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BRUMAL DOI: https://doi.org/10.5565/rev/brumal.

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Revista de Investigación sobre lo Fantástico
Research Journal on the Fantastic Vol. V, n.º 2 (otoño/autumn 2017), pp. 297-302, ISSN: 2014-7910

Xavier Aldana Reyes (ed.), Horror: A Literary History, The British Library, Londres,
2016. ISBN 978-0-7123-5607-7.

De tarde en tarde, cuando uno echa o presente en el canon, relativiza esta pre-
un vistazo al ámbito anglosajón —ya sea ponderancia. Todavía queda, no obstante,
el estadounidense o el británico—, no pue- mucho camino por recorrer para siquiera
de sino sentir un principio de envidia: en- acariciar el nivel de legitimidad del que
vidia por su gran tradición de creadores goza la ficción de género anglosajona en
de lo imaginativo; envidia por la escasez todo el planeta, antes que nada, en los con-
de prejuicios a la hora de abordar el tema textos que la vieron nacer.
en el aula; envidia, también, por la notable El libro reseñado —una colección
cantidad y calidad de trabajos académicos de ensayos con la que se pretende carto-
dedicados a estas áreas de la ficción co- grafiar la historia del terror en la literatu-
múnmente llamada popular. Si bien es ver- ra— es un ejemplo inmejorable de esta
dad que pecan, muchos de estos estudios, aceptación de los códigos no miméticos
de un marcado ombliguismo, al conceder en el dominio culto y académico de Gran
primacía a piezas y nombres inscritos en Bretaña. Publicado por la Biblioteca Britá-
su entorno geográfico y lingüístico, no se nica, su sola apariencia externa habla de
puede decir ni que carezcan de interés un cuidado y atención al detalle no vistos
para el público general ni que les falten por estos lares hasta tiempos recientes. La
motivos para adoptar dicha actitud. Como calidad de la edición no deja, con todo, de
apuntaba, buena parte de los referentes de ser un detalle circunstancial (que no su-
lo fantástico y aledaños tiene origen nor- perficial), que se quedaría en anecdótico
teamericano, inglés o irlandés, y es muy de no tratarse de un sello tan prestigioso y
probable que, de todas las películas, li- con tanta visibilidad, no solo en el circuito
bros, cómics o series que se nos vienen a la universitario, sino en la sociedad en su
cabeza cuando pensamos en estas formas conjunto.
ficcionales, más de la mitad provenga de Por lo que respecta al contenido,
tales latitudes. La emergencia de valores aun cuando la estructura no es, en modo
contundentes, y exportables, en orbes alguno, novedosa —siendo así que se res-
como el español, así como la progresiva petan muchas de las divisiones clásicas, al
penetración de dichos modos en progra- menos en el plano cronológico—, alberga
mas universitarios y proyectos de investi- más de un aspecto que, ya de entrada,
gación de países sin un acervo tan nutrido convoca la curiosidad del lector. A partir

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de una muy didáctica introducción, en la Reyes de un rigor y una claridad de ideas


