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Universidad Nacional de Rosario

El Juego y el saber

Cristina Marrone

4 de septiembre de 2021

En el encuentro lúdico con Joaquín, como así también con otros niños, ¿de qué saber se
trata? Diría que esta pregunta relativa al saber y al juego es también válida para todo
analizante que en transferencia busca la raíz de su condición de sujeto y, sin duda es
central para la posición del analista.

Por ese motivo es fundamental destacar, una vez más, así como lo formulé en 2006 en
mi primer libro, que el juego es una operación y no una técnica y que en consecuencia
el juego con los niños no sería propio de ninguna especialidad. Es que lo específico de
su hacer nos enseña acerca de la raíz del sujeto o sea de la condición del objeto que lo
representa y antecede. Dicho de otro modo: nuestra práctica psicoanalítica se implica
en dos estatutos del saber y en uno de ellos se nutre del juego.

Entonces, la asociación llamada libre en la que el significante domina implica un saber


de corte simbólico del que el niño no dispone aún. Se trata de un saber que se despliega
con los significantes que como tales facilitan un efecto de resonancia. Un niño como
Joaquín nos habla pero con su juego nos muestra otro efecto del saber que llamamos
saber en lo real que no resuena ya que más bien nos sorprende con un efecto nítido.

A lo largo de su obra, Lacan nos transmitió que nuestra intervención como analistas
tiene sentido porque apunta a la disminución del sufrimiento y por ende al rescate del
sujeto. ¿Por qué habría que rescatarlo al sujeto? En ese sentido vale partir de esta
cuestión esencial ya que el encuentro entre el sujeto y el Otro es, inevitablemente
fallido: el significante no alcanza para nombrar a lo real que se escapa de algún modo al
anudamiento con lo simbólico y aún con lo imaginario.

1
Este encuentro fallido, central para el Seminario XI1 fue graficado por los círculos de
Euler. Aunque es factible considerar diferentes ángulos para la propuesta que Lacan nos
ofrece, lo diría de un modo simple pero hondo. Así el encuentro del niño que será sujeto
con el Otro es fallido porque el sujeto no sólo se afinca en los significantes que el Otro
le ofrece sino que al mismo tiempo tropieza. Entonces un niño juega porque con su
juego enfrenta ese tropiezo.
Niño Otro

S A

Viviente Lenguaje

En consecuencia, si miramos de cerca será preciso advertir que el sujeto debe ser
rescatado desde lo simbólico pero también en cuanto a lo real. Digamos así: las vivencias
o acontecimientos son, en el mejor de los casos, nombrados por el significante aunque
sólo después y paulatinamente ese significante será sustituido por otro significante en
el camino del lenguaje. La sustitución simbólica, le de un significante por otro se llama
represión. Cuando en la dirección de la cura intentamos recuperar al significante que ha
sido sustituido, será necesario reconocer que dicho acto remite a un estatuto del saber
simbólico que desde Lacan en su retorno a Freud consideramos como saber no sabido.

No obstante, el rescate del que hablamos exige que nos ocupemos del sujeto también
en el caso en el que lo vivido que no fue nombrado o lo fue pero no llegó a disponer de
la sustitución propia de la represión. Diría que así ocurre en los tiempos instituyentes y
que el juego, el sueño de los niños y el lapsus ofrecen un testimonio significativo del
saber en lo real. A lo largo de su obra, Lacan se ocupó de lo real en la cura desde y algo
antes de su invención del objeto a. Se aproximó a este saber desnudo de muchas
maneras y en el Seminario XXIV decidió definirlo como “saber insabido”. Se trata de un
saber que sabe más allá del inconsciente simbólico.

1
Jacques Lacan, Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. S Barral.

2
Para despejarlo aún más diría un saber radicalmente olvidado, el que se corresponde
con la amnesia infantil. Es un saber que se muestra con palabras que son apenas indicios
y en ocasiones, directamente se muestra sin palabras. Se trata del saber en lo real que
los niños traen en su juego y en su sueño y que como tal no responde a la represión sino
a la repetición. El saber que concierne en su raíz a los tiempos instituyentes y olvidados
a los que reconocemos como amnesia infantil nos lleva a considerar el rescate del sujeto
promovido por la operación de repetición.

La repetición muerde en lo real. Es imantada por un exceso que llamamos goce, exceso
que concierne al sufrimiento y que al mismo tiempo implica un déficit para la
satisfacción. De este estatuto insabido del saber comandado por la repetición, aún se
podría decir que es traído a lo actual pero que con sus vueltas la repetición busca cierta
transformación. Por ese motivo les propongo admitir que habría tiempos para la
repetición que se pueden desplegar si nos apoyamos en la figura del cuadrángulo o
semigrupo de Klein que Lacan presenta en el Seminario XIV y afina en el Seminario XV.

