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JUAN PABLO II

Infancia Y Juventud
Karol Józef nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowic, un pueblo
de Polonia cercano a Cracovia.
Era el menor de los tres hijos del matrimonio integrado por Karol Wojtyła y Emilia
Kaczorowska. Su madre era una ferviente católica, y se las arregló para que su
hijo naciera cerca de un templo, pues quería que lo primero que oyera su hijo
fueran los «cánticos a Dios». Cuando Karol aún era muy pequeño, su madre le
decía a otras mujeres: Verán que mi pequeño Karol será una gran persona. Su
madre falleció en 1929, cuando él tenía nueve años. Su hermana Olga había
muerto antes de que él naciera. Su hermano mayor Edmund, que era médico,
murió en 1932 por contagio de una enfermedad cuando curó a un hombre de
condición humilde. Junto con su padre, Karol se trasladó a Cracovia para iniciar
sus estudios en la Universidad Jagellónica. Su padre, un suboficial del ejército
polaco, murió en 1941
Al terminar sus estudios de educación media, una época en la que destacó como
consumado ajedrecista (llegando a proclamarse vencedor en varios campeonatos
estudiantiles), se matriculó en la Universidad Jagellónica de Cracovia y también en
una escuela de teatro. Cuando las fuerzas de alemanas cerraron la Universidad,
en septiembre de 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en
una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar que lo deportaran a
Alemania. Fichado por la Gestapo, se refugió en una buhardilla de Cracovia.
Educación Pastoral
Fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946 en la capilla privada
arzobispal. Poco después se trasladó a Roma para asistir a los cursos de la
Facultad de Filosofía del Pontificio Ateneo Angelicum, y obtuvo el doctorado en
Teología con la tesis El acto de fe en la doctrina de San Juan de la Cruz.
En 1948 regresó a Polonia y ejerció su primer ministerio pastoral
como vicario coadjutor de la parroquia de Niegowić, en los alrededores
de Cracovia, durante trece meses. En noviembre de ese mismo año obtuvo la
habilitación para ejercer la docencia en la Facultad de Teología de la Universidad
Jagellónica.
Obispo en Polonia
El 4 de julio de 1958, el papa Pío XII lo consagró obispo auxiliar de
la arquidiócesis de Cracovia, bajo el administrador apostólico,
arzobispo Eugeniusz Baziak.
A partir del 11 de octubre de 1962, comenzó a tomar parte activa en el Concilio
Vaticano II. Destacan sus puntualizaciones sobre el ateísmo moderno y la libertad
religiosa. Realizó una importante contribución a la elaboración de la
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constitución Gaudium et spes. El cardenal Wojtyła participó también en las cinco
asambleas del Sínodo de los Obispos, anteriores a su Pontificado. El 8 de
diciembre de 1965 pasó a formar parte de las congregaciones para los
Sacramentos y para la Educación Católica, y del Consejo para los Laicos. En
1962, al morir el arzobispo Baziak, fue nombrado vicario capitular y el 30 de
diciembre siguiente el papa Pablo VI lo consagró arzobispo de Cracovia. El 29 de
mayo de 1967 fue nombrado cardenal, lo que le convirtió en el segundo más joven
de la época, con 47 años de edad.
Durante el sínodo de obispos sobre la catequesis celebrado en octubre de 1977
en Roma, coincidió por primera vez con Joseph Ratzinger, entonces cardenal de
Múnich.
Atentado Contra Su Vida
El 13 de mayo de 1981 Mehmet Ali Ağca disparó contra el papa, mientras éste se
desplazaba por la Plaza de San Pedro en un vehículo abierto. El pontífice fue
herido en la mano, brazo y abdomen. Pocos años más tarde en diciembre de
1983, el papa lo visitó a la cárcel de Rebibbia, conversó con él y le otorgó el
perdón. El atentado motivó la construcción de un vehículo especial con cristales
blindados diseñado especialmente para este tipo de actos y que fue popularmente
bautizado como papamóvil. Un año después, en la noche del 12 al 13 de mayo de
1982, Juan Pablo II sufrió un nuevo atentado en Fátima (Portugal) adonde había
llegado para agradecer a la Virgen María por haber salvado su vida. En esa
ocasión un sacerdote español ultraconservador, Juan Fernández Krohn, quiso
ensartarlo con una bayoneta pero fue inmovilizado apenas a tiempo, aunque llegó
a visualizarse la presencia de sangre en la vestimenta papal, todo lo cual fue
revelado por el cardenal Stanislaw Dziwisz años después.Desde la agresión de
Mehmet Ali Ağca comenzó a sufrir diversos problemas de salud: además de las
dificultades que tuvo para recuperarse de las heridas de bala que sufrió en el
estómago y en una mano, padeció distintos accidentes..
Dolencias físicas y muerte.
Juan Pablo II fue el primer pontífice que salió de la Ciudad del Vaticano para ser
hospitalizado. Desde el atentado del 13 de mayo de 1981, fue internado en
el Policlínico Agostino Gemelli en varias oportunidades: el 20 de junio del mismo
año, por una infección derivada de la herida sufrida; el 15 de julio de 1992, en que
se le practicó una colecistectomía, con extirpación adicional de treinta centímetros
de intestino por presencia de un adenoma tubulovelloso benigno el 11 de
noviembre de 1993, por una luxación de hombro; el 28 de noviembre de 1995 por
una fractura femoral; el 8 de septiembre de 1996 para una operación
de apendicitis El avance de la enfermedad de Parkinson lo debilitó hasta la
indefensión, limitando su capacidad de habla. Su sucesor Joseph Ratzinger,
señaló que en los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, el sufrimiento que
padeció fue casi una forma de gobierno:

