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uan Luis Arsuaga se ha atrevido a afirmar "que la prehistoria no trata


sobre huesos y utensilios antiguos exhibidos en las vitrinas de los
museos o protegidos en cajas fuertes. La Prehistoria trata de una cra
de australopiteco recin destetada que jugaba hace dos millones y pico de
aos junto a su madre, y del guila enorme que vol entre las ramas de los
rboles y se la llev a su nido. Trata de unos humanos muy fornidos que
depositaban sus muertos en el misterio de una sima, mientras contenan a
duras penas sus sollozos. Se ocupa de cuando encontraron dos humanidades distintas y de cmo una de ellas languideci y se extingui, mientras la otra, que es la nuestra, prevaleci. Y no sabemos por qu".

Parafraseando al popular paleontlogo diremos que la teologa -y esta obra


es muestra de ello- tambin trata de la vida y de seres vivos; y precisamente lo hace para responder a esas preguntas profundas y a esos porqus
radicales que la humanidad se ha hecho, y se sigue haciendo, de diferentes maneras y en diferentes contextos.
Confieso albergar una esperanza en el horizonte: ojal la Catedral (smbolo de lo religioso cristiano y Patrimonio de la Humanidad) y el futuro
Museo de la Evolucin (smbolo de la ciencia y de la Sierra de Atapuerca,
Patrimonio de la Humanidad), lejos de enfrentarse en cosmovisiones
divergentes, se complementen. Fe y Ciencia no se pueden separar ni ignorar. Se necesitan.

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