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Con dos hospitales para pobres ha

contado Vilches a lo largo de la Historia,


uno en el siglo XVIII y otro a principios del
XX. Así lo testimonian varios documentos.

LOS HOSPITALES DE POBRES DE VILCHES y otras antiguas instituciones benéficas.


1. Un hospital vilcheño anterior al siglo XVIII
La primera referencia a unas instituciones benéficas en Vilches la encontramos en el Catastro
del Marqués de la Ensenada. En 1752, los testigos que respondían a las cuarenta preguntas que
componían el cuestionario dijeron, al responder a la pregunta treinta, que existían un hospital
y un hospicio.
A la pregunta treinta dijeron hay un
hospital con título del Santo Cristo del
Consuelo para recoger pobres pasajeros y
conducir los enfermos al primer tránsito,
cuya renta asciende a cuarenta y nueve
reales y medio, que se pagan de ciento y
cincuenta ducados de principal de censo que
tiene otro hospicio y que no alcanza para
reparos y dichas conducciones; no se tiene
noticia de su fundación por lo antigua de
ella.
Unas décadas después en el mismo siglo XVIII, la famosísima obra Atlante Español que el
geógrafo Bernardo Espinalt escribiera entre 1778-1795, describiendo los municipios del Reino
de España, enumeraba los servicios de la villa de Vilches y decía: “Tiene un Hospital en el que
se recogen los pobres transeúntes”. Pero la verdad es que no contamos con muchos más datos
sobre ese tema, como no fueran esas dos referencias.

Pudiera resultar curiosa la existencia de aquel hospital en una localidad en la que habitaban a
mediados del siglo XVIII unas 1.800 personas, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, y
para el año 1800 no lo harían más de 2.000. Sin embargo, a su favor debemos tener en cuenta
que hasta la creación de La Carolina a partir de 1767 la única población que encontraban los
viajeros que bajaban de la Meseta y necesitaban atención médica era Vilches. Dónde se
ubicaba y hasta cuándo existió aquel hospital vilcheño no lo sabemos. Quizás ese Hospital
pervivió en las primeras décadas del siglo XIX, pero terminaría desapareciendo, pues así lo
demuestran los datos que a continuación apuntamos.
La afirmación anterior la corroboran los datos recogidos en las actas de Pleno Municipal de los
últimos años de ese siglo, que prueban la no existencia ya a finales del mismo siglo de aquel
Centro de atención de enfermos. Algunos ejemplos son los que siguen.
El 24 marzo de 1895, el Ayuntamiento vilcheño aprobaba la limosna dada a Juan Torres López
para trasladarse al Hospital de Madrid. En julio de 1896, se acordó remitir 25 pesetas como
socorro a la familia de Pedro López Castaño, que se encontraba en Jaén curando a dos hijos
mordidos por un perro hidrófobo (rabioso), librándose este gasto con cargo al capítulo de
imprevistos. En agosto de 1898, se aprobaban varias limosnas, una de 5 pesetas a
Hermenegildo Álvarez para que pudiera trasladarse al hospital, y otras 5 pesetas a la pobre
Alteria del Castillo Torres Navarrete para que pudiera acudir al hospital de Linares.
El siguiente hecho muestra aun más a las claras que en los últimos años del siglo XIX Vilches ya
no contaba con un lugar donde atender a los enfermos. El 31 de diciembre de 1898, el Alcalde
Manuel Rodríguez Escribano convocó a la Corporación para “manifestar al Ayuntamiento que
el día 24 de este mes había sido hallado en los hornos del yeso del barrio de Los Mesones un
pobre transeúnte, al parecer bastante enfermo, que el Alcalde del dicho barrio lo había
instalado provisionalmente en una caseta de la que existe en aquel barrio para resguardar el
yeso, añadiendo que los vecinos se habían negado a darle hospitalidad porque a su juicio
padecía de enfermedad variolosa; que reconocido por el facultativo D. Remigio Manzano se
comprobó dicha terrible enfermedad, por lo cual fue necesario buscar personas bien
remuneradas que cuidasen de su asistencia y alimentación, habiendo costado todo hasta la
traslación del cadáver al cementerio la suma de noventa y cinco pesetas”.
Los donativos por parte del Municipio para traslado de enfermos a hospitales continuaron. Así,
en abril de 1899, acordó el Ayuntamiento por unanimidad que del fondo del capítulo de
imprevistos del presupuesto se sufragasen los gastos de viaje a la capital del joven Rogelio
Fernández Villarejo para ser curado en el hospital de la enfermedad crónica que padecía. En
julio de 1900, se acordó con cargo al mismo capítulo la suma de 15 pesetas, gastos originados
en la conducción al hospital de la enferma pobre María Gallego. En mayo de 1901, también se
satisfacían 10 pesetas a Tomás Muelas para ser conducido al Hospital Provincial.
Hagamos un poco de historia para recordar que el Hospital Provincial
estaba ubicado en la Plaza San Juan de Dios y tuvo su origen en 1497,
siendo primeramente Hospital de la Santa Misericordia y cambiando su
nombre al ser entregado en 1619 por el Ayuntamiento a la orden
religiosa de San Juan de Dios. En 1849, pasó a ser Hospital de la
Beneficencia dependiente de la Diputación Provincial, hasta que en
1973 fue cerrado debido a su estado ruinoso, trasladando sus
instalaciones al Centro Hospitalario Princesa de España.
Hospital de San Juan de Dios en Jaén. Fotografía de 1883 de J. Jiménez
http://www.redjaen.es
2. Hospital de Nuestra Señora del Castillo. Siglo XX
El hallazgo casual que hace décadas realizó
Luis López el Herrero entre los escombros de
la reforma de la fachada de la casa número 47
del Camino Real, entre los que había algunos
fragmentos de una lápida grabada en mármol
y que el amigo Luis recompuso como mejor
pudo, hizo que renaciera en nuestra mente el
recuerdo de aquel hospital que citó Espinalt.
Pero, sin duda, esta lápida nos hablaba de un hospital diferente y, por lo tanto, nos incitaba a
indagar sobre la existencia de este otro hospital en Vilches.
La flecha y el recuadro marcan
el lugar en el que estuvo la
placa de mármol durante
décadas cubierta por
numerosas capas de cal,
aunque en el momento de
tomar esta fotografía, previo a
la reciente demolición de la
vivienda, hacía años que había
sido retirada y troceada.