que el editor del volumen —el español encomiables; pero, por encima de todo, de
afincado en Inglaterra Xavier Aldana Re- un espíritu y una determinación incasa-
yes, de la Manchester Metropolitan Uni- bles, que, como digo, se echan de ver en la
versity— se pregunta acerca del qué, el empresa colectiva que es Horror: A Literary
porqué y el cuándo de la narrativa de terror, History.
se desarrolla una exploración a diversas El volumen comienza por la narra-
manos que es del todo consistente con los tiva gótica, de la mano de un artículo es-
principios formulados en esta parte. Tal crito por Dale Townshend (University of
es, de hecho, una de las principales virtu- Stirling) que marca con nitidez los límites
des del volumen; y es que, pese a deberse temporales de su asedio: 1740-1820. Este
a varias voces —todas ellas solventes en el es, en efecto, el punto que se tiende a to-
campo escrutado, como demuestran sus mar como referencia en las historias de lo
credenciales en las primeras páginas del fantástico. Cabe, no obstante, llamar la
libro—, los siete capítulos de corte históri- atención acerca de un hecho que a un his-
co se leen como si fueran uno solo, o me- panohablante podría pasarle desapercibi-
jor, como si hubieran salido de la misma do: la panorámica que se nos promete no
pluma. En ello tiene mucho que ver, apar- trata, en puridad, del espanto desatado
te de la profesionalidad y capacidad del por el encuentro con lo desconocido o so-
trabajo en equipo de cada uno de los con- brenatural, sino del concepto estrecho de
tribuyentes, la labor de coordinación efec- horror; lo cual significa que el foco está
tuada por quien es, a día de hoy, uno de puesto —igual que en otras publicaciones
los grandes especialistas en las áreas de lo del mismo tenor (pienso en el clásico de
gótico y el terror. Carroll The Philosophy of Horror, de 1990)—
El Dr. Aldana Reyes es un prolífico en la parte instintiva y primordialmente
investigador, cuyas aportaciones suelen física, antes que en la intelectual u ontoló-
contar con un reconocible sello de exigen- gica; en la sangre y vísceras, si se quiere, y
cia y profundidad. Colaborador asiduo de no tanto en la disrupción de la realidad.
algunas de las revistas con mayor presti- Esta última solo es considerada en rela-
gio internacional, son de destacar sus últi- ción con el desarreglo emocional genera-
mas producciones en formato libro: Body do en los personajes y como fuente de po-
Gothic: Corporeal Transgression in Contem- sibles amenazas para la integridad física
porary Literature (2014), Horror Film and de estos.
Affect: Towards a Corporeal Model of Viewer- Se inicia, así pues, el recorrido por
ship (2016) y, acaso el que más nos interesa las raíces culturales del horror, formulan-
en este foro, Spanish Gothic: National Iden- do una pregunta que se repetirá una y
tity, Collaboration and Cultural Adaptation otra vez entre los especialistas en el asun-
(2017). En todas ellas hace gala Aldana to: ¿a qué se debe el placer derivado de

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esta clase de ficción? ¿Por qué escenas un territorio distinto, con una tradición
que, en otros contextos, nos repugnarían e que, a ratos, se aleja ostensiblemente de la
indignarían moralmente, sobre la página del relato extraordinario y, por lo tanto,
nos causan (al menos a algunos) regocijo? requiere de una atención específica. Vuel-
Ya aquí se exponen los múltiples reparos ve, sea como fuere, a colocarnos frente a
que han perseguido el género desde su materiales más convencionales la profeso-
origen, los cuales no impidieron, en el pa- ra de Lausanne, al introducir la veta puri-
sado, su inmediata popularidad, en una tana y nombres esenciales, conocidos por
época que estaba entrando en la moderni- todos, como Charles Brockden Brown,
dad, ni han logrado detener su avance en Washington Irving, Nathaniel Hawthorne
la actualidad, como sugiere su paulatina y, claro, Edgar Allan Poe, al que, como era
aclimatación en el medio culto. Entre este de esperar, dedica la mayor parte del es-
debate y las primeras teorizaciones sobre pacio... centrándose, eso sí, en los pasajes
el particular discurre una parte del texto y efectos más macabros e impactantes de
de Townshend; en cuanto a la otra, se con- su cuentística (como el que corona «Hop
sagra a los autores y títulos más emblemá- Frog», libremente recreado en aquel clási-
ticos, entre los que nunca pueden faltar ni co de Vincent Price The Mask of the Red
Ann Radcliffe, ni Matthew «Monk» Lewis, Death). Termina el capítulo con una no
ni Charles Maturin, ni, por supuesto, Mary menos interesante sección, en torno a las
Shelley. que Soltysik Monnet bautiza como «muje-
Nos lleva el segundo capítulo a res del horror» y donde rescata la contri-
otro continente —el americano— y a los bución —anecdótica, en la mayoría de los
albores del horror en su creación literaria. casos— de figuras capitales como Harriet
Sorprende, en este sentido, el escrito de Beecher Stowe —responsable de Uncle
Agnieszka Soltysik Monnet (Université Tom’s Cabin (1852)—, Louise May Alcott
de Lausanne), al incluir en dicho corpus —a quien se debe Little Women (1868)— o
los testimonios de jóvenes raptadas por la mucho más vinculada con el género
nativos y sometidas a todo tipo de trope- Charlotte Perkins Gilman, autora del ale-
lías, iniciados en el siglo  xvii por A Narra- gato feminista The Yellow Wallpaper (1892).
tive of the Captivity, Sufferings and Removes «Horror in the Nineteenth Century:
of Mrs. Mary Rowlandson (1682), escrito Dreadful Sensations, 1820-80», de Royce
por la propia víctima. No debe, pese a Mahawatte (University of the Arts, Lon-
todo, hacernos recelar: recordemos de qué dres), retoma la panorámica donde lo ha-
hablamos en concreto; por mucho que la bía dejado el texto de Townshend, vol-
confluencia con lo fantástico se haga pal- viendo la vista sobre las primeras fases de
maria en numerosos casos, al punto de la época victoriana y otro fenómeno que,
que muchos de los referentes de este coin- a primera vista, podría parecer ajeno, no
ciden con los del horror, nos movemos en ya al ámbito de la literatura imaginativa,

