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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Filosofía y Humanidades


Pedagogía en Música

Ética y Educación

Prof. Jean-Paul Grasset B.

Lectura Primer Taller: PLATÓN, Gorgias, 453a-491d (Selección de pasajes)

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1) Acerca de la retórica como arte de la persuasión (453a)

Sócrates: Ahora es cuando me parece que me has dado, amigo Gorgias, una idea aproximada de la opinión
acerca de la retórica; porque, si no entiendo mal, dices que la retórica es artesana de la persuasión y que toda su
actividad tiende a ella como a su fin siendo su principal objeto. Lo que sucede es que no entiendo claramente en
qué consiste tal persuasión; pues, ¿te parece a ti que es la retórica la única que produce persuasión, o cumplen
también otras artes esa función? Más claro: ¿es que acaso aquel que enseña, lo que quiera que sea, no persuade,
de aquello sobre lo que enseña? Así, por ejemplo, dado que es verdad que la aritmética y el maestro de tal
disciplina nos enseñan todo aquello que tiene relación con el número, tiene que resultar que también persuada y,
por consiguiente, habría que concluir que la aritmética es artesana de la persuasión, y, que, por ello, la retórica
no es la única artesana de tal persuasión. Y si no es el único arte que desempeña tal cometido de nuevo habría
que preguntarse acerca de la clase de persuasión que produce el arte oratorio y a que objeto tiende tal
persuasión. Como ahora contestas que la retórica es autora de la persuasión ante tribunales y de las restantes
reuniones de los ciudadanos. Se hace necesario examinar lo siguiente: parece evidente que ciencia y creencia
son cosas distintas y que, aquellas, mientras existen creencias verdaderas y falsas; es imposible que haya ciencia
falsa y ciencia verdadera (al mismo tiempo). Ahora bien, como tanto los que han aprendido como los que tienen
una creencia están persuadido. Debemos admitir dos clases de persuasión: la que proporciona la creencia sin
ciencia y la que depara la ciencia. Lo que sucede es que ante esta nueva situación, habría que preguntarse de
nuevo que clase de persuasión es la que produce la retórica en los tribunales y en las restantes reuniones de
ciudadanos en relación, por ejemplo, con lo justo y lo injusto: ¿aquella de la cual brota el creer sin saber, o
aquella que da lugar al saber? Cómo veo que respondes, amigo Gorgias, que la retórica es artesana de la
persuasión que mueve a creer...entonces, realmente, el orador no ejerce una función docente ante los tribunales y
en las restantes reuniones de ciudadanos, en lo que concierne a los justo y a lo injusto, sino que se limita a
inspirar la creencia.

2) Acerca de si es mejor cometer injusticia o sufrirla (474b)

-Sócrates: Yo creo que tú y yo y los restantes hombres estimamos que cometer injusticia es peor que sufrirla y
no ser castigado, peor que serlo. Tú (se refiere a Polo), por el contrario, afirmas que ni yo, ni ningún hombre, en
sus cabales, puede afirmar que es mejor sufrir injusticia que cometerla. Pues bien, con el objeto de aclarar cuál
de las dos afirmaciones es la correcta, veamos lo siguiente. Tú, además de lo dicho anteriormente, afirmas que
es más feo cometer injusticia que sufrirla, y, sin embargo, también afirmas que el que algo sea más feo, no
implica que sea peor, ya que no identificas lo bello con lo bueno, ni lo feo con lo malo. Ahora bien, ¿cómo es
posible que digas eso? ¿Acaso no es cierto que a todo lo que es bello (sean cuerpos, colores, figuras, sonidos,
ley) lo llamas así en atención a su utilidad, o en consideración al placer que proporciona? Es evidente que tú
siempre has estado de acuerdo en definir la belleza haciéndola depender del placer o de la utilidad. Por otro
lado, siempre has manifestado, también, que lo feo, consiste en lo contrario de lo bello y que depende de lo
doloroso y de lo perjudicial. Pues bien, si todo lo dicho es cierto, entonces cuando de dos cosas, la una es más
bella que la otra, lo es porque la supera en placer o utilidad; y cuando de dos cosas feas, la una lo es más que la
otra, será más fea o peor, por superarla en el aspecto del dolor o del daño. Ahora bien, en relación con el
delinquir y el ser víctima de la injusticia, tu afirmas que el sufrir una injusticia es peor y el cometerla más feo.
Lo que sucede es que si es más feo cometer una injusticia que sufrirla, entonces será sin duda, también, más
doloroso. Pues bien, ¿acaso el cometer una injusticia supera en dolor al hecho de ser víctima de ella y sufren
más los delincuentes que aquellos que sufren un trato injusto? Veo que contestas que no. Así pues, al menos en
lo tocante al dolor, no supera lo uno a lo otro. Solamente queda, pues, la posibilidad de que lo supere en daño.
Ahora bien, si se produce una ventaja en el daño, entonces el obrar injustamente será peor que el sufrir
injusticia. ¿Y es que acaso no has reconocido anteriormente que obrar injustamente es más que sufrir una
injusticia, lo que significa que se nos ha mostrado como lo peor? Estaba, pues, en lo cierto cuando decía que ni
tú ni yo ni otro hombre alguno preferirían cometer injusticia a ser tratado injustamente, ya que aquello es un mal
mayor.