La fortuna investigadora nos condujo hasta el acta del Pleno municipal del 7 de diciembre de
1902. Aquel día, ante la situación de lejanía a los hospitales provinciales, el Alcalde Antonio
Reyes Martínez, en una larga y completa exposición, de la que se puede extraer una interesante
descripción de la miseria social, económica y sanitaria de Vilches a comienzos del siglo XX, hizo
uso de la palabra y dijo:

Que desde hace algún tiempo, el médico titular D. Guillermo Sánchez Martínez, en
su gran deseo de hacer todo cuanto le sea dable en bien de los enfermos pobres de
solemnidad, viene trabajando sin descanso, ya cerca del que dice, ya con los
mayores contribuyentes, excitando a la creación de un Hospital en esta Villa,
donde tengan aquéllos un Asilo donde puedan calmar las torturas de una aguda
enfermedad y los estragos de una miseria que los consume.
El Alcalde, teniendo en cuenta la nobleza de tal pensamiento y la utilidad que su
realización ha de reportar a este pueblo, va a poner en conocimiento de los Sres.
Concejales las razones que pueda aducir en pro de esta buena idea, para que la
digna Corporación haga un estudio detenido de ellas y después resuelva de acuerdo
con sus elevados sentimientos caritativos, que es la predominante en cada uno de
sus individuos.
El aumento de población (En 1900, Vilches contaba con unos 4.000 habitantes)
sufrido en esta Villa desde hace algunos años y lo poco práctica que resulta la
asistencia benéfica domiciliaria, por no permitir lo consignado en el presupuesto
correspondiente que se pueda atender a todas las necesidades del pobre enfermo,
han hecho pensar en buscar un medio que ponga fin a este estado de cosas.
Es evidente que el obrero herido necesita las más de las veces el auxilio de la
beneficencia, pues no basta el socorro que pueda recibir del patrono, equivalente
en el caso más favorable a su jornal, que si es suficiente para satisfacer sus
necesidades en estado de salud, no puede serlo en el de enfermedad, cuando
necesita alimentación especial y permanece en su domicilio en una situación
anormal, siendo necesaria para su curación la concurrencia de circunstancias
especiales, en cuyo detalle no es preciso entrar, pero que significan gastos
superiores a sus recursos, haciendo muchas veces estériles los esfuerzos de la
ciencia por la deficiencia de los medios que le rodean.
Situación más aflictiva encontramos en los casos no comprendidos en la Ley de
Accidentes del Trabajo, entonces que la necesidad del socorro es más imperiosa
sólo podemos ofrecerle asistencia médica y farmacéutica, y a lo más algún vale de
alimentos, que supone la escasez en el presente y las negruras de la miseria para él
y los suyos en el porvenir, pues el enfermo el que su jornal sustenta una familia nos
plantea un doble problema. Mas es éste difícil de remediar de una manera
absoluta, el ideal de la Beneficencia sería atender a todas las necesidades que se
originan en la casa pobre donde la enfermedad ha hecho su asiento, trayendo tras
de sí la miseria, pues los medios de que ahora disponemos para socorrer estos casos
son desde luego deficientes.
El auxilio que se da al individuo enfermo se reparte entre toda la familia. ¡Qué padre
atenderá a su curación con los medios que la Beneficencia le proporciona, si ve a
sus hijos sometidos al ayuno forzoso! Hay un medio sin embargo para mejorar esta
calamidad social con que a diario tropezamos: recoger al enfermo, satisfacer todas
sus necesidades, alimentación y curación, y devolverle sano a su familia en el menor
