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Noviembre 2016
Prof. y Guía Montessori: Fernández Paula A
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Libertad y disciplina
María Montessori tiene una visión del universo en su totalidad. Para ella, la tierra y
todo lo que está en ella, incluyendo el ser humano, es parte del orden cósmico.
Existe una disciplina que mantiene el curso del universo. Los seres humanos como
parte del universo tienen que seguir patrones dictados por leyes de la naturaleza.
Para que el Universo exista debe haber un equilibrio dinámico. Todos los
elementos en el universo están en un proceso de desarrollo. Para que este
desarrollo tenga lugar, se necesita la colaboración de todos.
“El hombre necesita cumplir su misión en el orden cósmico. Para cumplir esta
misión necesita ser libre de desarrollar sus potencialidades individuales.”
La libertad del niño ha de tener como limites el interés colectivo; educación de las
buenas maneras y de los actos. Respeto por ti, respeto por los demás y respeto
por el ambiente. Debemos impedir al niño todo aquello que pueda ofender o
perjudicar a los otros y todo aquello que sea un acto grosero. Pero hemos de
tener presente y en claro que todo lo que tenga un fin útil, cualquiera que sea,
debe ser tolerado y observado por la guía, ya hemos dicho que el maestro será
pasivo y su paciencia debe alimentarse de ansiosa curiosidad científica y de
absoluto respeto por el fenómeno que quiera observar. Es preciso que el maestro
entienda y sienta su posición de observador.
La guía debe impedir todos los actos que no han de realizarse a fin de que el niño
aprenda a discernir lo bueno de lo malo. Es el punto de partida necesario para la
disciplina y representa el tiempo más difícil para la maestra. El niño debe adquirir
para lograr una disciplina activa la diferencia entre el bien y el mal, y es labor de
cada maestra y guía, no confundir al niño que bien pasividad y mal actividad,
como podíamos observar en nociones de disciplinas pasadas. Hemos de
disciplinar para el trabajo, para la actividad, para el bien. Cuando logremos
observar una clase donde los niños se muevan útil, inteligente y voluntariamente
sin hacer ruidos habremos logrado una clase muy bien disciplinada y
paulatinamente estos niños asimilaran un principio de orden colectivo, necesario
para funcionar en sociedad, primero en esa sociedad de niños que ellos mismos
están gestando y donde han de convivir un largo período y luego para salir y
desempeñarse en la sociedad como un todo.
Teniendo en cuenta lo expuesto hasta aquí hemos de saber que cuando un niño
es capaz de obedecer es porque ha desarrollado su voluntad, su última etapa
consciente, y puede escoger libremente el deseo de seguir a otro. Este es el
tercer grado de la obediencia, y el grado por el que el educador debe sentir una
gran satisfacción cuando el niño acepta obedecer y seguirlo.
Tanto limites como reglas deben estar bien delimitadas desde los primeros días en
que comienza una comunidad viva Montessori. Las reglas han de ser claras,
democráticas, respetuosas, deben reconocer el deseo del niño pero a la vez
tener consecuencias. Deben ser firmes pero amables, deben tener en cuanta al
niño, ser reglas conscientes, con sentido.
Es cierto que en la educación Montessori utilizamos mucho la palabra trabajo y
esto a veces a quienes desconocen la pedagogía suele sorprenderles o generar
una idea errónea.
El hecho de elegir libremente que trabajo hacer, el poder repetirlo todas las veces
que quiera y por el tiempo que quiera es lo que promueve concentración y
normalización. Por ello es tan importante el respeto que el ambiente merece,
debe estar medido además de ordenado, ajeno a confusiones y
superficialidades.
Como adultos responsables y guías debemos poner límites para los niños y no
reglas cómodas para nosotros y eso es lo que debemos poder transmitir a los
niños. Si bien queremos niños autónomos y responsables, no todo es compromiso
por parte del niño. Algunas obligaciones nos corresponden a los adultos guías
como lo son presentar un ambiente con actividades que promuevan la
independencia y le permitan al niño ser libre en la práctica de la libertad,
teniendo en claro y enfatizando que en ningún momento será libertinaje.