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EL DIARIO DE

ATHELSTAN
Una etnografía a los Vikingos

30 DE MAYO DE 2017
RUBÉN CHACÓN BARÓN ||| JESUS MUÑOZ QUINTERO
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
í

P
arte de la tarea de un antropólogo, es poder esta-
blecer, a través de la historia, las relaciones, cos-
tumbres e instituciones que existían, que aún exis-
ten o que, por procesos de intercambio cultural como el
mestizaje o la globalización, se permean de otras formas
similares, pero con un manejo folclórico1 de sus propias re-
laciones, costumbres e instituciones y terminan transfor-
mándose en expresiones “multifolclóricas”2 que se mantie-
nen hasta el tiempo actual.
oder entender las dinámicas pasadas de dichas re-

P laciones, nos pueden dar una perspectiva clara de

1 El término folclor es usado desde el componente regional que tiene


una cultura en particular y no desde el espacio de folklore que des-
cribe mejor tradiciones y expresiones desde lo oral, musical, festivo,
gastronómico y demás costumbres que caracterizan a la misma. El
termino folclor en este caso abarca también relaciones e instituciones
definido desde una región.
2
Cabe mencionar como tradiciones típicas de regiones como Europa
tienen en regiones como América y África, una gran influencia de las
tardones propias de las mismas en la manera como se expresan y
desarrollan. Esto se puede ver en desde expresiones como la navidad
o las fiestas patronales hasta maneras de vivir las instituciones como
la santería. Formas que validan el concepto que representa a lo largo
del texto la palabra folclor.
í

cómo era el manejo de relaciones y condiciones sociales de


nuestro predecesores y ancestros. Pero también nos da una
guía historiográfica del manejo de estas relaciones y la di-
námica que ha tenido hasta las expresiones actuales, y po-
der entender con mayor claridad el desarrollo propio de
estas expresiones y relaciones. Esta labor da juicio de la im-
portancia que existe para poder comprender las diferentes
condiciones antropológicas del hombre en todo su avance
evolutivo y dar una descripción detallada y holística de esta
expresión que caracteriza al hombre mejor conocida como
cultura.

C
omo es de esperarse, para el antropólogo no deja
de ser importante el uso del método investigativo
más característico de su labor por el detalle que
puede contener la misma, como al igual por el perfil prac-
tico idóneo para el proceso de construcción y comproba-
ción teórica de la tarea antropológica, en pocas palabras, la
importante relación que tiene la etnografía con la labor del
antropólogo para poder cumplir su objetivo “científico” en
la labor del estudio social y así permitirse dar respuestas a
los cuestionamientos que nos hacemos como ciencia social
entre todas las demás disciplinas que las componen.
ero, en el caso del pasado en el cual la etnografía

P no había sido desarrollada por la antropología y la


sociología en los albores de las mismas, la existen-
cia de registro de documentos que plasmaran el uso de este
método de manera explícita y por tanto no permitirse dar
uso al mismo. Por lo cual, es imperante para el antropó-
logo desarrollar a través de las herramientas básicas que
í

dan muestra a información de las sociedades en el pasado


como son los archivos, crónicas, documento público, na-
rraciones literarias, memoria y tradición oral, para poder
generar el ejercicio de comprender las culturas y producir
etnografía desde esta expresión de la información del pa-
sado. Por tanto, la relación que se produce entre la antro-
pología y la historia termina desarrollando la etnografía con
recursos propios de la historia y que validan y dan una ima-
gen que permite comprender a las sociedades. En otras pa-
labras, la principal labor del antropólogo que se dedica a
estudiar a la sociedad desde el pasado, es la etnografía del
pasado.
l distinto contacto de las diferentes poblaciones en

E el mundo, fuera de ser una constante a lo largo de


la historia, de donde se caracteriza el proceso de
mestizaje y difusión cultural, ha sido también episodios que
redefine las dinámicas sociales de la región en la cual se
produce dicho contacto y que a su vez ha determinado el
trato y la forma de ver del hombre hacia sí mismo. No
queda duda que la visión que tenía Morgan de las socieda-
des desde la clasificación que hace de las mismas en su li-
bro el pensamiento salvaje3, están validadas precisamente
en una historicidad de los mismos cambios relacionados al

