Licencia Creativa de Ella Quince Traducción: Gixane

Licencia creativa

de Ella Quince

Sinopsis:

Xena y Gabrielle no son como la Historia las recuerda. En realidad eran

mucho más... normales.

Clasificación: X&G, Alt, Hum

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AVISOS

Mea Culpa: Esta historia usa personajes registrados que pertenecen a

MCA/Universal y Renaissance Pictures.

Contenido sexual adulto: Esta historia retrata Xena y Gabrielle en un

contexto romántico y sexual. Si este tipo de escenario te inquieta, es ilegal
donde vives, o si eres menor de edad, por favor no leas más.

Grado de violencia - Muy suave: Aunque hay alusiones ocasionales a

violencia física, no figuran de forma prominente en esta historia.

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Creative License (Licencia creativa). Traducción de Gixane, revisada por la

autora, Ella Quince. Publicación autorizada por la autora. Toda su obra,
en inglés, puede ser encontrada en su propio website Altered Stories
También puedes leer las críticas de Lunacy a sus fanfics.

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"Traed a la prisionera," gruñó la señora de la guerra.

Entonces, mientras esperaba que sus órdenes fueran llevadas a cabo,

recorrió con impaciencia los estrechos confines de su tienda de campaña,
sólo deteniéndose cuando oyó los sonidos de ahogadas maldiciones y roces
de botas que se acercaban.

Para cuando los guardias hubieron arrastrado dentro de la tienda y tirado

al suelo a una joven muy ruidosa, la señora de la guerra había
transformado su angular rostro en una máscara impasible. Su cuerpo, sin
embargo, estaba rígido de tensión, añadiendo un aura de amenaza a su ya
considerable estatura. Incluso su melena, cepillada en una ola de ébano
en su espalda, parecía encresparse de furia.

Tras una sola mirada hacia arriba, las protestas de la prisionera murieron
en silencio.

Con lenta deliberación, la señora de la guerra tomó nota de la apariencia

de la joven: figura rellena, falda y desvaída blusa, un rosto vulgar
enmarcada por un largo cabello rubio ratonil. Parecía cansada y con un
poco de polvo, pero, por otra parte, no había sufrido daño a manos de sus
captores.

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La señora de la guerra despidió a los guardias con un gesto brusco, su

mirada todavía fija en su recién ganado premio. Inclinándose, fácilmente
izó a la prisionera sobre sus pies. Su callosa mano se demoró en la
muñeca de la joven, entonces finalmente la dejó caer.

"Así que..." pronunció con lentitud la señora de la guerra, alejándose un

cortés paso de su cautiva, "eres Gabrielle, la bardo de Poteidaia."

"S-sí, esa soy yo," dijo Gabrielle con un orgulloso alzamiento de su cabeza.
Desgraciadamente, su intento de valentía fue comprometido por el leve
temblor de su barbilla.

"Soy Xena... Princesa guerrera. Creo que has oído hablar de mí." La
sonrisa de la señora de la guerra no alcanzó sus ojos azul-hielo.

La prisionera asintió renuentemente, entonces se sonrojó hasta un

intenso, intenso rosa. "Yo... yo... puedo explicarlo."

"No quiero una explicación -- quiero que pares."

"¿Parar? ¡No puedo parar! Soy bardo y esas historias --"

"Esas historias están haciéndome muy dificil hacer mi trabajo," dijo Xena,
su boca en una torva línea. "De hecho, eres la peor amenaza a la que
jamás me haya enfrentado."

"¿Yo?" dijo Gabrielle con voz aguda. Se aclaró la garganta y continuó en un

tono más normal. "Pero soy... soy solo una bardo errante... tú eres una
poderosa--"

"¡Para ya!" rugió Xena. "¡Eso es exactamente de lo que estoy hablando!"

Con un cansado gemido, se dejó caer en su cama de campamento. "Todo
ese asunto de poderosa guerrera -- la gente está empezando a tomarlo en
serio, por el amor de Hera. Al menos una vez al mes consigo un desafío a
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mi reputación. A veces, si tengo suerte, esa reputación trabaja a mi favor --

he practicado esa mirada acerada que describes y ha huyentado a unos
cuantos contendientes antes que siquiera empuñen sus hojas."

