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¿Por qué Alejandro III de Macedonia fue un líder?

La tecnología, los nuevos conocimientos, la gran cantidad de información, y la


facilidad con la que estos pueden ser adquiridos, hacen que hoy en día, ser líder sea algo
casi trivial. Todas estas cosas pueden ser fácilmente dominadas por un infante que no
supera los 8 años de edad, y sin embargo, hay personas que simplemente, no poseen las
capacidades para lograrlo. Empero, hay personas mayores que lo hacen… y entonces se
convierten en líderes.
Hoy, ser líder, es algo realmente sencillo, comparado con lo que era hace algunos
siglos. Son, en mi opinión, los mejores líderes aquellos que se enfrentan entre sí, y
vencen. En pleno siglo XXI podemos encontrar esta clase de líderes en los dueños y
responsables del éxito de las mejores empresas a nivel mundial, ya que se enfrentan a
toda clase de problemas y personas que constantemente se oponen a ellos en su camino
hacia el triunfo. Pero sigue siendo extremadamente sencillo ser un líder en nuestros
días…
Los mejores líderes, fueron aquellos que se enfrentaron al hambre, que como una
manada de lobos salvajes, los acechaba a ellos y a sus subordinados día y noche;
esperando, siguiéndolos sin tregua para poder devorarlos lentamente; al frío inclemente,
tan intenso, que se podía morir mientras se duerme; al indescriptible calor, suficiente para
cocer a un hombre vivo si se queda inmóvil bajo los imparciales rayos del Sol; a
infranqueables montañas, impetuosas tormentas, diluvios torrenciales, ríos
devastadores… todos ellos se oponían a estos líderes, como inmóviles titanes, ajenos a
sus problemas y conflictos.
Pero no solo vencieron a la vida misma, al derrotar a semejantes oponentes,
vencieron a otros como ellos… apostando su vida en el intento.
Es por eso, que los mejores líderes, son, y han sido siempre generales al mando
de uno o más ejércitos. En nuestro tiempo, las leyes y la propia cultura han dado paso a la
comodidad excesiva, y a la protección para los débiles. En un mundo donde estas cosas
aún no estaban incluso en el seno del pensamiento, un hombre, si quería ser líder, debía
obtener poder. Poder sobre su entorno, poder sobre los que lo rodean, poder sobre sí
mismo.
Alejandro Magno, uno de los mejores (El mejor, en mi opinión, aunque los
requisitos del ensayo no me permiten detallar por qué) generales de toda la historia,
merece un apartado especial en este trabajo, debido a sus inigualables dotes para el
mando, la inspiración, la estrategia, la visión, la política, la nobleza de espíritu, el
compañerismo, la audacia, la capacidad de innovar… son estas, tan solo una pequeña
parte de los rasgos por los que ahora, lo conocemos como Alejandro, el Magno.
Sus habilidades, le granjearon numerosas victorias militares, de una magnitud, que
miles de años después, generales como Publio Cornelio Escipión, Julio Cesar (Que a su
vez, llevó el legado de Alejandro a grandes reyes, como Carlomagno y Guillermo el
Conquistador, por mencionar algunos), Aníbal Barca y Napoleón Bonaparte; aún seguían
su ejemplo, y cultivaban sus enseñanzas, a la vez que esparcían su legado por el mundo.
Alejandro Magno, desde niño, fue partidario de las luchas en desventaja, de
adelantarse a las contiendas de cualquier tipo. Fue un elemento clave en la batalla de
Queronea, durante la Tercera Guerra Sagrada, dónde mostró por primera vez sus
aptitudes y gran genialidad en un campo de batalla al derrotar al legendario Batallón
Sagrado de Tebas. Este despliegue de habilidad por su parte, fue un gran aval para
obtener el título de gobernador de Tracia a los 16 años. Aún a esa edad tuvo que hacer
frente a revueltas armadas. Según el historiador Plutarco; su tutor, el gran filósofo
Aristóteles, le sugirió rehuir el enfrentamiento contra una rebelión, a la espera de
refuerzos, a lo que el joven Alejandro le respondió: “Si espero perderé la audacia de la
juventud”.
A pesar de que muchas personas le consideran megalómano e irracional (Puntos
que no voy a refutar del todo, dado la falta de tiempo y espacio), la historia conocida
aporta bastantes pruebas para que afirmar que Alejandro III, era bastante racional al
momento de elaborar y planificar sus movimientos, tanto militares como políticos,
artísticos, interpersonales y de ingeniería.
Alejandro Magno, al igual que los nobles macedonios de esa época, eran
entrenados y educados de forma comunitaria, pues se esperaba que cuando llegaran a la
adultez, se enfrentaran a los peligros de Macedonia luchando juntos, tanto en la batalla
como en las intrigas, de forma que se les denominaba “Los Compañeros”, o hetairoi,
cuando llegaban a formar parte del ejército macedonio. Estos hombres hacían bien su
trabajo, gracias a su inigualable entrenamiento, y a sus inquebrantables lazos humanos,
forjados de mil formas a través de los años.
Otro punto, bastante interesante para juzgar a Alejandro, y por mencionar algo que
sirva de argumento; fue el de contraer matrimonio con una mujer bactriana, y no con una
macedonia. Dejando de lado las diferentes teorías que sustentan que fuera transformista
y/o homosexual, Alejandro tuvo buenas razones para hacerlo.
Nadie sabe con certeza cuales fueron todas las razones que forzaron al rey
Macedonio a llevar a cabo tal acción, que minó en gran medida la confianza de sus
soldados, y empeoró las ya deterioradas relaciones entre los pueblos orientales y los
veteranos griegos-macedonios de Alejandro, pero sin duda, corresponde a una ideología
muy clara y desarrollada por él durante toda su vida, que es posible apreciarla en un
fragmento de carta enviada al rey del imperio aqueménida Darío III, que reza así:
“Considero al mundo entero como un solo país con sus propias leyes comunes, donde el
mejor y más justo debe de gobernar”.
Alejandro Magno, siempre tuvo un gran objetivo, y no era otro más que la
unificación del mundo conocido bajo un solo mandato: el suyo. Una empresa realmente
ambiciosa que hasta la fecha ningún líder ha sido capaz de realizar. Los generales
siempre han tenido algún impedimento para realizarlo: la política, su familia, pobreza,
exilio, otros líderes… Solo ha habido una persona digna de llevar el adjetivo “Magno”
después de su nombre, y en su corta vida, lo único que le impidió a llevar a cabo su
objetivo, fue su prematura muerte.

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