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DE GACETA JURÍDICA
MANUAL DEL
PROCESO CIVIL
TODAS LAS FIGURAS PROCESALES
A TRAVÉS DE SUS FUENTES
DOCTRINARIAS Y JURISPRUDENCIALES
TOMO I
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
TODAS LAS FIGURAS PROCESALES A TRAVÉS DE SUS
FUENTES DOCTRINARIAS Y JURISPRUDENCIALES
DIVISIÓN DE ESTUDIOS JURÍDICOS
DE GACETA JURÍDICA
MANUAL DEL
PROCESO CIVIL
TODAS LAS FIGURAS PROCESALES
A TRAVÉS DE SUS FUENTES
DOCTRINARIAS Y JURISPRUDENCIALES
TOMO I
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
Todas las figuras procesales a través
de sus fuentes doctrinarias
y jurisprudenciales
TOMO I
PRIMERA EDICIÓN
ABRIL 2015
4,440 ejemplares
© División de Estudios
Jurídicos de Gaceta Jurídica
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hildago Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Miguel Ángel Salinas Arica
Impreso en:
Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto 201–Surquillo
Lima 34–Perú
PRESENTACIÓN
El proceso civil, como vía para discutir y resolver las pretensiones que
las partes ponen a conocimiento del juzgador, se manifiesta a través de una
secuencia de actos sucesivos, de fases concatenadas unas con otras o unas
después de otras, siguiendo un orden lógico, dentro de las cuales las partes
y los demás sujetos que intervienen en el proceso cumplen con el rol que a
cada uno le corresponde según las facultades, obligaciones, deberes, cargas o
derechos que la ley les impone.
La normativa sobre el proceso civil se ocupa de regular ordenadamente,
entre otros, los actos postulatorios, los actos probatorios, los actos impugnato-
rios, los actos resolutivos y, en general, toda la actividad procesal y sus diversas
categorías, todos los cuales constituyen en el fondo una unidad. El proceso
civil visto así, como una unidad, representa una entidad jurídica compleja con-
formada por una pluralidad de elementos, respecto de los cuales es necesario
conocer su esencia aisladamente considerada y sus múltiples interrelaciones; de
ahí la justificación de una obra como esta, en la que se expone detalladamente
la doctrina más representativa y actual relacionada con todas las instituciones
y figuras jurídicas del proceso civil.
Esta forma de desarrollar la disciplina permite poner al alcance del lector,
sea abogado litigante, asesor, magistrado o auxiliar de justicia, la doctrina que
da sustento a esa pluralidad de elementos que componen la relación jurídica
procesal, coadyuvando a la comprensión de su significado, función y fines, así
como destacando su carácter científico.
Pero, como es natural, todo estudio teórico no se considera completo
si no se manifiesta, a su vez, en el ámbito de la práctica; por eso es que en la
presente obra también se incluye esta visión, la cual está representada por la
jurisprudencia de los tribunales. En suma, la conjunción de las fuentes doctrina-
rias y la jurisprudencia casatoria, permitirán al operador del sistema de justicia
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CAPITULO I
LOS ORGANOS JUDICIALES
Y SUS AUXILIARES
1. JURISDICCION
En palabras de Rosenberg, “... la jurisdicción en sentido estricto, llamada
también justicia o administración de justicia, poder tribunalicio, poder judicial
(...) o ‘poder de jurisdicción’ (...) consiste preferentemente en la aplicación del
derecho objetivo al caso concreto y es ejercida por los tribunales a petición de
una parte. Los tribunales a que pertenece la jurisdicción tienen por ello la capa-
cidad de resolución eficaz de las controversias abarcadas por la jurisdicción...”
(ROSENBERG, 1955, Tomo I: 46).
A criterio de Véscovi, “la jurisdicción (...) es la función estatal que tiene el
cometido de dirimir los conflictos entre los individuos para imponer el derecho.
Como su etimología lo expresa, significa ‘decir el derecho’ (juris dictio) aunque,
en la concepción más moderna, no sólo es eso (juzgar) sino también ejecutar lo
juzgado...” (VESCOVI, 1999: 5). Dicho autor precisa que “... la potestad juris-
diccional (...) es el poder-deber de (...) imponer la norma jurídica resolviendo los
casos concretos con el fin de lograr la paz social mediante la imposición del dere-
cho. Naturalmente que en su realización satisface intereses privados (y derechos
subjetivos) al cumplir dicha función pública” (VESCOVI, 1999: 99).
Devis Echandía anota que, en sentido estricto, “... por jurisdicción se entiende
la función pública de administrar justicia, emanada de la soberanía del Estado y ejer-
cida por un órgano especial. Tiene por fin la realización o declaración del derecho
y la tutela de la libertad individual y del orden jurídico, mediante la aplicación de
la ley en los casos concretos, para obtener la armonía y la paz sociales...” (DEVIS
ECHANDIA, 1984, Tomo I: 73). El mencionado tratadista termina definiendo a la
jurisdicción como “... la soberanía del Estado, aplicada por conducto del órgano
especial a la función de administrar justicia, principalmente para la realización
o garantía del derecho objetivo y de la libertad y de la dignidad humanas, y
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(...)
d) Iuditium.- Es la aptitud de dictar la sentencia definitiva que decida el
conflicto; la aptitud judicial más importante, porque se refiere al acto de
juicio hacia el cual se encamina toda la actividad procesal, del juez y de
las partes, y de sus respectivos auxiliares.
(...)
e) Executio.- Igualmente que la coertio, la executio consiste en la aptitud
judicial de recurrir a la fuerza; pero se diferencia de aquélla en que se
refiere a la fuerza necesaria para el cumplimiento de la sentencia defini-
tiva, y no a las diligencias decretadas durante el desarrollo del proceso”
(ODERIGO, 1989, Tomo I: 215-226).
2. ORGANOS JUDICIALES
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Por último, el juez de paz (según el art. 18 de la Ley Nro. 29824) es compe-
tente para tramitar exhortos por requerimiento de otro órgano jurisdiccional en
materia de notificaciones, declaración testimonial e inspección judicial, así como
para ejecutar (por delegación o encargo de otro juez) los actos previstos en la ley
que le sean requeridos.
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- En materia civil:
a) Las pretensiones relativas a las disposiciones generales del Derecho
de Familia y a la sociedad conyugal, contenidas en las Secciones Pri-
mera y Segunda del Libro III del Código Civil y en el Capítulo X del
Título I del Libro Tercero del Código de los Niños y Adolescentes (la
remisión actual debe entenderse hecha al Capítulo IX - “Matrimonio
de adolescentes”- del Título I - “La familia y los adultos responsa-
bles de los niños y adolescentes”- del Libro Tercero - “Instituciones
familiares”- del Código de los Niños y Adolescentes vigente: Ley
Nro. 27337).
b) Las pretensiones concernientes a la sociedad paterno-filial, con
excepción de la adopción de niños y adolescentes, contenidas en
la Sección Tercera del Libro III del Código Civil, y en los Capítu-
los I, II, III, VIII y IX del Libro Tercero del Código de los Niños
y Adolescentes (la remisión actual debe entenderse hecha a los
Capítulos I, II, III, VII y VIII del Libro Tercero del Código de los
Niños y Adolescentes vigente: Ley Nro. 27337), y de la filiación
extramatrimonial prevista en el artículo 402 inciso 6) del Código
Civil. Sobre esto último, cabe indicar que, según se colige del
artículo 5 de la Ley Nro. 28457, el Juez de Familia es el órgano
jurisdiccional competente para conocer de la apelación de la reso-
lución que declara la paternidad, de la que ampara la oposición y
de la que se pronuncia sobre la pretensión acumulada de alimentos,
si fuera el caso (resoluciones emanadas del Juez de Paz Letrado),
en el proceso de filiación judicial de paternidad extramatrimonial
(regulado en la mencionada Ley Nro. 28457).
c) Las pretensiones referidas al derecho alimentario, contenidas en el
Capítulo I del Título I de la Sección Cuarta del Libro III del Código
Civil y en el Capítulo IV del Título I del Libro Tercero del Código de
los Niños y Adolescentes (la remisión actual debe entenderse hecha
al Capítulo IV del Título I del Libro Tercero del Código de los Niños
y Adolescentes vigente: Ley Nro. 27337).
d) Los procesos no contenciosos de inventarios, administración judicial
de bienes, declaración judicial de desaparición, ausencia o muerte
presunta y la inscripción de partidas a que se refiere la Sección Sexta
del Código Procesal Civil, si involucran a niños o adolescentes; así
como la constitución de patrimonio familiar si el constituyente es
un menor de edad.
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- En materia de infracciones:
a) Las infracciones a la ley penal cometidas por niños y adolescentes
como autores o como partícipes de un hecho punible tipificado como
delito o falta.
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- “... Los criterios que sirven para determinar la competencia son esencial-
mente: la materia, la cuantía, la función, el turno y el territorio; siendo
los cuatro primeros absolutos e improrrogables, y el cuarto relativo, y por
lo tanto, prorrogable. El carácter absoluto de la competencia responde
a un interés público, en razón a la estructura y funciones esenciales de
los órganos jurisdiccionales; mientras que la competencia relativa rige
en atención a las necesidades, conveniencia e intereses de las partes...”
(Casación Nro. 114-2007 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 03-12-2008, págs. 23590-23591).
- “... Dentro de los elementos que determinan la competencia del juez unos
son renunciables por las partes y otros no; los elementos de naturaleza
o materia, grado, monto de la causa y grado constituyen leyes de orden
público que no son renunciables (competencia absoluta) y contra los cuales
no vale la voluntad de las partes; en cambio, la territorialidad, o sea la
división de la competencia por razón de territorio, se ha establecido por
una razón práctica en beneficio de los propios litigantes, y por eso éstos
pueden renunciar a este beneficio, constituyendo esto la prórroga de la
competencia (competencia relativa)...” (Casación Nro. 1901-2005 / Lima,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-08-2006, pág. 16872).
- “... Resulta determinante tener en cuenta el elemento de la competencia
por razón de la materia, la que se determina por la naturaleza de la pre-
tensión y por las disposiciones legales que la regulan (según lo establece
el artículo 9° del Código Procesal Civil), es decir, implica identificar la
relación jurídica de donde deriva el conflicto (de orden civil, familiar,
laboral, comercial, administrativo, etc.) y establecer la naturaleza de la
pretensión que de ella deriva, de acuerdo a sus especiales características...”
(Casación Nro. 2811-2006 / Moquegua, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 05-01-2007, págs. 18372-18373).
- “... La competencia por razón de la materia, conforme lo establece el
artículo nueve del Código Procesal Civil, se determina por la naturaleza
de la pretensión y por las disposiciones legales que la regulan. Por ‘natu-
raleza de la pretensión’ entendemos a la naturaleza del litigio o conflicto
de intereses; entonces, es la naturaleza del conflicto de intereses que se
lleva al órgano jurisdiccional, así como las normas jurídicas materiales que
regulan su desenvolvimiento y solución, las que determinan la competen-
cia por razón de la materia...” (Casación Nro. 2030-03 / Lima, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-09-2004, págs. 12718-12720).
- “... Considerando que en el presente caso no se ha respetado la regla de la
competencia por razón de la materia, evidentemente se ha infringido una
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partes cumplan sus mandatos, cuyo importe será a favor del litigante
perjudicado por el incumplimiento.
Podrá asimismo aplicar sanciones conminatorias a terceros en los casos
en que la ley lo establece” (ALVAREZ JULIA; NEUSS; y WAGNER,
1990: 63-64).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a las facultades del
Juez, ha establecido lo siguiente:
- “... El proceso y los actos procesales no son formalismos rígidos o pétreos
pues conforme al perfil ideológico de nuestra ley procesal el Juez puede
adecuar la exigencia de las formalidades procesales a los fines del pro-
ceso...” (Casación Nro. 1817-2000 / Lima, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 02-01-2001, págs. 6649-6650).
- “... Si bien los jueces están facultados para adaptar la vía procedimental
como lo anota el artículo cincuentiuno inciso primero del Código Pro-
cesal Civil, ello debe ser mediante resolución que lo justifique siempre
que sea posible su adaptación y antes del saneamiento del proceso, pues
luego de ello se declara la existencia de una relación jurídico procesal
válida...” (Casación Nro. 2506-2001 / Ica, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 01-04-2002, pág. 8519).
- “... El Artículo tercero del Título Preliminar del Código Procesal Civil,
prescribe que son fines del proceso el resolver un conflicto de intereses
o eliminar una incertidumbre jurídica y además lograr la paz social en
justicia; facultándose por ello al Juez a intervenir durante todo el desarrollo
del proceso para que éste se lleve de acuerdo a ley y poder contar con
elementos de convicción suficientes al momento de decidir la controver-
sia”. (Casación Nro. 799-99 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 20-11-1999, págs. 4030-4031).
- “... Los magistrados cuentan con determinados poderes inquisitivos para
el esclarecimiento de la certeza de los hechos controvertidos, poderes
de iniciativa probatoria que son independientes de la carga de la prueba
que incumbe a las partes, y que se encuentran previstos en los artículos
cincuenta y uno inciso segundo y ciento noventa y cuatro del Código
Procesal Civil, los que debe ejercitar de ser necesario...” (Casación Nro.
772-06 / Chincha, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-02-
2007, pág. 18780).
- “... La apreciación y criterio razonado utilizado por los jueces para resolver
las causas es una de las facultades que la ley les otorga y su aplicación
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- “... De acuerdo con lo que dispone el artículo 50, inciso 6° del Código
Procesal Civil, a los jueces les asiste el deber de fundamentar los autos
y sentencias, tanto de hecho como de derecho, respetando los derechos
de jerarquía de las normas y el de congruencia, bajo sanción de nulidad;
siendo esta una garantía de la administración de justicia que es tras-
cendente, pues tiende a preservar tanto el derecho de defensa como la
eficacia y validez de los actos procesales...” (Casación Nro. 1147-2008 /
Ucayali, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 03-09-2008, págs.
22885-22886).
- “... La motivación de las resoluciones judiciales es un principio con
garantía constitucional a tenor del artículo ciento treinta y nueve inciso
quinto de la Constitución Política del Estado, lo que es concordante con
el inciso sexto del artículo cincuenta del Código Procesal Civil e inciso
tercero del artículo ciento veintidós del glosado dispositivo procesal,
normas por las que se establece la obligación del juzgador de señalar en
forma expresa la ley que aplican al razonamiento jurídico aplicado, así
como los fundamentos fácticos que sustentan su decisión[,] respetando
el Principio de Jerarquía de las Normas y de Congruencia, lo que signi-
fica que el Principio de Motivación garantiza a los justiciables que las
resoluciones jurisdiccionales no adolecerán de defectuosa motivación...”
(Casación Nro. 4452-2006 / Piura, publicada en el Diario Oficial El Pe-
ruano el 03-12-2008, págs. 23597-23598).
- “... El principio de motivación de las resoluciones judiciales [...] tiene
rango constitucional, y [...] exige al juzgador exponer las razones que
justifican su decisión, la que debe ser cierta, coherente y verificable, la
que debe respectar [sic] el principio de congruencia procesal...” (Casación
Nro. 250-2007 / Callao, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-
09-2008, págs. 23128-23130).
- “... La obligación de fundamentar las sentencias [...] implica que la deci-
sión judicial esté precedida de la argumentación que la justifique y que la
explique, para que el litigante pueda seguir el pensamiento del juzgador,
que concluye en el fallo...” (Casación Nro. 2535-2007 / Junín, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-06-2008, pág. 22397).
- “... El deber de fundamentación de las sentencias impone el respeto a
las jerarquías de las normas y la congruencia, basándose en las cues-
tiones de hecho y de derecho...” (Casación Nro. 3267-2007 / Lamba-
yeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 04-09-2008, págs.
22975-22976).
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Los miembros del Poder Judicial son responsables civil, penal y administra-
tivamente con arreglo a la ley de la materia. Así lo establece el artículo 43 de la
Ley de la Carrera Judicial (Ley Nro. 29277).
Lo concerniente a las faltas de los Jueces se halla previsto en el Subcapítulo
I (“Faltas”) del Capítulo V (“Régimen disciplinario”) del Título III (“Deberes y
derechos, prohibiciones, impedimentos e incompatibilidades de los Jueces”) de la
Ley de la Carrera Judicial (Ley Nro. 29277, del 04-11-2008), en los arts. 44 al 48.
En relación a las sanciones por faltas de los Jueces, cabe indicar que ello
está normado en el Subcapítulo II (“Sanciones”) del Capítulo V (“Régimen dis-
ciplinario”) del Título III (“Deberes y derechos, prohibiciones, impedimentos
e incompatibilidades de los Jueces”) de la Ley de la Carrera Judicial (Ley Nro.
29277, del 04-11-2008), en los arts. 49 al 56.
El procedimiento disciplinario relacionado con los Jueces es materia de tra-
tamiento legal en el Subcapítulo III (“Procedimiento disciplinario”) del Capítulo
V (“Régimen disciplinario”) del Título III (“Deberes y derechos, prohibiciones,
impedimentos e incompatibilidades de los Jueces”) de la Ley de la Carrera Judicial
(Ley Nro. 29277, del 04-11-2008), en los arts. 57 al 62.
En cuanto a la responsabilidad penal en que puede incurrir el Juez, cabe indicar,
a manera de ejemplo, que dicha responsabilidad puede derivar de la comisión por
parte de aquél de los siguientes ilícitos penales:
- Prevaricato. Al respecto, el artículo 418 del Código Penal preceptúa que
el Juez o el Fiscal que dicta resolución o emite dictamen, manifiestamente
contrarios al texto expreso y claro de la ley, o cita pruebas inexistentes o
hechos falsos, o se apoya en leyes supuestas o derogadas, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de cinco años.
- Mandato malicioso o ilegal de detención u omisión de mandato de li-
bertad. Sobre el particular, el artículo 419 del Código Penal establece
que el Juez que, maliciosamente o sin motivo legal, ordena la detención
de una persona o no otorga la libertad de un detenido o preso, que debió
decretar, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos
ni mayor de cuatro años.
- Conocimiento de proceso en el que se participó como abogado. Al res-
pecto, el artículo 420 del Código Penal señala que el juez o fiscal que
conoce en un proceso que anteriormente patrocinó como abogado, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años.
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- Decretos.
- Autos.
- Sentencias.
2.10.1 Decretos
Los decretos suelen ser denominados también providencias o providencias sim-
ples o providencias de mera tramitación o autos de trámite o autos de sustanciación.
En opinión de Beatriz Quintero y Eugenio Prieto, “los autos de trámite dispo-
nen una simple impulsión del proceso, no requieren motivación...” (QUINTERO;
y PRIETO, 1995, Tomo II: 198).
A decir de Andrés de la Oliva y Miguel Angel Fernández, las providencias son
“... resoluciones de tramitación o (...) de ordenación material. Y por tramitación
se ha de entender el desarrollo procedimental, el avance de los actos conforme a
la serie de ellos abstractamente prevista en la norma procesal. Esto significa, cier-
tamente, un impulso procesal (y de oficio), es decir, paso de un acto al siguiente o
de una fase a la sucesiva cuando se producen los supuestos de hecho (procesales)
contemplados por la ley...” (DE LA OLIVA; y FERNANDEZ, 1990, Tomo II: 134).
Conforme se desprende de nuestro ordenamiento jurídico, los decretos son
resoluciones expedidas por los auxiliares jurisdiccionales (obviamente por indica-
ción del respectivo magistrado, quien, como es sabido, es el director del proceso) y
orientadas a impulsar el proceso, que disponen la realización de actos procesales de
mero trámite, tan es así que, a diferencia de los autos y sentencias, los decretos no
requieren de fundamentación alguna (arts. 121 -primer párrafo- y 122 del C.P.C.).
2.10.2 Autos
Andrés de la Oliva y Miguel Angel Fernández anotan que los autos (llamados
también providencias interlocutorias) “... son las resoluciones que se dictan para
resolver cuestiones de importancia, afectantes a intereses de los litigantes dignos
de protección, pero distintas de la cuestión principal o de fondo, distintas, por tanto,
del objeto principal y necesario del proceso. (...) los autos son las resoluciones
con las que, salvo que se indique expresamente que deben solventarse mediante
sentencia, se deciden las denominadas cuestiones incidentales, que no pongan fin
al proceso” (DE LA OLIVA; y FERNANDEZ, 1990, Tomo II: 135).
Devis Echandía sostiene que los autos o providencias interlocutorias “... son
decisiones pronunciadas en el curso de las instancias o del trámite de los recursos
extraordinarios de casación y revisión, o para el cumplimiento de la sentencia en el
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mismo proceso, sobre puntos que no son del simple trámite que contienen alguna
cuestión de fondo distinta de resolver sobre las pretensiones de la demanda y las
excepciones de fondo o mérito opuestas a ellas y que en ocasiones le ponen fin
al proceso, por ejemplo, cuando se declara su perención o caducidad o se acepta
una transacción total o el desistimiento de la demanda o del recurso de apelación
o casación contra la sentencia” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II: 456).
Se infiere del texto del segundo párrafo del artículo 121 del Código Procesal
Civil, que los autos son aquellas resoluciones expedidas por el Juez a través de
las cuales:
- Se resuelve la admisibilidad o inadmisibilidad y la procedencia o impro-
cedencia de la demanda.
- Se resuelve la admisibilidad o inadmisibilidad y la procedencia o impro-
cedencia de la reconvención.
- Se resuelve lo relativo al saneamiento del proceso (esto es, se determina
si existe o no una relación jurídica procesal válida).
- Se resuelve lo concerniente a la interrupción y conclusión del proceso
(con declaración sobre el fondo o sin ella).
- Se resuelve acerca de las formas especiales de conclusión del proceso
(conciliación, allanamiento, reconocimiento, transacción judicial, desis-
timiento y abandono) que se hubieran presentado en el curso de la causa.
- Se resuelve el concesorio o denegatorio de los medios de impugnación:
recursos (reposición, apelación, casación y queja) y remedios (solicitud
de declaración de nulidad procesal y cuestiones probatorias como la tacha
y la oposición).
- Se resuelve la admisión, improcedencia o modificación de medidas cau-
telares (secuestro judicial o conservativo, embargo en forma de depósito,
embargo en forma de inscripción, embargo en forma de retención, em-
bargo en forma de intervención en recaudación o información, embargo
en forma de administración, medidas temporales sobre el fondo, medidas
innovativas, medidas de no innovar, etc.).
- Se adoptan todas las demás decisiones para las que se exige la debida
fundamentación (excluyéndose, obviamente, el pronunciamiento judicial
acerca de la cuestión controvertida en el que se declare el derecho que
corresponde a las partes, que no se hará mediante auto sino a través de
la sentencia).
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2.10.3 Sentencias
Para Aldo Bacre, la sentencia es “el acto jurídico procesal emanado del juez
y volcado en un instrumento público, mediante el cual ejercita su poder-deber ju-
risdiccional, declarando el derecho de los justiciables, aplicando al caso concreto
la norma legal a la que previamente ha subsumido los hechos alegados y probados
por las partes, creando una norma individual que disciplinará las relaciones recí-
procas de los litigantes, cerrando el proceso e impidiendo su reiteración futura”
(BACRE, 1992, Tomo III: 396).
En palabras de Beatriz Quintero y Eugenio Prieto, “se denominan sentencias
las providencias que deciden las pretensiones de la demanda y las excepciones de
mérito, los extremos de la litis, es decir, bien sea que se pronuncien en primera o
en segunda instancia o en los recursos extraordinarios de casación y revisión...”
(QUINTERO; y PRIETO, 1995, Tomo II: 196). Los citados juristas añaden que
“la sentencia como manifestación jurídica es la voluntad plasmada de la solución
de una causa en su fondo mismo y presupone igualmente el agotamiento de un
proceso” (QUINTERO; y PRIETO, 1995, Tomo II: 197).
Devis Echandía, en relación a la sentencia, manifiesta lo siguiente:
“La sentencia es el acto por el cual el juez cumple la obligación jurisdic-
cional derivada de la acción y del derecho de contradicción, de resolver
sobre las pretensiones del demandante y las excepciones de mérito o
fondo del demandado.
Mediante la sentencia se convierte, para cada caso, en voluntad concreta
la voluntad abstracta del legislador que la ley contiene.
Toda sentencia es una decisión y el resultado de un razonamiento o juicio
del juez, en el cual existen las premisas y la conclusión. Pero al mismo
tiempo contiene un mandato, pues tiene fuerza impositiva, ya que vincula
y obliga. Es, por lo tanto, el instrumento para convertir la regla general
contenida en la ley, en mandato concreto para el caso determinado. Pero
no es en sí misma un mandato, ya que se limita a aplicar el que contiene
la ley” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II: 515-516).
Aldo Bacre, en relación con la estructura de la sentencia, apunta lo siguiente:
“... La doctrina divide a la sentencia en tres partes: resultandos, conside-
randos y fallo (...).
- Resultandos
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- “... La parte resolutiva o fallo de una sentencia, [...] además de que exte-
rioriza una decisión jurisdiccional debe ser el resultado o consecuencia
lógica de los aspectos tomados en cuenta por el juzgador en la parte con-
siderativa de la misma...” (Casación Nro. 2881-99 / Tumbes, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-01-2001, págs. 6839-6840).
- “... La decisión contenida en la sentencia debe pronunciarse en forma
clara y no ambigua sobre todos los puntos controvertidos, debiendo tener
un nexo de causalidad con el razonamiento lógico jurídico esgrimido en
su parte considerativa...” (Casación Nro. 2733-2002 / Lima, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 31-08-2004, págs. 12637-12638).
- “... El ordenamiento jurídico exige a todo magistrado que, al momento de
resolver el conflicto intersubjetivo de intereses, expida una sentencia que
se encuentre ajustada no solo a las normas jurídicas pertinentes sino que
también se ajuste a los hecho [sic -léase hechos-] acaecidos tanto dentro
como fuera del proceso; [...] estos argumentos se encuentran positiviza-
dos en el inciso tercero de artículo ciento veintidós del Código Procesal
Civil, [...] el mismo que reconoce, como contenido de la resolución,
el que se ajuste a lo actuado y al derecho, esto es, que se presente una
perfecta coherencia entre los hechos acaecidos y las normas aplicadas
con lo resuelto en el proceso...” (Casación Nro. 3202-2002 / Arequipa,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-09-2003, pág. 10805).
- “... Al emitirse sentencia, las demandas pueden ser declaradas fundadas
en su totalidad o sólo en parte o infundadas o improcedente (sic)...” (Ca-
sación Nro. 2512-99 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
07-04-2000, págs. 4986-4987).
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del ponente; así, [...] la vocal dirimente [...] al cambiar su voto tomando
en cuenta [...] nuevos elementos [...], ha concordado con el voto del po-
nente, lo que constituye una variación razonable de formación del fallo;
por consiguiente, ha operado la regla excepcional antes descrita, y como
tal, no se ha producido infracción al debido proceso; [...] la figura del
voto concordante es una figura establecida de manera excepcional en la
Ley Orgánica del Poder Judicial, por ello, su aplicación debe ser sólo de
manera restringida y en tanto se justifique razonablemente la modifica-
ción del voto...” (Casación Nro. 678-2005 / Lima, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 30-10-2006, págs. 17436-17437).
- “... El voto del doctor [Vocal] [...] no forma parte de la sentencia de vista,
sino es un voto singular...” (Casación Nro. 2732-2000 / Ayacucho, publi-
cada en el Diario Oficial El Peruano el 30-04-2001, págs. 7213-7214).
- “... La sentencia [de vista] representa la decisión del Colegiado inte-
grado por los tres Vocales; [...] los considerandos contenidos en el voto
dirimente no son parte integrante de los fundamentos de la resolución
impugnada, por lo que no existe la contradicción o incoherencia aludida
por la recurrente...” (Casación Nro. 2256-2000 / Callao, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-01-2001, pág. 6866).
- “... En el presente caso no se trata de que hay dos sentencias, sino que
al haber coincidido los señores vocales respecto de uno de los extremos
de la demanda y habiendo discordia sobre el otro extremo, cuando se
resuelve esta discordia, se complementa el fallo y constituye uno sólo
y en él se han resuelto todos los puntos controvertidos, por lo que no
existe infracción a las formas esenciales para la eficacia y validez de los
actos procesales...” (Casación Nro. 4024-2001 / Arequipa, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 01-07-2002, págs. 8951-8952).
- “... De acuerdo al artículo ciento cuarentiuno del Texto Unico Ordenado
de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en las Cortes Superiores tres
votos conformes hacen resolución, tratándose de las que ponen fin a la
instancia, y en los demás casos bastan dos votos conformes; estable-
ciendo el artículo ciento veintidós quinto párrafo del Código Procesal
Civil, que cuando los órganos jurisdiccionales colegiados expidan autos,
sólo será necesaria la conformidad y firma del número de miembros
que hagan mayoría relativa; preceptos estos de los cuales se concluye
indubitablemente que en las Salas Civiles de las Cortes Superiores se
requieren de tres votos conformes para arribar a una sentencia; [...] en
ese orden, el artículo ciento cuarenticuatro de la misma Ley Orgánica
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- “... Sostiene [el recurrente] que se ha infringido la última parte del artículo
ciento veintiuno del Código Procesal Civil, indicando que la sentencia
recurrida además de no pronunciarse sobre el fondo de la litis, consigna
argumentos extraños que conducen a una decisión de la misma índole, sin
embargo, es necesario precisar que la norma que invoca define lo que es
una sentencia, y la facultad del juzgador para pronunciarse sobre el fondo
de la litis o eventualmente sobre la validez de la relación procesal, siendo
esto último lo que realizó el superior colegiado, por lo que no se observa
que se hubiese incurrido en causal de nulidad alguna...” (Casación Nro.
1667-99 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-03-2001,
pág. 6957).
- “... La sentencia de mérito no contraviene dicho principio [principio iura
novit curia]; pues de conformidad con el artículo ciento veintiuno in fine
del Código Adjetivo [C.P.C.], [se] permite excepcionalmente pronunciarse
en la sentencia sobre la validez de la relación procesal, cuando advierta
la falta de conexidad entre lo peticionado, los fundamentos fácticos y
medios probatorios que lo sustenta [sic -léase sustentan-]...” (Casación
Nro. 3402-2000/ Cono Norte, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 31-08-2001, pág. 7609).
- “... Tampoco se ha afectado el principio de preclusión del proceso, pues
la facultad del Juez de declarar la improcedencia de la demanda en la
sentencia está expresamente concedida por el último párrafo del artículo
ciento veintiuno del Código Adjetivo [C.P.C.]...” (Casación Nro. 1019-
2000 / Cono Norte - Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
01-03-2001, págs. 7068-7069).
- “... Si bien es verdad que, como dispone el Artículo cuatrocientos sesen-
tiséis del Código Procesal Civil, consentida o ejecutoriada la resolución
que declara el saneamiento procesal precluye toda petición referida a
impugnar la validez de la relación jurídica procesal, esto no limita la
facultad del juzgador, concedida por el Artículo ciento veintiuno ‘in
fine’ del mismo Código, para en sentencia, excepcionalmente, revisar
nuevamente dicha relación y pronunciarse sobre ella, por lo que ha-
biendo el juzgador de mérito obrado en ejercicio de sus facultades, no
se contraviene el derecho del recurrente al debido proceso” (Casación
Nro. 1136-99 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 12-11-1999, pág. 3914).
- “... El devenir del proceso de acuerdo a lo regulado por nuestro orde-
namiento procesal importa, evidentemente, que para llegar a la etapa
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- “... El artículo 121 in fine del Código Procesal Civil dispone que me-
diante la sentencia el Juez pone fin a la instancia o al proceso en defi-
nitiva, pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre
la cuestión controvertida declarando el derecho de las partes, o excep-
cionalmente sobre la validez de la relación procesal; en consecuencia,
cuando el órgano jurisdiccional de instancia quiere hacer uso de la
facultad conferida en la precitada norma adjetiva al expedir la sentencia
definitiva -pronunciarse de manera excepcional sobre la validez de la
relación procesal- debe motivar debidamente su fallo, esto es, indicar
las razones que justifican la expedición de un fallo excepcional...” (Ca-
sación Nro. 2747-2007 / Ica, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 04-09-2008, pág. 23073).
- “... Si bien es cierto que el tercer párrafo del artículo ciento veintiuno
del mismo cuerpo normativo [C.P.C.] dispone que, excepcionalmente,
el Juez a través de la sentencia puede pronunciarse sobre la validez de la
relación jurídica procesal, se exige para ello que la decisión así expedi-
da sea expresa, precisa y motivada, y en tal circunstancia, que se funde
en una causal expresamente prevista por ley; entonces, debe concluirse
que la facultad del Juzgador para emitir una resolución inhibitoria se
circunscribe a criterios de razonabilidad debidamente justificados, los
que, resulta evidente, no se han respetado en este caso, violándose así los
derechos fundamentales relativos al debido proceso y a la tutela jurisdic-
cional efectiva previstos en el inciso tercero del artículo ciento treinta y
nueve de la Constitución Política vigente...” (Casación Nro. 4638-06 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-04-2008, págs.
21969-21970).
- “... Conforme a lo dispuesto en la última parte del Artículo ciento vein-
tiuno del Código Procesal Civil el Juez al momento de sentenciar puede
pronunciarse excepcionalmente sobre la validez de la relación procesal.
(...) debe precisarse atendiendo a la orientación de nuestra novísima le-
gislación procesal que esta facultad debe ejercerse restringidamente a la
existencia de vicios de carácter insubsanable” (Casación Nro. 192-96 /
Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-01-1998,
págs. 343-344).
- “... Si bien el artículo 121 del Código Procesal Civil in fine ha pre-
visto que los Jueces excepcionalmente pueden expedir sentencia
inhibitoria, pronunciándose acerca de la validez de la relación jurí-
dico procesal, tal posibilidad debe entenderse que está prevista sólo
para aquellos casos en los que al momento de expedir sentencia se
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Sólo los autos y sentencias (y no los decretos) deben contener, bajo sanción
de nulidad, conforme lo señala el inciso 3) del artículo 122 del Código Procesal
Civil, la mención sucesiva de los puntos sobre los que versa la resolución.
Sólo los autos y sentencias (estando excluidos los decretos) deben contener,
bajo sanción de nulidad, las consideraciones, en orden numérico correlativo, de
los fundamentos de hecho y de derecho que sustentan la decisión (lo que implica,
en este último caso, la cita de la norma o normas aplicables en el respectivo con-
siderando), lo que debe guardar correspondencia con el mérito de lo actuado (art.
122 -inc. 3)- del C.P.C.).
Sólo los autos y sentencias (y no los decretos) deben contener, bajo sanción
de nulidad, la expresión clara y precisa de lo que se decide u ordena respecto de
todos los puntos sobre los que versa la resolución judicial de que se trate (art. 122
-parte inicial del inc. 4)- del C.P.C.). Es de destacar que, según se desprende de
la parte final del inciso 4) del artículo 122 del Código Procesal Civil, en caso de
que el órgano jurisdiccional desestimara un pedido determinado debido a la inob-
servancia de algún requisito o a la cita errónea de la norma aplicable a su criterio,
tiene la obligación de señalar de manera expresa cuál es el requisito omitido o
defectuosamente cumplido o, según el caso, la norma legal aplicable al asunto de
que se trate. Naturalmente, el requisito aludido debe ser uno previsto por la ley y,
en cuanto al precepto legal aplicable a criterio del juzgador, cabe señalar que éste
tiene que explicar por qué resulta aplicable.
Sólo los autos y sentencias (y no los decretos) deben contener, bajo sanción de
nulidad, el plazo para su cumplimiento, si fuera el caso (art. 122 -inc. 5)- del C.P.C.).
De conformidad con lo dispuesto en el inciso 6) del artículo 122 del Código
Procesal Civil, únicamente las sentencias deben contener, bajo sanción de nuli-
dad, la condena en costas y costos y, si procediera, de multas, o la indicación de
la exoneración de su pago (que, en el caso de las costas y costos procesales, debe
ser, además de expresa, debidamente fundamentada: art. 412 -primer párrafo- del
C.P.C.).
Todas las resoluciones (decretos, autos y sentencias) deben contener, bajo
sanción de nulidad, la firma del Juez y del auxiliar jurisdiccional correspondiente
(art. 122 -inc. 7)- del C.P.C.). Lo señalado constituye la regla general respecto de la
cual los tres últimos párrafos del artículo 122 del Código Procesal Civil establecen
las siguientes precisiones: A. en primera y segunda instancia, así como en la Corte
Suprema, las sentencias deben contener la firma completa del Juez o Jueces que
las emiten (en este último caso, si se trata de órgano jurisdiccional colegiado); B.
en primera y segunda instancia, así como en la Corte Suprema, los autos llevan
media firma del Juez o Jueces que los expiden (en este último caso, si se trata
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Según se desprende del artículo 123 del Código Procesal Civil, una resolución
adquiere la autoridad de cosa juzgada: a) cuando no proceden contra ella otros
medios impugnatorios que los ya resueltos; y b) cuando las partes renuncian ex-
presamente a interponer medios impugnatorios o dejan transcurrir los plazos sin
formularlos. Como se observa, la cosa juzgada no alcanza únicamente a la sentencia
sino a toda resolución que se encuentre comprendida dentro de los supuestos del
artículo citado. Así, por ejemplo, tienen calidad de cosa juzgada:
- La conciliación (art. 328 del C.P.C.).
- La transacción (arts. 337 -segundo párrafo- del C.P.C. y 1302 -último
párrafo- del C.C.).
- El desistimiento de la pretensión (art. 344 -primer párrafo- del C.P.C.).
- Los laudos arbitrales (art. 59 -inciso 2)- del Decreto Legislativo Nro.
1071).
De conformidad con el penúltimo párrafo del artículo 123 del Código Procesal
Civil, la cosa juzgada alcanza: a) a las partes; y b) a quienes de ellas deriven sus
derechos. Siempre que hubieran sido citados con la demanda, pueden extenderse
los efectos de la cosa juzgada: a) a los terceros cuyos derechos dependen de los
de las partes; y b) a los terceros de cuyos derechos dependen los de las partes.
Como se observa, la certeza y carácter incuestionable de una determinada situación
ventilada judicialmente, derivados de la cosa juzgada, son en realidad relativos
por no ser oponibles a todas las personas al contraerse solamente a los litigantes
o a quienes de ellos emanan sus derechos.
El último párrafo del artículo 123 del Código Procesal Civil establece dos
restricciones a la inmutabilidad de la resolución que adquiere la autoridad de cosa
juzgada, a saber: la nulidad de cosa juzgada fraudulenta (art. 178 del C.P.C.) y la
corrección de resoluciones (art. 407 del C.P.C.).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a las resoluciones
con autoridad de cosa juzgada, ha establecido lo siguiente:
- “... Uno de los principios que conforman el derecho procesal es el principio
de la cosa juzgada, que consiste en revestir a las sentencias de una calidad
especial, en virtud del cual [sic -léase en virtud de la cual-] no se permite
que las partes frente a quienes se profiere puedan volver a instaurar un se-
gundo proceso con base en los mismos pedimentos y sobre iguales hechos.
Este principio obedece a la necesidad de darles el carácter de definitivo
a las sentencias y evitar así que se susciten por las mismas cuestiones
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3. AUXILIARES JURISDICCIONALES
De acuerdo a lo normado en el artículo 54 del Código Procesal Civil, son
auxiliares de la jurisdicción civil:
- Los Secretarios de Sala.
- Los Relatores.
- Los Secretarios de Juzgado.
- Los Oficiales auxiliares de justicia.
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3.2 Relatores
Los Relatores son funcionarios públicos letrados adscritos a las Salas de la
Corte Suprema o de las Cortes Superiores que tienen las siguientes funciones u
obligaciones (según el art. 263 de la L.O.P.J.):
1. Concurrir a las Cortes antes de que comience el despacho.
2. Guardar secreto de lo que ocurre en la Sala.
3. No dar razón del despacho antes de que las resoluciones hayan sido
autorizadas.
4. Recibir, bajo constancia, los procesos que deben ser tramitados o resueltos
durante las horas de despacho, dando cuenta a la Sala el mismo día.
5. Hacer presente a la Sala y al Vocal ponente en su caso, las nulidades y
omisiones que adviertan en los autos y las insuficiencias de los poderes.
6. Hacer presente a la Sala, antes de empezar la audiencia, si de autos resulta
que alguno de los Vocales está impedido.
7. Hacer relación verbal de las causas en el acto de su vista.
8. Escribir las resoluciones que expide la Sala.
9. Cuidar que no quede ninguna resolución sin ser firmada por los Magis-
trados, el mismo día que se dicta.
10. Cuidar que la nominación de los Vocales, al margen de las resoluciones,
corresponda exactamente a los miembros de la Sala que las hayan dictado,
bajo responsabilidad que les es exclusiva y que hace efectiva la misma
Sala aplicando la medida disciplinaria que corresponda.
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11. Devolver los expedientes a la Secretaría, el mismo día en que son despa-
chados bajo cargo firmado en el libro respectivo.
12. Registrar en los libros respectivos, con el visto bueno del Presidente de
la Sala, la distribución de las causas entre los ponentes y su devolución,
así como los votos en caso de discordia.
13. Llevar un registro en que se anota diariamente, con el visto bueno del Vocal
menos antiguo de la Sala, las partidas relativas a los autos y sentencias
que se dicten, extractando la parte resolutiva e indicando los nombres de
los litigantes objeto de la causa y los nombres de los Magistrados.
14. Comunicar de palabra a los Magistrados llamados a dirimir discordia, el
decreto por el que se les llama y poner en autos la constancia respectiva.
15. Presentar semanalmente al Presidente de la Sala una razón de las causas
que hayan quedado al voto, con indicación de las fechas en que se vieron.
16. Concurrir a las audiencias e informes orales y leer las piezas del proceso
que el Presidente ordene.
17. Llevar un libro en que se anote el día y hora señalados para las audiencias
o informes orales, con indicación del nombre de las partes, su situación
procesal, del Fiscal que debe actuar, si fuera el caso, y de los defensores
designados, así como el Juzgado del que proviene la causa.
18. Las demás que correspondan conforme a la ley y al Reglamento.
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- Los otros órganos que determine la ley (como, por ejemplo, el custodio,
los traductores e intérpretes).
3.5.1 Perito
El perito es aquella persona que cuenta con conocimientos especializados
sobre alguna ciencia, arte, oficio o materia y que es llamado por el órgano judicial
a fin de que le auxilie sobre algún hecho que escapa a su saber y exponga sus ob-
servaciones y exámenes realizados, así como sus conclusiones sobre lo analizado,
todo lo cual estará contenido en su informe pericial o dictamen (el mismo que no
es determinante como prueba, pues será debidamente valorado por el juzgador
como cualquier otro medio probatorio).
Cardoso Isaza opina que los peritos “... son auxiliares del juez y su dictamen
un medio de prueba, que si bien presenta a veces características que lo asemejan
más que todo a la declaración del testigo, difiere de ella no sólo por su aspecto
formal, sino por razón de su contenido, como que no sólo envuelve un mero re-
lato de hechos previamente percibidos, fijados y conservados, sino que involucra
conclusiones originadas en razonamientos abstractos para los cuales se requieren
especiales conocimientos técnicos, científicos o artísticos” (CARDOSO ISAZA,
1979: 358).
El perito es un órgano de auxilio judicial, un colaborador técnico del magis-
trado o un órgano de prueba, como se quiera, cuya participación es imparcial y
-en ocasiones- necesaria. Así lo deja entrever Nelson Suárez cuando afirma que
“el perito es un auxiliar de justicia, que debe actuar con absoluta imparcialidad,
comprometiéndose solamente con su inteligencia, ciencia o saber, y suministrando
verazmente los informes técnicos que se le requieran, con abstracción del origen
de su nombramiento y sin otro interés que el de colaborar con la justicia, la ley y
la paz social” (SUAREZ, 1972: 67).
La Ley Orgánica del Poder Judicial regula lo concerniente a los peritos en el
Capítulo I (“Peritos”) del Título II (“Organos de auxilio judicial”) de su Sección
Sexta (“Organos auxiliares”), en los arts. 273 al 280. Por su parte, el Código Pro-
cesal Civil regula la pericia en el Capítulo VI (“Pericia”) del Título VIII (“Medios
probatorios”) de su Sección Tercera (“Actividad procesal”), en los arts. 262 al 271.
3.5.2 Depositario
El depositario es el órgano de auxilio judicial (art. 55 del C.P.C.) que recibe
la cosa sobre la cual recae el embargo en forma de depósito con la obligación de
cuidarla diligentemente y conservarla en su poder, haciendo entrega de ella cuando
el órgano jurisdiccional se lo ordene.
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3.5.3 Custodio
El custodio es el órgano de auxilio judicial encargado de cuidar, conser-
var y restituir -cuando le sea requerido y en el estado que lo recibió- el bien
sobre el cual recae una medida cautelar en forma de secuestro, ya sea judicial
o conservativo.
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Una vez nombrado el custodio y aceptado el cargo por éste, asume, bajo res-
ponsabilidad civil y penal, una serie de obligaciones contempladas en los artículos
649 -segundo párrafo- y 655 del Código Procesal Civil, a saber:
- Debe conservar los bienes en custodia en el mismo estado en que los
recibe y a la orden del Juzgado.
- Tiene que velar por los bienes secuestrados en el local destinado para
ello, estando impedido entonces de trasladarlos a un lugar distinto sin
autorización del Juez (salvo que tal traslado sea necesario para evitar su
deterioro, pérdida o destrucción).
- Está obligado a facilitar el acceso permanente al local donde se hallan
los bienes secuestrados, tanto a las partes como al veedor (si lo hubiere),
con la finalidad de que puedan observar tales bienes.
- Debe presentar los bienes sobre los que recae la medida cautelar de
secuestro dentro del día siguiente al de la intimación del Juez, sin poder
invocar derecho de retención (aun en el supuesto de que no se le haya
retribuido por su labor).
- Está sujeto a dar cuenta inmediata al Juez de todo hecho que pueda sig-
nificar alteración de los objetos en secuestro.
- Debe observar todo lo demás que regulen otras disposiciones.
3.5.4 Interventor
El interventor (órgano de auxilio judicial: art. 55 del C.P.C.) es la persona
designada por el Juez en caso de trabarse un embargo en forma de intervención,
que tendrá a su cargo la labor de recaudar los ingresos (interventor recaudador) u
obtener información (interventor informador) sobre el movimiento económico de
una empresa de persona natural o jurídica.
Según Alvarez Juliá, Neuss y Wagner, el interventor recaudador “... es el
auxiliar que el juez designa para materializar la recaudación de fondos o frutos.
Carece de injerencia en la administración del ente o persona afectada...” (ALVA-
REZ JULIA; NEUSS; y WAGNER, 1990: 440-441).
Son obligaciones del interventor recaudador las siguientes:
- Verificar el funcionamiento y conservación de lo intervenido, sin interferir
ni interrumpir sus labores propias (art. 662 -inc. 1)- del C.P.C.).
- Llevar control de ingresos y egresos (art. 662 -inc. 2)- del C.P.C.).
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3.5.8 Traductor
El traductor es el órgano de auxilio judicial encargado de traducir oficialmente
y por escrito aquellos documentos redactados en idioma distinto al que se habla
en el lugar del proceso (que, en nuestro caso, es el castellano).
Al respecto debe tenerse en consideración lo normado en el Reglamento de
Traductores Públicos Juramentados (Decreto Supremo Nro. 126-2003-RE, del
11-11-2003).
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3.5.9 Intérprete
El intérprete es el órgano de auxilio judicial que presta su colaboración du-
rante alguna actuación o diligencia procesal oral, traduciendo al idioma castellano
una lengua desconocida para los sujetos procesales y haciendo lo propio para con
el sujeto que no habla nuestro idioma (que puede ser alguna de las partes, algún
testigo, etc., que debe prestar su declaración o intervenir en una audiencia).
Sobre el particular, Serra Domínguez apunta lo siguiente:
“... Entendemos por intérpretes aquellas personas peritas en lenguas ex-
tranjeras o regionales que intervienen en el proceso supliendo el posible
desconocimiento de tales idiomas por parte de los jueces y tribunales
cuando dicho conocimiento sea necesario, bien por aportarse al proceso
documento escrito en idioma distinto al castellano, bien por declarar,
como partes o como testigos, personas que ignoren este último idioma.
El intérprete se equipara, a nuestro entender, al perito. Es un perito
cualificado por el objeto de su conocimiento: los idiomas extranjeros o
regionales. Y como tal debe ser considerado un auxiliar indispensable del
juez, que puede saber idiomas, y, por tanto, no viene obligado a sujetarse a
la traducción del intérprete, pero que no tiene deber alguno de conocerlos,
al estar limitado su saber orgánico por el conocimiento del Derecho, y
por ello tiene absoluta necesidad de completar su falta de conocimien-
tos mediante el auxilio de un intérprete...” (SERRA DOMINGUEZ,
1969: 176).
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CAPITULO II
EL MINISTERIO PUBLICO
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tales son, sobre todo, aquellas que regulan las relaciones familiares y el
estado de las personas...” (LIEBMAN, 1980: 102).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación al Ministerio Público
en general, ha establecido lo siguiente: “... El Ministerio Público es el organismo au-
tónomo del Estado que tiene como funciones principales la defensa de la legalidad,
los derechos ciudadanos y los intereses públicos; la representación de la sociedad
en juicio, para los efectos de defender a la familia, a los menores e incapaces y el
interés social, así como para velar por la moral pública, la persecución del delito
y la reparación civil...” (Casación Nro. 4959-2006 / La Libertad, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 31-01-2008, págs. 21472-21473).
El Ministerio Público se encuentra regulado en el Capítulo X (“Del Minis-
terio Público”) del Título IV (“De la estructura del Estado”) de la Constitución
Política de 1993, en los arts. 158, 159 y 160. También lo está en la Ley Orgánica
del Ministerio Público (Decreto Legislativo Nro. 052, del 16-03-1981). El Código
Procesal Civil contempla lo concerniente al Ministerio Público en el Título III
(“Ministerio Público”) de la Sección Segunda (“Sujetos del proceso”), en los
arts. 113 al 118.
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EL MINISTERIO PUBLICO
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EL MINISTERIO PUBLICO
“La doctrina suele distinguir las facultades y las atribuciones del minis-
terio público en tres categorías distintas: el ministerio público agente, el
ministerio público interviniente y el ministerio público requirente.
Según lo establece la misma distinción, estas tres diversas atribuciones
o facultades corresponden a tres diversas y distintas funciones que el
ministerio público desempeña frente al ejercicio de la jurisdicción civil.
Cuando se habla de ministerio público agente se hace referencia a la
posibilidad que tiene de convertirse en iniciador de un proceso, es decir,
de ejercer aquel derecho de acción que (...) compete a todo sujeto de
derechos.
(...)
En estos casos, el ministerio público se hace actor en juicio (...), porque
las normas procesales, al lado de los sujetos titulares de las relaciones
jurídicas o de los estados jurídicos de que se vendrá a discutir, autoriza
o legitima a accionar al ministerio público, como portador de un interés
público que se concreta en un interés estatal.
Con esto no se quiere reconocer al ministerio público una facultad genérica
de promover las acciones, cuyo ejercicio, por lo común, está reservado a
los titulares particulares de los intereses tutelados por el derecho; sólo se
quiere patentizar, por el contrario, que en algunas particulares categorías
de acciones, además de los sujetos legitimados para accionar sobre la base
del criterio de la titularidad, existe otro sujeto, el ministerio público, a
quien las leyes procesales le reconocen dicha legitimación como portador
de un interés público, propio del Estado, que predomina e incide en la
esfera de las relaciones y de los estados jurídicos de los ciudadanos (...).
Por otra parte, en lo que respecta al ministerio público interviniente, las
normas procesales dan unas veces facultad al ministerio público para
incorporarse, mediante una forma de intervención, a una litis pendiente
ya entre otros sujetos; y otras veces, en cambio, imponen al ministerio
público la obligación de intervenir en causa, cuando se discutan relacio-
nes o estados jurídicos en que al lado del interés privado haya un interés
público (...).
En cuanto a las atribuciones del ministerio público requirente, puede
ocurrir siempre, en materias en que exista un interés de derecho público,
que el ministerio público deba ser oído, a fin de que exprese su dictamen
en una forma (...) que se llama requisitoria.
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EL MINISTERIO PUBLICO
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EL MINISTERIO PUBLICO
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- “... No puede considerarse que el dictamen del Fiscal [...] haya tenido
fuerza vinculante para el Colegiado Superior, pues, éste se encuentra fa-
cultado para apartarse de lo que se pueda haber opinado en el mencionado
dictamen, sin que ello signifique una afectación al debido proceso...” (Ca-
sación Nro. 2421-2006 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 30-10-2006, pág. 17390).
- “... El dictamen fiscal no constituye un medio probatorio que, como tal,
se encuentre destinado a acreditar los hechos expuestos por las partes,
produciendo certeza en el Juez respecto de los puntos controvertidos,
conforme a los términos que se exponen en el artículo ciento ochentiocho
del Código Procesal Civil, toda vez que el dictamen fiscal es sólo una
opinión que emite el representante del Ministerio Público en materias de
interés público [...]; y si bien sus opiniones deben ser tomadas en cuenta
por los magistrados al emitir sentencia, éstos no se encuentran obligados
a sentenciar conforme a lo opinado en el dictamen respectivo...” (Casa-
ción Nro. 1694-2006 / Piura, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 02-07-2007, págs. 19704-19705).
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CAPITULO III
LAS PARTES Y SU REPRESENTACION
EN EL PROCESO
1. PARTE DEMANDANTE
En principio, como lo hace notar Gimeno Sendra:
“Partes no son todos los sujetos que intervienen en el proceso, sino úni-
camente quienes interponen la pretensión y se oponen a ella.
En efecto, el proceso sirve para obtener la tutela judicial de las pretensiones
declarativas, constitutivas o de condena (…), que decida interponer el
demandante ante el tribunal competente ‘y frente a los sujetos a quienes
haya de afectar la resolución pretendida’ (…).
(…) El concepto de parte presupone una titularidad o cierta situación con
respecto a la relación jurídico material debatida (…) y se determina en
función de las expectativas de declaración, realización o transformación,
por la sentencia, de dicha relación material o, lo que es lo mismo, por los
efectos materiales de la cosa juzgada.
Son, pues, partes en un proceso, quienes han de verse expuestos a los
efectos materiales de la futura Sentencia. Por ello, el concepto de parte se
diferencia claramente del de tercero, quien puede intervenir también en
el proceso (por ejemplo, en calidad de testigo o de perito), pero quien, a
diferencia de las partes, ni es titular de derecho subjetivo, ni ha de cumplir
obligación alguna derivada de la relación jurídico material debatida, ni
ostenta interés legítimo derivado de dicha relación, ni ha de soportar, en
su esfera patrimonial o moral, los efectos ulteriores de la sentencia.