"¿De veras?" dijo Gabrielle con una sonrisa encantada. La animación

transformó sus vulgares rasgos en algo cercano a la belleza. "¡Eso es
genial! Siempre he adorado esa mirada de--"

"PERO," cortó la señora de la guerra, "la mayoría del tiempo he de pelear."

"¡Pero ganas!"

"Oh, sí," dijo Xena con una risa áspera. "No hay nada como tener unos
arqueros en los árboles para mantener las probabilidades a mi favor."

Gabrielle se hundió en un bajo banco frente de la señora de la guerra.

"¿Haces que les... disparen?"

"Sí, pequeña bardo, eso hago. Normalmente por la espalda, para que no
vean venir la saeta."

"Pero, ¿cómo puedes? ¡Eso no es una lucha justa!"

"Si fuera una lucha justa," discutió Xena, "ya estaría muerta, porque -- al
contrario que tus historias -- no soy el mejor guerrero de Grecia. No soy el
mejor guerrero de esta provincia olvidada de los dioses. Por Hades, ni
siquiera soy el mejor guerrero entre mis propios hombres."

Una mirada confundida cruzó la cara de la joven. "¿Entonces por qué te

siguen?"

Xena se encogió de hombros. "Soy buena administradora." Se sonrojó

ligeramente ante la mirada incrédula de Gabrielle. "Sé leer --la mayoría no
saben-- y soy muy organizada. Exigo un campamento limpio, con un

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cocinero decente y les pago a tiempo. Lo que la mayoría de los señores de

la guerra no entienden sobre sus ejércitos es que los soldados se cansan
de la vida en el camino y que los pequeños detalles, como tener un lugar
cómodo en que aligerar el vientre, pueden forjar más lealtad que las
conquistas épicas."

"El asunto de la calidad de vida..." murmuró pensativamente Gabrielle,

entonces negó con la cabeza. "No, no, no puedo trabajar con eso. No hay
ningún drama en ser buena administradora."

"Hablando de drama," dijo Xena en tono malhumorado. "Cada año haces

mi pasado más y más sangriento. Esa historia de que empalé a todas esas
amazonas..." se estremeció. "Me dio escalofríos. Es una condenada buena
cosa que no haya ninguna amazona cerca de aquí o me habrían
perseguido y matado por esa masacre. Y Hope y ese demonio Dahak me
provocaron pesadillas durante semanas."

"Lo lamento," dijo Gabrielle contritamente. "Es que ahora la audiencia

espera tanto de mí y estaba haciéndose un poco aburrido contar la misma
vieja historia, de nosotras viajando por Grecia salvando aldeanos de
insignificantes señores de la guerra."

"¿Es por eso que me hiciste arrastrarte detrás de mi caballo?" exigió Xena.
"¿Porque pensaste que era excitante? ¡Si realmente hubiera hecho algo así
--y hubieses sobrevivido, lo que es altamente improbable-- ¡habrías huido
de mí! ¡Ráuda! En cambio todavía estás por ahí, como siempre." Negó con
su cabeza. "Eso no tiene ningún sentido en absoluto, dramático u otro."

"¡Estaba llegando a eso!" dijo Gabrielle apasionadamente. "Bosquejé esta

realmente retorcida historia de conciliación, donde resolvíamos todos
nuestros problemas..."

"¿Y?"
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"Bueno, era demasiado emotiva para la turba de taberna, así que lo

reservé para el próximo festival y después nunca volvi a ello porque estaba
trabajando en otro arco argumental de viajes."

"¿A India?" preguntó Xena.

"¡Eh, realmente estás al día! Ese es mi material más nuevo."

"Nunca he estado en India," dijo Xena, un pelín anhelosamente. "O en

C'hin..."

Se preparó, asumiendo un aire autoritario que estaba completamente en

desacuerdo con sus siguientes palabras. "De hecho, no he hecho ninguna
de las cosas que clamas que he hecho. Así que, bardo, no puedo evitar si
no preguntarme -- ¿por qué yo?"

Gabrielle permaneció callada, su expresión repentinamente vacía e ilegible.

Realmente era de vulgar aspecto, pensó Xena, cuando no estaba
sonriendo. "Eh, venga, Gabrielle. Me lo debes."

