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Universidad Nacional de Colombia

SFA Metafísica Antigua II


Juan Sebastian Herrera Ramos
Nicolas Esteban Rincon Gomez

¿La guerra es un bien?

La guerra es un elemento que es citado en varias ocasiones en la obra filosófica de Platón.


También parece ser un elemento importante en la cultura griega. Enfocados en el Gorgias, la
intención es analizar un poco el diálogo para entender y establecer una interpretación de la
guerra en la obra de Platón, vinculando algunas concepciones que considero se siguen de los
elementos relacionados a la guerra, la justicia y lo bueno. Inicialmente considero importante
hacer un repaso por los temas centrales del diálogo para ver cómo se relaciona la guerra allí.

El diálogo platónico del Gorgias principalmente podemos decir: está enfocado en discutir y
analizar qué es la retórica. En retrospectiva también lo podemos ver como un análisis a la
justicia. Esto sucede así porque, como veremos más adelante, podemos evidenciar una
relación entre la oratoria y la política que se practica en la polis. Dentro del diálogo, la
primera respuesta establecida por Gorgias, sobre qué es la retórica, es que: la retórica es un
arte que hace discursos sobre lo justo y lo injusto, que tiene una pretensión de persuadir
-persuasión fundada en la creencia-; que le permitirá a los que la practican, procurar su propia
libertad y dominar a los demás en su propia ciudad (cf. Gorgias. 452d) . Gorgias también se
presenta como alguien que enseña la retórica, como la retórica versa sobre lo justo y lo
injusto, debe pues enseñar eso mismo. Aunque Gorgias comenta que los instruidos en el uso
de la retórica pueden hacer uso de ella injustamente. Esto ya presenta una dificultad: si
alguien enseña la retórica y con ello la justicia y lo referente a ella, la persona que aprenda
deberá ser justa, tal como la persona que aprende de medicina se vuelve medico, no tendría
sentido que alguien justo, el que aprendió la retórica, actúe injustamente.

Respecto de esta primera versión de lo que es la retórica se establece un tipo de justicia que
gira en torno a no ser esclavo: ser libre. Y por esto mismo lo más justo será siempre
procurarse a sí mismo como un humano libre. En ese mismo sentido, alguien podría matar o
hacerle daño a otra persona y si logra escapar del castigo que ello conlleva será algo justo.
Esto evidentemente tiene muchos problemas respecto a lo que la polis debería establecer para
las leyes. Se genera una visión relativista de la justicia. Para evitar estas dificultades Sócrates
busca establecer la justicia a partir de una ontología del ser humano.
Podemos establecer que el humano está conformado por cuerpo y alma, y necesitan estar en
las condiciones y disposiciones correctas para su desarrollo: estar en estado de salud (cf.
Gorgias. 464a). La concepción de salud está estrechamente relacionada con el concepto de
equilibrio, la virtud y lo bueno. Para la salud del cuerpo existen las artes de la medicina y la
gimnasia, la primera se encarga de recuperar el buen estado del cuerpo y la gimnasia de
mantenerlo. En cuanto al alma, existen el arte de la justicia y la legislación -ambas reunidas
bajo la política- la primera se encarga de recuperar el buen estado del alma y la segunda de
mantenerla. Estas cuatro artes1 tienen cuatro especies de adulaciones, llamadas así porque
buscan simular ser las artes, enfocadas en el placer sin miras al verdadero bien que producen
las artes. Las cuatro adulaciones son: la culinaria para la medicina, la cosmética para la
gimnasia, la sofística para la legislación, la retórica para la justicia. (cf. Gorgias. 465b)
Básicamente estas adulaciones pretenden ser el arte pero no poseen los beneficios del propio
arte, p.ej. Una persona que no practica la gimnasia puede hacer uso de la cosmética, buscando
aparentar una belleza del cuerpo, y a través de prendas, maquillajes y demás, hace parecer que
su cuerpo está sano y en buen estado, pero realmente su cuerpo no está saludable.