3) Acerca de si es mejor sufrir castigo por una injusticia cometida o no serlo (475d/479b)

-Sócrates: A continuación, reflexionemos acerca del asunto que ha motivado nuestra segunda discordancia: ¿es
acaso el mayor de los males, como tú opinabas, que el delincuente pague la deuda, o es mayor mal no pagarla,
como yo, contrariamente, creía? Consideremos así esta cuestión: es evidente que es bello todo lo justo. Por otro
lado, el que sufre la acción del agente recibe algo; así, por ejemplo, si alguien golpea, será necesario que algo
reciba el golpe; y si el que golpea lo hace de un modo violento o rápido, aquello que es golpeado lo será
necesariamente en la misma forma, es decir, lo golpeado experimenta, pues, algo equivalente a lo ejecutado por
el agente del golpe.[Sócrates pone a continuación otra serie de ejemplos que van encaminados a mostrar lo
mismo que acaba de decir: alguien que quema algo; alguien que corta algo.] En definitiva -continúa-, el paciente
experimenta exactamente lo producido por el agente. Pues bien, si estamos de acuerdo sobre estos puntos,
entonces veamos, a continuación, lo siguiente: parece evidente que ser castigado es sufrir algo, y ese algo que se
sufre le viene de alguien, que es el que obra o castiga Ahora bien, el que castiga con razón, castiga con justicia
por lo que entonces, el que es castigado sufre una suerte justa. Pero como hemos convenido que lo justo es bello,
entonces habría que concluir que: de esos dos hombres, el uno obra bellamente, y el otro, el castigado, es objeto
de un bello trato. Pero es que, además, si lo justo es bello y agradable o útil, entonces también será bueno. Por lo
que: también es un bien el trato que recibe el que es castigado. Pero aun hay más: parece evidente también que
el que es castigado justamente mejora en cuanto a la salud de su alma, es decir, el que es castigado se libera de
la maldad de su alma y, además, de un mal que resulta ser el más grande de todos (la injusticia), el más feo y el
peor, ya que depara al mayor dolor o el mayor daño o ambas cosas a la vez, según lo que hemos convenido
anteriormente. Pues bien, parece evidente que del mismo modo que el arte de ganar dinero libra de la pobreza y
la medicina libra de la enfermedad, es el castigo judicial quien libera del desenfreno y de la injusticia Pero,
además, la función judicial es una función más bella que el arte crematístico o la medicina por lo que, si es más
hermosa, tiene que producir el mayor placer o la mayor utilidad, ya que mediante su aplicación, el paciente si
libra de un gran mal. Y es que de dos hombres que tienen un mal (sea del cuerpo o del alma) ¿cuál de ellos es
mas desgraciado, el que está en manos del médico y en vías de quedar libre de su mal, o el que aun, teniendo el
mal, no es sometido a curación? Como veo que contestas, Polo, que este ultimo entonces parece evidente
convenir también que el castigo justo es como la medicina del alma de tal forma que en caso de cometerse una
injusticia el modo de alcanzar el segundo grado de felicidad es liberarse de su maldad sufriendo el castigo
correspondiente, porque la vida más desventurada es la tal que persevera en la injusticia y no se libera de ese
mal.

4) Ser castigado es la liberación del mal de la injusticia (479a/480c)

-Sócrates: Y si las conclusiones a las que hemos llegado de mutuo acuerdo no se apartan de la verdad, ¿admites,
amigo Polo, lo que se desprende de lo dicho o prefieres que meditemos juntamente sobre ello? Porque, de
acuerdo con lo anterior: ¿no resulta del razonamiento seguido que el mayor mal es la injusticia y el ser injusto?
Pero, como hemos visto también, el ser castigado es la liberación de ese mal, y no ser castigado es una
permanencia del mal. Por todo ello, el cometer injusticia es, en lo tocante a la gravedad, el segundo de los males,
mientras que no recibir el castigo correspondiente a la injusticia cometida es el mayor y el primero de todos los
males. Pues bien, ¿no estaba ahí, amigo mío, el punto de disensión de nuestras opiniones? ¿Verdad que
considerabas feliz a Arquelao, un hombre que no ha sufrido castigo alguno, a pesar de haber cometido las
mayores atrocidades, en tanto que yo, por el contrario, manifestaba mi creencia de que, tanto si era Arquelao
como otro hombre cualquiera, el que no reciba el castigo adecuado a sus faltas, le correspondía ser desdichado
por encima de todos los restantes hombres, y de que siempre, el que comete injusticia es más desgraciado que el
que no la sufre y el que no es castigado que aquel que lo es.

