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PLATÓN
El título de estas notas podría parecer que esconde un oxímoron porque ¿no
es toda literatura una impostura per se? ¿No es todo escritor un farsante
declarado y sus producciones, sarta de mentiras?
Uno de los primeros farsantes- aunque éste sí que era además un héroe- fue
Ulises. No solo luchó en Ítaca y navegó los mares; también inventó historias
para poder salir victorioso de más de un embrollo. Al cíclope Polifemo le
engañó; también mintió al llegar a Ítaca, haciéndose pasar por un viejo
desconocido. Sabemos que su abuelo materno fue Autólico, hombre que
sobrepasó a todos los hombres en ingenio a través de juramentos falsos y
procedimientos poco honrosos, hurtos y robos incluidos. Le dice Atenea a
Ulises en el Canto XIII: ‘Bien astuto y taimado ha se ser quien a ti te aventaje
en urdir añagazas del modo que fuere…’
Todos los impostores, llevados al papel, acaban siendo reales. Cobran una
especie de vida inmortal. Quizá ese es el verdadero secreto de la literatura:
convertir la mentira en una verdad eterna, transformar la realidad efímera y
gris en una página infinita y colorida de la Gran Ficción.