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Voces: DAÑO AMBIENTAL ~ JURISPRUDENCIA ~ DERECHO AMBIENTAL ~ MEDIO AMBIENTE ~

DAÑOS Y PERJUICIOS ~ DAÑO MORAL ~ INDEMNIZACION ~ RELACION DE CAUSALIDAD ~


FACTOR DE ATRIBUCION DE RESPONSABILIDAD ~ RESPONSABILIDAD OBJETIVA ~
LEGITIMACION ACTIVA ~ EXIMICION DE RESPONSABILIDAD ~ ACCION DE AMPARO ~
CONTAMINACION AMBIENTAL ~ LEGITIMACION PASIVA ~ PRESCRIPCION ~ PLURALIDAD DE
IMPUTADOS ~ COSA JUZGADA ~ CADUCIDAD DE INSTANCIA ~ PRUEBA ~ MEDIOS DE PRUEBA
~ AMICUS CURIAE ~ SEGURO ~ IMPACTO AMBIENTAL ~ INTERESES DIFUSOS ~ PROCESO
COLECTIVO
Título: Estado de la jurisprudencia nacional en el ámbito relativo al daño ambiental colectivo después de la
sanción de la ley 25.675, ley general del ambiente (LGA)
Autor: Kemelmajer de Carlucci, Aída
Publicado en: Acad.Nac. de Derecho 2006 (julio), 02/10/2006, 1 - Acad.Nac. de Derecho 2006 (julio),
02/10/2006, 1
Sumario: SUMARIO: I. Límites de estas reflexiones. Importancia del tema. — II. Una distinción inicial.
Daños. Tipos. — III. La normativa básica aplicable al daño ambiental propiamente dicho. — IV. Las
disposiciones sustanciales específicas de la ley 25.675. — V. Disposiciones procesales de la ley 25.675. —
VI. Régimen del seguro. — VII. Conclusiones provisionales.
La realidad no es así; la realidad está así. Y está así no porque ella quiera. Ninguna realidad es dueña de sí
misma. Nuestra lucha es cambiarla y no acomodarnos a ella (Paulo Freire).
I. Límites de estas reflexiones. Importancia del tema
Varios años antes de la reforma constitucional de 1994 y de la sanción de la ley 25.675 (Adla, LXIII-A, 4)
escribí un artículo sobre el daño ambiental (1). Desde entonces, mucha agua ha pasado debajo del puente.
Nuevos tratados y convenciones internacionales han entrado en vigencia (2); la bibliografía nacional y extranjera
sobre el daño ambiental se ha multiplicado (3), y el tema ha sido abordado en numerosas jornadas y congresos
(4). Con posterioridad, he dedicado algunos esfuerzos al principio de precaución (5), uno de los diez principios
rectores enumerados en el art. 4 de la L.G.A. (6).
Pues bien, como es sabido, la ley 25.675 es una ley marco; su articulado reúne aspectos básicos de la
política ambiental nacional y consagra principios que constituyen herramientas para que las autoridades de los
diversos poderes y jurisdicciones puedan ejercer sus funciones (7). Además, el derecho ambiental es horizontal;
"hace un corte transversal entre todas las disciplinas clásicas del derecho, entre las que se solapa y penetra. Es,
por ello, un derecho invasor"(8). Quizás por esta razón se ha vaticinado que "todo abogado que ejerza dentro de
uno de los campos tradicionales de la profesión, tarde o temprano se enfrentará con un problema ecológico; el
analista del derecho ecológico debe estar alerta, en tanto sus conocimientos se inscriben en un mundo
interdisciplinario"(9).
Frente a esta amplitud he decidido limitar el objeto de mis reflexiones; mi propósito es muy reducido; se
trata sólo de analizar la jurisprudencia gestada a raíz de la aplicación del articulado de la ley 25.675 referido al
principio de reparación (10). Dejo fuera de este estudio, incluso, la nueva visión jurisprudencial en torno al art.
2618 del código civil, a la que no han sido ajenos los superiores tribunales de provincia (11).
El estrecho límite de los objetivos no priva de importancia a la cuestión desde que, como bien ha dicho
Jostein Gaarder desde la literatura, "recorrer una parte del camino no significa equivocarse de camino". La
significación jurídica del tema no es menor; el daño ambiental preocupó a la Corte Federal desde los primeros
años de funcionamiento. Gran número de autores recuerda la decisión del 14/5/1887, recaída en la causa "Los
saladeristas Podestá c. Provincia de Bs. As", en la que el tribunal dijo: "Ninguno puede tener un derecho
adquirido en comprometer la salud pública y esparcir en la vecindad la muerte; tampoco el dueño con el uso que
haga de su propiedad y, especialmente, con el ejercicio de una profesión o de una industria"(12). En aquella
causa se discutían nuevas reglamentaciones referidas a distancias mínimas que los saladeros debían respetar; en
razón de tales normas, algunos habían tenido que cerrar y reclamaban al Estado indemnización de daños y
perjuicios. Por entonces, el problema era la contaminación del Riachuelo; aunque sea difícil de creer, no
obstante el tiempo transcurrido y la mayor conciencia social asumida frente al problema, ese río sigue
contaminando y provocando daños. Es de esperar que los lineamientos dados por la Corte Federal en su reciente
sentencia del 20/6/2006 recaída "in re" "Mendoza B y otros c. Pen" ayuden a revertir tamaña lesión a los
intereses de los argentinos.
II. Una distinción inicial. Daños. Tipos
Para comprender mejor los diversos tipos de daños y su régimen jurídico, comenzaré con un ejemplo.
Un derrame de petróleo producido en alta mar llega a la costa y daña el ecosistema (peces, aves, flora, fauna
costera); éste es el típico daño al ambiente que afecta a cosas que se tipifican como res nullius y como res

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comunis.
Ese mismo siniestro puede repercutir más gravemente sobre una comunidad de pescadores, o una que
explota servicios turísticos en el área, etc.; se trata de un daño de rebote o repercusión (par ricochet) del
primero, pero sigue afectando a un grupo o colectividad.
Por último, ese daño puede ser típicamente individual, en tanto lesiona a sujetos o titularidades
perfectamente delimitados (por ej., el petróleo ha matado animales de una granja que pertenece a un particular,
o ha generado la desertificación del inmueble propiedad de un sujeto determinado); se trata de daños que
algunos autores han denominado daño individual o diferenciado.
Otro ejemplo: si se contamina un curso de agua, uno es el daño que sufren las aguas como tales; otro, el
causado a los inmuebles que son regados con esas aguas y que pertenecen a personas determinadas.
Hay, pues, un cierto acuerdo doctrinal y jurisprudencial en distinguir dos tipos de daños (13), aunque sean
causados por un único acontecimiento:
a) Daño de incidencia colectiva, o ambiental propiamente dicho.
b) Daño individual (tradicionalmente regulado por el código civil) (14).
Esta delimitación es muy importante porque:
(1) Si el daño es de la primera categoría y el restablecimiento no es posible, la indemnización sustitutiva se
destina al Fondo de Compensación Ambiental, cuyo objetivo final es garantizar la calidad ambiental (art. 34).
En cambio, si es de la segunda, esa indemnización tiene por destino final el patrimonio de cada uno de los
dañados, quienes pueden usar esa indemnización sin afectación alguna.
(2) La legitimación para reclamar no sería la misma en ambos tipos de daños. Así por ej., en la causa
Asociación de Superficiarios de la Patagonia c. YPF (15) que tramita ante la Corte Federal, los superficiarios se
quejan de la desertificación que la explotación petrolera ha causado en sus inmuebles; en este sentido, sería un
daño individual de cada propietario. Según un autor, la asociación que los agrupa (ASUPA) (que es la actora) no
está legitimada para reclamar el daño de cada superficiario; o sea, la asociación no está legitimada para reclamar
los daños de titularidad singularizada (suma que finalmente irá al patrimonio de cada dañado), sino sólo los
daños a los derechos difusos o de incidencia colectiva (cuyo destino es el fondo de compensación); en otras
palabras, para esta posición, si el daño reclamado no es el ambiental colectivo sino una multiplicidad de daños
individualizados, la legitimación debe ser también individual, y la asociación no puede reclamarlos sin un poder
especial de cada uno de los propietarios dañados (16).
(3) Para la mayoría de la doctrina (17), el daño individual, el que se liquida a favor de la persona dañada, se
rige, en principio, por los arts. 2618 y 1113 del código civil. Obviamente, cuando la culpa está probada también
se aplica el art. 1109, desde que según esta norma "todo el que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a
otro está obligado a la reparación del perjuicio". Lo expuesto no significa que estos daños individuales,
especialmente si afectan la salud humana, no estén sustancialmente "contaminados" por los nuevos principios
que informan el derecho ambiental. En cambio, el daño de incidencia colectiva o daño ambiental propiamente
dicho se rige por la ley general del ambiente 25.675. En efecto, el art. 27 primera parte de ese ordenamiento
dispone: "El presente capítulo establece las normas que regirán los hechos o actos jurídicos, lícitos o ilícitos
que, por acción u omisión, causen daño ambiental de incidencia colectiva".
De algún modo, y aunque a los fines de la competencia, sin avanzar sobre la legislación aplicable, el criterio
diferenciador ha sido aceptado por la Corte Federal, que en su sentencia del 20/6/2006 recaída "in re" Mendoza
B y otros c. Pen y otros, ha reservado su jurisdicción para los daños estrictamente colectivos, disponiendo que
los individuales sean resueltos en las instancias inferiores.
Para otro sector, en cambio, el daño individual también se rige por la ley 25.675 (18). Esta posición se funda
en que, como se verá, el art. 30 de la ley enumera, entre los legitimados, al "afectado". Volveré más adelante
sobre esta cuestión.
III. La normativa básica aplicable al daño ambiental propiamente dicho
III.1. Una advertencia inicial
Para un importante sector de la doctrina nacional, la Argentina carece de normativa específica que regule de
manera completa la responsabilidad por daño ambiental. La L.G.A. regula, como he dicho, el daño ambiental de
incidencia colectiva, pero dejaría fuera de su ámbito de aplicación el daño ambiental individual; además, guarda
silencio (y, por lo tanto, remite la cuestión a los principios generales del derecho), respecto de importantes
cuestiones relacionadas con el daño ambiental colectivo (19); por ej., la responsabilidad de los financiadores de

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grandes obras contaminantes, tema de importancia mayúscula en nuestros días, desde que tales
emprendimientos se llevan adelante, normalmente, con fondos adelantados por los bancos, sobre el cual la
jurisprudencia y la normativa estadounidense presenta vacilaciones (20).
III.2. La norma constitucional
La cuestión relativa a la constitucionalización del derecho de daños ha sido objeto de muy interesantes
estudios. Pues bien, el daño ambiental es uno de los casos expresamente tratados por el texto constitucional. En
efecto, el art. 41 de la CN dispone:
"Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y
para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación
de recomponer, según lo establezca la ley".
Con gran fuerza de convicción, en sentencia del 20/6/2006 recaída "in re" Mendoza y otros c. PEN y otros,
la Corte Federal ha dicho que "El reconocimiento de status constitucional del derecho al goce de un ambiente
sano, así como la expresa y típica previsión atinente a la obligación de recomponer el daño ambiental no
configuran una mera expresión de buenos y deseables propósitos para las generaciones del porvenir,
supeditados en su eficacia a una potestad discrecional de los poderes públicos, federales o provinciales, sino la
precisa y positiva decisión del constituyente de 1994 de enumerar y jerarquizar con rango supremo a un derecho
preexistente".
III.3. La ley 25.675. El principio general
El art. 4 de la LGA dispone: "La interpretación y aplicación de la presente ley, y de toda otra norma a través
de la cual se ejecute la política ambiental, estarán sujetas al cumplimiento de los siguientes principios:
...Principio de responsabilidad: El generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros, es
responsable de los costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición, sin perjuicio de la
vigencia de los sistemas de responsabilidad ambiental que correspondan"(21).
El principio de responsabilidad, como el resto de los enumerados en el artículo 4 ilumina la interpretación y
aplicación no sólo de la LGA sino de toda norma nacional, provincial o municipal que ejecute la política
ambiental. La solución no vulnera el federalismo ni las autarquías municipales, desde que la LGA es una ley de
presupuestos mínimos; es un piso; por lo tanto, las provincias pueden establecer soluciones más favorables a la
conservación y protección del ambiente.
IV. Las disposiciones sustanciales específicas de la ley 25.675
IV.1. Daño ambiental. Concepto
a) El texto.
El art. 27, primer párrafo, segunda parte, de la ley 25.675 define el daño ambiental como "toda alteración
relevante que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o
valores colectivos".
b) Dificultad.
Determinar qué debe entenderse por "daño ambiental" es una cuestión sumamente compleja. La doctrina
discrepa, incluso, sobre la terminología a utilizar; para algunos, la expresión "daño ambiental" es una noción,
como mínimo, equívoca (22) o ambivalente (23).
Las diferencias se acentúan cuando se trata de definir. Expresiones que en un momento se repitieron como
indiscutibles, hoy dan lugar a discrepancias. Por ej., todos los autores argentinos citan a Natale quien, durante la
Convención Constituyente de 1994 explicó el art. 41 antes trascrito y dijo: "¿Cualquier alteración de la
naturaleza es un daño ambiental? Parece difícil suscribir esta posición, aunque algunos lleguen al extremo de
sostenerla. ¿Podría decirse que se daña el ambiente cuando se abre una zanja en la tierra para colocar una
cañería de agua corriente? Sería absurdo. Desde luego que si se tala un monte natural habrá daño ambiental,
pero si ese desmonte se hace para permitir el cultivo de cereales o la cría de ganado estaríamos ante una
actividad de progreso destinada al mejoramiento general"(24). Una década más tarde, quizás, mayoritariamente
se esté de acuerdo con la primera parte del discurso; en cambio, podría ser discutida la última frase (la que he
marcado con cursivas); en efecto, muchos pueden sostener que existe un verdadero daño ambiental cuando se
talan especies naturales para sembrar cereales transgénicos frente al riesgo (científicamente incierto aun) de
perder biodiversidad.

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c) Importancia de la delimitación del concepto.
Determinar qué es un daño ambiental no es un problema menor porque éste es del daño el que genera las
consecuencias fijadas por la ley, entre otras, la obligación de contratar un seguro y, consecuentemente, delimita
el riesgo que es objeto de cobertura (ver art. 22 LGA) (25).
d) Breve análisis de la definición legal.
La ley habla de alteración, expresión que denota que el daño supone una modificación, un cambio, una
transformación de la situación preexistente. Sin embargo, no cualquier alternación implica daño.
En primer lugar, la alteración debe ser negativa pues, como se ha visto hay alteraciones que son positivas y,
consecuentemente, no configuran daño; por ej., la construcción de un dique puede ser necesaria para impedir
inundaciones, recolectar agua para los períodos de sequía, etc.
Además, esa modificación debe ser relevante. Un sector de la doctrina entiende que este calificativo implica
que la lesión desorganiza el sistema, retardando el desarrollo humano (26) y afirma que la acción lesiva es
aquella que comporta una desorganización de las leyes de la naturaleza (27); dicho en otras palabras, el daño
ambiental se relaciona con el principio organizativo del sistema ambiental y existe cuando esa afectación es apta
para impactar sobre el equilibrio de ese sistema (28). Otros asocian el requisito de la relevancia a la gravedad de
la lesión. En este sentido, antes de la sanción de la ley, la doctrina mayoritaria hacía mención a la necesidad de
que el daño presentare cierta gravedad, en el sentido de poner en riesgo la calidad de vida en forma significativa
(29). El carácter relevante indica, pues, que la lesión debe ser importante; en este aspecto, coincide con el
artículo 2618 del código civil (que se refiere a la "normal tolerancia") (30); consecuentemente, existe un umbral
de tolerabilidad debajo del cual el daño no es indemnizable (31). En definitiva, "normal tolerancia y
razonabilidad configuran el norte con el que cabe interpretar la noción de daño ambiental"(32).
Ahora bien, "el límite de la normal tolerancia a las molestias que genera cualquier actividad pierde vigencia
cuando se está ante una actividad contaminante que pone en riesgo la salud de las personas" (en el caso, un
basurero municipal con disposición de residuos a cielo abierto) (33). En otros términos, cuando el daño
ambiental ataca el bien jurídico salud de sujetos determinados, desaparecen los límites de la normal tolerancia,
de las incomodidades ordinarias del riesgo permitido, del riesgo socialmente tolerable, y el daño ambiental se
convierte en una categoría de daño intolerable (34).
La modificación se debe producir en el ambiente (y, en este aspecto, el impacto puede ser de diversos tipos,
incluso sonoro) (35), los recursos naturales (por ej., agua, aire, suelo, flora, fauna), o en bienes o valores
colectivos, que en el derecho argentino, por mandato constitucional, comprenden, incluso, la herencia cultural
(art. 41 de la CN) (36). En este aspecto, cabe destacar que el concepto de la ley argentina es mucho más amplio
que el de la directiva europea 2004/35, que comprende sólo el daño a la flora, fauna, hábitats naturales, aguas y
suelos (37).
Por otro lado, al igual que en el caso del 2618 del código civil, la existencia de una autorización
administrativa no impide la configuración del daño ambiental y su reparación (38).
e) Diferencias entre la definición del segundo párrafo del art. 27 de la ley 25.675 y el 1068 del CC
El art. 1068 define el daño de la siguiente manera: "Habrá daño siempre que se causare a otro algún
perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, o directamente en las cosas de su dominio o posesión, o
indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos o facultades".
El art. 27 de la ley 25.675 y el 1068 del Código civil no se muestran como textos paralelos. Por un lado, a
diferencia de la ley 25.675 y del art. 2618 del mismo código civil, el art. 1068 no contiene referencia expresa a
la gravedad del daño. Por el otro, el daño del art. 1068 es un ataque a cualquier bien del patrimonio de un sujeto,
o a la persona, sus derechos o facultades. El daño colectivo ambiental, en cambio, afecta al ambiente, a los
recursos naturales o a bienes o valores colectivos.
f) Críticas formuladas por un sector de la doctrina a la definición legal.
Un sector de la doctrina ha criticado la fórmula legal (39). Algunas observaciones son correctas; otras
muestran cierta exageración.
El art. 27, antes del párrafo trascrito dice: "El presente capítulo establece las normas que regirán los hechos
o actos jurídicos, lícitos o ilícitos que, por acción u omisión, causen daño ambiental de incidencia colectiva".
Se sostiene que la ley admitiría la calificación de actos jurídicos ilícitos, siendo que en el código civil los
actos jurídicos son siempre lícitos. En realidad, leído con buena voluntad, el texto hace mención a que los daños
pueden provenir de hechos lícitos o ilícitos, y de actos (simples actos o, incluso, actos jurídicos); en otras