Así, pues, las partes son, quienes, por ostentar o la titularidad de los
derechos y obligaciones o algún interés legítimo en una determinada
relación jurídica discutida, interponen, a través de la demanda (actor o
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como los que les asisten (abogados y procuradores), o los que sirven en
los juzgados y tribunales (jueces y funcionarios), o los que colaboran
(como los testigos o los peritos). En el proceso judicial se produce una
representación histórica de hechos, a través de unos actores y directores
y figurantes. Pero partes sólo son aquellos que piden la resolución de su
problema, y los que se defienden frente a estas peticiones, resultando
afectados por la sentencia que se dicte” (GOMEZ DE LIAÑO GONZA-
LEZ; y PEREZ-CRUZ MARTIN, 2000, Tomo I: 287-288).
Según Casarino Viterbo, “... la parte que pide la declaración o protección de
su derecho recibe el nombre de demandante...” (CASARINO VITERBO, 1983,
Tomo III: 36).
Oderigo estima que el actor o demandante “es la persona del derecho privado
que mediante el proceso civil pide a propio nombre la actuación de la ley civil, en
favor suyo o de otra persona a la que necesariamente represente por ministerio de
la ley” (ODERIGO, 1989, Tomo II: 182).
Casarino Viterbo precisa que “... la intervención en juicio en calidad de deman-
dante es un acto procesal entregado a la simple voluntad del propio demandante; él
es el dueño o no de ejercitar la acción de que se trata, y, al no hacerlo, no correrá
otro riesgo que el de la prescripción extintiva de su propia acción” (CASARINO
VITERBO, 1983, Tomo III: 42).
2. PARTE DEMANDADA
El demandado “es la contrafigura procesal del actor, su réplica con signo
contrario: es la persona que a nombre propio resiste la actuación de la ley civil
pretendida por aquél, en defensa suya o de otra persona a la que necesariamente
represente por ministerio de la ley” (ODERIGO, 1989, Tomo II: 187).
Casarino Viterbo señala al respecto que “la parte en contra de la cual se pide
esta declaración o protección (del derecho) recibe el nombre de demandado...”
(CASARINO VITERBO, 1983, Tomo III: 36). El mencionado autor advierte que
“... la intervención en juicio en calidad de demandado depende única y exclu-
sivamente de la voluntad del demandante, al pretender accionar en su contra y
atribuirle esta calidad de demandado, aun en contra de sus deseos” (CASARINO
VITERBO, 1983, Tomo III: 42).
3. COMPARECENCIA AL PROCESO
“La ‘comparecencia’, término de carácter procesal, es el acto por el cual
una persona se dirige a un Tribunal de Justicia solicitando su actuación
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6. LA “LEGITIMATIO AD CAUSAM”
Para Gozaíni, “... la legitimación ‘ad causam’, implica, además de la asignación
propia del derecho subjetivo, la naturaleza efectiva de reclamarlo por sí y para sí”
(GOZAINI, 1992, Tomo I, Volumen 1: 380). Dicho autor añade que la legitimatio
ad causam “... supone que el interesado ha tomado parte en la relación jurídica que
da origen al objeto del proceso. Sería aproximadamente la situación individual de
cada interviniente la que en su relación con el hecho principal otorga legitimación
en la causa...” (GOZAINI, 1992, Tomo I, Volumen 1: 381).
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ley para requerir una resolución favorable respecto del objeto litigioso,
situación que debe coincidir con la titularidad de la relación jurídico -
sustancial; contrario sensu, la falta de legitimación para obrar consiste en
la ausencia de esa cualidad, porque no existe identidad entre la persona
del demandado y aquella a favor de quien la acción está concedida o entre
la persona del demandante y aquella contra la cual se concede; es decir,
cuando no media coincidencia entre las personas que efectivamente actúan
en el proceso y las personas a las cuales la ley habilita especialmente para
pretender o para contradecir respecto de la materia sobre la cual versa el
proceso...” (Casación Nro. 5425-2007 / Ica, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 01-12-2008, págs. 23369-23370).
- “... Existe falta de legitimidad para obrar cuando no media coincidencia
entre las personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas
a las cuales la ley [...] habilita especialmente para pretender o para contra-
decir, respecto de la materia sobre la cual versa el proceso...” (Casación
Nro. 3954-2001 / Santa - Chimbote, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 31-07-2002, 9043-9044).
- “... Conforme a la primera parte de dicho numeral del ordenamiento
procesal civil (del artículo IV del Título Preliminar del Código Procesal
Civil) el proceso se promueve sólo a instancia de parte, la que invocará
interés y legitimidad para obrar. Dicho precepto legal no exige la pro-
banza rigurosa con la demanda de la legitimidad para obrar invocada.
En todo caso, ese requisito de fondo de la demanda deberá ser evaluado
al resolver el fondo de la causa, salvo que a criterio del juzgador el de-
mandante careciera evidentemente de legitimidad para obrar (artículo
427, inciso 1, del Código Procesal Civil)...” (Casación Nro. 3419-2001 /
Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-01-2003,
págs. 9912-9913).
- “... En forma excepcional, en la sentencia el Juez se puede pronunciar
sobre la validez de la relación procesal, emitiendo una resolución inhi-
bitoria, [...] la falta de legitimidad para obrar del demandante (así como
del demandado), si bien debe ser examinada al calificarse la demanda, vía
excepción o en el saneamiento del proceso, también cabe la posibilidad
de que el Juzgador la examine de oficio, al momento de expedir sentencia
de primera y segunda instancia, en atención a la facultad legal señalada;
por consiguiente, el Juez puede efectuar control de oficio tanto de los
presupuestos procesales como de las condiciones del ejercicio válido
de la acción...” (Casación Nro. 1662-04 / Callao, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 01-12-2004, pág. 13285).
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LAS PARTES Y SU REPRESENTACION EN EL PROCESO
8. SUSTITUCION PROCESAL
Se colige del artículo 60 del Código Procesal Civil, que regula lo concerniente
a la sustitución procesal, que esta última es una institución jurídica por la cual una
persona puede iniciar un proceso o coadyuvar en la defensa del ya iniciado cuando
exista interés de su parte en el resultado del proceso, sin que se precise acreditar
derecho propio o interés directo en la materia discutida.
Del citado precepto legal se desprende, además, que procede la sustitución
procesal cuando el acreedor ejerce los derechos del deudor, sea en vía de acción o
para asumir su defensa: art. 1219 -inc. 4)- del Código Civil; y en los demás casos
permitidos por ley. Como se observa, la sustitución procesal fundada en el ejercicio
por parte del acreedor del derecho de acción del deudor da lugar a la acción subro-
gatoria u oblicua a que se refiere el inciso 4) del artículo 1219 del Código Civil. Así,
sin acreditar derecho propio o interés directo en el objeto de controversia, puede un
tercero (acreedor, cesionario, etc.) iniciar la litis; sin embargo, los derechos a que
se hace referencia no pueden ser personalísimos sino únicamente patrimoniales.
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9. CURADORIA PROCESAL
Beatriz Quintero y Eugenio Prieto apuntan que “... los curadores ad litem
son defensores designados por el juez, que sustituyen a los representantes y a los
apoderados y deben ser abogados inscritos. Se les asigna a quienes no ha sido
posible vincular personalmente al proceso mediante la notificación de la primera
providencia. Se designa igualmente curador ad litem a quienes siendo incapaces
carezcan de representante, o deban litigar contra sus representantes. Los curado-
res ad litem pertenecen al cuerpo de auxiliares de la justicia y gozan de todos los
poderes procesales, salvo los que se reserven a la parte y en especial de esos que
implican disposición del objeto litigioso: transigir, desistir, allanarse, confesar y
partir” (QUINTERO; y PRIETO, 1995, Tomo II: 24).
El curador procesal es, pues, aquella persona designada por el Juez para
comparecer en un proceso en lugar de la parte o de su representante legal por no
tener éstos capacidad procesal o no poder hacerla efectiva. El nombramiento ne-
cesariamente recaerá en un abogado (art. 61 -primer párrafo- del C.P.C.).
La curadoría procesal procede en los siguientes casos:
A) Cuando no sea posible emplazar válidamente al demandado por ser
indeterminado, incierto o con domicilio o residencia ignorados, según
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LAS PARTES Y SU REPRESENTACION EN EL PROCESO
lo dispuesto por el artículo 435 del Código Procesal Civil (art. 61 -inc.
1)- del C.P.C.).
B) Cuando no se pueda establecer o se suspenda la relación procesal por
incapacidad de la parte o de su representante legal (art. 61 -inc. 2)- del
C.P.C.). Al respecto, el artículo 43 del Código Civil señala que son
absolutamente incapaces: a) los menores de dieciséis años (salvo para
aquellos actos determinados por la ley); y b) los que por cualquier causa
se encuentren privados de discernimiento. Por su parte, el artículo 44 del
Código Civil preceptúa que son relativamente incapaces: a) los mayores
de dieciséis y menores de dieciocho años; b) los retardados mentales;
c) los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre
voluntad; d) los pródigos; e) los que incurren en mala gestión; f) los ebrios
habituales; g) los toxicómanos; y h) los que sufren pena que lleva anexa
la interdicción civil (ahora inhabilitación).
C) Cuando (a tenor del art. 61 -inc. 3)- del C.P.C.) exista falta, ausencia o
impedimento del representante del incapaz, según lo dispuesto por el
artículo 66 del Código Procesal Civil. Este último numeral establece
que en caso de falta, ausencia o impedimento del representante del in-
capaz, se aplican las siguientes reglas: 1. cuando el incapaz relativo no
tenga representante legal o éste estuviera ausente y surja la necesidad de
comparecer en un proceso, lo expondrá así al Juez para que le designe
curador procesal o confirme al designado por él, si lo considera idóneo;
2. cuando la demanda se dirija contra un incapaz que carece de represen-
tante o éste se halle ausente, el Juez le nombrará un curador procesal o
confirmará el propuesto por el incapaz relativo, si lo considera idóneo; 3.
el Juez nombrará curador procesal para el incapaz que pretenda demandar
a su representante legal, o que sea demandado por éste, o confirmará el
propuesto por el relativamente incapaz, si fuera idóneo; y 4. también se
procederá al nombramiento de curador procesal cuando el Juez advierta la
aparición de un conflicto de intereses entre el incapaz y su representante
legal, o confirmará el propuesto por el incapaz relativo.
D) Cuando (a tenor del art. 61 -inc. 4)- del C.P.C.) no comparece el suce-
sor procesal, en los casos que así corresponda, según lo dispuesto por
el artículo 108 del Código Procesal Civil. Este último numeral versa
sobre la sucesión procesal (por la cual un sujeto ocupa el lugar de otro
en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo del derecho
discutido), desprendiéndose de dicho precepto legal que procederá el
nombramiento de curador procesal ante la falta de comparecencia de los
sucesores procesales en los casos previstos en los incisos 1) y 2) del citado
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artículo 108 del Código adjetivo, vale decir: a) cuando haya fallecido una
persona que sea parte en el proceso, sin que haya sido reemplazada por
su sucesor; y b) cuando se haya producido la extinción o fusión de una
persona jurídica, sin que sus sucesores en el derecho discutido compa-
rezcan en el proceso.
Puntualizamos que la actuación del curador procesal nombrado por el Juez a
pedido del interesado en los casos normados por la ley continuará mientras la parte
o su representante legal no comparezcan al proceso una vez que hayan adquirido
o recuperado su capacidad procesal. Producida la comparecencia de aquéllos en
la forma prevista por la ley, concluye, pues, la intervención del curador procesal
(art. 61 -in fine- del C.P.C.).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la curadoría
procesal, ha establecido lo siguiente:
- “... El Curador Procesal es aquel abogado designado por el Juez para
comparecer en un proceso en lugar de la parte o de su representante
legal por no tener éstos capacidad procesal o no poder hacerla efectiva,
ejercitando de esta manera, en su representación, el ejercicio pleno del
derecho constitucional de defensa que le asiste a todo justiciable...” (Ca-
sación Nro. 2756-2002 / Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 03-01-2005, pág. 13325).
- “... El Curador procesal es un representante, legitimado para actuar en el
proceso, con los deberes y obligaciones que la ley y la ética le imponen
a las partes. La actuación del curador procesal concluye si la parte o su
representante legal comparecen al haber adquirido o recuperado su ca-
pacidad procesal...” (Casación Nro. 1631-2005 / Ancash, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 01-08-2006, págs. 16893-16894).
- “... El curador procesal es nombrado sólo para efectos de representación
en el proceso, más no [sic -léase mas no-] para representarla fuera del
proceso, en la celebración de actos jurídicos sustantivos...” (Casación Nro.
502-2007 / Ica, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-07-2007,
págs. 19646-19647).
- “... Tal como lo dispone el artículo cincuenticinco y el inciso primero
del artículo sesentiuno del Código Procesal Civil el curador procesal es
un órgano de auxilio judicial que interviene en caso que no sea posible
emplazar válidamente al demandado por ser indeterminado e incierto o
con domicilio o residencia ignorada; [...] teniendo el curador procesal la
calidad de órgano de auxilio judicial que actúa en defecto del demandado,
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Nro. 1068, conforme al cual se entiende por conferidas a los procuradores públicos
todas las facultades generales y especiales de representación establecidas en los
artículos 74 y 75 del Código Procesal Civil, con las limitaciones que establece el
referido Decreto Legislativo Nro. 1068 (como cuando se trata del allanamiento a
las demandas interpuestas en contra del Estado). Al respecto, la Corte Suprema
de Justicia de la República ha establecido lo siguiente: A. “... Los procuradores
Generales de la República tienen la plena representación del Estado en juicio y
ejercitan su defensa en todos los procesos y procedimientos en los que actúe como
demandante, demandado, denunciante o parte civil...” (Casación Nro. 2451-98 /
Tumbes, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-04-2001, pág. 7143); y B.
“... las facultades que otorgan o delegan los funcionarios públicos es en su calidad
de tales y no como personas naturales, por lo que la renuncia de los mismos no
puede afectar la designación que hubiere [sic -léase hubieren-] realizado durante
la vigencia de su nombramiento...” (Casación Nro. 3843-2001 / La Libertad, pu-
blicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-10-2002, pág. 9449).
Por otro lado, y según se desprende del artículo 67 del Código Procesal Civil,
la representación en el proceso de las personas jurídicas extranjeras, sean públicas
o privadas (incluyendo sus sucursales, agencias o establecimientos), se ajusta a
las mismas exigencias legales de representación a que se someten las personas
jurídicas nacionales. Esta es, claro está, la regla general ya que, excepcionalmente,
en materia de representación prevalecerá lo dispuesto de manera expresa en el
convenio internacional -si lo hubiere- o en una ley específica.
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la representación
de personas jurídicas en el proceso, ha establecido lo siguiente:
- “... Los representantes legales de las personas jurídicas pueden a su vez
delegar representación a sus mandatarios o apoderados judiciales a fin
de que la persona jurídica sea representada en un proceso judicial, de
modo tal, que el poder de representación se ejercita dentro de los lími-
tes conferidos en el acto de apoderamiento...” (Casación Nro. 2483-99
/ Amazonas, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 19-08-2000,
págs. 6007-6008).
- “... Las personas jurídicas, por su propia naturaleza, actúan dentro de
un proceso judicial a través de representantes conforme a la ley y a sus
estatutos; así, el artículo sesenticuatro del Código adjetivo [...] establece
que las personas jurídicas están representadas en el proceso de acuerdo a
lo que dispongan la Constitución, la Ley o el respectivo estatuto; [...] en
tal sentido, para que se efectúen actos procesales válidos en nombre de
una persona jurídica, ésta debe de encontrarse debida y suficientemente
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que el artículo 4 versa sobre la facultad del demandado para demandar el re-
sarcimiento de los daños y perjuicios sufridos como consecuencia del ejercicio
irregular o arbitrario del derecho de acción. En efecto, el demandado no ejercita
tal derecho sino que hace uso de su derecho de contradicción; además, siendo
el demandado quien actuó dolosamente (al ocultar que el derecho discutido
pertenece a un patrimonio autónomo) mal estaría darle potestad para exigir
alguna indemnización.
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación al patrimonio au-
tónomo, ha establecido lo siguiente:
- “... De acuerdo con el numeral sesenticinco del mismo Código (C.P.C.)
existe patrimonio autónomo cuando dos o más personas tienen un derecho
o interés común respecto de un bien, sin constituir una persona jurídica;
en tal circunstancia, en el patrimonio autónomo la titularidad y la calidad
de parte material recae en una entidad jurídica distinta a quienes la inte-
gran...” (Casación Nro. 3333-99 / Junín, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 17-09-2000, págs. 6314-6315).
- “... El régimen de la sociedad de gananciales genera un patrimonio autóno-
mo (...) diferente al régimen de copropiedad...” (Casación Nro. 282-2000
/ Pucallpa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 26-05-2000, págs.
5422-5423).
- “... La naturaleza jurídica de la sociedad de gananciales es la de un
patrimonio autónomo e indivisible que goza de garantía institucional,
integrado por un universo de bienes, en el que no existen cuotas ideales
las cuales son propias al instituto jurídico de co-propiedad o condomi-
nio...” (Casación Nro. 3928-2006 / Lima, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 03-01-2008, págs. 21400-21401).
- “... Los bienes sociales son de propiedad de la sociedad de gananciales,
constituyendo un patrimonio autónomo distinto del patrimonio de cada
cónyuge, no resultando aplicable (sic) las normas sobre copropiedad por-
que los cónyuges no son propietarios de alícuotas respecto a los bienes
sociales” (Casación Nro. 911-99 / Ica, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 22-02-2000, págs. 4684-4685).
- “... El inmueble objeto de la litis es un bien social, por lo tanto consti-
tuye un patrimonio autónomo distinto del patrimonio de cada cónyuge,
no resultándole aplicable las normas sobre copropiedad puesto que los
cónyuges no son propietarios de alícuotas ni tienen derechos hasta que
se produzca la liquidación de la sociedad de gananciales, tal como lo
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10.4.2 El poder
González González asevera que “... el poder es el instrumento o escritura que
contiene la representación...” (GONZALEZ GONZALEZ, 1962: 58).
Según la formalidad que se emplee, el poder para intervenir en un proceso,
en representación de alguien que es parte material en el mismo, es de dos clases
(art. 72 -primer párrafo- del C.P.C.):
A) Poder otorgado por escritura pública. (En este caso no es exigible su
inscripción en los Registros Públicos: art. 72 -in fine- del C.P.C.).
B) Poder otorgado por acta ante el Juez del proceso.
Además, el poder puede conferirse, por ejemplo, mediante acta de sesión de
Directorio o de Junta General de Socios (en el caso de las sociedades comercia-
les), eso sí, debidamente inscrita en los Registros Públicos (art. 14 de la Ley Nro.
26887). Inclusive por ley se establece una presunción acerca de la representación
de las asociaciones, fundaciones y comités (según la Ley Nro. 26789), y de las
sociedades comerciales y civiles contempladas en la Ley General de Sociedades
(según la Ley Nro. 26539): bastará el solo nombramiento del administrador, repre-
sentante legal, presidente del consejo directivo o gerente, según el caso, para contar
con poder de representación procesal, a menos que en los estatutos o por acuerdo
de Junta general se establezca lo contrario. Y, precisamente, dicho nombramiento
no siempre consta en escritura pública (aunque debe ser debidamente inscrito).
La participación del apoderado judicial en el proceso estará supeditada a
la aceptación del poder que se le confirió, la misma que se presume con el solo
ejercicio de los actos procesales, no operando esta presunción tratándose de
poderes otorgados en el extranjero (art. 71 del C.P.C.), debiendo el apoderado
en este último caso dejar constancia de su aceptación expresa del poder (el cual
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que necesita el amparo de la justicia e intercede, por él, ante los tribunales, para
que le favorezcan, haciendo cumplir las leyes. La acepción usual de la palabra
corresponde a su acepción jurídica. Por eso, los que desempeñan esta profesión,
fueron designados por los romanos con los nombres de patroni (protectores) y
advoctis, en cuanto eran llamados por los que solicitaban su intercesión y auxilio
(...). Lo que le caracteriza como tal, es resolver consultas, o mostrarse en los tribu-
nales defendiendo de palabra y por escrito los derechos de sus clientes, invocando
la ley y exigiendo el exacto cumplimiento de la justicia” (GALLINAL, s/a, Tomo
I: 243-244).
La Ley Orgánica del Poder Judicial regula lo concerniente a los abogados pa-
trocinantes en el Capítulo Unico (“De los abogados patrocinantes”) del Título I de
la Sección Sétima (“De la defensa ante el Poder Judicial”), en los arts. 284 al 294.
Antes de la entrada en vigencia del Código Procesal Civil en julio de 1993,
ya el Texto Unico Ordenado de Ley Orgánica del Poder Judicial (D.S. Nro. 017-
93-JUS) se ocupaba de la representación judicial por abogado. Así es, el artículo
290 de dicha Ley Orgánica establece en su primer párrafo que en los procesos,
sin necesidad de la intervención de su cliente, el abogado puede presentar, sus-
cribir y ofrecer todo tipo de escritos, con excepción de aquellos para los que se
requiere poder especial con arreglo a ley. Dicha norma constituye un acierto y
es de mucha utilidad porque en virtud de ella el letrado patrocinante está facul-
tado para presentar los escritos necesarios a fin de proseguir con el desarrollo
del proceso y evitar que el propio cliente se perjudique en caso de producirse
algún evento que imposibilite al último la suscripción de un escrito, hecho que
hubiese motivado su no presentación de faltar el artículo 290 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial (y el art. 80 del C.P.C.). Es sabido que en el ejercicio de la
profesión muchas veces se dificulta el contacto entre abogado y patrocinado e,
inclusive, éste puede optar por dejar en manos de aquél el conocimiento del jui-
cio y la realización de los actos procesales; pero, con la representación judicial
otorgada legalmente al abogado se evita la paralización involuntaria del proceso
y, es más, se agiliza éste.
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
(pues no es difícil de imaginar que en el curso del proceso puede darse el cambio
de abogado patrocinante y con ello la necesidad de conferir facultades generales
de representación al nuevo letrado).
Puntualizamos que no es necesario que el poder general conferido al abogado
patrocinante adopte las formalidades previstas en el artículo 72 del Código Proce-
sal Civil, vale decir, que conste en escritura pública o se otorgue por acta ante el
Juez. Bastará que el escrito en que se autoricen facultades generales al abogado
se encuentre firmado por el interesado o su representante. (No está demás decir
que en no pocas ocasiones el abogado prepara el escrito en el cual se otorgan
facultades generales de representación y lo firma él mismo, sin participación de
su cliente o del representante de éste, resultando a todas luces ineficaz dicho pro-
ceder). Además, será exigible que se consigne la dirección domiciliaria (domicilio
personal) del representado y su declaración de estar instruido de la representación
o delegación que otorga y de sus alcances o consecuencias (art. 80 -parte final- del
C.P.C.). Estos dos últimos requisitos no se contemplaron en el artículo 290 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial.
En varios casos los medios impugnatorios que interponían los abogados para
lograr que se declarase la ineficacia de una resolución judicial eran rechazados por
los magistrados quienes consideraban que las facultades generales de representación
no se hacían extensivas a la potestad del letrado para impugnar una resolución,
exigiendo erróneamente la firma del representado (o de su representante que cuente
con facultades especiales). Aquello acontecía inclusive estando ya vigente el Código
Procesal Civil. Al respecto, señalamos que los actos que requieren de facultades
generales se determinan haciendo exclusión de los contenidos en el artículo 75
del mencionado Código, referido a las facultades especiales; en consecuencia, al
no prescribir el ordenamiento procesal u otra ley que la interposición de medios
impugnatorios constituye un acto para el cual se exige contar con facultades espe-
ciales, el letrado patrocinante podrá interponerlos con su sola firma haciendo uso
de las facultades generales concedidas. Pese a lo expresado, resulta saludable lo
dispuesto por la Ley Nro. 26624 (del 19-06-1996) que agrega un nuevo párrafo al
artículo 290 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, el cual precisa que el abogado
no requiere poder especial para interponer medios impugnatorios en representación
de su cliente.
Finalmente, en relación al tema tratado en este punto, debe tenerse presente lo
dispuesto en el artículo 291 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, conforme al cual:
“Los abogados que integran estudios colectivos pueden sustituirse indistin-
tamente en el patrocinio de los asuntos a su cargo y se representan, unos a
otros, para fines profesionales, ante las Salas y Juzgados correspondientes.
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costas y costos procesales. Así lo determina la parte final del primer párrafo del
artículo 110 del Código Procesal Civil.
El último párrafo del artículo 110 del Código Procesal Civil establece una
responsabilidad solidaria (entre el sujeto procesal de que se trate -parte o tercero
legitimado- y su abogado patrocinante y apoderado, si lo hubiere), en caso de que
no pueda determinarse con precisión al autor de la conducta procesal temeraria o
de mala fe de la que derivaron los correspondientes perjuicios.
Por otro lado, y según se infiere del artículo 111 del Código Procesal Civil,
cuando el Juez considere que el abogado actúa o ha actuado con temeridad o mala
fe, dispondrá la remisión de las copias certificadas de las actuaciones respectivas (en
las que consta la actuación procesal temeraria o de mala fe imputada al letrado) a la
Presidencia de la Corte Superior, al Ministerio Público y al Colegio de Abogados
correspondiente, para las sanciones (disciplinarias y penales) a que pudiera hacerse
merecedor el letrado que infringió sus deberes de conducta procesal.
Existe temeridad o mala fe, según el caso, en las hipótesis contempladas en
el artículo 112 del Código Procesal Civil, a saber:
A) Cuando sea manifiesta (evidente o incuestionable) la carencia de funda-
mento jurídico de la demanda, contestación o medio impugnatorio (ya
sea que se trate de un recurso o un remedio -tacha, oposición o nulidad-).
B) Cuando a sabiendas se aleguen hechos contrarios a la realidad.
C) Cuando se sustrae el expediente (lo que da lugar a su recomposición: art.
140 del C.P.C.).
D) Cuando se mutile o inutilice alguna parte del expediente.
E) Cuando se utilice el proceso o acto procesal para fines claramente ilegales
o con propósitos dolosos o fraudulentos.
F) Cuando se obstruya la actuación de medios probatorios.
G) Cuando por cualquier medio se entorpezca reiteradamente el desarrollo
normal del proceso.
H) Cuando por razones injustificadas las partes no asisten a las audiencias
generando dilación. No habrá mala fe si la ausencia de las partes a una
audiencia obedece a causas de fuerza mayor (enfermedad, accidente, etc.).
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CAPITULO IV
ACUMULACION DE PRETENSIONES
Y DE PROCESOS
1. DEFINICION DE ACUMULACION
Beatriz Quintero y Eugenio Prieto aseguran que “el proceso es acumulativo,
no simple, cuando sirve para la composición de dos o más pretensiones, cada una
de las cuales podría ser ventilada en proceso diverso” (QUINTERO; y PRIETO,
1995, Tomo II: 48).
Gozaíni sostiene que “acumular pretensiones significa introducir simultánea-
mente en una sola demanda varias peticiones (objetos o finalidades) contra uno o
varios demandados” (GOZAINI, 1992, Tomo I, Volumen 1: 511).
Sobre el particular, Alsina refiere que “... la acumulación de acciones (obje-
tiva y subjetiva) consiste en la unión de dos o más acciones en un solo proceso,
para que sean resueltas en una misma sentencia. La acumulación de autos es
la reunión de varios procesos en los que se hayan ejercitado acciones conexas
para que se tramiten ante el mismo juez y se resuelvan en una sola sentencia o
de acuerdo con un solo criterio. La primera tiene como fundamento la economía
procesal, permitiendo resolver en un solo proceso diversas cuestiones; la segunda
tiene por objeto impedir que una misma cuestión sea resuelta de distinta manera
en los diversos procesos. Aquélla es facultativa para el actor y obligatoria para
el demandado; ésta es facultativa para el demandado y obligatoria para el actor”
(ALSINA, 1956, Tomo I: 538).
Para Gimeno Sendra, “el fundamento de dicha acumulación (de acciones o
pretensiones) hay que encontrarlo en razones de economía procesal y, en último
término, en el derecho a la tutela judicial efectiva (…), pues, sería antieconómico
que un demandante que desea plantear varias pretensiones contra un mismo de-
mandado, hubiera de deducir tantas demandas y suscitar tantos procedimientos,
cuantas pretensiones quiera interponer, lo que provocaría un incremento notable
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ACUMULACION DE PRETENSIONES Y DE PROCESOS
- “... El artículo 84 del Código Adjetivo [C.P.C.] establece que existe cone-
xidad entre pretensiones cuando éstas presentan elementos comunes o por
lo menos elementos afines, con lo cual el código acotado adopta tanto el
concepto de conexidad propia como el de impropia, exigiendo el primero,
la identidad de elementos de las pretensiones relacionadas, y el segundo,
la afinidad de ellas...” (Casación Nro. 163-2006 / Lima, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-06-2008, págs. 22352-22353).
- “... Además del vínculo de conexidad entre las pretensiones que exige la
ley, la proveniencia del mismo título es elemento concurrente para una
debida acumulación [subjetiva] de pretensiones, entendido tal concepto
como el derecho de donde emana la facultad de accionar jurisdiccional-
mente...” (Casación Nro. 1546-2005 / Lima, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 02-04-2007, pág. 19123).
- “... Conforme a esta regla [art. 86 del C.P.C.], procede la acumulación
subjetiva de pretensiones, cuando estas provengan de un mismo título,
se refieran a un mismo objeto, o exista conexidad entre ellas, y además
se cumplan los requisitos del artículo 85 del mismo Código, [...] la cone-
xidad [...] se da cuando se presentan elementos comunes entre distintas
pretensiones o, por lo menos, elementos afines en ellas y debe entenderse,
en ese sentido, que la norma procesal no exige, de manera estricta, que el
título del que derivan las pretensiones sea idéntico para afirmar que exista
conexidad, sino de que existan suficientes elementos comunes [...] que
hagan concluir que existe vinculación entre las pretensiones...” (Casación
Nro. 237-2005 / Callao, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-
08-2006, págs. 16830-16831).
3. CLASES DE ACUMULACION
De la lectura de los artículos 83, 86, 88 y 89 del Código Procesal Civil pode-
mos inferir las siguientes clases de acumulación:
A) Acumulación objetiva: Se presenta cuando en un proceso hay dos o más
pretensiones.
A.1) Acumulación objetiva originaria: Se presenta cuando en la demanda
se proponen dos o más pretensiones.
A.2) Acumulación objetiva sucesiva: Se presenta cuando las pretensiones a
acumular son propuestas luego del inicio del proceso (ya sea cuando
el demandante amplía su demanda agregando una o más pretensiones;
o cuando el demandado reconviene; o cuando se reúnen dos o más
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formula una pretensión principal y otra u otras accesorias, vale decir, que guardan
dependencia respecto de la primera. Por lo tanto, si se hace lugar a la pretensión
principal, ocurrirá lo mismo con las accesorias; o, en sentido contrario, si se re-
chaza la pretensión señalada como principal, sufrirá la misma suerte la pretensión
o pretensiones calificadas como accesorias por el demandante.
Es de destacar que puede darse el caso de una acumulación objetiva sucesi-
va (la cual acontece cuando las pretensiones se acumulan después del inicio del
proceso) y además accesoria, si las pretensiones accesorias no fuesen acumuladas
por el actor en la demanda sino luego de su presentación, siendo el plazo máximo
para que dicha acumulación se produzca hasta antes del saneamiento procesal (art.
87 -último párrafo- del C.P.C.).
Por otro lado, la acumulación objetiva originaria accesoria bien puede pre-
sentarse incluso en el supuesto de que no se formulen en la demanda pretensiones
accesorias, siempre y cuando éstas se encuentren expresamente previstas por la ley,
en cuyo caso se consideran tácitamente integradas a la demanda (art. 87 -último
párrafo- del C.P.C.).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la acumulación
de pretensiones accesorias, ha establecido lo siguiente:
- “... Se entiende por accesorio a lo que depende de algo que es principal,
y en el ámbito procesal, un pedido accesorio es el que se encuentran [sic
-léase es el que se encuentra-] estrechamente ligado a un pedido princi-
pal, sin el cual no puede subsistir, de allí que el artículo 87 del Código
adjetivo glosado [C.P.C.] hace referencia a que, si la accesoriedad está
expresamente prevista por la ley, se considera tácitamente integrada a
la demanda...” (Casación Nro. 5059-2007 / Amazonas, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-06-2008, pág. 22452).
- “... El accionante ha interpuesto en forma acumulativa objetiva origina-
ria demanda de otorgamiento de escritura pública y reivindicación, y de
manera accesoria la indemnización por daños y perjuicios, [...] por lo que
se advierte que se tratan de diferentes pretensiones pero sustentadas en
fundamentos que guardan conexión entre sí y si bien no se tramitan en la
misma vía, nada impide la acumulación objetiva a una de conocimiento
en donde se da la plenitud de la defensa...” (Casación Nro. 519-2008 / Ica,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 03-09-2008, pág. 22838).
- “... La acción accesoria depende de lo que se resuelva en lo principal y es
una consecuencia de ella...” (Casación Nro. 1332-2001 / La Libertad, pu-
blicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2002, págs. 8224-8225).
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“1° Que no sean contrarias entre sí, de modo que por la elección de una quede
excluida la otra.
Esta oposición puede derivar ya sea de la propia naturaleza de las
dos acciones o de una disposición de la ley que prohíba su ejercicio
simultáneo (...).
2° Que correspondan a la jurisdicción del mismo juez.
Es necesario respetar las bases jurisdiccionales que atañen al orden público
y que no pueden, por consiguiente, ser modificadas por la sola acción de
los litigantes.
(...)
3° Que puedan sustanciarse por los mismos trámites:
Las leyes de procedimiento son la garantía de los derechos civiles y no
es permitido a los litigantes modificarlas ni dar a los juicios sustancia-
ción distinta de la establecida por la ley, como vendría a suceder si se
permitiera la acumulación de acciones que deben ventilarse en juicios
de distinta naturaleza, dada la imposibilidad de sustanciar a la vez en los
mismos autos dos juicios con tramitación diferente, como por ejemplo
el ordinario y el ejecutivo” (CASTRO, 1926, Tomo Primero: 123-124).
El Código Procesal Civil, en su artículo 85, regula los requisitos de la acu-
mulación objetiva en estos términos:
“Se pueden acumular pretensiones en un proceso siempre que estas:
1. Sean de competencia del mismo Juez;
2. No sean contrarias entre sí, salvo que sean propuestas en forma
subordinada o alternativa;
3. Sean tramitables en una misma vía procedimental.
Se exceptúan de estos requisitos los casos expresamente establecidos en
este Código y leyes especiales.
También son supuestos de acumulación los siguientes:
a. Cuando las pretensiones sean tramitadas en distinta vía procedimen-
tal, en cuyo caso, las pretensiones acumuladas se tramitan en la vía
procedimental más larga prevista para alguna de las pretensiones
acumuladas.
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ACUMULACION DE PRETENSIONES Y DE PROCESOS
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3.2.1 Definición
Se desprende de los artículos 83 -primer párrafo- y 86 -in fine- del Código
Procesal Civil que la acumulación subjetiva es aquella que se configura cuando
en un proceso hay más de dos personas (ya sea que actúen como partes o como
terceros legitimados), presentándose, pues, cuando en un proceso se acumulan
varias pretensiones de varios demandantes o contra varios demandados.
A decir de Alsina, “llámase acumulación subjetiva de acciones esta figura
del proceso en que la relación procesal se desenvuelve con la presencia de varios
sujetos, la que puede asumir tres formas distintas: acumulación activa (pluralidad
de actores), acumulación pasiva (pluralidad de demandados), acumulación mixta
(pluralidad de actores y demandados)” (ALSINA, 1956, Tomo I: 544).
Rivas Sacconi asevera que la acumulación subjetiva de acciones “... tiene lugar
cuando una demanda es ejercida por varias personas, las que todas reunidas, por
sostener idénticos intereses, forman una sola parte, o también cuando la demanda
es dirigida por unas varias personas contra otras varias, las que, también todas
reunidas, forman una sola parte...” (RIVAS SACCONI, 1954: 274).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la acumulación
subjetiva, ha establecido lo siguiente:
- “... Hay acumulación subjetiva originaria cuando una demanda es in-
terpuesta por varias personas o es dirigida contra varios demandados,
lo que debe relacionarse necesariamente con la institución procesal del
litis consorcio, en sus distintas situaciones” (Casación Nro. 2150-99 /
Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 08-01-2000,
pág. 4520).
- “... El fundamento de la acumulación subjetiva es doble toda vez que
responde a un principio de economía procesal y a la finalidad de evitar
la expedición de sentencias contradictorias, sustituyendo las decisiones
separadas por una sola decisión de un Juez único, y siendo la conexidad
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ACUMULACION DE PRETENSIONES Y DE PROCESOS
3.2.2 Clases
Conforme se desprende del artículo 83 -segundo párrafo- del Código Procesal
Civil, la acumulación subjetiva puede ser originaria o sucesiva, según se proponga
en la demanda o después de iniciado el proceso, respectivamente.
La acumulación subjetiva originaria de pretensiones se presenta (según el
art. 89 -primer párrafo- del C.P.C.):
A) Cuando la demanda es interpuesta por varias personas.
B) Cuando la demanda es dirigida contra varias personas.
La acumulación subjetiva sucesiva de pretensiones se configura después de
iniciado un proceso en los siguientes casos:
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
3.2.3 Requisitos
De acuerdo a lo normado en el artículo 86 -primer párrafo- del Código Procesal
Civil, son requisitos de la acumulación subjetiva de pretensiones los siguientes:
A. Que las pretensiones materia de acumulación provengan de un mismo
título.
B. Que las pretensiones materia de acumulación se refieran a un mismo
objeto.
C. Que exista conexidad entre las pretensiones materia de acumulación.
D. Que las pretensiones materia de acumulación cumplan los requisitos del
artículo 85 del Código Procesal Civil, en cuanto sean aplicables. (Dicho
numeral versa sobre los siguientes requisitos –dispensables en caso de
norma expresa- de la acumulación objetiva: 1. que las pretensiones
sean de competencia del mismo Juez; 2. que las pretensiones no sean
contrarias entre sí, salvo que sean propuestas en forma subordinada o
alternativa; y 3. que las pretensiones sean tramitables en una misma vía
procedimental.)
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CAPITULO V
LITISCONSORCIO
1. CONCEPTO DE LITISCONSORCIO
Para Andrés de la Oliva y Miguel Angel Fernández, “... existe litisconsorcio
cuando en las posiciones fundamentales de actor y/o demandado aparecen una
pluralidad de personas (físicas o jurídicas)...” (DE LA OLIVA; y FERNANDEZ,
1990, Volumen I: 451-452).
Lino Palacio afirma que “... existe litisconsorcio cuando, por mediar cotitulari-
dad activa o pasiva con respecto a una pretensión única, o un vínculo de conexión
entre distintas pretensiones, el proceso se desarrolla con la participación (efectiva
o posible) de más de una persona en la misma posición de parte” (PALACIO,
1983, Tomo III: 202-203).
Según Gimeno Sendra, “se denomina litisconsorcio a la existencia en el
proceso de varias personas, que, debido a la circunstancia de tener un derecho o
interés común o conexo en el proceso y tener, por tanto, una misma comunidad
de suerte (…), han de asumir una misma posición, demandante o demandada, en
el proceso, por lo que (…) puede clasificarse en ‘activo’ (en la posición de parte
demandante), ‘pasivo’ (en la demandada) o ‘mixto’ (en ambas)” (GIMENO SEN-
DRA, 2007, Tomo I: 156).
Vallejo, en lo que concierne al litisconsorcio, enseña que:
“Elementalmente, el litisconsorcio supone pluralidad de partes en el
proceso (...).
En general importa la substanciación en un mismo proceso de pretensiones
conexas, o de una sola pretensión con dos o más actores, o dos o más
demandados. Puede presentarse originariamente o con posterioridad a la
iniciación de la demanda; ésta puede ampliarse, incluyendo otros sujetos
o insertando nuevas pretensiones. El demandado puede, a su turno, pedir
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2.1 Noción
Para Andrés de la Oliva y Miguel Angel Fernández, “... el litisconsorcio es
necesario cuando el Derecho exige al actor que dirija la demanda simultáneamente
frente a dos o más personas...” (DE LA OLIVA; y FERNANDEZ, 1990, Volumen
I: 456-457).
Véscovi estima que el litisconsorcio necesario “... se da no cuando las partes
pueden (o no) comparecer conjuntamente, sino cuando deben hacerlo. Porque
la relación jurídica debatida (relación sustancial, pretensión deducida) es de tal
naturaleza, que no puede decidirse válidamente si no están presentes todos los
litisconsortes” (VESCOVI, 1999: 171).
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LITISCONSORCIO
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
cabe añadir que resulta indiferente, para el caso, el tipo de decisión que
se persiga (objeto mediato de la pretensión)” (PALACIO, 1983, Tomo
III: 207-208).
Según Fairén Guillén, el litisconsorcio necesario se presenta en los siguientes
casos:
“1.° En los casos de pretensiones constitutivas de tal esencia, que solamente
se puede proponer la demanda mediante la cual se da ámbito judicial al
derecho de constitución, por o contra varias personas (...).
2.° En procesos referentes a un patrimonio llevado de modo mancomunado
(...).
3.° En los casos en que las regulaciones materiales imponen que las presta-
ciones solamente puedan exigirse por varios o contra varios en común.
Este grupo de casos recoge muchos supuestos que pasan casi a fundirse
con los anteriores” (FAIREN GUILLEN, 1954, “Sobre el litisconsorcio
en el proceso civil”: 865).
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LITISCONSORCIO
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LITISCONSORCIO
“1°) Los actos de disposición del objeto procesal realizados por uno o al-
gunos de los litisconsortes (allanamiento, desistimiento, transacción,
conciliación) sólo producen sus efectos normales en la medida en que
los restantes litisconsortes adopten la misma actitud. Por lo tanto, y en
razón de la indivisibilidad que caracteriza a dicho objeto, aquellos actos
sólo pueden traer aparejada la consecuencia de liberar a su autor o a
sus autores de las cargas inherentes al ulterior desarrollo del proceso, y
de eximirlos de la responsabilidad por el pago de las costas relativas a
los trámites realizados sin su intervención, pero no los excluyen de los
efectos de la sentencia, cuyo contenido no puede diferir con relación a
los distinto litisconsortes.
2°) Las defensas opuestas por uno o algunos de los litisconsortes, sea que se
funden en hechos comunes o individuales, favorecen a los demás (...).
3°) Las alegaciones y las pruebas aportadas por los litisconsortes deben ser
valoradas en su conjunto, aun cuando resulten contradictorias. Corres-
ponde tener en cuenta, sin embargo, que la confesión o la admisión de
hechos formulada por uno o por alguno de los litisconsortes no pueden
ser invocadas contra los restantes, en tanto el hecho que ha sido objeto
de tales actos no se encuentre probado con relación a estos últimos. No
obstante, la admisión o la confesión pueden eventualmente valer como
prueba indiciaria.
4°) Los recursos interpuestos por cualquiera de los litisconsortes favorecen
eventualmente a los demás...” (PALACIO, 1983, Tomo III: 215-216).
Aldo Bacre, en lo que atañe a los efectos del litisconsorcio necesario sobre
las sentencias definitivas, apunta lo siguiente:
“a) De condena
La eficacia ejecutiva de la sentencia de condena solamente relaciona a las
partes del pleito y no es oponible a terceros, ya que no es imprescindible,
salvo mandato legal, la presencia de todos los legitimados.
b) Constitutivas
Son aquellas sentencias que establecen un nuevo estado jurídico entre las
personas, v.gr. filiación, divorcio, etcétera. En éstas la eficacia tiene efectos
erga omnes. Esto es así por la naturaleza especialísima de las cuestiones
de estado, por lo que se requiere la presencia de todos los sujetos en el
proceso.
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c) Declarativas
Estas se agotan en el acertamiento; consecuentemente su propia decla-
ratividad tiene valor únicamente para los que intervinieron en el juicio”
(BACRE, 1996, Tomo II: 166).
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3.1 Definición
Arazi asevera que el litisconsorcio voluntario “se produce cuando varias
personas actúan en conjunto en un proceso ya sea porque así lo decidieron, asu-
miendo el carácter de actores, o porque fueron demandados en conjunto. Pero
esa pluralidad de partes se forma sin perjuicio de que el proceso podría haberse
desarrollado con absoluta normalidad con un solo actor o contra un solo deman-
dado...” (ARAZI, 1998: 322-323). Dicho autor precisa que “en el litisconsorcio
voluntario la sentencia contendrá tantos pronunciamientos como partes integrantes
del litisconsorcio; en consecuencia no hay comunidad de suertes entre las partes,
y, por ello, puede hacerse lugar a la demanda de un coactor y rechazarse la de otro
u otros...” (ARAZI, 1998: 323).
A juicio de Aldo Bacre, el litisconsorcio facultativo se da “... cuando en el
mismo proceso existen diversos sujetos en una misma posición de parte (actores,
demandados, o ambos) ejerciendo múltiples pretensiones conexas entre sí, sin que
la ley o la naturaleza de la relación material los obligue a pleitear conjuntamen-
te” (BACRE, 1996, Tomo II: 156). El referido jurista explica que “es facultativo
para las partes, porque podrían instaurar tantos juicios por separado y obtener
otras tantas sentencias separadas por cada uno de ellos, pero, al existir conexidad
en el título o en el objeto, se considera oportuno unir en un juicio único todas las
demandas para que el juez emita una providencia única para todos. Es decir, cada
sujeto puede invocar una legitimación procesal autónoma, por lo que, a diferencia
de lo que acontece con el litisconsorcio necesario, tanto el resultado del proceso
cuanto el contenido de la sentencia definitiva pueden ser diferentes con respecto
a cada uno de ellos, aunque ésta sea única como acto procesal del juez” (BACRE,
1996, Tomo II: 156-157).
En opinión de Calamandrei, “en el litisconsorcio facultativo (...), a la pluralidad
de las partes corresponde una pluralidad de relaciones sustanciales controvertidas
y una pluralidad de acciones acumuladas en el mismo proceso. La acumulación no
está aquí impuesta por la unicidad de la relación controvertida ni por la naturaleza
inescindible de la legitimación, sino que está aconsejada por razones de oportunidad
inferida de la conexión que vincula entre sí las distintas causas acumuladas (...).
Aquí el proceso aparece único a pesar de que sean varias las causas contenidas en
él; pero en ese proceso se pueden distinguir tantas relaciones procesales cuantas
sean las causas: las partes mantienen entre sí la misma posición de reciprocidad
necesaria que tendrían si la causas se decidiesen por separado; entonces es posible
que en cierto momento las causas reunidas se separen (...), y cada una vuelva a ser
objeto de un proceso separado (...); y aunque el proceso continúa siendo único hasta
237
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el fin, las decisiones de las distintas causas podrán ser distintas y correspondientes
al distinto comportamiento observado en el proceso por las partes de cada una de
las causas” (CALAMANDREI, 1962, Volumen II: 312-313).
Según Beatriz Quintero y Eugenio Prieto, “aludir (...) a litisconsorcio vo-
luntario o facultativo es aludir a un proceso acumulativo caracterizado por una
conexidad subjetiva parcial. El proceso con litisconsorcio voluntario es pues un
proceso que sirve a la composición de dos o más pretensiones entre las cuales hay
una conexidad subjetiva parcial que, por lo tanto, acumula partes, y una conexidad
propia o impropia. Acumulación entonces de partes y de pretensiones” (QUINTE-
RO; y PRIETO, 1995, Tomo II: 57). Los indicados autores anotan, además, sobre
el litisconsorcio voluntario o facultativo lo siguiente:
“... Refiere a una reunión de sujetos, a una multiplicación de las partes en
cada posición del proceso, demandantes o demandadas, evidenciándose
un proceso con pluralidad de pretensiones, pero además con pluralidad
de partes, es decir, con más de dos partes.
Los litisconsortes facultativos en el proceso litisconsorcial, sean propios
o impropios gozan de total autonomía, unos con respecto a los otros,
como que son litigantes separados unidos apenas en la unidad formal
del proceso, pero con total independencia de las paralelas relaciones
subyacentes.
Los actos de cada litisconsorte facultativo no redundan en provecho ni
en perjuicio de los demás y cada pretensión es decidida autónomamente
en la sentencia única, inclusive con decisiones diversas con respecto a
cada pretensión, sin otra unidad (...) distinta de la unidad formal, esto es
decir, con el único vínculo de que sea una la sentencia que contiene todas
y cada una de las autónomas decisiones” (QUINTERO; y PRIETO, 1995,
Tomo II: 95).
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5.1 Definición
Beatriz Quintero y Eugenio Prieto dicen de la intervención de terceros
voluntaria que “en este género de intervención queda a voluntad del tercero
intervenir o no y para hacerlo no tiene que esperar llamado alguno de parte
o del juez. El elemento específico que lo distingue no reposa en el deseo de
intervenir, con citación o sin ella, sino en el grado de afectación que el proceso
que discurre le depare en su esfera jurídica, bien porque ostente titularidad del
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INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION PROCESAL
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
5.2 Clases
Lino Palacio nos informa que “las leyes que reglamentan esta institución,
como así también la doctrina que la explica, distinguen entre dos tipos básicos de
intervención voluntaria: la principal, o excluyente, y la adhesiva. Esta última, a su
vez, suele subclasificarse en intervención adhesiva simple o dependiente e inter-
vención adhesiva litisconsorcial o autónoma” (PALACIO, 1983, Tomo III: 231).
Gimeno Sendra refiere que “en la intervención voluntaria, (…) el tercero
decide voluntariamente intervenir en un proceso ya iniciado. Dicha intervención
(…) puede ser ‘litisconsorcial’, si el tercero es titular del derecho o interés que en
él se discute o ‘adhesiva’, cuando su derecho depende del bien o derecho litigioso
del que es titular la parte principal” (GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 166).
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posición autónoma, sino simplemente ‘para sostener las razones de alguna de las
partes’ contra la otra, es decir, para ayudar a una de las partes principales a hacer
valer su derecho frente a la otra (o para hacer que se rechace la pretensión de la
otra): el interviniente, pues, combate por el derecho ajeno, para hacer que triunfen
las razones de la parte a la cual se adhiere, contra el adversario de ella, en quien
sólo por eso ve el interviniente a su propio adversario. El interviniente por adhe-
sión debe tomar necesariamente partido, es decir, debe declararse a favor de una
de las partes en contra de la otra: de ese modo entra él en el proceso al lado de la
parte ayudada, en calidad de litisconsorte auxiliar que la contraparte debe aceptar
como contradictor agregado...” (CALAMANDREI, 1962, Volumen II: 320-321).
Serra Domínguez, en lo que concierne a la intervención adhesiva simple
(coadyuvante), manifiesta lo siguiente:
“... La intervención adhesiva strictu sensu se produce en aquellos casos
en que la intervención del tercero tiene por exclusivo objeto la defensa
procesal de una de las partes, aun sin ostentar derecho alguno autónomo
de acción ni resultar directamente perjudicado por la sentencia, fundada
exclusivamente en una relación jurídica entre la parte ayudada y el ter-
cero, que puede resultar afectado en forma refleja por los efectos de la
sentencia.
(...)
La intervención adhesiva del tercero es el único remedio para impedir la
producción de efectos perjudiciales. Mientras en las restantes interven-
ciones, el tercero era poseedor de una acción autónoma que podía discutir
en otro proceso, pidiendo acto seguido la acumulación o amparándose
en la sentencia dictada en el segundo proceso, con lo que los fines de la
intervención era principalmente los de economía procesal (intervención
litisconsorcial) o evitar sentencias contradictorias (intervención principal),
el interviniente adhesivo carece de otro remedio que no sea su actuación
en el curso del proceso para contribuir a la formación de una sentencia
que puede constituir un presupuesto privilegiado del nacimiento o la
extinción de un deber o de un derecho hacia la parte vencida, o puede
convertir en ineficaz el derecho poseído respecto de la parte vencida. De
ahí el interés en contribuir a la defensa de dicha parte para evitar que se
forme en el proceso una sentencia que por su apariencia externa y por su
carácter coactivo es susceptible de perjudicarle” (SERRA DOMINGUEZ,
1969: 243-245).
El Código Procesal Civil, en su artículo 97, regula lo relativo a la intervención
coadyuvante en estos términos:
253
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
“Quien tenga con una de las partes una relación jurídica sustancial, a
la que no deban extenderse los efectos de la sentencia que resuelva las
pretensiones controvertidas en el proceso, pero que pueda ser afectada
desfavorablemente si dicha parte es vencida, puede intervenir en el pro-
ceso como coadyuvante de ella.
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por tal razón estuviera legitimado para demandar o haber sido demandado
en el proceso, puede intervenir como litisconsorte de una parte, con las
mismas facultades de ésta.
Esta intervención puede ocurrir incluso durante el trámite en segunda
instancia”.
En lo que se refiere a la intervención litisconsorcial, debe tenerse presente,
además, lo normado en el Capítulo VI (“Litisconsorcio”) del Título II (“Compa-
recencia al proceso”) de la Sección Segunda (“Sujetos del proceso”) del Código
Procesal Civil, en los arts. 92 al 96 (numerales éstos que fueron examinados en el
Capítulo V de la obra, por lo que nos remitimos a lo señalado en dicho Capítulo).
Calamandrei, en lo que atañe a los efectos de la intervención litisconsorcial,
refiere lo siguiente:
“Al igual que la intervención principal, la litisconsorcial puede ampliar,
en el proceso en que tiene lugar, los límites objetivos de la materia del
litigio: ya que con ella propone el tercero en el proceso pendiente entre
las partes principales una nueva demanda, dirigida a hacer valer, contra
alguna de ellas, un derecho suyo ‘relativo al objeto o dependiente del
título deducido en el mismo proceso’; se produce así, mediante esta
intervención, una reunión (subsiguiente o sobreañadida) de dos causas
conexas por el objeto o por el título: la originaria entre las partes princi-
pales y la propuesta por el tercero contra una de ellas. Bajo este aspecto,
pues, los efectos de la intervención litisconsorcial son similares a los
de la intervención principal. Pero la diferencia es ésta: que, mientras
con la intervención principal el interviniente propone simultáneamente
dos demandas dirigidas cada una de ellas contra uno de los originarios
competidores (en forma que las causas reunidas vienen a ser tres), con la
intervención litisconsorcial el tercero propone una sola demanda, dirigida
contra uno de los contendientes, en forma que las causas reunidas en el
único proceso vienen a ser dos, la que pende entre las partes originarias
y la que pende entre el interviniente y una de ellas. De este modo, el
tercero interviniente, al entrar en el proceso entre las partes originarias
como contradictor de una sola de ellas, puede venir a encontrarse con la
otra en coincidencia de intereses contra el adversario común: posición que
recuerda la que en la intervención por adhesión (simple) se verifica entre
la parte ayudadora y la parte ayudada frente al adversario de ésta. Pero
en realidad la posición es muy distinta: al paso que el interviniente por
adhesión (simple), que entra en juicio para hacer valer un derecho ajeno,
no tiene legitimación autónoma y no podría hacerlo valer por sí solo en
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6.1 Concepto
Rocco define a la intervención coactiva de terceros (llamada también interven-
ción provocada o forzada u obligada o necesaria) como “... aquella intervención
que se produce, no por espontánea voluntad del sujeto, sino porque surge una
situación en que la voluntad del sujeto se ve constreñida a participar en el juicio
pendiente” (ROCCO, 1976, Volumen II: 131-132).
