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ENTRE LA SEGURIDAD DE LO POSIBLE Y LA ESPERANZA DE LO
IMPOSIBLE.
Javier Encina, Marta Domínguez, Mª Ángeles Ávila y Rosa Alcón1.
A. INTRODUCCIÓN
El término participación no es desde luego algo nuevo, siendo utilizado para
diferentes propósitos, así como por diferentes actores y agentes sociales: tanto como
parte de lo discursivo y que no llega a plasmarse en prácticas, como excusa para iniciar
cualquier tipo de cambio, o como argumento indispensable para asegurar la eficacia de
cualquier acción, o cómo no, como forma de control social. Todo esto ha provocado una
sustitución del contenido de la participación, para convertirse en más ideológica; como
plantea Jesús Ibáñez se llega a expresar que es para el pueblo pero sin el pueblo.
Desde los años setenta se entiende como un mecanismo para incorporar a los
grupos marginales a programas de prevención y promoción social, muy de la mano del
control de posibles tensiones sociales que pudiesen deslegitimar el orden social
establecido. La participación en lo público viene a poner encima de la mesa la crisis del
Estado de Bienestar. La crisis de este modelo de desarrollo socioeconómico, panacea
del estado español cuando entra en crisis en Europa, no está asentada solamente en la
fragilidad para dar respuestas materiales a las demandas de parcelas importantes de
la sociedad, sino que también está en la profundización de su falta de transparencia e
impermeabilidad para lidiar en una realidad social que se fragmenta y produce
incesantemente nuevos conflictos y nuevos movimientos2.
1
Los dibujos son de Iban Díaz, Rosa Alcón, Antonio Gómez y fotomontaje Javier Encina.
2
Utzig, 1996 en Tarso GENRO (1998: )
3
Tarso GENRO (1998: )
1
La Investigación Acción Participativa es la metodología de la que nos servimos
para provocar procesos participativos desde la cotideanidad que rompan con la visión
ideológica de la participación; de primera tiene dos características fundamentales: es
adaptativa porque coge la forma del sitio en el que se desarrolle, y es implicativa que
quiere decir que pretende que la gente sea protagonista de su propia vida. Por esto, en
este artículo hablaremos de la IAP desde la experiencia de participación en el PGOU y
el Plan Estratégico de Palomares del Río. Desde este marco, entendemos que las
experiencias a nivel local hacen posible por la cercanía entre la toma de decisiones y las
realidades más concretas, que las personas que las habiten sean los que diseñen el futuro
de sus realidades y contextos de forma integrada y global.
Al ser cotidiana, integrada y global, no es lineal, su forma es la espiral espacio
temporal. La gente, en su vida se encuentra en sus propios espacios y tiempos, donde se
establecen relaciones en la cotidianidad; pues esta metodología parte de ahí: se trabaja
sin tener que romper esas relaciones personales, esas redes,…, por lo que para trabajar
con esta metodología hay que hacerlo desde la vida de cada uno, la vida comunitaria, la
vida cotidiana…
Por contra, otras metodologías del campo de lo social de corte distributivo o
estructural trabajan en base a muestras representativas; esto quiere decir que clasifica a
las personas según alguna variable desde el interés táctico, y así es como estructura
distribuye a la gente a la hora de intervenir en ellas; con esto, se separa a la gente de su
gente, por lo que no recoge la complejidad, ni ayuda a que la gente transforme la
sociedad.
La IAP al provocar que las personas sean las protagonistas de su vida, se
estimula la ruptura en las jerarquías de poder, flexibilizando de esta forma los roles
establecidos de una manera estructural, y entendiéndolos, desde la microfísica del
poder, de una manera o de otra según los momentos en los que nos encontremos.
Repensando la historia de la IAP
Vamos a intentar exponer algunas de las claves que dan un sentido histórico y
pueden propiciar una mejor comprensión de nuestra forma de trabajar y concebir la
IAP.
2
A nivel conceptual podemos decir que la IAP surge en la intersección de cuatro
disciplinas: la sociología, la antropología, la pedagogía y la historia.
Toda esta tradición, explosionada por la victoria fascista y los cuarenta años de
dictadura, se une en América Latina, con los movimientos de base y tradiciones
pedagógicas comunitaristas hasta cristalizar en el movimiento de trasformación
pedagógica encarnado por Paulo Freire.