"De acuerdo, de acuerdo." La voz de la joven era baja, pero melodiosa,

mientras explicaba. "Hace unos años entraste en Poteidaia para negociar
suministros para tus hombres y...." tomó una profunda inspiración, "y
eras la mujer más asombrosa que jamás vi. Deseé seguirte y aprender a
ser guerrera como tú."

Su cara asumió un aspecto oprimido.

"Sólo que estaba demasiado asustada. Me quedé en Poteidaia, soñando,

siempre solo soñando, sobre la vida que podría haber tenido si hubiese
sido lo bastante valiente para intentarlo. Después de un tiempo empecé a
contarle mis fantasías a otra gente sobre esa vida --y les escantaron. Así
queee... simplemente seguí inventando sobre las aventuras de Xena y

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Gabrielle juntas. Los viajeros asumieron que era bardo, hablando sobre
mis experiencias reales con la Princesa guerrera, y las propinas mejoraron.
La siguiente cosa que supe, es que podía permitirme el lujo de dejar
Poteidaia y llevar una vida decente, viajando de pueblo en pueblo... y te lo
debo todo a tí," terminó en un susurro.

"Eso es... uh..." Xena se aclaró la garganta, "eso es muy adulador... pero
no soy como tu princesa guerrera. No soy ni en lo más mínimo...
dramática."

Gabrielle sonrió y Xena observó de nuevo esa sorprendente transformación

de las facciones de la bardo, de vulgares a bonitas. "En realidad, no me
siento defraudada. La Xena que he creado para mis historias
probablemente sería un poco demasiado intimidante, a menos que yo
fuese tan intrépida como la Gabrielle de mis historias... qué no lo soy. De
hecho, eres un señor de la guerra mucho más agradable de lo que
esperaba."

"Eso es probablemente porque no soy un señor de la guerra muy exitoso,"

dijo suspirando Xena. "Sobrevivo, pero no mucho más que eso. Y ahora,
debido a todos esos cuentos tuyos, las aldeas están empezando a esperar
que mi ejército les ayude con los problemas, en lugar de que les
conquiste."

"¡Oh, pero eso es maravilloso!"

"Principalmente necesitan una mano con construcción de caminos o

canalizaciones; a veces salvamos una cosecha del desastre de una
escarcha temprana."

Gabrielle pareció un poco alicaida. "Otra vez ese asunto de la calidad de

vida. ¿Qué pasa con la gente? Todos insisten en ser tan... mundanos. Por
eso me tomo una pequeña licencia creativa con mi líneas argumentales."
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La señora de la guerra frunció el ceño siniestramente. "¿Como implicar que

me he acostado con la mitad de los guerreros de Grecia? Como si así fuera.
Sólo para que conste, los que no están durmiendo con otros hombres
preferirían acostarse con una chica de taberna, que use lino casero en
lugar de cuero. Todo esto," indicó con la mano a su cuero y coraza, "es
equipamiento. Si los soldados pensasen que era sexy estarían demasiado
distraídos para sobrevivir a su primera batalla."

"Interesante punto. Eso nunca se me ocurrió. Simplemente me lo inventé,

ya que eres tan hermosa"

"Lo qué me recuerda," dijo Xena ásperamente. "Ése es otro de esos

rumores que están haciendo mi vida difícil. Todos piensan que somos
pareja, así que se indignan si soy demasiado amistosa con los lugareños."

"No empecé ese rumor," dijo Gabrielle apresuradamente. "Fueron otros

bardos que pues... lo asumieron... y entonces tomaron mi material y
añadieron esos... giros a la narrativa." Se ruborizó y murmuró, "Muy
inventivos realmente... si te van esa clase de cosas." Atisbó desde bajo su
flequillo con una tímida mirada de curiosidad. "¿Te van?"

"¿Me van qué?"

"¿Te van... ese tipo de cosas?"

La señora de la guerra tragó con dificultad, entonces dijo, "Me muevo

mucho. Se hace como difícil mantener una relación funcionando."

"No has contestado mi pregunta."

"En caso de que te hayas olvidado," restalló Xena, "yo soy el señor de la
guerra y éste es mi interrogatorio. Así que deja de cambiar el tema -- ¡que
es tú y tus infernales historias!"

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La bardo respingó, sus hombros encogiéndose como si evadiese un golpe,

pero se relajó un poco cuando se dio cuenta que el malhumor de Xena no
iba a explotar en violencia. "Curioso, nunca esperé que prestases mucha
atención a mí... o a mis historias... pero si lo hicieras, siempre esperé que
estuvieses... complacida." Su voz pareció ahogarse durante un momento.
"De todas formas, realmente lamento haberte causado tanto problema y
prometo parar ya."

