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ENSAYO

Fernando Aínsa
España

Palabras Clave
LITERATURA LATINOAMÉRICA - IDENTIDAD - MESTIZAJE
- SÍMBOLO - NÚCLEO ÉTICO/MÍTICO - NUEVO MUNDO
- FILOSOFÍA INTERCULTURAL

INTRODUCCIÓN ya, en sí, un problema, un ensayo de


nuevo mundo, algo que tienta, provo-
No por azar, el más indefinido ca, desafía a la inteligencia”1 .
de los géneros literarios —el ensa-
yo—ha sido tradicionalmente el más Género utilizado para que los
representativo e idóneo para reflejar europeos reflexionaran sobre la singu-
la plural y compleja, cuando no con- laridad del Nuevo Mundo —como hizo
tradictoria, realidad latinoamericana. el propio Montaigne en sus famosos
Género incitante, polémico, paradó- ensayos Los caníbales, Los vehículos y
jico, problemático, pero básicamente De las costumbres— esta nueva forma
dialogante, el ensayo cubre una parte expresiva sirvió también a los america-
amplia del spectrum semántico de nos para conocerse e identificarse a sí
un continente que desde su incor- mismos. La modalidad—que otros lla-
poración al imaginario occidental ha man proto–ensayos— estaría presente
provocado interrogantes y reflexiones. en la tradición de crítica y protesta que
“¿Por qué la predilección por el ensa- inauguran el sermón de Montesinos
yo en nuestra América?”—se pregunta (1511) y La relación de la destrucción
Germán Arciniegas en 1963— para de las Indias (1552) de Bartolomé De
recordar que muchas páginas de corte Las Casas. Mientras la novela aparece
ensayístico se escribieron en el Nue- en forma tardía y el género biográfico
vo Mundo antes de que Montaigne será inexistente hasta la época con-
reflexionara sobre la alteridad ameri- temporánea, el ensayo como palestra
cana y reconociera que “nada hay de natural de discusión ya está presente
bárbaro ni de salvaje en esas naciones; en las amonestaciones a los encomen-
lo que ocurre es que cada cual llama deros del sermón navideño de Mon-
barbarie a lo que es ajeno a sus cos- tesinos y en la apasionada defensa de
tumbres”. Para Arciniegas esa singu- los indios que hace De las Casas.
laridad era evidente ya que “América
surge en el mundo con su geografía y A partir de entonces, el pen-
sus hombres, como un problema. Es samiento latinoamericano se expresa
una novedad insospechada que rompe a través de este género marcado por
con las ideas tradicionales. América es la urgencia y la intensa conciencia de

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la temporalidad histórica; elabora Con el mismo apasionado én-


diagnósticos socio–culturales sobre fasis, el ensayo ha propiciado también
la identidad nacional y continental denuncias de injusticias y desigual-
—“radiografías” al modo de Radio- dades y ha inspirado el pensamiento
grafía de la pampa (1933) de Eze- antiimperialista o el de la filosofía de
quiel Martínez Estrada o El perfil del la liberación con un sentido de ur-
hombre y la cultura en México (1934) gencia ideológica más persuasivo que
de Samuel Ramos y, posteriormente, demostrativo y donde el conocimiento
El laberinto de la soledad (1950) de del mundo no se puede separar del
Octavio Paz—; reflexiona sobre la di- proyecto de transformarlo. De ahí su
ferencia y la alteridad, sobre lo propio intensa vocación mesiánica y utópica,
y lo extraño en ese inevitable “juego “esa especie ingrávida en perpetuo
de espejos” entre el Viejo y el Nuevo vértigo, cuyo cuerpo más luminoso es
Mundo que caracteriza la historia de la utopía”, al decir de Fryda Schultz
las ideas en un continente enfrentado de Mantovani 5. Esta desiderata de
a “contradicciones y antinomias”2. proyección utópica ha contrastado la
Ello propicia “otra mirada”, esa cur- realidad (el ser de América) con una
va abierta del descentramiento de aspiración (el deber ser), expresión de
la modernidad en la que se inscribe una tensión utópica entre lo real y lo
América Latina que se plasma en la ideal que, más que proponer modelos
formulación de un discurso desde la orgánicos y precisos, se ha manifesta-
periferia, entre otros por Leopoldo do como “intención”, función utópica6
Zea en Discurso desde la marginación que se consagra en ensayos paradig-
y la barbarie, (1988) y, desde otra máticos como La utopía de América
perspectiva, Richard Morse3 . El juego (1925) de Pedro Henríquez Ureña y
de reflejos lo convierte J.M.Briceño Última Tule (1941) y No hay tal lu-
Guerrero en un juego revelador sobre gar…(1960) de Alfonso Reyes.
la “segunda” identidad europea de
América Latina (Europa y América A diferencia de autores como
en el pensar mantuano, 1981). Estos Ángel Ganivet o Miguel de Unamuno,
reflejos mutuos prolongan en el centrados en el desgarrado diagnósti-
tiempo una curva flexible que se ha co de un período de crisis como fuera
ajustado y adaptado a las ideologías el 98 español, el ensayismo latinoame-
de cada época, muchas veces en ricano tiende a ser más programático
forma diacrónica, abordando desde y se orienta hacia el futuro, aunque
diferentes ángulos temas recurrentes hunda sus raíces en el pasado, un
como el ser de América; la unidad pasado que le interesa por lo que to-
continental; el mestizaje cultural; davía perdura como parte integrante
“el humanismo americano” 4 o las del presente. “El presente del pasado”
dualidades civilización/ barbarie, presupone una actitud activa y actua-
campo/ciudad, evasión/arraigo y lizadora de los elementos vitales del
tradición/ modernidad. Un espectro pasado que integra en el presente, en
de preocupaciones que Franciso Miró nombre de lo cual propone lo que
Quesada resume en la afirmación: “el hay que hacer, lo que se debe hacer.
principal problema del latinoameri- Esta idea de corregir la realidad, que
cano es el de la autenticidad”. subyace tras diagnósticos general-

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mente pesimistas, proyecta el ensayo en plantear fines sociales deseables y


en un esperanzado optimismo. Sin enunciar medios de cómo alcanzar-
embargo, la crítica de lo real, implí- lo, auténtico género “bisagra” entre
cita en esta propedéutica, no debe la historia y la reflexión, punto de
confundirse con un nuevo dogma, inflexión entre teoría y praxis 11.
“intencionalidad utópica” que debe “Literatura funcional” la llama José
desmarcarse del fundamentalismo y de Onís, donde el contenido impera
las “tentaciones totalitarias” (Joaquín sobre la forma y donde la misión ética
Herrera Flores7) para aproximarse a lo del autor prima sobre cualquier otra
que Alfonso Reyes llama “orden de la consideración estética.
duda y la creencia, de la insinuación y
la esperanza”, aunque reconozca que La polisemia del ensayo pro-
“hoy por hoy los americanos tenemos picia incursiones no sistemáticas en
el derecho, acaso tenemos el deber, de temas filosóficos, éticos e incluso
ser algo profetas”8. metafísicos y cubre un espectro que
puede ir del ensayo formal —históri-
Si la proyección mesiánica ha co, sociológico, crítico, literario— al
conducido a la visión grandilocuente más informal, impresionista, según
del destino de América en ensayos el énfasis que se le da a uno u otro.
como La creación de un continente Como modalidad textual transgené-
(1912) de Francisco García Calde- rica puede “hablar de casi todo” (Al-
rón o las “iniciativas” de Francisco dous Huxley), lo que permite plasmar
Bilbao9 , la conciencia de esa “vieja e sobre el papel reflexiones siguiendo
incurable exaltación verbal de nues- la libre asociación del pensamiento.
tra América” —según ya advertía De “libertad camaleónica” la califica
José Carlos Mariátegui— no necesita Juan Marichal para señalar que, en el
alimentarse de “una artificiosa y re- ensayo, la forma literaria se pliega a
tórica exageración de su presente”10 . las intenciones del ensayista. Género
El autor de Siete ensayos de interpre- camaleónico —reitera José Miguel
tación de la realidad peruana (1928) Oviedo— que tiende a adoptar la
consideraba que la fe de América en forma que le convenga como parte
su provenir —aunque sinceramente se de una búsqueda experimental de
creyera que será “el hogar de la futura un compromiso entre “el análisis y la
civilización” o se repitiera el lema de intuición, entre el lenguaje expositivo
José Vasconcelos, “por mi raza hablará y el metafórico, entre el conocimiento
el espíritu”— engendraba una serie de objetivo y la percepción íntima”12
exageraciones categóricas que debían porque “hay mil maneras de escribir
ser acotadas. un ensayo y todas ellas son correctas”
(José Emilio Pacheco).
La “acotación” se apoya en el
sentido responsable y comprometido “Centauro de los géneros”, lo
de inserción en la historicidad del llama en forma metafórica Alfonso
ensayista que se siente éticamente Reyes, porque en el ensayo “hay
“reformador” y “transformador de de todo y cabe todo, propio hijo
la sociedad”. De ahí que buena parte caprichoso de una cultura que ya
de la producción continental insista no puede responder al orbe circular

