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Treinta métodos de influencia

Stephen R. Covey 1 2

Todos queremos tener una influencia positiva sobre ciertas personas en nuestra vida
personal y en nuestras vidas profesionales. Nuestro motivo bien puede ser ganarnos un nuevo
negocio, conservar clientes, mantener amistades, cambiar comportamientos, o mejorar
nuestro matrimonio y relaciones personales.
¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cómo influenciamos poderosa y éticamente en las vidas de
otras personas? Me permito sugerir que hay 3 categorías básicas de influencia:
1) Inspirar a través del ejemplo (los otros ven).
2) Construir relaciones de interés sincero y preocupación (los otros sienten).
3) Instruir a través de la enseñanza (los otros escuchan).
Los siguientes 30 métodos de influencia caen en estas 3 categorías.

Ejemplo: Quién eres y cómo actuás.


Relaciones: ¿Entiendes y te importa?
Instrucción: Lo que dices.

Ejemplo: Quién eres y cómo actúas.


1. Abstente de decir lo poco amable y negativo, particularmente cuando eres
provocado o estás fatigado. En estas circunstancias, no decir lo poco amable o lo que es una
mera crítica sin fundamento es una de las supremas formas de autocontrol. Para esto se
necesita coraje, que es la forma superior que adquiere cualquier autocontrol en su expresión
más elevada. Si no tenemos modelo alguno de autocontrol que seguir es muy probable que
descarguemos nuestra frustración en nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos o
nuestros familiares (o cualquier otra persona que se nos cruce en el camino). Quizás
necesitemos encontrar nuevos modelos, nuevos ejemplos a seguir, y aprender a ganar
nuestras propias batallas privadas, así como aprender a elegir concienzuda y correctamente los
motivos según los cuales nos guiamos: Todo con miras a ganar perspectiva y autocontrol,
dejando así de hablar y arremeter contra otros compulsivamente.
2. Ejercita tu paciencia con los otros. En épocas de estrés, nuestra impaciencia sale a
flote. Quizás decimos cosas que no queremos o que no tenemos la intención de decir, siempre
desproporcionadamente en relación con lo que la realidad realmente es. O quizás nos
volvemos hoscos, comunicándonos más a través de emociones y actitudes que de palabras o

1
Stephen R. Covey fue reconocido en 1996 por la revista TIME como uno de los 25 americanos más
influyentes. El Dr. Covey es el autor del bestseller Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva (1989).
Otros bestseller de la autoría del Dr. Covey son: Primero lo primero (1994), Los 7 hábitos de las familias
altamente efectivas (1997), Liderazgo centrado en principios (1992) y El octavo hábito: De la efectividad
a la grandeza (2004). El Dr. Covey es cofundador y vicepresidente de FranklinCovey, firma líder en
servicios profesionales, con oficinas en 123 países. Web: www.stephencovey.com
2
Nota del traductor: El señor Covey nació el 24 de octubre de 1932 en Salt Lake City, Utah, y falleció el
16 de julio de 2012 en Idaho Falls, Idaho, Estados Unidos. Fue un devoto miembro de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Al momento de fallecer tenía 9 hijos y 52 nietos.

