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DEPRIVACION AFECTIVA EN LA TEMPRANA INFANCIA

Carlos A. Núñez 1

Partiendo de la premisa que las perturbaciones en la interacción madre-niño es una de las


tantas posibles circunstancias presentes en la “deprivación afectiva”, se centra la atención
en una parte de este imbricado proceso interactivo. Dentro de un concepto de
equifinalidad y no de causalidad lineal, se propone un esquema de estudio que aborda
aspectos como las competencias del recién nacido y sus posibilidades de relacionarse
activamente con su entorno, en especial con su madre.
Posteriormente, se aborda la identidad y el sentido de ser madre, las perturbaciones en la
intensidad de los estímulos que se producen en el intercambio relacional entre la madre y
el recién nacido, además de las perturbaciones en la recepción de los estímulos y el estar
con el otro.

Palabras Claves: Infancia temprana, Deprivación afectiva

Disturbed mother-child relationship is focused as an important factor in the development


of “affective deprivation”. In a concept of equity in finality and not of a lineal causality, we
propose the study of newborn’s competence and possibility to get an active relationship
with the environment and specially with his mother.
We also refer to identity and sense being of the mother, disturbances in stimulus intensity of
the mother-child relationship and in stimulus reception.

Key Words: Early childhood, Affective deprivation.

1
Psiquiatra Infantil, ex-Jefe del Departamento de Salud Mental del Niño y Adolescente HHV
Tal vez "deprivación afectiva" es, de por sí, un tema demasiado extenso y ambicioso
por su complejidad. Por ello, vamos a circunscribirnos sólo a las posibles circunstancias
que en la relación madre-niño de la temprana infancia, puedan o no desencadenar estas
carencias. Precisemos que, al referirnos a las perturbaciones en la interacción madre-niño,
no estamos afirmando que sean éstas las únicas que van a determinar futuras carencias
afectivas, sino más bien, una de las tantas posibles circunstancias en este tipo de
alteraciones. Así, pues, nos desenvolvemos dentro de un concepto de equifinalidad y no de
causalidad lineal. Por tanto, somos conscientes de que estamos reduciendo nuestro foco de
atención a sólo una parte y un momento de un imbricado proceso interactivo.
Partiendo de estas premisas, propongo un esquema para su estudio que partirá de los
avances que se han venido dando en la investigación de las competencias del niño pequeño
y su compromiso activo en la relación con su madre, para, enseguida, continuar con la
identidad y el sentido de ser madre, y terminar con el proceso interactivo que se
desencadena entre ellos. Así, dentro de este esquema, nos ocuparemos de aquellas posibles
circunstancias en las cuales se desencadenan estas perturbaciones. Para llegar a ello,
estudiaremos inicialmente a los protagonistas y sus interacciones.