3
En este famoso libro Morgan define a la sociedad a través de estados
de evolución cultural: Salvajismo, Barbarie y Civilización. Este sistema
clasificaba la civilización como el crecimiento de un niño que quiere
alcanzar la civilización, el desarrollo está altamente relacionado con el
desarrollo se habilidades tecnológicas.
í

contacto ente distintas “razas”4 en el pasado y que también


da pie a la construcción de teorías interdisciplinares como
el mito del salvaje de Roger Bartra que relaciona de manera
precisas la antropología, la historia y la sociología en un
solo centro para buscar definir como veíamos desde la
otredad una representación de propio ser como una ven-
tana al pasado.
o anteriormente dicho es evidenciado en los archi-

L vos que ilustran desde su contexto de desarrollo la


manera en la que expresa desde el pasado como es
el contacto entre occidente con la otredad. Diarios, cróni-
cas, ensayos5 y demás documentos de los que se dispongan
de cada época y consignen cualquier información relacio-
nada con el entorno y desarrollo social del hombre en ese
entonces. A partir de estas fuentes de información, el an-
tropólogo se basa para estudiar, analizar, entender e inter-
pretar estas características, relaciones, costumbre e institu-
ciones que caracterizan a la cultura en el pasado y por ende,

4
El uso del término raza se usa de acuerdo a la determinación del pa-
sado de raza, donde se veía una marcada diversidad étnica, a sabiendas
de los conflictos que giran en torno a esta forma de intentar compren-
der ciertas formas de ver, actuar y pensar, por lo cual se deja claridad
del uso únicamente desde la etnicidad en el pasado y no con otro tipo
de referentes.
5 El caso de Michel de Montaigne y su ensayo de los caníbales es uno de

los claros ejemplos de cómo occidente manejaba la otredad en ciertas


épocas.
í

en la total habilidad y compromiso de desarrollar una et-


nografía del mismo para el enriquecimiento de la teoría so-
cial.
sí, se puede comprender el pensar y las relaciones

A de los tiempos antes de la etnografía como método


de investigación, al desarrollar la misma con fuen-
tes del pasado y lograr estudiar la cultura en esos tiempos
para poder desarrollar principios teóricos, relacionar las
formas culturales pasadas con las actuales y empalmar esos
elementos de la teoría con la parte práctica que se expresa
en la fuente de información de las que se vale la labor an-
tropológica.
ste ejercicio teórico-práctico también debe estar

E acompañado de la difusión de los resultados para


toda la humanidad. Este ejercicio no solo debe ha-
cerse desde un campo totalmente científico que exprese la
teoría basada en el lenguaje de la academia, sino también
expresarlo de manera afín a todo tipo de lector para que
los resultados lleguen a todo tipo de persona. Es impor-
tante que el hombre sea a su vez un antropólogo así sea
bajo un carácter netamente empírico, en pro de mejorar la
calidad de vida y la manera como se relaciona las socieda-
des en todas sus convenciones contextuales, la antropolo-
gía resulta ser una ciencia de la empatía, donde impera
como uno de sus grandes objetivos implícitos como disci-
plina social, el lograr entender al otro para convivir con el
de manera estable e integra.
í

l relato resulta ser un método de difusión optimo

E que se ha usado desde la prehistoria para compartir


conocimientos y experiencias entre generaciones y
alimentar asi el desarrollo social. Memoria y tradición oral
se basan mucho en el relato para que la transmisión del
conocimiento resulte ameno a todo nicho social (sexo,
raza, edad, jerarquía, etc). Acá el folklore adquiere un pa-
pel importante al ser marca registrada de como dichas ex-
presiones caracterizan y profundizan sobre las particulari-
dades de las comunidades y su manera de ver, entender y
manejar el entorno y de la mano de la imaginación, poder
plasmar desde el relato estos saberes adquiridos para gene-
rar lo que podría considerarse una inteligencia colectiva.

ste texto busca recrear el diario que lleva un monje

E tomado como esclavo por una horda vikinga entre


el siglo VIII y IX. Más allá del estilo literario de la
época, basados en la ficción como un excelente medio de
difusión, buscamos plasmar el choque cultural que se ge-
nera entre un cristiano de la época y un pagano danés que
representa con gran claridad lo que es la otredad en terri-
torio europeo, y a su vez, poder describir ciertas particula-
ridades que caracterizan la vida vikinga, en pro de realizar
una etnografía ficcionada representada en el diario.
ara el desarrollo de la misma se usa como herra-

