Está en la página 1de 184

SENTENCIA DE LOS MILITARES.

htm

BOLIVARIANA DE VENEZUELA
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
SALA PLENA ACCIDENTAL

MAGISTRADO PONENTE: Franklin ARRIECHE GUTIERREZ


VISTOS.-
Comenzó este procedimiento de antejuicio de mérito mediante escrito que presentó
el 24 de mayo de 2002, el ciudadano JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, en su
carácter
de Fiscal General de la República. Al comienzo, en su querella, el Fiscal
General de la República expresó lo siguiente:
"Yo, JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, venezolano, mayor de edad, abogado,
inscrito
en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el No. 7.421, casado,
titular de la Cédula de Identidad No. V‑2.218.534, domiciliado en la Avenida
Méjico, Edificio Despacho del Fiscal General de la República, esquina "Pele el
Ojo" con frente a la Plaza Parque Carabobo, procediendo en mi carácter de Fiscal
General de la República, según designación hecha por la Asamblea Nacional,
publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, de
fecha 20 de diciembre de 2000, y de conformidad con el ordinal 5 ° del artículo
21 de la Ley Orgánica del Ministerio Público, ocurro ante ese Supremo Tribunal,
para instarlo, por vía de querella, proceda a realizar antejuicio de mérito en
contra de los ciudadanos General de División (Ej.) EFRAÍN VÁSQUEZ VELAZCO,
General de Brigada (Av.) PEDRO PEREIRA OLIVARES, Vicealmirante HÉCTOR
RAMÍREZ
PÉREZ y Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA, con quienes
no me une
ningún vínculo de parentesco, mayores de edad y de este domicilio; antejuicio de
mérito que es de la competencia de ese Alto Tribunal, conforme a lo dispuesto en
el articulo 266, ordinal 2°, de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, articulo 42, ordinal 5°, de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia y artículo 377 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal".

En el petitorio de dicho escrito el querellante expresó cuanto sigue:

PETITORIO,
Por todo lo anteriormente expuesto, en mi carácter de Fiscal General de la
República, solicito de ese Tribunal Supremo de Justicia que, con vista al
contenido del expediente signado con el No. F5TSJ‑01‑002, contentivo
de la
averiguación previa hecha con ocasión a los hechos acontecidos los días 11, 12 y
13 de abril del presente año, DECLARE, QUE HAY MERITO PARA EL
ENJUICIAMIENTO DE
LOS CIUDADANOS EFRAIN VÁSQUEZ VELAZCO, venezolano, mayor de edad,
portador de 1a
cédula de identidad Nro. V‑4.023.794, natural de Caracas, de estado civil
casado, de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de
General de División del componente ejército de la Fuerza Armada Nacional; HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ, venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad No.
V2.814.408, natural de Caripito, Estado Monagas, de estado civil casado,
residenciado en la Avenida Principal de. Los Naranjos, Residencias Visa Bella,
piso 1, Apto. 1‑B, Urbanización Los Naranjos, Caracas, y de profesión militar
en
servicio activo, actualmente con el rango de Vicealmirante del componente Armada
de la Fuerza Armada Nacional; PEDRO PEREIRA OLIVARES, venezolano, mayor de
edad,
portador de la cédula de identidad Nro. 4-064.333, natural de Carora, Estado
Lara, de estado civil casado, residenciado en Calle San José, Residencias La
Colina, Torre B, P.H. 4, Urbanización Colinas de la California, Caracas, y de
profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de General de
División del componente ejército de la Fuera Armada Nacional; DANIEL LINO JOSÉ
C0MISSO URDANETA, venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de
identidad
No. V‑ 3.793.306, natural de Caracas, de estado civil casado, residenciado en
Fuerte Tiuna, Viviendas de Guarnición, General en Jefe Justo Briceño, Town House
No. 4, Urbanización El Valle, Caracas, y de profesión militar en servicio
activo, actualmente con el rango de Contralmirante del componente Armada de la
Fuerza Armada Nacional, contra quienes presento formal QUERELLA, de conformidad
con la exigencia legal para los efectos del antejuicio de mérito, por la
comisión del delito de REBELIÓN, previsto en el ordinal 1° del artículo 476 del
Código Orgánico de Justicia Militar, el cual fue cometido en el lugar, fecha y
circunstancias que se dejan expuestas en el desarrollo de este escrito; y que,
al decidir que hay mérito para sus enjuiciamientos, se hagan las participaciones
previstas en nuestro ordenamiento jurídico a los fines previstos en la normativa
correspondiente.
Señor Presidente de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, señores
Magistrados, la decisión es de ustedes y también la responsabilidad."

CAPÍTULO PRIMERO

RESEÑA DEL CASO

El 27 de mayo de 2002 se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado


JUAN RAFAEL PERDOMO para la provisión de lo conducente. Admitida la solicitud
por auto del 06 de junio de 2002, se fijó el 20 de junio de 2002 para la
celebración de la audiencia oral y pública ordenada por al artículo 379 del
COPP y se ordenó notificar de ello al querellante y a los imputados, a quienes
también se les notificó para la designación de sus defensores.

El 6 de junio de 2002, el ciudadano General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ


VELASCO nombró como defensores a los abogados RENÉ BUROZ ARISMENDI,
JOSÉ JUVENAL
SALCEDO CARDENAS y CARLOS MARTÍNEZ CERUZZI.

El 11 de junio de 2002, compareció el ciudadano DANIEL LINO JOSÉ COMISSO


URDANETA y designó como defensores a los abogados LUIS APONTE APONTE,
MARCO
ANTONIO RODRÍGUEZ y TAMARA BECHAR ALTER.

Por su parte, en la misma fecha, el ciudadano HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ escogió


como
sus defensores a los abogados CARLOS BASTIDAS ESPINOZA, EDUARDO
MORALES y
MIGUEL ANGEL CASTILLO.

Por último, el ciudadano PEDRO PEREIRA OLIVARES constituyó en defensores


suyos a
los abogados ENRIQUE PRIETO SILVA y RIGOBERTO QUINTERO AZUAJE.

Los ciudadanos EFRAÍN VÁSQUEZ VELAZCO y HÉCTOR MARTÍNEZ PÉREZ


presentaron
recusación contra el Magistrado IVÁN RINCÓN URDANETA quien, a su vez, recusó
al
Magistrado FRANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ, recusaciones éstas que fueron
declaradas
inadmisibles.

Como consecuencia de haberse declarado con lugar la recusación propuesta por el


Contralmirante JOSÉ COMISSO URDANETA contra el Magistrado OMAR MORA
DÍAZ, se
convocó a la Primer Suplente de la Sala de Casación Social, MARISOL MORENO
MARIMÓN, quien aceptó el cargo y se incorporó a la Sala Plena.

Igualmente, declarada con lugar la recusación intentada por el mismo


Contralmirante contra el Magistrado JUAN RAFAEL PERDOMO, se convocó a la
Segunda
Suplente de la Sala de Casación Social, MARÍA CRISTINA PARRA, la cual aceptó
pero fue recusada por el querellante, recusación que fue declarada procedente,
en virtud de lo cual se ordenó convocar a la Tercera Suplente de la Sala de
Casación Social, MARÍA JOSÉ RODRÍGUEZ quien aceptó el cargo.

Después de constituida la Sala Accidental, se designó Segundo Vicepresidente al


Magistrado ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS y ponente al Magistrado LUIS
MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ.

Luego de haberse diferido la audiencia oral y pública, se fijó, como nueva


oportunidad, el 18 de julio de 2002, cuando, efectivamente, se realizó con la
presencia de todas las partes.

En esa oportunidad, el Fiscal General de la República explanó su querella y los


imputados realizaron exposiciones de descargo, con réplica y contrarréplica.

Convocada la Sala para discutir y votar la ponencia del Magistrado LUIS MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ, ésta no alcanzo la mayoría necesaria por lo cual se reasignó la
ponencia en el Magistrado ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS, quién presentó su
proyecto, el cual corrió la misma suerte que el anterior, razón por la cual se
reasignó en el Magistrado que con tal carácter suscribe y, siendo la oportunidad
para decidir, la Sala pasa a hacerlo en los términos siguientes:

II
NATURALEZA JURÍDICA DEL ANTEJUICIO DE MÉRITO
En la página 85 de su querella, el Fiscal General de la República manifestó:
"En los distintos recaudos a los que se ha hecho referencia en este escrito, hay
contradicciones fundamentales que deben ser aclaradas ante el derecho (sic) y
ante la conciencia ciudadana de Venezuela en una exhaustiva investigación".

Lo anterior pudiese ser interpretado como una petición de autorización para


llevar a cabo esa "exhaustiva investigación" y, por tal motivo, la Sala
considera necesario reiterar el criterio sostenido en la única decisión que
hasta ahora este Tribunal Supremo de Justicia ha proferido en materia de
antejuicio de Mérito de Altos Funcionarios del Estado, y que fue dictada el 4 de
julio de 2000 (caso Miquilena), en torno a la naturaleza jurídica de este
procedimiento donde, frente al argumento del entonces Fiscal General de la
República, ciudadano JAVIER ELECHIGUERRA, hecho valer en la audiencia oral y
pública que en aquel momento tuvo lugar, en el sentido de que su pretensión se
limitaba a obtener una autorización para continuar investigando, la Sala, con
ponencia del Magistrado Angulo Fontiveros, expresó lo siguiente:

"La Sala estima necesario dejar sentado que, de conformidad con la disposición
prevista en el artículo 377 del Código Orgánico Procesal Penal, el antejuicio de
mérito es un procedimiento penal especial que, instaurado en virtud de la
querella del Fiscal General de la República y conducido por el principio del
contradictorio, tiene por objeto declarar la certeza de si hay o no mérito para
el enjuiciamiento de los altos funcionarios del Estado a los que se refiere el
ordenamiento constitucional de la República; que la disciplina normativa acerca
del antejuicio de mérito debe ser interpretada a la luz del nuevo orden
constitucional; que la querella fiscal debe fundarse en prueba suficiente,
motivo por el cual su instauración debe ser precedida por una actividad de
investigación, conducida por el Ministerio Público, durante cuyo desarrollo debe
respetarse íntegramente al imputado su derecho constitucional a la defensa, a
tenor de la disposición prevista en el artículo 49, ordinal 1, de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la forma y condiciones
previstas en los artículos 313 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal;
y que el juicio sobre la prueba debe constituir el fundamento principal de la
determinación acerca de si hay o no mérito, es decir, acerca de si hay o no
lugar al enjuiciamiento."

De esta manera, quedó definida la naturaleza del Antejuicio de Mérito, distinta


de la de una simple autorización para investigar, produciéndose en aquella
oportunidad el Voto Salvado del Magistrado JORGE ROSELL SENHENN, quien
expresó:

"Es por lo anterior que según mi opinión, el Fiscal General, en vez de plantear
el asunto como una pesquisa, a fin de precisar pruebas que indicaran la comisión
de ese delito, desvió el propósito y contenido que debe tener una querella y
presentó de una vez, una serie de evidencias precalificando los delitos que se
deducían como cometidos.
En realidad el Fiscal General no realizó una investigación preliminar, sino que
se fue al fondo del asunto presentando de una vez parte de aquello que debía ser
objeto de la investigación y del juicio, lo cual correspondía hacer una vez que
eventualmente se decidiera que había mérito para el enjuiciamiento.
....
Lo anterior desvió lo que debía ser el objeto de la decisión del Tribunal que
era pronunciarse acerca de si había o no mérito para ordenar abrir la
averiguación, y no lo que decidieron: si estaba o no comprobada plenamente la
perpetración de los delitos señalados por el Fiscal y si el Sr. MIQUILENA estaba
incurso en ellos."
....
La respuesta correcta es examinar todas estas interrogantes después de una
investigación exhaustiva de esas situaciones. La solución acertada, era
convencerse de que no estábamos juzgando a una persona, sino examinando unos
hechos para determinar si ellos indicaban la posible comisión de delitos y que
si ética o moralmente tales situaciones o hechos no eran aceptables, esto
necesariamente hubiera creado una conexión con el mundo del derecho, y
específicamente, con un tipo penal que sancione tal conducta, como la
disposición 72 transcrita, puesto que como lo piensa Ronald Dworkin, se debe
partir del presupuesto de que el razonamiento moral se caracteriza por la
construcción de un conjunto consistente de principios que justifican y dan
sentido a nuestras instituciones".

En el mismo sentido de la tesis que hoy se ratifica pareció entenderlo el Fiscal


General de la República cuando en la querella, cabeza de estas actuaciones (pág.
84), expuso:

"En la documentación, que se acompañe a la querella correspondiente, se debe


comprobar la existencia de un hecho que tenga relevancia en el mundo jurídico
penal, al igual que la participación en él de la o las persona (sic) que gozan
del privilegio constitucional."

III
MATERIA DE LA DECISIÓN

Los razonamientos del querellante para requerir la actuación de este Tribunal se


basaron en una imputación textual, es decir "...la comisión del delito de
REBELIÓN, previsto en el ordinal 1 del artículo 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar, el cual fue cometido en el lugar, fecha y circunstancias que
se dejan expuestas en el desarrollo de este escrito;..."

Lo anterior, en un sistema penal acusatorio como el nuestro, significa que la


Sala debe limitarse -una vez resueltos los puntos previos alegados por las
partes durante la audiencia oral y pública-, a verificar la existencia, mediante
el análisis de los medios probatorios que cursen en autos, de los elementos de
convicción suficientes para declarar si hay o no mérito para el enjuiciamiento
de los imputados por el delito de REBELIÓN a que hace mención la querella.
Escapa, entonces, a cualquier consideración de la Sala todo aquello que sea
ajeno a lo establecido en el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de
Justicia Militar, independientemente de la afinidad o conexión que pueda existir
con cualquier otro tipo, es decir, se imputó la comisión del delito de REBELIÓN
PROPIA y ningún otro.

La mencionada norma establece lo siguiente:

"Artículo 476. La rebelión militar consiste:


1. En promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar
la paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del
Gobierno en cualquiera de sus poderes;
..."

En fuerza de lo anterior es menester concluir que la tarea de la Sala se


limitará a verificar la existencia o no de los méritos suficientes para
enjuiciar a los imputados en promover, ayudar o sostener cualquier movimiento
armado para alterar la paz interior de la República o para impedir el ejercicio
del Gobierno en cualquiera de sus poderes, en el lugar, fecha y circunstancias
que se dejaron expuestas en el desarrollo de la querella.

Más aún, el Fiscal General, en la página 82 de su querella, expuso:

"En efecto, de la lectura de la norma parcialmente transcrita, se observa que en


ella se describen varias conductas que, desarrolladas, son consideradas delito
de rebelión militar; y ellas son, las de promover, ayudar o sostener cualquier
movimiento armado, que tiene como objetivo, o bien alterar la paz interior de la
República, la de impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en cualquiera de
sus poderes.
Y son precisamente dos de estas conductas, en las que aparecen indicios
suficientes de su desarrollo por parte de los ciudadanos EFRAIN VÁSQUEZ
VELAZCO, HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, PEDRO PEREIRA OLIVARES Y
DANIEL LINO JOSÉ COMISSO
URDANETA; concretamente, las de promover y ayudar cualquier movimiento armado
para impedir el ejercicio de los poderes del Gobierno establecidos en la
República Bolivariana de Venezuela."

Es decir, que, por propio requerimiento del querellante, quedó excluida del
ámbito de decisión de esta Sala una de las figuras rectoras, (sostener)
establecidas en el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia
Militar, por lo cual se estrecha sensiblemente la competencia de esta Sala a la
sola determinación de los méritos suficientes para el enjuiciamiento o no de los
imputados por el delito de rebelión, consecuencia de acciones suyas consistentes
en promover o ayudar, quedando excluido lo relativo a sostener un movimiento
armado destinado a alterar la paz interior de la República o a impedir el
ejercicio del Gobierno, por cuanto no hay en la querella ninguna imputación en
tal sentido, sino, por el contrario, expresamente se le soslayó.
En conclusión, la Sala debe limitar su decisión a verificar si de los elementos
probatorios traídos por el Fiscal General se desprende que, en las
circunstancias de tiempo y lugar expuestos en la querella, aparecen méritos para
el enjuiciamiento de los imputados por el delito de rebelión, en sus
manifestaciones de promover o ayudar cualquier movimiento armado para alterar la
paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del
gobierno.

IV
PUNTOS PREVIOS
Previamente a cualquier decisión de fondo acerca de la declaratoria de si hay
o no méritos para el enjuiciamiento de los ciudadanos señalados por el Fiscal
General de la República en su referido escrito, debe esta Sala dilucidar una
serie de puntos previos planteados por la defensa en la oportunidad cuando tuvo
lugar la audiencia oral y pública del presente procedimiento, lo que pasa a
hacer de la siguiente manera:

PRIMERO
LAS RECUSACIONES FORMULADAS AL CIUDADANO FISCAL GENERAL DE
LA REPUBLICA

Planteó la defensa del ciudadano General de División (Ej.) EFRAÍN VÁSQUEZ


VELASCO que las actuaciones realizadas por el Fiscal General de la República en
este procedimiento son nulas, en virtud de lo que disponen en los artículos 94 y
101 del Código Orgánico Procesal Penal, toda vez que durante su tramitación
estaba, y está pendiente, la resolución de una serie de recusaciones
interpuestas en su contra. En este sentido, invocó los votos salvados que
consignaron las Magistradas BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN y YOLANDA
JAIMES GUERRERO
en la decisión que dictó esta Sala, el 30 de mayo de 2002, en causa.

A este respecto, la Sala observa que ya dicha materia fue objeto de


pronunciamiento, al punto que incluso, la parte citó los votos salvados que se
produjeron en esa oportunidad; por tal razón, es aplicable el contenido del
artículo 176 del Código Orgánico Procesal Penal, el cual dispone:

"Prohibición de Reforma. Excepción. Después de dictada una sentencia o auto, la


decisión no podrá ser revocada ni reformada por el tribunal que la haya
pronunciado, salvo que sea admisible el recurso de revocación.
Dentro de los tres días siguientes de pronunciada una decisión, el juez podrá
corregir cualquier error material o suplir alguna omisión en la que haya
incurrido, siempre que ello no importe una modificación esencial.
Las partes podrán solicitar aclaraciones dentro de los tres días posteriores a
la notificación."

Como puede verse una vez dictada una sentencia o auto, la decisión no puede ser
revocada ni reformada por el tribunal que la dictó -tal y como lo pretende el
solicitante al requerir la nulidad antes dicha-, a menos que sea admisible el
recurso de revocación, recurso este que no procede en caso por cuanto sólo está
concedido para los fallos de mero trámite, según el artículo 444 eiusdem y,
además, por la prohibición que contiene el artículo 1 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia, el cual es del tenor siguiente:
Artículo 1. La Corte Suprema de Justicia es el más alto Tribunal de la República
y la máxima representación del Poder Judicial. Contra las decisiones que dicte
en Pleno o en alguna de sus Salas, no se oirá ni admitirá recurso alguno."

Por todo lo anterior, es forzosa la conclusión de que tal pedimento previo es


improcedente, y así se decide.

SEGUNDO

También planteó la defensa del ciudadano General de División (Ej.) EFRAÍN


VÁSQUEZ VELASCO la nulidad de las actuaciones que llevó a cabo el Fiscal
General de la República, porque la investigación del Ministerio Público se hizo
a sus espaldas y en un tiempo muy breve, lo que no le permitió defenderse.

A este respecto observa la Sala que, en la página 85 de la querella del Fiscal,


se dijo lo siguiente:

"Así mismo, es oportuno resaltar que durante el desarrollo de las actuaciones


que me obligan a solicitar el antejuicio de mérito, se le han respetado
escrupulosamente a los ciudadanos EFRAÍN VÁSQUEZ VELAZCO, HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ,
PEDRO ANTONIO PEREIRA OLIVARES Y DANIEL LINO JOSÉ COMISSO
URDANETA todos sus
derechos y garantías constitucionales, encabezados por el tan preciado derecho a
la defensa.
En efecto, los mencionados ciudadanos fueron llamados oportunamente por la
Institución que presido, a fin de que rindieran declaración en calidad de
presuntos imputados. Siendo el caso que solo concurrieron al llamado del
Ministerio público los ciudadanos PEDRO PEREIRA OLIVARES, HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ Y
DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA quienes fueron impuestos de todos sus
derechos...(omissis)
En lo que respecta al General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, él fue
llamado oportunamente a rendir declaración ante el Ministerio Público, como
consta al pié de la boleta que le fuera remitida, la cual cursa al folio 94 de
la primera pieza del expediente, a fin de que pudiera, si lo consideraba
conveniente, hacer uso del derecho a la defensa; derecho éste, el cual
entendemos no quiso ejercer, pero que en ningún momento le fue negado."

Aprecia la Sala que, efectivamente, el mencionado ciudadano fue citado por el


Ministerio Público, tal y como consta en boleta que forma el folio 194 de la
pieza 1 de este expediente, en la cual dicho ciudadano estampó: " le participo
que estoy en proceso de sometimiento a un antejuicio de mérito". Lo anterior
conduce a este Alto Tribunal a considerar que el General EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO
sí tuvo conocimiento de las pesquisas que adelantaba el Ministerio Publico y
tuvo posibilidad de defenderse y que, efectivamente, materializó esas
posibilidades al punto de que, tal y como se dijo en el particular anterior,
recusó al Fiscal General de la República y presentó escrito donde hizo valer el
principio non bis in idem, escrito este que corre a los folios 223 y 224 de la
pieza 2 del expediente.

Por lo que respecta a la brevedad de la investigación estima la Sala que ello,


en ningún caso, puede ser motivo de la nulidad de ella; primero, por cuanto
precisamente es lo deseable que las investigaciones no sean prolongadas y,
segundo, por cuanto no significa ninguna desigualdad, desde luego que esa
circunstancia rige en los mismos términos para el investigador y para el
investigado.

Debido a lo anterior, la petición que ahora se analiza debe ser declarada


improcedente y así se decide.

TERCERO
NULIDAD DE LAS DECLARACIONES RENDIDAS POR FUNCIONARIOS DEL
EJECUTIVO NACIONAL

Señaló la defensa del ciudadano General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ


VELASCO,
en relación con las declaraciones aportadas por el Ministerio Público en el
expediente contentivo de su investigación preliminar, que las mismas son
manifiestamente ilegales, toda vez que se trata de testigos "pertenecientes al
gobierno nacional" o de interpretaciones "políticas", que no garantizan el
debido proceso ni el contradictorio. En ese mismo sentido, invocó los artículos
13, 197 y 222 del Código Orgánico Procesal Penal, para referirse a las pruebas
presentadas por el Ministerio Público, especialmente las testimoniales, que
consideró inválidas por no ofrecer ningún fundamento serio.

A este respecto, concluye la Sala que si los funcionarios a los cuales se


refiere el solicitante fueron protagonistas o tuvieron participación de primer
orden en los sucesos narrados en la querella, no puede pretenderse la nulidad
de sus declaraciones como consecuencia del cargo que ostentan u ostentaron,
desde luego que eso significaría la imposibilidad de realizar la investigación
de tales hechos.

En mérito de lo anterior, debe desestimarse el alegato que se comenta y así se


decide.

CUARTO
NULIDAD DE LA QUERELLA POR FUNDARSE EN UN PROCESO PENAL
DECLARADO NULO

Alegó la defensa del ciudadano EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, con base en la


sentencias
de la Corte Marcial y de la Sala Constitucional de este Tribunal Supremo, ambas
de fecha 14 de mayo de 2002, que "la Querella del Fiscal General de la República
es nula, por cuanto se fundamenta en una investigación penal militar anulada por
la Corte Marcial y prohibida por la Sala Constitucional..."

En cuanto a este pedimento, observa la Sala que si una querella tiene su base en
una averiguación o en un proceso investigativo declarado nulo, ello podrá ser
causa de la desestimación o improcedencia de dicha querella, pero nunca de su
nulidad. Mutatis mutandi, puede decirse que si una demanda esta acompañada con
un instrumento fundamental, es decir, aquél del cual se deriva inmediatamente la
acción deducida y dicho documento resulta nulo, como por ejemplo, la letra de
cambio que no llena los requisitos establecidos en los artículos 410 y 411 del
Código de Comercio, tal nulidad podrá conducir a la declaratoria sin lugar de la
pretensión, pero jamás a la nulidad del libelo contentivo de esa pretensión.

No obstante lo anterior, deja constancia esta Sala de que el Fiscal General de


la República, al intervenir en la audiencia oral y pública, manifestó que no se
había basado en las actuaciones que forman parte de la investigación declarada
nula, y advierte, asimismo, que ninguna de las actuaciones infectadas de nulidad
serán tomadas en consideración para la emisión del presente fallo.

El ciudadano EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO manifestó, igualmente, que los hechos


investigados no revisten carácter penal por cuanto carecen de tipicidad, al no
estar presentes los elementos objetivos y subjetivos necesarios y que la
querella no cumple con los requisitos de forma que exige la ley, por cuanto no
se basó en prueba lícita alguna. Y, a tal respecto, esta Sala considera que
tales planteamientos no constituyen materia de un punto previo sino que tocan el
fondo, razón por la cual deben ser desestimados en esta oportunidad por
extemporáneos y resueltos al considerar el tema a decidir que ya ha sido
determinado.

QUINTO
INCONSTITUCIONALIDAD DEL ARTÍCULO 476 DEL CÓDIGO ORGÁNICO DE
JUSTICIA MILITAR

Sostiene la defensa del General PEDRO PEREIRA OLIVARES la inconstitucionalidad


del artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar, indicando
que dicha norma es prácticamente idéntica al artículo 642 del Código de
Justicia Militar argentino, artículo éste que al ser comentado por el
doctrinario Raúl Augusto Badaracco, éste sostiene que, el texto legal argentino
es nulo e inconstitucional en lo referente a la función de sostén de gobiernos
que impone a las Fuerzas Armadas, en contra de los principios constitucionales.

Observa la Sala, en cuanto a este argumento, que se está solicitando la nulidad


de un texto legal mediante la comparación que de él se hace con una norma
extranjera, para poner en evidencia su similitud, pero que nunca se hizo mención
a cuál sería la norma constitucional vulnerada por el artículo cuya declaratoria
de nulidad se pretende.

En tales condiciones está vedado a la Sala suplir argumentos no formulados por


las partes.

Con base a lo anteriormente expuesto, también debe declararse improcedente la


anterior solicitud y así se decide.

v
IMPUTACIÓN DEL FISCAL
La única imputación que atribuyó el Fiscal General de la República a los
oficiales generales o almirantes, cuyo enjuiciamiento pidió es la de haber
cometido, en su opinión, el delito que establece el artículo 476, ordinal 1, del
Código Orgánico de Justicia Militar, el cual, como ya se dijo, dispone lo
siguiente:

"Artículo 476. La rebelión militar consiste:


1. En promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar
la paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del
Gobierno en cualquiera de sus poderes;
..."

Esta conducta ha sido denominada rebelión propia y su tipo, en este caso


específico, tiene como acciones rectoras las de promover o ayudar cualquier
movimiento armado para alterar la paz interior de la República o para impedir o
dificultar el ejercicio del gobierno en cualquiera de sus poderes.

Para que una determinada conducta del hombre pueda reprocharse en el mundo del
derecho penal, es menester que esa conducta pueda subsumirse perfectamente en el
supuesto de hecho o descripción del tipo que la ley ha dado. Es decir, esa
conducta debe encajar milimétricamente, tal y como casa el tornillo en la
tuerca, el dedo en la sortija, la bala en el calibre, en el supuesto de hecho
que el órgano legislativo ha establecido como criminoso.

En efecto, es de todos sabido que la norma jurídica está compuesta por un


supuesto de hecho y una consecuencia jurídica. En el Derecho Penal, regido por
el principio de la legalidad de los delitos y las penas, es preciso, para que
pueda existir delito, que previamente a la acción u omisión del hombre, esa
conducta haya sido reconocida como criminosa y que, igualmente, de manera previa
se haya tarifado la sanción a que se hace acreedor el responsable de esa
conducta.

En este orden de ideas, advierte la Sala que la defensa de los imputados hizo
valer el argumento de que el delito de rebelión militar no tiene pena
establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, o lo que
es lo mismo, que dicha norma es una de aquellas que se conocen como imperfectas,
por cuanto si bien establece una conducta reprochable, no consagra el castigo
que deba tener como consecuencia del ejercicio de esa acción.

Es de tal importancia ese argumento que la Sala Plena se siente obligada a


hacer, de inmediato, su previa consideración y resolución y pasa a hacerlo en
los términos siguientes:

El ciudadano Fiscal General solicitó la declaratoria de mérito para el


enjuiciamiento de los ciudadanos General de División (EJ) Efraín Vásquez
Velasco, General de Brigada (Av) Pedro Pereira Olivares, Vicealmirante Héctor
Ramírez Pérez y Contralmirante Daniel Lino José Comisso Urdaneta, identificados
en autos, por el delito de rebelión militar. El Fiscal fundamentó su solicitud
en el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar.
Dicho Código, efectivamente, no contiene previsión de pena respecto a la
conducta descrita.

El delito de rebelión militar, en su forma propiamente dicha, que consistiría en


la existencia de un movimiento armado para alterar la paz interior de la
República o para impedir o dificultar el ejercicio del gobierno, no existe en
nuestra legislación castrense. Esta legislación reconoce formas cualificadas o
agravadas del delito y el delito de rebelión impropia (sin alzamiento colectivo
armado), como lo serían la instigación a la rebelión (artículo 481 del Código
Orgánico de Justicia Militar) y, en el ámbito del derecho común, la conspiración
(artículo 144, ordinal 2°, del Código Penal). No obstante, estos delitos no son
materia de la presente decisión. La tipificación delictiva que estableció el
Código de Justicia Militar y Naval de 1933 era distinta a la del Código vigente
por cuanto, en el mismo, estaban dispuestas las penas para los casos de rebelión
propia (artículos 116, en relación con el 117 eiusdem).

En nuestro derecho rige el principio de legalidad, según el cual la única


fuente de los delitos y de las penas es una ley que dicte el Poder Legislativo
Nacional. En este sentido, nuestra legislación recoge el principio contenido en
el clásico apotegma nullum crimen nulla poena sine lege y que tanto el Código
Penal como el de Justicia Militar lo reconocen cuando expresan: "Nadie podrá ser
castigado por un hecho que no estuviere expresamente previsto como punible por
la ley, ni con penas que ella no hubiere establecido previamente" (artículo 1°
del Código Penal) y "Nadie puede ser enjuiciado militarmente sino por lo hechos
calificados y penados por este Código" (artículo 6 del Código Orgánico de
Justicia Militar). Está generalmente admitido que estos principios se consideran
básicos para el estado de derecho.

El artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar define dos supuestos de
hecho para la rebelión militar: el primero es "promover, ayudar o sostener
cualquier movimiento armado para alterar la paz interior de la República o para
impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus poderes". El
segundo es "cometer, durante una guerra civil, para favorecer al enemigo de la
legalidad, cualquiera de los hechos enumerados en los ordinales 26°, 27°, 28° y
29° del artículo 464, en cuanto sean aplicables".

El artículo 464 se refiere al delito de traición a la patria y los supuestos de


hecho contenidos en los mencionados ordinales, es decir, "poner en peligro la
independencia de la Nación o la integridad de su territorio" (26°); "inducir o
decidir a potencia extranjera a hacer la guerra contra la Nación o atentar en
cualquier forma contra la soberanía nacional" (27°); "haber sido causa de la
derrota de las fuerzas nacionales" (28°) e "impedir que una operación de guerra
produzca las ventajas que debía producir" (29°). Estas hipótesis son enteramente
distintas, tanto en sus elementos estructurales como temporales, a los que
establece el ordinal 1 del mencionado artículo 476.

El ordinal 2° del mencionado artículo 476 define un supuesto de hecho distinto e


independiente del que contiene en el ordinal 1 señalado, cuya acción consiste en
comisión (elemento objetivo) "durante una guerra civil" (elemento temporal),
"para favorecer al enemigo de la legalidad (elemento subjetivo y normativo).
Resulta procedente recordar, como se ha dicho, que el tipo penal debe aparecer
necesariamente conformado por el supuesto de hecho (parte objetiva y subjetiva
de la conducta) y por la pena como consecuencia jurídica. Si falta cualquiera de
estos dos enunciados normativos de la disposición referida en primer término,
llamados a estructurar el tipo básico propiamente dicho, no se configura una
conducta punible.

Los artículos 477, 478 y 479 eiusdem, conforman, pues, tipos autónomos de
rebelión, los llamados cualificados o agravados, que deben partir de una
descripción básica (precepto), destinada a establecer conductas, igualmente
distintas y autónomas con caracteres y penalidades propias. Así, el artículo 477
requiere, en su primera parte, el componente típico que está dado por la
expresión presencia del "enemigo extranjero" (referencia objetiva) y la
"adhesión a la rebelión". El artículo 478 hace referencia a la "presencia del
enemigo rebelde" (elemento normativo) y el artículo 479 establece textualmente:
"en todos los demás casos de rebelión militar la pena será de veinticuatro (24)
a treinta (30) años de presidio para las personas comprendidas en el ordinal 1°
del artículo 477 y de veintidós (22) a veintiocho (28) años de presidio para las
comprendidas en el ordinal 2° del citado artículo". Como puede verse, esta norma
no se refiere para nada al ordinal 1 del artículo 476 citado.

En este mismo orden de ideas, la Sala observa lo siguiente:


a
El artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR, al describir el tipo
legal de la Rebelión Militar, silenció la materialización del reproche a través
de la expresión de su efecto jurídico más importante, esto es, la pena.}

b
No obstante, estima esta Sala que el artículo 479 eiusdem resulta inaplicable en
concordancia con el artículo 476, ordinal 1, ibidem, por cuanto entre ambas
disposiciones legales falta una identidad esencial como lo es la de la
incriminación. En efecto, al remitirse al artículo 477 del CÓDIGO ORGÁNICO DE
JUSTICIA MILITAR, el artículo se está refiriendo, necesariamente a quienes
actúan en calidad de iniciadores, directores o jefes de la rebelión, en tanto
que el artículo 476 ordinal 1 eiusdem describe como supuestos de hecho los de
"promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar la paz
interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno
en cualquiera de sus poderes". En otros términos, vistos los verbos rectores de
los supuestos de hecho en una y otra disposición se concluye que son acciones
que no sólo no son equivalentes sino que, en el caso específico de la ayuda a la
cual se refiere el artículo 476 ordinal 1, sería más bien un supuesto de
complicidad (Código Penal artículo 84, ordinales 1° y 3°), y ello es francamente
antitético con una actividad de dirección o jefatura. En este orden de ideas y
para reforzar el criterio de la inaplicabilidad de las penas que dispone en el
artículo 479 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR a los tipos legales del
artículo 476 ordinal 1 eiusdem, bastaría con preguntarse ¿cuál sería la pena
aplicable a quién ayude pero no sea iniciador, director, ni jefe de la rebelión?

Por lo que cabe la conclusión, como consecuencia de todo lo anterior, de que


ninguno de los delitos señalados está en discusión en el presente caso.

Desde luego que tal vacío legal de la disposición referida (artículo 476,
ordinal 1) no puede ser subsanado por interpretación analógica por cuanto ello
entraría en colisión con el principio de legalidad antes señalado, el cual
supone, además, que los componentes punibles sean concebidos en forma precisa.
Lo contrario conduciría a una aplicación analógica in malam partem, en
condiciones similares a las establecidas en el Código soviético de 1926 y
nacional socialista alemán de 1935.

En todo caso la existencia de concepciones antitéticas o contradictorias en


relación con el problema en estudio, es ciertamente significativo que, en
relación con la existencia o inexistencia de pena para los delitos de rebelión
tipificados, total o parciales, según el criterio que se acoja, en el artículo
476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR existe una duda grave y
razonable,
lo cual debería conducir necesariamente a la aplicación del principio pro
libertatis o favor libertatis establecido en el artículo 24 in fine de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

No puede olvidarse que nuestro actual sistema procesal penal es acusatorio y que
el juez no puede sustituir al Ministerio Público en el ejercicio de la acción
penal. En consecuencia, como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento
que describe el referido ordinal 1 del artículo 476, único en el cual el
ciudadano Fiscal General de la República fundamentó su calificación jurídica, no
puede ser procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que
solicitó dicho funcionario. Así se declara.

CAPÍTULO SEGUNDO
ANÁLISIS DE LOS HECHOS

A pesar de que el pronunciamiento anterior es suficiente para desestimar la


solicitud del Fiscal General, la Sala Plena no puede pasar por alto la gravedad
de la situación que vivió Venezuela durante los primeros días de abril de 2002,
los cuales tuvieron reflejo en la comunidad internacional, al punto que la
Organización de Estados Americanos emitió un comunicado de prensa en el cual
señaló:

Con ocasión de los acontecimientos del 11 de abril y la subsiguiente alteración


del orden constitucional, la Comisión emitió un comunicado de prensa el 13 de
abril de 2002, en el que expresó, entre otras cosas, su más enérgica condena por
los hechos de violencia que costaron la vida de al menos 15 personas y causaron
heridas a más de un centenar. Asimismo, la Comisión lamentó constatar que
durante los días 12 y 13 de abril se produjeron detenciones arbitrarias y otras
violaciones a derechos humanos; deploró la destitución de las más altas
autoridades de todos los poderes públicos; y advirtió que dichos hechos
configurarían los supuestos de interrupción del orden constitucional
contemplados en la Carta Democrática. (Resaltado de la Sala) (Tomado de la
página Web www.oea.ors).
El clima de confrontación, el antagonismo de distintos grupos de la sociedad con
relación a los mismos, y lo que se vio y vivió en el país durante esos días,
cuando se produjeron paros de actividades y huelgas tales como la de la
industria petrolera, marchas y contramarchas, programas de televisión, escritos
en la prensa, cadenas presidenciales, pusieron de relieve las diferentes maneras
de apreciar y calificar, por parte de esos exponentes, la conducción del
gobierno.

Se han divulgado videos, se ha dicho de muchas maneras, pretendiendo hacer ver a


la opinión pública que este Tribunal Supremo de Justicia no toma en cuenta tales
hechos, que el Fiscal General de la República y otros factores de la vida
nacional calificaron como delito de rebelión tipificado en el ordinal 1 del
artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR.

De tal manera que si la Sala se limitara al sólo pronunciamiento de derecho, el


país y la comunidad internacional quedarían con la incógnita sobre el criterio
de valoración que este Alto Tribunal pudiera emitir sobre lo fáctico, por lo
cual es de superlativa importancia examinar los términos en que se produjo la
imputación fiscal y es por eso que se pasa a hacerlo tal como sigue:

PRIMERO
LA IMPUTACIÓN
I
El Fiscal General dijo: "Se le (sic) imputa a los mencionados ciudadanos, la
comisión de hechos delictuosos, los cuales determinaré en el texto de esta
solicitud".

A partir de la página 2, en un capítulo denominado De Los Hechos, narró cómo la


marcha efectuada el 11/04/02 tuvo como origen el conflicto laboral que se
presentó en PDVSA, en virtud de la designación que hizo el Presidente de la
República de la nueva Junta Directiva, lo que, a juicio de alguno de sus
trabajadores, resultaba atentatoria contra la meritocracia.

Que a raíz de estos nombramientos se suscitó una serie de protestas en PDVSA,


las cuales fueron desarrollándose en escala, encaminada a la paralización total
de la industria.

Que a ello se sumó el despido y jubilación de algunos gerentes y profesionales


de PDVSA que anunció el Presidente Chávez, el 7/04/02, en su programa Aló
Presidente.

Que, frente a esa decisión presidencial, algunos trabajadores de PDVSA, en esa


misma fecha convocaron a la paralización de actividades a nivel nacional, lo que
se cumplió en forma escalonada, a partir del día 9 del mismo mes y año; que a
esa convocatoria se sumaron FEDECÁMARAS y CTV "... por decisión de sendos
Comités Ejecutivos, presididos por los ciudadanos PEDRO CARMONA ESTANGA y
CARLOS
ORTEGA, respectivamente".

Que, ante esa situación, el Ejecutivo Nacional procedió a emitir continuas


cadenas para evidenciar la normalidad en el país y el fracaso del paro; y que,
por su parte, los medios de comunicación informaban sobre hechos vinculados con
la paralización de actividades.

Seguidamente, reseñó los titulares del diario "El Universal" del 10/04/02.

Acotó el Fiscal que, el 10 de abril de 2002 el General de Brigada (Ej.) NÉSTOR


GONZÁLEZ GONZÁLEZ, en rueda de prensa convocada en el Hotel Tamanaco,
rechazó
públicamente el gobierno del ciudadano Presidente HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS
y
exigió la verdad sobre la presencia de la guerrilla colombiana en Venezuela, así
como la despolitización de la Fuerza Armada Nacional y transcribió parte del
comunicado.

Que, el 10 de abril de 2002, CTV y FEDECÁMARAS convocaron a la ciudadanía a una


marcha desde el Parque del Este hasta PDVSA y que a dicha convocatoria se
unieron distintos sectores de la sociedad civil y organizaciones no
gubernamentales.

Que, al arribar a su destino esta concentración, diversos representantes de los


sectores participantes se dirigieron a la multitud a través de altoparlantes y,
oído el clamor de los asistentes, se decidió encaminar la marcha hacia el
Palacio de Miraflores, con la intención de solicitarle la renuncia al Presidente
de la República.

Que estos acontecimientos fueron reseñados a través de distintos medios de


comunicación audiovisual y la prensa escrita.

Que los medios de comunicación audiovisuales estaban transmitiendo en vivo, por


lo que la ciudadanía tuvo conocimiento directo de los hechos, configurándose así
"el hecho notorio comunicacional".

Que, paralelamente, en esa misma fecha, en las inmediaciones del Palacio de


Miraflores, se había congregado, desde la mañana, un gran número de personas en
apoyo del Presidente de la República y que personeros de los Poderes Públicos
como el diputado JUAN BARRETO, los Ministros ARISTÓBULO ISTÚRIZ, MARÍA
CRISTINA
IGLESIAS, ANA ELISA OSORIO y MARÍA LOURDES URBANEJA, así como el
Alcalde de
Caracas, FREDDY BERNAL, entre otros, procedieron a convocar a la ciudadanía, con
el propósito de respaldar al gobierno, a través de "Venezolana de Televisión",
"Radio Nacional de Venezuela" y "YVKE Mundial", haciendo uso, además, de
altoparlantes ubicados en la tarima que se situó en el Palacio de Miraflores.

Transcribió parcialmente el resultado de las entrevistas sostenidas por las


Fiscales del Ministerio Público comisionadas para realizar la investigación
preliminar que debió preceder a su solicitud, hechas a los Ministros MARÍA
CRISTINA IGLESIAS y ARISTÓBULO ISTÚRIZ y parte de la interpelación, ante el
Comité Político de la Asamblea Nacional, hecha al Alcalde FREDDY BERNAL.
Siguió diciendo que el 11/4/2002, aproximadamente a las 3:45 p.m., el Presidente
de la República se dirigió en cadena nacional al pueblo venezolano y manifestó
que, salvo algunos focos de violencia, había total normalidad en el país y que,
durante esa alocución, anunció la suspensión indefinida de todos los canales
privados de televisión.

Que, en esa alocución, el Presidente indicó que sólo dejaría el poder conforme a
los términos establecidos en la Constitución y que hizo un llamado a la
responsabilidad y a no caer en provocaciones de sectores que acusó de
"terroristas y subversivos".

Que, cuando el Presidente hizo esos señalamientos, la marcha se encontraba cerca


de las inmediaciones del Palacio de Miraflores, donde aguardaban grupos de
civiles en respaldo al primer mandatario.

Que las televisoras privadas inicialmente acataron la transmisión en cadena,


pero, a las 4:28 p.m., optaron por dividir la pantalla para mostrar
simultáneamente la alocución presidencial y los disturbios en las cercanías del
Palacio de Miraflores.

Que las imágenes transmitidas al país mostraron actos de violencia que


ocasionaron muertes y heridos.

Que, a partir de las 4:35 p.m., fueron saliendo del aire las televisoras
privadas por decisión oficial, pero que la colectividad observaba el desarrollo
de los acontecimientos a través de los sistemas de canales por suscripción.

Que cuando la marcha arribó a las inmediaciones del Palacio de Miraflores fue
contenida por un "cordón humano de seguridad" de la Guardia Nacional y que,
luego, algunas personas empezaron a disparar con armas de fuego desde distintos
puntos, entre éstos, Puente Llaguno, Edificio La Nacional y las escalinatas de
El Calvario.

Para demostrar lo anterior y en cuanto a la participación de la Guardia Nacional


en la marcha, transcribió parcialmente la declaración del entonces Ministro de
la Defensa JOSÉ VICENTE RANGEL ante el Ministerio Público y las declaraciones
del General de División FRANCISCO BELISARIO LANDIS; de FREDDY BERNAL
y del
Director de la Policía Metropolitana de Caracas Comisario HENRY VIVAS, ante la
Comisión Especial Política de la Asamblea Nacional.

Todo lo anterior consta entre los folios 2 y 15 de la querella del Fiscal, ambos
inclusive.

Observa la Sala que hasta este momento no aparece ni siquiera la mención de


alguno de los imputados, en virtud de lo cual los hechos narrados y demostrados
por el Fiscal no pueden servir como soporte de decisión alguna en contra de
ellos.
Seguidamente, dijo el Fiscal que "En horas de la tarde del día jueves 11 y
durante la madrugada del viernes 12 de abril, fueron transmitidos a través de
los medios de comunicación, diversos pronunciamientos efectuados por oficiales
militares de alto rango, relacionados con los hechos antes señalados".

Añadió que, "En efecto, las declaraciones de los diferentes Componentes de la


Fuerza Armada Nacional, estaban relacionadas con el desconocimiento del gobierno
del Presidente HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS y del Alto Mando Militar,
respectivamente. Estos mensajes fueron grabados y transmitidos a través de los
sistemas de canales por suscripción, debido a la suspensión de las señales
televisivas nacionales".

Siguió diciendo que:

" El primer vocero de este mensaje fue el Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PEREZ,
Jefe del Estado Mayor General de la Armada, quien aparece acompañado de los
Contralmirantes DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA (Jefe de Planificación
de la
Inspectoría General de la FAN) y FRANCISCO NORIEGA ( Jefe de Logística del
estado Mayor General de la Armada); los Generales de Brigada de la Guardia
Nacional MARCO FERREIRA TORRES (Director de ONIDEX), OSCAR JOSÉ
MARQUEZ
(Agregado Militar en Colombia) y RAMÓN LOZADA (Jefe de la Guardería del
Ambiente); los Generales de Brigada del Ejército VIDAL RIGOBERTO MARTÍNEZ
(Jefe
del Comando Logístico del Ejército) y HENRY LUGO ( Inspectoría de la FAN). Por
el componente Aviación aparecieron los Generales de Brigada CLINIO RODRÍGUEZ
Y
PEDRO PEREIRA".

A continuación, reprodujo el texto del pronunciamiento.

Luego, indicó que, a las 9:00 p.m., el Comandante General del Ejército, General
de División EFRAÍN VÁSQUEZ VELAZCO, fijó posición ante los medios televisivos
del país y transcribió parcialmente el contenido de su alocución.

Siguió diciendo que el General de División CARLOS ALBERTO ALFONSO


MARTÍNEZ, en
ese entonces Inspector General de la Guardia Nacional, asumió la vocería de su
componente, encontrándose acompañado por el Jefe del Estado Mayor, General
EDGAR
MÉNDEZ CASANOVA, así como por el Jefe de Operaciones EDGAR BOLÍVAR y el
General
de División RAFAEL DAMIANI BUSTILLOS, e igualmente, transcribió parcialmente
su
pronunciamiento.

Indicó que, el 12 de abril de 2002, la prensa reseñó las declaraciones del


General de División de la Guardia Nacional LUIS ALBERTO CAMACHO KAIRUZ,
en ese
entonces Vice-Ministro de Seguridad Ciudadana del Despacho de Interior y
Justicia, en cuanto a que expresó su respaldo al pronunciamiento del Generalato
de la Guardia Nacional, pero que, según la prensa, fue más allá: "culpó al
gobierno de las muertes de ayer, e indicó que no deseaba hacerse cómplice de las
muertes de esa matanza", así como que dijo: "Hago un llamado al gobierno
nacional: tienen que renunciar señores".

Transcribió parcialmente las declaraciones del mencionado militar, que difundió


Venevisión el 11 de abril de 2002, y la interpelación de ese funcionario en la
Asamblea Nacional el 13 de mayo de este año.

Siguió diciendo que, a las 3:15 a.m. del 12 de abril de 2002, el componente de
la Armada se sumó a los pronunciamientos de las otras Fuerzas y transcribió
parcialmente el comunicado del Inspector General de la Armada, Vicealmirante
VICENTE QUEVEDO.

Seguidamente, transcribió parcialmente la interpelación ante la Comisión


Política de la Asamblea Nacional, del General NÉSTOR GONZÁLEZ GONZÁLEZ, el
14 de
mayo de 2002.

Indicó que los hechos antes narrados, a juicio del ciudadano JOSÉ VICENTE
RANGEL, estaban vinculados con un movimiento que pretendía la salida
inconstitucional del ciudadano Presidente de la República HUGO RAFAEL CHÁVEZ
FRÍAS, (subrayado de la Sala).

Transcribió parcialmente la entrevista que el Ministerio Público sostuvo con el


General RAFAEL CIPRIANO MARTÍNEZ MORALES, Director de Inteligencia
Militar, y el
Ministro de Infraestructura ISMAEL ELIÉCER HURTADO SOUCRE así como
también
parcialmente, citó la interpelación, ante la Comisión Política Especial de la
Asamblea Nacional, del entonces Ministro del Interior y Justicia, RAMÓN
RODRÍGUEZ CHACIN, y del General de División MANUEL ROSENDO.

Luego, dijo el Fiscal en su querella que, en la madrugada del 12 de abril de


2002, el General LUCAS RINCÓN, Inspector General de las Fuerzas Armadas
Nacionales, procedió a leer el texto de un comunicado ante los medios de
comunicación, en el que anunciaba que el ciudadano Presidente de la República
HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, había renunciado a su cargo y, como consecuencia
de lo
anterior, el Alto Mando Militar puso sus cargos a la orden, y que de igual
forma, hizo pública la destitución del gabinete ministerial realizada por el
Presidente y, en ese sentido, transcribió el texto de dicho comunicado.

Posteriormente, transcribió parcialmente las declaraciones que rindió el General


en Jefe LUCAS RINCÓN ROMERO ante el Ministerio Público y ante la Comisión
Política de la Asamblea Nacional.

A continuación, dijo el Fiscal en la querella que, a la 3:55 a.m., el


Presidente HUGO CHÁVEZ se retiró de las instalaciones del Palacio de Miraflores
y se dirigió hacia el Fuerte Tiuna, en compañía del Ministro de Infraestructura,
ELIÉCER HURTADO SOUCRE, y del General de División (Ej.) MANUEL
ROSENDO, bajo
custodia de la Casa Militar, a cargo del General JOSÉ AQUILES VIETRI VIETRI.

A continuación, citó parcialmente, la declaración del Ciudadano HUGO CHÁVEZ ante


el Ministerio Público, la cual se analizará con posterioridad, tal y como se
hará igualmente con la cita que también hizo el Fiscal, de la entrevista hecha
por el Ministerio Público a Monseñor BALTAZAR PORRAS.

Reseñó también la querella el contenido de la boleta de encarcelación del


Presidente de la República, la cual forma el folio 325 de la segunda pieza del
expediente y que es del tenor siguiente:

"Cumpliendo instrucciones del Ciudadano General de División EFRAÍN VÁSQUEZ


VELASCO fue ordenada, tal como consta de "Boleta de Ingreso al Centro de
Reclusión del 35 RPM-LJSM", suscrita por los jefes de la referida Estación, la
reclusión del ciudadano Teniente Coronel del Ejército, HUGO RAFAEL CHÁVEZ
FRÍAS,
( "ExPresidente de la República Bolivariana de Venezuela") en fecha 12 de abril
de 2002, entregado por el Capitán del Ejército JOSÉ GREGORIO ESCALONA
BRICEÑO y
recibido ST-2DA ALEXANDER JOSÉ GALICIA, tal como se desprende del folio 325
de
la segunda pieza del expediente".

A partir del folio 47 de la querella y hasta el folio 71, se narró lo que


sucedió desde el viernes 12 de abril de 2002 a las 6:15 p.m., cuando el
ciudadano PEDRO CARMONA ESTANGA se juramentó ante el país como Presidente
Interino de la República, designando parte de su futuro equipo ministerial,
entre los cuales apareció el coimputado HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, como Ministro
de
la Defensa; que el recién nombrado Procurador General de la República dio a
conocer el Acta de Constitución del Gobierno de Transición Democrática y Unidad
Nacional, cuyo contenido transcribió íntegramente y que, a partir de allí, se
produjeron hechos como la detención de RAMÓN RODRÍGUEZ CHACÍN y TAREK
WILLIAM
SAAB; el allanamiento de la sede administrativa de la Asamblea Nacional;
protestas agresivas contra la Embajada de Cuba en Venezuela y el anuncio del
desconocimiento y revisión del Acuerdo Integral de Cooperación entre la
República Bolivariana de Venezuela y la República Federativa de Cuba.

Se refirió también a la detención de los ciudadanos RAFAEL CABRISE y HENRY


ATENCIO ATENCIO, por su supuesta participación en los asesinatos ocurridos el
día de la marcha.

Narró cómo grupos simpatizantes del Presidente Chávez realizaron


manifestaciones, a los fines de obtener el regreso del mandatario nacional y
dijo que diferentes personeros del gobierno depuesto afirmaban la falsedad de la
renuncia del Presidente que dio pie a la ruptura del hilo constitucional y
advertían que se había producido un golpe de estado.

Una vez transcrita parcialmente la entrevista hecha por el Ministerio Público al


General BERNABÉ CARRERO CUBERO, en cuanto a la situación existente en el
Fuerte
Tiuna para el 11 de abril de 2002, se dedicó a hacer la crónica de cómo se
desarrolló la operación Rescate por la Dignidad Nacional que concluyó en el
retorno del Presidente HUGO CHÁVEZ, previa renuncia del ciudadano PEDRO
CARMONA
ESTANGA y asunción temporal del ciudadano DIOSDADO CABELLO.

En esta última parte, es decir, lo que sucedió entre el viernes 12 de abril de


2002, a las 6:15 p.m., cuando se juramentó el ciudadano PEDRO CARMONA
ESTANGA
(pág. 47 de la querella), hasta el 14 de abril de 2002, cuando reasumió el cargo
de Presidente de la República el ciudadano HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS (pág.
71),
la única mención que hace el Fiscal con relación a los imputados se encuentra en
los folios 64 y 65 de la querella y se refiere al General EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO, en su condición de Comandante General del Ejército, quien realizó una
serie de señalamientos al Decreto Constitutivo del Gobierno de Transición, con
los que condicionó el apoyo militar a las modificaciones que debían realizarse,
con apego a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Lo anterior significa que, de acuerdo con la delimitación del tema a decidir


precisado con anterioridad; de los hechos señalados en la querella todo aquello
que va entre el folio 2, en cuanto al conflicto laboral de PDVSA y el folio 15,
cuando se producen los pronunciamientos de los imputados, así como también,
entre el folio 47, desde la juramentación del ciudadano PEDRO CARMONA, hasta el
folio 71, cuando reasumió el cargo el ciudadano HUGO CHAVEZ, la única mención
que de ellos se hace -reitera la Sala- se refiere al General EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO, en su condición de Comandante General del Ejército, quien hizo una
serie de señalamientos al Decreto Constitutivo del Gobierno de Transición,
condicionando el apoyo militar a las modificaciones que debían realizarse con
apego a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

II

En cuanto a la actuación de los imputados, entre el folio 71 y el folio 78 la


querella narró las actuaciones que tendrían la entidad suficiente para la
declaratoria de haber mérito para su enjuiciamiento, siendo ellas:

i. Que los Generales o Almirantes que fueron imputados se dirigieron a la


ciudadanía, a través de los medios de comunicación, para la trasmisión de un
mensaje mediante el cual desconocían el gobierno del Presidente HUGO CHÁVEZ.

ii. Que los oficiales Generales o Almirantes imputados "...se encontraban


presentes el 11 de abril de 2002 en el Fuerte Tiuna, tal como se desprende de
los videos anexos al expediente, exigiendo al Presidente de la República HUGO
RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS la renuncia de su cargo, caso contrario se tomarían medidas
drásticas contra el Palacio de Miraflores".

iii. Que ante la negativa del Presidente HUGO CHÁVEZ a la presentación de la


renuncia al cargo, "...los Altos Oficiales disidentes optaron por la detención
ilegal del mismo. En este sentido consta en el expediente (folio 325 de la
segunda pieza del expediente) boleta de ingreso del Presidente HUGO RAFAEL
CHÁVEZ FRÍAS al Centro de Reclusión del 35 RPM-LJSM por instrucciones del
ciudadano General (Ej.) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, Comandante General del
Ejército".

Para demostrar lo relativo al particular i,. el Fiscal General hizo valer los
vídeos y transcripciones, así como periódicos que acompañó a la querella; para
probar lo relativo al particular ii, el Fiscal hizo valer los vídeos anexos al
expediente así como la entrevista realizada por el Ministerio Público al
Presidente HUGO CHÁVEZ FRÍAS, la declaración del General ISMAEL HURTADO
SOUCRE,
quien señaló que se dirigió al Comando General del Ejército para hablar con el
General VÁSQUEZ VELASCO y se consiguió con una situación de desobediencia y de
no reconocimiento de la autoridad del Alto Mando Militar y, para evidenciar lo
relativo al particular iii, el Fiscal hace valer la boleta de ingreso del
Presidente HUGO CHÁVEZ al Centro de Reclusión, por instrucciones del Comandante
General del Ejército, la cual corre inserta al folio 325 de la segunda pieza del
expediente.

De todo lo anterior se concluye que es misión de esta Sala Plena establecer si


las actuaciones que se atribuyen a los imputados constituyen una promoción o una
ayuda a un movimiento armado para alterar la paz interior o para impedir el
ejercicio de los poderes del gobierno establecidos en la República Bolivariana
de Venezuela y se pasa a hacer en los términos que siguen:

PRIMERO
PRONUNCIAMIENTOS DE LOS IMPUTADOS

Contrariamente a lo que afirmó el Fiscal en el folio 16 de la querella, el


primer vocero de estos pronunciamientos no fue el Jefe del Estado Mayor de la
Armada sino que lo fueron integrantes del componente Guardia Nacional. En
efecto, la página D-1 del periódico "El Nacional", del 12 de abril de 2002,
acompañado y hecho valer por el ciudadano Fiscal se dice "GN alzó la voz
primero" y seguidamente indicó que la vocería de los Altos Oficiales fue asumida
por el General de División CARLOS ALFONSO MARTÍNEZ.

No obstante, no puede escapar a esta Sala Plena que un día antes de ese
pronunciamiento, el 10 de abril de 2002, refiriéndose a lo que sucedía con la
concentración en PDVSA citada por el Fiscal, el General Damiani Bustillos, tal y
como consta al folio 250 de la segunda pieza, había dicho:

"Yo soy el General de División de la Guardia Nacional de Venezuela, Rafael


Damiani Bustillos, me dirijo en el día de hoy a la opinión pública con la
finalidad de hacer conocimiento que el ciudadano Presidente de la República le
ha ordenado a la Guardia Nacional, la utilización de la fuerza con la finalidad
que retire a las personas que se encuentran frente a Pdvsa.
Como conocedor del orden público y del orden interno, aconsejo al Alto Mando
Militar que se encuentra en estos momentos reunidos en Fuerte Tiuna, que no
tomen acción que es una locura presidencial que va a empañar el nombre de la
Fuerza Armada, y en especial de mi querida Guardia Nacional.
También pido en estos momentos, lo pido pues, con la seriedad del caso que esto
requiere en estos momentos del plan detención, pido cordura al gobierno
nacional, cordura a los medios de comunicación social, a los obreros, a la CTV,
a la gente de PDVSA, a Fedecámaras y sobre todo a los venezolanos.
Cumplo con la consecuencias y repito de lo que me pueda pasar con este acto que
lo estoy haciendo conscientemente. Muchas gracias."

Es decir que antes de los acontecimientos del 11 de abril de 2002, ya altos


oficiales de la Fuerza Armada habían emitido pronunciamientos en contra de la
posibilidad de que los militares pudieran intervenir de alguna manera en un
conflicto eminentemente civil.

Esta circunstancia adquiere mayor importancia si se toma en cuenta que el


General Efraín Vásquez Velazco aseguró, en la audiencia oral que el 07 de abril
de 2002, que en el Consejo de Ministros donde estuvo presente el Fiscal General,
se había elaborado un plan que comprendía labores de hostilidad contra los
manifestantes.

Una vez llegada la marcha a las cercanías del Palacio de Miraflores y producidos
los primeros hechos de violencia es cuando se produce la actuación del
componente Guardia Nacional, en la cual el General de División CARLOS ALFONSO
MARTÍNEZ expuso que, un día antes, se había discutido en el Comando de su
fuerza la participación que ella debía tener, ya que sólo cuando se rebasa la
actuación de la policía uniformada es cuando la Guardia interviene "...en
representación de la Fuerza Armada, de garantizar ese orden..."

