Está en la página 1de 10

PASTEL DE TRES LECHES

Original de Edna Ochoa

Para Toya que enderezó mi corazón al teatro.

PERSONAJE:

LOURDES, es muy gorda, vital, de hermoso rostro. Tiene 17 años.

LUGAR: Sala-comedor en una casa de clase media de la ciudad de México.

EPOCA: Actual.

La acción inicia cuando LOURDES hojea una revista de modas sentada en un

sofá. Al principio su actitud es un tanto desganada; después, poco a poco la domina la

ansiedad. Bota la revista con un gesto de impaciencia, se levanta, va hacia el aparato de

sonido, lo enciende, escucha, lo apaga, lo vuelve a encender, lo apaga. Empieza a

caminar por toda la habitación de un lado a otro. Suspira profundamente y poco a poco su

rostro se ilumina como si fuera presa de una ensoñación gozosa; adopta luego una pose

de confianza y seguridad, que se desinfla a medida que su rostro transita hacia la

desilusión al recordar "derrotas pasadas". Regresa al sofá. Suspira otra vez

profundamente, se abraza a sí misma, se da golpecitos en los hombros como

confortándose, dándose ánimo. Sonríe. Respira inflando el pecho y parece orgullosa de sí

misma.

LOURDES: (Dándose ánimos.) Hice bien en quedarme. Me felicito. Hubiera caído.

1
¡Hubiera caído! (Deja el sofá y camina de un lado a otro inquieta; después, se mira al

espejo y, finalmente, se deja caer al sofá.) ¡Encerrada! Pero, bueno, es por mi bien... Por

mi seguridad. (Hace un mohín de disgusto.) Ya debería de olvidarme de la fiesta y pensar

cómo le haré para que el tiempo pase más rápido. Tan rápido como un "¡ya!". (Mirando

hacia la mesa de la sala.) ¡El pastel! Se les olvidó. Híjole, qué mala suerte, ni modo que

se regresen, si está lejísimos. Y de tres leches. El último que probé no estaba tan rico,

aunque éste es de la pastelería alemana. Hasta los envuelven de otra manera. Qué

bonito papel. (Se acerca a la mesa.) ¿Comerse una rebanada a cuántas calorías

equivaldrá? ¡Utsss, al resto! (Hace el intento de abrirlo y de pronto como si recibiera un

toque eléctrico se separa.) ¡Qué hago! ¡No! No debo caer en tentaciones. Pero si puedo

mirarlo; claro, ¿por qué no?; viéndolo, aumentará mi fuerza de voluntad para no irme de

boca sobre él. Lo despreciaré. ¡Pastelitos a mí! ¡Ja! (Al pastel.) Observa mi indiferencia, y

será peor cuando te destape. Será peor, te lo advierto. No me convencerás por más que

trates de influir en mis nervios... (Recordando.) …¡papilares gustativos!, como explicó el

doctor. (Saca la lengua.) ¿Ves? Ni saliva tengo. No ejerces sobre mí ninguna influencia,

soy tan fuerte como un roble... (Transición.) No, un roble no... (Busca qué ser.) Un... un...

¡un muégano duro! Ah, ¿verdad?, no lo esperabas. Pues ya lo sabes. Abusado, ¿eh? Se

te puede caer toda la dentadura si osas atreverte algo conmigo. Sí... (Transición de golpe.

Alarmada.) Pero no, ¿para qué meterme en problemas? (Lo enfrenta.) ¡Pastel, no existes!

Hago de cuenta que estás con mamá. ¡Cállate! ¡Con mamá he dicho! ¡Fuera de mi vista!

(Lo esconde abajo de la mesa. Luego se pasea triunfalmente y canta.) Tralarailarila... (En

plan de estrella de cine.) ¿Ven qué fácil? ¡Sólo fuerza y orgullo! Ah, me estoy volviendo

colmilluda para vencer cualquier obstáculo. Pronto alcanzaré mi objetivo. (Regresa al sofá

2
y se acuesta en una pose provocativa, quizá como la maja desnuda y actúa como si fuese

un cuadro viviente y la observaran en el museo. Empieza a descomponer la figura.) En

tres meses, nada más espérense a que me vean en tres meses. A ver si me siguen

diciendo "gordita". "gordinflona", "globo" y... mejor ya ni digo. (Vuelve a su ensueño y

lanza sus pechos hacia adelante, los acaricia, y actúa como si se tratase de una

rumbera.) Me admirarán como a una diosa. Seré la promesa. La mujer que todos

esperan. La inigualable. (Canta y baila como rumbera. Se mueve hasta desfallecer.)