Gimeno Sendra refiere que “en la intervención provocada, el tercero interviene
como consecuencia de una denuncia de la existencia del proceso efectuada por
alguna de las partes. Puede ser, pues, provocada a instancia del demandante (…)
o del demandado…” (GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 166).
Sobre el particular, Lino Palacio asevera que:
“... En términos generales, la intervención coactiva u obligada se verifica
cuando, sea a petición de cualquiera de las partes originarias, o de oficio,
se dispone la citación de un tercero para que participe en el proceso pen-
diente y la sentencia a dictar en él pueda serle eventualmente opuesta.
269
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
(...)
(...) Pese a la denominación acordada a este tipo de intervención, la
comparecencia del tercero no implica un deber sino una simple facultad
jurídica cuya falta de ejercicio, sin embargo, también lo expone al riesgo
de ser alcanzado por los efectos de la sentencia que se dicte en el proceso
al que fue citado” (PALACIO, 1983, Tomo III: 246-247).
Andrés de la Oliva y Miguel Angel Fernández, acerca de la intervención
provocada de terceros, apuntan que:
“... Se habla de intervención provocada cuando una persona, hasta en-
tonces ajena al litigio, entra a formar parte de él como consecuencia de
la ‘llamada’ que le dirige alguna de las partes procesales. La llamada al
tercero (que es, en definitiva, la simple comunicación de la existencia del
proceso) se denomina litis denuntiatio.
(...) La intervención provocada no es nunca una intervención ‘forzosa’. El
‘provocado’ no tiene la obligación o deber de comparecer, sino la carga
de hacerlo, en la medida en que de su incomparecencia podrían parársele
perjuicios. La llamada al tercero, que puede hacerla tanto el actor como
el demandado, suele realizarse bien para que el tercero auxilie a quien es
parte demandada, bien simplemente para crear el supuesto de hecho del
que dependen otros derechos (de garantía, saneamiento, etc.)” (DE LA
OLIVA; y FERNANDEZ, 1990, Volumen I: 482-483).
Aldo Bacre anota sobre el tema que “el concepto de intervención obligada de
terceros es equívoco. En realidad, el tercero intervendrá en el proceso si lo desea,
y su falta de respuesta a la citación no permite declararlo rebelde, ya que ella se
efectúa al solo fin de anoticiarlo de la existencia del juicio, por los efectos que
pudiera tener la sentencia en un futuro proceso contra él. Se trata más bien, de una
carga procesal para el citante (alguna de las partes), toda vez que considere que
con alguna persona en principio ajena al pleito existe comunidad de controversia.
(...) no existe obligación de comparecer, por lo que una más correcta expresión
sería (...) intervención coactiva” (BACRE, 1996, Tomo II: 184).
6.2 Clases
En opinión de Lino Palacio:
“... Corresponde diferenciar tres tipos básicos de intervención coactiva,
todos los cuales son susceptibles de ser encuadrados (...) bajo la desig-
nación genérica de ‘denuncia de la litis’ (litisdenuntiatio).
270
INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION PROCESAL
Tales tipos son: 1°) La citación del sujeto pasivo de una eventual pre-
tensión regresiva o del colegitimado. Dentro de la primera hipótesis
cabe a su vez distinguir los casos comunes de pretensiones regresivas,
de la llamada ‘citación de evicción o saneamiento’ (...); 2°) La citación
del legitimado para intervenir (nominatio auctoris); 3°) La citación del
tercero pretendiente” (PALACIO, 1983, Tomo III: 247-248).
A criterio de Rocco:
“La intervención coactiva puede ocurrir de dos modos, a saber: previa
instancia o requerimiento de una parte, dirigida al juez, con la cual llama
al proceso a un sujeto que ha permanecido extraño a la litis; o bien, por
espontánea iniciativa del juez, quien, reconociendo la causa común a otro
sujeto que no está originariamente en litis, ordena su comparecencia en
juicio.
La primera forma de intervención se denomina intervención coactiva a
instancia de parte, mientras que la segunda forma se llama intervención
coactiva iussu iudicis (integración del juez)” (ROCCO, 1976, Volumen
II: 132).
El mencionado jurista italiano precisa que son casos de intervención coactiva
a instancia de parte:
“1°) la litisdenuntiatio en materia de evicción;
2°) la nominatio auctoris (...);
3°) el llamamiento en causa del tercero pretendiente (...);
4°) el llamamiento en garantía...” (ROCCO, 1976, Volumen II: 132).
271
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION PROCESAL
6.2.3 Litisdenunciación
Para Goldschmidt, “... la litisdenunciación ‘litis denuntiatio’ es el aviso dado
por una parte a un tercero de la pendencia de un proceso, dejando al arbitrio
del mismo el acudir en auxilio del denunciante en calidad de interviniente
adhesivo (...), el entrar en la causa como interviniente principal (...), o el aceptar
el proceso en calidad de demandado...” (GOLDSCHMIDT, 1936: 450).
En opinión de Liebman, “... la llamada en causa del tercero es (...) ante todo
un medio para llevar al conocimiento del tercero la existencia del proceso (litis-
denuntiatio) y permitirle intervenir, medio que en estos casos se hace posible por
la coincidencia del interés del tercero con el interés de la parte que lo llama. Pero,
naturalmente, nadie puede ser constreñido a proponer demandas contra su voluntad.
Por eso la llamada en causa, en sí y por sí, coloca al tercero en la situación de asistir
al proceso permaneciendo al margen del mismo; todo lo que se puede admitir es
que la llamada implique la proposición de una demanda de declaración de certeza
273
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
respecto del tercero, la cual extienda también a él los efectos de la sentencia que
haya de pronunciarse sobre la causa originaria entre las partes principales, de modo
que valga también para él la declaración de certeza de los puntos de hecho y de
derecho que son comunes también a su relación o que constituye una prejudicial
de éste. En tal modo, el tercero se convierte, a estos efectos limitados, en parte. Lo
que no excluye que una de las partes (el que llama a su adversario) pueda proponer
también otra demanda contra el intervenido y que éste la pueda proponer contra
una o ambas partes. Por ejemplo, en el caso de la garantía, la parte, además de
llamar en causa al garante, puede proponer en el mismo proceso en vía eventual
(esto es, para el caso de resultar vencido en la demanda principal) la demanda de
regreso contra él (llamada en garantía)” (LIEBMAN, 1980: 85-86).
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INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION PROCESAL
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
proceso; [...] en tal virtud, a través de éste pedido [sic -léase este pedi-
do-] se permite incorporar al proceso a un tercero que no habiendo sido
demandado, asuma las obligaciones o responsabilidades que surjan del
derecho discutido, de tal manera que sean emplazados con la demanda y
entablen una relación procesal con el demandante, no así con el denun-
ciante que puede conservar su condición de codemandado o ser excluido
del proceso...” (Casación Nro. 5254-2006 / Lima Norte, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 02-09-2008, pág. 22686).
- “... La denuncia civil consagrada en el Artículo ciento dos del Códi-
go Procesal Civil permite incorporar al proceso a un tercero que no
habiendo sido demandado expresamente, asuma las obligaciones o
responsabilidades que surjan del derecho discutido, de tal manera que
sean emplazados con la demanda y entablen relación procesal con el
demandante, no así con el denunciante que puede conservar su condición
de codemandado o ser excluido del proceso” (Casación Nro. 678-96 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 21-04-1998, págs.
733-734).
- “... La denuncia civil está regulada en el artículo ciento dos del Código
Procesal Civil, el mismo que establece que solamente procederá denunciar
civilmente a otra persona si es que ésta, además de él o en su lugar, tiene
alguna obligación o responsabilidad en el derecho discutido; es decir, la
norma acotada exige que para que una persona sea denunciada civilmente
debe tener la calidad de parte pasiva, resultando obligada a lo que se de-
cida en la sentencia, pues la denunciada civilmente es considerada como
un litisconsorte necesario dado que integra la parte pasiva de la relación
jurídico material...” (Casación Nro. 692-01 / Ica, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 05-11-2001, págs. 7908-7909).
- “... Las partes tienen facultad para formular denuncia civil cuando corres-
ponda, conforme al Artículo ciento dos del Código Procesal Civil, por
lo que su omisión no puede sustentar un pedido de nulidad...” (Casación
Nro. 100-2000 / Tacna, publicada el 09-04-2000, pág. 5056).
- “... No existiendo prohibición alguna de que la denuncia civil se encuentre
contenida en la contestación de demanda, ni mucho menos mandato impe-
rativo de que deba formularse en escrito aparte, ésta debe entenderse como
válidamente efectuada en la forma realizada en autos [esto es, dentro de
los fundamentos de hecho del escrito de contestación de demanda], máxi-
me si es obligación de los Magistrados analizar, evaluar y merituar cada
uno de los fundamentos expuestos por las partes en litigio...” (Casación
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INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION PROCESAL
que la sentencia es res inter alios iudicata, y sin interviene hay que
considerarlo interviniente adhesivo…” (MONTERO AROCA; GOMEZ
COLOMER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003, Tomo
II: 92).
Para Micheli, “... con el llamamiento en garantía la parte propone, frente al
garante así llamado en causa, una demanda (anticipada y condicionada a que sea
acogida la pretensión de la una parte respecto de la otra, esto es, de la garantizada),
mediante la cual se hace valer una acción de repetición frente al garante (...). El
llamamiento en garantía debe, por consiguiente, contemplarse como distinto de
la simple denuncia de la litis, mediante la cual el garantizado advierte al garante
de la pendencia de la controversia, derivada de la pretensión del tercero de tener
derechos sobre la cosa vendida (...); sin embargo, si el garante no interviene, la
cosa juzgada formará estado también contra él, pero el garantizado deberá pro-
mover una distinta acción de repetición en proceso especial. Por el contrario, si el
garantizado no provee tampoco a la litis denunciatio, corre el peligro de perder la
garantía” (MICHELI, 1970, Volumen I: 235).
El Código Procesal Civil, en su artículo 104, regula lo concerniente al asegura-
miento de pretensión futura (denominado también, como se indicara anteriormente,
citación o llamamiento en garantía) en estos términos:
“La parte que considere tener derecho para exigir de un tercero una in-
demnización por el daño o perjuicio que pudiera causarle el resultado de
un proceso, o derecho a repetir contra dicho tercero lo que debiera pagar
en ejecución de sentencia, puede solicitar el emplazamiento del tercero
con el objeto de que en el mismo proceso se resuelva además la pretensión
que tuviera contra él.
El llamamiento queda sujeto al trámite y efectos previstos en el Artículo
103° [del C.P.C.]”.
Se puede apreciar del último párrafo del artículo 104 del Código Procesal
Civil (citado precedentemente) que el emplazamiento del tercero que se hace en
un proceso con motivo del pedido de aseguramiento de pretensión futura de una
de las partes queda sometido al trámite y efectos previstos en el artículo 103 del
Código Procesal Civil (que versa sobre el trámite y efectos de la denuncia civil),
infiriéndose así lo siguiente:
- Si el Juez considera procedente el pedido de aseguramiento de pretensión
futura, emplazará al tercero con las formalidades establecidas para la
notificación de la demanda, concediéndole a éste un plazo no mayor de
diez días para que intervenga en el proceso.
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- “... El segundo párrafo del artículo ciento cinco del Código Procesal
Civil [...] establece respecto del llamamiento posesorio que, si el citado
comparece y reconoce que es el poseedor, reemplazará al demandado,
quien quedará fuera del proceso, y en este caso, el Juez emplazará con la
demanda al poseedor; [...] no obstante lo dispuesto expresamente por la
norma legal, y pese a que el señor [...] ha comparecido formalmente al
proceso, el Juez de la causa ha omitido expedir la resolución pertinente,
decidiendo o no sobre su incorporación al proceso en reemplazo de los
codemandados, pese a la trascendencia que este acto procesal reviste
para efectos del cumplimiento de la decisión final; situación que [...]
ha originado se expida sentencia [...] sin que [...] se haya establecido
debidamente la relación jurídica procesal, lo que afecta la validez de la
sentencia recurrida y vulnera el derecho del recurrente al debido proce-
so...” (Casación Nro. 622-02 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 02-01-2003, págs. 9763-9764).
- “... El llamamiento posesorio se supedita a la acreditación de la calidad
de cuidador o vigilante del inmueble por parte de quien lo alega [...];
siendo así la falta de emplazamiento con el proceso a los [...] presuntos
poseedores del bien, no invalida la sentencia de vista...” (Casación Nro.
18-2002 / Huánuco, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-05-
2002, págs. 8794-8795).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
(...)
El citado no queda vinculado al proceso por el solo llamamiento. Pro-
ducida la citación, el tercero decide si interviene o no, y tan solo en el
último supuesto se producirá su vinculación” (QUINTERO; y PRIETO,
1995, Tomo II: 114-115).
Los mencionados autores señalan, además, que: “Este instituto sui generis
implica la permisión al tercero de toda la actividad propia de una parte princi-
pal independiente, tal como si interviniera ad excludendum, cual si acumulara
pretensión. Goza de todos los poderes y facultades procesales, pero carece de
la facultad de disponer del objeto litigioso” (QUINTERO; y PRIETO, 1995,
Tomo II: 115).
El Código Procesal Civil regula el llamamiento ex officio en caso de fraude o
colusión en su artículo 106. Así tenemos que, en virtud del artículo 106 del Códi-
go Procesal Civil, el Juez, siempre que exista la presunción de fraude o colusión
en el proceso, tiene la obligación de disponer, de oficio, la inmediata citación de
las personas que puedan resultar afectadas, con la finalidad de que se apersonen
al proceso en salvaguarda de sus derechos e intereses. A efecto de la citación de
las personas interesadas en caso de fraude o colusión, el Juez tiene la potestad de
ordenar la suspensión del proceso por un plazo que no exceda los 30 días. Debe
tenerse presente que el llamamiento en caso de fraude o colusión procede en
cualquier etapa del proceso.
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación al llamamiento ex
officio en caso de fraude o colusión, ha establecido lo siguiente: “... El llamamiento
en caso de fraude o colusión cuando el Juez presuma su existencia, así como la
consecuente suspensión del proceso, no constituye un imperativo categórico pues
es una facultad discrecional del Juzgador...” (Casación Nro. 2981-2006 / Ica, pu-
blicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-11-2006, pág. 17813).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
7. EXTROMISION
Según Liebman, “la extromisión de una parte es el fenómeno inverso a la in-
tervención, es la salida de una parte del proceso. La misma se produce por efecto
de un pronunciamiento del juez, que libera o excluye a una parte de la participación
ulterior en el proceso, y puede referirse tanto a una parte originaria cuanto a una
parte que haya intervenido o haya sido llamada al proceso pendiente. En general,
la extromisión tiene lugar cuando el juez compruebe el defecto de presupuestos
particulares que condicionan la presencia de la parte en el proceso, o cuando llegue
a faltar la demanda propuesta en juicio por la parte o contra ella (y el proceso deba,
en cambio, continuar entre las otras partes)” (LIEBMAN, 1980: 87-88).
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 107 del Código Procesal
Civil, en cualquier etapa del proceso, y de manera excepcional, puede el órgano
jurisdiccional disponer (en resolución debidamente motivada) la extromisión de un
tercero legitimado que esté interviniendo en el proceso, vale decir, su apartamiento
de la litis en los siguientes casos:
a) Cuando el órgano jurisdiccional estime que el derecho o interés que
legitimaba al tercero se ha extinguido.
b) Cuando el órgano jurisdiccional compruebe posteriormente la inexistencia
del derecho o interés que legitimaba al tercero (decimos posteriormente
porque el Juez admite la intervención del tercero precisamente por de-
mostrar éste su derecho o interés para intervenir en el proceso, de lo que
se colige que es en momento posterior al indicado que el Juez se cerciora
de que dicho derecho o interés no existe y, en consecuencia, dispone la
extromisión de aquél).
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la extromisión,
ha establecido lo siguiente: “... El pedido de extromisión del proceso de un tercero
legitimado presupone que éste anteriormente haya sido incorporado al mismo...”
(Casación Nro. 02-05 / La Libertad C-47295, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 01-08-2005, pág. 14430).
8. SUCESION PROCESAL
Gimeno Sendra entiende por sucesión procesal “… la sustitución, en un proce-
so determinado, de unas partes formales por otras materiales, como consecuencia
de la transmisión ‘inter vivos’ o ‘mortis causa’ de la legitimación de aquéllas a
éstas” (GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 172). Dicho autor agrega que “como
consecuencia de la ‘perpetuatio jurisdictionis’ que ocasiona la litispendencia, tras
la admisión de la demanda, no pueden existir cambios sustanciales de las partes
286
INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION PROCESAL
en el proceso (…), el cual habrá de transcurrir entre el actor y del (sic -léase y
el-) demandado. Mas, puede ocurrir que, fuera del proceso se haya transmitido
el derecho subjetivo o la titularidad del bien o relación jurídica litigiosa, en cuyo
caso el nuevo adquirente es quien ostenta la legitimación, activa o pasiva (en el
caso de transmisión de bienes litigiosos), y quien se encuentra, por tanto, legi-
timado para suceder a la parte originaria en el proceso” (GIMENO SENDRA,
2007, Tomo I: 172).
Lino Palacio sostiene que:
“... En términos generales, cabe hablar de sucesión procesal siempre que,
a raíz de la extinción, pérdida de legitimación o modificación substancial
producida en la composición de una de las partes, ésta es reemplazada en
el proceso por una persona distinta.
Este tipo de sucesión implica un reflejo de la transmisión de derechos
substanciales, sea a título universal o singular (...). Pero como se trata
de derechos litigiosos, cuya efectividad se halla por lo tanto supeditada
al eventual reconocimiento que de ellos se haga en la sentencia definiti-
va, la sucesión procesal se configura, en rigor, como una sucesión en la
posición jurídica procesal adoptada por el transmitente con relación al
correspondiente derecho” (PALACIO, 1983, Tomo III: 324-325).
Lorca Navarrete trata lo relativo a la sucesión procesal de la manera que se
reproduce a continuación:
“La sucesión procesal atiende a la regulación de todas las cuestiones
que afectan a los posibles cambios de sujetos en la titularidad de parte
legítima en el seno de la instancia procesal.
(…)
(…) La sucesión procesal incide más que, en la titularidad legítima de un
derecho, en una posición de parte dirigida a ‘afirmar’ la titularidad
legítima del derecho que podrá coincidir o no con la posición legítima
de la parte según como sea declarada jurisdiccionalmente.
(…)
En todo caso, se parte de la ratio según la cual la titularidad legítima del
derecho es en sí transmisible en un contexto que gráficamente podría
ser funerario, no sólo porque se justifique en la sucesión mortis causa,
cuanto más bien, porque ‘intervivos’ a través de la sucesión se produce
físicamente la muerte para la instancia procesal de quien la transmite.
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los casos en que ésta se presenta. Así su inciso tercero expresa que se
presenta tal situación cuando el adquiriente por acto entre vivos de un
derecho, sucede en el proceso al enajenante; desprendiéndose de dicho
numeral por extensión que aquella se configura cuando, en el curso de un
proceso [...] una persona distinta reemplaza a una de las partes ocupando
su posición procesal de demandante o demandado, según sea el caso...”
(Casación Nro. 1288-2003 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 30-09-2005, págs. 14747-14748).
- “... Fluye que el Banco [...] ya no continúa en su condición de acreedor,
en tal virtud ha devenido carente de interés y legitimidad para obrar, ra-
zón por la que [...] se debió resolver el pedido de sucesión procesal, por
haber operado un cambio en la titularidad activa de la relación procesal,
máxime si [...] el conocimiento de dicho pedido [...] no ha sido absuelto
por la entidad demandante que ha dejado de tener la calidad de acreedora,
por ende, sin capacidad para continuar con el desarrollo del proceso. [...]
Que, en consecuencia, al no haberse procedido en la forma que establece
la ley procesal, se ha contravenido lo dispuesto en el artículo 108 del Có-
digo Procesal Civil, [...] correspondiendo por tanto declarar la nulidad del
fallo...” (Casación Nro. 1288-2003 / La Libertad, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 30-09-2005, págs. 14747-14748).
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CAPITULO VII
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Luis Rodríguez estima que la nulidad procesal es “... la sanción por inobser-
vancia de las formas de los actos procesales (definición de invalidación) existentes
(exclusión de los inexistentes) mientras la invalidez no haya quedado convalidada
(principio de relatividad)” (RODRIGUEZ, 1987: 89-90). Continúa el autor citado
diciendo que “... un acto se encuentra viciado cuando no se observan las formas
procesales y la sanción por esa inobservancia es la nulidad. El acto debe contener
los elementos esenciales para ser considerado tal, porque en caso contrario sería
la nada jurídica (inexistencia)...” (RODRIGUEZ, 1987: 90). Luis Rodríguez
considera, además, que “... la nulidad que ataca los defectos de construcción o de
actividad en el proceso o en la sentencia es una forma de impugnación...” (RO-
DRIGUEZ, 1987: 36).
Gómez de Liaño González y Pérez-Cruz Martín dicen de la nulidad procesal
lo siguiente:
“… La nulidad, independientemente de las causas que determinen su valora-
ción, tiene siempre como nota identificadora la de ser una categoría tendiente a
la protección del ordenamiento jurídico a través de la privación de los efectos
jurídicos producidos o cuya producción se pretenda.
Por ello, podemos definir la nulidad como técnica procesal dirigida a la pri-
vación de los efectos producidos -o cuya producción se pretende- por actos
en cuya realización se hayan cometido infracciones que el ordenamiento
considere dignas de tal protección (…).
Cuatro aspectos son destacables dentro de este concepto:
a) La nulidad entendida como técnica de protección es algo extrínseco al
acto mismo.
b) Para que un acto sea nulo debe, en primer lugar, ser, existir. De lo contrario
no podríamos aplicarle el calificativo de nulo.
c) La norma infringida debe ser de tipo invalidante, es decir, de una natura-
leza tal que su infracción conlleve la nulidad. El carácter invalidante de
la norma puede venir atribuido por el ordenamiento de forma expresa o
a través de un criterio general.
d) La determinación de lo que deba considerarse como causa de nulidad es
fruto de una decisión política y no una exigencia lógica del ordenamiento
que se imponga al legislador. Tal determinación se hará de acuerdo con
criterios de oportunidad y proporcionalidad. Pero en esa tarea el legisla-
dor no está vinculado a otros criterios diferentes. En consecuencia, son
de origen igualmente legal los límites de la nulidad y los cauces por los
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de las normas adjetivas que afecta el trámite del proceso y/o los actos procesales
que lo componen.
El vicio in procedendo o infracción a las formas acarrea, por lo general -si
fuese insalvable-, la nulidad del acto viciado. Ello condice al iudicius rescindens,
de carácter negativo, que implica la declaración de invalidez del acto cuestionado
y, como efecto secundario, el retrotraer el proceso al estado inmediato anterior al
de aquel en que se produjo el vicio (siempre y cuando éste fuese determinante en
el proceso).
En cambio, los vicios in iudicando son aquellos defectos o infracciones que
se producen en el juzgamiento, esto es, en la decisión que adopta el magistrado.
Tales vicios afectan el fondo o contenido y están representados comúnmente en
la violación del ordenamiento jurídico (sustantivo) que tiene lugar cuando se
aplica al asunto controvertido una ley que no debió ser aplicada, o cuando no se
aplica la ley que debió aplicarse, o cuando la ley aplicable es interpretada y -por
ende- aplicada deficientemente. A la violación del derecho (denominada también
error de derecho) se suma el error de hecho que afecta indiscutiblemente el fondo,
formando también así parte del vicio in iudicando. El último tipo de error tiene
que ver con la apreciación de los hechos por el órgano jurisdiccional, la cual, de
ser deficiente (como cuando no se valora apropiadamente un medio probatorio),
afecta la decisión del Juez (esto es, la declaración de certeza sobre los hechos) y
causa, por consiguiente, agravio al interesado.
El vicio in iudicando genera la revocación, el iudicium rescissorium, vale
decir, la rectificación directa del vicio o error, dejándose sin efecto la decisión
que ocasionó el agravio y emitiéndose otra -esta vez adecuada y correcta- que
la supla.
De lo expuesto se puede colegir que los vicios que dan origen a la nulidad
procesal no son otros sino aquellos que afectan el procedimiento o las formas pro-
cesales, es decir, los vicios o errores in procedendo, que giran en torno al aspecto
externo o extrínseco de los actos procesales.
Alzamora Valdez, al tratar sobre las causas de nulidad del acto procesal,
señala lo siguiente:
“... En primer lugar, son actos procesales nulos los afectos por incumpli-
miento de los presupuestos procesales.
En segundo lugar, vician los actos procesales los defectos en la aplicación
y las violaciones de las reglas de procedimiento.
En tercer lugar, los vicios de voluntad (...) influyen en la validez del acto.
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pueden ser aplicadas por analogía. Se puede apreciar que esta regla interpretativa
tiene estrecha relación con la indicada en el párrafo precedente, a tal punto que
podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que no es sino consecuencia de ella.
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- Principio de conservación.
- Principio de convalidación.
- Principio de la declaración judicial.
- Principio de independencia.
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Derivado de la antigua máxima, pas de nullité sans grief (no hay nulidad
sin daño o perjuicio) este presupuesto nos indica que no puede admitirse
el pronunciamiento de la nulidad por la nulidad misma (...).
Las nulidades declaradas en exclusivo beneficio de la ley, podían tener
cabida en legislaciones formalistas, pero no en la actualidad, donde la regla
no es destruir sin necesidad, sino salvar el acto por razones de economía
procesal.
Gobierna este requisito el principio de trascendencia, que nos indica que
la nulidad sólo puede ser declarada cuando haya un fin que trascienda la
nulidad misma, o desde otro punto de vista, que la nulidad no procede
‘si la desviación no tiene trascendencia sobre las garantías esenciales de
la defensa en juicio” (MAURINO, 1990: 45).
Como se indicara anteriormente, el principio de legalidad (o especificidad)
y el de trascendencia se hallan regulados en el artículo 171 del Código Procesal
Civil, que dispone que:
“La nulidad se sanciona sólo por causa establecida en la ley. Sin embar-
go, puede declararse cuando el acto procesal careciera de los requisitos
indispensables para la obtención de su finalidad.
Cuando la ley prescribe formalidad determinada sin sanción de nulidad
para la realización de un acto procesal, éste será válido si habiéndose
realizado de otro modo, ha cumplido su propósito”.
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“Este principio es una formulación más acotada del que rige en todo el dere-
cho, especialmente en los de contenido patrimonial. Tiende a dar funcionalidad y
efectos a los actos jurídicos sin importar el vicio que expongan, siempre y cuando,
claro está, esa nulidad no sea de tal importancia que inficione la calidad misma
del acto” (GOZAINI, 1992, Tomo I, Volumen 2: 855).
“El principio procesal de conservación apunta así a resguardar los valores
de seguridad y firmeza, de suma importancia para la función jurisdiccional,
toda vez que ésta aspira a obtener resultados justos, y logros fructíferos, sin
menoscabarse en dispendios inútiles como los que motivan las nulidades por
el solo hecho de asegurar el respaldo en las formas” (GOZAINI, 1992, Tomo
I, Volumen 2: 855).
Por el principio de conservación -puntualiza Satta- “... ‘si el vicio impide
un determinado efecto, el acto puede, sin embargo producir los efectos para los
que sea idóneo’. Este principio tiene puntos de contacto con el otro, propio del
derecho sustancial, de la conversión de los negocios jurídicos, pero se distingue
de él porque mientras la conversión apoya sobre la interpretación de la voluntad
de las partes (...), la conservación del acto procesal es totalmente independiente
de la voluntad, y tiene su raíz únicamente en la función del acto. Es decir, puede
darse que por un vicio formal el acto no puede cumplir su íntegra función (...)
pero sin embargo puede cumplir una función menor, comprendida en la primera...”
(SATTA, 1971, Volumen I: 241).
Sobre el particular, el artículo 172 del Código Procesal Civil (en su cuarto,
quinto y sexto párrafos), establece lo siguiente:
- No hay nulidad si la subsanación del vicio no ha de influir en el sentido
de la resolución o en las consecuencias del acto procesal (art. 172 -cuarto
párrafo- del C.P.C.).
- El Juez puede integrar una resolución antes de su notificación. Después
de la notificación pero dentro del plazo que las partes dispongan para
apelarla, de oficio o a pedido de parte, el Juez puede integrarla cuando
haya omitido pronunciamiento sobre algún punto principal o accesorio.
El plazo para recurrir la resolución integrada se computa desde la noti-
ficación de la resolución que la integra (quinto párrafo del art. 172 del
C.P.C.).
- El Juez superior puede integrar la resolución recurrida cuando concurran
los supuestos del párrafo anterior (sexto párrafo del artículo 172 del
C.P.C.).
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(...)
2) Normas de interés público (...). V.gr., normas sobre composición del
tribunal, sobre competencia, en tanto no admitan ‘su prorrogación’.
3) Preceptos de carácter imperativo. Emparentada con la anterior, ha sido
recepcionada por una parte de la jurisprudencia.
(...) No son convalidables los actos irregulares ‘por inobservancia de
preceptos de carácter imperativo’ (constitución del tribunal, jurisdicción
en razón de la materia). El fundamento es que de otra manera se desna-
turalizaría el sistema procesal establecido para dirigir las contiendas, o
se violarían requisitos constitucionales de importancia.
4) Normas que contienen un requisito de forma absoluta.
5) Normas de orden público. Las nulidades de orden público no se consienten
por el silencio de las partes. Sólo las sanea la cosa juzgada...” (MAURINO,
1990: 57-59).
El artículo 172 -primero, segundo y tercer párrafos- prevé tres casos en que
puede darse la convalidación de la nulidad procesal, a saber:
- Tratándose de vicios en la notificación, la nulidad se convalida si el
litigante procede de manera que ponga de manifiesto haber tomado co-
nocimiento oportuno del contenido de la resolución (primer párrafo del
art. 172 del C.P.C.).
- Hay también convalidación cuando el acto procesal, no obstante carecer
de algún requisito formal, logra la finalidad para la que estaba destinado
(segundo párrafo del art. 172 del C.P.C.).
- Existe convalidación tácita cuando el facultado para plantear la nulidad
no formula su pedido en la primera oportunidad que tuviera para hacerlo
(tercer párrafo del art. 172 del C.P.C.).
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“Existe una regla fundamental, que es la que establece que no hay nu-
lidad sin perjuicio (‘pas de nullité sans grief’). La nulidad no puede ser
declarada por la nulidad misma, porque sino llevaría a una repetición de
actos sin finalidad alguna.
El perjuicio en el proceso es asimilable al daño de las cuestiones patrimo-
niales. De la misma forma que en materia civil sin daño no hay reparación,
sin perjuicio no hay anulación.
El perjuicio es el daño procesal que ha ocasionado el acto viciado. Con-
cretamente, en qué medida ha impedido efectuar un acto o cumplir una
carga procesal.
El perjuicio es el aspecto pasivo, el daño que se ha inferido: la incon-
testación a la demanda, el incumplimiento de un acto procesal, etc. El
perjuicio se aprecia objetivamente a través de la efectiva privación que
la inválida actuación opera. No hay perjuicio que no pueda mensurarse,
que sea subjetivo” (RODRIGUEZ, 1987: 118).
Ahora bien, “... quien alega la nulidad procesal, debe mencionar expresamente
las defensas que se ha visto privado de oponer, o que no ha podido ejercitar con
la amplitud debida, pues toda sanción nulificatoria debe tener un fin práctico y no
meramente teórico. Debe señalarse cuál es el perjuicio real ocasionado” (MAU-
RINO, 1990: 46).
“No basta una invocación genérica, como sería decir, v.gr., ‘tenemos legíti-
mas excepciones que oponer’, o la imprecisa fórmula ‘se ha violado el derecho
de defensa en juicio’, sino que el interesado debe indicar cuál es el agravio que le
causa el acto irregularmente cumplido” (MAURINO, 1990: 46).
Sobre el particular, debe tenerse presente lo normado en el artículo 176 del
Código Procesal Civil, según el cual:
- El pedido de nulidad se formula en la primera oportunidad que el perjudi-
cado tuviera para hacerlo, antes de la sentencia. El Juez resolverá previo
traslado por tres días.
- Sentenciado el proceso en primera instancia, sólo puede ser alegada la
nulidad (se entiende por vicio ocurrido en primera instancia) expresa-
mente en el escrito sustentatorio del recurso de apelación. El órgano
jurisdiccional revisor resolverá oyendo a la otra parte en auto de especial
pronunciamiento o al momento de absolver el grado.
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hacerla procedente. Pero (...) aun estas nulidades pueden ser convalidadas antes
de su declaración de oficio, en cuyo supuesto habrá desaparecido el perjuicio que
fundamentaría el interés en la declaración. Parece innecesario, además, decir que
tampoco se tiene en cuenta el perjuicio cuando se trata de declarar la inexistencia
de un acto procesal” (ALSINA, 1958: 82).
Conforme al artículo 174 del Código Procesal Civil (que trata lo relativo al
interés jurídico para peticionar la declaración de nulidad), quien formula la nulidad:
- Tiene que acreditar estar perjudicado con el acto procesal viciado.
- Debe precisar, en su caso, la defensa que no pudo realizar como conse-
cuencia directa del acto procesal cuestionado.
- Tiene que acreditar interés propio y específico con relación a su pedido.
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son vicios de actos que lo integran- producen la nulidad de los actos posteriores,
que en realidad no son consecuencia de la ejecución de un acto viciado (...), sino
de la omisión de un acto requerido para la validez del acto que le sigue, o de la
transposición, se puede agregar, de un acto, de acuerdo al orden legal que le im-
pone el proceso” (MENDOZA, 1966: 178). “... En cuanto a los efectos sobre las
personas, hay que distinguir según se trate: a) del juez; b) de las partes; c) de los
auxiliares de justicia. Generalmente los efectos de la anulación sobre las personas
se traducen en una sanción pecuniaria -la aplicación de las costas o una multa-...”
(MENDOZA, 1966: 178).
Conforme a nuestro ordenamiento jurídico, cabe indicar que, según el artículo
177 del Código Procesal Civil, la resolución que declara la nulidad:
- Ordena la renovación del acto o actos procesales afectados y las medidas
efectivas para tal fin.
- Impone el pago de las costas y costos al responsable.
Es de resaltar que, a pedido del agraviado, la sentencia (y no la reso-
lución que declara la nulidad, salvo que tal declaración tenga lugar en la
sentencia) puede ordenar el resarcimiento por quien corresponda de los
daños causados por la nulidad. Así lo dispone la parte final del artículo 177
del Código adjetivo.
También ponemos de relieve que el artículo 173 del Código Procesal Civil
norma la extensión de la nulidad sobre la base del principio de independencia que
gobierna a dicha figura jurídica. Así, en virtud de dicho dispositivo legal:
- La declaración de nulidad de un acto procesal no alcanza a los anteriores
ni a los posteriores que sean independientes de aquél (art. 173 -primer
párrafo- del C.P.C.).
- La invalidación de una parte del acto procesal no afecta a las otras que
resulten independientes de ella, ni impide la producción de efectos para
los cuales el acto es idóneo, salvo disposición expresa en contrario (art.
173 -in fine- del C.P.C.).
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11.2 Jurisprudencia casatoria relacionada con los principios que rigen a las
nulidades procesales
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a los principios
que rigen a las nulidades procesales, ha establecido, en principio, lo siguiente:
- “... En materia de nulidad procesal debe tenerse en cuenta [...] los prin-
cipios que sancionan las nulidades procesales como: 1) el principio de
legalidad o especificidad, en virtud del cual la nulidad solo se declara
cuando la ley expresamente o implícitamente la establece; y 2) el de fina-
lidad incumplida, según el cual la nulidad debe declararse y sancionarse,
no obstante que no exista norma legal expresa, si el acto procesal no ha
cumplido su finalidad por carecer de uno de los requisitos esenciales;
principios reconocidos en el artículo ciento setenta y uno del Código
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- “... Las nulidades absolutas pueden ser declaradas de oficio por la Corte
Superior incluso al conocer de los recursos de apelación, aún (sic) cuando
el acto nulo no haya sido objeto de denuncia o recurso por las partes...”
(Casación Nro. 1755-99 / Puno, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 23-11-1999, págs. 4119-4120).
- “... La nulidad procesal declarada de oficio, presupone que el acto procesal
viciado no sea posible de convalidación. La procedencia de la nulidad de
oficio está en la protección de las garantías constitucionales del proceso,
siendo una de las más importantes el respeto al debido proceso...” (Casa-
ción Nro. 445-02 / Apurímac, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 31-01-2005, págs. 13517-13518).
- “... La nulidad se sanciona sólo por causa establecida en la ley, sin em-
bargo, puede declararse también cuando el acto procesal careciera de
los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad, teniendo
en cuenta los principios de legalidad y trascendencia a que se refiere el
artículo ciento setentiuno del Código Adjetivo [C.P.C.], aunque no haya
sido invocada...” (Casación Nro. 2881-99 / Tumbes, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 30-01-2001, págs. 6839-6840).
- “... Ante un vicio de gran consideración cualquier órgano jurisdiccional
por el sólo hecho de serlo tiene lo que en doctrina se llama la potestad
nulificante, recogido [sic -léase recogida-] en el último párrafo del
artículo ciento setentiséis del Código Procesal Civil por la cual debe
declarar la nulidad aún cuando ésta no haya sido solicitada, en los casos
en que considere que el acto viciado altere los fines abstracto y concreto
del proceso...” (Casación Nro. 857-2000 / Lima, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 02-01-2001, págs. 6708-6709).
- “... Frente a un vicio de tal consideración (vicio sustancial), cualquier ór-
gano jurisdiccional por el sólo (sic) hecho de serlo tiene lo que en doctrina
se llama potestad nulificante del juzgador y que ha sido acogido en el
último párrafo del Artículo ciento setentiséis del nuevo Código Procesal
Civil, entendida como aquella facultad de declarar una nulidad aún (sic)
cuando no haya sido solicitada, si considera que el acto viciado (incluso el
proceso todo) puede alterar sustancialmente los fines abstracto y concreto
del proceso y la decisión que en él va a recaer...” (Casación Nro. 2197-99 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 17-09-2000, págs.
6270-6271).
- “... Frente a los vicios advertidos por el Tribunal Ad quem [...] en la sen-
tencia de primera instancia apelada, cualquier órgano jurisdiccional por
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Según Zeiss, “... la mentira procesal puede tomar forma de acto antijurídico y
punible cuando un litigante busca procurarse a sí mismo o a un tercero una ventaja
patrimonial ilegítima mediante alegaciones falsas con perjuicio patrimonial para
otra persona (fraude procesal...). Un ejemplo de ello es el del litigante que, no
teniendo ya, como él mismo sabe, nada que reclamar, logra obtener una orden de
pago o de ejecución contra el otro. Comete también fraude procesal quien reclama
una indemnización por un damnum ex mora que no ha sufrido, o la restitución de
gastos judiciales no realizados” (ZEISS, 1979: 38-39). Dicho jurista agrega que
“... la figura del fraude abarca también ciertos procesos simulados. Si una contro-
versia es simulada, o sea si en realidad el demandado ya le ha dado al demandante
lo que éste pretende, o el demandante no pretende lo que afirma pretender, cabe
sospechar que las partes están persiguiendo fines repudiables sirviéndose para ello
de la justicia. Esta colusión con engaño del tribunal configura un fraude cuando
su finalidad es perjudicar a un tercero ajeno a la litis. Un ejemplo de ello puede
ser el de un deudor que, viendo que es inminente la ejecución de su hotel, se hace
demandar sobre la base de letras de cambio ya pagadas y se deja condenar por
sentencia contumacial a fin de procurarle al demandante de este pleito simulado un
título para embargar los muebles. Habrá fraude igualmente si una persona cede a
un banco, como garantía, los derechos emergentes de una renta que le ha concedido
su hermano, y luego éste acciona contra el cedente, en connivencia con él, para
hacerle perder esa renta por supuesta ingratitud...” (ZEISS, 1979: 39-40). Zeiss
termina señalando lo siguiente: “... No hay fraude en un proceso simulado si las
partes, aunque engañen al tribunal, no lo hacen para procurarse a ellas mismas o a
otros un beneficio patrimonial ilegítimo en perjuicio de un tercero. Un ejemplo de
ello sería si un hombre casado, deseando hacerle una donación a su amante, también
casada, se hiciese demandar por ésta para ocultar la liberalidad a las dos familias.
Aquí lo doloso sería tan sólo el hecho de solicitar tutela jurídica, no para resolver
un pleito, sino para explotar la autoridad de un fallo judicial” (ZEISS, 1979: 41).
12.3.2 La colusión
La colusión (denominada también fraude bilateral o multilateral o plurilateral),
como causal que es de nulidad de la cosa juzgada, consiste en la confabulación o
concertación entre dos o más sujetos que, simulando la existencia de una contro-
versia entre ellos, hacen uso del proceso con la finalidad de lograr una declaración
judicial que satisfaga sus intereses en perjuicio de terceros.
García Valdecasas dice sobre el fraude bilateral o colusivo lo siguiente:
“En los múltiples expedientes y argucias con que a veces una habilidosi-
dad, digna de mejor empleo, persigue la consecución de fines que la ley
no autoriza, los intereses particulares han llegado muchas veces a utilizar
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12.5 Competencia
Al ventilarse la nulidad de cosa juzgada fraudulenta en el proceso de cono-
cimiento (conforme al primer párrafo del art. 178 del C.P.C.), y de acuerdo a lo
previsto en el primer párrafo del artículo 475 del Código adjetivo, será competente
para conocer dicho proceso el Juez civil.
Puntualizamos que, aun cuando hubiera participado en el proceso fraudulento
un órgano jerárquico superior, no existen razones valederas para sustraer de la
competencia del Juez civil la pretensión de nulidad de cosa juzgada fraudulenta,
pues no se va a debatir aquí ninguna cuestión de fondo sino que simple y llana-
mente se va a verificar si el fraude o la colusión se produjeron o no. Si el inferior
jerárquico estuviera facultado para enmendarle la plana al órgano superior, pro-
nunciándose en sentido contrario a éste respecto de la materia litigiosa ventilada
en el proceso fraudulento, entonces, sí sería discutible la competencia del Juez
civil en la hipótesis señalada.
También debe rechazarse como argumento válido para cuestionar la competen-
cia del Juez civil para conocer del proceso de nulidad de cosa juzgada fraudulenta
la posible parcialización por parte de dicho órgano jurisdiccional motivada -según
se dice- por el respeto o el temor que se tiene para con el superior jerárquico. Tal
alegación es a todas luces extrajurídica y se desenvuelve en el ámbito de la moral y
de la ética profesional. Si el Juez actúa con corrección y profesionalismo, resolverá
la controversia adecuadamente por encima de cualquier presión que se ejerciera
sobre él; caso contrario, no se estaría administrando justicia como debería de ser,
situaciones que no tienen que ver con el grado de jurisdicción que se tenga sino
con la calidad personal de quien desempeña la magistratura.
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12.8 Legitimidad
Conforme se desprende del segundo párrafo del artículo 178 del Código Pro-
cesal Civil, tienen legitimidad (activa) para demandar la nulidad de cosa juzgada
fraudulenta la parte o el tercero ajeno al proceso que se considere directamente
agraviado por la sentencia (o también -se entiende- por el acuerdo conciliatorio o
transaccional homologado por el Juez).
Es de resaltar que, si bien la norma aludida no hace mención a los terceros
intervinientes en el proceso, haciendo una interpretación sistemática de ella se
puede colegir que aquéllos de ninguna manera están excluidos como sujetos acti-
vos del proceso de nulidad de cosa juzgada fraudulenta, pues, estando los terceros
ajenos al proceso (que sufrieron agravio directo) facultados para demandar la
referida nulidad, con mayor razón lo estarán los terceros intervinientes en el pro-
ceso fraudulento al conferirle legitimidad su participación en el proceso viciado.
Al parecer el legislador consideró a esta última clase de terceros como partes del
proceso fraudulento (lo cual no es muy exacto que digamos), lo que explicaría la
omisión descrita.
Puntualizamos que la persona que demande la nulidad de cosa juzgada frau-
dulenta deberá sujetarse a los principios exigidos en el Título VI (“Nulidad de
los actos procesales”) de la Sección Tercera (“Actividad procesal”) del Código
Procesal Civil. Tales principios son los de legalidad y trascendencia de la nulidad,
convalidación y subsanación o integración, entre los previstos de modo expreso
(nominado) por nuestro ordenamiento procesal, siendo aplicables además el resto
de principios que gobiernan la nulidad procesal (como el de independencia, el de
la declaración judicial, etc.). Así tenemos, por ejemplo: a) que no podrá deman-
dar la nulidad de cosa juzgada fraudulenta quien, al no plantear la nulidad en la
primera oportunidad que tuvo para hacerlo, la convalidó tácitamente (principio de
convalidación); b) que no tendrá éxito la pretensión nulificante si la subsanación
del vicio no ha de influir en el sentido de la resolución (principio de subsanación),
como cuando se trata el acto viciado de uno irrelevante; etc.
La legitimidad pasiva reposa, naturalmente, en el (los) sujeto (s) procesal (es)
que cometió (cometieron) el fraude (partes o terceros intervinientes), incluyéndose
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también al Juez que dirigió el proceso viciado, siempre que le sea atribuible a su
persona un comportamiento fraudulento.
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- “... Las sentencias ejecutables son las que contienen una condena o una
declaración y condena como por ejemplo cuando se ordena el pago de
una suma de dinero. En el caso de autos, las sentencias que se pretenden
nulificar son precisamente sentencias ejecutables [...]. En tal caso, el
propio numeral ciento setentiocho [del C.P.C.] establece que esta acción
[de nulidad de cosa juzgada fraudulenta] procede ‘Hasta dentro de seis
meses de ejecutada o de haber adquirido la calidad de cosa juzgada, si
no fuere ejecutable puede demandarse (...)’; siendo así, se concluye que
efectivamente nuestro ordenamiento procesal establece tal condición, la
cual no ha sido cumplida -por ahora- por la parte demandante; por tanto,
es evidente que la impugnante carece de interés para obrar...” (Casación
Nro. 2574-2005 / Apurímac, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 01-12-2006, págs. 18068-18069).
- “... Como lo expresa la resolución de vista, la nulidad de cosa juzgada
fraudulenta se interpone contra una resolución que es ejecutable, por lo
que la demanda resulta prematura, ya que no se ha producido el remate
y la demanda sólo puede presentarse dentro de seis meses de ejecutado
el fallo, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo ciento setentiocho del
Código Procesal Civil...” (Casación Nro. 2508-2001 / Sullana, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2002, pág. 8247).
- “... El plazo de seis meses para interponer este tipo de demanda [de nuli-
dad de cosa juzgada fraudulenta], regulado en el artículo 178 del Código
Procesal Civil, se toma en cuenta desde que la sentencia o resolución que
aprueba una conciliación o transacción judiciales queda firme; no es objeto
de revisión civil el auto que ordena la ejecución, sino la resolución que
contiene la cosa juzgada...” (Casación Nro. 2951-2005 / Lima, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 02-10-2006, págs. 17153-17154).
- “... El artículo 178 del Código Procesal Civil [...] dispone que hasta den-
tro de seis meses de ejecutada o de haber adquirido la calidad de cosa
juzgada, si no fuera ejecutable, puede demandarse la nulidad de una sen-
tencia, alegando que el proceso que se origina ha sido seguido con fraude
o colusión, afectando el derecho a un debido proceso; encontrándose
legitimados para obrar la parte o el tercero ajeno al proceso cuestionado
que se considere agraviado por él. [...] Asimismo, debe advertirse que la
Corte Superior, para declarar la improcedencia de la demanda [de nulidad
de cosa juzgada fraudulenta], ha considerado para el cómputo del plazo
prescrito por el citado artículo 178, la fecha en que la sentencia emitida
en el proceso de obligación de dar suma de dinero quedó consentido [sic
-léase consentida-], con lo que no advirtió que la norma refiere en primer
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- “... La primera parte del primer párrafo del artículo ciento setenta y
ocho del Código Procesal Civil [...] contiene una disposición destinada
a regular el plazo en virtud al cual el agraviado con una sentencia o un
acuerdo homologado por el Juez puede incoar la demanda de nulidad
de cosa juzgada fraudulenta. Así, se advierte que el dispositivo procesal
dispone: ‘Hasta dentro de seis meses de ejecutada o de haber adquirido
la calidad de cosa juzgada, si no fuere ejecutable puede demandarse,
a través de un proceso de conocimiento la nulidad de una sentencia o
la del acuerdo de las partes homologado por el Juez que pone fin al
proceso...’. Como puede advertirse el plazo que impone la ley es un
plazo límite (‘hasta’) y no un plazo para el inicio del cómputo, pues en
ningún extremo de la norma acotada [...] se establece que sea requisito
indispensable para interponer la demanda de nulidad de cosa juzgada
fraudulenta que la decisión final de carácter ejecutable deba haber sido
ejecutada previamente para recurrir a la vía judicial, limitándose la
norma [...] ha establecer [sic -léase a establecer-] el plazo o término
máximo de seis meses para la interposición de esta acción...” (Casación
Nro. 2726-06 / Cusco, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-
10-2007, págs. 20795-20796).
- “... El proceso de prescripción adquisitiva de propiedad es eminentemente
declarativo y en consecuencia no es necesario esperar a que se efectúen
las publicaciones o que se inscriba en los Registros Públicos la sentencia
para demandar la nulidad de cosa juzgada fraudulenta...” (Casación Nro.
2160-98 / Ayacucho, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 25-11-
1998, pág. 2103).
- “... El plazo para interponer la acción de nulidad de cosa juzgada frau-
dulenta contra el auto que resuelve la contradicción en un proceso de
ejecución de garantías debe computarse desde la fecha en que se hizo
pago con el producto del remate al ejecutante...” (Casación Nro. 1365-96 /
La Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 25-04-1998,
pág. 764).
- “... Tratándose de un proceso de ejecución de garantías, es con el auto
que ordena la adjudicación del inmueble que el proceso queda ejecutado.
[...] Este Supremo Tribunal [...] ya se ha pronunciado respecto al cómputo
del plazo de seis meses para la interposición de las demandas de nuli-
dad de cosa juzgada fraudulenta que tienen su origen en un proceso de
ejecución de garantías, estableciendo [...] que es con el auto que ordena
la adjudicación con que se ejecuta la resolución firme a que se refiere el
artículo ciento setenta [y] ocho [del C.P.C., sobre nulidad de cosa juzgada
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ahí que al fallar la causa sin tener a la vista este expediente, así como
por no haberse prescindido de él previo el agotamiento de los trámites
respectivos, se ha incurrido igualmente en vicio de inevitable invalidez”
(Casación Nro. 836-98 / Piura, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 21-09-1998, págs. 1626-1627).
- “... En lo referente a que si ha existido exceso al solicitar tener a la vista
copias certificadas completas del expediente [...], se debe tener en cuenta
que los autos versan sobre un proceso de nulidad de cosa juzgada fraudu-
lenta, donde el juzgador debe contar con todos los elementos necesarios a
fin de determinar el supuesto fraude o colusión, para así poder formarse
un claro criterio sobre los hechos materia de controversia, por ello la
Sala de grado determina la necesidad de tener a la vista el expediente
que motiva el presente proceso, no habiéndose cometido el exceso que
se denuncia...” (Casación Nro. 165-2002 / Lima, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 30-10-2003, pág. 10917).
- “... Para la declaración liminar de improcedencia de la demanda [de nuli-
dad de cosa juzgada fraudulenta] no se requería del proceso principal; ya
que el fallo se basa en elementos estrictamente formales que determinan
un pronunciamiento sobre la forma y no sobre el fondo de la cuestión
controvertida...” (Casación Nro. 3187-2000 / Lambayeque, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 01-03-2001, pág. 7073).
- “... El texto del artículo ciento setenta y ocho del Código Procesal Civil
[...] no exige mayores requisitos para acceder a esta acción extraordinaria
[de nulidad de cosa juzgada fraudulenta] sino únicamente que el afectado
acredite la existencia de una decisión definitiva firme sobre el fondo del
asunto, que haya sido obtenida mediante fraude o colusión y que conlle-
ve a la afectación del debido proceso. Pareciera, pues, que bastaría con
acreditar estos requerimientos literales para obtener el amparo de una
demanda de esta naturaleza; sin embargo, [...] en virtud al principio de
conservación de los actos procesales y de relatividad de la nulidad, no
resulta factible recurrir a esta acción extraordinaria [sobre nulidad de cosa
juzgada fraudulenta] si el interesado no acredita estar perjudicado con el
acto procesal viciado, tal como se reconoce incluso en el artículo ciento
setenta y cuatro del Código Procesal Civil, aplicable supletoriamente; en
consecuencia, no hay lugar a declarar la nulidad si la subsanación del vicio
no ha de influir en el sentido de la resolución o en las consecuencias del
acto procesal, debiendo tenerse en cuenta que las nulidades alegadas para
atacar la cosa juzgada no sólo deben ser nominales o formales sino que
deben afectar la garantía del debido proceso en forma real y efectiva...”
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CAPITULO VIII
ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
1. DEFINICION DE LA PRUEBA
Armenta Deu sostiene que “la prueba es una actividad que tiene lugar ante el
órgano judicial y que se encamina a que aquél adquiera el convencimiento sobre
la veracidad de unos hechos controvertidos” (ARMENTA DEU, 2004: 179).
Alcalá-Zamora y Castillo concibe a la prueba como el “... conjunto de activi-
dades destinadas a procurar el cercioramiento judicial acerca de los elementos
indispensables para la decisión del litigio sometido a proceso, sin perjuicio de que
suela llamarse también prueba al resultado así conseguido y a los medios utiliza-
dos para alcanzar esa meta...” (ALCALA-ZAMORA Y CASTILLO, 1964: 257).
A criterio de Denti, “... 1) en una primera acepción, ‘prueba’ designa los medios
de que cabe servirse para la demostración del thema probandum (...); 2) en una
segunda acepción, ‘prueba’ designa el procedimiento probatorio, o sea, el conjunto
de actividades reguladas más o menos detalladamente por la ley, a través de las
cuales el juzgador y las partes aportan al proceso los medios de prueba; 3) en una
tercera acepción, ‘prueba’ designa el resultado del procedimiento probatorio, o
sea el convencimiento al que el juzgador llega mediante los medios de prueba...”
(DENTI, 1972: 43).