Debemos detenernos en la Transición española, pues la forma en cómo se ha
establecido la democracia en nuestro país ha condicionado la aparición de un saco de
investigaciones con enfoque “participativo”, en muchos casos éticamente
contradictorios. Se ha primado y reforzado el papel “neutro” de técnicos y técnicas
frente a la autogestión ciudadana. Así, a nivel teórico, en un polo estaría la Tradición
pragmática no crítica (Dewey y Lewin), donde la participación no es más que un
método para la resolución de problemas grupales o institucionales, sin cambios en las
estructuras y relaciones de poder, y en el otro la Tradición críticaimplicativa que
promueve la tranformación social.
Por otro lado, los Talleres de Historia promovidos en Gran Bretaña, a finales
de los sesenta (E. P. Thompson, R. Samuelson, Perry Anderson y M. Dobbs, miembros
Documentación Social, nº 92, Julioseptiembre 1993
3
del Partido Comunista Británico) provocaron que la historia la escribiesen sus propios
protagonistas, tanto el movimiento obrero como el movimiento feminista.
En España J. Fontana recoge esta tradición e inicia una transformación de la
forma de hacer historia: con su repensar la historia, en la crítica del presente para
replantear el futuro. También en los años 70 se inicia una corriente de recuperación de
la memoria de opresión y resistencia al franquismo, tomando como técnica las historias
de vida y las historias orales, que propician que las personas sean sujetos de su propia
historia.
El nivel conceptual interacciona con diversas praxis sociales como la de los 50
a los 70 en Checoslovaquia, Hungría, Alemania, Italia, Francia, Portugal y España,
basados en procesos de socioanálisis; al mismo tiempo a nivel productivo comienzan
investigaciones de IAP en Fagor (grupo Mondragón), cooperativas de jornaleros
andaluces y la Mina de Riotinto (Huelva).
A comienzos de los 80 se retoman las Universidades Populares muy vinculadas
al desarrollo local. Además, en torno a la revista internacional de educación de adultos
“Aulas de Cultura” (Salamanca) se han desarrollado experiencias de educación rural
(Santibáñez de Bejar, Renedo). También surgen las Escuelas Campesina en Barco de
Ávila.
En 1991 se crea por un grupo de estudiantes de Geografía e Historia de la
Universidad de Sevilla, el Colectivo de Estudios Marxistas, en íntima conexión con el
movimiento asambleario estudiantil y con el movimiento jornalero de Andalucía. En
principio la reflexión teórica une esta tradición de IAP a la crítica al poder de Foucault,
a la crítica de la educación de Carlos Lerena, a la crítica ecológica de Iñaki Bárcena y
Ramón Fernández Durán, a la crítica antropológica de M. Godelier, a la crítica política
de Rosa Luxemburgo y a la crítica feminista de corte e implicación social.
4
Con la desaparición del colectivo se da comienzo, por parte de algunos de sus
miembros, a investigaciones como la de las Historias Orales de Pedrera (19961997),
El Reparto. Presupuestos participativos y autogestión de la vida cotidiana en las
Cabezas de San Juan (19992003), El Palomo. PGOU y Plan Estratégico participativo,
decisión del futuro de Palomares del Río (20052007) y el Child Inclusión. Menores en
desamparo y proceso creativo de la Diputación de Málaga (2006...)
Perspectiva dialéctica5
Desde las perspectivas distributivas y estructurales se trabaja con metodologías
en las que sus técnicas (encuesta, entrevista, grupo de discusión,…) y sus variables
pretenden que no queden flecos y que nada se escape de las investigaciones. De esta
forma, se captura al objeto para conformarlo; objeto reducido y simplificado, acotado
por el orden significante empleado, y desde ahí transformarlo para que se ajuste a esta
representación de orden valorativo producido por el poder.
La forma de IAP que trabajamos, tiene como marco la perspectiva dialéctica,
que reivindica el carácter subjetivo del conocimiento y la transformación por el sujeto
de su realidad; resitúa la capacidad de conocer, de saber como característica de la
condición humana. Y lo que impregna esta manera de hacer es su trasfondo práxico: la
construcción democrática de la sociedad.
