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Calchaquíes
jueves, 11 de noviembre de 2010
Trabajo largo
El problema de la tierra
en los Valles
Calchaquíes
Comunidad Indígena Amaicha del Valle y
Comunidad India Quilmes (CIQ) de la Unió n
de los Pueblos de la Nació n Diaguita
(UPDN)
Aprea, Clara Inés; Aprea Nardo, Milagros Pilar; Landi,
Gustavo Marcelo
2010
Introducción
A partir de los años noventa, los levantamientos indígenas en Ecuador, la irrupción del
zapatismo en México, las movilizaciones campesinas e indígenas en Bolivia e incluso
la experiencia piquetera en Argentina, constituyen, entre otros hechos, una
constelación de “sujetos colectivos” (Garcés; 2003 ) que se han identificado
como nuevos movimientos sociales. Su significado y su papel en la historia social y
política de Latinoamérica es una de las contribuciones y los debates más interesantes
de los últimos años. Entre sus diversos componentes, los pueblos originarios se
destacan por su irrupción en los escenarios nacionales (sobre todo en Ecuador,
México y Bolivia) y por los nuevos vínculos que establecen con las instituciones,
emergiendo novedosamente como actores políticos.
Este trabajo pretende analizar, desde una perspectiva comparada, las experiencias de
dos comunidades indígenas integrantes de la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita.
Las comunidades de Amaicha y Quilmes se desarrollan ancestralmente en el ámbito
geográfico de los Valles Calchaquíes, territorio de la actual Provincia argentina de
Tucumán. El problema de la tierra, considerada como “fundamento material y
simbólico” de los pueblos indígenas (Concheiro; 2005), nos proporciona el elemento
distintivo en relación a las posibilidades de supervivencia, desarrollo y resistencia de
ambas comunidades. El concepto de autodesarrollo, expuesto por uno de los
dirigentes de estas comunidades, se presenta como un elemento revelador en ese
sentido. La situación jurídica y legal vinculada a la propiedad y/o el usufructo
del territorio es diferente en cada caso, y da lugar a diferentes condiciones y
estrategias a la hora de plantear proyectos comunitarios, posicionamientos políticos y
perspectivas a futuro. A través de entrevistas y otros testimonios (documentos
internos, informes periodísticos, comunicados) se abordará la disputa que actualmente
mantienen en torno al territorio y a diversos recursos, principalmente en relación con
tres aspectos: el desarrollo de emprendimientos vitivinícolas, la minería y el turismo.
La disputa por la tierra hunde sus raíces en el pasado a través de una serie de
luchas a lo largo de más de trescientos años.
En este trabajo nos centraremos en las diferentes estrategias y formas
organizativas que estas comunidades fueron adquiriendo en los últimos 30
años frente al avance de empresas y terratenientes sobre sus territorios.
Intentaremos rastrear qué elementos vinculan a estas comunidades con los
movimientos sociales emergentes después del Consenso de Washington y la
aplicación de las políticas neoliberales de él surgidas. Trataremos de identificar
aportes y singularidades de estas dos comunidades diaguitas.
Para finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX la lucha por la tierra será una
constante. Los principales terratenientes que tuvieron que enfrentar los amaichas
fueron la familia Aramburu[14], Sigfredo Brachieri[15], entre otros[16]. Si bien, aún no
contamos con información referida a la pérdida del territorio correspondiente a
Quilmes, probablemente la declaración de tierras vacas fue la estrategia por parte de
los terratenientes como mecanismo legal de desposesión. A partir de la década de
1820, la apetencia por dichas tierras se hizo más evidente y fue común que las
autoridades políticas entregaran a particulares terrenos que se consideraban vacos o
baldíos. Hasta 1858 el mecanismo para obtener estas tierras era bastante sencillo: el
interesado denunciaba la vacancia de las tierras en cuestión, las autoridades
realizaban un remate público de las mismas y luego eran concedidas en arriendo o
vendidas por el estado, que se consideraba depositario de ellas (López; 2006).
El tercer congreso se celebró en la casa de Jesús Costilla que había ganado el juicio.
El juicio fue algo que marcó a la comunidad, a pesar del tiempo respecto a lo penoso y
traumático, creo las bases de un empoderamiento comunal, “a pesar de todo no me
han podido cabrear (…) he tenido mucho contratiempo, el juicio más, uno a veces no
sabía cómo iba a salir, pensaba mucho y sin plata a veces, sin plata, porque yo
trabajando así (mientras habla corta poleo para las cestas que realiza en su trabajo de
artesano), con esto, he ganado el juicio, yo cuando tenía tiempo, me venía y ponía a
trabajar y ya me anoticiaban y me tenía que ir (…) a presentarme, los abuelos sabían
que esto estaba mal comprado, el terrateniente, estaba mal comprado, nosotros
sufríamos así, sirviéndole al dueño de tierras, digamos al terrateniente.”
En 2007 luego de cortes de ruta y desalojo del empresario por parte de la justicia, la
CIQ recupera la ciudad sagrada Quilmes y la provincia inicia una causa judicial por
usurpación.
Entre 2008 y 2010 las causas judiciales y las embestidas por parte de quienes tienen
intereses en las tierras ocupadas por las comunidades diaguitas sumaran dos
asesinatos y alrededor de 10 causas judiciales referentes a desalojos.
III. Las comunidades Amaicha y Quilmes a la luz del debate sobre los “nuevos
movimientos sociales”
En este apartado nos interesa examinar en qué medida las actuales comunidades
Amaicha y Quilmes presentan características propias de los movimientos sociales. Si
bien el componente indígena-campesino no es una novedad, algunos elementos,
comunes a otros movimientos, dan cuenta de un fenómeno singular, distinto de lo que
podrían haber sido el indigenismo, las rebeliones o los movimientos milenaristas de los
años veinte y treinta. Por otro lado, se hacen necesarias algunas precisiones para
acercarnos a la especificidad de los pueblos originarios.
