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DERECHO PROCESAL CIVIL I.

Unidad I

Naturaleza del Proceso Civil

Sumario: 1. Definición y contenido del Derecho Procesal Civil. 2. Definición de proceso civil.

1. Definición y contenido del Derecho Procesal Civil.

El Derecho Procesal Civil puede definirse como la rama de la ciencia jurídica que estudia:
a) la naturaleza; b) el desenvolvimiento y; c) la eficacia, del conjunto de relaciones
jurídicas denominado proceso civil.

Esta definición nos permite precisar el objeto de estudio del Derecho Procesal Civil.

La determinación de la naturaleza del proceso civil consiste en determinar a que categoría


corresponde, en sustancia, el objeto de conocimiento que se está examinando: se trata de
responder a la pregunta ¿qué es el proceso civil?. La respuesta a esta pregunta tendrá
carácter ontológico: se trata de determinar el concepto de proceso civil.

El examen del desenvolvimiento del proceso civil se refiere a la investigación de su


comportamiento externo, formal, mediante la descripción de la realidad aparente y visible
del proceso: se trata de responder a la pregunta ¿cómo es el proceso civil?. La respuesta
a esta interrogante tendrá un carácter fenomenológico: se trata de determinar el contenido
fáctico del proceso civil.

La determinación de los fines o resultados del proceso consiste en la fijación de la función


que debe cumplir el proceso civil en el mundo del Derecho: se trata de responder a la
pregunta ¿para qué sirve el proceso civil?. La respuesta a esta cuestión tendrá un carácter
axiológico: se trata de determinar los fines para los que sirve el proceso civil.

2. Definición de proceso civil.

Desde ese triple punto de vista ontológico, fenomenológico y axiológico podemos definir al
proceso civil como “la secuencia de actos coordinados y regulados por el Derecho
Procesal Civil que se realizan ante o por los órganos jurisdiccionales del Estado con el fin
de mantener la paz social mediante la resolución de controversias que se suscitan entre
particulares y relacionadas con las materias cubiertas por el Código Civil (familia,
sucesiones, bienes, obligaciones y contratos) o por sus leyes complementarias y
afines”[1].

El proceso civil es, pues, el instrumento esencial de la función jurisdiccional del Estado
mediante la realización de actos tendentes a la aplicación o realización del Derecho civil
en un caso concreto. Como tal instrumento, el proceso civil cumple cuatro funciones
básicas: a) Es un medio de coacción dirigido a forzar al obligado a cumplir la prestación
que debe lo que se logra mediante una sentencia de condena; b) Es un medio de lograr
certeza jurídica en las relaciones sociales, lo que se logra mediante una sentencia
declarativa; c) Es un medio de asegurar la conservación del estado de hecho
correspondiente a una determinada pretensión jurídica, en espera que esta sea declarada
por el juez, lo que se logra mediante las acciones de aseguramiento; d) Es un medio de
lograr la modificación de las relaciones jurídicas, lo que se logra mediante una sentencia
constitutiva.
Unidad II

Principios del Proceso Civil

Sumario: 1. Concepto de principios procesales.- 2. Importancia del estudio de los principios


rectores del proceso civil.- 3. Principios rectores del proceso civil: A. Principio dispositivo.- B.
Principio de rogación o impulso procesal de parte.- C. Principio de convalidación procesal.- D.
Principio de igualdad procesal.- E. Principio de publicidad procesal.- F. Principio de
adquisición procesal.- G. Principio de economía procesal. H. Principio de concentración
procesal.- I. Principio de eventualidad procesal.- J.- Principio de consumación procesal.- K.
Principio de preclusión procesal.- L. Principio de inmediación.- M. Principio de probidad o
buena fe.-

1. Concepto de principios procesales.

Los principios procesales son las ideas fundamentales en que se inspira el proceso, los
“dictados de la razón admitidos explícita o implícitamente por el legislador como
fundamento inmediato de sus disposiciones y en las cuales se halla contenido su capital
pensamiento”. El legislador los toma como guías políticas en la promulgación de las leyes
procesales, y el juez los debe tener en cuenta para tramitar y decidir los procesos.