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palabras, el daño ambiental no sólo puede provenir de hechos ilícitos, como normalmente acontece en la
responsabilidad civil extracontractual, sino también de actos jurídicos, como por ej., actos y reglamentos
administrativos, contratos de la administración, etc.
Se afirma que la referencia a la "alteración negativa al ambiente" modifica, sin competencia, el art. 519 del
Cód. Civil que llama daños e intereses al "valor de la pérdida que haya sufrido y el de la utilidad que haya
dejado de percibir el acreedor". Por mi parte, entiendo que el legislador pudo dar, para este ámbito específico de
la reparación, un concepto distinto al del código civil. En este sentido, no existe impedimento constitucional, ni
al Congreso Nacional le faltan atribuciones para dar una definición que rija un ámbito específico.
Se critica que el art. 27 reemplace a "la víctima", por el ambiente, sus recursos, el equilibrio, etc., y
consecuentemente, contraríe el art. 30 del CC según el cual, el único ente al que se le puede imputar derechos y
obligaciones es la persona. La observación no me convence. Precisamente, el daño ambiental, por afectar el
ambiente y con él cosas comunes, exige una formulación distinta, que lo aleja de la noción tradicional de
derechos subjetivos, titularizados exclusivamente por la persona en el sentido del art. 30 del código civil. Los
principios generales de interpretación establecidos en el art. 4, especialmente el de la equidad intergeneracional
(Los responsables de la protección ambiental deberán velar por el uso y goce apropiado del ambiente por parte
de las generaciones presentes y futuras), muestra claramente que el dañado no requiere ser una persona
actualmente existente.
Finalmente, se entiende que la ley ha olvidado que el ambiente no está definido en el art. 41 de la
Constitución Nacional, que el dominio originario de los recursos naturales es de las provincias y,
consecuentemente, la ley nacional no tiene por qué regularlo. En mi opinión, la nueva visión global del
ambiente como sistema exige no sólo regulaciones nacionales sino, incluso, internacionales. En este sentido, el
legislador muestra seria y reiterada preocupación por el daño transfronterizo (ver art. 4, principios de solidaridad
y cooperación).
IV.2. Prevención, restablecimiento e indemnización. Daño moral colectivo. Daños punitivos
El art. 28 de la ley 25.675 dispone: "El que cause el daño ambiental será objetivamente responsable de su
restablecimiento al estado anterior a su producción. En caso de que no sea técnicamente factible, la
indemnización sustitutiva que determine la justicia ordinaria interviniente, deberá depositarse en el Fondo de
Compensación Ambiental que se crea por la presente, el cual será administrado por la autoridad de aplicación,
sin perjuicio de otras acciones judiciales que pudieran corresponder".
La ley distingue, pues, entre "restablecimiento" e "indemnización sustitutiva".
Comienzo por puntualizar que en muchos casos, la reposición es difícil, o antieconómica; en ocasiones, es
imposible; por otro lado, la indemnización no cumple la verdadera finalidad que es preservar el ambiente. Por
eso, tal como lo establece el art. 4, siempre debe priorizarse la preven- ción (40) (Principio de prevención: "Las
causas y las fuentes de los problemas ambientales se atenderán en forma prioritaria e integrada, tratando de
prevenir los efectos negativos que sobre el ambiente se pueden producir). Esta solución había sido expuesta
reiteradamente por la jurisprudencia anterior a la sanción de la LGA (41).
Este orden lógico (prevención, recomposición, indemnización sustitutiva sólo en caso de imposibilidad
técnica) ha sido recordado por la Corte en la decisión del 20/6/2006 recaído "in re" Mendoza B y otros c. Pen,
cuando, luego de limitar su competencia, dijo expresamente: "La presente causa tendrá por objeto exclusivo la
tutela del bien colectivo. En primer lugar, tiene una prioridad absoluta la prevención del daño futuro, ya que
—según se alega— en el presente se trata de actos continuados que seguirán produciendo contaminación. En
segundo lugar, debe perseguirse la recomposición de la polución ambiental ya causada conforme a los
mecanismos que la ley prevé, y finalmente, para el supuesto de daños irreversibles, se tratará del resarcimiento".
Señalada la necesidad prioritaria de la prevención, cabe puntualizar que, tal como indicó la convencional
Roulet durante la discusión de la Convención en Santa Fe (42), la Constitución Nacional prefiere la
recomposición a la indemnización (43); en este sentido, el sustantivo restablecimiento usado por la ley coincide
con el verbo recomponer incorporado en el art. 41 de la C.N.
Después de marcar la prioridad de la recomposición, el texto constitucional se remite a la regulación legal
("según lo establezca la ley"); por eso, un sector de la doctrina critica a la 25.675 por omitir datos específicos
sobre los alcances de esta obligación de recomponer (44).
Se trata, en realidad, de volver las cosas al estado que tenían antes de producirse el daño (45). Desde esta
perspectiva, ambos vocablos (restablecimiento y recomposición) coinciden con la expresión usada en el art.
1083 del Código civil (reposición de las cosas a su estado anterior). En definitiva, los vocablos implican
recuperación, restauración, reconstitución.

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Aunque en ambos regímenes la indemnización es sustitutiva, la gran diferencia radica en que conforme el
art. 1083 del Cód. Civil, el damnificado elige libremente (volver al estado anterior o percibir una
indemnización) y puede destinar esa suma de dinero a una finalidad diferente a la reparación; en cambio, en el
caso del daño ambiental colectivo regulado por la ley 25.675, la opción está significativamente restringida; la
indemnización corresponde sólo si la reposición o recomposición no es técnicamente factible, y si se indemniza,
ese dinero va al Fondo y desde allí servirá, al menos, para tomar otras medidas protectoras del ambiente (46).
Un caso jurisprudencial muestra con claridad estos conceptos. La empresa demandada era locataria de un
inmueble de propiedad de la actora que había sido arrendado para realizar allí "actividades de mezcla, dilución y
fraccionamiento de los productos para el tratamiento de aguas afluentes industriales y municipales y aditivos
para uso industrial en general"; dada la actividad riesgosa ejercida y las cosas de las que se valía, el tribunal la
consideró responsable de la contaminación ambiental por hidrocarburos que afectó al predio al finalizar el
contrato de locación, la luz del art. 1113 del CC; consecuentemente, la condenó a pagar la suma de $20.000 en
concepto de pérdida de chance, y a remediar el inmueble, aclarándose que dicha tarea debe incluir la remoción
de los materiales cementados. En consecuencia, rechazó el rubro desvalorización venal del inmueble afectado
por la contaminación ambiental, toda vez que, cumplida la condena, remediado el predio, no existiría un daño
permanente (47). El fallo es interesante pues muestra cómo la reposición elimina algunos otros daños que,
consecuentemente, no deben ser indemnizados.
El daño moral a los valores culturales colectivos se incorporó hace una década en la jurisprudencia nacional
a través de una sentencia a la que la doctrina adjudica, con razón, el carácter de un verdadero leading case en la
materia. Me refiero a la decisión que lleva voto preopinante del Dr. Jorge Galdós (48), conocida como el caso de
"Las Nereidas"; un accidente de tránsito causó la destrucción de un grupo escultórico ubicado en la
Municipalidad de Tandil; se entendió, con razón, que existía un daño moral colectivo. Obviamente, dado el
carácter colectivo, la reparación en dinero debe destinarse a patrimonios públicos de afectación específica (49),
tal como hoy lo prevé la ley 25.675.
¿Era conveniente introducir los daños punitivos en la ley 25.675 de modo que la indemnización también
comprenda los beneficios obtenidos por el agente contaminador como consecuencia de la actividad dañosa? (50).
La ley guarda silencio, pero recuerdo que el art. 1587 del proyecto de 1998 atribuye al tribunal la posibilidad de
aplicar una multa civil contra quien actúa "con grave indiferencia respecto de los derechos ajenos o de los
intereses de incidencia colectiva" supuesto en el que, indudablemente, encuadra el daño ambiental.
IV.3. Relación de causalidad (51)
El requisito de la causalidad presenta ciertas particularidades en materia de daño ambiental debido a que el
ambiente es un todo complejo, que no resulta fácilmente divisible; antes bien, la interdependencia es una
característica fundamental del universo (52). La cuestión ha sido explicada del siguiente modo: "Para la ciencia
clásica, todo fenómeno que existe en el tiempo presente es el resultado de algún fenómeno del pasado. Así, todo
efecto es el resultado de una causa que lo precede. La causalidad es entonces un proceso lineal. A cada efecto le
corresponde una única causa. En el paradigma de la complejidad, en donde todos los elementos interactúan
desorganizando y reorganizando al sistema al mismo tiempo, la certidumbre de la causalidad lineal desaparece,
y es reemplazada por una causalidad circular en la que tanto la causa precede al efecto, como el efecto a la
causa. Es decir, retroalimentan a su misma causalidad metamorfoseándose así en causas de sí mismos. La
posibilidad de explicación a partir de una causalidad compleja y circular pueden potenciarse a partir de los
siguientes apotegmas: (a) Las mismas causas pueden conducir a efectos diferentes y/o divergentes; (b) Causas
diferentes pueden conducir a los mismos efectos; (c) Pequeñas causas pueden acarrear efectos muy grandes y
viceversa; (d) Algunas causas son seguidas de efectos contrarios; (e) Los efectos de causas antagónicas son
inciertos.
Frente a esta complejidad, la prueba de la relación causal se hace extremadamente difícil en los casos de
daños ambientales, no obstante lo cual se sostiene que la carga incumbe al actor (53).
IV.4. Factor de atribución. Eximentes
a) El texto.
El art. 28 establece que "El que cause el daño ambiental será objetivamente responsable".
Por su parte, el art 29 ordena: La exención de responsabilidad sólo se producirá acreditando que, a pesar de
haberse adoptado todas las medidas destinadas a evitarlo y sin mediar culpa concurrente del responsable, los
daños se produjeron por culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
b) Factor objetivo más un plus.
La ley ha previsto una responsabilidad objetiva. Así lo dice expresamente el art. 28. Consecuentemente, la

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eximente no es la falta de culpa, sino el rompimiento del nexo de causalidad (culpa exclusiva de la víctima o de
un tercero por quien no debe responder).
Ahora bien, en mi opinión, la responsabilidad objetiva prevista en la LGA supone un plus sobre la
establecida en el art. 1113 del código civil para el daño derivado del riesgo o vicio de la cosa. Este plus se
visualiza en tres aspectos:
En primer lugar, el responsable debe acreditar el rompimiento del nexo causal; pero esto solo no basta; debe,
además, probar que ha tomado todas las medidas, todas las diligencias a su cargo (54). En otros términos, debe
acreditar ambas eximentes. De algún modo, podría decirse que la ley ha acumulado las dos eximentes previstas
en el art. 1113 del código civil para el daño con la cosa y para el daño causado por el riesgo de la cosa. Ninguna
de las dos es suficiente por sí misma, y mucho menos la prueba de la diligencia; se ha señalado con acierto que
"La lectura ingenua del precepto conduciría a la interpretación absurda de eximir de responsabilidad al que
causare un daño ambiental de incidencia colectiva si demuestra su debida diligencia. La interpretación de la
exención en tal sentido implicará un fuerte retroceso con relación al sistema de la responsabilidad objetiva
establecido en el art. 1113 (55).
En segundo lugar, el art. 1113 admite la concausalidad, respecto del hecho de la víctima; parece también
admitirlo para el hecho del tercero; sin embargo, como es sabido, la jurisprudencia y la doctrina mayoritaria
hace prevalecer el principio de la solidaridad previsto en el art. 1109, por lo que, en el derecho vivo, el hecho
del tercero sólo libera si es la causa exclusiva (56).
Por último, la ley menciona como eximente la culpa exclusiva de la víctima, pero esa inclusión supone un
craso error. Si esta ley es aplicable sólo al daño ambiental colectivo, la víctima es la sociedad, por lo que la
causal de liberación se muestra como de imposible configuración. Esta eximente puede funcionar para el daño
individual, mas no para el colectivo (57). En cambio, si se sostiene que la ley también contempla el daño
individual, la eximente funcionaría en la LGA para la víctima, con mayor beneficio que en el código civil desde
que, en el régimen de la ley especial, tiene andamiaje sólo la culpa exclusiva; si la culpa es concurrente, la
responsabilidad es plena (adviértase que el artículo dice sin mediar culpa concurrente del responsable).
IV.5. Independencia de responsabilidades
El artículo 29 establece la independencia de la responsabilidad civil o penal de la administrativa.
IV.6. Una presunción de responsabilidad, eliminada por el veto presidencial
El art. 29 contenía una presunción de responsabilidad que fue vetada por el PE. "El texto observado decía:
Se presume iuris tantum la responsabi-lidad del autor del daño ambiental, si existen infracciones a las normas
ambientales administrativas" (art. 29).
El texto, tal como estaba redactado, derivaba la responsabilidad (incluido, por tanto, el daño y la causalidad)
de la antijuridicidad. Quizás haya sido ésta la razón del veto presidencial. En mi opinión, hubiese sido mucho
más útil y menos conflictivo decir que la infracción a las normas ambientales administrativas presume iuris
tantum la relación causal.
IV.7. Legitimación activa (58)
a) Preliminares.
El maestro Bidart Campos decía que "los egoísmos, los reduccionismos, los angostamientos en materia de
legitimación para obrar son capaces de desvirtuar al sistema de derechos y al sistema garantista, en la medida en
que ni uno ni otro rindan el resultado a que están destinados ante la administración de justicia. La
desembocadura de los derechos y garantías en la ruta de acceso a la justicia y en el proceso queda obturada si la
legitimación, que es la llave para ingresar al proceso, se vuelve indisponible a la pretensión del justiciable"(59).
El aserto es indiscutible; en última instancia, la legitimación se remite a un punto de derecho sustancial por lo
que, en cierta medida, negar legitimación equivale a negar el derecho. De allí la importancia del concepto de
legitimación (standing, en el Common Law) (60).
b) El texto.
El art. 30 dispone: "Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obtener la
recomposición del ambiente dañado, el afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones no gubernamentales
de defensa ambiental, conforme lo prevé el artículo 43 de la Constitución Nacional, y el Estado nacional,
provincial o municipal; asimismo, quedará legitimado para la acción de recomposición o de indemnización
pertinente, la persona directamente damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción.
Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señalados, no podrán