P mientas una base audiovisual en forma de serie que


representa tanto un hecho histórico como muestra
del folclor vikingo y su forma de vida, al igual que textos
í

académicos que analizan la vida vikinga desde documentos


y vestigios arqueológicos, procurando una etnografía del
pasado vikingo, al igual que la parte ficticia para darle el
toque tanto personal como literario al texto incluyendo a
su vez las relaciones de la otredad que definen las dinámi-
cas entre pueblos y valida una vez más la base teórica que
se desprende del mito del salvaje.

El aegishjalmur es un símbolo de protección utilizado por los nor-


dicos, se le llama "mascara del terror" también se le conoce como
hechizo del terror o del temor. Este tipo de símbolos eran usados
habitualmente por los guerreros vikingos como signo protector
pintado en la frente antes de la batalla. Dibujado entre los ojos, se
le otorgaba la capacidad de hacer invencible al portador y atemo-
rizar a sus enemigos.
í

A continuación, se anexan fragmen-


tos del diario de Athelstan, un monje
cristiano que es tomado preso por un
grupo de vikingos de Suecia y que, por
compasión de uno de sus líderes, Rag-
nar Lodbrock, convive con ellos
como parte del pueblo. En su diario,
narra experiencias, hechos históri-
cos y describe la cultura de este
pueblo en los años que convive entre
ellos.

ñ 793 ñ

M
i noción del tiempo se vio perdida después del
ataque que estos salvajes perpetuaron en mi ho-
gar, el monasterio de Lindisfarne, en Northum-
bria. Era un 7 de junio, las olas golpeando los bancos de
í

arena advertían la llegada de los hijos del demonio en un


dragón de madera.

Su llegada fue inesperada, signando el final de los días que


las santas escrituras dictan con premonición, tal como el
hijo del hombre lo ha prometido. Estas bandadas de bar-
baros llegaron con sed de sangre y con el demonio domi-
nando sus acciones, mataron uno a uno de mis hermanos
sin entender la piedad de los hijos de Dios, por mi parte,
pude ser mantenido con vida por entender su lengua ex-
tranjera, haciendo que vieran en mi algo de valor para sus
futuros ataques.

Luego de profanar el territorio sagrado de nuestro monas-


terio; de saquear nuestras capillas tomando el cáliz, custo-
dia y demás objetos litúrgicos como recompensa de accio-
nes demoniacas, profanando el valor sagrado hacia nuestro
señor y de arremeter con la vida de mis hermanos monjes
y capellán, tomaron los pocos sobrevivientes que dejo la
carnicería que marcó este 7 de junio y nos encaminaron
hacia su navío infernal. Fue aquí donde perdí el sentido del
día y de la noche, estar a la deriva de los mares y donde mi
vida dependía de estos seres que, aunque de apariencia hu-
mana, resultan estando más emparentado con los animales
por sus acciones salvajes y grotescas y solo fueron las ora-
ciones y el amor de nuestro padre quien me permitió se-
guir con vida ante este calvario que hasta ahora comenzaba.
í

Cuando los detallé de cerca pude ver como sus ropas esta-
ban compuestas por pieles de caza, lo que producen aún
más ese sentimiento bestial que emana la presencia de es-
tos daneses. Fuerza descomunal y cuerpos descomunales
que tomaban con una sola mano los cuerpos de mis her-
manos los monjes y con esa misma mano tomaban su vida
entre golpes, hachas y dagas.

