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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

EL ACTO HUMANO

El ser humano está dotado de inteligencia,


voluntad y libertad para tomar decisiones En el
siglo XVIII, Immanuel Kant , uno de los teóricos
más importantes de la ética, afirmó que la
corrección y la incorrección están
indisolublemente interrelacionadas entre sí: por
medio de un proceso de razonamiento , dice
Kant podemos determinar cuáles son nuestras obligaciones morales, nuestros dilemas
morales no siempre consisten en la discrepancia entre lo que es correcto y lo incorrecto, sino
lo que hace que algo sea correcto o incorrecto.
I. CONCEPTO. Los actos se denominan humanos cuando son
propios del hombre como hombre; pero, cuando los actos son
hechos por el hombre, pero no le son propios a él como ser
racional, se llaman actos de hombre. Los actos humanos son
imputables al hombre en cuanto involucran su
responsabilidad, por la misma razón que él los lleva a cabo en
forma deliberada y con autodeterminación
Los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad
deliberada del hombre; es decir, los que realiza con
conocimiento y libre voluntad. En ellos interviene primero el entendimiento, porque no se
puede querer o desear lo que no se conoce, con el entendimiento el hombre advierte el
objeto y delibera si puede y debe tender a él, o no.
Una vez conocido el objeto, la voluntad se inclina hacia por qué lo desea, o se aparta de
él, rechazándolo. Sólo en este caso cuando intervienen entendimiento y voluntad el hombre
es dueño de sus actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos.
Los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del hombre; es
decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad. En ellos interviene primero el
entendimiento, porque no se puede querer o desear lo que no se conoce: con el
entendimiento el hombre advierte el objeto y delibera si puede y debe tender a él, o no.
Una vez conocido el objeto, la voluntad se inclina hacia ‚l porque lo desea, o se aparta de
él, rechazándolo.
Sólo en este caso cuando intervienen entendimiento y voluntad el hombre es dueño de sus
actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos. Y sólo en los actos humanos puede
darse valoración moral.
No todos los actos que realiza el hombre son propiamente humanos, ya que como hemos
señalado antes, pueden ser también:
1) meramente naturales: los que proceden de las potencias vegetativas y sensitivas,
sobre las que el hombre no tiene control voluntario alguno, y son comunes con los
animales: p. ej., la nutrición, circulación de la sangre, respiración, la percepción visual o
auditiva, el sentir dolor o placer, etc.;
2) actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la advertencia (locos,
niños pequeños, distracción total), ya la voluntariedad (por coacción física, p. ej.), ya ambas
(p. ej., en el que duerme).
II. DIVISIÓN DEL ACTO HUMANO. Por eso el acto humano se ha dividido en:
Por su relación con la moralidad, el acto humano puede ser:
1) bueno o lícito, si es conforme con la ley moral (p. ej., el dar limosna);
2) malo o ilícito, si le es contrario (p. ej., mentir);
3) indiferente, cuando ni le es contrario ni conforme (p.ej., el caminar; cfr.2.6.1).
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Aunque ésta es la división más importante, interesa señalar también que, en razón de las
facultades que lo perfeccionan, el acto puede ser:
a) interno: el realizado a través de las facultades internas del hombre, entendimiento,
memoria, imaginación..., p. ej., el recuerdo de una acción pasada, o el deseo de algo
futuro;
b) externo: cuando intervienen también los órganos y sentidos del cuerpo (p. ej., comer o
leer).
III. ELEMENTOS CONSTITUYENTES DEL ACTO HUMANO
LA ADVERTENCIA Y EL CONSENTIMIENTO
Ya hemos dicho que el acto humano exige la
intervención de las potencias racionales,
inteligencia y voluntad, que determinan sus
elementos constitutivos: la advertencia en la
inteligencia y el consentimiento en la voluntad.
3.1 la advertencia. Por la advertencia el hombre
percibe la acción que va a realizar, o que ya está
realizando. Esta advertencia puede ser plena o
semiplena, según se advierta la acción con toda
perfección o sólo imperfectamente (por ejemplo,
estando semi-dormido).
Obviamente, todo acto humano requiere necesariamente de esa advertencia, de tal modo
que un hombre que actúa a tal punto distraído que no advierte de ninguna manera lo que
hace, no realizaría un acto humano.
No basta, sin embargo, que el acto sea advertido para que pueda ser imputado
moralmente: en este caso es necesaria, además, la advertencia de la relación que tiene el
acto con la moralidad (por ejemplo, el que advierte que está comiendo carne, pero no se
da cuenta que es vigilia, realiza un acto humano que, sin embargo, no es imputable
moralmente).