Lino Palacio define a la prueba como “... la actividad procesal, realizada con
el auxilio de los medios previstos o autorizados por la ley, y encaminada a crear la
convicción judicial acerca de la existencia o inexistencia de los hechos afirmados
por las partes en sus alegaciones” (PALACIO, 1977, Tomo IV: 331).
Montero Aroca cataloga a la prueba como “la actividad procesal que tiende
a alcanzar la certeza en el juzgador respecto de los datos aportados por las partes,
certeza que en unos casos se derivará del convencimiento psicológico del mismo
juez y en otros de las normas legales que fijarán los hechos” (MONTERO ARO-
CA, 2005: 55).
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
Serra Domínguez concibe a los medios de prueba como “... los instrumentos
utilizados por las partes para trasladar los hechos de la realidad a la presencia
judicial...” (SERRA DOMINGUEZ, 1969: 360-361).
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En ese sentido se pronuncia Serra Domínguez cuando afirma que “... sólo
pueden ser probados, no los hechos, sino nuestros juicios existenciales o valorativos
sobre tales hechos” (SERRA DOMINGUEZ, 1969: 359).
Al respecto, Gimeno Sendra refiere que el objeto de prueba suele identificarse
“… con las afirmaciones realizadas por las partes sobre los hechos controvertidos
y, excepcionalmente, sobre normas jurídicas, que deben verificarse…” (GIMENO
SENDRA, 2007, Tomo I: 395). Dicho jurista añade que “… el objeto de la prueba
no es un hecho o una norma jurídica, sino las ‘afirmaciones’ realizadas por las partes
en relación con esos hechos y tales normas. Los hechos existen con independencia
de su introducción procesal, de ahí que sólo puedan probarse los juicios valorativos
sobre los mismos…” (GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 395).
Montero Aroca expresa sobre el particular lo siguiente:
“… Si por objeto de la prueba se entiende, en abstracto y sin atender a un
proceso concreto, lo que puede ser probado, es decir, todo lo que puede
ser establecido por una norma material como supuesto fáctico de una
consecuencia, ese objeto han de ser, en principio, hechos, entendidos éstos
en (…) sentido general (…). Por el contrario, cuando lo que se pregunta
es ¿qué debe probarse? y esa pregunta se refiere a un proceso concreto,
esto es, cuando en realidad se atiende al tema de prueba, la respuesta tiene
que ser que las afirmaciones de las partes relativas a los hechos.
La palabra hechos se está empleando aquí en su sentido más amplio,
comprendiendo todo lo que por el derecho material puede establecerse
como contenido del supuesto fáctico de una consecuencia…” (MONTE-
RO AROCA, 2005: 65).
Lino Palacio es categórico al señalar que “... el objeto de la prueba se halla
constituido por los hechos invocados en las alegaciones, debiendo entenderse por
hechos todos aquellos sucesos o acontecimientos externos o internos susceptibles
de percepción o deducción” (PALACIO, 1977, Tomo IV: 342-343).
El término “hecho” como objeto de la prueba debe ser tomado en un sentido
amplio: todo lo que bien puede distinguirse, sentirse o ser perceptible, y no sola-
mente lo abstracto o puramente ideológico. “... El hecho, por su propia estructura
óntica, es algo que acontece en un punto cualquiera de las coordenadas espacio-
tiempo; es decir, un evento que sucede aquí y ahora, allí y entonces...” (RODRI-
GUEZ ESPEJO, 1958: 854). Sin embargo, los hechos no pueden ser vistos tan
sólo como simples acontecimientos, consecuentemente, puede entenderse como
hechos aquellos susceptibles de ser acreditados con fines procesales. Sobre esto,
expresa Alcalá-Zamora que “... hecho es lo que no es derecho, y mejor, el factor
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
5. FINALIDAD DE LA PRUEBA
Se afirma que la finalidad de la prueba no es la indagación de la verdad material
por cuanto alcanzarla mediante un proceso judicial puede resultar imposible. La
verificación de las afirmaciones de las partes referidas a hechos será dable en la
medida que el aparato jurisdiccional lo permita y ello le sea factible al ser humano,
lo que implica de por sí serias limitaciones. Esto no significa que la averiguación
de la verdad material no sea la meta perseguida en todo proceso judicial, sino que
puede tornarse dicho objetivo irrealizable. Así lo deja entrever Gorphe cuando
indica que “la finalidad de las pruebas debe consistir en obtener una certeza,
aunque con frecuencia hagan alto en mitad de su camino; es decir, en una simple
probabilidad o verosimilitud...” (GORPHE, 1950: 485-486).
La verdad constituye un concepto único y objetivo mientras que su pretendido
conocimiento es, a no dudarlo, de índole subjetivo.
La finalidad de la prueba, más que alcanzar la verdad material o la indaga-
ción de la realidad de la que versa una litis, es formarle al juzgador convicción
sobre las alegaciones que las partes afirman son situaciones ciertas y concretas
(hechos). Tal convencimiento le permitirá a aquél tomar su decisión y poner así
término a la controversia. En ese sentido se pronuncia Cardoso Isaza al afirmar
que “... el fin de la prueba consiste en dar al juez convicción suficiente para que
pueda decidir con certeza sobre el asunto materia del proceso...” (CARDOSO
ISAZA, 1979: 18).
Al respecto, Montero Aroca anota que “… la prueba tiende a obtener certeza
con relación a las afirmaciones de hechos de las partes, pero esa certeza puede
lograrse de (…) dos modos (…): 1) ‘certeza objetiva’, cuando existe norma legal
de valoración, y 2) ‘certeza subjetiva’, cuando ha de valorarse la prueba por el
juez y conforme a las reglas de la sana crítica. En los dos casos se trata de declarar
probada una afirmación de hecho en atención a los elementos probatorios existentes
en las actuaciones” (MONTERO AROCA, 2005: 54).
El artículo 188 del Código Procesal Civil, que trata sobre el particular, señala
que “los medios probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos
por las partes, producir certeza en el Juez respecto de los puntos controvertidos y
fundamentar sus decisiones”.
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6. PERTINENCIA DE LA PRUEBA
La pertinencia de la prueba implica la vinculación del hecho objeto de con-
troversia con el hecho que acredita dicha prueba. Justamente el primer párrafo del
artículo 190 del Código Procesal Civil que trata sobre la pertinencia de los medios
probatorios establece que éstos deben referirse a los hechos y a la costumbre cuando
ésta sustenta la pretensión.
Anota Zafra que la pertinencia de la prueba “... consiste en una adecuación
o correspondencia entre el medio propuesto y el tema controvertido, o, con otras
palabras, en la idoneidad de aquél para acreditar éste...” (ZAFRA, 1960: 637).
Agrega dicho autor que “... la primera modalidad de la pertinencia concreta de la
prueba es una consecuencia lógica de la idoneidad de los hechos que con ella se
quiere acreditar...” (ZAFRA, 1960: 652).
La pertinencia representa la adecuación de los datos que proporciona un medio
probatorio con el objeto de prueba de un proceso. Debe encuadrarse en el marco
derivado de las alegaciones de las partes contenidas en la demanda y contestación
de ésta, principalmente. (También en los escritos que contengan la formulación de
excepciones, defensas previas y cuestiones probatorias).
Sobre esto, expresa Zafra lo siguiente: “... Entendemos por pertinencia de
un cierto medio propuesto en juicio para justificar una determinada alegación,
produciendo la convicción judicial sobre ella, la idoneidad abstracta de dicho me-
dio propuesto a la función procesal de acreditamiento de alegaciones” (ZAFRA,
1960: 646).
Picó I Junoy apunta que la pertinencia probatoria “… supone la relación entre
el hecho que pretende acreditarse mediante un determinado medio probatorio y los
hechos que constituyen el objeto de la controversia, así como la aptitud para formar
la debida convicción del juzgador…” (PICO I JUNOY, 1996: 45). El mencionado
jurista advierte que “debe excluirse del juicio referente a la pertinencia de la prueba
la idea de su eventual eficacia. Para admitir o rechazar un medio probatorio no
deben realizarse valoraciones acerca de su probable resultado pues, al margen de
que ello sólo puede efectuarse (…) una vez (que) ha sido practicada toda la prue-
ba y no antes, el juicio relativo a la pertinencia prescinde de toda consideración
en torno a la concreta posibilidad de que los hechos a probar sean efectivamente
acreditados. (…) En consecuencia, es ajeno al concepto de pertinencia de la prue-
ba el elemento de la eventual eficacia de la misma. Por otro lado, si se tiene en
cuenta este elemento no sólo puede estar anticipándose una postura susceptible de
provocar indefensión, sino que se corre el peligro de prejuzgar, en cierto modo, la
decisión definitiva…” (PICO I JUNOY, 1996: 55-56).
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
7. OPORTUNIDAD DE LA PRUEBA
Constituye un requisito esencial de la prueba el momento en que es sumi-
nistrada, que no debe exceder del plazo legal respectivo, por cuanto contribuye
no sólo al conocimiento que de ella deben tener los litigantes sino también a la
posibilidad de contradicción de la misma.
De conformidad con el artículo 189 del Código Procesal Civil “los medios
probatorios deben ser ofrecidos por las partes en los actos postulatorios...” Luego
de dicha etapa opera la preclusión, es decir, ya no será posible el aporte de nuevos
medios de probanza.
Los medios de prueba se ofrecen en la etapa postulatoria y constituyen un
requisito de la demanda (artículo 424 -inc. 10)- del C.P.C.), por lo que deben ser
acompañados como anexos de ella (incisos 3, 4 y 5 del artículo 425 del C.P.C.).
De no ser así será declarada inadmisible la demanda en atención a lo normado en
el artículo 426 -incs. 1) y 2)- del Código Procesal Civil. De igual manera, en la
contestación de la demanda los medios probatorios constituyen requisitos exigibles
legalmente (artículo 442 -incs. 1) y 5)- del C.P.C.) y se adjuntan como anexos de
ella (artículo 444 del C.P.C.). Como se observa el ofrecimiento de medios proba-
torios no representa una facultad opcional de los justiciables sino que significan
una exigencia para la admisión a trámite de la demanda y de su contestación.
La regla general de la oportunidad en que debe ser ofrecida la prueba se
quiebra con los supuestos contemplados en los artículos 374, 394, 429 y 440 del
Código Procesal Civil.
8. LA CARGA DE LA PRUEBA
La carga de la prueba viene a ser el conjunto de reglas de juicio que le señala
al magistrado la manera cómo resolverá en aquellos casos de omisión de pruebas
o pruebas insuficientes que no puede salvar siquiera con la actuación de pruebas
de oficio. Así, como el Juez no puede inhibirse de expedir el correspondiente fallo,
tales reglas le ayudarán a pronunciarse sobre el asunto.
La carga de la prueba implica reglas indirectas de conducta para las partes,
que les indican cuáles son los hechos que a cada una de ellas les interesa probar
para que se acojan sus pretensiones (hablamos de interés porque no constituye una
obligación procesal el probar los hechos afirmados)
Según Gómez de Liaño González y Pérez-Cruz Martín, “las reglas que regulan
la carga de la prueba sirven para determinar en el momento de dictar sentencia
qué parte ha de soportar las consecuencias de la ausencia de prueba de un hecho
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
concreto. Por eso se afirma que cada parte tiene la carga de alegar los hechos pre-
cisos para la aplicación de la norma que invoca, y además la carga de probarlos
asumiendo el riesgo de no conseguirlo” (GOMEZ DE LIAÑO GONZALEZ; y
PEREZ-CRUZ MARTIN, 2000, Tomo I: 393-394).
Montero Aroca señala al respecto que “la carga de la prueba atiende de modo
directo a la determinación de cuál de las partes debe sufrir las consecuencias de que
no se haya probado un hecho y de modo indirecto a la fijación de qué parte debe
probar un hecho, pero la aplicación de las consecuencias de la carga sólo puede
hacerse cuando ese hecho no ha sido probado. Si el hecho ha resultado probado no
ha lugar ni siquiera a plantear la cuestión de la carga de la prueba” (MONTERO
AROCA, 2005: 105).
Nuestro ordenamiento procesal distribuye la carga de la prueba entre el de-
mandante y el demandado atendiendo a los hechos que cada uno de ellos aleguen
como fundamento de su demanda o de su contestación, respectivamente. Preci-
samente, el artículo 196 del Código Procesal Civil preceptúa lo siguiente: “Salvo
disposición legal diferente, la carga de probar corresponde a quien afirma hechos
que configuran su pretensión, o a quien los contradice alegando nuevos hechos”.
En el caso del demandado, su contradicción encontrará amparo si constituye
una negación pura o simple (sin necesidad de aportar prueba alguna) de todos los
hechos expuestos por el actor en la demanda y no acredita este último en forma
idónea su pretensión. Ello en virtud de la máxima onus probandi incumbit ei qui
dicit, non qui negat. Unicamente operará respecto del demandado la carga de la
prueba si alega nuevos hechos en su contestación a la demanda.
No cabe duda que el sujeto sobre el cual recae principalmente la carga de
probar con los consiguientes efectos jurídicos que ello supone es el demandante.
“... Corresponde de manera preponderante al actor aducir la prueba. En efecto,
si no prueba, el reo es absuelto aunque no haya invocado o alegado excepción
relativa a la extinción, modificación o inexistencia de la obligación a su cargo,
porque en ese caso se da aplicación a otro principio que se enuncia así: actore
non probante reus absolvitur. Significa que si el actor no prueba el reo debe ser
absuelto” (CARDOSO ISAZA, 1979: 58). En ese sentido se inclina el artículo 200
del Código Procesal Civil, el mismo que establece que: “ Si la parte no acredita
con medios probatorios los hechos que ha afirmado en su demanda o reconvención,
estos no se tendrán por verdaderos y su demanda será declarada infundada”. Esta
norma jurídica se impone inclusive al supuesto contenido en el numeral 461 del
Código Procesal Civil referido al efecto que acarrea la declaración de rebeldía:
presunción legal relativa sobre la verdad de los hechos expuestos en la demanda.
Así es, inclusive en el caso de producirse la rebeldía del demandado deberá el
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
9. LA VALORACION DE LA PRUEBA
La valoración de la prueba significa la operación mental cuyo propósito es
percibir el valor de convicción que pueda extraerse de su contenido.
“La valoración de la prueba practicada es la operación final del procedimiento
probatorio encaminada a la obtención por el Juzgador de una convicción sobre
la veracidad o falsedad de las afirmaciones normalmente fácticas, sólo extraor-
dinariamente jurídicas, que integran el ‘thema probandi” (GIMENO SENDRA,
2007, Tomo I: 416).
Clariá Olmedo concibe a la valoración de la prueba como “... el análisis y
apreciación metódicas y razonados de los elementos probatorios ya introducidos;
absorbe un aspecto fundamental de la discusión y decisión del asunto cuestionado,
y es de carácter eminentemente crítico” (CLARIA OLMEDO, 1968: 54).
La valoración o apreciación judicial de la prueba es un proceso mental com-
plicado y sujeto a variación en cada supuesto presentado. Pese a ello se puede
decir que la actividad valoratoria supone tres notas importantes: a) el percibir los
hechos vía los medios de prueba; b) Su reconstrucción histórica (a la que se llega
directa o indirectamente); y c) el razonamiento o fase intelectual.
Según Colombo Campbell, “... el juez pasa en general por tres etapas o fases
de desarrollo de la prueba: la etapa que puede llamarse de la ignorancia de los
hechos, la etapa de la credibilidad y la etapa de la certeza” (COLOMBO CAM-
PBELL, 1981: 169).
El Código Procesal Civil consagra en su artículo 197 la valoración global de
los medios de prueba así como su libre apreciación (razonada) por parte del Juez.
Dicho numeral señala que: “Todos los medios probatorios son valorados por el
Juez en forma conjunta, utilizando su apreciación razonada. Sin embargo, en la
resolución sólo serán expresadas las valoraciones esenciales y determinantes que
sustentan su decisión”.
Puntualizamos que la apreciación de la prueba no es una tarea de entendimien-
to integral porque tiene mucho que ver también la subjetividad del magistrado,
la cual concurre con el pensar racional. El funcionario judicial no funda su fallo
únicamente en datos objetivos, siendo innegable la participación de una convicción
personalísima, pero son aquéllos los que deben primar. Sólo la seguridad del Juez
respecto de la reconstrucción del estado de los hechos realizada sobre la base del
403
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
material probatorio da origen a la certeza que hace falta para poder decidir la litis.
Alcalá-Zamora y Castillo precisa que “... el ideal en orden a la fuerza probatoria
consistirá en obtener siempre la certeza, o sea, la ausencia racional de dudas acerca
de la existencia o no de un hecho y de todas sus circunstancias relevantes. Como
es difícil lograrla, hay que conformarse muchas veces con la mera convicción, es
decir, la creencia fundada de que un hecho se ha producido o no...” (ALCALA-
ZAMORA Y CASTILLO, 1964: 265).
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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CAPITULO IX
MEDIOS PROBATORIOS:
DECLARACION DE PARTE
1. CONCEPTO
La declaración de parte, denominada confesión por el anterior Código de
Procedimientos Civiles, es una de las llamadas pruebas personales e históricas. Se
le asocia erróneamente con la confesión, siendo ésta la especie y aquélla el género
porque puede contener una confesión o no.
No sólo puede darse dentro del proceso la declaración de parte sino que
también se presenta fuera de él. Se manifiesta de manera espontánea o se genera
a través del interrogatorio. Además, no necesariamente será verbal, sino que es
posible encontrarla en documentos. En este sentido se pronuncia el artículo 221 del
Código Procesal Civil, referido a la declaración asimilada, señalando lo siguiente:
“Las afirmaciones contenidas en actuaciones judiciales o escritos de las partes, se
tienen como declaración de éstas, aunque el proceso sea declarado nulo, siempre
que la razón del vicio no las afecte de manera directa”.
Sin embargo, la declaración de parte strictu sensu constituye un medio pro-
batorio consistente en una declaración de conocimiento efectuada por alguno de
los litigantes ante el Juez de la causa. Es la deposición que realiza el justiciable
concerniente a los hechos materia de controversia, la misma que puede ser auténtica
o no coincidente con la realidad.
A decir de Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar:
“El interrogatorio (de las partes) es la declaración que efectúan las partes
(…) sobre hechos y circunstancias de los que se tengan noticia y que
guarden relación con el objeto del juicio (…).
Además de esa relación (…), los hechos tienen que ser relevantes. Ello,
porque utilizando esta prueba, una de las partes quiere convencer al órgano
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2. REQUISITOS
La declaración de parte precisa de los siguientes requisitos para su existencia:
- Debe ser rendida por aquellos que tienen la calidad de parte en el proceso
donde se practica.
- Debe ser personal. Excepcionalmente se permite la declaración de parte
mediante apoderado (último párrafo del art. 214 del C.P.C.). Naturalmente,
las personas jurídicas y quienes no tienen el libre ejercicio de sus derechos
declaran a través del respectivo representante procesal.
- Debe estar referida a hechos.
- Debe tener relación con hechos personales del declarante o de su repre-
sentado, según el caso, pudiendo versar también sobre el conocimiento de
hechos naturales (en cuya producción no ha intervenido el ser humano)
o de terceros.
- Debe tener contenido probatorio. Ello no significa que necesariamente
acredita determinado hecho sino que cumpla una función probatoria.
- Debe ser consciente o voluntaria. No se puede compeler al declarante
para que declare, sin perjuicio de que la conducta omisiva de aquél (que
supone también el silencio) pueda ser evaluada por el Juez al momento
de resolver.
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE PARTE
- Debe ser expresa y cierta. Las respuestas del declarante deben ser cate-
góricas, sin dar lugar a duda alguna, por lo que el órgano jurisdiccional
no puede inferirlas.
- Debe contar el declarante con capacidad jurídica.
- Debe ser seria.
La declaración de parte requiere para su validez:
- La capacidad del declarante. En este requisito se incluye la existencia del
poder de representación si se actúa mediante apoderado o representante
judicial.
- La espontaneidad de la declaración. Ello implica la ausencia de amenaza
o violencia sobre la persona del declarante.
- La observancia de las formalidades procesales para su actuación. Verbi-
gracia, la existencia del pliego interrogatorio.
- Que la nulidad del proceso o de algún acto procesal no alcance a la decla-
ración en forma directa. Por ejemplo: el no emplazamiento de uno de los
litisconsortes necesarios vicia el procedimiento pero no afecta la confesión
del declarante, como sí ocurre en caso de desarrollarse el proceso ante
un Juez incompetente.
Para que la declaración de parte surta eficacia -probatoria, se entiende- deben
darse los siguientes requisitos:
- La disponibilidad del derecho de que trata la declaración. Si ella versa
sobre derechos indisponibles no surtirá ningún efecto.
- La conducencia de la declaración de parte como medio probatorio del
hecho declarado. Este requisito supone dos cosas: 1) que el ordenamiento
jurídico no niegue a la declaración de parte la aptitud para acreditar un
determinado hecho; y 2) que la ley no ordene la actuación de otro medio
de prueba para probarlo.
- La posibilidad del hecho declarado. En consecuencia, será ineficaz la
declaración de parte referida a algún hecho imposible.
- Que no sea dolosa o fraudulenta.
- Que lo declarado no sea contrario a una presunción legal absoluta o a una
situación que ha adquirido la calidad de cosa juzgada.
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE PARTE
Ahora bien, resulta obvio que tales hechos o informaciones deben estar re-
lacionados en forma directa con el asunto que se ventila en el juicio, sin que esto
signifique que versen únicamente sobre las afirmaciones expuestas en la demanda,
su ampliación, modificación o contestación.
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE PARTE
El último párrafo del artículo 213 del Código Procesal Civil regula las pre-
guntas de oficio al disponer que concluida la absolución de posiciones y durante
el acto de las nuevas preguntas y aclaraciones que se formulen “... el Juez puede
hacer a las partes las preguntas que estime convenientes”. Obsérvese que no sólo
pueden ir dirigidas al declarante sino también a la contraparte.
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE PARTE
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE PARTE
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CAPITULO X
MEDIOS PROBATORIOS:
DECLARACION DE TESTIGOS
1. NOCION
Devis Echandía cataloga al testimonio de terceros como “... un medio de
prueba que consiste en una declaración de ciencia y representativa, que un tercero
hace a un juez, con fines procesales, sobre lo que dice saber respecto de hechos de
cualquier naturaleza” (DEVIS ECHANDIA, 1984, Tomo II: 29).
Serra Domínguez asevera que “la prueba testifical se configura (…) como la
representación efectuada oralmente ante el Juez de unos hechos de interés para el
proceso por una persona distinta de las partes que es llamada instrumentalmente
al proceso para aportar su declaración de ciencia sobre los mismos” (SERRA
DOMINGUEZ, 2009: 426).
Lino Palacio concibe a la prueba de testigos como “... aquella que es su-
ministrada mediante las declaraciones emitidas por personas físicas, distintas
de las partes y del órgano judicial, acerca de sus percepciones o realizaciones
de hechos pasados o de lo que han oído sobre éstos” (PALACIO, 1977, Tomo
IV: 562).
A criterio de Gómez de Liaño González y Pérez-Cruz Martín, “la prueba de
testigos, también denominada prueba testifical, es la que proporcionan personas
que son ajenas al proceso, conocedoras de los hechos directa o indirectamente,
contestando ante el juez al interrogatorio formulado por las partes” (GOMEZ DE
LIAÑO GONZALEZ; y PEREZ-CRUZ MARTIN, 2000, Tomo I: 425).
Para Gimeno Sendra, “el medio de prueba denominado ‘interrogatorio de
testigos’ puede definirse como la declaración probatoria que prestan las ‘personas’
que ‘tengan noticia’ de los hechos objeto de la prueba…” (GIMENO SENDRA,
2007, Tomo I: 439). Dicho autor precisa que “… son testigos las ‘personas’ que
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
reúnen una doble condición: de un lado, son terceros ajenos al proceso y, por
tanto, no son partes procesales ni materiales al carecer de derechos o de intereses
legítimos respecto de la relación jurídico-material de la cual ha surgido el conflic-
to; y, de otro, esas personas han de haber presenciado a través de sus sentidos
(generalmente a través de la vista y/o del oído, pero también podría ser mediante
el olfato, el gusto o, incluso, el tacto) todo o parte de los hechos controvertidos”
(GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 439).
2. OBJETO
Los hechos constituyen el objeto de la declaración de testigos. Así, el testimo-
nio puede tratar sobre los hechos que hubieran transcurrido o que estén ocurriendo
simultáneamente con la declaración, siempre que su origen hubiera tenido lugar
con anterioridad (por lo menos a la fecha en que es ofrecida dicha prueba). Como
el deponente no puede aprehender o recoger materialmente los hechos percibidos,
su declaración versará sobre la idea que tiene de ellos.
Pese a exigirse que el testimonio verse estrictamente sobre los hechos materia
del interrogatorio, vale decir, que la declaración sea objetiva, ello no obsta que la
narración del testigo comprenda datos complementarios de su percepción que no
pueden desvincularse fácilmente de los hechos. Puede declararse entonces sobre
aspectos identificatorios o cualitativos de un objeto, el estado (físico o mental)
de una persona, los pormenores del hecho, la inferencia de lo que se observó o
percibió, conceptos jurídicos (por ejemplo, calificación de una relación contractual
como hospedaje o arrendamiento) que no implican normas positivas ni cuestiones
de puro derecho.
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE TESTIGOS
Sobre el particular, dispone el artículo 222 del Código Procesal Civil que
“toda persona capaz tiene el deber de declarar como testigo, si no tuviera excusa
o estuviera prohibida de hacerlo. Los menores de dieciocho años pueden declarar
sólo en los casos permitidos por la ley”.
5. P R O H I B I C I O N E S PA R A P R E S TA R D E C L A R A C I O N
TESTIMONIAL
Para la validez y eficacia de la prueba testimonial no debe recepcionarse ésta
si las personas se encuentran afectadas por alguna causal de prohibición. El artí-
culo 229 del Código Procesal Civil trata sobre este punto y establece lo siguiente:
“Se prohíbe que declare como testigo:
1. El absolutamente incapaz, salvo lo dispuesto en el Artículo 222°;
2. El que ha sido condenado por algún delito que a criterio del Juez afecte
su idoneidad;
3. El pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o tercero de afi-
nidad, el cónyuge o concubino, salvo en asuntos de derecho de familia o
que lo proponga la parte contraria;
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE TESTIGOS
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MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE TESTIGOS
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CAPITULO XI
MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
1. DEFINICION
Devis Echandía refiere que el documento “… es toda cosa que sirve de prueba
histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera; puede ser declarativo-
representativo, cuando contenga una declaración de quien lo crea u otorga o
simplemente lo suscribe, como es el caso de los escritos públicos o privados y
de los discos y cintas de grabaciones magnetofónicas; puede ser únicamente
representativo (no declarativo), cuando no contenga ninguna declaración, como
ocurre en los planos, cuadros, radiografías, dibujos y fotografías. Pero siempre es
representativo y esto lo distingue de las cosas u objetos que sin ser documentos
pueden servir de prueba indiciaria, como una huella, un arma, una herida, etcétera”
(DEVIS ECHANDIA, 1984, Tomo II: 197).
Para Crego, Fiorentini y Rodríguez, “... documento es un objeto, un medio
objetivo de representación exterior. Representa un hecho presente y lo proyecta
al futuro y ese derecho que representa, es la idea...” (CREGO; FIORENTINI; y
RODRÍGUEZ, 1989: 422). Añaden dichos juristas que “es también el documento,
un recurso accesorio que imponen las partes, para reproducir sus declaraciones de
voluntad y preconstituir a través del tiempo la prueba de que la voluntad ha sido
manifestada. Desde este punto de vista es fuente de prueba” (CREGO; FIOREN-
TINI; y RODRÍGUEZ, 1989: 423).
Cardoso Isaza conceptúa al documento como “cualquier cosa que siendo
susceptible de ser percibido por la vista o el oído, o por ambos, sirve por sí misma
para ilustrar o comprobar, por vía de representación, la existencia de un hecho cual-
quiera o la exteriorización de un acto humano” (CARDOSO ISAZA, 1979: 300).
Palacio concibe al documento como “... todo objeto susceptible de represen-
tar una manifestación del pensamiento, con prescindencia de la forma en que esa
representación se exterioriza” (PALACIO, 1977, Tomo IV: 417).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
El artículo 233 del Código Procesal Civil define al documento como “... todo
escrito u objeto que sirve para acreditar un hecho”.
2. CARACTERISTICAS
Serra Domínguez afirma que son notas características de la prueba documental
las que describe a continuación:
“a) Constituye un medio de prueba, en cuanto sirve para trasladar al proceso
determinadas afirmaciones de interés para el mismo.
b) Es un medio de prueba real, en cuanto el vehículo de traslación de las
afirmaciones a presencia judicial, no lo constituye directamente la persona
humana, sino un objeto material producido por ésta en el que se han fijado
dichas afirmaciones.
c) Es un medio de prueba representativo, en cuanto el documento carece
en sí mismo de valor, teniéndolo exclusivamente el contenido del docu-
mento (…).
(…)
d) (…) Es esencial a la documentación que ésta haga referencia a un hecho
presente, ya que en todo caso lo representado no es tanto el hecho pasado
como la afirmación actual coetánea a la documentación de la existencia
del hecho pasado o del propósito de realizar un acto en el futuro. Nótese
que en los documentos dispositivos siempre se hace referencia a un hecho
presente; y que en los documentos testimoniales, mientras la documen-
tación hace referencia al presente, el hecho documentado puede referirse
también al pasado” (SERRA DOMINGUEZ, 2009: 209-210).
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MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
5. CLASES DE DOCUMENTOS
Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar enseñan
que:
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MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
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MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
“... Los instrumentos privados en sentido estricto son los documentos es-
critos y firmados por las personas particulares con el fin de hacer constar en ellos
manifestaciones de voluntad, destinadas a probar hechos o derechos. La escritura y
la firma aparecen aquí como requisitos indispensables para su existencia jurídica”
(CREGO; FIORENTINI; y RODRÍGUEZ, 1989: 421).
También constituyen documentos privados aquellos objetos que no tienen la
forma escrita y que son declarativos o representativos, según el caso, como los
planos, dibujos, microfilms, mapas, fotografías, cuadros, cintas magnetofónicas o
cinematográficas, videocintas, etc. Crego, Fiorentini y Rodríguez denominan parti-
culares a esta clase de documentos cuando señala que “entendemos por documento
particular, toda exteriorización o manifestación de la voluntad sobre soporte no
papel, por la que se reproduce un pensamiento o idea...” (CREGO; FIORENTINI;
y RODRÍGUEZ, 1989: 428).
En los instrumentos privados no se requiere observar ninguna formalidad en
su elaboración, excepto si por ley o costumbre se ha establecido alguna. La firma
de ellos es requisito indispensable para su eficacia. No es posible que ella sea
sustituida por iniciales o signos, si el sujeto no los acostumbra como firma. En
ciertos casos se permite la huella digital en reemplazo de la firma (como cuando
uno o más de los intervinientes resulta ser analfabeto).
Es necesario que previamente se acredite la autenticidad del instrumento
privado para que sea oponible al adversario. Esta comprobación puede realizarse
mediante reconocimiento expreso o tácito de la parte frente a la cual se quiere hacer
valer o, de lo contrario, puede actuarse otro medio probatorio con dicha finalidad.
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7. RECONOCIMIENTO DE DOCUMENTOS
“El reconocimiento es el acto expreso o implícito, en virtud del cual el autor
jurídico del documento o sus causahabientes, le otorgan autenticidad, sea espontá-
neamente o por citación judicial a solicitud de parte interesada, o por no tacharlo
de falso, en el término señalado por la ley procesal” (DEVIS ECHANDIA, 1984,
Tomo II: 243).
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MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
Similar parecer tiene Cardoso Isaza cuando señala que “un documento privado
no amparado por presunción legal de autenticidad o no declarado auténtico en
providencia judicial dictada en proceso anterior con audiencia de la parte contra
quien se opone en el nuevo proceso, se convierte en auténtico mediante el recono-
cimiento que de él haga la persona contra quien se pretende oponer” (CARDOSO
ISAZA, 1979: 319).
El reconocimiento recae sólo sobre documentos privados escritos (firmados
o sin firma) o no escritos. No opera en caso de documentos públicos porque el
funcionario público da fe de ellos, por lo que se tienen por ciertos. (Quedan a
salvo los casos de falsedad o inexistencia de la matriz y de nulidad que, pese a
invalidar ella un documento público, no impide que éste valga como privado, de
estar referido el vicio a cuestiones de forma).
En relación al reconocimiento de documentos hay que tener en cuenta lo
siguiente:
- No es necesario el reconocimiento si no hay tacha (segundo párrafo del
art. 246 del C.P.C.).
- El citado a reconocer un documento escrito debe expresar si la firma
que se le muestra es suya y si el documento es el mismo que suscribió
u otorgó, o si tiene alteraciones, indicará en qué consisten éstas (primer
párrafo del art. 249 del C.P.C.).
- Si el documento carece de firma, se interrogará al otorgante sobre la au-
tenticidad de su contenido y, si hay alteraciones, indicará en qué consisten
éstas (segundo párrafo del art. 249 del C.P.C.).
- Por muerte o incapacidad del otorgante, serán llamados a realizar el re-
conocimiento, su heredero o su representante legal, quienes declararán
sobre la autenticidad de la firma (último párrafo del art. 249 del C.P.C.).
- Si el documento está firmado por un tercero a ruego del otorgante, se
practicará el reconocimiento por ambos; debiendo el otorgante manifestar
si la persona que firmó es la misma a quien rogó con tal objeto, y si nota
alteraciones, las señalará (art. 248 del C.P.C.).
- Los documentos otorgados, extendidos o suscritos por quienes al tiempo
de hacerlo tenían representante legal, serán reconocidos por éstos o por
sus actuales representantes. La misma regla se aplica para el recono-
cimiento de documentos otorgados por personas jurídicas (art. 250 del
C.P.C.).
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MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
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MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
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planteado ésta y determinar el Juez la falsedad del medio de prueba, sobre todo
cuando resulta manifiesta.
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CAPITULO XII
MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
1. NOCION
Serra Domínguez conceptúa a la prueba pericial como “… el conjunto de
conocimientos técnicos especializados proporcionados al Juez por los peritos,
poseedores de dichos conocimientos, para facilitarle la apreciación y valoración
probatoria de conocimientos de carácter técnico que exceden los conocimientos
genéricos del Juez” (SERRA DOMINGUEZ, 2009: 496).
Para Armenta Deu, “la prueba de peritos es la actividad a través de la que una
o varias personas expertas aportan sus conocimientos especializados en materia
no jurídica, de manera que puedan conocerse y apreciarse determinados hechos y
circunstancias fácticas…” (ARMENTA DEU, 2004: 197). La citada jurista subraya
que “la finalidad de esta prueba se orienta a permitir la valoración de hechos o
circunstancias o adquirir certeza sobre ellos, cuando su naturaleza precisa para
aprehenderlos de la intervención de sujetos con conocimientos especializados”
(ARMENTA DEU, 2004: 197).
Según Devis Echandía, la pericia “... es un medio de prueba procesal e his-
tórico, pero esto no excluye que el perito sea un valioso auxiliar del juez para
el correcto conocimiento de los hechos, como también lo es el testigo. No se
trata de una especie de testimonio técnico, como también se ha sostenido, sino
de un medio de prueba diferente” (DEVIS ECHANDIA, 1984, Tomo II: 123).
Concluye Devis Echandía que, “puesto que el perito no persigue producir efec-
tos jurídicos determinados con su dictamen, sino ilustrar el criterio del juez, no
es una declaración de voluntad. Tampoco es una declaración de verdad, porque
puede incurrir en error y se limita a comunicarle al juez cuál es su opinión per-
sonal respecto de las cuestiones que se le han planteado. Es, pues, una simple
declaración de ciencia, técnica, científica o artística” (DEVIS ECHANDIA,
1984, Tomo II: 123).
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MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
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MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
4. EL PERITO
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y que los vierte en el mismo tras haberlos aplicado al estudiar los hechos
u otros elementos objeto de prueba.
De esta definición se deducen las siguientes características:
1.°) Puede ser una persona física o jurídica. (…) Cuando el dictamen
pericial exija operaciones o conocimientos científicos especiales, el
juez podrá pedir el informe a una academia, institución cultural o
científica que se ocupe del estudio de las materias correspondientes
al objeto de la pericia, o persona jurídica que esté legalmente habi-
litada para ello. Ahora bien, la pericia en sentido estricto ha de ser
realizada materialmente por una persona física (…).
2.°) El perito no ha presenciado los hechos, o no es traído al proceso por
esta circunstancia, sino que es buscado precisamente por poseer esos
conocimientos técnicos especializados a que hacíamos referencia. No
tiene importancia la forma y método de adquisición de los mismos,
ni siquiera que posea un título oficial que le faculte para ejercer la
profesión, en cuyo caso deberá ser un entendido en la materia, aunque
la ley prefiera lógicamente a los titulados…” (MONTERO AROCA;
GOMEZ COLOMER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR,
2003, Tomo II: 302-303).
El perito es un órgano de auxilio judicial, un colaborador técnico del magis-
trado o un órgano de prueba, como se quiera, cuya participación es imparcial y
-en ocasiones- necesaria. Así lo deja entrever Nelson Suárez cuando afirma que
“el perito es un auxiliar de justicia, que debe actuar con absoluta imparcialidad,
comprometiéndose solamente con su inteligencia, ciencia o saber, y suministrando
verazmente los informes técnicos que se le requieran, con abstracción del origen
de su nombramiento y sin otro interés que el de colaborar con la justicia, la ley y
la paz social” (SUAREZ, 1972: 67).
4.2 Obligaciones
Son obligaciones de los peritos las siguientes:
- Prestar juramento o promesa de actuar con veracidad, si hubiese aceptado
el cargo.
- Realizar personalmente la pericia, siguiendo el marco del encargo judicial
y en la forma señalada por el ordenamiento procesal.
- Obrar con lealtad, veracidad, imparcialidad, responsabilidad y buena fe.
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MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
4.3 Responsabilidades
El Código Procesal Civil en su artículo 270 establece que:
“Los peritos que, sin justificación, retarden la presentación de su dictamen
o no concurran a la audiencia de pruebas, serán subrogados y sancionados
con multa no menor de tres ni mayor de diez Unidades de Referencia
Procesal, sin perjuicio de la responsabilidad civil y penal a que hubiere
lugar.
En este caso, el dictamen pericial será materia de una audiencia especial”.
Los peritos no sólo incurren en responsabilidad civil y penal cuando retardan
-sin justificación- la presentación de su dictamen o no concurran a la audiencia
de pruebas, sino también cuando obran con culpa inexcusable en la elaboración
del informe pericial o actúan con dolo al emitir informes falsos (ya sea debido a
soborno, animadversión, u otro tipo de intereses).
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“Las partes pueden, en el mismo plazo que los peritos nombrados por el
Juez, presentar informe pericial sobre los mismos puntos de que trata el
Artículo 263°, siempre que lo hayan ofrecido en la oportunidad debida.
Este perito podrá ser citado a la audiencia de pruebas y participará en ella
con sujeción a lo que el Juez ordene”.
De la lectura del primer párrafo del artículo 264 del Código Procesal Civil
se aprecia que, además de los peritos nombrados por el Juez, pueden los sujetos
procesales designar otros (siempre que este medio de prueba se haya ofrecido
oportunamente), que elaborarán el correspondiente dictamen, el mismo que será
presentado dentro del plazo fijado para los peritos designados por el Juez. Si bien
el Código no lo señala expresamente, del segundo párrafo del artículo 264 puede
inferirse que tanto el demandante como el demandado pueden ofrecer un perito
de parte cada uno.
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MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
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MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
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CAPITULO XIII
MEDIOS PROBATORIOS:
INSPECCION JUDICIAL
1. CONCEPTO
La inspección judicial, llamada también reconocimiento o percepción judicial,
es aquel medio probatorio por el cual el Juez en forma directa y mediante sus
sentidos (vista, oído, olfato, tacto y gusto) puede apreciar los hechos materia de
debate procesal. Sirve, pues, este medio de prueba para verificar hechos materia-
les (pueden ser bienes muebles, inmuebles, ruidos, vibraciones, zonas húmedas,
calurosas, etc.) y aun personas.
Para Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar, “el
reconocimiento judicial es la percepción por parte del juez, de una forma directa,
de los hechos que son objeto de prueba” (MONTERO AROCA; GOMEZ COLO-
MER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003, Tomo II: 315).
A decir de Lino Palacio, “denomínase reconocimiento o examen judicial a la
percepción sensorial directa efectuada por el juez o tribunal sobre cosas, lugares o
personas, con el objeto de verificar sus cualidades, condiciones o características”
(PALACIO, 1977, Tomo IV: 473-474).
James Goldschmidt define al reconocimiento judicial como “... toda asun-
ción de prueba, consistente en una percepción sensorial, realizada por el Juez. A
diferencia de los demás medios de prueba, en que el conocimiento por el Juez se
realiza a través del conocimiento de otras personas (testigos, peritos, documentos,
que configuran los hechos según el sentir de los redactores), la percepción del
conocimiento en el caso de esta prueba es directo” (GOLDSCHMIDT; citado por
ARAGONESES, 1958: 534).
La inspección judicial representa una diligencia procesal llevada a cabo por
el magistrado que conoce de la causa, con la finalidad de adquirir argumentos
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2. CARACTERISTICAS
La inspección o reconocimiento judicial se caracteriza por lo siguiente:
- Es un medio de prueba.
- Es una actividad exclusiva del Juez.
- Es una prueba directa (en razón del contacto inmediato del magistrado
con el hecho que se quiere acreditar).
- Es una prueba personal (al desarrollarse a través de un acto humano: del
Juez).
- Es una prueba crítica o lógica (porque carece de función representativa
-como la prueba histórica-, asumiendo el Juez lo percibido, comparán-
dolo con lo que se quiso acreditar y realizando una operación mental de
identificación, lo que implica un razonamiento de su parte).
- Es una prueba formal (pues cumple una función probatoria, no siendo
una condición ad substantiam actus).
- Es una prueba simple (por ser apta para formarle al Juez por sí sola con-
vicción sobre el hecho por demostrar).
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MEDIOS PROBATORIOS: INSPECCION JUDICIAL
- Debe ser practicada por el Juez que conoce de la causa (queda a salvo el
caso en que el objeto de inspección se encuentra fuera de la competencia
territorial de aquél, debiendo ser el Juez exhortado quien la realice).
- Debe ser realizada en el curso del proceso principal o como prueba
anticipada.
- Debe estar referida a hechos materiales o perceptibles.
Para la validez de la inspección judicial se requiere:
- Que no exista prohibición legal de practicarla (ya sea por establecer el
ordenamiento jurídico una limitación de medios probatorios -que excluya
la inspección judicial- o por exigir un determinado medio de prueba -que
no sea el que estudiamos- para acreditar algún hecho).
- Que se expida resolución conteniendo el mandato judicial relativo a la
realización de la diligencia.
- Que sea notificada la resolución a que se hace referencia en el acápite
precedente.
- Que el Juez que dirige el proceso principal, quien debe practicar la ins-
pección, tenga competencia para conocer la litis.
- Que no existan causales de nulidad procesal que afecten la inspección
judicial directa o indirectamente (este último supuesto se configuraría si
el proceso se encontrase viciado, lo que puede repercutir en la validez de
dicho medio probatorio).
Son requisitos para la eficacia probatoria de la inspección judicial los que a
continuación se indican:
- La conducencia del medio respecto del hecho objeto de inspección.
- Que el hecho que se pretende demostrar con la inspección no sea jurí-
dicamente imposible (como cuando representa el presupuesto de una
presunción jure et de jure o tuviese la calidad de cosa juzgada).
- Que la valoración de la prueba de inspección judicial se desprenda estricta-
mente de lo consignado en el acta respectiva (si bien ésta debe contener la
transcripción de lo efectivamente apreciado por el Juez, no resulta impro-
bable la idea de error en su redacción, debiéndose mantenerse al margen
de la valoración aquellos hechos o circunstancias no comprendidos en
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MEDIOS PROBATORIOS: INSPECCION JUDICIAL
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CAPITULO XIV
SUCEDANEOS DE LOS MEDIOS
PROBATORIOS
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2. LOS INDICIOS
2.1 Definición
El vocablo latino indicium deriva de indicere, cuyo significado es indicar,
hacer conocer algo.
“Se entiende por indicio cualquier hecho conocido (o una circunstancia de
hecho conocida), del cual se infiere, por sí solo o conjuntamente con otros, la exis-
tencia o inexistencia de otro hecho desconocido, mediante una operación lógica
basada en normas generales de la experiencia o en principios científicos o técnicos
especiales” (DEVIS ECHANDIA, 1984, Tomo II: 301).
A través del indicio no se representa ningún hecho, sino que en virtud del nexo
entre el hecho indicador y el hecho indicado se puede conocer el último.
“... Un hecho no es indicio en sí, sino que se convierte en tal cuando una regla
de experiencia lo pone con el hecho a probar en una relación lógica, que permita
deducir la existencia o no existencia de éste” (CARNELUTTI, s/a: 191-192).
El indicio es definido por el artículo 276 del Código Procesal Civil que pre-
ceptúa lo siguiente: “El acto, circunstancia o signo suficientemente acreditados a
través de los medios probatorios, adquieren significación en su conjunto cuando
conducen al Juez a la certeza en torno a un hecho desconocido relacionado con
la controversia”.
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SUCEDANEOS DE LOS MEDIOS PROBATORIOS
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
habituales, sino los mismos aunque con menor fuerza probatoria, pueden originar
sumas y restas, presididas por el principio de incompatibilidad entre los de signo
contrario” (ALCALA-ZAMORA Y CASTILLO, 1964: 265).
El valor probatorio de los indicios está en función de la observancia de los
requisitos exigibles para su existencia jurídica, validez y eficacia probatoria (que
viéramos anteriormente). Así, de reunirse tales requisitos, los indicios tendrán un
gran valor probatorio, hasta el punto de corroborar o desvirtuar el mérito o alcance
de los medios de prueba, formándole convicción al juzgador acerca de los hechos
materia del proceso.
“Todo indicio tiene alguna significación probatoria, debido a la conexión
lógica que lo relaciona con el hecho desconocido que se investiga (...), pero,
salvo cuando se trate del caso excepcional de un indicio necesario (...), ese con-
tenido probatorio varía respecto de cada uno y del conjunto formado por varios,
desde el mínimo hasta el máximo grado, en escala imposible de predeterminar.
De acuerdo con esto, el hecho indicado puede aparecer, en virtud de los indicios
válidamente probado, como apenas remotamente posible, o como menos probable
que improbable, o como tan probable como improbable, o como más probable que
improbable, o como muy probable, o como seguro y cierto; en cada una de estas
hipótesis, el hecho investigado puede aparecer más o menos verosímil, excepto
en la última que supone la certeza sobre su existencia o inexistencia. Sólo en el
último caso habrá prueba del hecho con sólo esos indicios. Los resultados dependen
fundamentalmente de la preparación del juez y del método adecuado o inadecuado
que siga para precisar su valor probatorio (...) El principio de que mientras el juez
no tenga certeza sobre un hecho, no puede considerarlo probado, rige siempre,
cualesquiera que sean los medios probatorios para verificarlo, en toda clase de
procesos...” (DEVIS ECHANDIA, 1984, Tomo II: 316).
3. LAS PRESUNCIONES
3.1 Noción
“La presunción es un juicio lógico del legislador o del juez (según sea pre-
sunción legal o judicial), en virtud del cual se considera como cierto o probable un
hecho (lo segundo cuando es presunción judicial o de hombre) con fundamento en
las máximas generales de experiencia, que le indican cuál es el modo normal como
se suceden las cosas y los hechos” (DEVIS ECHANDIA, 1984, Tomo II: 338).
Serra Domínguez estima que la presunción “… es aquella actividad intelectual
probatoria del juzgador, realizada en la fase de fijación, por la cual afirma un hecho
464
SUCEDANEOS DE LOS MEDIOS PROBATORIOS
distinto del afirmado por las partes a causa del nexo causal o lógico existente entre
ambas afirmaciones” (SERRA DOMINGUEZ, 2009: 581).
En opinión de Silva Melero, “las presunciones son conjeturas en virtud de las
cuales, para un caso concreto, se admite la existencia de un hecho no directamen-
te probado, mediante deducción de la experiencia común...” (SILVA MELERO,
1963, Tomo I: 113).
Según Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar:
“La presunción (…) consiste en un razonamiento en virtud del cual,
partiendo de un hecho que está probado o admitido por las dos partes, se
llega a la consecuencia de la existencia de otro hecho, que es el supuesto
fáctico de una norma, atendido el nexo lógico existente entre los dos
hechos.
No estamos, pues, ante un verdadero medio de prueba. Las leyes no pre-
vén, porque sería absurdo que lo hicieran, un procedimiento probatorio
para su práctica. Las presunciones tampoco son, en sentido estricto, una
actividad probatoria, sino, por mejor decir, un método de prueba. No se
discute la gran importancia probatoria de las presunciones en la práctica
judicial, pero ello no puede llevar a calificarlas de medio de prueba, ni
a creer que precisan de una actividad probatoria. Son un método para
probar” (MONTERO AROCA; GOMEZ COLOMER; MONTON RE-
DONDO; y BARONA VILAR, 2003, Tomo II: 332).
A decir de Lorca Navarrete:
“Las presunciones implican por parte del Magistrado-Juez de la instancia
procesal llevar a cabo una valoración crítica, una argumentación elaborada
en base al hecho ya conocido.
En modo alguno la presunción es una técnica de conocimiento ‘al primer
contacto’ con el hecho.
La presunción es un mecanismo mental interno, con la finalidad de inferir
del hecho ya conocido, el hecho desconocido, con un iter de la hilación
fundado en la experiencia o a menudo en el id quod plerumque accedit.
La presunción no es exactamente un medio de prueba, sino que opera
con los resultados de los medios de prueba en particular, una vez incor-
porados a la instancia procesal.
(…)
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SUCEDANEOS DE LOS MEDIOS PROBATORIOS
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CAPITULO XV
CUESTIONES PROBATORIAS
1. CONCEPTO Y FORMAS
Las cuestiones probatorias son instrumentos procesales dirigidos a poner en
tela de juicio algún medio de prueba con la finalidad de que el Juez declare su
invalidez o tenga presente su ineficacia probatoria.
Existen dos formas de cuestiones probatorias:
- La tacha.
- La oposición.
1.1 La tacha
1.1.1 Definición
La tacha constituye una especie de impugnación cuyo objeto es quitar vali-
dez o restarle eficacia a un medio de prueba, en razón de existir algún defecto o
impedimento respecto de él.
La tacha puede plantearse contra la prueba testimonial y la documental (pri-
mera parte del artículo 300 del Código Procesal Civil).
También puede ser materia de tacha los medios probatorios atípicos (último
párrafo del artículo 300 del Código Procesal Civil). Puntualizamos que esta hipóte-
sis resulta prácticamente imposible de darse en razón de que las llamadas pruebas
atípicas no son susceptibles de configurarse por subsumirse -por lo general- todo
medio probatorio atípico ya sea en la prueba de documentos o en la pericial.
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CUESTIONES PROBATORIAS
adolecer de algún defecto o pesar sobre los medios de prueba atípicos cierto impe-
dimento. Sin embargo, insistimos que este supuesto difícilmente se podría concretar
debido a que los medios probatorios atípicos son prácticamente inexistentes al ser
absorbidos por la prueba pericial o la de documentos.
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CUESTIONES PROBATORIAS
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CAPITULO XVI
LA PRUEBA ANTICIPADA
1. DEFINICION
La actuación de los medios probatorios ocurre casi siempre después de la etapa
postulatoria de la litis o pleito judicial (en la que son suministrados), esto es, en
la correspondiente audiencia de pruebas. Sin embargo, el ordenamiento jurídico
ha previsto un proceso especial -no contencioso- en el que puede peticionarse la
práctica de un medio probatorio, anterior al momento procesal que debería por lo
general corresponderle, vale decir, a la audiencia probatoria del proceso principal
en el cual se solicita la tutela jurisdiccional a fin de hacer valer un derecho objeto
de controversia o de incertidumbre jurídica.
Tan singular proceso lo constituye la prueba anticipada (denominada diligen-
cia preparatoria en el Código de Procedimientos Civiles de 1912), la cual puede
ser definida como aquel procedimiento excepcional (pues exige determinados
requisitos para su procedencia) de actuación previa de medios probatorios que
tiende a preparar o consolidar la prueba de un proceso a iniciarse posteriormente.
Sobre el particular, Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y
Barona Vilar formulan estas observaciones:
“El procedimiento probatorio (…) sufre una importante excepción, refe-
rida al tiempo, en lo que se conoce como anticipación de la prueba (…).
La anticipación consiste en la práctica de cualquier medio de prueba en
momento anterior al del juicio (…), ante el temor que la fuente propia del
mismo se pierda, haciendo imposible su aportación al proceso. Se trata,
no de asegurar la fuente, sino de practicar el medio (…).
(…) Quien pretenda incoar un proceso (…) puede pedir la práctica anti-
cipada de algún acto de prueba, cuando exista el temor fundado de que,
por causa de las personas o por el estado de las cosas, dichos actos no
puedan realizarse en el momento procesal previsto de modo general…”
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2. REQUISITOS
El artículo 284 del Código Procesal Civil contempla los requisitos exigibles
para solicitar la actuación anticipada de una prueba, preceptuando lo siguiente:
“Toda persona legitimada puede solicitar la actuación de medio probatorio antes
del inicio de un proceso. Para ello deberá expresar la pretensión genérica que va
a reclamar y la razón que justifica su actuación anticipada”.
En consecuencia, la solicitud de prueba anticipada está condicionada a:
- La legitimidad del peticionante. “… Puede pedir la práctica anticipada sólo
el futuro demandante (el que pretenda incoarlo), no el posible demandado
(el que crea que puede ser demandado)” (MONTERO AROCA; GOMEZ
COLOMER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003, Tomo
II: 276).
- La indicación de la pretensión genérica que espera hacer efectiva en el
proceso principal.
- La consignación de las razones o argumentos justificantes de su pedido
de actuación probatoria previa. “… Estas razones (…) consisten en que
por causas de las personas o por el estado de cosas se tema que los actos
de prueba no van a poder realizarse en el momento procesal previsto…”
(RIVERA MIRANDA, 2007: 332).
Sólo admitirá el Juez la solicitud si cumple con estos requisitos. Así lo esta-
blece el artículo 285 del Código Procesal Civil. Naturalmente, el interesado deberá
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LA PRUEBA ANTICIPADA
observar además los lineamientos generales previstos para la demanda y sus anexos
en los numerales 424 y 425 del citado Código.
3. COMPETENCIA Y TRAMITE
Por mandato del artículo 33 del Código Procesal Civil, es competente para
la actuación de la prueba anticipada el Juez competente por razón de grado para
conocer la demanda próxima a interponerse.