Dijo que en la mañana de ese día una marcha "...con una inmensa cantidad de
venezolanos salieron en forma pacífica a hacer unos planteamientos" y que
"...durante el desarrollo de toda la marcha '...hubo un comportamiento cívico de
altura. No hubo alteraciones del orden público ni hechos de violencia...'...".

Narró cómo después la marcha se dirigió a Miraflores y que:

"...Ahí, en ese momento, cuando esos acontecimientos se van desarrollando, llamé


al Señor Comandante General de la Fuerza que estaba reunido con el Alto Mando y
le hice saber nuevamente cuál era el sentimiento institucional y cuáles los
escenarios que nosotros veíamos probables de actuación para la institución..."

Siguió diciendo que:

"...Viendo los acontecimientos que se desarrollaban en la televisión, pudimos


observar que la Guardia Nacional al mando de oficiales de la institución
pertenecientes al Comando Regional N° 5, salieron a la tarea de impedir que
ambos frentes hicieran contacto. Muy bien hasta ese momento, pero resulta ser
que detrás de los miembros de la Guardia Nacional habían (sic) miembros del otro
bando, círculos bolivarianos o lo que están estacionados al frente del Palacio
de Miraflores y ellos sí ejercian violencia sobre el resto de los manifestantes
y vimos como la Guardia Nacional en vez de reprimir a ambos frentes por igual o
a hacer acciones para separar ambos bandos, solamente se dirigió contra el bando
de las personas que venian en forma pacífica..."

Dijo acto seguido que:


"...Llamé a mi General Lucas, al Inspector de la Fuerza y le he hecho saber que
no estamos de acuerdo con los resultados de la jornada de hoy. Y que hemos
podido evitar esa situación. Son venezolanos los que fallecieron durante la
jornada, hay heridos y hay muertos. Y estamos ante una escalada que pudiera ir a
consecuencias mayores..."

Fue después de la denuncia del componente Guardia Nacional cuando el


Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez (Jefe de Planificación de la Inspectoría
General de la Fuerza Armada Nacional), acompañado del Contra-almirante Luis
José Comisso Urdaneta, General Brigada Pedro Pereira y otros hicieron un
pronunciamiento ante los medios de comunicación, en el cual desconocieron al
gobierno, porque consideraron la situación de riesgo manifiesto de agravamiento
de la conflictividad social, con fundamento en los artículos 57 y 350 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, porque supuestamente se
lesionaron derechos humanos, debido a que el artículo 328 de la Carta Magna le
imponía a la Fuerza Armada Nacional mantener el orden interno y evitar
derramamiento de sangre.

Al respecto, manifestaron los Oficiales, en su defensa, que el mensaje no hace


referencia a la violencia, amenazas, uso de las armas o a la alteración de la
paz de la República. Por el contrario, se destacaba el respeto por las
Instituciones y por la Constitución y, de acuerdo con la obligación de la Fuerza
Armada Nacional, tenían que mantener el orden interno, conforme al mandato de la
Constitución en el artículo 328 y un llamado a una Venezuela mejor ya que había
sido víctima de lo que ellos consideraron una masacre sin precedentes
históricos y que se encontraba fracturada por los mensajes de odio que habían
penetrado los sentimientos de los compatriotas.

Los Oficiales, en su defensa, manifestaron que actuaron sin dolo de malignidad,


ya que ese pronunciamiento lo consideraban un acto lícito fundamentado en el
artículo 57 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, según
el cual tenían el derecho de expresar libremente sus pensamiento, ideas y
opiniones a viva voz por los medios de comunicación y prohíbe la censura a los
funcionarios públicos para contar de los asuntos bajo sus responsabilidades.

En este sentido, es bueno reiterar que para poder punir a cualquier ciudadano es
preciso, además del accionar suyo, la intencionalidad, desde luego que si ella
no existe o si esa persona actúa convencida de la legitimidad de su proceder
faltaría el elemento subjetivo del tipo penal.

Es en esta parte cuando las declaraciones del Ministro de Infraestructura,


General Ismael Hurtado Soucre, deben ser traídas a colación.
En efecto, dijo él, según consta en las actas aportadas por el Fiscal General:
Cuando ellos le piden la renuncia por que se la piden? Respondió: "Yo no te
puedo decir que ellos hayan dicho allí le pedimos la renuncia por esto, esto, y
esto, ellos manifestaron de que, por supuesto habían sido vulnerados los
derechos humanos con estos muertos, ellos siempre manifestaron inclusive en las
conversaciones que tuvieron conmigo, de que., según ellos los detonantes habían
sido estos muertos, pero decirte que específicamente hicieron una lista allí de
que por estas causas, ustedes tienen que renunciar, les confieso que no, por lo
menos yo no lo oí (...) ellos siempre se montaron en el piso de que era por
causa de los muertos, producto de francotiradores, etc. etc, y de tener armados
al (sic) Círculos Bolivarianos, eso fue lo que ellos manifestaban, que ellos no
podían permitir eso (...) ellos consideraron eso una violación de los derechos
humanos que se había matado gente inocente".- (folios 379 al 391 del Expediente
Pieza 2).-
(Resaltados de la Sala).

La anterior declaración evidencia que la conducta de los imputados se encontraba


precedida de la convicción de que debían impedir un estado de cosas que
consideraron nocivo, con razones para ello, desde luego que no otra cosa
indicaba la declaración del General Carlos Alfonso Martínez, pero no con la
finalidad de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno.

Posteriormente, el General Efraín Vásquez Velazco (Comandante General del


Ejército), el 11-04-2002, a las 09:00 p.m, se pronunció ante los medios de
comunicación y manifestó que se violaron los derechos humanos, consagrados en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, porque murieron
venezolanos por incapacidad de dialogo y el Alto Mando lo advirtió con tiempo,
pero no se tomaron las medidas necesarias.

Asimismo, dijo que existían grupos armados bolivarianos que ofendían el nombre
del Libertador, porque pregonan la maldad y utilizan armas (delitos según la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela) y se utilizaron oficiales
de la Fuerza Armada Nacional con fines políticos. Por ello, consideró se había
manchado el honor de la Fuerza Armada Nacional, perdido la identidad con los
uniformes y violentado la autoridad del Comandante del Ejercito al recibir un
subalterno del citado General Vásquez ordenes directas del Presidente de la
República. Le pidió perdón al pueblo por los sucesos acaecidos porque la Fuerza
Armada Nacional no cumplió su cometido porque creyeron que dicha Fuerza no era
para agredir al pueblo, ni para combatirlo.

Como Comandante General del Ejercito le ordenó a todos sus comandantes de


batallones, brigadas y divisiones que permanecieran en sus unidades porque eso
no era un golpe de estado, ni una insubordinación, era una posición de
solidaridad con todo el pueblo venezolano y dijo que fue fiel y leal al
Presidente, pero los muertos de ese día no los podía tolerar, y con fundamento
en los artículos 328 y 350 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, estaban obligados a tomar esa decisión.

Destacó que dicho pronunciamiento no era insubordinación, sino un acompañamiento


a todo el pueblo venezolano ante lo que consideró un atropello a todos los
venezolanos." (Folio 17 y 18 querella)

De lo anterior se evidencia que, con tal pronunciamiento, no se desconoció al


gobierno del Presidente de la República sino la orden dictada por el Presidente
de la República, de aplicar el Plan Ávila porque resultaba contrario a la
protección de los derechos humanos de la ciudadanía y ello significaría una
masacre, así como repudió, junto con los otros Altos Oficiales, el genocidio que
perpetraron los círculos oficialistas contra la sociedad civil indefensa.

En este sentido, es bueno ratificar lo dicho con anterioridad en cuanto a la


causa o intención del pronunciamiento.

De igual manera, es preciso poner énfasis en el hecho de que ordenar la


permanencia de las unidades en sus sedes, lejos de significar una movilización
militar, se traduce, exactamente, en lo contrario y ello aleja la idea del tipo
en lo que respecta a movimiento armado.

A las 02:30 a.m., del 12 de abril de 2002, el General en Jefe Lucas Rincón
Romero se dirigió al País y tal como narró el Fiscal General, leyó una alocución
donde dijo:

"...Los miembros del Alto Mando Militar de la Fuerza Armada Nacional de la


República Bolivariana de Venezuela deplora los lamentables acontecimientos
sucedidos en la ciudad de Capital en el día de ayer. Ante tales hechos se le
solicitó la renuncia de su cargo la cual aceptó.

Los miembros del alto Mando Militar, a partir de este momento ponemos nuestros
cargos a la orden, los cuales entregaremos a los oficiales que sean designados
por la nuevas autoridades.

Finalmente, quiero hacer un llamado al glorioso pueblo de Venezuela, a mantener


la calma y el ejercicio de un ejemplar civismo, rechazando toda incitación a la
violencia y al desorden.- Tengan fe en sus Fuerza Armadas.- Muchas gracias".-.

(Resaltados de la Sala).

Tal comunicado, emanado del Alto Mando Militar, tiene que ser interpretado en el
sentido de que ese Alto Mando Militar tampoco estaba de acuerdo con la
implementación de las actividades denunciadas por los imputados y que, además,
también hacía responsable al Presidente de la República de tales circunstancias,
al punto de que le solicitó su renuncia.

En efecto, de no ser así, sería incomprensible esa justificación para ello.

Además, el General en Jefe hizo un llamado al pueblo a mantener la calma y, como


es lógico, no se puede mantener lo que no existe, por lo cual es forzosa la
conclusión de que la alteración de la paz interior de la República, según lo
expuesto por el Alto Mando Militar, o no se dio o no fue responsabilidad de los
imputados.
Por último, de haber existido algún hecho criminoso no se justificaría un
mensaje al pueblo a tener fe en su Fuerza Armada.

El 12-04-2002 a las 3:15 a.m., es decir, casi una hora después de la alocución
del General Lucas Rincón, anunciando la renuncia del Presidente de la República,
el Almirante Vicente Quevedo (Inspector General de la Armada) se pronunció
lamentando profundamente los hechos violentos y trágicos acaecidos ese día y se
sumó al profundo sentimiento de tristeza que embargaba al pueblo venezolano,
respaldó las declaraciones de los demás componentes y su apoyo a la sociedad
civil. Hizo un llamado a la calma.

Al analizar esta alocución, es forzoso concluir que los hechos producidos en la


ciudad capital, durante la tarde del 11 de abril de 2002, fueron efectivamente
violentos y trágicos, como indicó el Almirante Quevedo, y tuvieron la magnitud
suficiente para que ese componente de la Fuerza Armada diera su respaldo a los
otros componentes después de que se había anunciado la renuncia del Presidente.

Coincidió entonces la Armada con la naturaleza del móvil de los pronunciamientos


de los imputados y eso refuerza la idea que ellos tuvieron de que procedían
correctamente.

Por todo lo anterior no queda otro camino sino concluir en que tales eventos
fueron de tal gravedad que pudieron justificar la conducta de los imputados al
creer razonablemente, que era lícita su forma de proceder.

Subraya la Sala que ninguno de los pronunciamientos de los imputados fue puro y
simple con la intención de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino
que cada uno de ellos tuvo como causa los hechos de violencia que se estaban
produciendo en el país, como consecuencia de la citada marcha y la
implementación del Plan Ávila.

Esto significa, se reitera, que procedían convencidos de lo correcto y legítimo


de su proceder, por cuanto su formación se oponía al acatamiento de una orden
que consideraban reprochable y ello aleja la idea de malignidad.
En este sentido, esta Sala reitera el criterio sostenido en la sentencia del 4
de julio de 2000 antes citada (caso Miquilena) con ponencia del Magistrado
ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS:

"... Por ello hay en esa descripción típica elementos objetivos que faltan en la
conducta que se solicita investigar y también un elemento subjetivo de lo
injusto, no únicamente referido al dolo sino también al fin. Por esto hay un
elemento subjetivo finalístico dentro del tipo o un elemento subjetivo. Y si tal
elemento no es reproducido por el proceder del sujeto activo del delito,
estaríase en presencia de un aspecto negativo de la tipicidad: la ausencia de
tipo, enunciada como principio substancial en el artículo l° del Código Penal:

...omissis....
" Tal ausencia de tipo pudiere ser entendida más bien como una ausencia total de
tipo o una atipicidad general y completa, porque faltan varios de los caracteres
o elementos típicos de la descripción hecha en la ley del delito
correspondiente. Si se trata de indagar en el ánimo del agente y de comprobar
cognoscitivamente los elementos subjetivos del tipo, se ve que allí no había
malignidad, sino el convencimiento de que su conducta era lícita porque ya había
vendido sus acciones o, por lo menos, y esto si es indiscutible, creyó que las
había vendido".

De acuerdo con lo anterior, es imposible hacer encajar en el tipo descrito en el


citado artículo 476, ordinal 1, las mencionadas conductas de los imputados al
emitir esos pronunciamientos, sin que la Sala pueda emitir ningún otro
pronunciamiento en relación con ellos, desde luego que sólo se le ha exigido el
que queda dicho.

Por otra parte, para que tales hechos pudieran encuadrar en la descripción dicha
es preciso el elemento finalístico; es decir, que las alocuciones tuvieren como
fin promover o ayudar un movimiento armado para alterar la paz interior de la
República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno.

En este sentido, se observa que el único de los imputados que tenía mando
efectivo de tropas ordenó a todos sus comandantes de batallones, brigadas y
divisiones que permanecieran en sus unidades y que eso no era un golpe de estado
ni una insubordinación, sino que lo que hizo fue desconocer la orden dictada por
el Presidente de la República de aplicar el Plan Ávila, por cuanto, según él,
resultaba contrario a la protección de los derechos humanos de la ciudadanía y
ello significaría una masacre.

Luego, si el único que tenía mando de tropa ordenó a esa tropa que permaneciera
en sus unidades y les aclaró que no era golpe de estado ni insubordinación, para
los otros, por carecer de mando de efectivos militares resultaba imposible la
comisión del delito que se le imputó sin que pueda la Sala, referirse a ningún
otro tipo de calificativo de su conducta que tenga que ver con un supuesto
diferente al señalado por el Fiscal.

La conclusión única, entonces, tiene que ser la de que las acciones por las
cuales se pretende enjuiciar a los oficiales preidentificados no se realizaron
con la intención de alterar la paz interior o la de impedir o dificultar el
ejercicio del gobierno sino, exactamente, para tratar de restablecer esa paz
interior rota por factores y elementos ajenos a los imputados.

Que, efectivamente, hayan obrado de manera correcta es materia diferente pero


ajena a esta decisión.

SEGUNDO
SOLICITUD DE RENUNCIA BAJO COACCIÓN

En torno a esto es importante recordar que por cuanto la responsabilidad penal


es personalísima, para que pueda imputarse un hecho criminoso a una persona no
basta con que ella se encuentre presente en el momento y lugar cuando y donde
tal conducta se produzca, sino que esa acción censurable debe emanar de ella.
Para determinar si se produjo, de parte de los imputados, coacción alguna para
la obtención de la renuncia del Presidente de la República a su cargo, la Sala
pasa a analizar las testimoniales traídas a los autos por el Fiscal General, de
la siguiente manera:

El cuatro de mayo del presente año en el Palacio de Miraflores el Presidente


HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, en entrevista con los Fiscales comisionados,
manifestó: ...

A la pregunta ¿ Le mencionaron quienes eran esas personas que exigían su


renuncia ? respondió: "Era difícil sabe por qué, por qué me decía Lucas Rincón
que esa era una algarabía de gente, y que no se ponen de acuerdo, que había
entre ellos, incluso ya un conflicto, y que era difícil quien, pero todos
asumimos que era Vásquez Velasco, el Jefe del Ejército era uno de los que
dirigía la acción, era el más antiguo todo estaban manifestando contra el
gobierno, .....

Como puede verse no se señaló específicamente a alguna persona sino que dijo que
todos asumieron algo y esto no puede bastar para dar por demostrada una
situación tan grave como la que se les imputa.
Sigue la declaración:
A la pregunta ¿ Le mencionó el General Lucas Rincón algún nombre de las personas
que estaban presionando ? respondió: "No, entiendo que todo ese grupo que estaba
allá, como 40 Generales , Almirantes..." (...) Bueno fíjense entonces, es allí
cuando en ese marco de cosas, cuando Lucas hace su aparición, incluso yo le
dije que la renuncia mía es la del él y la del Alto Mando..."

Nuevamente se observa que la supuesta presión no se ejerció contra el Presidente


sino que fue una afirmación que a él le hizo el General Rincón y sin señalar a
nadie en particular.

Siguió diciendo el Presidente en su declaración que llegaron los Generales


Damián Bustillo, el General Camacho Kairuz, uno del ejército llamado Narváez y
otros más y así dijo:

"Bueno recuerdo que llegan entonces, permito que pasen los generales que se
habían manifestado contra el gobierno, ellos pasaron, El general Damiani
Bustillo, el general Camacho Kairuz, estos dos de la Guardia Nacional y uno del
Ejército llamado Narváez y otros más, eran tres que recuerdo y ellos si vinieron
a decirme con mucho respeto usted es el Presidente de la República nosotros
queremos respetarle su investidura y queremos facilitar esto, pero allá en
Fuerte Tiuna, hay una cosa de conflicto, unos que si unos que no, incluso ellos
venían con la idea de que yo aceptara ir en un helicóptero a Maiquetía, yo le
digo no vale de esa manera no, yo quiero que ustedes se pongan de acuerdo, yo no
pudo irme del país como si nada, (...) no hubo forma de convencer a nadie, así
que ellos vuelven a llamar y dicen que no hay condiciones, que creo si en diez
minutos yo no salía de allí para allá, tenían una columna de tanques ya listos
para bombardear el palacio (...)

Dijo que "ellos vuelven a llamar" pero sin especificar quiénes son ellos, desde
luego que no pueden ser los antes nombrados y "ellos" dicen que tenían una
columna de tanques.

Siguió diciendo que salieron de Palacio a las cuatro de la mañana, pero, resulta
que, desde hora y media antes ya el pueblo venezolano y la comunidad
internacional estaban convencidos de que en Venezuela el Presidente había
renunciado y no se explica cómo se presiona para que renuncie a quien ya lo
hizo.

Continúa:

"... y es así como salimos de aquí creo que a las cuatro de la mañana ir a
Fuerte Tiuna (...) conmigo van los conductores de aquí, íbamos en caravana, iba
el General Rosendo en la parte delantera, iba el General Hurtado a mi derecha,
iba yo en el centro, iba el Mayor Suárez Churio, mi escolta personal en la parte
izquierda, yo iba uniformado (...) ahí estaban muchos generales, almirantes y
estaban allí los obispos Baltarzar Porras y Azuaje (...) El General tomó la
palabra una vez que yo me siento, es el General de Cavim Fuenmayor León, él toma
la palabra, entiendo que lo designaron y hace una exposición y me dice bueno
señor Presidente lo hemos llamado, fue respetuoso de verdad, para que usted
bueno firme aquí la renuncia y me vuelven a poner entiendo que es la misma
hoja, y ni la leí, la vi que pusieron ahí y me dicen bueno es lo más
conveniente para el país, le agradecemos su gesto, que se yo, todas esas cosas,
entonces yo le digo mira Fuenmayor, y le hablé a todos, recuerdo que le hablé a
todos, yo en esas condiciones, así yo no voy a renunciar a la Presidencia."
Se refiere al General Fuenmayor y, además, repite que fue respetuoso, lo cual,
aparte de no ser imputado este General, aleja la idea de la coacción.

"...así que ni siquiera me pongan esta hoja aquí, yo les voy a repetir y les
repetí las condiciones, una, dos, tres, cuatro y además, si me quieren oír y
empecé a darles mas orientaciones, tengan mucho cuidado con lo que va a pasar
aquí, el pueblo, hay un pueblo, ahí hay una Constitución ahí hay unos oficiales
por ahí, tengan mucho cuidado, manejemos bien esta situación, yo estoy
diciéndoles eso y recuerdo que me interrumpen de una manera altanera, es la
palabra, el general González González (...) y me dice no aquí no hemos venido a
discutir nada, .." agregó que se quedó con el obispo Baltazar Porras y el
Obispo Azuaje y el General Vietri Vietri paso un tiempo y volvieron a insistir.
"...ahí esta la renuncia, usted tiene que firmar la renuncia... manifestó que
tomó la palabra un general de División de la Guardia Nacional, no recordó su
nombre y dijo: "...nosotros no podemos aceptar que el se vaya del país, porque
como le vamos a explicar al pueblo después, por permitirnos que se fuera un
asesino, o quien produjo todas estas muertes..."

Hasta aquí se observa sólo una conducta calificada de altanera y emanada de un


no imputado y de un General de la Guardia Nacional cuyo nombre no recordó. Es
más ni siquiera nombró a los oficiales cuyo enjuiciamiento se pide.

...Después de transcurrido un tiempo "...luego ellos entran -como les decía- y


me presionan un poco más, me habla ya este General este de la Guardia
prácticamente me estaba enjuiciando, tiene que ir preso por este genocidio, por
toda esa sangre, si es así háganlo soy el Presidente prisionero, no se olviden,
tienen preso al Presidente de la República, no se le olvide, yo no voy a firmar
esa renuncia (...) agarraron la hoja y dijo uno -bueno eso no importa que no
firme nada..." (Folio 432 al 438 del expediente pieza N° 2).-
(Todos los resaltados de esta declaración son de la Sala).

Lo anterior evidencia que, entre los militares, existía malestar por lo que
consideraron un genocidio imputable al Presidente y ello robustece lo antes
expuesto pero, además, de quien se considera prisionero es de ese oficial no
identificado y del General González, cuyas conductas son ajenas también a este
decisión por cuanto el Fiscal General la limitó, se repite una vez más, a los
cuatro imputados.

Es criterio de la Sala que de las declaraciones del Presidente Hugo Chávez, en


ningún momento puede evidenciarse que los imputados hayan ejercido, en su
contra, ningún tipo de presión.

Efectivamente, el Presidente Chávez, única persona en definitiva que puede decir


si se ejerció presión en su contra, se refiere a Oficiales distintos a los
imputados y con respecto a algunos de ellos dice que fueron respetuosos, otros
altaneros y otro, cuyo nombre no recordó, pero de quien dijo que era de la
Guardia Nacional y resulta que ninguno de los imputados pertenece a esa fuerza.

Aún cuando lo anterior basta para poner en evidencia que los imputados no son
responsables de haber ejercido coacción sobre el Presidente, la Sala pasa a
referirse a declaraciones de los protagonistas de esos hechos, así:

El ciudadano JOSÉ VICENTE RANGEL VALE, entonces Ministro de la Defensa, al


ser
entrevistado por el Ministerio Público el 25 de abril de 2002 manifestó:

"...La Guardia Nacional, de acuerdo con instrucciones que le dio el General


Belisario Landis, Comandante de la Guardia Nacional se movilizó para impedir
precisamente un choque de manifestantes, y crear una especie de cinturón de
seguridad que impidiera ese choque que se veía venir, cuando la manifestación
llegó a la Avenida Bolívar (...) Posteriormente, ya en vista de que existía una
situación de mucha precariedad en la conducción de la Fuerza Armada empezó a
plantearse una situación a través de la cual viniera un mensaje, en el sentido
de que el Presidente Chávez debía renunciar (...) que el grupo militar que
estaba en Fuerte Tiuna, planteaba la renuncia del Presidente de la República y
que iban a enviar el modelo de renuncia a través del fax de Miraflores, entonces
llegó un documento a través del cual el Presidente renunciaba a la Presidencia
..."

Como puede verse, hasta ahora el declarante se ha referido a un grupo militar,


pero sin que aparezca la mención de alguno de los imputados.

Siguió diciendo que, entre el grupo de los Generales que estaba en el Fuerte
Tiuna, se encontraban los Generales Vásquez, Romel Fuenmayor, Medina Gómez,
Néstor González, Lugo Peña, Pereira, el Almirante Ramírez y el General Martínez,
entre otros.

Es en este momento, cuando por primera vez mencionó a los oficiales contra
quienes se pidió enjuiciamiento; pero no escapa a la Sala que el declarante
estaba en Miraflores y se refería a personas que estaban en el Fuerte Tiuna. Es
decir, habla de algo que no estaba presenciando sino que presumía o creía lo que
afirmaba, pero no le constaba.

El Presidente, dijo el declarante, mantenía la posición de no firmar la


renuncia, luego se produjo una llamada del grupo de generales que estaban en el
Fuerte Tiuna, diciendo que daban un ultimátum de 15 minutos para que se les
diera una respuesta porque, de lo contrario, enviarían los tanques del Batallón
Ayala.

Observa la Sala que el entonces Ministro de la Defensa manifestó que se recibió


una llamada del grupo de generales pero nuevamente se mantiene la incógnita en
lo que respecta a qué persona específica hizo la llamada y dio el ultimátum.

Además, se refirió a que se les amenazaba con los tanques del Batallón Ayala,
con lo cual era imposible de materializar alguna amenaza como se verá en la
declaración del Ministro Iztúriz.

Siguió diciendo el Dr. Rangel que, aproximadamente a las 4:00 o 3:45 de la


madrugada, el Presidente salió de Miraflores acompañado por el General Rosendo y
del General retirado Hurtado.

Observa la Sala que la hora indicada por el declarante, como de salida del
Presidente de Miraflores como consecuencia de las amenazas a las que hizo
mención, es posterior al momento cuando el General en Jefe había anunciado su
renuncia.

Terminó diciendo que él se fue al Circulo Militar, luego a su casa y luego


estuvo muy activo, desde el sitio donde estaba oculto, en la organización del
contragolpe o según sus palabras, para restablecer la normalidad constitucional
y reponer al Presidente Chávez.

En el Diario El Nacional del 13/04/2002, página D-9, aparece entrevista


concedida por el Dr. José Vicente Rangel a la periodista Gioconda Scoto a la
pregunta ¿hubo golpe o no hubo golpe? Respondió "obviamente que hubo un
pronunciamiento de la Fuerza Armada que depuso al Presidente" se le repreguntó
¿o sea que hubo un Golpe de Estado? Contestó "hubo un pronunciamiento de la
Fuerza Armada que depuso al Presidente"; nuevamente se le preguntó ¿Por qué no
lo califica como tal? Y contestó "eso es un problema semántico"; más adelante se
le preguntó ¿Usted reconoce a PEDRO CARMONA ESTANGA como Presidente de la
Junta
de Gobierno? Y dijo "yo no soy Poder para reconocer a nadie"; y a la
interrogante ¿Le parece que esta es una vía constitucional para el país?
respondió "eso habría que estudiarlo"

Llama la atención a la Sala que el entonces Ministro de la Defensa no haya sido


tajante en la calificación de los acontecimientos que se acababan de producir y
más bien prefirió decir que se trataba de un problema semántico y que dijo no
ser poder para reconocer a alguien. (Todos los resaltados en la anterior
declaración son de la Sala).

De la declaración del Ministro Aristóbulo Istúriz tampoco se evidencia


identificación o especificación alguna de cual de los imputados pudo haber
presionado al Presidente para obtener su renuncia, ya que solo mencionó al
General Fuenmayor y con relación a la posibilidad de materializar la amenaza al
preguntarle ¿quién ordenó la salida de los tanques? Contestó "no, fíjate los
tanques no llegaron a salir, es decir ellos decían, si en tanto tiempo no
entregan a Chávez, no traen a Chávez, vamos a ir con los tanques a bombardear,
entonces el General Carneiro que estaba con el Presidente era el hombre de los
tanques, es decir, pero en ese momento este...(sic), es decir esa amenaza hoy
sabemos que esa amenaza no la hubieran podido cumplir, hoy en ese momento no lo
sabíamos, entiendes?..." (folio 368 al 378 de la pieza 2 de la querella).
(Resaltado de la Sala).

De la declaración del entonces Ministro del Interior y Justicia, ciudadano RAMÓN


RODRÍGUEZ CHACÍN ante el Ministerio Público, se obtiene que, como a las 3:30
a.m., CAMACHO KAIRUZ y un Coronel de apellido MONTANA y un general de
apellido
BARRAEZ presionaron al Presidente para que renunciara y luego se fueron a Fuerte
Tiuna.

Nuevamente se observa que no aparece presionando al Presidente ninguno de los


imputados y que las presiones que dijo haber presenciado se produjeron después
de una hora de haberse anunciado al país que el Presidente había renunciado.

Mencionó igualmente que se le amenazó con los tanques del Batallón Ayala y como
antes quedó dicho con la declaración del Ministro ISTURIZ se evidenció que tal
amenaza era inejecutable. (folios 409 al 416 de la pieza 2 de la querella)
La ciudadana María Cristina Iglesias, en entrevista en el despacho del Fiscal
General de la República, con las fiscales comisionadas en fecha 25 de abril de
2002 se refiere a "los oficiales" sin identificar a ninguno de los imputados. En
efecto, manifestó:

(...) El Presidente se levanta y con un grupo de oficiales del Alto Mando, se


dirige a su despacho. Los oficiales estuvieron reunidos varias horas con el
Presidente (...) al Presidente le dieron las siguientes alternativas: Renunciar
a la Presidencia de la República y salir del país o renunciar y ser juzgado en
Venezuela; (...) pudimos ver y oir las presiones a las que estaba siendo
sometido el Presidente por quienes solicitaban su renuncia, no recordando ahora
las palabras precisas: por teléfono el General Romel Fuenmayor se comunicaba con
el General Hurtado Soucre, quién estaba en la oficina y había sido comisionado
por el Presidente para ser interlocutor, este último transmitía lo que
telefónicamente decía el General Romel Fuenmayor y decía que le quedaban pocos
minutos al Presidente para renunciar y que pronto saldría el Batallón Bolívar y
el ....del Fuerte Tiuna para tomar el Palacio de Miraflores;(...) El Presidente
no fue sometido a violencia física por parte de ninguna persona, hasta el
momento que yo lo vi, que fue cuando salió de su despacho..." a la pregunta.
¿Diga usted, si el General en Jefe Lucas Rincón estaba en el Palacio de
Miraflores cuando le plantearon la renuncia al Presidente? Contestó: En el
momento en que yo estuve en el Despacho del Presidente no estaba el General
Lucas Rincón estaba en el Palacio de Miraflores cuando le plantearon la renuncia
al Presidente? Contestó: En el momento en que yo estuve en el Despacho del
Presidente no estaba el General Lucas Rincón. Décima: ¿ Diga usted como entiende
que según usted manifestó, el Presidente no renunció, El General Lucas Rincón,
haya informado de su renuncia al pueblo de Venezuela? Contestó: Debe explicarlo
el General Lucas Rincón, quién quizá fue victima de una mala información (folios
47 al 52 de la Pieza1 de la querella fiscal) (Todos los resaltados en la
anterior declaración son de la Sala).
Luego, se sigue sin identificar a ninguna persona en particular, pero se aclara
que no hubo violencia.

