Campofrío ¡Ah! ¡Pero ya está bien! … Se va a plantar


ante las narices de Peleón.

Peleón, advirtiendo su chaqué. Y además, ¿qué es


esto? Quieres quitarte el… Lo coge por el cuello del
chaqué y se siente en la obligación de quitárselo.

Campofrío, defendiéndose como puede. ¡Eh! ¡No,


hombre! ….haga el favor…

Peleón ¡Venga! ¡Venga! ¿Qué broma es esta? Le quita


el chaqué.

Campofrío ¡Eh! ¡Pero, vamos a ver!

Peleón, quitándole el sombrero. ¡Haz el favor de


quitarte esto! Va a colgar el sombrero y el chaqué.

Campofrío, abatido literalmente. ¡Dios mío! …¡Es un


loco!

Peleón, que ha descolgado la gorra y la librea vuelve


hacia Campofrío. ¡Vamos! ¡Ponte tu gorra!
Se la pone sobre la cabeza, y se la hunde hasta las
orejas de un puñetazo.

Campofrío ¡No! ¡No!

Peleón, le quiere poner la chaqueta de la librea.


¡Quieto! ¡Y tu chaqueta!

Campofrío, se defiende. ¡No quiero! ¡No quiero!

Peleón, poniéndosela a la fuerza. ¿Conque no


quieres? ¡A mí me estás diciendo que no quieres!
¡Vamos ya, y rapidito!

Campofrío, asustado, con el pecho hundido,


volviéndose sumiso y obediente. ¡Sí! …¡Sí, sí!

Peleón, le indica la escalera. ¡Y ahora, aire! ¡A tu


habitación! ¡Echando leches!

Campofrío, corriendo hacia la escalera. ¡Sí, sí! …¡Es


un loco! ¡Está loco!
Peleón, lanzándose hacia la escalera como si fuese a
correr tras él. ¿Qué has dicho? ¿Quieres que te suelte
unos cuantos más?

Campofrío ¡No, no!

Peleón ¡Pues entonces, lárgate!

Campofrío, subiendo las escaleras. ¡Está loco! ¡Es un


loco!

Peleón, subiendo bruscamente tres escalones.


¡Quieres hacer el favor de lárgate de una vez, por los
clavos de Cristo! Campofrío asustado, sale tan rápido
que a punto está de caer. Desaparece.

Peleón, baja las escaleras y se dirige ampliamente al


público. ¡Ahí lo tienen! ¡Ahí lo tienen el efecto del
vermut! ¡Otra vez está borracho como una cuba! ¡Hay
que ver! ¡Pensar que cuando se tiene un buen mozo
tiene que acabar siendo un borracho!

Olimpia, sale tambaleándose de la habitación. Su


réplica va entrecortada con pequeños rebuznos
espasmódicos. ¡Peleoncito! ¡Peleoncito!

Peleón, obsesivo. ¿Qué ocurre ahora?

Olimpia ¡Los nervios, Peleoncito! …¡Son los nervios!


Peleón¡Ah! ¡Mira tú! … ¡Bueno, vuelve a la habitación


palomita y túmbate! ¡Voy volando a avisar al doctor
Fino! Olimpia transida se mete en la habitación.

Peleón remolón sube la escalera. ¡Oh! ¡Vaya, vaya!


¡Ni un minuto de tranquilidad! ¡Qué fastidio! ¡Hay
que ver la lata que da esta!

Escena 12
Blas, Fino y Peleón.

Blas, con cartas en la mano, mientras se va desatando


un delantal.¡Ya! ¡Ahora, rápido a la estación!Va a
colgar su delantal, descubre que su librea ya no está.
¡Anda!Echa un vistazo por el suelo.¿Quién me habrá
birlado mi chaqueta y mi gorra? ¡ Qué no tiene
vergüenza, querido gerifalte! …Y, a cambio, me deja
un sombrero y un chaqué. Se prueba el sombrero.
¡Mira! ¡Me queda bien! …¡Ah, no importa! Tengo que
ir a la estación, un tapujo bien vale otro, así que este
devolveré cuando el mío me devuelvan. Se ha puesto
el chaqué sin quitarse su pañuelo. Suena un timbre.
¡Vaya, hombre! Me llaman otra vez. Sale por la
izquierda.

Peleón, llega desde el piso de arriba, seguida por


Fino. ¡Por aquí, señor doctor! ¡Por aquí!

Fino, acabándose de vestir. … ¿Y qué le pasa a la


Bella Siboney?

Peleón ¡Oh! No es gran cosa. Algo así como una


jindama, es lo que ha tenido…

Fino, que no entiende. ¿Una jindama?


Peleón Sí…Una jindama…En fin, un canguis…una
mieditis, ¡vaya!

Fino ¡Ah! ¡Una mieditis! …¡Pues haberlo dicho antes!


¡Si hablando castellano se entiende la gente!

Peleón …¡Se le alteró la sangre! ….¡Entonces, los


nervios, ya sabe!

Fino ¿ Para eso me molesta? …Si no tenía más que


coger un buen sifón, rociarla bien…y sanseacabó.

Eugenia En fin, ya que el doctor se ha tomado la


molestia de bajar, podría mirarla.

Fino ¡Pues claro, ya que estamos!

Peleón, haciendo pasar al doctor.¡Sí, señor doctor!


¡Por aquí, señor doctor!
Se abre la puerta, se oyen los grititos de Olimpia. La
puerta se cierra. Apenas han desaparecido que ya, en
lo alto de la escalera, aparece Campofrío, todavía con
librea y gorra. Avanza circunspecto.

Escena 13
Campofrío, Raimunda, Girado, Peleón.

Campofrío, desde lo alto de la escalera. El…¿El loco


se ha marchado? …
Empieza a bajar. ¡Ah! ¡Vaya, vaya! …¡Cómo he
cobrado! ¡Ah! Pues si es así como atienden a la
clientela, ¡no creo que vuelvan dos veces! …¡Qué
energúmeno!
Acercándose al lugar en donde Peleón había colgado
su ropa.
¡Eh! …¿Y mi chaqué? …¿Y mi sombrero que estaba
colgado ahí? …Y bien, ¿qué ha sido de ellos?
Busca por el suelo, alrededor de él. Al final de sus
últimas palabras, de lo alto de la escalera aparecen
Raimunda.– y Girado.

Raimunda, bajando por la escalera.¡Lo hemos


despistado! …¡Rápido, un taxi! …

Girado, detrás de Raimunda.¡Ah, bien! ¡Mira, ahí


está el mozo!

Raimunda¡Ah, sí! ¡El mozo!

Campofrío, todavía en busca de sus pertenencias.¡Ah!


¡Esta sí que es buena! …

Raimunda, se llega hasta Campofrío que aún está de


espaldas. ¡Rápido, Blas! ¡Un taxi!

Campofrío¿Qué?

Girado¡Un taxi!

Campofrío, da un bote al ver a su mujer.¡Mi mujer!

Girado¡Eh!

Raimunda, da un bote. ¡Mi marido! ¡Era él! ¡Era él!


Escapa.

Campofrío ¡Y Girado con ella!


Girado, estupefacto. ¡Era él!

Campofrío, tirándose al cuello de Girado. ¿ Qué haces


aquí, eh? ¿Qué haces aquí con mi mujer?

Girado, medio estrangulado.Pero, amigo mío, lo


sabes.

Campofrío¿El qué? ¿El qué?

Girado Antes te lo explicamos.

Campofrío Qué me explicaste… Lo zarandea.¿Me


quieres contestar, eh? ¿Me quieres contestar? …

Girado, atónito. ¡Ya sabes! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ya


sabes!

Peleón, sale como un rayo de la habitación.¡Eh! ¿Se


va a acabar este jaleo de una vez?
Agarra a Campofrío por un brazo y lo manda hacia
un lado. Girado que se ha zafado, aprovecha para
huir lo más rápido posible.¡Blas! ¡Otra vez tú, Blas!

Campofrío¡El loco!

Peleón, como en la escena anterior, le da un puntapié


con cada invectiva.¡Ah! ¡Cabrón!

Campofrío, saltando en el aire.¡Eh! ¡Basta ya! ¡Eh!


¡Basta ya!

Peleón ¡Animal!
Campofrío ¡Uy!

Peleón¡Cerdo!

Campofrío ¡Vamos, mídase!

Peleón ¿No has cobrado bastante?

Campofrío, huyendo. ¡Sí! ¡Sí! ¡Socorro! ¡Un loco! ¡Un


loco!

Peleón, le persigue escalera arriba.¡Ya te enseñaré yo


un loco, borracho! ¡Vamos, a tu covacha! ¡Te
encerraré yo mismo, y te quedarás durmiendo la
mona hasta mañana! …¡Andando! ¡Andando! ¡Y
rapidito!..Desaparecen en el piso superior, uno
persiguiendo al otro.

Escena 14
Boxer, Camilo, Luciana, Corleone.
En cuanto desaparecen Campofrío y Peleón, sale de
su habitación Boxer como un hombre que ha llegado
al límite de su paciencia, y deja la puerta abierta.

Boxer God damn. I will have to see myself if this is


going on for ever!
Se marcha escaleras abajo.

Camilo, aparece. Creo que no hay moros en la costa,


es el momento de largarse.

Luciana, sale del cuarto de baño al mismo tiempo


que Camilo, va hacia la puerta de la habitación y
escucha antes de abrir.¡Ya no oigo ningún ruido!

Camilo, inspeccionando por última vez el suelo.Pero


¿qué habrá podido ser de mi paladar?
Hará un recorrido que le llevará a darse de bruces
con Luciana, cuando esta salga de su habitación.

Luciana, saliendo al hall.Mi marido debe de haberse


marchado.

Camilo, de frente con Luciana.


¡La señora de Corleone!
Se da media vuelta para huir.

Luciana, lo reconoce.¡Señor Camilo! Agarrándose a


él. ¡Ah! ¡Señor Camilo! ¡No me deje! ¡No me
abandone! ¡Mi marido me persigue…con un revólver!
¡Quiere cargarse a todo el mundo!

Camilo, se sobresalta. ¡Dios bendito!

Luciana.– ¡Se lo ruego, no me deje!..

Camilo¡No, no!

Voz de Corleone, en el piso de arriba. ¿Por dove


están, i miserabili?..

Luciana, da un bote. ¡Mi marido!