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interponerla los restantes, lo que no obsta a su derecho a intervenir como terceros.
Sin perjuicio de lo indicado precedentemente toda persona podrá solicitar, mediante acción de amparo, la
cesación de actividades generadoras de daño ambiental colectivo".
c) Número de acciones.
Al parecer, la norma prevé tres acciones: recomposición, indemnización y cesación.
En otros términos, coexisten, al menos, tres acciones: (A) La acción de amparo colectivo; (B) La acción de
recomposición del ambiente; (C) La acción de indemnización.
Para algunos, "esta especie de miscelánea de medidas protectoras del ambiente dispersa negativamente la
legislación ambiental"(61).
d) Legitimados para la recomposición y la indemnización. El afectado.
En primer lugar, la ley menciona al "afectado". Se incluye en esta categoría a quien, de modo directo y
personal es lesionado en el disfrute de sus derechos fundamentales; pero también a quien experimenta tales
lesiones de manera indirecta o refleja. El afectado no es sólo el titular de un derecho subjetivo sino "cualquier
persona que acredite interés razonable y suficiente en defensa de aquellos intereses colectivos que, por ello
mismo, son supraindividuales"(62).
Sin embargo, más abajo, al referirse a la legitimación en materia de indemnización, la ley enumera a la
"persona directamente damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción".
¿Existe identidad entre ambas categorías? ¿Es persona afectada sólo la que habita en la jurisdicción donde el
hecho dañoso acaeció?.
Las menciones reiteradas parecerían tener por finalidad exigir más recaudos a la indemnización que a la
recomposición. Dicho de otro modo, para pedir la indemnización es afectado o damnificado "el que vive en la
jurisdicción", requisito que no se necesitaría para pedir la recomposición; en ese sentido, un ciudadano de Jujuy
podría pedir que se recomponga el daño ambiental colectivo producido en Ushuaia, pero no estaría legitimado
para solicitar la indemnización, aunque ésta tenga por destino el Fondo de Compensación ambiental y entra en
sustitución de la recomposición cuando ésta no es técnicamente factible.
Parecería que el afectado puede acumular su interés particular al público. En este sentido desde la
jurisdicción se ha dicho que "la presente acción cuyo reclamo indemnizatorio de daños personales se asienta en
el agravio al medio ambiente que se dice provocado por el humo que provendría de la quema del ex basural
municipal el que habría afectado la salud de la actora, ha sido fundado y resuelto merituándose que se trata de
una cuestión enmarcada en el derecho ambiental lo que, por ahora en un plano de hipótesis, y más allá de la
suerte de la demanda, aparece indisputable. En las demandas individuales de los procesos ambientales albergan
dos aspectos: el primero, necesariamente al lado del interés individual que lo impulsa, contiene, a su vez, el
interés colectivo y difuso, el que poseen todos los integrantes de la comunidad aledaña a la salubridad del medio
ambiente que se dice contaminado, sin cuya tutela no puede lograr la de aquél interés particular que no es más
que un fragmento o porción del mismo interés supra-individual referido. Pero esta dualidad no resulta
excluyente sino, por el contrario, acumulativa; el individuo ostenta un interés propio, y por añadidura conforma
o porta parte de otro interés distinto, colectivo, de pertenencia difusa que también le confiere legitimación para
obrar siempre que sea portador de un interés razonable y suficiente. Este palmariamente, apunta al cese de la
contaminación"(63).
Por eso, creo posible que en el mismo expediente se resuelva la indemnización del daño particular, cuyo
destinatario es el afectado-actor, y la recomposición del daño colectivo.
Obviamente, esta acumulación no será posible cuando el tribunal competente no sea el mismo para uno y
otro reclamo. Así, en la causa Mendoza B. y otros c. Pen, del 20/6/2006, la Corte Federal se declaró
incompetente para abordar el reclamo por la indemnización de los daños individuales y reservó su competencia
originaria, exclusivamente, para la cuestión relativa a la recomposición del daño ambiental colectivo.
e) Otros legitimados para la acciones de recomposición e indemnización.
La legitimación del defensor del pueblo, expresamente mencionada en el art. 30 de la LGA, había sido
reconocida por la jurisprudencia con anterioridad a su sanción (64).
El artículo bajo comentario también menciona a las "asociaciones no gubernamentales de defensa
ambiental"; se trata de acciones que deben cumplir con el recaudo del art. 43 de la CN, o sea, asociaciones que
propendan a la protección del ambiente y que estén registradas conforme la ley. Ni la Constitución ni la ley

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exigen que esas asociaciones tengan por única finalidad esa defensa. De allí que el Superior Tribunal de Justicia
de Río Negro haya legitimado en un amparo ambiental a diversas comunidades indígenas que agrupan a
personas pertenecientes a estas etnias que se quejaban, entre otros puntos, de la contaminación producida por la
actividad minera derivada de los permisos de explotación y exploración del llamado proyecto Calcatreu (65).
La ley también menciona al Estado nacional, provincial o municipal. Es llamativo que muchas demandas
relativas a la materia ambiental sean interpuestas contra el Estado pues a él se le atribuyen los hechos,
omisiones u actos lesivos.
El artículo no menciona al Ministerio Público; en opinión de un autor el silencio legal no es casual; por el
contrario "indica la elección de una acción excluyente de la acción pública, promovible por todos, y cualquiera
de los dañados"(66). La omisión puede obedecer a una razón diferente; el Ministerio Público no tiene
legitimación para demandar porque él es el custodio de la legalidad del procedimiento y, consecuentemente, en
todo momento debe mantener una posición independiente.
f) Restricciones a la legitimación para demandar la recomposición y la indemnización.
El art. 30 establece que "Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares
señalados, no podrán interponerla los restantes, lo que no obsta a su derecho a intervenir como terceros".
La norma tiende a restringir la complicación del proceso, siempre latente en los procesos con pluralidad de
partes.
De cualquier modo, y aunque se permite la intervención como terceros, la norma supone una fuerte
restricción a la posibilidad de demandar. Por eso, un autor entiende que la disposición debe entenderse con el
alcance de una class action; por lo tanto, no cualquier legitimado provoca la restricción de los demás; la
limitación sólo la produce el actor suficientemente representativo de la colectividad de los sujetos damnificados
(67).

g) El amparo para hacer cesar los efectos contaminantes. Legitimación.


La ley parece haber regulado el amparo ambiental para la cesación de los efectos nocivos como una acción
pública, y como tal, de legitimación activa amplia.
Según una opinión doctrinal, el artículo trascrito confunde los alcances de cada una de las normas
constitucionales en juego (arts. 41, 42 y 43). Recuerda que en el proyecto de la reforma constitucional estaba
previsto un amparo ambiental específico, que desapareció en la redacción definitiva, que dejó un solo amparo
colectivo para los consumidores y la protección del ambiente; o sea, en la Constitución no existen distintos
amparos según la materia, sino una sola categoría común a ambiente y a consumidores (68).
Con criterio análogo, Sagüés dice que el art. 30 in fine de la ley 25.675 ha programado un nuevo subtipo de
amparo "siguiendo la moda argentina vigente en el orden federal de crear una multiplicidad de amparos
(general, contra actos de particulares, por mora administrativa, por mora de la Agencia federal de Impuestos y
de la Dirección general de Aduana, electoral, sindical, etc.) (69).
El mismo autor señala que este amparo, regulado por la ley, es para la cesación; no cubre la recomposición
ni la indemnización de daños producidos. No cabe excluir el amparo para recomponer el daño, pero no sería el
previsto por el art. 30 in fine de la ley 25.675 sino el emergente del art. 43 de la CN regulado por las leyes de
amparo (70).
Con criterio similar se ha dicho que el amparo es la vía para peticionar la cesación de las actividades
generadoras del daño ambiental colectivo; en cambio, cuando se trata de acciones de recomposición o de
indemnización sustitutiva el legislador no ha impuesto un procedimiento específico, dejando librada la cuestión
al criterio del juez y de las partes (71).
Esta línea demarcatoria entre las acciones (recomposición, indemnización, amparo para la cesación) no es
demasiado firme en la jurisprudencia. En efecto, se ha resuelto que "Es procedente la acción de amparo
promovida por un vecino para hacer cesar la contaminación ambiental que afecta a su comuna, producto de
desechos de la red cloacal domiciliaria, vertidos sin tratamiento previo en un río aledaño (Río Luján) y canales
pluviales, pese a no haberse probado lesiones actuales a la integridad psicofísica del amparista, si existe un
riesgo cierto y actual de que ocurran en el futuro, máxime considerando que tal riesgo también afecta a los
demás vecinos y a las generaciones futuras debiendo el juez desplegar técnicas preventivas para neutralizar el
riesgo o aminorar en lo posible sus consecuencias lesivas"(72). En el caso se había acreditado que algunas
industrias radicadas en el territorio de la comuna vuelcan desechos industriales en los conductos pluviales por lo
que existía un alto grado de contaminación, con presencia de compuestos orgánicos. Ahora bien, la acción de
amparo deducida también sirvió de acción de recomposición, pues se condenó al Municipio "a tomar todas las

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medidas y recaudos necesarios, de planificación, proyección y ejecución para hacer cesar la contaminación
ambiental que produce el desvío o conexión de los desechos cloacales a los canales pluviales y al tratamiento de
aquellos previo a su desagote al Río Luján, dentro del plazo razonable de un año a contar del momento en que
quede firme o ejecutoriada la presente sentencia".
En el mismo sentido, se ha decidido que "ante la acreditación del carácter contaminante de una actividad y
su incidencia en la degradación del ecosistema (basurero municipal con disposición de residuos a cielo abierto),
los habitantes afectados están legitimados para reclamar el resarcimiento correspondiente por la alteración del
ámbito donde desenvuelven sus vidas, independientemente de la pretensión indemnizatoria que pueda fundarse
en la existencia de lesiones o secuelas psicofísicas y que, en el caso, corresponde desestimar por ausencia de
acreditación suficiente". El tribunal también declaró improcedente el reclamo a título de daño moral de los
actores (personas que habitan en las adyacencias de un basurero municipal) aun cuando se haya probado que
dicha situación pone en riesgo su integridad psicofísica, pues pese a la notoriedad de la misma, los reclamantes
se expusieron voluntariamente al citado peligro (el sitio en cuestión tenía varios años de funcionamiento al
momento de interposición de la demanda) no habiéndose acreditado la existencia de dolencias o secuelas
incapacitantes (73).
Es verdad que el 13/7/2004, en una decisión interlocutoria recaída en el caso Asociación de Superficiarios
de la Patagonia v. YPF y otros, la Corte Federal decidió que el amparo no es la vía a imprimir a un proceso en el
que se solicita se condene a los demandados a la recomposición integral de los daños colectivos ambientales
causados por su actividad; pero este rechazo no se fundó en ninguna prohibición sino en que las medidas
probatorias necesarias exigían un marco procesal más extenso (74); parece, pues, que si este escollo probatorio
no existe (situación poco probable) y se cumplen los otros recaudos, aunque en situaciones excepcionales, se
podría acudir al amparo también para las acciones de recomposición.
De cualquier modo, a veces, el amparo no es la vía adecuada para la protección de los intereses colectivos,
por lo que siendo necesario resguardarlos (75), aunque las partes hayan interpuesto un amparo, dada la
complejidad del tema, el juez podría convertir el trámite en un proceso de conocimiento pleno (76).
En este amparo es posible interponer medidas precautorias (ver art. 32) (77).
IV.8. Legitimación pasiva
a) El texto.
El art. 31 dispone: Si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más personas,
o no fuere posible la determinación precisa de la medida del daño aportado por cada responsable, todos serán
responsables solidariamente de la reparación frente a la sociedad, sin perjuicio, en su caso, del derecho de
repetición entre sí para lo que el juez interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad de cada persona
responsable.
En el caso de que el daño sea producido por personas jurídicas la responsabilidad se hará extensiva a sus
autoridades y profesionales, en la medida de su participación.
b) La regla "el contaminador paga".
A diferencia de la directiva europea 2004/35, que a lo largo de su texto y en la exposición de motivos
menciona reiteradamente la regla "el contaminador paga", la ley argentina no contiene referencia expresa a tan
viejo principio. Sin embargo, la solución está implícita en todo su articulado (78). Las expresiones legales son
demostrativas de este aserto; así se afirma que "El que cause el daño ambiental será objetivamente responsable"
(art. 18).
Tampoco es ajena a la ley la idea de la "internalización de los costos"(79), o sea "la internalización de las
externalidades negativas", en el lenguaje de la interpretación económica del derecho.
c) La legitimación pasiva y la pluralidad de responsables.
En el derecho civil, los autores distinguen diversos tipos de causalidad:
* acumulativa o concurrente: acontece cuando la pluralidad de intervinientes actúa de tal modo que sus
actos, independientes entre sí, habrían producido el mismo daño en el caso de haber sido obrados aisladamente.
* disyunta o alternativa: el hecho aparece como atribuible a una u otra persona de manera excluyente, sin
poder señalarse cuál de varios individuos es el autor dentro de un grupo determinado de personas. Uno de estos
supuestos está previsto en el código civil en el art. 1119, pero la solución es poco satisfactoria, desde que lleva a
la responsabilidad simplemente mancomunada (80). Otras soluciones han sido imaginadas desde la doctrina y la
jurisprudencia, como, por ej., la teoría de la participación en el mercado (81).

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La ley ha pretendido terminar con este difícil tema y declara a todos solidariamente responsables, sin
perjuicio de las acciones recursorias.
d) Las "autoridades" y los "profesionales" de las personas jurídicas.
¿Quiénes son las autoridades de las personas jurídicas? Al parecer, los representantes de las personas
jurídicas.
¿Y los profesionales? La norma tiene un alto contenido ético (82). Por eso, en esta categoría de responsables
(según las circunstancias) no sólo ingresan los ingenieros, arquitectos, técnicos que trabajan en obras
contaminantes; también los abogados pueden llegar a ser responsables, "en la medida de su participación". En
efecto, cuando está en juego el ambiente, parece que el abogado de una empresa contaminadora no puede
comportarse como un letrado que defiende a un deudor por el incumplimiento de un título circulatorio. Dice el
maestro Morello: "¿Puede un abogado, con su consejo y asistencia jurídica, convertirse en un cómplice del
accionar delictivo de las empresas contaminadoras que con miles de artilugios gambetean la ejecución de todo
tipo de medidas que haría cesar la causa de estos daños?; ¿Cuál debe ser moralmente el sentido y alcance de su
intervención profesional? ¿Cuáles son los límites y su responsabilidad?"(83). Coincidente con ese planteo, creo
que en estos casos se acentúa el deber del abogado de instar a una solución rápida cuyo fin último sea el cese de
un daño que afecta a todos; el abogado debe defender y asistir a su cliente, pero al mismo tiempo actuar con
diligencia de modo que el problema se dirima lo más rápido posible. ¿Por qué? Porque el medio ambiente sano
configura un derecho constitucionalmente amparado de todos los ciudadanos, incluido el abogado.
IV.9. Prescripción
La cuestión de la prescripción, siempre difícil en materia de responsabilidad civil (84), acentúa sus
complicaciones en el ámbito del daño ambiental.
Una regla generalmente aceptada dice: "Las acciones resarcitorias de los perjuicios provocados por la
polución son prescriptibles. En cambio, son imprescriptibles las obligaciones constitucionales que pesan sobre
todos y cada uno de los sujetos de la comunidad y sobre el Estado mismo de no violar, lastimar, impedir,
interferir el ejercicio de los derechos constitucionales a la preservación del medio ambiente, a la vida y a la
salud"(85). En este sentido, se ha decidido que "no puede oponerse la prescripción a la acción de amparo
promovida por quien mora en una vivienda que linda con una autopista para que se adopten las medidas
necesarias a fin de reducir la contaminación sonora que produce el tráfico vehicular a límites tolerables e
inocuos para la salud de los vecinos que viven cerca de dicha arteria, pues tratándose de demanda tendiente al
cese de un daño ambiental o una molestia según el art. 2618 del CC, la afectación se verifica constantemente y
reviste carácter actual, sin que el conocimiento del amparista pueda dar lugar a la prescripción, en tanto lo
excede el radio de aplicación de la medida peticionada (86).
La ley 25.675 no contiene plazos específicos para reclamar los daños derivados de la contaminación, por lo
que son de aplicación las disposiciones del código civil. Generalmente, se enfrentará un supuesto de
responsabilidad extracontractual (art. 4037 del CC).
Las complicaciones se presentan a la hora de fijar el comienzo del cómputo pues el daño ambiental,
generalmente, no se produce en un momento determinado sino que es producto de un fenómeno persistente. La
Corte de la Nación tiene dicho que "el inicio del curso de la prescripción debe ubicarse en el momento a partir
del cual la responsabilidad existe y ha nacido la acción para hacerla valer, hecho que acontece, como regla
general, cuando sucede el hecho que origina la responsabilidad, más excepcionalmente, si el daño aparece
después, la acción resarcitoria nace recién en ese segundo momento, pues no hay resarcimiento si el daño es
inexistente"(87). Además, se ha resuelto que cuando no se tiene prueba del agente productor del daño se abre
para el damnificado un plazo de espera que retarda el comienzo del término legal, cuya base es la razonabilidad
y en la demostración de no haber promediado negligencia en la conducta del agente (88).
V. Disposiciones procesales de la ley 25.675 (89)
V.1. Los textos
El art. 32 dispone: La competencia judicial ambiental será la que corresponda a las reglas ordinarias de la
competencia. El acceso a la jurisdicción por cuestiones ambientales no admitirá restricciones de ningún tipo o
especie. El juez interviniente podrá disponer todas las medidas necesarias para ordenar, conducir o probar los
hechos dañosos en el proceso, a fin de proteger efectivamente el interés general.
En cualquier estado del proceso, aun con carácter de medida precautoria, podrán solicitarse medidas de
urgencia, aun sin audiencia de la parte contraria, prestando debida caución por los daños y perjuicios que
pudieran producirse. El juez podrá, asimismo, disponerlas, sin petición de parte.

