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1
DOCUMENTO DE TRABAJO N° 1
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PRESENTACIÓN...……………………………….………………………………….6
ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO.
(Hacia un análisis integrado de las culturas organizacionales)
Francisco Astudillo A………………………………………………………………...9
COMUNIDAD Y REPRESENTACIÓN.
(Anotaciones sobre técnica y biopolítica)
Miguel Routhier……………………………………..……………………………….72
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LA EXPERIENCIA QUE IMPORTA O EL CARÁCTER SITUADO DEL FEMINISMO
DE DONNA HARAWAY
Karen Glavic…………………………………………………………………….…….99
Isabel Cassigoli
Mario Sobarzo
SEPARATA:
MOVIMIENTO
Giorgio Agamben………………………………………………………………………136
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PRESENTACIÓN:
Los artículos que se presentan a continuación no pueden ser concebidos bajo una
“problemática común” que busque la progresión de un argumento en particular.
Tampoco responden a perspectivas normativas que intenten redituar enfoques
globales de comprensión, o bien, persistir en modelos positivitas referidos a la
objetividad de las ciencias sociales. Se trata, más bien, de un conjunto de
intervenciones teóricas que buscan examinar, reinscribir y desacomodar el
discurso sociológico en una pluralidad de direcciones. Por ello cada uno de estos
“procesos escriturales” constituye un mundo aparte. Consideramos que es bueno
que así sea.
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“gobernado” por el debacle de paradigmas, la crisis de certezas y la muerte del
sujeto clásico.
Bajo esta atmósfera cultural tuvo lugar un primer esfuerzo deliberativo orientado a
la restitución crítica de la teoría sociológica. Ello no resultó una cuestión exenta de
polémicas. La pregunta por el estatuto del sujeto y su absorción a nombre de
estructuras, máquinas o dispositivos, debe contemplar el conjunto de saberes,
advertencias y sentencias (fin de la comunidad, crisis de la representación y
crítica al progreso) que informan el ethos sui generis de la escuela de sociología,
pero más aún, supone una identificación activa con aquellos “contra-textos” que
configuran la cultura del discurso crítico que reconocemos en ARCIS. De allí que
nuestros modos de búsqueda se caractericen por cultivar la interrogación crítica
ante los “saberes institucionalizados” y modelos empíricistas que -cada tanto- la
academia nos impone como el horizonte final de la teoría sociológica. Como se
puede advertir, lo anterior comprende una permanente oscilación argumental, un
ejercicio “zigzagueante”, pues ante la arremetida de un conjunto de vocabularios
altamente difundidos en el horizonte post-moderno –que no pocas veces se
caracterizan por la hibridación textual- “intentamos” establecer una recepción
crítica de aquellas perspectivas que en el campo de la teoría social y la filosofía
del lenguaje (asimismo en el campo de la pragmática) se reconocen bajo el “giro
lingüístico” y se apartan de toda comprensión totalizante del orden social.
Con respecto a los trabajos que aquí se congregan debemos advertir que, en
último término, corresponde al lector elaborar estrategias interpretativas. Ante la
necesidad de una “propuesta” editorial, decidimos “productivizar” la tensión de
registros antes comentada (ruptura y restitución del discurso sociológico), en dos
niveles capitulares. Cabe recordar que con ello no buscamos establecer una
jerarquía en los niveles de argumentación o una ruta interpretativa de los textos
aquí reunidos, nos interesa, en cambio, explicitar una fricción entre los diversos
marcos interpretativos que orientan nuestros modos de discusión.
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Lo anterior se expresa –con distintas intensidades- en los trabajos que se
presentan a continuación. En lo que ataña a la elaboración de los mismos, estos
son el producto de una investigación que catalogamos de “deliberada”. Esta
consistió en la presentación de borradores preliminares. Luego de estas
presentaciones en debates muy frontales, y a veces muy polémicos, los autores
retomaron sus borradores hasta producir los textos que aquí se exponen. Es así
como estos escritos son el resultado de la crítica desde ellos y contra ellos, de la
lectura analítica que escarba e incomoda. Pero que, en definitiva, resulta una
fecunda forma de producir textos críticos. Esto explica que cada artículo haya sido
objeto de una “cirugía” mayor o menor realizada en el curso de los debates
colectivos. Los trabajos que aquí se reúnen abren un problema, lo exploran y
prometen mayores desarrollos. Consideramos que ello no puede ser sino positivo,
pues compromete a los autores en investigaciones más extensas.
Sin embargo, esto alienta una tarea de primera necesidad que supone relevar
lecturas alternativas (pero indispensables) que se sirven de la contemporaneidad
filosófica y la teoría crítica para interrogar los nuevos clivajes del biopoder, los
límites imaginarios de la comunidad y las formas de cognoscibilidad histórica en su
carácter atemporal. Bajo esta perspectiva, el artículo de Luisa Bustamente, a
pesar de cultivar un lenguaje más cercano a la teoría política, no esta ajeno a las
cuestiones antes comentadas, se trata de un ensayo tributario de una tradición
que analiza los mecanismos de reproducción subcutanéos del poder. Ello explica
que su marco bibliográfico se sirva de autores tales como Michel Foucault, Giorgo
Agamben y Antonio Negri.
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El rico campo de análisis que abren los análisis de la biopolítica nos llevan a
revisar el concepto de representación. Ello implica una crítica al predominio de la
“eficacia calculable” (razón instrumental en el mundo moderno) y un rescate crítico
del concepto de comunidad a partir de Jean Luc Nancy -a estas materias se
refiere el artículo de Miguel Routhier. De otro lado, se abre una crítica a las
linealidades y vicios del historicismo mediante una comprensión abierta y atonal
de la cuestión de la temporalidad. Es así como el problema del tiempo
acontecimental en Walter Benjamín comprende una forma de repensar
políticamente la cuestión del conocimiento en su dimensión no historicista a partir
de lo que Alfonso Vilches reconoce –parafraseando al propio Benjamin- bajo los
“desechos de la historia”.
Finalmente, destaca una temática que ha sido repensada en las últimas dos
décadas, a saber, la problemática feminista. Toda comprensión del significante
mujer puede estar orientada por un experiencia marcada que implica un vértigo
acerca de los límites de la identidad. Existe aquí una interrogante sin respuesta, a
saber, se abre la posibilidad de construir un feminismo capaz de desmarcarse de
una identidad fija que dote a la mujer, al sexo o a lo femenino de un carácter
estático, inscrito en la partición binaria que opone el Uno-universal masculino. Las
nuevas formas de concebir la cuestión feminista bajo el paradigma interpretativo
de Dona Haraway se traduce en una interesante exploración en el artículo de
Karen Glavic.
Bajo este estado de articulación entre teoría social, post-marxismo y teoría crítica
al final de nuestro documento se abren paso dos entrevistas que analizan las
nuevas forman de dominación, la resignificación de la política y las nuevas luchas
democráticas en el marco del capitalismo global. En esta perspectiva los diálogos
–desde y contra el marxismo- con Jean-Marie Vicent y Ernesto Laclau articulan
una diversidad de problemas referidos a la cuestión del poder, la hegemonía, el
Estado y la dominación finisecular, cuestiones que consideramos insoslayables
para las encrucijadas intelectuales que circundan el debate de las izquierdas
contemporáneas.
Mauro Salazar J.
Coordinador del Programa
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I- Sociología y modernidad. Actor social y
racionalización
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ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO.
(Hacia un análisis integrado de las culturas organizacionales)
Francisco Astudillo A.
Región y transmutación
Las profundas transformaciones culturales vividas en Chile durante las ultimas tres
décadas, especialmente marcadas por la desarticulación de las relaciones clásicas
entre Estado y sociedad, han permitido establecer desde ciertas perspectivas que
la acción colectiva tiende a configurarse a través de cuatro ejes fundamentales:
la democratización política; la democratización social o lucha contra la exclusión
y por la ciudadanía; la reconstrucción y reinserción de las economías
nacionales o la reformulación del modelo de desarrollo económico y la
redefinición de un modelo de modernidad1, lo que daría origen a actores sociales
más fluctuantes, más ligados a lo socio-cultural que a lo político-económico y
más centrados en reivindicaciones por calidades de vida y por inclusión, que en
proyectos de cambio social global. Este marco referencial en el cual es posible
observar la inscripción de una constante, emplaza lo cultural como una categoría
de análisis central al interior de unas ciencias sociales enfrentadas a una realidad
extremadamente dispersa y cargada de complejidad, a tal punto que luego de ser
considerada como un mero efecto de la modernización técnica y administrativa o
como elemento funcional del sistema social, la dinámica cultural se ha convertido
en un tema clave para la sociología y la investigación social contemporánea2, lo
que si bien no implica un determinismo de nuevo tipo, si constituye un nuevo
registro de legibilidad en la rearticulación del debate sobre la relación de los
sujetos con un nuevo entorno social especialmente “determinado por una
tecnología avanzada y performativa, en el sentido de su ser social y sobre la
1Véase Manuel Antonio Garreton, “La transformación de la acción colectiva en América Latina”,
Revista de la CEPAL Número 76, Abril 2002.
2Como lo demuestra toda una serie de estudios empíricos, encabezados por la Encuesta Europea
de Valores, el Estudio Mundial de Valores y la creación del mapa mundial cultural de Inglehart -
Welzel.
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constitución de su propia identidad cultural”3. Cambios que, en definitiva, influyen
en la construcción simbólica del mundo humano y requieren una profunda revisión
en el marco de lo que se comprende como la necesidad de una “actualización del
paradigma de explicación sociológica desde la perspectiva de realidad del siglo
XXI”4. Frente a un contexto que se nos revela como uno de los efectos de la
dinámica socioeconómica, tecnológica y política a la que están sometidos todos
los componentes de las actuales sociedades inmersas en un escenario
transnacional, destacando que “a diferencia de los procesos globalizadores
anteriores a la segunda mitad del siglo XX, la actual globalización desarrolla un
carácter totalizador al convertirse en un nuevo régimen de producción del espacio
y del tiempo”5.
Ahora bien, frente a estos supuestos cabe detenerse ante algunas advertencias;
los paradojales resultados otorgados por el Estudio Mundial de Valores aplicado
en Chile en el año 2006, el cual comparando los datos con las mediciones
realizadas en l990, l996 y 2000, indican que el cambio valórico producido en Chile
desde 1990 devela un país que se mueve muy lentamente en el eje de la
racionalidad, desde una sociedad muy tradicional a una menos tradicional, y se
mueve mucho mas rápidamente en el eje del bienestar hacia mayores niveles de
prosperidad, lo cual indica el resultado más relevante de este estudio: “Si bien
Chile todavía tiene un nivel precario de bienestar material este es mejor que el que
tenía hace dieciséis años y continúa con un sistema de autoridad todavía
mayoritariamente tradicional en que la autoridad jerárquica disminuye levemente y
sigue predominando como determinante del comportamiento”6. Frente a lo cual
surge la natural interrogante de hasta que punto la transformación ejercida en las
diversas dimensiones de vida de la región, impuesta y administrada por medio de
mecanismos políticos y económicos, han sido articulados a través de un proceso
de racionalización efectivo y tecnológico, y no por vía de una adaptabilidad
organizacional forzada, lo que exigiría develar las características estructurales de
autoreferencialidad basal y potencial reducción de complejidad en un contexto de
especificas posibilidades de sentido, comprendido en términos Luhmannianos
como estrategia de selección de posibilidades; lo relevante de este punto se
formula como la necesidad de observar la compatibilidad, aplicabilidad y el
impacto de la importación de ciertos modelos organizacionales desarrollados en
los países centrales por países periféricos y como actitud de un nuevo espacio
3Ernst Tugendhat, “Identidad: personal, nacional y universal”, Persona y Sociedad, Vol. X, No. 1,
1996, p. 29.
4 Gerhard Steingress, “La cultura como dimensión de la globalización: Un nuevo reto para la
sociología”, Revista Española de Sociología, No. 2, 2002, p. 77.
5 Ibíd., p. 77
6Informe de estudio realizado en Chile durante el año 2006, p. 4. Se puede consultar en:
www.worldvaluessurvey.org
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que señala el debilitamiento de las anteriores culturas nacionales en un contexto
de sociedad mundial.
Esta disyuntiva sin duda nos lleva a la necesidad de indagar, repensar y ampliar la
agenda de los estudios organizacionales locales, especialmente si se mantiene
que la profusión de la noción de Organización es identificada y articulada
conceptualmente no sólo sobre el surgimiento y sostenimiento de este proceso
modernizador, sino como un rasgo general de este, o dicho en otros términos:
En este sentido, sin bien concordamos con Ibarra Colado en que la falta de
relevancia de los estudios organizacionales en América Latina presenta un alto
costo para la comprensión de los problemas específicos de organización,
funcionamiento y transformación de la región, en un contexto donde subsiste “la
convivencia -confrontación de la mas alta modernidad- con espacios no modernos,
políticamente contenidos”8, también convenimos con Darío Rodríguez en que “…lo
importante es descubrir el campo de evoluciones posibles desde la propia cultura.
Este es el problema, y no se trata por lo tanto, de cambiar o no cambiar”9.
Estructur(a)cción
7Anthony Giddens, Modernity and Self-Identity. Self and Society in the Late Modern Age, Polity
Press, London, 1991, p. 16.
8Eduardo Ibarra Colado, “Estudios organizacionales y colonialidad epistémica en América Latina:
pensando las diferencias desde las orillas”, Organization, vol. 13, No. 4, Sage, Londres, p. 18.
9Darío Rodríguez, Gestión Organizacional, ED. Universidad Católica de Chile, Santiago, 2001, p.
270.
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estructura y la acción ha llegado a ser considerado acertadamente como la
cuestión básica de la teoría social moderna”10. Esta sistemática y diversa
profundización conceptual devela la supuesta crisis del paradigma clásico que
afirmaba “primero, una unidad o correspondencia entre estructura y actor;
segundo, el predomino de la estructura sobre el actor, y tercero, la existencia de
un eje central provisto por las estructuras y los procesos emanados de ellas, que
actuaba como principio constitutivo de toda acción colectiva y de la conformación
de actores sociales”11. La idea de que la dimensión estructural era el componente
duro de la sociedad, en tanto el actor y la acción colectiva eran el componente
blando, se ha visto enfrentada a la convicción generalizada de que ya no daría
cuenta de la realidad actual. Por lo que es importante destacar que si bien
científicos sociales de diferentes disciplinas suelen coincidir en que la posición de
una persona en la estructura social moldea su comportamiento y actitud,
claramente no existen consensos en el modo en que esto se constituye. Por una
parte cierta orientación estructuralista indica que los fenómenos de carácter
normativo como la identidad y la cultura son el reflejo o la manifestación de la
estructura social subyacente en una organización o grupo, por otro lado ciertos
autores critican este enfoque argumentando que los aspectos normativos de
cualquier organización como la cultura o la identidad adquieren vida propia y se
independizan de la estructura de la que una vez emergieron, esta discusión se
complejiza a través de los estudios sobre análisis de redes que también toman
seriamente la tarea de examinar la cultura no como el reflejo de la estructura
social subyacente, sino como un proceso social distintivo y en cierto modo
autónomo, otros trabajos se centran en las maneras en que la posición estructural
de un individuo limita el desarrollo de sus estrategias de acción en el nivel macro y
micro y por otra parte el que desafía estas críticas al incorporar fenómenos de la
estructura social en las explicaciones sobre la identidad y la cultura12.
Ahora bien, la pertinencia de abordar aunque sea precariamente esta tensión, esta
dada por la potencialidad explicativa que contiene, especialmente al acercarnos a
la idea de cultura organizacional, concepto que al interior de la teoría de las
organizaciones ha tomado una relevancia preponderante en los últimos años
mediada por los aportes ofrecidos tanto a la comprensión del comportamiento de
la organización, como de sus miembros; esta perspectiva indicaría por tanto que la
cultura determina el comportamiento de la misma manera que otros análisis
indican que para comprender el comportamiento de la organización es suficiente y
necesario un buen conocimiento de su estructura. En definitiva este punto de
10Margaret Archer, Culture and agency: the place of culture in social theory, Cambridge University
Press. 1988 citado en George Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, ED McGraw Hill, 1993,
Madrid, p. 490.
11Véase, Manuel Antonio Garreton, La sociedad en que viviremos, Ediciones LOM, 2000,
Santiago.
12 Ver discusión completa en Steven Andrews, Carleen Basler, Xavier Coller, “Redes, Cultura e
Identidad en las organizaciones”, Revista española de investigaciones sociológicas, No 97, 2002,
p. 32. (retomaremos este asunto en el punto V)
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inflexión se despliega como el eje central de nuestra propuesta y alude a los
posibles rendimientos que el análisis integrado de síntesis sociológica podría
entregar en la profundización de ciertas áreas de estudio, lo que a su vez trae
consigo una apuesta mayor, que refiere a la posibilidad de pensar
sociológicamente desde un enfoque multiparadigmático.
13 Ibíd.
14Ekaterina Dimitrova y Antonio Lucas Marín, “El concepto de cultura de las organizaciones:
Centralidad actual y evolución histórica”, Revista Internacional de Organizaciones, No. 0. Abril
2006, p. 68.
15 Ibíd.
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«un (a) conjunto de presunciones básicas, (b) inventadas, descubiertas, o
desarrolladas por un grupo determinado (c) en el proceso de aprendizaje que
se desarrolla al enfrentarse con problemas de adaptación externa e
integración interna [de la organización], (d) que han funcionado lo
suficientemente bien como para considerarlas válidas y por tanto, (e) se
enseñarán a los miembros nuevos como la (f) manera correcta de percibir,
pensar, y sentir en relación con estos problemas [de integración y
adaptación]»16.
Frente a esto, la función general de la cultura no puede ser otra que la de guiar el
comportamiento hacia los modos de acción que convienen a la organización y a
sus objetivos bajo una operatoria de interacción condicionada, o dicho en palabras
del mismo Schein: “el nivel más profundo de la cultura hace referencia a lo
cognitivo; las percepciones, el lenguaje, el proceso de pensamiento que un grupo
comparte, es la causa determinante de los sentimientos, actitudes, valores, y
comportamiento”17, la radicalidad de este argumento se plasma en el carácter
performativo y constituyente de la cultura compartida al interior de las
organizaciones en cuanto “interviene justamente en un nivel simbólico, dando un
significado a las tareas que los miembros de la organización desarrollan y a las
metas que persiguen”18. Ante el riesgo de ser reduccionista nos quedaremos con
esta idea fuerza ya que consideramos que contiene el eje problemático que
estamos intentando desplegar.
16 Steven Andrews, Carleen Basler, Xavier Coller, “Redes, Cultura e Identidad en las
organizaciones”, Revista española de investigaciones sociológicas, p. 33, No. 97, 2002.
17 Edgard Schein, “Organizational Culture”, American Psychologist, vol. 45, p. 109, 1990, en Ibíd.
p. 33.
18Ekaterina Dimitrova y Antonio Lucas Marín, “El concepto de cultura de las organizaciones:
Centralidad actual y evolución histórica”, p. 74, Revista Internacional de Organizaciones, No. 0.
Abril 2006.
19 Para un análisis en profundidad ver en Ibíd.
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En un artículo escrito hace una década por Jorge Dávila20 es posible observar la
discusión de un cierto debate contemporáneo a propósito del estatus
epistemológico de las teorías de organizaciones dada la permanente impresión de
una suerte de liviandad en el modo de justificar los presupuestos últimos que se
asumen en cualquiera de las expresiones que dicho campo tiene, sean estas y
sólo por citar algunas, la de una teoría administrativa, una ciencia gerencial, los
sistemas organizativos, el desarrollo organizacional, la sociología de
organizaciones y la psicología industrial. Esta situación, sin embargo, no ha
limitado la proliferación de enfoques o paradigmas de estudio organizacionales
sino que por el contrario, ha visto emerger una tendencia en la que conviven y se
conjugan este tibio estatus de fundamentación con las referidas proliferaciones; en
este texto se sintetiza y sistematizan además dos importantes trabajos de Michael
Reed21 que buscarían superar este escenario a partir de dos objetivos
estrechamente conectados: Por una parte criticar el encajonamiento en que se
encuentra la discusión epistemológica sobre la Teoría y la Sociología de
Organizaciones y por otro lado proponer la estructuración del campo académico
relativo al estudio de organizaciones sobre la base de una cierta manera de
concebir el fenómeno organizacional, planteando la necesidad de “postular un
sentido para el campo académico del estudio que no se agote en el mero
fenómeno y que de significado al devenir de las diversas preocupaciones
intelectuales que de él se han ocupado”22.
20Jorge Dávila, “Un Panorama Actual de las Teorías de Organizaciones” en, Revista Venezolana
de Gerencia, Año 2, No. 4, 1997. Centro de Investigaciones en sistemología interpretativa de la
Universidad de los Andes de Venezuela.
21The Sociology of Organizations: Themes, Perspectives and Prospects, Harvester Wheatsheaf,
New York, 1992. Y el capítulo “Organizations and Modernity: Continuity and Discontinuity in
Organization Theory” en Postmodernism and Organizations, Sage, London, 1993.
22 Ibíd., p. 15.
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contingencia repotenciado en sus subsistemas funcionales con el conocimiento
parcial obtenido por otras investigaciones, sería la piedra angular del análisis
organizacional.
23O funcionalismo radical, de hecho la crítica que el profesor Niklas Luhmann le hace al estructural
funcionalismo parsoniano desde su primer artículo de 1962, es no haber sido lo suficientemente
funcionalista.
24Eduardo Ibarra Colado, “Estudios organizacionales en América Latina: Transitando del centro
hacia las orillas”, Capitulo 4 en “Teorías sociales y estudios del trabajo: nuevos enfoques”,
coordinado por Enrique de la Garza, ED. Anthropos, Toledo, 2006, p. 141.
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organización de la economía y la sociedad reconsiderando la naturaleza política
de la tecnología25.
A partir de esta premisa, Ritzer da cuenta de los distintos intentos por definir y
profundizar en este carácter paradigmático de la sociología29, como por ejemplo, el
trabajo de Robert Friedrichs (1970) a partir de la diferenciación entre un paradigma
sistémico que acentuaría la integración societal y el consenso y un paradigma del
conflicto que acentuaría la desintegración societal y el conflicto; El de Andrew
Effrat (1972), que a pesar de que se alineo abiertamente con los que consideraban
la sociología como una ciencia multiparadigmática, se equivoco en confundir
teorías con componentes teóricos de los paradigmas múltiples; El de Eisenstadt y
[Es posible que al lector esta reagrupación le parezca un tanto elemental e incluso
inapropiada, sin embargo estimamos que la potencialidad de estas distinciones
esta dada por la posibilidad de desarrollar (re) lecturas y profundizar en distintos
esquemas y marcos de comprensión, a través de una revisión critica de
presupuestos y limites explicativos]
30 Ibíd., p. 598
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es lo que conduce a lo que yo percibo como un creciente interés por un enfoque
mas integrado entre numerosos sociólogos”31.
Por otro lado, podemos observar lo que Giddens plantea con respecto a como las
diferencias entre el interaccionismo simbólico y el funcionalismo a partir de cierta
reinterpretación del self social de Mead con un self socialmente determinado, se
han hecho cada vez más difusas, lo que explica como pudieron ser reunidos en la
teoría social norteamericana de nuestros días; “en ella la diferenciación entre el
interaccionismo –que de Mead a Goffman carece de una teoría de las instituciones
31 Ibíd., p. 604
32 Niklas Luhmann, Sociedad y Sistema: La ambición de la Teoría, ED Paidós, Barcelona, 1990, p.
9.
33Ver, Félix Requena Santos, “Hacia una perspectiva reticular de la teoría sociológica”, Revista de
sociología Universitat autonoma barcelona, No. 62, 2000.
