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Santa Cruz Siglo XX
Santa Cruz Siglo XX
Época prehispánica[editar]
El espacio geográfico actual de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra era conocido por el
nombre de Las Llanuras del Grigotá por el pueblo Chané, una etnia de origen Arawak que
inmigró desde el Mar Caribe desde hace 2500 años ocupando los llanos del oriente boliviano.
Los chané llamaban Grigotá a sus reyes. A partir del siglo XVI, la zona fue conquistada por
bandas guaraníes que emigraban desde sudeste, actualmente tierras del Paraguay y Brasil.
La causa de este éxodo, realizado en varios tiempos, se debe a la búsqueda de la
legendaria Tierra Sin Mal.
El Chiriguanae o Chiriguaná surge por el mestizaje chané-guaraní, que ha sido interpretado
como "el que tiene esposa chané". Los chiriguanos fueron temidos tanto por las etnias nativas
como por la resistencia hacia los colonos españoles, siendo el único grupo indígena al cual
la monarquía española declaró oficialmente la guerra bajo el gobierno del Virrey Don
Francisco de Toledo en 1573.6
Época colonial[editar]
Gobernaciones del Paraguay y del Río de la Plata con las regiones adyacentes de Tucumán y Santa
Cruz de la Sierra (Año 1600).
Santa Cruz de la Sierra fue fundada el 26 de febrero de 1561 por el capitán español Ñuflo de
Chaves tras una expedición integrada por 158 españoles que partieron desde Asunción. La
nueva población fue bautizada con el nombre de Santa Cruz de la Sierra en honor a la ciudad
natal (Extremadura) del fundador. La fundación se realizó a orillas del arroyo Sutó, en la
serranía de Chiquitos, como una avanzada al este de los territorios ocupados por España,
próxima a donde hoy se asienta San José de Chiquitos. Actualmente el lugar es conocido
como Santa Cruz la Vieja, área protegida donde se realizan varios proyectos de investigación
arqueológica.
La ciudad tuvo tres traslados[cita requerida]; cuando Chaves preparaba una expedición para llegar a
territorios de los Moxos, fue encontrado muerto en el mes de septiembre de 1568 por
un cacique de la parcialidad de los "avá" o guaraníes llamada itatín.
Por avatares históricos, después de muchas penurias, los pobladores de la primigenia ciudad,
en 1590 se trasladaron a otra localidad en lo que es ahora el Santuario de Cotoca en manos
del Capitán Lorenzo Suárez de Figueroa[cita requerida]. En 1591, la mayor parte de la gente llegada
de la Chiquitanía siguió su viaje hasta San Lorenzo Real de la Frontera, donde se asentaron
definitivamente, manteniendo el nombre de la ciudad natal: Santa Cruz de la Sierra. Una
pequeña parte de la gente se quedó en la población de Cotoca durante el traslado.
San Lorenzo Real de la Frontera fue fundada por el capitán español, Gonzalo Solíz de Holguín
en territorios de los Llanos del Grigotá el 21 de mayo de 1595. Santa Cruz de la Sierra, en el
lugar de su primera fundación (en la Chiquitanía), tuvo una existencia de 43 años. Cuando los
pobladores fueron trasladados por disposición de la Real Audiencia de Charcas a San Lorenzo
Real de la Frontera[cita requerida], antes de llegar se resistieron y se establecieron en lo que ahora
es Cotoca. Después de 17 años de vivir en Cotoca, parte de su gente aceptó a los
padres jesuitas, y a la propuesta del entonces Gobernador Don Nuño de la Cueva de
trasladarse al lugar donde hoy es la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Santa Cruz fue
principalmente la región donde se crearon mayores asentamientos jesuitas, misiones o
reducciones indígenas. Puesto que en los alrededores aún existía una gran cantidad de
pueblos indígenas (muchos de ellos defendidos del avance Español), la labor misionera de los
jesuitas llegó a su cúspide con la catequización del total de estos pueblos y la edificación de
conjuntos misionales que hasta hoy perduran, siendo nombrados por
la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, tanto que en Bolivia se constituyó el
principal asentamiento de las Misiones Jesuíticas del Nuevo Mundo.7
Independencia[editar]
Ya para el siglo XIX, en una América que se encuentra totalmente convulsionada a causa de la
pérdida de la unidad doctrinal, Antonio Vicente Seoane, junto con José Manuel Lemoine,
convencen al Coronel Antonio Suárez (el 24 de septiembre de 1810) para unirse a la causa
revolucionaria y amotinarse a las milicias a su mando. Los ciudadanos se reunieron en un
cabildo abierto para decidir la destitución de las autoridades españolas y la constitución de
una junta de gobierno. Así Santa Cruz de la Sierra decide dejar de ser parte del dominio
español para ser otra cosa que se irá configurando en los siguientes 15 años. En estos
sucesos destacaron de manera especial las figuras de Ignacio Warnes y José Manuel
Baca (conocido también como Cañoto).