El artículo 297 del Código Procesal Civil complementa lo señalado en el
numeral anterior al disponer que es competente, además del Juez al que nos refe-
rimos en el párrafo precedente, aquel que por razón de cuantía y territorio debería
conocer el futuro proceso.
El último párrafo del indicado artículo 297 establece que la prueba anticipada
se tramita como proceso no contencioso (o de jurisdicción voluntaria).
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LA PRUEBA ANTICIPADA
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- La recusación del Juez y del Secretario del Juzgado (arts. 289 y 761 -inc.
1)- del C.P.C.).
- Las excepciones y las defensas previas (art. 761 -inc. 2)- del C.P.C.).
- Las cuestiones probatorias cuyos medios de prueba no sean susceptibles
de actuación inmediata (art. 761 -inc. 3)- del C.P.C.).
- La reconvención (art. 761 -inc. 4)- del C.P.C.).
- El ofrecimiento de medios probatorios en segunda instancia (art. 761 -inc.
5)- del C.P.C.).
- La modificación y ampliación de la solicitud y los medios probatorios
extemporáneos (arts. 428, 429 y 761 -inc. 6)- del C.P.C.).
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CAPITULO XVII
LA PRUEBA EN LA JURISPRUDENCIA
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probatorio, pues los medios probatorios forman una unidad, y que, como
tal, deben ser examinados y valorados por el juzgador en forma conjunta,
confrontando uno a uno todos los diversos medios de prueba, puntua-
lizando su concordancia o discordancia, para finalmente concluir sobre
el convencimiento que a partir de ellas (sic) se forme” (Casación Nro.
261-99 / Ica, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-08-1999,
págs. 3387-3388).
- “... El principio de unidad de la prueba, como principio probatorio, se
emplea dentro de un mismo y único procedimiento probatorio, esto es, no
puede pretenderse que, luego de concluido el procedimiento probatorio,
se vuelva a abrir otro procedimiento probatorio, para añadir al análisis
de los medios probatorios, otros que la recurrente considera nuevos, pero
que temporalmente no son, puesto que pudieron haber sido ofrecidos
oportunamente...” (Casación Nro. 430-2006 / Cusco, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 31-10-2006, pág. 17534).
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LA PRUEBA EN LA JURISPRUDENCIA CASATORIA
- “... Es garantía del derecho de todo justiciable [...] que los hechos que
afirme sean sustentados debidamente con los medios probatorios que re-
gula la ley procesal para tal efecto, dándose la mayor amplitud para que la
prueba sea actuada y valorada, sin que se afecten los principios procesales
de celeridad y economía. Si en el proceso han sido incorporadas pruebas
suficientes a instancia de cualquiera de las partes, la cuestión atinente a
la carga de la prueba resulta irrelevante y sólo adquiere importancia si la
aportada no es suficiente; ante tal situación, el juez debe decidir a cuál
de los sujetos procesales corresponde dicha obligación...” (Casación Nro.
1809-2006 / Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
30-06-2008, págs. 22331-22332).
- “... El principio dispositivo, que rige el impulso del proceso civil, significa
que sólo a las partes les incumbe probar sus afirmaciones, como establece
el artículo ciento noventiséis del Código Procesal Civil; no obstante lo cual
el Juez de mérito, al apreciar la prueba para construir el juicio de hecho,
utiliza toda la admitida, como prescribe el artículo ciento noventisiete
del acotado [C.P.C.]...” (Casación Nro. 1304-97 / Cono Norte, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-01-2001, págs. 6842-6843).
- “... El Juez pronuncia sentencia conforme al estado del proceso, sin que
le corresponda suplir a las partes en el ofrecimiento de su prueba...” (Ca-
sación Nro. 374-99 / Piura, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
04-06-1999, págs. 2949-2950).
- “... En base al principio dispositivo en materia procesal civil son las
partes las que deben hacer uso de los medios de defensa e invocar los
hechos que sustentan su pretensión o defensa; por ende, el Juez no puede
sustituirse en lugar de las partes ordenando la actuación de algún medio
probatorio respecto a un hecho no invocado...” (Casación Nro. 141-2000 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-06-2000, págs.
5454-5455).
- “... Es principio elemental de la lógica jurídica el que las partes deben
acreditar los hechos que exponen o contradicen, salvo aquellos expresa-
mente aceptados por la contraparte, o aquellos que no han sido negados,
observados o contradicho [sic -léase contradichos-]...” (Casación Nro.
2002-2005 / Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
04-12-2006, pág. 18238).
- “... El Colegiado consideró que el accionante no había cumplido con
acreditar en autos ninguno de los extremos de su demanda, por lo que
dicho sujeto procesal había incumplido con la carga [de la prueba] que le
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
impone el artículo ciento noventiséis del Código Procesal Civil [...]; [...]
de lo expuesto por el Colegiado se aprecia que éste no ha fundamentado
jurídicamente su fallo, al no haber aplicado, para resolver la presente
controversia, norma sustantiva alguna, [...] es decir la Sala de Revisión
no ha sustentado jurídicamente su decisión jurisdiccional, no bastando
para declarar infundada una demanda la simple invocación del artículo
ciento noventiséis del Código Procesal Civil [sobre carga de la prueba],
norma adjetiva que resultará aplicable solo cuando exista previamente
un análisis de los fundamentos fácticos y jurídicos esgrimidos por los
actores procesales, es decir un pronunciamiento sobre el fondo de
la controversia, tal como lo establece el último párrafo del artículo
ciento veintiuno del Código Adjetivo [C.P.C.], salvo el caso que la
instancia de mérito efectúe un pronunciamiento excepcional sobre la
validez de la relación procesal, que no es el caso...” (Casación Nro.
3234-00 / Junín, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-07-
2001, pág. 7349).
- “... En contravención de lo dispuesto por el artículo 196 del citado Código
procesal [C.P.C.], en la sentencia [de vista] materia del presente recurso
[de casación], se ha aplicado implícitamente la regla de la inversión de la
carga de la prueba, que sólo es aplicable en casos expresa y puntualmente
señalados por nuestro ordenamiento jurídico...” (Casación Nro. 777-2001 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-05-2002, págs.
8861-8862).
- “... Del texto del artículo 196 [del C.P.C.], concordante con el artículo
200 del Código Procesal civil, se aprecia que la obligación de probar
la pretensión corresponde a quien demanda y no a la demandada, in-
cumpliéndose lo dispuesto por el inciso 3° del artículo 122 del Código
Procesal Civil; [...] al expedir la resolución de vista [...], que confirma
la sentencia del A’quo, [...] se ha incurrido en [...] contravención a las
normas que garantizan el derecho a un debido proceso, [...] al aplicar
erróneamente la inversión de la carga de la prueba...” (Casación Nro.
1133-2001 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-10-
2002, pág. 9451).
- “... La inversión de la carga de la prueba implica que la ley determina
excepcionalmente quién debe probar. Existe afectación al debido proceso
cuando arbitrariamente el órgano jurisdiccional establece la inversión de
la carga probatoria en casos que la ley no lo establece...” (Casación Nro.
2949-2001 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-01-
2003, págs. 9932-9933).
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- “... Por regla general, se establece que la parte que afirma o niega un
hecho debe probarlo. Excepcionalmente, la ley establece los supuestos
precisos de la inversión de la carga de la prueba, esto es, se determina de
manera específica quién debe probar. Frente a la concepción establecida
en el artículo 196 del Código Procesal Civil, aparece en la doctrina el
criterio de la adecuación de la carga de probar, que deja de lado la visión
estática de la probanza, adoptando una posición más bien dinámica,
orientada no en el campo dispositivo, sino publicístico del proceso. En
resumidas cuentas, según esta nueva perspectiva, en materia probatoria,
el Juez deberá tener en cuenta lo siguiente: La parte que esté en mejores
oportunidades de probar un hecho, sobre ella recaerá la carga de la prue-
ba...” (Casación Nro. 779-2002 / Lima, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 31-05-2004, págs. 12038-12039).
- “... Según el principio de la carga dinámica de la prueba, la parte que está
en mejores posibilidades de probar, sobre ella recaerá el aporte de los
medios probatorios...” (Casación Nro. 3735-01 / Apurímac, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 03-01-2005, págs. 13313-13314).
- “... No se infringe la regla de la carga de la prueba por cuanto por imperio
de la ley la buena fe se presume y a (sic) quien pretenda negar tal presun-
ción corresponde probarla...” (Casación Nro. 2689-99 / Lima, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 21-01-2000, pág. 4624).
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plena facultad para analizar los medios probatorios en virtud del artículo
ciento noventisiete del Código adjetivo [C.P.C.] que ha recogido el sistema
de libre valoración de la prueba...” (Casación Nro. 2583-2000 / Chincha,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2001, pág. 6682).
- “... Estando a que nuestro Ordenamiento Procesal Civil recoge el sistema
de la libre valoración de la prueba, así como la Constitución les reconoce
a todos los magistrados autonomía, esto es, la capacidad de decidir (en
términos jurídicos) con libertad y discrecionalidad, y si la instancia
superior no está de acuerdo con la apreciación del A Quo, tiene expedita
su atribución revocatoria del fallo apelado, pero no puede disponer que
este varíe la convicción a la que haya arribado, por ser esta una función
discrecional del Juez y siempre y cuando no haya arribado a una convic-
ción sobre los hechos materia de controversia; [...] en el caso de autos,
el Juez valorando razonadamente los medios probatorios actuados, y las
normas que ha considerado pertinentes, ha llegado a una certeza respecto
de los puntos controvertidos materia de la litis y en virtud de ellos ha
dictado el fallo correspondiente, [...] de lo expuesto se concluye que la
resolución recurrida ha contravenido las normas que garantizan el derecho
a un debido proceso...” (Casación Nro. 1150-2007 / Lima, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 03-12-2008, págs. 23600-23601).
- “... En virtud del principio de libre valoración de la prueba, plasmado en
el artículo 197 del Código Procesal Civil, [...] el Juez aprecia las pruebas
de acuerdo a su sana crítica...” (Casación Nro. 812-2008 / Lima, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 04-09-2008, pág. 23084).
- “... En nuestro sistema procesal el juez valora los medios probatorios de
acuerdo a las reglas de la sana crítica, es decir, de acuerdo a lo que su
experiencia, sus conocimientos y la lógica le permiten inferir, conforme
se desprende de lo dispuesto por el artículo 197 del Código Procesal Ci-
vil...” (Casación Nro. 1530-2008 / Ancash, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 30-10-2008, pág. 23245).
- “... El Juez valoró las pruebas con arreglo al artículo 197 del Código
Procesal Civil, atendiendo a su apreciación razonada, la que no puede ser
cuestionada...” (Casación Nro. 3863-2000 / San Martín - Moyobamba, pu-
blicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-07-2001, págs. 7600-7601).
- “... Nuestro ordenamiento procesal recoge el sistema de la libre aprecia-
ción de la prueba, que permite al juzgador valorar la misma utilizando
su apreciación razonada, es decir su facultad discrecional, sin más limi-
tación que la de no vulnerar los principios lógicos ni de la sana crítica...”
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LA PRUEBA EN LA JURISPRUDENCIA CASATORIA
- “... El artículo [...] citado [art. 197 del C.P.C.], establece que todos los
medios probatorios deben ser valorados en forma conjunta, debiendo el
juez utilizar su apreciación razonada; [...] el principio enunciado en la
norma precitada implica que, teniendo en cuenta que el conjunto proba-
torio del proceso forma una unidad, como tal deben [sic -léase debe-]
ser apreciado y examinado, confrontando los medios probatorios entre
sí, puntualizando su concordancia o discordancia y concluyendo sobre el
convencimiento que del análisis global se forme...” (Casación Nro. 1460-
2007 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 03-12-2008,
págs. 23645-23646).
- “... Los medios probatorios forman una unidad y en tal sentido, deben ser
examinados y valorados por el juzgador en forma conjunta, confrontando
uno por uno los diversos medios probatorios, puntualizando su concordan-
cia o discordancia, para finalmente concluir sobre el convencimiento que
a partir de ellas se forme...” (Casación Nro. 04-2007 / Cusco, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-09-2008, pág. 23119).
- “... Las pruebas en realidad están mezcladas formando una secuencia
integral, un todo, un conjunto armonioso; debiendo ser la preocupación
del Juez reconstruir, en base a los medios probatorios, los hechos que dan
origen al conflicto; ninguna prueba deberá ser tomada en forma aislada,
tampoco en forma exclusiva, sino en su conjunto; dado que sólo teniendo
una visión integral de los medios probatorios se puede sacar conclusiones
en busca de la verdad, que es el fin del proceso...” (Casación Nro. 3511-
2007 / Piura, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-12-2008,
pág. 23424).
- “... La valoración de la prueba debe ajustarse a lo dispuesto por el artículo
ciento noventisiete del Código Procesal Civil, en cuanto a que los medios
probatorios son valorados por el Juez en forma conjunta, utilizando su
apreciación razonada; [...] la apreciación razonada está emparentada con
el hecho que la ley no impone normas generales para acreditar algunos
hechos, ni determina abstractamente el valor de las pruebas, sino que
deja al juzgador en la libertad para admitir toda prueba que estime útil
al esclarecimiento de la verdad y para apreciarla conforme a las reglas
de la lógica y de la experiencia común; se trata de un convencimiento
lógico y motivado, basado en elementos probatorios objetivos; [...] en
consecuencia queda descartada la posibilidad de una apreciación arbitraria
y no razonada de las pruebas, ya que el acto valorativo debe apoyarse
en la lógica, los principios naturales y la experiencia, todo lo cual se re-
laciona con el principio de la legítima defensa y el deber de motivación
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LA PRUEBA EN LA JURISPRUDENCIA CASATORIA
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exigiendo tal norma que el juzgador exprese con detalles las operaciones
mentales que realizo [sic -léase que realizó-], sino que debe expresar los
elementos relevantes que dan sustento a su decisión...” (Casación Nro.
4920-2006 / Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
30-05-2008, pág. 22164).
- “... Dicha norma procesal (art. 197 del C.P.C.) crea la exigencia en el
juzgador de mérito de realizar una íntima apreciación y valoración de
todos los medios probatorios, válidamente actuados por las partes en el
proceso, pero ello no le obliga a expresar en detalle todas las operaciones
mentales que realizó, sino que sólo debe expresar los elementos relevantes
que dan sustento a su decisión, lo que crea una concreción en materia
probatoria...” (Casación Nro. 552-99 / San Román, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 19-10-1999, págs. 3772-3773).
- “... El artículo ciento noventisiete del Código Adjetivo [C.P.C.] no dispone
que se tenga que examinar todos y cada uno de los medios probatorios,
sino que ellos son valorados por el Juez en forma conjunta utilizando su
apreciación razonada...” (Casación Nro. 74-2001 / Callao, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 02-07-2001, pág. 7366).
- “... De la lectura de la sentencia de mérito se advierte la apreciación
razonada y conjunta de las pruebas, no siendo exigible que se refiera a
cada una de ellas...” (Casación Nro. 1090-99 / Cajamarca, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 29-09-1999, pág. 3599).
- “... El artículo ciento noventisiete del Código Procesal Civil [...] dispone
que todos los medios probatorios son valorados por el Juez en forma
conjunta, utilizando su apreciación razonada. Sin embargo, en la resolu-
ción sólo serán expresadas las valoraciones esenciales y determinantes
que sustentan su decisión; siendo esto así, el legislador le ha otorgado a
los jueces la posibilidad legal y real de indicar en su sentencia [...] solo
aquellos medios probatorios que son determinantes para adoptar la de-
cisión conclusiva...” (Casación Nro. 510-2007 / Lima - Norte, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 02-12-2008, págs. 23488-23490).
- “... Tanto el A Quo como la Sala Superior han valorado los medios probato-
rios [...] dentro de los alcances establecidos en el artículo ciento noventisiete
del Código Adjetivo [C.P.C.], sin que sea necesario, por disposición legal,
que en su decisión hagan una descripción completa de todos los medios
probatorios, sino basta exponer en ella aquellos que son determinantes para
tomar su decisión...” (Casación Nro. 3652-2007 / Junín, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 03-12-2008, pág. 23582).
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deben renovar los actos procesales viciados, esto es que se debe declarar
la invalidez de la resolución recurrida a fin que el A Quem [...] resuelva
de acuerdo a Ley...” (Casación Nro. 2560-2001 / La Libertad, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 01-04-2002, pág. 8520).
- “... Existe una indebida valoración de los medios probatorios, y por ende
el fallo no se sujeta al mérito de lo actuado previsto en el numeral ciento
veintidós inciso tercero del Código Procesal, [...] en este orden de ideas,
el defecto advertido precedentemente conlleva a declarar la nulidad del
fallo de conformidad con lo que dispone el artículo ciento setentiuno del
Código Adjetivo [C.P.C.] que no es posible subsanarse, debiendo expe-
dirse nueva resolución con arreglo a ley...” (Casación Nro. 1648-2007 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-12-2008, págs.
23270-23272).
- “... La deficiente apreciación de la prueba por la Sala revisora constituye una
contravención al debido proceso...” (Casación Nro. 479-2001 / La Libertad,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2003, pág. 9854).
- “... Se produce (la contravención a las normas que garantizan el debido
proceso) en la medida que exista una conducta renuente u omisiva del
juzgador a actuar y/o valorar los medios probatorios ofrecidos por las
partes” (Casación Nro. 1172-97 / Apurímac, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 04-01-2000, pág. 4481).
- “... La falta de valoración de medios probatorios advertidos por la Sala
de mérito no puede ser pasible de convalidación por el Juzgador, ello en
atención a la trascendencia y rol que cumple la actividad probatoria al
interior del proceso...” (Casación Nro. 559-2005 / Amazonas, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-09-2005, pág. 14757).
- “... El cargo de omisión en la apreciación de pruebas, para ser admitido
requiere que el recurrente demuestre la arbitrariedad en la apreciación
de la prueba y cómo la supuesta prueba admitida y no apreciada podría
modificar la relación de hecho...” (Casación Nro. 1234-2000 / Are-
quipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 17-09-2000, págs.
6305-6306).
- “... El atribuir un sentido determinado a un hecho conforme al mérito
probatorio que se extraiga de una determinada prueba constituye una
facultad del juzgador prevista en la ley procesal...” (Casación Nro. 4022-
2001 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-04-2002,
págs. 8615-8616).
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uno inciso segundo y ciento noventa y cuatro del Código Procesal Civil.
La admisión de pruebas de oficio en un proceso encuentra su razón de ser
[en] el estado de insuficiencia de los medios probatorios que advierte el
Juzgador, al considerar que los ya incorporados no cumplen plenamen-
te su finalidad, que no es otra que producir certeza y crear convicción
respecto de los puntos controvertidos; por tanto, cuando un Magistrado
ejerce la potestad regulada en los artículos cincuenta y uno inciso segundo
y ciento noventa y cuatro acotados, ello no importa la desnaturalización
del proceso, sino que propende al cumplimiento de sus fines...” (Casación
Nro. 5170-06 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
30-05-2008, págs. 22145-22146).
- “... El Juez puede solicitar pruebas de oficio cuando las pruebas aportadas
por las partes no sean suficientes para crear convicción sobre la resolución
del conflicto sometido a sede judicial...” (Casación Nro. 2545-2000 /
Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2001,
pág. 6679).
- “... El Juez puede de oficio ordenar la actuación de medios probatorios
adicionales que considere necesarios, sin establecer limitación alguna,
medios probatorios que pueden servir para complementar la actividad
probatoria o para sustituirla por la adjuntada por las partes...” (Casación
Nro. 1435-2001 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-
03-2002, pág. 8486).
- “... De acuerdo con el artículo ciento noventicuatro del Código Procesal
Civil, los magistrados tienen la facultad de requerir medios probatorios
a las partes o a terceros, a fin de tener una visión clara y precisa de los
hechos discutidos y resolver, conforme a ellos, independientemente de la
decisión que adopten...” (Casación Nro. 166-2007 / Lambayeque, publi-
cada en el Diario Oficial El Peruano el 03-12-2008, págs. 23636-23637).
- “... Si bien el artículo 194 de la Ley Adjetiva [C.P.C.] faculta a los jueces a
que puedan ordenar de oficio la actuación de medios probatorios, también
lo es, que dicha facultad tiene carácter discrecional...” (Casación Nro.
3105-2000 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-03-
2001, págs. 6995-6996).
- “... La actuación de la prueba de oficio es una facultad discrecional del
Juzgador, la misma que es empleada cuando los medios probatorios ac-
tuados en un proceso no le producen suficiente convicción para decidir
la litis...” (Casación Nro. 2343-2008 / Ancash, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 02-12-2008, pág. 23427).
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con la facultad que establece el artículo 194 del mismo cuerpo legal, el
Juez puede incorporar al proceso los medios probatorios de oficio que
estime convenientes, con lo cual también es posible incorporar la prueba
extemporánea ofrecida por una de las partes, para lo cual debe emitir la
resolución correspondiente, la que debe notificar a las partes a efectos de
que éstas puedan hacer valer sus argumentos de defensa correspondien-
tes...” (Casación Nro. 3837-2007 / Piura, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 31-01-2008, págs. 21511-21512).
- “... Conforme a lo establecido en el artículo ciento noventicuatro del
Código Adjetivo [C.P.C.], el Juez puede admitir a trámite cualquier
medio probatorio con la finalidad de resolver el conflicto intersubjeti-
vo de intereses y es potestad suya disponer la actuación de los medios
probatorios adicionales si lo considera conveniente; sin embargo, tal
decisión debe ser expresada, como lo exige la norma, en una resolución
motivada, previa a la expedición de la sentencia, la misma que debe
estar puesta en conocimiento de las partes a fin de que puedan hacer
valer su derecho a cuestionar o asentir dicho medio de prueba; siendo
esto así, al no haberse procedido de este modo, se ha producido una
situación de indefensión que es menester tutelar, además, se contraviene
el artículo cuatrocientos veintinueve del acotado Código [C.P.C.], lo que
vicia de nulidad la sentencia impugnada...” (Casación Nro. 398-2004 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-12-2005, págs.
15088-15089).
- “... El a-quo al expedir sentencia [...] decide incorporar el citado docu-
mento como prueba de oficio, aplicando el artículo 194 del Código Pro-
cesal Civil, valorándolo [...]; empero, tal documento no ha sido puesto
en conocimiento de la parte demandada para que pueda expresar lo que
a su derecho corresponde, afectándose su derecho al debido proceso y
particularmente su derecho de defensa [...]. [...] Que al incorporarse al
proceso dicho medio probatorio se ha incurrido en la causal de nulidad
contemplada en el artículo 171 del Código Procesal Civil; además, la
omisión señalada configura una infracción procesal que conlleva a la
indefensión para la parte contraria pues no se le ha puesto en conoci-
miento dicho medio probatorio para que pueda expresar lo que a su
derecho corresponda, afectando el principio de bilateralidad procesal;
por lo que al haber procedido de la manera indicada se ha contravenido
el artículo 139 inciso 5° de la Constitución Política y el artículo 122
inciso 3° del Código Procesal Civil...” (Casación Nro. 1723-2006 / El
Santa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 05-01-2007, págs.
18392-18393).
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- “... El artículo ciento noventiocho del Código Procesal Civil [...] regula
lo que en doctrina se conoce como la prueba trasladada, que no es sino
aquella admitida y practicada en un proceso y hecha valer en otro...”
(Casación Nro. 3292-2006 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 02-09-2008, págs. 22648-22649).
- “... El artículo 198 del Código Procesal Civil [...] prevé que ‘Las prue-
bas obtenidas válidamente en un proceso tienen eficacia en otro. Para
ello, deberán constar en copia certificada por el auxiliar jurisdiccional
respectivo y haber sido actuadas con conocimiento de la parte contra
quien se invocan[.] puede [sic -léase Puede-] prescindirse de este último
requisito por decisión motivada del Juez’. Dicho numeral regula lo que
en doctrina se conoce como la prueba trasladada, la que es admitida y
practicada en un proceso y después hecha valer en otro; por lo que para
efectos de que tenga eficacia, el comentado artículo 198 [...] exige que
ésta deberá constar en copias certificadas por el auxiliar jurisdiccional
respectivo y haber sido actuada con conocimiento de la parte contra quien
se invocan...” (Casación Nro. 2847-2003 / La Libertad, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-03-2005, págs. 13763-13764).
- “... La eficacia de las pruebas obtenidas válidamente en un proceso a que
se refiere el Artículo ciento noventiocho del Código Adjetivo no está
condicionado (sic) a que las mismas hayan sido actuadas por las partes en
el proceso primigenio, como erróneamente alega el recurrente, sino que
para su actuación resulta imprescindible que se ponga en conocimiento
de la parte contra quien se invocan...” (Casación Nro. 2839-99 / Arequipa,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 21-01-2000, pág. 4611).
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- “... El Notario como funcionario que esta [sic -léase está-] autorizado
para dar fe de los actos, le correspondía certificar la autenticidad del
documento a efecto de proceder a legalizar las firmas...” (Casación Nro.
3020-01 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-07-2002,
págs. 8938-8939).
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- “... Entre los documentos cuya presentación autoriza nuestra ley procesal
se encuentran los documentos privados, es decir, todos aquellos que no
han sido otorgados por funcionarios ni notarios públicos en ejercicio
de sus funciones, y que pueden ser de las más variadas clases, como
son los escritos, impresos, fotocopias, facsímil o fax, planos, cuadros,
dibujos, fotografías, radiografías, cintas cinematográficas, microformas
tanto en la modalidad de microfilm como en la modalidad de soportes
informáticos, y otras reproducciones de audio o video, la telemática en
general y demás objetos que recojan, contengan o representen algún
hecho, o una actividad humana o su resultado...” (Casación Nro. 4354-
06 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-05-2008,
págs. 22083-22084).
- “... El Código Procesal Civil no distingue expresamente entre documentos
privados expedidos en el Perú y documentos privados expedidos en el
extranjero, por lo que no existiría fundamento razonable que conlleve a
los juzgadores a cautelar y privilegiar el mérito probatorio de los docu-
mentos que se expidan en este país, en detrimento de los que se expidan
en el extranjero...” (Casación Nro. 4354-06 / Arequipa, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-05-2008, págs. 22083-22084).
- “... El nuevo Reglamento Consular del Perú, aprobado por Decreto
Supremo cero setenta y seis - dos mil cinco - RE, publicado el cinco de
octubre del dos mil cinco, estableció que en adelante tanto los documentos
públicos como los privados extendidos en el exterior, para surtir efectos
legales en el Perú, deben estar legalizados por los funcionarios consulares
peruanos competentes para hacerlo, y cuyas firmas deben ser autenticadas
por el área correspondiente de legalizaciones del Ministerio de Relaciones
Exteriores; [...] las normas citadas no se refieren propiamente a las facul-
tades notariales de los funcionarios consulares, [...] sino a los requisitos
que deben contener los documentos públicos o privados extendidos en el
exterior para surtir sus efectos dentro del territorio de la República; sin
embargo, esta disposición -a nivel estrictamente procesal- colisiona con
la inexigibilidad de tales requerimientos al momento de ofrecerse pruebas
para acreditar los hechos que alegan las partes al interior de un proceso;
[...] los documentos básicos que acreditarían los gastos realizados por la
demandante, cuyo cobro pretende repetir contra la demandada en este
proceso [sobre obligación de dar suma de dinero], no obstante no haber
sido legalizados por los funcionarios consulares peruanos [...] ni recono-
cidos judicialmente, surten sus efectos probatorios para el caso concreto,
por lo que corresponde a los magistrados valorarlos conforme a ley de
conformidad con lo dispuesto en el artículo ciento noventa y siete del
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- “... Parte de las copias a que alude la impugnante [de actuados judicia-
les] son certificadas, y aun cuando fuesen copias simples tienen valor
probatorio de conformidad con los artículos doscientos treinticuatro y
ciento noventidós del Código Procesal citado [C.P.C.], mas [sic -léase
más-] cuando no fueron objeto de tacha...” (Casación Nro. 2382-2001 /
Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-11-2001,
págs. 8164-8165).
- “... Si bien es cierto que, no existe disposición legal que establezca la
exigencia procesal de ofrecer como pruebas que acompañan a la de-
manda, documentos certificados y no simples fotocopias de los mismos;
también lo es que, dada la naturaleza de lo pretendido, el Juez tiene la
atribución legal de solicitar una mayor certeza respecto a los documentos
que sustentan las pretensiones de los actores, sin que ello signifique una
contravención al derecho a un debido proceso o a (sic) un sobrecosto
procesal...” (Casación Nro. 3341-99 / Callao, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 11-04-2000, págs. 5080-5081).
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convicción de los hechos afirmados por las partes...” (Casación Nro. 216-
96 / Huaura, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-05-1998,
pág. 842).
- “... La Policía Nacional del Perú [...] efectuó la labor ordenada mediante
resolución [...]; siendo que [...] la labor realizada por esta institución no
puede ser sucedánea sino, en todo caso, resulta complementaria del exa-
men especializado que debe estar a cargo de los peritos que se encuentren
en la lista que el Consejo Ejecutivo de cada Distrito Judicial formula
anualmente conforme lo establece el artículo doscientos sesentiocho del
Código Procesal Civil. [...] Que, en este sentido, al haberse infringido
una norma procesal, al dictarse la resolución [...] en la parte final de la
misma que omite nombrar a los peritos de acuerdo a Ley, debe declararse
la insubsistencia de lo actuado a partir del señalamiento de la Audiencia
[...], y consecuentemente, declararse la nulidad de la sentencia de vis-
ta...” (Casación Nro. 2033-99 / Chincha, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 02-05-2002, pág. 8704).
- “... Los Artículos doscientos sesentiocho y doscientos sesentinueve del
Código Procesal Civil no son pertinentes a la prueba pericial actuada por
el Laboratorio de Criminalística de la Policía Nacional del Perú, la cual
es una entidad oficial del Estado para cumplir con este cometido, lo que
la distingue de las pericias evacuadas por especialistas independientes
propuestos por los Colegios Profesionales, cuya actuación sí se sujeta al
procedimiento establecido en tales normas” (Casación Nro. 649-95 / La
Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 21-04-1998, pág.
732).
- “... En el caso específico de informes periciales, el artículo doscientos
sesenticuatro del Código Procesal Civil establece claramente que[:] ‘Las
partes pueden, en el mismo plazo que los peritos nombrados por el Juez,
presentar informe pericial sobre los mismos puntos que trata el Artículo
doscientos sesentitrés [del C.P.C.], siempre que lo hayan ofrecido en la
oportunidad debida’; de cuyo texto se infiere: i) que la pericia de parte
debe ser previamente ofrecida en la demanda o contestación o en los
casos citados anteriormente [vale decir, cuando después de interpuesta la
demanda son ofrecidos medios probatorios referidos a hechos nuevos, y
cuando, tratándose de procesos de conocimiento y abreviados, las partes
o terceros legitimados presentan medios probatorios con su recurso de
apelación]; y, ii) una vez ofrecida, y por ende admitida expresamente por
el juzgador, presentar la pericia de parte, dentro del mismo plazo otorgado
por los peritos nombrados por el Juez...” (Casación Nro. 4820-2006 /
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- “... La Sala de Revisión [...] emitió el auto [...] que [...] dispone que el
A-quo admita y actúe la pericia grafotécnica ofrecida por el deudor prin-
cipal; pese a ello, la misma Sala, absolviendo la apelación de la sentencia,
señala que dicho deudor no ha probado la falsedad de la firma del aval
[...], lo cual implica una decisión arbitraria al no estar sujeta al mérito de
lo actuado, pues sin que se haya actuado la pericia grafotécnica concluye
que no se ha probado la falsedad de la firma; [...] tal decisión incurre en
dos infracciones insanables: primero, se afecta el derecho fundamental a
probar del ejecutado, ya que la Sala de Revisión dispuso que se admitiera
y actuara la referida pericia, no obstante, ello no ha ocurrido; y segundo,
la recurrida considera que no se ha probado la falsedad de la firma del
avalista pese a que la pericia no fue actuada, lo que supone que la sen-
tencia se sustenta en una arbitrariedad fáctica, es decir, se ha emitido una
conclusión que no tiene sustento probatorio ni deriva de un razonamiento
de lo actuado en el proceso, lo cual lesiona el derecho a un debido pro-
ceso del impugnante...” (Casación Nro. 3142-00 / Ucayali, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 02-07-2001, págs. 7347-7348).
- “... Al tratarse de una acción causal, los medios probatorios ofrecidos por
las partes deben estar orientados a probar o contradecir, como demandante
o demandado, respectivamente, el origen de la obligación o cuál es el acto
que generó la emisión del título valor, pues la letra de cambio por si sola
[sic -léase por sí sola-] no acredita ninguna relación subyacente, razón por la
cual y conforme al principio de utilidad, sólo deben ser admitidos aquellos
medios probatorios que sean necesarios y adecuados para que el juzgador
alcance convicción sobre la existencia o inexistencia del hecho que se quiere
probar, por lo que la única pericia que fue debidamente ofrecida en la etapa
postulatoria, admitida y actuada es el dictamen pericial de grafotecnia [...]
carece de relevancia al no acreditar el acto jurídico que originó la emisión
del título valor...” (Casación Nro. 2533-2007 / La Merced - Junín, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-01-2008, pág. 21417).
- “... En las instancias de mérito se ha procedido conforme a la facultad
establecida en la norma procesal aludida (art. 190 del C.P.C.), al haberse
considerado que el citado medio probatorio (pericia grafotécnica) no
resulta pertinente para acreditar que el título valor puesto a cobro haya
sido completado contrariamente a los acuerdos adoptados” (Casación Nro.
287-99 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 12-10-1999,
págs. 3703-3704).
- “... En cuanto a la pericia referida, [...] dicho medio probatorio no resulta
idóneo para acreditar el pago de la deuda cuya obligación se pretende...”
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- “... Las tachas contra dichos documentos han sido objeto de dos pericias,
[...] siendo contradictorias entre sí; consecuentemente, todo magistrado
[...] que extraiga conclusiones de pericias contradictorias debe expresar,
en forma clara y precisa, cuales [sic -léase cuáles-] han sido los motivos
que lo han llevado a asumir una pericia y no la otra...” (Casación Nro.
3062-2002 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-06-
2003, págs. 10713-10714).
- “... No existe impedimento legal alguno para la formulación de una
denuncia (penal), por haberse resuelto la improcedencia de una pericia
en un proceso civil...” (Casación Nro. 2905-99 / Lima, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 21-01-2000, págs. 4625-4626).
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CAPITULO XVIII
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: CONCILIACION
1. SISTEMAS DE CONCILIACION
Monroy Cabra enseña que la conciliación puede ser de varias clases:
“a. Conciliación extrajudicial voluntaria;
b. Conciliación como una etapa previa obligatoria antes de iniciar un proceso;
c. Conciliación como primera etapa obligatoria dentro del proceso, una vez
se haya constituido la relación jurídica procesal;
d. Conciliación como acto bilateral voluntario de las partes durante el curso
del proceso;
e. Conciliación para intentar resolver controversias de carácter interno, y
conciliación para facilitar la solución amigable de desavenencias comer-
ciales internacionales” (MONROY CABRA, 1995: 180).
En el ordenamiento jurídico peruano (en el ámbito del Derecho Procesal Civil)
existen los siguientes sistemas de conciliación:
A) Conciliación extrajudicial o previa o preprocesal: Se encuentra legis-
lada en la Ley Nro. 26872 y en su Reglamento: Decreto Supremo Nro.
014-2008-JUS.
B) Conciliación judicial o procesal o intraprocesal: Cuyo marco jurídico
lo constituye el Capítulo I del Título XI de la Sección Tercera del Código
Procesal Civil.
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2.1 Configuración
Según Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar,
la conciliación, en general, es “… la actividad desplegada ante un tercero por las
partes de un conflicto de intereses, dirigida a lograr una composición justa del
mismo. En este sentido el nombre no hace referencia al resultado que se obtenga,
sino al camino para lograrlo; no al status termini, sino al conjunto de esfuerzos que
se realizan para lograr la composición, aunque no se alcance ésta” (MONTERO
AROCA; GOMEZ COLOMER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR,
2003: 144). Tales autores agregan que “en sentido estricto la conciliación se de-
fine como la comparecencia necesaria o facultativa de las partes en un conflicto
de intereses, ante una autoridad designada por el Estado, para que en su presencia
traten de solucionar el conflicto que las separa, regulada por el ordenamiento
jurídico que atribuye determinados efectos, asimismo jurídicos, a lo en ella con-
venido” (MONTERO AROCA; GOMEZ COLOMER; MONTON REDONDO;
y BARONA VILAR, 2003: 144-145).
La conciliación extrajudicial, llamada también previa o preprocesal, es el
sistema o método tendiente a lograr, con intervención de un tercero llamado con-
ciliador, la avenencia entre las partes para así eliminar el conflicto de intereses
existente entre aquéllas, aconteciendo en momento anterior al inicio del proceso (el
mismo que no llegará a promoverse de haber acuerdo conciliatorio en la totalidad
de las pretensiones).
Según Gómez de Liaño González y Pérez-Cruz Martín, la conciliación pre-
procesal “… es una forma de solucionar conflictos mediante la intervención de un
tercero que facilita la avenencia de las partes. El conciliador no decide, sino que
únicamente trata de propiciar una solución entre las partes” (GOMEZ DE LIAÑO
GONZALEZ; y PEREZ-CRUZ MARTIN, 2000, Tomo I: 314).
Para Manuel De la Plaza, la conciliación es “una verdadera actuación preli-
minar, con la que se pretende evitar el proceso, llegando por su medio a la com-
posición amistosa de la litis en proyecto” (DE LA PLAZA, 1943, Tomo II: 130).
La conciliación extrajudicial tiene naturaleza preventiva por cuanto se en-
camina a evitar la contienda procesal, y también extintiva, por dar término a la
situación de conflicto; por consiguiente, si el acuerdo conciliatorio extrajudicial
fuese total, resulta inviable la sustanciación del proceso.
La conciliación extrajudicial se configura, pues, en momento previo al proce-
so, tramitándose ante un Centro de Conciliación Extrajudicial. El procedimiento
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oposición dentro de un plazo de cinco (5) días, contado desde que toma
conocimiento de la resolución cautelar, a fin de que pueda formular la
defensa pertinente; F. la formulación de la oposición no suspende la
ejecución de la medida; G. de ampararse la oposición, el juez deja sin
efecto la medida cautelar; y H. la resolución que resuelve la oposición
es apelable sin efecto suspensivo.
- Si no se acude al Centro de Conciliación (extrajudicial) en el plazo indi-
cado, la medida cautelar caduca de pleno derecho, de conformidad con
el artículo 636 del Código Procesal Civil. Esta última norma legal pres-
cribe: A. que ejecutada la medida antes de iniciado el proceso principal,
el beneficiario debe interponer su demanda ante el mismo Juez, dentro
de los diez días posteriores a dicho acto; B. que cuando el procedimien-
to conciliatorio extrajudicial fuera necesario para la procedencia de la
demanda, el plazo para la interposición de ésta se computará a partir de
la conclusión del procedimiento conciliatorio, el que deberá ser iniciado
dentro de los cinco días hábiles de haber tomado conocimiento de la eje-
cución de la medida; C. que si no se interpone la demanda oportunamente,
o ésta es rechazada liminarmente, o no se acude al centro de conciliación
en el plazo indicado, la medida cautelar caduca de pleno derecho; y D.
que dispuesta la admisión de la demanda por revocatoria del superior, la
medida cautelar requiere nueva tramitación.
- El plazo para interponer la demanda se computará a partir de la conclusión
del procedimiento conciliatorio (extrajudicial), conforme al artículo 15
de la Ley Nro. 26872 (numeral que versa sobre los casos de conclusión
del procedimiento conciliatorio extrajudicial).
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: CONCILIACION
3.1 Definición
En opinión de Carnelutti, la conciliación “es la intervención de un tercero
entre los portadores de dos intereses en conflicto con objeto de inducirles a una
composición justa” (CARNELUTTI, 1944, Tomo I: 203).
Para Couture, la conciliación es el “acuerdo o avenencia de partes que, me-
diante renuncia, allanamiento o transacción, hacen innecesario el litigio pendiente
o evita el litigio eventual” (COUTURE, 1960: 171).
Fornaciari conceptúa a la conciliación como el “... acuerdo emergente de
una confluencia volictiva tendiente a eliminar un cierto estado de controversia...”
(FORNACIARI, 1988, Tomo II: 116). Y añade que “... es un acto complejo logrado
por la voluntad de las partes en confluencia con la actividad del juez, actividad ésta
que se configura en el estímulo del acercamiento y en la proposición de fórmulas
de avenimiento” (FORNACIARI, 1988, Tomo II: 119).
Eduardo Pallares aduce que la conciliación “... se lleva a cabo cuando un ter-
cero procura poner de acuerdo a las partes respecto a sus propias pretensiones, y
las dos ceden algo de ellas, o bien el demandado reconoce los derechos del actor,
o éste los de aquél. La conciliación no es un contrato procesal, aunque puede pro-
ducirlo. Es el resultado de la intervención susodicha cuando ella logra su objeto...”
(PALLARES, 1979: 111).
Enrique Falcón entiende a la conciliación como “... el avenimiento ami-
gable entre las partes, que arreglando sus diferencias ante el magistrado, y a
instancia de éste, extinguen las pretensiones antagónicas por haber acordado el
punto común de coincidencia de las distintas pretensiones aducidas” (FALCON,
1978: 250).
En palabras de Morello, la conciliación:
“a) Es un acuerdo de partes;
b) Que se celebra con la presencia e intervención del juez;
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3.3 Oportunidad
Fornaciari indica que “... desde que existe una relación procesal puede inten-
tarse la concreción del acuerdo...” (FORNACIARI, 1988, Tomo II: 125).
Por disposición del artículo 323 del Código Procesal Civil, “las partes pueden
conciliar su conflicto de intereses en cualquier estado del proceso, siempre que no
se haya expedido sentencia en segunda instancia”.
El acuerdo a que lleguen los litigantes en momento posterior al indicado
precedentemente significará un acto ulterior a la sentencia que no afecta la inmu-
tabilidad propia de su calidad de cosa juzgada.
Como se aprecia, la conciliación judicial podrá tener lugar desde el inicio del
proceso (a partir de la interposición de la demanda o de la expedición del auto ad-
misorio, si se quiere) hasta antes de pronunciarse la sentencia de segunda instancia.
3.4 Formalidad
En lo que atañe a las formalidades de la conciliación judicial, nuestro orde-
namiento jurídico procesal dispone lo siguiente:
- La conciliación se llevará a cabo ante un Centro de Conciliación elegido
por las partes; no obstante, si ambas partes lo solicitan, puede el Juez
convocarla en cualquier etapa del proceso (art. 324 -parte inicial del
primer párrafo- del C.P.C.).
- El Juez no es recusable por las manifestaciones que pudiera formular en
esta audiencia -conciliatoria- (art. 324 -parte final del primer párrafo- del
C.P.C.).
- Los Jueces, de oficio o a solicitud de ambas partes, podrán citar a una
audiencia de conciliación antes de emitir sentencia, salvo en los casos
de violencia familiar. Si la audiencia de conciliación fuera a petición de
ambas partes y cualquiera de ellas no concurre a la misma, se le aplica
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: CONCILIACION
una multa de entre tres y seis unidades de referencia procesal (art. 324
-in fine - del C.P.C.).
- Si habiendo proceso abierto, las partes concilian fuera de éste, presentarán
con un escrito el acta de conciliación respectiva, expedida por un Centro
de Conciliación Extrajudicial. Presentada por las partes el acta de conci-
liación, el Juez la aprobará previa verificación del requisito establecido
en el artículo 325 del Código Procesal Civil (conforme al cual el Juez
aprobará la conciliación que trate sobre derechos disponibles, siempre
que el acuerdo se adecue a la naturaleza jurídica del derecho en litigio) y
declarará concluido el proceso (art. 327 -primer y segundo párrafos- del
C.P.C.).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
diversas de aquella de la cual deriva la materia litigiosa, vale decir, debe tener
vinculación estrecha con ésta. Ello se explica porque resultaría incongruente darle
término a un proceso en mérito a una conciliación que trata sobre pretensiones que
no son objeto del mismo. Si el Juez no puede ir más allá del petitorio ni fundar su
decisión en hechos diversos de los que han sido alegados por las partes (art. VII
del Título Preliminar del Código Procesal Civil), mucho menos podrá aprobar
una conciliación ajena al contenido de la litis, en salvaguarda de los derechos de
terceros y de la seguridad jurídica.
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CAPITULO XIX
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: ALLANAMIENTO
Y RECONOCIMIENTO
1. ALLANAMIENTO
1.1 Concepto
Lorca Navarrete estima que “el allanamiento es un acto jurídico-procesal
por el que se produce la conformidad con las pretensiones del actor” (LORCA
NAVARRETE, 2000: 203).
Gimeno Sendra apunta que “el allanamiento es un acto del demandado, por el
que, manifestando su conformidad con la pretensión formulada por el demandante,
pone fin al proceso, provocando la emisión de una resolución con todos los efectos
de la cosa juzgada” (GIMENO SENDRA, 2007: 254).
A decir de Prieto-Castro y Ferrándiz, “el allanamiento es una manifestación
de conformidad con la petición contenida en la demanda, hecha por el demandado
al contestar a ella o en otro momento. Por el allanamiento, el demandado reconoce
la existencia del derecho pretendido por el demandante” (PRIETO-CASTRO Y
FERRANDIZ, 1980, Volumen 1: 220-221).
Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar consideran
que el allanamiento “es un acto procesal del demandado por el que manifiesta su
voluntad de no oponerse a la pretensión del actor o de abandonar la oposición ya
interpuesta, conformándose con la misma, provocando la terminación del proceso con
sentencia no contradictoria de fondo en la que se le condenará” (MONTERO AROCA;
GOMEZ COLOMER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003: 369).
Gómez de Liaño González y Pérez-Cruz Martín definen al allanamiento de
esta manera: “... Comprende una declaración de voluntad aceptando la petición
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
allana en una exoneración de costas y costos; esto es, que debe allanarse
a la demanda dentro del plazo para contestarla, según la última parte del
artículo 413 del Código Procesal Civil...” (Casación Nro. 2371-2007 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-01-2008, págs.
21467-21468).
- “... Al no tenerse legalmente por allanado al emplazado, la condena al
pago de costas y costos resulta arreglada a ley...” (Casación Nro. 2523-
2000 / Santa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2001,
págs. 6677-6678).
- “... El recurrente no ha cumplido con allanarse dentro del plazo para
contestar la demanda, y cuando lo hizo posteriormente no legalizó su
firma ante el auxiliar jurisdiccional; lo que acarrea la imposibilidad
de aplicar lo normado por el último párrafo del artículo 413° del
Código Procesal Civil, referente a la exoneración de costas y costos;
teniendo en cuenta que nuestras normas procesales son imperativas
y de obligatorio cumplimiento...” (Casación Nro. 2371-2007 / Lima,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-01-2008, págs.
21467-21468).
- “... Si partimos del hecho que las costas y costos se determinan sólo al
expedirse la resolución final, momento en el que se establece cuáles son
la parte ganadora y vencida del proceso, no puede afirmarse que la sola
presentación del pedido de allanamiento pueda dar lugar a que se hubiera
determinado, en dicho instante, la exoneración de la condena en costas y
costos [...], menos aún se puede señalar que la continuación del proceso
por efecto de la declaratoria de improcedencia del allanamiento no afecta
la exoneración ya ganada [...] pues [...] la sola presentación del escrito de
allanamiento resulta insuficiente para favorecer a la impugnante con la
citada exoneración si es que previamente no existe declaración judicial
expresa y motivada de su aceptación; [...] una interpretación contraria a
la que se desarrolla daría lugar a que en todos los procesos donde exista,
por ejemplo, litisconsorcio necesario en la parte procesal pasiva, alguno
de sus integrantes pueda presentar un escrito de allanamiento [...], aun
a sabiendas que el mismo será rechazado, para efectos de gozar de la
exoneración que prevé la ley y burlar así la condena en costas y costos
que regula el artículo cuatrocientos doce del anotado Código [C.P.C.]...”
(Casación Nro. 2976-06 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 03-01-2008, págs. 21326-21327).
- “... La sentencia recurrida ha considerado que el allanamiento [...] es
improcedente en aplicación del inciso 6° del artículo 332 del Código
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
1.2 Requisitos
Son requisitos del allanamiento los siguientes:
A) Debe ser expreso.
El allanamiento no se presume sino que tiene que ser explícito, preciso
y categórico, esto es, que de la declaración que se haga se desprenda
indubitablemente la voluntad de someterse a la pretensión planteada
en contra de quien lo practica. La necesidad de que el allanamiento sea
expreso está prevista en la primera parte del artículo 330 del Código
Procesal Civil.
B) Debe ser incondicional.
El allanamiento tiene que ser un acto puro y no sujetarse a condición algu-
na. “... No debe contener reservas, ni limitaciones, ni reparos procesales...”
(FALCON, 1978: 248). De lo contrario, dicho acto se desnaturalizaría al
carecer de sus notas peculiares de sometimiento y renuncia.
C) Debe ser oportuno.
El demandado puede allanarse a la demanda en cualquier estado del pro-
ceso, previo a la sentencia. Así lo establece el primer párrafo del artículo
331 del Código Procesal Civil.
Hay que distinguir la oportunidad del allanamiento como requisito de
eficacia del mismo, representada en el momento indicado en el párrafo
precedente, de la oportunidad en que debe producirse el allanamiento
para fundar una exoneración de costas y costos, que es, en este último
caso, hasta antes de que venza el plazo para contestar la demanda.
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
1.4 Oportunidad
Por ser el allanamiento una postura típica frente a la demanda, se acostumbra
realizarlo al tiempo de contestarse aquélla, dentro del escrito correspondiente de
contestación. Constituye así una de las respuestas posibles del demandado.
No obstante lo expresado, por el contenido mismo del acto es admisible el
allanamiento en momento posterior al señalado precedentemente y anterior al
dictado de la sentencia. Precisamente, el artículo 331 -primer párrafo- del Códi-
go Procesal Civil dispone que “el demandado puede allanarse a la demanda en
cualquier estado del proceso, previo a la sentencia”. La oportunidad a que hace
referencia dicho numeral tiene que ver con el límite temporal máximo para que
sea eficaz el allanamiento, porque, a efecto tan sólo de la exoneración de costas y
costos, puede el sujeto allanarse a la pretensión dentro del plazo para contestar la
demanda (art. 413 -parte final- del C.P.C.).
1.5 Alcances
Según Gimeno Sendra, “… dicho acto de disposición (allanamiento) puede
ser total o parcial. Es total, cuando el demandado reconoce todas las pretensio-
nes, declarativas y de condena, del actor y manifiesta su disposición a cumplir
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
1.6 Improcedencia
Existen casos en que el allanamiento resulta ineficaz, sobre todo cuando la
renuncia al derecho de oposición pone en peligro intereses ajenos o superiores a
los de las partes.
El allanamiento no es vinculante para el Juez, quien lo declarará procedente o
no, para lo cual tendrá que examinar o tener en cuenta si se observaron las forma-
lidades de ley, la renunciabilidad del derecho y el eventual perjuicio a terceros, ya
sea en el ámbito meramente privado o en su más amplia significación. El análisis
que efectúe el magistrado acerca del allanamiento se extiende a la conducta de los
sujetos procesales, tratando así de determinar si existe simulación de por medio,
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
1.7 Efectos
El allanamiento, como acto unilateral de disposición que es, se perfecciona
sólo con la declaración de voluntad de quien lo realiza, sin que se precise del
consentimiento de la contraparte (lo cual no obsta que la última pueda observarlo,
especialmente si no reúne los requisitos para su configuración o por otras conside-
raciones que lo desnaturalizan y, por ende, la perjudican en vez de beneficiarla).
En consecuencia, producido el allanamiento y no encontrándose afecto a ninguna
causal de improcedencia (por lo que es declarado procedente), se afecta el estado
de controversia, el mismo que desaparece, correspondiendo la expedición inme-
diata de la sentencia. “... Ese acto volitivo (allanamiento) tenderá a eliminar el
contraste de voluntades y obviamente incidirá en el contenido de la sentencia”
(FORNACIARI, 1987, Tomo I: 113).
613
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
2. RECONOCIMIENTO
2.1 Configuración
El reconocimiento strictu sensu es el instituto procesal mediante el cual el
sujeto que lo practica declara expresamente que acepta no sólo la pretensión, sino
también la certeza o autenticidad de los hechos y la fundamentación jurídica en
que dicha pretensión se sustenta.
Según Gelsi Bidart, “... sería un acto declarativo del demandado, reconociendo,
señalando su conformidad o indicando que entiende fundada (fundabilidad de) la
pretensión. Un acto declarativo de la conformidad, de hecho y de derecho, de ésta,
con la realidad y con el orden jurídico que le es aplicable...” (GELSI BIDART,
1975: 501).
Para Fornaciari, “... el reconocimiento implica siempre admitir la existencia
de una determinada relación jurídica...” (FORNACIARI, 1987, Tomo I: 155).
Como bien sostiene Fornaciari, “... aunque el allanamiento sea continente del
reconocimiento, éste no será siempre configurativo de aquél...” (FORNACIARI,
1987, Tomo I: 155). En efecto, es posible que el sujeto procesal reconozca o ad-
mita como ciertos los hechos en los que se funda la pretensión, pero decide no
someterse a ésta por considerar que existen fundamentos jurídicos para oponerse a
ella, lo cual se da, por ejemplo, cuando se alega la no exigibilidad de la prestación
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
2.2 Oportunidad
El reconocimiento puede representar una posición típica que el demandado
puede adoptar frente a la demanda (o que el actor puede tener en relación a la
reconvención), por lo que suele acontecer en la etapa postulatoria del proceso,
al tiempo de contestarse aquélla (o la reconvención, tratándose del demandante).
Sin embargo, por el contenido mismo del acto, se admite el reconocimiento
producido en momento posterior al indicado líneas arriba y anterior a la expedi-
ción del fallo. Al respecto, el primer párrafo del artículo 331 del Código adjetivo
establece que “el demandado puede allanarse a la demanda en cualquier estado
del proceso, previo a la sentencia”. Si tenemos en cuenta que el último párrafo del
artículo 330 del Código Procesal Civil señala que “el reconocimiento se regula
por lo dispuesto para el allanamiento”, entonces, podemos colegir que la oportu-
nidad que prevé el ordenamiento procesal para la realización del allanamiento es
la misma para el reconocimiento.
La oportunidad aludida en el numeral 331 -primer párrafo- del Código Pro-
cesal Civil tiene que ver con el límite temporal máximo para que sea eficaz el
reconocimiento, porque, a efecto tan sólo de la exoneración de costas y costos,
puede el sujeto reconocer la demanda dentro del plazo que tiene para contestarla
(art. 413 -parte final- del C.P.C.).
2.3 Alcances
Se dice que el reconocimiento puede ser completo o incompleto, cuando
conjuntamente con él se da cumplimiento a la prestación exigida o no se cumple
ésta en forma simultánea, respectivamente.