A diferencia de nosotros estos semihombres no cortan sus


cabellos ni sus barbas, las dejan crecer libremente y lo tren-
zan como las damas por la incomodidad que resulta ser
para sus luchas y labores, además de que profanan su piel
con formas que solo pueden corresponder al pecado y el
paganismo, sus marcas indelebles cumplen una función
mágica de protección y suerte, que hace de su piel un ob-
jeto de brujería y una total profanación a la obra del crea-
dor. Estas marcas representan el terror y la maldad, tal vez
estén encriptadas con el lenguaje del ángel caído y sus tra-
zos resultan recordar lo que es la magia negra. El Aegishja-
lmur es uno de esto sellos del terror, que con prácticas os-
curas les da protección e invencibilidad a quien lo porta,
solo la intervención divina podrá proteger a todo aquel que
sea asechado por el portador de esta herejía. Al igual que
las mujeres, es habitual ver a los guerreros con los ojos cu-
biertos de un tono negro carbón, que hace de su rostro más
siniestro, llenando de temor a quien vea su mirada y se do-
blegue ante su brutalidad y prácticas paganas.
í

A nuestra llegada, estos seres fueron recibidos por sus fa-


milias y vecinos como verdaderos héroes, para este pueblo
pagano este tipo de doctrinas forma parte de su vida y les
enorgullece obtener sus riquezas tranzadas por el dolor y
la sangre y ofrecen sus batallas a un grueso de dioses que
atentan contra la divinidad de nuestro padre y creador, una
vez más este pueblo muestra su lado más bárbaro y sus al-
mas solicitan agritos la redención divina y el conocimiento
de la obra de Dios pero la corrupción de sus cuerpos hacen
de esto una tarea difícil.

En el viaje, varios de mis hermanos murieron y fueron lan-


zados por la borda de sus navíos sin la santa sepultura, los
otros a la llegada a su poblado puerto que llama Kattegat,
fueron vendidos como esclavos después de habernos pre-
sentado ante su rey como parte más del botín; yo por mi
parte tuve un destino distinto, mi captor, uno de los lideres
de esta bandada ha decidido que seguiré bajo su poder.
Solo Dios sabe que me depara en manos de este bestial ser,
los trabajos forzosos o el camino de pecado que seguiré
junto a él; solo espero que mi cordura y mi fe me manten-
gan incorruptible, que mis oraciones sean escuchadas y que
pueda mantener las puertas del cielo abiertas para servirle
a sus alabanzas.
í

Entre la lascivia repugnante de estos salvajes, me es difícil


conservar el sueño. Las noches y los días pasan y pareciera
que no solo batallan en el campo sino también en sus le-
chos. Mi señor es quien me ha otorgado la fuerza porque
mi fe es inexpugnable, aunque siento que Dios algunos días
me ha abandonado, pues es cada vez más frecuente las ve-
ces que creo que no lo puedo escuchar.

Entre tanta bestialidad indomable a mi alrededor, hay algo


que no deja de captar mi atención. Su salvajismo de alguna
u otra forma es apaciguado por la gracia de Dios y su crea-
ción. Su conexión con la naturaleza es tal, que se refleja en
cada pequeño detalle de su arquitectura, pero no tanto
como lo es su conexión con las aguas y los mares. Son sus
barcos el fin último de motivación, algo que creo que pasan
a veces por inadvertido. Hoy, sin embargo, tuve la oportu-
nidad de apreciar cómo es parte del proceso de elabora-
ción de un navío; desde la elección de cada pieza de ma-
dera y piel que acompañará la construcción, hasta los deta-
lles tallados como la elección de algún demonio como in-
signia de su proa, a excepción de esto último, cada minucia
es indiscutible. Cuando me trajeron cautivo a estas tierras,
víctima de su barbarie, ya había notado su construcción im-
pecable. Aunque hay diferentes tipos de embarcaciones, la
más común tiene aproximadamente veinticinco pasos de
longitud y ocho o diez pasos de ancho, hecho de madera
de roble con capacidad considerables, probablemente de
í

hasta cien hombres sentados que a lado y lado disponen de


remos que permiten la navegación, aunque he notado que
hacen más uso de la vela la cual es cuadrada y se encuentra
ceñida a un mástil, cuentan todas con efigies erigidas en la
proa, que asimilan a demonios o figuras paganas que al pa-
recer adoran, cuenta también con toldos también de piel
sobre la superficie que cubren la embarcación y sus tripu-
lantes del clima y los tiempos adversos, todos los hombres
dormíamos por toda la cubierta, excepto Ragnar quien des-
cansaba junto al timonel en un lecho de pieles dispuestas
sobre otras pieles para cubrirse. Es sorprendente la estabi-
lidad de esta nave y la capacidad que tienen para navegar
en aguas sin el uso de herramientas conocidas por noso-
tros; ellos aducen su éxito a su dios Odín, pero me es im-
posible creer esto y lo considero más una obra de su inge-
niería. Mi Dios no podría motivar su barbarie y sé que él
me protegió al ser elegido como simple esclavo y no pere-
cer como mis hermanos ante su violencia insaciable.