Tengo que hacer una lista y comprar la agenda para las citas. Dios mío, andaré

ocupadísima, todo el día en la calle. Ya me imagino a las muchachas: "¡Cómo! ¡Eres tú!"

"Claro que soy yo, tontas, y perdónenme pero no las puedo atender. ¡Vámonos, mi

amor!". La pura envidia. Se lo tienen merecido por sangronas. Ah, y voy a escoger puros

güeros, altos y de ojos claros. Me chocan los chaparros. Una cosa más: deben tener

automóvil, si no, no. "Ya saben, si no cumplen esos requisitos, ni se me acerquen. Con

permiso, feos". "No te pongas celoso, mi vida, ¿qué no les ves las caras? Pero papuchi,

no me hables tan feo, sabes muy bien que sólo soy tuya. ¡Bésame! (Se dobla casi hasta

al piso en aquel "beso pasional".) Y le voy a dar unos besotes de aquellos. (Toma

conciencia de sus palabras y se ataca de la risa.) Qué loca estoy. Pero, ya hablando en

serio, debería de tirar la ropa, al cabo ni me va a servir. Porque eso sí, la próxima beldad,

o sea, ¡yo!, necesita guardarropa nuevo. (Transición.) ¿Y si entra el gato y pasa por el

pastel? (Se levanta rápidamente y coloca el pastel sobre la mesa. Lo mira

"castigadoramente" y mete la mano poco a poco por entre el mantel y de inmediato

despega un chicle que tenía pegado en la mesa y se lo lleva a la boca, lo mastica, y le

dice al pastel con jactancia.) Yo también tengo mis mañas. Un chicle sin sabor es buen

3
amigo de las dietas. (Le da la espalda y voltea el rostro para mirarlo de refilón.) Ya se que

estás boquiabierto, encantado de mis argucias, lástima que no congeniemos. (Camina

muy displicente hasta regresar a la naturalidad.) Después cuando mi metabolismo se

estabilice podré comer miles y miles de éstos o mejores. Y los desamarraré con un

desdén de reina. (Lo desamarra con aire elegante.) Y casi al punto, ya para destaparlo,

diré: "Oh; no, no, no tengo ganas. Lléveselo por favor, Sofía, -porque voy a tener una

sirvienta que se llame Sofía-, quizá al rato lo pruebe y...–¿cómo se dice? Ah, sí.–... y

deguste su exquisito sabor. Por lo pronto, tráigame un chocolate. ¡Cómo que no hay!

Tengo uno escondido". Es cierto, prometí mandarlo a la basura. Se lo regalaré a Fede, no

puedo permitirme ni el más mínimo descuido. Qué ganas de ser la más grande científica

del mundo. Inventaría una pastilla que al momento de probarla una sintiera repulsión al

dulce o a cualquier cosa que engorde. ¡Me volvería millonaria! ¡Y qué de pasteles podría

comprar! De todos los sabores: fresa, zarzamora, moka, de chocolate... Haré reuniones,

verdaderas fiestas, no como la que ahorita tiene Wuicho, además es de niños. Y eso sí no

seré mezquina, tendrán su buena porción y si quieren repetir, o sea, "ad libitum", como

dice la dieta: "Verdura ad libitum". ¡Verdura! Qué horripilante comida. Parece maldición de

esqueleto. (Brinca emberrinchada; se detiene bruscamente.) ¡Calma! Hay que ser

razonables, no te pongas en ese plan, Lourdes. Tienes que ser positiva. En tres meses tu

destino cambiará. Mírate. No seas testaruda, vamos al espejo. (Va a mirarse al espejo.)

Ahora imagínate en noventa días la mitad de ti. Hermoso, ¿no? (Se estira.) Ya me siento

sílfide, varita de nardo. Entraré al otro bando de las mujeres, del lado de mamá: las

bonitas. Las que siempre tienen todo... dinero... amor... La suerte estará conmigo. Se

notarán mis pómulos. No tendré papada. Mi cintura será pequeña. (Saca una cinta y se

4
mide la cintura. Desilusionada.) Nada más dos centímetros. ¿Por qué serán tan lentos los

resultados? (Furiosa.) ¡No puede ser! ¡Cómo dos centímetros! Hay un error. (Se vuelve a

medir sumiendo exageradamente el abdomen. Feliz.) Ahora sí, qué diferencia. ¡Cuatro

centímetros! Ya veré la cinta dándome y dándome de vueltas. Tal vez decida ir con la

modista, nomás para ponerla en su lugar, exigiéndole el vestido que me niega siempre.