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El art. 33 dice: "Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño ambiental, agregados al
proceso, tendrán la fuerza probatoria de los informes periciales, sin perjuicio del derecho de las partes a su
impugnación. La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de que la acción sea
rechazada, aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias".
V.2. La ley sustantiva nacional y las reglas procesales
Una vez más, leyes nacionales contienen normas procesales en aparente contradicción con el sistema
constitucional (art. 75 inc. 12, y 121 de la CN) (90). Sin embargo, desde antiguo, la Corte Federal tiene dicho
que el Congreso Nacional puede regular normas de procedimiento si sirven para asegurar mejor los derechos
sustanciales regulados por la ley nacional. En el marco de la política ambiental, se ha decidido que "La ley
25.675 de Política Ambiental Nacional, al fijar los presupuestos mínimos establecidos en el art. 41 de la
Constitución Nacional, ha introducido decisivas novedades en el campo del derecho procesal, pero
excepcionalmente para ser aplicadas en todo el territorio nacional. Sin duda, se trata de normas procesales que
también se han considerado presupuestos mínimos. Sucede que el legislador nacional puede detraer
excepcionalmente materias propias del derecho común o local y establecer sobre ellas la jurisdicción federal,
con el propósito de asegurar la eficacia de la legislación federal (Fallos 292:534; 283:31 y sus citas; 296:343:
307:1457, entre muchos otros) (91).
Lo expuesto no significa negar atribuciones al legislador procesal local, especialmente, si protege más
adecuadamente los derechos conferidos por la legislación de fondo (92).
V.3. Competencia
La primera frase del art. 32, antes trascrito, debe ser completada con el art. 7 que dice: "La aplicación de esta
ley corresponde a los tribunales ordinarios según corresponda por el territorio, la materia, o las personas. En los
casos que el acto, omisión o situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación en
recursos ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal".
La ley establece, como regla, la competencia ordinaria o provincial. Por eso se ha calificado el art. 7 de
"norma de coordinación que acoge un criterio de federalismo ambiental"(93).
La doctrina coincide en que, en tanto no exista un fuero ambiental especializado, es juez competente el civil
o el contencioso administrativo sobre la base de las reglas ordinarias de competencia (94).
De cualquier modo, parecería que la competencia federal ha encontrado en la jurisprudencia un gran margen
de aplicación. En este sentido, la Corte Federal consideró que era definitiva la sentencia que no hace lugar al
fuero de atracción fundado en el art. 552 de la ley 24.094 de la navegación, si avanza sobre un aspecto material
de la decisión final del proceso que no podrá ser motivo de modificación ulterior. En el caso, la incompetencia
de los tribunales federales de La Plata fue deducida por la aseguradora de Shell, quien sostenía que el juicio por
contaminación de las aguas producido por el derrame de petróleo debía ser deducido ante el juez federal de la
ciudad autónoma de Buenos Aires donde tramitaba la causa de abordaje. La Corte hizo lugar al planteo, revocó
la decisión de la Cámara Federal de la Plata y, en definitiva, decidió que "el juicio de abordaje ejerce fuero de
atracción sobre la causa fundada en la contaminación del medio ambiente"(95).
También declaró su competencia originaria en una acción de recomposición interpuesta por la Asociación de
Superficiarios de la Patagonia contra YPF dado que también se había citado para integrar la litis al gobierno de
la Nación y a las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Mendoza, Neuquén y Río Negro. El tribunal citó de
oficio al Consejo Federal del Medio ambien- te (96). Igual criterio utilizó en un caso en el que se "cuestionan
resoluciones de la Secretaría de Política Ambiental provincial por las cuales se dispone un régimen atinente al
uso de bifenilos policlorados que, en principio, contrarían la ley nacional de presupuestos mínimos de
protección ambiental"(97).
Igualmente, se ha fijado la competencia federal en un caso en que se demandaba a Aguas Argentinas SA, a
la provincia de Buenos Aires, al municipio de Quilmes, y al Ente Tripartito de obras y servicios sanitarios
(Etoss) por el daño derivado del ascenso del nivel de las napas freáticas. En el caso, la competencia federal se
fundó en la ley orgánica de OSN (13.577) (98).
En la misma línea, se ha decidido que corresponde la aplicación de la ley 25.675 general del ambiente por
parte de la justicia federal en la causa que fuera radicada en sede penal y en la que se investiga el delito de
contaminación ambiental previsto por la ley 24.051 (Adla, LII-A, 52) de residuos peligrosos (99).
Con criterio análogo se ha declarado la competencia de la justicia federal si la actividad pesquera que se
trata de impedir puede afectar la fauna existente (100).
En sentido similar, un tribunal provincial se declaró incompetente para entender en una acción de amparo

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incoada contra una municipalidad por un grupo de vecinos que solicitan la remoción de una antena de telefonía
celular instalada en la vía pública; se basó en que el art. 3 de la ley de telecomunicaciones 19.798 (Adla,
XXII-C, 3422) establece la jurisdicción federal sobre la materia, y en la litispendencia con una causa en la cual
la empresa de telefonía demandó al municipio, impugnando el acto administrativo que le denegó el permiso
solicitado para la instalación de dicha antena (101).
Esta jurisprudencia encuentra justificación en las reglas sobre competencia federal en razón de las personas
y del lugar (art. 116 de la CN), que no han sido derogadas expresamente (102).
Por su parte, la Corte Suprema de Tucumán privó de jurisdicción a la justicia provincial y declaró que "es
competente el Ente Nacional Regulador del Gas y no la Justicia Civil de la provincia de Tucumán para entender
en la acción de daños y perjuicios promovida contra un licenciatario de transporte de gas por el propietario de
un predio que habría sido afectado por la contaminación ambiental, aun cuando la pretensión se funde en
disposiciones del código civil, pues dicha cuestión está regida por la ley nacional del gas 24.076 (Adla, LII-B,
1583) (103). Sin embargo, recuerdo que la Corte Federal ha dicho que "La aplicación por el Ente Nacional
Regulador de la Electricidad de las multas previstas en la ley 24.065 (Adla, LII-A, 82) no excluye la posibilidad
de que el usuario reclame por daños y perjuicios derivados del incumplimiento del contrato de concesión por
parte de la empresa distribuidora". El caso no es idéntico, pero muestra, en mi opinión, el camino equivocado de
la corte provincial (104).
V.4. El acceso "irrestricto" a la justicia. La prohibición de restricciones
El art. 32 dice "El acceso a la jurisdicción por cuestiones ambientales no admitirá restricciones de ningún
tipo o especie.
Normalmente, llevar adelante una demanda de este tipo resulta técnicamente muy difícil y económicamente
muy costoso. Por otro lado, la desigualdad de las partes en el proceso es manifiesta, dado que normalmente hay
que enfrentarse a empresas. El artículo parece apuntar a solucionar estos problemas.
La terminología legal argentina rememora la ley de Brasil 7347 del 24/7/1985, que en fórmula más
específica, pero quizás más limitativa, dice: "En las acciones de que trata esta ley no habrá adelanto de costas,
emolumentos, honorarios periciales o cualquier otro gasto o condena de la asociación actora, salvo comprobada
mala fe, en honorarios de abogados, costas o gastos procesales".
La pregunta es si esa falta total de restricciones llega también a la jurisdicción extraordinaria de los
superiores tribunales y de la Corte de la Nación. Recuérdese que la jurisprudencia tradicional de la Corte
Federal declara "inadmisible el recurso extraordinario contra la sentencia que rechaza el amparo", especialmente
si ese rechazo obedece a razones formales (no es la vía idónea, por ej.) aunque se trate de materia ambien- tal
(105); todas esas sentencias tenían algún voto en disidencia, pero lo cierto es que la mayoría cerraba la vía del
recurso extraordinario. La pregunta es: ¿Implica el nuevo texto que, al menos, deba tenerse un criterio menos
restrictivo?.
La norma coincide con la solución dada por la ley a la acción de amparo en materia de legitimación desde
que, como dije, consagró una acción popular, sin restricciones en la legitimación; en cambio, como se vio, esas
limitaciones existen para la acción de recomposición e indemnización, desde que la ley enumera a quiénes
pueden ser actores (106).
Más adelante analizo las restricciones en materia de contracautela.
V.5. Carácter inquisitorial del proceso. Rol del juez. Límites. El veto presidencial
El art. 32 dispone: El juez interviniente podrá disponer todas las medidas necesarias para ordenar, conducir
o probar los hechos dañosos en el proceso, a fin de proteger efectivamente el interés general.
El juez es un verdadero director del proceso, con facultad para ordenar medidas de instrucción; solicitar
aclaratorias y documentación; disponer investigaciones y periciales; visitar lugares, etc. "Se trata de un juez
director inmediato, no distante, que maneja poderes-deberes de uso inaplazable, que busca la verdad jurídica, y
que en temas de especial connotación social no sólo aguarda la puntual satisfacción de las cargas probatorias
dinámicas y de colaboración real de los interesados sino que, además, llega a comportarse como cabal
investigador, si bien lo que él obtenga a través de ese rol deberá ser puesto bilateralmente, a disposición,
observación y control de las partes"(107).
Lugones recuerda que cuando el legislador no puede actuar en razón de presiones políticas, los jueces vienen
a llenar ese vacío; cita a los Mazeaud, y ejemplifica con la responsabilidad objetiva aplicable a los accidentes de
tránsito, nacida en Francia merced a la obra de la Casación francesa; en efecto, los políticos profesionales no
podían asegurarse una carrera, y "luego la gobernabilidad de llegar al gabinete ministerial, si actuaban en contra

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de los poderosos; por lo tanto, aunque los daños producidos por los automóviles eran importantes, el legislador
guardaba silencio frente a la nueva realidad desde que era poco probable que el legislador adoptara un sistema
de reparación que no sería admitido sin serias resistencias"(108).
En el caso del daño ambiental, el legislador ratificó la jurisprudencia anterior que venía señalando que "Para
la real vigencia de las acciones colectivas, los magistrados judiciales deben ejercitar dinámicamente todos los
resortes que las leyes confieran; será menester dejar de lado el concepto iusprivatista individualista del daño
resarcible, dejando paso a una tendencia nueva, pública, colectiva, de tipo preventiva y represiva, donde se
busque no tanto la reparación personal del lesionado, sino la paralización de los efectos dañosos"(109). Para
resolver en este sentido, supo encontrar la norma análoga; en tal sentido se decidió que corresponde aplicar
analógicamente el Código de Minería en cuanto faculta al juez "en caso de sobrevenir algún accidente que
ocasione muerte, heridas o lesiones y otros daños, a adoptar las medidas necesarias para hacer desaparecer el
peligro"(110).
Bajo la vigencia de la LGA se ha dicho que "El juez debe actuar, en su plenitud, los poderes inherentes a la
dirección material del proceso, y ello justifica que en el caso se ordene reparar la lesión pretérita y aun presente,
además de disponer medidas preventivas destinadas a evitar que daños como el producido en el caso se vuelvan
a producir en lo futuro"(111).
También se ha señalado que "La actuación del Juez, debe ser una actuación intensa, con el objeto de
garantizar las oportunidades de participación de los interesados, así como para buscar formas alternativas de
obtención del resultado práctico que la sentencia persigue, desde un rol más activo que el que resulta de una
mera observancia ritual de las reglas procedimentales hoy vigentes y donde la razón radica en la naturaleza de
los litigios colectivos, que involucran cuestiones de interés público y trascendencia institucional"(112).
Es que "el tratamiento de los temas de derecho ambiental requiere una participación activa de la judicatura,
la que si bien, de alguna manera, pudiera afectar el clásico principio de congruencia, en definitiva se traduce en
un obrar preventivo acorde con la naturaleza de los derechos afectados y a la medida de sus requerimientos. En
este sentido, las medidas de carácter preventivo destinadas a evitar daños futuros no transgreden ni quiebran el
principio de congruencia propio del derecho decimonónico y iusprivatista del siglo pasado, cuyas reglas se han
visto notoriamente superadas por las modernas tendencias a nivel internacional en favor de los derechos
fundamentales del hombre, como son el derecho a la salud y a un ambiente sano. Frente a ello, en uso de los
poderes-deberes conferidos por el artículo 32 de la Ley General del Ambiente 25.675, en orden a la dirección
del proceso y la prueba de los hechos que dañan al ambiente, y que permiten la adopción, aun de oficio, de
medidas preventivas urgentes... corresponde ordenar al juez de primera instancia ejercer el control y requerir
una serie de informes, todo ello, sin perjuicio de las eventuales responsabilidades en que pueda incurrir la
demandada, y las medidas correctivas y preventivas que adopte ante el menor indicio de escapes, fugas o
pérdidas de dicha sustancia en cualquier equipo o instalación que posea (conf. arts. 18 a 20 de la citada ley).
Cabe precisar que las medidas ordenadas en autos deberán ser verificadas y, además, comunicada su
observancia por parte del Ente Nacional Regulador de la Energía Eléctrica (ENRE) —en su calidad de
controlador del servicio público en cuestión— y de la Secretaría de Ambiente y De-sarrollo Sustentable,
dependiente del Ministerio de Salud según decreto 295/03)"(113).
En definitiva, "el juez debe desempeñar un rol activo, especialmente en la prevención del daño ambiental,
ordenando las medidas de instrucción que crea necesarias e, incluso, prohibiendo al demandado que continúe
con la actividad contaminante"(114).
Con gran fuerza de convicción, en su reciente sentencia del 20/6/2006 recaída "in re" Mendoza c. PEN y
otros, la Corte Federal, después de recordar el deber de todos los ciudadanos de cuidar los ríos, la diversidad de
la flora y la fauna, los suelos colindantes, la atmósfera, etc. concluye que la mejora o degradación del ambiente
beneficia o perjudica a toda la población, porque es un bien que pertenece a la esfera social y transindividual, y
de allí deriva la particular energía con que los jueces deben actuar para hacer efectivos estos mandatos
constitucionales".
Ahora bien, todas estas facultades no equivalen a eliminar el principio de congruencia. En este sentido, cabe
recordar que el texto sancionado contenía una frase final, vetada por el PE, que decía: "Asimismo, en su
sentencia, de acuerdo a las reglas de la sana crítica, el juez podrá extender su fallo a cuestiones no sometidas
expresamente a su consideración por las partes". El PE entendió que esta frase facultaba la incongruencia, vicio
que está conectado al derecho de defensa en juicio.
Esta cuestión ha dado lugar a una interesante sentencia del Superior Tribunal de Justicia de Neuquén, en el
caso Lillio, resultó a finales del año 2004 (115). En el caso, el actor, una persona que vivía en la isla existente
debajo del puente carretero, reclamaba los daños individuales sufridos por la realización de esa obra. Ahora
bien, para hacer ese puente, la empresa concesionaria causó graves daños al medio ambiente, todos los cuales
fueron probados acabadamente. En cambio, el actor sólo pudo acreditar escasos daños personales, pues se