La importancia que tienen los navíos para los daneses no


la había visto nunca antes, pues son un indicativo de estatus
y símbolo de riqueza, así como de autonomía. Pues es algo
que no se lo podía permitir cualquiera, y aun así Ragnar
logró lo que ningún otro hombre de su enclave pudo hacer
antes, poseer un poder de independencia sobre su lord que
le permitió obtener las más grandes fortunas. Aunque por
disposición de este mismo y de su forma de organización,
í

le serían luego arrebatadas, únicamente para conservarme.


Sé que mi señor fue quien intercedió.

ñ 796 ñ

Hoy pude ver un uso especial para los barcos, aunque sabía
de la importancia de los navíos para los daneses no conocía
la verdadera significación de estos gigantes de madera den-
tro de sus falsas creencias hasta el día que presencié un ri-
tual mortuorio realizado en estas embarcaciones. Así
como el barco es el medio de transporte usual en estos vas-
tos territorios tanto para hombres como para mercancías,
así mismo lo sería para transportar a personas y objetos una
vez llegada su muerte, pues este medio el que les permitiría
viajar al Valhalla.

Todo sucedería con la muerte de su líder a manos de Rag-


nar durante una cruda batalla que tendría lugar dentro de
su código honorario. Aunque esto traería un desorden des-
medido entre sus pobladores, no sabía si presenciar esto
como una vil celebración o como un festejo funerario por
lo que le esperaría al otro lado de la vida. Un navío espe-
cialmente construido para este momento, sería lleno de sus
riquezas y pertenencias y mientras el cuerpo de este hom-
bre sería llevado hasta el interior del mismo, presencié
í

igualmente como una mujer, llamada el ángel de la muerte,


decidió dar su vida para acompañar a su líder al Valhalla.
Un momento realmente crudo y lleno de salvajismo. Inme-
diatamente después el barco fue encendido en fuego y cu-
bierto por las llamas fue liberado a las aguas mansas hasta
su total consumo. Entendí esa tarde, mientras caía el sol y
ver el barco arder, la relación con la cremación de nuestras
creencias religiosas. Entre el licor consumido y la euforia
colectiva mis sentidos fueron cegados y absorto quedé con
el fuego fatuo del deceso.

Si bien aún no me he familiarizado con su estilo de vida


pagano, he notado que estos bárbaros encontraban en la
religión un espacio en donde la inmortalidad del hombre
se debía ver reflejada en los canticos que recordaban sus
nombres y hazañas, el alma del individuo se veía enaltecida
por los relatos que precedían su nombre y era desde allí
que el bien o el mal del espíritu se tazaba.

Su religión se centraba en la adoración de Odín y Thor


como máximos exponentes del poder de sus deidades, y
desde las cuales sus representaciones y mitos de veían con-
solidados por las imágenes de diversos mundos, desde los
cuales narraban los épicas batallas, la oscuridad, las fuerza
y la valentía que regían los espacios vikingos y los reinos
místicos que gobernaban sus creencias religiosas, entre los
cuales se destacan: la tierra Midgard, que era el mundo de
í

los hombres; el reino de Asgard el hogar de los dioses; Ni-


flheim, el espacio que habitaba la oscuridad; y el Valhalla
el reino donde reposaban los valientes guerreros caídos.

Al parecer toda esta riqueza en la construcción de su


mundo se veía recreado por un importante peso que recaía
en la narración oral que era el sustento de la sociedad en
las épocas en las cuales el frío gobernaba sus reinos, esta
prevalencia del relato escrito permitió que durante mucho
tiempo prevalecieran sus creencias sobre las mías y las de
otros, y que asumieran estas como las únicas. Pero sólo hay
un único Dios.

