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Relaciones entre padres e hijos durante la

adolescencia
Es importante que los padres sepan que la adolescencia es una de las etapas más complicadas,
y a la vez más fundamentales en la vida de una persona.

Los padres deben intentar comprender a sus hijos, pues en este periodo, los adolescentes se
enfrentan a demasiados desafíos, y por eso los padres deben mirar a sus hijos de otra manera.

Los adolescentes no son niños, pero tampoco son adultos. El cuerpo cambia y se producen una
serie de cambios transcendentales. El niño tiene que comenzar la difícil tarea de reconocerse
en el nuevo cuerpo que se va formando.

En esta etapa aparece también la rebelión hacia los padres. Los adolescentes cuestionan
contínuamente el comportamiento de éstos. Por otro lado se encontrará con la necesidad de
parecerse a ellos y a los adultos. Cada día que pasa es una lucha del joven con respecto a
larelación con sus padres.

En esta etapa aparece también la identidad sexual. Si el niño se identifica con el padre o la
madre, es reeditado una vez más en su cabeza. Se confirman por así decirlo estas
identificaciones.

En esta etapa se define el obejto de amor, hombre o mujer. Es decir, se define la


heterosexualidad o la homosexualidad de la persona. Además es cuando se suele mantener la
primera experiencia sexual, la cual puede ser satisfactoria o por el contrario, traumática.

Tanto si tienes una familia, como si eres madre soltera en Alicante, Madrid o cualquiera que
sea tu ciudad, te animo a que nos propongas todas tus dudas, cuestiones y problemas con
respecto a la educación de tus hijos adolescente.
La comunicación entre padres e hijos durante la adolescencia

Durante los años de la adolescencia, la comunicación entre padres e hijos se hace más difícil,
incluso en aquellas familias en las que existía una buena relación durante la infancia. Son
frecuentes las quejas de padres y madres por la dificultad que tienen para dialogar con sus
hijos. Esta mayor dificultad en la comunicación es debida a la aparición de una serie de
barreras de las que son responsables tanto los padres como los hijos. Por una parte, las
reservas del adolescente para hablar con sus padres son debidas a su necesidad de mantener
la privacidad sobre sus asuntos personales. Además, el deseo de mantener unas relaciones
familiares más simétricas e igualitarias, va a llevarle a discutir las ideas de los padres, a
interrumpirles con más frecuencia, a no estar de acuerdo con ellos.... Por su parte los padres
querrán seguir manteniendo con sus hijos el mismo tipo de relación que tuvieron durante la
infancia, es decir, unos intercambios comunicativos más basados sermonear o en dar órdenes
que en un proceso real de comunicación en el que la escucha juega un papel tan importante
como la propia expresión de ideas.

Con demasiada frecuencia, los mensajes de los padres están cargados de críticas y continuas
referencias a los errores cometidos por sus hijos, aspectos que hay que intentar evitar para
conseguir una comunicación más positiva. Por otro lado, aunque son muchos los temas que
interesan y preocupan a los adolescentes, precisamente son estos temas los que suelen pasar
a un segundo plano en la comunicación familiar, más centrada en cuestiones como las tareas
del hogar, el mundo académico o la forma de vestir del joven, que a menudo pueden acabar
en discusiones y conflictos.

En resumen, es fundamental que madres y padres sean conscientes de los obstáculos que
dificultan la buena comunicación y que intenten superarlos, ya que los diálogos frecuentes y la
comunicación en positivo son elementos fundamentales para la satisfacción familiar y para el
bienestar del adolescente. Además, aunque madres y padres puedan llegar a dudarlo, siguen
siendo un contexto fundamental de influencia para el desarrollo de sus hijos e hijas –en
algunos temas bastante por delante de amigos y amigas-, por lo que es imprescindible seguir
creando un clima de apoyo, comunicación y confianza que facilite la seguridad y el ajuste del
hijo en crecimiento.

Padres y madres deben hacer un esfuerzo por fomentar la comunicación con sus hijos. Si bien
durante la infancia chicos y chicas podían hablar con ellos espontáneamente, durante la
adolescencia los padres deben esforzarse más por mantener una buena comunicación.

Algunos consejos prácticos para mejorar el afecto y la comunicación

1. Escucha lo que dice tu hijo o hija, déjale terminar: Dejar que tu hijo hable, que diga lo que
piensa o siente, es muy beneficioso para el buen funcionamiento de la familia y para su
bienestar. Si no dejas que termine lo que quiere decirte y lo interrumpes porque piensas “ya sé
lo que me va a decir”, nunca sabrás qué ideas tiene ni cómo se siente.
2. No critiques, no juzgues, no culpabilices: No eres un juez. Si te dedicas a sancionar su
conducta de forma constante estás poniendo una barrera entre tu hijo y tú. Si está enfadado y
te grita, puedes corregir su comportamiento con algo como: “ya veo que estás enfadado y me
parece normal, pero si no me gritas me enteraré mejor. Cuando te calmes podremos seguir
hablando”.