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y el cambio institucional– y el funcionalismo ha pasado a ser considerada
típicamente como una mera división del trabajo entre la micro y la
macrosociología34.
34Anthony Giddens, Las nuevas reglas del método sociológico, Amorrortu editores, Buenos Aires,
1993, p. 23.
35 George Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, ED McGraw Hill, 1993, Madrid, p. 611.
36Ante la evidente imposibilidad de dar cuenta de la complejidad teórica de cada uno de estos
autores, proponemos abrir un encuentro amplio a partir de cuestiones sumamente específicas.
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por la relación entre la acción y la estructura…pero en ningún caso la estructura
determina la acción o viceversa”37, según la teoría de Giddens el objeto de estudio
para las ciencias sociales no es ni la experiencia del actor, ni la existencia de
cualquier forma de totalidad social, sino las practicas sociales ordenadas a través
del tiempo y el espacio, lo que nos permite afirmar que “en el núcleo de la teoría
de la estructuración esta el propósito de iluminar la dualidad de la acción y la
estructura, y su interacción dialéctica”38, determinando una mutua implicancia que
a su vez subraya el carácter recurrente de las practicas humanas:
“las actividades no son creadas por los actores sociales, sino continuamente
recreadas por ellos a través de los diversos medios por los que se expresan a si
mismo como actores. Por medio de sus actividades los agentes producen las
condiciones que hacen posibles esas actividades”39.
37Anthony Giddens, “La constitución de la Sociedad: Bosquejo de una Teoría de la Acción”, Pág.
219, ED. Amorrortu, Buenos Aires, 1995.
38 George Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, ED. McGraw Hill, 1993, Madrid, p. 493.
39Anthony Giddens, La constitución de la Sociedad: Bosquejo de una Teoría de la Acción, ED.
Amorrortu, Buenos Aires, 1995, p. 2.
40 George Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, p. 493, (la cursiva es nuestra)
41 Ibíd., p. 494
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sistémica”42, de tal modo que si bien los fenómenos sociales pueden estructurarse,
las estructuras no existen intrínsicamente en el tiempo ni el espacio lo que marca
una diferenciación con la clásica concepción de Durkheim que comprende las
estructuras sociales como externas y coercitivas frente a los actores y con la
noción de jaula de hierro Weberiana, ya que aun reconociendo que “los actores
pueden perder el control de las propiedades estructurales de los sistemas sociales
al distanciarse temporal o espacialmente de ellas”43, esta perdida de control no
seria inevitable. De este modo los sistemas sociales según Giddens no poseen
estructuras sino mas bien muestran rasgos estructurales, los cuales se
manifiestan por medio de prácticas socialmente reproducidas, otorgándole
además una gran importancia a las eventualidades inesperadas de la acción que
pueden retroalimentar a los sistemas [esta idea también podemos encontrarla a
finales de los años sesenta en la segunda cibernética de Maruyama, “la
retroalimentación positiva permite explicar la morfogénesis, es decir la generación
de nuevas formas”44], de este modo la importancia del carácter recurrente de las
prácticas humanas que se manifiestan en “recuerdos que orientan la conducta de
los agentes humanos cognoscibles”45, es que el sistema normativo de pautas,
siguiendo el esquema de síntesis de Ritzer aplicado a la idea de cultura
organizacional que hemos estado desarrollando, se manifestaría tanto en el nivel
macro de los sistemas sociales, como en el nivel micro de la conciencia individual,
o dicho en otros términos la cultura y la organización están interconectadas,
ambas son entendidas desde el punto de vista de la teoría de Giddens como el
resultado de la constitución de actores y al mismo tiempo como recursos que
viabilizan sus propias acciones y conducta. Esto nos permite comprender el
concepto de estructuración a partir de la idea de que “el momento de la producción
de la acción es también el de la reproducción en los contextos de la realización
cotidiana de la vida social”46. Esta relación dialéctica por su parte se constituye al
interior de dos dimensiones fundamentales, el tiempo y el espacio; en tanto ambos
elementos dependen de que los otros actores están presente temporal o
espacialmente47, ya que para que ciertos sistemas sociales se extiendan en el
tiempo y el espacio otros deben dejar de estar presentes lo que se constituye
como el eje central del programa investigativo de la teoría de la estructuración, el
ordenamiento y la transformación de las instituciones sociales a través del tiempo
y el espacio.
La discusión central que surge por lo tanto es sobre el modo en que se articula la
unidad de la acción, la cual es definida generalmente como intencionalidad o como
una relación de conocimiento [S - O], a pesar según Luhmann de las advertencias
establecidas por la filosofía trascendental de que la facticidad de la acción precede
a todo conocimiento, “por lo que en ningún modo puede tomarse como dado que
la unidad de acción deba comprenderse como una relación”51.
Este sin duda es el lugar de una opción y giro radical. La Teoría General de
Sistemas y su concepto de elemento se constituyen como el modo de abordar la
unidad del elemento. Ante esto es importante advertir que debido especialmente a
su abrupta ruptura con el pensamiento tradicional, la Teoría General de Sistemas
ha sido por algunos y especialmente es su aplicación en ciencias sociales,
calificada “como una ciencia burguesa (Holzer, 1977); acusada de disolver al
hombre, reduciéndolo a una pieza insignificante de un mecanismo devorador
48Marcelo Arnold y Darío Rodríguez, Sociedad y Teoría de sistemas, ED. Universitaria, Santiago
de Chile, 1990, p. 113.
49Niklas Luhmann, Organización y decisión. Autopoiesis, acción y entendimiento comunicativo, ED.
Anthropos, México 1997, p. 102.
50 Ibíd., p. 102
51 Ibíd., p. 104
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(Yepes, 1989), e incluso de ser una meta biología (Habermas, 1985). Sin embargo,
“tanto los aportes que de ella se desprenden como las críticas que concita, por lo
general carecen de un marco nítido o de niveles de referencia explícitos, lo cual
hace de su discusión y su utilización algo bastante delicado”52.
“Esto significa, entre otras cosas, que los sistemas solo pueden constituirse por
diferenciación, distinguiéndose así de su entorno, lo cual es valido no solo para
sus estructuras, sino también para los elementos mismos que los conforman…
los elementos son formados por el sistema y como tales, constituyen las
unidades ultimas e irresolubles”55.
Según Luhmann solo esto y nada más que esto subyace a la idea de que los
sistemas sociales se constituyen por medio de las acciones, lo que reformulara a
partir de la incorporación del concepto de autopoiesis de Maturana Y Varela
comprendida al interior de la teoría de sistemas autorreferenciales56, lo cual no
solo cuestionara la idea de acción en Giddens, sino también en el estructuralismo
funcional de Parsons, el cual ubica al sujeto como un subsistema de la
personalidad en el Sistema General de la Acción por medio del cual el sujeto
pierde la determinación de la acción, siendo subsumido por este. Lo relevante de
esta critica, ampliamente desarrollada desde distintas perspectivas, es que genera
la radicalización en el análisis funcionalista. La estructura y el proceso deben estar
subordinados a la función y no al revés, ya que la función mas que un efecto a ser
Por otro lado, si un sistema produce los elementos que lo constituyen, adquiere
sentido a partir de la exigencia de una autoreferencialidad basal,
contraponiéndose a la idea de auto tematización de un sistema, o dicho de otro
modo, “un individuo es real cuando adquiere sentido para si”58, de tal modo que si,
“…este sentido de si mismo solo se produce si la unidad de los elementos se
constituye como unidad de identidad y diferencia. Un acontecimiento único debe
incorporar por lo tanto ambas cosas: la identidad consigo mismo y la diferencia
respecto de si mismo; solamente de este modo puede establecerse el nexus…
sin la identidad y sin la diferencia, no habría acontecimiento. ¡Y ninguna
acción!”59.
Alejandro Osorio
Introducción
* Los agradecimientos por el apoyo y comprensión de Vanessa Party, por su paciencia y pasión por
la sociología, así como también por su incondicional aporte teórico que me permitió construir estas
reflexiones. Agradezco a mi amigo y académico Mauro Salazar, por su aporte intelectual, su tiempo
y dedicación, así como también la amabilidad para ayudarme a construir este texto. También
agradezco a Juan Carlos Rauld por ayudarme a cuestionar políticamente mis hipótesis y por su
apoyo sin instrumentalidad latente. Mis palabras de agradecimiento a la directora de escuela Isabel
Cassigoli, por permitir la realización del taller de teorías críticas, también por su incesable y
sistemático trabajo por desarrollar la escuela de sociología. Por último, a mis compañeros del taller
de Teorías Críticas, cuyas críticas me permitieron discutir con mi texto, contribuir a mis hábitos de
lectura y mejorar sustancialmente el escrito.
1 Jurgüen Habermas ,”Ciencia y técnica como ideología”, Madrid, Tecnos, 184 p. 4ª edición, 2001,
p. 53
2Al respecto nos servimos de la comprensión que Florestan Fernández hace de esta noción en el
marco del debate latinoamericano sobre las clases sociales. En opinión del autor un orden social
competitivo consiste en “…una estructura social basada en un modo de producción capitalista
autónomo y, por consiguiente en el mercado como mecanismo de clasificación social y en la
participación en la producción como medio de estratificación social”. Sobre esta discusión se puede
consultar el artículo, “Problemas de conceptualización de las clases sociales en América Latina”.
Véase, Las clases sociales en América Latina. Siglo XXI editores, 11ª edición. México, 1998. Pp
191-276.
!28
La racionalidad instrumental, aquella idea encarnada en una tecnología de la
dominación, ha devenido en un sistema cultural y material (una economía, una
tecnología, un “modo de vida”, una ciencia, un arte) que alcanzó su más elevado
estadio de desarrollo bajo la industrialización keynesiana, lo que se constituyó de
acuerdo al discurso de la modernización, como el paradigma socio-cultural que
estableció el soporte ideológico de los múltiples procesos de modernización de las
distintas estructuras sociales, híper-modernas y también híbridas, -como en el
caso de Latinoamérica- hacia una diversidad de modelos societales cuyas
complejidades culturales, políticas y económicas han sido determinadas por un
tipo de racionalidad formal que desplazó el relato clásico del discurso moderno
asociado a la idea de un proyecto social integrador o sustantivamente
“democrático”.
Por otro lado, el concepto de racionalidad también tiene una acepción “objetiva”,
pues se relaciona con la causalidad histórica de un proceso determinado, a ciertas
!29
coyunturas y efectos constatables. Muchas veces se habla de la racionalidad
histórica, la que atiende a una causalidad lógica de un proceso determinado.
Max Weber, uno de los teóricos sociales que con mayor precisión desarrolló el
concepto de burocracia, explicitó que el híper desarrollo de la racionalidad
instrumental es el sustrato de todo proceso técnico-burocrático de conocimiento y
especialización, que muchas veces pueden ser comprendidos, bajo la difícil
asimilación de marcos interpretativos que pretenden instalar el apogeo socio-
cultural de la modernidad ilustrada del continente europeo.
Para Max Weber esta funcionalización universal que toma la forma de valor de
cambio (noción fundamental en la anti-sociología de Marx) se convierte en la
condición de eficacia calculable. El concepto de razón que Weber acuña está
asociado a un control que se traduce en una razón que contiene un carácter
específicamente “técnico”.
6 La separación entre los medios de producción y la fuerza de trabajo es explicada con mucha
mayor precisión histórica y erudición por Karl Marx en su obra El Capital, donde desarrolla
detalladamente el proceso socio-económico que radicó en la acumulación originaria que realizó la
burguesía principalmente industrial, en su proceso de conformación de “clase” Sin embargo, tanto
Marx como Weber, ven en ese proceso una de las características principales de la modernidad, lo
que radica en el primero en una polarización de las clases (propietarias y no propietarias) y en el
segundo, la burocratización racional de la sociedad de “clases”. Karl Marx, “La acumulación
originaria”. Véase, El capital, tomo I, traducción de Wenceslao Roces, México, F.C.E, 1946, p.607.
!32
“expertos”, con el fin de controlar el orden social a través de tecnologías de
cuantificación, tanto en el campo político-económico, cultural y social.
7Creemos pertinente comprender el concepto patrón simbólico desde la lectura que hace Jeffrey
Alexander de Talcott Parsons, en su estudio: Las teorías sociológicas después de la segunda
guerra mundial, p.41. Editorial Gedisa, 1987, Nueva York.
8 Durkheim, Emile, La división del trabajo social, Madrid, Universitaria, 3era edición 1995, p.419.
9 Max Weber, El político y el científico, Madrid, Alianza, 1998, p.115.
10 La ética de la convicción en Weber, responde a aquella creencia en la ciencia y la técnica para
llevar a cabo la acción social, la que no debe comportar elementos normativos, ni tampoco
políticos. Esta ética, se contrapone a la ética de la responsabilidad, aquella creencia en la
normatividad y en un sentido valórico que de sentido a la acción y que responde a intereses
subjetivos (de uno o varios actores involucrados). Max Weber, “El político y el científico”, Madrid,
Alianza, 1998, p.112.
!33
Contemporáneamente, la idea del funcionario, tanto en la burocracia pública como
privada, se nos presenta bajo la figura por excelencia del burócrata, de aquel
profesional dotado de herramientas científicas en la administración del orden
social (de las decisiones e implicancias públicas como privadas), despojado del
imaginario que comprende la construcción política del mundo social. De allí que la
emergencia del técnico es representada,
“…como aquella figura que honra con su capacidad de ejecutar, precisa y
concienzudamente, como si respondiera a sus propias convicciones, una orden de la
autoridad superior que a él le parece falsa, pero en la cual, pese a sus observaciones,
insiste en la autoridad, sobre la que el funcionario descarga, naturalmente, toda la
responsabilidad…”71.
Una vez consignado esto ultimo, se hace imprescindible explicitar que la crisis de
la vocación política y la reificación del funcionario en la administración racional,
están asociadas a los problemas que constituyen intrínsecamente al Estado
moderno y las formas racionales de administración, así como también, a las
relaciones económico-sociales que operan legítimamente al interior de las
sociedades avanzadas.
En este sentido, habría que entender que los dispositivos de poder como el
“Estado”, cuya institucionalidad burocrática por medio de su estructura buro-
política, genera el desarrollo de la sociedad civil a través de la planificación
pública, asignándole al mercado la legitimidad y viabilidad de constituirse como
espacio de intercambio de bienes simbólicos y económicos entre los actores
sociales, ello, con el fin de perpetuarse como “Estado democrático-burgués”,
incrementando racionalmente su poder y dominación burocrática, desarrollando
simultáneamente prácticas y discursos que coaccionan el orden social bajo
criterios científicos subsumidos a “fines políticos”, cual es mantener el régimen
técnico-instrumental que consiste en socializar la tecnificación burocrática, las
relaciones sociales impersonales y el dominio técnico-político de la clase
burocrática.
El Estado moderno, definido por Weber como el monopolio legítimo del uso de la
violencia, se presenta en la sociedad capitalista avanzada, como un dispositivo
de adaptación donde la racionalización y los criterios de racionalidad formal toman
mayor fuerza y cristalización a la hora de la instrumentalización empírica (política
pública y planificación social).
Por de pronto, cabe decir que la racionalidad que se impone al interior del Estado,
al menos en las sociedades capitalistas, siempre proviene de una influencia
ideológica de la ciencia –racionalidad formal de facto-, y sus institucionalidades
políticas, tienen principal implicancia en cristalizar los modelos de racionalidad,
incluso en las ciencias sociales como las principales legitimadoras de los procesos
de operacionalización y ejecución técnica del Estado (economía, derecho,
sociología) y la legitimidad de la racionalidad con la que debe operar la sociedad
en general77.
16Nos parece pertinente al respecto, la lectura que hace Norbert Lechner en su análisis sociológico
sobre el Estado capitalista, pues para él, éste expresa un interés general real: la existencia de la
Propiedad privada. La sociedad constituida por propietarios privados es “la condición de
posibilidad” del Estado; La burocracia pública sólo es posible porque representa una generalidad
realmente existente y es necesario porque organiza y garantiza las relaciones de dominación y
desigualdad. Es, justamente abstrayéndose del antagonismo de clases puesto por la relaciones
capitalistas de producción que el Estado las garantiza. Y es garantizando la estructura de clases
que el Estado produce y reproduce la explotación de una clase por otra. Norbert Lechner, “La crisis
del Estado en América Latina”, Obras escogidas, Santiago, LOM, 2006.
!37
de una multiplicidad de políticas públicas que –en la experiencia chilena- tienden a
la sectorialización (y privatización) del conflicto social.
Antes bien, una vez que el orden social se ha complejizado en una diversidad de
redes socio-técnicas que modifican las bases de constitución y representación del
sujeto moderno todo ello se traduce en una fuerte irrupción de ciencias localistas
que tratan de explicar la multiplicidad de los conflictos del sistema social, como es
el caso de la biología, la lingüística, la cibernética, entre otras; las que han
intentado exitosamente posicionarse al interior de las disciplinas de lo social,
principalmente referidas al sujeto, como también, a la manipulación de la psiquis
mediante la instrumentalización extrema de distintas terapias psicoanalíticas. Ello
es posible toda vez que el orden social se ha erosionado en una multiplicidad de
identidades y relatos minimalistas que estimulan la constitución de campos
profesionales autónomos, “compartimentalizados”, orientados a un nivel de
especialización institucional, desagregado de todo discurso político-profesional
comprometido con el imaginario crítico-constructivo de las ciencias sociales y al
mismo tiempo de la construcción del orden social existente.
17 Álvaro Cuadra, De la ciudad ilustrada a la ciudad virtual, Santiago, LOM, 2003, p.22.
!38
la coexistencia con las economías capitalistas- bajo los modelos norteamericanos
y europeos de desarrollo.
18Al respecto se puede consultar, Gobernar los cambios: chile más allá de la crisis. División de
organizaciones sociales-Ministerio secretaría general de gobierno, Santiago, 2002.
!39
La privatización del conflicto, expresión máxima de la racionalidad técnica
desplegada por la burocracia pública en los países subdesarrollados y avanzados,
se nos presenta como la desarticulación del tejido social tras su focalización
particularista, la que incurre en el desconocimiento de los hábitos de una sociedad
civil afianzada en estructuras de representación y de asociación (civil, social,
política, etcétera). En otras palabras, los criterios de la racionalidad técnica, que
hipotéticamente estarían desprovistos de elementos ideológicos, resultarían
sobrepuestos a los criterios de construcción política del orden social, consolidando
un tipo de modernización societal que no comprende elementos y procesos de
subjetivación en los individuos, como la generación de redes de solidaridad social.
(…) la política social –definida exclusivamente por disciplinas como la economía y el derecho-
desemboca en una estrechez mental en la teoría y la práctica de la política pública, tal como se
relaciona con individuos o pequeñas comunidades. A pesar de las descripciones formulistas
(especialmente económicas y jurídicas) de la política social, las perspectivas normativas en
realidad confirman, más que superan, la dualidad no reconciliada de esferas que impone a la
realidad social, la ciencia social liberal. En ambos casos, las reglas de procedimiento se
contraponen a las “necesidades”, los “hechos” a los “valores”, la racionalidad formal a la
racionalidad material (…) 20.
19 Cita de Offe a C. Von Ferber, sozialpolitk in der wohlstandgesellchaft (Hamburgo 1976) p.76 y ss.
20 Claus Offe, Las contradicciones en el Estado del bienestar, Madrid, Alianza, 1994, p.76
!40
Este tipo de racionalidad objetiva, generada desde los dispositivos institucionales
del Estado moderno subordina la complejidad del orden social al criterio del
experto, en el cual reside toda la legitimidad de la sociedad. Esto significa que la
racionalidad desplegada por el Estado moderno conlleva un tipo de sustrato que
contiene elementos subjetivos del planificador, quien detenta el poder y la
dominación a partir de la institucionalidad burocrática. Esto mismo, que ha sido tan
naturalizado por la sociedad moderna, que deposita su fe en la administración
científica y no en los intereses corporativos de ciertos “grupos”, conlleva a que las
distintas racionalidades subjetivas de los actores sociales se vean muchas veces
contrapuestas e incluso desconocidas por el planificador social. El planificador
parte aquí de la coincidencia posible entre su propia racionalidad económica –en
tanto planificador a escala macro- y la de los múltiples agentes entramados en el
tejido social21.
Esto último implica que las motivaciones y expectativas de los actores sociales
estén siempre en función de la acción planificadora gubernamental. En otras
palabras, la complejidad del tejido social, de las que se pueden identificar
diferentes racionalidades subjetivas, expectativas de vida, biografías y
coexistencias experienciales, están subordinadas a los criterios técnico-políticos
del grupo de especialistas en los cuales está depositada la legitimidad.
24Manuel Canto y Pedro Moreno (compiladores), Reforma del Estado y políticas sociales, México,
Universidad autónoma Metropolitana, 1994.
!42
pretender descansar el argumento en voluntades políticas de micro-agentes
(individuos), sin realmente comprender las dinámicas de la sociedad capitalista.
!43
LA “CRISIS” DE LA “CRITICA” EN LA TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS DE
NIKLAS LUHMANN
Iván Atencio A.
El Ensanchamiento de la Sociología.
!44
La “Distinción” de George Spencer-Brown79
La convención, esto es, la coherencia interna que estaría más allá de lo verdadero
y falso, tratándose más bien del lazo lógico que las une: la “distinción”, y que
Spencer Brown expresa a través de la proposición axiomática la distinción es
continencia perfecta no sería más que tal convención, destinada a delimitar un
campo determinado (y la cual no esta sujeta a ninguna subjetividad). Esta
1 El texto de Spencer Brown Law of Form (Edit. E.P. Duttom. New York, 1979) define así la
“distinción” (la traducción es de mi autoría): “La Forma Nosotros tomamos como dada la idea de
distinción y la idea de indicación (designación), y no podemos hacer una indicación (designación)
sin dibujar una distinción. Por tanto, tomamos la forma de la distinción para la forma. Definición,
La distinción es continencia perfecta. Es decir, una distinción es dibujar por arrastre un límite con
lados separados para que un punto sobre un lado no pueda alcanzar el otro lado sin cruzar el
límite. Por ejemplo, en un espacio plano un círculo dibuja una distinción. Una vez que una
distinción es dibujada, los espacios, estados, o contenidos sobre cada lado del límite, son distintos,
pueden ser indicados. No puede haber ninguna distinción sin motivo, y no puede haber ningún
motivo a menos que los contenidos sean vistos para diferir en valor. Si un contenido es de valor,
un nombre puede tomarse para indicar este valor. Así el llamado del nombre puede ser
identificado con el valor del contenido. Axioma 1. La Ley de Llamado (Designación,
Denominación) El valor de una llamada (designación) hecha nuevamente es el valor de la
llamada (designación). Es decir, si un nombre es llamado (designado) y entonces es llamado
(designado) nuevamente, el valor indicado por los dos llamados (designaciones) tomados juntos es
el valor indicado por uno de ellos. Es decir, para algún [cualquier] nombre, rellamar (redesignar) es
llamar (designar). Igualmente, si el contenido es de valor, un motivo o una intención o instrucción
para cruzar el límite dentro del contenido puede tomarse para indicar este valor. Así, también, el
cruce del límite puede identificarse con el valor del contenido. Axioma 2. La Ley de Cruce El valor
de un cruce hecho nuevamente no es el valor del cruce. Es decir, si se intenta cruzar un límite y
entonces se intenta cruzar nuevamente, el valor indicado por los dos intentos tomados juntos es el
valor indicado por ninguno de ellos. Es decir, para cualquier límite, el recruce no es cruzar”.
!45
coherencia lógica permite colocar en primer plano la idea de sistema, en que la
función principal de este lazo (funcional-estadístico: opera con la incertidumbre80)
llamado “distinción” sería la de organizar todas las operaciones-algorítmicas
constituyendo y dando continuidad al propio sistema a partir de sí (en el caso del
Sistema Social las operaciones sociales son llamadas comunicación).