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El deterioro físico de Juan Pablo II se incrementó hasta su fallecimiento en 2005.
En aquel año tuvo que ser hospitalizado por un síndrome de dificultad respiratoria.
Se le realizó una traqueotomía a mediados de marzo. Hacia finales del mismo mes
su estado se agravó y entre el 31 de marzo y el 1 de abril sufrió
una septicemia por complicación de una infección de vías urinarias.
Falleció el 2 de abril de 2005 a las 21:37 (la noche previa al Domingo de la Divina
Misericordia Los días después de su muerte, algunos periódicos publicaron que su
última palabra fue "Amén", sin embargo la Santa Sede desmintió esta versión y
afirmó que las últimas palabras fueron en polaco: "Pozwólcie mi iść do domu Ojca"
(Déjenme ir a la casa de mi Padre). La muerte fue comprobada por el cardenal
camarlengo.
Pontificado

El 28 de septiembre de 1978 murió Juan Pablo I en circunstancias no aclaradas,


tras un pontificado de 33 días. El 16 de octubre de 1978, tras dos días de
deliberaciones del cónclave, Wojtyła fue elegido sucesor de San Pedro. Adoptó el
nombre de Johannes Paulus pp II (Juan Pablo II) y se convirtió, con 58 años, en el
papa más joven del siglo XX y en el primero no italiano desde el
neerlandés Adriano VI (1522-1523). El 5 de noviembre visitó Asís, en el primero de
sus 144 viajes por Italia.
El 25 de enero de 1979 emprendió el primero de sus 104 viajes fuera de Italia:
República Dominicana y México. El último fue el 14 de agosto de 2004 al santuario
mariano de Lourdes, en Francia. En total visitó 129 países diferentes, algunos de
ellos varias veces.

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FILOSOFÍA LATINOAMERICANA
El término Filosofía latinoamericana hace referencia a un proyecto filosófico que
propugna una contextualización de la filosofía en el ámbito latinoamericano y no,
como podría inferirse, al conjunto amplio de corrientes filosóficas practicadas en
los distintos países de América Latina.

Es el proyecto de una filosofía surgida desde América Latina y enfocada en la


reflexión sistemática sobre sus problemas y situaciones propias. Conviene por ello
realizar una distinción técnica entre Filosofía en Latinoamérica y Filosofía
latinoamericana.

Historia
El proyecto de elaborar una filosofía propia, anclada en la idiosincrasia y en las
realidades latinoamericanas, se desarrolló durante el siglo XX en tres vertientes
diferentes: 1) la vertiente ontológica, también llamada "americanismo filosófico",
que reflexiona sobre la identidad nacional o continental; 2) la vertiente historicista,
que busca una comprensión filosófica de la historia de América Latina y la
formulación de una historia de las ideas en el continente; 3) la vertiente
liberacionista, más conocida como "filosofía de la liberación", que reflexiona sobre
las condiciones para la emancipación política, económica y cultural de los pueblos
latinoamericanos.

1.- La Vertiente Ontológica

El nacimiento de la primera vertiente, también llamada “americanismo filosófico”,


puede rastrearse hasta las primeras décadas del siglo XX en México, como fruto
del ambiente nacionalista que había generado la revolución mexicana. La
revolución de 1910, con su carácter nacionalista, antiimperialista y anti oligárquico,
promovió en México una reflexión sobre el “ser” del hombre mexicano y
latinoamericano, que se tradujo en una serie de ensayos literarios con
pretensiones filosóficas, como por ejemplo La raza cósmica. Misión de la raza
Iberoamericana (1925) e Indología: una interpretación de la cultura iberoamericana
(1926), ambos escritos por José Vasconcelos Calderón. Pero es en el libro de
Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en México (1934) donde puede
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apreciarse una primera configuración del proyecto de una filosofía sobre lo
mexicano. También es importante la creación del Grupo Hiperión, conformado por
filósofos como Emilio Uranga, Jorge Portilla, Luis Villoro y Joaquín Sánchez
McGregor. De este grupo se destaca la obra de Uranga Análisis del ser mexicano
(1952).

Partiendo entonces de México, el americanismo filosófico generó toda una serie


de obras en todo el continente, cuya influencia se extendió durante casi cuatro
décadas (1930-1970) y de las que pueden destacarse las siguientes: La seducción
de la barbarie. Análisis herético de un continente mestizo (1953) y América
profunda (1962) del argentino Rodolfo Kusch; América Bifronte. Ensayo de
ontología y filosofía de la historia (1961) del también argentino Alberto Caturelli;
Pueblo continente (1937) del peruano Antenor Orrego; El problema de América
(1959) del venezolano Ernesto Maíz Vallenilla; El sentimiento de lo humano en
América (1951) del chileno Félix Schwartzmann; La invención de América.
Investigación acerca de la estructura histórica del nuevo mundo y del sentido de
su devenir (1958) del mexicano Edmundo O'Gorman y La filosofía de lo mexicano
(1960) de Abelardo Villegas. Todas estas obras generaron un sonado debate en
todo el continente acerca de la existencia o no existencia de una filosofía
originalmente latinoamericana, que se reflejó en textos como Filosofía argentina
(1940) de Alejandro Korn; Sobre la filosofía en Iberoamérica (1940) de Francisco
Romero; ¿Hay una filosofía iberoamericana? (1948) de Rizieri Frondizi; ¿Cuáles
son los grandes temas de la filosofía latinoamericana? (1958) de Victoria Caturla
de Bru; El problema de la filosofía hispánica (1961) de Eduardo Nicol; Filosofía
española en América (1967) de José Luis Abellán y La filosofía Iberoamericana
(1968) de Francisco Larroyo.

2.- La vertiente historicista

Esta segunda ramificación se origina también en México y es impulsada


inicialmente por la influencia del filósofo español José Ortega y Gasset a través de
su discípulo José Gaos, quien llega a México a finales de los años treinta como
refugiado a causa de la guerra civil española. Adoptando las tesis historicistas de
su maestro, Gaos delinea el proyecto de reconstruir la historia de las ideas como
base para elaborar una Filosofía en lengua española, título de su importante libro
publicado en 1945. Pero no hay duda de que la gran figura del historicismo
latinoamericano es Leopoldo Zea, discípulo directo de Gaos, quien propone y
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desarrolla una reflexión sistemática sobre la historia de las ideas en el continente
como presupuesto indispensable para la generación de un filosofar propio. Desde
su tesis El positivismo en México (1943), pasando por América en la historia
(1957), El pensamiento latinoamericano (1965) y Dialéctica de la conciencia
americana (1976), hasta su original Filosofía de la historia americana (1978), Zea
recorre un camino que le convierte en el gran impulsor del proyecto de la filosofía
latinoamericana.

