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EDUARDO ANTONIO ARIAS CASTAÑO

Especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social


Especialista en Derecho Constitucional

Armenia Quindío, Julio de 2018.

Señores
JUZGADO QUINTO CIVIL DEL CIRCUITO
Pereira, Risaralda

Demandante: Villarreiro Business Corporation S.A.S


Radicado: 2018-588
Ref. Recurso de Reposición en subsidio de apelación

EDUARDO ANTONIO ARIAS CASTAÑO identificado con cedula


de ciudadanía No. 18.414.745 de Montenegro Quindío abogado en
ejercicio portador de la tarjeta profesional No. 163.478 del Consejo
Superior de la Judicatura, obrando en calidad de apoderado de la señora
JOHANA ALEXANDRA ZAPATA GASPAR, identificado con a
cedula de ciudadanía Nº41.946.956 de Armenia, Q. Quien funge como
Representante Legal de la Empresa de la empresa VILLARREIRO
BUSINESS CORPORATION S.A.S identificada con Nit Nº
900.974.738-0, a través del presente escrito me permito formular ante
su despacho recurso de Reposición en Subsidio de Apelación en contra
del auto de fecha del 04 de julio de 2018, en el cual el juzgado decide
negar el mandamiento de pago en contra de los demandados.

CONSIDERACIONES:

La célula judicial, mediante el proferido auto de fecha del 04 de julio


de 2018, arguye que el contrato de promesa de compraventa de
fecha del 21 de julio de 2016, suscrito entre los señores: JOHANA
ALEXANDRA ZAPATA GASPAR, en calidad de representante
legal de la empresa VILLARREIRO BUSINESS CORPORATION
S.A.S identificada con Nit Nº 900.974.738-0, y los señores:
ALCIDES VALENCIA OSORIO, identificado con la cedula de
ciudadanía Nº 4`481.554 de Pensilvania, Caldas, (quien era el
propietario del 50% de los bienes inmuebles objeto del negocio) y el
señor: JHON JAIRO VALENCIA NIETO, identificado con la
cedula de ciudadanía Nº 10.124.731, de Pensilvania, Caldas, (quien
era el propietario del 50% de los bienes inmuebles objeto del
negocio), él señor es representando por la señora: CELMA FIDIA
RIVERA MUÑOZ, identificada con la cedula de ciudadanía Nº
52`120.432, quien obra como apoderada general, mediante la
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escritura pública Nº 3458 del 24 de julio de 2008. Esto con fin de


adquirir los bienes inmuebles identificados con las matrículas
inmobiliarias: 103-10273, 102-424, 103-6246, 103-1500.
Según el despacho el Contrato de Promesa de Compraventa no presta
merito ejecutivo, ya que según la célula judicial, carece dicho
documento de ser expreso claro y exigible, aun cuando dicho
instrumento, debe ser interpretado de manera integral y debe
observarse que las partes contratantes adquirieron a su vez unas
obligaciones en las cuales según la Constitución, le Ley Civil y
comercial aplicable y la Costumbre, es que tratándose de negocios
y/o contratos de compraventa de inmuebles, los vendedores se
comprometen a entregar la cosas (los bienes) libres de todo gravamen
y por supuesto con libre disposición del dominio, ó sino se pregunta
honorable Juez, ¿para que una empresa como Villarreiro compra este
tipo de bienes inmuebles?, esto lo hace con claro fin de adquirirlos e
hipotecarlos o más adelante enajenarlos con el fin de generar ingresos
para sí actividad contemplada en el Certificado de Existencia y
Representación Legal de Villarreiro, es así que la empresa adquiere
este tipo de bienes con el único motivo de poder disponer de su
dominio libremente, esto de acuerdo con el artículo 333 de la Carta
Magna.

Al respecto y en lo relativo con el contrato de promesa de


compraventa suscrito el 21 de julio de 2016, este debe ser leído e
interpretado integralmente, ya que el mismo es un instrumento que
configura un título ejecutivo, que le da la aptitud para ser reclamado
su incumplimiento, mediante un proceso ejecutivo, ya cumple con los
presupuestos procesales al ser CLARO, EXPRESO y EXIGIBLE. Al
mirarse el contrato se notará que existen apartados y/o clausulas en
las cuales se discrimina y detalla las obligaciones de cada una de las
partes, que al firmarlo y solemnemente autenticarlo se comprometen
y tácitamente está adquiriendo obligaciones para sí, lo cual convierte
el contrato objeto del presente litigio en una obligación clara, expresa
y exigible, que no es otra que los PROMITENTES VENDEDORES,
se obligaron a entregar los bienes objeto del litigio, identificados con
las matrículas inmobiliarias: 103-10273, 102-424, 103-6246, 103-
1500; libres de todo tipo de gravámenes, lo cual está claramente
señalado en el contrato de promesa de compraventa y lo cual no
cumplieron.

