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Se trata de una melodía que comienza a tomar notoriedad por el año 1900 y
llama la atención que especialistas en música criolla nada hayan podido
aportar al tema. La excepción estuvo a cargo del impar coleccionista de
tango Héctor Lorenzo Lucci, quien también tiene muchos discos de nuestra
música criolla.
Héctor Lucci, una buena cantidad de años atrás, me relató que había
conversado largamente con el anciano hijo de don Artidorio. Que este le
contó que su padre había nacido en Salta el 5 de marzo de 1862 y fallecido
en la misma ciudad el 8 de octubre de 1950, lo que se contradice
parcialmente con la lectura de unos párrafos del voluminoso expediente
judicial, originado mucho más tarde, donde se expresa que Cresseri era de
origen italiano, de profesión músico, director de bandas. También le dijo
que la música le pertenece a su padre y, con respecto a la letra hecha
posteriormente, los primeros versos al periodista local Arturo Gambolini y
el resto, la mayor parte, al cantor y poeta uruguayo Juan Francia. Y que
había colaborado activamente en la adaptación definitiva de la letra a la
melodía del canto, el propio doctor López Pereyra.
Con anterioridad a la letra y cuando aún la zamba no tenía título, Cresseri se
la hizo conocer a la madre de los, luego famosos, hermanos Ábalos, que no
sólo la difundió en diversas reuniones sino que además, habría sido ella la
que la bautizó como “La chayateña”.
Vale agregar que aquel día de la peña cuando nació la dedicatoria, fue una
ocasión especial, 25 de abril, cumpleaños de López Pereyra (1875-1929).
Han dicho, que los problemas legales comenzaron por 1916 cuando en la
provincia de Santiago del Estero, Andrés Chazarreta publica su segundo
álbum de nuevas composiciones y entre ellas figura "La chayateña".
También, que fueron familiares de Cresseri -aún con vida- los que iniciaron
acciones judiciales y que Chazarreta siempre reconoció que se trataba de
una zamba salteña que supo escuchar algunas veces y que desconocía el
autor.
Fue inscripta en SADAIC en 1958 y unos diez años más tarde se falló en
favor del salteño, hubo una apelación y en definitiva se fueron más de
veinte años hasta el fallo ratificatorio y definitivo.
¿Por qué destacamos "Cap Polonio"? En 1922 fue llevado al disco, con
buena repercusión de ventas, por el conjunto de Roberto Firpo y allí se
escucha una primera parte, sin ningún atractivo musical que suena a modo
de introducción, pero en la segunda, sí se destaca la melodía, sorprendiendo
las notas de "La López Pereyra".
En ese mismo año "Cap Polonio" es registrado en solo de piano por Enrique
Delfino, lo cual realza los valores de la composición, por el alto nivel que
como autor ya ostentaba Delfino y porque, además, él era de dar preferencia
a su propia obra.