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4/9/23, 22:36 pacto de ficción Archives - tULEctura

ARCHIVO DE LA ETIQUETA: PACTO DE FICCIÓN

La ficción o la vida
Ya lo dijo Aristóteles en su Poética allá por el siglo IV a.C.: el arte debe ser mímesis, imitación de la reali-
dad. Y si no, es que es otra cosa. Pero a veces las relaciones entre lo uno y lo otro derivan en una confusión tal
en el lector, que le lleva a tomar por ciertos los hechos relatados en papel. Afortunadamente, en el plano litera-
rio alguna de estas confusiones ha tenido consecuencias maravillo-
sas como las salidas por La Mancha de un ingenioso hidalgo con el
fin de acabar con las injusticias del mundo a imitación de los ficticios
caballeros medievales de sus novelas favoritas.

Desde Aristóteles hasta nuestros días, incluso mucho tiempo antes


de que se hablara de la posmodernidad, los autores ya jugaban a sa-
biendas con la idea de confundir -no solo a los personajes literarios
creados por su mano- a los lectores potenciales. A través de la litera-
tura y sobre todo del cine, nos pueden venir a la cabeza miles de
ejemplos de cómo a veces desde nuestro papel de espectadores nos
volvemos crédulos ante la historia que se nos cuenta. Ahora bien:
esto en principio no es ingenuidad, sino la norma. De no realizarse el
famoso pacto de ficción entre autor y lector, la lectura no tendría
sentido. Así, cada vez que abrimos un libro aceptamos sin rechistar
dos cosas: que lo que allí vamos a leer lo tomaremos como verdadero e incuestionable dentro de que sea
coherente en otro mundo posible, y en segundo lugar, que ese universo creado, por mucho que a veces se
parezca al nuestro es siempre ficción, y por lo tanto mentira. En relación con esto, existe lo que tradicional-
mente se ha denominado lector ingenuo, que sería aquel que por su falta de práctica lectora no es capaz
de diferenciar las argucias del autor a la hora de desarrollar la trama y por lo tanto toma como verda-
dero lo que se cuenta. Pero…¿quién de nosotros -más o menos experto en cuestiones literarias- no ha sido
tentado cientos de veces con tomar como verdadero lo que dice una novela? No hay que buscar ejemplos de
casos extremos en los que el fanatismo ha llevado a los seguidores de una determinada obra a trasladarla de
diversas maneras al plano real, sino que mucho más cerca se hallan ejemplos derivados de la tan asidua prác-
tica de la autoficción. Y es que si desde siempre el lector tiene una tendencia a veces irrefrenable a identificar
al narrador con el autor (sobre todo cuando está en primera persona), desde que la tónica general es que los

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escritores partan de sí mismos como agentes del relato y de su biografía,


la diferenciación entre lo que es ficción de lo que no es aún más conflic-
tiva. Casos famosos desde los más clásicos hasta los más actuales los hay
por doquier: Paul Auster convertido en detective en Ciudad de Cristal, Ja-
vier Marías como personaje dando clase en Oxford en Todas las almas,
Trapiello, Coetzee, Vila-Matas, etc. Quizá el ejemplo más claro de hasta
qué punto lo real puede convertirse en materia literaria con consecuencias
memorables es el caso de Vargas Llosa y su tía Julia Urquidi, cuya relación
dio pie a la trama de la maravillosa novela La tía Julia y el escribidor. Tras
la separación del matrimonio, la tía se rebeló contestando con Lo que Var-
guitas no dijo, invali-
dando lo que se na-
rraba en la
obra  originaria  y  por
lo tanto, dando a entender que no era tan ficcional lo
que contaba su ex marido y sobrino. Y es que a veces da
igual cuánta formación tenga uno, siempre hay que re-
cordarse durante el tiempo de la lectura que por mu-
cho que conozcamos a los personajes o los lugares
que habitan no tienen por qué estar contándonos la
verdad. Aristóteles ya dejaba bien claro que la mímesis debe ser ante todo verosímil, o lo que es lo
mismo debe tener apariencia de verdad. Pero claro, no es lo mismo serlo que parecerlo.