Sin embargo, la especificidad del movimiento indígena es también apelable desde una
perspectiva política. En Argentina la presencia de los pueblos originarios ha sido
invisibilizada sistemáticamente a partir de la conquista y con la definitiva “pacificación”
del territorio por parte del Estado Nacional. Pero a partir de un largo proceso de
avances jurídicos y de una resistencia sostenida, el movimiento indígena está en
condiciones de forjar para sí un nuevo papel. Aún así, la “doble pertenencia” de clase y
étnica que señala Ansaldi nos parece fundamental para comprender la inscripción de
los pueblos originarios en el nuevo contexto estructural. Lo mismo sugería ya en la
década del veinte José Carlos Mariátegui, al vincular el problema del indio al problema
de la tierra y el latifundio. Lo que no puede dejarse de lado es la emergencia del
indígena como sujeto político, fundamentalmente a partir de su irrupción en el
escenario político latinoamericano en las últimas décadas (con más fuerza en
Ecuador, México y Bolivia), y el proceso abierto, paralelamente, de reconocimiento de
los pueblos indígenas como portadores de un proyecto propio y alternativo de
sociedad.
Raúl Zibecchi aporta un análisis muy preciso de los nuevos movimientos sociales
identificando algunas características comunes. Pasaremos a enumerarlas
esquemáticamente de acuerdo con la síntesis que ofrece Ansaldi y luego abordaremos
los casos de Amaicha y Quilmes a la luz de ellas. 1) Territorialización; 2) Búsqueda de
autonomía (respecto del Estado y los partidos políticos); 3) Revalorización de la cultura
y reafirmación de la identidad; 4) Capacidad de formar intelectuales propios; 5) Nuevo
papel de las mujeres; 6) Preocupación por la organización del trabajo y la relación con
la naturaleza. 7) Nuevo repertorio de lucha basado en formas autoafirmativas a través
de la reapropiación material y simbólica de un espacio ajeno resignificado.
De acuerdo con Zibecchi, el rasgo más importante de los nuevos movimientos sociales
es la territorialización. La tierra se concibe, en este caso, más allá de su significado
como propiedad o como medio de producción. En efecto, en el caso de los pueblos
indígenas, la lucha por la tierra define sus formas de resistencia y organización, al ser
el fundamento material y simbólico de su existencia. Si bien las reivindicaciones de los
pueblos originarios exceden el problema del territorio, es a partir de esta disputa que
se pone en evidencia su inevitable oposición a las instituciones del estado capitalista
(las formas de propiedad, en primer lugar) y al mismo capital. La reestructuración
espacial del capitalismo abre un nuevo escenario en el que la demanda por la legítima
propiedad comunitaria se convierte en urgente y prioritaria.
Por otro lado, la expansión del mercado del Turismo en las últimas décadas ha
permitido impulsar proyectos de creación de fuentes de trabajo de acuerdo con lógicas
autogestivas. Es el caso de la Hostería de Amaicha, una gran construcción
abandonada y notablemente destruida que pertenecía al Automóvil Club Argentino y
que fue tomada por la comunidad Amaicha, logrando, por parte del gobierno provincial
-propietario del predio-, la posesión y el usufructo a los efectos de emprender un
proyecto turístico administrado por la comunidad. Por su parte, los Quilmes tomaron
en 2007 la Ciudad Sagrada, un enorme complejo arqueológico reconstruido que
estaba concesionado a un particular y que era administrado como una empresa
comercial turística. Las “Ruinas de los Quilmes” incluían un local de venta y un hotel
con pileta, sin relación alguna con el entorno natural y con la vida de la comunidad
Quilmes. En ambos casos, las tomas se llevan a cabo como “formas autoafirmativas”,
en consonancia con el planteo de Zibecchi acerca de los repertorios de lucha de los
nuevos movimientos, basados en la “reapropiación material y simbólica de un espacio
ajeno resignificado”.
IV. a) Minería
Una de las sociedades que intervino en los desalojos fue Neocon S.R.L., empresa
constructora que, tras la crisis del 2001, comenzó a diversificarse, pasando a “adquirir”
un campo en Colalao del Valle y otro en Tolombón (Salta), “para ofrecerlo en parcelas
a desarrolladores turísticos y agroindustriales –bodegas y viñedos”[29]. Empleados de
la empresa tomaron parte en los desalojos, sumándose como fuerza de choque al
operativo policial[30]. El Ingeniero Alberto Guardia es un reconocido terrateniente de la
zona, que tiene además vínculos con el poder judicial y con funcionarios provinciales.