Pallares expone: “Los principios rectores del procedimiento determinan la finalidad del
proceso, las reglas que se deben seguir al tramitarlo y la correcta manera de interpretar y
aplicar las normas procesales”. Desde este punto de vista, los principios son considerados
el medio utilizado por la doctrina y la jurisprudencia para librarse de las disposiciones
legales que no responden ya a la opinión jurídica dominante.

2. Importancia del estudio de los principios rectores del proceso civil.

Desde un punto de vista pragmático, el estudio de los principios del Derecho Procesal Civil
ayuda con frecuencia a encontrar la solución de problemas que se presentan en la práctica
forense, pues en numerosos casos la ley procesal calla en relación con el alcance o
significado de una disposición en particular, y al respecto se producen discusiones
bizantinas que pueden ser evitadas con la aplicación lógica de los principios procesales.

Por ejemplo, si sabemos que en el proceso civil rige el principio de rogación o impulsión de
parte, ante el silencio de la ley en una determinada norma procesal no cabe discutir si el
juez está facultado para actuar de oficio, pues este principio nos hace saber que en lo civil
el juez sólo puede actuar de oficio en los casos expresamente establecidos por la ley.

3. Principios rectores del proceso civil.

A. Principio dispositivo.

De acuerdo con este principio, las partes son libres para hacer lo que estimen
conveniente con sus derechos y potestades procesales, pues siendo un interés privado
el que se ventila en el juicio, las partes son, relativamente, dueños del proceso, sin que
el juez pueda influir en la decisión que tomen.

El principio dispositivo campea en el Código de Procedimiento Civil y está consignado


fundamentalmente en los arts. 56 Pr.[1] y 193 Pr.[2] Podemos señalar como principales
manifestaciones las siguientes:
a. El actor es el único autorizado para promover el proceso (nemo iudex sine actore).
El juez no puede iniciar de oficio un proceso aunque conozca todos los pormenores
de la cuestión y la violación de la ley. El art. 935 inc. 2 Pr. dispone que no puede
obligarse a nadie a mostrarse actor. Aunque no lo consagre expresamente este
cuerpo de leyes, tampoco puede obligarse al demandado a asumir la defensa y a
oponer excepciones.

b. Las partes deben aportar las pruebas y hacer los alegatos correspondientes.

c. Las partes pueden disponer sobre la relación material mediante el desistimiento,


deserción, transacción, abandono y allanamiento.

d. El juez debe dictar su sentencia de acuerdo con los hechos alegados y probados
por las partes. El art. 424 Pr. dice: “Las sentencias deben ser claras, precisas y
congruentes con la demanda y con las demás pretensiones deducidas
oportunamente en el juicio, haciendo las declaraciones que esta exija, condenando
o absolviendo al demandado y decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sido
objeto del debate. Cuando estos hubieren sido varios, se hará con la debida
separación el pronunciamiento correspondiente a cada uno de ellos”[3].

e. Solo a las partes les corresponde el derecho de interponer los recursos establecidos
por la ley, ya que son ellas las que pueden ser agraviadas con la resolución
recurrida. No obstante, los terceros interesados pueden apelar de acuerdo con los
arts. 492 y 493 Pr.

f. La cosa juzgada sólo afecta a las personas que han sido partes en el proceso, salvo
las excepciones legales (como en el caso del art. 838 inc. 2 Pr.).

B. Principio de rogación o de impulsión procesal de parte.

El principio de rogación está contemplado también en los arts. 56 y 193 Pr. Consiste en
que en el proceso civil las diligencias y providencias del juicio se dictan a ruego, es
decir, a petición de parte. Obedece al razonamiento de que al tutelar el proceso civil un
interés privado, su avance debe ser una preocupación de las partes litigantes y no del
juez de la causa. Si las partes no impulsan el proceso, puede entonces producirse la
caducidad de la instancia.

No obstante lo expuesto, existen algunos casos en que el juez puede actuar de oficio,
por ejemplo, en las pruebas para mejor proveer, de acuerdo con el art. 213 Pr.; en las
declaraciones de nulidad por impedimentos absolutos del matrimonio, de acuerdo con
el art. 114 C.; en la declaración de la nulidad absoluta de los actos y contratos, de
acuerdo con el art. 2204 C.; o declarando su incompetencia por razón de la materia y
cuantía, de acuerdo con el art. 827 inc. 2 Pr.