(Arremedándola.) "Te verás como globo de Cantolla". Y ya fui al diccionario... ¡Maldita

vieja! Se irá de hocico lo juro y lo “rejuro”. ¿Dónde puse la revista? Es bonito el modelo de

la portada: holán tras holán. También que me haga uno idéntico. Y después la mando

derechito al infierno. (Como si tuviera a la modista frente a ella.) Mi cuerpo no merece tus

costuras. (En una ojeada descubre al pastel y se detiene en éste.) Fue un error

desamarrarlo. (Se acerca.) Lo dejaré como estaba. Pero antes, una descubridita, a ver

cómo lo decoraron, simple curiosidad... (Lo descubre.) Uh, no está mal. ¿A qué sabrá? No

hayan engañado a mi mamá y esté rancio. Como hija es mi obligación investigar si la

estafaron. (Intenta pellizcarlo.) ¡No! Acuérdate: no debes sucumbir. Regla número uno:

"Cuando vayas a caer en tentaciones repite muchas veces no". (Repite con fuerza.) No,

nononononono, nononono y nononono y no, y ya dije que no. Regla dos: "Tu vales

mucho. Por lo tanto destruye de inmediato a ese agente negativo". ¿Destruir? ¿Tirarlo?

¡Nunca! Podré con el chocolate, pero con el pastel, ni loca. ¿Qué cuentas le voy a dar a

mamá? Se pondrá furiosa. Ya me la imagino: gritos, amenazas, y lo peor, castigos. Ni

siquiera pagará de nuevo la consulta. Y seguiré siendo la abominable cerdita. ¡Eso si que

no! ¡Nunca jamás! Debo proteger hasta lo último este mugroso pastel. ¿Por qué

demonios se le olvidó? No es justo. Tanto que me he cuidado, por eso ni fui a la fiesta, ni

salgo a ninguna parte. No, definitivamente no es justo, no lo merezco. ¡Ella tiene la culpa!

5
Hasta parece que lo hizo al propósito. Sabe muy bien qué de esfuerzos he hecho. ¡Toda

una semana! ¡Y se le ocurre largarse sin él! Claro, como es atractiva, lo que a mí me pase

le importa un bledo. ¡La odio! Ojalá hubiera tenido una madre fea. ¡Quiero estar ciega, sin

olfato, ni gusto, ni nada de nada, pero como no se puede, hablaré para que venga

inmediatamente por su pastelillo! (Histérica.) ¡No puedo estar tranquila si eso no

desaparece! (Cuando empieza a marcar al teléfono se arrepiente y cuelga.) ¡Nada de

llamaditas! No necesito ayuda de nadie para alcanzar mis propósitos. Esta vez lo

conseguiré. (Cierra los ojos en un acto de concentración.) Yo puedo. Yo puedo. Yo

puedo. Yo puedo. Lo prometo, si no que me vaya mal en la vida, que nunca tenga novio y

nadie me quiera, se mueran mis papás, Federico, mi abuelita, se caiga la casa, explote el

mundo y ya nunca se dé vida humana en otros planetas. (Al pastel.) Te estoy ganando

pastel. ¿Tú crees que te comería después de todo lo que te dije? Ah, piensas que sí.

Pues fíjate que no. Tengo principios, facultades intelectuales para vencerte. Date cuenta,

eres una cosa, un objeto, mi poder sobre ti es ilimitado porque soy humana. Razono. Soy

inteligente. ¡Adiós! Muérete. (Se vuelve a sentar en el sofá, toma un cojín y se cubre la

cara.) No veo nada. Éjele, lo burlé. ¡He ganado la batalla contra el pastel! ¡Ya escalé la

regla tres! "Asegúrate de vencer a tu adversario. Cuando lo hayas logrado tienes derecho

a una zanahoria y una pera. Las comerás una hora después". (Avienta el cojín.) ¡Valientes

regalos! ¡Una zanahoria y una horrible pera! No hay justicia. Si al menos fuera una

gelatina con crema chantillí o duraznos en almíbar. Es una burla. Qué mezquindad. Pues,

que se creen que soy. ¿Un herbívoro? ¿Un hombre de las cavernas? Ya casi pretenden

que sea un vegetal, nada más les faltó añadir: "Tienes derecho a media hora de sol".

¡Farsantes! Todas las dietas y los médicos son farsantes. Apuesto que el doctor tiene

6
adulterada la báscula. Yo no puedo pesar tanto. Después de todo no soy obesa.