El reconocimiento, considerado en sí mismo, es, por lo general, total, al
comprender no sólo a la pretensión formulada en contra de quien lo realiza, sino
también los hechos expuestos en la demanda y la fundamentación jurídica, los
cuales son admitidos expresamente. Pese a ello, nada obsta que pueda producirse
un reconocimiento parcial, que se materializará cuando el reconocimiento de
los hechos y de su fundamento legal esté referido a una o más pretensiones (no
a todas), también reconocidas o aceptadas. Esto último se desprende de la parte
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
final del artículo 331 del Código Procesal Civil, el cual dispone que “procede el
allanamiento respecto de alguna de las pretensiones demandadas”. Dicho numeral
es aplicable para el caso del reconocimiento por mandato del último párrafo del
artículo 330 del Código Procesal Civil que establece que “el reconocimiento se
regula por lo dispuesto para el allanamiento”.
2.4 Improcedencia
La aceptación de las pretensiones, así como de los hechos y fundamentos
jurídicos contenidos en la demanda, en que consiste el reconocimiento, no le
vincula al Juez, quien se encuentra obligado a examinarlo y rechazarlo, si se está
ante alguna de las causales de improcedencia contempladas en el artículo 332 del
Código Procesal Civil. Según este numeral (referido al allanamiento y aplicable
al reconocimiento por regularse éste de acuerdo a las normas de aquél: art. 330
-último párrafo- del C.P.C.), el reconocimiento será declarado improcedente por
el Juez (continuándose con el proceso) cuando:
1. El demandado no tiene capacidad para disponer del derecho en conflicto.
2. El apoderado o representante del demandado carece de facultad para
allanarse (léase practicar el reconocimiento).
3. Los hechos admitidos requieren ser probados por otros medios, además
de la declaración de parte.
4. El conflicto de intereses afecta el orden público o las buenas costumbres.
5. El conflicto de intereses comprende derechos indisponibles.
6. Habiendo litisconsorcio necesario, el allanamiento (reconocimiento) no
proviene de todos los demandados.
7. Presume la existencia de fraude o dolo procesal.
8. Advierte que la sentencia a dictarse va a surtir efecto frente a tercero no
emplazado.
9. El demandado es el Estado u otra persona de derecho público, salvo que
su representante tenga autorización expresa.
2.5 Efectos
El reconocimiento, como acto unilateral de disposición que es, se perfecciona
sólo con la declaración de voluntad de quien lo realiza, sin que sea necesaria la
anuencia de la parte contraria (lo cual no impide que la última pueda hacer reparos,
618
... CONCLUSION DEL PROCESO: ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
619
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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CAPITULO XX
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: TRANSACCION
1. CONCEPTO
Monroy Cabra conceptúa a la transacción como “... el acto dispositivo en que
una de las partes cede cierta porción del derecho que cree tener. Pero es natural
que la transacción no puede referirse sino a cuestiones dudosas o controvertidas...”
(MONROY CABRA, 1979: 391).
En palabras de Devis Echandía, “la transacción es un contrato por el cual las
partes convienen en resolver un litigio de común acuerdo y en forma definitiva,
antes o después de iniciado el proceso civil...” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo
II: 651).
Eduardo Pallares define a la transacción como “... un contrato bilateral, one-
roso, consensual y conmutativo, por medio del cual se pone fin a un juicio o se
previene uno futuro...” (PALLARES, 1979: 111).
Para Lino Palacio, “la transacción opera como acto extintivo no sólo de la
obligación y del correlativo derecho litigioso, sino también del proceso promovido
a raíz del litigio” (PALACIO, 1979, Tomo V: 552).
Según Fornaciari, “... la transacción es un contrato, que si bien puede extinguir
obligaciones, tendrá por finalidad principal dirimir controversias” (FORNACIARI,
1988, Tomo II: 5). Señala, además, dicho autor que “... habrá transacción cuando
exista un estado de controversia al que las partes, mediante la concreción de un acto
jurídico de naturaleza contractual, pondrán fin haciéndose concesiones recíprocas”
(FORNACIARI, 1988, Tomo II: 5). Fornaciari, como se aprecia, concibe a la tran-
sacción como un contrato de implicancias procesales, sobre todo cuando afirma
que “un contrato es siempre un acuerdo de voluntades destinado a crear, modificar
y extinguir derechos. Pero también es la conducta que cumplen las partes y que
estaba prevista en dicho acuerdo, es un proyecto existencial. Desde este punto de
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: TRANSACCION
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: TRANSACCION
2. ELEMENTOS
Son elementos de la transacción los siguientes:
- Relación jurídica dudosa o litigiosa.
- Intención de las partes de eliminar el conflicto de intereses.
- Concesiones recíprocas.
2.1 Relación jurídica dudosa o litigiosa
Para que haya transacción es necesario que exista previamente un conflicto
de intereses entre las partes basado en una relación jurídica dudosa o litigiosa.
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: TRANSACCION
del artículo 1302 del Código Civil, crear, regular, modificar o extinguir relaciones
diversas de aquellas que han constituido objeto de controversia entre las partes.
En la transacción las partes confieren una nueva regulación de fondo al objeto
controvertido, terminando así el conflicto existente. Transmutan una decisión incier-
ta, por la que se enfrentan y de la cual no podrán estar de acuerdo ambas a la vez,
en un contrato que implicará la conformidad de las partes y una situación cierta.
Para ello, cada una de ellas sobre la base de su posición inicial deberá conceder
algo a cambio. Las concesiones recíprocas representan justamente el sacrificio
-en mayor o menor medida- de las pretensiones invocadas por los sujetos o de los
derechos alegados por éstos en los que se fundan aquéllas.
La exigencia de concesiones recíprocas para configurar la transacción no
significa que ellas deban ser equivalentes o proporcionales, pudiendo ser las pres-
taciones disímiles en demasía e implicar mayor sacrificio para una de las partes
en relación a la otra.
3. OBJETO
Constituye objeto de la transacción la situación o relación jurídica sustantiva
materia de controversia.
La transacción debe recaer sobre un objeto cierto. Este tiene que ser, además,
real o posible, es decir, que exista al tiempo de su celebración o que sea susceptible
de existir en el futuro. El objeto de la transacción debe ser también lícito, esto es,
no tiene que ser indisponible, ni estar fuera del comercio, ni ser contrario al orden
público o a las buenas costumbres. Por último, debe ser determinado o determinable.
El artículo 1305 del Código Civil establece que “sólo los derechos patrimo-
niales pueden ser objeto de transacción”.
El Código Civil agrega, en su artículo 1306, que “se puede transigir sobre la
responsabilidad civil que provenga de delito”.
4. CONTENIDO
El artículo 1303 del Código Civil se refiere al contenido de la transacción en
los siguientes términos: “La transacción debe contener la renuncia de las partes a
cualquier acción que tenga una contra otra sobre el objeto de dicha transacción”.
Es evidente que la transacción debe contener, además, en detalle, todo lo
relacionado al convenio y sus alcances, razón por la cual dicho precepto omite
su mención.
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
5. INDIVISIBILIDAD
El artículo 1310 del Código Civil trata sobre la indivisibilidad de la transac-
ción señalando que:
“La transacción es indivisible y si alguna de sus estipulaciones fuese nula
o se anulase, queda sin efecto, salvo pacto en contrario.
En tal caso se restablecen las garantías otorgadas por las partes pero no
las prestadas por terceros”.
Es, pues, indivisible la transacción. La invalidez de alguna de sus cláusulas
acarrea la nulidad de aquélla, salvo que las partes convengan lo contrario. El artí-
culo 1310 del Código Civil (citado precedentemente) constituye una excepción a
lo dispuesto en el artículo 224 del citado cuerpo de leyes, referido a los efectos de
la nulidad parcial del acto jurídico, que no lo invalida en los casos allí señalados.
8. OPORTUNIDAD DE LA TRANSACCION
Como se dijera, la transacción extrajudicial es la que acontece fuera del pro-
ceso. Ahora bien, puede tener lugar antes de su inicio, cuando las partes deciden
sobre algún asunto dudoso o litigioso evitando el pleito que podría promoverse, o
durante su trámite, transigiendo los interesados fuera del juicio, es decir, sin inter-
vención del Juez. Para este último supuesto -siempre que el acuerdo transaccional
se incorpore a los autos- y para la transacción judicial es de aplicación el artículo
334 del Código Procesal Civil, referido a la oportunidad de la transacción, que
establece lo siguiente: “En cualquier estado del proceso las partes pueden transigir
su conflicto de intereses, incluso durante el trámite del recurso de casación y aún
cuando la causa esté al voto o en discordia”.
634
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: TRANSACCION
Se puede apreciar que la transacción podrá llevarse a cabo hasta antes que
quede firme la sentencia. Una vez producida tal situación no procede su realización.
El eventual acuerdo al que lleguen las partes, posterior al fallo final, no afecta su
inmutabilidad (influyendo tan sólo en su cumplimiento) y no tendrá, por lo demás,
la calidad de transacción (art. 339 del C.P.C.).
9. FORMALIDAD DE LA TRANSACCION
La transacción es un contrato solemne que reviste las siguientes formali-
dades:
- Debe ser realizada por las partes (que tengan plena capacidad dispositiva
sobre el objeto de la transacción) o quienes en su nombre tengan facultad
expresa para hacerlo, pudiendo actuar los últimos individual o conjunta-
mente (primera parte del art. 335 del C.P.C. y último párrafo del art. 68
del C.P.C.). Los representantes de ausentes o incapaces pueden transigir
con aprobación del Juez, quien para este efecto oirá al Ministerio Público
y al consejo de familia cuando lo haya y lo estime conveniente (art. 1307
del C.C.). Los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, el Ministerio Pú-
blico, los órganos constitucionales autónomos, los Gobiernos Regionales
y Locales y las universidades, sólo pueden transigir previa aprobación
expresa de la autoridad o funcionario competente (primer párrafo del art.
336 del C.P.C.).
- Debe hacerse por escrito, bajo sanción de nulidad, o por petición al
Juez que conoce el litigio (art. 1304 del C.C.). Asimismo, los intervi-
nientes tienen que precisar su contenido y legalizar sus firmas ante el
Secretario respectivo (última parte del primer párrafo del art. 335 del
C.P.C.).
- En caso de haber proceso abierto y los litigantes transigieran fuera de
éste (transacción extrajudicial), presentarán el documento que contiene la
transacción (convirtiéndose así en transacción judicial), legalizando sus
firmas ante el Secretario respectivo en el escrito en que la acompañan,
requisito que no será necesario cuando la transacción conste en escritura
pública o documento con firma legalizada (de acuerdo a lo dispuesto en
el segundo párrafo del art. 335 del C.P.C.).
635
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
636
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: TRANSACCION
637
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
638
CAPITULO XXI
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
1. SIGNIFICADO
El desistimiento como acto jurídico procesal representa una manifestación de
voluntad unilateral encaminada a dejar sin efecto algún acto procesal o el proceso o
a renunciar a la pretensión. Advertimos que la declaración de quien se desiste es de
carácter unilateral, presentándose en el desistimiento una nota de bilateralidad sólo
en lo concerniente a su eficacia (como cuando se exige la conformidad del adver-
sario o, al menos, su silencio -rebeldía-, tratándose del desistimiento del proceso,
o cuando se requiere que sea convencional el desistimiento de la pretensión, si se
hubiera expedido ya sentencia de primera instancia, operando esta última forma
de desistimiento siempre que tal resolución no hubiese quedado firme todavía, en
razón de la inmutabilidad derivada del instituto de la cosa juzgada que no puede
ser afectada ni siquiera por acuerdo de las partes).
El desistimiento implica el apartamiento voluntario y expreso (no hay desis-
timiento tácito) que uno de los sujetos procesales hace del proceso o también la
renuncia a algún acto procesal o, inclusive, a la pretensión. Prácticamente se tiene
por equivalentes los términos desistimiento y renuncia.
El Código Procesal Civil considera al desistimiento (del proceso y de la pre-
tensión) como una forma especial -en relación a la sentencia- de conclusión del
proceso, regulándolo en el Capítulo IV (“Desistimiento”) del Título XI (“Formas
especiales de conclusión del proceso”) de su Sección Tercera (“Actividad proce-
sal”), en los artículos 340 al 345.
2. CLASES
Del artículo 340 del Código Procesal Civil se desprenden tres clases o tipos
de desistimiento, a saber:
639
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2.1.1 Definición
El desistimiento del proceso, denominado también desistimiento o renuncia
al estado de litispendencia (según la doctrina alemana) o renuncia a los actos del
juicio (según cierto sector de la doctrina italiana) o desistimiento de la acción o
de la instancia o de la demanda, es aquel acto jurídico procesal a través del cual
el demandante manifiesta expresamente su voluntad de apartarse del proceso
(quedando incólume su pretensión), terminando de este modo la relación jurídica
procesal (siempre que reúna dicho acto los requisitos de ley y sea declarado eficaz
por el Juez, y, además, que no haya de por medio reconvención formulada por el
demandado). Dicha clase de desistimiento podrá provenir también del demandado
si el actor se desistió del proceso y, subsistiendo la relación jurídica procesal en
virtud de la reconvención planteada por el demandado, éste posteriormente expresa
su voluntad de desistirse del proceso.
En opinión de Monroy Gálvez, por el desistimiento del proceso “... el actor
renuncia a todos los derechos que haya obtenido en el curso de la relación jurídica
procesal, es decir, en lo que va de recorrido el proceso...” (MONROY GALVEZ,
1987: 163).
Fairén Guillén anota que “el desistimiento del actor es un abandono, hecho
por él, de su demanda y, con ella, de la primera instancia judicial que produjo,
sin que por esto se extinga su derecho de acceder a los tribunales ulteriormente
formulando la misma pretensión” (FAIREN GUILLEN, 1990: 201).
Goldschmidt denomina desistimiento de la demanda (o del proceso) a “... la
declaración de la voluntad de terminar la litispendencia...” (GOLDSCHMIDT,
1936: 377).
Alvarez Juliá, Neuss y Wagner entienden al desistimiento de la acción (o del
proceso) como “... un modo anormal de terminación de los procesos cuando ambas
partes manifiestan su voluntad de darlo por extinguido, o el actor requiere al juez
que lo dé por terminado” (ALVAREZ JULIA; NEUSS; y WAGNER, 1990: 300).
Finalmente, Gómez de Liaño González le da al instituto en análisis esta sig-
nificación: “Es un acto procesal del demandante, por el cual abandona el proceso
640
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
iniciado, originando la conclusión del mismo sin resolverse sobre la acción ejer-
citada que puede ser interpuesta en un proceso ulterior...” (GOMEZ DE LIAÑO
GONZALEZ, 1992: 205).
2.1.2 Legitimación
“¿Quién puede desistir? El titular de aquello que se desiste o a lo que se renun-
cia: derecho, acción, ejercicio de la acción ante determinado Juez, acto realizado.
Parece claro que lo unilateral predomina cuando se trata del derecho sustantivo del
que es titular exclusivo el renunciante, o si se trata de la acción, que obviamente
en su dirección y sentido peculiar sólo corresponde al propio titular (a menos que
resulten ésta o aquél indisponibles por decisión legal); o, en el otro extremo, si
se renuncia a un acto unilateral del proceso, siempre que éste no haya proseguido
y se encuentre en una etapa de superación del acto, de tal modo que renunciar al
mismo carezca de trascendencia” (GELSI BIDART, 1975: 499).
Tiene legitimidad para desistirse del proceso la parte demandante o su
representante (convencional, legal o judicial). Por tratarse dicho instituto
procesal de un acto de disposición (así no elimine la pretensión), deberá el
último de los nombrados contar con facultades especiales (de conformidad
con el artículo 75 del Código Procesal Civil) o estar autorizado legal o judi-
cialmente para hacerlo.
Es de destacar que para el acto de desistimiento del proceso será válida la
actuación conjunta de los apoderados judiciales que hubiesen sido designados por
quien tiene capacidad para comparecer por sí mismo al proceso (esto es, la persona
que puede disponer de los derechos que en él se hacen valer), si éste así lo dispuso
(ello de acuerdo a lo previsto en el artículo 68 -último párrafo- del Código Procesal
Civil). Esto significa que, de haber ordenado el interesado la actuación conjunta
de apoderados judiciales en caso de desistimiento del proceso y producirse, no
obstante, la actuación individual de alguno de ellos, dicho acto procesal no surtirá
ningún efecto, siendo a todas luces ineficaz.
Los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, el Ministerio Público, los
órganos constitucionales autónomos, los Gobiernos Regionales y Locales y las
universidades (en realidad sus representantes), sólo podrán desistirse del proceso
previa autorización expresa de la autoridad o funcionario competente. Así lo es-
tablece el artículo 336 del Código Procesal Civil.
También se encuentra legitimada la parte demandada para desistirse del
proceso. Esta situación se da cuando, habiendo ella formulado reconvención, el
actor se desiste del proceso, el mismo que continúa respecto de la pretensión re-
convencional. Así, si el demandado renuncia a esta última, se estará configurando
641
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2.1.3 Oportunidad
Aun si no se hubiera producido el traslado de la demanda será factible el
desistimiento del proceso, si es propuesto por el actor una vez presentada dicha
demanda y antes de que se corra su traslado, porque, si bien no está conformada
plenamente la relación procesal, con la interposición de aquélla se da comienzo a tal
relación, representando así la presentación de la demanda su primera manifestación.
Similar parecer tiene Fornaciari cuando dice que “... se puede desistir de
los actos del proceso (es decir, del proceso) desde que existe, aun en su mínima
expresión, relación procesal. Si ésta no está integrada totalmente, bastará la mani-
festación del actor. Si medió traslado de la demanda se requerirá la conformidad
del demandado” (FORNACIARI, 1987, TOMO I: 35).
Luego de haber visto el momento a partir del cual puede formularse el desis-
timiento del proceso, toca determinar hasta cuando resulta oportuno este último.
El primer párrafo del artículo 342 del Código Procesal Civil, referido pre-
cisamente a la oportunidad del desistimiento, preceptúa que el desistimiento del
proceso “... se interpone antes que la situación procesal que se renuncia haya
producido efecto”. Esto significa que será posible proponer el desistimiento del
proceso hasta antes que éste concluya, pues una vez finalizado será ostensiblemente
extemporáneo.
Es de subrayar que lo expuesto no significa que podrá acontecer el desisti-
miento del proceso únicamente en momento inmediatamente anterior al de aquel
en que la sentencia quede firme, sino que la regla se hace extensible a toda reso-
lución que pueda poner fin al proceso ya que éste no es susceptible de terminar
tan sólo con la sentencia.
2.1.4 Formalidad
Todo tipo de desistimiento (incluyéndose el del proceso) tiene que ser expre-
so y no tácito. Es preciso en el desistimiento una expresión de voluntad cierta y
categórica (que no deje dudas) en un determinado sentido. El desistimiento es un
acto formal, además, por cuanto se requiere de la legalización de firma de quien
lo practica ante el auxiliar jurisdiccional. En él no debe haber ningún condicio-
namiento u otra modalidad propia de los actos jurídicos de orden sustantivo por
tratarse de un acto procesal estrictamente puro. La exigencia legal de formalidades
obedece al carácter dispositivo (al implicar una renuncia) del desistimiento.
642
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
2.1.5 Efectos
El desistimiento del proceso constituye una renuncia de consecuencias
eminentemente procesales al incidir casi de manera exclusiva sobre la relación
procesal y no sobre el derecho material que se ventila en juicio. Sin embargo,
dicho derecho puede ser afectado a causa del desistimiento del proceso en lo que
concierne al plazo de prescripción extintiva o liberatoria. Ello es así si se tiene
en cuenta que el emplazamiento válido con la demanda produce como efecto
-entre otros- la interrupción de la prescripción extintiva (art. 438 -inc. 4)- del
C.P.C.) y que, por disposición del artículo 439 -inc. 1)- del Código Procesal Civil
(concordante con el art. 1997 -inc. 2)- del C.C.), queda sin efecto la interrupción
de la prescripción cuando el demandante se desiste del proceso. El desistimiento
del proceso representa, entonces, una causal de ineficacia de la interrupción de
la prescripción.
Alvarez Juliá, Neuss y Wagner aseguran que “formulado el desistimiento de
la acción (o del proceso), el juez debe disponer la extinción del proceso y el archi-
vo de las actuaciones, imponer las costas en la forma que corresponda y regular
los honorarios de los profesionales que hayan intervenido” (ALVAREZ JULIA;
NEUSS; y WAGNER, 1990: 300). Concluyen Alvarez Juliá, Neuss y Wagner
diciendo que “... esta clase de desistimiento no obsta a que la cuestión de fondo
sea planteada nuevamente en un proceso posterior, salvo que se haya operado la
prescripción” (ALVAREZ JULIA; NEUSS; y WAGNER, 1990: 300).
A la misma conclusión llega Prieto-Castro y Ferrándiz cuando afirma que “...
el efecto del desistimiento es dar por terminado el proceso sin sentencia; pero
la acción no se consume, de suerte que puede ejercitarse de nuevo, a menos que
mientras tanto haya prescrito o caducado el derecho. Todos los efectos de la litis-
pendencia extinguida desaparecen (...), y como consecuencia obvia el actor debe
asumir las costas” (PRIETO-CASTRO Y FERRANDIZ, 1980, Volumen 1: 217).
643
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
El primer párrafo del artículo 343 del Código Procesal Civil versa sobre los
efectos del desistimiento del proceso al establecer que “el desistimiento del pro-
ceso lo da por concluido sin afectar la pretensión. Cuando se formula después de
notificada la demanda, requiere la conformidad del demandado expresada dentro
de tercer día de notificado, o en su rebeldía. Si hubiera oposición, el desistimiento
carecerá de eficacia, debiendo continuar el proceso”.
En el artículo 321 -inciso 6)- del Código Procesal Civil se precisa que con-
cluye el proceso sin declaración sobre el fondo cuando el demandante se desiste
del proceso (o de la pretensión).
El desistimiento del proceso no es sólo una forma especial -en relación a la
sentencia- de conclusión del proceso sino que constituye, además, un caso de
conclusión anticipada del mismo, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 474 del
Código Procesal Civil.
Si acaso hubiera pluralidad de demandantes y no se desistieran del proceso
todos ellos, continuará éste su trámite respecto de quienes no participaron de di-
cho acto de renuncia, pues, conforme a la parte final del artículo 341 del Código
Procesal Civil, el desistimiento “sólo perjudica a quien lo hace”.
2.2.1 Noción
El desistimiento de actos procesales no está referido a la totalidad de éstos
sino sólo a alguno o algunos de ellos, porque de lo contrario estaríamos ante el
“desistimiento de los actos del juicio”, expresión con que suele denominarse tam-
bién al desistimiento del proceso.
El desistimiento de actos procesales viene a ser una subdivisión del desisti-
miento estrictamente procesal por cuanto nuestro ordenamiento jurídico lo legisla
conjuntamente con el último (art. 340 -inc. 1)- del C.P.C.). Desistirse de un acto
procesal supone la manifestación de voluntad dirigida a renunciar o dejar sin efecto
un recurso u otro medio impugnatorio, excepción, cuestión probatoria, etc. De esto
puede inferirse que dicha clase de desistimiento no está reservado al actor sino que
opera también en cuanto al demandado y a los terceros legitimados.
Para Casarino Viterbo, el desistimiento de un acto del procedimiento (o acto
procesal) “... sólo significa la extinción del derecho a que el acto se refiere, pu-
diendo, incluso, el desistimiento de un acto procesal emanar tanto del demandante
como del demandado...” (CASARINO VITERBO, 1983, Tomo III: 322).
644
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
2.2.2 Legitimación
Cuentan con legitimidad para desistirse de actos procesales las partes o sus
representantes (convencionales, legales o judiciales). Por configurar dicho instituto
procesal un acto dispositivo, quien represente a la parte que se desiste de algún
(algunos) acto (s) procesal (es) deberá tener facultades especiales (con arreglo al
artículo 75 del Código Procesal Civil) o estar autorizado legal o judicialmente
para hacerlo.
Puntualizamos que en el desistimiento de algún (algunos) acto (s) procesal (es)
será válida la actuación conjunta de los apoderados judiciales que hubieren sido
designados por el poderdante para obrar de esa forma (de acuerdo a lo contemplado
en el artículo 68 -último párrafo- del Código Procesal Civil). Esto quiere decir que
si hubiese dispuesto el interesado la actuación conjunta de apoderados judiciales
para desistirse de un determinado acto procesal (o de varios) y se produjera, pese
a ello, la actuación aislada de alguno de los apoderados, tal acto de disposición
resultará ineficaz, no surtiendo, en consecuencia, ningún efecto.
2.2.3 Oportunidad
El artículo 342 -primer párrafo- del Código Procesal Civil versa sobre la
oportunidad del desistimiento de un acto procesal (y del proceso), estableciendo
que puede interponerse éste “antes que la situación procesal que se renuncia
haya producido efecto”. Así, por ejemplo, se podrá desistir: a) de un recurso
presentado hasta tanto no quede firme la resolución que se impugna (porque, de
ser así, adquiriría la calidad de cosa juzgada y, por ende, de inmutable, siendo
el desistimiento notoriamente inútil o ineficaz); b) de la reconvención planteada,
hasta que no quede firme la sentencia que la resuelva; c) del allanamiento formu-
lado, si aún no es declarado; d) de la excepción deducida, mientras no se sanee
la relación procesal o no se suspenda o anule lo actuado y se dé por concluido
el proceso (según el caso); e) de un medio de prueba ofrecido, mientras no se
produzca su actuación; etc.
645
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2.2.4 Formalidad
Por ser un acto de renuncia o disposición se exige para el desistimiento de
actos procesales una serie de formalidades. Así, según el artículo 341 del Código
Procesal Civil:
- El desistimiento no se presume (es decir, la manifestación de voluntad
en ese sentido tiene que ser expresa).
- Debe constar por escrito, debiéndose precisar el contenido y alcance del
desistimiento (esto es, la declaración no debe ser genérica sino específica
y categórica, determinando claramente cuál es el acto al que se renuncia).
- El proponente debe legalizar su firma ante el secretario respectivo.
- El desistimiento es incondicional. (Siendo aquél un acto esencialmente
puro, no resultará eficaz si está sujeto a alguna modalidad).
646
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
2.3.2 Legitimación
Tiene legitimidad para desistirse de la pretensión la parte demandante o su
representante (convencional, legal o judicial). Por ser dicha clase de desistimiento
un acto dispositivo, deberá el último de los nombrados contar con facultades espe-
ciales (a que se contrae el artículo 75 del Código Procesal Civil) o estar autorizado
legal o judicialmente para hacerlo.
Es de subrayar que para el acto de desistimiento de la pretensión será válida
la actuación conjunta de los apoderados judiciales que hubiesen sido designados
647
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
por quien tiene capacidad para comparecer por sí mismo al proceso (es decir, la
persona que puede disponer de los derechos que en él se hacen valer), si éste así
lo dispuso (de conformidad con lo señalado en el artículo 68 -último párrafo- del
Código Procesal Civil). Esto supone que, de haber establecido el poderdante la
actuación conjunta de los apoderados judiciales en caso de desistimiento de la
pretensión y producirse, sin embargo, la actuación individual o aislada de alguno
de ellos, tal acto procesal no surtirá ningún efecto.
Los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, el Ministerio Público, los
órganos constitucionales autónomos, los Gobiernos Regionales y Locales y las
universidades (en realidad sus representantes), sólo podrán desistirse de la preten-
sión previa autorización expresa de la autoridad o funcionario competente. Así lo
ordena el numeral 336 del Código Procesal Civil.
La parte demandada, al igual que el actor, se encuentra legitimada para desis-
tirse de la pretensión. Esta situación tiene lugar cuando, habiendo ella planteado
reconvención, se desiste precisamente de la pretensión reconvencional dirigida
contra el accionante.
2.3.3 Oportunidad
Por tratarse el desistimiento de la pretensión de un acto típicamente procesal,
tendrá lugar sólo a partir del momento en que el actor interpone su demanda y no
antes, porque antes de presentada ésta no existirá todavía el proceso que posibilitará
la realización del indicado acto de renuncia. Como bien sostiene Fornaciari, “...
la dejación del derecho sustancial en el ámbito del proceso puede hacerse desde
que éste existe en su mínima expresión...” (FORNACIARI, 1987, Tomo I: 77-
78). Sobre esto, Fairén Guillén afirma que “... en cualquier tipo de proceso, para
‘renunciar’ -y ya se entiende, al derecho de pretender- será necesario que ya se
haya ejercitado el derecho de pretender con todos los elementos de lo pretendido
en la demanda...” (FAIREN GUILLEN, 1990: 203).
Procede la formulación del desistimiento de la pretensión hasta antes de que
se expida la sentencia de primera instancia (según lo contemplado en el último
párrafo del artículo 342 del Código Procesal Civil). Será, entonces, extemporáneo
-y, por ende, improcedente- el desistimiento de la pretensión que se produzca luego
de emitido el fallo de primera instancia.
Sin embargo, el numeral citado líneas arriba establece una salvedad respecto de
la oportunidad en que puede acontecer el desistimiento de la pretensión. En efecto,
el artículo 342 -último párrafo- del Código Procesal Civil permite que la renuncia
a la pretensión pueda ser planteada después de expedida la sentencia de primera
instancia, pero siempre y cuando dicho acto de disposición fuese convencional,
648
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
vale decir, que medie acuerdo en ese sentido entre ambas partes. Naturalmente, de
ser convencional el desistimiento de la pretensión podrá este acto ser propuesto
hasta antes que la sentencia quede firme, caso contrario, ni siquiera el acuerdo de
los justiciables dirigido a la renuncia de la pretensión puede afectar la inmutabi-
lidad propia de la cosa juzgada que adquiere el fallo definitivo. Advertimos que
el desistimiento convencional de la pretensión puede darse hasta antes que quede
firme la sentencia final, entendiéndose que ésta no es únicamente la de primera
instancia sino que, además, puede tratarse de la resolución de vista o de segundo
grado e, inclusive, de la que resuelve el recurso de casación, pues, existiendo im-
pugnación de por medio, nada obsta que pueda renunciarse convencionalmente a
la pretensión mientras no adquiera la resolución judicial de que se trate la calidad
de cosa juzgada.
El artículo 345 del Código Procesal Civil está referido al caso del desistimiento
de pretensión no resuelta y señala que “el titular de una pretensión no resuelta en
primera instancia, puede desistirse de la misma antes que el proceso sea decidido
por el superior”. Como se aprecia, estamos ante el supuesto de una sentencia de
primera instancia incompleta, es decir, que omite el pronunciamiento sobre deter-
minada pretensión que ha sido materia de apelación, lo que no impide manifestar
expresamente en segunda instancia la voluntad dirigida a desistirse de la pretensión
no resuelta por el inferior jerárquico siempre y cuando el órgano jurisdiccional
superior no resuelva aún el recurso de apelación respectivo. Por cierto, no habrá
necesidad en este caso de que el desistimiento sea convencional.
2.3.4 Formalidad
Todo tipo de desistimiento (lo que incluye al de la pretensión) debe ser ex-
preso y no tácito. No se presume. Se requiere en el desistimiento una expresión de
voluntad referida cierta e indubitablemente a renunciar algo (en el caso particular
a la pretensión). El desistimiento es un acto formal, además, porque debe constar
por escrito y legalizarse la firma del proponente ante el auxiliar jurisdiccional
(artículo 341 del Código Procesal Civil). En él no se admite como contenido nin-
guna condición u otra modalidad que sí puede estipularse en los actos jurídicos
sustantivos ya que se trata de un acto enteramente puro.
649
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
En la parte final del primer párrafo del artículo 344 del Código Procesal Civil
se establece que el desistimiento de la pretensión no requerirá la conformidad del
demandado, debiendo el Juez revisar únicamente (además del cumplimiento de
las formalidades de ley como, por ejemplo, la legalización de firma ante el auxiliar
jurisdiccional y el no señalamiento de condición alguna) la capacidad de quien lo
realiza y la naturaleza del derecho que sustenta la pretensión (el cual no debe ser
indisponible o irrenunciable), teniendo en cuenta lo dispuesto sobre la improce-
dencia del allanamiento en lo que corresponda. El artículo 332 del Código Procesal
Civil versa precisamente sobre la improcedencia del allanamiento, preceptuando
que el Juez declarará improcedente el allanamiento y ordenará la continuación
del proceso cuando:
1. El demandado no tiene capacidad para disponer del derecho en litigio.
2. El apoderado o representante del demandado carece de facultad para
allanarse (léase desistirse de la pretensión).
3. Los hechos admitidos requieren ser probados por otros medios, además
de la declaración de parte. (Este inciso es prácticamente inaplicable al
desistimiento de la pretensión).
4. El conflicto de intereses comprende derechos indisponibles.
6. Habiendo litisconsorcio necesario, el allanamiento (léase desistimiento de
la pretensión, en el caso particular) no proviene de todos los demandados.
7. Presume la existencia de fraude o dolo procesal.
8. Advierte que la sentencia a dictarse va a surtir efecto frente a tercero no
emplazado.
9. El demandado es el Estado u otra persona de derecho público, salvo que
su representante tenga autorización expresa.
Para el objeto de nuestro estudio y en el caso particular, toda alusión al (a los)
demandado (s) que se hace en el artículo 332 del Código Procesal Civil debe enten-
derse hecha a quien se desiste de la pretensión, es decir, al (a los) demandante (s),
siendo de aplicación al (a los) demandado (s) tratándose del desistimiento de la
pretensión reconvencional.
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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CAPITULO XXII
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: ABANDONO
655
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2. PRESUPUESTOS
Son presupuestos del abandono o caducidad de instancia los que a continua-
ción se indican:
A) Existencia de una instancia.
B) Inactividad procesal.
C) Transcurso del plazo legal del abandono.
D) Resolución judicial declarativa.
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: ABANDONO
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: ABANDONO
ser considerados actos de impulso procesal aquellos que tienen lugar dentro de un
trámite incidental independiente del cuaderno principal (incluyéndose en este caso
al procedimiento cautelar). Tales actos no influyen o afectan la relación jurídica
procesal al sustanciarse en forma autónoma en relación a la cuestión principal.
La perención de la instancia debe ser interpretada con criterio restrictivo, por
lo que en caso de duda debe elegirse la no aplicación de aquélla y la continua-
ción del proceso, dando por válidos o eficaces los actos procesales cuyo carácter
interruptivo no es del todo claro. Ello no significa, como se dijera, que cualquier
acto que se produzca en el proceso conlleve la suspensión del plazo de caducidad
porque para que esto se dé tiene que tratarse de un acto de impulso procesal. “... La
caducidad es una medida de excepción, que opera con sentido restrictivo, debiendo
privar el criterio de razonabilidad, ya que la caducidad no tiene un fin en sí mismo,
por lo que queda excluida la interpretación analógica” (FALCON, 1989: 21). La
valoración de los actos de impulso procesal no puede hacerse de un modo general
sino que habrá que considerar las circunstancias que rodean al caso concreto.
Representa una cuestión de hecho el verificar cada situación que se presente a fin
de establecer el carácter de acto interruptivo de la perención de la instancia. Ante
la duda acerca de la naturaleza del acto, debe estimarse como positivo para anular
el plazo extintivo inherente a la perención de la instancia, ya que así se preserva la
existencia del derecho que la caducidad se inclina a dar por fenecido.
659
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
los inhábiles. Lo propio no ocurre respecto del período durante el cual el proceso
hubiera estado paralizado convencionalmente mediando autorización del Juez o
cuando la paralización obedece a causas de fuerza mayor insuperables para las
partes. Tampoco se computará el tiempo durante el cual no se produjo el acto de
impulso procesal que corresponde realizar al Juez, sus auxiliares, Ministerio Público
o a otra autoridad o funcionario público requerido por el órgano jurisdiccional para
llevar a cabo el acto en mención.
El momento final del plazo legal de caducidad, que es señalado por meses en
nuestro ordenamiento jurídico procesal (art. 346 -primer párrafo- del C.P.C.), se
cumple en el mes de vencimiento y en el día de éste correspondiente a la fecha
del mes inicial. Si en el mes de vencimiento falta tal día, el plazo se cumple el
último día de dicho mes.
El artículo 346 del Código Procesal Civil hace referencia al plazo legal del
abandono en los siguientes términos:
“Cuando el proceso permanezca en primera instancia durante cuatro meses
sin que se realice acto que lo impulse, el juez declarará su abandono de
oficio o a solicitud de parte o de tercero legitimado.
Para el cómputo del plazo de abandono se entiende iniciado el proceso
con la presentación de la demanda.
Para el mismo cómputo, no se toma en cuenta el período durante el cual
el proceso hubiera estado paralizado por acuerdo de partes aprobado por
el juez”.
Además de lo indicado en el último párrafo del numeral citado, podemos
inferir una especie de suspensión del plazo de abandono de la hipótesis
contenida en el artículo 349 del Código Procesal Civil, el cual preceptúa
que “no opera el abandono cuando la paralización del proceso se debe a
causas de fuerza mayor y que los litigantes no hubieran podido superar
con los medios procesales a su alcance”.
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(art. 348 -segundo párrafo- del C.P.C.). Será entonces la resolución judicial que lo
declare la que conferirá al instituto que analizamos su plena eficacia.
Es de resaltar que la resolución judicial que declara el abandono puede expe-
dirla de oficio el Juez que conozca del proceso o a solicitud de parte o de tercero
legitimado (art. 346 -primer párrafo- del C.P.C.).
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FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO: ABANDONO
Código Procesal Civil que “no hay abandono si luego de transcurrido el plazo,
el beneficiado con él realiza un acto de impulso procesal”. Como se aprecia, se
trata de una convalidación tácita de la caducidad, pues se presume la intención
del favorecido con ella de no oponer sus efectos y de proseguir con el desarrollo
del proceso. Tal presunción reposa en la conducta activa del beneficiado con el
abandono que realiza un acto interruptivo de la caducidad de la instancia.
Es de destacar que, así como puede manifestarse tácitamente la convalidación
de la caducidad, también es posible que ésta adopte una forma expresa, lo que
ocurre cuando el sujeto (favorecido con el abandono) declara estar conforme con
la realización de los actos procesales (que no sean los suyos) acontecidos luego
de vencido el plazo de caducidad. Advertimos, sin embargo, que producidos tales
actos en tiempo posterior al vencimiento del plazo correspondiente de caducidad
y corrido traslado de ello al beneficiado con el abandono, no habrá convalidación
si éste no se pronuncia al respecto, vale decir, si guarda silencio. La convalida-
ción tácita de la caducidad está referida únicamente a la presunción (basada en la
realización de un acto impulsorio por parte del favorecido con aquélla) del interés
en continuar con el proceso.
No podemos dejar de mencionar que podrá convalidarse la caducidad de la
instancia hasta antes de expedirse la resolución que declara el abandono, mo-
mento en el cual éste surte todos sus efectos (quedando a salvo la hipótesis de su
impugnación).
De lo expuesto se puede colegir que la convalidación o purga de la caducidad
de la instancia tiene como requisitos los siguientes:
A) El vencimiento del plazo legal de caducidad.
B) La realización de actos de impulso procesal en momento posterior al
vencimiento del plazo legal de caducidad por parte del beneficiado con
ella o consentimiento expreso de éste referido a la validez de los actos
-extemporáneos- de impulso procesal realizados por el órgano jurisdic-
cional o el contrario.
C) La no expedición de la resolución judicial que declara el abandono (porque
ella da lugar a la plena eficacia del mismo).
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En relación a los efectos del abandono, el artículo 321 -inciso 3)- del Código
Procesal Civil dispone que concluye el proceso sin declaración sobre el fondo
cuando se declara el abandono del proceso. Dicho numeral es concordante con el
artículo 474 del mismo cuerpo de leyes, referido a la conclusión anticipada del
proceso en el supuesto de haberse producido el abandono (u otros casos previstos
en el art. 321 y 322 -incisos 2), 4) y 5)- del C.P.C.).
El artículo 351 del Código Procesal Civil precisa que:
“El abandono pone fin al proceso sin afectar la pretensión. Sin embargo,
su declaración impide al demandante iniciar otro proceso con la misma
pretensión durante un año, contado a partir de la notificación del auto
que lo declare. Asimismo, restituye las cosas al estado que tenían antes
de la demanda.
Si por segunda vez, entre las mismas partes y en ejercicio de la misma
pretensión, se declara el abandono, se extingue el derecho pretendido y
se ordena la cancelación de los títulos del demandante, si a ello hubiera
lugar”.
En cuanto al material probatorio, éste no resulta afectado a causa del aban-
dono del proceso, conservando su mérito si es suministrado en otras contiendas
judiciales. El artículo 352 del Código Procesal Civil versa precisamente sobre los
medios probatorios en el proceso abandonado, estableciendo que “las pruebas ac-
tuadas en un proceso extinguido por abandono son válidas y pueden ser ofrecidas
en otro proceso”. Aquí estamos frente a la figura de la prueba trasladada regulada
específicamente por el artículo 198 del Código Procesal Civil, el cual dispone lo
siguiente: “Las pruebas obtenidas válidamente en un proceso tienen eficacia en
otro. Para ello, deberán constar en copia certificada por el auxiliar jurisdiccional
respectivo y haber sido actuadas con conocimiento de la parte contra quien se in-
vocan. Puede prescindirse de este último requisito por decisión motivada del Juez”.
Por otro lado, consentida o ejecutoriada la resolución que declara el abandono
del proceso, quedan sin efecto las medidas cautelares, y se archiva el expediente.
Así lo ordena el artículo 347 del Código Procesal Civil, que, en nuestra opinión,
resulta innecesario por ser innegable que toda cuestión accesoria sigue la suerte del
principal; por consiguiente, caducada la instancia todo trámite incidental existente
también fenece conjuntamente con ella.
En lo que respecta a la prescripción extintiva, producida su interrupción a
causa del emplazamiento válido con la demanda (art. 438 -inciso 4)- del C.P.C.)
queda sin efecto aquélla cuando se produce el abandono del proceso (art. 439 -in-
ciso 2)- del C.P.C.). Así es, declarado el abandono, la prescripción interrumpida
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CAPITULO XXIII
ASPECTOS GENERALES SOBRE
LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
1. LA ACTIVIDAD IMPUGNATIVA
Según Kielmanovich, “... los actos procesales de impugnación, son aquellos
que están dirigidos directa e inmediatamente a provocar la modificación o susti-
tución -total o parcial- de una resolución judicial, en el mismo proceso en el que
ella fue dictada” (KIELMANOVICH, 1989: 16).
Para Satta, “el término de impugnación es la calificación genérica de los múlti-
ples remedios que se dan contra los actos jurídicos: en efecto, impugnar no significa
otra cosa, latinamente, que contrastar, atacar...” (SATTA, 1971, Volumen I: 397).
Liebman concibe a las impugnaciones como “... los remedios que la ley pone
a disposición de las partes para provocar por medio del mismo juez o de un juez
superior un nuevo juicio inmune del defecto o del error de la sentencia anterior”
(LIEBMAN, 1980: 440).
La actividad impugnativa emana de la facultad del mismo orden inherente
a las partes. Dicha potestad procesal constituye un derecho abstracto cuyo
ejercicio no se encuentra supeditado a la existencia de un vicio o defecto que
invalide el acto, siendo suficiente la invocación de tal facultad para que se
desarrolle la actividad impugnativa, al término de la cual se acogerá o des-
estimará la petición, dependiendo de la existencia o no de un acto viciado o
defectuoso, o, también, de la observancia o no de las formalidades exigibles
para el trámite impugnatorio.
2. FUNDAMENTO DE LA IMPUGNACION
La impugnación representa la forma idónea de procurar (a través de la co-
rrespondiente revisión por el mismo o por otro órgano jurisdiccional) suprimir los
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vicios que afectan a los actos procesales a fin de lograr su corrección y restablecer
su legalidad, eliminándose así el agravio inferido al impugnante.
La impugnación reposa, entonces, en el derecho vulnerado con el acto viciado,
el cual se pretende sea restablecido mediante el perfeccionamiento del acto im-
pugnado que puede alcanzar de esa manera su finalidad. Como el vicio o defecto
supone una transgresión del ordenamiento jurídico la impugnación tiende a la
correcta actuación de la ley.
La impugnación se funda en la necesidad de disminuir la posibilidad de in-
justicia basada, principalmente, en el error judicial, el cual, si no es denunciado,
da lugar a una situación irregular e ilegal que, por lo mismo, causa agravio al
interesado. La revisión de los actos afectados de vicio o error, en que consiste la
impugnación, obedece, pues, a un perjuicio inferido al impugnante derivado de la
inobservancia de las reglas procesales o de una errónea apreciación al resolver o de
una decisión arbitraria o de una conducta dolosa. Por ello, a fin de garantizar una
resolución justa y la estricta aplicación de la ley, es que resulta indiscutiblemente
necesaria la impugnación de los actos procesales y la instancia plural.
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
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3. OBJETO DE IMPUGNACION
Objeto de impugnación es el acto procesal que adolece de vicio o defecto. Por
lo general -no siempre-, se trata de resoluciones, las mismas que son revisadas por
el órgano superior jerárquico a fin de determinar si procede o no su impugnación.
El acto procesal puede ser impugnado en su integridad o de modo parcial.
Según Véscovi, “la impugnación del acto, por regla general, será total, esto es,
se referirá a su totalidad, pues generalmente constituirá dicho todo” (VESCOVI,
1988: 39). Sin embargo -continúa Véscovi-, “... es posible la impugnación parcial
cuando no todo el objeto sea impugnado o no lo sea por todos aquellos a quienes
alcanza (o afecta). Es decir que podría haber una limitación objetiva en cuanto
se impugne una parte del acto (de una sentencia, por ejemplo) y otra subjetiva
cuando los impugnantes no son todos los afectados por el acto (por ejemplo, la
nulidad la pide uno solo de los litisconsortes)” (VESCOVI, 1988: 40). Añade el
autor citado que “lo mismo si se trata de otro acto: una audiencia, una inspección
judicial, etc., cabe que se impugne una parte de dicho acto o que la impugnación
la realicen ambas partes o una sola y, aun, dentro de ésta, alguno de sus integran-
tes” (VESCOVI, 1988: 40). Concluye Véscovi diciendo que en este caso “... la
impugnación podría tener un efecto reflejo, afectando inclusive a quienes no la
formularon...” (VESCOVI, 1988: 40).
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
4. CAUSALES DE IMPUGNACION
Las causales de impugnación pueden ser clasificadas en:
- Vicios (o errores) in procedendo.
- Vicios (o errores) in iudicando.
Los vicios (o errores) in procedendo, llamados también vicios de la actividad
o infracción en las formas, constituyen irregularidades o defectos o errores en el
procedimiento, en las reglas formales.
El vicio in procedendo supone la inaplicación o aplicación defectuosa de las
normas adjetivas que afecta el trámite del proceso y/o los actos procesales que lo
componen.
Los errores in procedendo -sostiene Escobar Fornos- “... se dan en la aplica-
ción de la ley procesal, la cual impone una conducta al juez y a las partes en el
desenvolvimiento del proceso...” (ESCOBAR FORNOS, 1990: 241). Agrega el
autor citado que “los errores de procedimiento producen la nulidad del proceso
y se pueden dar en la constitución del proceso (presupuestos procesales), en su
desenvolvimiento, en la sentencia y en su ejecución” (ESCOBAR FORNOS,
1990: 241).
Los vicios (o errores) in iudicando, denominados también vicios del juicio
del tribunal o infracción en el fondo, configuran así irregularidades o defectos o
errores en el juzgamiento, esto es, en la decisión que adopta el magistrado.
Escobar Fornos destaca que los errores in iudicando “... se dan en la aplicación
de la ley sustantiva, que es la que resuelve el conflicto de derecho planteado en el
proceso” (ESCOBAR FORNOS, 1990: 241).
El vicio in iudicando es aquel que afecta el fondo o contenido y está re-
presentado comúnmente en la violación del ordenamiento jurídico (sustantivo)
que tiene lugar cuando se aplica al asunto controvertido una ley que no debió
ser aplicada, o cuando no se aplica la ley que debió aplicarse, o cuando la ley
aplicable es interpretada y -por ende- aplicada deficientemente. A la violación
del derecho (denominada también error de derecho) se suma el error de hecho
que afecta indiscutiblemente el fondo, formando también así parte del vicio in
iudicando. El último tipo de error tiene que ver con la apreciación de los hechos
por el órgano jurisdiccional, la cual, de ser deficiente (como cuando no se valora
apropiadamente un medio probatorio), afecta la decisión del Juez (esto es, la
declaración de certeza sobre los hechos) y causa, por consiguiente, agravio al
interesado.
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
5. PRESUPUESTOS DE LA IMPUGNACION
Son presupuestos de la impugnación:
A) El agravio.
El agravio o gravamen es el daño causado al impugnante derivado del
vicio (in procedendo o in iudicando) producido. Constituye una situación
de injusticia que provoca un perjuicio al interés de alguna de las partes.
Enrique Falcón define al agravio como “... la injusticia, ofensa, perjuicio
material o moral entendido por quien fue condenado en todo o en parte o
se ha rechazado su pretensión, es decir el litigante a quien la resolución
perjudica, que acude al superior para expresar los agravios que la misma
le causa” (FALCON, 1978: 290).
B) La legitimidad.
Gozaíni señala al respecto que “... para poder impugnar un acto deter-
minado resulta necesario haber tenido intervención directa o mediata
en él, o, en su caso, ser alcanzado por sus disposiciones de manera tal
que justifique el interés jurídico” (GOZAINI, 1992, Tomo I, Volumen
2: 746).
Reimundín indica que “es de la esencia de los recursos y remedios
procesales, el que éstos funcionen por iniciativa de las partes a quienes
corresponde la carga de la impugnación. Son las partes las que deben
decidir si existe o no una anomalía procesal o si la sentencia es injusta”
(REIMUNDIN, 1957, Tomo II: 76).
C) El acto impugnable.
Por lo general, los actos procesales son susceptibles de ser impugnados,
salvo en contados supuestos previstos expresamente por el ordenamiento
jurídico. Por consiguiente, es presupuesto de la impugnación que el acto
comprendido en ella no esté calificado por la ley como inimpugnable,
caso contrario, deberá ser desestimada de plano.
D) La formalidad.
La impugnación precisa de una serie de requisitos formales como el plazo
en que debe plantearse (de carácter perentorio), el pago de la tasa judicial
correspondiente, la adecuación del recurso al acto que se impugna, la
indicación expresa del agravio, la sustentación de la pretensión impug-
natoria, etc., los mismos que, si no se cumplen, originan su rechazo.
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
E) El plazo.
“... Las impugnaciones, para que puedan surtir sus efectos y cumplir con
la finalidad para la cual han sido instituidas, han de tener límites tempo-
rales en su proposición, que se llaman plazos para las impugnaciones”
(ROCCO, 1976, Volumen III: 319).
“El plazo para la impugnación de las sentencias es un espacio de tiempo,
establecido por ley, dentro del cual debe ser propuesta la impugnación,
y transcurrido el cual no se la podrá proponer útilmente por haberse
verificado la decadencia” (ROCCO, 1976, Volumen III: 319).
F) La fundamentación.
Otro presupuesto de la impugnación es su fundamentación. Así es, no
resulta suficiente que se denuncie algún vicio o error (ya sea in procedendo
o in iudicando), sino que es exigible, además, señalar los fundamentos de
hecho y de derecho que permitan llegar a esa conclusión y que justifiquen
la declaración de ineficacia o invalidez, o sea, que persuadan al órgano
jurisdiccional revisor de la existencia del vicio, de su trascendencia y del
agravio ocasionado al impugnante.
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
que la propia Sala notificó a las partes la sentencia que luego, el propio
Colegiado, anularía; [...] en consecuencia, se ha configurado expresamente
la transgresión al derecho a un debido proceso del recurrente, al expedirse
una resolución en flagrante violación a las disposiciones procesales que
generan la nulidad insalvable de la resolución [...] y la renovación del
acto procesal, con las consecuencias que ello genere...” (Casación Nro.
3954-2001 / Santa - Chimbote, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 31-07-2002, págs. 9043-9044).
- “... Para que proceda la corrección [de resoluciones] debe cumplirse con
los requisitos que establece el artículo cuatrocientos siete del Código
Procesal Civil, situación que no se presenta en el caso anotado [...], pues
en él no se corrige ningún error material, sino que por el contrario se
emite un pronunciamiento de fondo que importa la modificación del fallo,
debiendo por tanto declararse su nulidad [de la resolución que resuelve
corregir la de vista]...” (Casación Nro. 2662-2000 / Tacna, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 02-07-2001, pág. 7335).
- “... En cuanto a la alegación formulada a que en la resolución [sentencia]
de vista se ha consignado un nombre que no le corresponde a la recurrente,
debe indicarse que dicho error mecanográfico de ningún modo acarrea la
nulidad de los presentes autos, por cuanto la subsanación del mismo no
ha de influir en el sentido del fallo...” (Casación Nro. 133-2002 / Canchis
- Sicuani, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-12-2002, pág.
9539).
- “... El supuesto error en la consignación del nombre de una de las de-
mandantes [en la sentencia de primera instancia], además de que por sí
no constituye una afectación del derecho al debido proceso, es un defecto
ajeno al recurrente que no le agravia, por lo que no está facultado a in-
vocarlo...” (Casación Nro. 2214-2002 / Sicuani, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 02-12-2002, pág. 9624).
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
7.1.1 Concepto
Los remedios son medios impugnatorios dirigidos a lograr que se anule o
revoque o reste eficacia, ya sea en forma parcial o total, a actos procesales que no
se encuentren contenidos en resoluciones. Así, a través de los remedios es posible
impugnar el acto de la notificación, oponerse a la actuación de un medio de prue-
ba, pedir la nulidad del remate, de la sentencia dictada en un proceso fraudulento
(este último es un caso especial de nulidad que opera en vía de acción), etc. Por
lo general, son resueltos los remedios por el mismo Juez que conoció del acto
procesal materia de impugnación.
Gozaíni sostiene que “... son remedios las impugnaciones que decide el mismo
tribunal cuestionado...” (GOZAINI, 1992, Tomo I, Volumen 2: 777).
Reimundín cataloga a los remedios procesales como aquellos que “... tienden
a la corrección de una anomalía procesal por el mismo órgano jurisdiccional...”
(REIMUNDIN, 1957, Tomo II: 75).
El artículo 356 del Código Procesal Civil, que versa sobre las clases de me-
dios impugnatorios, contempla prácticamente la concepción de los remedios en
la parte inicial de su primer párrafo, estableciendo así que: “Los remedios pueden
formularse por quien se considere agraviado por actos procesales no contenidos
en resoluciones...”
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
- La oposición.
- La tacha.
- La nulidad de actos procesales.
7.2.1 Definición
A decir de Alsina, “... llámanse recursos, los medios que la ley concede a
las partes para obtener que una providencia judicial sea modificada o dejada sin
efecto...” (ALSINA, 1961, Tomo IV: 184).