espacio de tiempo posible, en tanto ésta ha dispuesto para sí de los recursos que
ahora tiene que repartir con el enfermo, precisamente el que más necesita; de esta
manera se practica un acto benéfico y un bien social, que son: cuidar al enfermo y
evitar la extensión de la miseria, por desgracia harto frecuente.
¿Pero cómo se consigue esto? Con la creación de un Hospital donde encuentre
habitación higiénica y lecho apropiado el pobre vecino de las Cuevas,
alimentación para sí sin el remordimiento de quitársela a sus hijos, el artesano que
come mientras trabaja y los socorros el desamparado habitante de la sierra.
Los Señores del Ayuntamiento, enterados de lo que concluye de manifestar el Señor
Presidente y después de una detenida y concienzuda deliberación, acuerdan por
unanimidad: 1º Dar un voto de gracia al facultativo titular D. Guillermo Sánchez
Martínez por el celo desplegado para la pronta creación de este benéfico
establecimiento, revelando con esta loable actitud los grandes deseos de aliviar los
sufrimientos del pobre y la vehemencia por ensanchar sus vastísimos
conocimientos en un centro donde el enfermo de nada carezca y, por tanto, sus
esfuerzos no resulten estériles. Y 2º Las bases por que se ha regir este Hospital, que
son las siguientes:
1ª Por acuerdo del Ayuntamiento y con el apoyo del mismo se funda un Hospital
en esta Villa de Vilches.
2ª Para llevar a cabo esta idea, se formará un patronato compuesto del Sr. Cura
Párroco, como presidente honorario con voz y voto, el Sr. Alcalde presidente
efectivo, el Sr. Coadjutor de esta Parroquia, los dos Profesores de Instrucción
Pública, los dos Médicos titulares, los dos Farmacéuticos titulares, el Profesor
Veterinario y doce vecinos de esta Villa, de los que siete por lo menos serán
contribuyentes, Secretario del Ayuntamiento y de todas las personas que quieran
prestar su concurso a esta benéfica obra.
3ª Reunida la Junta Directiva del Patronato nombrará de entre los doce últimos
vocales un Vicepresidente y Tesorero.
4ª Los gastos de fundación se satisfarán de la cantidad con que contribuya el
Ayuntamiento para este objeto y de las que el Patronato pueda reunir de donativos
particulares.
5ª El sostenimiento del mismo se sufragará del sobrante de los gastos de fundación,
si los hubiere de la subvención que el Ayuntamiento acuerde, del importe de las
suscripciones obtenidas por el Patronato y de las limosnas que el mismo reciba para
este fin.
6ª La asistencia médica la prestará el personal de la Beneficencia Municipal por
ofrecerse voluntariamente el actual, y por el Ayuntamiento en los contratos que en
lo sucesivo celebre para la provisión de las plazas médicas y ministrantes titulares,
cuidará de no dejar desatendido este servicio.
7ª Estas bases aprobadas y conformes con ellas la Corporación Municipal, se obliga
a su cumplimento. Así mismo, formará a la Junta del Patronato a la que encargará
la redacción de un Reglamento con arreglo a estas bases y por el que se ha de regir
el Hospital de Vilches.
De igual modo, acordó la municipalidad que del capítulo de imprevistos se satisfaga
a la Junta del Patronato, que ha de nombrarse, la suma de quinientas pesetas para
subvenir a los gastos de fundación del Hospital y una peseta diaria para el
sostenimiento del mismo.
También se acordó por unanimidad que mañana mismo se convoque a los mayores
contribuyentes vecinos de este pueblo para que con el Ayuntamiento se forme la
Junta del Patronato y comisiones de que se ha de componer.