“(…) es el Estado quien tiene la obligación positiva de remover los vastos factores
sociales, económicos, culturales y/o funcionales, que obstaculizan el ejercicio de estos
derechos. Pero esa obligación no solo no está siendo cumplida por el estado
tucumano sino que, en esa región del Valle Calchaquí, está haciendo todo lo contrario
(…); está promoviendo sostenidamente el desembarco de “pioneros” de la producción
vitivinícola y el servicio turístico, los cuales no son más que funcionarios políticos
advenedizos que usan el aparato del estado tucumano para usurpar territorio, recursos
naturales e intangibles del Pueblo Quilmes. (…)
Algunos (…) no son empresarios genuinos, sino funcionarios del estado provincial y
nacional, tal es el caso de Alfredo Montalván, Secretario de Medio Ambiente de la
provincia y la familia cuyo representante es asesor en el ministerio de Salud de la
Nación (…) Estas son las razones del ninguneo legal que experimenta la Comunidad
India Quilmes.”[31]
V. Derechos y legislación
Hacia 1940, la política estatal para los pueblos originarios se modifica, se intentarán
leyes de “integración”. En la década de los setenta, se pronuncian por la “reparación
histórica”. Los ochenta son un momento propicio, es a partir de este contexto, que se
prefiguran aportes en la reforma constitucional de 1994. Los noventa se inician con un
proceso interesante de idas y vueltas en torno a declaraciones y proyectos de
reformas. Se constituye el Foro Permanente por los derechos de los pueblos indígenas
y además se incorpora legislación internacional.[35]
A pesar de las modificaciones legislativas, podemos afirmar la continuidad de una
estructura colonial fundamentada en la idea de que los territorios en donde habitan los
pueblos originarios pueden ser usurpados y utilizados como “tierras de nadie”. Por
último, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha incidido
en la producción jurídica, introduce en lo político el reconocimiento de los pueblos,
autogobierno, derechos sobre los recursos naturales, culturales y a crear sus propias
instituciones e incorpora el concepto de territorio para referirse a la “totalidad del
hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan (…).” En el caso
de Amaicha y Quilmes, las comunidades tienen como fundamento la idea
de que “jamás han interrumpido un gobierno indígena”.
Conclusiones
Desde la llegada de los españoles a los Valles Calchaquíes, las poblaciones diaguitas
calchaquíes sufrieron la desestructuración de sus formas organizativas. El mundo
agrario creado por estos pueblos, se vio trastocado por la colonización española que
los sometió a formas de explotación no conocidas hasta ese momento. Las
desnaturalizaciones, las formas no libres de trabajo, el repoblamiento de los valles, el
latifundio, la tarea evangelizadora de la iglesia católica fueron parte de los
mecanismos aculturantes utilizados por los súbditos de la corona para menguar la
fortaleza cultural de estos pueblos agroalfareros. Aún así, y a pesar de la tarea
horadante de las familias terratenientes potenciadas durante el período de
construcción del Estado argentino, estos pueblos, pudieron mantener formas
económicas y culturales. Estas formas tienen estrecha relación con la tierra por su
origen campesino. “Nosotros sin territorio, nos sacan parte de nuestra vida, de nuestro
legado cultural” nos dice Sergio Condorí.
Generación tras generación, los diaguitas han mantenido parte de las formas
ancestrales de vida, rearticulándose regionalmente cada vez que los climas políticos lo
hicieron posible. Estas situaciones coinciden con los trabajadores de la ciudad
luchando por sus derechos e intentando llevar adelante un programa de sociedad.
Entre los desafíos a encarar por los pueblos diaguitas, uno de los principales es
trascender el aislamiento, un ejemplo concreto fue la marcha de los pueblos
originarios, una peregrinación más que dio como resultado un tejido de relaciones
emergentes y la posibilidad de generar estrategias de articulación con otras
organizaciones.
Referencia Bibliográfica
· Ansaldi, Waldo. “Quedarse afuera, ladrando como perros a los muros. Protesta y
movimientos sociales en América Latina en la bisagra de los siglos XX y XXI”,
en Movimientos Sociales. Experiencias históricas. Tendencias y conflictos,
Anuario Nº 21, Segunda Época 2005/2006, Escuela de Historia, FHA, UNR,
Ed. Homo SAPIENS
Sitios web
· www.uniondiaguita.blogspot.com
· Sitio de Neocon: http://www.neocon.com.ar/HOME2.html.
· Comunicado de la UPND; prensacontrapunto.com.ar/index.php?
option=com_content&task=view&id=1427&Itemid=1, 19/12/09.
· Rodriguez;
Lorandi http://www.ifeanet.org/publicaciones/boletines/34%283%29/431.pdf
· “Caminando por la Verdad, hacia un Estado
Plurinacional” http://confederacionmapuce.com.ar, 30/04/2010.
· “Organización de Mujeres
Diaguita” http://uniondiaguita.blogspot.com/p/encuentro-de-mujeres-
diaguita.html 22/06/10.
· García Salemi, Ana Cecilia. Comunidad India Quilmes: crónica del despojo y la
persecución. UNT. 2009.
· Quilmes: Luis Costilla, Simón Costilla, Jesús Costilla, Francisco Chaile, Antonio
Caro (Huaypo), Huayra Puca, Sergio Condorí.
[4] Rubio Durán relata que el segundo alzamiento ocurrió entre los años 1630 a
1637, y aunque la pacificación no fuera completada, las consecuencias
socioeconomicas fueron terribles y la situación militar inestable...; los frentes se
paralizaron las acciones bélicas y la inestabilidad y tensión que en ellos se vivía
no estalló hasta 1656-57, cuando comenzó a gestarse el tercer alzamiento de
las parcialidades indígenas de la región; alzamiento que fue sofocado en el
período de 1665-70. Después de numerosas campañas de hostigamiento en el
propio hábitat indígena, llevadas a cabo por el Gobernador Alonso de Mercado
y Villacorta, y tras numerosas, también, entradas de los alzados en las zonas
colonizadas, causando importantes perjuicios y dislocando el sistema. Y en
nota al pie que corresponde a este párrafo destaca una cita de fuente
“Buscamos refugio a nuestras fatigas. Prometiéndonos de la Cathólica atención
de V.R.M. puerto de seguro auxilio a las borrascosas persecuciones que a la
memoria se representa de los naturales del valle de Calchaquí, rebeldes
siempre desde su primer descubrimiento…”. Carta del Cabildo de Catamarca a
SM. de 1 de diciembre de 1692. AGl. Charcas.