B. ALGUNOS PUNTOS MÍNIMOS PARA TRABAJAR CON UNA IAP.
Tal como entendemos la IAP sería un proceso en el que la gente participa en
diferentes espacios y momentos para definir sus necesidades y encontrarse con los
5
Ignacio FERNÁNDEZ DE CASTRO (1991)
5
satisfactores. Es un proceso que está alentado y apoyado por personas expertas en esta
metodología. Este encuentro con satisfactores produce intercambio y construcción
colectiva de conocimiento que puede provocar acciones de cambio. Por lo tanto, para
nosotros, la IAP es una metodología que puede ayudar no sólo a la transformación de
las cosas materiales, sino que también produce cambios colectivos.6 Además de esto, lo
fundamental en la IAP que trabajamos es:
De objeto a sujeto
Las Ciencias Sociales en el siglo XIX, se empeñaron en darle a sus saberes, lo
que entendían que era un carácter más científico y así parecerse al resto de las ciencias,
entre ellas, las llamadas Ciencias Naturales. Para ello convirtieron a las personas en
objetos, buscando así la objetividad y la comparación de casos. Pero lo que se consigue
es convertir a las personas y sus formas de relacionarse en objetos y con falta de
relación. Esto ha llevado y sigue llevando a grandes errores a la hora de analizar las
situaciones, además de impedir que se produzcan procesos de transformación social.
La parte más perversa de lo que sucede con todo esto, la describe perfectamente
Jesús Ibáñez (1997:47): los que mandan se reservan la condición de sujetos y atribuyen
a los mandados la de objetos. Los que mandan ejercen sobre los mandados
operaciones de control. Esta cibernética es una investigación de cómo pueden
controlar los sujetos (sistemas observadores) a los sujetos (sistemas observados). En
general, los objetos no son separables de los sujetos: el objeto es producto de la
actividad objetivadora del sujeto. Además, en los sistemas sociales, los (supuestos)
objetos son también sujetos para que la sociedad deje de estar regulada en la lucha de
clases, los juegos de lenguaje de tipo pregunta/respuesta deben ser sustituidos por
6
Javier ENCINA y otros (2005:50)
6
otros de tipo conversación. Ya no se trata del control de los que mandan sobre los
mandados sino de la liberación de unos y otros de la relación de mando.
Pasar de objeto a sujeto de investigación, significa pasar de trabajar para la gente
a trabajar con la gente, lo que supone reconocer a las personas en si mismas y con su
propia complejidad.
En definitiva se trata de pasar del espectáculo, de ver tu vida desde la butaca, a
ser protagonista de la vida cotidiana.
Uniendo conocimiento y acción: una relación dialéctica
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En la IAP el conocimiento no va separado de la propia acción, son la misma
cosa, no tres momentos separados como en las ciencias sociales de corte estructural, van
unidos, no se pueden pensar por separado la I de investigar, la A de acción y la P de
participación, porque eso sería algo ficticio que en el mundo no pasa, y lo que queremos
es una metodología que nos ayude a comprender y transformar el mundo.
Pero, ¿cómo rescatar a los actores sociales hacia una posición de constructores,
cuando el interés de la investigación no es el conocimiento por el conocimiento sino la
comprensión para la acción transformadora o la acción transformadora para la
comprensión? y, ¿cómo explorar nuestra manera de conocer para actuar?
Desde los sofistas presocráticos se viene planteando esta situación que nos llega
con los aromas de la primera dialéctica del s. VI a. c. No se puede separar el fluir del
conocimiento para fluir, ni el conocimiento de fluir del acto de fluir. En la agricultura el
manejo de las plantas da conocimiento al agrónomo, y el conocimiento agronómico
posibilita el manejo de las plantas. El conocimiento libera la acción (rompiendo los
límites de lo posible) y la acción desencadena el conocimiento (viviendo lo imposible).
Volviendo a la metodología, si separamos conocimiento y acción, sujetamos a
los sujetos a la acción y a los investigadores al conocimiento, o en el mejor de los casos
provocamos desdoble de personalidad tipo sicosis… Un proceso sólo es sostenible en la
unión y la continua generación de conocimiento y acción.
Utilizando técnicas que se adapten a la pluralidad y a los problemas a resolver
Para esto se utilizan, se adaptan e inventan
técnicas que permitan conocer
transformando a la vez.
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Debemos tener la capacidad de modificar las técnicas según las situaciones que
nos vayamos encontrando en los proyectos, y no solo en los proyectos escritos, sino con
la gente con que tenemos que trabajar esos proyectos
Lo contrario sería pasar por encima de la gente al utilizar técnicas cerradas, y
acabadas, porque si no no se tiene en cuenta el grupo humano con el que se trabaja. Es
necesario inventar, recrear, construir nuevas técnicas que se adapten a la gente y no que
la gente quede atrapada y conformada con las técnicas que utilicemos.