Ya que la idea central de su religión era que los vivos no


olvidaran a los muertos y las pertenencias que se desvane-
cían con ellos en sus barcos y de esa forma los muertos
permanecían en el recuerdo para siempre, beneficio que
se veía poco productivo en la salvación del alma basada en
prohibiciones que fluctuaban con sus formas de entendi-
miento de hazañas, además que no veían un equilibrio to-
talmente claro frente al fortalecimiento de mi Dios todo
poderoso frente a un cumulo de dioses con diferente po-
deres, pero más importante aún era que su altivez, fuerza y
poder se viera menguado en una traición hacía su dios
Thor y que éste los apartara de su legión.
í

ñ 795 ñ

He convivido ya más de un año entre los daneses y a pesar


de mis principios cristianos, con el tiempo he sido recibido
como uno más y he aprendido a convivir con ellos, sus cos-
tumbres y en ultimas, a ser un danés más. Recuerdo aun
con detalle los eventos luego de nuestra llegada al puerto y
que Ragnar decidiera que yo fuera su esclavo personal,
pero ante mi sorpresa, este pueblo que en hace unos meses
resultaba para mi imagen ser una horda de salvajes vestido
de bestias que sedientos de oro, plata y sangre destruyeron
el monasterio que otrora fue mi hogar; ahora los veo con
mayor humanidad y empatía en mi ser. Encuentro que sus
almas si pueden encontrar la salvación si deciden acercarse
a Cristo, pero el amor a su padre Odin, el dios tuerto y sus
hijos que habitan el Valhalla, que no es más sino una re-
presentación burda del cielo de nuestro señor.

A pesar de ser un esclavo, tenía libertades que no se com-


paran con la idea de esclavitud que aprendí en el monaste-
rio en la época de los mártires cuando el demonio rondaba
el en imperio romano antes de la intercesión de nuestro
señor y salvador. Más allá de ser víctima de vejámenes y
castigos, he sido tratado por Ragnar y su familia como un
miembro más de ella, su cariño ha invadido mi ser y les
correspondo de la misma manera, mi único trato real
como esclavo es el de ser un súbdito a las peticiones de la
í

familia. Nunca pensé sentirme a gusto con ello, con el


tiempo he aprendido de estos salvajes cosas que no me en-
señaban en el monasterio. En las noches me atormenta el
deseo porque la copula hace parte del día a día de Ragnar
y Lagertha, su esposa, me han incitado en varias ocasiones
a cometer pecado de lujuria y el deseo me consume
cuando el acto de amor invade mi sueño por la cercanía
entre mi lecho y el de ellos, pido a Dios fortaleza, aún sigo
siendo célibe a su fe, aún sigo firme en mis votos para man-
tener su obra.

Ante mi sorpresa, he notado que estos salvajes son unos


granjeros y ganaderos excepcionales, al parecer la guerra es
más una necesidad y un tributo pagano que un acto de bar-
barie y de diversión. Los daneses deben lidiar con un suelo
pobre y un clima nefasto, el verano es corto y poco fructí-
fero y los inviernos largos y fuertes, pero se han valido de
su ingenio para sobrevivir a las dura condiciones en las que
sus falsos dioses les hacen vivir. Ragnar dice hablar con
Odín y ser su hijo a la usanza de Cristo con nuestro padre
en los cielos, asegura ser algo similar al mesías y a pesar de
esta herejía, sus intenciones resultan buenas al buscar una
tierra más fértil para que los daneses no pasen por tantas
penas y sin lugar a duda y de la mano de Dios cuando ellos
acojan al padre en su corazón y abandonen el paganismo
de este dios tuerto su trabajo será bendecido y recompen-
sado con excelentes cosechas, ya que su labor principal es
í

la agricultura y la ganadería, un trabajo duro que junto a los


esclavos, a los que por lo general le delegan las tareas más
pesadas de la granja, es la base de la subsistencia en estos
páramos casi estériles.