5) Acerca de si los más poderosos tienen por naturaleza derecho a poseer más que los demás (488c-491d)

Sócrates: ¿En qué consiste, según tú [le dice a Calicles], la justicia conforme a naturaleza? ¿Consiste en que el
más poderoso arrebate por la fuerza los bienes del más débil; que el que vale más ejerza sobre el que vale
menos, y que el más hábil tengan más que el menos hábil?

Calicles: Así lo dije antes, y así lo sostengo ahora...

Sócrates: Pues bien, cuando tú llamas a alguien mejor, ¿le podrías llamar también más poderoso? Explícamelo,
pues tampoco entonces fui capaz de entender tus palabras. ¿Llamas, tal vez, "más poderoso" a los más fuertes y,
según tú, deben obedecer al más fuerte los más débiles? Pero es que ¿no es posible ser mejor y, al mismo
tiempo, menos poderoso y más débil? ¿No es posible ser más poderoso y, al propio tiempo, de menos valía? ¿O,
tal vez, "mejor" y "más poderoso" son términos de idéntica significación? Defíneme claramente esta cuestión:
¿Son una misma cosa o son distintas "más poderoso", "mejor" y "más fuerte"?

Calicles: Yo te digo que son una misma cosa...

Sócrates: Pues bien, si ello es así, entonces respóndeme a lo siguiente: ¿la multitud es por naturaleza más
poderosa que un solo hombre? Tu decías ahora mismo que es ella la que impone las leyes y, por tanto, tales
leyes deben de ser las leyes más poderosas.... y, además, las mejores. Ahora bien, la multitud cree, como tú
mismo decías hace poco, que la justicia consiste en no tener más que los demás, y que es peor cometer injusticia
que sufrirla. Pero si ello es así, entonces no solamente es por ley peor cometer injusticia que sufrirla sino
también por naturaleza.... y, por ello, no eran, tampoco justos los reproches que me hacías cuando afirmabas que
la ley y la naturaleza son cosas contrarias.

Calicles: Dime, Sócrates, ¿no te da vergüenza, a tu edad, andar a la caza de palabras? ¿No te estoy diciendo
hace rato que "mejor" y "más poderoso" son una misma cosa? ¿Crees, acaso, que yo digo que si se reúne una
chusma de esclavos y de toda clase de hombres sin ninguna valía, a no ser la fuerza corporal, y estos dicen algo,
eso es legítimo?

Sócrates: Ya hace rato que vengo sospechando que tú quieres decir que "más poderoso" es algo así.... Tú,
seguramente, no crees que dos sean mejores que uno solo, ni tus esclavos sean mejores que tú por el hecho de
ser más fuertes. Así pues, volvamos al principio y dime: ¿qué entiendes por mejores, ya que no das ese nombre a
los más fuertes?

Calicles: Mejores son, a mi entender, los más hábiles. Y los más juiciosos.

Sócrates: Así pues, de acuerdo con tus palabras, un solo hombre, si es más juicioso, es más poderoso que varias
decenas de unidades de hombres insensatos, y es a él a quien corresponde mandar por naturaleza...

Calicles: Eso es lo que digo. Creo, en efecto, que la justicia natural consiste en que el mejor y más juicioso
tenga autoridad sobre los hombres de menor capacidad y posea más que ellos...
Sócrates: Alto ahí, y mira lo que me vas a responder ahora. Supongamos que en un mismo lugar, como ahora,
nos encontramos reunidos muchos hombres, y que poseemos en común abundantes alimentos sólidos y bebidas.
Unos somos fuertes, otros débiles, y hay uno entre todos que, por ser médico, es más entendido que los demás
en lo relativo a los alimentos... ¿no es verdad que ese hombre, por ser más entendido que los demás, será mejor
y más poderoso en relación a eso? Ahora bien, ello implica que ¿debería de tener de estos alimentos una parte
mayor que nosotros por ser mejor?

Calicles: ¡Por Zeus! No paras de hablar de médicos, zapateros, cocineros..... ¡Como si ése fuese el tema de
nuestra discusión!

Sócrates: ¿No vas a decir, pues, en relación con qué cosas ha de ser más poderoso y entendido un hombre para
gozar con justicia de una posesión mayor?

Calicles: Hablo de los más poderosos que no son zapateros, ni cocineros, sino los que conocen los medios
necesarios para el buen gobierno de la ciudad.

Sócrates: Pero no te das cuenta, amigo Calicles, que dices que yo afirmo siempre lo mismo y me lo reprochas....
cuando, precisamente, tú nunca dices lo mismo con relación a un mismo asunto, sino que en principio definías a
los mejores y a los más poderosos como los más fuertes; más tarde como los hombres de mejor juicio, y he aquí
que, ahora, nos vienes con otra definición.

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