Está en la página 1de 7

EL FUTURISMO COMO VANGUARDIA

El primer manifiesto futurista, titulado Fundación del manifiesto del


Futurismo, fue escrito por el poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti y
publicado por primera vez en febrero de 1909 en el diario parisino Le Figaro.
A este le siguieron varios manifiestos de los cuales tomaremos en
cuenta el Manifiesto de los pintores futuristas y La pintura manierista:
Manifiesto técnico, ambos publicados en 1910 y firmado por los mismos
artistas: Umberto Boccioni, Carlos Dalmazzo Carrá, Luigi Russolo, Giacomo
Balla y Gino Severini.
Estos tres manifiestos nos permiten aproximarnos a las actitudes,
valores y aspiraciones del movimiento futurista, conocido como Futurismo,
entendiendo este como una típica vanguardia heróica del siglo XX, por lo que
numerosos teóricos han analizado los manifiestos y obras de los
movimientos de las vanguardias heróicas para estimar sus contradicciones y
sus logros.
En este sentido, en nuestro breve estudio del Futurismo como
vanguardia nos apoyaremos en los planteamientos y conclusiones de
diversos autores como Matei Calinescu, Victoria Combalía, Antoine
Compagnon, Nicos Hadjinicolaou y Eduardo Subirats.
Los artistas que fundan y se suscriben al movimiento futurista
proclaman la violencia e incitan el comportamiento destructivo,
específicamente sobre las bases sociales y culturales de la sociedad que
desean cambiar, ya que aspiran que al dejar atrás todo indicio de la tradición
se de paso al futuro y al progreso.
Ven en la violencia y la guerra la posibilidad de destruir lo antiguo para
reconstruirlo según sus intereses y nociones de progreso, que para ellos
incluye la tecnología, y por ende la velocidad y dinamismo.
La crítica de arte española Victoria Combalía explica que los teóricos
han desarrollado dos teorías acerca de las vanguardias: una basada en la
idea del rechazo y otra que considera la idea de la construcción de nuevas
percepciones e interpretaciones del objeto.1
Sin embargo, Combalia considera que la ruptura formal o las nuevas
interpretaciones del mundo no son lo que diferencian a las vanguardias de
sus precedentes, sino que es "su específica relación respecto a la sociedad,
en la incómoda postura de alguien que se siente fuera y que se propone,
deliberadamente, un proyecto activista, transformador frente a ella"2
En este sentido, el Futurismo se refleja tanto en la opción analítica, en
la que el hecho artístico recibe un afán reflexivo 3, como en la opción
constructiva, en la que el arte se considera como un medio para el cambio
efectivo en el mundo4.
El historiador francés Antoine Compagnon nos aproxima a las
contradicciones de las vanguardias. El autor explica que una de estas
contradicciones es la paradoja conformada por la conciencia de que toda
propuesta artística tiene un tiempo útil finito y la declaración de sí mismos
como un modelo superior de progreso.
Efectivamente el Futurismo no escapa de esta contradicción, sin
embargo, estos parecen entenderla y aceptarla al declarar que, una vez
cumplan los 40 años de edad, “que otros hombres más jóvenes y más
valiosos nos arrojen a la papelera como manuscritos inútiles. ¡Nosotros lo
deseamos!5”
El carácter militante del término vanguardia implica la idea de
destrucción y construcción, al igual que lo son la negación y la afirmación
propia de este movimiento de revoluciones constantes. En este sentido, el
autor explica que la vanguardia consiste de pares opuestos como la
negación y la afirmación, la destrucción y la construcción, y el nihilismo y el
futurismo6.

1
Victoria Combalía y otros. El descrédito de las vanguardias artísticas. Barcelona: Blume, 1980. p.116
2
Ibídem. p.117
3
Ibídem, p. 120
4
Ibídem, p. 120.
5
Mario de Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza Editorial, 1992, p.374
6
Antoine Compagnon. Las cinco paradojas de la modernidad. Caracas: Monte Ávila Editores, 1991, p. 36.
Compagnon plantea que hay dos vertientes de la vanguardia: la
política y la estética. La primera es aquella en la que los artistas disponen
sus servicios al fin de la revolución política, y la segunda aquella en la que es
la revolución estética el proyecto que interesa a los artistas. De igual manera
explica que en un principio el arte vanguardista estaba al servicio del
progreso social y que es solo más adelante que se interesan por el progreso
desde la perspectiva estética.
El primer manifiesto futurista se concentra más en la idea de progreso
social que en el progreso artístico, parece un llamado a la guerra en
búsqueda de la renovación de una sociedad estancada, que aunque sin duda
implica la renovación estética, esta no es principal preocupación.
Este interés inicial del Futurismo hacia el campo político se manifestará
en sus últimas etapas en su alianza con el fascismo italiano, lo que presenta
otra contradicción de esta vanguardia: su rechazo inicial contra la academia
y lo tradicional, y su posterior institucionalización al convertirse el arte oficial
promovido por el gobierno.
El historiador griego Nico Hadjinicolaou también se interesa por la
relación entre la vanguardia y la política. El autor propone que aunque “la
innovación permanece como un elemento importante del vanguardismo
artístico, debe estar al servicio de la revolución nacional, del combate anti-
plutocrático y anti-burgués”7.
La noción que Hadjinicolaou refiere como tendencia contra-
revolucionaria nos es de utilidad para entender la visión de los artistas
futuristas con respecto a su rol en el progreso nacional.
De igual manera nos ayuda a aproximarnos teóricamente, más allá de
aspectos económicos, sociales y políticos, a la última y mayor contradicción
del Futurismo: su institucionalización y oficialización cuando en un principio
deseaban destruir lo establecido por la academia y los museos.