¿Será posible que con esta “fundamentación” social se elimine por completo todo
presupuesto intuitivo o contenido humano? un presupuesto implica un comienzo, y
en un sistema, éste puede ser arbitrario (aunque se inicia bajo una cierta
modalidad de evolución histórica) ya que cada componente valida a los otros bajo
un mismo principio delimitador e impone como condición absoluta que su
legislación axiomática no sea contradictoria, sino, consistente, en ella es posible el
consenso y también el disenso (la diferencia entre consenso/disenso y la
indicación de la diferencia entre ambas). Esta economía axiomática tiene carácter
constructivo, suplanta todo lo real por medio de diferencias binarias recursivas,
cada distinción siempre es una nueva distinción posible de ser diferenciada e
indicada de acuerdo al axioma 1 y 2 del texto de Spencer Brown: ley de llamado y
ley de cruce, respectivamente.
Sociología global
3 Para un desarrollo más amplio sobre las matemáticas y la lógica ver: José Falguera y C.
Martínez, Lógica Clásica de Primer Orden, Madrid, Trotta S.A., 1999; Javier de De Lorenzo, La
Matemática: de sus Fundamentos y Crisis, Madrid, Edit Tecnos S.A., 1998; Geymonat, Ludovico,
Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, Barcelona, Ariel Filosofía, 1985; Robert Blanché,
La Axiomática, Edit FCE. México D.F., 2002 (1ª edición en francés en 1955).
4 Ver al respecto: Jean F. Lyotard, La Condición Postmoderna, Madrid, Cátedra S.A.,1994.
Spencer Brown en la introducción a Law of Form disminuye el rol del Teorema de la Incompletitud
(1931) de Kurt Gödel, a saber, “Toda formulación axiomática de teoría de los números incluye
proposiciones indecibles”.
!47
de evolución, ésta soluciona la paradoja de que ocurra lo improbable u ocurran
discontinuidades abruptas. El autor propone la triada variación/selección/
reestabilización como ecuación evolutiva. Tal solución pareciera, por el contrario,
radicalizar (mayor grado de abstracción) el supuesto axiomático bajo el aumento
recursivo de complejidad, es decir, su inicio queda adherido a cada nueva
operación de “distinción” bajo el teorema de la selección forzosa como
algoritmización (operación, funcionalización y equivalencia) de sí mismo.
Se señala aquí, a nuestro modo de ver, el paso a una selectividad forzosa como
renuncia a toda contingencia para aceptar la matemática-lógica de Spencer
Brown. De allí la relevancia del capítulo del re-entry en Spencer Brown para
Luhmann, este paso le permite discutir lo que en matemática ha sido designado
como crisis de los fundamentos con motivo de la teoría cantoriana sobre las
paradojas (infinito en acto) y más recientemente el Teorema de la Incompletitud de
los sistemas axiomáticos de Kurt Gödel.
5 Niklas Luhmann, “Theorie der Gesellschaft Social Technologie” (1971), Jurguen Habermas,
Problemas de Legitimidad del Capitalismo Tardío, Buenos Aires, Amarrortu Editores, 1998.
!48
sería sólo una versión de la matemática de las categorías y los topoi85, lo que
pudiera permitir la hipótesis de una crítica al trabajo de Spencer Brown (y por tanto
de Luhmann) como un lugar de estrechez (o reducción de lo social), cuestión que
permite discutir la propuesta sociológica desde su núcleo: la “distinción”, como
operación lógico-matemática a la sombra de estas otras matemáticas.
6 En ese contexto la propuesta de Alain Badiou, El Ser y El Acontecimiento, a partir del Teorema de
Cantor (teoría de conjuntos) sobre la infinitud en acto, señala una teoría con una reserva material,
el tratado resulta así de gran interés para el desarrollo de una metamatemática como él la llama,
sin embargo, nos queda por resolver las diferencias entre una matemática categorial y de los topoi
y una matemática de conjuntos cantoriana al estilo de Badiou, en el entendido que conjuntos y
topoi refieren a cosas diferentes, aunque la última podría contener a la anterior.
7 Veremos que ello tiene relación con el observar y la selección forzosa, la “distinción” al inducir
más “distinción” posee un punto ciego cuando se da la autoreferencia, éste ocurre con la
posibilidad de la selección forzosa , no puede ver lo que no puede ver, esto es la observación trata
a la diferenciación como ese punto ciego. Por ello la decisión de ubicarse en uno de sus supuestos
más relevantes, la desparadojización de la paradoja (o re-entry) como solución a la cuestión del
inicio dada por Spencer Brown, la cuestión es cómo comenzar y mantener la distinción.
8 Ver Inmanuel Kant, Crítica de la Razón Pura, Madrid, Alfaguara, 1997, B-248.
9 Posibilidad, al modo como la comprende Heidegger, ver: Martín Heidegger, El Ser y el Tiempo,
Bogotá, F.C.E, 1998. Parágrafo 7, “Más alta que la realidad está la posibilidad”
!49
por ello permítasenos la suspensión de la “crítica” al modo de señuelos e
insinuaciones.
Este debate histórico se puede leer como parte ciertas crisis del pensar
matemático, la más relevante es, sin lugar a dudas, la demostración de kurt Gödel
de 1931 “Sobre proposiciones formalmente indecidibles de Principia Matemática y
sistemas análogos”91.
“…el teorema central mostrado por Gödel destruía prejuicios muy arraigados
cerca del método matemático y terminaba con las grandes esperanzas
suscitadas por decenios de investigación acerca de los fundamentos de la
matemática. Gödel mostraba que el método axiomático, explotado por los
matemáticos con creciente poder y rigor desde los días de Euclides, tiene
ciertas limitaciones inherentes cuando se aplica a sistemas lo suficientemente
Epítome
Por ello el título que hemos puesto a este trabajo es provisorio, algo equívoco,
dando así pertinencia a otra arbitrariedad, la de las lecturas posibles pero
permitidas por el texto, sustentadas por él. De allí que, en el título, la palabra Crisis
se encuentre entre94 comillas: “Crisis”.
13Esta idea de crítica es tomada, aunque equivocadamente, de Pablo Oyarzún, Arte, Visualidad e
Historia, Santiago de Chile, La Blanca Montaña, 1999.
14 El entre y las comillas, es tomado, definitivamente, del trabajo de Seminario del Filósofo Pablo
Oyarzún, titulado Entre Celan y Heidegger, del Doctorado en Filosofía con mención en Estética y
Teoría del Arte, de la Universidad de Chile. El énfasis de este préstamo se debe al texto del mismo
filósofo Memoria Involuntaria, prólogo del libro de Collinwood-Selby, E.: Walter Benjamin, La
Lengua en el Exilio, Santiago de Chile, Arcis-LOM, 1997.
!51
Entre-comillas es un llamado de advertencia, una primera indicación, es la
actividad de las comillas, su cuestión es la suspensión95, de modo de perfilar
provisionalmente acerca de la dirección de este trabajo (“Distinción”).
La intempestividad tiene que ver, con un des-tiempo, de modo de no caer, por una
parte, en una paradoja, es decir, una crítica que se refiera a sí misma; y por otro
lado, su referencia sea extemporánea a sí misma, su condición de posibilidad no
está asegurada de antemano por lo referido. Esta doble consideración es
temporal97. Aunque también se deja sentir la necesidad de un esfuerzo, no
acaece, y su abrigo, digámoslo al modo de Derrida, es la escritura (espacio-
tiempo, tiempo-espacio).
15 “Entre tanto, y como dije al comienzo, se trataba de inscribir una advertencia. Y la advertencia
ha quedado inscrita, creo, con legilibilidad suficiente. En buenas cuentas, se limita a preservar las
comillas del “diálogo”: no lo afirma ni lo niega; lo mantiene en suspenso –se diría: como colgado de
esas pinzas profilácticas-, en expectativa de sí mismo, de su ocurrencia posible, o de su propia
imposibilidad.”, en Oyarzún, P., Entre Celan y Heidegger, Apuntes del Seminario de Estética,
Universidad de Chile.
16 Jacques Derrida, “Conversaciones con Derrida”, Revista Crítica Cultural, N° 12, Julio de 1996.
17 Ver Pablo Oyarzún, Arte, visualidad e historia. Opus cit.
!52
LA SOCIOLOGIA COMO UNA HERRAMIENTA PARA LA CRÍTICA
(Notas para una investigación)
El comprender
1 Ver Martin Heidegger, El ser y el tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1974, pp.
170-172.
!53
Ricoeur99, todo el pensamiento crítico moderno, desde Marx, Nietzsche y Freud;
gira en torno a la incredulidad respecto a todo origen sustancial y, como
consecuencia, se da un desmantelamiento crítico de todo recurso al origen como
ilusión. Es posible afirmar que del origen, lo único que tenemos es siempre
narrativa, un cuento, un relato. Por lo tanto no existiría un sujeto fundador, ni una
conciencia propia de éste. En la base de la idea de sujeto se camuflan, según
Marx100, un conjunto de elementos sociales, económicos e ideológicos; según
Nietzsche101, una moralidad recibida y reproducida a partir de un resentimiento en
contra de la vida; y para Freud102 el yo, en tanto sujeto, continúa hacia adentro, sin
límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente, sería, además, un
obstáculo de la realización de la demanda de placer realizada por el inconsciente.
2 Ver Paul Ricoeur, Hermenéutica y Psicoanálisis, pp. 4-6. Donde el autor califica a Marx,
Nietzsche y Freud, como los “maestros de la sospecha” o “los que arrancan las máscaras”, este
calificativo se lo otorgó ya que cada uno de estos filósofos, desde sus distintas perspectivas, ponen
al descubierto la entrada en crisis del racionalismo moderno, al develar la insuficiencia de la noción
de sujeto y mostrar un significado oculto de esta, se somete a crítica la noción tradicional de
conciencia: Marx devela la ideología como falsa conciencia; Nietzsche desenmascara los falsos
valores y Freud pone al descubierto los disfraces de las pulsiones inconscientes.
3 Ver Karl Marx, La ideología Alemana, p. 25.
4 Ver Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, pp. 42-43.
5 Ver Sigmund Freud, El malestar en la cultura, p. 9
6 Ver Paul Ricoeur, Del texto a la acción, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001.
!54
ser contemporáneo al sentido del presente, este sentido solo será revelado
después, en otra escena comunicativa cuyos códigos serán distintos y distantes a
la escena comunicativa inicial.
!55
pura producción estructural, y su conciencia se deforma. El acto de instituir, como
también la institución, se levanta sobre una operación de olvido estructural. La
sociología debiese ser una ciencia que incomode107, en donde la operación
analítica fundamental sea el desocultar, es decir, descubrir analíticamente todo
aquello sobre cuya borradura se levanta la institución.
Todo análisis crítico siempre implica una reflexión acerca de las herramientas que
se utilizan en el proceso analítico, dilucidar las condiciones de posibilidad del
conocimiento. Este proceso reflexivo es la operación analítica que toma como
objeto al sujeto mismo que analiza. El investigador, es decir, aquel sujeto que ha
sido socializado al interior de un campo disciplinar108 vive en una ilusión. No se
debe obviar que el investigador convive con el objeto investigado ya que éste ha
sido formado dentro de la misma relación social, por lo tanto el investigador está
implicado en la ideología desde la cual construye o produce su objeto. Es por esto
que el imperativo de la investigación es que el investigador esté obligado, en cada
caso, a dilucidar las condiciones que han transformado al sujeto en investigador. Al
ser la conducta del investigador el resultado de las relaciones sociales de
producción de cierto campo, en este caso la sociología, el investigador debe
develar cuál es la ideología que lo constituye y cuál es la escuela que habla a
través de él. Justamente porque el sujeto investigador está producido por las
condiciones de producción del campo es porque el sujeto debe dilucidar las
condiciones de constitución de campo del cual él es un efecto, es decir “objetivar
al sujeto objetivante”. Esta constante vigilancia respecto a las condiciones sociales
de producción del análisis sociológico es lo que le da el rango crítico a la
sociología, mostrar las condiciones de producción que permiten la objetividad.
El discurso institucional
10 Ver Pierre Bourdieu, Sociología y Cultura, México, Grijalbo, 1990, pp. 79-94.
11 Ver Pierre Bourdieu, El oficio del sociólogo, pp. 11-25.
12 Ver Pierre Bourdieu, Sociología y Cultura, México, Grijalbo, 1990, pp. 143-158.
!56
el “secreto” de la mercancía110. Se deben analizar las marcas del cuerpo colectivo
ya que a través de estas la institución se deja oír.
!57
que seamos así y que esta manera es la mejor entre todas las posibles de ser
(“así es la cosa”); finalmente, se consuma en la interpretación de todo hecho
desde la perspectiva del grupo beneficiado por el orden existente, mostrando esa
perspectiva como visión de la totalidad113.
!58
en que se expresan los enunciados racionales fundamentados desde
preposiciones sin contradicciones. Esto nos deriva a la problemática del
surgimiento de una institución discursiva monopolizadora del saber, la cual
controla, tecnificando un campo que debería ser multiparadigmático. A todo
conocimiento técnico le subyace un interés de control y de dominación, la unidad
de conocimiento e interés116117 o ideología se acredita en una dialéctica que
reconstruye lo suprimido preguntándose por las huellas históricas de la escena de
eufemización. Cuando, con la tecnificación, se desmotiva la formación de debate,
en la sociología, surgen tecnócratas que buscan controlar procesos; se utiliza, en
términos Weberianos, una racionalidad instrumental cuyo conocimiento no es
neutro y se encuentra ligado a un interés político que le subyace, esta acción tiene
como finalidad mantener el statu quo sometiendo todos los procesos a control. El
investigador debe tener la llave que permita abrir ésta “Jaula de Hierro” en la cual
nos apresa la tecnificación del campo, para hacer de la sociología una herramienta
para la crítica y la discusión y no un dispositivo de dominación.
19 Ibid., p. 179.
!59
II- Márgenes de la sociología.
Biopolítica, tiempo y representación.
Luisa Bustamante B.
INTRODUCCIÓN.
!60
El derrumbe de las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001, no sólo causó la
destrucción del World Trade Center, sino que profundizó la política global de
vigilancia y control policial, dotándola con características distintas a las
implementadas por las estructuras de dominación hasta el año 2001. El ataque a
las torres sirvió como pretexto para un discurso beligerante y atemorizador donde
pareció emerger una nueva concepción de bipolaridad mundial, esta vez no
ideológica sino religiosa enmarcada en un enfrentamiento del fundamentalismo
islámico, fanático y terrorista; y la cristiandad, democrática y liberal.
Ahora bien, hay que tomar en cuenta que la guerra moviliza las instituciones, la
paz reproduce solapadamente sus estrategias por lo tanto hay que ver la guerra
desde la paz. Desde este punto de vista estamos en una batalla continua, no
existe el sujeto neutral. Siempre se es el adversario de alguien118.
Antonio Negri y Michael Hardt en su libro Imperio describen esta nueva situación
en su análisis del biopoder y la seguridad:
“De este modo la guerra parece tender hacia dos sentidos opuestos al mismo
tiempo: por un lado, se reduce a la acción policial; por el otro se eleva a un nivel
absoluto y ontológico mediante la tecnología de la destrucción global. Sin embargo,
estos dos movimientos no son contradictorios: la reducción de la guerra a acción
policial no resta, sino que realmente confirma su dimensión ontológica. Al
atenuarse la función bélica y aumentarse la función policial, se mantienen los
múltiples signos ontológicos de la aniquilación absoluta: la policía de guerra se
erige sobre su fundamento último, la amenaza del genocidio y de la destrucción
nuclear”119.
2 Anotnio Negri & Michael Hardt Multitud. Barcelona, Random House Mondadori, S.A. 2004, p. 41
!62
hacen predecible la destrucción masiva y la vida a nivel planetario. El poder
imperial, cuyo representante más visible es el estado norteamericano tiene en sus
manos el poder de decidir sobre la vida y muerte ya no sólo sobre sus enemigos
directos sino de la humanidad en su conjunto. Es la propia estructura de la vida la
que se ve amenazada y degradada, por un poder que actúa en una dualidad
perversa esgrimiendo por un lado su poder nuclear sin contrapeso y, por otro,
ejerciendo el sometimiento del cuerpo social a las políticas de control, que se
implantan a nivel mundial en defensa de la seguridad, y que son adoptadas
rápidamente por los países del primer mundo y adecuadas a las realidades de
cada país del tercero. Se está construyendo un sistema policial mundial de control
y seguridad cuyas características hacen pensar que se trata de instalar una
“globalización del temor y de la inseguridad”.
El estado de excepción.
En Noviembre de 2001, George W. Bush emitió una “orden militar” que autorizaba
la detención indefinida y el proceso por parte de “comisiones militares” de los no
ciudadanos sospechosos de estar implicados en acciones terroristas. Esto tuvo
como consecuencia el término de todo estatuto jurídico de los individuos,
produciendo un ser jurídicamente innombrable e inclasificable. Los talibanes
capturados en la invasión de Afganistán no son ni acusados ni prisioneros, sino
“detainees”, detenidos indefinidamente fuera de toda ley y control jurídico.
3 Giorgio Agamben, Estado de excepción. Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, p. 58.
!63
Según Giorgio Agamben
“El totalitarismo moderno puede ser definido en este sentido como la instauración,
a través del Estado de excepción, de una guerra civil legal, que permite la
eliminación física no sólo de los adversarios políticos sino de categorías enteras
de ciudadanos que por cualquier razón resultan no integrables en el sistema
político”121.
Paul Virilio, citado por Deleuze y Guatari, también señala algunas preguntas
tópicos importantes sobre esta situación: cómo la máquina de guerra ha
encontrado su nuevo objeto en la paz absoluta del terror o de la disuasión; cómo
efectúa una “capitalización” técnico-científica; cómo esta máquina de guerra no es
temible en función de la posible guerra que nos promete, como un chantaje sino,
por el contrario en función de la paz; como esta máquina de guerra no tiene
necesidad de un enemigo cualificado, sino que se puede ejercer sobre un
“enemigo indeterminado”, interior o exterior; como de ella surge una nueva
concepción de la seguridad como guerra materializada, como inseguridad
organizada, o catástrofe programada, distribuida y molecularizada124.
En el albor del siglo XXI no es el Estado-nación el que decide e impone una lógica
de control en base al miedo sino que es el poder global (imperial) el que lo
produce y lo reflecta en los estados occidentales como tributarios de su política.
Así no sólo se mantiene un ejercito multinacional para defender al mundo cristiano
del terrorismo (la invasión a Irak y Afganistán) sino que también se controlan, a
través de los estados, los brotes subversivos locales en función de una creciente
inseguridad objetivada principalmente en el temor a la delincuencia, al inmigrante
y a factores múltiples que hacen que la incertidumbre y la inseguridad estén en
estado de latencia social.
Existe una relación cada vez más estrecha entre los poderes públicos y los
privados en función de la vigilancia, el control y la represión. El Estado hace su
parte materializándolas por medio de sus instituciones y particularizándolas de
acuerdo a los segmentos sociales a los que va dirigida. Siendo una condición
En medio del mayor desarrollo del consumo masivo del capitalismo tardío, donde
la compra y venta de bienes y servicios se estimula hasta la exacerbación, las
demandas de seguridad y control se han sometido a las leyes de la oferta y la
demanda, mercantilizándose el valor de la seguridad. Esta se ha transformado en
bien de consumo adquiriendo la categoría de mercancía. Las tareas inherentes a
la policía pública tradicional, fundamentalmente las preventivas, disuatorias o de
custodia, comienzan a ser percibidas como un producto. Así temor y mercado
establecen una relación incestuosa para fortalecer la dominación de las
estructuras de poder donde el mercado es el mayor accionista. El temor provoca
una incesante necesidad de seguridad la cual está disponible para su consumo.
Estamos frente a un equilibrio en el mercado: a la oferta del miedo corresponde
una igual demanda de seguridad; mientras más crecen los temores, más se
diversifica la oferta de sus productos convirtiendo la analgesia de la desazón, en
artículo de primera necesidad.
En la actualidad, las nuevas lógicas del capital han agregado a sus activos la
propiedad de una policía con su correspondiente dispositivo controlador, las que
en algunos casos al disponer de sofisticadas y completas bases de datos les
otorga de hecho un gran poder que posibilita que, en determinadas ocasiones,
puedan ejercerlo sobre el resto de la sociedad. No es la única adquisición. A
modo de ilustración, destaca el negocio de los seguros que se ha constituido en
otro de los objetos rentables para los grandes consorcios cuyas filiales
aseguradoras se han expandido en la sociedad actual. Desde los seguros
inmobiliarios hasta los aseguramientos corporales, toda clase de seguros ofrecen
la posibilidad de sustraerse a posibles riesgos y a cubrir las necesidades que el
actual modelo no proporciona.
!66
Con la aplicación de esta política emerge un nuevo modo de regulación social la
que se denomina las “sociedades aseguradoras”. El seguro, base en la
compensación de riesgos, se transforma, de simple tecnología del riesgo en
tecnología política. Es posible que estemos avanzando a la constitución de un
nuevo pacto social basado en la seguridad y la protección del individuo, en la
constitución de una nueva sociedad de la seguridad-inseguridad. Esta posibilidad
no es tan inédita. En 1852, Emile de Girardin en su obra La política universal,
hace del seguro un principio global de reorganización social. Al entender los
problemas sociales como situaciones de riesgos, vincula su solución al
aseguramiento. El contrato social es re-definido como contrato de seguro125.
“Las ocasiones de tener miedo son de las pocas cosas de las que nuestra época
actual, tan carente de certezas, garantías y seguridad no anda escasa. Los miedos
son múltiples y variados. Personas de categorías sociales, de género y de edad
distintas viven obsesionadas por miedos característicos de su condición respectiva,
pero también hay temores que todos compartimos sea cual sea la zona del planeta
en que de la casualidad que hayamos nacido o que hayamos elegido para (o nos
hayamos visto obligados a) vivir”126.
Riesgo y temor son dos caras de una misma moneda que hacen posible y
deseable el control social. El seguro cubre el riesgo pero no elimina la amenaza
eventual. Entonces las políticas de control aparecen como solución insoslayable.
Sólo mayores medidas de control tanto punitivas como restrictivas aseguran “el
orden y la paz social”. La pregunta es: ¿Cuáles son los dispositivos que permiten
implantar la política del temor sin que se manifieste el rechazo de los dominados y
se evidencie la contradicción entre libertad individual y control social?
Los instrumentos que posibilitan esta política de control y dominación por medio
del temor son definidos por las estructuras de poder que los emplean. El Estado,
eficiente fuente de violencia y control social, confecciona el discurso e
implementa ciertas acciones que desarrolla por medio de sus instituciones, las
que a menudo son coordinadas con instituciones privadas de seguridad. Parte
importante de esta implementación la asumen los medios de comunicación, los
que se encargan de agendar coordinadamente las respectivas políticas. Ello se
traduce mediante la articulación de un “complejo institucional” que reproduce la
dominación: la familia, la escuela y la iglesia, son agentes re-productores de las
formas de poder y control re-produciéndolas en su interior con la indudable ventaja
que dan los lazos afectivos y la receptividad de la corta edad. Otros medios
efectivos para alcanzar el fin deseado son el uso de la tecnología y de personal
altamente cualificado en el terreno de la comunicación. Estos dos últimos
8 Armand Mattelart, La invención de la comunicación, México, Siglo XXI Editores, 1995, p. 283.
9 Zygmunt Bauman, Miedo líquido, Barcelona. Paidos Ibérica. 2007, p. 33.
!67
dispositivos merecen una atención especial por la incidencia en la conducta del
cuerpo social.