3. No des lecciones: Tendemos a decir a nuestros hijos lo que deben hacer. Es mucho más útil y
beneficioso que les enseñes a buscar soluciones, que razones con tus hijos las ventajas e
inconvenientes de cada posibilidad.

4. Dale importancia a lo que te dice: A veces lo vemos preocupado por un asunto que para
nosotros no tiene la menor importancia y podemos pensar:“no son más que tonterías, cuando
sea grande se dará cuenta ...”. Si cuenta contigo para hablar de sus cosas, valóralo. Si no le das
importancia a lo que quiere contarte, puede que en el futuro deje de hablarte de ello.

5. Enséñale a comunicar sus sentimientos: No es suficiente preguntarle qué ha hecho sino


también cómo se ha sentido. Puedes ayudarle a que entienda qué siente preguntándole
“¿estás enfadado o triste?” o diciéndole “yo estoy orgulloso ¿y tú?”. Todos tenemos que
aprender a expresar nuestros sentimientos y tú puedes ayudar a tu hijo a ello.

6. Controla tus impulsos: Puede ocurrir que te cuente que ha hecho cosas que no te gustan
(por ejemplo, que ha faltado a una hora de clase porque no tenía ganas de ir). En esos casos no
te dejes llevar por los nervios; si reaccionas de forma impulsiva y no razonas con él, puede que
la próxima vez no confíe en ti y no te lo cuente. Evita los gritos, las amenazas, ordenarle lo que
tiene que hacer. Cuando estés más sereno habla con él y explícale qué es lo que no te gusta.

7. Ya no es un niño: No lo olvides, se está convirtiendo en adulto, si lo tratas como tu niño


pequeño se sentirá avergonzado, más aún delante de sus amigos y amigas. Evita criticarlo,
darle lecciones, invadir su espacio personal en todo momento, especialmente cuando esté con
su pandilla.
La comunicación entre padres e hijos
Todos los padres necesitan tener una buena comunicación con sus hijos. La
comunicación favorece la relación, se obtiene un ambiente de unión, de respeto, de
tolerancia y de cariño y confianza. Si es importante el diálogo en las relaciones
interpersonales, lo es aún más la comunicación en la familia, ésta está guiada por los
sentimientos, nos ayuda a establecer contacto con el otro, a dar o recibir información
y así expresar aquello que queremos decir, ya sean ideas, sentimientos o
sufrimientos. La comunicación ayuda a fortalecer el apego en la familia y entre sus
miembros.

A los padres y a las madres les gusta tener con los hijos una comunicación fluida y
positiva. Cuando esto no es así, cuando la relación se deteriora y se convierte en
superficial, aparecen las dudas y la desconfianza, los problemas pasan por la mente
de los padres y surge la angustia. De igual modo hay momentos que los hijos no
necesitan comunicar según que aspectos de sus vidas a los padres y este hecho ha
de ser respetado, en este momento los hermanos o los amigos cobran un papel
importante. Aquí los padres tendrán que darles a los hijos su espacio y momento y
estar presentes por si son necesarios en algún momento. Este hecho suele ser más
frecuente en la adolescencia y los niños se vuelven más reservados que cuando son
más pequeños. Es en este momento cuando los padres tendrán que estar más alerta
y observar las conductas de sus hijos por si necesitan de su ayuda y ellos no son
capaces de comunicarlo. Es importante que sepamos que, a veces, con el afán de
ayudar a los hijos, los padres pueden convertirse en jueces, se critica o se censuran
sus conductas con mucha rapidez y esto no favorecerá a la relación.

Escuchar atentamente es el primer paso que nos permitirá conocer qué preocupa al
niño y cuál es su estado emocional. Los niños aprenden desde el ejemplo, por eso es
necesario que los padres comiencen desde muy pequeños a interiorizar en los niños
pautas o normas de una buena comunicación. Cuando existe la comunicación en una
familia, seguramente se puede afirmar que existe un compañerismo, una
complicidad, y un ambiente de unión y afecto en la casa. Hay que ayudar a los hijos,
es decir, que los padres introduzcan mecanismos que faciliten la comunicación, por
ejemplo:

 Escuchar con atención e interés, que el niño sienta que está siendo atendido.
 Cuando se dé un consejo que sea siempre en clave positiva.
 Ponernos en el lugar del niño y poder entender que es lo que le pasa, así
podremos ayudarle con mayor facilidad.
 Crear un ambiente que facilite la comunicación.
 Que se sienta partícipe de decisiones de la familia, que pueda opinar sobre
aspectos concretos y explicarles las cosas que suceden en el núcleo familiar,
siempre teniendo en cuenta la edad del niño.
 No juzgarlos antes de tiempo cuando nos expliquen alguna cosa.
 Proporcionarles confianza para que puedan hablar sobre cualquier tema
dentro de la familia, es mejor que puedan hablar obtener información dentro
del núcleo familiar que no fuera.

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