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acreditó que había abandonado su hábitat antes que se empezara a construir, por lo que el juez de primera
instancia los liquidó en $3000.
Frente a los importantes daños colectivos, la Cámara elevó los montos de condena a una suma superior a los
$30.000. Llegada la causa al Superior Tribunal, el voto minoritario entendió que aunque se debía confirmar la
sentencia de primera instancia en cuanto al daño personal, la empresa debía reparar el daño ambiental colectivo
producido y, por lo tanto, debía condenársela a: (1) remover y cargar los restos de hormigón esparcidos; (2)
transportar esos deshechos; (3) rellenar los socavones emparejando el área; (4) evaluar el talado y/o eliminación
de especies arbóreas y costos de replantados de álamos, sauces, etc. en el área desvastada. Por el contrario, el
voto mayoritario entendió que esta solución implicaba cambiar la acción y, en consecuencia, se revocó la
decisión de la cámara que había aumentado los montos de condena, se confirmó la de primera instancia y el
daño colectivo quedó sin recomponer pues, en opinión de la mayoría, no había sido objeto de la litis.
Con el riesgo propio de quien opina sin tener el expediente en la mano, me inclinaría por el voto minoritario,
por las siguientes razones: como se ha dicho, el "afectado" invoca un interés individual, pero también, el
colectivo. Si los hechos acreditados fueron denunciados en la demanda (zonas de la isla desvastadas por
supresión de especies arbóreas, restos de hormigón esparcidos, etc.), entiendo que el juez pudo condenar a la
reposición o recomposición (a través de la orden de replantar las especies destruidas, rellenando los socavones,
etc.) y, al mismo tiempo, a indemnizar el daño individual sufrido por el actor.
V.6. Las medidas urgentes (116).
El art. 32 dispone: "En cualquier estado del proceso, aun con carácter de medida precautoria, podrán
solicitarse medidas de urgencia, aun sin audiencia de la parte contraria, prestando debida caución por los daños
y perjuicios que pudieran producirse. El juez podrá, asimismo, disponerlas, sin petición de parte".
Morello ha dicho con gran elocuencia: "El impacto del tiempo es feroz; nadie quiere aguardar el consumo
del que requiere la justicia, aun el razonable"(117). Por eso, el derecho procesal moderno señala la necesidad de
un procedimiento rápido, aunque provisorio y revisable. De allí la alta significación de las medidas urgentes.
En el derecho ambiental, como en otras áreas (violencia familiar, publicidad engañosa, etc.) la necesidad de
medidas urgentes se potencia, a punto tal que es frecuente pedir este tipo de medidas dentro de los
procedimientos de amparo que, en sí mismo, tramitan por carriles rápidos, al menos en teoría.
Algunas de esas medidas urgentes responden a procedimientos constitucionales específicamente previstos
en el orden local. Así, por ej., se ha resuelto que "Corresponde hacer lugar al mandamus y ordenar a la
municipalidad de San Carlos de Bariloche que dé cumplimiento a la ordenanza 1121/2001 y produzca la lista
con la nómina de productos transgénicos que se comercializan en su jurisdicción proveyendo a los comercios
habilitados y exigiéndoles su exhibición a los usuarios"(118). En el caso, la Municipalidad de Bariloche había
dictado una ordenanza en la cual obligaba a que los productos transgénicos se vendieran con la información
respectiva. El Municipio invocó en su defensa razones procesales (el amparo no es la vía) y sustanciales (estaba
a estudio un proyecto para derogar la ordenanza). Ninguna de estas razones fue suficiente para el activo superior
tribunal de provincia, quien fundó la condena, entre otras consideraciones, en los importantes aportes del
derecho comunitario.
Los tribunales vienen convalidando este tipo de medidas. En este sentido se ha resuelto que: "Corresponde
hacer lugar a la medida cautelar innovativa y disponer la suspensión de la explotación petrolera autorizada por
la resolución impugnada hasta la efectiva previa delimitación del área natural protegida"(119); que "probados los
daños en el medio ambiente y en los bienes de los habitantes que ha causado el ascenso en el nivel de las napas
freáticas con un grado de peligro tal que reclama una urgente solución, corresponde hacer lugar a la medida
cautelar y ordenar a las demandadas que en el plazo de sesenta días, adopten las diligencias necesarias a fin de
poner en marcha los demorados mecanismos previstos y acordados, bajo apercibimiento de las sanciones
administrativas, civiles y penales que pudieran corresponder (120). En el caso, se acreditó que el ascenso del
nivel de las napas freáticas producía considerables deterioros en las propiedades de los habitantes del municipio
de Quilmes; a falta de cloacas, los pozos ciegos de los inmuebles se desbordan frecuentemente con la amenaza
concreta de un desastre sanitario. Entre las posibles causas que provocaron el ascenso en el nivel de las napas
están: la importación constante de agua del Río de la Plata por la empresa Aguas Argentinas para ser destinada
al consumo, sin haberse previsto el desequilibrio hídrico que podría provocar; la desactivación, por parte de la
concesionaria, del sistema de extracción de aguas subterráneas y de los pozos de explotación local, etc.
De cualquier modo, al igual que para las cautelares genéricas reguladas por el código procesal, el
peticionante debe prestar caución para responder por los posibles daños y perjuicios.
La novedad de la ley son las cautelares de oficio, que sobrevivieron al veto presidencial, y parecen ser una
reacción del legislador frente a la Corte Federal y su jurisprudencia restrictiva respecto a la posibilidad de
ordenar medidas de cesación fuera del estrictísimo ámbito de las pretensiones deducidas (121).

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Obviamente, el juez siempre debe ser prudente, especialmente si a través de una cautelar se pretende que el
tribunal anticipe la declaración de inconstitucionalidad de las leyes. En tal sentido se ha decidido que "Si bien
en el proceso de amparo puede el juez declarar la inconstitucionalidad de la norma impugnada (art. 43, 1°
párrafo in fine de la CN), esa atribución sólo puede ser ejercida en la sentencia definitiva, no en una
interlocutoria que dispone una medida cautelar; y ello previa apropiada bilateralización, una cierta sujeción al
principio de congruencia. Porque ya decía Hamilton que, de las abominaciones de la República, la peor es el
gobierno de los jueces; que no otra cosa es lo que en el caso se pretende de ellos, al obligarlos, dentro de plazos
brevísimos y angustiantes, a sumergirse en cuestiones de enorme complejidad técnica y desconocidas
usualmente para los profanos, y a dictar medidas que implican una manifiesta injerencia en el ámbito de reserva
de la Administración"(122).
V.7. Cuestiones relativas a la prueba
a) Las facultades judiciales
La doctrina ha alertado sobre la dificultad de la prueba en los procesos ambientales. Normalmente se trata de
procesos complejos que requieren un tratamiento diferente, innovador, flexible (123).
b) Nuevos medios de prueba.
Frente a esta necesidad de innovar, se ha propuesto que todo lo acontecido en las audiencias públicas sea
especialmente tenido en miras por el tribunal, como una prueba más (124).
c) Los dictámenes de los organismos del Estado con valor pericial.
El art. 33 dispone: Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño ambiental, agregados al
proceso, tendrán la fuerza probatoria de los informes periciales, sin perjuicio del derecho de las partes a su
impugnación (125).
Un autor sostiene que, a través de esta disposición, de alguna manera, la ley ingresa en el sistema de pruebas
tasadas; por su forma o soporte, los dictámenes o informes de los organismos del Estado son un documento; sin
embargo, el contenido es pericial y, por ello, el valor convictivo no es el del simple indicio, sino el de la prueba
pericial científica. "Estos dictámenes han subido su cotización; han pasado de ser simples documentos a ser
pericias, siempre que respeten el principio de contradicción y defensa en juicio"(126).
Coincido con Sabsay (127) en que la norma es importante porque contribuye a: (A) Coordinar esfuerzos entre
el poder ejecutivo y el poder judicial para aplicar la normativa; (B) Afrontar con los recursos del Estado
medidas probatorias que resultan inaccesibles para muchas personas de la población; (C) Facilitar a los
particulares el acceso a la información; (D) Facilitar el onus probandi.
Obviamente, las partes pueden impugnar estos informes, del mismo modo que pueden impugnar cualquier
pericial.
Queda una pregunta por responder: ¿Rige esta regla cuando el demandado es el Estado? En mi opinión, en
este caso, estrictamente, estos informes no tendrán el valor de una pericial realizada por un profesional
independiente, pero esa documental debe ser asimilada a las conclusiones presentadas por el consultor técnico.
V.8. Efectos de la cosa juzgada
El art. 33 dispone: La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de que la acción
sea rechazada, aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias.
La cuestión de la cosa juzgada en los procesos colectivos ha dado lugar a una bibliografía inacabada (128).
La ley ha elegido una de las tantas fórmulas propiciadas por la doctrina; sin embargo, ni siquiera la
redacción convence.
Desde la judicatura se ha dicho que, dado que conforme el artículo 33 de la Ley General del Ambiente la
sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, la sentencia anterior (Almada c. Copetro SA) expande
sus efectos hacia todos y cada uno de los titulares individuales de la pretensión y hace cosa juzgada con respecto
al daño ambiental". Por lo tanto, "para exonerarse de responsabilidad, la demandada tenía sobre si la carga de
demostrar la cesación de la contaminación, cosa que no ocurrió (arts. 375, 384 del CPCC). No habiéndolo
hecho, debe resarcir el daño producido (arts. 1066, 1068, 1083 del Código Civil; art. 41 C.N. art. 28 C. Pcia.
Buenos Aires, arts. 28, 29 y 31 de la ley 25.675)". En la causa anterior citada se había dispuso que la sentencia
única dictada en ese expediente hacía "cosa juzgada en lo principal respecto de esos actuados y de los futuros".
En consecuencia, en ésta, no se admite discusión en lo relativo al daño ambiental hasta la fecha de aquella
sentencia por lo que la discusión "se limita a la continuidad y actualidad del daño ambiental con posterioridad a

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la sentencia dictada el 10 de mayo de 1993"(129).
De cualquier modo, la redacción de la ley no convence demasiado a los fines de evitar posibles fraudes
procesales (130).
El artículo es claro en cuanto dispone que la sentencia que favorece a la víctima tiene efectos erga omnes. El
problema está en la sentencia que rechaza la demanda. En efecto, si el artículo se lee sin la frase incidental
(aunque sea parcialmente) parecería que si la demanda es rechazada por cuestiones probatorias, no tiene efectos
erga omnes; a contrario sensu, tendría tales efectos expansivos si se rechaza por cualquier otra razón. Si esta
fuese la solución, los acuerdos fraudulentos entre actor y demandado estarían a la orden del día. En principio, la
sentencia que rechaza la demanda no puede ser opuesta a otros legitimados que no fueron oídos, cualquiera sea
la causa del rechazo (cuestiones probatorias u otras).
V.9. La eficacia de las decisiones judiciales
Tengo el convencimiento de que cuando las acciones de recomposición son acogidas, la sentencia debe
contener disposiciones claras sobre mecanismos específicos de seguimiento en la ejecución de la sentencia (131).
Creo que la interesante sentencia dictada por el tribunal de Río Ne- gro (132) en la causa deducida por los grupos
indígenas por la contaminación producida por el proyecto minero Calcatreu adolece de datos que la hagan
realmente efectiva. En efecto, la parte dispositiva ordena a "Todos los organismos provinciales demandados (y
los que resulten competentes) en la aprobación del proyecto Calcatreu, observar el pleno respeto y la aplicación
de las normas en vigencia en cuanto a la pluralidad étnica, respeto al patrimonio social y cultural, preservación
de los recursos naturales, información, consulta y participación de las comunidades originarias del área
comprendida y sus aledaños". Es cierto que a la Dirección de Tierras y colonización le impone la realización de
una serie de tareas técnicas específicas para la delimitación del área. También lo es que el dispositivo final
afirma que "el incumplimiento del presente decisorio habilitará, sin más, la ejecución de sentencia ante el
órgano jurisdiccional con competencia contencioso administrativa de la jurisdicción correspondiente, ello en
cuanto así procediere en atención a la naturaleza de la cuestión que aquí se resuelve y sin perjuicio de las
acciones a que hubiere lugar o pudieren ser pertinente en el ámbito administrativo o por vía ordinaria en sede
judicial". No obstante, ese mandato parece insuficiente. En mi opinión, habiéndose detectado incumplimientos
graves, como eran que la concesionaria utilizaba una importantísima cantidad de litros de agua por día (30.000)
sin autorización del ente provincial regulador del agua, y que no se había concluido el estudio de impacto
ambiental, el tribunal debió emplazar para realizar actos positivos dentro de un período determinado, bajo
apercibimiento de suspensión de las tareas. De este modo, las consecuencias de la sentencia podrían haber sido
controladas a través de seguimientos efectivos, efecto que no se visualiza en la decisión, tal como ha sido
redactada.
Por otro lado, el tribunal debe ser muy prudente a la hora de fijar los apercibimientos frente al
incumplimiento, de modo de no tener las manos atadas frente a ulteriores inconductas de las partes. En este
sentido, recuerdo la posición quizás excesivamente estricta de la Corte Federal, quien ha sostenido en decisión
del 27/2/2001, recaída "in re" "Almada c. Copetro SA" que "es descalificable la decisión que en el caso de que
la demandada no cesara en la emisión de elementos contaminantes dispone el cierre de la planta industrial, pues
se aparta de una decisión anterior, en la que había desechado toda posibilidad de clausurar la actividad de la
demandada"(133).
V.10. Régimen de la caducidad de instancia
¿Procede la caducidad de instancia en este tipo de procesos? La respuesta negativa podría fundarse en que la
caducidad configura una restricción, que no se compadece con las facultades inquisitoriales concedidas al
magistrado por el art. 32.
En este sentido se ha dicho que "en este tipo de procesos se intensifican las facultades ordenatorias e
instructorias que las normas procesales ponen a cargo de los magistrados, como así también los deberes de éstos
en relación al desarrollo del procedimiento, entre ellos el de velar para que en la tramitación de la causa se
procure la mayor economía procesal, o tomar las medidas tendientes a evitar la paralización del proceso, de tal
forma que vencido un plazo, se pasa a la etapa siguiente mediante la adopción de oficio de las medidas
necesarias (arts. 34, inc. 5° e y 36, inc. 1, CPCCN). Por tales motivos es dable afirmar que, en este tipo de
procesos, el juez debe instrumentar por sí, en forma prioritaria, lo necesario para acelerar los términos
procesales e impedir la duración prolongada de estos juicios, evitando las presentaciones que busquen retrasar
su avance, razón por la cual no rige —en el caso— el instituto de la caducidad de la instancia". Por el contrario,
en disidencia (voto del Dr. Frondizi) se ha sostenido que, "como en cualquier procedimiento judicial, la carga de
su impulso corre por cuenta de su iniciador, sin perjuicio de la actividad concerniente al órgano jurisdiccional,
en orden a evitar la paralización de los procesos, por cuanto no es función de éste sustituir a las partes"(134).
V.11. La citación de terceros

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Estos juicios suelen generar una multiplicidad de partes. En alguna causa, incluso, la Corte ha citado de
oficio a algunos organismos nacionales. Así aconteció en la ya mencionada "Asociación de Superficiarios de la
Patagonia v. YPF", en la que el tribunal, además de convocar como terceros al Estado nacional y a las
provincias de Buenos Aires, Mendoza, Neuquén y Río Negro, como lo había solicitado la actora, dispuso de
oficio, la citación del Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema) (135). En cambio, por mayoría, rechazó la
citación del defensor del pueblo; argumentó que la actora no había explicitado las razones por las que lo
reclamaba en juicio. En disidencia, Maqueda, Zaffaroni y Vázquez entendieron que la participación en ese
proceso encuadraba dentro de las funciones otorgadas por la Constitución Nacional.
V.12. Plazos para interponer la acción de amparo para la cesación de los efectos perjudiciales
La jurisprudencia viene sosteniendo la inaplicabilidad del plazo de caducidad para interponer la acción. En
este sentido se ha resuelto que "Si bien es cierto que la Ley de amparo (ley 2903) establece en su art. 2°, que la
demanda debe ser presentada dentro de los quince días hábiles a partir de la fecha en el que el acto fue ejecutado
o debió producirse, por expresa disposición de la Ley General del Ambiente 25.675 (artículo 32) para la acción
de amparo ambiental, rige el principio de la inexistencia de restricciones de ningún tipo o especie para el acceso
a la jurisdicción por cuestiones ambientales, y tal principio incluye la no obligatoriedad de plazos de caducidad
de la acción". Además, normalmente se trata de un hecho continuado en el tiempo, que puede producir daños
futuros (136).
V.13. La actuación del amicus curiae
El proceso ambiental se presenta como uno de los más adecuados para la presencia del amicus curiae. No se
desconoce que en los EE.UU. algunos jueces han comenzado a señalar el abuso que se hace de la figura (137),
pero no cabe duda de que, bien utilizada, la figura puede prestar importantes apoyos al tribunal.
VI. Régimen del seguro
El problema de la asegurabilidad de los daños ambientales genera grandes dificultades (138). Por eso, no
debe extrañar que el art. 22 disponga:
Toda persona física o jurídica, pública o privada, que realice actividades riesgosas para el ambiente, los
ecosistemas y sus elementos constitutivos, deberá contratar un seguro de cobertura con entidad suficiente para
garantizar el financiamiento de la recomposición del daño que en su tipo pudiere producir; asimismo, según el
caso y las posibilidades, podrá integrar un fondo de restauración ambiental que posibilite la instrumentación de
acciones de reparación.
Para algunos autores, la norma no es operativa y necesita ser reglamentada (139). Se fundan en la
terminología abierta de la norma, que se refiere a "cobertura con entidad suficiente"; entienden que una vez
reglamentada, las jurisdicciones locales deben establecer las sanciones para su incumplimiento. No comparto
esa posición. Es verdad que el veto del Poder Ejecutivo suprimió del art. 3 de la LGA la palabra "operativas"
que calificaba a las disposiciones de la ley conjuntamente con su carácter de orden público. Sin embargo, esta
supresión no implica, per se, que el articulado de la ley no rija mientras no se lo reglamente. Es evidente que la
figura del fondo de restauración no puede operar mientras no se lo cree y reglamente; el seguro, en cambio, sólo
requiere que el mercado asegurador asuma este tipo de riesgos.
Esta fue la respuesta de la mayoría de la Corte cuando rechazó la cautelar solicitada por la Asociación de
Superficiarios de la Patagonia en el ya citado caso contra YPF. Se argumentó que hacer lugar a la medida era
adelantar el resultado del proceso; en otros términos, que el contenido de la cautelar coincidía con el de la
pretensión. En cambio, el voto minoritario de Vázquez, Maqueda y Zaffaroni, con mejor criterio, sostuvo que
dado que la actividad era riesgosa, lo solicitado en la cautelar era simplemente que el demandado probase que
cumplía con la ley y había contratado el seguro; se afirma, razonablemente, que la obligación de contratar el
seguro es consecuencia de los principios de prevención y responsabilidad previstos en la ley 25.675. La minoría
también utiliza otro argumento; afirma que la demanda instaurada se encuadra en las prescripciones de la
mencionada ley, y la interpretación de esa normativa debe efectuarse de acuerdo con el principio precautorio,
que dispone que cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la ausencia de información o certeza
científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los
costos, para impedir la degradación del medio ambiente"(140). En mi opinión, el principio precautorio no debió
ser invocado; respecto al presupuesto de la obligación de contratar el seguro, no hay incerteza científica, desde
que no puede discutirse que la actividad petrolera es actividad riesgosa para el ambiente, los ecosistemas y sus
elementos constitutivos.
La posición de la Corte ha variado después del 20/6/2006. En efecto, la parte resolutiva de la decisión
recaída "in re" Mendoza y otros c. PEN y otros emplaza a las 44 empresas demandadas que informen "Si tienen
seguros contratados en los términos del art. 22 de la ley 25.675 (art. 22: Toda persona física o jurídica, pública o