Para que esto ocurra, es necesario estar en los sitios, es decir en los espacios y
los tiempos cotidianos. Para no perdernos en estos espacios y tiempos, es importante
utilizar el mapeo de relaciones. Probablemente sea la única técnica que debe aparecer
en algún momento en cualquier proceso de IAP, sin olvidar que debe adaptarse a cada
situación y que existen muchos mapas. Explicaremos esta técnica más adelante.
Aterrizando en la experiencia de El Palomo, vemos como la telenovela “María
Paloma. Pasión de Palomares” o “El tendedero de los deseos. Debates públicos sobre
el futuro de Palomares”, son técnicas encontradas en el propio proceso. Ambas nos
permiten participar en la complejidad de las relaciones sociales transformándolas, pues
hacen posible que la gente entre y salga según sus tiempos y estén en los espacios de su
vida cotidiana. Para ello ha sido fundamental combinar estas técnicas con el mapeo, que
nos desvela dónde y cuando proyectar los capítulos, y dónde y cuándo tender las
propuestas vecinales sobre las necesidades identificadas de forma colectiva. Todo ello
provoca un proceso de toma de decisiones continua, a través de la
sistematización/construcción/deconstrucción de la información, y que se hace posible
reelaborar colectivamente una y otra vez.
Tejiendo conocimientos científicos y saberes populares
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Resaltando que no sólo existe producción
cultural y de conocimiento desde la
Ciencia, sino que también desde los
saberes populares. Además se comprende
que el pensamiento no es estático, sino que
surge del intercambio, del encuentro y del
paso.
Desde la Ciencia dominante se hace, desde la mayor objetividad, una relectura
interesada del pasado, planteando la Historia de la Ciencia como un contínuum de
progreso indefinido... Los seres humanos son los objetos a observar, y en el mejor de
los casos los destinatarios de los productos y avances conseguidos por la Ciencia. Cada
forma de decir, cada discurso, incorpora una reflexión sobre si mismo; y en particular
una reflexión sobre su modo de saber y sobre lo que le diferencia de otros modos de
saber (E. LIZCANO, 1988:7).
La Ciencia dominante, que es la ciencia del orden, sólo se adentra en el caos
para alinear elementos... Una ciencia social debe de impregnarse y repensarse desde el
intercambiar con otras lógicas de pensamiento y acción, entrelazándose con los sujetos
colectivos; y por lo tanto, sumergiéndose en la lógicas, alógicas, tiempos y espacios de
las culturas populares.
Desde hace años estamos empeñados en trabajar las culturas populares como
recurso metodológico, para ello tenemos que tener en cuenta las siguientes cuestiones:
1. Muchas Culturas Populares.
No hay una sola, hay muchas y diversas culturas populares.
2. Poder para cambiar el sistema.
Nos sirven para cambiar el mundo, de hecho el nuevo reto de las culturas
populares es resistir desde y a la glocalización (la acción de lo global en lo local y
viceversa). De tal manera que el trabajo científico debe de ir en la misma línea, no debe
pararse en el análisis de las estructuras sociales, ni en el estudio de la situación, sino que
debe provocar dinamizaciones que fomenten la autogestión de la vida cotidiana.
3. Capacidad de adaptación.
Por ser formas de vida se adaptan a las nuevas situaciones y proporcionan
alternativas de vida al sistema dominante.
1
Por lo que la metodología que utilizamos debe de adaptarse a las situaciones,
colectivos, espacios y tiempos que investigamos; al igual que las culturas populares
la metodología y las técnicas que utilizamos deben ser flexibles, adaptativas...
4. La vida cotidiana no es cultura de masas.
No se debe confundir la vida cotidiana con la cultura de masas porque hay
quienes están interesados en sustituir las culturas populares por la cultura de masas.
Potenciado así que el mercado capitalista, prevalezca, sobre otras formas de
economía, de sociedad y formas de organización supralocal.
5. Desde lo cotidiano se cambian cosas.
En los espacios cotidianos se da la oportunidad de cambiar desde donde nacen
los miedos, las certezas y las alegrías de ser diferentes al ideal construido por la
cultura de masas. Estos lugares permiten el cambio individual y facilitan la
transformación desde lo colectivo.