En fecha 5-5 del 2002, Monseñor Baltazar Porras se entrevistó con las Fiscales
ante el Tribunal Supremo de Justicia, en la sede de la Conferencia Episcopal y
manifestó que el Presidente dijo:

"...yo he venido aquí porque he querido y el llegó fue a su casa militar, yo he


venido hasta acá y estoy pues en manos de ustedes, pueden hacer lo que quieran,
yo simplemente si les digo que yo les hago menos daño fuera del país, ustedes
deciden..." .- Eso fue a las 4:30a.m. del día 12 de abril. (Resaltado de la Sala).

Aseguró que, después de aproximadamente una hora, los Generales manifestaron que
no le podían permitir la salida porque la responsabilidad iba a recaer sobre las
Fuerzas Armadas.- (folios 227 al 230 del Expediente, Pieza 2).-

De ello se desprende que el Presidente acudió al Fuerte Tiuna "...porque he


querido..." y también que la intención de esos Generales, (se sigue sin saber
cuáles) era la de evitar que se responsabilizara a la Fuerza Armada de algo que
consideraban totalmente perjudicial.

En el acta de entrevista a Monseñor Baltazar Porras, del mismo 5 de mayo del año
2.002, realizada en la sede de la Conferencia Episcopal, se lee a la letra:

"...Me llamó el Ministro Rodríguez Chacín y me pasó al Presidente, quién me


pregunto si yo estaba dispuesto a garantizarle la vida a él, sus familiares, a
los civiles y militares que se encontraban en el Palacio de Miraflores, porque
el había decidido abandonar la Presidencia y además el Presidente dijo que esta
decisión la había tomado luego de consultar con sus asesores y a las nueve en la
noche los reunió para comunicarles su decisión y que por tal motivo requería mi
presencia para que le garantizara la vida y lo acompañara hasta la escalerilla
del avión que lo conduciría al exterior del país".- Segunda: ¿Diga usted si
durante su permanencia en el Fuerte Tiuna, observó algún tipo de coacción hacia
el Presidente de la República para que firmara su renuncia? Contestó: "En
absoluto, más bien me sentía perplejo ante el clima de cordialidad y respeto de
todos, tanto del Presidente hacia los Oficiales, como de ellos hacia el
Presidente, en una situación como esa...".- (folios 186 y 187 del Expediente,
Pieza 1). (Resaltado de la Sala).
El Presidente, entonces, dijo a Monseñor que él había decidido renunciar desde
las nueve de la noche y que esa decisión la tomó luego de consultar a sus
asesores y que lo necesitaba para que lo acompañara hasta la escalerilla del
avión que lo conduciría al extranjero.

Igualmente, se reafirma la idea de la cordialidad y el respeto hacia el


Presidente, ello totalmente ajeno a la coacción y se sigue sin señalar a ninguno
de los imputados.

De la declaración del Ministro de Infraestructura, Ismael Eliécer Hurtado


Soucre, en entrevista con el Ministerio Público, el 26-4-2002, se desprende que
el Presidente de la República lo invitó a una reunión con el Alto Mando Militar
porque podía estar tensa una situación con la Fuerza Armada Nacional, allí se
concluyó que algunos Generales se mantenían en desobediencia. Se dirigió a
Fuerte Tiuna acompañado del General Rosendo y se dio cuenta de que no eran 5 ó 6
Generales sino varios, en el Comando General del Ejército. Era casi todo el
cuerpo de Generales el que estaba allí. La desobediencia consistió en haber
tomado la Comandancia de la Guardia Nacional. Se hablaba de desconocer al Alto
Mando. Había determinación de que el Presidente debía renunciar, pero que era
necesario evitar confrontación entre los miembros de la misma institución y el
pueblo.

No se puede pasar por alto que este Ministro, militar retirado, calificó la
acción como desobediencia.

Nuevamente se pone en evidencia que no hay señalamiento expreso contra los


imputados.

Además, ante la pregunta:

¿Cuando ellos le piden la renuncia por que se la piden? Respondió: "Yo no te


puedo decir que ellos hayan dicho allí le pedimos la renuncia por esto, esto, y
esto, ellos manifestaron de que, por supuesto habían sido vulnerados los
derechos humanos con estos muertos, ellos siempre manifestaron inclusive en las
conversaciones que tuvieron conmigo, de que., según ellos los detonantes habían
sido estos muertos, pero decirte que específicamente hicieron una lista allí de
que por estas causas, ustedes tienen que renunciar, les confieso que no, por lo
menos yo no lo oí (...) ellos siempre se montaron en el piso de que era por
causa de los muertos, producto de francotiradores, etc. etc, y de tener armados
al (sic) Círculos Bolivarianos, eso fue lo que ellos manifestaban, que ellos no
podían permitir eso (...) ellos consideraron eso una violación de los derechos
humanos que se había matado gente inocente".- (folios 379 al 391 del Expediente
Pieza 2).-

Esta parte, no sólo ratifica la falta de identificación de los imputados en los


hechos denunciados por el Fiscal sino que, como antes se indicó, apunta a la
falta de malignidad en la conducta de los imputados y demuestra que, por el
contrario, su intención era la de impedir daños en la paz interior del país.
El General de División Manuel Rosendo señaló que el General Fuenmayor León lo
llamó por teléfono y le informó que estaba en Televen con Monseñor Baltazar
Porras, el General Medina Gómez y el General Néstor González González porque
esperaban al Presidente para la FIRMA de la renuncia y les informó que el
Presidente no iría porque decidió enviarla por fax.- Le enviaron una propuesta
que el Presidente no aceptó firmar, ante la negativa del Presidente de no firmar
la propuesta y la decisión de los Generales de no ceder a su petición, el
General Hurtado y él recibieron varias llamadas del General Romel Fuenmayor
León, diciendo que si no había decisión urgente, los Comandantes de Unidades
arremeterían contra Miraflores y sería bombardeaba por la Aviación.

Dijo también que el General Medina Gómez amenazó con enviar los Batallones Ayala
y Bolívar contra el Palacio de Miraflores. El Presidente decidió dirigirse al
Fuerte Tiuna, lo acompañaron el General Hurtado, el General José Aquiles Vietri
Vietri y él hasta donde se encontraba Monseñor Baltazar Porras en la Comandancia
General del Ejercito. Allí el General Fuenmayor le colocó la carpeta con el
decreto de renuncia y le manifestó que debía firmarlo y sería juzgado en el
país. El Presidente se negó a firmarlo, ante esta situación el General Vásquez
Velasco decidió dejarlo "bajo protección".- (folio 37 y 38 de la querella
Fiscal).-

Nuevamente se demuestra que no fueron los imputados quienes pudieron ejercer


presión para obtener la renuncia del Presidente sino, de ser cierto ello,
personas distintas y, además, que le dijeron dejarlo "bajo protección"

Luego, si en todo momento se señaló que quienes pudieron haberse referido a la


renuncia bajo amenaza del Presidente fueron personas distintas, algunas ni
siquiera identificadas y menos aún imputadas, resultaría imposible hacer
responsable de tales conductas a alguno de los imputados y mucho mas si, como
dijo el Presidente a Monseñor Baltasar Porras, "...él había decidido abandonar
la Presidencia y además el Presidente dijo que esta decisión la había tomado
luego de consultar con sus asesores y a las nueve en la noche los reunió para
comunicarles su decisión y que por tal motivo".

TERCERO
DETENCIÓN ILEGAL DEL PRESIDENTE

Señaló el Fiscal que ante la negativa del Presidente HUGO CHAVEZ a presentar la
renuncia del cargo optaron por la detención ilegal del mismo y señaló como
prueba la boleta de ingreso al Centro de Reclusión, la cual corre inserta al
folio 325 de la segunda pieza del expediente.

A este respecto observa la Sala, que en la misma boleta se señaló como fecha de
ingreso las 6:00 a.m. del día 12 de abril de 2002, y es de todos sabido,
aceptado por tirios y troyanos que horas antes, es decir, a las 2:30 a.m. de ese
día el General en Jefe LUCAS RINCÓN leyó un comunicado en el cual dijo:

"...Los miembros del Alto Mando Militar de la Fuerza Armada Nacional de la


República Bolivariana de Venezuela deplora los lamentables acontecimientos
sucedidos en la ciudad de Capital en el día de ayer. Ante tales hechos se le
solicitó la renuncia de su cargo la cual aceptó.

Los miembros del alto Mando Militar, a partir de este momento ponemos nuestros
cargos a la orden, los cuales entregaremos a los oficiales que sean designados
por la nuevas autoridades.

Finalmente, quiero hacer un llamado al glorioso pueblo de Venezuela, a mantener


la calma y el ejercicio de un ejemplar civismo, rechazando toda incitación a la
violencia y al desorden.- Tengan fe en su Fuerza Armada.- Muchas gracias".
|
A partir de ese momento, todos los ciudadanos del País tenían el derecho y, más
aún, la obligación de considerar como cierta tal afirmación al punto de que
inclusive rebasó las fronteras de nuestro país, y es así como el Secretario
General de la OEA manifestó:

Es conveniente señalar que el grupo de Río consideró la renuncia del Presidente


Chávez como un hecho cumplido, así como también la destitución del
vicepresidente y de su gabinete, por lo cual no se solicitó su restitución como
parte de las acciones necesarias para defender el orden constitucional. (Tomado
de la página web www.oea.org).

En esas condiciones, no puede atribuirse a los imputados la detención arbitraria


del Presidente si en esa oportunidad se trataba de un expresidente, tal y como
se dejó constancia en la boleta hecha valer por el Fiscal.

Por otra parte, el General Vásquez Velazco en todo momento negó haber ordenado
la detención del presidente Hugo Chávez y observa la Sala que la referida boleta
no aparece firmada por ese imputado; boleta que, además, fue expresamente
impugnada por la defensa de dicho oficial porque éste no la había firmado.

En el mismo orden de ideas se tiene que de las declaraciones reseñadas por el


Fiscal y de los recaudos por él acompañados se evidencia que siempre se le dijo
que quedaba bajo custodia para su protección.

De acuerdo con lo anterior tampoco se cumple la tercera de las conductas que la


querella imputó a los Generales y Almirantes para solicitar su enjuiciamiento
por rebelión y, debido a ello, su petición debe ser declarada improcedente, y
así se decide.

CAPITULO TERCERO
EL GOBIERNO PROVISORIO

A pesar de que el Fiscal General no achacó expresamente a los imputados lo


relativo a la constitución de un gobierno provisorio, por lo cual su
consideración es ajena a esta decisión, el mundo todo sabe que el 12 de abril de
2002, después de que el General en Jefe anunciara la renuncia del Presidente, un
grupo de militares entre los cuales se encontraba el coimputado General Efraín
Vásquez Velazco anunció el nombramiento del Dr. Pedro Carmona Estanga como
Presidente interino o provisional de una Junta de Gobierno.

También es sabido que esta persona, la tarde de ese día prestó juramento e hizo
público un Decreto por el cual asumió la presidencia de la Nación, destituyó a
los componentes de los poderes públicos y cambió el nombre de la República,
entre otras cosas.

Ahora, como ya se dijo, una vez que se anunció por el General en Jefe la
renuncia del Presidente y del Alto Mando Militar, todo el país tenía el derecho
y la obligación de creer, tal y como sucedió con la OEA, que en Venezuela
existía crisis en el poder ejecutivo por carencia de titular de la Presidencia.
Fue en esas condiciones cuando los militares anunciaron el nombramiento del
Presidente provisorio.

Evidentemente que carecían de competencia para esa actuación, -aún cuando


por mandato legal se les deba reconocer la buena fe en su actuación-, y no puede
la Sala aplaudir ni silenciar esa conducta por mucho que se acepte que estuvo
preñada de buenas intenciones.

Ahora, si no existía Presidente en ejercicio y antes se habían producido los


graves acontecimientos que los militares tuvieron como móvil de sus
pronunciamientos; que la OEA condenó tal y como lo hiciera este Alto Tribunal,
no puede decirse que con ello se pretendía impedir u obstaculizar el ejercicio
de un poder ejecutivo sin titular, ni alterar el orden y la paz interior de la
Nación que ya se había roto por elementos exógenos a los imputados.

De manera que, a pesar de que la Sala considere inaceptable el que alguien se


arrogue la facultad de designar a un Presidente, tampoco puede concluir en que
ese nombramiento encaje dentro de la descripción hecha en el artículo 476,
ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar que, se ratifica una vez más,
constituyó la única imputación fiscal formulada en la querella.

En cuanto a la juramentación de Pedro Carmona Estanga y al Decreto que hizo


público, se debe recordar que las responsabilidades son personales y que
únicamente a quien se hizo autor se le puede responsabilizar de ello.

Por lo que respecta a que uno de los imputados apareció como Ministro de la
Defensa se observa que si el General en Jefe anunció que el Alto Mando Militar
pondría sus cargos a la orden de las nuevas autoridades, eso se traducía,
necesariamente, en el reconocimiento de esas nuevas autoridades y por tal razón
es imposible reprochar a quien creyó actuar en el mismo sentido de sus
superiores, amén de que en ningún momento se demostró la aceptación del cargo.

En este orden de ideas se ratifica que para que pueda imputarse un hecho
criminoso a una persona no basta con que ella se encuentre presente en el
momento y lugar cuando y donde tal conducta se produzca sino que esa acción
censurable debe emanar de ella.

DECISIÓN
En virtud de las consideraciones expuestas, el Tribunal Supremo de Justicia, en
Sala Plena Accidental, administrando Justicia, en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, de acuerdo con el numeral 3
del artículo 266 de la Constitución Nacional y con los artículos 377, 379 y 381
del Código Orgánico Procesal Penal, pasa a dictar los siguientes
pronunciamientos: 1) Declara que NO HAY MÉRITO PARA EL ENJUICIAMIENTO
de los
ciudadanos EFRAÍN VÁSQUEZ VELAZCO, venezolano, mayor de edad, portador de
1a
cédula de identidad Nro. V‑4.023.794, natural de Caracas, de estado civil
casado, de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de
General de División del componente ejército de la Fuerza Armada Nacional; HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ, venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad No.
V2.814.408, natural de Caripito, Estado Monagas, de estado civil casado, y de
profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de Vicealmirante
del componente Armada de la Fuerza Armada Nacional; PEDRO PEREIRA
OLIVARES,
venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad Nro. 4-064.333,
natural de Carora, Estado Lara, de estado civil casado, y de profesión militar
en servicio activo, actualmente con el rango de General de División del
componente ejército de la Fuera Armada Nacional y DANIEL LINO JOSÉ C0MISSO
URDANETA, venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad No.
V‑
3.793.306, natural de Caracas, de estado civil casado, y de profesión militar en
servicio activo, actualmente con el rango de Contralmirante del componente
Armada de la Fuerza Armada Nacional, que solicitó el Fiscal General de la
República, ciudadano JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ; 2) Decreta el
SOBRESEIMIENTO
según el artículo 378 del Código Orgánico Procesal Penal; y 3) como consecuencia
de lo anterior se ordena la suspensión de las medidas de cautela decretadas en
esta causa.

Publíquese, regístrese y archívese.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho del Tribunal Supremo de Justicia


en Sala Plena Accidental, en Caracas a los 14 días del mes de agosto de dos mil
dos (2002). Años 192° de la Independencia y 143° de la Federación.
El Presidente

IVÁN RINCÓN URDANETA

El Primer Vicepresidente El
Segundo Vicepresidente
FRANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

Los Magistrados

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO JOSÉ M. DELGADO OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA

RAFAEL PÉREZ PERDOMO ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

CARLOS OBERTO VÉLEZ ALBERTO MARTINI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERO RAFAEL HERNÁNDEZ UZCÁTEGUI

LUIS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN

ALFONSO R. VALBUENA CORDERO MARISOL MORENO MARIMÓN

MARÍA JOSÉ RODRÍGUEZ

La Secretaria,

OLGA M. DOS SANTOS P.

VOTO SALVADO

"Me parece que hasta la mente agudísima de ANTONIO ROSMINI se extravió cuando
quiso tratar el asunto de la filosofía política, sin llegar a conclusiones
satisfactorias. Esto no debe causar extrañeza a quien ve en ese concepto una
contradicción intrínseca, por la repugnancia que impide, como un monstruoso
contubernio, la unión de la filosofía, obra de pura razón, con la política,
abyecto fruto cenagoso del empirismo o del fatal provecho propio, cuya fe no es
sino la negación de toda clase de fe.
¿No será esto lo mismo que tratar de unir a Dios y al demonio? ¿Y no me habría
ocurrido lo mismo a mí, acostumbrado como estoy a someter mis convicciones a
los principios de la justicia absoluta, si a mi vez hubiera intentado acoplar la
política y la justicia? En otro tiempo creí ingenuamente que la política de los
regímenes libres no era la misma política de los déspotas; mas por desgracia mis
nuevas experiencias me han demostrado que siempre y en todas partes, cuando la
política entra por la puerta del templo, la justicia atemorizada huye por la
ventana para regresar a los cielos". (CARRARA, Programa de Derecho Criminal,
Parte Especial, vol. VII, T. 9. 4ta. e., Ed. Temis, p. 524 y 525, Bogotá, 1978).

El Magistrado Doctor ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS, Presidente de la Sala


Penal,
salva su voto por las razones siguientes:

La sentencia es un "Monstrum horrendum" del Derecho y constituye un golpe al


Estado de Derecho y un ludibrio internacional.

La sentencia tajó la Constitución y ha institucionalizado la injusticia y la


impunidad e hizo tabla rasa del Derecho Penal, desnaturalizando todas sus finas
esencias y el abecé de tan noble ciencia jurídica.

La sentencia no sólo ha cometido el absurdo de polemizar con hechos notorios,


sino que los ha negado con una vacuidad jurídica impresionante y una increíble
retorsión de la lógica. (Sirva como ejemplo la cínica afirmación de que
el Presidente Chávez no estaba preso, pese a que así lo admitió en TV el General
VÁSQUEZ VELAZCO, sino "custodiado" para su "protección", lo cual, vaya
coincidencia, fue lo que a los golpistas díjoles -que los ponía en "custodia de
protección"- el Fiscal General cuando fueron apresados en Miraflores y el pueblo
enardecido se agolpaba a sus puertas; y lo cual casa con la sentencia de la Sala
Penal -salvé mi voto- que ha poco abolió el delito de secuestro y sin que yo
afirme que esto se trató de un secuestro pues no hubo cobro de rescate: me
refiero a la curiosa concepción que se tiene o finge tener, sobre cuándo alguien
es privado indebidamente de su libertad). Esta sentencia abusó de paralogismos y
cayó en un cúmulo tal de contradicciones que resultó afectada de insanables
defectos substanciales y por ende ayuna de argumentos suasorios. Y no contenta
con negar lo innegable y sobreseer la causa a favor de los imputados por el
delito de REBELIÓN MILITAR, incidió en la soberana ridiculez de asegurar que los
imputados actuaron "preñados de buenas intenciones".

La sentencia sufrió un extravío jurídico grave, está inestructurada y carece de


una adecuada metodología (basta señalar la enorme pifia -ver su pág. 54- de no
incluir citas textuales de los pronunciamientos hechos por los imputados). En
materia probatoria se hizo al sesgo y presenta muy serias fallas: hay silencio
de pruebas (lo cual vulnera el orden público jurídico, artículo 49
constitucional) y en especial respecto a las audiovisuales que produjo el Fiscal
General, de las que presenté un editado resumen de veinte minutos en mi
rechazada ponencia; no hay la debida relación entre los alegatos y las pruebas;
y como en principio las sentencias penales son extensivas, otra faz lóbrega de
la sentencia de marras es que se pretenderá la absolución de todos los
implicados en la REBELIÓN MILITAR, pese a la siniestra situación que advirtió mi
ponencia desde la página 44 a la 47 (74 a 77 en este voto salvado) y que
expliqué (mientras se pasaban en un vídeo las pruebas audiovisuales) cuando la
presenté: llamé la atención (en la ponencia) acerca de la tan grave cuan clara
sospecha habida en relación con la hora del famoso pronunciamiento y -en
resumidas cuentas- alerté sobre la posibilidad de que tal pronunciamiento, en el
cual se aseguró que el Presidente Chávez "está masacrando a personas inocentes
con francotiradores: para este momento van seis muertos y decenas de heridos",
se grabara antes de que hubiera ninguna persona muerta.

Dicha situación, de comprobarse como cierta, movería a su vez a sospechar que


los rebeldes o golpistas o al menos algunos de ellos, planificaron los
acontecimientos y mandaron matar gente el 11 de abril e imputaron
calumniosamente eso al Presidente Chávez para pretextar todo ello y desconocer
al gobierno legítimo.

Semejante designio criminal, de ser cierto y debidamente probado, y dada su


índole proditoria y proterva, constituiría (después de la abominable
proscripción del Libertador en 1830 por el "parricida" Congreso de Valencia y
frente al cual salvó su voto el Dr. José María Vargas, quien otrora espetó al
Carujo de entonces y a los Carujos de siempre, que "El mundo es del hombre
justo") el crimen más espantoso y de mayor abyección cometido en Venezuela y
uno de los asesinatos múltiples más perversos perpetrados en la historia
universal.

Tánto es así que, de ser eso verdad, hasta sería un crimen perfectamente típico
del terrorismo indiscriminador, es decir, del terrorismo que no es selectivo al
escoger sus blancos porque ataca blancos civiles y ex profeso asesina inocentes
o no comprometidos o no combatientes.

En efecto, en el supuesto de verificarse semejante estado de cosas y de


acciones, así como su deliberada conexión causal con las muertes habidas, un
crimen así sería emblemático del terrorismo por haber tenido un evidente móvil
político y haber sido cometido -de acuerdo con esa sospecha por verificar- con
medios especialmente premeditados y alevosos. Medios que sin duda infunden
terror al disparar unos francotiradores contra una multitud: todo el que va en
una marcha multitudinaria y por este solo hecho -enseñó Freud- desciende en la
escala de la civilización (se hace más primitivo) y, así, es más vulnerable a la
pasión del miedo que, como es natural, se convertiría en el "terror-pánico" del
que hablaban los antiguos, si una multitud es agredida a tiros por
francotiradores y empiezan a llorarse muertes.

No aseveré en mi ponencia que así hubiera sido y que los imputados u otros
rebeldes hubieran planeado la masacre y ordenado ejecutarla. (Ni lo asevero
ahora, 14 de agosto de 2002 o el mismo día y a las pocas horas de producirse la
sentencia contra la cual salvo el voto que consignaré en esta misma fecha). Bien
pudiera ser que a las primeras pesquisas esa sospecha se aclarara y
resplandeciera la inocencia de los imputados: acaso se trató solamente de
coincidencias (que en materia penal siempre y en principio deben motivar
suspicacia y ser inquiridas) y hasta de malentendidos o equívocas percepciones;
pero lo que resulta desde todo punto de vista inaceptable, es que no se haya
ordenado una investigación de tan sospechosa situación y que ni siquiera se haya
dedicado una sola línea a un problema que merecía mucho tiento y luengos
párrafos. Insisto en que sólo alerté (en esa ponencia) acerca de una
circunstancia tan confusa como angustiosa, porque, de haberse probado la
existencia de aquellas incongruencias y falsedades, haría surgir "ipso facto"
las más graves sospechas y esto podría conducir al establecimiento de crímenes
de leso Derecho y de las más graves responsabilidades penales. Para todo lo
cual, desde luego, era indefectible ordenar una investigación exhaustiva; pero
no se quiso aceptar ni mi proposición en este sentido ni mi ponencia, pese a la
suma gravedad de lo que advertí.

El terrorismo está constituido por una serie de acciones de atroz inhumanidad,


pues no basta un móvil político (cuando éste es su móvil, ya que puede ser
religioso, económico, etc.) para justificar crímenes que desconocen las
prescripciones básicas del Derecho Penal humanitario, hace peligrar vidas
inocentes y muchas veces las aniquila. Por todo eso es un delito de lesa
humanidad o "delicta iuris gentium". Y al existir la más mínima sospecha de que
hubiera podido haber conductas de tal naturaleza, era imperativo, por lo menos,
ordenar una investigación exhaustiva en relación con todo ello. Investigación
que no prejuzgaría sobre la culpabilidad de los imputados u otros ciudadanos.
Todos ellos debían (en el supuesto negado de que se hubiese ordenado esa
investigación) y deben ser considerados como perfectamente inocentes; pero,
frente a la enormidad de la fundamentada duda, era irrebatible el interés
nacional y aun internacional en que se averiguaran escenarios como esos; y
pienso que hasta los mismos imputados u otros sospechosos debieran quizá ser los
primeros interesados en que dicha situación se aclarara.

Tampoco digo con esto que ellos no estuvieron interesados o no lo estén ahora.
Pero pese a que en mi ponencia se enfatizó en una situación tan preocupante, ya
que insistí en ello cuando la expuse de modo verbal, se rechazó por los once
magistrados y sin ni siquiera contradecir o referirse al punto en ningún
momento. Y así la sentencia de la Sala Plena frustró aquel interés global
archilegítimo y privó a Venezuela, al exterior y a ellos mismos, de que se
indagara hasta la saciedad ese conjunto de ultrainquietantes circunstancias y a
la postre recayera una sentencia de fondo al respecto.

En concreto expresaré mi voto salvado en los puntos siguientes: I) En qué


consistió el alerta dado en mi ponencia acerca de la confusión sobre la hora en
que fue grabado el pronunciamiento, siendo increíblemente preterido (ese alerta)
al rechazarse mi ponencia y al sentenciarse después como se hizo y pese a la
gravedad suma de tal alerta. II) El argumento de que no hubo un movimiento
armado. III) El argumento de que no existe el delito de REBELIÓN MILITAR porque
no tiene pena. IV) Inconstitucionalidad de la sentencia por abusar de las
formalidades en holocausto de la Justicia y por violar la reserva legal. V) El
argumento de la renuncia del Presidente de la República. VI) El argumento de
apoyarse en la sentencia dictada en el caso del señor MIQUILENA y en la cual fue
mía la ponencia. VII) El caso del puente Llaguno. VIII) El argumento de que sólo
desobedecieron. IX) El Argumento del "Plan Ávila". X) Los argumentos de mi
ponencia en su completa transcripción.

I) En qué consistió el alerta dado en mi ponencia acerca de la


confusión sobre la hora en que fue grabado el pronunciamiento, siendo
increíblemente preterido (ese alerta) al rechazarse mi ponencia y al
sentenciarse después como se hizo y pese a la gravedad suma de tal alerta.

En la página 44 de mi rechazada ponencia y hasta la página 47 (74 a 77 en este


voto salvado), planteé lo siguiente:

"Desde otro punto de vista, hay una circunstancia verdaderamente confusa: el


ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ aseguró en aquella entrevista
(con
la Lic. PACHECO) que se reunieron a las diez de la mañana y que "Nosotros
estábamos pronunciando (sic) antes de que hubiera el primer muerto y ésa fue la
decisión que tomamos y vinimos acá": entonces no se entiende cómo él afirmó en
ese pronunciamiento público que ya había habido seis muertos y antes, cuando
"estábamos pronunciando" (la correcta expresión ha debido ser "estábamos
pronunciándonos"), no había habido "el primer muerto". Al respecto, debe
recordarse que el pronunciamiento fue grabado antes y transmitido con
posterioridad.

Es confusa la circunstancia porque no se sabe con exactitud cuándo hubo o fue


grabado el pronunciamiento y si ya habíase de lamentar el primer occiso o si
todavía no. Además de las declaraciones del ciudadano Vicealmirante HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ, basta con leer el reportaje del licenciado JAVIER IGNACIO
MAYORCA
(El Nacional, 13-4-2002, cuerpo "D", pág. 4):

'A LA TERCERA VA LA VENCIDA


El jueves, el grupo dio el paso final: aparecer en los medios audiovisuales,
pero no en forma individual como lo hicieron otros tantos oficiales, sino en
colectivo, para dar una mayor sensación de fuerza.
Sería un riesgo, pues tal y como lo expresaron algunos de los protagonistas, una
intervención de esta categoría daría excusas para un proceso por sublevación
militar.
La convocatoria para presenciar la filmación fue hecha en forma intempestiva
luego del mediodía, sin previo aviso. El mensaje sería transmitido cuanto antes,
si era posible en vivo, desde una oficina ubicada en Chacao.
Poco a poco, los oficiales fueron llegando, en pequeños grupos o
individualmente. El líder, reconocido por ellos, fue el vicealmirante Héctor
Ramírez, jefe del Estado Mayor General de la Armada; además, estuvieron los
contraalmirantes Daniel Comisso y Francisco Noriega; los generales de brigada de
la Guardia Nacional Marco Ferreira, Oscar Márquez y Ramón Lozada; los generales
de brigada del Ejército Vidal Rigoberto Martínez (jefe del Comando Logístico) y
Henry Lugo Peña (ex jefe de la Casa Militar), y los generales de brigada de la
Aviación Pedro Pereira (comandante general designado) y Clinio Rodríguez. Habían
convocado a 25 oficiales.
Pasadas las 2:30 pm, las cámaras de dos agencias de noticias estaban listas para
hacer llegar el mensaje del grupo disidente. El texto final del mensaje aún no
llegaba. Ramírez Pérez lo revisaba, lo ensayaba y lo corregía con su parsimonia
habitual, mientras una joven lo pasaba a máquina.
Cuando todo estaba a punto, Chávez inicio una cadena para referirse a las
manifestaciones. Luego, las señales de las repetidoras de Mecedores y El Volcán
se cayeron, presumiblemente por obra y gracia del Gobierno. Tenían que enviar en
un vehículo el casete con la grabación.
'Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer al actual
régimen de gobierno y la autoridad de HUGO CHÁVEZ FRÍAS y del Alto Mando
Militar´, señaló el grupo en su tercer comunicado.
Dos veces ensayaron la lectura. Ramírez la quería impecable, y propuso
intentarlo una vez más. Pero un coronel del Ejército advirtió que la Dirección
de Inteligencia Militar había detectado la actividad en la oficina.
´Dispersión´, decía en voz alta, para indicar la necesidad de que cada quien
tomara su rumbo. Y así se hizo. Los primeros en salir fueron los periodistas. Al
final de la tarde, el mensaje de los oficiales disidentes estaba en el aire.
Mientras discurría el trabajo mediático, dos oficiales del Ejército se ocupaban
de algunos detalles operacionales: trancar los túneles de Los Ocumitos para
impedir el acceso a Caracas de los batallones ubicados en los Valles del Tuy y
Maracay, bloquear las seis entradas a Fuerte Tiuna con
vehículos del Comando Logístico del Ejército, vigilar a la DIM y comunicarse con
policías (sic) amigas".