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privada, que realice actividades riesgosas para el ambiente, los ecosistemas y sus elementos constitutivos,
deberá contratar un seguro de cobertura con entidad suficiente para garantizar el financiamiento de la
recomposición del daño que en su tipo pudiere producir; asimismo, según el caso y las posibilidades, podrá
integrar un fondo de restauración ambiental que posibilite la instrumentación de acciones de reparación".
En otras ocasiones la cautelar ha sido rechazada con el consabido argumento de la "solvencia del Estado",
por lo que "no cabe obligarlo a contratar el seguro". En este sentido se ha dicho que "debe rechazarse la
pretensión de la amparista tendiente a que la Dirección Provincial de Energía de Corrientes, en su calidad de
propietaria de unos transformadores que contienen PCBs, contrate un seguro de responsabilidad civil (seguro
ambiental) pues el Estado provincial es, en principio, lo suficientemente solvente como para afrontar las
posibles responsabilidades que pudieran acarrear su accionar (141). Las permanentes leyes de emergencia y de
consolidación de pasivos desmienten claramente tal fundamentación.
Finalmente, advierto que probada la relación causal entre la omisión y el daño, el incumplimiento de la
obligación de contratar seguros puede llegar a generar responsabilidad del Estado por falta de control (142).
VII. Conclusiones provisionales
Se ha dicho con razón de que uno de los peligros más importantes del derecho ambiental es el de la
inefectividad (143); en el mismo sentido, se afirma que "la Argentina padece una crónica distancia entre los
principios normativos y el discurso público, y la eficacia de su aplicación sobre la realidad. En el campo
ambiental, ese desfasaje es manifiesto, y se hace aún más notorio por el contraste entre los numerosos
Encuentros, Jornadas, Congresos y publicaciones dedicados a la protección y recuperación del ambiente, por
una parte, y la postergación efectiva del problema en la agenda pública y en las políticas oficiales, por la otra
(144).

La jurisprudencia comentada muestra que, aun en la política de los pequeños pasos, los jueces argentinos
están cumpliendo muy satisfactoriamente el rol activo que les ha asignado la ley.
No obstante, esto no es una cuestión sólo de jueces. Toda la sociedad debe comprometerse en la
conservación del ambiente. Pese a todo, yo también soy optimista. Como dice Zaffaroni: ¿Será posible otro
consenso? Pese a todo, creo que sí. La tecnología del siglo XXI será demasiado destructiva y no encontrar otro
consenso significaría tanto como apostar a la desaparición de la especie. En definitiva, pese a muchos datos
inquietantes en contra, no creo pertenecer a una especie con genes tan deteriorados que le hayan hecho perder su
pulsión de supervivencia (145).
Por necesidad o por convicción, tal resultado tiene que producirse, pues como ha dicho René Dupuy en su
libro La emergencia de la humanidad, "Vivimos en un mundo en el que, por fuerza, hay que hacerles sitio a
todos. No se puede huir de los otros, pues no existe otro lugar".
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)
(*)(*)La ley se sancionó el 6 de noviembre de 2002 y se promulgó parcialmente el 27 de Noviembre de
2002.
(**)(**)Comunicación efectuada por la Académica, en la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Buenos Aires, el 22 de junio de 2006.
(1) La responsabilidad civil por el daño ambiental, Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba, año académico 1990, número del cincuentenario, 1991, p. 169.
(2) Ver valiosa síntesis de estos documentos internacionales en ZUBIRI DE SALINAS, Mercedes, "El
seguro de responsabilidad civil por daños al medio ambiente", Navarra, Ed. Aranzadi, 2005, ps. 25/35.
(3) Para la bibliografía europea ver, entre muchos, POZZO, Barbara (a cura di), "La nuova responsabilità
civile per danno all'ambiente. Le problematiche italiane alla luce delle iniziative dell'Unione Europea", Milano,
Ed. Giuffrè, 2002; POZZO, Barbara (a cura di) "La responsabilità ambientale. La nuova direttiva sulla
responsabilità ambientale in materia di prevenzione e riparazione del danno ambientale", Milano, Ed. Giuffrè,
2005; SADELEER, Nicolas, "Les principes du pollueur-payer, de prévention et de précaution", Bruxelles,
Bruylant, 1999. En Argentina, BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005;
JIMENEZ, E. P. (coord), "Derecho ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio", Buenos Aires, Ed. Ediar,
2004; MATHUS ESCORIHUELA, M. (director) "Derecho ambiental y de los recursos naturales", Mendoza,
2006.
(4) Ver, entre otros, IX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Mar del Plata, 1983: XII Jornadas
Nacionales de Derecho Civil, San Carlos de Bariloche, 1989; XI Jornadas Nacionales de Derecho civil, Mar del
Plata, 1995; II Jornadas Marplatenses de responsabilidad civil y seguros, Dic. 1992. Un resumen de lo
acontecido en estas jornadas y en otras se encuentra en CAFFERATTA, Néstor, "Responsabilidad civil por
daño ambiental", en TRIGO REPRESAS, F. y LOPEZ MESA, M., "Tratado de la responsabilidad civil",

© Thomson La Ley 19
Buenos Aires, Ed. La Ley, 2004, t. III, p. 664.
(5) Compulsar, de mi autoría, "Responsabilidad civil, principio de precaución y transgénicos", publicado en
la obra colectiva dirigida por ROMEO CASABONA, Carlos María, "Principio de precaución, biotecnología y
derecho", Granada, Comares, 2004, p. 319; más tarde, lo traté en mi artículo "El principio de precaución en un
documento de la UNESCO", Anales de la Academia Nacional de Derecho, 2005. En ambos, he citado
extensamente la bibliografía existente. Ver, además, la obra donde fue publicado mi primer trabajo, libro que
contiene otros dieciséis artículos pertenecientes a notables juristas europeos y latinoamericanos. También en
este ámbito mucha agua ha pasado debajo del puente. Así, mis colegas del prestigioso Supremo tribunal de
Córdoba resolvieron que "No procede la acción de amparo tendiente a que se proceda a la erradicación de
antenas de telefonía celular, toda vez que no se ha logrado demostrar la potencialidad del electromagnetismo
para producir los daños a la salud o al medio ambiente aducido por los accionantes, tornando el planteo de
amparo en meramente conjetural y por ende carente de base fáctica (TSCórdoba, 11/3/2003, LLC, 2003-1200
—reseña— con nota crítica de CAFFERATTA, Néstor, "Principio precautorio en un fallo del Tribunal Superior
de Córdoba"). Es evidente que un mayor desarrollo del principio precautorio hubiese dado mayor claridad al
tema que se traía al tribunal. En efecto, con posterioridad a esa decisión, son varias las sentencias que lo han
acogido. Ver, entre otros, Cám. Civ. y Com. Corrientes, sala IV, 5/10/2005, JA, 2005-IV-330; un resumen del
fallo se publica en Rev. Resp. Civil y Seguros, año VIII, N° 5, Mayo 2006, p. 97, con nota de DI PAOLA,
María E., "Recomposición del ambiente y del daño producido por derrames de PCBs". En este caso se decidió:
"Corresponde hacer lugar a la medida cautelar formulada con el fin de que la Dirección Provincial de Energía de
Corrientes, en su calidad de propietaria de transformadores que contienen PCBs, cumpla con los requisitos
previstos en la ley 25.670 (Adla, LXII-E, 5115) de Gestión y Eliminación de dichos compuestos, toda vez que
se ha probado la verosimilitud del derecho invocado. Aunque no haya certeza científica con relación al efecto
negativo que poseen los transformadores que contienen PCBs sobre la salud de la población, el solo peligro de
que pueda causar un daño grave e irreversible es justificativo para que se tomen medidas que impliquen la
aplicación de restricciones o prohibiciones a las actividades presumiblemente riesgosas en base a estudios
científicos objetivos de evaluación preliminar en los términos de la ley 25.675.
(6) El análisis de estos principios es muy significativo para la comprensión de todo el articulado. Ver, entre
muchos, CORIA, Silvia, "La importancia de los principios rectores en el derecho ambiental", en Rev. de
Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005/2, p. 9; CAFFERATTA, Néstor, "Responsabilidad
civil por daño ambiental", en TRIGO REPRESAS, F. y LOPEZ MESA, M., "Tratado de la responsabilidad
civil", Buenos Aires, Ed. LA LEY, 2004, t. III, p. 533 y sigtes.; CAFFERATTA, Néstor, "El principio de
prevención en el derecho ambiental", Rev. de D. Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 0, 2004, p. 9;
TRIPELLI, Adriana, "Los principios rectores ambientales según la Corte Internacional de Justicia", en Rev. de
Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 143. Para otros principios no enumerados en
la ley ver GOLDENBERG, I., y CAFFERATTA, N., "Daño ambiental. Problemática de su determinación
causal", Buenos Aires, Ed. A. Perrot, 2001, p. 21, donde se transcribe la opinión de otros autores sobre la
cuestión.
(7) DI PAOLA, María E., "Recomposición del ambiente y del daño producido por derrames de PCBs", en
Rev. Resp. Civil y Seguros, año VIII, N° 5, Mayo 2006, p. 97; LORENZETTI, Ricardo L., "Teoría de la
decisión judicial. Fundamentos de Derecho", Santa Fe, Ed. Rubinzal, 2006, p. 425 y siguientes.
(8) MOSSET ITURRASPE, Jorge, "El daño ambiental en el derecho privado", en MOSSET ITURRASPE,
HUTCHINSON y DONNA, "Daño ambiental", Santa Fe, Ed. Rubinzal, 1999, t. I p. 31.
(9) HIGHTON, Elena, "Reparación y prevención del daño al medio ambiente. ¿Conviene dañar? ¿Hay
derecho a dañar?", en KEMELMAJER-PARELLADA (coord.) "Derecho de daños", homenaje Félix A. Trigo
Represas, Buenos Aires, Ed. La Rocca, 1993, p. 793.
(10) Para la jurisprudencia anterior a la mitad del año 2001, me remito al anexo jurisprudencial agregado al
libro de GOLDENBERG, I., y CAFFERATTA, N., "Daño ambiental. Problemática de su determinación
causal", Buenos Aires, Ed. Abeledo Perrot, 2001, ps. 83/138.
(11) Ver, entre otros, Superior Tribunal de Jujuy, sala II, 21/2/2005, Rev. de Derecho Ambiental, 2005 N° 2
p. 231, con nota de COSSARI, Nelson, "La protección de la esfera vital ante las inmisiones intolerables".
(12) Fallos 31-273; recordado por LORENZETTI, Ricardo, "Las normas fundamentales en materia
ambiental", en "Las normas fundamentales de derecho privado", Santa Fe, Ed. Rubinzal, 1995, p. 496; la
sentencia se reproduce completa en MILLER, J., GELLI, M. A. y CAYUSO, S., "Constitución y derechos
humanos", Buenos Aires, Ed. Astrea, 1991, p. 1239.
(13) Compulsar, entre muchos, CORSIGLIA, Federico E., "Responsabilidad civil ambiental: ubicación de
la materia en el contexto actual. Modificación de los elementos de la tradicional responsabilidad civil en materia
de responsabilidad ambiental", Rev. de D. Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005 N° 3 p. 26;
PASSOS DE FREITAS, Vladimir, "El daño ambiental colectivo y la lesión individual", en Rev. de Derecho
ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° O, 2004, p. 155. El autor señala que mientras en Brasil la
legislación se ocupó primariamente del daño ambiental colectivo, en la Argentina, en sus orígenes, el legislador

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apuntó al daño individual.
(14) DE BENEDICTIS, Leonardo, "La responsabilidad ambiental en la Unión Europea. Análisis
comparativo de la directiva 2004/35 CE y la normativa argentina", en Rev. de Derecho Ambiental, 2005 N° 3 p.
89.
(15) CSN, 13/7/2004, JA 2005-IV-307, con nota de FAGGI, Emilio, "El medio ambiente en la justicia".
(16) LAGO, Daniel, "Asociación de superficiarios de la Patagonia v. YPF: una batalla judicial ambiental
inédita", en Rev. de Derecho Ambiental, 2005, N° 2, p. 246.
(17) Ver, por todos, BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, y doctrina
citada por la autora.
(18) Para el daño a la salud y el medio ambiente ver, especialmente, CAFFERATTA, Néstor, "Derecho a la
salud y derecho ambiental", en LLC, 2006-411.
(19) BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 175.
(20) Véase ALEGRIA, Héctor, "Economía, medio ambiente y mundo financiero", en
BUERES-KEMELMAJER DE CARLUCCI (dir.), "Responsabilidad por daños en el tercer milenio". Homenaje
al Dr. Atilio A. Alterini, Buenos Aires, Ed. Perrot, 1997, p. 322; también BESALU PARKINSON, Aurora,
Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 237.
(21) Las cursivas no están en el texto de la ley. Se ha colocado sólo para enfatizar algunos aspectos que se
explican más adelante.
(22) LAGO, Daniel, "Asociación de superficiarios de la Patagonia v. YPF: una batalla judicial ambiental
inédita", en Rev. de Derecho Ambiental, 2005 N° 2 p. 243.
(23) GOLDENBERG, I., y CAFFERATTA, N., "Daño ambiental. Problemática de su determinación
causal", Buenos Aires, Ed. A. Perrot, 2001, p. 7.
(24) NATALE, Alberto, "Protección del medio ambiente en la reforma constitucional", LA LEY, 1994-E,
1385.
(25) ZUBIRI DE SALINAS, Mercedes, "El seguro de responsabilidad civil por daños al medio ambiente",
Navarra, Ed. Aranzadi, 2005, p. 167.
(26) ESAIN, José, "El daño ecológico leve y las pruebas científicas tasadas", DJ, 2005-3-706;
LORENZETTI, Ricardo, "La protección jurídica del ambiente", LA LEY, 1997-E, 1467; CAFFERATTA,
Néstor, "Responsabilidad civil por daño ambiental", en TRIGO REPRESAS, F. y LOPEZ MESA, M., "Tratado
de la responsabilidad civil", Buenos Aires, Ed. LA LEY, 2004-III, 562.
(27) LORENZETTI, Ricardo, "La protección jurídica del ambiente", LA LEY, 1997-E, 1467; TRIGO
REPRESAS, Félix, "La defensa del ambiente en la provincia de Buenos Aires", JA, 1998-IV-1048.
(28) LOPEZ ALFONSIN, M. A. y MARTINEZ, A. N., "Una interesante resolución judicial frente al daño
ambiental colectivo", LA LEY, 2004-D, 785. Esta noción de daño ambiental que apunta a lo relacional fue
sostenida por la doctrina antes de la sanción de la ley. Así se dijo que daño ambiental es toda lesión o
menoscabo que atente contra la preservación del entorno, constituido por los recursos naturales vivos, inertes,
culturales, materiales e inmateriales, en tanto influya en la calidad de vida, desde el punto de vista del interés
humano (PARELLADA, Carlos, "Breve reflexión sobre la noción de daño ambiental", LA LEY, 2003-A, 873 y
en "Los principios de la responsabilidad civil por daño ambiental en Argentina", en "Responsabilidad por daños
al medio ambiente", Bogotá, Ed. Universidad Externado de Colombia, 2000, p. 234 y siguientes).
(29) Ver, entre muchos, BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "El daño ambiental y las vías procesales de
acceso a la jurisdicción", JA, 1996-IV-896.
(30) CAFFERATTA, Néstor, "Responsabilidad civil por daño ambiental", en TRIGO REPRESAS, F. y
LOPEZ MESA, M., "Tratado de la responsabilidad civil", Buenos Aires, Ed. La Ley, 2004-III, 578. El autor, al
igual que la doctrina mayoritaria, sostiene que la expresión "relevante" también se vincula a la teoría de riesgo
permitido como causal de justificación de los delitos penales, o del daño socialmente tolerable mencionado en el
art. 1589 inc. e del proyecto de código civil de 1998.
(31) BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 212.
(32) MATHUS ESCORIHUELA, M. (director) "Derecho ambiental y de los recursos naturales", Mendoza,
2006, p. 127; CAFFERATTA, Néstor, "Responsabilidad civil por daño ambiental", en TRIGO REPRESAS y
LOPEZ MESA, "Tratado de la responsabilidad civil", Buenos Aires, Ed. La Ley, 2004-III, 563.
(33) Cám. Civ. y Com. de Garantías en lo Penal, Pergamino, 26/9/2002, LLBA, 2003-1049.
(34) CAFFERATTA, Néstor, "Derecho a la salud y derecho ambiental", LLC, 2006-416 y sus citas.
(35) Ver, entre muchos, ARNEDO, Rodolfo, "La contaminación sonora y su regulación" en Rev. de
Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005, N° 3 p. 1.