1. El Recién nacido

Del recién nacido nos interesa su proceso evolutivo visto desde las nuevas
orientaciones que se vienen dando en los últimos años. Esto, como consecuencia de
estrategias innovadoras implementadas en los procedimientos de investigación con niños
pequeños.
Todo este movimiento se inicia cuando los investigadores empezaron a reconocer
que para el estudio del recién nacido lo importante es "saber cómo" y no tanto "saber qué".
Así, Stern (1997) nos dice: “La revolución en la investigación consistió en invertir la
situación, buscando no la buena pregunta, sino pensando en lo que el infante puede hacer
(por ejemplo chupar) y que puede servir de respuesta (en medidas de respuesta).
El descubrimiento de "buenas respuestas" a partir del estudio de ciertas conductas
observables permitió el conocimiento de nuevas competencias en el recién nacido. Al
observar y medir las respuestas de volver la cabeza, de succionar, de mirar en las
interacciones con la madre, se pudo comprobar que el recién nacido trae un equipamiento
que le permite relacionarse tempranamente con su medio de una manera muy activa.
Esta posibilidad del recién nacido de relacionarse activamente con su entorno se
manifiesta a partir de un innato interés espontáneo por lo nuevo. Dentro de este interés,
cada infante tiene un nivel óptimo de excitación que le es agradable, superado el cual,
decrece su interés y ello le permite regularse y a la vez regular por medio de señales
(desviar la mirada) la estimulación que viene de la madre.
Por todo ello, debemos reconocer que las conductas del neonato no son simples
reflejos primarios, atávicos o arcaicos, sino precursores de las futuras aptitudes del adulto.
Para Brunner (1983), estas primeras competencias del recién nacido configuran un sistema
complejo, donde está presente la intencionalidad, la información de retorno y los esquemas
de acción. Esta estructura así diseñada es indispensable para que pueda interactuar con el
medio y correspondería a pre-conocimientos transmitidos genéticamente, fruto de sucesivas
pre-adaptaciones de la especie.
Así, a partir del desarrollo de estas nuevas maneras de experimentación, se pudo
reconocer una serie de competencias en el recién nacido, como la capacidad para coordinar
la información que procede de modalidades perceptuales diferentes a partir de una única
fuente externa. Un modelo mental que plantea la organización de la correspondencia entre
los diferentes sentidos, a diferencia de Piaget, para quien las sensaciones visuales y
auditivas no estarían interconectadas. Esta "Percepción amodal" se constituyó en la base
teórica de trabajos experimentales que permitió su réplica y así reconocer las competencias
que tienen los recién nacidos para establecer una correspondencia entre percepciones que
pertenecen a modalidades sensoriales diferentes.
Meltzoff y Borton (1979), encuentran estos mismos mecanismos de
correspondencia entre las sensaciones táctiles y visuales, al poder diferenciar las imágenes
de tetinas diferentes después de haberlas succionado. Posteriormente Lewcowicz y
Turkewitz (1980), encontraron correspondencia entre niveles absolutos de intensidad
sonora con niveles específicos de intensidad luminosa en estas edades. Estos códigos de
comunicación no verbal representados por estos segmentos de conducta, aparentemente
fragmentarios pero realmente integrados en secuencias organizadas, constituyen la base de
los primeros vínculos. Con ello, esta organización aparentemente rudimentaria sería capaz,
sin embargo, de emitir señales y sintonizar con todo lo necesario para su desarrollo
evolutivo y permitirle, de esta manera, ser desde su nacimiento un elemento activo del
proceso.

2. De la madre:

Pensar en una madre es comprender la maternidad como un largo y extenso proceso


de límites poco precisos, que abarca múltiples representaciones, desde aquellas trasmitidas
generacionalmente hasta aquellas vividas en el aquí y ahora de su actual gestación. Dentro
de esta complejidad creemos valioso resaltar el "sentido de ser madre" muy bien definido
por Stern (1999), cuando nos dice, la mujer, "tiene que nacer psicológicamente al igual
que su bebé nace de forma física" y refiriéndose a ese nacimiento psicológico afirma, "Lo
que una madre da a luz en su mente no es un nuevo ser humano, sino una nueva identidad,
el sentido de ser una madre".
En esta nueva identidad la madre logra sintetizar todas estas representaciones
equipándose de una serie de habilidades perceptivas y emocionales, como de nuevas
estrategias conductuales para así sintonizar con ese hijo, primero hipotético y luego real. En
ese proceso de acomodación a la maternidad, la madre durante los dos últimos meses de
gestación deja de pensar en el bebé imaginario, como protegiéndolo de sus fantasías y
preparándose para el advenimiento del bebé real.
El paso de ser hija a ser madre promueve un cambio en el sentido de si misma, al
yuxtaponerse representaciones antiguas y actuales, y generarse nuevas relaciones
triangulares que se suman a las anteriores. Y así es "el cómo" se defina este complejo
mundo de representaciones y de relaciones triangulares en la madre, lo que va a dar lugar a
ese nuevo sentido de identidad.
Con ello, la madre construye "Una base segura" para su hijo, para permitirle seguir
adelante y correr riesgos. Esta analogía de la base segura descrita por Bowlby (1989), en la
cual el niño podría repostar sin contratiempos, requiere de un buen clima de ajuste
emocional para que sea posible. A estas tempranas edades, en el escenario de la base
segura, ocurren los sucesos concretos, cotidianos de la lactancia y el sueño, de la
acomodación mutua a los ritmos y tiempos relacionales. Es también, a partir de las
representaciones maternas de “estar consigo misma” y de “estar con los otros” que se va
dar contenido a la relación madre-niño.
Stern (1995) ha denominado a este conjunto de capacidades y funciones “la
constelación maternal”, en la cual nos dice se “produciría un reordenamiento profundo de
intereses y preocupaciones, ...una nueva y única organización psíquica”
Este equipamiento deberá contar con los elementos necesarios en su entorno
familiar y social, que la hagan sentirse reconocida y contenida, para hacer de ella una
“madre suficientemente buena” para ese niño.