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sino de lo literario, en general. Me refiero género: el cine; y también al estableci-


a los casos extraños y espantosos, que con miento de una categoría particular para
el tiempo recibirán, al menos en el domi- filmes como los de la Universal: «H for
nio anglosajón, el apelativo de penny drea- Horrific». Aun cuando se podría argüir
dfuls. Su contribución al desarrollo de la que el horror cinematográfico se inicia
poética terrorífica (u horrorífica, sería me- años antes, en la época muda, y que el pri-
jor decir) es, para Mahawatte, innegable, mer gran movimiento es patrimonio de
tanto en la consolidación de ciertas mane- Alemania, no del mundo anglosajón, no
ras en la plasmación teatral de la violencia cabe duda del enorme legado de las pie-
extrema —que se traducirán en propues- zas de un Browning, un Whale y demás
tas posteriores, como el famoso Théâtre nombres asociados al cine de monstruos
du Grand Guignol— como en la savia de los 30 y, en menor medida, 40; y ya no
nueva que insuflan a temas, motivos y tanto en el universo de lo audiovisual,
personajes surgidos de la moda gótica. A sino también en el estrictamente literario;
este respecto, destacan varios títulos, to- pues, como reconoce Luckhurst: «After
dos ellos aparecidos por entregas (como el this, the interaction between fiction and
grueso de la narrativa popular de esa y film would become an essential part of the
otras épocas, por otra parte): Varney the story of horror. Nearly a century later
Vampyre, or, the Feast of Blood (1845-1846), adaptations of stories from this critical pe-
The String of Pearls (1846-1847), Wagner the riod of the development of horror fiction
Wher-wolf (1846-1847), The Mysteries of continue to drive a vast industry» (p. 127).
London (1844-1848) y la célebre —por sus Por lo que se refiere al capítulo fir-
múltiples adaptaciones— Sweeney Todd, mado por Bernice M. Murphy (Trinity Co-
the Demon Barber of Fleet Street (1846-1847), llege), abarca el periodo que va desde el
entre otros muchos. declive del modelo representado, precisa-
De la transición del terror victoria- mente, por la Universal y el progresivo
no, con sus historias de fantasmas y deu- encumbramiento del que se erigirá en
das con lo gótico, a la definición de lo que principal villano del terror contemporá-
llamamos horror moderno —que encarna neo, al menos en su vertiente no sobrena-
como nadie la figura de H. P. Lovecraft, tural: el psychokiller. Modelos reales como
pero que ya se rastrea en nombres anterio- Ed Gein sirven de inspiración a escritores
res, como el nunca suficientemente reivin- como Robert Bloch, padre del inolvidable
dicado Arthur Machen—, se ocupa Roger (sobre todo a partir de la adaptación de
Luckhurst (University of London). Una Hitchcock) Norman Bates. El horror se
vez más quedan claros los límites tempo- manifiesta, sin embargo, en otros muchos
rales: 1880-1932. Esta segunda, no redon- escenarios, desde el familiar hasta el so-
da, fecha alude a la aparición de un nuevo cial, valiéndose, en ocasiones, de motivos
medio privilegiado para el desarrollo del y personajes ya asentados en la tradición