El 9 de febrero de 1825 se promulgó un decreto que mandó convocar a todas las provincias
de Charcas a una asamblea constituyente. De acuerdo al decreto, Santa Cruz de la Sierra
eligió a Antonio Vicente Seoane y a Vicente Caballero como representantes para asistir a la
asamblea constituyente de la Audiencia de Charcas, que daría nacimiento a la República
de Bolivia. Por diversas circunstancias, los representantes de Santa Cruz no llegaron a tiempo
a las deliberaciones, pero sí para la firma del acta de la independencia el 6 de agosto de 1825.
El advenimiento de la República cambió el estatus político-administrativo de la región,
pasando a constituirse como departamento de Santa Cruz, convirtiéndose en uno de los cinco
departamentos fundadores de Bolivia, a la vez que Santa Cruz de la Sierra sería designada
capital de dicho departamento.
Siglo XX[editar]
Algunos analistas como Pinto Mosqueira consideran en este siglo varias corrientes políticas.
(Guillermo Pinto Mosqueira. Evolución del pensamiento político cruceño, 2009) La primera la
denomina ‘integracionista’, con algunas ideas de tinte nacionalista. Esta línea se refleja en el
contenido del Memorándum de 1904, presentada por la Sociedad de Estudios Geográficos e
Históricos de Santa Cruz al Congreso de Bolivia, que en una de sus partes decía: “Pedimos
ferrocarril, porque tenemos derecho a pedirlo, no para beneficio del Oriente, sino para el
bienestar general de la República; porque nuestra conciencia y buena fe nos obliga a
demostrar la verdad, descorriendo el velo provincialista que cubre los ojos de nuestros
compatriotas del Occidente”. En resumen, el Memorándum de 1904 debe entenderse como un
‘proyecto geopolítico de desarrollo nacional’, quizás el primero desde el nacimiento de la
República, que busca integrar el territorio nacional desde el río Paraguay o el Pilcomayo hasta
las cuencas del Amazonas y el Ande, con el propósito de salvar a Bolivia de su
enclaustramiento (Memorándum 2003. Boletín de la Sociedad de Estudios Geográficos e
Históricos de Santa Cruz. Nº 55. 2003: 58).
En esta línea, un hecho muy singular a destacar fue la creación de los partidos regionalista y
orientalista. Como antecedente, recordemos que los Tratados de paz con Brasil en 1903 y con
Chile en 1904, otorgaban parte del dinero que los liberales usaron para construir ferrocarriles
que vinculen al mundo andino con sí mismo y modernicen las ciudades. Estas líneas férreas
no llegaron al Oriente. Los cruceños veían en la construcción del ferrocarril que los vincule con
el Occidente la salida de la pobreza y de la continua crisis económica. Como cada vez se
posponía la construcción del ramal Cochabamba - Santa Cruz, en 1920 el nuevo presidente
Bautista Saavedra propone la construcción de un camino carretero en vez de ferrocarriles.
Esto fue determinante para que se formaran estos dos partidos políticos cruceños, el
‘Orientalista’ y el ‘Regionalista’, facciones locales del liberal y del republicano. En sus
propuestas, que eran nacionales e integracionistas, exigían la construcción de una vía férreal
y la inclusión del Oriente en las políticas nacionales (Paula Peña Hasbún. La construcción de
la identidad cruceña. Le Monde diplomatique. Número 13. Octubre 2003). La consigna era
‘ferrocarril o nada’.
