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Historia de la corrupción en el

Perú
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4:00 pm | 30 de abril 2017

El caso de la constructora Odebrecht, por el que ya se investiga a tres expresidentes vivos, ha devuelto a
la discusión pública una de nuestras principales taras.

El libro de Historia peruana más importante del presente siglo fue publicado entre nosotros en el 2013
y su vigencia se acrecienta cada año, como ocurre con los clásicos. Pocos libros como este nos han
confrontado con una realidad sobre la que hablamos mucho, sabemos menos y hacemos poco. Su
autor, Alfonso Quiroz Norris.
Según la Contraloría General de la República, en el último año el Perú ha perdido cerca de 12,500
millones de soles a causa de la corrupción, poco más del 10% de su presupuesto público anual. De
acuerdo con algunos cálculos, con este monto hubiera podido construirse 72 hospitales o 360 colegios,
contratarse a 72,000 médicos o generarse 200,000 puestos de trabajo. En vez de eso ese dinero ha
pasado a engrosar el patrimonio ilícito de unos cuantos funcionarios y personas privilegiadas que rara
vez son sancionadas no solo por robarle al Estado sino también por quitarles a los más pobres
derechos tan básicos como la salud y la educación. Cuando un niño muere en una zona alejada por
falta de médicos, instrumentos quirúrgicos o medicamentos, tenga la seguridad de que gran parte de
la culpa la tiene un corrupto.
El caso de la constructora Odebrecht, por el que ya se investiga a tres expresidentes vivos, ha devuelto
a la discusión pública una de nuestras principales taras. La creciente indignación de un gran sector de
peruanos es hasta ahora la respuesta más tangible a este escándalo y tal como van las cosas es
posible que sea la única. La historia, si sabemos mirarla, nos da cuenta de que casos como el de
Odebrecht le han ocurrido reiteradamente desde la Colonia a un Perú que parece mantenerse
impasible.

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Peor, como país casi hemos aprendido a tolerar una serie de corruptelas que en conjunto tienen un
poder destructivo mucho mayor que Odebrecht. Por ejemplo, la “coima”, tiene todas las características
para ser una marca sobre la que los peruanos podemos reclamar un estilo propio y aventajado. Eso
no niega que haya personas íntegras dentro y fuera del Estado, pero ellas no han sido suficientes para
darle un giro a nuestra historia.
Los importantes avances en transparencia y modernización no han logrado detener la corriente que
arrastramos por siglos. Los partidos políticos, que nunca han cumplido a cabalidad su papel de
representación de los intereses ciudadanos, han sido probablemente los obreros más aplicados de la
corrupción, ya sea a nivel nacional o a nivel regional y local, sobre todo desde que el proceso de
descentralización fue inevitablemente contaminado por ella.
Paradójicamente, al menos desde los últimos cinco años la corrupción y la inseguridad ciudadana son
los dos temas que más preocupan a nuestros connacionales. Esta preocupación, sin embargo, no es
nueva. Aparece ya desde el temprano siglo XVII virreinal y con ella importantes intentos de reforma,
promovidos por preclaros hombres como Alberto de Ulloa en el siglo XVII o Manuel Pardo en el XIX.
Todos estos intentos se han estrellado contra una dura realidad: durante los 485 años que nos separan
del ingreso de Pizarro por Tumbes, parece que la corrupción se ha ido incorporando en el ser nacional
hasta llegar a ser parte, siendo pesimistas, de su identidad.

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Somos así, un país de virtudes, pero también de graves defectos sobre los que rara vez solemos
hablar en serio. Si el Perú fuese un solo hombre diríamos que alberga un cáncer difícil de tratar en
cada una de sus células. Este cáncer, según las cifras económicas que plantea el libro que
comentamos, le ha costado a la República un promedio del 4% al año de nuestro Producto Bruto
Interno. Imagínese cuánto dinero es eso en casi 200 años y qué sitial nos correspondería en el mundo
si esos recursos hubiesen sido correctamente invertidos.

Alfonso Quiroz, el historiador de la corrupción en el Perú


La “Historia de la corrupción en el Perú”, publicada originalmente en inglés en el 2010 y en español en
el 2013, no es solo un riguroso estudio sobre esta materia sino un severo llamado a la acción bajo el
convencimiento de que es posible, sino curar la enfermedad, al menos hacerla retroceder
sustancialmente. Con herramientas distintas a las de Manuel Gonzáles Prada, su mensaje nos
compele a creer en aquella promesa del Perú que supo reconocer Jorge Basadre y por la que hemos
batallado poco en este último siglo.

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Sus 615 páginas prolijamente documentadas nos cuentan una historia que llega hasta el año 2000, a
la vez que intenta una explicación para no persistir en el error de implantar políticas públicas aisladas,
efectistas, coyunturales, cuando no cómplices. Por el contrario, lo que se necesita es una clara visión
y decisión políticas para sostener medidas de corto, mediano y largo plazo en áreas de atención
urgente como el sistema de partidos políticos, la administración pública, la descentralización y la
educación básica, entre otras.
El libro de Quiroz, fallecido en el 2013, resume el legado de un historiador comprometido con su
tiempo, y que justamente por ello debe estar sujeto a confrontación y estudio. Es además una guía
para derribar varios mitos. En él los fantasmas de nuestros libertadores, fundadores, héroes de la
Guerra con Chile, presidentes, dirigentes políticos, y nuestra élite empresarial, se muestran casi tal
como fueron.
Hombres al fin y al cabo que nos dejaron un pasado de corrupción e ignominia junto a los grandes
aportes por los que solemos recordarlos. También están las voces de los que no callaron y lucharon
incansablemente a pesar de las dificultades, voces que aún existen y no se han alzado lo suficiente
todavía.

http://eltiempo.pe/historia-la-corrupcion-peru/

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