Está en la página 1de 6

Itzincab de Palomeque: Hacienda, Henequén e Industria

José Daniel Martínez Gastélum

Introducción

Algunos años atrás el célebre historiador Fernand Braudel (1970) advirtió que aunado al
progreso de las ciencias sociales existe una acumulación sin organizar del conocimiento
logrado por las distintas ciencias sociales, por lo cual Braudel urge a sus lectores a
enfrentar la problemática situación por medio de “…acercarse los unos a otros” (p. 62).

En la actualidad es cada vez más común hacer estudios integrales utilizando los
métodos y enfoques de disciplinas como la historia, arqueología, antropología por
mencionar algunas. El historiador Jan Vansina (1968), opina que el empleo de los
métodos y técnicas de otras ciencias permite al investigador suministrarse de fuentes
para ahondar el conocimiento histórico.

En este breve ensayo se sintetizará la información proveída por las fuente históricas en
relación con el contexto histórico de la hacienda henequenera de Itzincab de Palomeque,
con el fin de proporcionar parámetros que puedan ayudar en la investigación
arqueológica, así como resaltar la importancia histórica de la hacienda y su papel en el
desarrollo de la industria henequenera a mediados del siglo XIX.

Antecedentes de la hacienda

La hacienda Itzincab de Palomeque se encuentra ubicada al suroeste de la ciudad de


Mérida y al norte de Umán, aproximadamente a más de 7 km. de la cabecera municipal
de este poblado1, entre las coordenadas 20º55’07” y 98º 42’ 04”2. La otrora hacienda
henequenera pertenecía al partido de Mérida, así como a la parroquia de Umán. Las
referencias más antiguas disponible de la hacienda remontan su origen a la segunda
mitad del siglo XVI, cuando Mérida percibió cierta concentración de fincas, que al paso
de los siglos conformaron los conocidos latifundios del auge henequenero, tales como
Yaxcopoil, Uayalceh, Temozón e Itzincab3.

El origen del patronímico del lugar podría estar relacionado con el vocablo maya
It’sinkabal que traducido viene a ser la expresión “concuño”4, término que a su vez se
divide en dos palabras, it’sin que significa “hermano o hermana menor” y kab que
quiere decir “tierra”5.

Itzincab; de la finca de principios de la colonia, para el año de 1852 ya era considerada


hacienda, esto a tan sólo seis años de que la Guerra de Castas había iniciado, dejando

1
Dumond y Dumond: 1982. Itzincab se hallaba a legua y cuarto de la cabecera de Umán (p. 448).
2
Díaz Babio: 1977.
3
Cáceres: 1998.
4
Barrera (1980), p. 474.
5
Kaufman y Justenson (2003), p. 414.

1
pérdidas de más de 4,000,000 de pesos y la reducción de la población a la mitad6. Es
importante recalcar que durante los primeros años de la Guerra de Castas, otro cambio
socioeconómico de gran trascendencia para la región se estaba fraguando; es decir el
nacimiento de la industria henequenera a partir de 1852, cuando el comerciante
yucateco Eusebio Escalante Castillo recibió un préstamo por la casa neoyorkina
Thebaud Bros. para poder cultivar henequén a mediana escala. A raíz de ese suceso no
pasaría mucho tiempo en que los nombres de Eusebio Escalante y la hacienda Itzincab
fueran sinónimo de éxito empresarial y bonanza.

Un tercer elemento que terminaría por colocar a la hacienda Itzincab en la vanguardia


de su tiempo fue la oportuna y puntual decisión de Eusebio Escalante de traer
numerosos avances tecnológicos en la industria para ser instalados en su hacienda, tal es
el caso de la conocida rueda Solís, la cual fue inventada en 1852 y de la cual se hablará
más adelante.

Como se ha visto, el año de 1852 fue de gran importancia, tanto para la industria del
henequén, como para Eusebio Escalante, mientras que en la hacienda Itzincab que en
ese entonces era propiedad de Simón Palomeque, quien durante el mes de junio hizo un
acuerdo con Alonso Manuel Peón, el entonces dueño de la hacienda Uayalceh para
definir el terreno y los mojones de ambas fincas. El Juez de Primera instancia asignó a
José Dolores Espinosa para hacer la medición, y que a su vez menciona que los linderos
de la hacienda se llamaban Kampepen, Chonlok, Elebtus, Tontzonot y Chucmicten, lo
cuales probablemente fueron cenotes. El límite que fue el eje de aquella medición fue el
cenote Ekal7, que con anterioridad no había sido estipulado en los límites y que ambos
propietarios acordaron resolver para evitar las respetivas desavenencias en el futuro.