Es por esto que debe ser una preocupación constante el cómo acercamos el
trabajo a los espacios y tiempos cotidianos.
6. Recuperación de experiencias.
El conocimiento de las culturas populares nos permitirá sacar a flote habilidades,
saberes, etc, que utilizados con los sentidos de oportunidad y sensibilidad pueden
ser incluso una buena forma de parar las culturas de masas y de construir nuevas
formas culturales.
Es por lo que no podemos tener objetivos a priori, porque potenciamos los
contenidos y dejamos de lado la participación (las formas de relación, punto
fundamental de nuestra forma de entender la metodología de investigación acción
participativa (I.A.P)).
7. Las formas son más importante que el contenido.
Son las formas de relación las que definen las culturas populares, los contenidos
son excusas para juntarse. Lo más transformador que podemos aprender de las
culturas populares es que lo importante está en cambiar las formas de relación y no
las personas (que siempre se cambian a partir de los contenidos, siendo este último
el trabajo y el objetivo fundamental de las sectas).
Es necesario que los conocimientos científicos ayuden a desencadenar procesos
desde los que dinamizar la comprensión de las formas de relación, que sólo pueden ser
reales si desde las mediaciones sociales se provocan acciones, en los tiempos y
espacios cotidianos, que faciliten la reproducción ampliada de las formas de vida
cotidiana
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Contextualizando procesos, estructuras, organizaciones y sujetos colectivos en su
dimensión histórica y relacional
En los procesos de participación este conocimiento es importante porque hay
que partir de la vida cotidiana y todo lo que ocurre en ella; al perder de vista esta
contextualización, perdemos de vista que estamos segmentando para ordenar el caos del
continuo social. Es imposible ordenar en categorías el caos de la vida, y si se hace, para
intervenir, tenemos que saber que además de que es ficticio, estaremos ayudando a
concentrar el poder en algunas de las partes: en quien lo ordena.
Cuando se elaboran estructuras de participación antes o como inicio de los
procesos, estamos provocando una ruptura con la realidad que hace perder de vista
cómo se construyen las necesidades, saltándonos lo colectivo, y por lo tanto, dando
respuestas artificiales e individuales.
Los procesos participativos inciden en abrir cauces de participación y reconocer
espacios de decisión y gestión menos burocratizados y administrativos, y participados
por la comunidad contrarrestando visiones parcializadas, sectorializadas y/o
individualizadas.
Trabajando los modelos de comunicación multidireccionales
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En las redes sociales se priman procesos de
comunicación multidireccional, que
suponen espacios de interacción y de
transformación continua entre las personas.
En el espacio de la comunicación de masas los no lugares de la comunicación
el individuo ya no es quien comunica, sino aquello de lo que se apodera la
comunicación; naciendo un nuevo orden en el que sólo cabe una participación
controlada en la construcción de la realidad social, a través de la red de los massmedia,
y donde de manera irremediable asistimos a un “debilitamiento de lo real” (J. Martín
Barbero). Esto es debido a los condicionantes infraestructurales que caracterizan a los
medios de comunicación de masas. La superabundancia de territorios y horarios (Marc
Augé) hace que para el individuo solitario sea difícil la reapropiación de una realidad
tan amplia, a la que sólo se puede acercar de manera fragmentaria, desde los flujos
informativos a los que tiene acceso, y desde su propia capacidad para procesarlos.
Desde las nuevas tecnologías de la comunicación se está intentando cambiar las
formas de estar juntos, transformando las percepciones sobre el espacio y el tiempo.
Como plantea Jesús MartínBarbero (2001) se esta propiciando “una desubicación de
los mapas mentales”, trastocando la concepción de lo próximo y lo lejano. Convirtiendo
la experiencia domestica, en un territorio virtual al que, como plantea Paul Virilio
(1996) “todo llega sin que haya que partir”, por la omnipresencia de la televisión e
internet en las relaciones. El tiempo se convierte en un eterno presente que debilita las
experiencias del pasado e imposibilita las transformaciones futuras.