Establecida la retórica como una adulación se busca demostrar que los oradores no son
personas a las que se les considere dentro de las ciudades y además que no poseen poder, si
pensamos el poder como un bien. En primera instancia Polo establece al poder como: la
capacidad que tiene una persona para hacer lo que le parece mejor, puede matar, quitarle los
bienes a quien desee, etc. Bajo la idea que el orador convence a la gente y los hace hacer lo
que él considera mejor; el orador tiene poder, al igual lo que tendría un tirano, que puede
hacer en la ciudad lo que el piense conveniente (cf. Gorgias 466c) Aquí se establece una tesis
bastante importante: la finalidad por la cual se hacen las cosas. En síntesis, podemos afirmar
que cada actividad que se hace naturalmente tiene una finalidad, que es lo que realmente se
desea alcanzar. p.ej. Cuando se está enfermo y se toman medicinas, estas no se ingieren
porque se desee ingerir medicamento, lo que se desea es recuperar la salud. Existen pues
actividades donde lo que se quiere, no es la propia actividad sino aquello por lo que se hace.
(cf. Gorgias 467c) Se establecen también tres categorías en las que se agrupan todas las cosas:
lo bueno, lo malo y lo intermedio entre estas. Se puede agregar también que todo lo que
hacemos, lo hacemos porque: “En efecto, queremos,(...), lo bueno, y no queremos lo que no es
ni bueno ni malo, ni tampoco lo malo”. (Gorgias. 468c). En esa medida, sí alguien matara,
desterrara, o privara de sus bienes a otros lo haría porque considera que así llegará al bien.
Ahora, que sucede en el caso del tirano u orador que mata o destierra en la creencia que esto
1
Gimnasia, medicina, justicia y legislación.
es lo mejor, pero en realidad es lo peor, claramente estará haciendo lo que él considera
pertinente pero no hará lo que realmente quiere, porque lo que quiere es el bien, pero no se da
cuenta que a través de sus acciones no lo conseguirá. El tirano u orador puede hacer lo que le
parezca mejor pero no hará lo que quiere. Por eso mismo no se puede considerar como poder
y, en últimas, como un bien el tipo de facultad que tiene el tirano. Respecto de la idea de la
persona que tiene facultades desiderativas en la polis se desarrolla más ampliamente la idea
de lo justo y lo injusto. Polo hace referencia a que la posición de la persona con capacidad
desiderativa es algo envidiable, pero a esto Sócrates responde exponiendo que: varía la
situación dependiendo si lo que hace aquella persona es justo o injusto. Si alguien mata o
destierra por motivos justos, motivos útiles y beneficiosos, no se debe tener en estima ni en
compasión a la persona, pero si los motivos son injustos, sin razón de ser y dañinos, es digna
de compasión la persona (cf. Gorgias 469b) En todo caso, no debe ser envidiable la situación
de una persona que debe procurarle un castigo o un dolor a otro, aun cuando sea por un bien.

Lo anterior abre la discusión para determinar si es peor cometer injusticia que recibirla. Se
presentan varios argumentos para demostrar que es peor cometerla, básicamente podemos
exponer que al cometer actos que afecten las buenas disposiciones de otras personas también
se afectan nuestras propias disposiciones. Para explicar cómo sucede esto, Sócrates hace una
exposición de la relación entre lo bello y lo bueno, lo malo y lo feo. Se puede explicar que
cuando catalogamos a algo como lo bello, es porque aquel objeto nos procura placer o alguna
utilidad (un bien) o ambas cosas. En el sentido contrario funcionaria lo feo, aquello que
produce dolor o daño (un mal). (cf. Gorgias 474d) Cuando se habla de dos objetos y que uno
de ellos es más bello que el otro es porque lo debe superar en alguna de los dos o en las dos
cualidades antes mencionadas. Lo mismo sucede con lo feo. Ahora, podemos decir que es
más feo cometer injusticia que recibirla, si es fea debe ser por alguna de sus dos cualidades:
Doloroso no es, porque la persona sobre la que recae el acto injusto es quien siente el dolor,
solo queda la posibilidad que sea mayor en cuanto daño, es decir en cuanto un mal. Por ello
podemos afirmar que es peor cometer injusticia que recibirla Dentro de esta argumentación,
entonces, se establece que la injusticia es el mayor mal (cf. Gorgias 469b) cometer injusticia
es algo dañino que afecta directamente contra el estado de salud de nuestra propia alma. Por
otro lado, la justicia es la más bella de las artes, por su utilidad o el placer que ocasiona, o
ambas cualidades juntas.