Rubicunda sí, pero nada más. ¡Oh Rubens!, ¿por qué no naciste en esta época? Me

hubieras sacado del anonimato y a otras también. La moda la impondríamos nosotras.

Nos aclamarían. Y comería hasta dos pasteles diarios sin invitarle a nadie. ¡A la porra con

las peras y las zanahorias! Además, ¿es mi culpa que eso esté aquí? No, ¿verdad?

Bueno, pues ahora yo voy a hacer las reglas. Para empezar quedará completamente

descubierto. ¡Toda la envoltura al diablo! (Cuando lo está descubriendo suena el teléfono.

Se sobresalta y trata de envolverlo.) ¡A lo mejor vienen por él! ¡Un segundito, ya contesto!

¡El cordón! ¿Dónde lo puse? ¿Dónde? ¡Voy! ¡Sí, teléfono, espera, ahorita te contesto!

¡Ay, pero qué locura! ¡Primero el teléfono, la cuerda puede esperar! (Al teléfono.)

¿Bueno? Ah, mamá. ¿Qué? En el cuarto, leyendo. ¡No me digas! Ni cuenta me había

dado. Hasta ahorita que me dices lo veo. ¿Cómo pudiste olvidarlo? No, cómo crees. Ni

pensarlo. Como que a partir de estos días el dulce ni se me antoja. Seguro que si lo

destapo me da asco. Pero no lo voy a hacer, claro. ¿Así que pensabas salvarme? Pues

ya te digo, me encerré a leer. ¿Y ese milagro? No sabía que iba a ir con ustedes. Qué

bueno. No te preocupes, estoy al pendiente. Oigo el claxon y luego, luego. Entonces me

apuraré a amarrarlo, digo a buscar una bolsa para... es cierto, se apachurra. Ay, mamá,

es que me pones nerviosa y de malas con tantas recomendaciones. No, no estoy de mal

humor por mi dieta, eres tú. Está bien. Entendí perfectamente. Adiós. (Cuelga.) ¡Casi la

riego! Ya mero se daba cuenta. Qué bueno que viene papá. Ah, vuelvo a respirar a gusto.

Después de todo la vida no es tan cruel, sólo me puso a prueba y salí adelante. Comeré

mi pera y la zanahoria como si fueran un manjar. Ya dijo el doctor que utilizara la fantasía

para que el régimen fuera más fácil. Pero primero hay que arreglarlo. ¿Dónde quedó la

7
cuerda? ¿No se la llevaría el gato? (Llama al gato.) Michito... michito... No, no entró, ni lo

vi. Vamos paso a paso. ¿Qué estaba haciendo antes de quitarle el cordón? Pues creo

que... ¡Chihuahua, no recuerdo! ¿Pero cómo? Esta dieta me hace perder la memoria. ¿Y

si lo único que adelgaza es el cerebro? No puede ser, ya me habría dado cuenta de que

me estoy volviendo imbécil. ¡Abajo de la mesa, ahí tiene que estar, yo lo ordeno! (busca

abajo de la mesa sin encontrarlo.) ¡Demonios! (Busca por todos lados.) Sí, no cabe duda,

fue el méndigo gato. Desgraciado. Si ya le dije a mamá que los negros son de mala

suerte. (Arremedando a su madre.) "Pero cómo, si al contrario, son una bendición del

Señor los animalitos". Sí, ándale, el chiste es que todo tiene que salirme mal. ¡Me lleva!

(Vuelve a llamar al gato.) Micho, michito, ven y te doy un kilo de bofe. Ahora hazte el

digno. Está bien, tu color es perfecto y eres una bendición de Dios y también de los

ángeles. En fin, no vengas, revuelca el lazo y piérdelo, para que sepan mis errores y se

burlen. ¡Traidor! ¡Todos los gatos son iguales! ¡Traidor! Pero no te saldrás con la tuya,

¿sabes por qué?, porque lo estoy viendo. (Levanta el cordón.) ¡Míralo! O ni me hagas

caso, porque sabe dónde andarás. (Lo extiende y se dirige a la mesa.) Qué lástima que

deje pasar una oportunidad tan buena. Jamás vuelven. O se aprovechan en su momento

o se pierden. Si el destino lo puso en mis manos, por algo será... Lo volveré a mirar

solamente, por última vez. (Lo descubre.) Y a olerlo. (Lo huele.) Uhm, qué exquisito, para

enloquecerse. Uhm, incomparable. ¡Resucito! Y yo que pensaba que mi olfato ya no

servía. ¿Pero a qué puede oler la lechuga, los rábanos, las espinacas y toda la sarta de

"ad libitum"? ¡A nada! Simplemente atrofian los sentidos. Uhm qué aroma. ¡Vivo, de

verdad vuelvo a vivir! Uhm, eres adorable. Y saber que otros te llevarán a la boca. ¿Por

qué no esperaste a que terminara la dieta? Te derretirás en sus lenguas. Correrá por

8
aquellos paladares tu sabor, tan exquisito... Esas horribles bocas se embriagarán de ti.