7
Nicos Hadjinicolaou, Arte, sociedad e ideología, Paris, N° 7, 1978, p.45.
El escritor y crítico rumano Matei Calinescu considera que la
vanguardia moderna tiene como vocación la lucha por el futuro y el
progreso8, por lo que su necesidad de revolucionar se extiende no solo al
arte y la literatura sino a la política y a todo aspecto de la sociedad.
La crítica hacia el pasado es intrínseca a su meta de cambiar los
valores, paradigmas y reglas de una nueva sociedad, teniendo como
enemigo principal lo burgués y tradicional por considerarlo, en los mejores
casos superficial y en los peores muerto y acabado. Efectivamente,
observamos como el Futurismo desea desbaratar y demoler todo aspecto de
su sociedad y cultura, empezando con la mujer y los vestigios del pasado en
las ciudades italianas y, continuando con las academias y los museos, por lo
que llaman al renacer político e intelectual de su nación9.
Marinetti proclama que “ya no hay belleza si no es en la lucha.
Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra de
arte”10 y en esta lucha, como bien recalca Calinescu, es el artista quien
disfruta “el honor de estar en la parte delantera del movimiento hacia la
posteridad social”11.
El intelectual español Eduardo Subirat nos acerca a los aspectos
estéticos de las vanguardias, explicando que la mimesis es una aspiración
superada y que ha sido remplazada por “la producción de los elementos
formales de la composición plástica a partir de sí mismo” 12.
Este considera que el arte futurista “desintegra el orden formal de la
perspectiva, destruye la concepción homogénea del espacio, la unidad de la
línea o las armonías cromáticas”13.

8
Matei Calinescu, Cinco caras de la modernidad. Madrid: Tecnos, 1991, p.99.
9
FilippoTommaso Marinetti. Fundación y Manifiesto futurista, en: Mario de Micheli. Las vanguardias artísticas del
siglo XX. Madrid: Alianza Editorial, 1992, p.372.
10
FilippoTommaso Marinetti. Fundación y Manifiesto futurista, en: Mario de Micheli. Las vanguardias artísticas
del siglo XX. Madrid: Alianza Editorial, 1992, p.372.
11
Matei Calinescu, Cinco caras de la modernidad. Madrid: Tecnos, 1991, p.106.
12
Eduardo Subirats. “Cinco tesis sobre las vanguardias”, en: El final de las vanguardias. Barcelona: Anthropos
Editorial, 1989, p.175.
13
Ibídem, p. 177.
En este sentido, podemos concluir con el análisis de las siguientes
obras: la pintura Tren blindado (1914) de Gino Severini, la escultura Formas
únicas de continuidad en el espacio (1913) de Umberto Boccioni y la pintura
de Giacomo Balla Niña corriendo por el balcón (1912).
En la pintura Severini (Fig.1) se representan claramente El progreso y
la violencia como características fundamentales del Futurismo. En esta obra
observamos un tren cargado de hombres disparando armas. Esta obra, de
carácter amenazante, nos muestra los valores del Futurismo: el movimiento
como fuerza vital y simbólica del progreso, la agresividad y violencia de los
hombres modernos y tecnología, y la idea de la destrucción como paso
necesario para la reconstrucción.
En la escultura de Boccioni (Fig.2) observamos el movimiento dinámico
de formas que se desplazan y desintegran en el tiempo y el espacio. Estas
formas, que han sido destruidas a través de la abstracción, se reconstruyen
en nuestra percepción como un guerrero en movimiento.
La pintura de Giacomo Balla (Fig.3) nos presenta otro tratamiento
futurista de la velocidad. En esta observamos la búsqueda de la
representación de la sensación dinámica al intentar capturar en un medio
estático el carácter dinámico del movimiento y la aplicación la
desmaterialización de los cuerpos a través de la luz y el movimiento.

ANEXOS
(Fig.1)
Gino Severini
Tren blindado
1914
Óleo sobre lienzo
116.8 x 87.8 cm

(Fig.2)
Umberto Boccioni
Formas únicas de
continuidad en el espacio
1913
Bronce
111 cm x 88 cm

(Fig.3)
Giacomo Balla
Niña corriendo por el Balcón
1912
Óleo sobre tela
125 x 125 cm

BIBLIOGRAFÍA
CALINESCU, Matei. “La idea de Modernidad”, en Cinco caras de la
modernidad. Madrid, Tecnos, 1991.
COMBALÍA, Victoria y otros. “El descrédito de las vanguardias artísticas”, en
El descrédito de las vanguardias artísticas. Barcelona, Blume, 1980.
COMPAGNON, Antoine. “La religión del futuro”, en Las cinco paradojas de la
modernidad. Caracas, Monte Ávila, 1993.
HADJINICOLAOU, Nicos. “Rasgos característicos de la ideología del
vanguardismo”, en Sobre la ideología del vanguardismo. París, 1978.
MICHELI, Mario de. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid, Alianza,
1992, pp. 369-382
SUBIRATS, Eduardo. “Cinco tesis sobre las vanguardias”, en: El final de las
vanguardias. Barcelona: Anthropos Editorial, 1989.

También podría gustarte