Está en la página 1de 8

LA POLÉMICA INICIADA POR OSCAR MASOTTA CON EMILIO RODRIGUÉ,

ACERCA DEL ‘SIMBOLISMO’. SUS EFECTOS EN LA RECONFIGURACIÓN


DEL DISCURSO PSICOANALÍTICO A FINES DE LA DÉCADA DEL ’60 EN
ARGENTINA.

Bourband, L., Zenón, P.


Facultad de Psicología- Universidad Nacional de Rosario.
E-mail: luisina.bourband@gmail.com

El Proyecto de investigación y desarrollo (2018-2021) “Oscar Masotta: actualidad de los


debates culturales en Argentina”, se dirige a recuperar la importancia histórica y la vigencia
actual de Oscar Masotta (1930/Buenos Aires- 1979/Barcelona), figura insoslayable del
psicoanálisis y el campo cultural argentino.
Su objetivo principal es recuperar los debates que inaugura Oscar Masotta durante su
producción de los años ’50-’60-’70 estableciendo un diálogo con los discursos que
componen el campo cultural argentino y su vigencia. Estos son: 1) Las polémicas en el
campo de la literatura, el arte y la política durante los años. 2) Los debates Lacan-
posfreudianos, en sus distintos modos de expresarse en los discursos argentinos y
españoles. 3) Los debates o preguntas abiertas que siguen vigentes e irresueltos hasta
nuestros días.
En esta oportunidad revisamos la polémica iniciada por Oscar Masotta con Emilio
Rodrigué, en el año 1969, mediante publicaciones en la Revista Argentina de Psicología.
Emilio Rodrigué era en ese momento el Presidente de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, institución que detentaba una matriz teórica kleiniana. Masotta, con la premisa
de volver a leer a Freud, cuestión que la APA había ‘reprimido’, califica al trabajo de
Rodrigué sobre un caso de autismo (escrito durante su estadía en Inglaterra) como una
“amputación freudiana de la teoría del significante”, entre otras apreciaciones. Este trabajo
recupera ese acontecimiento escritural, para por un lado situar sus efectos en la
configuración de nuestro campo psi, y plantarlo como evento modelo en el pasaje de la
matriz teórica kleiniana a la matriz teórica lacaniana. A su vez, intentamos plantear la
vigencia de esa discusión (no resuelta) en nuestra actualidad psicoanalítica.

DESARROLLO
“Ahora que la adecuación a la regla parece ser el deseo de
que cualquier deseo sea anulado, mediante un circuito
cerrado que protege de la intimidación creciente al precio
de cerrar los ojos, entender aquellos años es también
descifrar nuestro deseo actual, sin dejarnos engañar con
los ideales del desengaño.”
Germán García.

¿Qué historia plantear?