[6] En un trabajo sobre los pulares (pueblo pluriétnico originado a partir del
período de hegemonía inca, en el caso de los chicoanas originarios de Cuzco),
Juan Ignacio Quintián relata: fundada la ciudad de Salta la parcialidad de
pulares liderada por Calibay -los chicoanas- se aliaron a los españoles. Como
resultado de este acuerdo fueron asentados sobre una de las entradas al valle
Calchaquí para custodiarla, inaugurando un área fronteriza... Pero en 1630 las
noticias sobre las riquezas minerales ocultas en el Valle alentaron el avance
español sobre la frontera que desencadenó la segunda rebelión indígena.
Articulación política y etnogénesis en los Valles Calchaquíes. Los Pulares
durante los siglos XVII y XVIII. Juan Ignacio
Quintián, http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1668-
80902008000100012
Otras de las parcialidades aliadas a los españoles fueron los Ingamana de
Andalgalá donde el trabajo de Lorena B. Rodríguez se sumerge en la fuentes
que dan cuenta de esta alianza:
“… fueron las guerras criminosas del valle de Calchaquí y habiendo entrado el
señor gobernador don Alonso de Mercado con los tercios de soldados por la
parte de Salta también entró por la parte de la Rioja el general don Francisco
de Nieva con las compañías que por aquella parte tocaban; y dicho mi abuelo
don Juan Camisac… le ofreció a dicho general su persona y toda su gente para
que sirviesen y peleasen… que Dios guarde como ejecutó y cumplió perdiendo
más de cuarenta indios de su pueblo que mataron en las peleas y batallas que
se ofrecieron en dichas guerras y hasta la última conquista y desnaturalización
del menor indio nunca se apartó dicho mi abuelo del lado de los ejércitos de
españoles peleando y guerreando a los otros indios así mismo en la rebelión y
alzamiento… que todo lo referido es público y notorio y habiendo servido y
asistido con la lealtad y obediencia dicho mi abuelo y toda su gente; lo
despojaron y desposeyeron de sus tierras y naturales del valle de Calchaquí
juntamente con los indios alzados y malhechores… el señor don Alonso de
Mercado le hizo la injusticia de desnaturalizarle de calchaquí…”
“y lo cierto es que por huir del dicho cura y la doctrina cristiana quieren irse a
Calchaquí como lo hacen cada día y dice que quiere juntar la gente cuando yo
en persona Vmd. y otros jueces no hemos podido darles caza en aquellos
bosques y montes en que se ocultan por gozar del ocio embriaguez e
idolatrías… (…) Si bien el documento nos dice que estos indígenas huían a
diversos parajes, el valle Calchaquí parece ser el lugar preferido hacia el cual
trasladarse: un espacio físico que pudo haber funcionado como lugar de refugio
y también como soporte de rememoración. El retorno de indígenas
desnaturalizados hacia el valle Calchaquí fue un hecho constante, aunque
motivado por diversas razones (traslado de encomenderos, empresarios
mineros, huidas periódicas y permanentes, individuales y/o colectivas, etc.).
(Lorena B. Rodríguez, 2008).
[13] La huida, puede ser vista, entonces, como una forma más de resistencia
indígena a las presiones impuestas a los indígenas en el espacio pampeano.
"Los indios que salen de aquí a sus pueblos son muchos con las tropas de
vacas y mulas que van al alto Perú y hay que obligarles a los encomenderos
que si los sacan los hagan devolver por la gran facilidad de huir a sus pueblos "
Informe de Bartolomé González de Pobeda para la Audiencia de Charcas, de
1681, en Florencia Carlón.
[14] Primero
fue Nicolás de Aramburu, luego su hijo Fernando y luego el hijo de
Fernando, José Antonio.
[17]En 1796 cuando don Lorenzo Olivares, alcalde del pueblo de indios de
Amaicha, se presentó frente al cabildo de Tucumán y señaló: “…que don
Nicolás de Aramburu con el mayor exceso de jurisdicción se ha introducido al
Pueblo de Indios nombrado Amaicha existente en el paraje de Tafí y por medio
de dos de sus hijos les ha hecho quemar algunas casas de su habitación y se
les ha intimado a desocupar aquel terreno en un breve término con lo demás
que el expresado pedimento contiene…”
[18] El propio Pastrana dijo que: “(…) últimamente los tribunales de Tucumán han ordenado
que se nos desaloje y es por eso que me he venido a buscar el expediente que siguió Olivares,
pero a pesar de las grandes diligencias que he hecho no he podido conseguirlo, que sin duda lo
habrán hecho extraviar maliciosamente y es entonces que he decidido venir a implorar la
protección de V.E (…)”
[22] Enel sitio web de Barrick Gold Sudamérica se puede acceder a videos con
entrevistas a miembros de la comunidad diaguita. Barrik Sudamérica “Proyecto
Pascua-Lama” http://www.barricksudamerica.com/proyectos/pascua-
lama_informacion.php 10/06/10.
[24] La reforma constitucional, implicó el desinterés por parte del Estado nacional de los
recursos naturales. Se realiza un proceso de provincialización de la gestión de los recursos
naturales y se renuncia a su explotación, permitiendo el proceso de privatización en manos de
empresas multinacionales.
[29] Nota
y entrevista a Alberto Guardia en sitio web del Grupo
Construya http://www.grupoconstruya.com.ar/notas/Informes_Detalles.asp?
CCTN=873&CINF=7
[31] Comunicadode la UPND; prensacontrapunto.com.ar/index.php?
option=com_content&task=view&id=1427&Itemid=1 19/12/09.
[32] Idem.
Pampa Rastrero en 3:03
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Trabajo largo
El problema de la tierra
en los Valles
Calchaquíes
Comunidad Indígena Amaicha del Valle y
Comunidad India Quilmes (CIQ) de la Unió n
de los Pueblos de la Nació n Diaguita
(UPDN)
Aprea, Clara Inés; Aprea Nardo, Milagros Pilar; Landi,
Gustavo Marcelo
2010
Introducción
Pero además, este hecho, superpuesto a la efeméride del Bicentenario, significó para
los pueblos originarios la posibilidad de romper con el cerco de invisibilidad que los
rodea a partir de la Conquista y a lo largo de una larga historia de “genocidio invisible”,
represión, expulsión, silenciamiento y marginación; historia que presenta la contracara
de la ficción patriótica.