José Dolores delimitó la línea divisoria entre ambas haciendas, quien partió “…en busca
del de Kampepen y en línea recta llegó a él con rumbo S. 77 grados S. a las 1,700 varas
medidas con una cadena de 50 varas castellanas” 8.

Hacía el año de 1856, la hacienda pertenecía todavía a Simón Peón, cuando se suscitó
un problema con Antonio Policarpo Echánove, quien fue acusado de “…aconsejar mal a
sus criados, incitándolos a la desobediencia respecto destos trabajos de obligación”9,
aunque los cargos fueron retirados inmediatamente.

En algún momento entre 1856 y 1858 la hacienda pasa ser propiedad de Eusebio
Escalante, quien convirtió a Itzincab de una hacienda maicero- ganadera a una finca
henequenera.

Eusebio Escalante Castillo

Para poder entender la historia de Itzincab es necesario ahondar en la vida de su


propietario más distinguido, así como en su familia. Originario de Tekax y de

6
Cámara: 1977.
7
La palabra Ekal proviene de los términos E que es “…filo o corte de cuchillo” (Barrera: 1980), y kal que
es “…agujero o boa de cenote” (Ibíd. p. 285).
8
AGEY, Fondo: Justicia 1821-1875, Sección: Juzgado de primera instancia de lo Civil, Serie: Civil,
Mérida, Vol. 52, Exp. 14, 22-25 de Junio de 1852.
9
AGEY, Fondo: Justicia, Sección: Tribunal Superior de Justicia, Serie: Penal, Subserie: Desórdenes, Vol.
84, Exp. 8, Mérida, 06 de mayo-28 de mayo de 1856.

2
ascendencia española, Eusebio Escalante o como lo llamaban sus conocidos “Don Us”,
empresario yucateco que a mediados del siglo XIX comerciaba en Belice, cuando se
enteró de los planes de la rebelión indígena que daría origen a la Guerra de Castas.

Escalante se refugió en Mérida para continuar con sus negocios, al mismo tiempo que la
Guerra se expandía por todo el estado arrasando con las plantaciones de azúcar, al igual
que las haciendas y poblaciones adjuntas a éstas.

A pesar que la empresa resultaba arriesgada para la época, la casa de Eusebio Escalante
logró tener éxito en la exportación y financiamiento del henequén durante las primeras
décadas del auge de esta cactácea. El negocio del henequén no era novedad, ya que
desde la colonia el uso de la fibra de henequén se enviaba a la Habana y a Veracruz10,
de la misma manera Eusebio Escalante y su casa exportadora ya manejaban algunos
productos de fibra de henequén para comerciar desde 1839.

El crecimiento de la industria del henequén y su relación con Itzincab

Al mismo tiempo que la industria del henequén comenzaba a tomar fuerza, la carrera
tecnológica por diseñar una maquina que pudiera desplazar los antiguos métodos de
raspado como el tonkos y pakche’ llevó al gobierno del Estado a realizar un concurso
con el premio de $ 2,000 a la persona que “…presente una máquina de raspar henequén
que mejore el modo actual de verificarlo, con ahorro de tiempo y brazos”, es interesante
notar que la invención de la máquina se debe a dos yucatecos, Manuel Cecilio Villamor
y José Esteban Solís, el primero quien con la ayuda de un carpintero diseño una
máquina de raspado de henequén –idea que tiempo atrás había sido propuesta de manera
rudimentaria por el Fraile Cerón de Conkal-, la maquinaria de Villamor no llenó las
expectativas de la industria; mientras que al poco tiempo un pariente de aquel carpintero
llamado José Esteban Solís simplificó el trabajo de Villamor en una máquina de raspado
que era más barata y más eficiente en la tarea de raspar las duras pencas del henequén;
Villamor contrariado llevó a juicio a Solís y por el espacio de más de una década se
disputaron los derechos sobre el premio que el gobierno del Estado ofreció; el ganador
del litigio fue Villamor.