Antes de comenzar el tema propio del texto, queremos desarrollar una reflexión respecto al
trabajo histórico que proponemos. La historiografía actual se presenta hoy como un medio
especializado, aislado, que intenta sustraer su trabajo a la politización y a la
comercialización de los relatos. Esta retirada que tiene tanto forma de funcionario de estado
como de corporación profesional, permite la circunscripción de un objeto antiguo (el
pasado), la separación de un material escaso (unos archivos) y la definición de operaciones
controlables (unas técnicas). Cualquiera que salga de esos márgenes, se pronuncie, y defina
una posición en la discusión que está en juego, entonces se torna “celebratorio” de una
versión de la historia sospechada por tendenciosa e interesada. Creemos que esta maniobra
oficialista que denuncia falta de objetividad lo que hace es desconectar la actualidad del
planteo histórico, que pretende ser una manipulación de objetos pasados. Hace del
acontecimiento histórico una anécdota y diluye la vigencia del debate que propone y nos
atraviesa. Michel de Certeau (1995) define por lo menos tres efectos de esta historiografía
que en lugar de recuperar las disyunciones, las violencias, las rupturas, se muestra con una
habilidad suprema para separar los tiempos, el presente y el pasado, como un trabajo de los
vivos para calmar a los muertos. En primer lugar, la representación de esa construcción
histórica como una “realidad” (sin ficción y neutral) es un recurso para esconder las
condiciones reales de su producción, esto es el aparato social y técnico que lo produce, sus
intereses. En segundo lugar, el relato que habla a nombre de lo real funciona como un
mandato, una orden, un discurso que no tiene necesidad de justificarse. En tercer lugar, es
un relato eficaz, porque pretendiendo contar lo real, lo fabrica, es performativo. Vuelve
creíble lo que dice y hace actuar en consecuencia. Produciendo creyentes, produce
practicantes.
Este trabajo sutil de la historiografía oficial, según nuestro entender, ha producido que se
presente a Masotta como una figura sospechosa en sus intenciones y su procedencia teórica,
y se lo incorpore en una enumeración continuista de autores que ha querido borrar la
potencia de su ruptura y lo arriesgado de su apuesta.
Nuestra intención es, en este aspecto general:
- Repolitizar la historia, y mostrar como un discurso, una simbólica, se expresa y se funda
sobre una política.
- Restaurar la ambigüedad entre el sujeto y el objeto, y entre el pasado y el presente, es
decir, introducir el tiempo del inconsciente, y reconocer la “inquietante familiaridad” que
nos une con ese pasado.
- Volver a hablar de un sujeto de saber (nosotros) que no es sin marcar su lugar, elucidando
sus pertenencias, referencias, afectado (ficción) y plantear que no hay historia sin
transferencia, sin posición, sin pasión.
- Hablar de aquello que nos urge, que nos atraviesa, que nos incomoda en nuestra práctica
como psicoanalistas y la transmisión que intentamos como docentes universitarios.

Los debates en el psicoanálisis.


El psicoanálisis hacia adentro contiene una tensión polémica que es inherente a su historia y
que se formaliza en los debates entre las distintas corrientes de la práctica como así también
dentro de las mismas. Lejos de ser un campo homogéneo sustraído a los avatares de la
historia exhibe todo tipo de fracturas que responden a las distintas políticas que los analistas
fueron intentando llevar adelante. Pero a la vez, hacia afuera, el descubrimiento del
inconsciente como Acontecimiento, traza un tajo en el cielo de las representaciones y
configura un aparato crítico de la “moral sexual cultural” sin precedentes que Sigmund
Freud pondrá en serie con otras “revoluciones” y luego Jacques Lacan “en debate” con el
maestro vienés ubicará como “subversión” del discurso analítico. La intensa conversación
que el psicoanálisis entabla con la cultura es una de las más apasionantes de la historia del
pensamiento en general y del siglo XX en particular. Nos da las herramientas teóricas para
pensar a la cultura no como un espectáculo o un adorno de clase sino como la articulación
compleja de lo sexual y lo textual. Hablar de campo cultural resulta pertinente si tomamos
la definición de campo de Bourdieu como un conjunto de relaciones de fuerza entre agentes
o instituciones, en la lucha por formas específicas de dominio y monopolio de un tipo de
capital eficiente en él (Gutiérrez, 1997). Este espacio se caracteriza por relaciones de
alianza entre los miembros, en una búsqueda por obtener mayor beneficio e imponer como
legítimo aquello que los define como grupo; así como por la confrontación de grupos y
sujetos en la búsqueda por mejorar posiciones o excluir grupos. Los debates forman parte
de esas luchas y tensiones.

Masotta polemista: el debate con Emilio Rodrigué.


El texto intentará, en primer lugar, ubicar el lugar que ocupa Oscar Masotta en el
movimiento psicoanalítico local. En segundo lugar, contestar cuáles son las preguntas que
abrió este autor y que todavía siguen irremediablemente vigentes, en forma de debates que
se han ignorado sistemática y estratégicamente. Masotta, entre otras muchas cosas, apuntó a
desmedicalizar el psicoanálisis, pero también a despegar al psicoanálisis de la religión, de
la filosofía, de la psiquiatría, aquellos resistentes al psicoanálisis, tal como advertía Freud
en un pequeño texto: “Las resistencias contra el psicoanálisis” (1925), pero que se han
apropiado vorazmente de él, de las formas más innovadoras y encubiertas, al modo de los
doble espías.
Consideramos a los debates como un lugar de encuentro polémico y de reflexión, que se
basa en la circulación de la palabra por la circulación misma y que abre a la reflexión como
resonancia y a una ética de las consecuencias por sobre una ética de los principios.
Masotta produjo debates o polémicas por medio de su escritura y sus intervenciones
públicas, con el campo cultural argentino, en una posición audaz, y durante una época
convulsionada del país. Consideramos que este autor es clave para comprender la
importación y transmisión del psicoanálisis lacaniano en nuestro país. También que, con su
gesto de volver a leer a Freud, inaugura un corte epistemológico respecto del psicoanálisis
hegemónico hasta ese momento, que, bajo la égida de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, ignoraba las implicancias ideológicas de la Ego – Psichology imperante en el
mundo de la posguerra.