La obra pionera de Leopoldo Zea tuvo repercusiones continentales y contó con


importantes continuadores, entre quienes habría que destacar cuatro figuras
principales: el uruguayo Arturo Ardao, el peruano Francisco Miró Quesada
Cantuarias y los argentinos Arturo Andrés Roig y Horacio Cerutti Guldberg. El
aporte de estas figuras radica sobre todo en su reflexión metodológica sobre el
problema de la historia de las ideas. De Ardao se recuerda principalmente su
seminal ensayo Historia y evolución de las ideas filosóficas en América Latina
(1979), y de Miró Quesada sus dos excelentes libros Despertar y proyecto del
filosofar latinoamericano (1974) y Proyecto y realización del filosofar
latinoamericano (1981). Arturo Andrés Roig ha desarrollado una extraordinaria
obra de reflexión sobre la historia de las ideas en sus libros Teoría y crítica del
pensamiento latinoamericano (1981) y Rostro y filosofía en América Latina (1994).
Por su parte, Horacio Cerutti, conocido ya por sus críticas en la década del setenta
al proyecto de la filosofía de la liberación, ha publicado importantes reflexiones
sobre historia de las ideas: Hacia una metodología de la historia de las ideas
(filosóficas) en América Latina (1986) y Filosofar desde nuestra América (2000).

El legado de la historia latinoamericana de las ideas se ha dejado sentir en varios


países: en Uruguay Yamandú Acosta; en Argentina Hugo Biagini, Adriana Arpini,
Clara Alicia Jalif de Bertanou y Dina Picotti; en Brasil Joao Cruz Costa; en Perú
David Sobrevilla; en Venezuela Carmen Bohórquez y Javier Sasso; en Cuba se
destaca la labor de Pablo Guadarrama en la Universidad de Santa Clara; en
Colombia fue importante la creación en 1977 del Grupo de Bogotá por parte de
algunos profesores de la Universidad de Santo Tomás; en México sobresale la
labor de Mario Magallón en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM;
en España la exhaustiva obra de José Luis Abellán, y en los Estados Unidos la de
Jorge Gracia, Ofelia Schutte y José Luis Gómez Martínez.

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3.- La vertiente liberacionista

Mientras que las dos vertientes anteriores nacen al extremo norte del continente,
en México, la filosofía de la liberación nace en el extremo sur, en Argentina. Fue
allí donde hacia comienzos de la década del setenta empezó a surgir un
movimiento filosófico que recogía las preocupaciones articuladas por otros
sectores de la intelectualidad latinoamericana como la sociología de la
dependencia y la teología de la liberación. Antecedente importante fue la
publicación en 1968 del libro ¿Existe una filosofía de nuestra América? del
peruano Augusto Salazar Bondy, en el que se plantea que la autenticidad de la
filosofía latinoamericana vendrá como autoconciencia de la situación de alienación
y dependencia en la que se halla sumido el continente.

Puede decirse que los acontecimientos fundacionales de la filosofía de la


liberación son el II Congreso Nacional de filosofía realizado en la ciudad de
Córdoba (1972) y la publicación, en el mismo año, del libro Hacia una filosofía de
la liberación latinoamericana. Allí aparecen las figuras iniciales del movimiento:
Enrique Dussel, Mario Casalla, Carlos Cullen, Horacio Cerutti, Julio de Zan, Daniel
Guillot, Juan Carlos Scannone y Oswaldo Ardiles. Filósofos todos de distintas
provenencias y orientaciones, pero que coincidían en la necesidad de una filosofía
comprometida con los procesos de emancipación política, social y cultural de
América Latina.

La persecución desatada por la feroz dictadura militar en Argentina obligó a un


éxodo masivo de los filósofos de la liberación hacia mediados de la década del
setenta. En México se estableció el que llegaría a convertirse en la gran figura del
movimiento y con quien están asociados sus principales desarrollos teóricos:
Enrique Dussel. Allí escribe su libro programático Filosofía de la Liberación (1973)
y desde allí inicia la continentalización del movimiento. En México se firma en
1975 la célebre "Declaración de Morelia" en la que convergen filósofos
pertenecientes a las tres vertientes consideradas en este artículo: Abelardo
Villegas, Leopoldo Zea, Francisco Miró Quesada, Arturo Andrés Roig y Enrique
Dussel. La incansable y prolífica obra de Dussel - de alcance sólo comparable a la
de Leopoldo Zea - hace de la filosofía de la liberación un movimiento conocido en
todo el mundo. Se recuerdan los diálogos emprendidos en la década del noventa
con filósofos de la talla de Karl-Otto Apel, Richard Rorty, Paul Ricoeur y Gianni
Vattimo. Entre las numerosas obras de Dussel habría que destacar: Filosofía ética
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latinoamericana (1973), Método para una filosofía de la liberación (1974),
Introducción a la filosofía de la liberación (1977), 1492: el encubrimiento del otro.
Hacia el origen del mito de la modernidad (1992), Ética de la liberación en la edad
de la globalización y la exclusión (1998) y Política de la liberación (2008).

La filosofía de la liberación ha encontrado eco en varios países. En Brasil hay que


destacar la obra de Hugo Assman, Roberto Gomes y Sirio López Velasco; en
Colombia la de Jaime Rubio Angulo y Germán Marquínez Argote; en Costa Rica
ha sido muy importante la contribución de Franz Hinkelammert, original pensador
alemán conocido por sus libros Crítica de la razón utópica (1984), La fe de
Abraham y el Edipo occidental (1990) y El grito del sujeto (1998); en Bolivia se
destacan los aportes de Juan José Bautista, discípulo de Dussel y Hinkelammert.
Una recepción importante ha encontrado la filosofía de la liberación en Europa
(Hans Schelkshorn) y Estados Unidos (Eduardo Mendieta y Linda Martin Alcoff),
así como en el Grupo modernidad/colonialidad, del cual Dussel forma parte.