C. Principio de convalidación procesal

Este principio supone que si las partes no protestan oportunamente las infracciones a
las normas procesales, estas quedan convalidadas por las actuaciones posteriores de
las partes. La ley presume que la falta de protesta implica una aceptación tácita del
procedimiento empleado. Si la parte a la que afecta la nulidad o infracción procesal no
realiza la protesta, el juez no puede decretar de oficio la nulidad del procedimiento (es
una expresión de los principios dispositivo y de rogación).
El principio de convalidación está contenido en el art. 8 Pr.: “El hecho de dar una
tramitación distinta de la que corresponde al juicio, pero siempre en el mismo orden de
contencioso o voluntario, no produce nulidad si las partes en la primera notificación que
se les haga no lo alegan”. También puede apreciarse en otros artículos del Código de
Procedimiento Civil: el art. 125 (autonotificación), el art. 2026 (obligatoriedad de la
reclamación de las nulidades en la instancia en que se produjeron) y el art. 262
(sumisión al juez incompetente por razón del territorio).

Este principio no es absoluto, pues existe una categoría de nulidades denominadas


“absolutas” o “insubsanables”, en las cuales no se aplica el principio de convalidación
pues afectan situaciones de orden público o ritualidades inherentes al proceso, de
manera que no pueden ser convalidadas por hechos posteriores. En este caso si puede
el juez de oficio decretar la nulidad en cualquier instancia.

D. Principio de igualdad procesal

Por este principio se garantiza a las partes igualdad de oportunidades para invocar y
alegar en el proceso sus derechos y defensas. Este principio es una aplicación del
principio general de igualdad ante la ley (arts. 27 y 165 Cn.).

Para la aplicación de este principio debe tenerse en consideración la desigual posición


que ocupan el demandante y el demandado, que produce particulares derechos,
cargas y obligaciones. Por ejemplo, el demandante debe rendir fianza de costas, el
demandado no; el apelante tiene que cumplir con ciertos requisitos para evitar la
deserción, el apelado no. Este principio tiene, entre otras, las aplicaciones siguientes:

a) Las partes deben ser oídas en las defensas de sus derechos. Nadie puede ser
condenado sin haber sido oído y vencido en juicio.

b) Nadie puede ser juzgado por tribunales especiales creados para el caso, ya sea en
lo civil o en lo penal, sustrayéndolos de sus jueces naturales. El art. 23 Pr. dispone
que nadie puede ser separado de sus jueces competentes. No se podrá, en
consecuencia, establecer tribunales ni comisiones extraordinarias.

c) Nadie puede ser privado de la vida, la libertad, el honor y la propiedad sin que se le
haya seguido un debido proceso[4].

E. Principio de publicidad procesal

Bajo este principio, se faculta tanto a terceros como a las partes y sus defensores a
presenciar los actos procesales e intervenir en ellos. Este principio esta dirigido más a
la sociedad que a los particulares. La publicidad, con la consiguiente presencia del
público en las actuaciones, constituye un mecanismo de fiscalización popular sobre los
magistrados y jueces. Este principio tiene dos manifestaciones:

a. El proceso es público y, como consecuencia, puede ser consultado por cualquier


ciudadano o por la prensa. En esta forma el pueblo puede fiscalizar a la
administración de justicia.

El art. 192 Pr. dice que los actos de los tribunales y jueces son públicos, salvo los
casos expresamente exceptuados. Por ejemplo, se permite que el juez reciba las
pruebas a puerta cerrada, pero con la concurrencia de las partes, cuando se pueda
provocar escándalo u ofensa a la moral, de acuerdo con el art. 1113 Pr. También
puede ordenar que el proceso se mantenga reservado en los juicios de divorcio y de
nulidad del matrimonio, de acuerdo con el art. 1618 Pr.

b. Al demandado debe dársele intervención desde la iniciación del juicio. En el proceso


civil el demandado es llamado al proceso en virtud del emplazamiento y desde
entonces puede asumir su defensa, sin que se le pueda poner obstáculos. El art. 9
Pr. establece que toda persona tiene libre acceso a los tribunales para hacer
efectivos sus derechos y para defenderlos, mientras que el art. 21 LOPJ establece
que el Estado garantiza el acceso libre e irrestricto a los juzgados y tribunales para
todas las personas, en plano de absoluta igualdad ante la ley para el ejercicio del
derecho procesal de acción y la concesión de la tutela jurídica.