[1]
mensajes elocuentes de crítica, juicio o rechazo. Entonces cosechamos emociones producidas
por heridas emocionales y relaciones en lo que lo predominante es la tensión.
La paciencia es la expresión práctica de la fe, esperanza, sabiduría y amor. Es una
emoción muy activa. No es indiferencia, no es una perseverancia plomiza, o resignación. La
paciencia es diligencia emocional. Acepta la realidad de los procesos paso-a-paso y los ciclos de
crecimiento natural. La vida nos provee abundantes oportunidades en las que practicar la
paciencia (para hacer crecer esa fibra emocional). Desde una persona o vuelo que viene con
tardanza, a escuchar pacientemente los sentimientos y experiencias de tu hijo o hija;
particularmente cuando estamos bajo la presión de otros asuntos en apariencia más
importantes.
3. Distinguir entre la persona y el comportamiento o desempeño de esa persona.
Mientras quizá desaprobemos un mal comportamiento o un desempeño pobre, primero
necesitamos comunicar y ayudar a construir un sentido de valor intrínseco y autoestima
totalmente separado de comparaciones y juicios. Hacer esto inspirará poderosamente un
mayor esfuerzo. La capacidad de distinguir entre la persona y su desempeño, y comunicar el
valor intrínseco propio del otro, fluye naturalmente desde nuestro propio sentido de valor
intrínseco de uno mismo.
4. Prestar servicio anónimo. Cuandoquiera que hacemos bien por otros anónimamente,
nuestro sentido de valor intrínseco y respeto propio aumentan. Es más, ganamos una
perspectiva más profunda sobre la valía de otros al servirles sin la expectativa de la buena
fama personal o de una recompensa posterior. El servicio desinteresado siempre ha sido uno
de los más poderosos métodos de influencia.
5. Elegir una respuesta proactiva. ¿Por qué es que tan pocos de entre nosotros “hace”
tan bien como “sabe”? Es porque tendemos a olvidarnos del enlace existente entre lo que
hacemos y lo que sabemos: Elegir. En este sentido es de notar que generalmente no elegimos
nuestra respuesta. Para elegir se requiere ganar perspectiva y recién entonces decidir nuestras
propias acciones y reacciones. Elegir significa aceptar responsabilidad por nuestras actitudes y
acciones, significa negarnos a culpar a otros o a las circunstancias por el curso de acción que
hemos decidido tomar. Esto implica una auténtica lucha interior, en última instancia, entre las
motivaciones involucradas o entre nuestras concepciones equivocadas. A menos que
pongamos en ejercicio nuestro poder de elegir sabiamente, nuestras acciones estarán
determinadas por los condicionamientos del momento. Nuestra libertad última está en
nuestro derecho y poder de decidir cómo cualquier persona o cosa fuera de nosotros mismos
nos afectará. Recién ahí es posible hacer según lo que se sabe.
6. Mantén las promesas que haces a otros. Haciendo y manteniendo nuestras
resoluciones y promesas, ganamos influencia sobre otros. Para ser y hacer mejor, debemos
hacer promesas (resoluciones, compromisos, juramentos y convenios); por lo que jamás
debemos hacer promesas que no vayamos a cumplir. Usando el conocimiento que tenemos de
nosotros mismos, podemos ser muy selectivos respecto de las promesas que hacemos.
Nuestra habilidad para hacer y mantener promesas es una medida de la fe que tenemos en
nosotros mismos y en nuestra integridad.
7. Céntrate en tu círculo de influencia. En tanto nos centramos en hacer algo positivo
sobre las cosas que efectivamente podemos controlar, expandimos nuestro círculo de

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influencia. Los problemas de control directo se resuelven al cambiar nuestros hábitos de
acción (cómo procedemos) y nuestros hábitos de pensamiento. Los problemas de control
indirecto requieren que cambiemos nuestros métodos de influencia. Por ejemplo, nos
quejamos de vez en cuando de que “si simplemente el jefe pudiera entender mi programa o mi
problema…” Pero muy pocos de nosotros se toma el tiempo de preparar el tipo de
presentación que el jefe escucharía o respetaría, según su lenguaje (el del jefe), y considerando
sus propios problemas (los del jefe). Sin problemas de control a la vista, podemos controlar la
reacción que tengamos a los problemas que se nos presenten, decidiendo en nuestro interior
cómo es que alguien o algo nos afectará. Como dijera William James: “Podemos cambiar
nuestras circunstancias por un mero cambio en nuestra actitud.”
8. Vive la ley del amor. Fomentamos obediencia a las leyes de la vida cuando vivimos las
leyes del amor. Las personas son extremadamente tiernas en su interior, particularmente
aquellos que actúan como si fueran duras y autosuficientes. Y si los escuchamos el tercer oído,
el del corazón, podremos oír su ternura. Podemos incluso ganar gran influencia en ellos,
demostrándoles nuestro amor, particularmente el del tipo incondicional, en tanto que es este
tipo de amor el que le da a las personas su sentido de valor intrínseco y seguridad personal.
Este sentido de valor y seguridad no está relacionado con comportamientos esperados o con
comparaciones con otros. Muchos toman su seguridad y fuerza de las apariencias externas,
símbolos de status, posiciones, logros y asociaciones. Pero el tomar prestada nuestra fuerza de
cosas externas a nosotros, inevitablemente acarrea debilidad. Todos desconfiamos de las
técnicas de relaciones humanas superficiales, así como de fórmulas de éxito del tipo
manipulativas que se encuentran separadas del amor sincero.

Relaciones: ¿Entiendes y te importa?