Camilo¡Él! ¡Huyamos!Se precipitan ambos hacia la


escalera, pero vienen a darse de bruces con Boxer que
vuelve. Enloquecidos, dan media vuelta. Camilo se
mete en la habitación de la derecha, cierra la puerta y
la sujeta. Luciana, al ver la puerta de Boxer abierta,
se mete en la habitación.

Boxer, que ha observado sorprendido desde la


escalera todas estas acciones, ve entrar a Luciana.–
en su habitación. Con júbilo.Yeah! That´s a pretty
girl!
Cruza el escenario a grandes zancadas y entra en su
habitación.

Corleone, bajando la escalera a toda velocidad y


saltando sobre el escenario.Por dove están…que io
los mato, que io…¿Ma dove está la habitación del
signor Campofríío? …¿Ma non è nadie en este hotel?
Se lanza escaleras abajo.

Escena 15
Blas, Luciana, Boxer, Camilo, Corleone, Eugenia.

Blas, llegando desde la izquierda.Y bien, ¿quién grita


así?

Luciana, sale del cuarto de Boxer, seguida de cerca


por él.¡Quiere dejarme, desvergonzado!Se da la
vuelta, lo empuja y le da una bofetada.

Boxer Again!…Aoh! it´s disgusting!


Vuelve a su habitación.

Blas, ríe. ¡Muy bien dada!

Luciana, yendo hacia Blas.¡Ah! ¡Señor Campofrío!

Blas¿Qué?
Luciana.– Le envía el cielo. ¡Sálveme! ¡Escóndame!

Blas ¿Qué ocurre, señora?

Luciana, descansando a medias sobre el pecho de


Blas.¡Mi marido me persigue! …¡Me quiere matar! …

Blas, se sobresalta.¿Qué me dice?

Luciana.– ¡Ah! ¡Sálveme! … ¡Sálveme!

Blas, la sujeta con su brazo derecho.Cójase, cójase,


por aquí está la salida.Bajan por la escalera.

Voz de Corleone, en el piso de abajo.¡Oh! ¡Ecco! ¡Ya


os tengo!

Luciana, reaparece como una loca, seguida por Blas.


¡Ahí viene! Corriendo hacia la puerta de la derecha.
¡Abran! ¡Abran!

Camilo, sujetando la puerta con todas sus fuerzas.


¡Aquí no se entra!

Blas ¡Dese prisa! …Trastornada corre hacia la


habitación de Boxer.¡Por ahí no! ¡Es el americano!

Luciana.– ¿Entonces, dónde? ¿Dónde?

Blas ¡Ahí, con Bartolo!

Corleone, al cual se ha escuchado durante todo este


tiempo sus imprecaciones, sale a escena como un
energúmeno.¡Inútil esconderos! ¡Io os he visto!

Olimpia, sale traspuesta de la habitación ¿Qué desea


el señor?

Corleone ¿El signore Campofrío y la signora que va


con lui?

Olimpia, señala la habitación en la que está


Camilo.Allí, señor. En aquella habitación.
Vuelve a entrar en la habitación.

Corleone ¡Abran! ¡Abran! ¡Para qué io los mate!

Camilo, a voz en grito.¡Aquí no hay nadie!

Corleone, empujando la puerta.¡Abran de una vez!


……¡Uno, due, tres!
Cada vez da un empujón. Con el último manda a
Camilo a pastar. Enseguida le salta al cuello. ¡Mia
mujer! Dove está, mia mujer…que io la mato…

Camilo, aterrado, sin saber qué decir.¡Pues yo no la


tengo! …Le doy mi palabra, ¡A mí que me registren!
Para recalcar sus últimas palabras, vuelve del revés
los bolsillos de su pantalón.

Corleone, sin escucharle.


¡Ah! ¡Sí! ¡Qué io la trovo y que io la mato, tan cierto…
como que doy en el blanco ese!
Dispara sobre el botón al lado de la cama; la cama da
una vuelta y aparecen Luciana.– y Campofrío.

Luciana.– Mi marido.Escapa, seguida por Blas.


Corleone ¡Mi mujer!

Se lanza a perseguirles disparando. Luciana.– y Blas


huyen hacia el fondo. A Corleone lo detiene toda la
gente del hotel, que, tras escuchar los disparos, ha
acudido. Le cogen el brazo y se lo mantienen en el
aire, sin embargo, sigue disparando durante la caída
del telón.
Telón.

TERCER ACTO.

Mismo decorado que durante el primer acto.

Escena 1
Raimunda, Girado.

Girado Pues bien, querida amiga, ya que está usted


en su casa, yo me…

Raimunda.– ¿Qué? …¡Ah, no! No, no me va a


abandonar, ¿eh?

Girado, deshecho.¿Ah?

Raimunda, nerviosa, sin poder estarse quieta.


¡Gracias! …No sé con qué talante vendrá mi marido…
Ya vio antes, la segunda vez que nos lo encontramos
en el Gatito Coqueto, ¡parecía tener ganas de
estrangularnos! …Imagínese que se le antoja otra vez
el…

Girado, tan plácido él, como agitada está ella. Ya…


usted opina que más valdría que yo estuviese.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Sí! …¡Sí! No tengo ningún interés


en estar sola para aguantar la que se me viene
encima.

Girado, resignado. ¡Bueno! …¡Bueno, bueno!

Raimunda.– No parece entusiasmarle.

Girado ¡Pues, la verdad…!

Raimunda.– ¡Ah! ¿Conque esas tenemos? … Sois


todos iguales: audaces en la empresa y cobardes ante
las responsabilidades.

Girado ¡Oh! ¡Oh! Para empezar, ¡ de qué


responsabilidades hablamos! …Si no ha ocurrido
nada.

Raimunda.– ¡Oh! ¡No es culpa suya…si no ha


ocurrido nada! En cualquier caso, mi marido nada
sabe…¡de que nada ha ocurrido! Y, al encontrarnos
allí juntos, tiene todo el derecho del mundo a
imaginarse…. lo que se imagina. ¡Su enfado es la
prueba palpable! …

Girado ¡Claro que sí! …Lo que no entiendo es por qué


se llego a producir tan tarde.

Raimunda.– ¡Ah, sí! ¡Eso también!

Girado Porque, en fin, la primera vez que apareció,


de pie sobre la cama…con una botella en la mano…
Raimunda.– ¡Eso!

Girado No pareció incomodarse lo más mínimo de


vernos; incluso, podría decirse que parecía
contento…

Raimunda.– ¡Y de qué manera! Si hasta llegó a


besarnos.

Girado ¡Desde luego! ¡Y hala! Nos lo volvemos a


encontrar más tarde… en librea. ¡Se nos tira encima y
parece indignado!… Sin embargo, en este tipo de
aventuras, uno se hace una idea clara enseguida, no
son cosas que lleven mucha reflexión.

Raimunda.– ¡Eso digo yo! Es de locos… Timbre.


¡Dios mío, han llamado! Tal vez sea él…

Girado, inquieto. ¡Ya! … Se oye el ruido de alguien


abriendo la puerta.

Escena 2
Raimunda, Luciana, Girado.

Luciana.– ¡Ay! ¡Raimunda! ¡Raimunda! ¡Qué drama!


¡Qué tragedia! …

Raimunda, levantando los ojos al cielo. ¡A quién se lo


has ido a contar!

Luciana.– ¡Fíjate! ¡Mira lo que hacen mis piernas…!


Hace que le tiemblan las rodillas.
Raimunda.– y Girado, con tono de pésame. ¡Oh!

Luciana, dejándose caer sobre un asiento. ¡Oh! ¡Pero


no quiero volver a casa!.. ¡Ah, no, no y no! Sin
transición y en el mismo tono. ¡Buenas noches, señor
Girado! Le ruego que me disculpe….

Girado ¡No se preocupe! …¡Tenemos tiempo!

Luciana, sin ni siquiera escucharle, volviendo a su


asunto. Iré a vivir a cualquier lugar …bajo el puente.
¡Pero volverme a encontrar frente a frente con la fiera
de mi marido! …¡Eso sí que no! ¡He pasado
demasiado miedo!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Ya! Hablando de tu marido…


¡menudo energúmeno! …Cuando nos vio en el Gatito
Coqueto a Girado y a mí…no sé qué mosca le picó…se
puso a perseguirnos con un revólver, como si nos
quisiese matar.

Girado Sí, a nosotros. Y ya me gustaría saber por


qué…

Luciana.– ¿Cómo, usted también ha sufrido su caza


despiadada?

Girado ¡Sí! ¡Menudo Tigre de Malasia! ¡Qué malas


pulgas!

Luciana.– ¡Ay! ¡Yo todavía no me he repuesto! …


¡Menos mal que me encontré con tu marido que me
dio apoyo y me sacó! De lo contrario, me habría
desvanecido y no sé qué podría haber pasado.
Raimunda.– ¡Ah! ¿Fue mi marido el que…?

Luciana.– Sí…Él también me asustó bastante.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Ah!

Luciana.– No sé si se debió a la emoción que, de


repente, le afectó al cerebro…

Raimunda.– ¡Ah! ¿A ti también te pareció?

Luciana.– ¡Qué si me pareció! …Diez minutos antes


me había estado hablando de la manera más sensata
del mundo, me había hablado de las intenciones de
mi marido y me había suplicado para que me
marchase.. ¡Y zas! Escena siguiente: ¡persecución de
epopeya griega! …Nos lanzamos escaleras abajo los
dos…llegamos al piso inferior…me mira de una
manera extraña y me dice, sin aliento: “¡Uy, uy, uy!
¡Pero quién es el macarroni ese!.. ¿Acaso lo conoce? “
“¡Qué si lo conozco! ¡Pues claro, si es mi marido! ¡Y
usted lo conoce tan bien como yo!” Y va y me dice:
“¡Pero si yo a usted no la conozco! …¿Por cierto,
quién es usted? “
Pequeño sobresalto.
¡Ay! ¡Dios mío! …¡Ay! ¡Dios mío! Y entonces voy y
pienso: “ ¡Ya estamos!.. ¡El Campofrío ha perdido el
norte! “ Lo miro fijamente, no se ríe…¡Ay! ¡Dios mío!
Y he aquí, que se me pone a soltar un sinfín de
incoherencias…

Raimunda, a Girado. ¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Igualito


con nosotros!
Girado ¡Igualito!

Luciana.– ¿Por dónde empezar? …Que era el mozo


del hotel…que iba a por leña…que le habían quitado
su librea, un sinfín de desvaríos.

Raimunda.– No tiene sentido..