La advertencia, pues, ha de ser doble: advertencia del acto en sí y advertencia de la
moralidad del acto.
3.2 el consentimiento. Lleva al hombre a querer realizar ese acto previamente conocido,
buscando con ello un fin. Como señala Santo Tomás (S. Th, I-II, q. 6, a. 1), acto voluntario
o consentido es “el que procede de un principio intrínseco con conocimiento del fin”.
Ese acto voluntario –consentido- puede ser perfecto o imperfecto -según se realice con
pleno o semipleno consentimiento- y directo o indirecto. Por la importancia que tiene en la
práctica, estudiaremos con más detenimiento lo que se entiende por acto voluntario
indirecto y directo.
Es necesario precisar:
a. Por la advertencia el hombre percibe la acción que va a realizar, o que ya está
realizando. Esta advertencia puede ser plena o semiplena, según se advierta la acción
con toda perfección o sólo imperfectamente (p. ej., estando semi-dormido).
b. El consentimiento: lleva al hombre a querer realizar ese acto previamente conocido,
buscando con ello un fin.
c. La conciencia moral: Es el conocimiento que tenemos o debemos tener sobre las
normas o reglas morales; es la facultad que nos permite darnos cuenta si nuestra
conducta moral es o no valiosa y ser consciente de los valores éticos, es decir
conocimiento de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer.
d. La responsabilidad: el asumir las acciones que se realizan en el manejo de la propia
vida y del trato con los demás y el entorno, siendo consciente de la libertad.
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e. La libertad: es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar,


de hacer esto o aquello, de ejecutar por sí mismo acciones deliberadas y caracteriza
los actos humanos cuando se les da un sentido y una orientación:
La libertad es posterior al entendimiento y a la voluntad, puesto que obedece al modo
de ser propio del hombre, siendo en él una fuerza de crecimiento y maduración.
3.3. El acto voluntario indirecto
El acto voluntario indirecto se da cuando al realizar una acción, además del efecto que
se persigue de modo directo con ella, se sigue otro efecto adicional, que no se pretende
sino sólo se tolera por venir unido al primero (por ejemplo, el militar que bombardea
una ciudad enemiga, a sabiendas de que morirán muchos inocentes: quiere
directamente destruir al enemigo -voluntario directo-, y tolera la muerte de inocentes -
voluntario indirecto-).
Es un acto, por tanto, del que se sigue un efecto bueno y otro malo, y por eso se le
llama también voluntario de doble efecto.
Es importante percatarse de que no es un acto hecho con doble fin (por ejemplo, robar
al rico para darle al pobre), sino un acto del que se siguen dos efectos: doble efecto,
no doble fin.
"Robin Hood" o "Chucho el Roto" realizan acciones con doble fin: el fin inmediato es
robar al rico, el fin mediato es darle ese dinero a los pobres. No es una acción de doble
efecto, sino una acción con un fin propio y un fin ulterior.
Hay casos en que es lícito realizar acciones en que, junto a un efecto bueno se seguirá
otro malo. Para que sea lícito realizar una acción de la que se siguen dos efectos, bueno
uno (voluntario directo) y malo el otro (voluntario indirecto), es necesario que se reúnan
determinadas condiciones:
1. Que la acción sea buena en sí misma, o al menos indiferente.
Así, nunca es lícito realizar acciones malas (por ejemplo, mentir, jurar en falso, etc.),
aunque con ellas se alcanzaran óptimos efectos, ya que el fin nunca justifica los medios,
y por tanto no se puede hacer el mal para obtener un bien.
Para saber si la acción es buena o indiferente habrá que atender, como se verá más
adelante, a su objeto, fin y circunstancias.
2. Que el efecto inmediato o primero que se produce sea el bueno, y el malo sea sólo
su consecuencia necesaria.
Es un principio que se deriva del anterior: es necesario que el buen efecto derive
directamente de la acción, y no del efecto malo (por ejemplo, no sería lícito que por
salvar la fama de una muchacha se procurara el aborto, pues el efecto primero es el
aborto; no sería lícito matar a un inocente para después llegar hasta donde está el
culpable, porque el efecto primero es la muerte del inocente).
3. Que uno se proponga el fin bueno, es decir, el resultado del efecto bueno, y no el
malo, que solamente se tolera.
Si se intentara el fin malo, aunque fuera a través del bueno, la acción sería inmoral, por
la perversidad de la intención. El fin malo sólo se tolera, por ser imposible separarlo del
bueno, con disgusto o desagrado.