9. Asume lo mejor de parte de los otros. Asumir la buena fe de las demás personas
como algo real produce buenos frutos. Proceder según la presuposición de que otros quieren y
tratan de hacer lo mejor que pueden desde su punto particular de vista, hace posible que
puedas ejercer una influencia poderosa y sacar a relucir lo mejor de ellos. Nuestros esfuerzos
por clasificar y categorizar, juzgar, y medir, a menudo surgen de nuestras propias
inseguridades y frustraciones al lidiar con complejas y cambiantes realidades. Cada persona
tiene muchas dimensiones y potencialidades, algunas evidentes, otras muchas en estado
latente. Y tienden a responder según cómo las tratamos y según lo que pensamos de ellas.
Algunas quizás nos decepcionen o se aprovechen de nuestra confianza, considerándonos
ingenuos o crédulos. Pero la mayor parte pasará de eso, simplemente porque creemos en
ellos. ¡No descartes a la mayoría por causa del miedo de unos pocos! Cuando sea que
asumimos que hay buena fe presente, nacida de buenas intensiones y de seguridad interior,
estamos apelando al bien que hay en los otros.
10. Procura primero entender. Busca primero entender, luego ser entendido. Cuando
nos estamos comunicando con otro necesitamos dar toda nuestra atención, estar
completamente presentes. Entonces necesitamos empatizar: ver desde el punto de vista del
otro, “caminar con sus zapatos” por un rato. Esto requiere coraje y paciencia, y echar mano a

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fuentes interiores de seguridad. Solo cuando las personas sientan que las entiendes, serán
capaces de abrirse a tu influencia.
11. Recompensa expresiones o preguntas abiertas y honestas. Demasiado a menudo
castigamos las expresiones o preguntas abiertas y honestas. Reprendemos, juzgamos,
apocamos, avergonzamos. Así, los otros aprenden a encubrir, a protegerse a sí mismos, a no
preguntar. La única y más grande barrera para la comunicación sincera y honesta es la
tendencia a criticar y juzgar.
12. Da una respuesta comprensiva. Usando una respuesta comprensiva (reflejando
sensibilidad), suceden 3 cosas buenas:
I. Ganas un entendimiento y una claridad crecientes de sentimientos y problemas.
II. Ganas nueva valentía y creces en responsabilidad sobre tu propia
independencia.
III. Construyes verdadera confianza en la relación.
Este tipo de respuesta tiene su más grande valor cuando una persona quiere hablar
sobre una situación cargada de emociones y sentimientos. Por otra parte, tal respuesta es más
actitud que técnica. Fallará si intentas manipular, funcionará si quieres entender
profundamente.
13. Si eres ofendido toma la iniciativa. Si alguien te ofende sin darse cuenta y sigue
haciéndolo, toma la iniciativa para resolver la situación. Considera dos consecuencias trágicas
de no tomar la iniciativa:
I. El ofendido usualmente soporta la ofensa hasta que la situación explota fuera de
proporciones.
II. El ofendido se comporta defensivamente para evitar futuras ofensas, por lo que
no hay solución posible.
Cuando tomas la iniciativa hazlo con buenos ánimos, no bajo un espíritu de
reivindicación y enojo. También describe tu parecer (cómo y cuándo la ofensa tuvo lugar) en
vez de juzgar y etiquetar a la otra persona. Esto preserva la dignidad y el autorrespeto del otro,
quien entonces puede responder y aprender sin sentirse amenazado. Nuestras emociones,
opiniones y percepciones no son hechos. Actuar según ese nivel de conciencia requiere control
sobre nuestros pensamientos y fomentar la humildad.
14. Admite tus errores, discúlpate, pide perdón. Cuando formamos parte de relaciones
seriamente tensionadas, quizá necesitemos admitir que somos parcialmente culpables de
dicha situación. Cuando el otro es herido seriamente, se hecha para atrás, se cierra
totalmente, y nos pone detrás de unas barras de prisión en su mente. Mejorando nada más
que nuestro comportamiento, no nos librará de esa prisión. A menudo la única manera de salir
es admitir nuestros errores, disculparnos, y pedir perdón, sin hacer excusas, sin hacer
aclaraciones o defensas.
15. Deja que las discusiones salgan volando por la ventana. No des respuesta a
argumentos contenciosos o a acusaciones irresponsables. Deja que tales cosas “salgan volando
por la ventana” hasta que no queden más por salir. Si intentas responder o razonar en
respuesta, estarás gratificando y fogueando hostilidad y enojos reprimidos. Cuando vas
sosegadamente con lo tuyo, el otro tiene que apechugar con las consecuencias naturales de
sus expresiones irresponsables. No seas arrastrado a ninguna órbita venenosa o contenciosa, o