Partiendo, pues, de la seguridad que este otro hospital vilcheño existió, el reto investigador
consistía en confirmar la ubicación original que tuvo, apoyada en el origen de la incompleta
lápida rescatada. La pista la aportó el conflicto que un par de años después de su creación
surgió entre el Ayuntamiento y el propietario del edificio donde se instaló el hospital. El asunto
fue recogido en el Pleno del 7 de agosto de 1904. Aquel día, el Alcalde Reyes Martínez Torres
dijo que “en la noche del 2 del actual se le presentó una pobre transeúnte que padecía una
pústula maligna en la mejilla izquierda, e inmediatamente ordenó su ingreso en el Hospital para
que fuera reconocida y curada por los señores facultativos titulares, cuyo ingreso no pudo
efectuarse porque se negó rotundamente a admitirla D. Pedro Velasco Eraso, dueño de la casa
donde está instalado dicho Hospital, a pesar de que el Ayuntamiento le viene pagando
puntualmente el alquiler establecido de una peseta diaria. Que en vista de la negativa y dada
la inminencia del caso dispuso la inmediata adquisición de una cama y los útiles necesarios;
toda vez que el señor Velasco se negó también a entregar los que en el Hospital existen, y a la
fecha se encuentra la enferma convenientemente asistida por el titular D. Guillermo Sánchez y,
por fortuna, fuera de peligro”.
El Ayuntamiento acordó manifestar su desagrado por la negativa de Pedro Velasco y que desde
ese día quedaba rescindido el contrato de inquilinato, poniéndose a disposición de la Junta del
Patronato la cantidad consignada en el presupuesto para alquiler de dicho asilo por si
encontraban otro edificio apropiado. Sin embargo, se llegó a un acuerdo y no hubo necesidad
de traslado porque la placa con el nombre del hospital permaneció en la fachada más de
ochenta años.
Pero faltaba confirmar, ahora con más documentos, que esa casa del Camino Real nº 47 fue la
que albergó el hospital.
En cualquier investigación un factor importante es la suerte del que busca y en este caso la
hubo. Para ello es fundamental que haya personas a las que los documentos antiguos no les
parezcan simples papeles viejos. Afortunadamente, Pepe Martínez “Perrillero” y Rafi Martínez
“Baezana” se interesaron por cuanto de interesante había en esa casa antes de su demolición,
no en vano esa fue la vivienda familiar de los abuelos y padres de Rafi.
Por otra parte, Pepe y Rafi, como otros
muchos vilcheños, recuerdan la lápida
colocada bajo el balcón de la fachada y con
bastantes manos de cal por encima, antes de
que fuera arrancada por uno de los últimos
propietarios. Entre lo que salvaron de la
desaparición se encuentra la escritura de
compraventa de la casa en 1926. El texto
especifica que, en junio de ese año, Francisco
Molina Fuch (sastre que en los años de la
República fue Alcalde de Vilches) compra la
casa a Santiago Velasco López (zapatero).
La descripción de la propiedad la
reproducimos textualmente. Dice así: “casa
sita en la calle Mina, del pueblo de Vilches,
con el número 11 y de Registro el 529; que
linda por la derecha de su entrada con la
Glorieta; por la izquierda con otra casa de
Lázaro García Rodríguez, y por la espalda con
terrenos de la vía pública. […] se compone de
portal, tres habitaciones y corral”.
Y, en la misma escritura, el dato definitivo para confirmar dónde estuvo nuestro hospital: en la
escritura se indica que el tal Santiago Velasco heredó la propiedad de su difunto padre Pedro
Velasco Eraso, es decir, de la persona que alquiló la casa al Ayuntamiento para instalar el
hospital en 1902.
Anecdóticamente, aquella vivienda era conocida popularmente como la “Casa del Pájaro”, vaya
usted a saber por qué. También curiosamente, Rosa García Martínez, la última “baezana” que
nació en esa casa, recuerda haber escuchado a sus mayores relatar que este hospital albergó a
enfermos y heridos repatriados tras la guerra que escasos años antes había finalizado en Cuba.