Enfrente y con estos procesos, que muchos califican de homogeneización e
imposición/consentimiento de un pensamiento único, hay otros espacios de
comunicación, y por tanto de definición de la realidad y las necesidades sociales, que
son capaces de contrarrestar ese efecto de masificación, con vista a poder interactuar, de
manera crítica y constructiva. Las mediaciones institucionales entran así en conflicto al
intentar conseguir que los ciudadanos concluyan en la misma visión del mundo: se
produce la tensión entre las mediaciones impuestas o consentidas y las deseadas. Junto a
esta colonización del mundo de la vida por parte de las instituciones y del mercado
encontramos una sociedad compleja con multitud de grupos diferentes, donde las
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situaciones y las reflexiones sobre su sentido son constantemente renegociadas/re
definidas desde las múltiples redes con las que se enredan e interactúan, creando nuevas
propuestas desde la innovación, pero también desde la deconstrucción de las directrices
de lo institucional y de lo masivo.
En estas redes, priman procesos de comunicación multidireccional, que suponen
espacios de interacción y de transformación continua entre las personas, potenciando la
autonomía de los interlocutores recogiendo diferentes registros comunicativos y
posibilitando el intercambio de las figuras emisor/receptor; siendo así imprescindible en
la construcción de la realidad social. Puede decirse, que éste es un proceso de reparto de
poder, pues posibilita una plurideterminación de la realidad social; dotando a los grupos
sociales de capacidad para tener su propia “versión de realidad”, y situarla —y de este
modo situarse— enfrente a la realidad institucionalizada.
La comunicación así entendida, estaría vinculada a los actos fundamentales de
las personas, al unir la participación en la construcción de los significados y acción;
resultando un ámbito imprescindible para la construcción de una ciudadanía con una
“densidad social crítica” que le permita tomar parte en las decisiones que le afectan de
forma común., impidiendo la absorción de la sociedad por parte del Mercado o del
Estado. Esto supone, la existencia de un ecosistema que permita el crecimiento de las
personas, y que las personas puedan incidir en la construcción del ecosistema. Hablar de
desarrollo social desde estos paradigmas implica fomentar las relaciones entre los
individuos desde parámetros de cooperación; incidir en la capacidad de acción desde el
conocimiento de sus entornos; aumentar la libertad desde la autonomía que supone estar
vinculados a múltiples redes convivenciales, que generan información y procesos de
comunicación (como intercambio y construcción de saberes y haceres) que habilitan y
posibilitan la acción social; en una sociedad profundamente desigual, pero que
paradójicamente sirve de punto de partida para nuevas vivencias y formas de vivir los
imposibles.
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De sujeto a individual a sujeto colectivo
Lo importante es que tenga una dimensión
colectiva y se trabaje para crear relaciones
entre las diferentes personas de una
comunidad, reconstruyendo y enlazando
redes.
No somos seres aislados, vivimos en relación con los demás y continuamente
cambiamos nuestra forma de ser y nuestras ideas o construimos nuevas ideas porque
nos estamos continuamente relacionando.
Para pasar de sujeto individual a sujeto colectivo, no se trata de trabajar con
suma de individuos, ni siquiera con suma de colectivos, no es trabajar con asociaciones
ni siquiera con colectivos estructurales (inmigración, mujer,…), no es que los técnicos
dejen opinar ni siquiera que escuchen, no es que todo lo que se diga en un grupo esté
bien, ni mal, sino que se trata de trabajar enlazando y enlazándose entre las redes
sociales y desempoderarse individualmente para construir colectivamente.
Para ello es necesario trabajar desde las mediaciones, pues toda intervención
social es un proceso de comunicación, y todo proceso de comunicación es un conjunto
de mediaciones sociales.
Las mediaciones son esas formas de hacer y de relacionarse que pueden ser
impuestas, consentidas, compradas o construidas colectivamente y deseadas; siendo
estas últimas las que nos pueden ayudar como indicadores privilegiados de posibles
conjuntos de acción (unión de diversos grupos para llevar a cabo acciones conjuntas), y
de las formas de construcción y deconstrucción necesarias para la creación de
cosmovisiones generadoras de formas de relación en las culturas populares.
1
Dicho de otra forma, las mediaciones permiten el encuentro en los tiempos y los
espacios cotidianos, es decir, que podamos entender y provocar procesos de reflexión
acción que a su vez construyen nuevas mediaciones sociales que llevan a nuevos
encuentros o reencuentros. Todo ello para poder ir dando pequeños giros en los que
sucedan verdaderas transformaciones sociales.