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te encontrarás a ti mismo similarmente amargado y afligido. Entonces las debilidades de las
otras personas se vuelven las tuyas propias, y todo esto siembra una cama de semillas para
futuros malentendidos, acusaciones y peleas. El poder de dejar las discusiones salir volando
por la ventana fluye desde una paz interior que libera de la necesidad compulsiva de
responder y justificar. La fuente de esta paz es vivir responsable y obedientemente a la
conciencia.
16. Establece tus relaciones uno a uno, persona a persona. Un ejecutivo quizás se
encuentre muy involucrado y dedicado a su trabajo, a proyectos comunitarios de la iglesia o de
la sociedad a la que pertenece, e incluso a asuntos en la vida de otras personas, y aún así no
tener una relación profunda y significativa con su propia esposa. Requiere más nobleza de
carácter, más humildad, más paciencia, desarrollar tal tipo de relación con la esposa de uno de
lo que requeriría prestar continuamente un servicio dedicado a muchos. A menudo
justificamos el abandonar por otros aquello que debemos cuidar, solo por el hecho de que
recibimos de los otros muchas expresiones de estima y gratitud. Pero aún así, sabemos que
necesitamos hacernos un tiempo y entregarnos completamente a una persona en especial.
Con nuestros hijos, quizá necesitemos programar reuniones uno a uno: Un momento en el que
podamos darles toda nuestra atención y escucharlos sin censuras, sin alecciones y sin
comparaciones.
17. Renueva tu compromiso con aquellas cosas que tienen en común. Renueva
continuamente lo básico de tu compromiso con las cosas que te unen a tus amigos, familiares
y compañeros de trabajo. Sus lealtades y sentimientos más poderosos se encuentran ligados a
estas cosas que tienen en común, más que a los problemas o asuntos alrededor de los cuales a
menudo surgen las diferencias. Las diferencias, en este panorama, no son ignoradas, sino que
se encuentran subordinadas. El problema/asunto, o el parecer de uno, nunca es tan
importante como la relación.
18. Se influenciado primero por ellos. Tenemos influencia sobre otros según el grado en
que ellos sienten tienen influencia sobre nosotros. Como dice el dicho: “No me importa cuánto
sabes, hasta que sepa cuánto te importa.” Cuando otra persona siente que le importas
genuinamente y que entiendes lo único y personal de sus problemas y sentimientos, siente
entonces que te ha influenciado. Entonces se volverá extraordinariamente abierta. Todos
tomamos la prescripción cuando sabemos que está basada en un diagnóstico correcto.
19. Acepta a la persona y a la situación. El primer paso para cambiar o mejorar a otra
persona es aceptándola tal cual es. Nada refuerza más el comportamiento defensivo que
juzgar, comparar o rechazar. Un sentimiento de aceptación y valoración libera a la persona de
la necesidad de defenderse y la ayuda a liberar su propia tendencia natural al crecimiento.
Aceptar no es perdonar una debilidad o estar de acuerdo con una opinión. En vez de eso,
significa reconocer el valor intrínseco de otra persona al reconocer que esa persona siente o
piensa de una manera particular.

Instrucción: Lo que me dices.

20. Prepara tu mente y tu corazón antes de preparar lo que vas a decir. Lo que decimos
quizás sea menos importante que cómo lo decimos. Así que antes de que tus hijos regresen de