La sociedad del siglo XIX y de gran parte del siglo XX controlaban el sometimiento
y obediencia a sus estructuras de poder, sus reglas, normativas y preceptos
legales por medio de un campo disciplinar que, implantado a partir de la familia, la
escuela y la estructura religiosa, contribuían a su desarrollo en gran medida por el
apoderamiento y manipulación del cuerpo. La disciplina va produciendo cuerpos
dóciles que habilitados para la obediencia conforman un bios interactivo de un
cuerpo social de asimilable docilidad. Así la disciplina se ha convertido en
mecanismo eficaz de dominación. La acción disciplinaria actúa acondicionando el
pensamiento y la sumisión. Su práctica asegura el comportamiento y la
inteligibilidad en función del poder. Sin embargo, en el naciente siglo XXI, las
sociedades disciplinarias han dado paso a las sociedades de control donde el
cuerpo dócil e inteligible que analiza Foucault, se ha convertido en un cuerpo
aceptador, que por medio del deseo se convierte en unidad integrada de una
estructura no sólo coercitiva, sino también seductora que lo moldea y lo atrae al
mismo tiempo para una deseada asimilación. Es esta posición de aceptación, casi
gozosa, del cuerpo social lo que presupone la dificultad del desmontaje de las
estructuras de poder que entrecruzan la sociedad
Un poco de historia dará cuenta de las diferencias que se perciben entre las
sociedades disciplinarias y las sociedades de control.
10
A. Quetelet “Du systçeme social”,. Véase, Armand Mattelart, La invención de la comunicación,
México, Siglo XXI Editores, 1995, p. 281.
!68
prisión, pero fundamentalmente a la relación de poder entre vigilante y vigilado.
Según Foucault, El dispositivo panóptico dispone unas unidades espaciales que
permiten ver sin cesar y reconocer al punto”128. El mayor efecto del panóptico fue
la funcionalidad de su principio ya que no sólo servía para vigilar a los detenidos,
en su arquitectura de torre central-ojo-vigilante sino también para observar a los
enfermos, los trabajadores o los escolares, por la versatilidad de su aplicación. Es
la primera forma de invisibilidad del poder de control, que hoy, en nuestro siglo, ha
sido perfeccionada por la cámara omnipresente.
En opinión de Foucault:
“De ahí el efecto mayor del Panóptico: inducir en el detenido un estado consciente
y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder.
Hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en
su acción. Que la perfección del poder tienda a volver inútil la actualidad de su
ejercicio; que este aparato arquitectónico sea una máquina de crear y de sostener
una relación de poder independiente de aquel que lo ejerce; …El panóptico es una
máquina de disociar la pareja ver, ser visto: en el anillo periférico, se es totalmente
visto, sin ver jamás, en la torre central, se ve todo, sin ser jamás visto”129.
Si para Bentham el poder debía ser visible pero in-verificable, (el detenido ve la
torre de control, pero no sabe si lo están vigilando), para la sociedad moderna el
poder tiene una connotación espacial, debe ser visible y verificable. Esta visibilidad
está entrelazada con el control disciplinario que las estructuras de poder ejercen
sobre el cuerpo, efectivizando estratégicamente la función de los dispositivos del
miedo como función dualística vigilancia-protección y que se proyecta tanto en el
espacio público como en el privado.
Lo que fue una idea arquitectónica para vigilar y aislar locos y presos a fines del
siglo XVIII y durante el siglo XIX se ha transformado en una necesidad en el siglo
XXI con la aceptación de los modernos vigilados, a diferencia del panóptico
original. Vivimos en una sociedad panóptica. El mall, aquel espacio que en las
sociedades de consumo consagra la proyección de lo privado en lo público,
necesita de la cámara-vigilante, de los guardias observantes y de los detectores
contra robos, la ciudadanía plácidamente sometida, los requiere. No hay
cuestionamiento para los que observan en la impunidad de la sala de control. El
voyerismo protector está asimilado y aceptado.
11 Michel Foucault, Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión, México D.F., Siglo XXI, 1995. 126P.
12 Michel Foucault, Vigilar y castigar, op. cit.,p.127
!69
“inseguridad familiar” impide que se focalice la mirada en la invasión a la
privacidad que se lleva a cabo paulatinamente. Se produce una aporía del poder:
si bien el ojo vigilante que lo re–produce está presente, la percepción del poder
mismo no la está.
“Por más que en apariencia el discurso sea poca cosa, las prohibiciones que
recaen sobre él revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y el
poder. Y esto no tiene nada de extraño, pues el discurso – el psicoanálisis nos lo
ha mostrado- no es simplemente lo que manifiesta (o encubre) el deseo; es
también el objeto del deseo; pues –la historia no deja de enseñárnoslo- el discurso
no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación,
sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere
uno adueñarse”131.
13 Ibid., p.130.
14 Del autor, véase. El orden del discurso, Barcelona, Tusquets Editores. S.A, 1999 , p. 15.
!70
El discurso del control presenta su carga inmaterial sin que una reflexión crítica de
la sociedad pueda percibirla. En una era donde los medios de comunicación, se
han vuelto masivos, especialmente la televisión, el poder del discurso se ha
tornado infinitamente penetrante y perturbador. El discurso del miedo ha sido
difundido con gran entusiasmo por los mass media, el brazo largo de las
estructuras de poder. Estos cumplen un rol coordinador de las políticas del temor,
tanto globales como locales, relatando los atentados “ya habituales” en el medio
oriente, para que no se olvide el horror latente del terrorismo islámico y luego, en
el plano local, reporteando los numerosos crímenes de la delincuencia y la
marginalidad delictual poblacional.
Según Foucault;
“Se mantiene el terror del criminal, se agita la amenaza de lo monstruoso para
reforzar esta ideología del bien y del mal. De lo permitido y de lo prohibido que la
enseñanza actual no se atreve a transmitir con tanta seguridad como antes. Lo que
el profesor de filosofía no se atreve ya a decir en su lenguaje alambicado, lo
proclama el periodista abiertamente… Hoy los periodistas están presionados,
invitados, estimulados a decir con mayor fuerza y con mayor insistencia lo que los
profesores no pueden ya decir”132.
15 Michel. Foucault, Microfísica del poder, Madrid, Las ediciones de La Piqueta , 1992, p. 38
!71
Esto es lo que el discurso legitima publicitando un sistema seductor que a través
de su modelo imperante ofrece como compensación a las angustias las virtudes
del consumo. Este pilar fundamental del sistema, atrapa transversalmente a los
distintos actores del cuerpo social quienes ven en la inseguridad un impedimento
para la realización de sus deseos en el terreno del consumo y la entretención
plegándose a los planes de control exigiendo mayor vigilancia, control y métodos
represivos para los que amenazan la paz social. Se ha producido una apología
del autocontrol. El propio cuerpo social se auto- vigila, se encapsula y se auto-
controla.
Si bien es cierto que son los individuos los que se auto controlan, es preciso hacer
notar que ya no se trata de desarrollar una disciplina o un autocontrol sobre un
16 El biopoder constitutivo de la sociedad del siglo XXI, por medio de la tensión somatizadora de la
mente y el cuerpo sometidos al control y al deseo, está produciendo una nueva forma de alienación
corporal. El sometimiento por medio de categorías estéticas, ha conducido a un creciente nivel
hedonista y narcisista. La aspiración a una belleza de ideal estandarizado entra en tensión con la
diversidad genética de los cuerpos individuales, lo que se evidencia en mayor medida, cuando se
cualifica en el juego de las relaciones sociales. Placer y deseo fetiches de la sociedad
contemporánea fusionan al individuo en el intento de lograr el ideal inalcanzable y ponen velo al
poder corrosivo del mandato, subjetivando en la estructura mental la ilusión o desilusión del
narciso seductor. Así el mito de Fausto que anunciaba la sociedad desarrollista moderna, revive
hoy día en la sociedad de la abundancia que vende su alma por el éxito, el consumo y el placer.
Detrás de estos sometimientos corporales, aparentemente banales en el caso de la belleza, se va
conformando una nueva forma de dominación conducente a una auto-exigencia corporal en
función de un ilusorio éxito social. Por otra parte, lo efímero, lo desechable, lo insustancial, las in-
certezas frente al futuro, la obsolescencia de lo cotidiano, hacen que el individuo perciba su cuerpo
como única pertenencia duradera, como objeto de culto; “El cuerpo glorioso”.
!72
cuerpo individual; no es el individuo tratado en detalle, ahora se trata de intervenir
con mecanismos globales que produzcan resultados también globales se trata en
palabras de Foucault de “…tomar en cuenta la vida, los procesos biológicos del
hombre/especie y asegurar en ellos no una disciplina sino una regularización”134.
COMUNIDAD Y REPRESENTACIÓN.
19 Michel Foucault, Seguridad, territorio, población, Buenos Aires, F.C.E, 2006, p. 17.
!74
(Anotaciones sobre técnica y biopolítica)
Miguel A. Routhier
Introducción.
1Al respecto, son interesantes las apertura que otorgan a la sociología pensamientos como los de
Maurice Blanchot y Jean Luc Nancy, sobre esto ver el artículo sobre el texto de Blanchot La
comunidad inconfesable en: www.blanchot.fr: http://www.blanchot.info/blanchot/index2.php?
option=content&do_pdf=1&id=40.
!75
acerca a lo que comúnmente es entendido por este concepto, es decir, aquello
que es “fabricado por el hombre y puesto al servicio de sus metas por el mismo
ser humano, y sólo por él”138, como un medio para un fin. Esto es lo que denomina
“concepción instrumental y antropológica” de la técnica139. Para Heidegger la era
técnica comienza a desplegarse en el siglo XVII, periodo posterior a lo que el
denomino, época de la técnica artesanal, para dar un ejemplo de esta delimitacion
el filosofo hace la distinción, entre el viejo molino de viento y la industria
motorizada de la alimentación, como aspectos ónticos que definen a cada época.
2 Jorge Acevedo, Heidegger y la época técnica, Santiago, Editorial Universitaria, 1999, p. 95.
3 Jorge Acevedo, Heidegger y la época técnica, op, cit., p 63.
4 Max Weber, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, Madrid, Istmo, 1998.
5 Herbert Marcuse, “La sociedad industrial y el marxismo”, Belgrano, Quintaria, 1969.
!76
componentes de lo que se llama montaje”142, lo que el filósofo pretende en su
investigación es el develamiento de la esencia misma de la técnica, así por medio
del desarrollo de la etimología del concepto griego de tekhné, este logra develar la
verdad de la técnica, de este modo:
6 Martín Heidegger, “La pregunta por la técnica”, en, filosofía, ciencia y técnica, santiago, Editorial
Universitaria. 1997, p. 88.
7 Ibid., pp. 63-64.
8 “El ser se manifiesta en la era de la técnica moderna como voluntad de poder; ateniéndonos más
estrechamente al carácter técnico de nuestra época, podemos decir que el ser toma la figura de
das-gestell: lo dispuesto, la im-posición, el dispositivo; de ello depende todo lo demás”. Jorge
Acevedo, Heidegger y la época técnica, Santiago, Editorial Universitaria, 1999, p. 100.
9Con este término ge–stell se apunta a una instancia que escapa al mero arbitrio humano. Aunque
en su emergencia han cooperado los hombres, ni su aparición ni su despliegue están, sin más,
bajo directrices humanas. En cuanto figura del ser mismo, la imposición (ge-stell) posee una
dinámica propia, constituyendo la dimensión más radical de la historia de la humanidad. Jorge
Acevedo, “Prologo a la segunda edición”, Heidegger y la época técnica. Ibid., p. 15.
!77
Naturaleza, se configura lo que el filósofo denomina “naturaleza calculable”146,
esto es, la naturaleza que se convierte en una única y gigantesca estación de
servicios, fuente de energía para la técnica y la industria moderna147. De este
modo, el hombre se representa y relaciona con la naturaleza de manera
puramente productiva, volviéndose esta material, en un arco que abarca desde la
industria ganadera, hasta la industria del descanso, lo que, en palabras de
Heidegger se torna profundamente problemático:
10 Cabe señalar que en este punto Heidegger hace la distinción entre “naturaleza natural” y
“naturaleza calculable”, entendiendo naturaleza calculable como lo que debe ser aceptado, ya que
escapa al mero arbitrio humano, pero que incluso ante su dominio, se hace necesario la apertura
de lo que el domina naturaleza natural, como un traer a la presencia la Phycis de los antiguos
pensadores griegos, esto es, lo natural de la naturaleza, es decir, el levantarse y ocultarse del sol,
de la luna, de las estrellas, aspecto que concierne a los hombres, en su calidad de habitantes,
sugiriendo lo misterioso del mundo. el llamado heideggariano seria la articulación de estos dos
momentos. Al respecto ver: Martín Heidegger, “Hebel, el amigo de la casa”, revista Eco Nº 249,
bogota 1982, p. 235.
Martín Heidegger, Serenidad, trad. Yves Zimmermann, Barcelona, Del Serbal, 1994, en: http://
11
www.heideggeriana.com.ar/textos/serenidad.htm.
12 Martín Heidegger, “Hebel, el amigo de la casa”, revista Eco Nº 249, bogota 1982, p. 236.
13Respecto del sentido comercial de la palabra ratio Hobbes señala: “los latinos daban a las
cuentas el nombre de rationes, y al contar raciocinio; y lo que en las facturas o libros llamados de
partida, ellos lo llamaban nomina, es decir, nombres; y de aquí parece derivarse que extendieron la
palabra ratio a la facultad de computar en todas las demás cosas”. Thomas Hobbes, Leviatán,
Madrid, 1976, Ed. Tecnos, p.77.
14 Ibid., pp. 110-111
!78
mano de obra o cerebro de obra, es decir, como recursos humanos o material
humano” 151.
15 Ibid., p. 15.
16 Este tema requiere una extensa revisión, que en el caso puntual de este movimiento no será
considerado.
17 Ibíd., p. 16.
18 De este modo, “El pensamiento que cuenta, calcula. Somete al cálculo posibilidades siempre
nuevas, cada vez más prometedoras y, al mismo tiempo, más económicas. El pensamiento que
calcula no nos deja respiro y nos empuja de una probabilidad a la siguiente. Frente al anterior, el
pensamiento meditativo se caracteriza por detenerse ante lo que ocurre en el ámbito de la
planificación y del calculo, de la organización y el funcionamiento automático para, a continuación,
comprometerse en la persecución del sentido que impera en todo cuanto hay”. Ibíd. pp. 89-90.
!79
la pregunta abierta, más que a las certezas de un pensar que calcula y trae a la
luz respuestas claras y autosuficientes, con algún rendimiento de carácter
productivo. Comparece aquí entonces, en un primer momento, las
consideraciones de Jean luc Nancy sobre comunidad e individuo, su crítica y
revisión de conceptos y las posibilidades de aperturas que el filósofo entrega.
Una inmanencia absoluta del hombre al hombre, la autofundamentación radical del
pensamiento en sí mismo155. Esta es la esencia que ha circulado por toda la
historia del pensar moderno, y la experiencia, no ha sido más que la cristalización
de esta misma, el hombre como el ser inmanente por excelencia, (un humanismo)
y la comunidad, como siendo la obra de los hombres, desplegando sus propias
esencias ahí (un comunismo)156 esto es lo que se ha puesto en acción, en todos
los proyectos que han pretendido tanto una emancipación (los llamados
socialismos reales) como la mantención de algún tipo de orden social. El
“inmanentismo” es el sentido que ha regido la experiencia social durante la época
moderna, así la sociedad en la que nos encontramos inscritos, se vuelve por tanto
como nuestra obra, y “desde entonces, el vinculo económico, la operación
tecnológica y la fusión política (en un cuerpo o bajo un jefe) representan, o mejor
presentan, exponen y realizan por si mismos esta esencia”157. Se configura de
esta manera, la búsqueda del ideal comunitario, si recordamos el andar del
pensamiento moderno sobre este punto, en la base de este ideal se encuentra el
testimonio de la perdida de la comunidad. Cabe recordar que tanto clásicos de la
filosofía como de la Sociología han considerado a la comunidad (Gemeinshaft)
como el pasado, algunas veces arquetípico, sobre el cual la sociedad
(Gesellschaft) ha venido a imponerse. Podemos encontrar la primera conciencia
de esta perdida en Rousseau, que concibe a la sociedad como aquel elemento
degradador de la esencia comunitaria, esencia que contiene en su interior una
particular “intimidad comunitaria y comunicativa”158. Desde entonces, esta
conciencia será la medula que circulara desde el pensamiento romántico, hasta
nuestros días, así para Hegel “la ultima figura del espíritu, antes de la asunción de
todas las figuras de la historia en el saber absoluto, es la escisión de la
comunidad”159 y posteriormente para pensadores como Tonnies, Durkheim, Weber
19 Al respecto, “Se dice de una actividad que es inmanente a un agente cuando permanece dentro
del agente en el sentido de que tiene en el agente su propio fin…Se denomina filosofía
inmanentista, a toda filosofía que solo busca el mundo real en la conciencia. Todo cuanto existe
debe ser inmediatamente dado a un sujeto en el conocimiento sin ningún intermediario, véase
filosofía, panteísta, idealista y modernista”. Extraído de: José Ferrater Mora, Diccionario de
filosofía, Barcelona, Ariel, 1994, pp. 1845 – 1846.
20 La palabra comunismo, no debe cerrarse aquí a una consideración estrictamente política de
tradición o contingencia, la relación entre inmanencia, esencia y comunidad, siempre ha tenido por
horizonte un ideal comunitario.
21Jean Luc Nancy, La comunidad inoperante, trad. Juan Manuel Garrido, Santiago, ARCIS/LOM,
2000, p. 22.
22 Ibíd., p. 30.
23 Ibíd., p. 30.
!80
o Marx la comunidad será aquella relación social que se constituye en base a un
sentimiento subjetivo, es decir afectivo o tradicional, de los integrantes para
constituir un todo, al contrario de la sociedad donde más bien los integrantes se
encuentran insertos por causas de un marco normativo, en donde predomina el
interés particular, de individuos arrojados a la necesidad, por sobre el interés
general, nos enfrentamos de este modo a la dualidad entre una asociación
normativa que distribuye fuerza y necesidades, frente a una comunión de carácter
orgánica en relación a su esencia, que debe ser recuperada y sobre la cual se
asienta el presente. Lo paradójico de esto, como ya hace mucho tiempo la historia
ha podido constatar, es que, a pesar de ser la comunidad el lugar donde se
despliega la esencia del hombre, no quedan más testimonios para esta
experiencia que la de su desgarro o pérdida160, y tras el desgarro, el hombre se ha
empecinado, una vez más, tenazmente en la búsqueda o consumación de una
comunidad perdida que se quiere como la culminación del sentido que esta misma
lleva en si, como una comunión final que se quiere más allá de la muerte, así:
24 De este modo, “El testimonio más importante y el más penoso del mundo moderno, aquel que
reúne tal vez todos los otros testimonios que esta época se encuentra encargada de asumir, en
virtud de quien sabe que decreto o de qué necesidad…es el testimonio de la disolución, de la
dislocación o de la conflagración de la comunidad”. Ibíd., p. 19.
25 Ibíd., p. 36.
26 Ibíd., p. 33.
!81
descomposición. Es una figura distinta y simétrica de la inmanencia: el para–
si absolutamente desprendido, tomado como origen y certeza”163.
Lo que el individuo avisa, por lo tanto, no es ser la mera parte del todo
comunitario, sino por el contrario su propio desgarro, el individuo, su atomicidad es
un hecho completamente contradictorio, pensarlo como un ab- soluto, que se
sostiene en - si y para-si, es decir, como perfectamente desprendido, distinto,
clausurado y sin relación, lo excluye de toda posible relación con la comunidad, ya
que lo separado, tanto que separado para cumplir la lógica del absoluto necesita a
su vez la clausura no solo de si mismo, sobre un territorio determinado, sino que la
clausura misma debe clausurarse, esto quiere decir que “para que yo este solo, no
basta con que lo este, todavía hace falta que sea el único que esta solo. Lo que
justamente es contradictorio”164. Por lo tanto, seguir presionando en dirección de
un individuo en su calidad de absoluto, se hace insostenible ya que este no es
(existe, se hace posible) más que en comunidad165, la lógica del individuo, que
implica que eso que es átomo, es completamente separado, “encierra en su
separación algo más que lo meramente separado”166. La consumación de una
comunidad en base a una lógica de individuos absolutos se torna un movimiento
contradictorio o que lleva marcado en su interior, el impulso de su propia
cancelación. Al estar en comunidad, el individuo se encuentra en relación, y esta
relación lo único que hace es desintegrarlo:
Nancy, presiona más allá su ejercicio corrosivo y abre a su vez otro camino a la
ontología, al respecto señala que, en relación al Ser, se torna imposible la
clausura de un Ab-soluto, en la relación entre Ser y Absoluto, aquello que se
quiere absoluto, no lo “es” más que por el ser, (por el cual todas las cosas son),
así este absoluto, supone siempre una relación con su propio ser, de esta forma,
se le impone a lo que se quiere clausurar sobre si mismo una relación. Se disuelve
así la lógica de autarquía de la inmanencia absoluta, ya que es el ser mismo el
que llega a definirse como relación, como no absolutez, y si se quiere, como
comunidad167.
27 Ibíd., p 23.
28 Por lo demás, no se hace un mundo con simples átomos. Hace falta un clinamen, hace falta una
inclinación del uno hacia el otro, del uno por el otro o del uno al otro. La comunidad es al menos el
clinamen del “individuo”. Ibíd., p. 22.
29 Ibíd., p 23.
30 Ibíd., p 23.
31 Ibíd., p 25.
!82
comunidad? para Nancy lo más propio es el estar –en– común168, lo único
compartido es la existencia entendida como ser, así, el ser en nada difiere por lo
tanto, de la existencia. Esto indica, que el ser no es una propiedad común que
compartimos, sino que el ser, es la existencia misma, o e sea en comunidad, no se
trata de algún tipo de sentido ultimo, sino que el único sentido es la existencia
misma, la desnudez de los rostros expuestos. Esto, a su vez, vuelve inútil la
búsqueda de una esencia de la comunidad, como el ser que toca desde un afuera
para agrupar partículas y volverlas en común, al contrario lo que se vuelve sensato
ver y capturar es el estar la pura exposición. Así el sentido, no se constituye de
ningún tipo tracendentalidad, o por decirlo de otro modo, de alguna comunidad
perdida tratando de constituirse en su devenir, sino que se invierte la relación y, es
el en-común169 de aquel sentido, la existencia de cuerpos comunicando solo sus
propias finitudes, lo que atraviesa toda experiencia de algún sentido, a su vez,
siendo el reparto, la pura exposición, del estar, la declinación de cualquier si
mismo como sustancia, volviendo así, el ser, el sentido, si se puede seguir
hablando de ser o de sentido, a lo más cercano, a los rostros, a la vida, a los
cuerpos expuestos en palabras de Nancy170:
“El sentido del ser no es común – sino que el en común del ser atraviesa todo
el sentido. O aun: la existencia no esta sino para ser repartida. Pero en este
reparto – que podría designarse como la aseidad de la existencia- no
distribuye una substancia ni un sentido común. No reparte más que la
exposición del estar, la declinación del si- mismo, el temblor sin rostro de la
identidad expuesta: este reparto nos reparte”171.
32Del autor, “Del estar -en- común”, La comunidad inoperante, trad. Juan Manuel Garrido,
Santiago, ARCIS/LOM, 2000, p. 139-144.
33 Jean Luc Nancy, op. cit., pp. 144-150.
34Cabe señalar que posterior a lo que Nancy denominó “ontología de la comunidad”, donde el ser
no es más que la exposición del estar, el autor decanta su concepción a una “ontología del
cuerpo”, así el mundo deviene la pura exposición de los cuerpos, al respecto ver: Jean Luc Nancy,
corpus, París, Métailié, 2000.