Al entender esto, se entiende que en Palomares del Río se haya trabajado con
“María Paloma. La pasión de Palomares” en la que se une la cultura de masas con la
cultura popular, con lo que podemos comprender lo impuesto y repetir lo consentido
para poder construir lo deseado.
Puesta en valor del trabajo colectivo
A la hora de trabajar el querer participar (las motivaciones) tenemos que tener
en cuenta tres puntos principales: la afectividad, la utilidad y el reconocimiento externo.
1. Afectividad.
Nos referimos a la afectividad como una técnica, aunque no este exenta de
sentimiento; al igual que ninguna actividad humana lo está. Continuamente hay
que estar atentos, con el sentido de la sensibilidad bien agudizado, al momento
que vive el proceso, ello nos va a posibilitar, junto al sentido de la oportunidad,
1
el cómo, con quién, dónde, cuándo, para quién hacer las cosas. Esto va ser
mucho más fácil si tenemos presente el sentido de la proximidad, trabajando que
los límites sean reconocibles y abarcables y que existan identificaciones con
respecto a los espacios y tiempos cotidianos en los que desarrollamos las
actividades.
2. Utilidad.
Hablamos de dos tipos de utilidad la práctica que nos posibilita conseguir
aquellas pequeñas cosas que nos dan la seguridad y la tranquilidad de lo posible
y la trascendente con la que trabajamos los imposibles y las nuevas mediaciones
que propicien transformaciones en las formas de relación.
3. Reconocimiento externo.
En el propio barrio, pueblo... es necesario intercambiar con otros grupos
cercanos la experiencia y así posibilitar el conocimiento colectivo.
Si hablamos de un trabajo comunitario también es necesario un reconocimiento
a nivel político y técnico que surja del conocimiento y vivencia de la propia
experiencia.
Igualmente es necesario un intercambio y un trabajo colectivo a nivel supralocal
que anime y al mismo tiempo aporte nuevas ideas de otros contextos.
Por último, y trabajando con el ilusionismo social, el reconocimiento mediático
posibilita el que mucha más gente del propio espacio se interese por la experiencia y
trabaje en algo que antes creía imposible, marginal o desdeñable.
Evaluación, devolución y seguimiento
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Técnicamente nos enseñan que estos tres conceptos tienen un momento concreto
dentro de los proyectos, pero en la IAP, en la forma en la que la trabajamos, no existe
esta diferenciación, ya que responden a distintos órdenes de cosas.
Sólo hacemos una división clara, tendríamos a la evaluación y la devolución en
marcha continua con el proceso y al seguimiento en relación con los procedimientos.
Las técnicas que se utilizan a la hora de evaluar tienen que ser dialécticas como
el proceso, no pueden ser ni distributivas ni estructurales, puesto que no alcanzan a
entender la continuidad de lo dialéctico.
La devolución no se puede separar del proceso ni de la evaluación, parte de la
base que debe favorecer la capacidad de construir/desconstruir saberes para actuar
desde/en lo público, y para enfrentar la vida cotidiana.
La información que se genera en espacios y tiempos concretos se complejiza con
otras informaciones para no perder de vista la globalidad y para favorecer la marcha de
los procesos con las devoluciones. Igualmente que la evaluación cualquiera de las partes
implicadas puede provocar el movimiento de esta sistematización generando
dinamismo.
La devolución puede tomar múltiples caras, formas y lenguajes, pero siempre
construyendo desde el con quién/es, sin perder de vista el para qué, que nos ayudará a
encontrar el para quién/es, el cómo y el dónde.
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Desde nuestro punto de vista, la creatividad y la provocación debe ser el punto
fuerte de las devoluciones, ya que nos debe servir en los procesos como espejos en la
casa de las risas: en el mismo momento que se refleja se transforma –como en la vida
ninguna información es la verdadera–, por tanto se debe iniciar nuevas devoluciones
recogiendo las nuevas formas de relación y las nuevas mediaciones; en esto consiste la
construcción colectiva del conocimiento.
El seguimiento tiene que ver más con los procedimientos que con los procesos,
creándose como un instrumento para la comunicación e información sobre acciones
concretas. Este instrumento debe ser definido en su ¿para qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?,
¿para quién/es?, ¿con quién/es?, y el ¿dónde?, por todas aquellas personas que están
participando en el proceso.