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la escuela llenos de sus propias necesidades, detente y hazte con el control sobre ti mismo.
Escudriña sobre tus propios recursos. Prepara tu mente y tu corazón. Elige amabilidad y
alegría. Elije dar toda tu atención a sus necesidades. O siéntate un momento en el auto al
terminar tu día de trabajo y volver a casa, y haz lo mismo. Pregúntate a ti mismo: “¿Cómo
puedo bendecir a mi esposa (o marido) y a mis hijos esta noche?” Escudriña sobre tus
recursos. Elegir ser tu mejor versión te guardará de la fatiga y renovará tus mejores
resoluciones.
21. Evita el huir o pelear: habla a pesar de las diferencias. Muchas personas o pelean o
huyen cuando se encuentran ante un desacuerdo. El pelear se da de muchas maneras, yendo
desde la violencia y expresiones abiertas de cólera y odio, hasta el sarcasmo sutil, respuestas
cortantes, réplicas astutas, humor despectivo, juzgamientos injustos y reacciones
injustificadas. Huir también se da de numerosas maneras. Uno simplemente se retira,
sintiendo pena por sí mismo. Tal enfurruñamiento a menudo alimenta el fuego de la venganza
y de futuros desquites. La gente también huye, volviéndose fría e indiferente, escapando de
todo compromiso y responsabilidad con la situación.
22. Reconoce los momentos oportunos para enseñar y tómate tu tiempo para hacerlo.
Con las diferencias llegan los momentos supremos para enseñar. Pero hay un momento para
enseñar y un momento para no enseñar. Es hora de enseñar cuando:
I. La gente no se siente amenazada (los esfuerzos por enseñar cuando las personas se
sienten amenazadas sólo incrementarán su resentimiento, así que espera por crear
una nueva situación en la cual la persona se sienta más segura y receptiva).
II. no te encuentras enojado o frustrado, sino que tienes sentimientos de afecto,
respeto, y seguridad interior.
III. Cuando la persona necesita ayuda y apoyo (apresurarse con procedimientos
planificados cuando alguien se encuentra emocionalmente bajoneado o fatigado o
bajo mucha presión, es comparable a intentar enseñar a nadar a un hombre que ya
se ha ahogado).
Recuerda: Estamos enseñando una cosa o la otra todo el tiempo, porque
constantemente estamos irradiando quiénes somos.
23. Ponte de acuerdo en cuanto a los límites, reglas, expectativas y consecuencias.
Esto debe ser establecido claramente, aprobado, entendido y cumplido por las partes. La
seguridad personal en gran medida nace de un sentido de justicia: saber qué es lo que se
espera, cuáles son los límites, reglas y consecuencias nos da estabilidad. La vida puede salirse
completamente de enfoque cuando nos regimos por expectativas inciertas, límites
cambiantes, o reglas arbitrarias: un día esto, al siguiente algo distinto. No es de extrañar que
muchos crezcan aprendiendo a depender únicamente de su propia habilidad para manipular a
las personas y a la vida. Cuando la vida se vuelve un juego que manipular, el único pecado es
que te atrapen.
24. No te rindas, no cedas. Es cruel proteger a las personas de las consecuencias de sus
propios comportamientos. Al hacerlo, les enseñamos que son incapaces y débiles. Cuando
cedemos ante comportamientos irresponsables, al excusarlos o simpatizar con ellos,
transigimos, y como resultado fomentamos el vicio y la malacrianza bajo comportamientos
egoístas inapropiados e inconvenientes. Si nos rendimos ante esta situación (ignorando o

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lamentándonos ante ella) minamos cualquier motivación que pueda haber en las personas
para hacer lo correcto. La disciplina de no rendirse, no ceder, moderada con amor, surge
espontáneamente de un vivir responsable y disciplinado. De otra manera tomamos el camino
de menor resistencia: ceder cuando nos es mucho trabajo y rendirnos como si no nos
importase.
25. Está presente durante las encrucijadas. Ninguno de nosotros quiere que las
personas que más nos importan tomen decisiones a largo plazo sobre la base de perspectivas
emocionales y humores anímicos de corto plazo, así como sobre inseguridades y dudas
personales. ¿Cómo podemos influenciarlos?
I. Primero: Piensa antes de reaccionar. No seas controlado por tus propios estados
anímicos de corto plazo y hagas algo que dañe cualquier relación o influencia que
tengas.
II. Segundo: Entiende que las personas tienden a reaccionar según lo que sienten en
vez de según lo que saben. La motivación está más en función del corazón que de la
cabeza.
Cuando percibimos que nuestro razonamiento y nuestra lógica no se están comunicando
con su sentimiento y su emoción, deberíamos intentar entender lo que dicen como si de una
lengua extranjera se tratara, sin condenarlos o rechazarlos. Este esfuerzo comunica respeto y
aceptación, baja las defensas, disminuye la necesidad de pelear, y restaura el deseo de hacer
lo correcto.
26. Habla los lenguajes de la lógica y la emoción. El lenguaje de la lógica y el lenguaje
de la emoción son tan diferentes entre sí como el inglés del francés. Cuando nos damos cuenta
que no tenemos un lenguaje común, quizá necesitemos comunicarnos de una de estas otras
cuatro maneras.
I. Da tiempo: Porque cuando damos tiempo alegremente, transferimos el valor de ese
tiempo al otro.
II. Se paciente: En tanto la paciencia también comunica valor y dice “Iré a tu velocidad;
me siento feliz de esperar; lo vales.”
III. Busca entender: Porque un esfuerzo honesto por entender elimina la necesidad de
tener que pelear o defender.
IV. Expresemos abiertamente nuestros sentimientos y seamos congruentes con nuestras
expresiones no verbales.
27. Delega efectivamente. La delegación efectiva requiere valentía emocional, en tanto
permitimos, a un nivel u otro, que otros cometan errores según nuestras indicaciones, tiempo,
dinero y buen nombre. Esta valentía se constituye de paciencia, autodominio, fe en el
potencial de otros, y respeto por las diferencias individuales. La delegación efectiva debe darse
según dos caminos: el de la responsabilidad otorgada y el de la responsabilidad recibida. Hay
tres fases:
I. Primero: El acuerdo inicial. Las personas tienen un claro entendimiento de qué es lo
que se espera de ellos y de cuáles son los recursos con los que se cuenta, la autoridad
y libertades que le han sido otorgadas, y los lineamientos según los cuales han de
regirse.
II. Segundo: Sostener y apoyar a las personas que han sido delegadas. El supervisor
(quien supervisa a los delegados) se vuelve una fuente de ayuda, un defensor, y no un