Esto último se plantea en el debate que nos convoca con Emilio Rodrigué. Se produce en el
año 1969, cuando Rodrigué era Presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Rodrigué había tenido una vida particular, era un psicoanalista reconocido que había estado
en los lugares del mundo vibrantes para el psicoanálisis, en los momentos adecuados.
Primero en Inglaterra, con el psicoanálisis inglés, luego en Estados Unidos con la Ego
Psichology y las comunidades terapéuticas.
Masotta realiza su crítica en el primer número de la Revista Argentina de Psicología.
Revista de los psicólogos de Buenos Aires. El texto que se publica allí proviene de una
conferencia que da en el año 1969 en el Instituto Luchelli Bonadeo, de música. Se publica
como Leer a Freud.
Según Germán García, Rodrigué es elegido como “ejemplo crítico de qué sería no entender
del lenguaje (…) imaginen la devaluación de la inteligencia. Era demasiado. Si un
psicoanalista, presidente de la APA, no entiende… ¿qué podemos hacer? ¿Dónde podremos
pernoctar?”. (1997: 185)
¿Dónde descansar? ¿Desde dónde hablar? Masotta se autoriza en los casi 400 alumnos que
tenía en esa época. Y en los padres teóricos que reivindica desde la primera frase de su
escrito: “El Althusser -quien lee a Marx no sin haber leído a Lacan- el que nos sugiere la
tarea: leer a Freud” (2008: 189)
Por su parte, Rodrigué tiene un lugar importante como protagonista de la segunda
generación de psicoanalistas de la APA, formado en el psicoanálisis inglés de primera
mano, y escritor de varios textos de psicoanálisis hasta ese momento.
Para García, introducir en el primer párrafo a cuatro faros teóricos (Althusser, Marx, Lacan,
Freud) es “anunciar que se peleará en todos los frentes: el político implicado en las
formaciones institucionales, el clínico dirigido por los postulados, el ‘científico’ de la
validación de la doctrina.” (1997: 186)
¿Cómo diagnostica el problema?
(…) del mismo Freud no quedaría hoy aparentemente más que los despojos de la
última parte de su obra: una teoría de la personalidad pobremente conceptualizada,
un modelo de lo psíquico como conflicto, el esqueleto de una concepción dinámica
de la enfermedad y de la cura.

Masotta dice que, en la APA, el “establishment psicoanalítico” ha reprimido a Freud.


Desde ese punto de vista analiza dos trabajos de Rodrigué. Un caso de un autismo infantil,
publicado en Inglaterra, y otro publicado en Argentina, que retomaba el anterior (aclarado
por Dagfal, 2009: 556)
En ambos textos denuncia que por una “amputación de la teoría freudiana del significante”
(2008: 193), termina reduciendo el tema a problemas del simbolismo. “El uso del símbolo-
dice Masotta- debe ser puesto a cuenta de la resistencia.” (2008: 195) Para no leer a Freud,
lee a Susan Langer, y asegura una “visión génetica, jaksoniana, y ¿por qué no’, bastante
moralizante de los símbolos (…) En Freud las cosas ocurrían de otro modo, eran menos
seguras, más serias, menos sencillas.” (2008: 194)
El texto de Rodrigué, y su forma de analizar el caso, para Masotta, es emblemático del
bagaje ideológico presente en la práctica y teoría del psicoanálisis de esa época, que
evidencia un “desinterés completo por el estudio de los lenguajes en Freud” (2008: 197).
Lo elije también para atacar la hegemonía del kleinismo, mediante la revista de los
psicólogos, que todavía esperaban su oportunidad para ser psicoanalistas.1
Masotta cuenta para esta crítica, con el retorno a Freud que Lacan propone, devolviendo
toda su dimensión al lenguaje y la palabra, de la mano de la lingüística estructural de
Saussure.
Dice Lacan en “Del símbolo y de su función religiosa” (1954):

El síntoma neurótico no es un signo, sino una palabra, estructurada como un


lenguaje, con estas dos funciones esenciales, el significante – o sea el soporte
material, el vocablo que estoy emitiendo bajo la forma articulada, silábica,
mediante la cual me hago entender –en su relación con la significación.