A partir de los años noventa, los levantamientos indígenas en Ecuador, la irrupción del
zapatismo en México, las movilizaciones campesinas e indígenas en Bolivia e incluso
la experiencia piquetera en Argentina, constituyen, entre otros hechos, una
constelación de “sujetos colectivos” (Garcés; 2003 ) que se han identificado
como nuevos movimientos sociales. Su significado y su papel en la historia social y
política de Latinoamérica es una de las contribuciones y los debates más interesantes
de los últimos años. Entre sus diversos componentes, los pueblos originarios se
destacan por su irrupción en los escenarios nacionales (sobre todo en Ecuador,
México y Bolivia) y por los nuevos vínculos que establecen con las instituciones,
emergiendo novedosamente como actores políticos.
Este trabajo pretende analizar, desde una perspectiva comparada, las experiencias de
dos comunidades indígenas integrantes de la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita.
Las comunidades de Amaicha y Quilmes se desarrollan ancestralmente en el ámbito
geográfico de los Valles Calchaquíes, territorio de la actual Provincia argentina de
Tucumán. El problema de la tierra, considerada como “fundamento material y
simbólico” de los pueblos indígenas (Concheiro; 2005), nos proporciona el elemento
distintivo en relación a las posibilidades de supervivencia, desarrollo y resistencia de
ambas comunidades. El concepto de autodesarrollo, expuesto por uno de los
dirigentes de estas comunidades, se presenta como un elemento revelador en ese
sentido. La situación jurídica y legal vinculada a la propiedad y/o el usufructo
del territorio es diferente en cada caso, y da lugar a diferentes condiciones y
estrategias a la hora de plantear proyectos comunitarios, posicionamientos políticos y
perspectivas a futuro. A través de entrevistas y otros testimonios (documentos
internos, informes periodísticos, comunicados) se abordará la disputa que actualmente
mantienen en torno al territorio y a diversos recursos, principalmente en relación con
tres aspectos: el desarrollo de emprendimientos vitivinícolas, la minería y el turismo.
La disputa por la tierra hunde sus raíces en el pasado a través de una serie de
luchas a lo largo de más de trescientos años.
En este trabajo nos centraremos en las diferentes estrategias y formas
organizativas que estas comunidades fueron adquiriendo en los últimos 30
años frente al avance de empresas y terratenientes sobre sus territorios.
Intentaremos rastrear qué elementos vinculan a estas comunidades con los
movimientos sociales emergentes después del Consenso de Washington y la
aplicación de las políticas neoliberales de él surgidas. Trataremos de identificar
aportes y singularidades de estas dos comunidades diaguitas.
Para finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX la lucha por la tierra será una
constante. Los principales terratenientes que tuvieron que enfrentar los amaichas
fueron la familia Aramburu[14], Sigfredo Brachieri[15], entre otros[16]. Si bien, aún no
contamos con información referida a la pérdida del territorio correspondiente a
Quilmes, probablemente la declaración de tierras vacas fue la estrategia por parte de
los terratenientes como mecanismo legal de desposesión. A partir de la década de
1820, la apetencia por dichas tierras se hizo más evidente y fue común que las
autoridades políticas entregaran a particulares terrenos que se consideraban vacos o
baldíos. Hasta 1858 el mecanismo para obtener estas tierras era bastante sencillo: el
interesado denunciaba la vacancia de las tierras en cuestión, las autoridades
realizaban un remate público de las mismas y luego eran concedidas en arriendo o
vendidas por el estado, que se consideraba depositario de ellas (López; 2006).
Tres nombres figuran como precursores en la región de los denominados
“peregrinajes” en reclamo de soluciones estatales al problema de la tierra en
Amaicha. Para 1796 Lorenzo Olivares[17], Juan Pastrana[18] en 1872 y Juan
Solís de Ovando, que finalmente logra la protocolización de la Cédula Real de
1716 sobre la cual los actuales comuneros basan hoy los derechos sobre las
tierras que ocupan.
Florencia Carlón sostiene que “(…) los viajes pueden constituirse en medios
para efectuar reclamos y construir paralelamente una unidad sociocultural (…)
Paralelamente, estos viajes deben enmarcarse en una dimensión simbólica
pues en muchos casos funcionan como un elemento de reafirmación de valores
morales y de creencias fundamentales que sientan las bases de una existencia
colectiva.”
El tercer congreso se celebró en la casa de Jesús Costilla que había ganado el juicio.
El juicio fue algo que marcó a la comunidad, a pesar del tiempo respecto a lo penoso y
traumático, creo las bases de un empoderamiento comunal, “a pesar de todo no me
han podido cabrear (…) he tenido mucho contratiempo, el juicio más, uno a veces no
sabía cómo iba a salir, pensaba mucho y sin plata a veces, sin plata, porque yo
trabajando así (mientras habla corta poleo para las cestas que realiza en su trabajo de
artesano), con esto, he ganado el juicio, yo cuando tenía tiempo, me venía y ponía a
trabajar y ya me anoticiaban y me tenía que ir (…) a presentarme, los abuelos sabían
que esto estaba mal comprado, el terrateniente, estaba mal comprado, nosotros
sufríamos así, sirviéndole al dueño de tierras, digamos al terrateniente.”
En 2007 luego de cortes de ruta y desalojo del empresario por parte de la justicia, la
CIQ recupera la ciudad sagrada Quilmes y la provincia inicia una causa judicial por
usurpación.