Girado Ninguno.

Luciana.– Y de pronto, ¿qué se le pasa por la cabeza?


…Llevarme a la taberna…¡a mí!

Raimunda.– y Girado ¡Oh!

Luciana.– ¡Te lo imaginas! …Salto: “ ¡Pero vamos a


ver, Campofrío! …. ¡Campofrío!” Y va y me contesta: “
¡Blas! ¡Blas!”

Raimunda, a Girado. ¡Sí! Ahí está: “¡Blas! ¡Blas!”

Girado La cantinela clavada.

Luciana.– ¡Oh! ¡A fe mía, me empiezo a poner


nerviosa! …Dejó ahí plantados a tu marido y su
taberna, y me pongo a huir, a huir…¡Ah! Tanto es así
que aún sigo huyendo. Se deja caer sobre un asiento.

Raimunda.– ¡Sí! …¡La verdad es que no lo entiendo!


…O mi marido ha perdido la cabeza o hay gato
encerrado. No lo entiendo.

Girado, de repente a plena voz y en un registro


profundo. ¡Bah! ¡Da igual!

Las dos mujeres ¿Cómo?

Girado, en tono lastimero.¡Qué día!

Raimunda.– ¿Eso es todo? ….¡Ah! Creía que iba a…

Girado No.

Raimunda.– ¡Ah! ¡Estamos metidos en un buen lío!


Girado Sí…

Luciana.– Entre un marido que quiere levantarte la


tapa de los sesos…

Raimunda.– Y otro que está perdiendo la sesera..

Girado ¡Muy sesudo es todo esto!

Los tres ¡Ah! ¡Estamos buenos!


Timbre

Luciana, en voz baja. ¡Han…han llamado!

Raimunda.– y Girado, también en voz baja. ¡Sí!

Girado Tal vez…sea Campofrío.

Raimunda.– Me extrañaría, tiene su propia llave.

Girado A veces uno la olvida.


Raimunda.– Cierto es.

Girado Así, yo, personalmente, me acuerdo de una


vez, era invierno y nevaba, la noche…

Raimunda, le interrumpe.¡Ah! ¡No, amigo mío, no!


¡Nada de folletines, eh! No en este momento.

Girado, sorprendido.¡Ah, bueno! …¡Bueno, bueno!

Raimunda, harta. ¡Oh! ¡Basta ya!

Luciana.– ¡Esto es el colmo! ¿Nadie va a abrir?

Raimunda.– ¡No sé! ….Ahora bien, si han llamado…

Girado Es que alguien hay.

Raimunda, se inclina ante esta perogrullada.


Evidente.

Girado Sí, en fin, yo ya me entiendo.Bueno, si no hay


más remedio, iré a ver…

Escena 3
Los anteriores, Blas.

Girado, entra asustado. ¡Ay, querida amiga!

Raimunda.– ¡Y bien! ¿Quién es?

Girado ¡Es él!


Luciana.– ¡Ah!

Raimunda.– ¿Y bien?

Girado ¡Y bien! No sé lo que le ocurre …Le he abierto


la puerta…ha entrado…así: imita la manera de
caminar de Blas. Y me ha dicho: ¿Por un casual, es
aquí donde vive el señor Campofrío?

Las dos ¿Eh?

Girado ¡Cómo lo oyen, señoras! …Al principio he


pensado que estaba de broma…Entonces, para no ser
un aguafiestas le digo: “¡Jiji! ¡Jiji! No hay duda de
que aquí vive el señor Campofrío, ¡Jiji! ¡Jiji! “ ¡Pero
no se rió! Ni se inmutó y me dijo: “¿Quiere avisarle
que vengo por el asunto de la librea…”

Las dos ¿No?

Girado ¡Sí, señoras! …

Raimunda.– ¡Ah, no! ¡Ni hablar! ¡Otra vez la misma


comedia, no! A Girado, enérgica. ¿Dónde está?

Girado ¡En la antecámara! …Espera.

Luciana.– ¡Eh!

Raimunda, sorprendida.¿Cómo que espera?

Luciana.– ¿En la antecámara?

Raimunda.– ¡Oh! ¡Esta sí que es buena! Se dirige,


seguida por los demás personajes, hasta la puerta, la
abre y se descubre a Blas, con sombrero. Al verles
muda el gesto de seriedad y sonríe.

Todos, retrocediendo por la sorpresa. ¡Oh!

Raimunda.– Y bien, ¿qué haces aquí?

Blas, con aspecto de atontado.¿Mande?

Raimunda.– ¿Acaso es este tu sitio, aquí en la


antecámara como un vulgar recadero?

Blas ¿Señora?

Todos “ ¡Señora!“

Raimunda.– “ ¡Señora!” ¡Vamos, entra! …

Blas Es que estoy esperando al señor Campofrío.

Girado y Luciana.– ¿Cómo?

Raimunda.– ¿Qué has dicho?

Blas, se gira hacia Raimunda.– al escuchar su voz.


¡Eh! ¡Pero…a la señora la conozco! …Es la señora del
hotel…con la que nos besamos… Se acerca a ella.
Buenas noches, señora.

Raimunda, asustada, tira de Girado para


interponerlo entre ella y Blas. ¡Ay! ¡Dios mío! …
¡Girado! Girado, ¿qué le estará pasando?
Girado Vamos, vamos, amigo mío.

Blas ¡Ah! ¡Y además, su gigoló! …¡Arrea! ¡Esta sí que


es buena! …¿Está usted bien?
Quiere besarlo.

Girado, apartándolo.¡Venga! ¡Vamos! ¡Víctor


Manuel! ….Víctor Manuel.

Blas ¡No! ¡Blas! ¡Blas!

Luciana.– ¡Ya estamos! ¡Blas! …¡Blas! …¡Ahí lo


tienen!

Blas, reconoce a Luciana.– y va hacia ella. ¡Ah! ….Y la


señora…con la que salimos por piernas por culpa del
macarroni. ¡Oh! ¡La señora se lo puede creer! ¡Vaya
canguelo!

Luciana.– ¡Eh! Sí…sí…

Blas, muerto de risa. ¡Ja! ¡Ja! …¡O sea, que todo el


mundo vive arrejuntado! ¡Jiji! ¡Jiji! ¡Qué gracia!

Todos, apretujados, lo miran desconsolados. Por lo


bajo. ¡Oh!

Blas, para de reír ante la actitud general. Y bien, ¿qué


les pasa?

Todos, con presteza. ¡Nada! …¡Nada! …¡Nada!..

Blas, aparte. En esta familia son buena gente, pero un


poco locuelos.
Raimunda.– Pero ¿qué le está pasando? Pero ¿qué le
está pasando?

Luciana, en voz baja a Raimunda.¡Ay, pobrecito! De


verdad, deberías llevarlo a un médico.
¿Por qué hace el ganso así?

Raimunda.– ¡No puede ser más que un número


preparado!

Blas, intentando explicarse. Es que tenía mi librea


colgada, saben…

Luciana.– y Girado, para no llevarle la contraria. ¡Ya!


¡Ya! …

Raimunda, dirigiéndose a Blas con autoridad.


¡Vamos! ¡Basta ya!

Blas, boquiabierto. ¡Ah!

Raimunda, con un tono entrecortado y serio.¡Si estás


enfermo, dilo, y te cuidaremos! …Si, por el contrario,
es una pose que has adoptado, te comunico que es
una estupidez.

Blas ¡Ah!

Raimunda.– Ya te hemos explicado cómo ocurrieron


las cosas…Te hemos demostrado por activa y por
pasiva que nunca ocurrió nada entre el señor Girado
y yo. La señora de Corleone está aquí para
confirmarte la verdad.
Luciana.– Por supuesto.

Raimunda.– ¡Y bien, con esto bastará! …Ahora bien,


si insistes en creer…Pues bien, haz como quieras…
Después de todo, el señor Girado está aquí para
responder ante ti. Al mismo tiempo que habla, coge
por la manga a Girado que no se lo esperaba, ya que
estaba hablando con Luciana, y lo lanza sobre Blas.

Girado, durante el movimiento. ¿Yo?

Blas, que lo recibe en el estómago, lo manda sobre su


izquierda. ¡Oh!

Raimunda.– ¡Por supuesto! Nos creas o no, por lo


menos compórtate como lo requiere la situación, y
deja de darte en espectáculo haciendo el bobo.

Blas ¿Yo?

Raimunda.– ¡Es que de verdad! Tan pronto te rindes


ante la evidencia, nos abrazas y nos besas….como
diez minutos después te tiras a la yugular del señor
Girado.

Blas, dándose la vuelta hacia Girado. ¿Me tiré a su


yugular?

Girado Sí.

Raimunda.– En fin, ¿a qué viene todo esto? ¿Nos


crees, sí o no?
Blas ¡Cómo no!

Raimunda.– Entonces, bésanos de una vez y


dejémoslo estar.

Blas ¿Yo? Os beso mejor diez veces que una.

Todos ¡Estupendo!

Blas se ha limpiado la boca con el dorso de la mano y


se pone a la tarea de besar a Raimunda.

Raimunda, en el momento en que apenas Blas le ha


rozado la mejilla, lo aparta. ¡Uy!

Girado, al cual Blas pisa, lanza un grito de dolor. ¡Uy!

Todos ¿Qué?

Raimunda, con tono indignado.¡Pero si has bebido!

Blas ¿Eh?

Raimunda.– Hueles a alcohol.

Blas ¿Yo?

Raimunda, cogiéndolo por la barbilla y poniéndole


bajo las narices de Girado. ¡Pero huela, querido
amigo, huela!

Girado, retrocediendo, a mitad asfixiado.¡Oh!

Raimunda.– ¡Ha visto!


Girado …Una cuba.

Raimunda, con un tono de reproche indignado. ¡Te


das a la bebida! ¿Ahora te das a la bebida?

Todos ¡Oh!

Blas ¿Cómo? ¡Cómo …que me doy a la bebida! ¡Vaya


expresión, para tres o cuatro copichuelas que uno se
mete para calentarse un poco! …Ustedes habrían
hecho lo mismo.

Raimunda.– ¡Ahí lo tienen! ¡Está trompa!


¡Completamente trompa!

Todos, escandalizados. ¡Oh!

Blas ¿Yo? ¡Ah, pero que se ha creído! …¡Pero para


nada! …¡Si usted supiese, señora mía!

Raimunda, apartándolo de un gesto. ¡Vamos! Váyase,


señor, váyase a dormir la mona a otro sitio.