Se suele decir que con esta figura Lacan hace visible la diferencia, la no coincidencia
entre Ello e Inconsciente. Aunque esto es así, arriesgaría que de algún modo no se ha
resaltado lo suficiente que esta figura también le permite considerar a los tiempos de la
repetición. Según mi hipótesis y en tanto la repetición es el resorte del juego seria
factible admitir que la operación lúdica se corresponde con dos de los tres tiempos de
la repetición.

¿Qué significa que la repetición se inserta, muerde en lo real? Significa que se afinca en
lo real en tanto incognoscible para el sujeto y para el Otro. Es incognoscible ya que lo
que es nombrado desde lo simbólico deja siempre restos que se acumulan. Es así que
en un efecto de arrastre la repetición se hace cargo de ese saber en lo real que acumula
restos de lo inmemorial. En relación a esto Lacan afirma que en ese saber en lo real “se
trata del fundamento del sujeto”1 y que será preciso operar con lo que resta. Agregaría
que los restos de las experiencias vividas se acumulan y que a veces de ellos obtenemos

1
Jacques Lacan, Seminario X, La Angustia, Clase 6/3/63.

3
marcas y otras veces perduran como huellas. Recordemos que así fue para Joaquín el
niño que con sus listas mostraba lo insabido de los antepasados.

Entonces, sería posible considerar el trabajo que la repetición efectúa en diferentes


tiempos si advertimos su operación valiéndonos del cuadrángulo:

Repetición - impulsión

Ello
Alienación - Repetición

AO

Inc

Sublimación - Repetición

Acentúo el término repetición en cada uno de los tramos para facilitar la intención de lo
que deseo transmitir.

En el primer momento la repetición se confirma como descarga. Se trata de que el Ello


sólo pide descarga, por ese motivo es factible considerar que en ese tiempo la repetición
se muestra como impulsividad. En la clínica dicha repetición impulsiva se presenta como
pasaje al acto ó como borde del carácter ó como conducta adictiva. Por ese motivo
propongo la coincidencia de esta repetición impulsiva con la expresión freudiana de
Trieb-Haft que consta en “Más Alla del principio del Placer” y en “Dostowiesky y el
parricidio”. Es la imperiosidad del elemento fuerza-Drang- de la pulsión, fuerza que aún
no ha sido ligada por el lenguaje.

Si avanzamos apreciamos que en el segundo tramo, el trabajo de la repetición se asocia


con la alienación, tal como Lacan lo formula explícitamente. De modo sucinto me
gustaría destacar que esta asociación entre alienación y repetición se corresponde con
la entrada del niño como objeto a en el Campo del Otro. Sin embargo, sólo podríamos
apreciar la magnitud y la diferencia con el primer momento si registramos que Lacan
señaló que en este tramo se trata del Acting Out. Entonces, al recordar que Lacan ya
había transmitido que en el AO el objeto sube a la escena, podríamos pensar que lo real

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acumulado en el primer tiempo adquiere figura. Así nos lo enseña Joaquín cuando a su
malestar le otorga la forma del “Sr Demonio”. Se trata del pasaje a una figurabilidad
primera -Darstellbarkeit1-. Es el término que Freud acuñó y que hace años recaté como
rasgo esencial del juego.

El pasaje a la figura abona el tiempo de la repetición circular, ahí donde la repetición es


repetición de lo mismo pero donde lo real de la pura fuerza, Drang, del primer tiempo
se encuentra con la imagen.

Quisiera acentuar que el trabajo de la repetición en su volver a lo mismo arrastra lo real


y que la consecuencia, además del pasaje a la imagen, se va produciendo el borde de la
imagen que se destaca como hipernítido. Este efecto, consecuencia del enlace entre
alienación y repetición, permite apreciar que se trata del anudamiento de la imagen con
la escritura. Diría que en verdad ambas operaciones, alienación y repetición responden
a la escritura pero la repetición retoma la fijación escritural que la alienación produjo.

El trabajo de la repetición, lúdico y escritural muestra al goce pero en un efecto que


llamaría de cierta confrontación2. ¿Qué significa? Que la repetición muerde en lo real
del goce pero trabaja para su pérdida, cada vez mínima pero pérdida al fin. Es algo así
como un pela-papa para el goce en su exceso.

De este modo, el trabajo temporal y estructural de la repetición asoma a un tercer


tiempo ya que confronta porque gasta a lo mismo. Lo pule cada vez y ese exceso por el
despliegue de la repetición en transferencia, cae. En consecuencia, la repetición ya no
será repetición de lo mismo sino de lo nuevo. En consecuencia, la repetición es también
invención. El juego de los niños testimonia que este tiempo tercero para la repetición y
segundo para el juego coincidiría, según mi lectura, con la sublimación. Retomo aquello
que Freud dijo en 1920: “la repetición demanda lo nuevo!”.

1
Cristina Marrone, El Juego una deuda del psicoanálisis, Capítulo 19, Pág 199-207.
2
Jacques Lacan, Seminario XIV, La Lógica del Fantasma, Clase 12, 1/3/67.

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