Informa tal reportaje que el pronunciamiento se grabó en una oficina ubicada en


"Chacao" y que "pasadas las 2 y 30 p.m." ya había agencias de noticias
convocadas en esa oficina para transmitir ese pronunciamiento que, por lo que
informa el reportaje, tardaba en hacerse porque era corregido con "parsimonia"
por el Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ y fue ensayado o leído varias veces
antes. Por lo demás, esa lentitud para escribir o revisar o corregir o, en fin,
en hacer ese pronunciamiento y en decidirse a leerlo (porque hubo varios ensayos
previos), hace improbable que hubiera empezado a prepararse (dicho
pronunciamiento) poco antes de las dos y media de la tarde y parece más lógico
suponer que su elaboración se inició desde la mañana; pero como en el Derecho
Penal no debe darse un valor absoluto o de plena prueba a las presunciones, tal
como lo ha puntualizado con anterioridad esta Sala Plena (en ponencia mía) y lo
han recordado en numerosas oportunidades los Defensores de los altos oficiales,
todo ello no pasa de ser una simple conjetura. Sin embargo, lo cierto es que no
se sabe a ciencia cierta cuándo fue grabado (mañana o tarde) tal pronunciamiento
ni a qué hora exacta lo fue. Y justamente por esa incertidumbre es indefectible
hacer una investigación sobre tales presunciones o sospechas, cuya aclaración
sería de suma importancia por múltiples razones.

Por otra parte, en la audiencia oral, señaló el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR


RAMÍREZ PÉREZ que no dio instrucciones "de que saliera ningún soldado a la
calle... llamé a la calma... que no saliera nadie". Pero no concuerdan estas
supuestas instrucciones con la advertencia que hiciera él al ser entrevistado
por la licenciada IBÉYISE PACHECO y que consistió (la amenaza) en que si el
Presidente CHÁVEZ no aprovechaba la oportunidad que "le estamos dando", iban a
"tener que hacer" la operación militar.

Además, el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ estaba entre los


integrantes del sedicente "gabinete ministerial" que conformaría el llamado
"gobierno de transición" (en el cual se le designó como nuevo Ministro de la
Defensa) y suscribió el decreto del señor PEDRO CARMONA ESTANGA, como
consta en
el folio 123 de la primera pieza del expediente.

La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o


confusiones o dudas, deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal
como lo solicitó el Fiscal General de la República".

Pero a pesar de la tremenda gravedad implícita en la sospecha


deslizada en esa mi ponencia, se negó ésta y también la posibilidad de que al
respecto se hiciera la "investigación exhaustiva" que propuse en esa ponencia.

II) El argumento de que no hubo un movimiento armado.

Se soltó la exasperada especie de que no fue un movimiento armado y la sentencia


la bendijo y cayó en un estado fáctico y jurídico ficticio, pues al lucubrar
convirtió en realidad esa hipérbole fantástica. Hubo hechos, ni vagos ni
discutibles, que mostraron al mundo la verdad inconcusa de que aquí sí había
habido una REBELIÓN MILITAR. Pero la sentencia discurrió con desvarío e incurrió
en el horribilísimo error de negarlo, lo cual equivale a valerse de las ciencias
ocultas para pretender negar el sol cuando su luz brilla en pleno mediodía. Al
respecto cito la frase "Notoria non egent probatione" (los hechos notorios no
requieren prueba) y doy por reproducidos los razonamientos de mi ponencia en sus
páginas 67 y 68 (97y 98 en este voto salvado).

El Tribunal Supremo de Justicia, en vez de adelantar la línea ofensiva contra


este delito que, sin duda, menoscaba un bien jurídico de tantísima jerarquía
como la paz social y la seguridad interna del Estado, la retrasa al enclavarle
al tipo un elemento que no tiene y que en tal entelequia sería así: "Un
movimiento armado que debe estar integrado por militares con sus armas
enarboladas siempre".

Aúnanse, por lo consiguiente, razones patrióticas y aun de justicia social en


términos del bien común. La interpretación del tipo legal de la rebelión no debe
ser restrictiva (lo cual sucede si se devalúa el bien jurídico atornillando la
necesidad del uso o enarbolamiento de las armas) pues equivaldría a restringir
la línea de protección a tan medular bien jurídico. Y a medida que se aplique el
método teleológico a dicha interpretación más se amplía el horizonte del amparo
a dicho bien jurídico. Todo esto es reluctante al ocultismo o única manera de
buscar la cuadratura del círculo en Derecho y explicar lo inexplicable.

La exégesis teleológica de las leyes es la más justa puesto que el Derecho


Criminal es una ciencia finalista. Es indiscutible que la "ratio iuris" de la
disposición penal que castigue la rebelión militar, abre por completo un abanico
de posibilidades (y deberes en contrapartida) favorecedora del noble fin de
auxiliar la paz social y la seguridad interna del Estado.

Pero si se reduce tal bien jurídico por embutirle al tipo elementos objetivos
extraños al mismo, se produce la desnaturalización de la "ratio iuris" y esto es
rotundo en la fractura de la conexión entre la teoría de la imputación objetiva
y el valor del bien jurídico protegido.

En suma: si a un bien jurídico se le da tánta trascendencia, no hay por qué


rebajarlo a una protección desfigurada por la incrustación de un elemento
objetivo que no contiene, como el uso o exhibición o el blandir de las armas.
Una interpretación de tan exacerbada índole, revela una evidente
insubstancialidad e inconsistencia jurídica en la interpretación de los delitos.
Semejante inconsistencia tendría repercusiones muy negativas, por todo lo
expresado antes acerca de la insubstancialidad (en cuanto a la comprensión y
aplicación de la conducta de rebelión) indebidamente hincada en la noción de tal
delito. Esa interpretación es hasta frívola (en su "banalización del mal", como
decía la ilustre intelectual judía HANNA ARENDS) pues equivale a sólo poder
considerar como "armados" a los que alcen armas y las agiten (para que se puedan
ver y no haya dudas), al estilo de "Hollywood" o "Rambo" o también como, por
ejemplo, los apaches con un cuchillo en sus bocas.

III) El argumento de que no existe el delito de REBELIÓN MILITAR


porque no tiene pena.

Semejante despropósito se alegó y la sentencia lo acogió religiosamente, pese a


que la pena está establecida en el artículo 479 del Código Orgánico de Justicia
Militar respecto al artículo 476 del mismo código, como también sucede a veces
en la sistemática penal. Así lo expresé durante la discusión que hubo al
respecto en la presentación de mi ponencia: que podría afirmarse que la pena ya
estaba establecida en el artículo 479, ya que el reenvío (de la pena) es
respecto a las personas mencionadas en los numerales ("ordinales" dice ese
código) 1 y 2 de dicho artículo, es decir, los "iniciadores, directores o jefes
de la rebelión, cualquiera sea su jerarquía militar conforme a la ley", y
"quienes no estando comprometidos en el caso anterior se adhieran a la rebelión
en cualquier forma que lo hagan". Mas ese reenvío no incluye la agravación
(relativa a la "presencia del enemigo extranjero" y como creí cuando hice la
ponencia) y por lo tanto no impide que se considere que efectivamente la pena
del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar está fijada en el
artículo 479 "eiusdem" (24 a 30 años de presidio y 22 a 28 años de presidio,
respectivamente); pero si en el futuro procesal (congruo momento para decidir en
todo juicio si hay delito y cuál es la pena aplicable) no pareciera ésta la
solución adecuada, se podría aun hacer uso de la interpretación analógica "in
bonam partem", esto es, en beneficio (grande por lo demás) de los eventualmente
condenados.

Se pretende que el delito de REBELIÓN MILITAR, tipificado en el artículo 476 del


Código Orgánico de Justicia Militar, ¡no tiene pena establecida! Y que por esto
¡no existe como delito! Y esto se pretende pese a que el artículo 479 "eiusdem",
aparte de fijar la pena para los casos comprendidos en el artículo 476
"eiusdem", fulmina penas ¡para todos los casos del delito de REBELIÓN MILITAR!
En efecto, este artículo 479 manda:

"Artículo 479. En todos los demás casos de rebelión militar la pena será de
veinticuatro a treinta años de presidio para las personas comprendidas en el
ordinal 1º del artículo 477, y de veintidós a veintiocho años de presidio para
las comprendidas en el ordinal 2º del citado artículo.
Rige igualmente en este artículo lo establecido en el Parágrafo Único del
artículo 477".

Es indiscutible la existencia del delito de REBELIÓN MILITAR porque así está


dispuesto en la ley penal y porque ésta ha ordenado que "todos los demás casos
de rebelión militar" sean penados. ¿Cómo entonces ha podido negarse tal delito?
Es increíble que hasta con muchas ganas eso pueda hacerse: equivale a sostener
que el legislador penal estipuló el delito de REBELIÓN MILITAR, pero quiso que
fuera inexistente. Y que en el artículo 479 "eiusdem"
mandó castigar "todos los demás casos de rebelión militar", pero no quiso que se
castigara y por ende ¡no le fijó la condigna pena!

En mi ponencia (página 31 de la misma, 61 en este voto salvado) señalé:

"Empero, lo que debe quedar muy claro es que en la "mens legislatoris" no estuvo
el querer exceptuar de pena a quienes cometan el delito de REBELIÓN MILITAR. Al
respecto o en la interpretación de los tipos penales, se debe comenzar por un
análisis gramatical; pero teniendo presente que la interpretación teleológica es
la más importante y máxime si hay una obscuridad en la redacción de la ley
penal. Siempre hay que inquirir cuál es el fin de la norma y en este caso es
reputar como delito la REBELIÓN MILITAR y castigarla en todos los casos. (Lo
cual es ordenado expresamente por la propia ley penal y no es alguna
interpretación que ha hecho la Sala Plena). De tal manera que concluir en que no
quiso el legislador que se castigara el delito de REBELIÓN MILITAR, es un
absurdo desde todas las ópticas: ´La letra mata y el espíritu vivifica´."
("littera enim occidit, spiritus autem vivificat", como afirmó el apóstol San
Pablo en su segunda carta a los Corintios: II Cor., III, 6).

Por todo ello la sentencia falla al compás de un razonamiento errátil y


atrincherada en argumentos sesgados e inválidas razones se despeña en una
incongruencia paladina porque la fuerza suprema de la lógica demuestra que la
ley penal sí quiere castigar el delito de REBELIÓN MILITAR. Hay potísimas
razones que así lo confirman y es una verdadera apostasía del Derecho Penal el
proponer siquiera semejante idea.

La rebelión es de indiscutible gravedad y ataca muy de frente a un bien


jurídico de suma entidad: la paz social y la seguridad interna del Estado. La
rebelión lesiona en lo inmediato el valor que inspira ese bien jurídico: el
respeto por la integridad e independencia de la Nación.

Es indiscutible que, por ejemplo, la sistemática vulneración de diversos bienes


de la propiedad privada termina por afectar la propiedad de una masa ciudadana
y, por este camino, podría decirse que a la propiedad "pública"; pero si a esta
connotación, sin duda figurada, se le da, y con mucha razón además, gran
importancia y se le persigue de oficio, es paladino que máxima importancia
tiene un delito que, por dañar la paz social y la seguridad interna del Estado,
atenta contra la más grande masa posible: la de todo un pueblo. La rebelión es,
sin duda, un comportamiento francamente incivil e insolidario puesto que quien
ataca al gobierno legítimo, ataca a todos los ciudadanos. (HEGEL enseña que la
violación de los derechos de un singular viola el derecho de todos, porque el
Derecho es universal. Con más razón vulnera el derecho de la totalidad de los
ciudadanos, un delito social, quiero decir, aquel que afecta las instituciones
sociales fundamentales y por tanto la paz social y la convivencia humana: por
esto se ha considerado un delito contra la humanidad y por ende contra todos los
Estados). El siglo XX finalizó con una reacción legislativa y doctrinal contra
el favorecimiento recibido por los delitos políticos. Así en la propia Francia
(hasta la Revolución Francesa se castigaban con una gran severidad y bajo el
título de lesa majestad o "crimen maiestatis"). Y, por ejemplo, en Alemania,
Inglaterra, Italia y los Estados Unidos de América. Se ha señalado que los
delitos contra las instituciones políticas son los más graves de cuantos puedan
cometerse contra la comunidad. Sin embargo, se justifica la tradición generosa
(causa del derecho al asilo, por ejemplo) hacia los delitos políticos puros e
inspirados en nobles ideales.

No cabe duda de que el delito de rebelión tiene máxima importancia por el valor
y el bien jurídico dañados; pero otra cosa es que se la reconozcan o se la
quieran reconocer. Y aquí, según creo, reside la clave de cómo resolver el
problema interpretativo de la ya célebre pena del delito de rebelión. (Si fuera
verdad que no tiene pena). Y la gran dificultad para la interpretación certera o
el justo reconocimiento estriba, en mi sentir, en que no se hace gravitar ese
bien jurídico y no se le reconoce su justo valor. Esto sucede porque se abandona
el concepto substancial del delito, que consiste en afectar el equilibrio moral
de la sociedad y poner en peligro su conservación y desarrollo, puesto que se
daña la paz social y la seguridad interna del Estado. Todo lo anterior no impide
que, dadas algunas circunstancias, pueda existir el "ius rebelium" o derecho a
la rebelión legítima (tal como lo hice constar en la página 28 -el número de
ésta puede cambiar si esta sentencia se revisa en INTERNET- de mi rechazada
ponencia). Pero eso (en todo caso en que haya habido -como en el presente- una
rebelión militar) tendrá que ser analizado con posterioridad. Entonces se
airearán aspectos como la legitimidad del régimen que se intentó deponer y el
único criterio de validez absoluta al respecto (al menos en democracia)
representado por la voluntad de la mayoría. Así mismo se ha de considerar el
carácter progresista o retrógrado de los cambios pretendidos por los fracasados
rebeldes o impuestos por un eventualmente triunfante nuevo régimen o gobierno de
facto (lo cual no impide que también pueda llegar a tener una legitimidad) y en
este sentido tendrá una máxima importancia el respeto mostrado por los derechos
esenciales o humanos y el trato a los desvalidos, así como la sumisión al Estado
de Derecho. Y así, una vez pesados éstos y otros factores, se podrá valorar en
Derecho Penal si hubo el delito de REBELIÓN o no. Opina JIMÉNEZ DE ASÚA que
si
no se pretenden cambios progresistas, sí habría el delito de rebelión y que
incluso dejaría de ser un delito político para convertirse en uno de índole
común.

Alterar la visión de la realidad perjudica en grado superlativo al Derecho


Criminal, ya que sus leyes deben nutrirse de realidad. La única manera para que
las leyes deslastren el excesivo formalismo es construirlas sobre una base de
realidad. Una lógica crítica jurídica debe ser encaminada a delinear el Derecho
ideal, esto es, aquel que no es dispar con la realidad.

La realidad es que la finalidad de castigar el delito de rebelión es amparar la


paz social y la seguridad interna del Estado. Esto sí constituye, sin ninguna
duda, un valor inmutable. Es función esencial de la norma penal dar valor a
bienes jurídicos, a los cuales protege valorando las conductas tipificadas como
dañinas a dichos bienes.

Con apoyo en la inmensa autoridad de JESCHECK fundaméntase la modernísima


teoría de la imputación objetiva en la observación "deducida de la esencia de la
norma jurídico-penal". Nada más exacto para analizar el alcance normativo que
atender al bien jurídico protegido. En este caso es nada menos que la paz social
y la seguridad interna del Estado. (HANS HEINRICH JESCHECK, Tratado de Derecho
Penal, Parte General, p. 377. ( Tr.Al.S. Mir Puig y F. Muñoz Conde).

Mal se pudo suponer que la ley penal acriminó el delito de rebelión militar pero
que no "quiso" castigarlo y por eso no le atribuyó pena ninguna. Esta
"interpretación" es verdaderamente lamentable (al igual que la hecha en torno al
término "movimiento armado") y sobre el tema (así como sobre el referido al
"movimiento armado") es muy pertinente traer a colación esta ilustración del
sabio JIMÉNEZ DE ASÚA, quien incluso alaba una disposición legal venezolana que
cité en mi ponencia:

"INTERPRETACIÓN JUDICIAL (...) INTERPRETACIÓN GRAMATICAL

Advirtamos que la interpretación debe ser siempre única y que el juez ha de


valerse armónicamente del medio gramatical y del teleológico.
El primero de esos medios busca el valor de las palabras. La Ley escrita puede
ser interpretada en forma literal y sintáctica.

A nuestro modo de ver, se trata de un grado inferior de la interpretación,


aunque se parta del supuesto de que todas las palabras tienen significado, de
que nada hay superfluo y de que el texto expresa exactamente la voluntad de las
leyes. (...)

En cuanto encontramos dificultades para hallar el sentido de una frase, tenemos


que extravasar la mera interpretación gramatical e ir a parar a la teleológica,
indagando el espíritu de las leyes mediante el manejo de la ratio legis y del
sistema del ordenamiento jurídico total.

Por eso nos parece sobremanera acertada la primera parte del artículo 4° del
Código Civil de Venezuela, cuando dice: 'A la ley debe atribuírsele el sentido
que aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión
de ellas entre sí y la intención del legislador'.

En suma, hemos superado la etapa en que sólo se consideraba justa la


interpretación literal y ya no pensamos, con Beccaría, que el espíritu de la
ley puede depender de la buena o mala lógica del juez, de su buena o mala
digestión, de sus pasiones, de su debilidad, de sus relaciones con el ofendido,
etcétera, etcétera. Alegatos ciertos, puesto que son seres humanos, pero que no
bastan para reducir la empresa de juzgar a una tarea filológica. Ya dijo Cicerón
que la interpretación apegada a las palabras, sin tener en cuenta la mens
legislativa, sería callida et malitiosa iuris interpretatio". (Esta frase se
refiere a una interpretación de mala fe por contener leguleyerías) (JIMÉNEZ DE
ASÚA, La Ley y el Delito, Curso de Dogmática Penal, Ed. Andrés Bello, p. 140,
Caracas, 1945).(subrayados míos).

A propósito de la máxima citada en mi ponencia de "La letra mata y el espíritu


vivifica" y esta otra de CICERÓN (tomada de JIMÉNEZ DE ASÚA), vale destacar lo
siguiente:

FROSINI expresa:

"... para exaltar la función interpretativa, que el significado actual de la


ley hace brotar de la letra muerta de las palabras, se ha recurrido a la
sugestiva fraseología paulina. En su segunda carta a los Corintios, el apóstol
afirma que 'littera enim occidit, spiritus autem vivificat' (II Cor., III, 6).
La fama y la fortuna de esta frase comenzó con el comentario que de ella hizo
san Agustín en su obra De Spiritu et littera, en la que el término spiritus
mantuvo su valor religioso y místico; pero esta endíadis proporcionó desde
entonces una eficaz metáfora a los juristas para asumir una posición favorable
o contraria a la adhesión a la letra de la ley...". ( FROSINI, La letra y
el espíritu de la ley, Editorial Ariel Derecho, p.22, Barcelona, 1995).

CICERÓN expresa:

"... Y muchas veces se comete injusticia también por atenerse excesivamente al


tenor literal de una ley o por interpretar ésta con artificiosa sutileza. De ahí
el conocido proverbio: la extrema justicia, es injusticia extrema. Los mismos
gobiernos no están siempre exentos de tales injusticias. Así, por ejemplo, aquel
que habiendo concluido con el enemigo una tregua de treinta días, se dedicaba
durante la noche a saquear y arrasar los campos del contrario con el pretexto de
que la tregua concertada se refería a días, y no a noches..."( MARCO TULIO
CICERÓN, Tratado de los deberes, Editorial Nacional San Agustín, Págs. 50 y 51,
Madrid España, 1975).

Hay que analizar el asunto, por lo vidrioso de la redacción vista, de la


interpretación de la ley penal. Antes deseo mostrar el camino que creo que se ha
de seguir: pienso que la anfibología de los proyectistas causó el obscuro tipo
legal; pero que, evidentemente, su intención no fue exonerar de pena el delito
de rebelión, porque, de ser así, habría que concluir en que favorecieron ex
profeso la impunidad; y como esto sería suponer demasiado, creo que todo se
reduce a un estilo escritural deficiente (en ese pequeño párrafo) por parte de
los proyectistas. Opiné también por tanto (y antes de llegar a la convicción de
que el artículo 479 fija la pena del artículo 476), que quizá se debía imponer
una interpretación extensiva del tipo legal en cuestión y desde ya me apresuro a
clarificar que dicha interpretación no es la abominada y abominable analogía "in
malam partem": lo sugerí en la ponencia como una eventual posibilidad y caso de
que en el futuro se decidiera castigar a los procesados. Y señalé que para no
aplicarles la pena más severa de los delitos del Código Orgánico de Justicia
Militar (como lo creí entonces), se les podría aplicar la pena mucho menos
severa del Código Penal para el delito de REBELIÓN. Así que no se estaría
inventando otra figura por analogía ni se estaría aplicando un delito de
diferente naturaleza jurídica, sino uno (el de la REBELIÓN del Código Penal) con
el cual comparte esa naturaleza y hasta el nombre. Además se trataría de un caso
de "analogia legis" (casi indiscutida y sobre todo si es "in bonam partem")
puesto que ya existe un tipo análogo y aun diríase que casi exacto, en el Código
Penal.

Aunque, insisto, el aparente problema está resuelto porque la pena está en el


artículo 479 del Código Orgánico de Justicia Militar y a título de información
acerca de cuán desvariado es tal argumento y hacer dengues frente a la propuesta
de hacer una eventual y en todo caso futura interpretación analógica (ya por lo
demás existente en los artículos 174, 204 y 358 del Código Penal), reproduzco
algunos criterios del iusfilósofo BETTIOL, quien afincó el concepto substancial
del delito y la ética en la interpretación de la ciencia penal; y del
omnisapiente JIMÉNEZ DE ASÚA e incluso con una referencia de éste al caso
venezolano:

BETTIOL señala:

"INTERPRETACIÓN LITERAL Y TELEOLÓGICA.- Para que la lógica concreta


pueda actuar
y captar realmente el significado de la norma, tal como se presenta
objetivamente, sin que se la deforme apriorísticamente por consideraciones
relativas a la situación del reo -la regla in dubio pro reo no se refiere a la
etapa de la interpretación legal sino que incide fundamentalmente sobre la carga
de la prueba, a lo largo del proceso penal-, es necesario que se proceda, antes
que nada, a un examen de las palabras que el legislador ha empleado para
trasmitir su orden...
... Esta forma de interpretación gramatical no se sustrae, como podría
suponerse, a un control teleológico. Muy a menudo se afirma que se limita a
aclarar el significado de la superficie de la ley sin recurrir a su ratio o a su
telos, pero esto no es verdad y su falsedad se pone de manifiesto teniendo
presente el significado que asume un término, ya usado en otro sector del
derecho, cuando se lo incluye en la disposición penal. Ya no se trata aquí de
que el significado que tenía en el derecho civil o en el administrativo sea
decisivo, sino de la significación más acorde con los fines del derecho penal...

La interpretación gramatical es, pues, la primera fase a través de la cual debe


transitar el jurista para dar a las palabras de la ley una significación
finalista. Pero ella no siempre basta para aclarar el contenido de la voluntad
de la ley. Atengámonos a un ejemplo concreto para ver cómo resalta el principio.
Si Ticio, con el consentimiento de Cayo, propietario, destruye materias primas o
productos agrícolas o industriales de éste, ¿deberá ser castigado por el delito
que sanciona el art. 499, o podrá recurrir a la norma del art. 50, en virtud de
la cual no es punible quien ataca o pone en peligro un derecho, con el
consentimiento de la persona que válidamente puede otorgarlo? Un examen literal
de la disposición contenida en el art. 499 no nos proporciona respuesta clara,
sino algunos síntomas para una contestación negativa, porque para una
contestación decisiva debemos proceder a la individualización del valor o del
bien jurídico ('derecho' como lo expresa la ley) que se oculta dentro de
aquélla. ¿Se trata de un bien disponible o indisponible? Si el legislador
reconoce eficacia a la voluntad individual afirmaremos que el bien es
disponible, y, en caso contrario, indisponible. Pero el bien tutelado por la
norma del art. 499 no es disponible, porque está relacionado con la economía
pública e interesa a toda la colectividad, y como tal resultaría absurdo que se
lo excluyese de protección sobre la base de una convención particular. Esta
solución sólo es posible a través de una interpretación teleológica, es decir,
de una interpretación que se esfuerza por orientar la atención hacia el bien
jurídico tutelado por la norma y, por ende, hacia el fin concreto. El bien
jurídico es un concepto teleológico, se identifica con el propósito que el
legislador pretende alcanzar y que consiste, en el caso concreto, en que no se
destruya materia prima que interesa a la economía general y no sólo a la
individual. En lugar de una concepción materialista del bien jurídico y por ello
del valor, preferimos atenernos a una concepción 'metodológica' que hace del fin
el criterio decisivo de selección para interpretar la norma y formar los
conceptos jurídicos...
Dentro de esos límites, cuando se trata en verdad de valores evidentemente
éticos, negar influencia al derecho natural o a la moral, equivaldría a negar la
propia realidad del derecho penal vinculada, a través del valor, de la culpa y
la pena, a una concepción ética de la vida. Es a propósito de la equidad como se
toma en consideración los valores éticos, porque el fin de la equidad es
permitir que la justicia se adecue a las peculiaridades del caso concreto. El
juicio verdaderamente ético no juzga un hecho con mentalidad y criterios
estadísticos, en los cuales se diluye toda individualidad, sino que lo toma en
cuenta rodeado de todas sus circunstancias...
Se ha sostenido que en el terreno del derecho penal debe excluirse una
interpretación extensiva de la norma, en cuanto vendría a limitar la libertad
individual. Esto es falso, porque sólo se limitaría arbitrariamente tal libertad
en la hipótesis en que una norma determinada rigiera situaciones o relaciones
que no están comprendidas en ella. Esto no se verifica con la interpretación
extensiva, porque el hecho está previsto y porque existe una regulación
normativa de él, aunque la defectuosa expresión literal no lo trasluzca
suficientemente" (resaltados míos).

"Necesidad de la interpretación extensiva.- Hace ya mucho tiempo que la doctrina


de los autores había reaccionado contra el principio fijo de la interpretación
restrictiva... En la actualidad hay un común consenso sobre la necesidad de
admitir la interpretación extensiva en materia penal, ... si la naturaleza y
objetivo de la interpretación de las leyes consiste en hallar su voluntad por
medios gramaticales y teleológicos, es obvio que si llegamos a decidir que ésta
es restrictiva, restrictivo será el resultado a que arribemos, en tanto que si
esa voluntad es extensiva, extensivo ha de ser el efecto que demos a las leyes
interpretadas... pero la analogía se distingue de la interpretación extensiva,
porque en ésta, aunque el intérprete se sirva del elemento sistemático, el caso
está previsto por los legisladores, incluso sirviéndose de palabras inadecuadas
para expresarlo, mientras que en la analogía el caso no ha sido previsto por la
ley".

JIMÉNEZ DE ASÚA añade otro concepto suyo al respecto:

"Concepto de la Interpretación Teleológica

(...) Si nuestra disciplina es finalista y sólo puede ser trabajada con el


método teleológico, teleológica ha de ser también la interpretación de las
leyes. Esta es la que mejor descubre la íntima significación de los preceptos,
la verdadera voluntad de la ley, deduciéndola, no sólo de las palabras, sino de
los múltiples elementos que contribuyen a formar las disposiciones
legislativas".
"a) La 'ratio legis'
Buscar el fin de la función para que fue creada la ley es, en última instancia,
la excelsa labor de quien juzga. La formación teleológica de los conceptos, que
como reacción contra el excesivo formalismo, de una parte, y de otra, contra la
interpretación excesivamente sociológica de los mismos, es una característica de
la ciencia penal alemana anterior al advenimiento de Hitler, tiene valor
decisivo en la interpretación que se logra determinando todo el fin que
inspiran las concretas disposiciones legales.

b) Aunque menos perfecto que en un tratado, también existe en el Derecho


positivo un orden y un sistema. Ninguna disposición jurídica vive aisladamente,
sino conectada a las otras. Por eso hemos dicho que es sabido el precepto
venezolano contenido en el artículo 4° del Código Civil.

El profundo sentido de un artículo se nos revela en su relación con las otras


leyes que regulan el mismo instituto jurídico.

A veces hay que calar más hondo y llegar hasta los principios generales del
Derecho para averiguar el fin inminente de éste". (JIMÉNEZ DE ASÚA, La Ley y el
Delito, Curso de Dogmática Penal, Ed. Andrés Bello, p. 29, 132, 133, 134, 135 y
136, Caracas, 1945).

En Venezuela también se ha hecho uso de la interpretación analógica, según


informa el propio JIMÉNEZ DE ASÚA:

"La jurisprudencia venezolana, según el doctor Mendoza, ha variado en el famoso


caso judicial de "Palmolive-Lahoud". Este último fue condenado en Primera
Instancia a virtud de una interpretación extensiva de la ley sobre falsificación
de marcas de fábrica y fue absuelto en Segunda Instancia por una interpretación
restrictiva". ". (JIMÉNEZ DE ASÚA, La Ley y el Delito, Curso de Dogmática Penal,
Ed. Andrés Bello, p. 140, Caracas, 1945).

Por lo demás, se apartó la sentencia de la reiterada jurisprudencia de la


extinta Corte Suprema de Justicia (1973 -ANTONIO LOZADA- y 1977 EZEQUIEL
MONSALVE), que condenó por rebelión y con base en el numeral 1 (no "ordinal"
como equivocadamente reitera la sentencia), del artículo 476 del Código Orgánico
de Justicia Militar.

IV) Inconstitucionalidad de la sentencia por abusar de las


formalidades en holocausto de la Justicia y por violar la reserva legal.

La sentencia, en general, incurrió en el formalismo y sacrificó la justicia: se


debió ordenar una investigación exhaustiva y no sobreseer la causa.

Legislar es un acto de la reserva nacional y así lo manda el numeral 32 del


artículo 156 constitucional. Los jueces penales -Magistrados de la Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia incluidos- no pueden ejercer funciones de
legisladores, como lo sería el cambiar un tipo penal pues ello equivaldría "ipso
iure" a crear una nueva ley penal, lo que sería un acto nulo de acuerdo con el
artículo 138 constitucional. Este cambio consistió en desnaturalizar el
significado del término "armado" para hacerlo coincidir con la idea de que para
que algunos estén "armados" deben, necesariamente, blandir las armas o llevarlas
enhiestas o hasta en la boca, como se ha dicho que hacían los llaneros de la
Independencia con lanzas pequeñas.