Blas ¿Cómo?

Girado ¡Uy! ¡Basta tú! ¡Basta Víctor Manuel!

Blas, en las narices de Girado. ¡Para empezar,


llámeme Blas! ¡Blas! Con cada B de Blas le suelta una
bocanada de aliento a la cara.

Girado, molesto con el aliento de Blas, lo empuja a


un lado.¡Eh! ¡Si prefieres Blas, pues Blas! …
Luciana, se echa a un lado para evitar a Blas. ¡Oh!

Blas, recobrando el equilibrio. ¡Eh! ¡Sí que lo


prefiero! …¡Eh! ¡Sí que lo prefiero!
Aparte ¡De veras que sí! Mascullando. ¡Cómo esto
siga así, voy a montar en cólera, ya te digo!

Raimunda.– ¡Ah! ¡Es una vergüenza!

Escena 4
Los anteriores, Fino.

Fino, a Raimunda. Y bien, ¿qué tenemos? En tono


amigable, salundándole con la mano. ¡Buenas
noches, Campofrío!

Blas, mirando detrás de él. ¿Dónde está el Campo


frío?

Fino, que lo interpreta como una broma de


Campofrío, le sonríe por educación. ¡Ja, Ja! …¡Muy
gracioso! A Raimunda.– Pero ¿qué le pasa?

Raimunda, señalando a Blas. Pasa que el señor está


borracho perdido.

Fino, con un sobresalto de incredulidad. ¡Eh! ¡Venga


ya! ¿Él?

Girado y Luciana.– Sí, sí.

Blas ¿Yo?
Raimunda.– ¡Huela! ¡Huela, y verá!

Fino, que se ha acercado a Blas. ¡Vamos a ver! ¡No


puede ser! …¿Usted? ¿Usted está borracho?

Blas ¿Yo? Se encoge de hombros. ¡Bah!

Fino, recibe su aliento en plena cara, retrocede. ¡Uy!

Blas ¡Vaya chiste!

Fino, a Raimunda, aludiendo a Blas.¡Uy! ¡Ya! ¡Uy!


¡Muy fuerte!

Raimunda.– ¡Ve! ¡Qué le decía!

Fino ¡Pobre amigo mío! …Pero ¿ qué le han hecho


beber para ponerle en semejante estado?

Blas ¿Conque usted también, eh? … Va hacia Fino.


¡Ah! ¡Pero qué se ha creído, eh, pavo!

Fino, retrocediendo. ¡Pavo!

Blas ¡ Basta ya de cachondeo, eh! ….No estoy más


borracho que usted..

Fino, intentando calmarlo. ¡Vamos! ¡Venga, venga!

Blas ¡Es que es verdad! ¡ Desde que llegué, todos


compitiendo para ver quien me toma el pelo! ….¡Yo a
ustedes no les conozco! …¿Qué quieren de mí? …Yo
he venido a ver al señor Campofrío, pues bien, quiero
ver al señor Campofrío…¡Y eso es todo! Los demás
personajes le contemplan aterrados.

Fino, que no puede creer lo que escucha. ¡Oh, no! …


¡Oh, no!

Raimunda, a Fino. ¡Lo ve!

Luciana.– Tiene destellos de lucidez, y de pronto,


¡zas, todo se esfuma!

Girado Y lleva así desde esta tarde…

Fino ¡Ah! ¡Pues sí que estámos bien! Lo contemplan


todos con movimientos de cabeza desconsolados.

Blas, viendo todos los ojos fijos en él. ¿Y ahora qué?


…¡Dejen ya de mirarme todos! …¡Soy buena persona,
pero no me gusta que se cachondeen de mí!

Fino Sí, amigo mío, sí.

Todos ¡Sí, sí!

Blas ¡A ver! … Camina de un lado para otro


mascullando.

Raimunda, a Fino. ¿Se lo puede creer? ¿De veras, se


lo puede creer?

Girado ¿Es grave, eh?

Luciana, desconsolada. ¡Oh!

Fino, todo el diálogo que sigue susurrado y sin quitar


ojo a Blas.¡No me lo puedo creer! …Que usted sepa,
¿esto ya le había ocurrido con anterioridad?

Raimunda.– ¡No, nunca!…

Fino Es que estos fenómenos de alucinación, este


estado avanzado de amnesia, llevado hasta la pérdida
de la noción de personalidad propia, sólo lo he
constatado en alcohólicos crónicos.

Todos ¿De veras?

Fino ¡Luego, ya sólo nos queda el delirium tremens!


Todos, contemplando a Blas con conmiseración. ¡Oh!


Blas, harto ya, da un golpe con el sombrero.

Todos, dando un bote. ¡Uy!

Raimunda.– ¡Pero vamos a ver, no tiene sentido! …


Sólo toma una copita después de cada comida.

Girado A menudo se la deja a medias. Incluso soy yo


el que se la acaba, para que no se eche a perder.

Luciana.– En verdad, no creo que por una copita


después de cada comida…

Fino ¡Pues sí! ¡Pues sí! A veces con eso basta…el


alcoholismo no es una cuestión de cantidad, es una
cuestión de idiosincrasia.

Girado ¡Eso!
Todos, menos Girado. ¿De qué?

Fino De idiosincrasia.

Girado ¡Sí! A Fino, con expresión de superioridad:


No saben qué signifi… De espaldas al público. Es
decir, la inclinación más o menos pronunciada que
tiene un individuo a convertirse en…un idiota.

Fino, que ha estado asintiendo con la cabeza durante


la explicación de Girado, de repente:
¿Eh? ¡No, hombre, no! …

Girado, extrañado. ¿Ah, no? … Me parecía.

Fino La idiosincrasia, es decir, la manera


característica que tiene cada individuo de sentir el
efecto de una cosa. Así, a uno, el absorber un litro de
alcohol de 85 grados no le supone nada. A otro, el
beber apenas una copita le convierte en alcohólico.

Blas, que los mira desde hace un rato, aparte. ¡Mil


duros …a que se están cachondeando de mí!

Fino ¡Y naturalmente, es este último el más


amenazado! … Porque vive confiado. ¡Una copita
después de cada comida! ¿Qué daño me puede hacer?
…Sí, hasta el día en que sufre una crisis… ¡Y
entonces…! ¡Entonces, ahí tienen el resultado!

Todos, apretujados los unos contra los otros,


mirando a Blas con conmiseración. ¡Oh!
Blas, después de una pausa. ¡Oigan! ¡Sí, los de la fila
de cotorras! …¿Qué, les resulta divertido?

Todos ¿Cómo?

Blas ¡Sí! ¡Ya me entienden! …Pues bien, ¡vayan


terminando o acabará mal! …

Fino, yendo hacia él. ¿Pero el qué, mi buen


camarada, el qué?

Blas ¡No me chupo el dedo! ¡Se van a enterar!

Fino ¡Calma! ¡Calma! A los demás. ¿Ven la


irritabilidad? …¡Es uno de los síntomas! …

Blas ¿Qué?

Fino ¡Nada, amigo mío, nada! …Extienda la mano.

Blas, extrañado.¿La mano?

Fino, alargando el brazo con la mano tiesa, a modo


de saludo fascista. ¡Sí! ¡Mire, así!

Blas, obedece mecánicamente. ¿Para qué? Su mano


tiembla.

Raimunda.– ¡Uy! ¡Cómo tiembla!

Todos ¡Uy!

Fino, sujetándole el antebrazo. ¡Ahí! ¿Lo ven? …


¿Ven, el temblor alcohólico? …Es una de las
manifestaciones más características.

Blas, salta enfurecido. ¡Uy, uy, uy! ¡Uy, uy, uy! ¡Uy,
uy, uy!

Todos, dan un bote de pavor. ¡Ay!

Blas ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Hasta aquí! …


¡Hasta aquí! …

Todos, separándose precipitadamente. ¡Ay! ¡Dios


mío!

Fino Y bien…Y bien, ¿qué ocurre, viejo camarada?

Blas, a Raimunda. ¿Quiere ponerme de mala leche,


eh? A Fino. ¿Quiere ponerme de mala leche?

Todos ¡En absoluto! ¡En absoluto!

Raimunda.– Vamos, amigo mío, ¡cálmate! …

Blas, en plena de cara de Raimunda.¡Ah! ¡Usted! ….


¡Deje de joderme!

Raimunda, retrocede de golpe. ¡Eh! ¿Qué ha dicho?

Fino ¡Nada! ¡Nada… no le preste atención! En


momentos así, un hombre no es dueño de sí mismo…
¡Mire! ¡Aléjese por ahí! ¡No le contradiga!

Raimunda.– ¡Esto es demasiado! ….¡Aunque sea


alcohólico! …Mira que decirme jod…¿Qué es lo que
dijo?
Fino Pues bien, sí, está descocado; ¡Nada se puede
hacer! …Déjenme a solas con él. Voy a intentar
acostarlo.

Raimunda, a punto de salir. ¡Ah! ¡Sí! Pues


acuéstenlo, porque de verdad que…

Fino ¡Que sí, que sí! …¡Vamos, Girado! A Luciana.


Señora, le ruego nos disculpe.

Luciana.– ¡Pero por supuesto, doctor! …¡Oh! ¡Qué


pena a su edad! …

Girado ¡Verdad! Mire, me acuerdo de haber conocido


a un niño alcohólico…. Sí, tenía doce años…era
verano…

Raimunda.– ¡Ah, no! ¡No, ni hablar, ya nos lo


contará otra vez!
Salen.

Escena 5
Blas, Fino.

Fino, yendo hacia Blas que va y viene nervioso por el


escenario. ¡Y bien, vamos a ver, amigo mío!

Blas ¡Ah! Menudo olfato ha tenido al sacarlos…¡La


cosa se iba a poner fea! …

Fino ¡Qué me va a contar! …Ya me di cuenta, sabe.


Blas ¡Pero qué gente es esa! …¿No están un poco
tocados?

Fino, para amansarlo. ¡Un poco tocados, sí! … ¡Un


poco, sí!

Blas ¡Lo que yo decía! …¡Un poco tocados!¡Ah! ¡Me


tendría que haber avisado! … Haberme dicho bajito: “
¡Están chalados!”
Fino se ha aprovechado de que Blas le ha tendido el
brazo para tomarle el pulso.
¿A qué viene lo de cogerme la mano?

Fino, mirando su reloj. ¡Por nada, por nada! Es sólo


por amistad.