Por medio de la rueda Solís el mercado de henequén comenzó a fructificar, y el adelanto


tecnológico siguió su acelerada carrera. Para 1958 la hacienda Itzincab ya era propiedad
de Eusebio Escalante, quien modernizó antes que nadie su propiedad al implantar el
primer tren de raspa de vapor, para hacer funcionar a dos de las “ruedas” que Solís
había inventado, al mismo tiempo que Escalante importó la primera prensa para
empacar la fibra de henequén en Mérida11. Otro hito que marcaría la industria y que se
relaciona con Itzincab es la instalación del primer sistema Decauville para transportar
las pencas y la fibra procesada con el fin de acelerar la producción y ahorrar mano de
obra.

Para 1870 Escalante se encontraba en otros planes para mejorar la industria. Contrató a
un mecánico de apellido Stephens para diseñar una máquina de raspado “superior a las

10
Cámara Zavala: 1979, p. 669.
11
La conocida “Casa Escalante” se hallaba ubicada en la calle 63, en esa época conocida como la calle
“Regil Estrada”, la mayoría de las propiedades de la familia Escalante se encontraban a la largo de esa
calle.

3
anteriores”12. El proyecto duró ocho años y en efecto el equipo de Stephens logró una
máquina de gran calidad, pero al ser ésta demasiado costosa no se utilizó de manera
amplia por los hacendados yucatecos.

Durante los siguientes 22 años no se tiene mucha información documental disponible


sobre la hacienda y su reconocido dueño, quien muere el 4 de febrero de 1892 de
pulmonía. Eusebio Escalante dejó viuda a su segunda esposa -Augusta Fajardo de
Escalante- con quien tuvo 16 hijos. Al momento de su muerte, las propiedades de la
familia Escalante ascendían a más de $ 800,000 pesos, mientras que la tragedia familiar
era evidente, ya que uno de los hijos del matrimonio (Fernando) padecía de sus
facultades mentales, terminó siendo internado en el asilo Bloomingdale de New York.
Ahí fue tratado por los doctores Charles Spitzka y Nathan E. Brill, quienes le
diagnosticaron estar

…poseído de ilusiones fijas de que no se le puede disuadir por la razón a saber. Se cree Rey de Navarra y
Duque de Osuna y en esta creencia escribe cartas a un individuo a quien ha creado comandante en jefe de
su escolta personal, suplicando a dicho individuo que traiga una fuerza armada para librarlo de sus
alrededores que cree están impregnados con el germen de la lepra. Demuestra además la ilusión de que
está expuesto a esta enfermedad por las maquinaciones y conspiración de su hermano y otros parientes y
empleados de su propio país que desean librarse de él, el Rey de Navarra y Duque de Osuna13.

Itzincab regresa a la historia en 1893 a raíz de ciertas diligencias que se practicaron en


la hacienda por haber hallado restos humanos en el área de la hacienda que pertenecía al
partido de Hunucmá. Esta no fue la primera vez que se hablaba del tema. En un
documento de 1889 se explica que estos restos humanos no provenían de un contexto
arqueológico. Según el escrito un vaquero llamado Reyes Balam se encontraba en el
Camino Real cuando noto un grupo de aves carroñeras, por lo que “…hizo camino a
otro rumbo que llegado en aquel rumbo de la zopilotera a distancia como ocho mecates
al costado sur del Camino Real de Umán a Mérida bajo del monte encontró restos
recientes de un cadáver y objetos que indican ser del sexo femenino”. Al parecer la
causa de la muerte se dictaminó como suicidio, a raíz de que se encontró una cuerda
amarrada a “…vara y tres cuartas de alto en un tronco de Xpolmoch”14.

En 1896 la viuda de Escalante pidió al juzgado primero de lo civil que se hiciera la


mensura de las haciendas San Marcos Mulsay e Itzincab de Palomeque, lo cual se hizo
el 1 de Junio del mismo año, bajo el acuerdo de los dueños de las haciendas colindantes
Ticimul, Nocó, Tanil, Hunxectaman, Chacsinkin, Opichén y Tixcacal. En el mismo
documento se menciona que Itzincab tenía la extensión de nueve millones ochenta y
nueve mil quinientas varas cuadradas y colindaba al norte y al oeste con la hacienda
Mulsay; mientras que al sur se hallaba rodeada por las haciendas Ticimul y Tanil; y al
este con las haciendas Opichén y Nocó. Es interesante notar que uno de los linderos
entre Itzincab y Ticimul sea un pozo denominado Xnacaltún, que podría interpretarse
como “La casa [señora] de la garganta de piedra”15.