Ni siquiera es lícito intentar los dos efectos, sino únicamente el bueno, permitiendo el
malo solamente por su absoluta inseparabilidad del primero (por ejemplo, el empleado
que amenazado de muerte da el dinero a los asaltantes, ha de tener como fin salvar su
vida, y no que le roben al patrón). Aun teniendo los dos fines a la vez, el acto sería
inmoral.
4. Que haya un motivo proporcionado para permitir el efecto malo.
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Porque el efecto malo -aunque vaya junto con el bueno y se le permita sólo de modo
indirecto- es siempre materialmente malo, y el pecado material -en el que no existe
voluntariedad de pecar- no se puede permitir sin causa proporcionada.
No sería lícito, por ejemplo, que para conseguir un pequeño arsenal de municiones del
ejército enemigo haya que arrasar a todo un pueblo: el motivo no es proporcionado al
efecto malo.
IV. ESTRUCTURA DEL ACTO HUMANO:
El acto humano no es aislado, sino integrado por elementos
diversos, sobre la bondad o maldad de un acto, es preciso
considerar:
a) El objeto del acto en sí mismo, el objeto: es hacia dónde
se dirige el acto libre y voluntario; qué es lo que quiere; es el
contenido de la acción.
b) Las circunstancias que lo rodean, la situación o
circunstancias. Situado en un lugar, por una persona, en un
tiempo, quién lo hace y qué condiciones acompañan al acto Se
pueden considerar en concreto las siguientes. Quién realiza la acción.
- Las consecuencias o efectos que se siguen de la acción.
- Qué cosa: designa la cualidad de un objeto.
- Dónde: el lugar donde se realiza la acción.
- Con qué medios se realizó la acción.
- El modo como se realizó el acto.
- Cuándo se realizó la acción, ya que en ocasiones el tiempo.
c. la finalidad que el sujeto se propone con ese acto. La finalidad: La intención o fin: El
motivo por el cual se efectúa el acto; la razón por la cual se actúa
V. OBSTACULOS AL ACTO HUMANO. Se trata ahora de analizar algunos factores que
afectan a los actos humanos, ya impidiendo el debido conocimiento de la acción, ya la libre
elección de la voluntad; es decir, las causas que de alguna manera pueden modificar el
acto humano en cuanto a su voluntariedad o a su advertencia y, por tanto, en relación con
su moralidad.
El acto humano necesita de la concurrencia de tres factores: el cognoscitivo, o
conocimiento, el volitivo, o voluntad, y el ejecutivo o potencia
5.1. Obstáculo por parte del conocimiento: (elemento cognoscitivo) el error y la falta de
atención.
5.1.1. La ignorancia es un acto involuntariamente, dado que lo que es desconocido
no puede ser hecho en forma voluntaria. La ignorancia puede ser vencible o
invencible.
a) Ignorancia vencible: es aquella que se podría y debería superar, si se pudiera un
esfuerzo razonable (p. Ej., consultando, estudiando, pensando, etc.).
b) Ignorancia invencible; es aquella que no puede ser superada por el sujeto que la
padece, ya sea porque de ninguna manera la advierte (p. Ej., el aborigen que no
advierte la ilicitud de la venganza), o bien porque ha intentado en vano de salir de
ella (preguntando o estudiando).
5.1.2. Falta de atención actual a una cosa que se conoce habitualmente;
5.1.3. El error, o juicio equivocado sobre la verdad de una cosa.
5.2. Obstáculos por parte de la voluntad: (elemento volitivo)
5.2.1. El miedo. Es una vacilación del ánimo ante un mal presente o futuro que nos
amenaza, y que influye en la voluntad del que actúa. En general, el miedo -aunque
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sea grande- no destruye el acto voluntario, a menos que su intensidad haga perder
el uso de razón.
5.2.2. Las pasiones. Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que
inclinan a obrar o no obrar. Son componentes naturales del psiquismo humano,
Ejemplos de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la
tristeza y la ira. Deben ser dirigidas por la razón y regidas por la voluntad.
Si las pasiones se producen antes de que se realice la acción e influyen en ella,
disminuyen la libertad por el ofuscamiento que suponen para la razón; incluso en
arrebatos muy violentos, pueden llegar a destruir esa libertad (p. ej., el padre que
llevado por la ira golpea a su hijo pequeño). Si se producen como consecuencia
de la acción y son directamente provocadas, aumentan la voluntariedad (p. ej., el
que recuerda las ofensas recibidas para aumentar la ira y el deseo de venganza).
