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Comentario Altar de Pérgamo

FICHA TÉCNICA: La obra que vamos a comentar se trata del altar de Pérgamo, construido
en esta ciudad, capital del reino helenístico del mismo nombre, hacia el 180-160 a.C durante
el reinado del rey Eumenes II (197-159 a.C) para conmemorar su victoria sobre los celtas
(gálatas). Nos encontramos por tanto ante una obra a la vez arquitectónica y escultórica
perteneciente a la última etapa del arte griego, la helenística. Su autor nos es desconocido.
ANÁLISIS DE LA OBRA: este altar fue levantado con la finalidad religiosa de servir de lugar
para los sacrificios u holocaustos en honor a los dioses, probablemente a Zeus y Atenea, y
se encontraba originalmente situado en la acrópolis de la ciudad de Pérgamo. Éste constaba
de un pórtico monumental de columnas jónicas con dos alas laterales levantadas sobre un
podio y una escalinata monumental de acceso. Se encuentra realizado en su totalidad con
mármol blanco y toda la estructura es adintelada. Tras el cuerpo central se abría un patio
donde se encontraba el altar en el que se realizaban los sacrificios y ofrendas. Todo el
basamento se encuentra decorado con un friso continuado en alto relieve que representa la
gigantomaquia o lucha entre los dioses olímpicos y los gigantes. Las esculturas que
recorren el friso son un prodigio de la escultura helenística mostrando un tallado profundo y
vigoroso que da lugar a cuerpos en movimiento y tensión que se retuercen y torsionan en la
lucha creando efectos de contrastes y claroscuros de gran fuerza dramática. Todo el
conjunto transmite dramatismo, los gestos y expresiones, así como los rostros, cuyas
cuencas profundamente talladas, acentúan el dramatismo de los mismos.

Entre los dioses destacan las figuras de los dioses Zeus, acompañado por un águila, y
Atenea, quienes dirigen la lucha. Así mismo, aparece la diosa Artemisa, diosa de la caza,
que junto a sus perros ataca a los gigantes que caen muertos. Otros dioses luchan a lo largo
del friso en una batalla en la que los cuerpos parecen retorcerse sobre sí mismos, marcando
los músculos en tensión, y las telas se pegan al cuerpo (técnica de los paños mojados),
mientras que forman movidos y profundos pliegues que confieren movimiento y efectos
lumínicos de claroscuros a la obra.
COMENTARIO: nos encontramos ante una de la obras más representativas del arte
helenístico. Su dramatismo, movimiento, teatralidad y plasticidad son claros exponentes de
la evolución que había sufrido la escultura griega a lo largo de sus 500 años de historia. En
esta obra monumental de más de cien esculturas, no hay lugar para el reposo, pues las
figuras se retuercen sobre sí mismas y el modelado profundo y vigoroso crea una
composición de gran fuerza dramática. Los cabellos, profundos y ondulantes, los rostros, de
ojos con cuencas profundas y en sombras, aparecen retorcidos por el dolor o el esfuerzo de
la lucha; los músculos de espaldas, brazos y torsos aparecen marcados por la máxima
tensión, los pliegues de las telas profundos y en movimiento parecen pegarse a los cuerpos
que cubren. Nunca antes se había visto una obra de tal fuerza dramática.
Respecto al tema representado, la lucha entre los dioses y los gigantes, fue elegido con la
finalidad de representar usando el lenguaje del mito la lucha que había librado el reino de
Pérgamo contra los celtas. Así se produce una asimilación o identificación entre los dioses
y los habitantes de Pérgamo, liderados los primeros por Zeus, al igual que los segundos lo
habían sido por el rey Eumenes II. Así mismo,. los gigantes, sinónimo de barbarie,
simbolizarían a los celtas que, ajenos a la civilización griega, eran vistos por éstos como
seres más cercanos a las bestias que a humanos. Hay que ver, por lo tanto, en esta obra
una clara finalidad propagandística de las virtudes de la civilización griega, así como del
reinado de Eumenes II en un intento de legitimación de su propia dinastía, vinculándola con
los principales dioses Olímpicos.
CONCLUSIÓN: la calidad artística de esta obra, nos indica la existencia de nuevos focos
artísticos fuera de la península ateniense así como la existencia de un nuevo estilo, que
surge a raíz de las conquistas de Alejandro Magno y la fusión del arte clásico griego con los
diferentes estilos artísticos de Asia Menor. La fragmentación de dicho imperio tras la muerte
sin descendencia de Alejando, en los llamados reinos helenísticos dará lugar a la
diversificación de un estilo ecléctico conocido como arte helenístico y que marca la época
más barroca del arte griego.
Actualmente este altar es una de las piezas principales del Museo de Pérgamo, que recibe
su nombre de esta obra, de la ciudad de Berlín, donde fue enviado tras su descubrimiento
en 1878 y su adquisición por el estado alemán.

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