PRINCIPALES REPRESENTANTES:

Augusto Salazar Bondy


Nació el 8 de diciembre de 1925 natural de Lima Perú y falleció el 6 de febrero de
1974, estudio en la universidad de Mayor de San Marcos fue un filósofo y escritor.

Pensamiento filosófico

En numerosas de sus obras (en especial, en "¿Existe una filosofía en nuestra


América?") Augusto Salazar Bondy sustentó su tesis de que el pensamiento
filosófico académico de Latinoamérica carecía de originalidad, al poseer un
carácter imitativo y anatópico. La causa de este carácter defectivo del
pensamiento académico residía, según Salazar, en la dominación económica e
ideológica que sufría la región.

Salazar Bondy propuso la constitución de una filosofía de la liberación que


profundizara en el estudio de las causas de la dependencia y coadjutor a una
verdadera independencia.

En su obra Para una filosofía del valor, combinó las metodologías de la filosofía
fenomenológica y el análisis lingüístico en el estudio del valor (tanto moral como
estético). Se enfrentó al subjetivismo, para el cual la fuente de las valoraciones no
es más que el sentimiento subjetivo de aquél que realiza el juicio; pero tampoco
8
defendió un objetivismo, según el cual la validez de los valores estriba en ciertas
cualidades propias del objeto valorado. ASB propuso una alternativa de corte
trascendental, sosteniendo que el valor es condición de posibilidad de la praxis
hum (1945 - 1961).

Etapa formativa (1945-1961)

Esta etapa está marcada por sus estudios universitarios realizados en la


Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde fue influenciado por Walter
Peñaloza, Carlos Cueto Fernandini, Mariano Ibérico y en especial por Francisco
Miró Quesada Cantuarias; otra influencia muy importante sería su formación
fenomenológica. A partir de los años sesenta Augusto Salazar Bondy comienza a
interesarse por la filosofía analítica, esto lo podremos comprobar en uno de sus
primeros artículos Tendencias contemporáneas de la filosofía moral británica, que
posteriormente será editado en el libro Para una filosofía del Valor.

Otra influencia filosófica seria los seminarios en París sobre Gastón Bachelard que
luego seria publicado en el artículo de la revista Letras La epistemología de
Gastón Bachelard.

Etapa de madurez (1961 - 1968)

En esta etapa es cuando comienza a cuestionar y a criticar la filosofía que se


viene desarrollando tanto en el Perú como en toda América. Aquí es cuando siente
compromiso con la reflexión y el quehacer filosófico de nuestra tierra. En esta
etapa también se preocupó mucho por la búsqueda de una historia del
pensamiento peruano y cómo se encuentra influenciado por la cultura extranjera.
Al final de esta etapa, escribe un discurso de despedida en la Universidad de
Kansas en Lawrence ( USA ) tras acabar sus clases como profesor visitante en
1968. Su discurso de despedida de la facultad sería nada menos que la primera
versión de lo que luego sería su libro ¿Existe una filosofía de nuestra América?

Etapa de la filosofía de la Liberación (1968 - 1974)

Se inicia a partir de 1969, después de la publicación de ¿Existe una filosofía de


nuestra América? La que causa mucha controversia, porque trataba de decir que
la separación que se hacía de la filosofía Peruana que se realizaba en América.

La ambición que tuvo Salazar era el de escribir un texto ambicioso donde trazara
mucha de sus alternativas a seguir por la filosofía y la educación, esta obra seria
Antropología de la dominación, que dejó inconclusa ante su prematura muerte.

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Otra obra que es publicada de manera póstuma es La educación del hombre
nuevo, donde hace conocer su idea de la reforma educativa que intenta conciliar
tanto la técnica con el humanismo, una educación basada en la educación para el
trabajo, luego en educación para la transformación de las sociedad y luego para
hacer las bases de la nacionalidad auténtica. Sin embargo todo esto fue
interrumpido por su muerte, la resistencia del gran poder económico y el desgaste
de la política del General Juan Velasco Alvarado.

Producción:

Entre Escila y Caribdis.

Bartolomé o de la dominación2

La filosofía en el Perú. Panorama histórico. (Philosophy in Perú: A Historical


Study), Washington: Unión Panamericana, 1954.

Ensayos escogidos de Manuel González Prada. Lima: Patronato del Libro


Peruano, 1956.

Valor y estética, Literatura (Lima), No. 3

Filosofía marxista en Merleau-Ponty, Estudio (Lima), No. 2

Bases para un socialismo humanista peruano (producido inicialmente para el


MSP, fue luego reproducido en Entre Escila y Carbdis)

Tendencias contemporáneas de la filosofía moral británica

Introducción a la filosofía. Manual de filosofía Vol. II, Lima: Santa Rosa, 1961.

Las tendencias filosóficas en el Perú. Cultura Peruana, Lima: San Marcos, 1962.

Historia de las ideas en el Perú contemporáneo. Lima: Moncloa, 1965.

¿Qué es filosofía?, Lima: Vilock, 1967.

¿Existe una filosofía en nuestra América? México: Siglo XXI, 1968

La cultura de la dominación, en Perú Problema, Lima: Moncloa, 1968

Para una filosofía del valor, Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1971

Filosofía y alienación ideológica, en José Matos Mar (Ed.), Perú Hoy, México:
Siglo XXI, 1971.
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Filosofía de la dominación y filosofía de la liberación, en Stromata, Universidad del
Salvador (Arg.), Año XXIX, No. 4.

La Educación del Hombre Nuevo. La reforma educativa peruana, Buenos Aires:


Ed. Paidós, 1975

Premios y reconocimientos

Premio Nacional "Alejandro Deustua" (1951)

Premio Nacional de Ensayo "Manuel González Prada" (1954)

Premio Nacional de Fomento a la Cultura "Alejandro Deustua" (1966).