El síntoma es, en el orden científico una cosa única, en la medida en que está
sobredeterminado. No hay en el mundo humano más que una sola cosa que esté
1
Recordamos que hasta las rupturas con la APA del grupo Plataforma y Documento, los aspirantes a
psicoanalistas podían ser sólo médicos.
sobredeterminada aparte del síntoma freudiano, y es el lenguaje, pues él entraña
dos cadenas paralelas, que son el sentido y la forma. (2009: 73)

Sin embargo, el psicoanálisis de los pos-freudianos se aseguraba mediante la teoría del


signo, y para evitar el vértigo en relación a su acción hacer siempre formalmente lo mismo,
como advierte Lacan en ese mismo texto.
Rodrigué acusa recibo rápidamente de la maniobra masottiana en la que había sido
incluido. Dice: “Klein jugaba con un Mecano número IV, Lacan, con el V. Por eso sentí
que Masotta me colocaba en el corral de los dinosaurios; sensación bien inquietante ser un
dinosaurio a los 46 años”. (2000: 162)
Ese encuentro que Masotta propicia con un objetivo claro, hace al viraje irreversible de la
matriz teórica kleiniana a la lacaniana, en nuestro país. No tiene como función una
contienda en términos personales e maginarios. Dice Rodrigué: “… al escuchar la crítica
vislumbré, con un dejo de temor, que nuevos códigos se avecinaban y que la hegemonía
kleiniana estaba siendo amenazada.” (2000: 162)
Para concluir, como hemos dicho en otra oportunidad (Bourband, Casalegno, Zenón, 2019)
Masotta no apunta directamente a lo que el ‘yo’ del otro dice, si no a lo que dijo sin saber, a
aquello que se le ha escapado de su administración de la palabra. Descentra a su propio
oponente de ser la causa de su discurso, por lo tanto, debate con lo que va más allá de él y
este desconoce.
También consideramos que esta lectura del psicoanálisis mediante una teoría del signo, no
quedó en el pasado. Sigue vigente bajo nuevos ropajes, cuando se quiere introducir en las
discusiones actuales términos como el de identidad, que vuelve a tomar vigor en aquellos
que se dicen asociados al pensamiento psicoanalítico.
Bibliografía.

 Bourband, L., Casalegno, C., Delmonte, A., Zenón, P. (2019) “Para otra cosa. Sobre
la política masottiana.” En Bourband, L. (comp.) Actas de Ponencias. Jornadas
Debates y Políticas en la Psicología y el Psicoanálisis. Historia y Actualidad. 247-
255- ISBN: 978-987-86-3196-7
 Dagfal, A. (2009) Entre París y Buenos Aires. La invención del psicólogo (1942-
1966) Buenos Aires: Paidós.
 De Certeau, M. (1998) Historia y psicoanálisis. México: Universidad
Iberoamericana.
 Gutiérrez, A. (1997). Bourdieu y las prácticas sociales (2ª. ed.). Córdoba:
Universidad de Córdoba.
 García, G. (1999) “Nosotros, los de entonces”. En Izaguirre, M. (1999) (Comp.)
Oscar Masotta. El revés de la trama. Buenos Aires: Atuel / Anáfora.
 Lacan; J. (2009) “Del símbolo y de su función religiosa”, en El mito individual del
neurótico. Buenos Aires: Paidós.
 Masotta, O. (2008) Introducción a la lectura de Jacques Lacan. Buenos Aires:
Eterna Cadencia.
 Rodrigué, E. (2000) El libro de las separaciones. Buenos Aires: Sudamericana.

También podría gustarte