Ante mi sorpresa, las mujeres no son condescendientes


con sus maridos y otros hombres, no conocen el respeto
por la labor que los hombres tienen en la creación divina,
aunque se siguen dedicando a la crianza de sus hijos como
el padre ha definido, realizan también tareas que son ex-
clusivas de los hombres, hasta suelen verse incluidas en
guerras como acompañantes de sus maridos; estas mujeres
sueles ser varoniles y aguerridas, misteriosamente a los
hombres esto les parece provocativo cuando resulta irreve-
rente y antinatural. La batalla, los golpes y el juego de espa-
das resultaba en cortejo y en fornicación y, además, tenían
derecho de solicitar divorcio ante el justo castigo que los
hombres propician en caso de error y con el fin de aleccio-
narlas. Las tareas de la mujer siguen siendo el de el control
de la vivienda. La preparación de los alimentos, el tejido y
la familia, resultando así que la mujer es quien lleva el con-
trol de la moral entre los daneses, son ellas la fuente del
honor y el valor que tanto ostentan cuando estos hombres
se vuelven guerreros bestiales que ostentaban sus princi-
pios vikingos.
í

Me sorprende el ver como la fornicación está permitida en


esta sociedad pagana, es normal ver al danés saciar su sed
de placer con las esclavas que le pertenecen, como su pro-
piedad, ellas solo deben acatar el hecho de satisfacer a su
amo lleno de bravura por la falta de batalla. También es
normal que la mujer cambie de esposo por falta de satis-
facción sexual y de descendencia, por lo cual el concubi-
nato habita con ellos incrementando su pecado.

A pesar de todo esto, las familias son amorosas y con prin-


cipios morales basados en el honor y en la protección de
la misma, es ella cuestión de orgullo y la salvaguardan a
como dé lugar, con gran respeto por madres e hijas, ya que
en ellas ven el alma de la familia y de su pueblo, como re-
sulta con las valquirias, estas mujeres guerreras que habitan
en la casa de Odín para su satisfacción y protección.

ñ 805 ñ

Tengo conflictos en mi corazón, ahora soy un danés más y


he aceptado a Odin, Loki, Thor y el Valhalla en mi cora-
zón, pero hoy, luego de la batalla con el rey Egberto, quien
me tiene como prisionero de guerra, quien sabiendo y sin-
tiendo mi amor por Cristo, me llevó con caridad y con sa-
biduría a conocer y orar en su capilla personal y por ultimo
con toda humanidad y entendimiento con la sed de cono-
í

cimiento que me invade desde que convivo con los iletra-


dos daneses los cuales solo usan las runas como medio de
protección y adivinación. El estar entre tantos pergaminos
y textos sagrados me recuerda al Padre que nunca aban-
donó mi ser, pero también siento amor por Odin y su li-
naje, es quien me ha dado fuerza y convicción de vivir junto
a los daneses y a convivir con ellos, ahora soy parte de su
pueblo, de un pueblo guerrero y pagano.

Odin solo recibe a guerreros en su mesa y es por esto que


con satisfacción y felicidad mueren los daneses caídos en
batalla porque su padre les abre las puertas de Valhala y es
por esto, que dan su vida en batalla, mostrando todo el ho-
nor y el valor que corre por su sangre y que fue sembrado
por sus madres en la crianza, esto ha llevado a que parte de
su ocio y de su vida gire alrededor de la batalla y la muerte
en ella. Los daneses son hijos de dioses guerreros y por
esto, rinden tributo a ellos ante la guerra.

Aún recuerdo el nefasto saqueo al monasterio de Lindis-


farne, por la brutalidad con la que asesinaron a sangre fría
a mis hermanos, invade aun mi sueño y mi paz, pero el
hacer parte ahora de esta raza guerrera me ha enseñado
como para ellos, la batalla y la muerte en ella es todo un
acto tan importante como el ritual de la cosecha y es un
acto de veneración a Odín. Distinto a la imagen primera
que conocí de ellos, mi nuevo pueblo construye técnicas
í

de batalla con el fin de glorificar tanto al Dios Padre, como


a Tyr, dios de la guerra; estos los bendecirán con la victoria
y la entrada al gran salón de Asgard al momento de su
muerte y con este principio divino corriendo por su sangre,
es natural la táctica y la pericia que los lleva a la victoria.