F. Principio de adquisición procesal

Todo el material de conocimiento incorporado al proceso sirve y es útil para todas las
partes y no solo para quien lo aportó. Este principio se manifiesta principalmente en
materia probatoria, pero también con relación a las declaraciones positivas o negativas
que hagan las partes.

Las pruebas benefician y perjudican al que las presenta. No se puede invocar solo lo
que le beneficie, desechando lo que le perjudica. La prueba, pues, en este sentido es
indivisible. El art. 2270 C. preceptúa que no se pueden presentar en juicio instrumentos
públicos ni privados con calidad de estar solo a lo favorable de su contenido.

Aunque el Código Civil solo regula en el referido artículo el supuesto de la prueba


instrumental y el Código de Procedimiento Civil calla en lo que atañe a su consagración
general o especial, este principio se aplica a todas las pruebas, porque una vez
rendidas pertenecen al proceso y no a las partes, aunque estas todavía conservan la
propiedad de los instrumentos representativos de algunas de ellas, como, por ejemplo,
los documentos, que pueden ser retirados dejando copia de ellos.

G. Principio de economía procesal

Este principio indica que el proceso debe desarrollarse de forma que se economice
trámites, tiempo, energía y dinero, de acuerdo con las circunstancias de cada caso. En
palabras de Carnelutti, se trata de lograr el máximo resultado procesal con el mínimo
de intervención del órgano jurisdiccional.

La doctrina señala las aplicaciones siguientes:

a. La justicia debe ser gratuita. Esto lo establece el art. 21 inc. 3 LOPJ. No obstante,
en la práctica las partes tienen que hacer cuantiosos gastos para sostener un litigio
(pago de abogados, etc.), por lo cual el legislador debe simplificar los
procedimientos y buscarles asistencia y protección jurídica a los pobres.

b. Los trámites y formas deben ser simples. La sencillez debe ser mayor en los juicios
de menor cuantía.

c. Simplificar las pruebas onerosas. Por ejemplo, en la prueba pericial nombrar un solo
perito por el juez.

d. Se deben limitar los recursos en los juicios de menor cuantía. Por ejemplo, en los
juicios verbales no existe casación, y tampoco existe en los juicios escritos de baja
cuantía señalados de previo por la Corte Suprema de Justicia[5].
e. Se deben crear tribunales especiales que conozcan de asuntos de repercusión
social, aunque sean de poco valor pecuniario, v. gr. los tribunales de familia. Se
pretende con estos tribunales la especialidad de los jueces y un menor gasto
económico de las partes.

H. Principio de concentración procesal

Los actos procesales deben estar próximos unos a otros en el tiempo, evitando que el
proceso se disperse y se diluya en sus trámites. En virtud de este principio el proceso
se realiza en pocas audiencias, economizando actos y tiempo. Las audiencias deben
ser próximas y reunir en ellas todo el material, de fondo o de forma, para su decisión.

En nuestro proceso civil escrito, este principio se manifiesta solo excepcionalmente.


Por ejemplo, las excepciones dilatorias y perentorias deben oponerse conjuntamente
en los juicios ejecutivos y sumarios para fallarse en la sentencia definitiva, salvo ciertas
excepciones, de conformidad con los arts. 828 y 1739 Pr.

I. Principio de eventualidad procesal

En virtud de este principio las partes deben invocar oportunamente, en cada una de las
etapas del proceso, los hechos, derechos, defensas y pruebas para el evento de que le
puedan ser útiles, aunque de momento no lo sean.

Por ejemplo, el demandante puede acumular en forma subsidiaria a la acción principal,


las acciones incompatibles con aquella; el demandado puede esgrimir excepciones en
forma subsidiaria a las primeramente invocadas, lo cual sucede generalmente en los
juicios sumarios y ejecutivos donde se pueden oponer conjuntamente las dilatorias y
perentorias, pasando a ser estas subsidiarias de aquellas, por razones obvias; el
demandado se puede adherir a recurso de apelación del demandante para que el
tribunal de apelación conozca de la excepción o excepciones que el juez a quo no
consideró necesario analizar, en el supuesto de que el mencionado tribunal se
pronuncie en contra de las acogidas por el juez a quo. Se impide en esta forma
regresar a etapas procesales ya consumadas y se evita la multiplicidad de juicios.