La injusticia se establece también como un vicio del alma que se puede catalogar en conjunto
con otros vicios como el desenfreno. Pensando en el alma viciada y afectada, es decir, aquella
que no se encuentra en buena disposición, se hace necesario recurrir a alguna forma de
curarla, acudir a los jueces y a la justicia para recuperar la salud del alma es lo más idóneo.
Tal como la persona que está enferma va al médico a ser curado. Sí una persona con el alma
en mal estado acude al juez y es castigado deberá soportar el castigo para sanar su alma.
Recibir un castigo es mejor que evitarlo. Es importante anotar la relación presente entre el ser
feliz y la justicia, una persona que obra injustamente sabemos que no tiene el alma en buen
estado, y ello mismo lo hará desgraciado, pero más desgraciado será sino se somete a
curación. (cf. Gorgias. 478c) La buena disposición permitirá que una persona sea más feliz
que aquel que no se encuentra en buen estado.

Calicles buscando refutar los postulados de Sócrates: es peor cometer injusticia que recibirla y
es mejor recibir el castigo que evitarlo; quiere establecer el fundamento de la justicia en la
naturaleza. Proponiendo que “la naturaleza misma demuestra que es justo que él fuerte tenga
más que el débil y el poderoso más que el que no lo es” (Gorgias 483d) básicamente
establecer la ley del mejor, que, en primera instancia el mejor es el más fuerte. Todo esto
buscando desechar las leyes que, según Calicles, normalmente son establecidas por la
mayoría y los más débiles. Se expone en una relación de igualdad poder, fuerza y ser mejor.
Sócrates expone ante la propuesta de la Calicles lo siguiente: la multitud es por naturaleza
más poderosa que un solo hombre, por ello mismo más fuerte y entonces se deberían seguir
las leyes que proponga la mayoría, que serían las más bellas también.(cf Gorgias 487d)
Ahora, la mayoría también piensa que lo más justo es conservar la igualdad y no poseer más
que los demás. Algo que iría en contra de la tesis de que el más fuerte debe tener más. Como
salida a la dificultad, ahora se busca proponer que los mejores son los más aptos, es decir, los
de mejor juicio. Si esto es así, los de mejor juicio ante una situación de repartición de bienes
buscaran repartir las cosas de la mejor manera: si reparten alimentos, por ejemplo, no
buscarán tener más alimentos de los necesarios porque se pueden generar a sí mismos una
fatiga, es decir, un daño. El de mejor juicio optara por el equilibrio, e iría en contra de buscar
tener más para sí mismo. La nueva salida de Calicles, es establecer que los mejores son los
más decididos, aquellos que tienen el juicio adecuado para el gobierno.( cf. Gorgias 491c) A
esto Sócrates cuestiona, sí del mismo modo que dominan desde el gobierno a la ciudad se
dominan los más decididos a sí mismos, es decir, procuran ser moderados y dominan sus
pasiones. Para Calicles esto representa una dificultad bastante grande puesto que un hombre
no puede ser esclavo ni dominado y debería buscar que sus placeres no sean reprimidos y que
además sean los más grandes posibles. Parece retratarse, dentro de la visión de Calicles, una
igualdad entre placeres y bienes.
Aquí se establece una tesis para refutar las ideas de Calicles. Podemos establecer la existencia
de placeres que son negativos y terminan deviniendo en un mal. Por lo que no tendría sentido
pensar que un placer, osea, un bien produce un mal. Bien y mal son cualidades contrarias, la
presencia de uno debe negar la presencia del otro. Podemos exponer que no se puede ser
bueno y malo al mismo tiempo; pero con los placeres y dolores no sucede lo mismo. p.ej.
cuando alguien tiene sed siente dolor; para que se procure el placer de beber se debe actuar en
presencia del dolor, es decir, el cuerpo siente el dolor de la sed y el placer de beber al mismo
tiempo. Placeres y dolores se pueden experimentar simultáneamente. Si placer y dolor se
pueden sentir al mismo tiempo, pero ser bueno y malo al mismo tiempo no se puede, los
bienes y placeres deben ser algo distinto.(cf Gorgias. 496e) También podemos añadir que
placeres y dolores cesan al mismo tiempo, siguiendo el ejemplo anterior, cuando la persona
bebe teniendo sed el dolor de tener sed se acaba y al mismo tiempo el placer que le producía
beber. Los bienes y males no cesan al mismo tiempo ya que tampoco se pueden presentar
simultáneamente. Por lo anterior se refuerza más la distinción entre placeres, dolores y bienes,
males.