3. De la interacción:

Klause, Trause y Kennell (1975) estudiaron, inmediatamente después del parto, las
primeras interacciones madre-bebé, dejando en el proceso a ambos en libertad para que se
expresaran, y describieron un ritual compartido de actitudes maternas de posesión y
reconocimiento del bebé y, de parte de éste, sus respuestas prolongadas de succión del
pezón.
Estas pautas de interacción espontáneas van creando, desde su inicio, un sistema
relacional de conocimiento mutuo que si bien se define de manera asimétrica resulta, a la
vez, una relación complementaria. Es verdad que el neonato sólo posee una forma muy
elemental de interacción social si lo comparamos con los códigos comunicacionales de su
madre; sin embargo, a través de su función complementaria activa, retroalimenta y
consolida la relación con ella. Así, el mundo de las representaciones que permite la
acomodación con el otro, se va organizando a partir de la experiencia compartida de
aquellas acciones concretas que suceden entre ellos.
Esta interacción que se consolida a través del ajuste y sincronización de los
segmentos de conducta que intercambian es descrita por Kaye en 1977, al observar la
exacta sincronía que existe en las pautas de succión. Mientras el bebé succiona, la madre
permanece quieta y callada y, en la pausa, ella lo acaricia y le habla. Cada uno de estos
segmentos interactivos precisa de un centro de interés común para producir una experiencia
compartida.
Esta experiencia compartida se va redefiniendo de manera continua, por los cambios
en el desarrollo del propio niño y la manera de “estar con el hijo” por parte de la madre.
Se debe señalar que estos encuentros relacionales están cargados de sensaciones y
rudimentos afectivos que lo vehiculan.
Todos estos encuentros relacionales entre la madre y el bebé corresponden al
proceso de construcción del vínculo afectivo entre ellos. Sin embargo, a diferencia de los
teóricos del vínculo, quienes en un inicio le asignaron un peso determinante en el proceso
de organización de la afectividad del individuo, existen otros trabajos de investigación más
recientes que hacen relativo este determinismo. Ellos rescatan los conceptos de “plasticidad
cerebral” y de “base genética con marcada tendencia al desarrollo” que poseen los niños
y, a partir de los cuales, puede variar en la relación madre-bebé las “consecuencias” de las
perturbaciones sufridas tempranamente en el vínculo afectivo. Rutter (1987) señala “los
efectos mórbidos de los traumas tempranos no son en absoluto inevitables o irrevocables”.
Gardner y Buchinal (1962) evaluaron a niños después de varios años de vivir con
sus padres adoptivos y no encontraron grandes diferencias con los otros niños, y “Lo más
impresionante” según ellos fue ”que salvo pocas excepciones, no parecían sufrir de la
congelación de los afectos ni de la ausencia de discriminación de la amistad que describe
Bowlby”. Sin intentar negar los grandes aportes recibidos de los teóricos del vínculo,
creemos necesario reportar las tendencias actuales sobre los trabajos de investigación que
se realizan en esta área.
A continuación, después de referirnos a los protagonistas y sus interacciones,
propongo un intento de clasificación de las perturbaciones en las interacciones madre-
bebé. Esta clasificación se apoya en la descripción que hace Mazet/ Sotoleru (1990) sobre
las perturbaciones de la relaciones madre-bebé. Los autores reconocen en estas
perturbaciones, aspectos cuantitativos de las mismas referidos a la intensidad del estimulo y
a la reciprocidad de las interacciones.
En los aspectos de la reciprocidad de las interacciones propuestos por estos autores
hemos diferenciado las perturbaciones en la recepción del estímulo y la perturbación
en el “estar con el Otro”, en un intento – si bien artificial – útil para analizar más en
detalle estas posibles alteraciones. Esto, lo planteamos buscando separar grados de
complejidad diferente entre alteraciones que alcanzan sólo los grados de sintonía y
sincronía de la interacción y, por otro lado, perturbaciones más complejas que involucran
estados afectivos. Esta última perturbación, ha sido tomada de la concepción relacional
propuesta por Stern, de ”estar con el otro”, y lo hacemos no con la intención de ser
irreverentes, sino con el deseo de integrar los diferentes esfuerzos por conceptualizar esta
imbricada urdimbre afectiva.