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y cerrado de los antiguos, sino a la hasta la raíz de las cosas que quere-
curva abierta, al proceso en marcha, mos decir: afinar, definir, con ansia de
al etcétera”13. En ese vasto “etcétera” perfección”15. Lo que se dice es cómo
que da cabida al análisis y a la creati- se lo dice, lo que si bien agudiza la
vidad, la vocación literaria del ensayo dificultad para distinguir la forma del
es manifiesta, ya que en su forma de contenido, hace del estilo ensayístico
expresión ancilar intercambia técnicas algo muy personalizado e íntima-
y procedimientos, preocupaciones con mente ligado al autor. El ensayista es
la literatura y otras disciplinas. siempre el núcleo vital de lo tratado,
un centro de irradiación germinativa
Aunque, de todos los géneros, a partir del cual despliega su tema,
el ensayo es probablemente el menos aunque se disimule en un “nosotros”
sometido a modas y escuelas literarias, colectivo o en un “yo” nacional.
la “voluntad de estilo” como preocu-
pación que inaugura el modernismo El ensayista es un “un lírico en
con Los raros (1896) de Rubén Darío prosa” capaz de poetizar por medio
y Ariel (1900) de José Enrique Rodó, de la inteligencia y la fantasía (Mario
resulta esencial para comprender su Praz), algo así como “una lírica de las
especificidad. Es más, de acuerdo a la ideas” (Anderson Imbert), rasgos de la
acepción estricta de ensayo es Rodó lírica que se reconocen en la medida
quien escribe el primer ensayo pro- en que el hablante lírico —a diferencia
piamente dicho en América Latina. del narrador ficticio en la novela o en
Sólo entonces y merced a la búsqueda la épica— está siempre directamente
de la perfección estética a través de la asociado a su autor16. De ahí que, para
acumulación de recursos estilísticos, Octavio Paz, el valor de una obra resi-
la unidad del ensayo se logra en el de en su novedad, en la invención de
trazo artístico unívoco, donde se formas o combinación de las antiguas
concilian “la profundidad y la gracia” de una manera insólita, en el descu-
(Ricardo Gullón). brimiento de mundos desconocidos
o exploración de zonas ignoradas en
“El estilo es el hombre” —re- los conocidos, en las revelaciones y
cuerda José Luis Martínez— ya que sorpresas que puede procurar 17.
“un ensayo, generalmente, atrae a los
lectores no por el tema que trata, sino La “doctrina” diluida en “el
por el autor implícito que reflexiona comentario animado o con la medita-
sobre él mismo”14. En efecto, más allá ción alada” (Cintio Vitier) hace que la
del interés del tema, muchos ensayos “nobilísima función del ensayo” con-
se leen por el estilo de su autor. Su sista en poetizar en prosa el ejercicio
nombre, sus opiniones, la columna o pleno de la inteligencia y la fantasía.
el artículo periódico que firma, más El ensayo se propone como una es-
que el tema tratado, conduce a la lec- tructura lógica, pero donde la lógica
tura. Por ello, Pedro Henríquez Ureña “se pone a cantar”18, tal vez porque
aconseja que el secreto de la expresión ese “extraño puente entre el mundo
es trabajar hondamente la lengua de las imágenes y el de los conceptos”
castellana, “trabajarla hondamente, —que es el ensayo— protege un poco
esforzarse en hacerla pura, bajando al hombre entre “las oscuras vueltas

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del laberinto” y lo ayuda a buscar “el y extravagante”20 — y Francis Bacon


agujero de salida”19 —“meditaciones dispersas”— que se
evidencia el deseo de reaccionar con-
tra las formas solemnes, escolásticas y
DELIMITACIÓN canónicas de la filosofía y se reivindica
HISTÓRICA la libertad de pensar, la diversidad de
opiniones y la “duda metódica” que se
instala en el centro de todas las certe-
En el origen del género ensayo, zas. En España, José Luis Martínez no
está la ruptura en las creencias uní- duda en remontar la tradición ensayís-
vocas y dogmáticas, ese ligero escep- tica a Antonio de Guevara y propone
ticismo que alimenta la desconfianza una sugerente lectura de Las moradas
ante las cosmogonías que pretenden de Santa Teresa desde la perspectiva
explicarlo todo. Aunque no puedan del género21. Otros recuerdan páginas
llamárseles ensayos por su forma, sus de Los sueños de Quevedo y Augusto
características aparecen en el relativis- Monterroso propone una lectura de
mo de Protágoras y Gorgias y en los los Prólogos de la primera y segunda
sofistas, maestros de la retórica, que parte de Don Quijote como ensayos22.
predisponen a las formas del diálo- En todo caso, si ya es evidente en tex-
go socrático que desarrolla Platón. tos de Jerónimo Feijoo, José Cadalso,
Centrado en las preocupaciones por Gaspar Melchor de Jovellanos y Ma-
el sujeto, esa forma de pensar empí- riano José de Larra, el género adquiere
rico–inductiva que parte de la duda dimensión literaria con Leopoldo Alas
sobre los sistemas dados y alimenta “Clarín” quién justamente emplea la
un relativismo sobre los resultados, palabra ensayo para referirse al Ariel
la forma ensayística propicia un me- de José Enrique Rodó. La Generación
ditar basado en el hombre y en una del 98 —Ángel Ganivet, Miguel de
preocupación centrada en el sujeto. Unamuno, Azorín— como posterior-
Estos caracteres —traducidos en la mente José Ortega y Gasset le dan la
actitud dialogal— se reconocen en forma que rige hasta hoy en día en el
los gérmenes de los que serían las pensamiento hispánico.
características del género presentes
en las Meditaciones de Marco Aurelio, En América Latina, aunque se
en las Epístolas a Lucilio de Séneca y pueda hablar de pre–ensayística en las
en algunas de las Vidas paralelas de Crónicas de Indias, donde se mezcla
Plutarco y resurgen en el individua- la épica con la didáctica y se funda la
lismo antropocentrista que propicia personalidad y la conciencia histórica
el humanismo renacentista, aunque del continente, es en realidad con el
también pueden rastrearse proto–en- pensamiento crítico de la Ilustración
sayos en sermones y “ejemplos” me- primero y luego en los idearios de la
dievales. emancipación, que el género refleja
de un modo más palmario el carácter
Sin embargo, es con la creación de “intelectual orgánico” —al modo
del género, tal como lo definen Mon- definido por Gramsci— que encarna
taigne —“libro único de su clase en el el escritor y hombre de acción del
mundo” y de “una intención indómita siglo XIX. Abocado a la construcción