Entre 2008 y 2010 las causas judiciales y las embestidas por parte de quienes tienen
intereses en las tierras ocupadas por las comunidades diaguitas sumaran dos
asesinatos y alrededor de 10 causas judiciales referentes a desalojos.
III. Las comunidades Amaicha y Quilmes a la luz del debate sobre los “nuevos
movimientos sociales”
En este apartado nos interesa examinar en qué medida las actuales comunidades
Amaicha y Quilmes presentan características propias de los movimientos sociales. Si
bien el componente indígena-campesino no es una novedad, algunos elementos,
comunes a otros movimientos, dan cuenta de un fenómeno singular, distinto de lo que
podrían haber sido el indigenismo, las rebeliones o los movimientos milenaristas de los
años veinte y treinta. Por otro lado, se hacen necesarias algunas precisiones para
acercarnos a la especificidad de los pueblos originarios.
Sin embargo, la especificidad del movimiento indígena es también apelable desde una
perspectiva política. En Argentina la presencia de los pueblos originarios ha sido
invisibilizada sistemáticamente a partir de la conquista y con la definitiva “pacificación”
del territorio por parte del Estado Nacional. Pero a partir de un largo proceso de
avances jurídicos y de una resistencia sostenida, el movimiento indígena está en
condiciones de forjar para sí un nuevo papel. Aún así, la “doble pertenencia” de clase y
étnica que señala Ansaldi nos parece fundamental para comprender la inscripción de
los pueblos originarios en el nuevo contexto estructural. Lo mismo sugería ya en la
década del veinte José Carlos Mariátegui, al vincular el problema del indio al problema
de la tierra y el latifundio. Lo que no puede dejarse de lado es la emergencia del
indígena como sujeto político, fundamentalmente a partir de su irrupción en el
escenario político latinoamericano en las últimas décadas (con más fuerza en
Ecuador, México y Bolivia), y el proceso abierto, paralelamente, de reconocimiento de
los pueblos indígenas como portadores de un proyecto propio y alternativo de
sociedad.
Raúl Zibecchi aporta un análisis muy preciso de los nuevos movimientos sociales
identificando algunas características comunes. Pasaremos a enumerarlas
esquemáticamente de acuerdo con la síntesis que ofrece Ansaldi y luego abordaremos
los casos de Amaicha y Quilmes a la luz de ellas. 1) Territorialización; 2) Búsqueda de
autonomía (respecto del Estado y los partidos políticos); 3) Revalorización de la cultura
y reafirmación de la identidad; 4) Capacidad de formar intelectuales propios; 5) Nuevo
papel de las mujeres; 6) Preocupación por la organización del trabajo y la relación con
la naturaleza. 7) Nuevo repertorio de lucha basado en formas autoafirmativas a través
de la reapropiación material y simbólica de un espacio ajeno resignificado.
De acuerdo con Zibecchi, el rasgo más importante de los nuevos movimientos sociales
es la territorialización. La tierra se concibe, en este caso, más allá de su significado
como propiedad o como medio de producción. En efecto, en el caso de los pueblos
indígenas, la lucha por la tierra define sus formas de resistencia y organización, al ser
el fundamento material y simbólico de su existencia. Si bien las reivindicaciones de los
pueblos originarios exceden el problema del territorio, es a partir de esta disputa que
se pone en evidencia su inevitable oposición a las instituciones del estado capitalista
(las formas de propiedad, en primer lugar) y al mismo capital. La reestructuración
espacial del capitalismo abre un nuevo escenario en el que la demanda por la legítima
propiedad comunitaria se convierte en urgente y prioritaria.
Por otro lado, la expansión del mercado del Turismo en las últimas décadas ha
permitido impulsar proyectos de creación de fuentes de trabajo de acuerdo con lógicas
autogestivas. Es el caso de la Hostería de Amaicha, una gran construcción
abandonada y notablemente destruida que pertenecía al Automóvil Club Argentino y
que fue tomada por la comunidad Amaicha, logrando, por parte del gobierno provincial
-propietario del predio-, la posesión y el usufructo a los efectos de emprender un
proyecto turístico administrado por la comunidad. Por su parte, los Quilmes tomaron
en 2007 la Ciudad Sagrada, un enorme complejo arqueológico reconstruido que
estaba concesionado a un particular y que era administrado como una empresa
comercial turística. Las “Ruinas de los Quilmes” incluían un local de venta y un hotel
con pileta, sin relación alguna con el entorno natural y con la vida de la comunidad
Quilmes. En ambos casos, las tomas se llevan a cabo como “formas autoafirmativas”,
en consonancia con el planteo de Zibecchi acerca de los repertorios de lucha de los
nuevos movimientos, basados en la “reapropiación material y simbólica de un espacio
ajeno resignificado”.
IV. a) Minería
La gran lucha por el territorio es una lucha de concepciones, los usos y formas
de ese espacio que se habita como también la imposición de un esquema
territorial ajeno a las comunidades, desintegrando el espacio socioeconómico
local, y generando una dependencia de la industria minera como fuente de
trabajo y “crecimiento económico”.
Una de las sociedades que intervino en los desalojos fue Neocon S.R.L., empresa
constructora que, tras la crisis del 2001, comenzó a diversificarse, pasando a “adquirir”
un campo en Colalao del Valle y otro en Tolombón (Salta), “para ofrecerlo en parcelas
a desarrolladores turísticos y agroindustriales –bodegas y viñedos”[29]. Empleados de
la empresa tomaron parte en los desalojos, sumándose como fuerza de choque al
operativo policial[30]. El Ingeniero Alberto Guardia es un reconocido terrateniente de la
zona, que tiene además vínculos con el poder judicial y con funcionarios provinciales.