35 Ibid., p. 144.
!83
de esa comunidad que se regula con ella”. 172 O en lo que se ha vuelto
siempre totalitarismo: “Es lo que llamamos el “totalitarismo”, y que tal vez
seria mejor denominar el “inmanentismo”, si es verdad que no debemos
reservar esta designación para ciertos tipos de sociedades o regímenes, en
vez de ver en ella, por una vez, el horizonte general de nuestro tiempo, que
engloba también a las democracias y sus frágiles parapetos jurídicos”173.
Biopolitica y muerte
36 Ibíd., p. 34
37 Ibíd., p. 22.
38 Jean Luc Nancy, El sentido del mundo, Buenos Aires, La Marca, 2003, p. 23.
!84
“Biopolítica”…quiere indicar el orden de una política determinada en su
conjunto por la vida, orientada hacia su conservación y su control. Lo que
significa, en principio, “no una política a propósito de la vida, o del viviente”,
sino “la vida que determina la política” o bien “la esfera de la política que es
coextensiva a la esfera de la vida”175.
Si para algo ha de servir este concepto que deslizo Foucault, no es más que para
dar cuenta de la existencia en comunidad y su relación siempre presente y
problemática con el poder. El poder que se difumina, que pone en funcionamiento
las cárceles, los correctivos, los hospitales y a su vez, pone en funcionamiento la
vida de los hombres, no ha tenido otra intención, que la búsqueda o la mantención
de una comunidad, el control, la sujeción nunca se han ejercido en nombre del
mal, siempre y ya no puede ser de otra forma, ha sido en nombre del bien. ¿No se
desliza aquí, la insistencia constante de un síntoma, quizás?, los exterminios,
guerras, torturas y exclusiones, ¿no han sido siempre en nombre de la comunidad
por – venir? Lo que se quiere dejar venir aquí, bajo al exigencia analítica de
Foucault sobre lo que se señala como poder, es la mirada que se dirige a lo
problemático de la existencia misma, en la cotidianeidad, en el cuerpo y la relación
con sus pares, es decir, la relación de sujeción que se produce en las fibras más
intimas del tejido social. Más acá de las cárceles, de los manicomios, de las
escuelas, del poder soberano, se trata de el poder como fuerza que se difumina y
anuda circulando por el entramado total de las existencias176, de manera
transversal, configurando una cierta experiencia material y por ende, de
comunidad.
39Jean Luc Nancy, La creación del mundo o la mundialización, Barcelona, Paidós, 2003, pp.
115-116.
40 Foucault da cuenta de la importancia de este nivel para una comprensión acabada o quizás mas
problemática del poder, al respecto señala: “Me parece que con demasiada frecuencia, según el
modelo que se ha impuesto por el pensamiento jurídico- filosófico de los siglos XVI y XVII, se
reduce el problema del poder al problema de la soberanía…este problema, planteado por los
juristas monárquicos o anti Monárquicos desde el siglo XII al XIX, continua obsesionándonos y me
parece descalificar toda una serie de campos de análisis; se que pueden parecer muy empíricos y
secundarios, pero después de todo conciernen a nuestros cuerpos, nuestras existencias, nuestra
vida cotidiana. En contra de este privilegio del poder soberano he intentado hacer un análisis que
iría en otra dirección. Entre cada punto del cuerpo social, entre un hombre y una mujer, en una
familia, entre un maestro y su alumno, entre el que sabe y el que no sabe, pasan relaciones de
poder que no son la proyección pura y simple del gran poder del soberano sobre los individuos;
son mas bien el suelo movedizo y concreto sobre el que ese poder se incardina, las condiciones de
posibilidad de su funcionamiento. Michel Foucault, “las relaciones de poder penetran los cuerpos”,
Microfísica del poder, Madrid, La Piqueta, 1992, p. 157.
!85
quiere dejar ver, es la presencia de una muerte sometida a un cierto lugar en la
experiencia moderna. El largo camino del pensamiento moderno, conjunto al
desarrollo y transformaciones de las fuerzas productivas, ha derramado o
esparcido una cierta forma de existencia, de valores y creencias que entre sus
tantos puntos de alcance entrega una determinada relación de los hombres con su
muerte. Con respecto a la constitución de una comunidad Nancy avisa la relación
del pensamiento moderno con el acontecimiento de la finitud:
“la edad moderna se ha consagrado tenazmente a encerrar el tiempo de los
hombres y de sus comunidades en una comunión inmortal donde la muerte,
finalmente, pierde el sentido insensato que debiera tener- y que
obstinadamente tiene”177.
Si la muerte ha perdido su sentido insensato, esto no ha podido ser más que por
el efecto que la misma comunidad o que los mismos hombres han producido sobre
el acontecimiento de la finitud. La muerte se ha desterrado de la existencia, como
no- existencia y se ha sobre significado en la continuación de un proyecto pleno de
sentido que no puede haber tenido lugar más que por algún interés económico –
productivo, en directa relación con la producción de “existencias eficaces”, o por
decirlo de otro modo, con los proceso de racionalización, generando una
experiencia particular de los hombres con la muerte, así:
“desde leibniz no hay más muerte en nuestro universo: de un modo u otro,
una circulación absoluta de sentido (de los valores, de los fines, de la
historia…) colma o reabsorbe toda negatividad finita”, La sociedad saca de
cada destino, singular finito una plusvalía de humanidad o de sobre
humanidad infinita. Pero esto supone justamente la muerte de cada uno y
de todos en la vida del infinito”…178.
41 Ibid., p. 36.
42 Ibíd., p. 35.
43 sobre la relación entre muerte y biopoder, es interesante el artículo de Juan Lamarche. Foucault:
los limites del biopoder disponible en: http://www.salvador.edu.ar/vrid/publicaciones/revista/
lamarche.htm.
!86
palabras de Maurice Blanchot la demencia se convierte en una muerte que debe
ser excluida:
“Morir “loco” seria morir debido a ese retraso, con retraso respecto a morir, lo
que los vivos, que, por su parte, mueren ignorantes de su propia locura,
consideran como una especia de muerte anticipada que sancionan, visible o
invisiblemente, con la exclusión”180.
Que la muerte le sea aun más extraña al hombre avisa que la alteridad radical que
otorga el momento de esta finitud que solo se afirma, se ha vuelto mucho más que
eso, y la inmortalidad operatoria, sobre la que descansa la época técnica se
vuelve condición para una cierta experiencia en comunidad, a saber la experiencia
moderna que se aloja en el entramado que se quiere inmanente olvidando y
oscureciendo lo propio de la existencia: el cuerpo, el estar. Se sigue de esta
manera hilando el recorrido de una comunidad absoluta, plena de sentido eficaz,
que carga en su espalda, el peso de las muertes en su nombre. Aquí adquiere
44 Maurice Blanchot, El paso (no) mas allá, Barcelona, Paidós, 1994, p. 152.
45 “Finidad” corresponde al concepto francés empleado por Nancy finité que pone en juego, al
mismo tiempo, la noción de fin como sentido y el de final como muerte. Jean Luc Nancy, “Infinita
finitud” El sentido del mundo, op., cit, p. 56.
46Si quisiéramos pensar una privación pura, o bien aquello de lo cual hay privación, todavía se
manifestaría- e incluso, se manifestaría más que nada- en el horizonte de un proceso, de un
acceso, de una transmutación que debería hacer posible la apropiación, entrañando así la
anulación de la privación, o bien la privación ni si quiera podría ser designada como tal. De un
modo u otro la privación se anula, esencialmente. En contrapartida, y es esto lo que hay que
pensar, Ibíd., p. 56.
47 Ibid., p.22.
!87
completo sentido la ge-stell y su carácter problemático del que nos hablo
Heidegger, es decir la representación de una naturaleza de forma calculable y de
un hombre como material de trabajo. Por eso quizás, volver la mirada hacia un ser
humano constitutivamente frágil, precario, abrumadoramente finito, permite
adentrarse en el cara a cara de la existencia misma, entender el sentido de la
comunidad como un mero estar –en– común, mas acá de cualquier sentido ultimo,
que toca las existencias singulares, permite tal vez abrirse a las posibilidades de la
praxis de transformación producida por el agente y no por la obra.
!88
como generador de partes, de relaciones determinadas que deben, más tarde, ser
salvadas en una reconstrucción de una escena total y determinante.
I.
“En los terrenos que nos ocupan, sólo hay conocimiento a modo de relámpago. El
texto es el largo trueno que después retumba”184 −así comienzan los apuntes
sobre conocimiento y progreso que componen el Konvolut N; el conocimiento bajo
la forma de lo intempestivo, de lo temporal impensado, de aquello que adviene
bajo el principio de legibilidad de la imagen, de lo que se imprime en un “después”
que da espacio a una traza portadora de una resonancia que sedimenta el texto
como registro palimpsestual de apariciones fenoménicas −aunque fantasmales. El
conocimiento posee la evanescencia de una imagen fotográfica que se obtura en
un momento impensado, casi sin intención, pero que sin embargo pertenece al
pensamiento.
La teoría posee también ese carácter, y esa es la deuda del Passagen-Werk con
el montaje, pues de él se extrae la posibilidad de montar las citas y las
“instantáneas del mundo” como si fuesen los advenimientos intempestivos de unos
flashes que acoplan o ponen en evidencia el ensamblamiento contingente de una
imagen extraña: descomponible en micro-imágenes, pequeños instantes, que se
1 Walter Benjamin, Libro de los Pasajes. Madrid, Akal, 2005, p. 459 [Las cursivas son nuestras]
!89
desdibujan sin perder su singularidad185. Esto es lo irrenunciable en el trabajo de
Benjamin y también su paso-previo: el registro espectral de los contenidos
materiales de la vida social será contenido en la operación de la cita, no con el fin
de escribir la novela de la representación burguesa sino para aprehender el
carácter expresivo del capital.
En este sentido, Benjamin no propone la figura del historiador como aquel que se
da a la tarea de formar las unidades, de superar las discontinuidades de lo
inmediato, para descubrir el concepto que se esconde sino, por el contrario, el
historiador sería aquel que tiene por oficio descubrir la carencia de una
profundidad cifrada en la singularidad de lo aparente.
Es así como la estrategia del conocimiento materialista no puede presentarse
mejor sino cuando Benjamin da pie a la formulación de una captación plástica
construida a partir de los caracteres expresivos de los “desechos de la historia”:
“Esto es, levantar las grandes construcciones con los elementos constructivos
más pequeños, confeccionados con un perfil neto y cortante. Descubrir
entonces en el análisis del pequeño momento singular, el cristal del acontecer
total”187 .
II.
2 Benjamin se pregunta por una imagen, nueva, capaz de proteger los elementos de los cuales se
compone. Así, en el Passagen-Werk se reconstruye la vida cultural e histórica del siglo a partir de
materiales que en ningún momento dejan de existir como tales; dicho de un modo teatral, el flâneur
no pierde la vida tratando de interpretar la circulación del capital, la multitud o la pérdida de aura.
En esta imagen que el Passagen-Wek busca parir, la figura del flâneur tendrá un carácter expresivo
tan claro que podrá hacer el papel de la circulación sin perder su singularidad −devenida
irreductible. El flâneur podrá saltar a la escena del capital, o a la escena que reconstruye su flujo,
sin ser absorbido en el movimiento de una totalización; el montaje seguirá la seña de esta imagen.
Sobre ello volveremos más adelante.
3 Ibíd., p. 461
4 Ibíd., p. 463. [Las cursivas son nuestras]
!90
Si en Benjamin toma lugar la intención de “captar un proceso económico como
visible fenómeno originario de donde proceden todas las manifestaciones de la
vida de los pasajes (y con ello del siglo XIX)”188 cabe, entonces, la pregunta por lo
originario del fenómeno originario. Es necesaria una advertencia rápida; Benjamin
no está pensando lo “originario” en un sentido “generativo” sino que lo plantea, tal
como sostiene en El Origen del Drama..., bajo la lógica del origen como un “vórtice
en el río del devenir”189. Así, el proceso económico es lo que retorna sobre lo no-
originario de la “vida de los pasajes”; es decir, el “fenómeno originario” tiene su
propia forma en lo sin-origen, pues ahí toma lugar su vórtice, ahí puede reclamar
su expresividad en un gesto que anuncia su pérdida de autoridad sobre el flujo.
III.
5 Ibíd., p. 462.
6“Der Ursprung steht im Fluß des Werdens als Strudel” [el origen es un vórtice en el río del
devenir]. Cfr. Benjamin, Walter. Gesammelte Schriften I, Frankfurt, Suhrkamp, 1991. Pág. 226.
7 Walter Benjamin, Libro de los Pasajes, op. cit., p. 464. [Las cursivas son nuestras]
!91
“No tengo nada que decir. Sólo que mostrar. No hurtaré nada valioso, ni me
apropiaré de ninguna formulación profunda. Pero los harapos, los desechos, ésos
no los quiero inventariar, sino dejarles alcanzar su derecho de la única manera
posible: empleándolos”191.
A su vez, cada elemento del montaje no es otra cosa que el carácter expresivo de
la fragmentariedad de una sociedad que se abre a la disolución de la tradición
como desfondamiento de la comunidad de los tiempos (si bien esto debe ser
tratado más profusamente, nos basta con mencionar preliminarmente que el
tiempo, su experiencia social fragmentada, atraviesa cada acto y cada apertura de
cognoscibilidad; es decir, la aproximación al conocimiento de lo histórico puede
realizarse sólo en la captura transitoria de las imágenes que se desprenden de la
historia misma). El montaje es la “verdad formal”, la forma interna, de un mundo
sometido a la disolución de la tradición en los despliegues de las nuevas formas
!92
de experiencia (Cfr. Sobre la Obra de Arte...). He aquí el valor del montaje para la
cognoscibilidad histórica192.
IV.
Pero ¿de qué cálculo nos habla? Ciertamente el “cálculo” benjamineano, así como
gran parte de su “caja de herramientas”, nos demanda olvidar parte, gran parte, de
lo que sabemos de él (no hay que ser un gran prestidigitador para saber que
apenas se menciona la palabra “cálculo” se nos sobrevienen con fiereza las ideas
de “razón instrumental”, “logos absoluto”, “ciencia y técnica”, etcétera). Debemos
pensar lo siguiente: un paseante, figura central del “bestiario materialista”
benjamineano, que da sus pasos en la noche (ese lugar que para Benjamin es la
indeterminación y, a la vez, el conocimiento) debe estar dispuesto a tres cosas: a
extraviar completamente el camino, a extraviarse completamente en el camino y a
conservar, aún ante el más intenso de los peligros, la determinación de su
caminar. Este es el sentido del cálculo: hacer del “desvío” una ruta y del “peligro”
una señalética −para decirlo de otro modo, “desarrollar el arte de citar sin comillas
hasta el máximo nivel”199.
V.
14 Para profundizar en estas ideas, cfr. Georges Didi-Huberman, Ante el Tiempo. Buenos Aires,
Adriana Hidalgo, 2006.
15 Ibíd., p. 459
16 Ibíd.,p. 460
!95
tanto el “demorarse de esa demora”, el destiempo200, es el intervalo entre el
acontecimiento y la capacidad de una relación perceptiva con su acontecer201.
Pero ¿en qué medida el shock hace de la distancia con la experiencia una
experiencia? Debemos a Freud la idea de que, ante un acontecimiento dislocante,
no contestamos sino con distancia, siendo esa distancia (desplegada como
defensa) aquello que realiza el gesto de anular lo que la provoca −el
acontecimiento mismo. Como bien sabemos, el acontecimiento no establece sólo
una relación única con nosotros pues él abre caminos múltiples y retorna, también,
como imagen de lo ocurrido. Como bien menciona Cadava:
“la experiencia se experimenta a sí misma como el vértigo de la memoria, como
una experiencia por la cual lo que es experimentado no se experimenta. Tanto
para Benjamin como para Freud, la conciencia emerge cuando la memoria
comienza a retirarse”202.
17Desde otra perspectiva, Cfr. el interesante trabajo “Shock, Tiempo y Flujos” en Cuadra, Alvaro,
2007, La obra de arte en la epoca de su hiperreproducibilidad digital. Disponible en el ARCHIVO
del Observatorio para la CiberSociedad en http://www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?
art=227.
18 Benjamin en ningún caso fue discreto respecto de su interés por el psicoanálisis y la afinidad
que su teoría de la percepción tendría con la temporalidad freudiana. Dice Benjamin: “un lapsus en
la conversación pasaba hace cincuenta años más o menos desapercibido [...] pero todo ha
cambiado desde la Psicopatología de la vida cotidiana. Ésta ha aislado cosas (y las ha hecho
analizables), que antes nadaban inadvertidas en la ancha corriente de lo percibido [...] el cine ha
traído consigo una profundización similar de nuestra apercepción”. [Benjamin, Walter. “La Obra de
Arte en la Época de su Reproductibilidad Técnica” en Discursos Interrumpidos I, Buenos Aires,
Taurus, 1989. Pág. 46.] Sin embargo, es en la figura de la Nachträglichkeit freudiana donde se
anuda un encuentro aún más sugerente: la Nachträglichkeit señala al sujeto en un inevitable
destiempo con su propio presente pues en él se produce la incoincidencia entre el acontecimiento,
pletórico de tiempo irreversible en su flujo y la inscripción que vacía de tiempo la historia. En
síntesis, en el sujeto, el instante establece una distancia consigo mismo. Por su parte, Benjamin
subraya este destiempo en relación con la historia: “la «comprensión» histórica se ha de tomar
fundamentalmente como vida póstuma de lo comprendido, y por eso lo que se alcanzó a conocer
en el análisis de la «la vida póstuma de las obras», de la «fama», ha de considerarse por encima
de todo como la base de la historia” [Benjamin, Walter. Libro de los Pasajes. Op. Cit. Pág. 463.] La
“sobrevivencia de las obras” es su despojamiento de actualidad, su devenir ruina, por ello su
analítica no pude sino desplegarse en los múltiples tiempos que la componen; en este sentido, la
consigna benjamineana respecto de la historia sería (re)insuflarla de tiempo. Si el conocimiento
histórico ha actuado como el límite que obstruye la impureza del tiempo, inscribiendo y
reinscribiendo lo otro en lo mismo, entonces será preciso adherir a él la idea de que lo presente
sólo puede alcanzar su verdad a través de la superación de su inminencia puesto que nada en
cuanto es ha llegado a ser sino en virtud de la pérdida de su ser.
19 Eduardo Cadava, Trazos De Luz. Santiago, Palinodia, 2006., p. 180.
!96
politicidad que la constituye. La historia es el movimiento de entrada y retirada de
la memoria en la escena múltiple del tiempo; disociación de la historia respecto de
sí misma. Esto funda el nuevo carácter de la experiencia cuya prehistoria,
Benjamin, traza en el siglo XIX europeo.
VI.
En esta lectura, la historia es lo que está siendo a punto de desaparecer, pero sin
desaparecer; como en la emergencia de un peligro, lo que se imprime en ella es la
marca de la relación con el acontecimiento y la lectura, la reinscripción −la historia
se aloja también en las distancias mediales, en los momentos de memoria y olvido
que tejen, en base a trazas, la estructura del recuerdo. El tiempo de la historia,
diría Benjamin, es infinito en cualquier dirección y está marcado por la incompletud
24 Ibíd., p. 170.
25 Ibíd.
26 La figura de la huella es sumamente atingente; en un fragmento de Sombras Breves, Benjamin
articula la relación entre el habitar burgués (experiencia), la huella (comunidad de los tiempos) y su
interrupción (devaluación) en un sentido muy próximo al que veníamos trabajando en el texto;
“Nada tienes que buscar aquí porque no hay un solo rincón en el que no hubiese dejado su huella
quien lo habita: en los estantes hay chucherías, en los butacones hay pañitos con sus iniciales,
visillos ante los ventanales y rejillas en la chimenea. Una bonita frase de Brecha nos ayuda a
marcharnos, a marcharnos muy lejos: «¡borra las huellas!». Aquí, en el cuarto burgués, el
comportamiento contrario se ha hecho costumbre. Y viceversa, el interior obliga a sus habitantes a
imponerse una cantidad altísima de costumbres. Se reúnen éstas en la imagen del «Señor
amueblado», tal y como la tienen siempre presente las patronas. Habitar aquellos aposentos
afelpados no era más que seguir una huella fundada por la costumbre. Incluso la cólera, que al
menor daño embargaba a los dañados, no era quizás sino la reacción de un hombre al que le
están borrando «las huellas de sus días sobre esta tierra». Huellas que él mismo ha impreso en
cojines y en sillones, las de sus parientes en las fotografías, las de sus bienes en fundas y
estuches, huellas todas que parecen dejar a veces los cuartos tan superpoblados como un
columbario. Los nuevos arquitectos lo han logrado con su acero y su vidrio: han creado espacios
en los que no resulta fácil dejar una huella”. Benjamin, Walter. “Sombras Breves” en Discursos
Interrumpidos I. Op. Cit., pp. 143-144.
27 Walter Benjamin, “Sobre el Programa de la Filosofía Venidera”, en Benjamin, Walter.
Iluminaciones IV. op. cit.,p. 84.
!98
de todo instante211. Esto quiere decir que el tiempo histórico, y no hay tiempo que
no pueda ser reclamado por (para) la historia, está inflado de Jetztzeit (Tiempo-
Ahora); el lugar al que los hombres históricos arriban es un lugar que no ha
cesado de inscribirse, o donde la inscripción se anida en la distancia que separa el
entonces y el ahora; una inscripción en demora (el lugar de encuentro del
entonces y el ahora) en el cual el presente sólo se presenta.
El presente del Jetztzeit es el presente del acontecimiento que, como hemos visto,
no se realiza sino en la latencia −es decir en su falta de presencia; su
temporalidad es abierta y heterogénea. Cadava lo expresa así:
28 “La remembranza puede convertir lo inconcluso (la dicha) en algo concluido, y de lo concluido (el
sufrimiento) en algo inconcluso”. Benjamin, Walter. “Fragmentos Sobre Teoría del Conocimiento y
Teoría del Progreso” en La Dialéctica en Suspenso. Santiago, ARCIS-LOM, p. 141.
29 Eduardo Cadava, op. cit., p. 127.
30 Cabe advertir que, en lo siguiente, seremos un tanto elípticos y correremos el riesgo de dejar
pasar conceptos y desplazamientos que son tremendamente importantes para la consistencia de la
tesis. No obstante, las ideas de ruina, transitoriedad y desubjetivación histórica serán tratadas con
la profundidad necesaria en el capítulo siguiente. Por lo pronto nos basta con relacionar tan sólo
estos conceptos en torno a la idea específica de la temporalidad de lo transitorio.
31Lucas Fragasso, “Crítica y Melancolía” en Massuh, Gabriela y Silvia Fehrmann (comps.) Sobre
Walter Benjamin. Buenos Aires, Alianza/Goethe-Institut Buenos Aires, 1993. Pág. 132.
!99
“toda obra es funeraria: sostiene un dialogo esencial con su propia finitud e,
incluso, perdura sólo en la medida que exhibe su propia muerte. Si el comentarista
lee lo que aviva la llama, lo que la llama deja atrás, el crítico se encuentra con su
enigma, el de la vida. La vida es enigmática porque viene con la muerte: no hay
vida que no esté ya muriéndose, que no esté ya consumiéndose por el fuego que
la signa. Es decir que no hay vida excepto «la vida que significa la muerte»”215.
En este sentido, para Benjamin la crítica no sería sino la conversión del contenido
objetivo de la obra en su contenido de verdad. Así, la obra es una ruina que se
anida en la crítica para sobrevivir, de este modo Benjamin afirmaría que la obra
recrea su propia crítica:
!100
histórica. Este “peligro”, y he aquí donde el anudamiento entre imagen y ruina
adquiere su dimensión crítica, no está escrito sino con los caracteres de la
caducidad y lo transitorio. En otras palabras, la muerte articula, en la imagen,
naturaleza e historia de un modo que el contenido no deviene ahistórico sino traza
de la sobredeterminación temporal que obra en la caducidad.