J. Principio de consumación procesal

Realizados los derechos y facultades procesales, no se permite su ejercicio en otra


oportunidad. Consumado el acto procesal, ya no puede ser repetido. Por ejemplo, si se
contestó la demanda, ya no se puede contestar otra vez, aunque se alegue error.

K. Principio de preclusión procesal

El vocablo precluir significa clausurar, cerrar, extinguir o impedir. En este sentido, La


preclusión es la situación procesal que se produce porque alguna de las partes no haya
ejercitado oportunamente y en forma legal, alguna facultad o algún derecho procesal.

El proceso se desarrolla en etapas y el principio de preclusión viene cerrando y


sellando definitivamente cada etapa, impidiendo el retorno a ellas. V. gr., si el perdidoso
no apeló dentro del tiempo de ley, ya perdió su oportunidad, y no se le puede conceder
otra[6]; si las partes no aportaron pruebas dentro del término probatorio, ya no lo
podrán hacer en otra oportunidad, salvo las excepciones legales.
Si por ejemplo, el demandado no contestó dentro del término de ley la demanda, se le
considera litigante rebelde y el juicio debe seguirse en rebeldía; si no presenta
oportunamente sus pruebas, pierde el derecho de hacerlo y, concluido el período de
pruebas, el juicio sigue adelante.

Existen tres situaciones en que ocurre la preclusión en el proceso civil:

a. Por no haber observado el orden u oportunidad dado por la ley para la realización
del acto. Por ejemplo, no apelar dentro del término legal; no presentar las pruebas
dentro de la oportunidad legal; no expresar agravios en el término de ley; etc.

b. Por haber cumplido una actividad incompatible con otra. Por ejemplo, contestada la
demanda, precluye el derecho de oponer excepciones dilatorias, a pesar de estar
pendiente el término para interponerlas. Si el demandado contesta el fondo de la
demanda y en el mismo escrito opone excepciones dilatorias, estas resultan
inoperantes, ahogadas.

c. Por haberse ejercido ya una vez, válidamente, dicha facultad. Este es el principio de
consumación procesal expuesto anteriormente.

L. Principio de inmediación procesal

El principio de inmediación exige el contacto personal y directo del juez con las
personas, hechos y pruebas del proceso. Si el contacto es con un elemento personal o
subjetivo, partes o terceros, la inmediación es subjetiva. Si el contacto es con cosas o
hechos, la inmediación se denomina objetiva (inspección para verificar hechos).

El principio de inmediación consiste esencialmente en que el juez esté en contacto


personal con las partes: reciba las pruebas, oiga sus alegatos, los interrogue. En
nuestro proceso civil rige este principio en la prueba de inspección, en la testifical y en
la absolución de posiciones, que se reciben, o deberían recibirse, en presencia del
juez.

La inmediación debe darse durante todo el proceso, principalmente en los debates y la


recepción de la prueba. En esta última significa contacto directo con el hecho a probar
o cuando menos con el medio.

El art. 186 Pr., a pesar de que este cuerpo de leyes consagra un proceso escrito,
recoge el principio de inmediación en materia probatoria al disponer que los jueces y
magistrados, en su caso, recibirán por sí las declaraciones y presidirán todas las
diligencias de prueba.

La violación del art. 186 Pr. produce la nulidad del acto y hasta se sostiene que acarrea
su inexistencia, lo cual significa que no es convalidable y puede ser denunciada de
oficio. No obstante, en la práctica los secretarios reciben las pruebas sin la presencia
del juez, y los litigantes no protestan ni piden la nulidad.

M. Principio de buena fe o probidad procesal

Un aforismo romano define la buena fe (probidad u honradez) diciendo que consiste en


actuar con pleno e íntimo convencimiento de que cuanto decimos es cierto, cuanto
hacemos es lo correcto y cuanto reclamamos nos pertenece.
Con el principio de buena fe procesal se procura que las partes desarrollen un leal y
honorable debate ante el órgano jurisdiccional, pues para que el proceso pueda cumplir
sus fines, este no debe convertirse en escenario de ardides, trampas y engaños. La
finalidad del principio de probidad o buena fe consiste pues en evitar la malicia en la
conducta de las partes contendientes.