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de los estados nacionales y de una máxima: “nuestra filosofía ha de salir


identidad cultural insertada en una de nuestras necesidades”25.
intersubjetividad histórica basada
en herencias y raíces recuperadas, Sin embargo, es evidente que
experiencias comunes y tradiciones América ya tiene su historia y no pue-
asumidas, el ensayo contribuye a de “inventarse” en permanencia: no es
crear la imagen de la colectividad, un vacío que debe llenarse una y otra
encontrar los modelos más adecuados vez —advierte el propio Martí— al
para afrontar los conflictos y las an- recordar que América son sus indios,
tinomias en que se divide y polariza pero también sus conquistadores, li-
la sociedad tras la independencia. bertadores y civilizadores: un todo, un
La búsqueda de una “orijinalidad” auténtico crisol de culturas. Se trata,
americana —que Simón Rodríguez por lo tanto, de “imitar si no se puede
resume en la máxima “inventamos hacer otra cosa; pero, aun al imitar,
o erramos”23— marca una ensayís- inventar un tanto, adaptar” 26, porque
tica centrada en la temática de la existe el riesgo de que en el afán por
identidad cultura, aunque si bien el ser diferente de lo que se es, se pueda
anhelo se expresa con vehemencia, la negar justamente todo aquello que
respuesta no es fácil de concretar. ya se es. Un examen de la historia del
ensayo desde esta perspectiva, permite
A partir de la Independencia y rastrear una terminología que insiste
a todo lo largo del siglo, el proceso de en “reivindicar nuestro pasado”,
diferenciación se agudiza. Se empieza “fomentar valores propios», “buscar
a hablar del “ser americano”, de la la autenticidad”, “combatir las ideas
idea de América, de americanidad, de foráneas”, “evitar la alienación”, “ser
conciencia nacional, de expresión u fieles a nosotros mismos”, denuncian-
originalidad americana. Las nociones do la deculturación provocada por la
de idiosincrasia, auctoctonía y pecu- alienación, cuando no el imperialismo
liaridad se suceden para referirse a cultural y, más recientemente, comba-
una preocupación planteada tanto tiendo la globalización.
a nivel nacional (cuando no nacio-
nalista) como continental. Integrar El inventario de “nuestras
el sentimiento de pertenencia a un necesidades” —que proponía Alber-
pasado común supone racionalizar di— es esencial en las reflexiones
sentimientos e ir simbolizando es- alrededor de las nacientes naciona-
tructuras profundas del subconsciente lidades que, a lo largo del siglo XIX,
colectivo alrededor de lo que podía desgranan el propio Alberdi, Andrés
ser la conciencia de un “ser nacional”. Bello, Domingo Faustino Sarmiento,
Para ello hubo que romper con ciertos Juan Montalvo, Eugenio María de
esquemas de dependencia que José Hostos, José Martí o Manuel Gonzá-
Martí parodió en Nuestra América: lez Prada, como lo harán luego José
“éramos una máscara con los calzones Enrique Rodó y José Vasconcelos.
de Inglaterra, el chaleco parisiense, Todos ellos son hombres públicos que
el chaquetón de Norteamérica y la desempeñan papeles muy diversos en
montera de España” 24 y que Juan la sociedad. El ensayista es un polí-
Bautista Alberdi había resumido en la grafo polivalente: político, hombre

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de acción, periodista, conferencista, El siglo XX amplía el es-


educador, legislador, ministro, diplo- pectro e introduce otras variantes.
mático o poeta, lo que se traduce en Así, el ensayo del 900 ejemplifica
una escritura transgenérica y en una el individualismo filosófico, ese
variada temática, Un ejemplo recurri- movimiento de autonomía en el
do es Facundo. Civilización y barbarie pensar que acompaña la crisis del
de Sarmiento donde se entrelazan positivismo y el advenimiento del
en forma inextricable componentes modernismo literario. El yo protagó-
estéticos, sociológicos, políticos, nico al evacuar parte del “yo nacional”
históricos, narrativos, panfletarios y y el nosotros decimonónico conduce a
costumbristas literarios. un autocentramiento estético que se
desarrolla a partir de Rubén Darío y
Durante el siglo XIX, el en- prosigue luego con las vanguardias de
sayo demuestra ser una excelente los años veinte.
herramienta de combate. Manuel
González Prada —calificado de Sin embargo, al mismo tiem-
“sembrador de ideales” por Rufi no po, el proyecto bolivariano de la
Blanco Fombona—titula significati- unidad americana —frustrado por
vamente sus ensayos como Páginas la balcanización continental, la ri-
libres (1894), Horas de lucha, (1908) y validad entre caudillos y las guerras
Propaganda y ataque (1938)— en alu- civiles y regionales que asolan el
sión directa a una misión intelectual siglo XIX— reaparece en el idealis-
que resume en su famoso discurso mo voluntarista de Francisco García
“El intelectual y el obrero” dirigido a Calderón (Las democracias latinas de
la Federación de Obreros Panaderos América y La creación de un continente,
el 1 de mayo de 1905. “Ardua tarea 1912) y en los renovados proyectos
corresponde al escritor llamado a con- de unidad continental de Manuel
trarrestar el influjo del mal político: Ugarte, La Patria Grande (1922) y La
su obra tiene que ser de propaganda nación latinoamericana (1923). “El
y ataque” —afirma en 1888— aunque patriotismo necesita reformas, ya no
para ello “no se requiere tanto el li- debe haber peruanos, ni mexicanos, ni
bro, como el folleto, el periódico y la argentinos o chilenos. Sólo las almas
hoja suelta”, herramientas útiles para de moluscos siguen apegadas a la roca
desarrollar una “fogosa propaganda” de la patria”, proclama José Vasconce-
y un “ataque decidido a política y po- los, autor del ensayo emblemático del
líticos”27. En 1905, ya está convencido mestizaje americano, La raza cósmica
del destino ineluctable de la revolu- (1925). América sigue siendo un
ción proletaria, aunque sea consciente problema para Ernesto Mayz Valle-
desde su perspectiva libertaria que nilla (El problema de América) donde
“toda revolución arribada tiende a se pregunta: “¿Y por qué ese afán de
convertirse en gobierno de fuerza, “empezar a ser” distinto y radicalmen-
todo revolucionario triunfante dege- te “nuevo” frente a los demás? ¿Por
nera en conservador”. En todo caso qué ese temor de ser “confundido”
—asegura— “no somos la inundación con otros, que lo impulsa tan ardien-
de la barbarie, somos el diluvio de la temente a la búsqueda de su modo de
justicia”28. ser “original” y “originario”? 29

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Uno de los núcleos temáticos inertes, un explorador, un cateador