TABLA 1. Perturbaciones en las interacciones madre-niño

1.- Perturbaciones en la intensidad del estímulo


1.1.- Por sobre estimulación
1.2.- Por pobre estimulación

2.- Perturbaciones en la recepción del estimulo:


2.1.- En la sintonía.
2.2.- En la sincronía.

3.- Perturbaciones en el estar con el otro:


3.1.- En la disponibilidad
3.2.- En el compromiso afectivo

Perturbaciones en la intensidad del estímulo

Estas perturbaciones corresponden a alteraciones en la intensidad de los estímulos


que se producen en el intercambio relacional entre la madre y el recién nacido.
Esta excesiva o pobre estimulación puede provenir de la madre o del recién nacido y
genera entre ambos una perturbación en el intercambio de la comunicación analógica. Hay
recién nacidos que por razones diversas, presentan una tendencia marcada a prolongar sus
estados de alerta y de demanda de atención básica, rebasando las posibilidades de respuesta
de la madre. En otras ocasiones, es la madre la que por inseguridad o inexperiencia, sobre
estimula al niño demandando su atención o brindándole cuidados excesivos, no
produciéndose las pausas necesarias para la acomodación del niño y generando
perturbaciones en la interacción.
Así como puede haber un exceso en la estimulación, también es posible una pobre
estimulación, con una menor capacidad para emitir señales y esperar respuestas, ya sea por
parte del bebé o de la madre.

TABLA 2. Perturbaciones en la intensidad del estimulo

Sobre estimulación Pobre estimulación


Del recién a) Mayor necesidad de demanda a) Menor necesidad de demanda de
nacido de atención. atención.
b) Mayor capacidad para emitir b) Menor capacidad para emitir
señales y esperar respuestas señales y esperar respuestas.

De la madre a) Tendencia a estimular de a) Dificultad para propiciar o


manera continua al bebé. continuar la estimulación
b) Mayor necesidad para obtener b) Menor necesidad para obtener
respuestas del bebé. respuestas del bebé.

Perturbaciones en la recepción de los estímulos:

Estas perturbaciones se refieren a aquellas alteraciones en la interacción madre-niño


que afectan el punto de encuentro de las mismas por asintonía y asincronía. Las señales son
emitidas con una intensidad adecuada; sin embargo, la recepción del estimulo no ocurre en
el momento apropiado y esto puede darse a partir de una alteración en la sintonía de la
interacción o una alteración en el ritmo evolutivo del proceso, por falta de sincronía.
En las perturbaciones de la sintonía, las alteraciones radican en una perdida
de correspondencia en la interacción madre- niño, en las cuales el bebé no responde
a las señales maternas en el momento oportuno por tener otras necesidades y
demanda y, de parte de la madre, cuando ella no responde a las señales que da el
niño, ni a sus esfuerzos para llamar su atención, al ser otras las demandas que
plantea la madre.
Las perturbaciones de la sincronía se producirían al alterarse en la
interacción madre-niño - por defecto o exceso - el ritmo evolutivo normal, lo cual
hace que las interacciones no empaten ni favorezcan el vínculo. Del lado del recién
nacido pueden presentarse respuestas que no correspondan a su edad y del lado de la
madre puede haber una demanda de respuestas que tampoco corresponde a la edad
del bebé. Es posible una variedad de estas alteraciones, en la que puede haber
reciprocidad en la interacción, pero hay una alteración en el ritmo evolutivo. Ello
sucede, por ejemplo, en aquellos casos de relación simbiótica entre la madre y el
hijo, donde persiste un tipo de relación que ya no corresponde a la edad.

TABLA 3. Perturbaciones en la recepción de los estímulos

En la reciprocidad En el ritmo evolutivo


Del recién nacido No responde a las señales Presenta respuestas que no
maternas o se opone a ellas corresponden a edad del
bebé

De la madre No parece advertir las Demanda respuestas que no


señales del bebé, corresponde a la edad del
bebé.