Hace solamente unos días, se presentaba en Zamora la reedición de la novela Calle Feria, obra célebre en esas
tierras por suceder la trama en una de sus calles, y en León por lo querido que es su autor Tomás Sánchez
Santiago, quizá conocido más como poeta que por su obra en prosa. Cuando uno se enfrenta a las historias
que se nos cuentan en esta colección de cuentos, -o novela si se prefiere-, se corre el peligro de creer que to-
dos esos personajes que habitan la calle Feria de Zamora de verdad han existido, de tan cotidianos que nos pa-
recen. Quienes procedemos del mundo de la filología somos especialmente cuidadosos con cumplir el pacto de
ficción sin caer en la trampa, y acostumbramos nuestra mirada para no perder nunca el distanciamiento de-
bido, hecho por el que una obra como Calle Feria nos parece maravillosa independientemente de que sus per-
sonajes tengan referentes reales o no, ya que eso es un hecho independiente. Pero a veces uno, por muy cui-
dadoso que sea con las herramientas filológicas que posee, categoriza la materia narrativa sin plantearse que
la realidad a la que se alude puede traerle más de una sorpresa.

Como invitada en la mesa redonda que se celebró decidí hablar sobre lo insólito y todas sus manifestaciones
en la novela como herramienta de justicia poética, siempre desde el punto de vista literario, ya que es obvio
que por mucho que aparezca en la obra esa posibilidad las personas no pueden viajar en el tiempo ni traspasar
la pantalla del cine para cobrar vida en la película que se está proyectando. Pero poco a poco fui siendo testigo
de que lo insólito a veces está detrás de los hechos reales que condicionan la vida literaria. De entrada, que la
editorial Isla del náufrago del también escritor José Antonio Abella sea poco menos que una suerte de justicia
poética que se dedica a rescatar por amor al arte a escritores infravalorados editorialmente, me pareció más
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propio de una trama novelesca que del mundo real donde lo que prima es
el beneficio económico. Después empezaron a surgir entre el público histo-
rias y nombres que coincidían con algunos de los personajes de la novela y
que preguntaban cómo era posible que los que habíamos estado ajenos a
la realidad zamorana de la posguerra pudiéramos entender verdadera-
mente aquellas historias. Cabe preguntarse entonces dónde están los lími-
tes del pacto de ficción, y qué consecuencias pueden tener para quienes
caen de un lado o del otro.

Tras todo aquello, paseaba junto a Tomás por las calles que parecen de
otro tiempo, y que me parecía haber recorrido literariamente de la mano
de alguno de sus personajes. Pregunté entonces, conmovida, por la dimen-
sión real de todos aquellos nombres por quienes nunca me había atrevido
a preguntar, de tan ficcionales que los creía. Me enteré entonces de que el
magnífico cuento “Diario roto de un barbero”, más allá de las irrupciones
fantásticas en su trama, era terriblemente real. Que el Paco de verdad, como el de la barbería, tenía su estable-
cimiento lleno de espejos colocados estratégicamente para ver a Palmira en todo momento. Que no se casaron
nunca, y que después de décadas y de la enfermedad que terminó con los recuerdos de ella, él iba a visitarla
todos los fines de semana.

Aristóteles tenía razón: hay que aceptar el pacto de ficción y meterse de lleno en las mentiras que el au-
tor nos cuenta, porque solo así sufriremos en nuestra carne la catarsis que nos reconcilie con la vida.
Tienen razón, además, quienes se empeñan en repetir que la literatura no es verdad, así como los narradores
que defienden a ultranza la necesidad de la ficción. Y si no, basta recordar a los escritores que nos han visitado
últimamente, como por ejemplo Martín Garzo, quien defendía la necesidad de las mentiras porque hablan
de la verdad, o por la vía contraria Iwasaki, que nos recordaba a carcajadas lo inverosímil y fantástica
que es nuestra realidad, casi tanto como la ficción.

A veces parece que la relación entre literatura y realidad se invierte y que llegan a ser lo mismo. A veces dan ga-
nas de darle la vuelta a Aristóteles, y decirle que nos deje a solas con la vida para mirarla como si fuera un li-
bro. Y que sea entonces la catarsis producida por los hechos cotidianos y no al revés quien nos reconcilie con la
literatura.

Esta entrada se publicó en De todo un poco y está etiquetada con autoficción, Calle Feria, pacto de ficción, To-
más Sánchez Santiago en 12 diciembre, 2014 [https://bibliotecas.unileon.es/tULEctura/2014/12/12/la-ficcion-o-
la-vida/] por Raquel.

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