del ensayismo contemporáneo es la de terrenos auríferos, un vikingo de
deontología de la cultura nacional. los mares incógnitos, un viajero que
Análisis funcional de la cultura (1971) sueña en continentes desconocidos,
titula Ezequiel Martínez Estrada una el más fecundo proveedor de ma-
reflexión que parte de la máxima mar- teriales de fermento para la cultura
tiana de “injértese en nuestras repú- filosófica”30.
blicas el mundo, pero el tronco ha de
ser el de nuestras repúblicas”; Rodolfo
Kusch propone superar “el miedo DELIMITACIÓN
de ser nosotros mismos” asumiendo CONCEPTUAL
una Geocultura del hombre americano
(1976); Dardo Cúneo descubre en
Cultura, país y época (1983) una “im- La primacía del ensayo sobre
paciente conciencia argentina, latinoa- la filosofía es para algunos prueba
mericana” empeñada en el desafío de de la falta de rigor y de organicidad
trabajar certidumbres. Sus páginas son del pensamiento latinoamericano.
“actas de esa conciencia” y sus crite- La ausencia de sistemas elaborados
rios están expuestos para “la urgente o doctrinas totales capaces de con-
acción”. Ernesto Sábato, en La cultura centrar y ordenar el saber acumulado
en la encrucijada nacional (1987), que caracteriza el filosofar tradicional
realiza un severo enjuiciamiento de se traduciría en el Nuevo Mundo en
“nuestra hibridez” H.A.Murena se una dispersión de esfuerzos y en un
plantea el “ser o no ser de la cultura corpus heterodoxo y por momentos
latinoamericana” en un volumen inclasificable. La historia del ensayo
de significativo título, Ensayos sobre es de una “desazonadora anarquía,
subversión (1962). El intelectual y la de una multiplicidad, aparentemente
sociedad, el intelectual y la política, la loca de ambiciones, de blancos, de
misión y el compromiso forman parte medios, de técnicas, de propósitos”
de la reflexión ensayística de poetas —afirma algo consternado Carlos Real
como Roberto Fernández Retamar de Azúa31— aunque en esa diversidad
cuyos ensayos sobre Calibán y Nuestra haga radicar justamente su riqueza. En
América y el mundo (1979) retoman efecto, lo que para algunos es prueba
y actualizan el Ariel de Rodó desde de la dispersión que se adjudica al
un novedoso y polémico enfoque; género, es para otros la palmaria de-
novelistas como Alejo Carpentier y mostración de su naturaleza proteica
filósofos como Héctor Agosti (autor y de la polifonía de voces y temas a la
de “La cultura militante”, 1951). Lo que invitan las fluidas transferencias
resume con entusiasmo Martínez Es- disciplinarias entre lo histórico, socio-
trada al afirmar que el escritor debe lógico, filosófico, político y estético.
identificarse con la historia, inventar,
crear, agitar, ensayar en el área de sus En realidad, la falta de un
actividades ya que “tiene de hecho y orden secuencial lógico no supone
de derecho, como uno de sus deberes que el ensayo carezca de un sentido
sociales apremiantes el de ser un propio. Por el contrario, se puede
agitador, un removedor de materiales hablar de un “desorden sistemático”

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(Angel Ganivet), de un orden estético es instrumental y en ningún caso


interno, de una unidad artística más sustantiva o absoluta. Este compo-
que temática. Por ello, Rodó distingue nente de la “escritura” que nace de
entre el ensayo rectilíneo y el “desor- objetivos poco literarios como son las
denado y libre de todo plan metódico” cartas abiertas y artículos polémicos
que ejemplifica en “el curso volunta- está particularmente presente en la
rioso y errabundo” de un autor como ensayística. Basta recordar, a título de
Montalvo32. ejemplo, el origen epistolar de ensayos
“clásicos” como la Carta de Jamaica de
En la improvisación ajena a Simón Bolívar, las cartas a Gonzalo de
la concepción del tratado o la mono- Quesada, Manuel Mercado, o Barto-
grafía, incluso cuando es caprichoso, lomé Mitre de José Martí; “El sentido
divagante o cuando propone puntos de América” carta dirigida al filósofo
de vista inusitados o está impregna- Francisco Romero por Alfonso Reyes;
do de un cierto lirismo, el ensayo la correspondencia entre José Iturriaga
está controlado y modulado por una y Juan Larrea sobre el tema “Hacia una
necesaria organización discursiva ra- definición de América”.
cional, donde se reconoce un estilo.
Ello permite superar el tópico de que Otras formas de expresión
el ensayo es un híbrido entre razón literaria son también utilizadas por el
e intuición, imagen y concepto, pe- ensayo. La del memorial sirve de título
riodismo y filosofía, para asegurar su al Memorial de Agravios de Camilo
especificidad “mestiza”. A partir de Torres y al Memorial de los hacendados
su mestizaje disciplinario y de géne- de Mariano Moreno; las meditaciones
ro se comprende su variada temática de “trayectoria diversa”, pero “todas
(filosófica, moral, histórica, política, ensartadas en el mismo objetivo pri-
sociológica, antropológica, cultural, mordial” de contribuir al logro de una
artística…), referida, más allá de sus expresión latinoamericana, es la forma
variantes, a una realidad que atañe elegida por Juan Marinello para los
al ser humano. Género abordado cinco ensayos reunidos en Meditación
por críticos como Alfonso Reyes, americana (1959); las parábolas que
polemistas como Juan Montalvo, José Enrique Rodó proyecta como
antropólogos como Fernando Ortiz, cuidados productos estéticos en Moti-
filósofos como Carlos Vaz Ferreira, vos de Proteo (1909). Pero nadie como
Alejandro Korn, Francisco Romero, José Martí para alternar técnicas de
José Gaos, Leopoldo Zea, Francisco crónica y ensayo con las de artículo y
Miró Quesada o Arturo Ardao, es- gacetilla, oratoria, epístolas, discursos
critores como Eduardo Mallea, Jorge patrióticos, manifiestos (ej. el Manifies-
Luis Borges, José Lezama Lima o Alejo to de Montecristi) donde se entrelazan
Carpentier, los modos de apropiación conocimiento, arte y acción y lo esté-
de esa realidad también son variados tico se cruza con lo heroico.
y en su forma caben los préstamos de
géneros conexos (epistolar, periodís- En realidad el trasiego trans-
tico, filosófico, histórico, aforístico…) genérico que propicia el ensayo se
o modalidades orales (conferencias, inscribe en la premonición de Ernst
discursos, charlas) cuya utilización Jünger: “no se tardará en reconocer

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que la parte más sólida de nuestra Repertorio americano que consagra en


literatura es la que nació de los ob- Costa Rica el polígrafo García Monje
jetivos menos literarios: todas esas o Asomante fundada y defendida con
informaciones, cartas, diarios íntimos tenaz empeño en Puerto Rico por
nacidos en las grandes cacerías hu- Nilita Vientós— acompaña la historia
manas, emboscadas y desolladeros de de la ensayística latinoamericana. Su
nuestro tiempo”33. aporte a la historia de las ideas y de
los movimientos literarios y estéticos
Sin embargo, es con el pe- del continente es innegable, tal como
riodismo y las variadas formas que lo reconocen recientes congresos y
asume —artículos de fondo y de opi- publicaciones sobre el tema.
nión, crónicas, columnas, editoriales,
“cuadros” y “estampas”— donde el Producto equidistante —por
ensayo comparte mayores competen- lo tanto— entre el periodismo y el
cias genéricas, lo que ha estimulado sistema filosófico35, el ensayo —con-
en América Latina su producción y siderado un “género adulto”, fruto
facilitado su amplia difusión. Gracias de la “pasión meditabunda” del ser
a la frecuencia, asiduidad, comuni- humano (Guillermo Díaz Plaja)— se
cación que propicia la “literatura de mueve también en la zona fronteriza
quiosco” (Flora Ovares34) y aunque entre filosofía y literatura. Guiado por
André Gide considerara periodismo la inspiración más que por la lógica, el
“todo lo que mañana será menos in- ensayo tiende a ser narrativo 36, aun-
teresante leer que hoy”, el ensayista que en principio prima en el ensayo la
latinoamericano ha sido fundamen- voz reflexiva sobre la narrativa. Así, la
talmente atento “cronista” de su dimensión imaginativa está presente
sociedad. Al abordar los temas de en Jorge Luis Borges, especialmente en
“nuestro tiempo” —al decir de Octa- Inquisiciones (1925), Discusión (1932)
vio Paz— ha sido crítico y opinante y Otras inquisiciones (1952), donde el
(Periodismo militante,1978, titula una valor estético de las ideas filosóficas
de sus recopilaciones periodísticas adquieren una inusitada proyección;
Gabriel García Márquez) y ha creado en Octavio Paz en su vasta y polifacé-
complicidades y lealtades con lecto- tica obra; en Alejo Carpentier (Tientos
res que se reconocen en sus propias y diferencias, 1967) y Julio Cortázar,
inquietudes y preocupaciones. Las para quién las ideas más que razonar-
polarizadas reacciones que suscita se intelectualmente deben vivirse en
el ensayismo periodístico de Mario forma apasionada y las fronteras de
Vargas Llosa son la mejor prueba. los géneros transgredirse lúdicamente.
Pero nadie como José Lezama Lima
Una larga lista de revistas y concilia de un modo más original y
periódicos —desde Biblioteca Ame- apasionado rigor formal y profundi-
ricana (1823) publicada por Andrés dad reflexiva como propone en los
Bello en su exilio londinense, a las ensayos fundacionales de La expresión
argentinas Sur y Crisis, Cuadernos americana (1957).
Americanos en México, pasando por
El Cosmopolita, El Regenerador y El Mientras el ensayo se hace
Espectador que dirige Juan Montalvo, más “literario”, muchas páginas de