También se mutiló el tipo -como se vio con anterioridad en el punto III- al


quitarle un componente esencial (la pena) pues se negó que el tipo del artículo
476 del Código Orgánico de Justicia Militar tenga pena.

V) El argumento de la renuncia del Presidente de la República.

El Presidente Chávez ha sostenido que no renunció. Y no se ha podido demostrar


lo contrario. Además hay esto:

En Derecho es una característica esencial de la renuncia el que sea solemne.


Esto significa que ha de ser escrita. Y máxime la que se supone procedente del
Presidente de la República. Y es una condición "sine qua non" de la renuncia el
que sea libre. Es obvio que no es libre una renuncia hecha bajo coacción y
además armada. Es todo (y bastante) lo que debo expresar al respecto.

VI) El argumento de citar la sentencia dictada en el caso del señor


MIQUILENA y en la cual fue mía la ponencia.

Es falso que allí se estableciera la necesidad de que hubiera plena prueba de la


culpabilidad: sí de los hechos y de la participación en ellos.
La sentencia de la cual hoy disiento, citó en sus páginas 7 y 8 un párrafo de
aquella sentencia recaída en el caso del Sr. MIQUILENA y señaló:
"De esta manera, quedó definida la naturaleza del Antejuicio de Mérito, distinta
a la de una autorización para investigar, (...)". (Pero no se sabe si apoya este
criterio u otro que cito a continuación).

Pues bien: ratifico en todas sus partes tal criterio y rechazo la pretensión de
aplicarla a este caso porque "la simple autorización para investigar" es una
simple petición formal que ha de hacer el Ministerio Público, con el fin de
cumplir con este requisito de procedibilidad. En conexión con esto, reproduzco
mi voto salvado -sentencia Nº 9 del 24-04-02- bajo la ponencia del Magistrado
Doctor RAFAEL PÉREZ PERDOMO, en torno a mi oposición de que se dictaran
medidas
cautelares contra los ahora sobreseídos -incluso reclamé su libertad plena- y mi
voto concurrente (cuando se fijó la audiencia oral en esta misma investigación)
del 6-6-2002. Y eso no tiene nada que ver con la naturaleza jurídica del
antejuicio de mérito.

Y en la página 52 citó otro párrafo y concluyó así:

"...De acuerdo con lo anterior, es imposible hacer encajar en el tipo descrito


en el citado artículo 476 ordinal 1, (sic) las mencionadas conductas de los
imputados al emitir esos pronunciamientos, sin que la Sala pueda emitir ningún
otro pronunciamiento en relación con ellos, desde luego que sólo se le ha
exigido el que queda dicho...".

En aquel caso faltó ese elemento subjetivo finalista y en éste resulta evidente.
Acerca de este punto reproduzco el análisis hecho en mi rechazada ponencia
(págs. 23 y 24, 53 y 54 en este voto salvado) y añado esta cita de WELZEL
(creador de la teoría del finalismo):

"Por eso, no se debe opinar, partiendo de una pura interpretación de las


palabras, que la 'finalidad' pueda tomar en consideración solamente el objetivo
(finis)..." (Derecho Penal, pág. 43).

Entonces: cuando el hombre se fija una meta, en una operación de retroceso va


escogiendo los medios causales y los va dirigiendo a ese fin, que es lo que
WELZEL, padre del finalismo, que por lo demás inspiró a BETTIOL, que es el padre
del teleologismo en Italia (ya que mencioné antes el teleologismo), señala los
efectos "concomitantes": uno no solamente quiere el fin último o el "telos",
sino que también quiere los efectos concomitantes.

El caso del Sr. MIQUILENA era muy distinto porque se requería que el Sr.
MIQUILENA hiciera algo concreto al efecto de influir indebidamente; y no podía
basarse esto en presunciones; pero en este caso no hay presunciones sino
potísimas pruebas de las acciones ejecutadas por los investigados.

(Y respecto a otras imputaciones fiscales, era paladino que no había habido nada
delictuoso: por ejemplo, se le imputó al Sr. MIQUILENA el no haber declarado
como propias unas acciones; pero si lo hubiera hecho sí hubiera cometido delito,
puesto que ya no le pertenecían).

Y que "pudo" haber influido de modo delictuoso y por su condición de alto


funcionario; pero ese "pudo", insisto, cae en el terreno de las presunciones. En
cambio en este caso no ha habido presunciones sino pruebas apodícticas
de los hechos investigables. Y negarlo es un abracadabra que pertenece al mundo
de lo irreal o lo esotérico o fantasmagórico o de las pesadillas; pero no al de
la ciencia del Derecho Criminal, cuya fuente nutricia es la realidad y no las
ideas delirantes.

Y por si fuere poco todo lo recordado acerca del caso del Sr. MIQUILENA, debo
añadir que allí faltó el elemento objetivo, tal como lo reconoce y reprodujo
ahora la sentencia de la cual disiento hoy.

VII) El caso del puente Llaguno.

Todos (al menos en la Sala Penal) estuvieron de acuerdo con mi ponencia y en lo


justo que fue haber anulado el sobreseimiento en este caso y ordenar su
investigación por parte del Ministerio Público. Eran, como en este otro caso,
hechos notorios, graves y confesados (de modo calificado) por sus actores. Eso
de juzgar de distintas maneras una misma conducta y de adjudicarle mayor
desvalor de acción en una u otra circunstancia, o incluso ningún desvalor en
otra circunstancia, y dependiendo todo de los respectivos actores, pueda parecer
a muchos algo verdaderamente antojadizo y, peor aún, arbitrario e injusto.
Crítica muy grave ésta en el Tribunal Supremo de Justicia. ¿Por qué en aquél sí
era justo eso y en este caso no? Eso comprueba una desigualdad de ánimo a la
hora de impartir justicia penal, es decir, una falta de equidad y esto es grave
en grado superlativo.

VIII) El argumento de que sólo desobedecieron.

No es ésta la oportunidad procesal para analizar este punto que en todo caso
respondería al rubro de una eventual ausencia de culpabilidad: la obediencia y
desobediencia legítima. Pero si no se obedece a la autoridad legítima y la
pretendida renuncia del Presidente no era tal, se incurre en rebelión porque
"rebelarse", según la Academia, es "faltar a la obediencia debida". Y si la
rebelión es por militares y armada es el delito de REBELIÓN MILITAR.

Una magistrada arguyó (no en la Sala Plena en que se debatió este


caso sino en declaraciones de prensa) que la sentencia no dijo que aquí no había
habido un golpe de Estado. Y que la negativa se refirió únicamente al delito de
rebelión militar. Es verdad que el vocablo "golpe de Estado" no está en las
leyes penales venezolanas; pero tampoco está el galicismo "chantaje" y nadie
osaría expresar que en un caso hubo chantaje mas no extorsión. Y tampoco está la
palabra "asesinato"; pero nadie, o mejor dicho, a muy pocos, se les ocurriría
aseverar que en un caso hubo asesinato pero no homicidio.

El desesperado argumento, como es obvio, pretende distinguir entre


rebelión militar y golpe de Estado. Ardua tarea. Golpe de Estado es, según el
Diccionario de la Academia, la "violación deliberada de las normas
constitucionales de un país y sustitución de su gobierno, generalmente por
fuerzas militares". Así que la tarea de quienes pretendan esa distinción, se
asemejará a la de Sísifo o a la de Ixión y su rueda, que empujada hacia delante,
retrocede rodando por el plano inclinado. Y a esa tarea y a la que tendría todo
aquél que pretenda explicar la sentencia o los fallos de este fallo, se les
podría aplicar las "Parábolas" del gran bardo Antonio Machado y sus versos
finales:

De la mar el precepto,
del precepto al concepto,
del concepto a la idea
- ¡ oh, la linda tarea! de la
idea a la mar.
¡Y otra vez a empezar!

IX) El Argumento del "Plan Ávila".

La sentencia (en sus páginas 55 y 60) asegura que los imputados asumieron la
actitud enjuiciada porque el Presidente Chávez ordenó aplicar el "Plan Ávila" y
esto implicaba una gravísima violación de los derechos humanos y una masacre.
Pero, pese a que lo advertí y exhibí por vídeo en el resumen o prueba
audiovisual, la sentencia no se refiere por ninguna parte (ni lo mencionó
siquiera) al hecho de que cuando la periodista YBÉYISE PACHECO les preguntó o
sugirió a los imputados (en una entrevista televisada -en la que no estaba el
General VÁSQUEZ- y a eso de las 9 pm. del 11 de abril) que si aplicarían el
"Plan Ávila", guardaron silencio absoluto al respecto: silencio bien raro en
quienes anatematizaron dicho plan y lo usaron para argüir con reiteración y
especie de "leitmotiv", que su oposición a ese "Plan Ávila" es la justificación
de su conducta. Lo natural era que si en verdad les parecía tan monstruoso ese
plan, hubieran negado de inmediato esa posibilidad.

Tal rareza debía ser investigada puesto que, si bien los imputados confesaron,
trataron de justificar su conducta y por consiguiente estúvose en presencia de
una admisión de los hechos o confesión calificada y en este caso se debe
concatenar con los demás elementos del juicio para ver si resulta verosímil.

X) Los argumentos de mi ponencia en su completa transcripción.

SALA PLENA ACCIDENTAL


MAGISTRADO PONENTE: DOCTOR ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS.
Vistos.-
Se inició este procedimiento de antejuicio de mérito con la solicitud realizada
el 24 de mayo de 2002 por el Fiscal General de la República Bolivariana de
Venezuela, ciudadano abogado JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, venezolano,
mayor de
edad, casado, de este domicilio, inscrito en el Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo el Nº 7421 y portador de la cédula de identidad V- 2.218.534,
ante el Magistrado Presidente y demás Magistrados de la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, en la cual expresó lo siguiente:
"...ocurro ante ese Supremo Tribunal (sic), para instarlo, por vía de querella,
proceda a realizar antejuicio de mérito en contra de los ciudadanos General de
División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELAZCO (sic), General de Brigada (Av) PEDRO
PEREIRA OLIVARES, Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ y Contralmirante
DANIEL
LINO JOSÉ COMISSO URDANETA, con quienes no me une ningún vínculo de
parentesco,
mayores de edad y de este domicilio; antejuicio de mérito que es de la
competencia de ese Alto Tribunal, conforme a lo dispuesto en el artículo 266,
ordinal 2º (sic), de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
artículo 42, ordinal 5º, de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia y
artículo 377 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal".

El ciudadano Fiscal General alegó también:


"...En primer término, consta en el expediente que los referidos Altos Oficiales
y Almirantes se dirigieron a la ciudadanía a través de los medios de
comunicación a los fines de transmitir un mensaje mediante el cual desconocían
el gobierno del Presidente HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS...En segundo término y
aunado a los pronunciamientos antes transcritos, los referidos Altos Oficiales
Generales y Almirantes de la Fuerza Armada Nacional, ciudadanos Vicealmirante
HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, Jefe del Estado Mayor General de la Armada,
Contralmirante
DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA (Jefe de Planificación de la Inspectoría
General de la FAN) y General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES y
General de
Brigada EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, Comandante General del Ejército, entre
otros,
quienes se encontraban presentes el día 11 de abril de 2002 en el Fuerte Tiuna,
tal como se desprende de los videos anexos al expediente, exigiendo al
Presidente de la República HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS la renuncia de su cargo,
caso contrario se tomarían medidas drásticas contra el Palacio de
Miraflores...En tercer lugar, consta en autos, que ante la negativa del
Presidente HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, a presentar la renuncia del cargo, los
Altos Oficiales disidentes optaron por la detención ilegal del mismo...Estos
hechos, aquí relatados dieron lugar a que en fecha 12 de abril de 2002, el
ciudadano PEDRO CARMONA ESTANGA, se juramentó (sic) ante el país como
Presidente
Interino de la República, designando parte de su futuro equipo ministerial, como
Ministro de la Defensa al ciudadano HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ...Estos hechos, en
los
que tuvieron una participación muy importante los ciudadanos EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO, HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, PEDRO PEREIRA OLIVARES y DANIEL
JOSÉ COMISSO
URDANETA, conjuntamente con otros efectivos de la Fuerza Armada Nacional, tienen
relevancia dentro del mundo jurídico, pues la conducta por ellos desarrollada
encuadra perfectamente dentro de las previsiones del ordinal 1° (sic) del
artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar...".

Así mismo, en la página 85 de su escrito expresó:


"En los distintos recaudos a los que se ha hecho referencia en este escrito, hay
contradicciones fundamentales que deben ser aclaradas ante el derecho (sic) y
ante la conciencia ciudadana de Venezuela en una exhaustiva investigación".

Y previamente, en la página 84 del mismo escrito, señaló:

"Por gozar estos ciudadanos de un privilegio constitucional para poder proceder


a su enjuiciamiento, conforme a lo establecido en el artículo 266, numeral 3, de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, existe un obstáculo
para el ejercicio de la acción penal correspondiente, si fuere el caso, de
acuerdo a (SIC) lo pautado en el artículo 36 del Código Orgánico Procesal Penal"
(subrayado por la Sala Plena).

El ciudadano Fiscal General de la República concluyó en lo siguiente:

"Por todo lo anteriormente expuesto, en mi carácter de Fiscal General de la


República, solicito de ese Tribunal Supremo de Justicia que, con vista al
contenido del expediente signado con el No. F5TSJ-01-002, contentivo de la
averiguación previa hecha con ocasión a los hechos acontecidos los días 11, 12 y
13 de abril del presente año, DECLARE QUE HAY MÉRITO PARA EL
ENJUICIAMIENTO DE
LOS CIUDADANOS EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, venezolano, mayor de edad,
portador de
la cédula de identidad Nro. V-4.023.794, natural de Caracas, de estado civil
casado, de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de
General de División del componente ejército (sic) de la Fuerza Armada Nacional;
HÉCTOR RAMÍREZ PEREZ (sic), venezolano, mayor de edad, portador de la cédula
de
identidad No. V-2.814.408, natural de Caripito, Estado Monagas, de estado civil
casado, residenciado en la Avenida Principal de Los Naranjos, Residencias Vista
Bella, piso 1, Apto. 1-B, Urbanización Los Naranjos, Caracas, y de profesión
militar en servicio activo, actualmente con el rango de Vicealmirante del
componente Armada de la Fuerza Armada Nacional; PEDRO PEREIRA OLIVARES,
venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad Nro. 4-064.333
(sic), natural de Carora, Estado Lara, de estado civil casado, residenciado en
(sic) Calle San José, Residencias La Colina, Torre B, P.H. 4, Urbanización
Colinas de la California, Caracas, y de profesión militar en servicio activo,
actualmente con el rango de General de División del componente ejército (sic) de
la Fuerza Armada Nacional; DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA,
venezolano, mayor
de edad, portador de la cédula de identidad No. V-3.793.306, natural de Caracas,
de estado civil casado, residenciado en Fuerte Tiuna, Viviendas de Guarnición,
General en Jefe Justo Briceño, Town House No. 4, Urbanización El Valle, Caracas,
y de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de
Contralmirante del componente Armada de la Fuerza Armada Nacional, contra
quienes presento formal QUERELLA, de conformidad con la exigencia legal para los
efectos del antejuicio de mérito, por la comisión del delito de REBELIÓN,
previsto en el ordinal 1° (sic) del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia
Militar, el cual fue cometido en el lugar, fecha y circunstancias que se dejan
expuestas en el desarrollo de este escrito; y que, al decir que hay mérito para
sus enjuiciamientos, se hagan las participaciones previstas en nuestro
ordenamiento jurídico a los fines previstos en la normativa correspondiente".

I
SUBSTANCIACIÓN DE LA CAUSA

El 27 de mayo de 2002 se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado


doctor JUAN RAFAEL PERDOMO.

El 6 de junio de 2002 se admitió la solicitud de antejuicio de mérito y se


notificó al ciudadano Fiscal General de la República y a los ciudadanos General
de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ
PÉREZ,
General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES y al Contralmirante DANIEL
LINO
JOSÉ COMISSO URDANETA, que se celebraría una Audiencia Oral y Pública.

El 6 de junio de 2002 y el 7 junio de 2002, respectivamente, el ciudadano


General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, asistido por el ciudadano
abogado RENÉ BUROZ ARISMENDI; y el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ,
asistido por los ciudadanos abogados CARLOS BASTIDAS ESPINOZA y EDUARDO
MORALES,
interpusieron escritos ante la Sala Plena y dejaron constancia de sus
recusaciones contra el Magistrado doctor IVÁN RINCÓN URDANETA, Presidente del
Tribunal Supremo de Justicia, quien a su vez recusó al Magistrado doctor
FRANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ, Primer Vicepresidente del Tribunal Supremo
de
Justicia, a quien correspondía resolver tal incidencia. Dichas recusaciones
fueron declaradas inadmisibles por el Magistrado doctor ANTONIO GARCÍA
GARCÍA.

El 6 de junio de 2002 compareció ante la Sala Plena el ciudadano General de


División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, asistido por su abogado Defensor,
ciudadano RENÉ BUROZ ARISMENDI y recusó al ciudadano abogado JULIÁN
ISAÍAS
RODRÍGUEZ, en su carácter de Fiscal General de la República. Tal recusación fue
declarada sin lugar por la Sala Plena.

El 11 de junio de 2002 compareció el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ


PÉREZ y designó como sus Defensores a los ciudadanos abogados CARLOS
BASTIDAS
ESPINOZA, EDUARDO MORALES y MIGUEL ÁNGEL CASTILLO.

El 11 de junio de 2002 compareció el ciudadano General de Brigada (Av) PEDRO


PEREIRA OLIVARES y designó como sus Defensores a los ciudadanos abogados
ENRIQUE
PRIETO SILVA y RIGOBERTO QUINTERO AZUAJE.
El 11 de junio de 2002 compareció el ciudadano Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ
COMISSO URDANETA y designó como sus Defensores a la ciudadana abogada
TAMARA
BECHAR ALTER y a los ciudadanos abogados LUIS APONTE APONTE y MARCO
ANTONIO
RODRÍGUEZ.

El 12 de junio de 2002 el Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO


URDANETA,
asistido de los ciudadanos abogados LUIS APONTE APONTE, TAMARA BECHAR
ALTER y
MARCO ANTONIO RODRÍGUEZ, interpusieron escrito ante la Sala Plena y recusaron
al
Magistrado doctor JUAN RAFAEL PERDOMO. El 2 de julio de 2002 el Magistrado
doctor ANTONIO GARCÍA GARCÍA declaró con lugar tal recusación sobre la base del
numeral 7 del artículo 86 del Código Orgánico Procesal Penal.

El 13 de junio de 2002 el ciudadano Contralmirante DANIEL COMISSO URDANETA,


asistido por los ciudadanos abogados TAMARA BECHAR ALTER y MARCO
ANTONIO
RODRÍGUEZ, recusó al Magistrado doctor OMAR MORA DÍAZ. El 2 de julio de
2002 el
Magistrado doctor ANTONIO GARCÍA GARCÍA declaró con lugar tal recusación, con
apoyo en el numeral 7 del artículo 86 del Código Orgánico Procesal Penal.

El 27 de junio de 2002 el ciudadano abogado CARLOS BASTIDAS se juramentó como


Defensor del ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ.

En esa misma fecha los ciudadanos abogados LUIS APONTE APONTE, MARCO
ANTONIO
RODRÍGUEZ y TAMARA BECHAR ALTER se juramentaron como los Defensores
del
ciudadano Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA. Así mismo
el
ciudadano abogado RENÉ BUROZ ARISMENDI se juramentó como Defensor del
ciudadano
General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO.

El 1º de julio de 2002 el ciudadano abogado MIGUEL ÁNGEL CASTILLO se


juramentó
como Defensor del ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ.

El 4 de julio de 2002 el ciudadano abogado JOSÉ JUVENAL SALCEDO CÁRDENAS


se
juramentó como Defensor del ciudadano General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO y el ciudadano abogado RIGOBERTO QUINTERO AZUAJE como
Defensor del
ciudadano General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES.
El 9 de julio de 2002 el Fiscal General de la República, ciudadano abogado
JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ, recusó a la Segunda Suplente de la Sala de Casación
Social del Tribunal Supremo de Justicia, ciudadana abogada MARÍA CRISTINA
PARRA
DE ROJAS. El 25 de julio de 2002 el Magistrado doctor IVÁN RINCÓN URDANETA
declaró con lugar esa recusación.

El 10 de julio de 2002 el ciudadano abogado CARLOS MARTÍNEZ CERUZZI se


juramentó
como Defensor del ciudadano General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO.

El 15 de julio de 2002 se designó ponente al Magistrado doctor LUIS MARTÍNEZ


HERNÁNDEZ.

El 16 de julio de 2002 el ciudadano abogado LUIS APONTE APONTE se juramentó


como
Defensor del ciudadano Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO
URDANETA.

El 18 de julio de 2002 los ciudadanos abogados ENRIQUE PRIETO SILVA y JOSÉ


LUIS
TAMAYO se juramentaron como los Defensores del ciudadano General de Brigada
(Av)
PEDRO PEREIRA OLIVARES.

El 18 de julio de 2002, de acuerdo con el artículo 379 del Código Orgánico


Procesal Penal, se celebró la Audiencia Oral y Pública a la que concurrieron las
partes y expusieron sus alegatos.

El 30 de julio de 2002 los ciudadanos abogados FABIÁN CHACÓN LÓPEZ y MERLY


MORALES, actuando en su propio nombre, recusaron a la Magistrada doctora
BLANCA
ROSA MÁRMOL DE LEÓN. El 31 de julio de 2002 el Magistrado IVÁN RINCÓN
URDANETA
declaró inadmisible esa recusación.

El 31 de julio de 2002 se reunió la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia


y se reasignó la ponencia al Magistrado doctor ALEJANDRO ANGULO
FONTIVEROS.

II
PUNTO PREVIO

La Sala Plena Accidental no emitirá decisión en relación con los alegatos acerca
de la existencia de causas de justificación o con los que pretendan demostrar la
ausencia de culpabilidad, porque tales alegatos serán en todo caso materia de
fondo en un eventual proceso.

De igual forma no hará esta Sala consideraciones exhaustivas para calificar a


los investigados según su participación en los hechos que se les imputan y se
limitará a determinar su posible vinculación con las acciones que eventualmente
se consideren probadas y típicas.
III
COMPETENCIA DE LA SALA PLENA

De acuerdo con el numeral 3 del artículo 266 de la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela, corresponde a la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia "Declarar si hay o no mérito para el enjuiciamiento de ...oficiales y
oficialas (sic) generales y almirantes de la Fuerza Armada Nacional y, en caso
afirmativo remitir los autos al Fiscal o Fiscala (sic) General de la
República...", a los fines consagrados en la señalada disposición
constitucional.

Por consiguiente, es competente la Sala Plena para conocer la solicitud de


Antejuicio de Mérito hecha por el ciudadano Fiscal General de la República de
Venezuela. Así se declara.

Cumplidos los trámites pertinentes, el Tribunal Supremo de Justicia, en Sala


Plena Accidental, pasa a conocer de la presente solicitud de antejuicio de
mérito y al efecto observa lo siguiente:

IV
NATURALEZA JURÍDICA DE LA SOLICITUD
DE ANTEJUICIO DE MÉRITO

La Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia, el 17 de marzo de 1987,


con ponencia del Magistrado doctor ROBERTO YÉPES BOSCÁN (expediente Nº 286,
caso
Vladimir Augusto Gessen Rodríguez), estableció lo siguiente:

"...El segundo requisito previo para el enjuiciamiento de los altos funcionarios


a que se refieren los Ordinales 1° y 2° del artículo 215 de la Constitución de
la República, está previsto en el artículo 147 de la mencionada Ley Orgánica de
la Corte Suprema de Justicia el cual pauta que: "La Corte declarará si hay o no
mérito para proseguir el enjuiciamiento dentro de las diez audiencias siguientes
a la presentación de la querella o del recibo del expediente, según el caso".
Esta formalidad es un "requisito de procedencia" del enjuiciamiento y es lo que
la propia Ley y la doctrina han denominado "antejuicio de mérito", y tiene por
objeto que la Corte en pleno, en base (sic) a la documentación que se acompañe a
la querella como justificación de esa acusación, constate si los hechos
imputados al funcionario son punibles y que ciertamente la acusación está
seriamente fundada como para formar causa..."

Igualmente la Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia, el 19 de marzo


de 1998, con ponencia del Magistrado doctor HUMBERTO J. LA ROCHE (expediente
790, caso: Abdón Vivas Terán), consideró lo siguiente en relación con el
antejuicio de mérito:

"Conforme a la jurisprudencia de esta Corte, al conocer en materia de antejuicio


de Mérito para el enjuiciamiento de los altos funcionarios señalados en los
ordinales 1º y 2º del artículo 215 de la Constitución, debe ceñirse
estrictamente a constatar si los hechos imputados caen dentro de la esfera de lo
ilícito penal, y si los recaudos que integran el expediente conducen a
establecer una clara vinculación entre tales hechos y el funcionario
presumiblemente indiciado, a los fines de poder formar criterio acerca de la
existencia o no de méritos para el enjuiciamiento".
"En tal virtud, no puede este Máximo Tribunal entrar a conocer alegatos como el
de la prescripción de la Acción Penal, lo cual supone dar por demostrado el
cuerpo del delito, calificarlo y deducir eventuales sanciones, todo lo cual
configura presupuestos indispensables para establecer si ha transcurrido o no el
lapso previsto en la prescripción, pronunciamientos que solamente pueden hacer
los jueces del mérito. Así se declara".

El 30 de mayo de 2000, en el caso del antejuicio de mérito seguido al ciudadano


Luis Miquilena Hernández, Ministro de Relaciones Interiores y de Justicia para
ese momento, la Sala Plena expresó:

"La Sala estima necesario dejar sentado que, de conformidad con la disposición
prevista en el artículo 377 del Código Orgánico Procesal Penal, el antejuicio de
mérito es un procedimiento penal especial que, instaurado en virtud de la
querella del Fiscal General de la República y conducido por el principio del
contradictorio, tiene por objeto declarar la certeza de si hay o no mérito para
el enjuiciamiento de los altos funcionarios del Estado a los que se refiere el
ordenamiento constitucional de la República; que la disciplina normativa acerca
del antejuicio de mérito debe ser interpretada a la luz del nuevo orden
constitucional; que la querella fiscal debe fundarse en prueba suficiente,
motivo por el cual su instauración debe ser precedida por una actividad de
investigación, conducida por el Ministerio Público, durante cuyo desarrollo debe
respetarse íntegramente al imputado su derecho constitucional a la defensa a
tenor de la disposición prevista en el artículo 49, numeral 1, de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la forma y condiciones
previstas en los artículos 313 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal;
y que el juicio sobre la prueba debe constituir el fundamento principal de la
determinación acerca de si hay o no mérito, es decir, acerca de si hay o no
lugar al enjuiciamiento".

Por tanto, en el antejuicio de mérito es necesario probar tres extremos: I) La


existencia de los hechos planteados en la solicitud de antejuicio. II) Esos
hechos (que motivaron la solicitud de antejuicio) deben estar descritos como
criminosos. III) Las personas contra las que se solicita el antejuicio deben
tener alguna vinculación con esos hechos.

Y por esto los cuatro capítulos que van a continuación.

V
HECHOS

El 10 de abril de 2002, la Corporación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la


Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela
(FEDECAMARAS), presididas por los ciudadanos CARLOS ORTEGA y PEDRO
CARMONA
ESTANGA, respectivamente, convocaron a un paro general y a la ciudadanía a una
marcha que partiría al día siguiente desde el "Parque del Este", en la Avenida
Francisco de Miranda, hasta la sede de Petróleos de Venezuela, S.A., en Chuao,
Caracas.

Así mismo, el 10 de abril de 2002 el General de Brigada (Ej) NÉSTOR GONZÁLEZ


GONZÁLEZ convocó a una rueda de prensa en el Hotel Caracas Hilton y rechazó
públicamente el gobierno del ciudadano Presidente de la República, Teniente
Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS.

El 11 de abril de 2002, cuando aquella marcha que partió desde el "Parque del
Este" y con rumbo a la sede de Petróleos de Venezuela S.A., en Chuao, llegó a su
destino, algunos organizadores de la misma instigaron a los ciudadanos a ir
hacia el Palacio de Miraflores para solicitar la renuncia del Presidente de la
República, ciudadano Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS.

Al unísono con la referida marcha y desde tempranas horas de la mañana, se


congregó en las inmediaciones del Palacio de Miraflores un grupo de personas que
apoyaba al Presidente de la República.

Se suscitaron gravísimos hechos en el centro de la ciudad de Caracas y


específicamente en el Puente Llaguno y en las adyacencias. Desde la tarde del
jueves y durante la madrugada del viernes 12 de abril de 2002, algunos oficiales
de alto rango, entre ellos el Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, los
Contralmirantes DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA y FRANCISCO
NORIEGA, los
Generales de Brigada (GN) MARCO FERREIRA TORRES, OSCAR JOSÉ
MÁRQUEZ y RAMÓN
LOZADA, los Generales de Brigada (Ej) VIDAL RIGOBERTO MARTÍNEZ y
HENRY LUGO y
los Generales de Brigada (Av) CLINIO RODRÍGUEZ y PEDRO PEREIRA, expresaron
su
opinión sobre los hechos ocurridos y, entre otras cosas (que se analizarán
luego), leyeron un pronunciamiento contra el Gobierno del ciudadano Presidente
de la República.

Después hizo lo propio el Comandante General del Ejército, General de División


EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, quien repudió tales hechos y, entre otras cosas (que
serán estudiadas después), solicitó a los Comandantes de Batallones, Brigadas y
Divisiones que permanecieran en sus unidades. También se dirigió al Presidente
de la República y le refirió "...le fui leal hasta el final, hasta esta tarde le
serví con toda la lealtad... pero los muertos de hoy no se pueden tolerar...".

Por su parte, el General LUCAS RINCÓN ROMERO se dirigió al país y anunció que
el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, ciudadano Teniente
Coronel HUGO CHÁVEZ FRÍAS, había "aceptado" renunciar.
Constituye un hecho notorio y por ello relevado de pruebas, que el ciudadano
Presidente de la República se encontraba en el Palacio de Miraflores y
aproximadamente a las 4:00 a.m. fue a las instalaciones del "Fuerte Tiuna" en
compañía de los Generales de División ISMAEL ELIÉCER HURTADO SOUCRE,
MANUEL
ROSENDO y JOSÉ AQUILES VIETRI VIETRI y se reunió con un grupo numeroso de
los
altos oficiales que se encontraban en ese lugar.