Enrique Dussel
Enrique Domingo Dussel Ambrosini (n. 24 de diciembre de 1934, departamento de
La Paz, Provincia de Mendoza, Argentina) es un académico, filósofo, historiador y
teólogo de origen argentino, naturalizado mexicano.1 Fue rector interino de la
Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Enrique Dussel es reconocido internacionalmente por su trabajo en el campo de la


Ética, la Filosofía Política, la Filosofía latinoamericana y en particular por ser uno
de los fundadores de la Filosofía de la liberación, corriente de pensamiento de la
que es arquitecto, habiendo sido también uno de los iniciadores de la Teología de
la liberación.3 Ha mantenido diálogo con filósofos como Karl-Otto Apel, Gianni
Vattimo, Jürgen Habermas, Richard Rorty, Emmanuel Lévinas y Adela Cortina. Su
vasto conocimiento en Filosofía, Política, Historia y Religión, plasmado en más de
50 libros y más de 400 artículos –muchos de ellos traducidos en más de seis
idiomas–, lo convierte en uno de los más prestigiados pensadores filosóficos del
siglo XX, que ha contribuido en la construcción de una filosofía comprometida. Ha
sido crítico de la modernidad apelando a un "nuevo" momento denominado
transmodernidad. También ha sido crítico del helenocentrismo, del eurocentrismo
y del occidentalismo. Defiende la postura filosófica que ha sido denominada bajo
el rótulo de "giro descolonizador" o "giro descolonial".

JUAN CARLOS SCANNONE


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Juan Carlos Scannone (Buenos Aires, 1931) es un teólogo jesuita y docente
argentino del Seminario Jesuita de San Miguel en Argentina. Es uno de los
principales referentes de la escuela argentina de la Teología del pueblo, rama
autónoma de la Teología de la liberación. Los principios de la teología del pueblo
articulan el cristianismo con una visión no paternalista de la opción por los pobres.

Scannone obtuvo su doctorado (Ph.D.) en la Universidad de Múnich (Alemania).


Fue uno de los profesores más influyentes de Jorge Bergoglio, quien más tarde se
convertiría en el Papa Francisco. El 22 de febrero de 2014 se anunció que
Scannone se había incorporado como colaborador permanente de La Civiltà
Cattolica, un periódico italiano de la Compañía de Jesús.

Ideas
A comienzos de la década de 1970, Scannone fue fundador, junto a otros filósofos
y sociólogos argentinos, del movimiento llamado "filosofía de la liberación" (FL). El
movimiento se hizo público en el II Congreso Nacional de filosofía realizado en la
ciudad de Córdoba en 1972 y sus propuestas fueron publicadas.

Scannone, junto con otros filósofos argentinos como Mario Casalla, Carlos Cullen,
Osvaldo Adelmo Ardiles, Rodolfo Kusch, Horacio Cerruti Guldberg, Arturo Andrés
Roig y Julio de Zan crea el movimiento conocido como filosofía de la liberación,
cuya presentación en público ocurrió durante el II Congreso Nacional de Filosofía
realizado en la ciudad de Córdoba en 1972. Algunos meses después el grupo
publica el libro colectivo Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana,
considerado el primer manifiesto de la filosofía latinoamericana de la liberación.

Scannone dice que la filosofía de la liberación latinoamericana (FL) de la década


de 1970 correspondía a una situación de explotación que se agravó en las
siguientes décadas hasta convertirse en exclusión:

Hoy la situación de América Latina aparentemente ha empeorado con respecto a


1971. En esa fecha nació –en Argentina– la filosofía de la liberación (FL)
latinoamericana, a partir de la conciencia de la injusticia estructural que entonces
oprimía a las mayorías populares de nuestro continente. Pues bien, hoy la
exclusión se muestra como más injusta y como creadora de más víctimas aún que
la explotación, y una globalización promovida según la ideología neoliberal –que
se autoproclama “pensamiento único”– parece dejar menos fisuras para
alternativas que la guerra fría de aquel tiempo.

12
Scannone sostiene que la "opción por los pobres" que caracteriza a la filosofía de
la liberación, "se concretiza hoy en una opción por los excluidos", sean éstos
pueblos, grupos sociales o personas, que son la mayoría del mundo global y de
América Latina.3 Por esta razón Scannone propone que toda contribución
académica o política de las ciencias sociales debe realizarse desde la "perspectiva
de los excluidos".

Scannone destaca los dos aspectos que caracterizan a la filosofía de la liberación:

la mediación de las ciencias humanas

el método analéctico

Respecto a la función mediadora de las ciencias humanas que tiene la filosofía de


la liberación, Scannone pone el acento en la necesidad realizar operaciones de
discernimiento y análisis crítico que permita situar los conocimientos histórica y
geoculturalmente.

Con respecto al método analéctico elaborado por la filosofía de la liberación,


Scannone señala la necesidad de relacionar la universalidad y la particularidad del
conocimiento y la práctica, con una mirada "universal-situada y analógica del
hombre", de modo que "los aportes regionales de las ciencias 'encarne', sitúe y
concretice la universalidad y radicalidad filosóficas sin reducirlas a una dimensión
humana particular, ni a una sola época, ni a un solo ámbito social o geocultural",
trascendiendo las particularidades, pero sin diluirlas abstracciones universales que
puedan considerarse superiores.

FRANZ HINKELAMMERT
Franz Josef Hinkelammert (1931)1 economista y teólogo alemán, exponente de la
teología de la liberación y de la crítica teológica al capitalismo. Es uno de los
cofundadores del Departamento Ecuménico de Investigaciones, en San José,
Costa Rica, junto con Hugo Assmann y Pablo Richard.

Obtuvo el doctorado en economía de la Universidad Libre de Berlín en 1960.


Desde 1963 fue profesor de la Universidad Católica de Chile desde 1963 hasta
1973. Después del golpe militar de Pinochet, se estableció en Costa Rica y se
dedicó a trabajar en el la Departmento Ecuménico de Investigaciones en San
José. Ha escrito extensamente críticando el modelo económico neoliberal, así
como a los economistas Milton Friedman y Friedrich Hayek y al filósofo Karl
Popper. También criticó el pensamiento postmoderno en el libro El grito del sujeto.