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Fernando Aínsa

ficción incorporan, entre otras formas su “mestizaje” disciplinario y de


de expresión (diarios, cartas, confe- género, es posible proyectarlo
siones, testimonios), las digresiones como un activo revulsivo de los
ensayísticas. Si ello es visible en la sistemas cerrados y un cuestio-
narrativa reciente de Carlos Fuentes, nador de la razón acrítica.
Augusto Roa Bastos, Ernesto Sábato,
Eduardo Mallea y el propio Carpen- b) El discurso ensayístico no
tier, la intencionalidad ensayística es pretende ser total, preciso,
notoria en las llamadas “novelas de la ordenado y cierto como el
tierra” (por ejemplo en Doña Bárbara científico, ni orgánico como el
y Canaima de Rómulo Gallegos); en filosófico; prefiere tipificarse
el costumbrismo decimonónico de como literatura de ideas, “una
Ricardo Palma y Tomás de Carrasqui- forma de pensar”(Eduardo Ni-
lla y en el naturalismo de vocación col) basada en una espontánea
ejemplificadora. Intertextualidad y asociación de ideas37. Su inten-
contextualización que lleva a solicitar ción primordial es “inquietar”,
de los “hombres de letras” una activa suscitar dudas, imaginar “otros
contribución a “la formulación del mundos posibles”, objetivo
discurso axiológico de un pueblo”, problematizador, deconstruc-
al modo en que Gustavo Gutiérrez cionista que no busca tanto
rastrea en la obra de José María Ar- sistematizar lo cuestionado,
guedas. Esta constante ha llevado a sino inspirar una reflexión.
propiciar estudios sobre la “estructura Las reflexiones codificadas
ensayística de la novela latinoamerica- en el ensayo —recuerda José
na” (Jacques Leenhardt) y a extender Luis–Gómez Martínez —se
el campo semántico del ensayo a la generan a partir de la confron-
“sociología de la literatura”. tación de dos sistemas, a la vez
antagónicos y dependientes
Esta rica polisemia, sus varian- entre sí: el discurso axiológico
tes expresivas y temáticas dan al ensa- del estar (valores que dominan
yo latinoamericano una especificidad y diferencia a la vez una época
y originalidad que merece analizarse de otra), y el discurso axio-
en detalle. A su caracterización están lógico del ser (la conciencia
consagradas las páginas siguientes. del autor de su historicidad,
de estar viviendo ante un
horizonte de posibilidades e
1. Función crítica imposibilidades que modelan
su libertad). El ensayo hace del
a) El ensayo fomenta la duda, la choque de estos dos sistemas el
ruptura y la crítica y, en la me- tema central de su reflexión38.
dida de su escepticismo crea-
tivo, puede ser productivo de c) El ensayo no debe ser, en
nuevas ideas significativas, de principio, dogmático. Debe
aperturas a nuevas vías desde estar abierto a otras alter-
el margen, desde una periferia nativas del pensamiento no
que se torna central. A partir de sistemático o doctrinario y

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ENSAYO

echar mano de todo lo que que antes de significar juzgar,


considere necesario para res- quiere decir separar, distinguir.
ponder a los problemas que Pero aun como “esgrimidor de
plantea, eclecticismo notorio ideas” el ensayista contribuye
en el ensayismo de tradición a una reflexión sobre otros
sajona y francesa. La informa- ángulos posibles para obser-
lidad, la soltura y distancia de var un mismo problema. Todo
la que hace gala el ensayismo parece confirmar —al menos
inglés o el esprit del francés en América Latina— que el
están lejos del dramatismo del ensayo se desarrolla, por su
ensayismo latinoamericano. propia naturaleza, en épocas
La tradición del inglés con su de crisis, cuando “el hombre se
ironía y aparente despreocupa- siente más confundido y están
ción distanciada (detachment), crujiendo, amenazantes —ante
las buenas maneras literarias de que emerjan otros— los va-
(good manners), no cuenta con lores de una vieja cultura”40,
seguidores en un continente
cuyo pensamiento está menos 2. Función
dirigido al individuo que a una desmitologizadora
colectividad (conciudadanos,
nación) y donde prima un no- Escribe en forma ensayística el
sotros o un yo nacional sobre que compone experimentando, el que
el yo individualista del ensayo vuelve y revuelve, interroga, palpa,
clásico europeo. examina el objeto de su reflexión sin
la ayuda de la “providencia divina”,
d) El ensayo latinoamericano de visiones totalizantes (por no decir
rehúye adoptar un cordial totalitarias) de la historia ni otras se-
eclecticismo, emitir juicios guridades confortables. José Donoso
medidos y dar algo de razón preconiza un escribir a “la intempe-
a todo el mundo y opta, en rie”, sin la protección de los muros
general, por una actitud más de los “templos” donde se refugian
militante, esa “poderosa carga las certidumbres, cuestionamiento
estética y ética compulsiva de que abre fronteras y niega formas
acción”39 que puede observarse sacralizadas del conocimiento.
en Martí. “Trincheras de ideas
valen más que trincheras de Si el ensayo se orienta hacia
piedra”, asegura el mismo la verdad, no pretende ser la verdad,
Martí, porque en el ensayo “la relación paradojal que acentúa su ca-
prosa, centelleante y cernida, rácter especulativo, inquisitivo, pero
va cargada de idea”. La exal- que desmiente su posible dogmatismo
tación de la figura del héroe o taxatividad. La cacería de los idola
concebido como asceta mártir fori —tópicos, supersticiones, mitos
destinado al sacrificio, la dis- y “falsas nociones”— que emprendió
posición militante y quijotesca Bacon para reinterpretar la naturaleza
prima sobre el sentido crítico y desacralizar, desmitoligizar y des-
en el sentido de krinô, verbo prejuiciar un conocimiento protegido

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Fernando Aínsa

por una “clase sacerdotal”, está más tonterías”. Evitar el “espíritu de secta”
cercana del esfuerzo “liberador” del tanbién obsesiona a Jesús Silva Herzog
ensayo latinoamericano. que concibe el ensayo como parte
de una “disidencia herética” abierta
Carlos Arturo Torres en Idola donde “lo humano” es el problema
Fori (1910) retoma esa misión desde esencial. “El hombre es periferia y
la perspectiva del Nuevo Mundo centro, medio y fin, irradiación y foco
donde hay que debatirse contra luminoso de él mismo” —recuerda—,
ideas, ideologías y formas de pensar por lo cual “hay que buscar en un
que llama “verdaderas supersticio- nuevo humanismo los materiales para
nes políticas”, que lejos de ayudar construir el mundo del mañana”43 .
a la organización mental y social la
congelan con “letal fuerza catalép- “Nos sobraron las creencias,
tica”. Consciente de lo arduo de su nos faltaron las ideas”, sentencia En-
empresa, Torres considera que el sólo rique Krauze, para proponer que hay
intentarlo, “el señalar la posibilidad que “someter las creencias al examen
de reducir a sus verdaderas propor- de las ideas” y distinguir entre “el
ciones de pensares falibles o caducas claustro de las creencias y la intem-
opiniones cuantos ya se tuvieron por perie de las ideas”. La tarea resulta
canon y dogma incontrovertible de la urgente en un continente donde las
política y de la filosofía, es despertar creencias “lindaron con la ortodoxia”
los aletargados estímulos del examen y proliferan tantas “ideas fijas” sobre
y exaltar el valor y las afirmaciones la realidad44. A esta dicotomía entre la
de la autonomía humana”41 , ya que situación real y las ideologías sistemá-
frente al fanatismo de los principios ticas que dicen interpretarla consagró
se yergue el fanatismo “oscuro y mi- José Luis Romero su obra Situaciones e
lenario de las tradiciones”. Las ideas ideologías en Latinoamérica (1986).
no son formas estáticas —recuerda
citando a Hegel— impulso inmanen- La actitud crítica, la descon-
te que hace del principio del devenir fianza ante la institucionalización de
una ley de sistematización filosófica una razón política promotora de una
para luchar “contra el fiero ideal de retórica cerrada a toda alternativa
la cristalización del pensamiento en cultural disidente, la incredulidad
formas inmutables”. ante los mitos fundacionales creados,
la sospecha de vivir una nacionalidad
Octavio Paz recuerda que “el artificial y ficticia ya había sido de-
pensamiento independiente es casi nunciada por el movimiento de “los
siempre impopular”42 en la línea de Contemporáneos” en México, especial-
aquellos ensayos de Bertrand Russell mente a través de los ensayos de Jorge
—“Esbozo del disparate intelectual”, Cuesta. Este pensamiento “disidente”
“Ideas que han ayudado a la huma- —que puede rastrearse en otros países
nidad” e “Ideas que han perjudicado latinoamericanos desde la Argentina a
a la humanidad”reunidos en Ensayos Cuba— considera que la verdadera tra-
impopulares— escritos para combatir dición puede ser la de la ruptura y del
“el desarrollo del dogmatismo” y desarraigo, la del rompimiento con los
contra “los predicadores de ampulosas modelos establecidos y la innovación