Sin embargo, hay otra dimensión que, proyectándose desde lo anterior, devuelve
su significación dando un nuevo contenido a la relación entre la imagen y el
tiempo; la imagen dialéctica es una forma de perfilar el carácter del nodus entre
experiencia y cognoscibilidad que se abre en el acontecer de un ahora que no
puede ser reclamado por la continuidad. Benjamin lo plantea así:
“No es que lo pasado arroje luz sobre lo presente, o lo presente sobre lo pasado,
sino que imagen es aquello en donde lo que ha sido se une como un relámpago al
ahora en una constelación. En otras palabras: la imagen es la dialéctica en reposo.
Pues mientras que la relación del presente con el pasado es puramente temporal, la
de lo que ha sido con el ahora es dialéctica. De naturaleza figurativa, no temporal.
Sólo las imágenes dialécticas son imágenes auténticamente históricas, esto es, no
arcaicas. La imagen leída, o sea, la imagen en el ahora de la cognoscibilidad, lleva
en el más alto grado la marca del momento crítico y peligroso que subyace a toda
lectura”219
36 Walter Benjamin, Libro de los Pasajes, op. cit., p. 465. [nota: consideramos más apropiado
referirnos a una “dialéctica en suspenso” que a la “dialéctica en reposo” que sugiere la traducción
de la presente edición. Las cursivas son nuestras]
37 Theodor W Adorno, Sobre Walter Benjamin. Madrid, Cátedra, Segunda Edición, 2001. Pp.
45-46.
!101
Hay una Dialéctica en suspenso (en reposo o detenida, de acuerdo a las
traducciones citadas). Dejemos a un lado el primer término del enunciado;
suspenso ¿qué es lo que se suspende? El suspenso lleva el índice de una cesura,
de una instantánea en el flujo marcada como cesura en el movimiento temporal y
cristalizada en el ahora de la cognoscibilidad. Cesura es, por tanto, la irrupción de
una discontinuidad histórica que es legible bajo el principio de impureza temporal
de la imagen. Esta instantánea en la medida que i(nte)rrumpe, hace emerger un
contrarritmo en el seno de la historia y fija en él los tiempos heterogéneos que
alteran finalmente su ritmo. Como subraya Didi-Huberman, “el aspecto
propiamente dialéctico de esta visión sostiene por cierto que el choque de tiempos
en la imagen libera todas las modalidades del tiempo mismo, desde la experiencia
reminiscente (Erinnerung) hasta los fuegos artificiales del deseo (Wunsch), desde
el salto desde el origen (Ursprung) hasta la decadencia (Untergang) de las
cosas”221.
La imagen es cesura pero también una traza que devela una inquietud por la
presencia, por aquello que aparece y desaparece, por lo encriptado en la memoria
y en el presente. En la colisión del entonces y el ahora se articula un pasaje entre
tiempos heterogéneos en los que se ramifica una constelación de inscripciones y
borraduras inacabadas. Si hay algo que revela la huella histórica es que ella ha
sido impresa al fuego de “esa historia que no ha cesado de vencer”; la imagen es
quizá el inconveniente constante de esa historia, el ahora que la pone en duda
pero que, paradójicamente, le asigna contenidos; ella actúa como el músculo que
sostiene nuestra vida actuando en el movimiento de una alternancia, una
pulsación perpetrada en la dinámica de una apertura y una cerradura que
muestran que, en realidad, la aparente continuidad de nuestra vida depende de
ese movimiento siempre recomenzado.
!102
pasado “telescopea” el presente desde un lugar inacabado. El suspenso, en tanto
condensación de las constelaciones temporales que sostienen el acontecer total
que es la historia, abre el espacio a través del cual, como decía Derrida, sólo el
quizá puede arribar −el quizá de lo político222. Sobre este terreno se forma, a su
vez, tal como proponía Benjamin, la posibilidad de la cognoscibilidad histórica
como ese descubrimiento, en el análisis del pequeño momento singular, del cristal
del acontecer total; como esa política del tiempo abierta al acontecimiento que
desclasifica la historia.
Karen Glavic
39Cfr. Jacques Derrida, “Aimer D’amitié : peut-être − le nom et l’adverbe” en Politiques de l’Amitié,
Paris, Galilée. 1994.
!103
Este texto intentará revisar, recoger y trazar, a partir tanto de la crítica que Donna
Haraway realiza a un cierto saber científico masculinizante como de las
consideraciones de su propia biografía, un recorrido por la aparición de
figuraciones que han sido propuestas como posibilidades “identitarias” basadas en
la recuperación de la diferencia -no implicando ello, por cierto, una defensa de lo
femenino en tanto valor carente de tensiones o estático en sus soportes-.
!104
distaba mucho del campus de Santa Cruz donde trabajaría años después, en un
ambiente teórico y político, sin duda, prolíficamente nutrido para el desarrollo de
los estudios sobre mujeres. Actualmente enseña en el programa de Historia de la
Conciencia de ésta, junto con Teresa de Lauretis y Angela Davis. Al respecto,
Haraway comenta:
“Aprendí a leer y a escribir dentro de mundos en guerra. Nací cerca del final de la
2ª Guerra mundial, crecí en la Guerra Fría, fui a la universidad durante la Guerra de
Vietnam, y estoy preparando este Reader para su publicación durante la invasión a
Irak por parte de mi país. Y esa es la lista abreviada. Estas guerras son personales.
Me hacen ser quien soy; me arrojan hacia obligaciones heredadas, me guste o no.
Estos mundos en guerra son el vientre del monstruo desde el cual he intentado
llevar por la escritura, hacia una realidad más vívida, a un linaje de figuras
feministas. Mi esperanza es que estas figuras notables puedan guiarnos a un lugar
más vivible, uno que en el espíritu de la ciencia ficción he llamado “algún-otro-
lugar”224.
Esta descripción que hace Haraway de su vida “entre guerras” no sólo pone
énfasis en el lugar que su historia personal cumple en el desarrollo de sus textos,
sino que también nos introduce a aquello que ella considera su herencia – le guste
o no – y a los aportes que debe hacer a partir de ella para habitar un mundo “más
vivible” en el que sea posible repensar y borrar las fronteras que han dividido a los
seres humanos de los animales y de las máquinas.
Desde fines del siglo XIX hasta el momento en que Haraway escribe el articulo
antes mencionado, la primatología había sido influenciada por dos grandes
paradigmas: la psicobiología y la sociobiología; paradigmas que no sólo
revolucionaban la manera de comprender el comportamiento en simios, sino que
además modificaban un aspecto mayor: el modo en el que se entiende al
organismo en términos funcionalistas o sistémicos.
!106
interacción competitiva entre individuos, dominancia como un rasgo de la
personalidad relacionado con el liderazgo y jerarquías de la dominación como
estructura social”226.
Sin duda, las dificultades que arroja una perspectiva tan fuertemente basada en la
persona y en la dominación masculina como rasgo orgánico y “natural” de los
seres humanos –basado en sus modelos chimpancés– radican en la amplia gama
de posiciones teóricas e ideológicas que pueden tomar como base estas
investigaciones científicas, investigaciones que tendían a “naturalizar” la historia
humana poniendo a la naturaleza más como materia prima que como producto de
la historia misma.
Haraway plantea que para el desarrollo de la psicobiología comparativa con
primates debemos considerar que,
“...la primatología sirvió como un intermediario entre la vida y las ciencias
humanas en un período crítico de reformulación de las doctrinas de la
naturaleza y de la cultura. Yerkes ordenó su vida en la creencia de que esta
ciencia serviría para promover un más alto estado de conciencia individual y
social. El objetivo ideológico del humanismo liberal”227.
La ciencia que se construía por esos días pretendía, entre algunas de sus
intenciones, que debía ser ella misma la que debiera dar continuidad a la
evolución adaptativa humana, y que por lo tanto, para que los seres humanos
fueran socialmente “útiles” era fundamental hallar el instinto orgánico básico y
natural de cooperación para el funcionamiento óptimo de la industria moderna. En
pocas palabras, lo que estos científicos intentaban demostrar, no era sólo una
posible homología entre el funcionamiento del cuerpo y las máquinas (recordemos
la similitud propuesta entre el organismo humano y el reloj) sino también la
existencia de un carácter natural humano que lo haría predisponerse de manera
automática, instintiva, al trabajo industrial. Haraway comenta que para llevar a
4 Ibíd., p. 84.
5 Ibíd., p. 90.
!107
cabo estos planteamientos fue esencial que las diferencias fueran el objeto
esencial de la nueva ciencia, de modo que cuando se llevaren a cabo, por
ejemplo, investigaciones en la gestión de personal se pudiera proporcionar “...
información fidedigna al gestor del empleo y adecuado consejo vocacional a la
<persona>”228.
Respecto del rol de Yerkes, Haraway expone:
Aspectos de este tipo son los que para Haraway repercuten directamente en la
manera de comprender las relaciones de género, por lo que para comprender su
teoría es necesario llevar a cabo esta reconstrucción desde el terreno de la
primatología. La observación de ciertos primates llevaba a los científicos a
conclusiones sobre la dominación y la jerarquía en las relaciones sociales que
para nuestra autora tienen un carácter profundamente problemático, pues totalizan
a través de rasgos biológicos observados en simios un campo que habría de ser
complementado desde distintas posiciones, incluyendo incluso la perspectiva
(neo)marxista desde la que Haraway quisiera interpretar la historia.
“…no es la fuerza dominante de las ciencias biológicas a finales del siglo XX.
Podría incluso argüirse que la biología ha cesado de existir y que el organismo ha
sido reemplazado por los sistemas cibernéticos, que han cambiado radicalmente
las conexiones de la física, de las ciencias biológicas y de las ciencias
humanas”230.
6 Ibíd., p. 92.
7 Ibíd., pp. 93, 94.
8 Ibíd., p. 94
!108
El fin de la Segunda Guerra Mundial, el comienzo de la Guerra Fría y la necesidad
de optimizar la gestión militar norteamericana dieron lugar a avances científicos
que Haraway describe como una “revolución en las comunicaciones” que no sería
más que una nueva manera de teorizar los objetos naturales como objetos
tecnológicos “...entendidos en términos de mecanismos de producción, de
transferencia y de almacenamiento de información”231, que situaron al ordenador
como un símbolo de las estrategias de control. Si antes la base biológica de la
investigación y producción de teorías había sido el organismo individual, éste fue
desplazado por una concepción sistémica de cooperación y comunicación entre
muchos organismos que, tal como la propia lógica del ordenador indica, actuará
de una manera no lineal y distribuida –en red– con énfasis en la retroalimentación
y la interacción con el exterior. La socio-biología, por lo tanto, se caracteriza por
ser una extensión y un desarrollo de la teoría de selección natural que intenta, a
través de una comprensión biológica, interpretar un problema fundamental: la
buena combinación de individuos para el bien común.
Si el gran representante del período anterior fue Robert Yerkes, Haraway destaca
para esta nueva fase a Edward Osborne Wilson (1929), entomólogo y biólogo
estadounidense que comienza sus estudios de bachiller en la Universidad de
Alabama y alcanza el grado de doctor en la Universidad de Harvard. Wilson
propondrá una nueva manera de concebir el problema de la conducta que se
relacione con las comunicaciones, concibiendo a éstas últimas como parte de
estrategias evolutivas estables, jerárquicamente establecidas y diferenciadas a
través de escalas temporales.
9 Ibíd., p. 95.
10 Ibíd., p. 106.
11Ibíd., p. 102.
12 Ibíd., p. 120.
!109
Si bien rasgos como la dominancia o los límites del traspaso de la información
pasan a ser entendidos desde una perspectiva individual a una sistémica, el
principal problema que detecta Haraway, es que ambos paradigmas biológicos
demandan un papel esencial para el “experto científico” que interpreta y observa,
pues a través de su trabajo diseña sistemas que urden necesariamente la historia
a nivel humano.
Habiendo llegado a este punto crucial y retomando el interés que nos merece el
paso por la historia, por la experiencia de Haraway, la crítica y la pregunta que
aquí nace es: ¿cuál es el rol que debe cumplir la crítica feminista de la ciencia?,
¿es posible construir una ciencia feminista?, ¿cuáles son las características en el
trato de la objetividad que ésta debe cumplir? La ciencia y el humanismo, nos dice
Haraway, “...han sido siempre compañeros de cama...sus discusiones son las
peleas de los dos, convertidos en una sola carne”,235 y de su unión emerge la voz
patriarcal del creador. En el principio estuvo la palabra del padre, la voz masculina
que todo lo crea.
Las feministas han luchado históricamente por tener una voz y por eso “(...) las
estrategias retóricas y la pugna por establecer los términos del discurso son
decisivas en las luchas feministas del campo de las Ciencias Naturales”236. Por
ello, ha nacido la inquietud y la propuesta de plantear un epistemología propia que
no sólo proporcione información sobre el campo y la investigación científica, sino
que también tome una posición respecto del lugar que las mujeres ocupan en
estos espacios, sin caer en “anarquismos” epistemológicos ni relativismos que
diluyan la posibilidad de crear una política propia. Tal es el caso de la propia
Haraway o de científicas feministas como Evelyn Fox Keller o Sandra Harding.
El rasgo que una epistemología feminista debe tener en cuenta es que el poder
“de nombrar” que caracteriza a la ciencia es el poder de objetivar y, por cierto, de
totalizar. Por lo tanto, las posibilidades de construir un Otro excluido como el que
han sido las mujeres en el relato científico está constantemente al acecho. Si la
ciencia es el mito que, en palabras de Haraway, nos constituye, han de re-
escribirse historias y lenguajes que sean capaces de producir figuras localizadas,
“situadas”, en pugna por el reconocimiento público.
13 Ibíd., p. 115.
14 Ibíd., p. 115.
!110
Las ciencias y las humanidades –aquellos compañeros de cama que Haraway
destaca- han utilizado la capacidad de nombrar; las feministas pueden hacerlo
ahora creando sus propias taxonomías, pero esta vez construyendo figuras que
recojan aquellas subjetividades que han sido excluidas, a través de un gran linaje
de figuraciones emparentadas, donde cyborgs, coyotes, perros o mujeres puedan
tejer relaciones y dar vida a identidades mestizas, híbridas, intrusas, abyectas e
inapropiadas/bles.
A partir de este contexto de “crisis del sujeto”, Haraway se pregunta cuáles serán
aquellos factores “que cuentan”, “que importan” para crear una experiencia de
mujeres que confeccionen el relato ficcional de un nosotras que no se deje abatir
por las historias de lo Uno, un relato que sea capaz de crear un mito político fiel a
la blasfemia cyborg y que pueda enfrentar la dolorosa separación política entre
mujeres feministas. Las experiencias, como actividades históricamente específicas
y complejas, heredadas, difundidas y compartidas, conforman aparatos de
producción que funcionan tanto a nivel personal como colectivo transformándose
en parte fundamental de los movimientos de mujeres. La experiencia es para
Haraway uno de los productos más importantes y asombrosos de la cultura pues
representa la encarnación de la historia vivida y de las prácticas discursivas, el
15Haraway, Donna. “Ecce Homo, Ain´t (Ar´n´t) I a Woman, and Inappropriate/d Others: The Human
in a Post-Humanist Landscape”, The Haraway Reader, ed. cit., p. 47 (la traducción es de Pablo
Abufom y nuestra).
!111
resultado de aquello que debemos considerar como lo “que cuenta” para crear un
“nosotras”.
Esta experiencia es una de las muestras que nos brinda Haraway a través de sus
textos sobre el énfasis en la necesidad de poner atención en las políticas
universalizantes que no sólo han tenido su origen en el campo de la ciencia (la
biología y la primatología en el caso de nuestra autora), sino que también desde la
producción teórica que emerge desde las Humanidades y las Ciencias Sociales
que muchas veces se ha alzado contra el determinismo biológico sin poner en
tensión sus propios supuestos, sin hacer un ejercicio deconstructivo, que para el
caso de la teoría de Haraway es indispensable, pues toda nueva figuración o
propuesta identitaria que se levante desde esta crítica debe estar advertida de los
supuestos que la componen.
!112
intervenciones artísticas a la problemática raza/género) para señalar a aquellas
subjetividades que se debaten entre el límite de lo inapropiado (lo abyecto de
Butler por ejemplo, o el cyborg de Haraway) y aquello que por su “indefinición” y
su carácter fronterizo no se puede apropiar. Al decir de Trinh Minh-ha:
“Podemos leer el término “otra inapropiada/ble” de ambas formas, como alguien a
quien no se puede apropiar, y como alguien que es inapropiado. No tanto otra, no
tanto la misma. Por supuesto, hay muchos otros términos que he manejado de
manera similar en mis escritos, tales como “la luna” o los colores “rojo” y “gris”, por
ejemplo. Dependiendo del contexto, un término puede mostrarse más relevante
que el otro”240.
18“Inappropriate/d Artificially” Entrevista de Marina Grzinic con Trinh T. Minh-ha (en línea)
www.trinhtminh-ha.com, (la traducción es de Pablo Abufom y nuestra).
19 ibid.
!113
pensamiento de Haraway resulta un ejercicio sumamente interesante, que puede
resultar maravillosamente productivo si no se olvida la interrogación que siempre
debe estar puesta sobre cualquier trabajo que se presente a sí mismo como una
ruptura epistemológica.
¿En qué términos funciona la objetividad cuando la marca del cuerpo se hace
presente? ¿Debemos o no debemos tener un cuerpo, encarnar la experiencia,
mostrar lo que cuenta? La respuesta de Haraway a esta última pregunta, por todo
lo que hemos revisado a lo largo de este texto, sería afirmativa, teniendo en
cuenta que no se puede abandonar una postura advertida sobre la totalización que
implica cualquier acto de nombrar, cualquier taxonomía de figuraciones que,
aunque dispersas o inapropiadas/bles puedan anquilosarse.
!114
!115
DIALOGOS DE LA IZQUIERDA
(ENTREVISTAS)
!116
¿HEGEMONÍA SIN EMANCIPÁCIÓN? Diálogos con Ernesto Laclau*
M.S.: Antes de iniciar este diálogo me gustaría escuchar tu opinión sobre aspectos
generales de la teoría marxista. En el prefacio a la edición alemana del Manifiesto
Comunista de 1883 Federico Engels agradecía a Marx la siguiente idea, “…ha
llegado una fase en que la clase explotada no puede ya emanciparse, sin
emancipar, al mismo tiempo y para siempre a la sociedad entera”. Allí hay un
potencial emancipatorio muy sustantivo en la reflexión de Marx. A pesar del
contenido metafísico de esta frase ¿cuál sería tu reflexión con esa idea
emancipadora, sustantiva, que hay en el trabajo de Marx…?
E.L.: Si, yo creo que hay implícitas en Marx dos ideas distintas de las prácticas
sociales que son las que tú mencionas. Una en la cual el antagonismo es
M.S.: Siempre sobre el tema de las clases sociales, ¿qué opinión te merecen las
reflexiones de Nicos Poulantzas cuando intenta establecer un marco criteriológico
más complejo? por ejemplo, en Las Clases Sociales en el Capitalismo Actual
(1972) donde plantea una noción de posición de clase. Porque en Poulantzas hay
una tensión entre un estructuralismo duro y un reconocimiento al carácter
accionalista, por ejemplo, en sus últimos trabajos las relaciones sociales son
subrayadas más allá de la esfera económica, me refiero a Poder, Estado y
Socialismo que es un libro publicado el año 1978. ¿Como analizas tú ese transito
político-conceptual?
E.L.: Poulantzas fue muy amigo mío y discutimos hacia el final de su vida mucho
acerca de estos problemas, él claramente se estaba moviendo en la dirección de
una teorización marxista más flexible, pero no hay que olvidar que Poulantzas
muere en los años setenta cuando todo este proceso era todavía muy incipiente.
Desde el comienzo Poulantzas incluso en Poder político y clases sociales trataba
de limitar a través de categorías como autonomía relativa un campo de efectos
políticos que escapara a un determinismo económico estricto, pero evidentemente
una categoría como autonomía relativa es totalmente insuficiente. Porque, ¿qué
significa que la autonomía es relativa? Quiere decir que se introduce un campo de
la contingencia que, sin embargo, esta sometido a leyes estructurales que limitan
sus efectos posibles, en esa mediación la autonomía relativa es un concepto que
no da cuenta de la nueva ontología que se trata de desarrollar, ahora en sus
últimos escritos Poulantzas se estaba moviendo mucho en una dirección que yo
apruebo, que es una dirección en la cual la limitación de los efectos estructurales
esta cada vez más presentes. Desgraciadamente murió antes de que pudiera
desarrollar su pensamiento, él hubiera sido claramente un compañero en todo este
tipo de reformulación que hoy día estamos desarrollando, pero él falleció mucho
antes de que pudiera cumplir todo este proceso de transición.
M.S.: Otra cuestión que tal vez te va a resultar un poco majadera porque estos
días te he estado consultando de manera muy insistente sobre la problemática
Althusseriana. Digo esto porque yo junto a una generación de profesores y
estudiantes de ARCIS y de otras universidades desarrollamos algo así como una
!118
comprensión post marxista de Althusser a partir de tres distinciones que nos
parecían fundamentales, primero, la categoría de sobredeterminación como
reenvío simbólico del orden social, en segundo lugar, la critica a la noción de
totalidad hegeliana donde se postula la idea de todo un complejo estructurado
desplazando la tesis de que habría un principio de inteligibilidad del orden social y,
en tercer termino, una cuestión que ya esta en Gramsci que tiene que ver con la
ideología. La ideología es constitutiva de lo social. Incluso hay una afirmación muy
fuerte en esta tercera definición de Althusser cuando dice: “la sociedad no
ideología será la sociedad ideología por excelencia” incluso uno podría pensar que
Althusser teorizaba, arrinconando la interpretación, que la sociedad comunista no
era una sociedad excenta de ideología...
E.L.: Bueno, qué una contradicción que determina la última instancia sea
sobredeterminada puede querer decir varias cosas, en primer lugar, puede querer
decir que si el momento de la determinación última nunca realmente llega,
entonces cuál es el área de efectos de la determinación ultima, ese es el problema
que se plantea. No es suficiente decir que toda construcción o que toda
determinación esta sobredeterminada, porque en ese caso uno tiene la obligación
teórica de decir qué es esa determinación anterior y sobre la cual la
sobredeterminación se ejerce… si esa determinación produce efecto que escapa
al movimiento sobredeterminante entonces no se ha avanzado un ápice, se ha
avanzado en crear un sistema de mediaciones más complejo a la Lukacs, pero no
se ha avanzado en una nueva categorización ontológica de lo social, si de otro
lado, la sobredeterminación reemplaza a la determinación en la ultima instancia
entonces uno tiene una tarea de tipo completamente distinta, en primer lugar, uno
tiene que especificar cuál es la lógica de una sobredeterminación. Y cómo esa
sobredeterminación se articula en torno a puntos nodales alrededor de los cuales
la sobredeterminación se organiza pero esos puntos nodales ya no tienen el
carácter esencial, ni una determinación en la última instancia, o sea que eso es lo
que para mí esta irresuelto en la problemática Althusseriana. Como decíamos esta
mañana, en Pour Marx (La revolución teórica de Marx) Althusser avanza más a
!119
privilegiar el momento de la sobredeterminación, en Leer el Capital él vuelve a una
noción de modo de producción que es más fuertemente estructuralista, pero de
nuevo el discurso de Althusser se desintegran los años ochenta y lo que queda
para nosotros como foco de análisis son los grandes escritos teóricos de los años
60 y comienzos de los 70.