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La cláusula séptima del contrato, estipula que cualquiera de las partes


que incumpla el contrato en alguna de sus partes u obligaciones,
estará en la obligación de pagarle a la parte cumplida el porcentaje
equivalente al 20% del contrato de promesa de compraventa, a
continuación trascribo la parte del instrumento que se pretende
ejecutar:
“Cualquiera de las partes que incumpliere una de las clausulas acá
contenidas, ò desistiere de este negocio, pagará a la otra en calidad
de pena la suma correspondiente al VEINTE POR CIENTO DEL
VALOR TOTAL del presente contrato de promesa de compraventa”
El contrato suscrito por las partes, se llevó a cabo por valor total de
MIL CUATROCIENTOS MILLONES DE PESOS M/te
($1`400.000.000.ooo), la cláusula séptima del mencionado
instrumento, señala que ante el incumplimiento contractual de
cualquiera de las partes, la parte que incumple le pagará a la otra en
calidad de pena la suma correspondiente a la veinte por ciento del
valor total del contrato, la cifra equivalente a DOSCIENTOS
OCHENTA MILLONES DE PESOS M/te ($280`000.000.ooo).
Al impedirse la ejecución del presente contrato, se estaría negando a
VILLARREIRO BUSINESS CORPORATION S.A.S, su derecho al
libre ejercicio de la propiedad privada contemplado en el artículo 58
de la Constitución Nacional, el cual se transcribe a continuación:
“Artículo 58. Se garantizan la propiedad privada y los demás derechos
adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser
desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores. Cuando de la aplicación de
una ley expedida por motivos de utilidad pública o interés social, resultaren en
conflicto los derechos de los particulares con la necesidad por ella reconocida,
el interés privado deberá ceder al interés público o social. La propiedad es una
función social que implica obligaciones. Como tal, le es inherente una función
ecológica. El Estado protegerá y promoverá las formas asociativas y solidarias
de propiedad. Por motivos de utilidad pública o de interés social definidos por
el legislador, podrá haber expropiación mediante sentencia judicial e
indemnización previa. Esta se fijará consultando los intereses de la comunidad
y del afectado. En los casos que determine el legislador, dicha expropiación
podrá adelantarse por vía administrativa, sujeta a posterior acción

Deben tenerse en cuenta las disposiciones de la Ley 57 de 1887, al mirarse el


Contrato de Promesa de Compraventa, como ley para las partes, lo cual en
caso de incumpliendo lo convierte en título ejecutivo, que puede ser llamado
y traído con el fin de obligarse a la parte incumplida e irresponsable a que
cumpla con lo que se obligó a cumplir bajo su libre disposición, para ellos
solicito se tengan en cuenta las leyes concordantes con y se escudriñe

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integralmente el contrato que se pretende como título ejecutivo en el presente


proceso.

ARTICULO 1494. FUENTE DE LAS OBLIGACIONES. Las obligaciones


nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como en los
contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga,
como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a
consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en
los delitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos de
familia.

ARTICULO 1495. DEFINICION DE CONTRATO O


CONVENCIÓN. Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga
para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser de una o
de muchas personas.

ARTICULO 1602. LOS CONTRATOS SON LEY PARA LAS PARTES. Todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser
invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales.

ARTICULO 1603. EJECUCIÓN DE BUENA FE. Los contratos deben ejecutarse


de buena fe, y por consiguiente obligan no solo a lo que en ellos se expresa, sino a
todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que
por ley pertenecen a ella.

Ley: 153 de 1887


PROMESA DE CELEBRAR CONTRATOS
ARTÍCULO 89. La promesa de celebrar un contrato no produce obligación
alguna, salvo que concurran las circunstancias siguientes:
1a. Que la promesa conste por escrito;
2a. Que el contrato á que la promesa se refiere no sea de aquellos que las leyes
declaran ineficaces por no concurrir los requisitos que establece el artículo 1511
del Código Civil;
3a. Que la promesa contenga un plazo ó condición que fije la época en que ha de
celebrarse el contrato;
4a. Que se determine de tal suerte el contrato, que para perfeccionarlo sólo falte la
tradición de la cosa ó las formalidades legales.
Los términos de un contrato prometido, sólo se aplicarán á la materia sobre que se
ha contratado.
Queda derogado el artículo 1611 del Código Civil.
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Ley 57 de 1887
ARTICULO 1849. CONCEPTO DE COMPRAVENTA. La compraventa es un
contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en
dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el comprador da por
la cosa vendida se llama precio.