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—ya sea para incorporarlos a ficciones dad de esta. El resultado es, aun así, bri-
clásicas, ya para reinventarlos— e intro- llante, y el lector se deja arrastrar por una
duciendo otros que, con el paso del tiem- incesante marea de nombres y títulos sin
po, alcanzarán una gran popularidad. A perder el hilo, siendo partícipe del ex-
este respecto, destaca lo que Murphy lla- traordinario auge del género y de su pos-
ma little devils, y que tiene sus representa- terior decadencia, en la década de los 90
ciones más icónicas en novelas como Ro- —agotado, al poco de nacer, el subgénero
semary’s Baby (1968), de Ira Levin, y The del splatterpunk—, para volver a resurgir
Exorcist (1971), de William P. Blatty, ambas pasado un tiempo, a partir del modelo fi-
llevadas al cine con enorme éxito de críti- jado por rotundos bestsellers como la serie
ca y público. En cuanto a la actualización sobre Hannibal de Robert Harris o el Ame-
de la estela gótica, merece una mención el rican Psycho (1991) de Bret Easton Ellis.
nombre de Richard Matheson y su obra I Y así llegamos al último asedio, de-
Am Legend (1954). bido al editor del volumen, cuyo arco
Sobre los cimientos dispuestos en temporal cubre hasta poco menos que el
los dos primeros tercios del siglo xx, du- día anterior a la aparición del libro. En sus
rante los cuales la ficción de horror en- páginas constata Aldana Reyes la vigen-
cuentra un nicho propio, conoce una cre- cia y robustez del género en el siglo xxi,
ciente difusión y llega incluso a recibir con creadores ya clásicos, como Campbell
elogios de los sectores cultos de la socie- o King, todavía a pleno rendimiento, y
dad, se yergue la eclosión que el género muchos nuevos valores que siguen de-
experimenta a partir de los años 70, con la mostrando las posibilidades del horror,
aparición de creadores de la talla de Anne como el hijo del segundo: Joe Hill. Insepa-
Rice, Ramsey Campbell, Dean Koontz, rable del cine y las adaptaciones a la pe-
Peter Straub, Clive Barker y, sobre todo, queña y gran pantalla, sobresalen éxitos
Stephen King; nombres clave —algunos no escritos en lengua inglesa, como Låt
más que otros, es cierto— cuya sombra se den rätte komma in (2004), del sueco John
extiende hasta nuestros días y que han Ajvide Lindqvist, o Ringu (1991), del japo-
marcado duraderos hitos en la evolución nés Kōji Suzuki, que solo en su traslación
del terror ficcional. A todos ellos, y a mu- al celuloide se volverían famosas en el
chos más —Robert McCammon, Brian mundo entero. Por lo demás, pasa revista
Lumley, Lisa Tuttle, Dennis Etchison, Ri- el autor a la pervivencia de ciertas co-
chard Laymon, etc.— presta atención el rrientes originadas en fases anteriores,
capítulo de Steffen Hantke, en la que es como el weird lovecraftiano —representa-
acaso la parte más comprometida del con- do por nombres como Laird Barron o Jeff
junto, habida cuenta del desbordante vo- VanderMeer—, y también al boom del
lumen de producción (una vez más, sobre zombi al estilo romeriano, llevado a su
todo en territorio anglosajón) y la diversi- máxima expresión por productos inter-

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mediales de la segunda década del siglo, rror (o el horror, si se quiere ser más estric-
como la famosísima The Walking Dead o to) ha adquirido en el arte actual, como
World War Z, pero ya presente en apuestas depositario de nuestras inquietudes socia-
anteriores del nuevo milenio, como, por les, psicológicas, medioambientales, fami-
ejemplo, las gamberras mixturas de nove- liares, etc., que cualquiera que pretenda
las clásicas con el mundo de los muertos ahondar en el (mal) funcionamiento de las
vivientes o éxitos de taquilla como 28 sociedades humanas en la modernidad
Days Later (2002) y la española [REC] (2007). podrá encontrar en susodicho género una
Buenos tiempos vive, en verdad, el fuente privilegiada para auscultar el sen-
género en todos los medios artísticos y en tir del hombre, al menos el occidental. En
un más que apreciable número de contex- este sentido, obras como Horror: A Literary
tos geográficos y culturales. Igual de pro- History se auguran referencias imprescin-
picia se presenta la fortuna de las investi- dibles a varios niveles.
gaciones en estas y otras áreas colindantes.
Estudios como el glosado, primorosamen- Miguel Carrera Garrido
te planeados, escritos y editados, dan fe Universidad Marie Curie-Skłodowska
de ello. Su lectura habrá de servir ya no (Lublin, Polonia)
mcarreragarrido@gmail.com
solo al aficionado, ni siquiera al experto
en estas formas ficcionales; tal es el grado
de importancia y sofisticación que el te-

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