Blas, despreocupado. ¡Ah! Retomando lo anterior.


¡No me habría acelerado! … Riendo.
Yo sé lo que me digo: a los majaras, siempre hay que
seguirles la corriente.

Fino ¡Es curioso! No tiene casi pulso.

Blas ¿Cómo dice?

Fino Digo que no tiene casi … Ya casi no pulsa.

Blas ¡Pues claro! ¡O acaso quiere que yo le pulse! …


Risa grosera.

Fino, ríe siguiéndole la corriente.¡Jaja! ¡Jaja! ¡Qué


gracia! ¡Jaja! ¡Jaja!
Blas¡Cómo se monda, canalla!

Fino ¡Sí! ¡Sí, sí! ¡Sí, sí, sí! Poniéndose serio otra vez.
¡Ajá! Pues bien, ahora que ya nos hemos reído de lo
lindo, vamos a ser razonables.

Blas ¿Cómo?

Fino Para empezar, soy su amigo… En un tono que


no admite réplica. Usted me conoce.

Blas ¡No!

Fino, un tanto sorprendido. ¡Ah! ¡Bien…bien! Bien.


Pues bien, yo soy el doctor, el buen doctor. ¡El que
cura! …¡Las pupitas! …¡Enfermedades! …¡Dietas! …
¡Recetas! …¡El buen doctor!

Blas ¡Sí, ya, qué no estoy chocho! …Usted es médico.

Fino Eso es.

Blas, aparte. ¿Por qué hará el idiota?

Fino, con aire profundo. Pues bien, noto… noto, al


verle, que está usted cansado.

Blas, sorprendido. ¿Yo?

Fino ¡Sí, usted está cansado, sí! …

Blas ¿Cansado? ¡Ah! ¡Pues no es para menos! …


Levantarse a las cinco, barrer el hotel, encerar el
suelo, subir la leña…
Fino ¡Claro está! ¡Claro está! … Pues bien, ¿sabe qué
le digo? ¡Que va usted a desvestirse y a acostarse! …

Blas ¿Yo? …¡Ah, no! ¡No, no!

Fino ¡Ah! …¡Bueno, bueno! …Pues entonces, se va


usted a quitar, por lo menos, el chaqué que tan
incómodo le resulta…

Blas ¡Ah! Ya, pero…¿Y mi librea?

Fino ¡Descuide! …Pero mientras tanto… va en busca


del batín… ¡Aquí está el batín! Quítese el chaqué.

Blas, deja a Fino quitarle el chaqué. ¡Ah, bien! No es


por hablar…. ¡Pero hace conmigo lo que quiere! …

Fino ¡Es usted un santo! … Le pone el batín a Blas.


¡Eh! …¿No me dirá que no está a gusto con esto
puesto?

Blas, anudándose el cordón del batín. ¡Oh! ¡Es que


me parezco a la guardia de gala del alcalde!

Fino ¡Ah! ¡Ya ve!

Blas La verdad es que es más suavecito que la librea.

Fino ¡Pues claro! ¡Ah! Y ahora, ha venido un pajarito


y me ha dicho que debe de tener sed.

Blas, jovial. ¡Ah! …¡Qué listo es su pajarito!


Fino, riendo. ¿No le parece? …Pues bien, le voy a dar
de beber algo …que tal vez no le resulte del todo
agradable, pero tendrá que tragarlo en cualquier
caso.

Blas ¡Ah! ¿Del fuerte?

Fino ¡Eh! …¡Sí, más bien! …¡Más bien!

Blas ¡Venga! ¡Venga! ¡Qué no le temo a nada!

Fino ¡Magnífico! Abre su maletín y saca un frasco de


amoniaco.Aparte: Tendré que rebajar el amoniaco
con agua. Diez gotas en un vaso de agua…Pero
primero a la cama…

Blas, que no oye lo que dicen. ¡Jauja! ¡Esto sí que es


Jauja!

Fino, aprovecha que Blas está orientado hacia la


habitación para intentar llevarlo en esa dirección,
pegándose a él por la espalda. ¡Ya está!(deja el
frasco) ¡Y ahora, vamos hacia allí, en donde hay una
cama excelente…

Blas ¿A qué viene esto de pegarse como una lapa?

Fino …usted se echará…

Blas Me está mareando.

Fino …¡Usted se echará un buen sueñecito!

Blas, dándose la vuelta. ¿Yo? …¡Oh! ¡Pero vamos a


ver! …¡No lo dirá en serio! ¿Y qué pasará con el señor
Campofrío?

Fino ¿El señor Campofrío? Aparte, clamando al cielo.


¡Ah! ¡Dios mío! A Blas: ¡Pues bien, si le dice algo,
viene y me lo cuenta!

Blas, conciliador.¡Ah, bien! Fino lo lleva hasta la


habitación.

Fino Felices sueños… camarada.

.
Escena 6
Fino, Camilo.

Fino, coge un vaso de una bandeja,lo llena de agua,


destapa el frasco¡Uy! ¡Narices! ¡Cómo huele!
Empieza a echar las gotas. Una…dos …tres …cuatro…
cinco…Sí! …¡Uy! …Es para caerse redondo.Le
interrumpe el golpe de la puerta de entrada. ¡Ah!
¡Acaban de cerrar la puerta de entrada! …Debe de ser
Camilo. Entra Camilo.

Camilo, jadeando. ¡Usted! ¡Ah! Doctor, ¡ya me


acordaré yo de su hotel! ¡Anda que no han pasado
cosas! ¡Ah, sí! ¡Desde luego que han pasado!

Fino, sin entender palabra de este discurso


precipitado. ¿Cómo? …¿Cómo? …Haga el favor de no
hablar tan rápido.

Camilo ¡Si usted supiese lo que ha pasado!


Fino Pero póngase el paladar, ¡qué diablos! ¡Para qué
me molesto en traerle uno sino!

Camilo ¡Mi paladar, si lo he perdido!

Fino ¡Qué!

Camilo Un americano me lo mandó a paseo cuando


me dio un puñetazo en la mandíbula.
Mima la acción.

Fino, que tiene dificultades para entenderle. ¡Un


americano le dio un puñetazo en la mandíbula!

Camilo ¡Sí! …¡Y si sólo hubiese sido eso! ¡Pero he


tenido la sensación de haber vivido una auténtica
pesadilla hoy! …¡Y todos los que he visto en ese hotel!
¡A Girado!.. ¡A Raimunda! ¡A Campofrío … con un
gancho de madera! …Y yo le pregunto a usted, ¿para
qué un gancho de madera? ¡Y la señora de Corleone y
su marido que iba de caza con una pistola! ¡Pum!
¡Pum! ¡Ya le digo, de todo, ha habido de todo! ¡Ah!
¡Qué tragedia! ¡Dios mío! ¡Qué tragedia!
Se deja caer sobre una silla.Se oye un ronquido
esténtoreo en la habitación.

Camilo ¿Qué ocurre?

Fino ¡Nada! ¡Campofrío está un poco indispuesto!

Camilo ¡No me diga!

Fino Disculpa, voy a tranquilizar a Raimunda.– y


vuelvo.

Escena 7.
Camilo, Blas.

Camilo ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Estoy atontado!


¡Atontado de campanillas! Aparte.
Siento como si fuese una plumita…¡una pobre
pelusilla arrastrada por un ciclón!
Llaman a la puerta de la derecha. ¡Pase! …¡Mi razón
zozobra!

Blas, entra con el batín puesto ¡Le ruego me disculpe!


Camilo, da un bote. ¡Víctor Manuel!

Blas, bromeando, fingiendo un tono severo. ¡Eh!


¡Aquí tenemos a un señor al que he visto hoy en el
Gatito Coqueto!

Camilo, aparte. ¡Rayos!

Blas ¡ Hala! Uno más.

Camilo, aparte. ¡Me reconoció! Yendo hacia Blas y


plantándose frente a él. ¡Te lo explicaré! …Si estaba
allí…era porque tenía un motivo… ¡un excelente
motivo! …Me habían contado que había cierta
persona….

Blas, desde que Camilo le dirigió la palabra, le


escucha asombrado y boquiabierto e incluso intenta
mirar discretamente en el fondo de la boca de su
interlocutor. ¿Qué le pasa en el hocico?

Camilo, asombrado. ¿Cómo dice?

Blas ¡Escupe, chato, escupe!

Camilo, dolido. Pero si no tengo nada dent…


Retomando lo anterior. Lo que te estaba contando es
que había cierta persona…¡uy! Quería un seguro…

Blas, cortándole. ¿Ah sí? Pues bien, ¡a mí todo eso me


la repampinfla!

Camilo, asombrado. ¡Ah!

Blas ¡Todo eso no es asunto mío! Ahora bien, estoy


muerto de sed. Me habían dicho que me traerían algo
de beber, pero me parece que se han olvidado de mí…

Camilo ¡Oh! Pero seguro que se trata de un descuido,


voy ya mismo…

Blas ¡Ah! ¡Gracias! Es que estoy seco, sabe, estoy


seco, por eso si usted…

Camilo Voy volando…

Blas ¡Gracias! Entra en la habitación de la derecha.

Camilo ¡Ah! ¡Ah! ¡Y yo que me esperaba un vapuleo!


…¡Pues se lo ha tomado la mar de bien! ¡Hay que ver,
eh! …¡Y yo convencido de que era muy mirado, y
ahora resulta que tiene amplitud de miras!
Se oye el ruido de la puerta de entrada que se abre y
se cierra. Aparece Campofrío guardando su juego de
llaves.

Escena 8
Camilo, Campofrío.

Camilo, lanza un grito al ver a Campofrío cuando


acaba de ver a Blas entrar en la habitación.
¡Ay!

Campofrío ¿Qué ocurre?

Camilo, enloquecido, señala con el dedo a Campofrío


y la puerta de la derecha. ¡Ah! ¡Dios mío! ¡Ahí, ahí….
y allí, allí!

Campofrío ¿Y qué?

Camilo ¡Dios mío! ¡Me he vuelto loco! ¡Me he vuelto


loco!

Campofrío, se acerca hacia Camilo. ¡Camilo, cálmate!

Camilo ¡Vade retro! ¡Me he vuelto loco! ¡Me he vuelto


loco!
Desaparece por la puerta del fondo derecho.

Campofrío, sorprendido por semejante recibimiento.