ARTICULO 1857. PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO DE


VENTA. La venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa
y en el precio, salvo las excepciones siguientes:
1) La venta de los bienes raíces y servidumbres y la de una sucesión hereditaria,
no se reputan perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura
pública.
2) Los frutos y flores pendientes, los árboles cuya madera se vende, los materiales
de un edificio que va a derribarse, los materiales que naturalmente adhieren al
suelo, como piedras y sustancias minerales de toda clase, no están sujetos a
esta excepción.

ARTICULO 1880. OBLIGACIONES DEL VENDEDOR. Las obligaciones del


vendedor se reducen en general a dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de
la cosa vendida.
La tradición se sujetará a las reglas dadas en el título VI del libro II.

ARTÍCULOS: 740 – 753 que tratan sobre la Tradición de los Bienes Inmuebles.

JURISPRUDENCIA:

“La responsabilidad civil contractual ha sido definida por la doctrina especializada


como aquella que resulta de la inejecución o ejecución imperfecta o tardía de una
obligación estipulada en un contrato válido. De este modo, el concepto de
responsabilidad civil contractual se ubica en el contexto de un derecho de crédito
de orden privado, que solo obra en un campo exclusivo y limitado, vale decir, entre
las partes del contrato y únicamente respecto de los perjuicios nacidos de ese
negocio jurídico. En tanto que la responsabilidad civil extracontractual, también
denominada delictual o aquiliana, es aquella que no tiene origen en un
incumplimiento obligacional, sino en un “hecho jurídico”, ya se trate de un delito o
de un ilícito de carácter civil.

Esta clasificación, en la que se sustenta una tesis dualista de la responsabilidad


civil, parte de la consideración de que es preciso hacer una clara distinción entre
los efectos que genera el ejercicio de la autonomía de la voluntad privada,

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plasmada en el acuerdo de voluntades que es ley para las partes (contratos) y los
que se producen como consecuencia de la voluntad del Estado plasmada en la ley.

La legislación colombiana, regula en títulos distintos del mismo Libro del Código
Civil, las consecuencias del incumplimiento en materia contractual y las de los
hechos jurídicos. En el título XII se ocupa “del efecto de las obligaciones” -
artículos 1602 a 1617-; y en el XXXIV – artículos 2341 a 2360- de “la
responsabilidad civil por los delitos y las culpas”, estableciendo respecto de cada
tipología las reglas que gobiernan la indemnización de los perjuicios irrogados.

La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, ha desarrollado esta


concepción dual de la responsabilidad civil, separándose explícitamente de una
concepción unitaria, y destacando la importancia que tiene esta diferenciación en
la práctica judicial, más allá de simples propósitos académicos y teóricos. Así ha
indicado que “El Código Civil destina el título 12 de su Libro Cuarto a recoger
cuanto se refiere a los efectos de las obligaciones contractuales, y el título 34 del
mismo Libro a determinar cuáles son y como se configuran los originados en
vínculos de derecho nacidos del delito y de las culpas. (…) Estas diferentes esferas
en que se mueve la responsabilidad contractual y la extracontractual no presentan
un simple interés teórico o académico ya que en el ejercicio de las acciones
correspondientes tan importante distinción repercute en la inaplicabilidad de los
preceptos y el mecanismo probatorio”

La Corte Suprema de Justicia ha considerado así mismo que si bien es conciente


de cierta tendencia doctrinal a unificar los tipos de responsabilidad, contractual y
extracontractual, sobre la base de la existencia de algunos puntos de contacto,
descarta la validez de dicha opción como quiera que es el propio legislador quien
ha previsto regulaciones autónomas:

“Cuando se acuda a teorías como la que pregona la unidad de la culpa civil o a


cualquiera otras de alcance similar, orientadas a poner de manifiesto por diversos
caminos que sólo son accesorios o secundarios los matices diferenciales que
registran los dos tipos de responsabilidad en cuestión, algo sí resulta ser
indiscutible y es que en la tarea de distinguirlos e imprimirles el correspondiente
tratamiento jurídico siempre habrá de tenerse en cuenta que la responsabilidad
llamada “contractual”, concreta por esencia, juega de ordinario entre personas
que se han ligado voluntariamente y que por lo mismo han procurado especificar el
contenido de los compromisos emergentes del negocio por ellas celebrado,
mientras que la responsabilidad extracontractual opera entre quienes ha vinculado
únicamente el azar y la extensión de los imperativos de conducta incumplidos en los
que toma causa la respectiva prestación resarcitoria del daño en que dicha
responsabilidad se traduce, es definida con frecuencia con normas de notoria
abstracción, lo que en último análisis lleva a concluir que no es indiferente en
modo alguno el régimen en que de hecho se sitúe una demanda entablada para
obtener el pago de perjuicios”