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adversario a quien temer. Él provee recursos, quita obstáculos, apoya acciones y
decisiones, da perspectivas, provee capacitación y comparte feedback (devoluciones).
III. Tercero: El proceso de toma de responsabilidad. Este es en buena medida uno de
autoevaluación, a partir del cual los delegados son supervisados por los resultados
obtenidos, por su desempeño real, y no por factores ajenos a ellos mismos.
28. Involucra a las personas en proyectos significativos. Los proyectos significativos
tienen una influencia sanadora en las personas. Sin embargo, lo que quizás es significativo para
un jefe, no tenga significado para un subordinado. Los proyectos toman significación cuando
las personas se involucran en el proceso de concepción de ideas y planificación. Todos
necesitamos ser incorporados en una buena causa. Sin tales proyectos, la vida pierde su
significado; de hecho, la vida de las personas que se retiran en busca de estados carentes de
tensión, terminan por acortarse. La vida se encuentra sostenida por la tensión entre lo que
somos ahora y lo que queremos ser: Algún objetivo por el que valga la pena luchar.
29. Entrénalos en la ley de la cosecha. Enseñamos los “principios de la agricultura” de
preparar la tierra, sembrarla, cultivarla, regarla, quitar las malezas y cosechar la siembra. Nos
enfocamos en los procesos naturales. Ponemos en orden los sistemas, especialmente la
compensación de la tierra, para reflejar y reforzar la idea de que cosechamos lo que
sembramos.
30. Deja que las consecuencias naturales enseñen comportamiento responsable. Una
de las cosas más benévolas que podemos hacer es dejar que las consecuencias naturales o
lógicas de las acciones de las personas les enseñen comportamiento responsable. Quizás no
agraden esas consecuencias, o no agrademos nosotros por dejar que ellas sucedan, pero la
popularidad es un estándar inconstante a partir del cual lograr el desarrollo del carácter. Hacer
justicia demanda más que el amor verdadero, no menos. Nos interesa lo suficiente su
crecimiento y seguridad como para sufrir su disgusto.