Ahora es cuando el elemento de la guerra se hace presente de manera más explícita dentro del
diálogo, para ahondar más en la diferenciación entre bienes y placeres. La guerra funciona
como elemento aquí para exponer a los valientes y cobardes, sensatos e insensatos, mostrando
que sufren de manera similar unos y otros: se alegran cuando los enemigos se retiran y sufren
cuando los enemigos se acercan. (cf. Gorgias 498a) Esto refuerza la tesis que bienes y
placeres son distintos, sí fueran lo mismo entonces cobardes y valientes no se podrían
diferenciar como buenos y malos puesto que ambos sienten placeres y dolores de modo
similar, tendrían en ellos bienes y males en modo similar, y es evidente que los bienes
presentes en un valiente sensato son distintos a los de un cobarde insensato. Ambos se
comportan de forma distinta ante el placer y el dolor.

Se establece pues ahora una diferenciación entre placeres buenos, los útiles, y placeres malos,
los perjudiciales. Si se busca el placer no se debería buscar por sí mismo sino por el bien que
este genera. Esto en conexión con la idea antes mencionada -la finalidad por la que se hacen
las cosas- podemos establecer y reforzar que el fin de todas las cosas es el bien, todo lo
hacemos con miras a ello. También podemos exponer pues que buscamos ser buenos: si nos
dirigimos a lo bueno y con ello conseguimos bienes, cuando los poseamos seremos buenos.
Básicamente, bueno es aquel que posee bienes, tales como la justicia, la templanza, la
sensatez y demás. -Regresando a la retórica- Partiendo de que se deben hacer las cosas con
miras al bien, se puede exponer que existe un tipo de retórica que se enfoca y se preocupa por
el cuidado del alma -claramente diferente a la retórica que solo es adulación- El orador que
practica esta retórica debe ser moderado y debe procurar dirigir el alma de los que escuchan
sus discursos al arte de la justicia.

A partir de la diferenciación entre bienes y placeres podemos establecer que la moderación es


lo más adecuado para la salud del alma. Es peligroso ser desmesurado, solo nos hará
desgraciados e infelices. Es una desventaja para el ser humano vivir con el alma y el cuerpo
en un mal estado. El alma moderada es buena, el alma insensata y desenfrenada mala. (cf.
Gorgias 507b) Es necesario también vincular la idea del orden y la armonía como elementos
importantes para el buen estado del alma. “Dicen los sabios, Calicles. que al cielo, a la tierra,
a los dioses y a los hombres los gobiernan la convivencia, la amistad, el buen orden, la
moderación y la justicia, y por esta razón, amigo, llaman a este conjunto cosmos (orden) y no
desorden y desenfreno” (Gorgias 508a) Entonces pues tener el alma en buen estado y en
armonía nos permitirá acercarnos a la virtud, los bienes y en últimas a ser buenos hombres, y
como consecuencia a ser felices.