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Especial referencia a la responsabilidad civil contractual

En materia de responsabilidad civil contractual, ámbito al que pertenece la norma


acusada, el elemento subjetivo continúa siendo un criterio determinante para la
definición y el alcance de la responsabilidad, comoquiera que el contrato es un
acto que se mueve por excelencia en el terreno de la previsibilidad, está regido por
la autonomía de la voluntad, de manera que la reparación del perjuicio está atada
al grado de culpabilidad del deudor.

(…)

De otra parte, la determinación de la extensión del resarcimiento tomando en


consideración el elemento subjetivo, no es extraña al derecho internacional de la
contratación. En este sentido cabe mencionar que la Convención de Viena sobre
Compraventa Internacional de Mercaderías, adopta como parámetro para
establecer la magnitud de la indemnización del perjuicio la previsibilidad del daño.
En el artículo 74 prevé que éste “no podrá exceder de la pérdida que la parte que
haya incurrido en incumplimiento hubiera previsto o debiera haber previsto en el
momento de la celebración del contrato, tomando en consideración los hechos de
que tuvo o debió haber tenido conocimiento en ese momento, como consecuencia
posible del incumplimiento del contrato” .

De este modo, la Convención ata el quantum de la indemnización a la pérdida


causada por el incumplimiento del contrato según la previsibilidad de la
lesión atribuible al deudor al momento de la celebración del contrato. En otras
palabras, la medida de la indemnización está atada a los daños previsibles; además
prevé que el conocimiento de las condiciones existentes al momento del nacimiento
a la vida jurídica del negocio jurídico, son la medida que determinará la cuantía
del resarcimiento, dentro de los extremos permitidos de la indemnización,
aplicándose la concurrencia de culpas para tasar la compensación económica.

En similar sentido, los Principios sobre Contratos de la Unidroit (art. 7.4.4.),


contemplan la previsibilidad del daño como medida de lo resarcible al prescribir
que: “la parte incumplidora es responsable solamente del daño previsto, como
consecuencia probable de su incumplimiento, al momento de celebrarse el
contrato”.

De lo anterior se sigue que en el ordenamiento legal colombiano la


responsabilidad civil contractual continúa atada a la noción de culpa, concepción
que otorga relevancia a la previsibilidad de los perjuicios como baremo para
establecer el alcance del resarcimiento. Expresión de ello es el artículo 1616 del
Código Civil, objeto de análisis de constitucionalidad. Esta concepción no resulta
extraña al ordenamiento jurídico internacional, como quiera que referentes
normativos como la Convención de Viena de 1980 y los Principios sobre Contratos
de la Unidroit, acogen el criterio de la previsión y la previsibilidad de la lesión,
como baremo del monto de los perjuicios” (Corte Constitucional, Sala plena,

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sentencia C-1008 del 09 de diciembre de 2010, Mg Ponente: LUIS


ERNESTO VARGAS SILVA)
“El principio jurídico supremo del cual emana todo el derecho de las obligaciones
convencionales señala que la finalidad económico–social del contrato lleva
implícita el cumplimiento de las estipulaciones en él pactadas. Los contratos se
celebran para cumplirse y, por ello, son ley para las partes.

Este postulado se encuentra establecido en el artículo 1602 del Código Civil, a


cuyo tenor “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y
no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”.
En un sentido similar, el Código de Comercio define el contrato como un “acuerdo
de dos o más partes para constituir, regular o extinguir entre ellas una relación
jurídica patrimonial…”. (Art. 864)

En virtud del presupuesto normativo de la libertad de estipulación de los


contratantes, la parte que cumple o se allana a cumplir está facultada para
solicitar judicialmente al deudor incumplido la ejecución de la prestación que se
encuentra a su cargo, o bien la resolución del contrato si a ello hubiere lugar,
según su libre opción. El derecho expresa esta proposición en los siguientes
términos:
En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria en caso de
no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado.

Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio, o la


resolución o el cumplimiento del contrato con indemnización de perjuicios.
(Artículo 1546 del Código Civil)

En el mismo sentido, el artículo 870 del Código de Comercio establece:

En los contratos bilaterales, en caso de mora de una de las partes, podrá la


otra pedir su resolución o terminación, con indemnización de perjuicios
compensatorios, o hacer efectiva la obligación, con indemnización de los
perjuicios moratorios.

