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Baquelita

Sustancia sintética

La estructura química de la baquelita.


Radio de baquelita en el Museo de la Baquelita de Williton
(Reino Unido).

La baquelita (o baekelita) fue la primera


sustancia plástica totalmente sintética,[1]
creada en 1907 y nombrada así en honor a su
creador, el belga Leo Baekeland.

Adolf von Baeyer experimentó con este


material en 1872 pero no completó su
desarrollo. Fue también uno de los primeros
polímeros sintéticos termoestables
conocidos.[2] Se trata de un fenoplástico que
hoy en día aún tiene aplicaciones
interesantes. Este producto puede moldearse
a medida que se forma y endurece al
solidificarse. No conduce la electricidad, es
resistente al agua y los solventes, pero
fácilmente mecanizable. El alto grado de
entrecruzamiento de la estructura molecular
de la baquelita le confiere la propiedad de ser
un plástico termoestable: una vez que se
enfría no puede volver a ablandarse. Esto lo
diferencia de los polímeros termoplásticos,
que pueden fundirse y moldearse varias
veces, debido a que las cadenas pueden ser
lineales o ramificadas pero no presentan
entrecruzamiento, y por ello se clasifica como
termofijo.
Síntesis
Su síntesis se realiza a partir de moléculas de
fenol y formaldehído (Proceso de Baekeland),
en proporción 2 a 3: el formaldehído sirve de
puente entre moléculas de fenol, perdiendo
su oxígeno por sufrir dos condensaciones
sucesivas, mientras que las moléculas de
fenol pierden dos o tres de sus átomos de
hidrógeno, en patrones de sustitución en
hidrocarburos aromáticos, de forma que cada
formaldehído conecta con dos fenoles, y
cada fenol con dos o tres formaldehídos,
dando lugar a entrecruzamientos. En exceso
de fenol, la misma reacción de condensación
da lugar a polímeros lineales en los que cada
fenol sólo conecta con dos formaldehídos.[2]
 

Estructura química de la Baquelita.

Aplicaciones
El atractivo estilo retro de los viejos
productos de baquelita y la producción
masiva han hecho que, en los últimos años,
los objetos de este material se lleguen a
considerar de colección. Su amplio espectro
de uso la hizo aplicable en las nuevas
tecnologías como carcasas de teléfonos y
radios, partes accesibles de los mecanismos
eléctricos domésticos (interruptores, bases
de enchufe) hasta estructuras de
carburadores.

En el siglo XXI continua usándose para


aisladores de terminales eléctricos, piezas de
freno de autos, botones para tapas de ollas,
mangos de sartén, asas para enseres de
cocina y boquillas de las tradicionales botas
de vino.

Referencias
1. Jeffrey Sturchio, Arthur Molella, Jon Eklund,
Robert Harding, Jeffrey Meikle, James
Bohning, Suzanne Daly, and Lawrence
Friedman. American Chemical Society (1993).
«The Bakelizer» (en inglés). Consultado el 15
de enero de 2012.
2. Morcillo, Jesús (1989). Temas básicos de
química (2.ª edición). Alhambra Universidad.
p. 628. ISBN 9788420507828.

Enlaces externos
Bakelite Museum (en alemán e inglés).

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Última edición hace 23 días por Leonc…

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