Camino de las
Fuentezuelas

Marcada con un círculo, la ubicación del Hospital Nuestra Señora del Castillo, que en la escritura figura
como nº 11 de la calle Mina, coincidente con el actual nº 47 del Camino Real, entre la Glorieta y el inicio
del camino de las Fuentezuelas.
Los fragmentos de la placa o lápida rescatados, una vez unidos, permitían leer más o menos
claramente dos palabras, “HOSPITAL DE”, y el final de otra “…TILLO”. No había que ser un gran
investigador para deducir que el letrero completo rezaría así: “HOSPITAL DE NTRA. SRA. DEL
CASTILLO”.
Gracias a la sensibilidad hacia el patrimonio local de Luis López cediendo los fragmentos de la
lápida que encontró, del Alcalde Adrián Sánchez comprendiendo el valor histórico del hallazgo
y de Mármoles Ruiz que afrontó la complicada restauración, la lápida fue restaurada.
Una vez restaurada, la propia lápida “pedía a gritos” regresar a su lugar original y así se hizo,
gracias a la generosidad de Luis Calatrava, por lo que vuelve a lucir de nuevo en su primitiva
ubicación, pero ahora en la fachada de la nueva farmacia.
Sin duda, aquella loable pero atrevida iniciativa de crear un hospital local, perdurara más o
menos, no libraba el desplazamiento de enfermos más graves a los hospitales con más medios.
Así se entiende que, en agosto de 1903, se acordara socorrer con una limosna de 15 pesetas a
la enferma María Fernández Camacho para que pudiera trasladarse al Hospital Provincial. Lo
mismo ocurrió en marzo de 1906, cuando con cargo al capítulo de beneficencia se donaron 5
pesetas a la pobre María Fernández Camacho para su traslado al Hospital Provincial. En agosto
también de 1906, el Ayuntamiento corrió con los gastos hechos por la conducción de un herido
en la Dehesa de Mira el Río al Hospital de Linares.
La beneficencia municipal para atender desplazamientos a hospitales se mantuvo durante
mucho tiempo. Por ejemplo, en mayo de 1908 se ayudó a los pobres Josefa Camacho y
Bartolomé Hervás con la suma de 25 ptas. a cada uno para trasladarse al Hospital General de
Madrid a curarse sus respectivas dolencias.
3. Otras antiguas instituciones benéficas vilcheñas
Otros centros benéficos se crearon en Vilches tras la Guerra Civil. En un primer momento se
creó el Auxilio Social, que tuvo dos sedes. Primeramente, en la calle San Marcos, en el edificio
de la Sindical o Casa del Pueblo; después pasó a la Corredera. La labor de Auxilio Social se
combinaba con las actuaciones de ayuda del Ayuntamiento. Así quedaba recogido en una de
las páginas que el Diario Jaén dedicaba tradicionalmente a Vilches con motivo de las Fiestas de
la Virgen. El 13 de Agosto de 1946 decía: “El Ayuntamiento atiende cumplidamente a las
necesidades de Beneficencia y asistencia social, y colaboró eficazmente en la campaña de
Caridad del pasado invierno, consiguiendo acoger en domicilios particulares a un centenar de
niños que durante los meses de marzo, abril y mayo recibieron alimentos, ropa y hogar y lograr
donativos importantes que permitieron en aquellos tristes meses de miseria y hambre remediar
esta calamidad, repartiéndose gran número de raciones de alimentos confeccionadas en la
Cocina de Caridad y mayor aún de raciones en especie, que llegaron a sumar más de quinientas
diarias”.
En un recorte de prensa del Diario Jaén, publicado en Agosto
de 1948, se recogía en un titular la intención de Auxilio Social
de crear dos instituciones modelo: un Centro de Alimentación