¡Hala! ¡Este delira! …Pero, ¿qué hay hoy en el
ambiente? ¡Ah! ¡Ese hotel! ¡De verdad, qué pesadilla!
¡Qué pesadilla! Viendo su chaqué sobre una silla.
¡Anda! ¡Mi chaqué! … ¿Quién lo habrá traído? ¡Oh!
Bueno, ya era hora de quitarme esta librea. Mientras
habla, se quita la chaqueta de la librea y la deja así
como la gorra y se pone su chaqué. ¡Y pensar que he
tenido que volver vestido de esta guisa! …El portero
no me reconocía, quería que entrase por la puerta de
servicio.

Camilo, atraviesa el vestíbulo como un loco.¡Me he


vuelto loco! ¡Me he vuelto loco! …

Campofrío ¡Vamos! ¡Aún sigues con eso!

Escena 9
Campofrío, Fino, Raimunda, Girado, Luciana,
Camilo.

En ese momento irrumpen Fino, Raimunda, Girado y


Luciana.

Camilo Dos son uno, ¡cómo les digo! Dos son uno.
¡Ahí! ¡Y allí!

Todos Pero ¿cómo? ¿Cómo?

Camilo, huyendo por el fondo. ¡Me estoy volviendo


loco, Dios mío! ¡Me estoy volviendo loco!
Desaparece por la derecha del vestíbulo.

Todos Pero ¿qué le ocurre?

Raimunda.– Somos nosotros, amigo mío, venimos a


interesarnos por…
Campofrío, salta al ver a Raimunda. ¡Usted! ¡Usted
aquí, señora! Al ver a Girado. ¡Y Girado con usted!

Raimunda.– y Girado, juntos. ¿Cómo?

Campofrío, agarra a Girado por el cuello. ¿Qué


hacías, eh? ¿Qué hacías cuando os sorprendí a los
dos, allí, en aquel establecimiento sospechoso?

Todos ¡Oh!

Raimunda.– ¡Cómo, otra vez!

Girado, todavía bajo el control de Campofrío. ¡Pero,


amigo mío, esta es la enésima vez que se lo
explicamos!

Campofrío ¿Explicarme el qué? …¿Qué? ¡Vamos,


vamos! ¡Os creéis que me vais a seguir tomando el
pelo! …¡Fuera de aquí!

Raimunda.– ¡Amigo mío!

Campofrío, caminando hacia ellos. ¡Fuera de aquí!

Luciana.– Compórtese, señor Campofrío.

Campofrío ¡Oh! Señora, haga el favor. A los demás:


¡Fuera de aquí, de una vez! No quiero verles más.

Fino, animándoles a entrar en la habitación de la


izquierda.¡Salgan, vamos! No le irriten más, está en
plena crisis. Ya volverán cuando esté más tranquilo.
Raimunda, dejándose llevar.¡Ah! ¡La crisis! ¡La
crisis! ¡Empiezo a estar harta de la crisis!
Sale con Luciana.

Fino ¡Qué se le va a hacer! A Girado: Girado, haga el


favor.

Girado, marchándose. En fin, ¡es un estúpido! Es


incapaz de hilar dos ideas.

Fino, yendo hacia Campofrío. Vamos, mi buen


Campofrío, ¿qué le pasa?

Campofrío ¡Ah! Le ruego me disculpe, querido Fino,


me he dejado llevar por un arrebato de ira.

Fino Pero, ¡no se preocupe! Es un desfogue, si eso le


hace sentirse mejor…

Campofrío, todavía nervioso. ¡Oh! Pero la cosa se va a


calmar.

Fino ¡Claro que sí! …De hecho, se nota ya una


sensible mejoría. ¡Empieza a reconocer a la gente! …
a saber quién es usted.

Campofrío, le mira asombrado. ¿Qué?

Fino ¡Va a mejor! ¡Va a mejor!

Campofrío A reconocer a la gente, a saber quién soy,


¡eso me cuenta! ¿Qué le pasa a usted también?

Fino ¿Cómo?
Campofrío ¿Menuda tabarra, no le parece? ¿Acaso
tengo por costumbre el no reconocer a la gente, el no
saber quién soy?

Fino ¡Oh! No es lo que quería decir, lo que…

Campofrío He podido enfurecerme, pero todavía


conservo la cabeza, sabe usted.

Fino, con viveza para no llevarle la contraria. Pero ¡si


ya lo veo!, ¡si ya lo veo!

Campofrío, satisfecho. ¡Ah!

Fino ¡Sí, sí, sí, sí, sí, sí! …No importa. De todas
maneras, yo, en su lugar, me habría quedado en la
cama.

Campofrío, asombrado. ¿Cómo?

Fino ¿Qué necesidad tenía de volverse a poner el


chaqué?

Campofrío ¡Ah! ¡Qué gracioso es usted! ¡Pues porque


estaba harto de pasearme vestido de botones!

Fino ¿De boto…? Levantando los ojos al cielo. ¡De


botones! ¡Uy!

Campofrío ¿Tal vez le parezca divertido ir vestido de


botones?

Fino, aparte. ¡Uy, uy, uy! ¡Uy, uy, uy!


Campofrío Sí, camarada, ¡yo con librea! ¡Con librea!

Fino, aparte. ¡Ya estamos con la idea fija!

Campofrío ¡Ah! ¡He pasado la de Dios es Cristo en su


Gatito Coqueto!

Fino ¿Entonces fue?

Campofrío ¡Y tanto!

Fino Se suponía que no tenía que ir.

Campofrío ¡Pues bien, sí fui! ¡Oh! ¡Qué de lances!


¡Una paliza por aquí, una paliza por allí! …El dueño,
¡un loco! …¡Me endilgan una librea! …¡Me encierran
en una habitación! …¡Me veo obligado a huir por los
tejados! …¡A punto estuve de romperme el cuello! …Y
cómo broche final: ¡Corleone! ¡Cor-le-o-ne! De todo,
ya le digo, de todo he tenido.

Fino, aparte, hundido. ¡Qué enfermo está, Dios mío!


¡Qué enfermo! …

Campofrío ¡Oh! ¡No lo olvidaré!

Fino, coge el frasco de amoniaco y , mientras cuenta


las gotas, la nariz a notable distancia del frasco…
seis…siete …ocho…

Campofrío Pero ya me siento mejor.

Fino ¡Uy, no! …¡Delira! ¡Delira! nueve…diez… once…


Campofrío ¿Se encuentra mal, doctor?

Fino ¡No, no! Se acerca a Campofrío, agitando el vaso


para mezclar bien el líquido.
Tome, bébase esto.

Campofrío ¿Yo?

Fino ¡Sí! Después de tantas emociones, esto le


sentará bien.

Campofrío ¡Ah! Bueno, ¡con mucho gusto! La verdad


es que el enfado de antes me ha alterado.
Coge el vaso.

Fino De eso estaba seguro. Detiene el movimiento


tapando con la mano el vaso. Ahora bien, bébaselo de
un trago, ¡está un poquito fuerte!

Campofrío, despreocupado. ¡Oh!


Toma un buen trago, pero nada más sentir el líquido
en la boca se lanza como un poseso hacia la ventana.

Fino, siguiéndole. ¡Sí! ¡No se preocupe! ¡Ya le avisé!


¡Trague! ¡Trague!

Campofrío, que escupe todo por la ventana. ¡Uf!

Fino, decepcionado. ¡Oh!

Campofrío, furioso. ¿Qué clase de broma es esta?


¡Menuda broma de mal gusto!
Fino ¡Pero Campofrío! …

Campofrío, pasando delante de él, dándole un


empellón. ¡Ah! ¡Déjeme en paz! ¡Marrano!

Fino, le sigue. ¿Adónde va?

Campofrío ¡Eh! ¡A enjuagarme la boca, por Dios!


¿Acaso se piensa que da gusto este saborcillo? Se
marcha.

Fino, examina el vaso. ¡Oh! ¡Lo ha escupido todo!


¡Vuelta a empezar!

Voz de Peleón ¿El señor Campofrío, por favor?

Fino, mirando por la puerta entreabierta. ¡Ah! ¡Es


Peleón! …¡Ah! ¡Qué curioso!

Voz de Peleón. ¡El señor doctor!

Fino ¡Pase usted!

Escena 10
Los anteriores, Peleón, Raimunda.

Peleón, entra. Con permiso.

Fino ¿Ya viene por el asunto del seguro?

Peleón ¡Oh no, señor doctor! ¡No me lo hubiese


permitido! …Ya pasaré una mañana de estas; no, he
venido a traer un objeto que se olvidó en mi hotel y
que pertenece al señor Camilo Campofrío. Saca el
paladar de Campofrío.

Fino ¡Ah! ¡Pero déjeme que le eche un vistazo a eso!


Peleón le pasa el paladar. ¡Pues claro! ¡Es el paladar
de Camilo! ¡Ahora va dejándose el paladar por ahí!
¡Menudo orden! Pero ¿cómo supo que era suyo?

Peleón Por el nombre y la dirección que están


grabados sobre la placa.

Fino ¿De veras? ¡Oh! ¡Pues sí! “Camilo Campofrío,


Avenida del Generalísimo, 55 “ ¡Ah! ¡Pero esto es
realmente ingenioso!

Peleón Y además muy cómodo cuando uno se olvida


de sus tarjetas de visita.

Fino ¡Ah! Bien, ¡qué contento se va a poner! Se lo


devolveré.

Raimunda, aparece desde el fondo, enloquecida.


¡Doctor! ¡Doctor! No sé lo que le pasa a Camilo.
Acabo de encontrármelo en el baño, completamente
desnudo… dándose una ducha

Fino ¡A cuento de que! ¿Qué le pasa ahora?

Peleón ¿Una ducha a estas horas?

Fino ¡Es una locura! A Peleón: Usted que tantas


ganas tiene de verle, ¡eso es lo que hace su señor
Camilo! Darse una ducha. ¡Habrase visto! A
Raimunda: ¿Dónde está? ¿Dónde está el baño?

Raimunda.– Por aquí, doctor.

Fino, marchándose. Pero ¿qué les pasa a todos esta


noche? ¿Qué les pasa?

Peleón Darse una ducha a estas horas, ¡menuda idea!


En ese momento descubre la librea y la gorra que
dejó Campofrío. ¡Eh! ¡No me engaño, esta es la librea
de Blas! … La coge. ¡Y su gorra! ¡Ah! ¡Esta sí que es
buena! …Pero ¿cómo ha llegado hasta aquí?… ¡Ah!
Menuda coincidencia, esta sí que…

Escena 11
Los anteriores, Campofrío.