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(36) PEREIRO DE GRIGARAVICIUS, María, "Daño ambiental en el medio ambiente urbano", JA,
2005-IV-1426; para este tema, ver, de la misma autora, "Medio ambiente, diversidad cultural y paisaje frente a
la globalización", en Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004, p. 80.
(37) Para esta diferencia, DE BENEDICTIS, Leonardo, "La responsabilidad ambiental en la Unión
Europea. Análisis comparativo de la directiva 2004/35 CE y la normativa argentina", en Rev. de Derecho
Ambiental, 2005 N° 3 p. 93.
(38) COSSARI, Nelson, "Irrelevancia de la autorización administrativa. Aportes del clásico derecho civil al
novísimo derecho ambiental", en Rev. de Derecho ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005, N° 1, p. 57.
(39) MOYANO, Amílcar, "Ley general del ambiente. A propósito de su invalidez o de su aceptable
aplicación", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 228; del mismo
autor, Ley general del ambiente 25.675: conjetura sobre su validez, en LL Gran Cuyo, 2006-427.
(40) PELLE, Walter D., "El daño ambiental en el derecho civil argentino y comparado", en JIMENEZ, E. P.
(coord.), "Derecho ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio", Buenos Aires, Ed. Ediar, 2004, p. 373.
(41) Compulsar especialmente SC Buenos Aires, 19/5/1998, Almada H. c. Copetro, JA 1999-I-259, con
nota de MESSINA DE ESTRELLA GUTIERREZ, Graciela, "La efectiva prevención del daño ambiental";
C.S.Buenos Aires, 19/2/2002, Ancore SA c. Municipalidad de Daireaux, JA, 2002-IV-392, con nota de ESAIN,
José, "El derecho agrario ambiental y la cuestión de los feed lots".
(42) Lo dicho en la Convención se encuentra reproducido en RODRIGUEZ, Carlos, "El derecho ambiental
y el art. 41 de la Constitución Nacional", en Rev. de Derecho Ambiental, 2005 N° 3 p. 64.
(43) CASSAGNE, Juan C., "Sobre la protección ambiental", LA LEY, 1995-E, 1221.
(44) BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 285.
(45) Juzgado Civil y Comercial N° 5, La Plata, 15/03/2005, Sagarduy, Alberto y otros s/Copetro SA
s/Daños y perjuicios", RDAM Lexis Nexis Newsletters. A esa recomposición puede llegarse por un acuerdo de
partes. En este sentido, se ha decidido que "en el marco de una acción contencioso administrativa impetrada por
los vecinos de una localidad a efectos de obtener la recomposición del daño ambiental ocasionado por la
actividad de la empresa demandada —en el caso, fabricación de papel— corresponde homologar el acuerdo por
el cual ésta se compromete a limitar sus emisiones gaseosas y aquellos desisten de la acción entablada, pues
dicha decisión resulta compatible con el interés público ambiental receptado en los arts. 41 de la C.N. y 28 de la
Constitución de la provincia de Buenos Aires (JContenciosoadministrativo N° 1, La Plata, 23/5/2006, LLBA,
2006-648).
(46) VALLS, Claudia, "La responsabilidad por daños y perjuicios ambientales", JA 2005-IV-1420.
(47) CNCiv., sala E, 14/03/2005, RCyS, año VII, N° 6, Junio de 2005, p. 17, con nota aprobatoria de DI
GRESIA, Mikaela y FLEKSERS, Liliana, "Cuestiones ambientales. Su creciente cabida en los fallos judiciales",
y en LA LEY, 2006-B, 569, con nota de MALM GREEN, Guillermo, "La determinación del daño ambiental".
(48) Cám. Civ y Com. de Azul, 22/10/1996, JA, 1997-III-224, con nota de LORENZETTI, Ricardo, "Daño
moral colectivo; su reconocimiento jurisprudencial"; ED, 171-378, con nota de TRIGO REPRESAS, "Un caso
de daño moral colectivo"; LLBA, 1997-272, con nota de ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde, "Los daños
morales colectivos y su resarcimiento dinerario". El prestigioso magistrado escribió luego un artículo doctrinal
sobre el tema (Ver, GALDOS, Jorge, "Derecho ambiental y daño moral colectivo: algunas aproximaciones", JA,
1998-IV -224; "Daño moral colectivo, daños punitivos y legitimación procesal activa", en Rev. de Daños, N° 6,
Santa Fe, Ed. Rubinzal). Para el tema, ver también BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "El daño moral colectivo
es daño jurídico resarcible", LA LEY, 1998-A, 1033; LORENZETTI, Ricardo, "Responsabilidad colectiva,
grupos y bienes colectivos", LA LEY, 1996-D, 1072; del mismo autor, "Daño moral colectivo: su
reconocimiento constitucional", JA, 1997-III-237.
(49) Así lo había propiciado la doctrina antes de la sanción de la ley; ver HUTCHINSON, Tomás,
"Responsabilidad pública ambiental", en MOSSET ITURRASPE, HUTCHINSON y DONNA, "Daño
ambiental", Santa Fe, Ed. Rubinzal, 1999, t. II p. 136; LORENZETTI, Ricardo, "Responsabilidad colectiva,
grupos y bienes colectivos", LA LEY, 1996-D, 1058.
(50) Me he referido a esta categoría de daños en mi artículo "¿Conviene la introducción de los llamados
daños punitivos en el derecho argentino?", Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires, año XXXVIII, segunda época, N° 31, 1993. Se pronuncia por la improcedencia en el derecho del
ambiente vigente, CORSIGLIA, Federico E., "Responsabilidad civil ambiental: ubicación de la materia en el
contexto actual. Modificación de los elementos de la tradicional responsabilidad civil en materia de
responsabilidad ambiental", Rev. de D. Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005 N° 3 p. 30.
(51) GOLDENBERG, I., y CAFFERATTA, N., "Daño ambiental. Problemática de su determinación
causal", Buenos Aires, Ed. A. Perrot, 2001.
(52) PISCITELLI, citado por CAFFERATTA, Néstor, "La prueba del daño ambiental", JA, 2005-IV-1418.

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(53) BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 223.
(54) PELLE, Walter D., "El daño ambiental en el derecho civil argentino y comparado", en JIMENEZ, E. P.
(coord.), "Derecho ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio", Buenos Aires, Ed. Ediar, 2004, p. 395.
(55) VALLS, cit. por MATHUS ESCORIHUELA, M. (director) "Derecho ambiental y de los recursos
naturales", Mendoza, 2006, p. 132.
(56) He tratado en esta cuestión como integrante de la sala I de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza,
en muchas decisiones judiciales, en las que he citado la doctrina y la jurisprudencia sobre el tema; ver, a vía de
ej., sentencia del 03/05/2001, publicada en Jurisprudencia de Mendoza 61-1.
(57) BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 243; MATHUS
ESCORIHUELA, M. (director) "Derecho ambiental y de los recursos naturales", Mendoza, 2006, p. 132.
(58) Para la legitimación en las acciones penales en España ver CASTAÑON DEL VALLE, Manuel,
"Algunas reflexiones sobre la legitimación popular ambiental en la protección penal del medio ambiente", en
Rev. de Derecho Ambiental, 2005, N° 3, p. 77. Para los temas de competencia, ver PAYA, Horacio, "La
competencia judicial para entender en los delitos previstos por la ley 24.051", en Rev. de Derecho Ambiental,
Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 1, 2005, p. 137. Para la cuestión penal en general, un estudio comparativo de
la legislación española y alemana puede verse en HEINE, Günter, "El derecho penal ambiental alemán y
español: un estudio comparado desde la perspectiva de la convención europea", en Rev. de Derecho Ambiental,
Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 103; ver también SANCHEZ BRAVO, Alvaro, "Derecho penal y
medio ambiente en la Unión Europea: ¿Una solución o un fracaso?", en J.A. 2006-I-1185; para el tema en Italia,
MUSCATIELLO, Vincenzo B., "La tutela penal dell'ambiente e il terzo scacchiere", en Riv. Trim di Diritto
Penale dell'economia, 2005, N° 3, p. 701.
(59) BIDART CAMPOS, Germán, "El acceso a la justicia. El proceso y la legitimación", en obra colectiva,
homenaje a Lino Palacio, "La legitimación", Buenos Aires, Ed. Abeledo Perrot, 1996, p. 18.
(60) CAFFERATTA, Néstor, "Amparo ambiental y contencioso administrativo", en Rev. de Derecho
Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 1, 2005, p. 32.
(61) LOPEZ ALFONSIN, Marcelo A., "Las acciones ambientales", en Derecho procesal constitucional,
obra colectiva coordinada por MANILI, Pablo Luis, Buenos Aires, Ed. Universidad, 2005, p. 226.
(62) CAFFERATTA, Néstor, "Amparo ambiental y contencioso administrativo", en Rev. de Derecho
Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 1, 2005, p. 32; LOPEZ HERRERA, Edgardo, "Daño ambiental.
Análisis de la ley 25.675", J.A. 2006-I-1087.
(63) Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de Azul, Sala 1°, 11/03/2005, Sáenz Valiente, María
Haydée c. Cides Hnos. y otros s/Daños y Perjuicios", en Lexis Nexis Buenos Aires, N° 6/2005, Diciembre, p.
689.
(64) Ver, a vía de ej., ST Chubut, 28/6/2001, Defensora del Pueblo de la Provincia de Chubut, DJ,
2001-3-1068, con nota de CAFFERATTA, Néstor, "El defensor del pueblo: legitimación de obrar en un amparo
ambiental - Daño ambiental y desarrollo sustentable". En el caso, el amparo se rechazó por razones sustanciales
(65) La sentencia se publica en ElDial on line 19/8/2005. La decisión fue comentada por AGUILAR, María
M., "La fuerza jurídica vital de la doctrina y la jurisprudencia en materia de ilícitos ambientales", en Rev. de
Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 196, y por CAFFERATTA, Néstor,
"Comunidad indígena, actividad minera y medio ambiente", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed.
Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 201 y sigtes. Con criterio similar, la Cámara de Apelación en los Contencioso
Administrativo, el 22/6/2006, "in re" Asociación civil nuevo Ambiente c. Ceamse, legitimó también a un centro
vecinal, afectado por la contaminación producida por la ilegítima disposición de residuos (El Dial.com.
29/6/2006).
(66) LUGONES, N. J., "Una ventana que abre la Corte Suprema para el ambientalismo argentino", en Rev.
de Derecho Ambiental N° 0, 2004 p. 191.
(67) SILVA, Carlos D., "El proceso civil frente al nuevo derecho ambiental de orden público", en Rev. de
Derecho Ambiental N° 0, 2004, p. 97.
(68) LOPEZ ALFONSIN, Marcelo A., "Las acciones ambientales", en Derecho procesal constitucional,
obra colectiva coordinada por MANILI, Pablo Luis, Buenos Aires, Ed. Universidad, 2005, p. 226.
(69) SAGÜES, Néstor P., "El amparo ambiental. Ley 25.675", LA LEY, 2004-D, 1194.
(70) SAGÜES, Néstor P., "El amparo ambiental. Ley 25.675", LA LEY, 2004-D, 1195.
(71) SAISSAC, Alberto, "La demanda por daño ambiental colectivo en la ley 25.675. Trámite, competencia
y legitimación", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis. 2004, N° 0 p. 221.
(72) Cám. Civ. y Com. de Mercedes, 6/4/2004, DJ, 2004-2-799 y en LA LEY, 2004-D, 777, con notas de
LOPEZ ALFONSIN, M. A. y MARTINEZ, A. N., "Una interesante resolución judicial frente al daño ambiental

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colectivo", y de BIDART CAMPOS, Germán, "La legitimación del afectado en materia de derecho ambiental".
(73) Cám. Civ. y Com. de Garantías en lo Penal, Pergamino, 26/09/2002, LLBA, 2003-1049. Se trataba de
una acción de responsabilidad del Estado por daños. El mismo tribunal había intervenido en el juicio penal en el
que había prohibido a la autoridad municipal continuar con la actividad contaminante. En definitiva, el tribunal
rechazó la demanda por daños y perjuicios (material y moral) interpuesta por los integrantes de la familia que se
dijo afectada. El rechazo del daño moral debió fundarse sólo en la pauta prevista en el art. 2618 (cuando
adquirieron el inmueble el basurero estaba hacía varios años); no cabe argumentar que no estaba probado el
daño físico, pues se trata de dos supuestos diferentes.
(74) Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004 p. 169, con nota de MORELLO, Augusto y CAFFERATTA,
Néstor, "Las medidas cautelares hoy", y de LUGONES, N. J., "Una ventana que abre la Corte Suprema para el
ambientalismo argentino".
(75) ROSALES CUELLO, Ramiro, y GUIRIDLIAN LAROSA, J., "Las acciones colectivas y la
constitución nacional", LA LEY, 2006-B, 1238.
(76) SAISSAC, Alberto, "La demanda por daño ambiental colectivo en la ley 25.675. Trámite, competencia
y legitimación", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2004, N° 0 p. 221.
(77) BESALU PARKINSON, Aurora, Buenos Aires, Ed. Hammurabi, 2005, p. 141.
(78) Para esta diferencia, DE BENEDICTIS, Leonardo, "La responsabilidad ambiental en la Unión
Europea. Análisis comparativo de la directiva 2004/35 CE y la normativa argentina", en Rev. de Derecho
Ambiental, 2005 N° 3 p. 97.
(79) CAFFERATTA, Néstor, "El principio de prevención en el derecho ambiental", Rev. de D. Ambiental,
Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 0, 2004, p. 46.
(80) CAFFERATTA, Néstor, "Ley 25.675 General del Ambiente, comentada, interpretada y concordada",
en DJ 2002-3-1133.
(81) Me he referido a este tema en un viejo artículo titulado "La responsabilidad colectiva y los daños
producidos por los productos elaborados", Revista Jurídica de San Isidro (Buenos Aires), N° 24, 1988, p.133.
(82) Un autor ha sostenido que la responsabilidad que la ley impone a los profesionales y a los funcionarios
públicos es también de naturaleza objetiva; que la expresión "en la medida de su participación" se vincula a la
causalidad y no a la culpabilidad (Ver LOPEZ HERRERA, Edgardo, "Daño ambiental. Análisis de la ley
25.675", J.A. 2006-I-1091.
(83) MORELLO, Augusto M., "Recreación de la ética colectiva desde las perspectivas del juez y del
abogado. Cuatro propuestas", ED 154-1029.
(84) Ver, entre muchos, MOSSET ITURRASPE, "Problemática de la prescripción liberatoria en derecho de
daños", en Rev. Derecho Privado y comunitario, Buenos Aires, Ed. Rubinzal, N° 22 p. 9.
(85) Cám. Nac. Civ. sala H, 01/10/1999, JA, 1999-IV-309.
(86) Cámara Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sala I,
30/10/2003, Barragán, José P. c. Autopistas Urbanas SA y otros s/Amparo (art. 14 CCBA), LA LEY, 2004-C,
1019, con nota de ESAIN, José, "Ruidos molestos generados por el tránsito en una autopista"; DJ, 2004-2-250,
con nota de CAFFERATTA, Néstor A., "Ruido excesivo en autopistas y en ElDial.com.ar", Suplemento
Ambiental, 29/10/2003.
(87) CSN, 04/11/1997, LA LEY, 1998-A, 281 y DJ, 1998-3-376; 26/10/1999, LA LEY, 2000-D, 504 y DJ,
2000-3-11. Aclaro que no se trata de casos de daño ambiental.
(88) Cám. 1ª Civ. y Com. de La Plata, sala II, 27/04/93, "Pinini c. Copetro", JA, 1993- III-368.
(89) Compulsar SILVA, Carlos D., "El proceso civil frente al nuevo derecho ambiental de orden público",
en Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004, p. 97.
(90) Para una visión excesivamente crítica de la ley, MOYANO, Amílcar, "Ley general del ambiente. A
propósito de su invalidez o de su aceptable aplicación", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis
Nexis, N° 4, 2005, p. 213 y siguientes.
(91) Cámara Federal La Plata, Sala 2ª, 8/7/2003, Asociación para la protección del medio ambiente v.
Aguas Argentinas SA y otros, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 0, 2004, p. 193,
con nota de SAISSAC, Alberto J, "La demanda por daño ambiental colectivo en la Ley 25.675: trámite,
competencia y legitimación".
(92) Compulsar GARROS MARTINEZ, María C., "Cuestiones de legitimación en acciones
medioambientales con especial referencia a la provincia de Salta", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos
Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 27 y siguientes.
(93) GARCIA MINILLA, Gabriela, "Ley general del ambiente", en JIMENEZ, E. P. (coord.), "Derecho