Bastante extrañamente la concesión de Gabrielle no pareció agradar a la

señora de la guerra.

"¿Pero cómo ganarás dinero?"

"Trabajaré con algunos de mis otros personajes, quizá Meg y Joxer."

"Te morirás de hambre," predijo Xena hoscamente.

"Vale, así que no son demasiado populares, pero sobreviviré. Después de

todo, no puedo continuar con mis crónicas de Xena ahora que sé que
están haciéndote daño."

"Oh, no es tan malo como eso," dijo Xena incómodamente. "Además,

incluso si paras, todos los otros bardos seguirán. El daño ya está hecho,
así que he dejado de esperar que mi vida vuelva a la normalidad."

"¿Entonces por qué me has raptado?"

Xena se encogió de hombros, su mirada se alejó para estudiar una oscura

esquina de la tienda. "Curiosidad, supongo. Puesto que pasamos tanto
tiempo juntas en tus historias, empecé a preguntarme cómo eras
realmente."

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"Oh.... Bueno, cuando puedes ver tú misma, también me tomé una

pequeña licencia creativa con Gabrielle. No soy valiente e ingeniosa... o
hermosa."

La mirada de la señora de la guerra volvió al rostro de la joven. "No me

siento defraudada," dijo Xena suavemente. "Tienes la sonrisa más bonita
que jamás he visto... y requiere valor hacer frente a un señor de la guerra,
incluso uno tan vapuleaddo y viejo como yo."

"¿Es así cómo te ves?" preguntó Gabrielle, sus cejas juntándose con
consternación. "Porque en lo que a mí respecta, aún eres la mujer más
asombrosa que jamás he conocido."

"Necesitas moverte más," dijo Xena secamente.

La bardo sonrió afectadamente. "Me muevo de sobra, muchas gracias... lo

bastante para saber lo que deseo."

Cuando Gabrielle se inclinó hacia adelante, una emoción que se parecía al

pánico se mostró en los ojos de la señora de la guerra, pero mantuvo el
tipo. Cuando sus labios se tocaron, Xena cerró sus ojos completamente. Y
cuando el beso profundizó, un gemido señaló su rendición a la bardo.

"¡Ay!" murmuró Gabrielle, de repente separándose de su abrazo. "Esta

armadura pincha."

"Lo siento." Xena parecía realmente aturdida, aunque si por el beso o por
la abrupta interrupción, no estaba claro. "Ha pasado tiempo desde que he
hecho esto."

"Estaríamos más cómodas si te quitaras las partes metálicas," dijo

Gabrielle firmemente.

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"Sí, sí, supongo que lo estaríamos." Pero la señora de la guerra no se

movió. De hecho, apenas parecía capaz de respirar.

"Mira," dijo la bardo, sus dedos gentilmente tirando de una hebilla.

"Permíteme ayudar."

Con mudo asentimiento, la señora de la guerra se permitió ser desarmada.

La bardo trasteó un poco con las poco familiares ataduras, pero ambas
estaban demasiado distraídas para notarlo.

Para cuando Gabrielle hubo retirado el peto de Xena, protectores de brazo

y brazaletes, habían adquirido bastante empuje para continuar adelante.

"La Princesa guerrera está un poco mejor dotada que yo," Xena reconoció,
consciente que el cuero que estaba siéndole quitado había escondido su
pecho plano y huesuda figura.

"Está bien," dijo Gabrielle, despojándose de su blusa por la cabeza. "Tengo

suficiente abundancia para las dos."

"Y sí que la tienes..." susurró la señora de la guerra, en sobrecogida

apreciación de la generosa figura de la bardo. Los renombrados
abdominales, tensos cual tabla, no se veían por ninguna parte, pero Xena
no lamentó su ausencia. Cuando tumbó a Gabrielle sobre el catre y cubrió
el cuerpo de la bardo con el propio, Xena se sintió como si estuviera
hundiéndose en dos almohadas de plumas y fue la sensación más
exquisita que había experimentado en años.