“(…) es el Estado quien tiene la obligación positiva de remover los vastos factores
sociales, económicos, culturales y/o funcionales, que obstaculizan el ejercicio de estos
derechos. Pero esa obligación no solo no está siendo cumplida por el estado
tucumano sino que, en esa región del Valle Calchaquí, está haciendo todo lo contrario
(…); está promoviendo sostenidamente el desembarco de “pioneros” de la producción
vitivinícola y el servicio turístico, los cuales no son más que funcionarios políticos
advenedizos que usan el aparato del estado tucumano para usurpar territorio, recursos
naturales e intangibles del Pueblo Quilmes. (…)
Algunos (…) no son empresarios genuinos, sino funcionarios del estado provincial y
nacional, tal es el caso de Alfredo Montalván, Secretario de Medio Ambiente de la
provincia y la familia cuyo representante es asesor en el ministerio de Salud de la
Nación (…) Estas son las razones del ninguneo legal que experimenta la Comunidad
India Quilmes.”[31]
V. Derechos y legislación
Hacia 1940, la política estatal para los pueblos originarios se modifica, se intentarán
leyes de “integración”. En la década de los setenta, se pronuncian por la “reparación
histórica”. Los ochenta son un momento propicio, es a partir de este contexto, que se
prefiguran aportes en la reforma constitucional de 1994. Los noventa se inician con un
proceso interesante de idas y vueltas en torno a declaraciones y proyectos de
reformas. Se constituye el Foro Permanente por los derechos de los pueblos indígenas
y además se incorpora legislación internacional.[35]
Conclusiones
Desde la llegada de los españoles a los Valles Calchaquíes, las poblaciones diaguitas
calchaquíes sufrieron la desestructuración de sus formas organizativas. El mundo
agrario creado por estos pueblos, se vio trastocado por la colonización española que
los sometió a formas de explotación no conocidas hasta ese momento. Las
desnaturalizaciones, las formas no libres de trabajo, el repoblamiento de los valles, el
latifundio, la tarea evangelizadora de la iglesia católica fueron parte de los
mecanismos aculturantes utilizados por los súbditos de la corona para menguar la
fortaleza cultural de estos pueblos agroalfareros. Aún así, y a pesar de la tarea
horadante de las familias terratenientes potenciadas durante el período de
construcción del Estado argentino, estos pueblos, pudieron mantener formas
económicas y culturales. Estas formas tienen estrecha relación con la tierra por su
origen campesino. “Nosotros sin territorio, nos sacan parte de nuestra vida, de nuestro
legado cultural” nos dice Sergio Condorí.
Generación tras generación, los diaguitas han mantenido parte de las formas
ancestrales de vida, rearticulándose regionalmente cada vez que los climas políticos lo
hicieron posible. Estas situaciones coinciden con los trabajadores de la ciudad
luchando por sus derechos e intentando llevar adelante un programa de sociedad.
Entre los desafíos a encarar por los pueblos diaguitas, uno de los principales es
trascender el aislamiento, un ejemplo concreto fue la marcha de los pueblos
originarios, una peregrinación más que dio como resultado un tejido de relaciones
emergentes y la posibilidad de generar estrategias de articulación con otras
organizaciones.
Referencia Bibliográfica
· Ansaldi, Waldo. “Quedarse afuera, ladrando como perros a los muros. Protesta y
movimientos sociales en América Latina en la bisagra de los siglos XX y XXI”,
en Movimientos Sociales. Experiencias históricas. Tendencias y conflictos,
Anuario Nº 21, Segunda Época 2005/2006, Escuela de Historia, FHA, UNR,
Ed. Homo SAPIENS
Sitios web
· www.uniondiaguita.blogspot.com
· Sitio de Neocon: http://www.neocon.com.ar/HOME2.html.
· Comunicado de la UPND; prensacontrapunto.com.ar/index.php?
option=com_content&task=view&id=1427&Itemid=1, 19/12/09.
· Rodriguez;
Lorandi http://www.ifeanet.org/publicaciones/boletines/34%283%29/431.pdf
· “Caminando por la Verdad, hacia un Estado
Plurinacional” http://confederacionmapuce.com.ar, 30/04/2010.
· “Organización de Mujeres
Diaguita” http://uniondiaguita.blogspot.com/p/encuentro-de-mujeres-
diaguita.html 22/06/10.
· García Salemi, Ana Cecilia. Comunidad India Quilmes: crónica del despojo y la
persecución. UNT. 2009.
· Quilmes: Luis Costilla, Simón Costilla, Jesús Costilla, Francisco Chaile, Antonio
Caro (Huaypo), Huayra Puca, Sergio Condorí.
[4] Rubio Durán relata que el segundo alzamiento ocurrió entre los años 1630 a
1637, y aunque la pacificación no fuera completada, las consecuencias
socioeconomicas fueron terribles y la situación militar inestable...; los frentes se
paralizaron las acciones bélicas y la inestabilidad y tensión que en ellos se vivía
no estalló hasta 1656-57, cuando comenzó a gestarse el tercer alzamiento de
las parcialidades indígenas de la región; alzamiento que fue sofocado en el
período de 1665-70. Después de numerosas campañas de hostigamiento en el
propio hábitat indígena, llevadas a cabo por el Gobernador Alonso de Mercado
y Villacorta, y tras numerosas, también, entradas de los alzados en las zonas
colonizadas, causando importantes perjuicios y dislocando el sistema. Y en
nota al pie que corresponde a este párrafo destaca una cita de fuente
“Buscamos refugio a nuestras fatigas. Prometiéndonos de la Cathólica atención
de V.R.M. puerto de seguro auxilio a las borrascosas persecuciones que a la
memoria se representa de los naturales del valle de Calchaquí, rebeldes
siempre desde su primer descubrimiento…”. Carta del Cabildo de Catamarca a
SM. de 1 de diciembre de 1692. AGl. Charcas.