Otra corriente Gustavo Pinto la denomina ‘integracionista y asimilacionista’, por identificarse
plenamente con el nacionalismo andino-estatal boliviano. Se expresa según este autor, en
libros de algunos autores cruceños como Molina Mostajo, Vázquez-Machicado, Enrique Finot,
y otros.
Aquí se podría agregar una tercera tendencia durante este siglo. Se trata del llamado
‘socialismo militar’, dirigida por el ‘camba’ presidente Teniente General Germán Busch Becerra
(1903-1939). Para este héroe de la Guerra del Chaco y firmante de la ley del 11%, “el Estado
debe ser el regulador justiciero de las relaciones económicas con el fin humano y
profundamente nacional de instaurar un régimen de justicia social…Ni con la Rosca ni con
Rusia: con Bolivia”. La Constitución de 1938 que promulgó fue eminentemente de corte
socialista y protector de las mayorías nacionales. También dictó el Código de Trabajo y aprobó
leyes sociales justas como la Caja de Ahorro Obrero. Estatizó el Banco Central y creó el
Banco Minero. Basado en su nacionalismo económico, rompió el pongueaje al súper estado
minero con el decreto del 7 de junio de 1939 que obligaba la entrega total de las divisas, que
hasta entonces los mineros exportadores manejaban a su arbitrio, lo que no significó “ni la
abolición ni la confiscación de la propiedad privada”. Trece años después, madura ya la nación
en lo político y social para aplicarlo, determinará la nacionalización de las grandes empresas
mineras. Fue pues un precursor el que dio el ímpetu inicial para la liberación económica.
(Fernando Díaz de Medina. Retrato de un héroe. El Diario, domingo 28 de agosto de 1966.)
En cuarto lugar se presenta el pensamiento político cruceño ‘integracionista y desarrollista’,
que sigue los lineamientos del Plan Bohan, (Carlos Dabdoub Arrien. La Revolución del patujú.
2ª. Edición. Imprenta Sirena. Santa Cruz de la Sierra. 2008: 22.) implementado por el
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) (En 1942, una misión del gobierno
norteamericano dirigida por Merwin Bohan, trazó algunas líneas de acción, convencido que
“Bolivia tenía la capacidad de autoabastecerse, por lo menos en cuanto a producción
alimenticia se refería”. Planteaba: 1) La diversificación económica; 2) La construcción de la
carretera Cochabamba-Santa Cruz-Montero; Santa Cruz-Camiri; Sucre-Camiri; La Paz-
Caranavi-Apolo-Rurrenabaque y Tarija-Villamontes; 3) Inversiones en la industria del petróleo;
4) El apoyo a la producción agropecuaria y la instalación de estaciones experimentales de
agricultura y ganadería para garantizar la auto-suficiencia alimentaria, a través de créditos,
sustituyendo la importación de productos como el ganado, arroz, azúcar y de materias primas
(algodón), que a pesar del potencial que ofrecía Santa Cruz, éste no prosperaba debido a las
trabas impuestas por las seculares políticas económicas liberales y su precario servicio de
transporte. De cierta manera, este planteamiento retoma las propuestas del Memorándum de
1904, sobre la integración oriente-occidente.) y posteriormente en la demanda del 11% de
regalías petroleras, encabezada por el Comité pro Santa Cruz, creado en 1950 y
vanguardizada por Falange Socialista Boliviana (FSB), uno de cuyos máximos líderes fue el
abogado cruceño Mario Gutiérrez Gutiérrez. .
Ya a fines de los años 70, surgiría una quinta vertiente: el ‘nacionalismo democrático liberal’
dirigida por políticos que conforma Acción Democrática Nacional (ADN), fundada por el
coronel cruceño Hugo Banzer Suárez (1926 - 2002) y presidente de la República en 2
períodos: 1971-1978 (de facto) y 1997-2001 (constitucional).
Finalmente aparece la sexta corriente política cruceña denominada ‘democrática y
descentralizadora’ del estado boliviano, que lidera el movimiento cívico cruceño entre 1982 y
2000 y que se expresa en la lucha por el retorno de la democracia en Bolivia, el
establecimiento de un régimen de descentralización política-administrativa, cumpliendo con la
Constitución de 1964, la elección por voto popular de los Municipios y la promulgación de las
leyes de Participación Popular y la llamada Descentralización Administrativa, ideadas por
profesionales cruceños.