5.2.3. La agresividad. Es el impulso de un factor exterior ser físico (golpes, etc.) o
moral (promesas halagos, ruegos insistentes e inoportunos, etc.), que nos lleva a
actuar en contra de nuestra voluntad. Ese factor exterior puede que da lugar a la
violencia física o moral. La violencia física absoluta -que se da cuando la persona
violentada ha opuesto toda la resistencia posible, sin poder vencerla- destruye la
voluntariedad.
5.2.4 Los hábitos. En el curso de su desarrollo, la persona humana adquiere hábitos
que son pautas de comportamiento estables que disponen al sujeto para bien o
para mal, según su forma de ser los cuales son difíciles tanto de adquirir como de
remover. En el campo de la moral, los hábitos se manifiestan como virtudes o
vicios de comportamiento.
VI. LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO.
El acto humano no es una estructura simple, sino integrada
por elementos diversos. ¿En cuáles de ellos estriba la
moralidad de la acción? La pregunta anterior, clave para el
estudio de la ciencia moral, se responde diciendo que, en el
juicio sobre la bondad o maldad de un acto, es preciso
considerar:
a) las circunstancias que lo rodean, son diversos factores o
modificaciones que afectan al acto humano. Se pueden
considerar en concreto las siguientes:
- Quién realiza la acción (por ejemplo, peca más
gravemente quien teniendo autoridad da mal ejemplo).
- Las consecuencias o efectos que se siguen de la acción (un leve descuido del médico
puede ocasionar la muerte del paciente).
- Qué cosa: designa la cualidad de un objeto (por ejemplo, el robo de una cosa sagrada)
o su cantidad (por ejemplo, el monto de lo robado).
- Dónde: el lugar donde se realiza la acción (por ejemplo, un pecado cometido en público
es más grave, por el escándalo que supone).
- Con qué medios se realizó la acción (por ejemplo, si hubo fraude o engaño, o si se
utilizó la violencia).
- El modo como se realizó el acto (por ejemplo, rezar con atención o distraídamente,
castigar a los hijos con exceso de crueldad).
- Cuándo se realizó la acción, ya que en ocasiones el tiempo influye en la moralidad (por
ejemplo, comer carne en día de vigilia).
b) la finalidad que el sujeto se propone con ese acto. La finalidad es la intención que tiene
el hombre al realizar un acto, y puede coincidir o no con el objeto de la acción.
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No coincide, por ejemplo, cuando camino por el campo (objeto) para recuperar la salud
(fin). Si coincide, en cambio, en aquel que se emborracha (objeto) con el deseo de
emborracharse (fin).
Para dictaminar la moralidad de cualquier acción, hay que reflexionar antes sobre estos
tres aspectos.
c) el objeto del acto en sí mismo, El objeto constituye el dato fundamental: es la acción misma
del sujeto, pero tomada bajo su consideración moral.
Nótese que el objeto no es el acto sin más, sino que es el acto de acuerdo a su calificativo
moral. Un mismo acto físico puede tener objetos muy diversos, como se aprecia en los
ejemplos siguientes:
ACTO OBJETOS DIVERSOS
matar asesinato hablar mentir bendecir
defensa propia rezar insultar difamar jurar
aborto pena de adular blasfemar
muerte
La moralidad de un acto depende principalmente del objeto: si el objeto es malo, el acto
ser necesariamente malo; si el objeto es bueno, el acto ser bueno si lo son las
circunstancias y la finalidad.
Por ejemplo, nunca es lícito blasfemar, perjurar, calumniar, etc., por más que las
circunstancias o la finalidad sean muy buenas.
Si el objeto del acto no tiene en sí mismo moralidad alguna (p. ej., pasear), la recibe de la
finalidad que se intente (p. ej., para descansar y conservar la salud), o de las circunstancias
que lo acompañan (p. ej., con una mala compañía).
La Teología Moral enseña que, aun cuando pueden darse objetos morales indiferentes en
sí mismos ni buenos ni malos, sin embargo, en la práctica no existen acciones indiferentes
(su calificativo moral procede en este caso del fin o de las circunstancias). De ahí que en
concreto toda acción o es buena o es mala.
ACTIVIDADES:
1. De acuerdo a la división del acto humano proponer ejemplos de cada uno de los casos
2. Identifica y analiza los elementos y obstáculos del acto humano a través de casos

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Enríquez, A. (2011). Ética y Valores. México: Pearson Educación.
Nuno, V, F. (2004). Filosofía, ética, moral y valores, Thomson Editores
Valverde V .http://www.monografias.com/trabajos5/conmo/conmo.shtml.Ecuador
http://www.legionhermosillo.com.mx/actoshumanos.html. Última modificación: Saturday, 30
de April de 2016, 11:53

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