En estos enunciados normativos se materializa la voluntad del legislador


patrio de consagrar la fuerza vinculante de los contratos, es decir su función
ordenadora de las relaciones sociales, al tiempo que reconoce su carácter
interpretativo del negocio jurídico.

El contenido del contrato sólo puede ser creado, modificado o extinguido por la
voluntad de las partes o por la propia ley de modo expreso, sin que sea procedente
realizar en tal punto interpretaciones extensivas. Por ello, al juez no le está
permitido desconocer el consentimiento de los contratantes dentro de los contornos
de la buena fe, como tampoco las causas expresamente previstas en normas
positivas para afectar la validez de los convenios o privarlos de sus efectos. (Corte
Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria, Sentencia
SC11287-2016 del 17 de agosto de 2016, Mg Ponente: ARIEL
SALAZAR RAMIREZ).

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“Los títulos ejecutivos deben gozar de dos tipos de condiciones: formales y


sustanciales. Las primeras exigen que el documento o conjunto de documentos que
dan cuenta de la existencia de la obligación “(i) sean auténticos y (ii) emanen del
deudor o de su causante, de una sentencia de condena proferida por el juez o
tribunal de cualquier jurisdicción, o de otra providencia judicial que tenga fuerza
ejecutiva conforme a la ley, o de las providencias que en procesos contencioso
administrativos o de policía aprueben liquidación de costas o señalen honorarios
de auxiliares de la justicia, o de un acto administrativo en firme.” Desde esta
perspectiva, el título ejecutivo puede ser singular, esto es, estar contenido o
constituido en un solo documento, o complejo, cuando la obligación está contenida
en varios documentos. Las segundas, exigen que el título ejecutivo contenga una
prestación en beneficio de una persona. Es decir, que establezca que el obligado
debe observar a favor de su acreedor una conducta de hacer, de dar, o de no hacer,
que debe ser clara, expresa y exigible. Es clara la obligación que no da lugar a
equívocos, en otras palabras, en la que están identificados el deudor, el acreedor,
la naturaleza de la obligación y los factores que la determinan. Es expresa cuando
de la redacción misma del documento, aparece nítida y manifiesta la obligación. Es
exigible si su cumplimiento no está sujeto a un plazo o a una condición, dicho de
otro modo, si se trata de una obligación pura y simple ya declarada” (Corte
Constitucional, Sala Séptima de Revisión de Tutelas, Sentencia T-747
del 24 de octubre de 2013, Mg Ponente: JORGE IGNACIO PRETELT
CHALJUB)

VILLARREIRO BUSINESS CORPORATION S.A.S, ha sido una


empresa diligente, en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones y aún
más cuando tiene que ver con bienes que son de su propiedad y que
promueven el sentir del artículo 333 de la Constitución Política al
fomentar empresa y promover e impulsar la economía nacional.
Villarreiro contrario a lo expresado por la célula judicial, acudió a los
entes encargados de levantar los gravámenes que sobre los inmuebles,
se tiene en la actualidad, bajo la petición radicada: 20180005501, en la
cual se solicita a FINAGRO, que expida los PAZ y SALVO PRAN de
los bienes, y así poder acudir ante el Banco Agrario de Colombia, ente
sucesor de la Caja Agrario de crédito industrial y minero, ente al cual se
le hipotecaron los bienes en el año 1997. Se adjunta respuesta de
FINAGRO.

PETICION:

Con el acostumbrado respeto solicito señor JUEZ:

PRIMERO: se sirva considerar y analizar el caso concreto y así


escudriñar el contrato de promesa de compraventa suscrito entre las
partes el 21 de julio de 2016 con la Constitución Nacional, Leyes Civil
y Comerciales concordantes y consecuentemente REPONGA el auto de
fecha del 04 de julio de 2018, notificado el 05 de julio de 2018, en el
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cual decide negar el mandamiento de pago ante el instrumento que se


pretende ejecutar y se prosiga con el trámite de ejecución del contrato.

SEGUNDO: En caso de no reponerse el Auto de fecha del 04 de julio


de 2018, notificado el 05 de julio de 2018, en el cual decide negar el
mandamiento de pago, se le dé tramite al Recurso de Apelación ante el
superior jerárquico de esta célula judicial.

Señor Juez,

EDUARDO ANTONIO ARIAS CASTAÑO


C.C No. 18.414.745 de Montenegro Quindío
T.P. 163.478 CSJ

Notificaciones: Calle 22 Nº 13-52 oficina 303 Armenia. Celular: 312- 7899633. E-mail:
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