Goldschmidt asegura que “... recursos son los medios jurídicos procesales
concedidos a las partes, a los afectados inmediatamente por una resolución judicial
y a los intervinientes adhesivos para impugnar una resolución judicial que no es
formalmente firme, ante un Tribunal superior (efecto devolutivo), y que suspenden
los efectos de la cosa juzgada de la misma (efecto suspensivo)...” (GOLDSCH-
MIDT, 1936: 398-399).
En opinión de Ramos Méndez, “... el concepto de recurso responde a aquellos
actos procesales de impugnación de una resolución judicial gravosa para la parte...”
(RAMOS, 1992, Tomo II: 705). Ramos Méndez subraya que el recurso “... es un
medio de pasar de uno a otro grado de la jurisdicción, sin romper la unidad del
proceso” (RAMOS MENDEZ, 1992, Tomo II: 706).
Enrique Falcón sostiene que “recursos son medios de atacar resoluciones
judiciales para que el tribunal superior los revoque o los modifique total o parcial-
mente...” (FALCON, 1978: 286).
En palabras de Lorca Navarrete, “el recurso puede ser definido como un
acto procesal de parte por el que se procede a la apertura de la instancia pro-
cesal ad quem con la finalidad, de que una vez que la instancia procesal a quo
ha terminado, un tribunal distinto pueda llevar a cabo un nuevo examen del
enjuiciamiento en justicia verificado en la instancia procesal a quo mediante
una nueva resolución judicial en esa instancia procesal ad quem” (LORCA
NAVARRETE, 2000: 1019).
Lino Palacio apunta que los recursos son “... aquellos actos procesales en cuya
virtud quien se considera agraviado por una resolución judicial pide, en el mismo
proceso y dentro de determinados plazos computados desde la notificación de
aquélla, que un órgano superior en grado al que la dictó, o en su caso este mismo,
la reforme, modifique, amplíe o anule” (PALACIO, 1979, Tomo V: 29).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
7.2.2 Características
Según Casarino Viterbo, los recursos tienen las siguientes características
generales:
“a) Por regla general, se interponen ante el mismo tribunal que dictó la
resolución recurrida; por excepción, se entabla ante el tribunal que va a
conocer de ellos (...);
b) Por regla general, se interponen para que conozca de ellos el tribunal
inmediatamente superior en grado jerárquico a aquél que dictó la reso-
lución recurrida; por excepción, el conocimiento y fallo corresponde al
mismo tribunal que dictó la resolución recurrida (...);
c) Por regla general, se interponen en contra de resoluciones que no tienen
el carácter de firmes o ejecutoriadas, a fin de invalidarlas o anularlas; por
excepción, el recurso de revisión se entabla para invalidar una sentencia
firme o ejecutoriada;
d) Por regla general, se interponen dentro de un término fatal, cuyo venci-
miento extingue el derecho a deducirlo, por el solo ministerio de la ley;
por excepción, hay recursos que, por su propia naturaleza, no tienen
plazo, como los recursos de inconstitucionalidad y de amparo; y
e) Por regla general, se interponen sin que sea necesario depositar suma
alguna en arcas fiscales; por excepción, hay recursos que necesitan de
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
7.2.3 Legitimación
Tienen legitimidad para interponer recursos los sujetos que integran la relación
jurídica procesal, es decir, las partes (demandante y demandado) e, inclusive, los
terceros legitimados (coadyuvantes o excluyentes).
Pero la legitimidad para recurrir no se configura tan sólo con la calidad de
parte o de tercero legitimado del sujeto impugnante, sino que es indispensable,
además, que el recurrente cuente con interés (material o moral), el cual deriva
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
precisamente del agravio (total o parcial) inferido por la emisión de una resolución
desventajosa, máxime si ésta es contraria a derecho. El agravio o perjuicio que
causa la decisión judicial injusta hace nacer, pues, un interés dirigido a la corrección
del fallo y que se traduce en la interposición del recurso correspondiente. Como
bien dice Devis Echandía, “puede aceptarse como regla general que sin interés
no procede recurso. Se trata del interés especial por resultar perjudicado con la
providencia” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II: 633). Añade Devis Echandía
que “ese perjuicio puede ser material o moral, así como puede serlo el interés
para obrar en el proceso, pero concreto y actual respecto del asunto materia de la
providencia. No es suficiente un interés teórico en la recta aplicación de la ley...”
(DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II: 633).
Couture subraya que los recursos “... son medios de fiscalización confiados a
la parte; el error de procedimiento o el error de juicio, sólo se corrigen mediante
requerimiento o protesta de la parte perjudicada...” (COUTURE, 1985: 350). Pre-
cisa dicho autor que “... los recursos no son propiamente medios de subsanación a
cargo de la parte, sino que son medios de subsanación que funcionan por iniciativa
de la parte y a cargo del mismo juez (reposición) o de otro juez superior...”
(COUTURE, 1985: 350).
El Código Procesal Civil trata genéricamente de la legitimidad para recurrir
al señalar en el segundo párrafo de su artículo 356 que “los recursos pueden for-
mularse por quien se considere agraviado con una resolución o parte de ella...”
7.2.4 Requisitos
Son requisitos de los recursos los siguientes:
A) Existencia de una resolución judicial previa.
Los recursos únicamente proceden contra las resoluciones judiciales
(conforme al art. 356 -segundo párrafo- del C.P.C.), estando excluida su
interposición respecto de otros actos procesales (para los cuales operan
los remedios).
Las resoluciones judiciales que pueden ser objeto de impugnación a través
de los recursos son los decretos, autos y sentencias.
B) Que la resolución judicial no tenga la calidad de cosa juzgada.
Los recursos -ordinarios o extraordinarios- no pueden ser planteados
contra resoluciones que han adquirido la calidad de cosa juzgada, esto
es, que son inmutables e irrevisables.
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
7.2.5 Finalidad
Para Rafael De Pina, “los recursos judiciales se establecen para garantizar
un doble interés: el de las partes y el general o público, vinculado a la necesidad
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8. RENUNCIA A RECURRIR
El Código Procesal Civil prevé la renuncia de los sujetos procesales a recurrir
en su artículo 361, el cual preceptúa que:
“Durante el transcurso del proceso, las partes pueden convenir la renuncia
a interponer recurso contra las resoluciones que, pronunciándose sobre el
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ASPECTOS GENERALES SOBRE LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
fondo, le ponen fin. Esta renuncia será admisible siempre que el derecho
que sustenta la pretensión discutida sea renunciable y no afecte el orden
público, las buenas costumbres o norma imperativa”.
De renunciar las partes expresamente a interponer medios impugnatorios
contra una resolución (ya sea que ponga o no fin al proceso), ésta adquiere la au-
toridad de cosa juzgada. Así lo establece el inciso 2) del artículo 123 del Código
Procesal Civil.
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CAPITULO XXIV
MEDIOS IMPUGNATORIOS:
RECURSO DE REPOSICION
1. SIGNIFICADO
El recurso de reposición (denominado también recurso de retractación o de
reforma o de revocación o de reconsideración o de súplica -en este último caso, si
la resolución impugnada fue dictada por un Tribunal u órgano colegiado-) es aquel
medio impugnatorio dirigido contra una resolución de mero trámite (decreto) con
el objeto de lograr que sea modificada o revocada por el mismo órgano jurisdic-
cional que la expidió o que conoce de la instancia en que aquélla tuvo lugar (si es
que hubiere sido emitida por el auxiliar jurisdiccional).
Levitán cataloga al recurso de reposición como “... un remedio (...) en virtud
del cual las partes de un proceso pueden pedir al juez o tribunal que dictó una
resolución judicial, que la deje sin efecto” (LEVITAN, 1986: 15).
Enrique Falcón le da al recurso de reposición esta significación: “... Es un
remedio procesal por el cual se tiende a obtener la modificación de una providencia
simple, por el mismo juez que la dictó, cause ésta o no gravamen...” (FALCON,
1978: 286).
Ramos Méndez señala al respecto que “el recurso de reposición es un recurso
ordinario, no devolutivo (remedio), contra las resoluciones interlocutorias dictadas
por un órgano jurisdiccional unipersonal. Mediante este remedio se persigue la
revocación de la resolución recurrida y su sustitución por otra, sin limitaciones en
cuanto a los motivos de impugnación” (RAMOS MENDEZ, 1992, Tomo II: 717).
Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar consideran
al recurso de reposición como “… un recurso no devolutivo, es decir, que se atri-
buye su conocimiento al mismo tribunal que dictó la resolución que se impugna,
y procesal, esto es, que procede sólo contra resoluciones interlocutorias, que son
715
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
aquéllas por medio de las que, aplicando normas procesales, el tribunal ejerce sus
facultades de dirección del proceso” (MONTERO AROCA; GOMEZ COLOMER;
MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003, Tomo II: 409).
Alvarez Juliá, Neuss y Wagner anotan que “... contra aquellas providencias
dictadas sin sustanciación previa, en las que puede haberse deslizado algún error
se acuerda el recurso de reposición o de revocatoria” (ALVAREZ JULIA; NEUSS;
y WAGNER, 1990: 318). Dichos autores añaden que este recurso “... se deduce
frente al mismo tribunal que expidió la providencia para que la revoque a contrario
imperio” (ALVAREZ JULIA; NEUSS; y WAGNER, 1990: 318).
Para Lino Palacio, “... el recurso de reposición o revocatoria constituye el
remedio procesal tendiente a obtener que, en la misma instancia donde una reso-
lución fue emitida se subsanen, por contrario imperio, los agravios que aquélla
pudo haber inferido” (PALACIO, 1979, Tomo V: 51).
En nuestro ordenamiento jurídico, el recurso de reposición se encuentra re-
gulado en el Capítulo II (“Reposición”) del Título XII (“Medios impugnatorios”)
de la Sección Tercera (“Actividad procesal”) del Código Procesal Civil, en los
arts. 362 y 363.
2. PROCEDENCIA
El recurso de reposición procede únicamente contra las resoluciones de mero
trámite (decretos). El artículo 362 del Código Procesal Civil versa precisamente
sobre la procedencia de este medio impugnatorio preceptuando que “el recurso de
reposición procede contra los decretos a fin de que el Juez los revoque”.
Mediante los decretos se impulsa el desarrollo del proceso, disponiendo actos
procesales de simple trámite (art. 121 -primer párrafo- del C.P.C.). Se caracterizan,
entonces, los decretos por la simplicidad de su contenido y la carencia de moti-
vación. Son expedidos por los auxiliares jurisdiccionales, siendo suscritos con su
firma completa, salvo aquellos que se expidan por el Juez dentro de las audiencias
(art. 122 -último párrafo- del C.P.C.).
En relación a este punto, Véscovi nos explica lo siguiente:
“La resoluciones recurribles mediante el recurso de reposición no son
todas, sino solamente algunas; podríamos decir las de menor importancia
en la escala, porque, justamente, este medio impugnativo se da, general-
mente, en lugar de la apelación, o cuando no corresponde la apelación.
Y este último (...) corresponde, justamente, contra las resoluciones más
trascendentales: las sentencias.
716
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE REPOSICION
3. LEGITIMACION
Tanto el demandante como el demandado se encuentran facultados para for-
mular dicho medio impugnatorio, teniendo, además, los terceros legitimados en
el proceso la potestad de presentar el recurso de reposición.
Alvarado Velloso anota que “... puede deducir el recurso cualquiera de ellas
(las partes), con la única condición de encontrarse legitimada sustancialmente
(ad causam) para hacerlos” (ALVARADO VELLOSO, 1969: 18). Añade el autor
citado que “... frente a la interposición de la reposición, debe mediar siempre un
interés genérico...” (ALVARADO VELLOSO, 1969: 18).
Como bien sostiene De Santo, “... sólo se hallan legitimados para interponer
este recurso aquellos que han recibido un agravio del pronunciamiento impugna-
do...” (DE SANTO, 1987, Tomo VIII-A: 212). Así es, el aspecto de la legitimación
para plantear el recurso de reposición no se completa solamente con la calidad
de parte o de tercero (legitimado en el proceso) que ostenta el impugnante, sino
que es indispensable, además, que tenga interés en recurrir, el mismo que deriva
del agravio que le provoca la resolución de simple trámite sobre la cual recae el
recurso. Es por ello que será desestimado el recurso de reposición dirigido contra
un decreto que no causa agravio alguno al recurrente. En ese sentido se pronuncia
Véscovi al cuando asevera que “conforme a los principios generales, como para
todo recurso, debe existir el agravio (gravamen) por la decisión impugnada. Por
eso se ha dicho que las providencias (simples), que acceden a los petitorios de las
partes, no pueden ser recurridas por quienes así lo han peticionado” (VESCOVI,
1988: 92).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE REPOSICION
6. TRAMITACION
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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CAPITULO XXV
MEDIOS IMPUGNATORIOS:
RECURSO DE APELACION
1. CONCEPTO
Según Alsina, “... el recurso de apelación es el medio que permite a los liti-
gantes llevar ante el tribunal de segundo grado una resolución estimada injusta,
para que la modifique o revoque, según el caso...” (ALSINA, 1961, Tomo IV: 207).
En opinión de Eduardo Pallares, “el recurso de apelación es el que se inter-
pone ante el juez de primera instancia para que el tribunal de segunda modifique
o revoque la resolución contra la cual aquél se hace valer...” (PALLARES, 1989:
451).
Ramos Méndez sostiene que “el recurso de apelación es un recurso ordinario,
devolutivo, que procede contra las sentencias definitivas de todo negocio y los
autos resolutorios de excepciones dilatorias e incidentes (...) y autos resoluto-
rios de un recurso de reposición contra providencias y autos (...). Es el recurso
devolutivo por excelencia, mediante el cual el Tribunal ad quem examina la
corrección y regularidad de la resolución dictada por el tribunal a quo, según
los motivos de gravamen que aduzca el apelante” (RAMOS MENDEZ, 1992,
Tomo II: 722).
Micheli se ha formado la siguiente idea del recurso materia de nuestro estudio:
“La apelación es el medio de impugnación mediante el cual se puede hacer valer
cualquier vicio de la sentencia (...). La función de la apelación es, pues, la de abrir
una nueva fase procesal del mismo juicio, en la cual puede continuar el proceso
precedente y en la que se ve de nuevo cuanto el juez ha decidido...” (MICHELI,
1970, Volumen II: 305-306).
Kielmanovich califica al recurso de apelación como “... el acto procesal
de impugnación mediante el cual la parte que se considera agraviada por una
721
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
2. OBJETO
Las resoluciones judiciales (autos y sentencias) constituyen el objeto del re-
curso de apelación. Este es un acto procesal de impugnación dirigido a poner en
evidencia el error o vicio en que incurrió el órgano jurisdiccional y que se halla
contenido en una resolución, la misma que se espera sea modificada o dejada sin
efecto por el Juez ad quem.
Es objeto, pues, del recurso de apelación toda resolución judicial (auto o
sentencia) que adolece de vicio o error y que, por lo tanto, causa agravio a alguno
de los justiciables. Y aquélla puede ser apelada en todo o en parte, sujetándose
la impugnación a lo expresamente manifestado por el agraviado en su recurso
respecto de los alcances del vicio o error alegados por él.
722
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
3. PROCEDENCIA
El artículo 365 del Código Procesal Civil trata sobre la procedencia del recurso
de apelación en los siguientes términos:
“Procede apelación:
1. Contra las sentencias, excepto las impugnables con recurso de casa-
ción y las excluidas por convenio entre las partes;
2. Contra los autos, excepto los que se expidan en la tramitación de una
articulación y los que este Código excluya; y
3. En los casos expresamente establecidos en este Código [C.P.C.]”.
Mediante la sentencia el Juez pone fin a la instancia o al proceso en definitiva,
pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre la cuestión contro-
vertida declarando el derecho de las partes, o excepcionalmente sobre la validez
de la relación procesal (art. 121 -último párrafo- del C.P.C.).
Por otro lado, mediante los autos (o resoluciones interlocutorias) el Juez resuelve
la admisibilidad o el rechazo de la demanda o de la reconvención, el saneamiento,
interrupción, conclusión y las formas de conclusión especial del proceso; el con-
cesorio o denegatorio de los medios impugnatorios, la admisión, improcedencia o
modificación de medidas cautelares y las demás decisiones que requieran motivación
para su pronunciamiento (art. 121 -segundo párrafo- del C.P.C.).
723
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
724
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
El artículo 370 del Código Procesal Civil versa sobre la competencia del Juez
superior en la apelación estableciendo simplemente que:
“El juez superior no puede modificar la resolución impugnada en per-
juicio del apelante, salvo que la otra parte también haya apelado o se
haya adherido o sea un menor de edad. Sin embargo, puede integrar la
resolución apelada en la parte decisoria, si la fundamentación aparece en
la parte considerativa.
Cuando la apelación es de un auto, la competencia del superior sólo
alcanza a éste y a su tramitación”.
5. E L P R I N C I P I O “ TA N T U M D E V O L U T U M Q U A N T U M
APELLATUM”
“Dentro del principio dispositivo se incluye éste que se menciona como el de
‘tantum devolutum quantum appellatum’, puesto que significa que el efecto
devolutivo, que traslada los poderes de decisión al tribunal superior, está limitado
por la apelación. También se expresa diciendo que el agravio es la medida de la
apelación” (VESCOVI, 1988: 159).
En relación a lo expuesto, Loutayf Ranea afirma que “... el tribunal de segunda
instancia sólo puede conocer y decidir aquellas cuestiones a las que ha limitado la
apelación el recurrente. No tiene más facultades de revisión que aquellas que han
sido objeto del recurso; sólo puede ser revisado lo apelado: tantum devolutum
quantum apellatum. No puede dar más de lo pedido por el apelante; pero tampo-
co puede resolver en perjuicio del apelante si no existe recurso de la contraparte”
(LOUTAYF RANEA, 1989, Tomo 1: 117).
Máximo Castro estima que “... la regla tantum apellatum quantum devolu-
tum, no puede interpretarse en la forma restrictiva y estricta con que la sostenían
los romanistas, pues cuando se ha apelado, se entiende que vuelven a ser puestos en
tela de juicio la totalidad de las razones, argumentos o motivos que se han aducido
en el pleito, es decir, tanto los que el juez ha invocado como fundamento de su
sentencia, como los que desechó por no creer que debía tomarlos en consideración”
(CASTRO, 1927, Tomo II: 233).
De la Rúa opina al respecto que el principio de congruencia “... tiene en se-
gunda instancia manifestaciones específicas; más limitantes y rigurosas, porque el
juicio de apelación tiene un objeto propio, que son las pretensiones impugnativas de
los recurrentes, y la voluntad de éstos limita o condiciona más al juez del recurso.
Sus agravios constituyen el ámbito exclusivo sobre el cual debe resolver: tantum
devolutum quantum apellatum. Su competencia funcional está determinada por
725
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
los motivos invocados por el recurrente en función de los agravios por el perjuicio
ocasionado por el fallo... Esto significa que para habilitar al tribunal de alzada debe
existir un recurso válido y deducido por parte legítima que padezca un perjuicio
e invoque un agravio, lo mantenga y no lo desista, y verse sobre cuestiones pro-
puestas en la instancia inferior...” (DE LA RUA; citado por LOUTAYF RANEA,
1989, Tomo 1: 116).
El principio “tantum devolutum quantum apellatum” guarda relación con
el de plenitud de la jurisdicción por cuanto ésta resulta afectada al restringirse
el conocimiento del órgano judicial revisor al marco de la apelación. En lo
concerniente a esto, Alsina señala que “... el principio de la plenitud de la juris-
dicción sufre una limitación en los casos en que el recurso se interpone contra
una parte de la sentencia, pues, entonces, el tribunal no puede pronunciarse
sino sobre lo que es materia del mismo. Es lo que se expresa con el aforismo
tantum devolutum quantum apellatum o sea que los poderes del tribunal de
apelación se hallan limitados por la extensión del recurso” (ALSINA, 1961,
Tomo IV: 416).
726
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
considera que “este principio procesal halla su justificación en cuanto quien ataca
un pronunciamiento procura mejorar su situación en el juicio y no empeorarla,
cosa que ocurriría si mediante su propia impugnación dicho pronunciamiento se
alterara en su contra, máxime si el adversario lo consintió” (DE SANTO, 1987,
Tomo VIII-A: 127). De Santo pone de relieve que la prohibición de la reformatio
in peius “... reconoce su fundamento en el principio dispositivo e implica, en
definitiva, una señalada reducción de los poderes de los jueces superiores, que no
pueden alterar el pronunciamiento sometido a su revisión en perjuicio del propio
recurrente” (DE SANTO, 1987, Tomo VIII-A: 135).
“La prohibición de reformatio in peius constituye también una aplicación
del principio de ‘congruencia’; este principio alude a la correlación que debe
existir entre las resoluciones judiciales y las pretensiones o peticiones de las
partes. La medida de la apelación está determinada por los agravios (tantum
devolutum quantum apellatum) y el tribunal de alzada no puede ir más allá de
los límites marcados por el recurso y los agravios; por ello no puede modificar
la resolución en grado en perjuicio del único apelante, siendo que no ha existido
apelación de la otra parte tendiente a buscar tal resultado. Sería incongruente y
violaría el principio dispositivo la resolución del tribunal ad quem que perjudi-
cara al apelante en beneficio de la otra parte que no apeló; si esta última hubiera
querido o hubiera hallado motivos para apelar y procurar la modificación en su
favor de la resolución en grado, hubiera debido utilizar el medio idóneo que el
ordenamiento legal le concede para procurarlo; pero ello depende de la inicia-
tiva privada, y en caso de faltar esta iniciativa, el tribunal de alzada no puede
suplirla so riesgo de caer en violación del principio dispositivo...” (LOUTAYF
RANEA, 1989, Tomo 1: 148).
En relación al principio de la prohibición de la reformatio in peius, el Código
Procesal Civil, en el primer párrafo de su artículo 370, establece con precisión que:
“El juez superior no puede modificar la resolución impugnada en per-
juicio del apelante, salvo que la otra parte también haya apelado o se
haya adherido o sea un menor de edad. Sin embargo, puede integrar la
resolución apelada en la parte decisoria, si la fundamentación aparece en
la parte considerativa”.
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
8. LEGITIMIDAD EN LA APELACION
Atendiendo al principio dispositivo que rige en materia recursiva, la apelación
procede a iniciativa de parte, constituyendo una facultad de los sujetos procesales
(demandante, demandado y terceros legitimados) o de sus representantes o de sus
abogados patrocinantes (si cuentan, estos últimos, con facultades generales de
representación), quienes pueden ejercitarla o no.
La legitimidad para apelar no implica tan sólo reunir la condición de parte
o de tercero legitimado o de representante o de abogado patrocinante, sino que
es indispensable, además, que el impugnante tenga interés para apelar, el cual,
insistimos, deriva del agravio o perjuicio efectivamente producido por la reso-
lución recurrida. Es por ello que una resolución es susceptible de ser apelada
por una o por ambas partes, pues el agravio puede afectar a una sola de ellas o
también a las dos.
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MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
Para Couture, “... sujetos titulares del recurso de apelación son las partes...”
(COUTURE, 1985: 360). El indicado jurista hace notar que “... estando subordi-
nada la facultad de apelar al hecho de no haber visto satisfechas las pretensiones
deducidas en juicio, se llega naturalmente a la conclusión de que sólo puede hacer
valer el recurso el que ha visto insatisfecha alguna de sus aspiraciones. Si la sen-
tencia rechaza totalmente una pretensión, es apelable íntegramente; si la acoge
sólo en parte, es apelable en cuanto desecha; si la acoge totalmente, es inapelable”
(COUTURE, 1985: 361).
Tendrá legitimidad activa el apelante o apelantes (sea demandante o demanda-
do o tercero legitimado o sus representantes o abogados patrocinantes), contando,
en cambio, con legitimidad pasiva el o los apelados (el sujeto procesal a quien
favorece la resolución judicial recurrida, ya sea el actor o su adversario o el tercero
legitimado); nunca el Juez que emitió la resolución materia de reclamo. En cuanto
a la legitimidad para apelar es indiferente la posición procesal de demandante,
demandado o tercero legitimado que ostente el impugnante en el litigio porque a
todos ellos se les reconoce facultades impugnatorias.
La calidad de parte o de tercero legitimado necesarias para interponer un
recurso de apelación se hallan previstas en el artículo 364 del Código Procesal
Civil, el mismo que preceptúa que “el recurso de apelación tiene por objeto que
el órgano jurisdiccional examine, a solicitud de parte o de tercero legitimado
(el resaltado es nuestro), la resolución que les produzca agravio...”.
9. LA ADHESION A LA APELACION
La adhesión a la apelación, llamada también apelación adhesiva o derivada,
es aquel instituto procesal que tiene lugar cuando una resolución judicial produce
agravio a ambas partes por lo que, planteado, concedido y corrido traslado del
recurso de apelación correspondiente, la otra parte o su representante se adhiere
a él dentro del plazo que tiene para absolver dicho traslado, no coadyuvando a
los intereses de quien interpuso tal recurso ni simplemente contradiciendo los
fundamentos o alegaciones contenidas en él (lo que supondría su absolución),
sino solicitando, al igual que el apelante, que se modifique o revoque la reso-
lución cuestionada en lo que resulte agraviante o perjudicial para el adherente
y en base a la propia fundamentación del último o, inclusive, a la invocada por
el apelante.
Monroy Cabra dice de la impugnación adhesiva que se da “cuando quien
impugna se adhiere y hace suyos los motivos de la apelación, en cuanto la pro-
videncia le fuere desfavorable respecto de la impugnación principal o incidental
propuesta por la otra parte” (MONROY CABRA, 1979: 333).
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
por propia iniciativa sino que se aprovecha de la del apelante para cuestionar la
decisión judicial aunque con otros argumentos y en procura de salvaguardar sus
intereses personales.
En lo concerniente a los requisitos de la adhesión a la apelación, Casarino
Viterbo asevera que “... dos requisitos (...) deben concurrir para que pueda tener
lugar la adhesión a la apelación: que la sentencia de primera instancia cause agra-
vios al apelado; y que exista una apelación contraria pendiente” (CASARINO
VITERBO, 1984, Tomo IV: 253).
El legitimado para formular adhesión a la apelación es el (los) apelado (s), o
sea, la contraparte de quien planteó el recurso de apelación. De ninguna manera
el litisconsorte del apelante puede adherirse a la apelación por encontrarse en la
misma posición procesal (activa o pasiva) que él.
Es materia de discusión el determinar si la adhesión a la apelación es autónoma
o subordinada respecto del recurso del mismo nombre. Para unos dicho instituto
procesal reúne las características de todo recurso de apelación sin serlo, por lo que,
en consecuencia, es autónomo; su naturaleza adhesiva supone que requiere de la
apelación para poder emerger, lo que no le resta autonomía en la medida que, una
vez producida la adhesión, su eficacia no está condicionada a la subsistencia del
trámite correspondiente al recurso de apelación. Para otros, en cambio, la adhesión
no es una figura independiente por cuanto se halla subordinada a la apelación y,
precisamente por ser accesoria de ella, sigue su suerte. A nuestro parecer, la primera
de las posiciones descritas es la más acertada, máxime si se tiene en cuenta que,
por ejemplo, el desistimiento del recurso de apelación no afecta el trámite de la
adhesión a dicho medio impugnatorio.
El Código Procesal Civil, acerca de la adhesión al recurso de apelación, es-
tablece lo siguiente:
- En los procesos de conocimiento y abreviado, al contestar el traslado del
escrito de apelación contra la sentencia (que se confiere por el plazo
de diez días), la otra parte podrá adherirse al recurso, fundamentando
sus agravios, de los que se conferirá traslado al apelante por diez días. Si
hubo adhesión, con la absolución del apelante el proceso queda expedi-
to para ser resuelto, con la declaración del Juez superior en tal sentido,
señalando día y hora para la vista de la causa (art. 373 -tercer, cuarto y
quinto párrafos- del C.P.C.).
- En los procesos de conocimiento y abreviado el plazo para adherirse
a la apelación de autos con efecto suspensivo y para su contestación
es de tres días de conferido el traslado del recurso o de la adhesión,
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MANUAL DEL PROCESO CIVIL
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MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
instancia, del asunto judicial resuelto en la primera por el juez o tribunal de cuya
resolución se recurre. Es, pues, un auténtico acto de iniciación procesal al que cabe
llamar demanda, si a este término se le da el significado amplio que verdaderamente
merece. E incluso cabe observar que se trata de una demanda pura y simple, y no
mixta o compleja, porque el escrito de interposición del recurso contiene la simple
petición de que el proceso de apelación dé comienzo y no encierra la pretensión
procesal de fondo, de eliminación y sustitución de la resolución recurrida, la cual
queda reservada para un momento ulterior de la tramitación” (GUASP, 1968,
Tomo I: 739-740).
La interposición del recurso de apelación resulta ser entonces la declaración
expresa de voluntad de quien se siente perjudicado con alguna resolución dirigida
a introducir el indicado medio impugnativo al proceso a fin de obtener la modi-
ficación de aquélla. Dicho acto procesal de introducción del recurso, que adopta,
por lo general, la forma escrita, inicia, pues, el procedimiento de revisión de una
resolución y se plantea ante el mismo órgano jurisdiccional que la expidió. El re-
curso debe observar los requisitos de ley porque sino su interposición sería inútil
al devenir en ineficaz dicho medio impugnatorio.
El escrito que contiene el recurso de apelación debe comprender el pedido
claro y expreso de revocación y/o anulación de una resolución judicial, así como
la fundamentación de hecho y de derecho correspondiente (de conformidad con
el art. 358 del C.P.C.), a no ser que la resolución recurrida se trate de un auto
expedido en una audiencia, en cuyo caso la apelación se interpone de inmediato
(verbalmente), pero su motivación y demás requisitos pueden ser cumplidos en
momento posterior y por escrito.
La apelación contra las sentencias se interpone dentro del plazo previsto en
cada vía procedimental, contado desde el día siguiente a su notificación (art. 373
-primer párrafo- del C.P.C.). Así tenemos que:
- En los procesos de conocimiento, el plazo para apelar la sentencia es de
10 días (art. 478 -inc. 13)- del C.P.C.).
- En los procesos abreviados, el plazo para apelar la sentencia es de cinco
días (art. 491 -inc. 12)- del C.P.C.).
- En los procesos sumarísimos, el plazo para apelar la sentencia es de tres
días (art. 556 -primera parte- del C.P.C.).
- En los procesos únicos de ejecución, el plazo para apelar el auto que
resuelve la contradicción, poniendo fin a tales procesos (por lo que dicha
resolución se homologa a una sentencia), es de tres días (art. 691 -primer
párrafo- del C.P.C.).
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MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
(...) en esta tarea no se encuentra vinculado ni por la voluntad de las partes ni por
resolución del juez en grado por más que se encuentre consentida” (LOUTAYF
RANEA, 1989, Tomo 2: 6). Añade Loutayf Ranea que “cuando el recurso es in-
admisible por darse circunstancias que impedían su concesión, si el juez en grado
no lo ha denegado, lo debe hacer el tribunal de apelaciones; y en tal caso, como
está frente a un recurso concedido -aunque no debía haberlo sido-, la declaración
de inadmisibilidad se hace generalmente mediante una resolución que, expresando
los fundamentos, declara ‘mal concedido’ el recurso (sin perjuicio de que también
sería correcto utilizar la expresión genérica de declarar ‘inadmisible’ el recurso). En
este caso, la resolución del tribunal de apelaciones que declara mal concedida una
apelación tiene efecto de revocatoria de la providencia del juez que la concedió”
(LOUTAYF RANEA, 1989, Tomo 2: 7-8).
El artículo 367 del Código Procesal Civil trata precisamente sobre la admi-
sibilidad e improcedencia del recurso de apelación en los siguientes términos:
“La apelación se interpone dentro del plazo legal ante el Juez que expi-
dió la resolución impugnada, acompañando el recibo de la tasa judicial
respectiva cuando ésta fuera exigible.
La apelación o adhesión que no acompañen el recibo de la tasa, se in-
terpongan fuera del plazo, que no tengan fundamento o no precisen el
agravio, serán de plano declaradas inadmisibles o improcedentes, según
sea el caso.
Para los fines a que se refiere el Artículo 357° [del C.P.C., según el cual
los medios impugnatorios se interponen ante el órgano jurisdiccional que
cometió el vicio o error, salvo disposición en contrario; y se atenderá a
la formalidad y plazos previstos en el Código adjetivo para cada uno], se
ordenará que el recurrente subsane en un plazo no mayor de cinco días, la
omisión o defecto que se pudiera advertir en el recibo de pago de la tasa
respectiva, en las cédulas de notificación, en la autorización del recurso
por el Letrado Colegiado o en la firma del recurrente, si tiene domicilio
en la ciudad sede del órgano jurisdiccional que conoce de la apelación.
De no subsanarse la omisión o defecto, se rechazará el recurso y será
declarado inadmisible.
Si el recurrente no tuviera domicilio procesal en la ciudad sede del órgano
jurisdiccional que conoce de la apelación, tramitará la causa de manera
regular y será el Juez quien ordene la correspondiente subsanación del error.
El superior también puede declarar inadmisible o improcedente la apela-
ción, si advierte que no se han cumplido los requisitos para su concesión.
En este caso, además, declarará nulo el concesorio”.
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por parte de los justiciables o sus representantes. Para tal efecto son elevados los
autos de oficio por el Juez a quo.
La consulta constituye un trámite obligatorio en los supuestos que determina
el ordenamiento jurídico y está dirigida a desterrar la posibilidad del error judicial,
que resultaría significativa si la cuestión litigiosa se debatiera en una sola instancia.
Opera en situaciones sumamente relevantes (como cuando se aplican normas de
rango constitucional) o en procesos en los que puede producirse indefensión u otra
situación grave para los intereses de alguna de las partes.
Para Loutayf Ranea, “... la ‘consulta’ es una institución sui generis, es decir,
que tiene entidad propia; a través de ella se impone el deber al juez a quo de elevar
el expediente al tribunal ad quem, y a éste de efectuar un control de la sentencia
dictada en la instancia anterior, en los supuestos específicamente señalados por la
ley” (LOUTAYF RANEA, 1989, Tomo 2: 401-402).
Según Devis Echandía, “tiene lugar la consulta de la sentencia cuando el
legislador dispone que sea necesaria y oficiosamente revisada por el superior, sin
lo cual no se ejecutoría...” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II: 641).
Peyrano refiere que “... la ‘consulta’ la formula un tribunal a su alzada res-
pectiva con el objeto de que ésta revise lo resuelto por el a quo, medie o no,
concomitantemente, un recurso de apelación interpuesto por parte interesada.
Es decir que emitido un cierto tipo de pronunciamiento, el tribunal emisor debe
elevar -por voluntad de la ley y no de las partes- lo actuado al superior para que
éste decida -en definitiva- sobre el mantenimiento o modificación de lo resuelto
por el inferior. Ahora bien, ¿qué tipo de pronunciamientos justifica tal flagrante
apartamiento de los principios comunes en materia de apertura de la instancia de
alzada (que habitualmente, se abre única y exclusivamente mediante la deducción
de los recursos de apelación y nulidad)? Pues tales pronunciamientos son aquellos
en los cuales no obstante haberse respetado formalmente la garantía del ‘debido
proceso’, de todos modos se corre el riesgo de que en la realidad de los hechos
resulte menoscabado el principio de marras...” (PEYRANO; citado por LOUTAYF
RANEA, 1989, Tomo 2: 402-403).
La consulta se encuentra regulada en el Título XIV de la Sección Tercera
(“Actividad procesal”) del Código Procesal Civil, en los arts. 408 y 409.
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la consulta, ha
establecido lo siguiente:
- “... La consulta es un medio impugnatorio cuya procedencia está espe-
cíficamente prevista en la ley y se aplica en aquellos casos en los que
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esté de por medio el orden público o las buenas costumbres, así como la
propia eficacia del sistema jurídico en los casos en que el Juzgador ejerce
las funciones de contralor de la constitucionalidad de las leyes. (...) Que
por tal razón, la consulta es de uso restrictivo, obligatorio y se promueve
de oficio” (Casación Nro. 230-96 / La Libertad, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 12-05-1998, pág. 1008).
- “... La consulta es un mecanismo legal obligatorio destinado a la revisión
de oficio de determinadas resoluciones judiciales cuya finalidad es la de
aprobar y desaprobar el contenido de ellas previniendo el cometer irre-
gularidades, malas prácticas legales o erróneas interpretaciones jurídicas,
toda vez que la finalidad abstracta del proceso es la de lograr la paz social
en justicia...” (Casación Nro. 2279-99 / Callao, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 17-09-2000, pág. 6299).
- “... El Artículo trescientos sesenticuatro del Código Procesal Civil, esta-
blece que el recurso de apelación tiene por objeto que el órgano jurisdic-
cional superior examine, a solicitud de parte o de tercero legitimado la
resolución que le produzca agravio, con el propósito de que sea anulada
o revocada, total o parcialmente. (...) Que, la situación de la consulta es
diferente, porque se eleva el expediente para que la sentencia de primera
instancia sea aprobada o desaprobada” (Casación Nro. 3154-98 / La
Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 21-09-1999, págs.
3567-3568).
- “... La consulta de una resolución procede cuando el legislador dispone,
en atención a determinados supuestos, que ella sea necesaria y oficiosa-
mente revisada por el Superior, sin lo cual no se ejecutaría...” (Casación
Nro. 1167-2000 / Huánuco, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
02-01-2001, pág. 6691).
- “... Representa (la consulta) el último acto procesal de aquellos procesos
que por mandato de la ley deben ser susceptibles de revisión ante el
Colegiado...” (Casación Nro. 2279-99 / Callao, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 17-09-2000, pág. 6299).
- “... La consulta implica la revisión del fallo, la cual no se limita al aspecto
procesal y [...] procede de oficio en los casos que la ley lo establece...”
(Casación Nro. 1405-2002 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Pe-
ruano el 31-01-2003, pág. 9929).
- “... Si bien la elevación en consulta debe generar en principio la apro-
bación o desaprobación de la resolución consultada, no existe ningún
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11.2 Procedencia
El artículo 408 del Código Procesal Civil norma la procedencia de la consulta
en estos términos:
“La consulta sólo procede contra las siguientes resoluciones de primera
instancia que no son apeladas:
1. La que declara la interdicción y el nombramiento de tutor o curador;
2. La decisión final recaída en proceso donde la parte perdedora estuvo
representada por un curador procesal;
3. Aquella en la que el Juez prefiere la norma constitucional a una legal
ordinaria; y
4. Las demás que la ley señala.
También procede la consulta contra la resolución de segunda instancia
no recurrida en casación en la que se prefiere la norma constitucional.
En este caso es competente la Sala Constitucional y Social de la Corte
Suprema”.
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11.3 Trámite
El trámite de la consulta se halla previsto en el artículo 409 del Código Pro-
cesal Civil, el cual preceptúa que:
“Cuando proceda la consulta, el expediente es elevado de oficio.
El Auxiliar jurisdiccional enviará el expediente al superior dentro de cinco
días, bajo responsabilidad.
La resolución definitiva se expedirá dentro de los cinco días siguientes a
la vista de la causa. No procede el pedido de informe oral.
Durante la tramitación de la consulta, los efectos de la resolución quedan
suspendidos”.
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apelación por su cliente debe contar con las facultades generales de re-
presentación del artículo 74 del Código Procesal Civil que pueden ser
otorgadas extrajudicial o judicialmente conforme a los artículos 72 y
80 del mismo cuerpo legal, pues sólo así se encontrarán comprendidas
dentro de sus facultades la de impugnación conforme al artículo 290 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial. [...] Que contra tal razonamiento no
incide el artículo 364 del Código Procesal Civil, que regula el objeto de la
apelación señalando que tal medio [impugnatorio] puede ser interpuesto
a solicitud de parte o tercero legitimado, pues [...] el artículo 290 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial tan sólo precisa que la facultad de apelar
por el abogado se comprende dentro de las generales de representación
que se otorguen conforme al artículo 74 del Código Procesal Civil. [...]
Que en el caso sub-examine no se advierte delegación de facultades al
abogado conferidas conforme al artículo 80 del Código Procesal Civil,
ni se aprecia que extrajudicialmente se hayan otorgado dichas faculta-
des, de modo que el letrado que suscribe la apelación no se encontraba
facultado para ello...” (Casación Nro. 3811-2002 / San Martín, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 31-08-2004, pág. 12682).
- “... Del artículo 364 del Código Formal [C.P.C.] no se desprende que
el acto de apelación sea uno de disposición de derechos sustantivos y
de acuerdo con el artículo 290 de la Ley Orgánica del Poder Judicial,
el abogado no requiere poder especial para impugnar por su cliente...”
(Casación Nro. 2683-2003 / Sullana, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 28-02-2005, págs. 13694-13695).
- “... Por resolución expedida por la Sala Civil [...] se declaró nulo el
concesorio de apelación [...] e inadmisible el recurso de su propósito
[...] por considerar que el abogado [...] no se encontraba facultado para
impugnar la sentencia expedida en primera instancia por no contar con
poder especial para interponer el respectivo recurso de apelación; [...] el
artículo setenticinco del Código Procesal Civil no dispone que para la
interposición de medios impugnatorios se requiera del otorgamiento de
facultades especiales; [...] la Sala al haber declarado Nulo el concesorio
de apelación e inadmisible el recurso de su propósito vulneró el derecho
de defensa del recurrente al imposibilitarlo de acceder a la instancia su-
perior...” (Casación Nro. 2674-2000 / Ica, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 30-04-2001, pág. 7208).
- “... Pese a que en efecto, en materia de representación procesal rige el
principio de literalidad del poder por el cual las facultades especiales no
se presumen sino deben conferirse expresamente, debe considerarse que
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- “... Del análisis del primer párrafo del artículo 369 del Código Adjetivo
[C.P.C.], se puede inferir que las apelaciones diferidas comportan simple-
mente la reserva de su trámite a fin de que, en lugar de formar el cuaderno
de apelación sin efecto suspensivo y elevarlo inmediatamente a la instancia
superior, sea resuelto por dicha instancia conjuntamente con la sentencia
u otra resolución que el Juez señale, en aplicación de los principios de
Celeridad y Economía Procesal, lo que significa que las dichas apelacio-
nes -las diferidas- únicamente se encuentran en estado de suspensión y la
activación del trámite se produce con la sola existencia de una sentencia
apelada o de la resolución que el Juez señale, con prescindencia de la
parte que ha planteado el medio impugnatorio; criterio que se corrobora
cuando en el último párrafo de la norma procesal ya glosada, se señala
que únicamente la falta de apelación de la sentencia o de la resolución
señalada por el Juez determina la ineficacia de la apelación diferida, sin
distinguir una parte procesal, esto es, no señala que la falta de apelación
de la sentencia de la parte a quien se concedió la apelación sea la que
produzca la ineficacia de la apelación diferida...” (Casación Nro. 2591-
2006 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 05-01-2007,
pág. 18371).
- “... El artículo trescientos sesentinueve del [...] Código Procesal Civil, es-
tablece que en el caso de las apelaciones que tienen la calidad de diferidas,
la falta de apelación de la sentencia determina la ineficacia de la apelación
diferida, por lo que [...] apreciándose que [...] mediante resolución [...] se
ha declarado consentida la sentencia expedida en el expediente principal
por no haber sido impugnada, en consecuencia la apelación concedida
[...] devino en ineficaz, por lo que el superior jerárquico no podía pro-
nunciarse respecto de ella, dado que la condición para ello no había sido
observada por la recurrente con arreglo a Ley...” (Casación Nro. 1657-98 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-07-2001, págs.
7532-7533).
- “... Del análisis del artículo 369 del Código Procesal Civil [...] se
aprecia que la única causa para declarar la ineficacia de la apelación
concedida sin efecto suspensivo, y por tanto diferida, es que no se
haya apelado de la sentencia, porque evidentemente el pronuncia-
miento de primera instancia no será revisado por el superior; mas no
puede considerarse motivo de ineficacia de dicho concesorio cuando
la sentencia es apelada por la parte contraria, ya que evidentemente
no corresponde apelar de un fallo favorable...” (Casación Nro. 3003-
2006 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-01-2007,
págs. 18624-18625).
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del artículo ciento setentiuno del Código Procesal Civil, pues se trata
de un acto procesal que carece de los requisitos indispensables para la
obtención de su finalidad; siendo así, la sentencia de vista ha sido expe-
dida transgrediendo el debido proceso y, particularmente, el derecho de
prueba del demandante [...], pues no se admitió o desestimó formalmente
la prueba ofrecida...” (Casación Nro. 3764-06 / Junín, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 03-01-2008, págs. 21385-21386).
- “... La actora al apelar de la sentencia del a-quo también ofreció los
medios probatorios que a su derecho corresponde. En tal virtud, aten-
diendo a la naturaleza del proceso y en estricta armonía a lo previsto en
el artículo 374 del Código Procesal Civil, es tarea de la Sala Superior
evaluar la pertinencia de dichos medios probatorios para dirimir la litis.
En el presente caso no existe ningún pronunciamiento de la indicada
Sala Superior sobre la pertinencia o impertinencia de dichas pruebas,
pese a que las mismas fueron ofrecidas conjuntamente con el recurso
de apelación. [...] Consecuentemente, habiéndose determinado que la
decisión impugnada contraviene el debido proceso e infringe la norma
procesal antes enunciada, el presente medio impugnatorio [recurso de
casación] debe declararse fundado y casarse la sentencia impugnada,
ordenándose que se emita una nueva resolución...” (Casación Nro. 875-
2007 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-01-2008,
págs. 21421-21422).
- “... La mencionada norma [art. 374 del C.P.C., sobre ofrecimiento de
medios probatorios en la apelación de sentencias] establece que en caso
de que dichos medios probatorios sean admitidos, es decir sean recep-
cionados por el Colegiado, declaración que no implica una calificación
de los mismos, se fijará fecha para una audiencia especial probatoria...”
(Casación Nro. 650-2001 / Lambayeque, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 05-11-2001, págs. 7906-7907).
- “... En aplicación del principio de contradicción o de bilateralidad, el cual
implica que todos los actos procesales deben realizarse con el conocimien-
to previo y oportuno de las partes, los medios probatorios que se ofrezcan
con el escrito de apelación y que sean admitidos por el Colegiado, deben
ser puestos en conocimiento de la otra parte, a fin de garantizar su derecho
de defensa, en virtud del cual puede plantear las cuestiones probatorias
que estime pertinentes o cuestionar la eficacia probatoria de los mismos
en la misma audiencia especial [probatoria]...” (Casación Nro. 650-2001 /
Lambayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 05-11-2001,
págs. 7906-7907).
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12.17 Jurisprudencia casatoria relacionada con los poderes del órgano judicial
que resuelve la apelación
La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a los poderes del
órgano judicial que resuelve la apelación (lo que abarca, en resumidas cuentas, lo
atinente a su competencia, al principio tantum apellatum cuantum devolutum, al
principio de plenitud, al principio de la prohibición de la reforma en perjuicio del
apelante, a la potestad del órgano judicial revisor de integrar la resolución recurrida
en caso de omisión de pronunciamiento sobre algún punto controvertido, etc.), ha
establecido lo siguiente:
- “... La calidad revisora del Juzgador Superior supone la facultad para
analizar los hechos, el material probatorio y el derecho aplicado y en su
caso exponer los que en su perspectiva están acreditados y que [sic -léase
qué-] normatividad legal es aplicable, no encontrándose obligado por los
argumentos que desde su óptica parcializada invoca el apelante...” (Ca-
sación Nro. 2940-01 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
02-02-2002, pág. 8321).
- “... En virtud al principio dispositivo en materia de impugnación los Jueces
Superiores solamente pueden conocer los agravios que fueron invocados
oportunamente por las partes y que fueron objeto de debate contradictorio;
no siendo posible por ende que en vía de apelación se conozcan hechos
nuevos por cuanto ello implicaría una vulneración de lo previsto en el
artículo sétimo del Título Preliminar del Código adjetivo, que establece
que el Juez no pude [sic -léase no puede-] ir más allá del petitorio ni fun-
dar su decisión en hechos diversos de los que han sido alegados por las
partes...” (Casación Nro. 2647-2000 / Arequipa, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 30-01-2001, pág. 6789).
- “... La Sala Revisora, al amparo del artículo trescientos sesenticuatro del
Código Procesal Civil, tiene la obligación de examinar y pronunciarse en si
[sic -léase en su-] sentencia, respecto del recurso de apelación interpuesto
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- “... El artículo 370 del Código Procesal Civil [...] determina la competencia
del Juez Superior, señalando que éste no puede modificar la resolución
impugnada en perjuicio del apelante, salvo que la otra parte también haya
apelado o se haya adherido. [...] Que, en el caso de autos, [...] el deman-
dante interpuso recurso de apelación contra la sentencia expedida por el
Juez de Primera Instancia; no habiendo la parte demandada apelado contra
la misma ni tampoco presentado el recurso de adhesión; resultando de
aplicación al caso sub litis el principio que establece ‘que sólo conoce el
Tribunal de apelación aquello que el apelante plantea’. Que, siendo esto
así, habiendo el organismo Superior modificado la resolución impugnada
en perjuicio del apelante, se ha contravenido el derecho del actor a un
debido proceso...” (Casación Nro. 2705-2005 / Cajamarca, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 03-10-2006, pág. 17189).
- “... Se advierte que ciertamente se ha infringido el artículo trescientos
setenta del Código adjetivo [C.P.C.], que consagra la reformatio in pejus,
que es inmanente del principio dispositivo, pues el Superior no puede
modificar la resolución impugnada en perjuicio del apelante, salvo que la
otra parte también haya apelado o se haya adherido, lo que no ha ocurrido
en el presente caso...” (Casación Nro. 1906-2000 / Cuzco, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 30-04-2001, págs. 7165-7166).
- “... El Colegiado Superior tiene plenitud de poder revisar, conocer y decidir
sobre todas las cuestiones propuestas y resueltas por el juez inferior, sin
embargo, cabe precisar que la extensión de los poderes de la instancia de
alzada está presidida por un postulado que limita el conocimiento del supe-
rior, recogido históricamente en el aforismo: tantum appellatum quantum
devolutum, en virtud del cual el Tribunal de alzada solo puede conocer
mediante la apelación de los agravios que afectan al impugnante; [...] el
postulado referido funciona como una limitación al tema objeto de la alzada
que se manifiesta concretamente en el principio denominado ‘reformatio
in peius’ por el cual no se puede modificar la resolución impugnada en
perjuicio del apelante, el mismo que se encuentra recogido en el artículo
trescientos setenta del Código Procesal Civil, norma que se funda en la
presunción iure et de iure que quien no recurre consiente lo desfavorable
de la resolución dictada, aun cuando lo resuelto por el inferior le sea bene-
ficioso en líneas generales...” (Casación Nro. 36-2001 / Lima, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 31-07-2001, pág. 7460).
- “... Por el principio procesal [de] ‘reformatio in peius’, se prohíbe toda
posibilidad de reforma de la situación jurídica definida en primera ins-
tancia que no sea consecuencia de una pretensión frente a la cual, aquél
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- “... En cuanto al voto discordante del Vocal [...], tal voto no es susceptible
de dejar sin efecto la votación en mayoría que ha dado lugar a la reso-
lución cuestionada [resolución de vista]...” (Casación Nro. 3224-2006 /
Cusco, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 03-01-2008, págs.
21372-21373).
- “... Conforme lo establece el penúltimo párrafo del artículo ciento trein-
tiocho de la [...] Ley Orgánica del Poder Judicial, en las resoluciones que
emitan las Salas deben consignarse expresamente los votos discordantes
y los singulares. Tal mandato legal, sin embargo, no se ha cumplido en
autos, [...] en ese orden de ideas, se concluye que la sentencia impug-
nada [sentencia de vista] se encuentra viciada de nulidad, en atención a
lo dispuesto en el artículo ciento setentiuno del Código Procesal Civil,
toda vez que ha sido emitida en forma incompleta, con transgresión de
las formas esenciales para su validez y eficacia; siendo así no cumple con
su finalidad, como es el de [sic -léase como es la de-] otorgar garantías
mínimas que aseguren un juzgamiento imparcial y justo...” (Casación Nro.
1554-04 / Piura, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-06-2006,
págs. 16085-16086).
- “... Se aprecia que por resolución [...] se corrigieron los votos discordan-
tes [...] pero sin sustento alguno, toda vez que de lo actuado no aparecen
los fundamentos de dichos votos, más aún si se tiene en cuenta que ésta
resolución [sic -léase esta resolución-] no ha sido notificada a ninguna
de las partes procesales; [...] se debe agregar a ello, que el artículo cien-
to cuarentitrés, segundo párrafo, del Texto Unico Ordenado de la Ley
Orgánica del Poder Judicial señala que: ‘Una vez emitidos los votos, no
pueden ser modificados salvo que el voto discordante concuerde con el
voto del ponente, antes que emita su voto el dirimente, de lo que se deja
constancia en autos’; empero, en el presente caso no se advierte que se
haya presentado dicha situación a fin de que se justifique la alteración
de los votos tantas veces citados; [...] en tal sentido, se concluye que las
graves irregularidades incurridas por la Sala Superior importan afectación
al derecho de defensa y al debido proceso de la recurrente, los que deter-
minan la nulidad de la resolución...” (Casación Nro. 2924-2004 / Lima,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-12-2006, pág. 18036).
- “... En el presente caso no se trata de que hay dos sentencias, sino que
al haber coincidido los señores vocales respecto de uno de los extremos
de la demanda y habiendo discordia sobre el otro extremo, cuando se
resuelve esta discordia, se complementa el fallo y constituye uno sólo
y en él se han resuelto todos los puntos controvertidos, por lo que no
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a fin de que la Sala Superior emita nueva resolución con arreglo a ley
subsanando los vicios procesales incurridos...” (Casación Nro. 1547-00 /
Arequipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-04-2003, págs.
10459-10460).
- “... La sentencia de vista no cumple con la exigencia de contener el nú-
mero de firmas necesarias para hacer resolución, incurriéndose por tanto
en causal de nulidad prevista en el artículo ciento veintidós del Código
Procesal Civil, por lo que corresponde declarar la nulidad de la citada
resolución a pesar de no haber sido alegada por el recurrente, ello en virtud
a que se trata de una nulidad insubsanable que atenta contra las normas de
orden público, siendo por ello aplicable la facultad de declarar de oficio
las nulidades insubsanables a que se contrae el artículo ciento setentiséis
in fine concordante con el artículo noveno del título Preliminar del Código
Adjetivo [C.P.C.]...” (Casación Nro. 1660-01 / Amazonas, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 02-02-2002, págs. 8338-8339).
- “... El hecho de no hacerse público el nombre el Magistrado sobre el
cual recae la ponencia de la sentencia [de vista] impugnada no implica
la transgresión del artículo ciento treintiocho de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, pues esta norma no lo exige y tampoco se considera como
causal de nulidad; aún más, la carencia de tal publicidad no impide a
la recurrente iniciar las acciones que crea conveniente contra el Vocal
ponente de la mencionada sentencia...” (Casación Nro. 3674-2002 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-03-2003, págs.