En esa reunión se le solicitó al primer mandatario que firmara la renuncia y


éste se negó. Ante tal negativa, el General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO le comunicó la decisión de dejarlo bajo custodia o arresto de la Fuerza
Armada. En consecuencia, ordenó la reclusión del Presidente de la República en
el Comando de la Tercera División de Infantería, 35 Regimiento de la Policía
Militar "Libertador José de San Martín", según consta en la boleta de ingreso
del 12 de abril de 2002.

El 13 de abril de 2002, el ciudadano PEDRO CARMONA ESTANGA (quien se


autojuramentó el 12 de abril de 2002 como el nuevo presidente del gobierno de
"Transición Democrática y Unidad Nacional") abandonó el Palacio de Miraflores y
se trasladó a las instalaciones del "Fuerte Tiuna".

Ese mismo día un grupo de personas se congregó en las inmediaciones del Palacio
de Miraflores, del "Fuerte Tiuna" y frente a la Brigada 42 de Paracaidistas, en
la ciudad de Maracay, Estado Aragua.

En horas de la tarde, el General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO se


dirigió al país y exigió la restitución de los Poderes Públicos que fueron
anunciados como disueltos el 12 de abril de 2002.

Con posterioridad, el canal oficial, "Venezolana de Televisión", transmitió


varios mensajes de los ciudadanos VLADIMIR VILLEGAS, JESÚS ROMERO
ANSELMI y JUAN
BARRETO. También se presentaron otras autoridades: el Fiscal General de la
República, el Defensor del Pueblo, algunos Diputados de la Asamblea Nacional y
Ministros del Gobierno del Presidente, Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ
FRÍAS.

El 13 de abril de 2002, aproximadamente a las 5:00 p.m., el ciudadano PEDRO


CARMONA ESTANGA anunció al país la restitución de los poderes públicos y se
juramentó como nuevo Presidente el ciudadano Teniente DIOSDADO CABELLO.

Horas más tarde el ciudadano PEDRO CARMONA ESTANGA anunció su renuncia a


través
de los medios televisivos extranjeros.

En horas de la madrugada del 14 de abril de 2002, el Presidente de la República


Bolivariana de Venezuela, ciudadano Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ
FRÍAS,
regresó al Palacio de Miraflores y se dirigió al país en cadena nacional.
VI
TIPICIDAD

1) GENERALIDADES

La tipicidad es la determinación que hace el legislador penal de la conducta que


considera de tánta nocividad social que debe ser castigada con una pena de
prisión.

La acción típica se puede describir en el texto legal haciendo referencia al


comportamiento humano mismo, en sus movimientos o acciones, o se puede describir
haciendo referencia a conceptos ("sufrimiento físico", "perjuicio a la salud",
"seguridad" o "reputación", por ejemplo), o puede describirse haciendo
referencia a la intención (de "causar daño" por ejemplo). Lo más frecuente es
describirlo como acciones. De manera que toda esa descripción típica, en
general, recae sobre caracteres o elementos del tipo, que se refieren al agente
del delito o a su víctima, o a exigencias de tiempo o lugar, al objeto, o a la
ocasión, o al medio empleado (todos éstos son elementos objetivos del tipo); o
que se refieren a elementos subjetivos del tipo, es decir, a una intención
especial o dolo específico (en cuyo caso están empalmados con lo injusto), o a
la intención global o dolo genérico del agente (en cuyo caso tales elementos
están enraizados en la culpabilidad). Todavía puede recaer sobre valoraciones
jurídicas como, por ejemplo, la ajenidad de la cosa.

2) LA TIPICIDAD EN EL DELITO DE REBELIÓN MILITAR

El delito de REBELIÓN MILITAR está descrito en el numeral 1 del artículo 476 del
Código Orgánico de Justicia Militar. La acción típica comporta tres modalidades:
1) Promover cualquier movimiento armado; 2) Ayudar cualquier movimiento armado;
3) Sostener cualquier movimiento armado.

El significado de estos verbos rectores, referidos a la conducta en que habrán


de incurrir los sujetos activos para encajar en la previsión del tipo, debe ser
verificado en el Diccionario de la Real Academia Española, porque el artículo 4
del Código Civil manda:

"A la Ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado
propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del
legislador.(...)".

Promover: "1. Iniciar o impulsar una cosa o un proceso, procurando su logro


(...) 3. Tomar la iniciativa para la realización o el logro de algo".

Ayudar: "1.Prestar cooperación".

Sostener: "1. Sustentar, mantener firme algo. U. t. c. prnl. || 2. Sustentar o


defender una proposición (...) 4. Prestar apoyo, dar aliento o auxilio".

Toda esta significación lingüística puede ser aún más completa si se hace lo
propio (indagar en el diccionario) con los términos incluidos en sendas
definiciones:

1) En relación con promover.


Iniciar: "Comenzar o promover una cosa".
Impulsar: "(De impulso) tr. Impeler. // 2. fig. Estimular, promover una acción".
Procurar: "Hacer diligencias o esfuerzos para que suceda lo que se expresa. //
2. Conseguir o adquirir algo".

2) En relación con ayudar.


Cooperar: "Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin".

3) En relación con sostener.


Sustentar: "3. Sostener una cosa para que no se caiga o se tuerza. 4.Defender o
sostener determinada opinión".
Apoyar: "3. Favorecer, patrocinar, ayudar".

Como se puntualizó con anterioridad, ese promover, ayudar y sostener, se


refieren a un movimiento armado. Y se ha alegado con reiteración tanto por los
altos oficiales investigados cuanto por sus respectivos Defensores, que no hubo
un movimiento armado pues no empuñaron ellos las armas y que ni siquiera las
tenían o portaban. Pese a lo forzado que pueda ser el alegato por tratarse de
situaciones vividas dentro de la "Institución Armada" (porque monopoliza las
armas de guerra) o por altísimos oficiales pertenecientes a ésta e incluso por
almirantes del componente militar llamado "Armada", es indispensable que la Sala
Plena se detenga en esta circunstancia porque, de ser cierto ese alegato, habría
una ausencia de tipo por falta del elemento objetivo referente al medio empleado
y no podría haber delito porque faltaría una condición "sine qua non": la
tipicidad.

Hay que empezar por hacer una clarificación: el tipo penal, cuando precisa la
conducta de la REBELIÓN MILITAR, no exige que deba comportar un movimiento
con
armas en mano. Valga una breve digresión para recordar que otro delito, el de
robo, tiene como agravante la circunstancia de que sea "a mano armada" y que la
mejor doctrina ha considerado, aquí y en el exterior, que no es necesario que al
momento del delito el asaltante esté blandiendo el arma, sino que basta con que
la tenga enfundada para que cometa el delito de robo agravado por ser "a mano
armada".

La rebelión es un alzamiento violento. Por ello conviene analizar la violencia


pues un "movimiento armado" es de suyo violento. Esto, que parece una
perogrullada, es lo que requiere ser analizado y debe principiarse por el
concepto mismo de violencia: ésta puede ser física (con fuerza física) o moral
(con fuerza moral o coacción psíquica muy humanamente comprensible puesto que
CARRARA enseñó: "¿Qué medio más odioso que la violencia?")*; y expresa, tácita o
presunta (esta última contenida en algunas legislaciones respecto, verbigracia,
a la desposesión que se haga de las pertenencias de niños menores de nueve
años). De forma que la violencia, para serlo, no requiere ser empleada de modo
expreso, explícito o directo. Puede haber una violencia tácita y ya que antes se
ejemplificó con el delito de robo, es oportuno citar al llamado "Príncipe de los
penalistas italianos":

"La violencia la constituye, tanto el empleo de la fuerza física, como el de la


fuerza moral; lo mismo es que se haya cogido al dueño, encerrándolo en una
habitación, golpeándolo o atándolo para que no impida el hurto, o que con este
mismo fin se le haya puesto una pistola al pecho o se haya querido espantarlo de
otra manera. Y sobre esto debe notarse que la violencia se juzga más bien de
modo objetivo que subjetivo; por ejemplo, si se amenazó con una pistola
descargada, la violencia siempre subsiste, pues el dueño amenazado, como ignora
que el arma es inofensiva, tiene que asustarse.
A este respecto la jurisprudencia ha adoptado una interpretación amplísima1,
aplicando los títulos de extorsión y de hurto violento aun cuando la amenaza no
haya sido explícita, o no contuviera un peligro real, con tal que en efecto
hubiera conmovido el ánimo del dueño hasta inducirlo a permitir el hurto sin
resistencia2. 1Acerca de esta amplitud quiero recordar un ejemplo. Un célebre
bandido, llamado Stoppa, infestaba los campos toscanos, y era el terror de
nuestra región costanera por los muchísimos crímenes que cometía. Finalmente se
logró arrestarlo, y la justicia divina lo castigó en la prisión antes que lo
castigara la justicia humana. Pero mientras estaba en la cárcel, otro malhechor
se presentó solo y sin armas a la casa de un campesino rico, pidió hablar
privadamente con él y solo (sic) le dijo estas palabras: "Soy Stoppa; huí (sic)
de la cárcel y necesito dinero". Nada hubo de brusco en sus modales, que más
bien fueron afectadamente corteses. El dueño le dio cien liras, pero el bandido,
con sumo respeto, le observó que eran pocas, y el hombre tuvo que darles (sic)
cuantas quiso.
Al ser descubierto y arrestado el falso Stoppa, se discutió mucho en nuestros
tribunales acerca de la violencia. El propietario ni se refirió a ella,
solamente declaró que se había sentido lleno de miedo al pensar que estaba en
las manos del famoso bandido. La mayoría opinó que había habido violencia, tanto
subjetiva como objetiva: subjetiva, ya que el culpable tomó el nombre de Stoppa
expresamente para infundir terror; y objetiva, porque realmente logró infundir
miedo para cometer el hurto. Este ejemplo lleva a su último extremo el criterio
de la violencia". (CARRARA, Programa de Derecho Criminal, Parte Especial, vol.
IV, T. 6. 4ta. e., Ed. Temis, p. 153, Bogotá, 1981).

La figura típica exige que haya un "movimiento armado". "Armado" es el


participio pasado de "armar" y esto significa lo siguiente: "Armar: Vestir o
poner a alguien armas ofensivas o defensivas. 2. Proveer de armas. 3. Apercibir
y preparar para la guerra".

Un movimiento armado insurreccional no requiere que todos los que estén


implicados o comprometidos tengan que "vestir" armas o enfundarlas o terciarlas:
semejante uniformidad no se ve ni siquiera en las guerras militares más
terribles y así todos han podido ver filmaciones verídicas de beligerantes o
guerreros en la "Segunda Guerra", Vietnam o en la denominada "Guerra del Golfo",
desarmados o sin portar o cargar armas en ese momento y sin que signifique que
formaban parte de un movimiento "desarmado". E incluso es pertinente destacar
que a quienes se ha visto desarmados en tales conflagraciones bélicas militares
son precisamente los jefes de tan formidables componentes o movimientos armados.

En este sentido conviene citar unas muy importantes opiniones doctrinarias y la


primera de un penalista venezolano de quien expresó el sabio JIMÉNEZ DE ASÚA:
"Uno de los más gratos compañeros, admirado por su ciencia y querido por su
modestia llena de humana cordialidad".

"...El Código italiano de 1931 adoptó una palabra nueva: promover, chiunque,
promuove un' insurrezione armata... (art. 284). Por estos criterios distintos,
en el derecho francés, los actos de rebelión e insurrección deben consistir en
una acción material y violenta, en un ataque por fuerza, en una toma de armas
(1072); pero ni en nuestro derecho penal, ni en el italiano, requiérese la forma
violenta de comisión y los actos pueden ser cualesquiera que conduzcan a hacer
tomar las armas, siempre que sean apropiados; .../... que bastan prédicas
subversivas, conferencias revolucionarias y publicaciones de esa índole (1073),
y también lo serían cualesquiera escritos, discursos, proclamas, manifiestos,
pronunciamientos y otros actos inmateriales, además de aquellos que se traducen
en una acción material y violenta. La ejecución de tales actos de promoción de
una rebelión armada forman el delito, porque si la insurrección se sucede, ésta
forma una rebelión, que es la especie prevista en el delito precedente (1074)...
(Subrayado de la Sala Plena)" (JOSÉ RAFAEL MENDOZA T., Curso de Derecho
Penal
Venezolano, De los Delitos contra la Independencia y Seguridad de la Nación -
Delitos contra la Libertad, Parte Especial, Vol.I, T. IV, 2da Edición, Pág. 93,
Gráficas "LETRA", Madrid).

"La insurrección es armada cuando las personas que participan en ella disponen
de armas en cantidad adecuada, aunque se encuentren en un lugar de depósito
(artículo 284, párrafo último)". (RANIERI, Manual de Derecho Penal, Parte
Especial, De los Delitos en Particular, T. III, Ed. Temis, P. 155, Bogotá,
1975).

"Como el delito se consuma al 'promover la insurrección', esto es, simplemente


con prepararla, sin que se realice, la ley considera la insurrección como
'armada', aun cuando las armas (no llevadas por ninguno) estén depositadas en
algún sitio (último apartado)" (subrayado de la Sala). (MAGGIORE, Derecho Penal,
De los Delitos en Particular, Parte Especial, Vol. III, Ed. Temis, P. 91,
Bogotá, 1972).

"Basta que haya alzamiento armado, el cual puede asumir formas externamente
tranquilas cuando es ejecutado por medio de la conocida técnica de la rebelión
militar. La imposición armada de un grupo de oficiales para deponer a las
autoridades constituidas es rebelión, aunque tenga lugar a puertas cerradas".
(SOLER, Derecho Penal Argentino, T. V, Reimpresión Total, Tipográfica Editora
Argentina, Págs. 67 y 68, Bueno Aires, 1978).

"Otra característica del alzamiento sería la violencia, mas no entendida con


causación de daños en las personas o en las cosas (24), sino como empleo de la
fuerza física o de la amenaza con usar la fuerza caso de no acceder a las
pretensiones de los alzados. Esta actitud amenazadora es la nota que diferencia
la rebelión de una manifestación, al evidenciar el propósito inequívoco de
conseguir a <<todo trance>> los fines que se persigue". (RODRÍGUEZ DEVESA y
SERRANO GÓMEZ, Derecho Penal Español, Parte Especial, Decimosexta edición,
Editorial DYKINSON, S.L., Pág. 840, Madrid, 1993).

Siguiendo el análisis de la significación de "armar", hay lo que sigue:

Desde la vertiente idiomática, "poner" significa colocar en un sitio unas cosas


o, también, "disponer una cosa con lo que ha menester para algún fin" y se da el
ejemplo de "poner la olla, la mesa". Esto da una idea de preparación de lo que
ocurrirá o se desea que ocurra; pero "armar", entonces, no quiere decir que el
"armado" tenga que estar esgrimiendo el arma para ser considerado como tal.

"Proveer": "Preparar, reunir lo necesario para un fin".

De esta primera acepción de "proveer" no se sigue en absoluto que los "armados"


deban estar blandiendo o empuñando o esgrimiendo o apuntando o menos aún
disparando sus armas, sino que, para estar "armados", basta con que hayan
reunido las armas necesarias para el fin que se proponen y para el cual tienen
las armas "preparadas", por lo cual, sin la menor duda, se pueden considerar
como integrando un movimiento armado.

(En términos de disparar las armas, viene al caso recordar que el por todos
denominado "Golpe del 48" contra el Presidente RÓMULO GALLEGOS, se consumó
con
el más rotundo éxito y sin disparar ni un solo tiro).

Incluso: si se atendiera a unas acepciones distintas a las que incluye el


vocablo "armar" en términos de significación y como para hacer ver que los
"armados" deben utilizar y emplear las armas, hay lo siguiente:
Utilizar: "Aprovecharse de una cosa".

Es obvio que se aprovechan de las armas y por ende las utilizan, quienes con una
violencia psíquica coaccionen a otros (como por ejemplo a los integrantes de un
Gobierno legítimamente constituido) que saben que los primeros están armados y
dispuestos a hacer uso efectivo de las armas si no se rinden ante las amenazas
basadas en esas armas.

Emplear: "Hacer servir las cosas para algo".

Vale hacer aquí una idéntica reflexión a la hecha acerca del término "utilizar".

A estas alturas del análisis, es de interés mencionar que las valiosísimas


enseñanzas hechas en tal sentido por los grandes tratadistas mencionados con
antelación, además de respaldar el criterio de la Sala Plena, han cuajado en
vigentes códigos penales y valga como ejemplo el italiano:

El artículo 284 del Código Penal Italiano expresa, en su idioma original, lo


siguiente:
"Art. 284. Insurrezione armata contro i poteri dello Stato.
Chiunque promuove un'insurrezione armata contro i poteri dello Stato è punito
con l'ergastolo e, se l'insurrezione avviene, con la morte (1).
Coloro che partecipano alla insurrezione sono puniti con la reclusione da tre a
quindici anni; coloro che la dirigono, con la morte (1).
La insurrezione si considera armata anche se le armi sono soltanto tenute in un
luogo di deposito".

1) La pena di morte è stata soppressa con l'ergastolo".

El texto anteriormente transcrito, traducido al español, es del tenor siguiente:


"Insurrección armada contra los poderes del Estado.- Quienquiera que promueva
una insurrección armada contra los poderes del Estado será castigado con el
encarcelamiento y, si la insurrección se verifica, con la muerte.
Aquellos que participan en la insurrección serán castigados con la reclusión de
tres a quince años; aquellos que la dirigen, con la muerte (1).
La insurrección se considera armada también si las armas están sólo guardadas en
un lugar de depósito".

(1) La pena de muerte ha sido suprimida y substituida con el encarcelamiento".

(El "lugar de depósito" al cual se refiere el Código Penal italiano y los


eminentes iuspenalistas MAGGIORE y RANIERI, vendría a ser los parques
respectivos de las diferentes Armas -Ejército, Aviación, Marina y Guardia
Nacional- de Venezuela u otros países).

No existe en el tipo del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar
ninguna referencia a modalidades respecto al medio (violento) y a los objetos
empleados, como por ejemplo armas. El tipo correspondiente al delito de REBELIÓN
MILITAR es, pese a la gravedad que tiene a primera vista, sencillo: es en la
praxis un tipo de mera descripción objetiva en el núcleo (típico), porque la
inclusión del elemento finalístico (que aparenta complicar el tipo y dado el
propósito de alterar) quizá pudiera sobrar porque está prácticamente implícito
en un movimiento de tal índole y sin que se adelante una opinión valorativa
acerca de si esa alteración es criminosa o legítima.

Así que no es válido el tratar de insertar en el tipo modalidades que no


contiene, tal como se pretende en estos argumentos:

"...no incurrí en ninguna conducta que fuera típica, existe ausencia de


tipicidad, toda vez que la conducta que desplegué, tanto en los elementos
objetivos -no movilicé tropas ni utilicé las armas de la República- como en los
elementos subjetivos finalísticos .../... no se subsume en el tipo penal del
delito de Rebelión Militar, por lo que existe ausencia el elemento de
tipicidad...". (Alegato de la Defensa del General de División (Ej) EFRAÍN
VÁSQUEZ VELASCO, folio 19 de su escrito).
"...la Rebelión Militar, al igual que la Rebelión común o no militar, prevista
en el Código Penal, exige, necesariamente el alzamiento en armas .../...En este
caso concreto no se promovió, ni se sostuvo, ni tampoco se ayudó a formar un
movimiento armado, ni se formaron partidas militarmente organizadas ni menos aún
se hostilizaron a los cuerpos castrenses, ni tampoco ninguno de los diversos
componentes se "alzó en armas" ni se "sublevó en armas" para derrocar el
gobierno". (Alegato de la Defensa del General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA
OLIVARES, folio 30 de su escrito).
"...Contrariamente a lo que establece el Fiscal, para que se pueda hablar del
delito de rebelión se requiere que el movimiento sea armado, no que sea
potencialmente armado, sino que sea actual y efectivamente armado, es decir, que
se haya hecho uso de las armas a los fines de alterar la paz de la República o
impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno". (Alegato de la Defensa del
Contralmirante DANIEL LINO COMISSO URDANETA, folio 10 de su escrito).
"En el presente caso, es evidente que el Ministerio Público admitió que no
estaba dado uno de los supuestos esenciales del delito de Rebelión Militar, como
es lo de la configuración del movimiento armado, por lo que francamente la
propia solicitud fiscal enerva sensiblemente su factibilidad, pues no puede
basarse su plataforma de méritos en simples conjeturas sobre conductas que no
están materialmente configuradas, pero que pudieron estarlo". (Alegato de la
Defensa del Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, folio 19 de su escrito).
(Subrayados de la Sala).

Con semejante interpretación se fracturaría el tipo penal del numeral 1 del


artículo 476 "eiusdem", al incrustarle un elemento objetivo en cuanto a su
modalidad de acción: no es conveniente en absoluto el obviar o quebrantar el
tipo penal legal, por las siguientes razones jurídico-filosóficas enraizadas en
la doctrina del tipo penal:

El tipo penal es de una gran importancia y el resultado de una muy compleja


elaboración dogmática conocida como la teoría del tipo, cuya importancia es
básica en el Derecho Penal contemporáneo.

La tipicidad o necesidad de que los delitos se acuñen en tipos concretos y no en


descripciones vagamente genéricas, es también el fundamento del Derecho Penal
liberal porque pone como condición indefectible para poder castigar a alguien,
que su conducta haya estado descrita como punible con anterioridad a la fecha
del castigo y que este castigo también haya sido advertido con anterioridad a la
conducta que se pretende castigar. Este principio -"No hay crimen sin
tipicidad"- es garantía de la libertad y de la seguridad jurídica, así como una
de las bases sobre las que se construyó la teoría del delito: la tipicidad es
uno de los elementos del delito y como tal vale y hay que hacerla valer.

Por todo lo antes señalado, es de toda importancia el respetar el tipo legal:


bien sea para no castigar al que no adecua su conducta a la descripción típica,
o para sí castigar al que reproduce dicha descripción.

La teoría del tipo no sólo consiste en que no se debe castigar a quien no encaje
en la descripción típica del correspondiente delito, sino en que sí se debe
castigar a todo aquel cuya conducta coincida con los hechos que tal descripción
considera como criminosa. Al respecto es indispensable citar la enseñanza del
creador de la teoría, ERNESTO BELING, quien la desarrolló en 1906 en Alemania:
"Para el jurista, toda conducta que no pueda incluirse en los tipos descritos
por la ley -lo atípico-, por muy injusta y culpable que sea, es una conducta no
penable; y, viceversa, la conducta típica es una conducta penable en la medida
de la conminación penal adecuada a ella, en unión con los demás preceptos
legales que afectan a la punibilidad.
Para el legislador, la acuñación de los tipos de delito no es, como fácilmente
se puede comprender, manifestación de un capricho arbitrario. A través de ella
ejecuta una valoración, que es doble: selecciona, de lo injusto culpable, lo
merecedor o no de pena, según sea o no de tal manera injusto y culpable. Y una
vez dentro de la zona de lo típico, forma con los tipos una escala de valores.
Los tipos de delito son figuras normativas, tan normativas como 'injusto' y
'culpabilidad', dentro del círculo de las cuales se hallan situados". (ERNESTO
BELING, El Rector de los Tipos de Delito, primera edición, Págs. 10 y 11, Ed.
Reus, Madrid, 1936).

Otra razón esencial por la que no debe ser desconocido e inobservado el tipo
legal es que tal podría conducir al "Derecho penal libre" o "Derecho de autor",
que no acepta ataduras al tipo legal y decide en forma alternativa cuáles
autores deben ser castigados y cuáles no deben ser castigados.

Es incompatible ese "Derecho Penal libre" y su antitético Derecho penal liberal


que ceñido a la ley penal, impide castigos que no tengan fundamento típico. Una
arbitraria aplicación del "tipo penal de autor", que de pronto y
alternativamente decidió castigar al autor de la misma conducta que desarrollada
por otro autor no coincidió esa vez con el ubicuo "tipo penal de autor",
conduciría a un "Derecho penal libre" y da al juez un poder absoluto al no
quedar sometido a la restricción de la letra del tipo penal. Restricción que
impide al juez sentenciar de manera cambiante y de acuerdo con su capricho o
conveniencia de diversa índole, por lo que no podría castigar o dejar de
castigar idénticos supuestos fácticos y según aprecie o crea apreciar o le
convenga apreciar a sus respectivos autores: tremendo ejemplo de tales
inconveniencias jurídicas lo suministran los estados totalitarios y respectivos
Derechos soviético y nazi.

El Derecho Penal "libre" o "de autor" o en el cual rija el "tipo penal de autor"
es peligrosísimo para la libertad, ya que a veces puede no castigar a quien
desarrolle la conducta típica y de modo tan voluble cuan voluntarista, otras
veces puede castigar a quien no desarrolle la conducta típica.

Por consiguiente no es posible alterar los tipos penales para hacerlos coincidir
con el libre arbitrio y eventuales conveniencias de los juzgadores.

Está probado que hubo acciones enmarcadas en la estipulación típica del numeral
1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, puesto que
consistieron en promover, ayudar o sostener un movimiento armado que alteró la
paz interior de la República e impidió el ejercicio del Gobierno legítimamente
constituido y de todas las ramas del Poder Público. Y está probado que los
mencionados ciudadanos, así como muchos otros, ejecutaron esas acciones o
participaron de alguna manera en ellas, pues las promovieron o iniciaron o
comenzaron o impulsaron o impelieron o estimularon o diligenciaron; o ayudaron o
cooperaron; o sostuvieron o sustentaron o apoyaron la actividad que el
Ministerio Público ha calificado como "REBELIÓN MILITAR".
(Cuáles personas ejecutaron o participaron en esas acciones y si en realidad
éstas configuran el delito de REBELIÓN MILITAR, son dos aspectos que deberá
discernir y juzgar la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia: el último
aspecto, atinente a una materia de fondo jurídico y concerniente a la
antijuridicidad y culpabilidad, debe ser analizado y decidido con posterioridad.
El primero, relativo a una materia objetiva y acerca de cuáles personas
ejecutaron o participaron de algún modo en esas acciones y en particular si lo
hicieron las cuatro personas respecto a las cuales se solicitó el antejuicio de
mérito, debe ser resuelto ya: estará completa entonces -en los considerandos de
esta decisión de la Sala Plena- una realidad fáctica, constituida por acciones
típicas y por las personas intervinientes en estas acciones, que inexorablemente
habrá de ser valorada jurídicamente en el futuro y se sabrá si esas acciones
típicas son además antijurídicas y auténticos delitos; y si, en este último
caso, las personas accionantes son culpables del delito de REBELIÓN MILITAR. O
si son inocentes porque, por ejemplo y aunque no lo hayan alegado, concurran las
características del "ius rebelium" o derecho a la rebelión).

Ahora bien: aquellos verbos rectores (promover, ayudar o sostener) son


complementados por un elemento subjetivo finalista (en conexión con el móvil)
insertado en el tipo penal y que se refiere al dolo de alterar, esto es, a
cambiar la esencia de las cosas o a "perturbar, trastornar, inquietar" (todo
según el Diccionario de la Real Academia Española). Dolo de propósito o
alteración que ha de ser dirigida contra la paz interior de la República o para
impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus poderes.

Desde otra vertiente, la Defensa de los ciudadanos oficiales y almirantes para


quienes se solicita el antejuicio de mérito, hizo (a través de sus diferentes
Defensores) la alegación de que el delito de REBELIÓN MILITAR no tiene pena
establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar.

La Sala Plena debe considerar tal alegación porque de ser verdadera no habría
aquel delito, puesto que como enseñó HEGEL "La pena es la otra mitad del
delito".

La posibilidad de que para el delito de REBELIÓN MILITAR no esté fijada una


pena, se diluye al constatar que el artículo 479 "eiusdem" señala "Ad paedem
litterae*":"En todos los demás casos de rebelión militar la pena será...".

En efecto, con sólo repasar este artículo se comprueba a la perfección que la


voluntad de la ley penal es castigar con una pena TODOS los casos de REBELIÓN
MILITAR. Y queda por solucionar el problema de cuál será la pena correspondiente
al delito básico de REBELIÓN MILITAR contemplado en el artículo 476 "eiusdem",
porque, ciertamente, ese artículo no estampó de una vez la pena, como ha debido
hacer. Mas esa omisión no es atribuible a que la "voluntas legislatoris" no
quiso castigar ese delito, sino a que hubo una omisión involuntaria.

La pena correspondiente al delito de REBELIÓN MILITAR previsto en el artículo


476 "eiusdem", está estipulada en ese artículo 479 (recién transcrito
parcialmente) porque señala que para TODOS lo demás casos la pena será de 24 a
30 años de presidio. Pero esta estipulación contiene la siguiente antífrasis:
por una parte se refiere a "todos los demás casos de rebelión militar", con el
propósito de adjudicarles una pena; y por la otra parte SÓLO las adjudica
respecto a las personas comprendidas en los dos numerales ("ordinales" dice el
código equivocadamente) del artículo 477. Además de contener ese artículo 479
una palmaria "contraditio in terminis", contempla una disposición espuria porque
castiga a los culpables del delito corriente o básico o simple de rebelión
militar, con las penas correspondientes a los culpables de la forma más grave
del delito de rebelión militar y esto es inaceptable. Y hasta muy difícil de
imaginar en la mente de los legisladores. Por esto se pone aún más de relieve
el error material en que cayó el legislador y que no solamente tiene que ver con
el artículo 476 sin pena establecida ("nullum crimen nulla poena sine lege"),
sino también con el propio artículo 479: cuando éste se refirió al artículo
"477", a lo que en realidad quiso referirse fue al artículo 476. Tal dislate se
comprueba en que ya el artículo 477 tiene dispuestas las penas concernientes a
sus dos numerales y no tendría sentido alguno volverlas a disponer o fijar. Así
mismo se nota que este artículo 477 contiene un "parágrafo único" y que el
artículo 479 reza en su parte "in fine": "Rige igualmente en este artículo lo
establecido en el Parágrafo Único del artículo 477". Y constituiría un absurdo
anunciar (como lo hace el artículo 479) que rige igualmente en "este artículo"
(al 477 se refiere) lo establecido en el parágrafo único "del artículo 477",
pues sería una tautología y en cambio sí tendría sentido este último aparte del
artículo 479 si hubiera puesto correctamente "476" donde puso "477".

Así debe ser resuelto en principio ese problema y lo resolvería esta Sala en
definitiva si fuera la oportunidad procesal correspondiente, esto es, en el
hipotético caso de que se considerara culpables de dicho delito a los ciudadanos
oficiales y almirantes investigados y hubiera de castigárseles con una pena.