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Caracteriza la etapa actual de la civilización occidental como ""modernidad in
extremis", en la cual los aspectos más deshumanizantes y autodestructivos de la
tradición occidental son llevados hasta límites antes no imaginados.

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Leopoldo Zea Aguilar

fig.01

Leopoldo Zea Aguilar, hijo de


Leopoldo Zea y Luz Aguilar, nació el 30
de junio de 1912 en la Ciudad de México
y murió en ella misma el 8 de junio de
2004.fue un filósofo mexicano,
uno de los pensadores del
latinoamericanismo
integral en la historia. Fue discípulo
de José Gaos, quién lo llegó a conocer
en la época en que estudiaba tanto la
carrera de Derecho como la de
Filosofía y por las noches tenía que trabajar, así Gaos lo apoyo para obtener una
beca y se dedicará esclusivamente a la Filosofía. Se hizo famoso gracias a las
tesis de grado El positivismo en México(1945), con la que aplicó y estudió
el positivismo en el contexto de su país del mundo en transición de los
siglos XIX y XX. Con ello, inició la defensa de la integración americana, concebida
por el libertador y estadista, Simón Bolívar y le dio un significado propio, basado
en la ruptura con el imperialismo estadounidense y el neocolonialismo.
En su idea de una Latinoamérica unida, defendió el pensamiento sobre el papel
del hombre en la región, aclarando que el descubrimiento de 1492 no fue sino
un encubrimiento en términos culturales y de saberes, producto del mestizaje
ideológico para la configuración de la identidad latinoamericana, cosa que expuso
en el V centenario, en 1992. Luego, estudió el análisis ontológico de Latinoamérica
en los planos cultural y geohistórico.
De origen humilde, laboró en 1933 en la oficina de Telégrafos Nacionales para
sufragar los costos de su educación secundaria y universitaria.
Leopoldo Zea se ha desempeñado como catedrático, investigador, analista,
difusor, funcionario e inspirador de múltiples empresas culturales. Los logros
obtenidos por los diferentes roles sociales cumplidos soportaron los múltiples
reconocimientos recibidos en vida
Fue miembro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde su
formación, como maestro y filósofo. Junto con Alí Chumacero, José Luís
Martínez y Jorge González Durán fundó la revista Tierra Nueva. En 1954 fue
designado investigador de tiempo completo del Centro de Estudios Filosóficos de
dicha universidad. En 1947 fundó, en la Facultad de Filosofía y Letras, el
"Seminario sobre historia de las ideas en América". En 1966 fue nombrado director
de la facultad, cargo en el que se mantuvo hasta 1970. Durante su periodo como
director fundó el Colegio de Estudios Latinoamericanos en 1966; más adelante

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fundaría el Centro Coordinador y Difusor de los Estudios Latinoamericanos de la
UNAM (1978).
Vida familiar
Estuvo casado dos veces: primero, durante cuarenta años, desde 1942, con la
periodista mexicana María Elena Prado Vértiz, con quien tuvo seis hijos
(Alejandra, Irene, Leopoldo, Elena, Marcela y Francisco). A partir de 1982, estuvo
casado con María Elena Rodríguez Ozán.
Premios y distinciones
Fue condecorado en diversas ocasiones:
• Premio Nacional de Ciencias y Artes por el gobierno de México, en 1980.
• Premio Juchimán de Plata en 1985.
• Premio Interamericano de Cultura Gabriela Mistral de la Organización de los
Estados Americanos (OEA).
• Medalla Belisario Domínguez del Senado de México en 2000.
• Doctor honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México.
• Doctor honoris causa por la Academia de Ciencias de Rusia (1994).
• Doctor honoris causa por la Universidad de Santiago de Chile (1997).
Tres años después fue catalogado y homenajeado por la UNAM como el profesor
más antiguo en continuar laborando sin interrupciones (cosa que siguió haciendo
hasta su muerte)
Aportes
Su filosofía marcó su concepto de una América Latina unida; y no en la utopía,
sino en la realidad, en la lucha y renovación de un pueblo en demanda de dicho
surgimiento, lo que le abrió la puerta a otros estudiosos del tema en el futuro.
Uno de los puntos centrales de su filosofía, que se centra en una insistente e
siempre actual pregunta ¿Es posible hablar de una filosofía latino-americana?, es
el "proyecto asuntivo", que se basa en la necesidad de no olvidar el pasado
colonizador e que implica la "asimilación de lo que ha sido" para poder ser "algo
distinto" sin por ello "dejar de ser quien se es".2 Este pasado, reconocido y
aceptado, debe ser superado histórica y filosóficamente con el objetivo de crear un
pensamiento nuevo, una "filosofía sin más"
Fue comparado con diversas personalidades del mundo intelectual, político y
revolucionario, tales como Germán Arciniegas, quien fue su amigo; con José
Gaos, quien fue su maestro; con Víctor Raúl Haya de la Torre, con Andrés Bello,
con Simón Bolívar y con Domingo Faustino Sarmiento, entre muchos otros.
Leopoldo Zea Aguilar, murió el 8 de junio de 2004.
Obras
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➢ Introducción a la Filosofía.
➢ El positivismo en México: Nacimiento, apogeo y decadencia
➢ América como conciencia.
➢ En torno a una filosofía americana.
➢ La filosofía como compromiso y otros ensayos.
➢ El occidente y la conciencia de México.
➢ América en la historia.
➢ Latinoamérica en la formación de nuestro tiempo.
➢ Filosofía latinoamericana.
➢ Filosofía de la historia americana.
➢ La transformación de la filosofía latinoamericana.
➢ América como autodescubrimiento.
➢ Ensayos sobre filosofía de la historia.