MS.: Otra cosa sobre la cual quiero volver tiene que ver con la preeminencia que
ocupa la noción gramsciana de hegemonía dentro de tu trabajo, es cierto que en
Gramsci hay un salto fundamental de la idea leninista de “alianza de clases” a la
hegemonía como voluntades colectivas….es una idea fuerte que instala la
superficie de las articulaciones, también las ideas de bloque histórico y guerra de
posición avanzan en esa dirección, ahora sin perjuicio de eso que esta en la obra
de Gramsci, y tu lo has trabajado en tu obra, hay una clase fundamental,
entonces hay un reducto esencialista. Entonces porque hacia el hincapié en la
idea de sobredeterminación, porque ahí hay un principio de ruptura con la idea de
la literalidad, en cambio, en el pensamiento Gramsciano se mantiene un principio
analógico, en tanto toda la heterogeneidad social, que es muy rica, esta contenida
en un actor que absolutiza el cambio estructural….
E.L.: Pero creo que hay que hacer una distinción. Por ejemplo, supongamos que
uno dice hay un núcleo de clase donde existen una serie de “círculos
concéntricos” que constituyen la articulación hegemónica, la cuestión esta dada de
la siguiente manera, ¿es a partir de este núcleo que se da el proceso de
movimiento hacia estos “círculos concéntricos” cada vez más amplios y ese núcleo
se mantiene incólume a través de todo este proceso de articulación?, o bien, ¿en
cada una de las sucesivas ampliaciones, estas ampliaciones pasan a ser parte del
núcleo mismo? Yo creo que en el caso de Gramsci es claramente lo segundo lo
que esta ocurriendo. Entonces, la noción de clase fundamental es una noción con
la que él no rompe explícitamente en ningún punto en los Quaderni del Carcere
pero, sin embargo, es una noción que en su trabajo esta bombardeando de tantos
lados el “circulo concéntrico” que al final los efectos estructurantes de ese ultimo
núcleo empiezan a ceder. Esta clara la respuesta, entonces sobre este punto creo
que el Althusser de la sobredeterminación y el Gramsci de la construcción
hegemónica están moviéndose en la misma dirección….
M.S.: Ahora te quiero llevar a una entrevista que apareció publicada en Nuevas
Reflexiones Sobre la Revolución de Nuestro Tiempo (1990), a partir de algunas
preguntas que te hizo Robert Blackburn. Hay un momento donde él te pregunta
sobre la idea de emancipación y ahí tu adhieres a la idea de una democracia
radicalizada antiutópica y, por lo tanto, sustituyes la noción de utopía por la de
mito. Porque te pregunto esto. Todo el trabajo que uno podría registrar en América
latina a partir de Hinkelamert recepciona una categoría de utopía …pero es una
utopía secularizada una utopía necesaria pero al mismo tiempo imposible. En
!120
otros trabajos de Norbert Lechner también hay un trascendental regulativo algo así
como lo siguiente: “es necesario incluir las utopías del buen orden justicia,
igualdad, progreso, pero no pensemos que vamos a consumar eso, algo así como
un horizonte de sentido no un fundamento”. Entonces, ¿quiero entender un poco
las razones de ese desplazamiento porque no se trata de una utopía plena,
objetivista o totalitaria?
E.L.: En ese punto yo estoy usando una distinción que fue introducida por Sorel.
Georges Sorel distinguía entre utopía y mito. Él decía la utopía es un producto
intelectualista porque es la mayor expresión de una sociedad ideal y en ese
sentido la utopía no puede producir efectos emocionales de largo plazo, es un
producto como la utopía de Moro, la utopía de Campanela a través de las cuales
los intelectuales piensan como una sociedad debería organizarse. Y frente a eso el
contrapone el mito y él dice, “el mito son unas pocas imágenes capaces de
galvanizar la imaginación de las masas”. Entonces, el mito esta muy cerca en la
concepción de Sorel de lo que nosotros llamamos significantes vacíos, porque el
mito que tenía que unificar la voluntad colectiva de la clase obrera era el mito de la
huelga general. Ahora ¿qué es la huelga general? en realidad no era un hecho
que podría llegar a producirse, pero es una perspectiva finalística que totalizaba la
conciencia del proletariado. Supongamos que nosotros tenemos una participación
en una acción colectiva tal como una huelga por salarios más altos, supongamos
que la huelga tiene éxito entonces la acción colectiva termina. Entonces se decía,
toda lucha por objetivos concretos si se reduce a esos objetivos en ese caso
tiende a la desmovilización del actor revolucionario a su integración al sistema
pero si, de otro lado, la huelga o la ocupación de fabricas son la manifestación y
son vistos como formas que van educando a la voluntad colectiva para ese acto
total que sería la huelga general, en ese caso, el significado de estas acciones es
completamente distinto, pero la huelga general por eso mismo no puede
identificarse con formas precisas, la huelga general es un poco como el objeto A
en Lacan, es un evento totalmente investido de una carga emocional pero que
mantiene en vilo la voluntad de los sectores que adhieren a él. Entonces lo que yo
decía, porque en este punto estoy simplemente parafraseando a Sorel, es que la
desposesión de contenidos en el significante que puede aglutinar la voluntad
colectiva siempre tiene que proceder a través de la creación de un significante que
es el nombre del vacío, es decir, del horizonte imposible que, sin embargo, hace
posible la acción. O sea lo que yo veía en la noción de mito y lo sigo viendo es la
idea de un evento que a veces es un evento concreto que tiene existencia real
pero que tiene que estar sobreinvestido, tiene que ser el punto de concentración
de la catexis psíquica de las masas.
M.S.: Otro tema. En el libro Multitud, de Hardt y Negri, podríamos estar de acuerdo
que en estos autores no hay una teoría de la articulación, pero también podríamos
preguntarnos acerca de esa insistencia en una ontología de la multitud. Los
trabajos de Deleuze hacen una afirmación fuerte en torno a la noción de rizoma,
de flujo y multiplicidad, no será, a nivel de hipótesis Ernesto, que hay una suerte
!121
de resistencia en Hardt y Negri extractada en alguna medida de Deleuze que se
expresa como rechazo a un pensamiento identitario, porque la identidad, por
ejemplo, podría constituir algo así como una camisa de fuerza, en cambio, este
estallido de la infinitud garantiza apertura… entonces, allí no hay una teoría de la
articulación, pero hay una resistencia al momento identitario de la política. ¿Qué
dices sobre eso?
!122
E.L.: Absolutamente de acuerdo, yo creo que las prácticas hegemónicas se ligan a
cualquier tipo de contenido ideológico, y creo que el discurso fascista de 1922 fue
un discurso hegemónico en la sociedad italiana, es decir, la hegemonía no es una
práctica política con un contenido ideológico determinado, es una forma de
construcción de lo político, como la construcción de un pueblo es una forma de
construcción de lo político, pero el pueblo puede ser construido ideológicamente
de las formas más variadas.
M.S.: ¿Pero no hay ahí también un bagaje categorial de hegemonía que esta
asociado a ciertos contextos históricos de la izquierda? por ejemplo, uno intentaría
defender en términos políticos ciertos contenidos. Te digo esto porque en la crítica
que tú haces a la dialéctica Pascaliana dices que la combinatoria no es entre 0 y 1
y señalas que la galvanización esta abierta**. Si decimos esta abierta, cualquier
particular podría encarnar eventualmente el universal temporal, el universal
político como tú lo llamas. De un lado eso, pero de otro lado, en el cuarto capítulo
de Hegemonía y Estrategia Socialista (1987), esta la idea de una revolución
democrática en donde habría una ampliación del imaginario liberal, del ciudadano,
de la noción de igualdad, etc. Entonces hay dos registros que yo no sé si se
articulan coherentemente, o no tienen porque articularse, esto es, la critica de la
dialéctica Pascaliana como apertura radical y, de otro lado, un contexto socio
histórico en donde la revolución democrática supone expansión de fronteras de la
ciudadanía.
E.L.: Bueno, pero por ejemplo la noción de revolución democrática es una noción
originariamente de Tocqueville pero que ha sido formulada por Claude Lefort. Y lo
que Claude Lefort dice, es que porque el lugar del poder pasa a ser un lugar vacío
se crea la posibilidad de que cualquiera pueda ocuparlo y por eso mismo es
posible que el totalitarismo emerja en ese lugar vacío, es decir, que el totalitarismo
contemporáneo sólo se puede entender en el horizonte de la revolución
democrática, porque antes lo que habían eran sociedades autoritarias en las
cuales había un Rey pero el Rey estaba limitado en sus funciones por el poder
territorial de los nobles y una serie de otras categorías de una sociedad altamente
diversificada en su estructura interna, con el discurso de la igualdad en la
revolución democrática lo que ocurre es que todas esas posiciones empiezan a
ser barridas y entonces el lugar del poder pasa a ser un lugar único, que
cualquiera puede ocupar, pero por eso mismo dice el “la tentación de reconstituir
una unidad radical del pueblo uno puede surgir en el campo de la revolución
democrática y dar lugar al totalitarismo, pero no hubiera podido surgir una
sociedad tradicional porque haya no había lugar para un poder total, el poder
estaba inmanentizado en una serie de relaciones sociales. Lo que se da entonces
en las categorías como hegemonía es que no tienen un contenido normativo, no
** Al respecto véase; Laclau, Ernesto, Misticismo, Retórica y Política. F.C.E. Buenos Aires, 2002.
!123
esta necesariamente ligada a la izquierda. Sarkozi ahora en su campaña electoral
ha estado citando a Gramsci positivamente y hay algunas tendencias de derecha
en Francia que también citan a Gramsci y llaman a la formación de un
Gramscismo de derechas. Lo que pasa es que cuando uno se mueve al plano
normativo, vuelve a decir, ¡bueno yo quiero crear la hegemonía de ciertos
contenidos más que de otros¡ y para eso es necesario otro tipo de discursos, un
discurso de justificación ética de ciertos objetivos, pero la forma hegemónica en la
política puede afectar a cualquier tipo de contenidos.
M.S.: Pero eso supone una decisión al medio de tu trabajo. Porque tú haces una
afirmación seminal en tu obra: si no hay esencia hay articulación. Y cuando
estableces la crítica a la dialéctica Pascaliana rompes la combinatoria entre 0 y 1,
quedan abiertos los particulares a encarnar un universalismo político a través de
lógicas equivalenciales, pero si hay apertura, porque uno tendría que adscribir
digamos en términos de una decisión política democrática, si no hay garantía
precisamente por la propia deconstrucción que tu has establecido al respecto….
E.L.: La decisión hegemónica supone una decisión, pero esa decisión se toma
siempre sobre la base de valores en los que uno esta inmerso, esos valores en los
que uno esta inmerso son los que Heidegger llamaba un existencial. Es decir, uno
nunca esta en una situación pura cartesiana de un punto de partida absoluto, uno
esta en una situación en la cual ya esta suscribiendo ciertos valores, si esos
valores crean un contexto a partir del cual ciertas decisiones políticas resultan
posibles, pero la forma hegemónica de la política puede adaptarse a contenidos
del carácter más variado, la otra cuestión sería que si uno conceptualiza las cosas
en ciertos términos como hegemonía y otros similares, esas categorías han
surgido históricamente en un contexto discursivo que es el contexto de la
izquierda, probablemente si una persona de derecha incluso si trata de referirse a
los mismos fenómenos va a usar un vocabulario de tipo distinto, pero desde el
punto de vista de la teoría de la hegemonía uno va a conceptualizar como
hegemonía prácticas políticas que vienen de posiciones ideológicas enteramente
distintas.
M.S.: Terminando esta entrevista, una pregunta sobre Slavoj Zizek que a esta
altura es casi una anécdota. En tu trabajo, Nuevas Reflexiones Sobre la
!124
Revolución de Nuestro tiempo, Zizek consigna dos nociones de antagonismo, el
antagonismo como limite de toda objetividad y la otra el antagonismo es todo
aquello que me impide ser una plenitud. Como te explicas de manera argumental
o política lo que ocurre después de Hegemonía, Universalidad y Contingencia, y el
distanciamiento político conceptual en alguna medida que ha establecido con tu
obra?
!125
coyuntura se pueda canalizar hacia objetivos que sean continentales y no
meramente objetivos internos dentro del país. En tercer lugar, esta llevando a cabo
una serie de políticas publicas que también me parecen positivas como la Reforma
Agraria, como las transformaciones en la educación y en la alfabetización. Es
decir, que el proceso avanza hacia una sociedad más participativa y más integrada
al continente como un todo. De otro lado, evidentemente todo régimen político
presenta sus peligros, si un régimen liberal democrático puro puede tender al
estancamiento y a la falta de participación, de otro modo, un régimen en el cual el
elemento personalista tiene necesariamente como significante vacío que ocupar
un lugar central porque es alrededor de una cierta figura que se van rompiendo
estructuras clientelisticas muy tradicionales puede conducir al autoritarismo, pero
hasta el momento eso no se ha visto que ocurra, por el contrario, el momento
participativo y de movilización autónoma de las bases es lo que ha predominado
en la experiencia Venezolana. Como ayer lo decía hay ciertos casos en que puede
haber una demagogia en que todo sea desde arriba hacia abajo y nada desde
abajo hacia arriba. Cuando Ademar de Barros, como mencione, tenía como lema
en sus campañas electorales “Roba pero hace”, ahí lo que había es una especie
de sistema de dadivas clientelistica y no iba acompañado en ningún tipo de acción
autónoma de las bases, pero eso no tiene nada que ver con lo que esta ocurriendo
en Venezuela hoy. De otro lado, lo que yo veo es que hay un discurso de la
derecha que a cualquier forma de acción política que implique esta movilización
fuera del aparato institucional tradicional, se la califica de demagogia, ahí si que
hay una tendencia a establecer una equivalencia entre cosas que no pueden ser
asimiladas de ningún modo. Lenin decía que la política es siempre caminar entre
precipicios, y bueno no hay régimen que no tenga un precipicio en el cual pueda
caer, pero no se puede decir, porque es completamente ilegitimo, que hay un
precipicio en el que ya se ha caído, hasta ahora el proceso sigue adelante, y yo lo
apoyo globalmente.
!126
PENSAR LA TEORIA CRÍTICA: ESTADO PREVENTIVO Y NUEVAS LUCHAS
DEMOCRATICAS. (Conversaciones con Jean Marie Vincent242)
J.M.V.: Pienso que hay que continuar planteando estos problemas que se dan
entre teoría, práctica e historia, simplemente porque debemos ser capaces de
sacar lecciones del pasado y porque también debemos comenzar a trabajar sobre
el capitalismo, ya no a partir de los análisis de conjunto, sino a partir de análisis
enriquecidos particularmente. Debemos trabajar sobre todo lo que atañe a la
captación de lo imaginario por la máquina del capital. Si hacemos eso podríamos
llegar a extraerle al capital su carácter invasivo. Pienso que parte de esto son
cosas que puedan decirnos qué es posible no quedarse únicamente restringido a
la resistencia, sobre todo cuando pienso que en la coyuntura actual hay cada vez
más gente que está convencida que el capitalismo, o incluso el mundo, va a llevar
a la pérdida de todo, a la destrucción.
I.C.: Considerando este contexto que usted expone ¿le parece que las prácticas
de resistencia han cambiado, particularmente considerando la transformación del
*Jean Marie Vincent profesor de la Universidad de París VIII. Esta entrevista fue realizada con
ocasión del lanzamiento de su libro Pensar en tiempo de barbarie. La teoría crítica de la Escuela
de Frankfurt (2002).
** Traducción de María Emilia Tijoux.
!127
trabajo en trabajo inmaterial?
J.M.V.: Personalmente estoy contra la idea del trabajo inmaterial, esta es una idea
de Toni Negri que trabajé mucho, porque juntos hicimos una revista. Pienso que
Toni Negri tiene una concepción muy discutible del trabajo: no hace una distinción
suficiente entre la relación social del trabajo y la actividad misma; la primera es la
captación de las actividades de los hombres por el capital –y éste es un nivel– en
tanto que el otro nivel, el nivel de la realidad, es el carácter concreto de las
actividades. Es cierto que el carácter concreto de las actividades se desplaza cada
vez más hacia el hecho que se manipulan de modo más amplio y extensivo que
las actividades concretas, que se trabaja hoy más que nunca con signos y
señales, esto es cierto, pero incluso en un país como Francia, que tiene una lógica
y procedimientos técnicamente tan desarrollados, las actividades manuales siguen
siendo muy importantes; la clase obrera en el sentido manual, representa todavía
más del 30% del trabajo total. En este sentido, no podemos hacer como si no
hubiera materialidad. Creo, también, que en Toni Negri hay otro error, esto es
considerar que en el fondo hay una especie de responsabilidad inmediata del
trabajo vivo; pienso, a diferencia de Negri, que lo que hace el capitalismo es
reducir lo que Marx llama el trabajo concreto a algo que es puro soporte de las
relaciones sociales del trabajo. No puede haber creatividad inmediata, aún cuando
los hombres en sus actividades de trabajo hagan jugar su inteligencia, pues esa
inteligencia que es utilizada en el trabajo es una inteligencia sometida, prisionera.
Para que se pueda liberar, es preciso que se liberen las relaciones sociales del
trabajo. En ese sentido, toda la última parte de Toni Negri sobre la liberación a
través de la creatividad del trabajo no la creo.
M.S.: Pero, mirado desde otra perspectiva, la disolución del Estado-Nación, según
Negri, implicaría nuevas formas de conflicto y un replanteamiento de las
estrategias a favor y en contra del nuevo capitalismo –ahora en una fase imperial–
¿Cómo ve usted esta relación entre nación y globalización? ¿Le parece adecuado
el diagnóstico de Negri en torno a una nueva fase de desarrollo del capitalismo?
En último término ¿vamos hacia una mayor integración, o esa sólo es la cara
bonita de esto?
J.M.V.: Les digo inmediatamente que estoy en desacuerdo con Toni Negri. En
primer lugar, cuando declara que el imperio ya no es más imperialismo; Yo pienso
que podemos hablar de imperio en la medida en que ya no puede haber guerras
imperialistas, pero el imperio es imperialista, el imperio es imperialismo y se trata
sencillamente de la dominación por parte de las grandes naciones occidentales
que gobiernan el mundo y que lo hacen con consecuencias extremadamente
graves. Pienso que el estado del planeta nunca ha sido tan inquietante, no
solamente del planeta en sentido material, sino que también hablo de los hombres
en el planeta. En lo que toca al Estado nacional, creo que no hay disolución de
este Estado-nación en las grandes naciones occidentales sino un cambio de
funciones. En mi libro que se llama El otro Marx traté de explicar que el Estado
nacional se convertía en un Estado nacional cosmopolita, es decir, un Estado
!128
nacional que funciona para permitir a las grandes firmas que tienen origen en
estos Estados, afirmarse en esta globalización. Podemos notar a su vez una
especie de competencia entre los Estados nacionales por atraer los capitales a
través de la transformación; hay luchas entonces para convertirse en un Estado
que ofrezca las mejores condiciones posibles en este sentido, y esto conlleva un
desplazamiento al interior de este mismo Estado, es decir el Estado nacional
cosmopolita se convierte también en un Estado penal, un Estado que tiende a
tratar los problemas sociales de manera penal, esto es muy claro en Estados
Unidos, muy evidente en Gran Bretaña, muy fuerte también en Francia y en Italia;
Alemania todavía es un caso particular, aún es el Estado donde el rasgo social
sigue estando desarrollado, es el Estado donde las leyes sociales protegen
todavía muy ampliamente a los trabajadores, pero pienso que el Estado nacional
alemán se convertirá también en un Estado como Francia, Italia y Gran Bretaña.
Los Estados nacionales se están reestructurando y lo están haciendo para
imponer su ley a los Estados más débiles; cuando vemos por ejemplo la famosa
noción de “guerra preventiva” que expone EEUU, lo que vemos es una declaración
sobre el derecho que tiene ese Estado a intervenir cada vez que los juzguen. Esto
es algo terrible, pero también es terrible ver como funciona la reconversión de las
Fuerzas Armadas, por ejemplo en Francia ello va dirigido a constituir una fuerza de
intervención militar rápida, y los objetivos estratégicos que están detrás son las
naciones de África donde los franceses están presentes, como en Costa de Marfil
–y si es necesario ellos irán y se meterán en otras crisis africanas.
Una cosa que no acepto de Toni Negri es que diga que el imperio es un paso
adelante y que escriba eso en relación al imperialismo, ¡No! No es un paso más,
es la reproducción de otro modo del mismo imperialismo. Incluso auque no haya
guerras interimperialistas, hay guerras económicas, interimperialistas. Lo vemos,
por ejemplo, cuando hay luchas entre las Líneas Aéreas o en estas guerras del
petróleo, que son guerras económicas. Por lo demás, es muy interesante que en
Francia el vocabulario de la guerra económica penetre en todas partes; por
ejemplo, no se puede estar retrasado frente a otros, no hay que ser superado en
informática, en tecnologías de punta, en la genética. Esto también podemos verlo
a un nivel que debería estar marcado por la cooperación internacional: en el
mercado científico, en los centros de investigación y los laboratorios en los
grandes países occidentales, y el Japón, se producen guerras permanentes con
una cosa que es muy importante, con el casi monopolio norteamericano y de los
británicos en las publicaciones científicas. Los franceses están obligados a escribir
en inglés para poder publicar en esas revistas en inglés. Es decir, no estamos en
una situación pacífica, ni siquiera entre los grandes países occidentales.
I.C.: A propósito de esto mismo, esta reproducción del capitalismo (por lo menos
desde acá) tiene un rostro muy norteamericano. Sin embargo, desde la exposición
que escuchamos ayer y desde la literatura sociológica francesa, vemos aún que
hay una hegemonía europea, una hegemonía que Europa se resiste a abandonar.
Lo que parecía como una oposición aristocrática a la hegemonía norteamericana
(fundamentalmente después del atentado a las torres en Nueva York) transparenta
!129
también las propias disputas hegemónicas al interior de Europa ¿Cómo ve usted
esta relación de alianza, bloques, ejes, al interior de Europa?
J.M.V.: Estoy convencido de que en Europa occidental hay dos estados que no
quieren alinearse completamente a Estados Unidos: Alemania y Francia. Incluso
creo que hay todavía un número bastante grande de batallas tras bambalinas con
respecto a Irak ¿Por qué? Porque los alemanes y los franceses están
preocupados ante la posibilidad de que los Estados Unidos quieran controlar el
petróleo a escala mundial. No es Irak lo que les preocupa, es la hegemonía sobre
el mundo, y temen, también, los efectos de una guerra en Irak pues pueden ser
muy perturbadores si no logran arreglar el problema en algunos días, puede haber
realmente un camino a la catástrofe. Lo que es cierto, es que Chirac no se atreve
a atacar frontalmente a los norteamericanos porque, por una parte, hay lazos de
solidaridad de algún modo –hay una especie de clase dominante que es
transnacional al interior de la cual puede haber desacuerdos fuertes, pero tienen
una solidaridad fundamental contra el mundo–. No hay que pensar, por ejemplo,
que Francia es una potencia no-imperialista o a-imperialista; Francia es una
“potencia imperialista”. En los países occidentales hay que decir que el pasaje del
Estado social al Estado penal es muy fuerte, yo pienso que el capitalismo actual
realiza una guerra contra el mundo entero: la guerra del gran capital contra el
mundo entero. Por eso es que Bush necesita la guerra preventiva.
I.C.: A partir de lo que usted expone, pareciera ser que la única manera para
nosotros de escribir la historia, la otra historia, es desde un proceso de desmontaje
o de depuración. Por ejemplo, las nuevas construcciones del delincuente en
Francia como lo señalaba ayer243. Y en relación a esto, ¿cómo hace una
sociología que quiere recuperar la relación con los movimientos de la historia (con
la producción social) para no caer en el “cosismo”, en la descripción de
fragmentos? Estoy pensando en una descripción de la población tal, los chicos de
la calle tal, el trabajo de las mujeres cortadoras de ropa, etc. ¿Le parece que hay
algún marco interpretativo que dote de sentido y coherencia a esta amalgama de
fragmentos?