El danés aprovecha su entorno con gran perspicacia para


generar estrategias de batalla, los navíos y el control de los
mares y ríos siempre suelen ser una sorpresa para sus com-
batientes quienes desconocen su alta habilidad en el agua.
A pesar de lo barbaro de sus armas, ya que su lucha suele
ser con dagas y hachas que con las nobles espadas que usan
lo guerreros cristianos, tienen un manejo de estas armas
que llevan rápidamente a la caída de sus contrincantes, su
técnica, pero su salvajismo los lleva a usar el hacha como
un proyectil y causar una muerte inmediata si el golpe es
en la cabeza o en el pecho justo en el corazón. Además,
usan tácticas de protección como es el Skjaldborg6, forma-
ción emblema de la batalla danesa, donde todos se prote-
gían en una fuerte pared hecha con sus escudos que prote-
gían con lanzas que usaban para el asedio, y cuando la dis-
tancia era prudencial, atacaban con sus hachas y dagas,
rompiendo este muro y finalmente, dando la delantera en
sus luchas. Llenos de bravura, resultan totalmente letales

6
Muro de escudos
í

en el combate cuerpo a cuerpo, aquí se ve ese estado bestial


que me llevan al terror dejado por los años.

La atrocidad de la guerra se ve también marcada en el des-


honor que los daneses castigan con el bloðorn7, esta prác-
tica solo la he presenciado una vez, Ragnar decide ejecutar
de esta manera al conde Halfdan por su osadía de derro-
carlo desde la traición y no librando una batalla justa o un
duelo como la costumbre danesa lo exige. Estra practica
aberrante y totalmente salvaje, morbosa y espeluznante se
realiza a modo de tortura, ejecución y sacrificio a los dioses,
donde por medio de dos incisiones en la espalda de la víc-
tima para luego extraer las costillas y sacar los pulmones
del cuerpo, todo esto en vida mostrando el mayor grado de
crueldad del pueblo danés, todo en pro del deleite de los
dioses.

Parte de mi desea que el rey Egberto conozca estos míni-


mos pormenores de la lucha contra los daneses. Él llegó
inesperadamente a mostrarme de nuevo el camino de la
salvación y todos los actos bélicos a los que llega solo los
hace en pro de su pueblo y de la fe cristiana, pero tampoco
puedo negarme que este es el mismo principio de convic-
ción que mueve a Ragnar, mi amigo y hermano danés. La
confusión me aflige y mi fe ahora tiene dos caras y solo me

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Águila de Sangre
í

queda recurrir a orarle tanto a Odín como al Padre crea-


dor, solo aquel que me escuche y guie mi camino podrá
brindarme la paz y la salvación.
í

El hombre es antropólogo por naturaleza, nos basta ver


como cada vez que existe un contacto entre pueblos, la cu-
riosidad de entender y relacionarse los unos con los otros.
Desde la filosofía es claro como desde tiempos de la Grecia
antigua ya los académicos como Aristóteles se preguntaban
que es el hombre y buscaba teorizar esta razón. Ahora bien
notamos como las evidencias de contacto, al ser fuentes
primarias o secundarias para el estudio del pasado, nos
muestras esa necesidad de particularizar e identificar las ca-
racterísticas culturales de los pueblos.
Aunque la etnografía como disciplina no lleva más de 150
años, existen otro tipo de fuentes que nos permiten generar
la misma desde una lectura minuciosa y objetiva de los he-
chos para no caer en problemas de especulación. Es claro
como este tipo de documentos, en especial los de tipo cró-
nico, son una especie de proto-etnografia que describen
pueblos y comunidades, que en la actualidad son imperan-
tes para nutrir el trabajo del etnógrafo.
Cabe también resaltar la ficción a la hora de estructurar la
etnografía, y no en el sentido detallado del informe disci-
plinar que llega a ser la misma, sino con el principio de
í

difusión de los conocimientos adquiridos de las sociedades


en el pasado, de esta manera dando a conocer a toda la
humanidad los principios básicos de las relaciones, cos-
tumbres e instituciones que particularizan los pueblos y su
folclor, en este caso la etnografía pasa a ser un material fun-
damental para la construcción del medio difusivo final que
puede ser un relato, novela, obra de teatro o material au-
diovisual. Asi tenemos en la cultura popular gran variedad
de ejemplos, como es el caso de importantes libros como
el señor de los anillos de Tolkien o Juego de tronos de
Martin que a pesar de su alto grado de ficción y fantasía,
son una guía fiel de características propias de la edad media
y su tradición oral o en casos más históricos, textos como
la saga de los reyes malditos de Druon, series de televisión
como los Tudors o los Borgia de HBO que buscan desde
lo audiovisual mostrar no solo la historia de una dinastía de
reyes, sino también particularidades de la vida en la época
que se desarrolla la trama.

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