El fundamento de este principio radica en que al Estado le interesa sobremanera que


en el proceso reine la buena fe. Las partes deben actuar con lealtad y buena fe. Este
principio excluye las trampas judiciales, la prueba falsa, los recursos mal intencionados,
los incidentes innecesarios, etc.

Dentro de este orden de ideas, el art. 15 LOPJ establece la obligación de las partes de
respetar las reglas de la buena fe y actuar con lealtad, respeto, probidad y veracidad,
así como el deber de los tribunales y jueces de rechazar fundadamente toda
argumentación que se formule con manifiesto abuso del derecho o que entrañe fraude
a la ley, y otorga potestad disciplinaria con respecto de las actuaciones de las partes en
el desarrollo del proceso.

En consonancia con lo dicho, los arts. 53 y 243 Pr. establecen sanciones contra las
partes y sus abogados que promuevan incidentes ilegales con el único ánimo de
retardar el proceso.

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[1] “Art. 56.- Ninguna providencia judicial se dictará de oficio por los jueces y tribunales sino a
solicitud de parte, excepto aquellas que la ley ordene expresamente. Pero deberá ordenarse
de oficio, o sin nueva petición, todo aquello que fuere una consecuencia inmediata o
accesoria legal de una providencia o solicitud, y en caso de duda bastará la petición verbal del
interesado, la cual se mencionará en el mismo auto, sin hacerla constar por separado. Deberá
por consiguiente, decretarse de este modo, todo lo necesario para que se lleve a efecto y se
complete una prueba o diligencia ya ordenada; y el juez que exija escritos innecesarios, será
responsable por el valor de ellos, responsabilidad que impondrá el tribunal superior con solo la
vista del escrito en que se haya hecho constar tal exigencia, sin que el juez lo haya
contradicho en el auto respectivo. También deberá reiterarse a solicitud verbal, cualquier
mandato que no haya tenido efecto por hecho o culpa de la oficina o de la otra parte”.

[2] “Art. 193.- Los tribunales o jueces no podrán ejercer su ministerio sino a petición de parte,
salvo los casos en que la ley los faculte para proceder de oficio. Reclamada su intervención
en forma legal y en negocio de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad
ni aun por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión”.

[3] No sucede lo mismo en cuanto al Derecho. El Juez conoce el Derecho y debe aplicarlo y,
como consecuencia, no rige el principio dispositivo. De acuerdo con el art. 1027 Pr., los jueces
pueden suplir las omisiones de los demandantes, y también de los demandados, si estas
pertenecen al Derecho; pero no pueden suplir de oficio el medio que resulte de la
prescripción, lo cual se deja a la conciencia del litigante, ni las omisiones de hecho.

[4] Art. 33 Cn.

[5] En la actualidad la cuantía la fija directamente la Corte Suprema de Justicia (hoy la


cuantía está fijada en C$ 20,000 para las causas ventiladas en el departamento de Managua
y en C$ 15,000 para el resto del país).
[6] Transcurridos los términos para preparar, interponer o mejorar cualquier recurso, sin
haberlo utilizado, quedará de derecho consentida y pasada en autoridad de cosa juzgada la
resolución a que se refiera, sin necesidad de declaración expresa sobre ello (art. 439 Pr.);
Son nulas las pruebas presentadas fuera del término probatorio, salvo las excepciones
legales (arts. 1086 y 1116 Pr.). Se pueden presentar fuera del término probatorio la prueba
instrumental (art. 1136 Pr.) y de posiciones (art. 1203 Pr.), pero el juez o tribunal las tomará
en cuenta si llegaren oportunamente a su poder, pues no están obligados a esperar que se
evacuen para la tramitación y fallo del asunto; La promesa estimatoria puede deferirse en
cualquier estado del juicio (art. 1248 Pr.). Los arts. 1106, 1156, 1254 y 1284 Pr. permiten, bajo
ciertas circunstancias, recibir pruebas fuera del termino probatorio.

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[1] Ejemplo de leyes complementarias o afines al Código Civil son la Ley de Alimentos, la Ley
de Divorcio por Voluntad de Una de las Partes, la Ley de Inquilinato, etc. También las
controversias relacionadas con el Derecho Mercantil se resuelven por los trámites del proceso
civil.

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