J.M.V.: Para responder a esta pregunta tendría que responder sobre lo que fueron
los años de formación de Adorno, tomando en cuenta, en particular, la influencia
de Walter Benjamin, una influencia tan fuerte como la de Marx o incluso la
influencia de la Escuela de Viena. En esos años de formación Adorno retuvo la
idea de que la historia de hecho es una historia como producción de “escombros”,
y que incluso la noción de progreso debe ser cuestionada. Esto quiere decir,
según mi punto de vista, que para Adorno el período de caída o de dificultad del
movimiento obrero es algo que está vinculado a él mismo, pues él (el movimiento
obrero), ya sea en la forma de socialdemocracia o del comunismo, está
profundamente marcado por la idea de progreso. En ese sentido, entonces, sus
!131
dificultades no son únicamente negativas, desde el punto de vista de Adorno, sino
que también, podrían ser el punto de partida de una progresión de la teoría crítica.
Pues tomar conciencia de todas las faltas políticas y teóricas del movimiento se
convertiría en la condición para retomar el proceso de emancipación, para
presentar un reinicio de él.
Yo creo que incluso en su período más pesimista, Adorno nunca renunció a esta
idea de que la teoría crítica y las prácticas críticas podrían encontrar un día
posibilidades nuevas. Me parece que podemos encontrar muchas cosas de ese
tipo, en cursos, en clases que él dio en la Universidad de Frankfurt en los años
cincuenta y sesenta. Pienso en los cursos que hizo particularmente sobre la
sociología, donde vemos que no renuncia para nada a las perspectivas de la
emancipación. Pienso en esas clases que llamó Problemas de la Filosofía Moral,
pienso también en una clase; La Metafísica de Aristóteles. Estas son clases
admirables que las publicaron estos últimos años y que muestran a Adorno
realmente de una manera bastante distinta, es lo que intenté decir en el prefacio a
la versión chilena de este libro. Personalmente pienso que no debemos atribuirle
una filosofía negativa. Al contrario, a través de la dialéctica negativa, Adorno,
intenta mostrar la posibilidad de la negación determinada que aparece varias
veces en la dialéctica negativa e incluso en varias obras y aclararlo un poco más a
través de pasajes de la teoría estética donde, para él, se muestra una segunda
reflexión. Esto quiere decir -a mi modo de ver- que la reflexión inmediata no puede
producir una verdadera negación determinada en el sentido fuerte del término. Es
preciso una reflexión, o más bien una reflexión sobre una reflexión, es decir una
toma de distancia con relación a la primera toma de distancia. Si Adorno desarrolla
todo esto, es justamente porque no renuncia de ningún modo a la emancipación.
Como cuando yo decía en el prefacio de la edición chilena de Pensar en tiempo de
barbarie, que la conferencia sobre Adorno de 1983 es justamente un amplio
contrasentido cuando se lo presenta nuevamente no sólo sosteniendo una filosofía
negativa, sino como un negativista. Para mí esto es incorrecto lo que es cierto es
que Adorno -a mi modo de ver- tiene un punto ciego en la reflexión teórica de su
trabajo sociológico y es que no aborda el problema de las relaciones del trabajo.
Esto es bastante extraño, porque dirigió investigaciones sobre sociología industrial
y del trabajo en el instituto, pero él no las realizó personalmente. Sin embargo
tiene un discípulo que produjo una sociología del trabajo muy interesante, pero
desgraciadamente este hombre se suicidó a muy temprana edad, aunque tuvo
tiempo para producir una crítica muy atrayente de la sociología alemana.
El hecho que Adorno no haya hecho sociología crítica del trabajo le impidió
reflexionar más profundamente sobre el movimiento obrero. Podemos sentir
muchas veces que hay veleidades, por ejemplo, se interesó en el sindicalismo,
pero eso sigue siendo muy limitado. Y pienso que Adorno de hecho, sin duda, se
salió o fue sacado de esta curiosidad por el hecho de que su pensamiento estaba
muy centrado en lo que fue Auschwitz, Hiroshima y todo lo que ocurrió después:
¿cómo llegar a pensar las tendencias destructivas y autodestructivas de la
humanidad? Este era su problema esencial, problema que no abordó como un
!132
acontecimiento metafísico como algunos pensadores judíos lo hicieron. Adorno no
era eso para nada, no estaba vinculado al judaísmo, aunque reconocía la suerte
particular de haber vivido en el pueblo judío, lo que dice muy claramente en La
Dialéctica de la Ilustración. Entonces estaba muy centrado en Auschwitz y en sus
consecuencias y lo que intentó producir más concretamente para intentar luchar
contra la barbarie, es todo su trabajo sobre la educación, particularmente en su
texto La Educación después de Auschwitz con la pregunta en torno al problema de
una socialización escolar que implica, en el fondo, que los individuos se piensen
todo el tiempo en relación a lo superior o lo inferior.
M.S.: En el libro Consignas fueron publicadas dos conferencias, una, la que usted
cita y otra en que analiza el papel de la imagen paterna como configurante de la
personalidad autoritaria. En dichas conferencia señala que son las instituciones
educacionales alemanas -entendiendo a éstas en su sentido amplio: familia,
escuela, pedagogos, etc.– las que hicieron posible el desarrollo del fascismo, cita
el caso de la situación del profesor Unrath en El Ángel Azul de Mann como el
modelo de educador que forma estudiantes autoritarios ¿Le parece a usted que
este matiz en los textos sobre educación respecto al estudio llevado a cabo en
Estados Unidos se deba al tono psicoanalítico que había estado detrás del
segundo y, particularmente de la creación de la Escala F?
J.M.V: Hay muchas cosas en lo que usted señala. Creo que, en primer lugar hay
que tratar de ver cuáles eran los objetivos de Adorno cuando dirigió este trabajo
sobre la personalidad autoritaria; en último término, me parece que era para tratar
de ver cómo la sociedad, en tanto totalidad negativa, podía producir efectos sobre
la psiquis de los individuos –incluso a través del juego del inconsciente–. Para
Adorno, eso significó lo que él denomina carácter social, y que en la sociedad
actual por sus características político-económicas tiene un carácter rígido, es
decir, en ella hay algo que impide a los individuos plantearse las preguntas que
tendrían que hacerse acerca de sí mismos y sobre la sociedad; en ella, el
individuo se encierra sobre sí mismo y proyecta su agresividad sobre los más
débiles. En el trabajo sobre La personalidad autoritaria, Adorno aborda con cierto
escepticismo lo que denomina “la personalidad democrática”, escepticismo pues
nota que en ella la resistencia al autoritarismo es, a menudo, bastante débil. Esto
nos lleva a otra cosa importante pues señala que en todas partes, y muy a
menudo, se estaría haciendo visible una crisis del sujeto, de los fundamentos
profundos en que se sustenta el sujeto, y es en este sentido que el capitalismo
estaría profundamente marcado por una crisis de los sujetos, de los vaivenes
internos de él; y esto quiere decir, necesariamente, que no podemos imaginar una
práctica de emancipación que no considere dicha crisis del sujeto, en este sentido,
el movimiento de emancipación tiene que ser un movimiento de emancipación del
sujeto. Esta es una crítica del movimiento obrero, en la medida que dicho
movimiento toma al sujeto como algo dado, como un dato. Es también el sentido –
muy profundo- que hay que hacer jugar, ahí, al psicoanálisis, como disciplina de
emancipación. Pero, no en el sentido de Habermas -que piensa que se puede
hacer neutralizar al inconsciente. No así, porque Adorno, en el fondo, revisa a
!133
Freud, aún estando en desacuerdo con los revisionistas culturalistas, en un punto
muy importante; esto es, relacionando y vinculando al inconsciente con lo social, lo
que en ninguna parte se ve en Freud (aunque podríamos decir, que Freud está
justamente en el momento en que se va a plantear la pregunta).
En un momento es un poco irónico, incluso, cuando dice que la teoría crítica debe
salvarse como el Barón Münchhausen, es decir, jalándose a sí mismo de los
pelos, para salir del agua. No es una afirmación de orden teórico, lo mismo que la
imagen esa de la botella lanzada al agua por el náufrago. Creo que todas estas
declaraciones, estas especies de juegos irónicos, es para decir: “bueno, siempre
habrá algo que hacer, aunque esto parezca imposible, increíble”.
M.S.: Pero hay un punto ciego al menos en esta relación entre teoría y praxis.
Esto es lo que se refiere a la relación entre Estado y sociedad. En los países
europeos y Estados Unidos tenemos, por un lado a un Estado que se sitúa frente
a la sociedad, que se enfrenta a ella y establece mecanismos de control, y que en
ese mismo proceso señala, establece, sujetos penalizables. Por el otro tenemos
!134
una sociedad que intenta traspasar esos mecanismos de control constantes. Pero,
al revés, en países como los latinoamericanos -al menos- tenemos una sociedad
altamente autoritaria, con fuertes tendencias al control social. ¿Cómo ve usted
esta relación entre lo social y la teoría-praxis? ¿Es posible homologar los procesos
de emancipación a una escala global, por ejemplo en países como el chileno,
donde los gobiernos que se han encargado del control estatal han intentado una
democratización de estas tendencias reaccionarias de la sociedad?
J.M.V.: Para responder esto creo que hay que partir señalando una jerarquización
de los Estados a escala mundial, una suerte de jerarquización de las debilidades
de los otros Estados que no son los Estados imperialistas. Los Estados más
frágiles, son naturalmente los Estados africanos porque no tuvieron un largo
período de constitución, simplemente son aparatos coloniales que en lugar de ser
ocupados por los colonizadores, son ocupados por antiguos colonizados y, como
no tienen raíces profundas en la sociedad, estos Estados no tienen raíces
profundas en la sociedad, van a perderse en una guerra permanente con la
sociedad, con la carga de inmensa corrupción y sometimiento que esto conlleva.
Esta es una sumisión de todos las instancias a la llegada de las grandes agencias
internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, El Banco Mundial, el
Ministerio de Finanzas y Economía norteamericano, etc. Una cosa que me
molesta de esto, es que todos los acuerdos que Europa y Francia hicieron con los
Estados africanos, colocan, en estos acuerdos, las “Políticas de Ajustes
Estructurales del FMI”, lo que hace que estos Estados no sean viables y que, por
tanto, las sociedades africanas estén en permanente estado de crisis. Ellas se
encuentran en permanente estado de desestructuración, incluso en relación a la
época colonial, y hay que decir que este es el juego en el que ellas están inmersas
(juego que viene justamente de las grandes potencias que no tienen ningún
interés por las poblaciones: les da lo mismo que el SIDA se desarrolle como se
desarrolla en África ¡les da lo mismo! Se busca simplemente esconderlo un
poquito con algunas ayuditas por acá y otras por allá). Si consideramos por
ejemplo las ayudas financieras que se le dan a los Estados africanos, estas están
bajando perpetuamente.
Por supuesto que pienso que las cosas son distintas con un cierto número de
Estados, los que se llaman “Estados Emergentes”. Es una terminología extraña
también, porque generalmente son naciones muy viejas, como si Brasil o México o
Chile fueran Estados emergentes, o incluso como si, por ejemplo, lo fueran Corea
o Taiwán. Es un vocabulario que dice simplemente que es algo así como ‘un
poquito mejor’ que los Estados africanos y por eso deben tratarse ‘un poquito
mejor’, pero esto lleva implícita la frase: “esta gente debe comprender que
nosotros dictamos la Ley” (la manera en que Argentina, Brasil y México han sido
tratados, es característico de todo esto). Otra cosa que me ha provocado mucha
molestia, es el caso de Corea del Sur, estuve ahí tres veces y es un país con un
dinamismo extraordinario y que tenía un modelo económico muy particular, un
modelo económico fundado en la actividad financiada por el Estado en el año 97,
pero las potencias occidentales rompieron todo eso, y desde entonces Corea, por
!135
supuesto, logró un porcentaje de crecimiento relativamente elevado, pero perdió
mucho lugar en el mercado internacional. Además comienza a ser penetrado por
el mercado mundial que mete claramente la mano en una serie de cosas -sobre
todo la industria automovilística–. Entonces, vemos bien, cómo los grandes
estados comerciales clasifican al mundo en categorías, dejándole claro al mismo
tiempo a los dirigentes de los distintos Estados: “usted tiene que esperar esto y no
otra cosa”. El cinismo de los dirigentes nunca ha sido tan grande como ahora.
Pero, también, pienso que algunas luchas realizadas por los países
latinoamericanos, a menudo son interesantes. Por ejemplo, la lucha por los
medicamentos del SIDA, en Brasil; ahí el Estado se atrevió a hacer algo -
producirlos ya que no les bajaban su precio de venta-, pero es una lástima que
Brasil tenga que gastar más en este proceso. Tampoco hay que olvidar que el
período de Fernando Cardoso es un período terrible para Brasil, porque abrió
Brasil entero al mercado financiero y una vez que esto sucede, los Estados se
convierten en Estados subordinados, lo que no es el caso de los Estados
occidentales. Tenemos que reflexionar sobre este tipo de reestructuración del
mundo, sobre la estructuración Estatal
del mundo.
!136
M.S.: Usted sitúa a Adorno en relación a Benjamin, sin embargo, Adorno hace una
crítica a la idea de redención basada en un Mesías. De hecho, hay todo un intento
de depurar a Benjamin de todos los rasgos que Adorno considera ingenuos acerca
de una idealización de la protohistoria del capitalismo que se vería expresada en
el trabajo de anticuario o la Obra de los Pasajes. Para Adorno, la protohistoria que
Benjamin señala sólo esconde otras formas de cosificación y de encubrimiento de
relaciones sociales alienadas. Es notoria la relectura de la luz mesiánica que
aparece al final de Minima Moralia, por ejemplo, en la cual se sitúa al Mesías en el
contexto de una sociedad determinada, con condiciones económicas específicas,
etc. Para Adorno no son válidas las salidas del tipo ingenuo que pretenden
positivizar un momento de la relación dialéctica, eso es válido tanto para Benjamin
como para Marcuse: estoy pensando en las últimas cartas entre ambos a
propósito de la toma del Instituto y de la guerra de Vietnam o en el curso
Introducción a la Sociología donde polemiza con el ánimo reinante en ese
momento en la Universidad.
J.M.V.: Sí. La relación de Adorno con Benjamin es muy compleja, sobre todo
cuando los escritos de Benjamin son bastante difíciles de interpretar. Pero, de
todos modos pienso que hay un Benjamin que no podemos de ningún modo ubicar
en una lectura ingenua de lo mesiánico. Esto porque ahí, en las Tesis Sobre el
Concepto de Historia, lo que Benjamin ve es lo que llama un mesianismo profano,
no es la espera de un Mesías en el sentido religioso hebreo, sino que es la
salvación social, la salida de la historia como producción de los escombros.
Benjamin no da ninguna indicación de cómo articular una interpretación sobre
esto. En este sentido, pienso que Adorno va mucho más lejos, porque justamente
intenta pensar de una manera relativamente precisa, concreta, toda una serie de
problemas, y es cierto que en Introducción a la Sociología vemos -lo que también
digo en el libro- que la crítica a la economía política siempre estuvo presente en
Adorno. Por ejemplo, cito un seminario sobre El Capital que es un seminario
hecho en ¿1972? que no fue publicado por Adorno, que fue publicado en forma
pirata por uno de los discípulos de Adorno que cito en el prefacio y que justamente
edita este seminario. Parto desde las propias notas sobre el seminario de Adorno,
para mostrar justamente toda una serie de interpretaciones que se hacen de
Adorno, y que son falsas. En Adorno, entonces, no importan los límites de su
pensamiento, es alguien que no renuncia nunca a pensar sobre el problema de la
práctica política. Hay un texto de él muy significativo que se llama Nota Marginal
sobre Teoría y Praxis y en el que efectivamente Adorno -en relación con estos
discípulos estudiantes- les dice: “no es porque ustedes quieran hacer la revolución
que ustedes llegarán y lograrán hacer esa revolución”. Lo que les dice ahí, dado el
extraordinario peso de las estructuras capitalistas sobre las prácticas es: "es
preciso que ustedes estén seguros de no caer en trampas, las trampas del
activismo y la búsqueda a menudo desesperada por tomar los caminos más cortos
para la historia". Estos desvíos para llegar más rápido, podrían ser “la Teoría de la
Acción Directa” o también, las posiciones espontaneístas de un cierto número de
gente, por ejemplo en Frankfurt. Incluso la creación de pequeños partidos
!137
marxistas- leninistas que a veces hacían reinar el terror sobre sus miembros.
Puedo hablar de una experiencia personal en el año ‘68, o quizá un poco antes.
Durante la acción que realizamos en Francia contra la intervención
norteamericana en Vietnam, yo estaba en el PSU (Partido Socialista Unificado) y
habíamos formado con las Juventudes Comunistas Revolucionarias un Comité
llamado Vietnam Nacional que tuvo mucha importancia, pero en donde nunca nos
identificamos como oposición al Partido Comunista Vietnamita, contrariamente a
los Movimientos Maoístas por ejemplo, que se identificaban de una manera no
crítica a nivel del PSU. También las Juventudes Revolucionarias eran muy críticas
en ese sentido. Yo pienso que mostramos que se podía muy bien no ser gente que
simplemente seguía una corriente y que podríamos tener otra mirada.
J.M.V.: Pero pienso que es un punto con el que naturalmente Adorno está en total
desacuerdo porque para él la ideología no es algo eterno, la ideología está
vinculada al fetichismo de la mercancía y naturalmente este es un punto que
Althusser no puede ver, porque rechaza el fetichismo de la mercancía. En
!138
Althusser creo que hay un rechazo obstinado de este elemento de acuerdo a
conversaciones que tuve con él. Incluso una vez le dije: “cómo puedes considerar
que el pasaje de Marx sobre El Fetichismo de la Mercancía sea simplemente una
cosa secundaria”. Para él esto era algo que no entraba en su modo mental,
mientras que en Adorno hay una serie de desarrollos, -incluso del fetichismo- que
va más allá de lo que afirma Marx. Por ejemplo, cuando habla de una especie, de
una estructura ciega y cuando retoma la noción de abstracción real que es el
desarrollo de un tema de Marx en El Capital. Lo que llama “las formas de
pensamiento objetivadas” que pasan por encima de la cabeza de la gente que
constituye un universo simbólico, rígido y que se apodera de los espíritus
humanos. Este es un desarrollo de la teoría del fetichismo que va muy lejos a mi
modo de ver, que también fija como una tarea incluso la tarea de la emancipación,
la destrucción de las abstracciones reales, destrucción al mismo tiempo en el
plano teórico-simbólico, pero también en el plano real, destruyendo las
abstracciones como el capital, el dinero, el mercado tal como es, etc. Pienso que
es algo muy fuerte en Adorno.
M.S.: Como modo de conclusión a todas estas reflexiones, ¿cree usted que exista
hoy un punto que reúna todos los conflictos internacionales y nacionales sobre el
cual podamos volver a crear una Nueva Internacional? Pienso, por ejemplo, en
esa llamada de Derrida en Espectros de Marx.
!139
SEPARATA
!140
MOVIMIENTO245
Giorgio Agamben
*Conferencia pronunciada en el seminario “Democrazia e guerra” organizado por la Uninomade en Padua los
días 29 y 30 de Enero de 2005.
!141
práctica de pensamiento la formula “cuando el movimiento esté ahí, haz como si
no estuviera, y cuando no esté allí, haz como si estuviera”. Ahora comprendo que
no sabía lo que significaba esta palabra: además de su falta de especificidad, es
una palabra que todo el mundo parece entender, pero que nadie define.
Primero que todo, por ejemplo, ¿de dónde viene esta palabra? ¿Cómo fue que, en
un momento, una instancia política decisiva llegó a ser llamada ‘movimiento’? Mis
preguntas hoy provienen de este reconocimiento de que no es posible dejar este
concepto sin definición; debemos pensar acerca del movimiento porque este
concepto es lo que no hemos pensado, y mientras siga siendo así arriesga
comprometer nuestras opciones y estrategias. Esto no es sólo escrúpulo filológico
debido al hecho de que la terminología es el momento ‘poético’, por tanto
productivo del pensamiento, ni quiero hacer esto porque es mi trabajo definir
conceptos, como un hábito. Realmente pienso que el uso a-crítico de conceptos
puede ser responsable de muchas derrotas y fracasos. Claramente recién he
comenzado a introducir la propuesta de buscar una definición de esta palabra, así
que trataré simplemente de bosquejar con algunas consideraciones básicas y
plantar algunos pocos piquetes que puedan ser útiles para orientar la investigación
futura.
!142
No obstante, este término excede el dominio político: puede ser encontrado en
todas partes (si se han acercado a la obra de Walter Benjamin sabrán cuán
importante fueron para su desarrollo los Jugend Bewegung, los movimientos
juveniles). Pero para mencionar un ejemplo exterior al dominio político, cuando en
1914 Freud quiso escribir un libro para describir aquello de lo que es parte, más
que una disciplina, institución o escuela, él lo llamó un movimiento psicoanalítico.
Todavía no hay una definición aquí, pero evidentemente en ciertos momentos
históricos, ciertas palabras claves se imponen irresistiblemente y son adoptadas
por posiciones antagónicas, sin necesidad de ser definidas. La etapa más
vergonzosa de mi investigación, donde la ceguera ante el concepto se vuelve
visible, fue cuando me di cuenta de que la única persona que intentó definir este
término en el campo jurídico y en el político, fue un jurista Nazi: Carl Schmitt.
!143
Fascismo. No es por casualidad que pensadores contemporáneos que intentan
pensar un nuevo cuerpo político, como Toni, toman distancia del pueblo y optan
por la multitud, que en Hobbes se opone al pueblo. Para mí y para aquellos con
una sensibilidad léxica o lexicográfica, es significativo que en torno de Jesús
nunca hay laos o demos (términos técnicos para el pueblo en griego) sino sólo
oikos (una masa, una multitud, una turba, como lo traduce San Girolamo). El
concepto de movimiento presupone el eclipse de la noción democrática de pueblo
como cuerpo político constitutivo. Esto es lo primero que debemos tener en cuenta
al usar el concepto de movimiento.
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el pueblo, sino el movimiento como la entidad autónoma, ¿de dónde puede sacar
su política? Su política sólo puede fundarse sobre su capacidad de identificar un
enemigo dentro del pueblo, en el caso de Schmitt, un elemento racialmente
extraño. Donde hay movimiento siempre hay una cesura que corta a través y
divide al pueblo, en este caso, identificando un enemigo. Por esto considero
urgente repensar la noción de movimiento, y clarificar su relación con el pueblo y
eventualmente con la multitud. En Schmitt vemos claramente que los elementos
que se excluyen como im-políticos del movimiento retornan como aquello sobre lo
que debe decidirse, se impone la necesidad de una decisión política sobre lo im-
político, sobre qué cosa es política y qué cosa im-política. El movimiento en
Schmitt es el que decide políticamente sobre lo im-político. Puede tener la forma
de una cesura étnica o racial como en Schmitt, pero también puede tener la forma,
como hoy en día, de una función de administración o gobierno del elemento im-
político que es la población, del cuerpo biológico de la humanidad y de los pueblos
que intenta ser gobernado por el poder.
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fin, de un opera para la política. El movimiento significa propiamente la indefinición
y la imperfección de toda política. En este sentido, siempre deja un resto.
En esta perspectiva, el lema que cité al inicio como regla interna para mi
pensamiento (“cuando el movimiento esté ahí, haz como si no estuviera, y cuando
no esté allí, haz como si estuviera”) puede ser reformulado ontológicamente como
esto: el movimiento es aquello que si es, es como si no fuera, se carece a sí
mismo, y que si no es, es como si fuera, se excede a sí mismo. Es el umbral de la
indeterminación entre un exceso y una deficiencia que marca el límite de toda
política en su imperfección constitutiva.
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