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ENSAYO

permanente, el desenmascaramiento inauguró la reflexión individualizada


de la inautenticidad, esa dimensión y, por lo tanto, diferente al canon, al
que permite que “un país frustrado en dogma y a lo aceptado imperante, per-
su esencial político puede alcanzar vir- cepción de lo diferente y de la alteridad
tudes y expresiones por otros cotos de que caracteriza al ensayo, un género
mayor realeza”, según la sutil imagen que se elabora a partir del punto de
de José Lezama Lima45. vista de su autor, donde prima un
subjetivismo y una intencionalidad
El ensayo cumple, en cierto basada en la perspectiva del propio
modo, una función de despensar lo yo. “Me atrevería a tratar a fondo al-
pensado anteriormente, negación guna materia, si me conociera menos
crítica de la cultura petrificada como —reconoce el fundador del género—.
ideología, como tópico —lo que hoy Sembrando una frase aquí, otra allá,
podríamos llamar “políticamente co- muestras desgajadas de su conjunto,
rrecta”— que el ensayista realizar para separadas sin designio ni promesa, no
dejar al descubierto esa parte que el creo que haga nada bueno, ni que me
pensamiento canónico había dejado, mantenga yo mismo sin variar cuando
justamente, impensada, sumergida, me plazca y sin rendirme a la duda o a
insospechada46.“Pensar más de lo que la incertidumbre o a mi estado original
encuentra ya pensado”, recomendaba que es la ignorancia” 48 .
Adorno 47, haciendo del ensayo la
forma crítica por excelencia, “crítica El ensayo se elabora, pues, a
inmanente de las formaciones espiri- partir de una reflexión personal sub-
tuales” que problematiza situaciones, jetiva sobre temas muy diversos rela-
atiende urgencias y responde a lo cionados con lo actual y cotidiano a
inmediato y apremiante. En América los que se proyecta en una dimensión
Latina, esa urgencia se traduce en la universal y abstracta. Por lo tanto, no
tensión que el ensayo refleja, radical se puede pretender que el ensayista,
disidencia que no es sinónimo de la aun siendo ecléctico, sea imparcial.
mesura que preconizaba el ensayo En tanto que discurso personal que
clásico siguiendo los preceptos de expone una secuencia argumentativa
Montaigne: tolerancia religiosa, liber- está sujeto a la efusión, a las pasiones,
tad de conciencia, confianza en el dis- ocurrencias, versatilidad, perspicacia,
curso de la razón, preferencia por las digresiones o meras divagaciones a
“expresiones que moderen la audacia las que se libra su autor. De ahí, tam-
de lo propuesto”, actitud que lo llevó bién, el carácter confesional de ciertos
a rechazar afirmaciones tajantes por ensayos y su proximidad genérica
dogmáticas y la certeza de la verdad con lo epistolar o autobiográfico. Los
por insensatez. juicios estéticos, históricos, políticos
o sociales se pronuncian a partir de
una subjetividad enraizada en su pro-
3. Subjetivismo del pia contemporaneidad, un presente
ensayo que tiñe cualquier opinión sobre el
pasado, interpretación personal que
Con esa observación del mun- es justamente la que otorga interés
do a partir de sí mismo, Montaigne al ensayo.

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Los ejemplos abundan en el cias de la crítica”, según ironiza José


ensayo latinoamericano. “No es éste Edmundo Clemente—, menciones
un libro orgánico. Mejor así —advierte eruditas que son marginales, auxilia-
Mariátegui—[…]Mi pensamiento y res a la idea central. Su visión —sea
mi vida constituyen una sola cosa, un didáctica, moralizante, heterodoxa,
único proceso . Y si algún mérito es- ingeniosa, intuitiva, paradójica o
pero y reclamo que me sea reconocido irónica— no se presenta como una
es el de […] meter toda mi sangre en verdad absoluta, resultado de una in-
mis ideas”49. Héctor Murena define su vestigación o un descubrimiento —“el
ensayo El pecado original de América ensayo es la ciencia, menos la prueba
(1954) como “una especie de autobio- explícita”, dijo Ortega y Gasset en
grafía mental” para saber dónde está una recurrida cita— sino guiada por
situado él mismo. Bajo el significativo un deseo de autenticidad basado en la
título de Uno y el universo, Ernesto persuasión lógica o estética que avanza
Sábato confiesa: “uno se embarca hacia por asociaciones e intuiciones donde se
tierras lejanas, o busca el conocimiento impone la sensibilidad del autor. Una-
de hombres, o indaga la naturaleza, o muno lo llama “sentir la idea y pensar
busca a Dios; después se advierte que el el sentimiento” y el propio Ortega “la
fantasma que se perseguía era uno mis- expansión del íntimo calor con que
mo”50. Cuando el hombre se encuentra los pensamientos fueron pensados”. A
en el universo como “un extranjero partir de esta libertad, el ensayo se per-
solitario y desamparado” y se siente mite digresiones, ese romper aparente
a “la intemperie” y sin hogar, se hace del discurso expositivo para referirse
preguntas sobre sí mismo, reitera en a temas que no tienen relación directa
Hombres y engranajes. De pensamiento con lo que se está tratando. Aunque
“arborescente” se tilda la sugerente la digresión no es nunca sustantiva,
ensayística de Carlos Real de Azúa. sirve de complemento a una forma
esencialmente voluble.
Más recientemente, Carlos
Fuentes en Tiempo mexicano (1971)
confiesa no haber pretendido escribir 4. Forma dialogante
un texto frío, objetivo, estadístico o
totalizante, sino haber preferido dar Sin embargo, aunque centrado
libre curso a sus obsesiones, prefe- en el yo enunciativo, el ensayo es por
rencias y pasiones de mexicano, sin naturaleza una forma esencialmente
desdeñar ni la arbitrariedad ni la “dialogante”, expresión de un pensa-
autobiografía. “Búsquese aquí —nos miento que aspira a ser comunicativo
invita— menos el rigor que la vivencia y necesita estar en contacto con el
y más la convicción que la imposible mundo histórico al que pertenece.
o indeseable objetividad”51. Más que otros géneros (basta pensar
en la poesía), necesita de un lector
Al no apoyarse en la autoridad con el cual establecer una complicidad
de otros, el ensayista no necesita de basada en la sensación de sincera au-
citas o de aparato crítico y puede tenticidad que es capaz de comunicar.
prescindir libremente de notas, fichas Gracias al proceso de asociaciones
y bibliografías —“las que son las deli- intuitivas que genera, incorpora el