Campofrío ¡Qué sabor tan espantoso!

Peleón, dando un respingo al ver a Campofrío. ¡Eh!


¡Blas! ¡Blas, aquí! Se lanza para atraparlo.

Campofrío, aterrado. ¡El loco! ¡El loco en mi casa!


Intenta escapar de Peleón.

Peleón ¡Ah, bestia! ¿Qué pintas tu aquí? Lo llega a


cazar al vuelo.

Campofrío ¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay!

Peleón ¡Ah! ¡Así que paseas mi librea por la ciudad!

Campofrío ¡Ay, ay, ay!


Campofrío, consigue zafarse. ¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay!
Sale huyendo.

Peleón, empujándole. ¡Conque esas tenemos! ¡Ahora


verás!¡Vas a sentir la voz de tu amo! …
Sale corriendo y se lleva la librea y la gorra de Blas.

Escena 12
Campofrío, Corleone, Blas, Girado, Raimunda.– y
Luciana.

Campofrío, asoma la cabeza por la puerta de la


izquierda. Muy angustiado. Se…¿Se ha marchado?
Entrando en el espacio. ¡Ah! Ha sido una idea
acertada el cerrar la puerta de golpe, así se ha
pensado que huía por la escalera y se ha lanzado en
mi busca. Respira. ¡Por fin! ¡Se ha marchado! En ese
momento se oye un ruido confuso en la antecámara.

Voz de Corleone ¡Io entreró, Io entreró!

Campofrío ¿Qué ocurre ahí? La puerta del fondo se


abre bruscamente.

Corleone, con una caja de pistolas bajo el brazo. ¡Ah!


¡Él!

Campofrío, acorralado. ¡Corleone! Hace ademán de


huir.

Corleone, avanzando hacia él y en un tono que no


admite réplica. ¡Quédese!
Campofrío, lastimoso. ¡Amigo mío! …

Corleone, con una mirada que le atraviesa. ¡Non hai


più amigo! Deposita la caja. ¡Ajá! ¡Antes se me
escapó! …¡Ma io lo he trovato! … Y sensa aquellos
que me detuvieron y me llevaron …ante il comisario
de policía, io le habría hecho sapere quello que es un
revólver. Ma il comisario me ha tomado el revólver y
me ha hecho prométerle … que no utilizaría mai el
revólver… Suspiro. ¡Lo he prometido!

Campofrío, aliviado. ¿De veras? …¡Qué gran


comisario!

Corleone E poi abre la caja. Io he traído… pistolas.

Campofrío, retrocediendo. ¿Eh?

Corleone ¡Oh! ¡Ma non tema niente! Io no quiero


suicidarlo. Io lo haré cuando llegue el momento del
flagrante delito.

Campofrío Ya, ya, ya lo he entendido.

Corleone …Ahora sería un asesinato… ¡Eso no lo


quiero!

Campofrío ¡Ah! ¡Ya me parecía a mí!

Corleone Qui hay dos pistolas: una está cargada, la


otra no.

Campofrío ¡Ah! ¡Bien! Prefiero la primera.


Corleone, lanza un rugido que hace estremecerse a
Campofrío. ¡Argh! Se calma inmediatamente y coge
un trozo de tiza en la caja. Io tomo la tiza, y dibujo un
círculo sobre il suo cuore. Le dibuja el círculo sobre el
lado izquierdo del pecho.

Campofrío ¡Oh! ¡Vamos! Se intenta borrar el círculo


con la mano.

Corleone, se dibuja un círculo sobre el pecho.¡Io me


faccio lo mismo!

Campofrío, aparte. ¡Seguro que ha sido sastre!

Corleone, deja la tiza y coge las pistolas. Cada uno


toma una…el cañón en el círculo dil altro… ¡Pum!
¡Pum! …El que tiene la bala, está morto.

Campofrío ¡Ah! Y… ¿El otro?

Corleone, saltando con un rugido que hace


sobresaltarse a Campofrío. ¡Argh! Muy tranquilo y
cortés. ¡Es el duelo a la nostra maniera!

Campofrío, que aprecia poco este tipo de combates.


¡Pues sí que!

Corleone, muy amable, ofreciéndole las dos pistolas.


¡Vai! Escoja una pistola.

Campofrío ¿Qué?

Corleone, insiste, más decidido. Tome una pistola, le


digo.
Campofrío ¡Gracias! ¡Pero nunca tomo nada entre
comidas!

Corleone, feroz. ¡Ah! ¡Tome! … ¡O cometo un


asesinato!

Campofrío ¿Va en serio? ¡Ah! ¡Dios mío! …. ¡Socorro!


¡Socorro! Sale disparado como un conejo por la
puerta del fondo.

Corleone, se lanza tras él. ¡Campofrío! … ¡Vuelva


aquí! …¡Vuelva aquí! … Mutis.

Voz de Campofrío ¡Socorro! ¡Socorro!

Voz de Corleone ¡Aspeta un po y verás! ¡Aspeta un po


y verás!

Voz de Campofrío ¡Socorro! ¡Socorro! Asustado,


reaparece en escena y se lanza como una flecha hacia
la habitación de la derecha. En cuanto entra en la
habitación se le oye gritar.
¡Ay! Inmediatamente reaparece enloquecido. ¡Ah! …
¡Yo! …¡Yo! ¡Yo estoy acostado ahí, en mi cama! ¡La
casa está encantada! ¡La casa está encantada!

Voz de Corleone ¿Dónde está il miserabile?

Campofrío, reconociendo la voz. ¡Uy! Corre hacia la


puerta del fondo y la cierra.

Corleone, aparece y se lanza hacia la puerta por la


que se acaba de escapar Campofrío.
¡Aspeta un po y verás! ¡Aspeta un po y verás! Se
estampa la nariz contra la puerta que está con el
pestillo echado.

Voz de Campofrío, desplazándose hacia la puerta del


fondo a la derecha. ¡Socorro! ¡Socorro!

Corleone, corre hacia la puerta del fondo a la derecha


y también se la encuentra cerrada.
¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta!

Voz de Campofrío, desplazándose hacia la izquierda.


¡Socorro! ¡Socorro!

Corleone, corre hacia la puerta de la izquierda y


también se la encuentra cerrada. ¡Abre la puerta,
miserabile, abre la puerta! Forcejea con la puerta
inútilmente.

Blas, sale por la derecha con su batín puesto y


todavía adormilado. ¡Hay que ver! ¡No hay manera
de pegar ojo! Corleone, al ver a Blas, se abalanza
hacia él con las pistolas en la mano.

Corleone ¡Ah! ¡Eccolo! ¡Ah! ¡Miserabile! …¡Quieres


coger las pistolas! …

Blas, dando un bote. ¡Dios mío! ¡El Macarroni!

Corleone ¡Qué io te mato!

Blas, sale disparado hacia la derecha. ¿Qué dice? …


¡Ay! ¡Dios mío! ¡Ay! ¡Dios mío!
Se encuentra con la puerta derecha cerrada.
Corleone ¡Ya eres mío! ¡No escaparás!

Blas, corriendo sucesivamente hacia las dos puertas


del fondo que están cerradas. ¡Ay, Dios, Dios! ….¡Ay,
Dios, Dios! … Llega hasta la ventana y al no ver otra
salida. ¡Ah! Salta al vacío.

Corleone ¡Ah! ¡Disgraciato! ¡Se va a matar! Se asoma


y mira. ¡No! …¡No le ha pasado niente! ¡Ah! …¡Io lo
mataré! Va hacia la derecha. ¡Oh! ¡Sí! ¡Io lo mataré!
Se afloja el cuello como un hombre al que se le ha
subido la sangre. ¡Ah! ¡Io tengo sed! Ve el vaso que
ha dejado a medias Campofrío. ¡Ah! Bebe con avidez.
En cuanto nota el sabor en la boca se abalanza hacia
la ventana y escupe. ¡Ah! ¡Porca miseria! Clamando
al cielo. ¡Ma qué porquerías beben en esta casa! …
Husmea el aire. Se encuentra con la escribanía que
Fino dejó abierta. ¿A qué huele aquí? … ¡Il profumo
de la carta! …¡Il profumo de la mía mujer! … Coge
una de las hojas que es precisamente la que
Luciana.– dejó en el primer acto.. ¡Ah! ¡El papel! …
¡El papel es el mismo! …¡Ah! ¡Y la letra! …¡La letra de
la mía mujer! … Lee. “ Caballero, la otra noche le vi
en el teatro.” ¡Ma! Es la copia de la carta al marido…
que io llevo en el bolsillo… Saca la otra carta y las
compara. ¿Perché? ¿Perché è qui? ¿Entre los papeles
de la signora Campofrío? …¡Oh! ¡Quiero saberlo! ¡Lo
sabré! … Corre hacia la puerta del fondo a la
izquierda y la emprende a puñetazos. ¡Abra! ¡Abra!

Girado, aparece por la puerta. ¡Y bien! ¿Qué se le


ofrece?
Corleone, agarrándole por la solapa. ¡Ah! ¡Il Girado!
Me va a decir…

Girado ¡Cáspita! ¡El pistolero!

Corleone Questa carta…

Girado ¡Pero suélteme, vamos! …

Raimunda, apareciendo por la izquierda. ¿Qué


sucede ahora?

Corleone, suelta a Girado y se va derecho hacia


Raimunda. ¡No, usted! Questa carta que io he
encontrado entre sus papeles.

Raimunda, reconoce la carta y tiene un pequeño


sobresalto. ¡Eh! ¿Ahora se dedica a hurgar entre mis
papeles?

Corleone ¡Eh! ¡Questa no es la cuestión! … Con rabia


contenida. ¿Perché? … ¿Perché la letra de la mía
mujer? …

Raimunda.– ¡Ajá!

Corleone ¿E poi en la sua casa donde escribe las


cartas de amor?

Raimunda.– ¡Sí, en mi casa! Y sobre eso está


metiendo la pata hasta el fondo; ¡por el contrario,
todo debería convencerle de la absoluta inocencia de
su mujer!
Corleone ¿Eh? …¿Come?

Raimunda.– ¡Cómo qué “Come”! Pues porque es de


suponer que si existiese la más mínima intriga entre
su mujer y mi marido, no sería precisamente en mi
escribanía en donde…

Girado, rematando la frase de Raimunda. …se


escribirían este tipo de cosas.

Corleone Pero entonces ¿Che cosa è?