Los brazos de Gabrielle rodearon el cuello de Xena, atrayéndola para otro

ardiente beso más. Cuando la bardo finalmente lo dejó, ambas estaban
bastante jadeantes. "Siempre he deseado ser devorada por un señor de la
guerra."

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"Podría jurar," murmuró Xena, mientras manos insistentes bajaban por su

espalda, "que yo era la devorada."

"Devorada por un bardo..." Gabrielle agitó la cabeza. "No, nada de

potencial dramático."

"Habla por ti," dijo Xena con un gemido apreciativo, mientras esas manos
seguras alcanzaban su meta.

No se molestaron con conversación coherente más allá de ese punto. Así

que no fue hasta varias horas más tarde, después de que se hubieran
colapsado en un afable enredo de miembros, que Gabrielle dijo, "He estado
pensando en nuestro problema."

"¿Qué problema es ese?" preguntó Xena, olisqueando el cabello de la

bardo. A la luz de la vela, tenía los reflejos rojizos que siempre había
imaginado tendría el color de Gabrielle.

"El problema de todos esos desafíos a combate y la necesidad de que

presentes menos blanco."

"Puedo cuidarme de ellos," murmuró la señora de la guerra, antes de

irrumpir con un amplio bostezo. "Matadles a todos...."

"Tranquila, tigre," dijo la bardo con una risita indulgente. "No necesitas
demostrarme nada. No, creo que ha llegado el momento de que la Princesa
guerrera se retire. Sería... extraño inventar nuevas historias sobre Xena.
Ya eres demasiado real para que te use como inspiración."

"Bueno, ¿cual es tu plan?" la voz de Xena estaba pastosa con la

somnolencia.

"Una despedida espectacular y llena de sangre para la Princesa guerrera.

Montones de luchas y desmembraciones. Puedo incluso despachar unas
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cuantas amazonas para rematarlo. Quizá trabaje en una crucifixión. Sí,

ésa sería una forma imponente de que muriese."

Xena hizo una mueca, el entrometido letargo desplazado por su

nauseabunda contemplación del escenario de la bardo. "Tienes la
imaginación más mórbida."

"Oh, no -- ésta va a ser una historia de amor épica. Me mataré también.

Confía en mí, esto puede funcionar."

"¿Y entonces qué?"

"Supongo que crearé otra heroina, una mujer que hace algo diferente.
Como combatir bacantes en lugar de señores de la guerra. ¡Sí, eso mismo!
Apostaría que podría cenar durante semanas con tan solo la historia de
presentación."

"Sí... sí, supongo que podrías..." Xena se incorporó sobre un codo y estudió
a la bardo que yacía al lado de ella. Para dos mujeres tan diferentes,
ajustaban juntas notablemente bien en el estrecho catre. "Sabes," dijo, en
un intento bastante malo de indiferencia, "ahora que mi ejército no está
haciendo mucho saqueo y pillaje, los hombres como que se aburren por la
noche. Levantaría la moral si contratase un bardo para entretenerles."

"¿De veras?" Al contrario de la señora de la guerra, Gabrielle logró un tono

casual realmente convincente, pero claro, había tenido mucha práctica
sobre el escenario. "¿Exactamente cuánto tiempo podrías usar los servicios
de este bardo?"

"Bueno..." La voz de la señora de la guerra estaba tensa con aprehensión,

pero marchó valientemente adelante. "La moral es muy importante para
un buen administrador. Creo que siempre he necesitado un bardo de
primera clase por aquí... uno como tú."

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"Caramba, Xena, pensé que nunca lo pedirías."

A pesar del tono embromador de Gabrielle, Xena tuvo que enjugar unas
lágrimas de las mejillas de la bardo. Con un suspiro de contento, la señora
de la guerra dijo, "Estaba un poco preocupada de que dijeses no. No
parecen gustarte los finales felices."

"Intento evitar ser predecible pero, a veces, un cliché es justo lo que

necesita una historia."

"¿Como un felices para siempre jamás?" aventuró Xena.

"Sí," dijo la bardo. "Como un felices para siempre jamás."

Y su sonrisa le cortó la respiración a Xena.

FIN

Puedes mandar tus comentarios, en español, a Ella Quince:

ellaquince@gabwhacker.com

Las aventuras de estas realistas Xena y Gabrielle continúan en Dosis de

realidad

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J7 y XWP
(Traducciones al español y demás)
https://j7yxwp.wordpress.com

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