Perturbaciones en el estar con el otro

Si bien en la perturbación "de estar con el otro" pueden estar también presentes las
alteraciones en la intensidad del estímulo y/o en la sintonía y sincronía de la interacción, las
diferenciamos porque representan procesos de una mayor complejidad, en los cuales la
relación entre la madre y el niño se va definiendo en espacios intersubjetivos. La madre y
el niño están cara a cara pero tienen dificultades para estar con el otro, con una ausencia en
la interacción del "dialogo tónico" y de la tonalidad afectiva necesaria.
La madre se constituye en un marco de referencia donde el bebe puede ir ajustando
y acomodando estos pequeños esquemas de conducta y, a su vez, el bebe con sus señales
guía a la madre para poder satisfacer una necesidad compartida. Así, ambos van definiendo
continuamente la relación a partir de ir creando patrones interaccionales que determinan
una tonalidad afectiva armoniosa o, por el contrario, confusa y displacentera para ambos.
Alteraciones en la disponibilidad. Por alguna razón, uno o ambos no están
disponibles en un momento o tiempo determinado, interrumpiéndose la secuencia del
patrón interaccional establecido entre ellos. Este hecho tendrá importancia en aquellos
casos donde la "no disponibilidad" se repita específicamente en determinados momentos
importantes de la interacción, o cuando este "no estar dispuesto" tiende a prolongarse en el
tiempo, reduciéndose ostensiblemente los intercambios entre ellos. Del mismo modo, este
tipo de alteraciones puede estar presenta en el rechazo materno abierto.
Para construir su mapa relacional con el entorno y su propio cuerpo, el bebé en sus
intercambios con la madre, se guía por los micro sucesos o pequeños segmentos de
conducta que comparten. En ese sentido, las alteraciones de disponibildad de la madre
acarrean al bebé perturbaciones para estar con el otro y consigo mismo. En estas
alteraciones estarían parcialmente comprometidas sus representaciones, pero se
conservarían determinados vínculos afectivos.
Igualmente, es posible que el bebé "no esté disponible" para la madre, al emitir
señales confusas, débiles y desprovistas de afectividad, generando en ella incertidumbre y
dificultades para organizar su identidad y sentido de ser madre.
Por último, existiría una alteración en las interacciones, cuando la madre muestra
una disponibilidad excesiva, está siempre presente y anteponiéndose a las necesidades del
bebé, sin darle la oportunidad para que se reconozca como un participante activo.
Alteraciones en el compromiso afectivo. Este tipo de alteraciones se presentan
cuando en la interacción madre-niño se pierde la conexión afectiva, y
correspondería a lo que Stern denomina "el hecho de estar con una madre
deprimida" donde "la madre está físicamente presente pero psíquica y
afectivamente ausente porque no puede seguir vinculada o relacionarse
emocionalmente con su hijo".
En estos casos la desconexión afectiva de la madre no se produce siempre igual, ni
en la intensidad del cuadro, ni en el tiempo de persistencia del síntoma y, como señala
Stern, en la madre no se produce “un cambio brutal ni una pérdida repentina del
amor,....Se trata más bien de un proceso gradual de distanciamiento, generalmente parcial.
En lugar de una experiencia subjetiva traumática, se dan por lo menos cuatro experiencias
subjetivas crónicas o repetitivas que conducen a cuatro modelos de-estar-con diferentes...”
En las figuras 1 y 2 intento resumir el excelente análisis que hace el autor de la
“Constelación familiar”. Espero no ser irreverente con ello. Como se resume en las
figuras, el primer modelo corresponde a aquellos casos en los cuales el bebé al no encuentra
la resonancia necesaria, termina por imitar la conducta de su madre y se deprime. En la
figura Nº 2 se resumen los otros tres modelo, que van desde la capacidad del bebé para
reanimar a la madre cuando la depresión no es tan intensa, hasta la utilización de la madre
como telón de fondo para buscar estimulación en cualquier otro sitio o cuando la madre se
esfuerza para interactuar con su hijo, pero sin experimentar sentimientos, creándose un
“Yo” artificial.
Estos cuatro modelos no serían las únicas posibilidades de respuesta, ni representan
modelos estáticos; por el contrario, podrían variar si hay cambios en el proceso interactivo.
Los cambios referidos a estos modelos, también pueden extenderse a las otras
perturbaciones de la interacción descritas anteriormente.
Experiencia infantil de la micro depresión repetida:
1. La cara de la madre está apagada e inexpresiva.
2. La madre aparta la mirada y no intenta restablecer el contacto.
3. Su nivel de respuesta es menor y desaparece su animación y tonicidad

Después que el niño a fracasado en su tentativa de interactuar


afectivamente con su madre.