Raimunda.– ¡Eh! “¡Cosa è, cosa è!” Aquí llega su


señora, pregúntele usted mismo.

Corleone, corriendo hacia Luciana. ¡Ah! Signora, me


va a decir…

Luciana, esbozando un movimiento de retirada. ¡Mi


marido!

Corleone No, io se lo suplico, ¡quédese! …¡Una sola


parola sua me puede tranquilizar! …¡Questa carta! …
¡Questa carta! …

Luciana, sorprendida al reconocer la carta en manos


de su marido. ¡Eh! ¿Cómo?

Corleone …¡Io la he trovato! …¿Perché? ¿Perché?

Luciana, mira a Raimunda. Pero…¡el secreto no me


pertenece!

Raimunda.– ¡Adelante, Luciana! Dale la clave del


enigma para mayor descanso de su sesera.

Corleone, suplicando. ¡Oh! ¡Sí!

Luciana, a Raimunda. ¿Entonces te parece? …

Raimunda, con indiferencia. ¡Adelante! ¡Adelante!

Luciana.– Como quieras. A su marido: ¡Oh! ¡Menudo


Othello estás hecho! ¿Entonces no has entendido
nada? A Raimunda, señalando a su marido: ¡Ma!
¡Che stupido è! A Corleone:
Raimunda.– pensava che ne aveva causa per dubitare
del suo marito.

Corleone ¿Come?

Raimunda.– Allora, per provarlo va decidere di fare


un appuntamento… al quale anche lei assistereva.

Corleone, loco de impaciencia. ¡Ma, la lettera! ¡La


lettera!

Luciana, irritada.¡Eh! ¡La lettera! ¡La lettera!


¡Aspetta uomo! Calmándose y poniendo los puntos
sobre las íes. Si lei aveva scritto la lettera al suo
marito, lei avrebbe riconosciuto la sua calligrafia.

Corleone, con un destello de esperanza en los ojos


ante la verdad que despunta. ¡Dopo! ¡Dopo!

Luciana.– Alora lei mi ha chiesto da scrivere in vece.

Corleone, que no da crédito a lo que escucha. ¿È


vero? A Raimunda: ¿È vero?

Raimunda, asombrada por la pregunta en un idioma


que ignora. ¿Cómo dice?

Corleone ¿È vero quello che lei ha detto?

Raimunda.– ¡De lo más vero que se pueda imaginar!


Aparte. No tengo nada que perder.

Corleone ¡Ah! ¡Signora! ¡Signora! ¡Tutte le cose che


io ho immaginato!

Raimunda, con reverencias cómicas.¡Oh! ¡No hay de


qué! ¡De verdad, no hay de qué!

Corleone, a Luciana. ¡Ah! ¡Stupido! ¡Sono stupido! A


Girado, dándose golpes en el pecho a modo de
contricción. ¡Ah! ¡Sono un animale! ¡Animale!
¡Animale!

Girado, remedando a Corleone dándose golpes en el


pecho. ¡Pero si llevamos matándonos horas para
hacérselo entender! …

Corleone, que ya no lo escucha, a Luciana.– con


ímpetu: ¡Ah! ¡Cara mia! ¡Scusa la mia stupidità!

Luciana.– Io ti perdono, ma non torni a farlo.

Corleone ¡Ah! ¡Cara mia! ¡Ah! ¡Io ti amo!

Raimunda, a Girado. ¡Qué pronto se entiende uno en


italiano! En ese momento se abre la puerta del fondo
a la derecha. Aparecen Fino, Camilo y Campofrío. La
entrada es muy rápida.

Escena 13
Los anteriores, Campofrío, Fino, Camilo.

Fino ¡Pero, hijos míos, razonen, están perdiendo la


cabeza!

Camilo, con un albornoz y sin paladar.Les digo que lo


vi al mismo tiempo…ahí y allí.
Señala la antecámara y la habitación de la derecha.

Campofrío Y yo… ¡me encontré, cara a cara, conmigo


mismo acostado en mi propia cama!

Fino, escéptico. ¡Oh!

Corleone ¿Cosa è? ¿Cosa è?

Campofrío, al ver a Corleone, se dispone a salir


huyendo. ¡Corleone! ¿Todavía aquí?

Corleone, deteniéndolo con un gesto. ¡Va bene! ¡No


tema! Io estoy tranquilo…io sé quien es la autora de
la carta… la signora dil teatro no es la mía mujer, es
la vostra.

Campofrío, a Raimunda: ¡Eh! ¡Tú!

Raimunda.– Pero si ya van cuarenta veces que te lo


decimos.
Campofrío ¿A mí?

Girado ¡A quién, sino! Y cada vez nos abrazamos, y


luego vuelta a empezar.

Campofrío ¿De qué habla?

Corleone ¡Y pensar que por eso, io le hice saltar per la


finestra!

Campofrío ¿A mí?

Todos ¿Por la ventana?

Corleone ¡Ah! ¡Incluso llegué a spaventarmi!

Campofrío ¡A mí! ¡A mí! ¿A mí me hizo saltar por la


ventana?

Corleone ¡Claro que sí le hice saltar! …Usted salía de


ahí. Señala la habitación de la derecha.
¡Y hala! ¡Por la finestra!

Campofrío ¡Ya estamos! ¡Ya estamos! ¡Él también! …


¡Todos somos víctimas de una misma alucinación! …
¡Lo que usted vio saltar por la ventana y que se me
parecía… es lo que yo vi, con estos ojos, en mi propia
cama!

Camilo ¡Y que yo vi, ahí y allí!

Campofrío ¡Por supuesto! Prueba de ello es que estoy


seguro de no haber saltado por esa ventana.
Corleone ¿Come dice?

Fino, se coge la cabeza. ¡Uy! ¡Siento que se apodera


de mí! …¡Siento que se apodera de mí!

Girado ¡La casa está encantada! …¡La casa está


encantada! …

Escena 14
Los anteriores, Peleón.

Peleón, con el batín de Blas bajo el brazo.


Señoras y señores, les ruego me disculpen…

Campofrío ¡El loco! Asustado se esconde bajo la


mesa.

Fino y Camilo ¡Peleón!

Raimunda.– El dueño del Gatito Coqueto.

Girado ¡El dueño del Hotel!

Peleón …Pero ahora mismo, cuando iba por la calle,


casi me aterriza sobre la cabeza mi mozo que saltaba,
no sé a cuento de qué, por esta ventana.

Todos ¿Eh?

Girado, Camilo y Corleone. ¡Era el mozo!

Peleón …y huía llevándose esta ropa. Enseña el batín.


Raimunda.– ¡Ah! ¡Pero si es de mi marido! …
Creyendo encontrar a Campofrío. Es el tuyo, este
bat…¡Vaya! …¿Dónde se ha metido? Llama. ¡Víctor
Manuel! ¡Víctor Manuel! Sube hacia el fondo.

Todos ¡Víctor Manuel!

Peleón, descubre a Campofrío escondido a cuatro


patas debajo de la mesa. ¡Ah!

Todos ¿Qué?

Peleón ¡Blas, otra vez Blas! Lo coge por la solapa y lo


saca de su escondrijo.

Todos ¿Cómo que Blas?

Campofrío, saliendo de debajo de la mesa. ¡Ay, ay,


ay! ¡Ay, ay, ay!

Peleón, dándole puntapiés. ¡Ah! ¡Marrano! ¡Animal!


¡Cerdo!

Todos ¡Ah!

Raimunda, interponiéndose. ¡Pero señor! …¡Si es mi


marido!

Peleón, retrocede asombrado. ¿Cómo?

Campofrío Claro que sí. ¡Pero aquí el amigo tiene una


idea fija! …¡Cada vez que nos vemos, me da una
buena tunda!
Peleón ¿Este es su marido?

Raimunda.– ¡El señor Campofrío! …¡En persona!

Peleón ¡No me diga! ¡No puede ser! ¡Él! ¡Él! ¡Pero si


es el vivo retrato Blas, mi mozo de hotel!

Todos ¡Blas!

Peleón Sí, el mismo que saltó por la ventana hace un


instante.

Todos, asombrados. ¡Ah!

Campofrío Pero ya lo entiendo todo, el hombre que vi


antes en mi cama y que tomé por mí mismo, ¡era
Blas!

Todos ¡Blas!

Raimunda.– ¡También era el que vimos en el hotel,


botella en mano!

Girado ¡Al que besamos!

Todos ¡Era Blas!

Luciana.– ¡El que me quería arrastrar a la taberna!

Camilo ¡Y el que tenía un gancho de madera!

Todos ¡Era Blas!

Campofrío ¡Blas! ¡Blas! ¡Y siempre Blas! ¡Ah!


¡Diablos! ¡Lamento que haya tomado las de
Villadiego tan rápido! …Ya me hubiese gustado ver
de cerca a mi sosia particular.

Peleón Pues bien, eso tiene arreglo, el señor no tiene


más que venir un día al Hotel del Gatito Coqueto.

Campofrío ¿Yo? ¡Yo, al Gatito Coqueto! ¡Ni hablar!


¡Qué se ha creído!

Raimunda, con perfidia. ¿Ni siquiera por los bellos


ojos de la desconocida del teatro?

Campofrío ¡Ah! ¡Sí, tu ríete de mí! ¡Mira que


haberme tendido esa trampa ridícula!

Raimunda.– ¡Te pido perdón, me equivoqué! ¡Pero


qué quieres, dudaba de tu fidelidad!

Campofrío ¡Santo Cielo! ¿Y eso por qué? ¿ Por qué?

Raimunda.– Pues porque… Acércate, mira, porque…


Le habla al oído.

Campofrío ¡No me digas! ¡Por tan poquita cosa!

Raimunda.– ¿Cómo? ¡Precisamente por tan poquita


cosa!

Campofrío ¡Oh! ¡Pues sí que!

Raimunda.– Qué quieres que te diga, ¡es una


tontería! … Pero eso me había puesto la mosca detrás
de la oreja.
Campofrío ¡Vaya con la mosca! Como si aceptara un
desafío. ¡Está bien! En tono más bajo.
Esta noche la mataré.

Raimunda, con un deje de ironía. ¿Tú?

Campofrío, menos fanfarrón.¡Bueno! …En fin, lo


intentaré…

Camilo, mientras cae el telón. ¡Pues bien! En cuanto


a mí, escúchenme, no sé si se lo podrán creer pero…

Todo, un solo grito. ¡Ni hablar! ¡Hasta mañana!


¡Hasta mañana!

Telón

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