Infantil y un Albergue Escolar.
Nadie entre los actuales vilcheños recuerda aquel hospital de
pobres del que venimos hablando, en cambio, sí está aún
presente en la memoria popular que junto a la casa donde se
ubicaba aquél estuvo situado el Centro de Alimentación
Infantil, lo que coloquialmente se conoció en muchos lugares
de España como “La Gota de Leche”.
La idea nació en septiembre de 1941 cuando el Alcalde
Antonio González expuso al Ayuntamiento que “dentro de la
Obra Nacional Sindicalista de Protección a la Madre y al Niño
se crean Centros de Alimentación Infantil, que son
instituciones de protección a la infancia, teniendo como fin el
suministrar a los niños menores de tres años, no pudientes, el
alimento preciso para su crecimiento y desarrollo, dentro de
las condiciones de cantidad y calidad y de una higiene alimenticia correcta; tienen también
como fin la educación de las madres para la enseñanza de la puericultura fundamental y
simultáneamente a la instalación de una estación de esterilización se monta una consulta de
puericultura.
Que la necesidad de un centro de protección como el indicado en esta población es muy grande
por los muchos niños lactantes no pudientes que existen, y que viven raquíticamente o mueren
por falta de alimentación suficiente o adecuada; así como es patente en las madres la carencia
de las más elementales reglas de puericultura.
Por todo ello, propone que el Ayuntamiento solicite la creación en esta Villa de un centro de
alimentación infantil y se comprometa a pagar los gastos de primer establecimiento.
La Comisión Gestora autoriza al Alcalde para que se dirija en solicitud al Departamento de la
Obra de Protección a la Madre y al Niño de Auxilio Social, comprometiéndose el Municipio a
costear los gastos de instalación…”
El Ayuntamiento habilitó un crédito de 3.000 pesetas con destino a los gastos de instalación
del Centro. El primer lugar elegido fue la casa de Tomasa Sabina en la Corredera y allí
permaneció más de una década.
Pero en enero de 1954 se proyectó la construcción de un edificio de nueva planta para el Centro
de Alimentación Infantil. El motivo venía exigido por las autoridades sanitarias para no tener
que suprimir ese establecimiento por ser inadecuado el local en que estaba funcionando. Se
acordó que se destinara para su emplazamiento la superficie que se necesitase del solar
llamado “La Glorieta” en el Camino Real, junto a la casa de Francisco García García.
Casualmente o no, estuvo contiguo a la casa que albergó nuestro antiguo hospital de Nuestra
Señora del Castillo, o sea, donde se encontraba hasta hace pocas fechas la farmacia de Dª Juana
Herrera.
Los trámites se hicieron rápidamente y en marzo del mismo 1954 se dio cuenta del proyecto
redactado por el arquitecto D. Juan Ortega Cano, y examinado en sus partes memoria, planos
y presupuesto se encontró conforme, por lo que se aprobó y que se procedió a la construcción
de este Centro Sanitario con carácter de urgencia para evitar que fuera suprimido como estaba
dispuesto en principio por la Delegación correspondiente debido a la falta de condiciones del
local en que estaba instalado.

El Diario Jaén daba la noticia el 13 de Agosto de 1954 de la “solemne inauguración de un Centro de


Alimentación Infantil para 150 niños”.

Aquel edificio dejó de funcionar como Centro de Alimentación Infantil en los primeros años de
la década de los 70 del pasado siglo.

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