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SUPERANDO TRES GRANDES ERRORES
En nuestros intentos por influenciar a otros, comúnmente cometemos tres errores,
todos relacionados a ignorar ó a intentar tomar un atajo sobre alguna de estas categorías de
influencia.
Error #1: Dar consejos antes de entender. Antes de intentar decirles a los otros qué
hacer, necesitamos establecer una relación basada en el entendimiento. La clave de tu
influencia en mí es tu entendimiento de mí. A menos que me entiendas a mí, y a la
particularidad de mi situación y de mis sentimientos, no sabrás como aconsejarme o
asesorarme. A menos que seas influenciado por mi unicidad, no voy a ser influenciado por tu
consejo. La cura: Empatía. Busca entender antes de ser entendido.
Error #2: Intentar construir o reconstruir relaciones sin cambiar actitudes o conductas.
Intentamos construir o reconstruir una relación sin hacer los cambios fundamentales en
nuestra conducta o nuestras actitudes. Si nuestro proceder se encuentra marcado con
inconsistencia e insinceridad, no hay técnica para “ganar amigos” que nos sea de utilidad.
Como tan acertadamente lo dijera Emerson: “Lo que eres grita tan fuerte en mis oídos que no
puedo oír lo que dices.” La cura: Muestra consistencia y sinceridad.
Error #3: Asumir que el buen ejemplo y la relación en sí son suficientes. Asumimos
tanto que el buen ejemplo y la buena relación son suficientes, que no necesitamos enseñar a
las personas explícitamente. Así como la visión sin amor no contiene motivación, el amor sin
visión no tiene metas, ni pautas, ni estándares, ni potencia para hacer crecer. La cura: Enseña y
habla sobre visión, misión, objetivos, roles, metas, pautas, y estándares.
En el análisis anterior: Lo que somos comunica más elocuente y persuasivamente que lo
que decimos o incluso lo que hacemos.

[9]
LA VIDA COMO UN TODO INDIVISIBLE

En un sentido muy real no hay tal cosa como comportamiento colectivo. Sólo hay
comportamiento individual. Todo lo demás fluye desde ahí.
El principal punto de diferencia entre Sigmund Freud y Carl Jung se daba sobre la
conciencia. Freud creía que la conciencia, o superego, era básicamente un producto social.
Jung lo creía ser primariamente parte del inconsciente colectivo, trascendiendo la capa
superficial de la cultura, raza, religión, género o nacionalidad.
Creo que Jung estaba en lo correcto y que Freud estaba en lo equivocado. Al trabajar
con miles de organizaciones y con individuos alrededor del mundo en la preparación de
declaraciones de misión o valor 3 se encuentra que dichas declaraciones son básicamente las
mismas, aunque se usaran distintas palabras en su elaboración; y esto a pesar de las
nacionalidades, culturas, religiones o razas de los participantes.
Gandhi enfatizó: “Una persona no puede hacer lo correcto en un ámbito mientras que
intenta hacer lo incorrecto en otro ámbito: La vida es un todo indivisible.”
La madre de John Wesley enseñó a su hijo: “Lo que sea que debilite tu juicio, perjudica
la ternura de tu conciencia, obscurece tu opinión de Dios, quita tu apetito por las cosas
espirituales; cualquier cosa que aumenta la autoridad del cuerpo sobre la mente, eso es lo que
es pecado para ti, por inocente que parezca ser en sí mismo.”
Yendo más lejos, creo que Dios es el verdadero nombre y fuente del inconsciente
colectivo y por lo tanto la última autoridad moral en el universo. El estudio en oración de Su
palabra revelada es la disciplina simple más poderosa e importante en la vida, ya que da
dirección a nuestras vidas como una brújula, indicando el “verdadero norte”: Nuestro destino
divino.
Dios (en tanto norte a seguir) también nos coloca en una vida de servicio, y me temo
que, a menos que suficientes de entre nosotros capture el espíritu de la siguiente convicción
de George Bernard Shaw, los problemas sociales de hoy van a sobrepasar las capacidades de la
maquinaria económica y a arrojar a la sociedad toda a un estado de confusión permanente.
“Este es el verdadero gozo de la vida: Ser usado para un propósito reconocido por ti
mismo como un propósito supremo.
Ser una fuerza de la naturaleza en vez de una pequeña, febril y egoísta bola de tierra
hecha de malestares y quejas, reclamando que el mundo no se consagra a hacerte feliz.
Soy de la opinión de que mi vida pertenece a toda la comunidad y que mientras viva
este es mi privilegio: Hacer por ella todo lo que pueda.
Quiero haber sido usado exhaustivamente para cuando muera, porque cuanto más
trabajo más amo. Me regocijo en la vida de esta manera por la vida misma. La vida no es una
breve vela para mi; es una suerte de esplendida antorcha que me ha tocado sostener por un

3
Asumiendo en tales procesos de elaboración que cuatro condiciones estaban presentes, a saber:
1. Suficiente cantidad de personal.
2. El personal interactúa libremente unos con otros.
3. Todos están correctamente informados sobre la realidad de su situación como grupo.
4. Todos se sienten seguros de expresarse a sí mismos sin temor a censuras, ridículos o vergüenza.

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momento, y quiero hacerla arder tan brillantemente como me sea posible antes de pasarla a
las siguientes generaciones.”

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