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Puntos correspondientes a la segunda jornada: “Problemáticas de las infancias: Acompañamiento

terapéutico con niños”.

La estructura del lenguaje y la constitución del sujeto.

Ps. Sofía Manno, 2016.

El signo lingüístico: significado en una elipsis que determina la univocidad entre

Significante ambos elementos, como unidad mínima de la lengua.

Para cada significado, es decir imagen conceptual, lo que pensamos y sentimos, le corresponde un
significante que le da la imagen acústica (esto es teorizado por Ferdinand de Saussure, en su
“Curso de Lingüística General”).

Esta unidad tiene la propiedad de valer por la diferencia, es decir, por lo que los otros no son. La
relación es negativa, uno es lo que el otro no.

El psicoanalista J. Lacan toma esta teorización lingüística para formalizar los desarrollos freudianos,
respecto de la conceptualización del inconsciente y del sujeto, como conceptos básicos del
psicoanálisis.

Desde la experiencia clínica, Lacan teoriza invirtiendo la relación del significado con el significante.
El significante prima sobre el significado quitando la relación univoca entre ambos y resaltando
que la barra que los separa es lo que resiste a que haya en la lengua un significante para cada
significado.

Plantea que el significante es lo que viene de afuera, el lenguaje que nos antecede, que define y
nombra como el Otro, con mayúsculas, que en el esquema básico de la comunicación llamamos
código-referente. Lacan lo nombra como el tesoro de los significantes y como un lugar en el que el
cachorro humano, en vías de constituirse como sujeto, se aloja para producir su mensaje, con las
reglas que este mismo tiene, que luego será sancionado por este mismo Otro.

Por este motivo el psicoanálisis sostiene que el sujeto no viene de antemano sino que tiene que
constituirse, en el único lugar que esto sucede en el Otro. Si o si tenemos que pasar por este lugar
para ser quien somos, allí algo se tiene que perder para tomar las coordenadas de subjetivación,
un nombre y un apellido que nos filie en una serie…en una “familia”… por ejemplo.

Por lo tanto decimos que el inconsciente se estructura como un lenguaje, es decir, con sus reglas.
Porque somos sujetos del lenguaje.

En ese lugar del Otro, que definimos como lugar estará encarnado por la madre, en un primer
momento de la vida, y luego si se sostiene una lógica que denominamos deseo, se sustituye por
otras funciones que vendrán a ese lugar a cumplir su función en los determinados momentos de la
vida.

Por un lado, decimos que la constitución del sujeto se funda en lo simbólico del lugar del Otro.
Pero no debemos dejar de lado las cuestiones imaginarias de la misma, respecto en principio de la
Gestalt (buena forma) del cuerpo, es decir, que se precipita la percepción un cuerpo completo allí

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donde todavía no lo hay; y consecutivamente, los ideales a los cuales también nos identificamos a
la manera de emblemas o metas a cumplir.

En base a estos términos sostenemos que el deseo, desde el psicoanálisis, es el deseo del otro.

Problemática en la infancia

Pensamos “la a-puesta del cuerpo en el acompañamiento terapéutico con niños que padecen
problemáticas subjetivas.”

Los manuales psiquiátricos se basan en determinadas particularidades fenoménicas para definir


qué decimos cuando hablamos de autismo o psicosis en la infancia. Muchas de estas
conceptualizaciones psiquiátricas solo estigmatizan a los niños que padecen estas problemáticas a
partir de lo que no pueden hacer. No hablan, presentando fallas comunicacionales, no pueden
simbolizar, no sostienen escenas de juego, no soportan la presencia del otro quedando excluidos

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de todo vínculo posible; no pueden representar y por ende solo emiten producciones monótonas o
ecolalicas generándose una cabal resistencia al lazo social. Podemos agregar a estos rasgos la
mirada fija y evitativa, las crisis que desencadenan los cambios o la modificación de sus rutinas y
una relación con los objetos donde parece leerse una mimesis indistinta entre el niño y esos
objetos. Es de fundamental importancia advertir que estos rasgos que parecen dar cuenta de una
repetición caracterológica nos invitan a leer tras ellos a los niños, con sus particularidades, sus
diferentes modos de manifestarse …Una lectura de la singularidad necesaria para un trabajo ético
y comprometido que apunte a trabajar con sujetos y no con autismos…

Hablar de niño ya nos invita a pensar en una determina posición subjetiva, ya que precisamente la
subjetividad no está garantizada desde el comienzo sino que se construye y reconstruye en
relación al Otro.

El acompañamiento terapéutico con niños que padecen trastornos en su constitución subjetiva


abre un nuevo desafío en la práctica y en la posición ética de quienes trabajamos desde las
coordenadas que el psicoanálisis nos ofrece.