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ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio", Buenos Aires, Ed. Ediar, 2004, p. 21; ESAIN, José,
"Federalismo ambiental: la competencia judicial en materia ambiental", Rev. de Derecho ambiental, N° 4,
Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, Octubre/Diciembre 2005, p. 1; este autor hace un prolijo relato de la
jurisprudencia de la Corte, en especial sobre la ley 24.051 sobre residuos y desechos peligrosos.
(94) CAFFERATTA, Néstor, "Responsabilidad civil por daño ambiental", en TRIGO REPRESAS, F. y
LOPEZ MESA, M., "Tratado de la responsabilidad civil", Buenos Aires, Ed. LA LEY, 2004-III, 626.
(95) CSN, 19/11/2002, "Municipalidad de Magdalena c. Shell Cía. de Petróleo S.A.", JA, 2003-I-621 y en
LA LEY, 2003-C, 165.
(96) CSN, 17/07/2004, Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004 p. 169, con nota de MORELLO, Augusto y
CAFFERATTA, Néstor, "Las medidas cautelares hoy"; y de LUGONES, N. J., "Una ventana que abre la Corte
Suprema para el ambientalismo argentino".
(97) CSN, 7/12/2004, Edenor S.A. c/Provincia de Bs. As., Rev. de Derecho Ambiental, Bs. As. Ed. Lexis
Nexis, 2006, n°6, pág. 251, con nota de ESAIN, José, "Competencias am-bientales y federalismo. La
complementariedad maximizante ha llegado a la justicia".
(98) CFed. La Plata, sala 2ª, 08/07/2003, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis. 2004,
N° 0 p. 193, con nota de SAISSAC, Alberto, "La demanda por daño ambiental colectivo en la ley 25.675.
Trámite, competencia y legitimación".
(99) CFed. San Martín, sala I, 09/12/2004, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N°
1, 2005, p. 191, con nota de CAFFERATTA, Néstor, "Clausura preventiva de una planta operadora de
residuos".
(100) CFed. Bahía Blanca, sala 2ª, 21/09/2004, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis
Nexis, N° 1, 2005, p. 205, con nota de CAFFERATTA, Néstor, "En defensa de un ecosistema marino
vulnerable. La reserva de la Bahía de San Blas y la protección del delfín franciscana".
(101) CNCiv. y Com. Rosario, sala I, 26/12/2005, LLLitoral, 2006-524. Los vecinos solicitaban la
remoción de la antena, que consideraban cancerígena y dañosa para la salud por producir contaminación
ambiental. Decían que la antena estaba en contravención con normas administrativas y no contaba con
habilitación municipal.
(102) SAGÜES, Néstor P., "El amparo ambiental. Ley 25.675", LA LEY, 2004-D, 1196.
(103) CS Tucumán, sala civil y penal, 1/9/2004, LA LEY, 2005-A, 830, con nota de CORDEIRO, M. L. y
VOCOS CONESA, J. M., "Daños y perjuicios por contaminación ambiental: ¿jurisdicción del Enargas?", y en
DJ, 2004-2-250.
(104) CSN 5/4/2005, "Angel Estrada y Cía. S.A. c. Secretaría de Energía y Puertos", JA, 2005-III-143, con
nota de MERTEHIKIAN, E., "Breves anotaciones sobre los límites de la competencia de los entes reguladores
en la solución de conflictos en la jurisprudencia del caso Angel Estado"; también publicado en LA LEY,
2005-D, 431.
(105) CSN 17/11/1994, JA, 1995-III-208 (en el caso, reclamo por los efectos de la poda de árboles).
(106) SAGÜES, Néstor P., "El amparo ambiental. Ley 25.675", LA LEY, 2004-D, 1197.
(107) MORELLO, Augusto, "Estudios de Derecho procesal", La Plata, Ed. Platense, 1998, t. II, p. 1068.
(108) LUGONES, N. J., "Una ventana que abre la Corte Suprema para el ambientalismo argentino", en
Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004 p. 182.
(109) CFed. La Plata, sala 3ª, 08/08/88, Giménez, Domingo y otra v. Estado Nacional Ejército Argentino
s/daños y perjuicios", en JA, 1988-III-96, con nota de MORELLO, Augusto M. y STIGLITZ, Gabriel A.,
"Función preventiva del derecho de daños. Sobre los intereses difusos y la reafirmación del compromiso social
de la Justicia"; y en LA LEY, 1989-C, 116, con nota de GHERSI, Carlos A., "Daños. Reparación individual. La
obligación funcional de prevención social".
(110) CCivil y Com. de San Isidro, sala 1ª, 17/02/94, LLBA, 1994, año 1, N° 8 p. 984.
(111) Juzgado de 1ª instancia en lo Civil de Paraná, Entre Ríos, "Foro Ecologista de Paraná c. Termas
María Grande S.A.", 05/09/2005, JA, 2005-IV-334.
(112) Defensoría General de la Provincia, Juzgado de Familia, Civil y Penal de Menores de Gualeguaychú,
Entre Ríos, 14/10/2005, inédito.
(113) CFed. La Plata, sala 2ª, 28/10/2003, "Asociación Coordinadora de Usuarios, Consumidores y
Contribuyentes c. Enre-Edesur, s/Cese de obra de cableado y traslado de Subestación Transformadora -
Incidente", en ElDial.com. Idem, 08/07/2003, "Asociación para la protección del medio ambiente y educación
ecológica c. Aguas argentinas S.A.", en Rev. de Derecho Ambiental, N° 0, 2004, p. 194.
(114) CCiv. y Com. de Garantías en lo Penal, Pergamino, 26/09/2002, LLBA, 2003-1049.

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(115) S.T. J. de Neuquén, 30/12/2004, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 1,
2005, p. 209, con nota de MORELLO, Augusto, "Una sentencia moderna y bien fundada".
(116) Para las medidas urgentes en el proceso ambiental ver, entre otros, MOYANO, Amilcar, "Acciones
de prevención y preservación del ambiente", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis,
2005 N° 2 p. 69; ESAIN, José, "La medida autosatisfactiva ambiental. La suspensión de actividades iniciadas en
su ejecución sin procedimiento preventivo ambiental", LA LEY, 2004-C, 275; GARCIA TORRES, Mariana,
"La cautelar ambiental", JA 2005-IV-1399; BERIZONCE, Roberto, "La tutela anticipatoria en los procesos
colectivos. A propósito del código modelo de procesos colectivos para Iberoamérica", JA, 2005-IV-1392.
(117) MORELLO, Augusto y CAFFERATTA, Néstor, "Las medidas cautelares hoy", en Rev. de Derecho
Ambiental N° 0, 2004 p. 169.
(118) Sup. Trib. Just. de Río Negro, 17/03/2005, en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis
Nexis, 2005, N° 2, p. 156, con nota de IRIBARREN, Federico, "Comercialización de productos derivados de
transgénicos e información al consumidor".
(119) SCJ Mendoza, sala 1ª, 15/03/2005, "Asociación Oikos s/acción de amparo", en Rev. de Derecho
Ambiental, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2005, N° 3, p. 215, con nota de ESAIN, José, "Los principios de
conservación de la integridad del sistema ecológico y de la protección de la biodiversidad en cuanto al
desarrollo sostenible en las áreas naturales"; LL Gran Cuyo, 2005-237, con nota de GIORDANO, Aldo,
"Ecología, política y petróleo". La decisión también fue comentada por VALLS, Mario, "Fallos de la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza juzgan suficiencia de la evaluación de impacto ambiental", en
ElDial.com del 29/3/2005. La explotación petrolera genera muchos problemas de contaminación ambiental
(Ver, entre otros, DE BENEDICTIS, Leonardo, "La regulación ambiental en el upstream petrolero.
Consideraciones sobre la normativa vigente. Los daños y sus reparaciones", en Rev. de Derecho Ambiental N°
0, 2004, p. 51).
(120) CFed. La Plata, sala 2ª, 08/07/2003, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis,
2004, N° 0 p. 193, con nota de SAISSAC, Alberto, "La demanda por daño ambiental colectivo en la ley 25.675.
Trámite, competencia y legitimación". El autor entiende que dada la complejidad del tema, el tribunal debió dar
el trámite ordinario al proceso.
(121) Que revocó la decisión de la CFed. La Plata, 08/08/1988, JA 1998-III-96, con nota de MORELLO, A.
M. y STIGLITZ, G., "Función preventiva del derecho de daños, sobre los intereses difusos y la reafirmación del
compromiso social de la justicia".
(122) CFed. Bahía Blanca, sala 1ª, Sec. I, 17/11/2005, "Werneke, Adolfo Guillermo y otros c. Ministerio de
Asuntos Agrarios y Producción de la PBA s/amparo - medida cautelar", inédito.
(123) MORELLO, Augusto M., "La prueba científica", LA LEY, 1999-C, 897; CAFFERATTA, Néstor,
"La prueba del daño ambiental", JA, 2005-IV-1407; conf. FERNANDEZ MADERO, Jaime, "La contaminación
y la actividad fabril", DJ 2006-1-275.
(124) CARNOTA, Walter y MARANIELLO, Patricio, "La audiencia pública como medio probatorio en
materia de derecho ambiental", en Rev. De Derecho ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005 N° 2 p. 1 y
siguientes.
(125) Para un análisis de este texto ver BEC, E., y FRANCO, H., ¿Puede el clínico desplazar al cirujano de
la mesa de operaciones? a propósito del art. 33 de la ley general del ambiente 25.675, en Rev. Derecho
Ambiental, Bs. As., ed. Lexis Nexis, 2006, n°6, pág. 251.
(126) ESAIN, José, "El daño ecológico leve y las pruebas científicas tasadas", DJ, 2005-3-708.
(127) SABSAY, Daniel y DI PAOLA, María E., "Presupuestos mínimos de protección ambiental;
recomendaciones para su reglamentación", Buenos Aires, Ed. Fundación Ambiente y Recursos Naturales, 2003,
p. 40; conf. CAFFERATTA, Néstor, "Responsabilidad civil por daño ambiental", en TRIGO REPRESAS, F. y
LOPEZ MESA, M., "Tratado de la responsabilidad civil", Buenos Aires, Ed. La Ley, 2004-III, 631.
(128) Ver, entre muchos, GARCIA INDA, A., "Materiales para una reflexión sobre los derechos
colectivos", Madrid, Ed., Dykinson, 2001; GIDI, Antonio, "Class action in Brazil. A model for Civil Law
Countries", Ed. The American Journal of Comparative Law, 2001; del mismo autor, la versión en español, "Las
acciones colectivas y la tutela de los derechos difusos colectivos e individuales en Brasil"; un modelo para
países del Derecho Civil, México, Ed. Porrúa, 2004; GIDI (coord) "La tutela de los derechos difusos, colectivos
e individuales homogéneos. Hacia un código modelo para Iberoamérica", México, Ed. Porrúa, 2003;
GIUSSANI, A., "Studi sulle 'class actions'", Padova, Cedam, 1996; MAURINO, G., NINO, E. y SIGAL, M.,
"Las acciones colectivas. Análisis conceptual, constitucional, procesal, jurisprudencial y comparado", Buenos
Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005; MONTI, J. L., "Los intereses difusos y su protección jurisdiccional", Buenos
Aires, Ed. Ad Hoc, 2005; MORELLO, Augusto, "La tutela de los intereses difusos en el derecho argentino", La
Plata, Ed. Platense, 1999; PETRELLI, Patricia, "Interessi collettivi e responsabilità civile", Padova, Cedam,
2003.

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(129) Juzgado CyC La Plata N° 5, 15/03/2005, Sagarduy, Alberto y otros c. Copetro S.A. s/daños y
perjuicios", en RDAM Lexis Nexis Newsletter.
(130) PELLE, Walter D., "El daño ambiental en el derecho civil argentino y comparado", en JIMENEZ, E.
P. (coord.), "Derecho ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio", Buenos Aires, Ed. Ediar, 2004, p. 397.
El autor dice que, para evitar el fraude, el juez tiene poderes inquisitoriales.
(131) ESAIN, José, "El daño ecológico leve y las pruebas científicas tasadas", DJ, 2005-3-706.
(132) La sentencia se publica en ElDial on line. Fue comentada por AGUILAR, María M., "La fuerza
jurídica vital de la doctrina y la jurisprudencia en materia de ilícitos ambientales", en Rev. de Derecho
Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N° 4, 2005, p. 196, y por CAFFERATTA, Néstor, "Comunidad
indígena, actividad minera y medio ambiente", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis,
N° 4, 2005, p. 201 y siguientes.
(133) JA 2001-III-305, con nota de MORELLO, A., y CAFFERATTA, N., "Las industrias, la tutela del
ambiente y la Corte suprema". En el caso, la Corte convalidó la decisión en cuanto había hecho lugar a los
daños y perjuicios, pero la revocó en cuanto el apercibimiento decretado.
(134) CFed. La Plata, sala 2ª, 26/10/2004, Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, N°
1, 2005, p. 185, con nota de CAFFERATTA, Néstor A., "Caducidad de instancia en procesos colectivos
ambientales".
(135) Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004 p. 169, con nota de MORELLO, Augusto y CAFFERATTA,
Néstor, "Las medidas cautelares hoy"; y de LUGONES, N. J., "Una ventana que abre la Corte Suprema para el
ambientalismo argentino". Compulsar también LAGO, Daniel, "Asociación de superficiarios de la Patagonia v.
YPF: una batalla judicial ambiental inédita", en Rev. de Derecho Ambiental, 2005 N° 2 p. 252.
(136) Cámara Civil y Comercial de la Ciudad de Corrientes, sala 4ª, 05/10/2005, JA, 2005-IV-330.
(137) Compulsar, RIZZO, Christopher, "Diseñando un rol global para los amici en los casos referidos a la
materia ambiental y de los derechos humanos", en Rev. de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis,
N° 4, 2005, p. 91.
(138) Compulsar, entre muchos, ZUBIRI DE SALINAS, Mercedes, "El seguro de responsabilidad civil por
daños al medio ambiente", Navarra, Ed. Aranzadi, 2005.
(139) LAGO, Daniel, "Asociación de superficiarios de la Patagonia v. YPF: una batalla judicial ambiental
inédita", en Rev. de Derecho Ambiental, 2005 N° 2 p. 250.
(140) Rev. de Derecho Ambiental N° 0, 2004 p. 169, con nota de MORELLO, Augusto y CAFFERATTA,
Néstor, "Las medidas cautelares hoy"; y de LUGONES, N. J., "Una ventana que abre la Corte Suprema para el
ambientalismo argentino"; también en JA 2005-IV-307, con nota de FAGGI, Emilio, "El medio ambiente en la
justicia".
(141) CCiv. y Com. Corrientes, sala IV, 05/10/2005, JA, 2005-IV-330; Resumen del fallo, en Rev. Resp.
Civil y Seguros, año VIII, N° 5, mayo 2006, p. 97, con nota de DI PAOLA, María E., "Recomposición del
ambiente y del daño producido por derrames de PCBs".
(142) Ver mi voto como integrante de la Suprema Corte de Mendoza en decisión del 06/04/2006,
Actualidad Jurídica de Cuyo, 2006-36.
(143) LORENZETTI, Ricardo, "La protección jurídica del ambiente", LA LEY, 1997-E, 1463.
(144) FLEITAS ORTIZ DE ROZAS, Abel, "Gestión ambiental y Justicia", en Rev. de Derecho Ambiental,
Buenos Aires, Ed. Lexis Nexis, 2005/1, p. 126.
(145) ZAFFARONI, Eugenio R., citado por GARCIA MINILLA, Gabriela, "Ley general del ambiente", en
JIMENEZ, E. P. (coord.), "Derecho ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio", Buenos Aires, Ed.
Ediar, 2004, p. 20.

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