Mod. 1 / Se identifica con ella y la imita


Aumento de la actividad imitativa
Mayor intersubjetividad
Disminución de la actuación del yo

Figura 1. «Estar con» una madre deprimida

Mod. 2 / El niño trata que la madre vuelva a la vida:


El niño gira para situarse frente a ella y establecer contacto visual.
Levanta las cejas y abre mucho los ojos y la boca.
Vocaliza, sonríe y gesticula
El niño logra reanimar a la madre cuando la depresión
de la madre no es tan intensa

Cuando nada de esto funciona aparta la cara un


momento y vuelve a intentarlo

La madre no reacciona, la estimulación del niño


va extinguiéndose.

Mod. 3 / La madre como telón de fondo de la interacción:


Ante el fracaso repetido de sus intentos, se distanciará y buscará la estimulación
solitaria, teniendo a la madre en segundo plano.

Mod.Figura 2. La experiencia
4 / La experiencia de una madreinfantil
y de de
un ser el reanimador
yo artificiales:
Relación madre bebé es artificial, en la lucha para vencer la depresión
La conducta es forzada y desprovista de sentimientos, aunque si trasmite un
verdadero deseo.

Figura 2. La experiencia infantil del ser reanimador

CONCLUSIONES

Por lo expuesto, debemos concluir que esta presentación es un intento de agrupar en


tres posibles categorías aquellas circunstancias que perturban la interacción madre-bebé, y
corresponden a las alteraciones en la intensidad del mensaje, en la sintonía y sincronía del
mismo y, finalmente, en la manera de “estar con el otro”.
Comprendemos que pueden existir otras circunstancias en las que se presentan
carencias afectivas, que éstas puedan ocurrir a partir de la misma madre, del bebe o incluso
del entorno, y no han sido incluidas en esta clasificación. Nos referimos, por ejemplo, a
aquellos casos de patologías más severas que pueden sufrir tanto la madre (Trastornos
psicóticos) como el bebe (“Sindrome del niño vacio”), o situaciones sociales imprevistas
(muerte de la madre, adopciones, etc.).
Quisiera además, sin dejar de reconocer la trascendencia de estos procesos
interactivos en los primeros años, recordar que en el momento actual no se considera la
existencia de períodos decisivos o únicos para que se establezcan y se consoliden los
intercambios afectivos. Las tendencias deterministas y la importancia de los tres primeros
años de la vida van dejando paso a nuevos trabajos de investigación recogidos en los
estudios de Kagan (1998) y Bruer (1999), en los cuales plantean que las migraciones
neuronales y la cantidad de neuronas que se producen y están presentes en una
determinada edad, no significa que sean momentos exclusivos para la organización de los
vínculos afectivos. Por otro lado, las carencias afectivas se pueden producir en otros
momentos de la vida del niño.

REFERENCIAS

Bowlby, J. (1989) Una base segura. Barcelona: Editorial Paidós


Bruer, j. (1999) El Mmito de los tres primeros años. Barcelona: Editorial Paidós
Bruner, J. (1983) Savoir faire, savoir dire. Paris: Puf.
Gardner, D.B. y Burchinal, L.G. (1962) Noncontinuous mothering in infancy and development in later
childhood. Child Development, 32.
Kagan, J. (1984) The nature of the child. Nueva York: Basic Books.
Kagan, J. (1998) Tres ideas seductoras. Barcelona: Editorial Paidós.
Lewkowicz, D.J. (1988) Sensory dominance in infants” Developmental Psychology, 242,155-171
Mazet, P., Stoleru, S. (1990) Psicopatología de la primera infancia. Paris: Masson
Mehler, J. y Dupoux, E. (1990) Naitre Humain. Editions Odile Jacob, Paris de las perturbaciones.
Meltzoff, A.N. & Borton, R.W. (1979). Intermodal Matching bay human Neonates Nature, 282, 403-404
Rutter, M. (1987). Continuities and discontinuities from infancy. En J.D. Osofsky. Handbook of Infant
Development 2ª Ed., Nueva York.
Stern D. (1997). La constelación maternal. Barcelona: Editorial Paidós
Stern D. (1999). El nacimiento de una madre. Barcelona: Editorial Paidós.

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