Lugar del acompañante: Es importante que su función se incluya dentro de las coordenadas de
trabajo clínico que el niño ya recibe. Es así que las estrategias e intervenciones posibles se
pondrán en acto conjuntamente con quien dirige la cura del niño y con el equipo de trabajo en el
cual este incluido en caso de que existiese. . No se trata de forzar al niño a una adaptación
mecánica porque precisamente esa posición conlleva la anulación de cualquier efecto subjetivante
que pueda producirse… La apuesta permanente que sostiene el trabajo posible es la de alojar
aquello que el niño trae y que muchas veces es leído como una desadaptación, un peligro o
simplemente una rareza. Construir un continente que contenga en los momentos de desborde,
que ofrezca un lugar otro donde convocar al niño, que limite sus manifestaciones sin prohibirlas
sino promoviendo una hacer diferente con ellas o a partir de ellas, un hacer productivo, creativo y
posibilitador de un estar menos mortífero y padeciente.

Pilares fundamentales de un trabajo posible:

La transferencia1: la transferencia puede ser un obstáculo o un motor del trabajo posible sin la
construcción y el sostenimiento de un lazo con el niño ninguna intervención tendrá un efecto
terapéutico.

Trabajar apelando a una posición deseante: El acompañante dona una mirada y una escucha sobre
el niño en el marco de un tiempo y un espacio específico apelando a la emergencia de una
dimensión que permita al niño un movimiento identificatorio que done un lugar y un estar acordes
a lo que cada niño trae. No se trata de maniatar lo más particular del niño ni de dejarlas ser a la
deriva sino de trazar con él un nuevo recorrido.

1 Entendemos a la Transferencia como lazo afectivo particular desde el que se sostiene todo tratamiento
posible.

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Importancia del juego: El juego es una herramienta de intervención. Oficia de potenciador del lazo
con el niño y es un fundamental artificio para la construcción de lazos. El acompañante se ofrece
como mediador, ya que será él quien signifique esas iteraciones de un modo diferente, donando
significantes que enmarquen esas acciones y le permitan orientarse de un modo distinto y en
escenas diferentes. El juego es un trayecto a construir como herramienta de intervención y
producción de subjetividad ya que no está dado de antemano.

El tiempo de construcción de las intervenciones y el re trabajo: Existe un momento propicio para


intervenir e incluso abstenerse de cualquier intervención es un modo de hacerlo. Intervenir no es
interpretar. Es preciso respetar ese tiempo evitando hacer de quien acompaña un otro intrusivo.

Momento de ver: Observación y lectura de situaciones, espacios, momentos y modo de


presentación del niño.

Momento de comprender: Planificación y construcción de estrategias que oficien de anticipación a


determinados momentos de desborde en el niño.

Momento de concluir: Intervenciones especificas in situ que tendrán en cuenta el momento


subjetivo en el que se encuentra el niño.

*-Todas las intervenciones deben ser re trabajadas a posteriori junto al equipo de trabajo.

*-Importancia de la supervisión y el trabajo en red

*-El diagnostico como estigma o disparador

Particularidades del espacio de trabajo: el acompañamiento terapéutico en la institución educativa


supone al acompañante como terceridad entre el niño y la institución. Impronta del discurso
pedagógico ¿qué se espera de un niño con problemáticas subjetivas en el espacio escolar? Esto
supone un entre dos polaridades… pensar la objetalidad del niño y la subjetividad del niño.

Un ejemplo de esto lo constituyen los programas de integración escolar: de la universalidad de la


ley a la singularidad de cada caso existe una brecha en la que debemos construir. Ese construir no
debe perder de vista que ahí donde las currículas esperan homogeneizar y de “todos” los niños
obtener el mismo resultado, nosotros debemos apelar a la autonomía desde la pura diferencia,
porque es desde ese lugar de diferencia desde donde nos constituímos como sujetos.

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BIBLIOGRAFIA

 https://autismodiario.org/2011/04/19/leo-kanner-el-padre-del-autismo-y-de-las-madres-
nevera/

 Saussure, F; “Curso de Lingüística General”.

 Lacan, J; “Seminario 5: Las Formaciones de Inconciente”. Ed. Paidos.

 Lacan, J; “La instancia de la letra o la razón para Freud”. En “Escritos I”. Ed. Siglo XXI.

 Peusner, P; “Huir Hacia Adelante: El Deseo del Analista que no retrocede ante los niños”.
Ed. Letra Viva.

 Peusner, P; “Reinventar la discapacidad mental”. Ed. Letra Viva.

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