Establecido en términos generales los tópicos que abarca el diálogo, veamos como la guerra
se relaciona con la justicia. Podemos primeramente exponer que la guerra es una de las
actividades que practica la polis. La guerra puede ser utilizada para ejercer o desarrollar la
justicia, esto debido a que puede permitirle a la polis lograr objetivos que le provean un bien.
p.ej. Si la ciudad cae bajo ataque y están en riesgo sus habitantes la guerra le puede permitir
defenderse y procurar la protección de la ciudad. Lo que será un bien y además catalogado
como algo justo. Claramente que la guerra sea justa, puede o no suceder, pero se debe
procurar que si la guerra se practica se haga de la manera más justa posible. Así como es
posible que un juez castigue y despoje a otros de sus bienes buscando el mayor bien posible,
se debe procurar que se desarrolle la guerra de forma justa. La guerra es una de las
herramientas que tienen los dirigentes para llevar a la polis al bien, que como vimos
anteriormente es hacia dónde se dirigen todas las cosas.

Podemos preguntar ahora si la guerra es bella por sí misma. Habiendo establecido antes que
existen dos elementos para lo bello: la utilidad y el deleite, podemos pensar que la guerra no
genera placer como consecuencia directa, pero si posee una gran utilidad. Podríamos
establecer que la guerra es bella en tanto útil. Ahora, en tanto bella y en tanto útil, podríamos
decir que es un bien. Un bien para la ciudad y un bien para los ciudadanos. Aunque podemos
evidenciar una forma en la que la guerra no es bella. Si el aspecto de utilidad no se hace
presente, y se hace por ejemplo una guerra vacía o sin sentido, la guerra ya no puede ser bella
y tampoco podría ser un bien. Este tipo de guerras, son desastrosas y feas, ya que solo
producen dolor y perjuicio. Se podría refutar a la idea de la guerra como algo bueno aludiendo
al dolor que produce la guerra. Es decir, la guerra produce dolor en las personas que van a la
batalla, por ende no puede ser algo bueno, pero se debe recordar que no hay una relación de
igualdad entre dolor y mal, por lo mismo la única forma en que la guerra sea un mal, es que
no sea útil, como ya vimos antes. Deberíamos ver a la guerra como un proceso similar al del
castigo y no huir de la guerra como tampoco debemos huir del castigo, en principio puede
procurar dolor pero no se hace cada una de estas acciones por sí misma, sino porque somos
capaces de vislumbrar la finalidad positiva que devienen de ellas.

Dentro de la obra platónica y en el diálogo trabajado aquí, existe una relación directa entre el
conocimiento, el buen juicio y las virtudes. En sentido contrario hay una relación entre la
ignorancia, los vicios, y las malas acciones. Como consecuencia podemos exponer que aquel
que actúa mal solo lo hace por ignorancia. La ignorancia me gustaría añadirla como un
elemento que hace inevitable la injusticia, y en cierta medida la guerra. Ciertamente aquellos
políticos y oradores que, aún estando privados de razón, hacen lo que les parece mejor, suelen
cometer injusticias y pueden llevar su “poder”2 a cometer atrocidades injustas. Esto ya como
vimos antes ocasionado porque al no conocer realmente lo bueno, no se pueden dirigir a ello.
Puede p. ej. un tirano comenzar una guerra con otra ciudad por una concepción errada, pero
creyendo que hace lo mejor. Pensando además en la necesidad de armonía y equilibrio
natural, que se expresa y que vemos en el mundo, se puede rastrear una necesidad de la
guerra, como aquello de lo que devienen ciertos bienes como el control, la paz, la regulación.
Es decir, para que la armonía tenga lugar, los elementos que conforman el mundo necesitan
tener su espacio y momento. Al igual que el cuerpo de una persona necesita tener hambre para
comer, y necesita hacer ejercicios dolorosos para tener un buen cuerpo, o cuando está enfermo
o viciado en su alma y debe tomar medicinas o castigos para curarse, la polis necesita la
guerra en ocasiones para procurar la armonía y la estabilidad.

