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ÉXODO 22, 21-27

No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el


país de Egipto.

No vejarás a viuda ni a huérfano. Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su


clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas
y vuestros hijos huérfanos.

Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él
un usurero; no le exigiréis interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo
devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo.
¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo.

El Libro del Éxodo muestra un avance, aún sumamente lejano, de la universalidad del
mensaje de Salvación y del Mandamiento del amor. Es notable, de todas maneras, la
superioridad de la legislación de Israel sobre otros pueblos, que nosotros consideramos
más "civilizados", en el tema de la opresión de los débiles: la prohibición de prestar con
interés, la remisión periódica de deudas, el descanso del sábado...

El texto pertenece a la tradición "Elohista", por lo que podemos suponerle una


antigüedad notable ( ¿redactado hacia mediados del siglo VIII a.C.? ). Esto nos hace ver
que ya en aquellos remotos tiempos Israel ha entendido mucho más que otros pueblos
acerca de Dios y del ser humano. Dios protector de los pobres aun en contra de los
poderosos es una mentalidad que no existe en ninguna religión de la época, y es una
buena muestra de eso que llamamos "inspiración", es decir, la presencia de La Palabra
en los escritos de Israel. Es una de las líneas del Antiguo Testamento que llegan a su
plenitud con Jesús.

La formulación de la relación Dios-hombres como amor es también característica de


Israel. El amor de Dios por su pueblo se formula ya en textos antiguos, ya desde el libro
del Génesis, y se expresa plenamente en las Teofanías del Éxodo:

"Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente,


tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad,
que mantiene su amor por millares..."

Y es ésta una singularidad importante de la fe de Israel, anuncio lejano de la plena


revelación de Jesús: Dios es "El Salvador", "Dios es Abbá", con toda la revolución de
valores religiosos que supone y conocemos bien.

Pero la respuesta del hombre a Dios como amor es aún más tardía. No se encuentra en
Génesis ni en Exodo. Hay que acudir al Deuteronomio (6,5; 10,12) y a textos
posteriores. Aún más rara es la expresión de amor al prójimo. Hay muchos
"mandamientos" de justicia, de piedad... y pocas veces se alcanza la palabra amor en
referencia al prójimo. Se encuentra por primera vez en Levítico 19,18, y 19,34, y no se
vuelve a encontrar hasta el Nuevo Testamento.

José Enrique Galarreta, S.J.

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