➢ rica como autodescubrimiento

Naturaleza humana

La principal motivación del quehacer filosófico de Leopoldo Zea fue la


comprensión del hombre en tanto ser social, lo cual refleja, por una parte, la
continuidad de la tradición filosófica mexicana que a principios del siglo XX
dosificaron los intelectuales promotores de la universalización de nuestras
creaciones -quienes se habían aglutinado en el Ateneo de la Juventud- y, por otra
parte, sus trabajos orientados a la recuperación de la tarea esencial de la filosofía
como reflexión en torno al hombre puesto que para él constituye tanto su origen
como su fin.
La praxis comprometida del quehacer filosófico de Leopoldo Zea le permite
radiografiar el excursionismo del humanismo occidental que pone en tela de juicio
la humanidad de los habitantes de las regiones periféricas, pero al mismo tiempo
proclama otra forma inclusiva y des enajenante, la de su humanismo pleno que
toma como base la recuperación del pasado, alineándolo en la tradición labrada a
lo largo del siglo XX.
Como rasgos del humanismo pleno pueden enumerarse los siguientes:
1. De carácter liberador. Filosofar a la altura del hombre significa destacar el
compromiso de quien lo hace con su tiempo y sus circunstancias. Esa es la
tarea de Leopoldo Zea que le permite sustentar la apreciación de que todos
los hombres tienen la misma capacidad para constituirse como tales sin
necesidad de esperar reconocimiento de otros. Patentizar esa capacidad es
lo que lo lleva a cuestionar y responder: “¿Qué hace del hombre? Y, por
ende, del latinoamericano un hombre sin más. la libertad creadora.

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2. Reconocimiento a las diferencias. La exposición de las peculiaridades de los
seres humanos no la acepta en el plano de los discursos hegemónicos, sean de
carácter racista, clasista o colonialista, sino sólo las que se refieren a las
individualidades forjadas por las circunstancias imperantes. Al efecto afirma:
Como no aceptamos que existan hombres más hombres que otros. Un hombre es
igual a otro, insistimos por su peculiaridad, su individualidad. Pero siempre una
peculiaridad y una individualidad abierta a otras peculiaridades e individualidades
enriqueciéndose y enriqueciendo. Abierta a otras lenguas, a otras expresiones del
hombre: abierta también a otras expresiones del razonar, para así ampliar,
enriquecer, el propio .
3. Resemantizar los valores éticos. La necesidad de sustanciar el nuevo
humanismo parte de la agudeza analítica de Leopoldo Zea al observar que los
valores pregonados por el mundo occidental han servido para justificar su
hegemonismo, por lo que se requiere recuperar su semántica original y extender
su aplicación a todos los seres humanos. Pero también concibe como necesario ir
más allá de la resemantización por lo que propone adicionar otros valores, que
son propios de sociedades no occidentales con los cuales incluso se enriquece la
comprensión del género humano.
La producción intelectual de Leopoldo Zea da cuenta de su inquietud por renovar
el humanismo, mediante tópicos de la ética.
4. Fomentar la igualdad en las relaciones humanas. En la dialéctica del
pensamiento de Leopoldo Zea se palpa la pretensión liberadora del sojuzgamiento
padecido por el oprimido, no para convertirlo en opresor, sino para conscientizarlo
de la necesidad de su liberación e igualarlo con los demás. Obviamente, en esta
interpretación revela, de paso, su compromiso con las circunstancias que le ha
tocado vivir, por lo que concluye.

“Ser hombre es ser, simplemente, lo que se es, latinoamericano, como el yanqui


es yanqui, el francés, francés y el inglés, inglés’’

Este aspecto de su humanismo permite mostrar la innegable igualdad de la


naturaleza humana, cuyo accidente radica en haber nacido en circunstancias
específicas. De modo que la capacidad racional de los seres humanos debe tener
como horizonte la comprensión de las diferencias patentizando la igualdad, así
dirá Leopoldo Zea: “... Igualdad en la ineludible desigualdad de los hombres entre
sí como individuos concretos que son. Ineludible diversidad que al ser
comprendida y respetada puede posibilitar la auténtica paz que ha de prevalecer
entre los hombres” [Zea, 1993: 236]. O como gusta resumir, los seres humanos
son iguales al comprender sus diferencias.

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5. De profunda actitud solidaria. En efecto, el humanismo de Leopoldo Zea
exhibe una veta de solidaridad manifiesta tanto en su vida cotidiana como lo
testimonia sus apoyos a las actividades de los estudiantes cuando fungió como
director de la Facultad de Filosofía y Letras, el acercamiento con estudiantes y la
incorporación de profesores procedentes de países latinoamericanos donde las
azonadas militares estaban a la orden del día [Santana, 1992: 190], o la
legitimación al proceso revolucionario cubano, pero también en su obra teórica en
particular cuando propone que la dependencia debe ser trastocada por relaciones
de solidaridad: “Son los hombres los que al reconocerse en otros hombres, como
seres iguales, semejantes, los asimilan, los hacen su prolongación y se convierten
en prolongación de ellos, en otra relación que no puede seguir siendo la de la
reificación de dependencia, sino una relación de solidaridad” [Zea, 1977: 45-46].

Convierte la solidaridad en fundamento y fin del humanismo por posibilitar la


concreción de relaciones de igualdad entre los humanos, al saberse semejantes,
iguales, pares entre pares:

6. De carácter universal. Con fundamento en lo señalado, puede destacarse que


su humanismo aspira a ser verdaderamente universal, porque sus reflexiones
tienen un horizonte omniabarcante al perfilar una idea de hombre en la que todos
los seres humanos puedan reconocerse. Lo importante estriba en que su praxis
intelectual lo hace asumiendo sus circunstancias sin que ello le obnubile
enriquecer el quehacer de la filosofía en general. Tal interpretación es factible
demostrarla con sus propias palabras.