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ENSAYO

lector con su propio bagaje, ya que tivo) para conocer y mostrar la realidad
leer ensayos suscita ideas, reacciones, social, política, cultural y económica.
trae a colación otros temas, estimula Su profunda vocación social, aunque
el propio pensamiento como una se- integre aspectos emotivos, éticos, ideo-
milla que pregona su potencialidad en lógicos, armonizados conceptualmente
el espíritu del lector. El grado de su con notas filosóficas, se plasma en
recepción se puede medir en la inter- “ensayos prácticos” e instrumentales.
pelación y en la capacidad de involu- Desde los albores de la independen-
crarlo, pero también en la capacidad cia americana, un autor como Simón
de modificar los propios planteos. Rodríguez propone nuevas formas dis-
cursivas capaces de construir un modo
El ensayo se desarrolla gracias didáctico de exponer las ideas basado
a la heterogeneidad espiritual, la va- en una original disposición gráfica de
riedad de opiniones que propicia su las oraciones en las páginas y en las
mayor apertura a la otredad y lo hace reglas de una nueva gramática. Hostos
no para formular verdades tajantes o con tono didáctico y un claro afán de
definitivas desde un punto de vista ilustrar y aleccionar, pretende ser maes-
autoreferido, sino para entablar un tro y guía moral de su pueblo. En la
diálogo intercultural en pie de igual- renovación de modelos educativos que
dad. Su “propedeútica cordial” (José propone, aún influida por el krausismo
Edmundo Clemente) se traduce, en y el positivismo, su pasión redentora
general, en un estilo límpido, claro, toma la forma de un discurso pedagó-
que privilegia la densidad metafórica gico orientado a la independencia de
o aforística en desmedro de la retó- Puerto Rico en el marco de una visión
rica ampulosa explicativa, cuando global de las Antillas. Del mismo modo,
no aseverativa del tratado. Con la en la prosa de las Catilinarias (1880)
informalidad que asume pretende de Juan Montalvo se reconoce un tono
evitar “cierta pedantería magistral”, moralizante enraizado en la mejor
de cuadrarse con “aires académicos” tradición oratoria hispánica, donde se
o predicar “cosas sabias o necias, que combinan rasgos del estilo panfletario
podrían decirse con mayor sencillez, y de la encendida diatriba con una
o callarse por decoro elemental”. Se vocación de transmitir que aproxima
trata de evitar decir “nimiedades muy el saber del ensayo a la didáctica. El
discutibles, con flema dogmática”52. mismo Rodó concibe la “oración cívi-
ca” de Ariel (1900) como las lecciones
que el “Maestro Próspero” dirige a la
5. Función didáctica y juventud americana.
moralizante
Esta vocación pedagógica del
La intensidad docente, la voca- ensayo lleva a definirlo como “di-
ción pedagógica social es una de las dáctica hecha literatura” (Gómez de
características más notorias de la ensa- Baquero) y a que Arturo Andrés Roig
yística latinoamericana, un género que, lo considere un modo de aprendizaje,
tanto por su fondo político como por cuya relevancia pedagógica tiene un
su forma estética, se proyecta como el gran valor para asegurar una coedu-
medio más eficaz (por no decir opera- cación permanente.

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6. El ensayo como sustantivado y diversificado por


metatexto significativos ensayistas del siglo XX
(Benjamín, Adorno, Cioran, Barthes,
El ensayo es una manera flui- Blanchot…), asegura Martín Cerda55 .
da y libérrima de crear “literatura de Si el fragmento parece corresponder
ideas”, discursos de asedio e inteligen- a un proceso más amplio de descom-
cia, dotado de una fuerte referencia- posición de la sociedad, “estilo de
lidad vertida sobre los problemas de decadencia” que refleja la fractura y
hoy, precisa Juan Loveluck53. Gracias la crisis de la modernidad, “síntoma
a su carácter “intuitivamente interdis- de ruinas” —como anunciara apoca-
ciplinario” (Real de Azúa) el ensayo líticamente Baudelaire— esos “des-
tiende a hacer coexistir distintos pla- perdicios de escritorio de las personas
nos y órdenes de ideas en el seno de letradas”—como los llama Robert
un mismo texto. De ahí su tipificación Musil— alimentan el rico venero de
como metatexto. la empresa de demolición de la que
el ensayismo contemporáneo partici-
“Si escribo, ensayo. O si escri- pa. En la misma dirección, Theodor
bo, pruebo: intento. O bien, si escribo W.Adorno titula Mínima Moralia su
ensayo literario lo hago como prueba “tentativa de presentar momentos de
legal o documento de una actividad in- una filosofía sustentada en común
cierta que mezcla sus métodos y desvía desde el punto de vista de la experien-
de su objeto, Ojalá que este desfiladero cia subjetiva”56 . Si bien es consciente
de cursivas nos lleve a definir lo que de que sus textos no se sostienen
llamamos metatexto” —sugiere Héc- frente a la filosofía sistemática, los
tor Libertella en un paradójico enfo- define como “fragmentos” de filoso-
que sobre “una nueva introducción al fía, condición fragmentaria que hace
ensayo”, ese “tipo textual” hijo directo del ensayo una forma independiente.
de la cruza interdisciplinaria que “si Los aforismos de Gracián, la ironía de
teoriza, teoriza, sí, pero apenas en el Voltaire o de Oscar Wilde, los Propos
sentido de proponer teorías: posibles”. de Alain, el mordaz y falso diario de
El ensayo como “gesto crítico” que Gog de Giovanni Papini, las paradojas
“sale por cualquier lado desde todas de Unamuno, las glosas de Eugenio
las actividades literarias, pero que se D’Ors completan las variantes ex-
devuelve rigurosamente a cada una presivas de un género fragmentario
de ellas”, es —para Libertella— un que tiene una creciente aceptación
discurso proyectivo, “un juego inte- en América Latina. Las “esquirlas”,
resado donde para explicarme uso de ese extremo del ensayo convertido
las palabras de los otros”54. en pensamiento breve, “suelto” pe-
riodístico o aforismo con que José
Miguel Oviedo titula una parte de su
7. El ensayo como libro La vida maravillosa (1988) o esos
fragmento mini–ensayos, al modo de sus cuentos
breves, que propone con tono diverti-
La tradición ensayística se do Augusto Monterroso en La palabra
entronca con la del escrito fragmen- mágica (1983) y La letra E (1987) son
tario de larga tradición literaria, pero algunos ejemplos.