12
Irigoyen (1975), p. 10.
13
AGEY, Fondo: Justicia, Sección: Juzgado 2º de lo civil, Subserie: Testamentos, Vol. 31, Exp. 6, 2 de
marzo 1892 al 15 marzo 1894.
14
AGEY, Fondo: Justicia 1821-1875, Sección: Juzgado de 1º de la paz, Serie: Penal, Umán, Vol. 121,
Exp. 28, 6 de junio-25 de junio 1893.
15
Etimologías comparadas en Barrera (1980) y Kaufman

4
La casa Escalante a principios del siglo XX seguía en los primeros lugares del
comercio henequenero. En 1901 habían exportado 100,236 pacas siendo el tercer
productor más importante de fibra del Estado, mientras que sobre la hacienda Itzincab
no se tiene registro conocido. Se sugiere que los escollos de otros testimonios podrían
ser suplidos al indagar en el Archivo General de la Nación (AGN), mientras que la parte
colonial podría localizarse en el Archivo General de Indias (AGI).

La importancia de Itzincab en la historia de la industria henequenera no tiene parangón,


ya que por medio de la modernización acelerada que llevó a lugar, Itzincab se convirtió
en el prototipo de la hacienda henequenera, por lo que recomienda realizar mayores
estudios en cuanto a su historia y aportaciones al desarrollo tecnológico del Yucatán
decimonónico, que evidentemente son trascendentes para interpretar los cambios
socioeconómicos de la segunda mitad del siglo XIX.

BIBLIOGRAFÍA:

AGEY: Archivo General del Estado de Yucatán.

BARRERA VÁZQUEZ, Alfredo et al. (1980). Diccionario Maya Cordemex Maya-


Español, Español- Maya. Mérida: Ediciones Cordemex.

BRAUDEL, Fernand. (1970). La historia y las ciencias sociales (2ª Ed.). Gómez
Mendoza, Josefina (Trad.). Madrid: Alianza Editorial.

CÁMARA ZAVALA, Gonzalo. (1977). “Historia de la industria henequenera hasta


1919”. En Carlos A. Echánove, et al. Enciclopedia Yucatanense (pp. 657-725). México:
Gobierno del Estado de Yucatán, Tomo III.

CASARES G. CANTÓN, Raúl. (1998). Yucatán en el tiempo. 6 Vols. Mérida:


Inversiones CARES.

DÍAZ BABIO, F. (1977). “Cartografía, coordenadas y geografía física del Estado de


Yucatán”. En Carlos A. Echánove, et al. Enciclopedia Yucatanense (pp. 43-66).
México: Gobierno del Estado de Yucatán, Tomo I.

DUMMOND, Carol Steichen y Don E. Dumond. (1982). Demography and Parish


affairs in Yucatan (1797-1897): Documents from the Archivo de la Mitra Emeritense.
Austin: University of Texas Press.

ECHEVERRÍA V. Pedro. (2004). Las haciendas henequeneras en Yucatán. Mérida:


UADY.

(2005). Las haciendas henequeneras a través de la historia. Mérida: ICY.

IGLESIAS, Esther. (1984). Las haciendas de la península de Yucatán a mediados del


siglo XIX. Instituto de investigaciones económicas, México: UNAM, (Serie cuadernos
de investigación).

5
IRIGOYEN, Renán. (1975). “Don Eusebio (Us) Escalante Castillo”. En Ensayos
henequeneros (pp. 63-77). Mérida, Yucatán: Ediciones de Cordemex.

JOSEPH, Gilbert M. (1992). Revolución desde afuera: Yucatán, México y los Estados
Unidos 1880-1924. México: Fondo de Cultura Económica.

KAUFMAN, Terrence y John Justeson. (2003). A Preliminary Mayan Etymological


Dictionary. [Versión electrónica]. FAMSI. Recuperado el 18 de marzo de 2010 de
http://www.famsi.org/reports/01051/pmed.pdf.

NICKEL, Herbert J. (1997). El peonaje en las haciendas mexicanas: interpretaciones,


fuentes, hallazgos. Freiburg: Arnold Bergstrasser Institut-Universidad Iberoamericana.

PAREDES GUERRERO, Blanca. (2006). Arquitectura de las haciendas de Yucatán,


México: Fomento cultural BANAMEX- ICY-UADY; Facultad de Arquitectura.
REED, Nelson. (1987). La Guerra de Castas de Yucatán. México: Ediciones Era.

VANSINA, Jan. (1968). La historia como tradición oral (2a ed.). Llongueras, Miguel
María (Trad.). Barcelona, España: Labor, Nueva colección labor 22. (Trabajo Original
Publicado en 1961).

También podría gustarte