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ESTILOS PARENTALES

Estilo democrático

Las características básicas de este modelo de crianza es que


presenta un alto nivel de afecto y de comunicación, pero también
un alto nivel en límites. Aquí, los tutores utilizan el diálogo como
herramienta principal para que el niño entienda las acciones y
reacciones, así como las normas establecidas. Pueden llegar a la
negociación, ayudando así al menor a expresar libremente sus
necesidades.

Los padres funcionan como guía para mejorar la conducta del niño,
siempre desde el respeto y reconocimiento mutuo. El interés es
fundamental, ya que en este estilo parental, es importante que
reconozcamos su individualidad y es necesario satisfacer sus
necesidades.

Es fundamental que el niño conozca los límites y las normas


establecidas por sus padres. En el estilo democrático, en
comparación con los demás estilos parentales, los hijos demuestran
tener un mejor ajuste emocional y de conducta. Acostumbran a
ser niños estables y alegres, siendo independientes y comunicativos.
 Relaciones entre padres e hijos que propician el diálogo y que
promueven la independencia de los hijos.
 Los padres establecen normas claras de comportamiento y
definen las expectativas para cada miembro del hogar,
mientras que escuchan y apoyan emocionalmente a sus hijos.
 Intentan controlar el comportamiento de sus hijos a través de
reglas, diálogo y razonamientos con ellos.
 Escuchan la opinión de sus hijos aun sin estar de acuerdo con
ellos.
 Asumen que sus decisiones pueden ser incorrectas y son
capaces de rectificarlas.
 Animan a sus hijos a resolver los problemas por sí solos en
lugar de solucionárselos.

Los hijos de padres democráticos

Estos niños se caracterizan por tener una autoestima alta, con


confianza en ellos mismos, se esfuerzan por conseguir sus objetivos
y no se rinden con facilidad. Afrontan las nuevas situaciones con
confianza y entusiasmo.

Tienen buenas habilidades sociales, de manera que son


competentes socialmente, y tienen una gran inteligencia emocional,
que les permite expresar, comprender y controlar sus propias
emociones, así como comprender las de los demás y
tener empatía.

Estilo permisivo
Los estilos parentales democrático y permisivo tienen una cosa en
común, un alto nivel en afecto y comunicación. Todo cambia con
el estilo permisivo cuando nos fijamos en la dimensión de las
normas y los límites. Aquí, tienen un nivel bajo, es decir,
presentan poca exigencia y control.

Se alejan del uso de castigos defendiendo la libertad y la liberación


del niño, aunque presentan una sobreprotección y esto puede
tener consecuencias. Normalmente los niños que han sido
educados con el estilo permisivo, presentan mayor dependencia y
poca obediencia. Por ello, tienen dificultades a la hora de
interiorizar los valores y pueden llegar a ser inmaduros e
impulsivos.

 Relaciones afectivas cálidas, pero dentro de un marco donde


no se establecen normas de conducta.
 Son poco exigentes con los hijos.
 Ausencia de límites.
 Son demasiado flexibles con las normas y las consecuencias o
los castigos.
 Ceden ante los conflictos con sus hijos.
 En algunas ocasiones, la relación padre-hijo puede llegar a
parecer de amistad más que parental.

Los hijos de padres permisivos

Estos niños se caracterizan por ser muy alegres, divertidos y


expresivos. Sin embargo, al no estar acostumbrados a las
normas, los límites, las exigencias y el esfuerzo, también son
niños muy inmaduros, incapaces de controlar sus impulsos y
que suelen rendirse con facilidad.

Además, suelen ser niños bastante egoístas, puesto que siempre les
han priorizado por encima de todo, y no han tenido que renunciar a
cosas por los demás.
Estilo negligente

Aquí los niveles tanto de afecto como de disciplina son bajos.


Estos se muestran indiferentes respecto las necesidades del niño,
demostrando poca implicación emocional. Tampoco establecen
límites ni castigos, sino que son completamente pasivos hacia el
comportamiento de sus hijos.

A raíz de esta forma de crianza, los niños pueden presentar


problemas académicos y sociales. Este estilo negligente presenta
muchos problemas para el desarrollo del niño y es totalmente
negativo.

 Los padres no se involucran en la crianza de sus hijos.


 No hay interés por parte de los padres en fijar límites u
orientar a los hijos.
 No imponen normas.
 No dedican tiempo al afecto
 Relaciones padre-hijo frías y distantes.
 En ocasiones pueden llegar a olvidar las necesidades básicas
de los hijos (higiene, alimentación, cuidados).

Los hijos de padres negligentes

Estos niños presentan problemas de identidad y baja autoestima.


No conocen la importancia de las normas, y, por tanto,
difícilmente las cumplirán ni en casa ni en contextos externos
(colegio, con otros adultos…).

Además, son poco sensibles a las necesidades de los demás (baja


autoestima) y especialmente vulnerables a presentar problemas
de conducta, con los conflictos personales y sociales que esto
conlleva.
Estilo autoritario

A diferencia de los demás estilos parentales, el estilo autoritario


tiene un alto nivel en restricciones y bajo en afecto. Se trata de
un estilo muy restrictivo, sin dar motivos de su comportamiento, sin
aceptar ningún tipo de cuestionamiento. El castigo funciona como
principal herramienta de control de la conducta del niño.

Estos niños pueden presentar problemas emocionales, como baja


autoestima o poca confianza en uno mismo. También afecta a
nivel social, ya que la falta de afecto por sus padres puede
propiciar a que el niño se irrite y sea vulnerable a las tensiones.

 Padres inflexibles, exigentes y severos cuando se trata de


controlar el comportamiento.
 Son rígidos en el cumplimiento de las normas.
 Se da mucha importancia a la disciplina y se brinda poco
apoyo emocional, lo que dificulta la creación de lazos
afectivos.
 Imponen muchas reglas y normas sin contar con las
necesidades del niño.
 Exigen obediencia y autoridad.
 Están a favor del castigo como forma primordial de controlar
el comportamiento de sus hijos.

Los hijos de padres autoritarios:

Estos niños suelen tener una baja autoestima, puesto que sus
padres no han tenido en cuenta sus necesidades emocionales y
afectivas al mismo nivel que las normas, dándole más importancia a
estas.
El niño aprende que el poder y exigencias externas son prioritarias,
y por eso se muestran obedientes y sumisos ante poderes
externos.

Sin embargo, son niños inseguros con baja inteligencia emocional,


que difícilmente tienen autocontrol sobre sus emociones o
conductas cuando una fuente de control externo está ausente.
Por esta razón, son vulnerables a presentar conductas agresivas
ante las situaciones cuyo autocontrol solo depende de ellos mismos.

Además, son poco diestros en las relaciones sociales, puesto que no


terminan de comprender las emociones y comportamientos de los
demás, gobernando en ellos la inseguridad.

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