"¡Quiero más!" "¡Otra rebanada, por favor!" "¡Daremos lo que sea por otra rebanada!".

¡No! ¡Yo te quiero para mí sola! No me importa que me llamen... como me llaman. Con

sólo cortarte y llevarte a mis labios sería feliz... ¡Como nunca he sido! ¡Ah…! ¡No puedo

más! (Lo pincha con el dedo.) Está bien, te piqué, pero nada de probarte, ¿eh? (Se limpia

el dedo en el mantel.) Ya ves, cumplo con mi palabra. Serás amarrado y te llevaré a tu

lugar. ¡A mi recámara! Al sitio que te corresponde, porque no se saldrán con la suya los

demás. Cuando papá llegue diré que entraron a la casa y te robaron. ¿Cómo la ves desde

ahí? No te queda de otra, (lo pica.) pícaro. ¿Y ahora qué te hice? Fue tu imaginación. No

traigo nada en el dedo. (Vuelve a picarlo.) Estás cremoso, pastosito... (Lo sigue pinchando

varias veces.) Esponjoso... Tú ganas. (Lo prueba y se come un pedazo.) Pero no diremos

nada, al menos yo no, tú tampoco porque eres mudo. (Ríe con exaltación.) No tienes

boca, ni dientes para masticar. Si no me crees, ven. (Lo toma y lo lleva al espejo.)

Obsérvate. Eres delicioso, delicioso hasta el delirio... Por eso tú serás mi novio... "Señorita

Lourdes Fuentes, ¿acepta por esposo a este pastel para comérselo!" Sí, sí lo acepto".

"Muy bien. Ahora bésense". (Se lo acerca a la boca y lo muerde. Transición.) ¡Mi papá!

¡No, no puede ser! ¡Qué hice! ¡Está picado por todos lados! ¡Un pedazo! ¡Le falta un

pedazo! ¡Pero en qué momento! No puedo creerlo. Si iba tan bien. ¡Otra vez caí! Soy un

fracaso. ¿Cómo envolverlo si se van a dar cuenta! Seré el blanco de las burlas. ¡No

resisto! ¡Quiero morir! ¡Morirme! Antes de cortarme las venas escribiré un recado para

que sepan que yo no tuve la culpa. Si se lo hubieran llevado... ¡Por qué no lo hicieron! (Al

pastel.) ¡Maldito pastel! ¡Tú serás el culpable de mi muerte! ¡Porque desde el principio

coqueteabas! ¡Te oí! ¡Te oí! ¡No lo niegues! (Haciendo voz de hombre.) "¿Para qué

9
adelgazas, Lulú? Nada más sufres". (Voz normal.) ¡Debí ponerme algodón en las orejas!

Y seguías con tu voz de miel, murmurándome: "Deja esa horrible dieta, Lulú, cómeme,

devórame. Estoy sabrosísimo. Soy una ricura. Olvídate de lo que dicen. Es pura envidia,

tú eres hermosa. Tienes unas formas tan pero tan apetecibles. ¡Ciegos! Yo sí te

comprendo. Y mejor, así no tengo competidores. Serás mía, sólo mía. ¡Devórame! No te

defraudaré. Ya me probaste, no te miento, estoy sensacional". Tienes razón, no eres

mentiroso, y eso para mí, es una cualidad de las mejores. ¡Al diablo “los libitums"! ¡Las

peras! ¡Las zanahorias! ¡Al diablo báscula, doctores, todo el mundo! ¡Sólo tú y tú mi

exquisito pastel de tres leches! ¡Viva la gordura! ¡La vida! ¡El placer! Tú y yo haremos la

fiesta. Solos. Sin nadie para ser felices. ¡Música! ¡A todo volumen! ¡Que no se oiga ningún

claxon, teléfono! (Descuelga el teléfono, pone música y baila con el pastel entre sus

brazos.) ¡Bailemos, pastel divino! (Se lo va comiendo.) ¡Sabroso! ¡Exquisito! ¡Soy la gorda

más feliz de la tierra! ¡La más feliz! ¡Por ti pastel mío! (Sube el volumen de la música y

baila desaforadamente. Oscuro final.)

TELÓN.

10

También podría gustarte