10324-10325).
- “... Mediante resolución [...] se señaló nueva fecha para la vista de la causa
por haber sido devuelto el proceso sin resolver por el Vocal Ponente que
fue rotado a otra Sala, [y] ello no es mérito suficiente para declarar vía
casación la nulidad de la sentencia expedida, pues si bien dicha irregu-
laridad origina la aplicación de sanciones disciplinarias contra el Vocal
que omitió expedir su voto conforme a ley, el proceso no se supedita a la
voluntad del Vocal que incumple sus obligaciones, pues ante tal omisión
el Presidente de la Sala está facultado a integrar el Colegiado con los
llamados por ley, conforme lo establece el segundo párrafo del artículo
ciento cuarentinueve del Texto Unico Ordenado de la Ley Orgánica del
Poder Judicial...” (Casación Nro. 1330-99 / Tumbes, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 02-05-2002, págs. 8665-8666).
- “... Formulada la apelación el Superior puede anular, revocar o confirmar
la resolución materia de grado de acuerdo a lo que señala el artículo 364
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- “... Si bien el artículo ciento noventisiete del Código Procesal Civil im-
pone al Juzgador la obligación de valorar en forma conjunta todos los
medios probatorios, utilizando su apreciación razonada, también lo faculta
a que en su resolución exprese únicamente las valoraciones esenciales
y determinantes que sustentan su decisión, consecuentemente, el hecho
de que la sentencia no haga mención a los fundamentos que sustentan el
recurso de apelación no significa que estos no hayan sido analizados; en
consecuencia, no existe recorte del derecho de defensa del demandado...”
(Casación Nro. 18-2002 / Huánuco, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 31-05-2002, págs. 8794-8795).
- “... La Sala [Superior] al dictar sentencia en grado de apelación no puede
sustituir la vía procedimental, por cuanto cada vía exige determinados
requisitos; y [...] en el presente caso reúne lo previsto en el artículo
cuatrocientos veinticinco del Código Procesal Civil...” (Casación Nro.
2736-2000 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-04-
2001, pág. 7214).
- “... No siempre la falta de mención de los argumentos expuestos en el
recurso de apelación puede significar la falta de pronunciamiento sobre
los mismos, cuando de los considerandos que sustentan un fallo [...] sub-
yace inexorablemente la expresión de lo que decide, consecuentemente,
no es exacta la afirmación que en la recurrida no se han merituado los
fundamentos del recurso de apelación...” (Casación Nro. 1123-2000 / Ica,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2001, pág. 6689).
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CAPITULO XXVI
MEDIOS IMPUGNATORIOS:
RECURSO DE CASACION
1. CONCEPTO
El recurso de casación es aquel medio impugnatorio vertical y extraordinario
procedente en supuestos estrictamente determinados por la ley y dirigido a lograr
que el máximo tribunal (Corte Suprema de Justicia) revise y revoque o anule las
resoluciones expedidas por las Salas Superiores como órganos de segundo grado
(que pongan fin al proceso), que infringen la normatividad material o procesal a
tal punto que la referida infracción incide directamente en la parte decisoria de
la resolución de que se trate, provocando así un fallo ilegal, irregular, indebido o
injusto.
A través del recurso de casación se fiscaliza, por un lado, el quehacer judi-
cial en la aplicación de la ley, y, por otro, se salvaguarda la uniformidad de ésta
y la de la jurisprudencia nacional, resultando un instrumento de gran utilidad
para lograr la seguridad jurídica y la igualdad de las personas ante la ley. Sirve,
entonces, el recurso de casación, no para cautelar simplemente intereses parti-
culares y específicos de las partes, sino principalmente para velar por la correcta
aplicación del derecho objetivo y la integridad del ordenamiento jurídico y de
la jurisprudencia nacional vinculante, cumpliendo así una función protectora
del interés público.
Gómez de Liaño González sostiene que la casación “es un recurso extraordi-
nario de carácter jurisdiccional que cabe exclusivamente por motivos determinados
frente a resoluciones definitivas, también determinadas dictadas por los Tribunales
de instancia. No se trata de una tercera instancia, y en consecuencia para poder ser
utilizado precisa no sólo la lesividad o gravamen de la resolución recurrida, sino la
presencia de unos motivos determinados...” (GOMEZ DE LIAÑO GONZALEZ,
1992: 525).
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2. FINES
En opinión de Devis Echandía, la casación persigue principalmente un doble
fin: “... la defensa del derecho objetivo contra el exceso de poder por parte de los
jueces o contra las aplicaciones incorrectas que de la ley hagan y la unificación de
su interpretación, es decir, de la jurisprudencia, necesaria para la certidumbre
jurídica y para que exista una verdadera igualdad de los ciudadanos ante la ley.
Sólo secundariamente tiene como fin otorgarle a la parte agraviada con la sentencia
o con el vicio de procedimiento, una oportunidad adicional para la defensa de sus
derechos” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II: 644).
Escobar Fornos afirma que “la casación se da con la finalidad de defender a
la ley contra las sentencias que la infrinjan. También tiende a uniformar la juris-
prudencia. Estos dos fines se complementan” (ESCOBAR FORNOS, 1990: 234).
“En esta forma se pretende cumplir el principio de igualdad ante la ley, a aplicarse
a todos con el mismo alcance. Pero no debe desconocerse el interés secundario de
reparar el agravio del recurrente” (ESCOBAR FORNOS, 1990: 234).
Para Reimundín, “la casación como todos los recursos está destinada a man-
tener la exacta observancia de la ley, pero lo que se busca es la uniformidad en
la aplicación de la ley por la decisión de un organismo superior” (REIMUNDIN,
1957, Tomo II: 82).
Monroy Cabra asegura que la casación tiene dos fines: “... a) Un fin de interés
público, que es la tutela del derecho objetivo y la unificación de la jurisprudencia
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4. CAUSALES DE CASACION
El artículo 386 del Código Procesal Civil contempla las causales de casa-
ción, desprendiéndose de dicho numeral que tales causales son las que se indica
seguidamente:
A. Infracción normativa que incida directamente sobre la decisión contenida
en la resolución impugnada, pudiendo ser la norma de que se trate de
naturaleza material (sustantiva) o procesal (adjetiva).
B. Apartamiento inmotivado del precedente judicial (siendo éste lo que se
conocía antes como doctrina jurisprudencial). En nuestra opinión, dado el
carácter vinculante del precedente judicial respecto de todos los órganos
jurisdiccionales de la República, el apartamiento del precedente judicial
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6.5 Actividad procesal de las partes durante el trámite del recurso de casación
Lo que atañe a la actividad procesal de las partes durante el trámite del recurso
de casación es objeto de regulación legal en el artículo 394 del Código Procesal
Civil cuyo texto es el siguiente:
“Durante la tramitación del recurso, la actividad procesal de las partes se
limita a la facultad de presentar informes escritos y un solo informe oral
durante la vista de la causa.
El único medio de prueba procedente es el de documentos que acrediten
la existencia del precedente judicial, o de la ley extranjera y su sentido,
en los procesos sobre derecho internacional privado.
Si se nombra o cambia representante procesal, debe acreditarse tal
situación”.
Como se puede apreciar del texto de la norma citada precedentemente, durante
el trámite del recurso de casación las partes sólo pueden desarrollar la siguiente
actividad procesal:
A. Presentación de informes escritos.
B. Informar oralmente por una sola vez y en el curso de la vista de la causa.
C. Ofrecer prueba documental que demuestre la existencia del precedente judi-
cial (antes denominado doctrina jurisprudencial, y que consiste en aquellas
decisiones jurisdiccionales adoptadas, después de un examen minucioso
y sujeto a ciertas formalidades previstas expresamente en el art. 400 del
C.P.C., por los magistrados supremos civiles reunidos en el pleno casatorio,
cuyas líneas directrices deben ser rigurosamente observadas por todos los
órganos judiciales del país, siempre y cuando se adecuen al caso concreto
que estos últimos estuvieren conociendo en ejercicio de sus funciones).
D. Ofrecer prueba documental que demuestre la existencia de la ley extran-
jera y su sentido (e incluso su vigencia), en los procesos que versen sobre
asuntos de derecho internacional privado.
E. Nombrar representante procesal (en la forma dispuesta legalmente).
F. Sustituir al representante procesal (en la forma contemplada por la ley).
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8. LA SENTENCIA CASATORIA
Si el Tribunal Supremo no desestima el recurso extraordinario, se está ante la
sentencia casatoria que no es otra sino aquella que declara fundado el indicado medio
impugnatorio, reformando o anulando, en consecuencia, la resolución que adolece
de vicio o error in iudicando o in procedendo contra la cual se planteó la casación.
Véscovi, acerca de la sentencia de acogimiento del recurso (o sentencia ca-
satoria), señala lo siguiente:
“En este caso (sentencia que casa o anula la resolución impugnada) hemos
sostenido que se trata de una sentencia constitutiva. Esto es, indepen-
diente de que, cuando se casa sobre el fondo (...) la Corte debe, a su vez,
sustituir, la sentencia del tribunal por la que corresponde dictar. Es decir
que se trata, en este caso, de una sentencia compleja. La primera (o la
primera parte, digamos, dado que se realiza en un solo acto, aun cuando
se trata en puridad de dos), que anula, es la constitutiva; la segunda será
declarativa, constitutiva o de condena, según el contenido.
En el primer caso el objeto del juicio ha sido el error de derecho (la norma
violada, mal interpretada...); en el segundo, el objeto del juicio es el del
principal (...).
No olvidemos que originalmente la casación supuso reenvío a otro tribunal
similar al que dictó la primera sentencia (la casada), para que pronuncie
una nueva, respetando el derecho declarado por la Corte de Casación,
lo que no implica que pudiera reiterar la primera sentencia (por otro
fundamento).
Al adoptarse el sistema español (...) sólo se permite el reenvío en caso
de casación en la forma, mientras que si hay casación en el fondo es la
propia Corte de casación (...) la que, anulada la primera sentencia, dicta
otra en su lugar (...).
Si por acaso el recurso invocara un error de fondo (in iudicando) y otro
de forma (in procedendo), primero se pronuncia sobre este último. Y
solamente si se rechaza la infracción formal (si no hay que reenviar, sin
pronunciarse sobre el fondo), la Corte entra a pronunciarse sobre el fondo,
en la forma prevista...” (VESCOVI, 1988: 290-291).
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9. EL PRECEDENTE JUDICIAL
Según nuestro ordenamiento jurídico, el precedente judicial (llamado antes
doctrina jurisprudencial) está conformado por aquellas decisiones jurisdiccionales
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- “... El artículo 384 del Código Procesal Civil reconoce que el recurso
de casación persigue como fines esenciales la correcta aplicación e
interpretación unívoca del derecho objetivo (finalidad nomofiláctica)
y la unificación de los criterios jurisprudenciales por la Corte Suprema
de Justicia (finalidad uniformizadora), no obstante, la doctrina contem-
poránea también le atribuye una finalidad denominada dikelógica, que
se encuentra orientada a la búsqueda de la justicia al caso concreto...”
(Casación Nro. 615-2008 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 01-12-2008, págs. 23300-23301).
- “... Tiene [el recurso de casación] una finalidad nomofiláctica, es decir,
lo que busca es la determinación de la exacta observancia y significado
abstracto de las leyes...” (Casación Nro. 2636-2000 / Lima, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 30-04-2001, págs. 7204-7205).
- “... La casación tiene una finalidad nomofiláctica, es decir, lo que busca
es la determinación de la exacta observación y significado exacto de las
leyes...” (Casación Nro. 4950-2007 / La Libertad, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 01-12-2008, pág. 23283).
- “... La finalidad dikelógica del recurso de casación implica la necesidad
de que el indicado medio impugnatorio también tenga por finalidad la
obtención de la justicia en el caso concreto, procurando la protección del
litigante...” (Casación Nro. 1313-2007 / Ayacucho, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 01-10-2007, págs. 20628-20629).
- “... Si bien es cierto que excepcionalmente la Corte [Suprema] podría
entrar a ejercer [...] una función dikelógica en casos en los que exista
arbitrariedad manifiesta, esta función sólo será ejercida cuando le haya
sido propuesta adecuadamente por el recurrente bajo una denuncia in
procedendo en al que [sic -léase en la que-] se invoque expresamente
lo que se conoce como la doctrina de la arbitrariedad o del absurdo; y,
que el defecto revista tal gravedad que amerite que esta Sala se aparte de
los cánones formales del recurso...” (Casación Nro. 1417-2000 / Lam-
bayeque, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-06-2003, págs.
10666-10667).
- “... El recurso de casación tiene entre otras finalidades, la observancia
de la norma jurídica y el control de la logicidad en las resoluciones judi-
ciales...” (Casación Nro. 1619-2008 / Moquegua, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 03-09-2008, págs. 22869-22870).
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confirmada por la resolución objeto del recurso; [...] en el caso sub - exa-
mine se aprecia que emitida la resolución de Primera Instancia [...] que
declara infundada la contradicción formulada por la curadora procesal
de los co-demandados [...] y ordena el remate del inmueble en pública
subasta, aquélla no apeló de dicha resolución; [...] el hecho de que la
precitada resolución, de conformidad con el artículo cuatrocientos ocho
inciso segundo del Código Procesal Civil hubiera sido elevada en consulta
a la Sala Superior de mérito, la que la confirmó, no enerva la exigencia
legal señalada [...], en consecuencia, el recurso [de casación] carece de
los requisitos de fondo previstos por el artículo trescientos ochentiocho
del Código Procesal Civil, para establecer su procedencia...” (Casación
Nro. 1950-2001 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el
30-11-2001, pág. 8137).
- “... Para que se cumpla con el requisito de fondo de no haber consentido
la resolución adversa de primera instancia, no basta identificar si se ha
interpuesto recurso de apelación, sino además, que de los fundamentos
del citado recurso se denuncie también el vicio que ahora es materia de
denuncia en vía de casación, ello atendiendo a que la recurrida ha confir-
mado la apelada, con lo demás que la contiene, de lo contrario esta [sic
-léase está-] consintiendo el vicio que se denuncia...” (Casación Nro.
57-2001 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-07-
2001, pág. 7538).
- “... Los vicios argumentados por el recurrente no fueron denunciados
como errores de derecho en su recurso de apelación [...], más aún si la
resolución de vista ha confirmado la de primera instancia con lo demás
que la contiene, por lo que no se cumple con el artículo 388 inciso 1° del
Código Procesal Civil, ya que no basta con interponer recurso de apela-
ción y luego de casación, si es que no se denuncian los mismos vicios,
por que [sic -léase porque-] de lo contrario se está consintiendo con los
vicios que pudiera tener la resolución adversa de primera instancia...”
(Casación Nro. 3193-2000 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 31-08-2001, pág. 7686).
- “... La recurrente ha consentido la sentencia adversa de primera instancia,
razón por la cual no está legitimada para interponer el recurso casatorio...”
(Casación Nro. 2720-2000 / Arequipa, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 01-03-2001, pág. 7023).
- “... El artículo trescientos ochentiocho del Código Procesal Civil señala
que son requisitos de fondo del recurso de casación: i. Que el recurrente
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que el mismo cumpla con los requisitos establecidos en el artículo 388 del
Código Procesal Civil...” (Casación Nro. 2430-2012 / Arequipa, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 30-11-2012, pág. 38363).
- “... La casación es un recurso extraordinario que está regido por el principio
dispositivo del proceso civil, en virtud de la cual [sic -léase del cual-] la
Sala [Suprema] solamente puede conocer las causales que expresamente
invocan las partes y que expresamente están contenidas en el artículo
trescientos ochentiséis del Código Adjetivo [C.P.C.], no siendo por ello
factible que se pueda corregir los errores u omisiones en que incurren las
partes al fundamentar sus recursos...” (Casación Nro. 3586-00 / San Román,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-04-2001, pág. 7251).
- “... Quien recurre en recurso de casación debe satisfacer adecuadamente
los requisitos de fondo no pudiendo esta Sala Suprema suplir los defectos
de formulación del recurso, pues ello implicaría la violación del principio
de la igualdad de las partes en el proceso...” (Casación Nro. 1008-04 /
Cusco, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-11-2004, págs.
12934-12935).
- “... En los procesos civiles el margen de acción de esta Suprema Sala se
encuentra limitado a lo expresado en el recurso de casación, encontrándose
prohibido, por disposición expresa del artículo VII del Título Preliminar
del Código Procesal Civil, el analizar aspectos que no hayan sido propues-
tos por las partes...” (Casación Nro. 1382-2006 / Lima Norte, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 02-12-2008, págs. 23570-23573).
- “... En casación no es de aplicación el principio ‘Iura Novit Curia’ recogido
en el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil, y no es posible
exceder la causa ‘petendi’ del recurso...” (Casación Nro. 1815-2006 /
Callao, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-05-2007, págs.
19400-19402).
- “... Las omisiones o errores en que incurren las partes al fundamentar sus
recursos no pueden ser subsanadas o corregidas por esta Sala [Suprema]
debido a la naturaleza extraordinaria del recurso de casación que no admite
la aplicación del aforismo ‘jura novit curia’...” (Casación Nro. 2443-
2000 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2001,
pág. 6671).
- “... La deficiencia en la fundamentación del recurso no puede ser corre-
gida por esta Sala [Suprema], ello por cuanto la casación es un recurso
extraordinario cuyo conocimiento está circunscrito a las causales que
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los Jueces de mérito que no puede ser ejercida vía recurso de casación, por
no corresponder a los fines de dicho recurso...” (Casación Nro. 26-2014 /
Ica, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-06-2014, pág. 53780).
- “... Dada su naturaleza y fines, el recurso de casación no provoca un
nuevo examen de los aspectos fáctico y probatorio del proceso, ya que
el error de hecho, es decir, la discordancia entre la verdad histórica y su
reconstrucción contenida en la sentencia, no pueden ser alegados en vía
de casación, el cual admite únicamente la posibilidad de llevar a cabo un
control jurídico de la sentencia de mérito, limitándose a la revisión del
juicio de derecho contenido en ella...” (Casación Nro. 16-2004 / Callao,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-08-2004, pág. 12550).
- “... No son susceptibles de denunciarse en casación la incorrecta aprecia-
ción de los hechos, conducente a la determinación de la premisa menor
del silogismo judicial, pues del error en la determinación de los hechos
no se pueden extraer conclusiones que sean de aplicación a la generalidad
de casos semejantes...” (Casación Nro. 591-96 / Lima, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 12-12-1996, págs. 2481-2482).
- “... A diferencia del error de derecho, el error de hecho se circunscribe al
caso singular, no pudiendo extraerse [...] consecuencia [sic -léase conse-
cuencias-] que pudieran ser de aplicación a otros casos que tengan alguna
semejanza con el resuelto...” (Casación Nro. 2567-2000 / La Libertad,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2001, pág. 6681).
- “... Conforme a los fines del presente recurso [de casación], la Sala de
Casación no puede llevar a cabo un nuevo examen de los hechos, modi-
ficarlos, completarlos o desconocerlos, debiendo respetar los fijados en la
sentencia de mérito; esta limitación que impide efectuar un reexamen de
los hechos se extiende, asimismo, a la valoración de los medios probato-
rios, la cual no es objeto de control casatorio...” (Casación Nro. 268-2004
/ Cusco, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-08-2004, pág.
12563).
- “... El recurrente pretende cuestionar las conclusiones a las que arriban
las instancias de mérito sobre la base de la actuación de los medios pro-
batorios, materia que resulta ajena a los fines del recurso [de casación]...”
(Casación Nro. 2265-2000 / Tumbes, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 02-01-2001, pág. 6661).
- “... En sede casatoria no pueden invocarse cuestiones nuevas que no
han sido materia de debate jurídico...” (Casación Nro. 3071-2001 / La
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reconociendo que los jueces de grado son los juzgadores de los hechos y,
por tanto, soberanos en esa materia [...] la Sala de Casación necesariamen-
te debe revisar la demanda, la contestación, los medios probatorios, las
sentencias inferiores, para conocer precisamente los hechos enunciados
y probados; y, en base a esa revisión determinar los hechos materia de
la controversia, los que a veces no coinciden con los relatados por los
jueces de mérito. [...] Que, los hechos así fijados por la Sala de Casación
son los que se toman en cuenta para determinar si la causal invocada en
el recurso [de casación] es atendible o no; encontrando la oportunidad
de corregir errores de hecho que generan vicios del absurdo y, por tanto,
decisiones arbitrarias...” (Casación Nro. 2057-2007 / Santa, publicada en
el Diario Oficial El Peruano el 29-02-2008, págs. 21552-21554).
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- “... La impugnante pretende que esta Corte [Suprema] realice una in-
terpretación de las cláusulas de la escritura de constitución de garantía
hipotecaria sub-materia, lo cual resulta ajeno a los fines del extraordina-
rio recurso de casación porque implica un examen de la voluntad de las
partes acordada en el título de ejecución...” (Casación Nro. 2969-2000 /
Arequipa, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-03-2001, pág.
6987).
- “... Los artículos ciento sesenta y ocho a ciento setenta [del C.C.] regu-
lan las reglas de interpretación [de los actos jurídicos] correspondiendo
a los Jueces de mérito -primera y segunda instancia- interpretar los
contratos, lo que escapa al control de la Corte de Casación, pues esta
sólo puede intervenir cuando se infringe una Ley en [el] caso que se
desnaturaliza el contrato al interpretarlo...” (Casación Nro. 452-2007 /
Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 01-12-2008, págs.
23269-23270).
- “... La interpretación de los contratos -en línea de principio rector- es
tarea confiada a la cordura del juzgador de mérito, pues ello [sic] son
cuestiones de hecho reservados [sic -léase reservadas-] a [los] jueces de
instancia, y la decisión que al respecto ellos produzcan, sólo será atacable
en Casación por denuncia de error de calificación del contrato, error éste
de derecho...” (Casación Nro. 452-2007 / Lima, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 01-12-2008, págs. 23269-23270).
- “... La calificación jurídica de un contrato, la determinación del reves-
timiento jurídico de un pacto privado, constituye un control de derecho
que entra de lleno en el oficio casatorio...” (Casación Nro. 2083-2006 /
Puno, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-01-2008, págs.
21246-21248).
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CAPITULO XXVII
MEDIOS IMPUGNATORIOS:
RECURSO DE QUEJA
1. CONFIGURACION
El recurso de queja, denominado también directo o de hecho, es aquel medio
impugnatorio dirigido contra la resolución que declara inadmisible o improcedente
un recurso de apelación o que concede apelación en efecto distinto al peticionado,
con el fin de que el órgano jurisdiccional superior en grado a aquel que expidió el
acto procesal cuestionado -y ante el cual se interpone directamente el recurso- lo
examine y lo revoque (en el supuesto que declare fundada la queja), concediendo,
además, el recurso de apelación denegado en un principio por el inferior jerárquico
o la apelación en el efecto solicitado por el impugnante, según sea el caso, para
que sea sustanciado dicho medio impugnativo conforme a ley, sin pronunciarse,
de ningún modo, a través de la resolución que acoge la queja, sobre el asunto de
fondo, vale decir, lo que es materia de apelación.
Casarino Viterbo reputa al recurso de hecho como aquel que “... tiene por
objeto obtener del tribunal superior que enmiende en conformidad a derecho los
agravios que causa el inferior al pronunciarse sobre un recurso de apelación...”
(CASARINO VITERBO, 1984, Tomo IV: 265).
Alvarez Juliá, Neuss y Wagner expresan sobre el particular que “el ordena-
miento procesal prevé un recurso denominado de queja, de hecho, que debe dedu-
cirse ante el tribunal de alzada y tiene por objeto que éste, mediante una revisión
del juicio de admisibilidad formulado por el juez o tribunal inferior, revoque la
resolución denegatoria del recurso, lo declare, por lo tanto, admisible, y disponga
sustanciarlo” (ALVAREZ JULIA; NEUSS; y WAGNER, 1990: 334).
En opinión de Ramos Méndez, “el recurso de queja es un recurso ordinario,
devolutivo, que en el ámbito civil viene concebido en función de otro recurso, al ob-
jeto de evitar que el Tribunal ad quem no tenga conocimiento de una impugnación
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planteada ante el Tribunal a quo” (RAMOS MENDEZ, 1992, Tomo II: 720). “Es
por lo tanto un recurso instrumental que persigue la admisión o preparación de
otro recurso” (RAMOS MENDEZ, 1992, Tomo II: 720).
Gómez de Liaño González conceptúa a la queja como un “... recurso ordi-
nario devolutivo susceptible de interponerse frente a resoluciones que denieguen
la admisión de un recurso de apelación (...), presentando en consecuencia un ca-
rácter instrumental al atacar la inadmisión de otro recurso” (GOMEZ DE LIAÑO
GONZALEZ, 1992: 514).
Kielmanovich considera que “... el recurso de queja por apelación denegada,
‘directo’ o de ‘hecho’, es el remedio procesal dirigido a alcanzar que el órga-
no superior al que dictó la providencia denegatoria del recurso de apelación,
la revoque y la conceda, mandando tramitarlo en la forma y con los efectos
que correspondan; o bien revise el efecto con que se ha concedido el recurso”
(KIELMANOVICH, 1989: 49). El recurso de queja -continúa Kielmanovich-
“... importa reconocer en la Alzada el juicio definitivo de admisibilidad de los
recursos ordinarios que en su función negativa apareja la facultad de declarar
la inadmisibilidad del recurso de apelación indebidamente concedido, y en su
función positiva, la de otorgar el indebidamente denegado” (KIELMANO-
VICH, 1989: 50).
Lino Palacio concibe al recurso de queja como “... el remedio procesal ten-
diente a obtener que el órgano judicial competente para conocer en segunda o
tercera instancia ordinarios, tras revisar el juicio de admisibilidad formulado por
el órgano inferior, revoque la providencia denegatoria de la apelación, declare a
ésta, por consiguiente, admisible y disponga sustanciarla en la forma y efectos que
correspondan” (PALACIO, 1979, Tomo V: 127).
Gimeno Sendra dice del recurso de queja lo siguiente:
“Por recurso de queja cabe entender el medio de impugnación a través
del cual se pretende corregir el error padecido por el tribunal ‘a quo’,
consistente en declarar indebidamente inadmisible un recurso, que ante
él se prepara, para su resolución por el superior jerárquico.
Del precedente concepto se infiere que dicho medio de impugnación no es
procedente en los supuestos de inadmisión de un recurso no devolutivo,
como es el caso del recurso de reposición. Su fundamento descansa en la
necesidad de evitar que el órgano, que haya dictado la resolución, cuya
impugnación se pretende, adquiera plena facultad en orden a la inadmisión
del recurso, con lo que vedaría al superior jerárquico toda posibilidad de
conocimiento del asunto. Mediante su ejercicio se le confiere, pues, al
912
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE QUEJA
2. REQUISITOS
De conformidad con nuestro ordenamiento procesal, son requisitos (de admi-
sibilidad y de procedencia) para plantear el recurso de queja los que a continuación
se indican:
A) Que sea interpuesto ante el superior del que denegó la apelación o la
concedió en efecto distinto al pedido. Así lo establece la parte inicial del
primer párrafo del artículo 403 del Código Procesal Civil.
B) Que la queja se formule dentro del plazo de tres días, contado desde el
día siguiente a la notificación de la resolución que deniega el recurso de
apelación o de la que lo concede en efecto distinto al solicitado (parte
final del primer párrafo del art. 403 del C.P.C.).
C) Que al escrito que contiene el recurso -de queja- se acompañe el recibo
que acredita el pago de la tasa correspondiente (art. 402 -primer párrafo-
del C.P.C.).
913
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
D) Que al escrito que contiene el recurso -de queja- se acompañe (de acuer-
do al art. 402 -primer párrafo- del C.P.C.) copia simple con el sello y la
firma del Abogado del recurrente en cada una, y bajo responsabilidad de
su autenticidad, de los siguientes actuados:
a) Escrito que motivó la resolución recurrida -en apelación- y, en su
caso, los referentes a su tramitación (art. 402 -numeral 1)- del C.P.C.).
b) Resolución recurrida -en apelación- (art. 402 -numeral 2)- del C.P.C.).
c) Escrito en que se recurre -en apelación- (art. 402 -numeral 3)- del
C.P.C.).
d) Resolución denegatoria -del recurso de apelación, o del efecto en
que se solicita sea concedida la apelación- (art. 402 -numeral 4)- del
C.P.C.).
E) Que el escrito en que se interpone la queja contenga los fundamentos para
la concesión del recurso denegado -de apelación- (parte inicial del último
párrafo del art. 402 del C.P.C.). Debe entenderse aquí que, en el supuesto
de haberse concedido apelación con efecto distinto al peticionado, la
fundamentación debe versar sobre la viabilidad de dicho efecto.
F) Que en el escrito en que se interpone la queja se precise:
a) La fecha en que se notificó la resolución recurrida -en apelación-
(parte final del último párrafo del art. 402 del C.P.C.).
b) La fecha en que se interpuso el recurso -de apelación- (parte final
del último párrafo del art. 402 del C.P.C.).
c) La fecha en que quedó notificada la denegatoria del recurso -de
apelación- (parte final del art. 402 del C.P.C.). O, si fuere el caso, la
fecha en que se notificó la apelación concedida con efecto distinto
al solicitado.
3. LEGITIMIDAD
Tiene legitimidad para interponer recurso de queja la parte o el tercero le-
gitimado agraviado con una resolución que declara inadmisible o improcedente
un recurso de apelación o que concede la apelación en efecto distinto al peticio-
nado, siendo justificado su interés en recurrir, por cuanto se le está negando su
derecho a impugnar y a la pluralidad de instancias o se le coloca en un estado
de indefensión.
914
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE QUEJA
915
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
viabilidad de la queja. Es menester que consten todos los agravios que ocasiona la
denegatoria (...), consignándolos uno a uno, detalladamente...” (LEVITAN, 1986:
172). Se requiere -continúa Levitán- “... la explicación pormenorizada del caso,
al mismo tiempo que se expresen los agravios de la medida que se impugna, indi-
cando el interés en que se haga lugar a la queja, para obtener la reparación de sus
agravios...” (LEVITAN, 1986: 172). “... La queja debe ser un recurso autónomo
y bastarse a sí misma; debidamente fundamentada, trayendo una impugnación
de la denegatoria, a manera de expresión de agravios. Debe acreditarse en ella la
ilegitimidad de la denegatoria. No basta invocar genéricamente la procedencia del
recurso; tiene que acreditárselo, censurando críticamente la fundamentación de la
denegatoria” (LEVITAN, 1986: 354).
De acuerdo a nuestro ordenamiento procesal, la queja, como todo recurso,
requiere de la fundamentación correspondiente. Justamente, la primera parte del
artículo 358 del Código adjetivo establece que “el impugnante fundamentará su
pedido en el acto procesal en que lo interpone, precisando el agravio y el vicio o
error que lo motiva...”
El Código Procesal Civil dispone, además, en la parte inicial del último párrafo
de su artículo 402 que “el escrito en que se interpone la queja debe contener los
fundamentos para la concesión del recurso denegado...”
916
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE QUEJA
distinto al solicitado. Así lo prevé la parte final del primer párrafo del
artículo 403 del Código Procesal Civil.
- Tratándose de distritos judiciales distintos a los de Lima y Callao, el pe-
ticionante puede solicitar al Juez que denegó el recurso, dentro del plazo
anteriormente señalado, que su escrito de queja y anexos sea remitido
por conducto oficial. El Juez remitirá al superior el cuaderno de queja
dentro de segundo día hábil, bajo responsabilidad (art. 403 -segundo y
tercer párrafos- del C.P.C.).
- Interpuesto el recurso, el Juez superior puede rechazarlo si se omite algún
requisito de admisibilidad o de procedencia. De lo contrario, procederá
a resolverlo sin trámite (art. 404 -primer párrafo- del C.P.C.).
- No obstante lo indicado en el acápite anterior el superior jerárquico puede
solicitar al Juez inferior, copia, por facsímil u otro medio, de los actuados
que estime necesarios, pero en ningún caso el envío de los autos princi-
pales. Las copias serán remitidas por el mismo medio (art. 404 -primer
párrafo- del C.P.C.).
- Si se declara fundada la queja, el superior concede el recurso (de apela-
ción denegado inicialmente) y precisa el efecto si se trata de la apelación,
comunicando al inferior su decisión para que envíe el expediente o eje-
cute lo que corresponda. Esta comunicación se realiza sin perjuicio de la
notificación a las partes (art. 404 -segundo párrafo- del C.P.C.).
- El cuaderno de queja se mantendrá en el archivo del Juez superior, agre-
gándose el original de la resolución que resuelve la queja con la constancia
de la fecha del envío (art. 404 -tercer párrafo- del C.P.C.).
- Si se declara infundada la queja, se comunicará al Juez inferior y se no-
tificará a las partes (en la forma prevista en el acápite precedente). Adi-
cionalmente se condenará al recurrente al pago (reembolso, en puridad)
de las costas y costos del recurso y al pago de una multa no menor de
tres ni mayor de cinco Unidades de Referencia Procesal (art. 404 -último
párrafo- del C.P.C.).
917
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
918
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE QUEJA
919
INDICE GENERAL
Presentación............................................................................................ 5
CAPITULO I
LOS ORGANOS JUDICIALES Y SUS AUXILIARES
1. Jurisdicción...................................................................................... 7
2. Organos judiciales............................................................................ 11
2.1 Concepto de Juez u órgano judicial........................................ 11
2.2 Clases de órganos judiciales................................................... 13
2.2.1 Jueces de Paz (no letrados)....................................... 14
2.2.2 Jueces de Paz Letrados.............................................. 15
2.2.3 Jueces Civiles........................................................... 16
2.2.4 Jueces de Familia...................................................... 16
2.2.5 Jueces Comerciales................................................... 19
2.2.6 Salas Civiles de las Cortes Superiores....................... 20
2.2.7 Salas de Familia........................................................ 20
2.2.8 Salas Comerciales..................................................... 21
2.2.9 Salas Civiles de la Corte Suprema de Justicia............ 22
2.2.10 Jueces titulares......................................................... 22
2.2.11 Jueces provisionales.................................................. 22
2.2.12 Jueces supernumerarios............................................ 22
2.2.13 Candidatos en reserva.............................................. 23
2.3 Competencia de los órganos judiciales................................... 23
2.4 Poderes del Juez..................................................................... 32
2.5 Facultades del Juez................................................................. 33
2.5.1 Facultades genéricas................................................. 36
2.5.2 Facultades disciplinarias........................................... 37
2.5.3 Facultades coercitivas............................................... 38
2.6 Derechos del Juez.................................................................. 39
921
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
922
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO II
EL MINISTERIO PUBLICO
1. Concepto de Ministerio Público....................................................... 125
2. Funciones del Ministerio Público...................................................... 126
3. Facultades y atribuciones del Ministerio Público en el proceso civil.. 128
4. Responsabilidad del Ministerio Público............................................ 134
5. Excusación y abstención del Ministerio Público................................ 134
CAPITULO III
LAS PARTES Y SU REPRESENTACION EN EL PROCESO
1. Parte demandante............................................................................. 137
2. Parte demandada.............................................................................. 139
3. Comparecencia al proceso................................................................ 139
4. Capacidad para ser parte del proceso................................................ 140
5. Capacidad procesal o “legitimatio ad processum”............................. 142
6. La “legitimatio ad causam”............................................................... 143
7. El Estado como parte procesal.......................................................... 149
8. Sustitución procesal.......................................................................... 149
9. Curadoría procesal........................................................................... 150
10. Representación procesal................................................................... 155
10.1 Representación legal o necesaria en el proceso....................... 156
10.2 Representación de personas jurídicas en el proceso................ 157
10.3 Representación procesal del patrimonio autónomo................ 163
10.4 Representación convencional o voluntaria en el proceso........ 169
10.4.1 El mandato y el apoderado judicial........................... 170
10.4.2 El poder................................................................... 172
10.4.3 Facultades generales de representación..................... 174
10.4.4 Facultades especiales de representación.................... 174
10.4.5 Nombramiento de apoderado común o unificación
de la personería........................................................ 177
10.4.6 Terminación del mandato judicial............................. 178
10.5 Representación judicial por abogado...................................... 180
10.6 Supletoriedad de la representación civil................................. 186
11. Procuración oficiosa......................................................................... 186
12. Patrocinio de intereses difusos.......................................................... 188
923
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO IV
ACUMULACION DE PRETENSIONES Y DE PROCESOS
1. Definición de acumulación............................................................... 195
2. Conexidad que justifica la acumulación............................................ 196
3. Clases de acumulación...................................................................... 197
3.1 Acumulación objetiva............................................................. 198
3.1.1 Acumulación objetiva originaria............................... 199
3.1.2 Formas o modalidades de acumulación de pretensio-
nes........................................................................... 200
3.1.2.1 Acumulación simple................................. 202
3.1.2.2 Acumulación subsidiaria o condicional..... 202
3.1.2.3 Acumulación de pretensiones accesorias... 208
3.1.3 Requisitos de la acumulación objetiva....................... 211
3.1.4 Acumulación objetiva sucesiva.................................. 213
3.2 Acumulación subjetiva........................................................... 214
3.2.1 Definición................................................................ 214
3.2.2 Clases....................................................................... 215
3.2.3 Requisitos................................................................. 216
3.3 Acumulación de procesos o de autos...................................... 217
3.4 Desacumulación de procesos.................................................. 219
CAPITULO V
LITISCONSORCIO
1. Concepto de litisconsorcio................................................................ 221
2. Litisconsorcio necesario u obligatorio............................................... 224
2.1 Noción.................................................................................. 224
2.2 Integración de oficio del contradictorio................................. 226
2.3 Actuación del litisconsorte necesario...................................... 228
2.4 Efectos del litisconsorcio necesario........................................ 228
2.5 Jurisprudencia casatoria relacionada con el litisconsorcio ne-
cesario u obligatorio.............................................................. 230
924
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO VI
INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION
Y SUCESION PROCESAL
1. Concepto de intervención de terceros............................................... 245
2. Requisitos de la intervención de terceros.......................................... 247
3. Trámite común de las intervenciones de terceros.............................. 249
4. Intervención de terceros: clasificación.............................................. 249
5. Intervención voluntaria de terceros................................................... 250
5.1 Definición.............................................................................. 250
5.2 Clases.................................................................................... 252
5.2.1 Intervención coadyuvante o adhesiva simple............ 252
5.2.2 Intervención litisconsorcial o adhesiva autónoma..... 257
5.2.3 Intervención excluyente o principal.......................... 260
5.2.4 Intervención excluyente de propiedad: el proceso abre-
viado de tercería de propiedad................................. 264
5.2.5 Intervención de derecho preferente: el proceso abre-
viado de tercería de derecho preferente.................... 267
6. Intervención provocada, coactiva u obligada de terceros................... 269
6.1 Concepto............................................................................... 269
6.2 Clases.................................................................................... 270
6.2.1 Intervención de terceros a instancia de parte............ 271
6.2.2 Intervención de terceros por orden del Juez............. 272
6.2.3 Litisdenunciación..................................................... 273
6.2.3.1 Denuncia civil o citación del colegitimado
pasivo...................................................... 274
6.2.3.2 Llamamiento en garantía o aseguramiento
de pretensión futura................................. 278
6.2.3.3 Llamamiento posesorio o “laudatio o no-
minatio auctoris”..................................... 280
925
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO VII
LA NULIDAD DE LOS ACTOS PROCESALES
1. Concepto de nulidad procesal........................................................... 295
2. Vicios que dan origen a la nulidad procesal...................................... 298
3. Fundamento de la nulidad procesal................................................... 300
4. Interpretación de la nulidad procesal................................................ 300
5. Finalidad de la nulidad procesal........................................................ 301
6. Principios que rigen la nulidad procesal............................................ 301
6.1 Principio de especificidad....................................................... 302
6.2 Principio de finalidad incumplida........................................... 304
6.3 Principio de trascendencia...................................................... 306
6.4 Principio de protección.......................................................... 307
6.5 Principio de conservación...................................................... 308
6.6 Principio de convalidación..................................................... 310
6.7 Principio de la declaración judicial......................................... 313
6.8 Principio de independencia.................................................... 315
7. Formas en que puede ser peticionada la declaración de nulidad pro-
cesal................................................................................................. 315
8. Requisitos para solicitar la declaración de nulidad procesal............... 316
8.1 Alegación del perjuicio sufrido............................................... 317
8.2 Acreditación del perjuicio...................................................... 319
8.3 Interés jurídico para formular nulidad.................................... 319
9. Declaración de oficio de la nulidad procesal..................................... 321
10. Efectos de la declaración de nulidad procesal.................................... 323
11. Jurisprudencia casatoria relacionada con la nulidad procesal............ 326
11.1 Jurisprudencia casatoria relacionada con la nulidad procesal
en general.............................................................................. 327
11.2 Jurisprudencia casatoria relacionada con los principios que ri-
gen a las nulidades procesales................................................. 330
926
ÍNDICE GENERAL
927
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO VIII
ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PRUEBA
1. Definición de la prueba.................................................................... 393
2. Distinción entre prueba y medio probatorio..................................... 394
3. Naturaleza jurídica de la prueba....................................................... 395
4. El objeto de la prueba en el proceso civil.......................................... 395
4.1 Los hechos como objeto de la prueba..................................... 396
928
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO IX
MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE PARTE
1. Concepto.......................................................................................... 407
2. Requisitos......................................................................................... 408
3. Posiciones e interrogatorio: generalidades........................................ 410
3.1 Contenido del interrogatorio................................................. 410
3.2 Sujetos procesales del interrogatorio...................................... 411
3.3 Redacción de las preguntas.................................................... 411
3.4 Formalidades del interrogatorio............................................. 412
3.5 Preguntas de oficio................................................................. 413
3.6 Forma de las respuestas.......................................................... 414
3.7 Declaración ficta o presunta................................................... 414
3.8 Exención de respuestas.......................................................... 415
4. La retractación en la declaración de parte......................................... 415
5. Valor probatorio de la declaración de parte...................................... 416
CAPITULO X
MEDIOS PROBATORIOS: DECLARACION DE TESTIGOS
1. Noción............................................................................................. 419
2. Objeto.............................................................................................. 420
3. La declaración testimonial como obligación procesal........................ 420
4. Requisitos de la declaración de testigos............................................. 421
5. Prohibiciones para prestar declaración testimonial............................ 421
6. Limitación al número de testigos...................................................... 422
929
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO XI
MEDIOS PROBATORIOS: DOCUMENTOS
1. Definición........................................................................................ 427
2. Características.................................................................................. 428
3. Requisitos de la prueba documental.................................................. 428
4. Ofrecimiento de la prueba documental............................................. 429
5. Clases de documentos....................................................................... 429
5.1 Documentos públicos............................................................. 431
5.2 Documentos privados............................................................ 432
6. Disponibilidad y exhibición de un documento.................................. 433
7. Reconocimiento de documentos....................................................... 434
8. El cotejo en la prueba documental.................................................... 436
9. Valor probatorio de los documentos................................................. 438
9.1 Valor probatorio de los documentos públicos......................... 439
9.2 Valor probatorio de los documentos privados........................ 440
10. Ineficacia probatoria del documento................................................. 441
10.1 Ineficacia por falsedad del documento................................... 441
10.1.1 Falsedad o inexistencia de la matriz.......................... 442
10.2 Ineficacia por nulidad del documento................................... 442
10.3 Ineficacia por su obtención ilícita........................................... 442
CAPITULO XII
MEDIOS PROBATORIOS: PERICIA
1. Noción............................................................................................. 443
2. Características de la prueba pericial.................................................. 444
3. Requisitos de la prueba pericial......................................................... 445
4. El perito........................................................................................... 447
4.1 La función o cargo de perito.................................................. 447
4.2 Obligaciones.......................................................................... 448
4.3 Responsabilidades.................................................................. 449
4.4 Número de peritos................................................................. 449
930
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO XIII
MEDIOS PROBATORIOS: INSPECCION JUDICIAL
1. Concepto.......................................................................................... 455
2. Características.................................................................................. 456
3. Requisitos de la inspección judicial................................................... 456
4. Ofrecimiento de la prueba de inspección judicial.............................. 458
5. Actuación de la inspección judicial.................................................... 459
6. Valor probatorio de la inspección o reconocimiento judicial............. 460
CAPITULO XIV
SUCEDANEOS DE LOS MEDIOS PROBATORIOS
1. Concepto y clases de sucedáneos...................................................... 461
2. Los indicios...................................................................................... 462
2.1 Definición.............................................................................. 462
2.2 Requisitos de los indicios....................................................... 462
2.3 Valor probatorio de los indicios............................................. 463
3. Las presunciones............................................................................... 464
3.1 Noción.................................................................................. 464
3.2 Clases de presunciones........................................................... 466
3.2.1 Presunción legal....................................................... 466
3.2.1.1 Presunción legal absoluta......................... 467
3.2.1.2 Presunción legal relativa.......................... 468
3.2.1.3 Ficción legal............................................. 469
3.2.2 Presunción judicial................................................... 469
3.2.2.1 Presunción basada en la conducta procesal
de las partes............................................. 471
CAPITULO XV
CUESTIONES PROBATORIAS
931
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO XVI
LA PRUEBA ANTICIPADA
1. Definición........................................................................................ 481
2. Requisitos......................................................................................... 482
3. Competencia y trámite..................................................................... 483
4. La citación del emplazado................................................................. 483
5. Habilitación de día y hora para la actuación de la prueba anti-
cipada............................................................................................... 484
6. La absolución anticipada de posiciones............................................. 484
7. La declaración testimonial anticipada............................................... 484
8. Reconocimiento anticipado de documentos...................................... 485
9. Exhibición anticipada de documentos y otros bienes muebles........... 485
10. Actuación anticipada de la prueba pericial........................................ 485
932
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO XVII
LA PRUEBA EN LA JURISPRUDENCIA CASATORIA
1. Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba en general.......... 489
2. Jurisprudencia casatoria relacionada con los principios en materia
probatoria........................................................................................ 495
3. Jurisprudencia casatoria relacionada con la carga de la prueba.......... 502
4. Jurisprudencia casatoria relacionada con la oportunidad de los me-
dios de prueba.................................................................................. 505
5. Jurisprudencia casatoria relacionada con la valoración de la
prueba.............................................................................................. 513
6. Jurisprudencia casatoria relacionada con las pruebas de oficio.......... 532
7. Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba trasladada.......... 541
8. Jurisprudencia casatoria relacionada con la audiencia de pruebas..... 542
9. Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba de declaración de
parte................................................................................................. 550
10. Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba de declaración de
testigos............................................................................................. 552
11. Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba de documentos.... 553
11.1 Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba documen-
tal en general......................................................................... 553
11.2 Jurisprudencia casatoria relacionada con la firma en los docu-
mentos................................................................................... 554
11.3 Jurisprudencia casatoria relacionada con los documentos pú-
blicos en general.................................................................... 555
11.4 Jurisprudencia casatoria relacionada con los expedientes....... 556
11.5 Jurisprudencia casatoria relacionada con los informes............ 560
11.6 Jurisprudencia casatoria relacionada con la prueba documen-
tal consistente en cinta magnetofónica................................... 561
11.7 Jurisprudencia casatoria relacionada con los documentos pri-
vados en general.................................................................... 561
933
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO XVIII
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: CONCILIACION
1. Sistemas de conciliación.................................................................... 587
2. La conciliación extrajudicial o previa................................................ 588
2.1 Configuración........................................................................ 588
2.2 Materias conciliables extrajudicialmente................................ 589
2.3 Materias no conciliables extrajudicialmente........................... 591
2.4 Casos de inexigibilidad de la conciliación por ser facul-
tativa...................................................................................... 592
2.5 Conciliación extrajudicial y procesos cautelares..................... 593
2.6 Mérito y ejecución del acta de conciliación............................ 594
3. La conciliación judicial o intraprocesal............................................. 595
3.1 Definición.............................................................................. 595
3.2 Naturaleza jurídica................................................................. 598
3.3 Oportunidad.......................................................................... 600
3.4 Formalidad............................................................................ 600
3.5 Requisito de fondo de la conciliación judicial......................... 601
934
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO XIX
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION DEL PROCESO:
ALLANAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
1. Allanamiento.................................................................................... 603
1.1 Concepto............................................................................... 603
1.2 Requisitos.............................................................................. 609
1.3 Sujetos participantes.............................................................. 610
1.4 Oportunidad.......................................................................... 611
1.5 Alcances................................................................................. 611
1.6 Improcedencia....................................................................... 612
1.7 Efectos................................................................................... 613
1.7.1 Exoneración de costas y costos en el allanamiento.... 614
2. Reconocimiento................................................................................ 615
2.1 Configuración........................................................................ 615
2.2 Oportunidad.......................................................................... 617
2.3 Alcances................................................................................. 617
2.4 Improcedencia....................................................................... 618
2.5 Efectos................................................................................... 618
2.5.1 Exoneración de costas y costos en el reconoci-
miento...................................................................... 619
CAPITULO XX
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: TRANSACCION
1. Concepto.......................................................................................... 621
2. Elementos......................................................................................... 631
2.1 Relación jurídica dudosa o litigiosa........................................ 631
2.2 Intención de las partes de eliminar el conflicto de inte-
reses....................................................................................... 632
2.3 Concesiones recíprocas.......................................................... 632
3. Objeto.............................................................................................. 633
4. Contenido........................................................................................ 633
935
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
5. Indivisibilidad................................................................................... 634
6. Transacción de obligación nula o anulable........................................ 634
7. Transacción sobre nulidad o anulabilidad de obligación sujeta a
litigio................................................................................................ 634
8. Oportunidad de la transacción.......................................................... 634
9. Formalidad de la transacción............................................................ 635
10. Homologación de la transacción....................................................... 635
11. Acuerdo sobre costas y costos........................................................... 636
12. Efectos y ejecución de la transacción................................................. 637
13. Transacción y acto jurídico posterior a la sentencia........................... 638
CAPITULO XXI
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: DESISTIMIENTO
1. Significado........................................................................................ 639
2. Clases............................................................................................... 639
2.1 Desistimiento del proceso...................................................... 640
2.1.1 Definición................................................................ 640
2.1.2 Legitimación............................................................ 641
2.1.3 Oportunidad............................................................ 642
2.1.4 Formalidad............................................................... 642
2.1.5 Efectos..................................................................... 643
2.2 Desistimiento de actos procesales........................................... 644
2.2.1 Noción..................................................................... 644
2.2.2 Legitimación............................................................ 645
2.2.3 Oportunidad............................................................ 645
2.2.4 Formalidad............................................................... 646
2.2.5 Efectos del desistimiento de actos procesales............ 646
2.3 Desistimiento de la pretensión............................................... 647
2.3.1 Configuración.......................................................... 647
2.3.2 Legitimación............................................................ 647
2.3.3 Oportunidad............................................................ 648
2.3.4 Formalidad............................................................... 649
2.3.5 Rol del Juez en el desistimiento de la pretensión...... 649
2.3.6 Efectos del desistimiento de la pretensión................. 650
3. Jurisprudencia casatoria relacionada con el desistimiento................. 651
936
ÍNDICE GENERAL
CAPITULO XXII
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSION
DEL PROCESO: ABANDONO
1. Concepto de abandono, caducidad o perención de instancia............. 655
2. Presupuestos..................................................................................... 656
2.1 Existencia de una instancia..................................................... 656
2.2 Inactividad procesal............................................................... 657
2.2.1 Actos de impulso procesal e interpretación restrictiva
en materia de perención de la instancia.................... 658
2.3 Transcurso del plazo legal del abandono................................ 659
2.4 Resolución judicial declarativa............................................... 660
3. Legitimidad para solicitar la declaración de abandono...................... 661
4. Modos en que puede operar la perención de la instancia.................. 661
5. Convalidación o purga de la caducidad de la instancia...................... 662
6. Suspensión del plazo de caducidad de la instancia............................. 663
7. Improcedencia del abandono............................................................ 664
8. Efectos del abandono........................................................................ 665
9. La impugnación en materia de abandono.......................................... 667
10. Jurisprudencia casatoria relacionada con el abandono...................... 667
CAPITULO XXIII
ASPECTOS GENERALES SOBRE
LOS MEDIOS IMPUGNATORIOS
1. La actividad impugnativa.................................................................. 685
2. Fundamento de la impugnación........................................................ 685
2.1 La instancia plural.................................................................. 686
3. Objeto de impugnación.................................................................... 690
4. Causales de impugnación.................................................................. 691
5. Presupuestos de la impugnación........................................................ 692
6. Aclaración y corrección de resoluciones............................................ 693
7. Los medios impugnatorios y su clasificación..................................... 697
7.1 Los remedios......................................................................... 699
7.1.1 Concepto................................................................. 699
7.1.2 Requisitos de admisibilidad...................................... 699
7.1.3 Requisitos de procedencia........................................ 700
937
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO XXIV
MEDIOS IMPUGNATORIOS:
RECURSO DE REPOSICION
1. Significado........................................................................................ 715
2. Procedencia...................................................................................... 716
3. Legitimación..................................................................................... 717
4. Motivación del recurso..................................................................... 718
5. Organo jurisdiccional competente.................................................... 718
6. Tramitación...................................................................................... 719
7. Efectos de la resolución que resuelve el recurso de reposición.......... 720
CAPITULO XXV
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE APELACION
1. Concepto.......................................................................................... 721
2. Objeto.............................................................................................. 722
3. Procedencia...................................................................................... 723
4. Competencia del órgano judicial revisor........................................... 723
5. El principio “tantum devolutum quantum apellatum”....................... 725
6. La prohibición de la “reformatio in peius”........................................ 726
7. Motivación del recurso de apelación................................................. 727
8. Legitimidad en la apelación.............................................................. 728
9. La adhesión a la apelación................................................................ 729
10. Trámite del recurso de apelación....................................................... 732
938
ÍNDICE GENERAL
939
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO XXVI
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE CASACION
1. Concepto.......................................................................................... 819
2. Fines................................................................................................. 820
3. Resoluciones objeto de casación........................................................ 821
4. Causales de casación......................................................................... 822
5. Requisitos del recurso de casación.................................................... 823
5.1 Requisitos de admisibilidad.................................................... 823
5.2 Requisitos de procedencia...................................................... 825
6. Trámite del recurso de casación........................................................ 827
6.1 Interposición del recurso de casación..................................... 828
6.1.1 Consulta por no interposición del recurso de casa-
ción.......................................................................... 828
940
ÍNDICE GENERAL
941
MANUAL DEL PROCESO CIVIL
CAPITULO XXVII
MEDIOS IMPUGNATORIOS: RECURSO DE QUEJA
1. Configuración.................................................................................. 911
2. Requisitos......................................................................................... 913
3. Legitimidad...................................................................................... 914
4. Organo jurisdiccional competente.................................................... 915
5. Motivación del recurso..................................................................... 915
6. Tramitación del recurso.................................................................... 916
7. Efectos en relación al recurso de queja.............................................. 917
942