En cuanto a la división de cuerpo y alma, podemos decir respecto al cuerpo que: la guerra
permite a los humanos desplegar las capacidades físicas, por tanto mostrar la belleza de los

2
Nombro poder entre comillas porque como vimos antes lo que poseen estas personas con capacidad
desiderativa no se debería catalogar como poder. cf. pp 2
cuerpos, en cierta medida también procurando y motivando a las personas a practicar la
gimnasia. Puede ayudar a los individuos a reconocer las falencias corporales que les impide
ser mejores, reconociéndolas para trabajar en ellas y permitirles alcanzar la virtud de un
cuerpo en mejores condiciones. Sí bien es cierto que las batallas pueden generar dolor y
pueden afectar a los cuerpos, también pueden hacerlos más fuertes y resistentes. Dentro de las
batallas puede pasarse cierto umbral donde las personas se vean afectados por un daño
corporal muy grande, pero el arte de la medicina se encuentra presente y puede ayudar a los
guerreros a recuperar su estado de salud. Por otro lado, considero que los mayores beneficios
particulares que trae la guerra a las personas es que la guerra puede proveer, a los que la
practican, la posibilidad de ejercer diferentes virtudes necesarias para la vida, por ejemplo la
valentía, la sensatez, la moderación. Es un lugar donde se puede aprender templanza y
dominio de sí mismo. Supongamos el caso de un hombre que está en la guerra y siente temor
y angustia por la presencia de enemigos, allí podrá aprender a controlar el miedo y no dejarse
dominar, debe enfrentarse a esa angustia: aprender a ser valiente. Podemos decir que la guerra
enseña a los hombres a tener un alma en mejores condiciones, le permite a los hombres
aprender el valor del buen juicio. Ciertamente nadie considera que causarle daño a otro sea
algo bueno, ver el dolor en otro es algo ciertamente feo, una persona no buscaría recurrir a
acciones que causen daño a otros, a menos que sea por un bien. Por lo mismo el hombre que
va a la guerra aprende a mejorar su juicio para analizar y conocer que las acciones que comete
en una batalla sean las justas y necesarias, para tender al bien y alejarse lo más posible del
mal. Podemos pues decir que la guerra permite de forma particular a los individuos mejorar y
educar su espíritu y cuerpo, aquello que permita la mejor disposición del cuerpo y del alma lo
podemos considerar como un bien.

A partir del diálogo podemos establecer una conexión entre la guerra y la retórica. Los
discursos claramente son una de las prácticas que utilizan los dirigentes para persuadir y
motivar a la gente a ser partícipes de la guerra. La retórica puede movilizar a las personas, sus
sentimientos y sus juicios, por lo mismo la retórica es una práctica que se debe usar con
cuidado y de la forma más justa posible. Los guerreros son movidos por un sentimiento de
unidad, la retórica puede ayudar a despertar en los individuos, movidos de la forma correcta
pueden lograr mejorar el estado su del alma. Si la práctica retórica trabaja impulsada por el
arte de la justicia las almas de los guerreros serán las más beneficiadas. Puede, evidentemente,
surgir dificultades si la oratoria se usa como mera adulación y mueve a las personas sin
razones adecuadas, perjudicando no solo de forma particular a las personas sino a la polis
misma. En todo caso lo primordial es que el dirigente sea un persona instruida y de buen
juicio que use la retórica del modo más idóneo posible.

Una de las dificultades que podríamos sugerir que surgen de la guerra es: la posible muerte
que puede devenir de los enfrentamientos. Sí le tememos a la muerte y pensamos en ella
como un mal, es claro que debería preocuparnos ir a la guerra porque podemos morir. Pero,
analizemos lo siguiente: Hemos establecido que como humanos buscamos las cosas por el
bien y deseamos ser buenos, para ello debemos ser partícipes del buen juicio y de las virtudes.
Sí nos debemos enfrentar a nuestros enemigos por razones justas, nuestra alma estará
encaminada a un bien. Si morimos en la guerra no debería preocuparnos porque haciendo lo
correcto, lo justo, es decir, siendo hombres buenos, fue que se ocasionó la muerte. Tal como el
caso del hombre que no desea seguir al tirano y su juicio atroz, y el tirano, por el modo de
actuar del hombre, lo asesina “lo matará, si quiere, pero matará un malvado a un hombre
bueno y honrado” (Gorgias 511b) Del mismo modo aquel que se mantenga dentro de lo justo,
en este caso siendo un guerrero, no tendrá porque lamentar su muerte, porque está siguiendo
lo mejor para su naturaleza: practicar las virtudes, ser justo valiente y en últimas ser bueno.

