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Hegel da cuenta en este proceso de la autoconciencia que tiene un doble hacer necesario, un
hacer que no se puede dividir entre “un hacer de uno como de lo otro”.
Toda esta interacción entre elementos contrarios (“cada lado se muestra como negación de “la
conciencia igual a sí misma”) es propio de la conciencia, puesto que este elemento media entre los
opuestos determinantes de la conciencia. Esto le da a la conciencia su carácter indeterminado.
Igualmente, desde cada posición de cada opuesto, es decir para cada uno el otro representa el
término medio: “Cada extremo es para el otro el término medio a través del cual es mediado y
unido consigo mismo”. De igual manera, es importante tener cuenta que Hegel insiste en aclarar
que cada uno es en sí y para sí.
El señor, que es conciencia para sí y es, a la vez, “ser para sí que sólo es para sí por medio de
otro”, el esclavo. El señor, por tanto, domina al esclavo y, mediante el esclavo, también domina la
naturaleza, el ser independiente. El esclavo al dominar directamente la naturaleza terminará
liberándose del señor y por último lo dominará. El señor en toda circunstancia es conducido a
una inevitable última etapa fatal. El señor no es completamente libre porque depende de la
existencia del siervo, depende de su obediencia, de su sometimiento, de su reconocimiento. Del
mismo modo, al haber perdido contacto con la realidad dependerá del trabajo del esclavo
proceso que culminará después de una larga evolución histórica.