[6] En un trabajo sobre los pulares (pueblo pluriétnico originado a partir del
período de hegemonía inca, en el caso de los chicoanas originarios de Cuzco),
Juan Ignacio Quintián relata: fundada la ciudad de Salta la parcialidad de
pulares liderada por Calibay -los chicoanas- se aliaron a los españoles. Como
resultado de este acuerdo fueron asentados sobre una de las entradas al valle
Calchaquí para custodiarla, inaugurando un área fronteriza... Pero en 1630 las
noticias sobre las riquezas minerales ocultas en el Valle alentaron el avance
español sobre la frontera que desencadenó la segunda rebelión indígena.
Articulación política y etnogénesis en los Valles Calchaquíes. Los Pulares
durante los siglos XVII y XVIII. Juan Ignacio
Quintián, http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1668-
80902008000100012
Otras de las parcialidades aliadas a los españoles fueron los Ingamana de
Andalgalá donde el trabajo de Lorena B. Rodríguez se sumerge en la fuentes
que dan cuenta de esta alianza:
“… fueron las guerras criminosas del valle de Calchaquí y habiendo entrado el
señor gobernador don Alonso de Mercado con los tercios de soldados por la
parte de Salta también entró por la parte de la Rioja el general don Francisco
de Nieva con las compañías que por aquella parte tocaban; y dicho mi abuelo
don Juan Camisac… le ofreció a dicho general su persona y toda su gente para
que sirviesen y peleasen… que Dios guarde como ejecutó y cumplió perdiendo
más de cuarenta indios de su pueblo que mataron en las peleas y batallas que
se ofrecieron en dichas guerras y hasta la última conquista y desnaturalización
del menor indio nunca se apartó dicho mi abuelo del lado de los ejércitos de
españoles peleando y guerreando a los otros indios así mismo en la rebelión y
alzamiento… que todo lo referido es público y notorio y habiendo servido y
asistido con la lealtad y obediencia dicho mi abuelo y toda su gente; lo
despojaron y desposeyeron de sus tierras y naturales del valle de Calchaquí
juntamente con los indios alzados y malhechores… el señor don Alonso de
Mercado le hizo la injusticia de desnaturalizarle de calchaquí…”
“y lo cierto es que por huir del dicho cura y la doctrina cristiana quieren irse a
Calchaquí como lo hacen cada día y dice que quiere juntar la gente cuando yo
en persona Vmd. y otros jueces no hemos podido darles caza en aquellos
bosques y montes en que se ocultan por gozar del ocio embriaguez e
idolatrías… (…) Si bien el documento nos dice que estos indígenas huían a
diversos parajes, el valle Calchaquí parece ser el lugar preferido hacia el cual
trasladarse: un espacio físico que pudo haber funcionado como lugar de refugio
y también como soporte de rememoración. El retorno de indígenas
desnaturalizados hacia el valle Calchaquí fue un hecho constante, aunque
motivado por diversas razones (traslado de encomenderos, empresarios
mineros, huidas periódicas y permanentes, individuales y/o colectivas, etc.).
(Lorena B. Rodríguez, 2008).
[13] La huida, puede ser vista, entonces, como una forma más de resistencia
indígena a las presiones impuestas a los indígenas en el espacio pampeano.
"Los indios que salen de aquí a sus pueblos son muchos con las tropas de
vacas y mulas que van al alto Perú y hay que obligarles a los encomenderos
que si los sacan los hagan devolver por la gran facilidad de huir a sus pueblos "
Informe de Bartolomé González de Pobeda para la Audiencia de Charcas, de
1681, en Florencia Carlón.
[14] Primero
fue Nicolás de Aramburu, luego su hijo Fernando y luego el hijo de
Fernando, José Antonio.
[17]En 1796 cuando don Lorenzo Olivares, alcalde del pueblo de indios de
Amaicha, se presentó frente al cabildo de Tucumán y señaló: “…que don
Nicolás de Aramburu con el mayor exceso de jurisdicción se ha introducido al
Pueblo de Indios nombrado Amaicha existente en el paraje de Tafí y por medio
de dos de sus hijos les ha hecho quemar algunas casas de su habitación y se
les ha intimado a desocupar aquel terreno en un breve término con lo demás
que el expresado pedimento contiene…”
[18] El propio Pastrana dijo que: “(…) últimamente los tribunales de Tucumán han ordenado
que se nos desaloje y es por eso que me he venido a buscar el expediente que siguió Olivares,
pero a pesar de las grandes diligencias que he hecho no he podido conseguirlo, que sin duda lo
habrán hecho extraviar maliciosamente y es entonces que he decidido venir a implorar la
protección de V.E (…)”
[22] Enel sitio web de Barrick Gold Sudamérica se puede acceder a videos con
entrevistas a miembros de la comunidad diaguita. Barrik Sudamérica “Proyecto
Pascua-Lama” http://www.barricksudamerica.com/proyectos/pascua-
lama_informacion.php 10/06/10.
[24] La reforma constitucional, implicó el desinterés por parte del Estado nacional de los
recursos naturales. Se realiza un proceso de provincialización de la gestión de los recursos
naturales y se renuncia a su explotación, permitiendo el proceso de privatización en manos de
empresas multinacionales.
[29] Nota
y entrevista a Alberto Guardia en sitio web del Grupo
Construya http://www.grupoconstruya.com.ar/notas/Informes_Detalles.asp?
CCTN=873&CINF=7
[31] Comunicadode la UPND; prensacontrapunto.com.ar/index.php?
option=com_content&task=view&id=1427&Itemid=1 19/12/09.
[32] Idem.
Pampa Rastrero en 3:03
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