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ENSAYO

Si el ensayo no tiene sistema, ni —según desarrolla en El alma y las


ideas preconcebidas, y está librado a formas (1911)58 — la materia de una
impresiones sucesivas, ¿cómo se forma obra y configurarla de tal modo que
la opinión “sincera y personal”?, se constituya un todo internamente co-
pregunta Paul Grossac57 , para aventu- herente, “principio de estructuración”
rar una respuesta: con la reacción del y exposición razonada que guía al
sujeto ante el objeto, por lo cual espera ensayista justamente porque el género
que sus ensayos trasluzcan “una tenta- carece de una forma a priori y necesita
tiva literaria plausible”, ya que más que de esa interrogación permanente.
otros géneros el ensayo aspira alcanzar
un estilo literario sobrio y preciso, Aunque en América Latina no
ajeno al “campaneo verbal” abundaba hasta ahora el ensayo iróni-
co, esta acepción de crítica a lo consa-
grado, lo dogmático y lo jerárquico por
8. La condición irónica la ironía está presente en Indagación
del choteo (1928) de Jorge Mañach,
Georg Lukács consideraba que choteo entendido como burla, cuyo pa-
en la modesta denominación de “en- pel de “descongestionador espiritual”
sayo”, en esa “cortesía orgullosa” de y transfigurador del resentimiento y el
un género sin aparentes pretensiones, malestar es esencial en la tipificación
se disimulaba su condición esencial: del carácter cubano. La “caricatura”
la ironía. Si ser “solamente” ensayista que Manuel González Prada propone
provocó reproches a Montaigne y luego como variante ensayística en Figuras y
a Ortega y Gasset y a tantos polígrafos figurones(1938), el tono irónico de las
americanos como Alfonso Reyes, para “ficciones” con forma de ensayos de
el crítico húngaro, la ironía del ensa- Borges, preceden la mayor presencia
yista consiste justamente en esa capa- de la ironía en el ensayo contemporá-
cidad de hablar de temas en apariencia neo de Julio Cortázar, de Gabriel Zaid
sencillos y actuales para referirse a lo (sus ensayos “Un país para las visitas”
que lo realmente le preocupa. La iro- o “Intelectuales” 59 constituyen un
nía es una estrategia para enmascarar buen ejemplo) o en los textos satírico
interrogantes más profundas. Gracias sociales de Carlos Monsiváis como
a la ironía —ese “arte de preguntar Amor perdido (1977) y en el ya citado
fingiendo ignorancia” según la define Augusto Monterroso.
el diccionario— el ensayo proyecta
su interés más que sobre el tema que
trata en las interrogantes que suscita. 9. La paradoja
Los tópicos, la doxa del saber altanero
y dogmático, son erosionados desde A través de la paradoja —una
dentro y demolidos. La propia caren- de las formas literarias preferidas por
cia de una forma precisa del ensayo Unamuno— el ensayo ha impulsado
permite esta reducción de saberes a la misión de cuestionar críticamente
esa “materia prima informe” con la tópicos e ideas aceptadas y ha abierto el
que el ensayista empieza a trabajar. pensamiento a nuevos significados. Ese
De ahí que Lukács se esforzara por reflexionar contrario al sentido común
caracterizar al género ensayo por la o el “buen sentido”, auténtica arma de
ironía. La forma permite delimitar crítica contra las convenciones, pro-

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voca una saludable sorpresa que para bibliográficas, han ido esterilizando la
Liliana Weinberg resulta esencial: “La fresca y espontánea prosa ensayística.
paradoja y el ensayo se han unido en El ensayo se despersonaliza en benefi-
su común vocación de crítica y hetero- cio de la monografía. La profundiza-
doxia, en su común afán por constituir ción exhaustiva de un tema acotado
interpretaciones originales del mundo y su presunta objetividad científica se
y despertar a las conciencias dormidas, aprecia más que el devaneo diletante
provocando admiración y moviendo a o el gusto por la forma estilística de la
compromiso” 60. Sus características son ensayística. La sociología, las ciencias
el carácter crítico–constructivo de los sociales han despojado al ensayo de
conceptos aceptados o “institucionali- esa complicidad entre autor y lector
zados” y, al mismo tiempo, su capaci- que era parte de su esencia y donde
dad para interesar al lector, superando era más importante el comentario que
el ensayo didáctico o el texto plano en la información, la interpretación que
favor de una crítica más profunda e in- el dato, la creación que la erudición,
cisiva. A través de la paradoja, se llega la postulación que la demostración,
más lejos y se descubren perspectivas la opinión personal que la afirmación
insospechadas. demostrada científicamente, las hi-
pótesis y conjeturas que las verdades
tajantes o definitivas.
CONCLUSIÓN
Ante este panorama, es posible
El ensayo latinoamericano ha preguntarse: ¿Puede el ensayo latino-
podido desarrollarse gracias a la di- americano regresar a sus fuentes de
versidad cultural, la heterogeneidad rebeldía y discrepancia?; ¿puede vol-
espiritual, la variedad de opiniones ver a ser vehículo para un pensar inde-
que propicia su mayor apertura a la pendiente y desprejuiciado?; ¿puede
otredad. Consagra el derecho de cada volver a regodearse libremente en las
individuo y cada cultura a dialogar en formas que asume, prescindiendo de
pie de igualdad, un relativismo cultural las jergas universitarias que imponen
propiciatorio de interculturalidad del “los estudios culturales”?; ¿Puede
que la ensayística contemporánea es su desafiar al “pensamiento único” o al
mejor prueba. “políticamente correcto” que constri-
ñen la libre asociación de ideas?
Sin embargo, esta tradición del
ensayo latinoamericano —indagar Si bien los márgenes que se le
libremente, escudriñar más allá de han dejado al ensayo son estrechos,
las apariencias y elaborar imágenes es necesario impulsar cuatro vías
alternativas—está hoy amenazada. El para que siga siendo el género por
creciente predominio de la crítica y el excelencia del pensamiento latino-
academicismo que va borrando toda americano: utilizar el periodismo
subjetividad; la prosa monográfica y en todas sus formas como soporte y
didáctica; el artículo de revistas espe- medio de comunicación para man-
cializadas, académicas o universitarias tener su esencial condición dialogal;
acompañado de un riguroso y regla- manejar la ironía y la paradoja como
mentado aparato de notas y referencias armas para desmontar certidumbres;

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ENSAYO

integrar el metatexto, el fragmento aprovechar esta oportunidad que se


como formas anti–retóricas de expre- presenta para “reclamar con más fuer-
sión complementaria; y, finalmente, za el puesto que le corresponde en el
reconstruir una función utópica que diálogo de culturas”61. Pero hay más.
nutra el pensamiento alternativo y sea Sigue habiendo en América Latina
esperanzada proyección del presente “maestros de la vida interior”, escrito-
en el futuro. res cuya actitud vital es el ensayismo,
esos seres cuyo “reino está entre la
Sobre lo que no hay dudas es religión y la ciencia, entre ejemplo y
que la realidad y el imaginario ameri- doctrina, entre el amor intellectualis
cano siguen siendo un venero inago- y la poesía”. Son “santos con y sin
table para que el desarrollo de estas religión” —decía Robert Musil— y
vías pueda ser posible. No por azar la a veces son también simplemente
historia de las ideas y del pensamiento “hombres enredados en una aventu-
está tan estrechamente relacionada ra”62. Una aventura que —estamos
con el discurso ensayístico. Sólo debe convencidos— vale la pena vivir.

NOTAS

1 Germán Arciniegas, “Nuestra América es un ensayo”, Con América nace


la nueva historia, Bogotá, Tercer Mundo editores, 1991, p.357.
2 María Andueza, “Trayectoria y función del ensayo hispanoamericano del
siglo XX”, El ensayo en nuestra América. Para una reconceptualización,
Actas del Coloquio Internacional sobre el ensayo en América Latina
(Abril 1993), México, UNAM, 1993, p.7.
3 Richard Morse en El espejo de Próspero (México, Siglo XXI, 1982)
propone que América Latina se mire en su propio espejo y no en los
“reflejos” de los Estados Unidos. Un espejo a construirse a lo largo de
un proceso histórico forjado por seres humanos de “carne y hueso”
y no por la reencarnación nostálgica de una Edad de Oro indígena
perdida con la conquista. La realidad actual entre la servidumbre de la
herencia colonial y la situación periférica debe abrirse, no sin esfuerzo,
a una racionalidad y modernidad que reafirme valores comunitarios.
La pluralidad étnica y cultural, religiosa y lingüística no tienen por qué
ser incompatibles el pensamiento crítico de raíz iluminista. Conciliar la
agenda de la modernidad con las tradiciones culturales latinoamericanas:
de eso se trata.
4 Edgar Montiel en El humanismo americano. Filosofía de una comunidad
de naciones (Lima, FCE, 2000) reivindica la tradición humanista de un
Nuevo Mundo que se inaugura en la modernidad sin caer en una ideo-
logía complaciente que haya elaborado “un antropocentrismo laudatorio
del hombre y de su capacidad transformadora” p.18.
5 Fryda Schultz de Mantovani, Ensayo sobre el ensayo, Bahía Blanca,
Universidad Nacional del Sur, 1967, p.8.

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