Pues, ciertamente, el vivir mucho o poco tiempo no debe preocupar al que, en


verdad, es hombre, ni debe éste tener excesivo apego a la vida, sino que, remitiendo a
la divinidad el cuidado de esto y dando crédito a las mujeres, que dicen que nadie
puede evitar su destino, debe seguidamente examinar de qué modo llevar la vida más
conveniente durante el tiempo que viva. (Gorgias 512e)

Es interesante la forma en la que Sócrates expone la muerte a partir del relato del Tártato (cf.
Gorgias 523a). Una separación del cuerpo y del alma donde cada uno de estos elementos
muestran el estado en que se mantuvieron estando en vida. Un juez revisa el estado del alma y
castiga a aquel que demuestre poseer un alma en mal estado. Esta visión me llama la atención
porque -si bien Sócrates la usa para reforzar la idea de que los castigos son provechosos
porque permiten curar el alma- se hace evidente una prioridad necesaria por mantener la salud
del alma. Considero que muy fácilmente se puede establecer como prioridad mantener la
buena disposición del alma, antes que la del cuerpo. Puede pensarse extraño, pero, sí una
persona posee un alma saludable, es evidente que aquella persona posee ciertas virtudes que,
deben necesariamente, estar acompañadas de buen juicio; en ese sentido, alguien de buen
juicio procurará también mantener el buen estado del cuerpo. Por el contrario, si se ocupa
primordialmente del cuerpo caerá ante el engaño de las adulaciones y placeres, pudiendo
sobrevenirle grandes males, ya que solo podrá diferenciar lo realmente bueno sí tiene un buen
juicio. En el mismo sentido y sabiendo que la guerra nos puede permitir un buen estado del
alma, mantenerse firme en la batalla siendo valiente, aunque muera, será un bien para
nosotros. Se puede vincular aquí el argumento para no temerle a la muerte que presenta
Platón en la Apología3. En resumen podemos aludir a que el miedo a la muerte surge de la
ignorancia “En efecto, atenienses, temer la muerte no es otra cosa que creerse sabio sin
serlo, pues es creer que uno sabe lo que no sabe. Pues nadie conoce la muerte, ni siquiera si
es, precisamente, el mayor de todos los bienes para el hombre, pero la temen como si supiera
con certeza que es el mayor de los males.”(Apología 29a). Podemos pensar pues que el miedo
a la muerte surge de tener un alma descuidada alejada del buen juicio, y que si nos instruimos
en el conocimiento de las virtudes, de lo justo, lo bueno no caeríamos en aquel miedo. En
últimas, la muerte no debería representar una dificultad ni un problema resultante de la
guerra, puede ser una consecuencia, es cierto, pero no debería representar un mal si se
presenta ante nosotros.

Para finalizar, desde la visión de la justicia, la salud, el bien, la constitución del ser humano,
la diferenciación de placeres, que se planeta en el diálogo del Gorgias podemos decir que: la
guerra es una práctica que puede ser beneficiosa y que puede constituir un bien, pero para que
se presente de este modo debe cumplir ciertos factores: Las motivaciones de la guerra deben
ser justas, encaminadas a la utilidad y al bien de la polis y de los ciudadanos. La guerra puede
transformarse en un mal, si no se desarrolla bajo los estándares mencionados antes. Como un
bien, la guerra le permite a los personas mejorar y desarrollar sus capacidades corporales y
del alma, hace a los hombres más fuertes, sensatos, valientes, justos, es decir, les permite
tender a la virtud. La guerra es una de las herramientas que poseen las ciudades para alcanzar
el bien de forma general, para toda la polis, y de forma particular, para cada ciudadano.

Bibliografía

Platón. Apología. Diálogos I, trad. J. Calonge Ruiz, Gredos, 1985,


Platón. Gorgias Diálogos II.. trad. J. Calonge Ruiz, Gredos, 1987.

3
Puede parecer un poco arbitrario traer este argumento de otro diálogo de Platón, pero considero que la
conexión que se puede hacer con respecto al Gorgias puede ser interesante y beneficiosa para la exposición en
general de la muerte.

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