Las acciones concretas, a las cuales se les hace el seguimiento vienen derivadas
de la toma de decisiones conjuntas; que se llevaran a cabo (ejecución) sin dejar a un
lado los mecanismos sociales, políticos, económicos y relacionales que optimicen o
anulen la puesta en marcha de dicha actuación. El seguimiento mantiene una relación
directa con la evaluación, ya que es está la que marca si tiene que haber seguimiento o
no.
La ética: ¿no sirve pa na?
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En la IAP no es suficiente con tener presente estos puntos metodológicos, sino
que no hay que perder de vista el trasfondo praxeológico de esta metodología: que la
gente sea protagonista de su propia vida; sin esta reflexión en el proceso la metodología
deja de ser dialéctica.
A la hora de poner en marcha procesos participativos nuestra primera acción
debe ir encaminada a que haya un espacio de negociación, porque a priori no hay
condiciones en ningún sitio que legitimen el inicio de estos procesos, y es que la
intervención, por muy participativa que se llame, nunca debe ser impuesta o
condicionada con algún tipo de contraprestación. Es necesaria esta negociación para
asegurar un respaldo institucional, por un lado, y, por otro, para que las personas
implicadas en cada momento sean las que den forma a la “excusa.
Ahora bien, ¿con qué gente? parece que nos tendríamos que preguntar. Está
claro que no nos podemos olvidar a los técnicos, a los políticos, a los ciudadanos, a las
asociaciones,…, pero desde esta metodología no somos los dinamizadores los que
tenemos que entrar en el juego de identificar los grupos de personas con las que
trabajar, esta es una idea errónea. Trabajar desde/con lo colectivo no significa trabajar
con colectivos, sino en los espacios y tiempos cotidianos; siendo estos los que permiten
que la gente se agrupe para realizar cosas, y no categorías artificiales y estructurales,
provenientes desde el conocimiento científico que provocan un reparto de poderes
desiguales y una zancadilla para construir/deconstruir cosas nuevas en los contextos
más cercanos porque precisamente esas categorías rompen el vínculo de lo colectivo.
Porque claro, ¿para qué se inician procesos de participación? ¿cuál es nuestro
para qué teórico? ¿para satisfacer las necesidades de la población? ¿mejorar las
relaciones de comunicación entre la administración y la ciudadanía? ¿transformar para
que la gente se apropie de su vida? En el trabajo del día a día es fácil perderse en el
cómo sin fijarse en el para qué que lleva implícito. Esto tiene mucho que ver con el
papel que cedemos a la gente: ¿ciudadanos, clientes, usuarios, autogestión?
Cuestionarse si el para quién coincide con el con quién al final del proceso nos puede
dar pistas para responder a esta pregunta.
Lejos de transformar según criterios técnicos a las personas o los grupos con los
que se trabaja, y lejos de intentar perpetuar situaciones de desigualdad estructural para
mantener el puesto de trabajo, los dinamizadores deben ser también parte del proceso
aunque al provocar la autogestión comunitaria deben tender a desaparecer con el
tiempo. Esta es la contradicción del dinamizador/a, y por ello es tan importante la ética.
En la IAP no se puede hablar de objetivos
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El final de la investigación no es tan
importante como los momentos y espacios
que se viven en la misma. El para qué,
cómo, con quién,…, se van redefiniendo a
lo largo del propio proceso. También lo
que se decidió al principio es relativo, lo
importante es cómo nos encontramos en
cada momento.
Estamos hablando de un tipo de metodología que no sea integrista, que no sea
rígida, que esté abierta a la influencia del propio proceso, que se vaya enriqueciendo y
creciendo con el desarrollo de las propias experiencias, un tipo de metodología
mestiza... que no preconfigure la realidad, sino que sea un instrumento en manos de la
gente para la reproducción ampliada de las formas de vida cotidiana.
Por esto no puede hablarse de objetivos a priori, porque si el investigador (solo o
con un grupo de elegidos), antes de trabajar con la gente, ya diseña que es lo que hay
que conseguir con la investigación, entonces la gente se convierte en mera excusa para
conseguir los objetivos a priori, y por arte de magia se convierte en objeto y volvemos a
la primera casilla.
Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho,
todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse
auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta. Así, las
condiciones mismas del encuentro vienen como anticipadas por la voluntad conjunta de
coinvestigar, no importa bien qué (el tema puede variar), con tal de que en ese viaje se
2
experimenten modificaciones contundentes, es decir, que se salga de allí con nuevas
capacidades de potenciar prácticas7.
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