Postura gnoseológica
En la abultada obra de Leopoldo Zea se encuentra implícito el optimismo
epistemológico toda vez que para él el hombre no sólo es capaz de conocer sino
que el ejercicio del saber es una necesidad vital, que para el caso de la realidad
latinoamericana representa la condición sine qua non para trascender las añejas
condiciones de dependencia e injusticias sociales persistentes. Por ejemplo ha
escrito en referencia a los planteamientos de José Martí que por desconocimiento
de nuestras circunstancias: “... han fracasado los proyectos que en América han
tratado de eludir su propia realidad. No es la levita, ni la chistera lo que cambia a
un pueblo, sino el saber qué es este pueblo conociendo, así, sus más altas
virtudes y valores para que ellos sirvan de estímulo y desarrollo”
Así adjudica a la propia naturaleza humana su capacidad para racionalizar
cualquier situación y piensa que el desafío del conocimiento lo constituye la
realidad en sus múltiples manifestaciones
Significado de los valores
Para Leopoldo Zea la cuestión de los valores resulta fundamental dentro del
conjunto de su obra y, por ende, no puede reducirse su concepción a una mera

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exposición academicista o teorizante, al margen de las condiciones históricas;
todo lo contrario, deben explicarse a partir de esa vinculación puesto que así
podrá mostrarse de mejor manera su posición al respecto.
En efecto, destacan dos aspectos interconectados. Por una parte, el carácter
liberador y comprometido de su quehacer filosófico que lo lleva a exhibir el
relativismo axiológico de la cultura occidental, cuya moral patentiza la justificación
de su expansionismo mediante el colonialismo, el imperialismo y cualquier otra
manifestación de sojuzgamiento. Por otra parte, su rechazo a todo tipo de
discriminación y dominación con lo cual promueve una nueva moral sustentada en
los valores de reconocimiento a las diferencias, en el diálogo como producto de la
igualdad y la solidaridad. De modo que sus planteamientos sustancian la exigencia
de una nueva ética, humanista, de verdad universal.
Propuestas sociopolíticas
La labor intelectual de Leopoldo Zea puede tomarse como una propuesta
ideológica y él mismo lo suscribe al apuntar que toda filosofía, además de rigurosa
en su lógica, de contemplar una ética, es también ideología. Aplicándole tal
perspectiva resulta comprensible su crítica a las condiciones existentes de
dominación y sujeción. Por su praxis filosófica se entiende su propuesta de
liberación que si bien trasluce los aspectos económico-social, se reduce
básicamente a su carácter cultural.
Su convicción de que la filosofía se ha practicado como ideología lo lleva a
justificar su compromiso y propuesta política evidenciada tanto en respaldar el
nacionalismo revolucionario que dominó la escena pública del siglo XX como por
su participación en actividades partidarias y públicas tanto en el seno del Partido
Revolucionario Institucional donde propició la creación del Instituto de Estudios
Políticos, Económicos y Sociales, como en la Secretaría de Relaciones Exteriores
en cuyo seno estableció la dependencia encargada de los asuntos culturales.
Concepciones sobre el papel de la educación y las artes
Por lo que se refiere a la educación, ésta es apreciada por Leopoldo Zea como
una función social básica, formadora de seres humanos, de individuos
comprometidos con su comunidad, por lo cual le asigna, entre otras tareas,
coadyuvar a la integración regional, al demandar: "La integración se haga expresa
en la conciencia del educando y, a partir de lo cual éste pueda actuar para el logro
de su realización"
La visión iluminista de Leopoldo Zea queda esbozada con el planteamiento de que
sólo la educación permitirá consumar la emancipación por ser portadora de las
luces intelectuales, esclarecedora y concientizadora de la realidad, la dependencia
cultural de Latinoamérica. La interpretación de que la educación es herramienta de
emancipación intelectual la ha propugnado durante toda su vida pero con la
acotación de que su fin último es el conocimiento del hombre: "El hombre es algo
concreto, algo que se hace y perfila dentro de una realidad determinada. Conocer
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esta realidad era así una de las más urgentes tareas, pues de ella dependía la
educación de ese hombre al que trataba de independizar por el más seguro de los
medios, el de su emancipación mental"
Cultura latinoamericana
Leopoldo Zea asigna carácter liberador a la cultura latinoamericana, pero también
exige el reconocimiento a la existencia otros pueblos con manifestaciones propias.
Que tanto unos como otros poseen y generan cultura del mismo valor, ni
superiores ni inferiores.
Para que la cultura latinoamericana contribuya a exhibir su originalidad y función
liberadora, Leopoldo Zea se echó a cuestas el establecimiento de instituciones y
organización de eventos que la promuevan, con una clara misión integradora entre
regiones como entre pueblos:
Una cultura en la que se coordinan los derechos de los individuos con las
necesidades de la comunidad; la libertad y la soberanía de los pueblos con las
necesidades de una paz y acuerdos universales, que hagan verdaderamente
posibles esta libertad y soberanía. Una cultura en la que no tienen por qué estar
reñida la libertad de los individuos y la soberanía de los pueblos con la justicia
social y la convivencia internacional. Esto es, una cultura en la que el humanismo
de sus mejores creadores prevalezca sobre el egoísmo individualista que la
invalida.
Lugar de la filosofía
De lo expuesto, y como epílogo, se precisa señalar el lugar que le otorga a la
filosofía. Siguiendo el programa intelectual que le trazó José Gaos, Leopoldo Zea
ha promovido conocimientos y reflexiones para la liberación mental de
Latinoamérica y no sólo. El texto que puede tomarse como puente entre sus
preocupaciones de historiador de las ideas y filósofo de nuestra circunstancia lo
constituye La filosofía americana como filosofía sin más aparecido en 1969 como
respuesta al libro de Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de nuestra
América? (1968), donde recupera la veta de que la filosofía en América inició con
el problema del hombre, al señalar su originalidad y clarificar que la filosofía es
más que ciencia rigurosa e ideología, por ser saber ético, y concluir que su
autenticidad consiste en pensar desde nuestra circunstancia, lo cual significa
hacer filosofía sin más, cuya función será conscientizar la condición de
subordinación y a partir de tal autognosis promover los mecanismos para superar
dicha situación .
BIBLIOGRAFIAS

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http://www.diocesisdecanarias.es/downloads/biografia.

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