Empero, lo que debe quedar muy claro es que en la "mens legislatoris" no estuvo
el querer exceptuar de pena a quienes cometan el delito de REBELIÓN MILITAR. Al
respecto o en la interpretación de los tipos penales, se debe comenzar por un
análisis gramatical; pero teniendo presente que la interpretación teleológica es
la más importante y máxime si hay una obscuridad en la redacción de la ley
penal. Siempre hay que inquirir cuál es el fin de la norma y en este caso es
reputar como delito la REBELIÓN MILITAR y castigarla en todos los casos. (Lo
cual es ordenado expresamente por la propia ley penal y no es alguna
interpretación que ha hecho la Sala Plena). De tal manera que concluir en que no
quiso el legislador que se castigara el delito de REBELIÓN MILITAR, es un
absurdo desde todas las ópticas: "La letra mata y el espíritu vivifica".

Y si fuere el caso (porque no hubiera otra solución), habría de aplicarse la


analogía "in bonam partem" para no castigar a quienes cometan tal delito en su
forma menos grave con la pena reservada a los casos delictuosos más graves, sino
con la pena decretada por el Código Penal (artículo 144) para el delito de
REBELIÓN, esto es decir, la de presidio entre doce a veinticuatro años.

Sin embargo, la Sala Plena insiste en que este aspecto tiene su congruo lugar
analítico en la etapa final de juicio y si acaso fueren condenados los
procesados, en cuyo caso tendrá el juzgador que decidir en qué tipo encaja la
conducta punible y cuál sería la pena aplicable.
La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia hace constar que
"pronunciamiento" significa "alzamiento militar contra el gobierno, promovido
por un jefe de Ejército u otro caudillo", pese a lo cual esto no debe ser tomado
como una prueba definitiva y ni siquiera como un indicio concluyente. Y que
aunque no es el momento u oportunidad procesal en que deba hacerlo, se detuvo a
examinar algunos de los alegatos de fondo invocados con más ahínco por los
ciudadanos investigados y por sus abogados Defensores.
"Prima facie"* ha notado lo siguiente:

I) Situación de los ciudadanos, Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, General de


Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES y Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ
COMISSO
URDANETA.

La Sala Plena se refiere a estos tres altos oficiales en conjunto, porque su


pronunciamiento público lo hicieron en conjunto también.

1) Respecto al ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ.

En los audiovisuales consignados por el Fiscal General e identificados con las


letras "A", "B" y "C", aparece el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ
PÉREZ
leyendo ese pronunciamiento público:

"...COMUNICADO'
'Venezolanos, en nombre de Dios y la Patria. Soy el Vicealmirante Héctor Ramírez
Pérez, Jefe del Estado Mayor General de la Armada. En virtud de los
acontecimientos acaecidos en el país en los últimos días, ante el riesgo
manifiesto del agravamiento de la conflictividad social, y'
'CONSIDERANDO'
'La actitud antidemocrática del ciudadano Presidente de la República y la
conducta complaciente e irresponsable del Alto Mando Militar,'
'NOSOTROS:'
'Oficiales, Generales y Almirantes del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Guardia
Nacional, conforme a lo previsto en el artículo (sic) 57 y 350 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, '
hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer el actual régimen
de gobierno y la autoridad de HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS y del Alto Mando
Militar,
por contrariar los valores, principios y garantías democráticas (sic) y
menoscabar los derechos humanos de los venezolanos'.
'La Constitución vigente nos impone en su artículo 328 la obligación de mantener
el orden interno y, por lo tanto, evitar más derramamientos de sangre y la
destrucción de nuestro pueblo venezolano y de todas sus instituciones. Y esa
obligación pasa por la salida pacífica del ciudadano Presidente de la República
y sustitución del Alto Mando Militar, para permitir que nuestro país pueda salir
de la debacle en la que se encuentra sumido por las desviaciones de la conducta
del Jefe del Estado, de los supremos intereses de la Patria, por pretender
someternos a los dictámenes del Castro-Comunismo, por haber provocado el
empobrecimiento generalizado debido a su incapacidad e ineficiencias para
gobernar y ejercer el poder, llevando a nuestra población a enfrentamientos que
nuestra historia reciente no había conocido, poniendo en peligro nuestra
soberanía al negociar con la guerrilla colombiana, enemiga natural de nuestro
país por la cantidad de bajas que nos ha producido'.
'Venezolanos, el Presidente de la República ha traicionado la confianza de su
pueblo, está masacrando a personas inocentes con francotiradores, para este
momentos (sic) van 6 muertos y decenas de heridos en Caracas. Está pretendiendo
utilizar unidades de nuestro glorioso Ejército para reprimir la marcha cívica
que se está llevando a cabo, cuando juró y ha repetido en varias oportunidades
que jamás utilizaría la Fuerza Armada en contra de su pueblo. Esto, no lo
podemos permitir, no podemos aceptar un tirano en la República de Venezuela: Su
permanencia en el cargo amenaza el país con la desintegración'.
'En este momento, nos dirigimos a los Oficiales Generales y Almirantes,
Oficiales Superiores, Oficiales Subalternos, Suboficiales Profesionales de
Carrera, Tropa Profesional y Tropa de Instala, y a todo el personal militar para
que unamos esfuerzos y hagamos realidad una Venezuela mejor'.
'Nos enorgullecemos del papel desempeñado por toda la sociedad civil organizada,
que de manera cívica y digna ha contribuido a la creación de conciencia para
evitar el derrumbe del sistema democrático y la destrucción de la principal
industria del país como es Petróleos de Venezuela, la cual se mantiene firme al
no dar ni un paso atrás. Los venezolanos no somos una minoría, ahora el momento
exige dar un paso al frente, todos somos venezolanos para que Venezuela merece
(sic) un mejor porvenir".

La Sala Plena, con el propósito de facilitar la percepción de unas


circunstancias importantes, ha editado una videocinta contentiva de una síntesis
de los audiovisuales consignados por el ciudadano Fiscal General de la República
y de seguidas interpola la correspondiente transcripción:

Primera Proyección: (minuto 0, segundo 5, fuente: video "A", 8'50): Manifiesto


emitido por un grupo de Generales el día 11 de abril de 2002, encabezado por el
VICEALMIRANTE HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ en el cual expresan:

"...desconocer el actual régimen de gobierno de HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS y


el
alto mando militar, por contrariar los valores, principios y garantías
democráticas y menoscabar los derechos humanos de los venezolanos. La
Constitución vigente nos impone en su artículo 328 la obligación de mantener el
orden interno y por lo tanto evitar más derramamiento de sangre y la destrucción
de nuestro pueblo venezolano y de todas sus instituciones, y esa obligación pasa
por la salida pacífica del ciudadano Presidente de la República y la sustitución
del Alto Mando Militar para permitir que nuestro país pueda salir de la debacle
en que se encuentra sumido... por las desviaciones de conducta del Jefe de
Estado... los supremos intereses de la patria por pretender someternos a los
dictámenes del Castro-Comunismo, por haber provocado el empobrecimiento
generalizado debido a su incapacidad e ineficiencia para gobernar y ejercer el
poder, llevando a nuestra población a enfrentamientos que nuestra historia
reciente no había conocido, poniendo en peligro nuestra soberanía al negociar
con la guerrilla colombiana, enemiga natural de nuestro país por la cantidad de
bajas que nos ha producido; venezolanos, el Presidente de la República ha
traicionado la confianza a (sic) su pueblo, está masacrando a personas
inocentes con francotiradores, para este momento van seis muertos y decenas de
heridos en Caracas. Está pretendiendo utilizar unidades de nuestro glorioso
ejército para reprimir la marcha cívica que se está llevando a cabo... (...)
cuando juró y ha repetido en innumerables oportunidades que jamás utilizaría la
fuerza armada en contra de su pueblo, esto no lo podemos permitir, no podemos
aceptar a un tirano en la República de Venezuela...".

Segunda Proyección: (minuto 2, segundo 28, fuente: video "A", 14'14):


declaraciones de los Oficiales en la entrevista con la periodista del Canal 4
(Venevisión), licenciada IBÉYISE PACHECO.

El Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ declara lo siguiente:

"...nosotros inmediatamente ordenamos una reunión cuando nos enteramos que el


Presidente comienza a mover a los círculos bolivarianos y a sacar las armas que
tenían en el 23 de enero que ya sabíamos que estaban ahí porque los cuerpos de
Inteligencia nos informan, entonces tuvimos una reunión de emergencia a las 10
de la mañana para iniciar la parte final de la operación; la parte final, porque
esto, (sic) todos los oficiales institucionales veníamos pensando que esto no
debía..."
Su segunda intervención en la entrevista se produce después que la periodista
había entrevistado a los Generales Daniel Comisso, Pedro Pereira Olivares, José
Noriega Gutiérrez, Vidal Rigoberto Martínez, Oscar José Márquez, Clinio
Rodríguez y Julio Rodríguez, en este mismo orden.
"...el Presidente Chávez renuncie, que diga al país... que él mismo le quite
las armas pacíficamente a esos venezolanos que él engañó...".

Preguntas de la periodista:

"¿Y usted todavía cree que el Presidente va a evitar más sangre?" "...Entonces
le estamos dando la oportunidad porque vamos a tener que hacer entonces la
operación militar."..."¿Y se sienten fuertes para hacer esa operación militar?
"Estamos completam... (interrumpe y sigue) esto no es una operación militar,
esto es una operación quirúrgica porque no queremos muertos, porque son
venezolanos que están engañados y lo que vamos a tratar con a través de los
medios de comunicación a través de concientizarlos que ellos mismos entreguen
sus armas porque no podemos permitir más muertes... (...)".

El Contralmirante DANIEL COMISSO expone en la entrevista (minuto 3, segundo 32,


fuente: video "A", 21'56) lo siguiente:

"...Ahí en la última reunión de Almirantes donde el Comandante General de la


Armada abrió el compás para que todos nosotros de una vez por todas expresásemos
nuestras disidencias y nuestra opinión en relación a todo lo que venía
sucediendo, porque había salido el Coronel SOTO y el Almirante CARLOS MOLINA
TAMAYO a la palestra pública, un grupo de almirantes nos manifestamos y... y
propiciamos un clima en el cual varios almirantes también tomaron valor y
manifestaron sus inconformidad (sic) y disidencias con relación a todo lo que
venía sucediendo; particularmente nunca estuve de acuerdo con el Teniente
Coronel HUGO CHÁVEZ FRÍAS desde que él ganó las elecciones, yo estaba de
comandante de la base naval y desde aquel momento eh... yo sentí que algo malo
venía para Venezuela y yo siempre manifesté mis inquietudes; en esa oportunidad
se planteó para hacerlas oficialmente en la reunión de Almirantes; luego de esta
reunión el General LUCAS RINCÓN me indicó que motivado a las incidencias (sic)
que oficiales y generales y almirantes habían manifestado en reuniones
correspondientes, generales de la Fuerza Aérea y almirantes, el Presidente había
tomado la decisión de llamar a estos oficiales disidentes y conversar con ellos
¿Lo presionó? - Pregunta la licenciada IBÉYISE PACHECO - "Yo no estuve presente
en la entrevista pero efectivamente fuimos todos juntos a la residencia del
Ministro de la Defensa que se encuentra en Fuerte Tiuna, que no es la residencia
presidencial, (sic) y cuando estábamos allá, estábamos tres oficiales generales
de la Fuerza Aérea, generales de Fuerza Aérea y tres oficiales almirantes. El
General LUCAS RINCÓN me dijo: mire COMISSO, a usted no le toca hoy, lo
llamaremos después. Bueno, hasta el momento el Presidente no me ha llamado; pero
es evidente, el Presidente sabe que yo siempre lo adversé, desde el primer
momento...(...)".

El General de Brigada PEDRO ANTONIO PEREIRA OLIVARES expresó (minuto 5,


segundo
26, fuente: video "A", 28'03):

"...está completamente bajo control todas las bases aéreas, están controladas
por nosotros, los aviones, eh... helicópteros, aviones de combate de la
diferentes bases: Maracaibo, Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro
control y los comandantes de unidades tienen instrucciones de no volar ningún
tipo de aeronave y mantenerse en la bases aéreas. Y en caso,... por ejemplo, se
supone que el Presidente va a tratar de huir en un avión, ¿ cómo van a controlar
eso? - "Bueno, tenemos todo un dispositivo en las bases aéreas de manera tal de
no permitir de que el Teniente Coronel HUGO CHÁVEZ FRÍAS salga del país y así
poder enjuiciarlo para que pague todo el mal que le ha hecho...(...)".

Tercera Proyección: (minuto 6, segundo 9, fuente: video "A", 8'04): Del


manifiesto leído por el General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO ante
la
opinión pública el 11 de abril de 2002.

Dice textualmente en la última parte:

"... de batallones, brigadas, y divisiones que son mi fortaleza y de la patria


que permanezcan en sus unidades, esto no es un golpe de estado, no es una
insubordinación, es una posición de solidaridad con todo el pueblo venezolano...
Once: Señor Presidente de la República, le fui leal hasta el final, hasta esta
tarde le serví con toda la lealtad del caso, que siempre le he manifestado
porque soy un soldado disciplinado y leal, pero los muertos de hoy no se pueden
(sic) tolerar, invoco los artículos 328, 350 de nuestra Constitución que me
obligan a tomar esta decisión. Señores Generales del ejército, cumplan con su
deber: General ROSENDO, Almirante CUBERO, distinguidos oficiales de nuestras
Fuerzas Armadas, yo sé que ustedes en este momento están con nosotros, fijen
su posición; General ANSELMI, comandante del componente aéreo, por favor, sea un
digno general, comandante de su componente; el señor Inspector General de la
Guardia Nacional, General MARTÍNEZ, lo felicito por su actitud tomada en el día
de hoy, ya que nosotros los militares venezolanos, una vez más, nos sentimos
(sic) identificados con nuestro pueblo; y repito, esto no es un acto de
insubordinación, esto es un acompañamiento (sic) a todo el pueblo venezolano
ante a un atropello, que ha acontecido (sic) con todos los venezolanos esta
noche. Muchas gracias".

Cuarta Proyección: (minuto 7, segundo 47, fuente: video "CONATEL", 2h 03'25"):


de la Audiencia Oral a los Oficiales, celebrada en el Tribunal Supremo de
Justicia el día 18 de abril de 2002.

El Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ expuso:

"... Para que permanecieran en su comando, que no saliera ningún soldado a la


calle y está escrito en el comunicado, y pedían también que la salida del señor
Presidente de la República debería ser en forma pacífica y en forma como está
establecido en los reglamentos internos. También está escrito en la proclama que
lo (sic) que llamamos fue a la calma a evitar precisamente, que las tropas
salieran a la calle para evitar un daño mayor. Si eso es rebelión entonces seré
juzgado por rebelión, pero ahí lo único que hicimos fue evitar que las tropas,
porque la única orden que se dio era que permanecieran en sus cuarteles. La
única persona que sacó armas fue el Presidente de la República...".

El General de Brigada PEDRO ANTONIO PEREIRA manifestó textualmente (minuto


8,
segundo 34, fuente: video "CONATEL", 2h 51'28"):
"... que está en contra del artículo 68 de la Constitución que taxativamente
prohíbe el uso de las armas para repeler una manifestación pacífica. Es así como
decidí conjuntamente con unos Generales y Almirantes hacer un pronunciamiento
público, un manifiesto amparado en el artículo (sic) 57, 328 y 350 de la
Constitución Nacional, para evitar el derramamiento de sangre de venezolanos y
enfrentamiento entre venezolanos que iba definitivamente a llenar de sangre a...
a... a... a... al país, es por eso, esa fue nuestra participación y nuestra
forma de buscar que a través de este manifiesto nosotros permitiéramos o
buscáramos la forma de parar la... la... la...la... aplicación...".

El Contralmirante DANIEL COMISSO URDANETA expresó textualmente (minuto 9,


segundo 44, fuente: video "CONATEL", 3h 38'27"):

"... de esta Constitución la de la República Bolivariana de Venezuela, y por eso


el 11 de abril me comporté como lo hice, apoyé un manifiesto público que ya ha
sido bastante explicitado conforme a los artículos 57, 328 y 350 de la
Constitución por las violaciones a los derechos humanos y a los hechos
deplorables que sucedieron ese día. Luego mi actuación durante ese día se limitó
a tener conocimiento de todos los pronunciamientos que hubo en los diferentes
comandos de las diferentes fuerzas. Luego me dirigí a la sede del Ministerio de
la Defensa donde por cierto quiero destacar la presencia del General GUSTAVO
ELIÉCER SOUCRE como negociador oficial de la renuncia del Presidente de la
República y (sic) en esa condición él se encontraba allí; luego tuve el (sic)
conocimiento del pronunciamiento del inspector general de la armada con su grupo
de almirantes; tuve también conocimiento del pronunciamiento del (sic) Jefe de
Mayor Estado Conjunto Vicealmirante Bernabé Carrero Cubero a quien ya el
Almirante Ramírez Pérez hizo alusión, y quiero resaltar que tal como él lo dijo
si (sic) el General en Jefe LUCAS RINCÓN ROMERO no pudo asumir la posición, que
debió haberlo hecho, él era por cadena de mando, el oficial responsable de
asumirlo...(...) también estuve presente en un salón junto a con 50, 60
generales y almirantes y los dos monseñores que allí se encontraban cuando el
Presidente estableció y nos recordó las condiciones bajo las cuales él había
negociado y aceptado su renuncia; que luego por motivo de... de... su no salida
del país la rechazó, no la quiso firmar. Pero de hecho, de hecho, el había
renunciado".

El General de División EFRAÍN VASQUEZ VELASCO argumenta textualmente en la


Audiencia Oral (minuto 11, segundo 53, fuente: video "CONATEL", 1h 49'32"):
"...que los oficiales, aquí, le habían pedido la renuncia al Presidente. ¿Qué
oficiales? yo nunca le pedí la renuncia al Presidente. Búsquenme un video donde
yo dije que pedí la renuncia al Presidente, búsqueme un documento donde diga que
yo le pido la renuncia al Presidente, yo jamás hablé con el Presidente esa
noche; yo no nombré negociadores para pedir renuncia del Presidente..."
"...Magistrados que yo sé que hacen y harán justicia. No hubo rebelión militar;
no ordené movimiento armados, el único movimiento armado que hubo se planificó
el 7 de abril, nunca solicité la renuncia del señor Presidente de la República,
lamentablemente tuvimos un general de tres soles, lamentablemente lo digo, que
no pudo asumir una posición determinada ante el país en un momento de conflicto,
porque una cosa es el Presidente de la República abandone un cargo, pero ¿por
qué el Generalde tres soles abandonó su cargo?, ¿por qué nos deja solos a
nosotros?, Por qué nos hace esto a nosotros, yo tuve que hacer lo que él no hizo
porque aquí en este país hay gente responsable, hay gente con los pantalones
bien puestos, para protegerlos a cada uno de ustedes, otros no, y la historia
los juzgará. El Presidente negoció su salida a Cuba, yo no le pedí al Presidente
que eligiera un país o que se fuera para ningún lado, él lo hizo...nunca
abandono mi cargo, nunca abandoné mis tropas, ni las abandono ahorita ni las
abandonaré mis responsabilidades que me ha dado este país; me hago responsable
de todos, de todos los hechos que les he comentado aquí, siempre que yo pueda
evitar un herido, un muerto, este ese mi deber... ese es el deber de todos los
venezolanos que tienen una responsabilidad pública ante el país, el deber de los
militares no es esconderse...(...)."

Quinta Proyección: (minuto 13, segundo 53, fuente: video "A", 46'42): Después de
la Audiencia Oral, se retoma la misma entrevista con la periodista del canal 4,
licenciada IBÉYISE PACHECO, en la oportunidad en que entrevistó al Coronel JULIO
RODRÍGUEZ:

Comenta la periodista:

"...Yo entiendo que buena parte de lo que significó el ejercicio de muchos de


los que ustedes están hoy aquí, era porque nos pasaban lainformación a los
periodistas y en especial ayudaron mucho a que los periodistas -mujeres-
tuviéramos información; creyeron en nosotras".

Responde textualmente el Coronel JULIO RODRÍGUEZ:

"... Bueno realmente yo soy un ferviente admirador de la libertad de


expresión... pienso que las verdades se deben decir, pienso que el pueblo
venezolano debe conocer lo que está pasando dentro las (sic) Fuerzas Armadas,
pienso que las Fuerzas Armadas no son un coto cerrado, que las Fuerzas Armadas
deben actuar, al igual que toda la Administración Pública, de una manera
transparente; que su actuación debe estar ajustada a un principio de legalidad y
a una serie de principios que rigen la Administración Pública, y en función de
eso tenemos evidentemente pues la obligación de manifestarnos, sobre todo ahora,
con la Constitución del 99, que a través de su artículo 57 nos permite expresar
nuestra opinión, e igualmente nos permite actuar en cuanto vemos que el
Gobierno, vemos que algunos personeros del Gobierno están violando los
principios que están consagrados en la Constitución, vemos que están atacando de
una manera despiadada a los periodistas".
"...Si, indudablemente en principio de una manera tímida porque mucha gente
tenía temor a manifestarse ante la popularidad, la popularidad inicial del
Presidente y esa legitimidad, que posteriormente fue perdiendo con sus
actuaciones y que fue perdiendo con... con la forma de actuar y con los abusos
de poder y la desviación de poder que ha venido cometiendo a lo largo de su
actuación. Y posteriormente, pues desde hace aproximadamente nueve meses que
comenzó a ya a organizarse un movimiento en firme, un movimiento en serio y que,
afortunadamente, pues, se ha materializado en el día de hoy, pienso yo, con un
éxito rotundo al lograr inspirar, al lograr motivar a toda la Fuerza Armada
Nacional a pronunciarse en contra del Presidente de la República" -"Si, no voy a
preguntar detalles de cómo se organizaron ni mucho menos, pero sí quisiera que
me por su puesto explicara cómo se... se presentó la cohesión, entre, digamos
esa coordinación entre los cuatro componentes, que yo me imagino que ustedes
serán los primeros que lucharán que vuelvan a llamarse las cuatro fuerzas,
¿no?" "Si indudablemente la...,la... la ventaja que nosotros tenemos es que
tenemos una formación, tenemos una línea institucional, y que afortunadamente
los principios y los valores que nos han inculcado desde la Academia Militar y a
través de nuestra carrera siempre están presentes; lamentablemente algunos se
desvían, pero esos principios están presentes en todas esas personas que están
acá, en muchas de otras personas que no están ...".

Continúa el video con la toma que después de las declaraciones del Coronel JULIO
RODRÍGUEZ, se le hace al Vicealmirante HÉCTOR R AMÍREZ PÉREZ y al resto de
los
Generales presentes en la entrevista (minuto 16, segundo50, fuente: video "A",
53'04).Y pregunta la Licenciada PACHECO:

"... planteadas en este momento es tratar de restablecer el orden, están los...


los círculos que ya no vamos a llamarlos más nunca Bolivarianos sino chavistas
escondidos en algunos barrios, hay algunas armas repartidas, eh... también hay
que establecer cómo va a ser el proceso de transición. No sé si van a ejecutar,
ante la emergencia, lo que se llama el Plan Ávila. ¿Cómo están organizando
eso?".
Responde el Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ:

".... En este momento me acabo de comunicar con el Comandante General del


Ejército. El Presidente de la República se encuentra aparentemente todavía en
Miraflores, no tenemos la (sic) noticia cierta ....tiene a un grupo de gente
armada protegiéndolo; pero nosotros tenemos un... una gran arma que son los
medios de comunicación. Si ustedes, el pueblo nacional nos vio hoy, el ejército
y la fuerza armada hizo un disparo; todo esto fue una ... nuestras armas
fueron los medios de comunicación y quiero aprovechar para felicitarlos a
todos ustedes porque ustedes han sido los grandes protagonistas también de esto
que está aconteciendo...".
"Pero de verdad que hubo un momento de desesperación lo vivimos todos. Yo sé que
es un éxito que no hayan disparado que haya sido de una manera pacífica para
ustedes en su sector, pero para los civiles fueron los muertos, los civiles
quienes estaban desarmados y quienes a gritos y ustedes veían las pancartas de
la marcha cuando con alegría decían "que se vaya" pero al mismo tiempo le
decían a los militares "pronúnciense", justamente para evitar que hubiera
muertos- "...Exactamente, nosotros estábamos pronunciando (sic) antes de que
hubiese el primer muerto; y esa fue la decisión que tomamos y vinimos acá a
hacerlo (sic), antes de que hubiese el primer muerto. Lamentablemente el
Presidente nos burló. (la periodista "Mintió una vez más"). Si señor, nos
engañó, montó el video... "Entiendo que el video fue grabado y no en vivo como
pretendió decirle al país. A qué hora lo grabó? pregunta "... No sé pero creo
que trató, sabía que iba a salir a las tres de la tarde cuando nos informa
Inteligencia que... que iba a haber una cadena a las tres de la tarde por el
Presidente, comenzamos a acelerar el proceso, yo sé que esto fue tan rápido que
tener un microondas instalado para el momento nos costó; lamentablemente no
llegó a tiempo o llegó un poquito mas tarde de... de lo esperado y cuando
tuvimos el microonda ya el Presidente había tumbado la... todas las
ferrocanales de televisión o sea que el mensaje no se lo pudimos mandar
inmediatamente al pueblo venezolano. Tuvimos afortunadamente también al C.N.N
que a través de C.N.N tuvimos que mandar el video rápidamente para ver si podía
mandarlo por otros canales, otros canales de C.N.N y rebotar y sacarnos a ver
si alguien nos podía ver, pero bueno, nos burló... nos burló ... él pensó que
tenía todo esto planificado. (la periodista: "es decir, el tenía planificado
todo esto justamente ... si estaba buscando sangre... es una cosa terrible!)
Ramírez Pérez: " La única acción que nosotros tomamos fue precisamente evitar
que nuestro ejército y nuestras Fuerzas Armadas se mancharan las manos ...
estamos esperando que el presidente se pronuncie, que el presidente Chávez
renuncie, que diga al país y que él mismo le quite las armas pacíficamente a
esos venezolanos que él engañó" "¿Y usted todavía cree que el Presidente va a
evitar más sangre?" "...Entonces le estamos dando la oportunidad porque vamos a
tener que hacer operación militar... "¿Y se sienten fuertes para hacer esa
operación militar? "Estamos completam... (interrumpe y sigue) esto no es una
operación militar, esto es una operación quirúrgica porque no queremos muertos,
porque son venezolanos que están engañados ...".

Termina el video con el manifiesto encabezado nuevamente por el VICEALMIRANTE


HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ el 11 de abril:
"....Está masacrando a personas inocentes con francotiradores, Para este momento
van 6 muertos y decenas de heridos en Caracas...".

En el audiovisual consignado por el Fiscal General e identificado con la letra


A, figura una entrevista (en el minuto 58) que también de manera conjunta les
hiciera la licenciada IBÉYISE PACHECO a los ciudadanos General de Brigada (Av)
CLINIO RODRÍGUEZ OBELMEJÍAS, General (GN) OSCAR JOSÉ MÁRQUEZ,
General de Brigada
(Ej) VIDAL RIGOBERTO MARTÍNEZ, Contralmirante JOSÉ NORIEGA
GUTIÉRREZ, General de
Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES, Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ
COMISSO
URDANETA, General de Brigada HENRY LUGO PEÑA y Vicealmirante HÉCTOR
RAMÍREZ
PÉREZ, quien cuando la periodista PACHECO le preguntó "pero usted ¿todavía cree
que el Presidente va a evitar más sangre?", respondió:"Le estamos dando la
oportunidad, porque si no, vamos a tener que hacer la operación militar".

La Licenciada PACHECO lo repreguntó así: "¿Y se sienten fuertes para hacer la


operación militar?".

Y el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ respondió esto: "estamos


completamente, es que no es una operación militar, es una operación quirúrgica
porque no queremos muertos".

Y antes él había informado: "cuando nos enteramos que (sic) el Presidente


comienza a mover a los círculos bolivarianos y a sacar las armas...entonces
tuvimos una reunión de emergencia a las diez de la mañana para iniciar la parte
final de la operación; la parte final, porque esto, todos los oficiales
institucionales veníamos pensando que esto no debía (...)".

Y el mismo ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ también aseguró lo


siguiente: "Nosotros estábamos pronunciando (sic) antes de que hubiera el primer
muerto. Y ésa fue la decisión que tomamos. Y vinimos acá a hacerlo, antes de que
hubiese el primer muerto".

Ahora bien: la Defensa de los ciudadanos investigados ha consistido en alegatos


de fondo (tales como lo de la desobediencia legítima -que se empalmaría con la
ausencia de culpabilidad-, la supuesta renuncia del Presidente y otros) que
serán decididos en la oportunidad legal correspondiente; y en un alegato que sí
debe ser resuelto ahora porque atañe a la tipicidad, como es el de que no hubo
el delito de REBELIÓN MILITAR pues no fue un movimiento armado puesto que no
tenían armas. Pero no se comprende cómo si no tenían armas y era un movimiento
desarmado, en pleno conflicto advirtió por la televisión el ciudadano
Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ que si el Presidente CHÁVEZ no
aprovechaba la
oportunidad que "le estamos dando", iban a "tener que hacer" la operación
militar: porque todos entienden que lo que distingue a una operación militar es
precisamente la disposición o el uso de armas y por eso se habla de la
"Institución Armada" que, por lo demás, siempre tiene la posibilidad material de
disponer de las armas.

Según la academia, "militar" significa: "1. Servir en la guerra. Profesar la


milicia. 2. Perteneciente o relativo a la milicia o a la guerra,..."; y
"milicia" significa: "1. Arte de hacer la guerra y de disciplinar a los soldados
para ella. 2. Servicio o profesión militar. 3. Tropa o gente de guerra".

Más todavía: cuando él le dijo a la periodista PACHECO que tendrían que hacer la
"operación militar" y ella le preguntó que si se sentían fuertes para hacerla,
él empezó a responder con que "estamos completamente" e interrumpió; pero es muy
probable que iba a decir "estamos completamente fuertes". Y después se refirió a
que no era una operación militar (con lo cual se contradijo a sí mismo) sino una
"operación quirúrgica porque no queremos muertos"; pero en la terminología
militar las operaciones denominadas "quirúrgicas" se refieren a bombardeos
selectivos.

Desde otro punto de vista, hay una circunstancia verdaderamente confusa: el


ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ aseguró en aquella entrevista
(con
la Lic. PACHECO) que se reunieron a las diez de la mañana y que "Nosotros
estábamos pronunciando (sic) antes de que hubiera el primer muerto y ésa fue la
decisión que tomamos y vinimos acá": entonces no se entiende cómo él afirmó en
ese pronunciamiento público que ya había habido seis muertos y antes, cuando se
estaban "pronunciando" (la correcta expresión ha debido ser "estábamos
pronunciándonos"), no había habido "el primer muerto". Al respecto, debe
recordarse que el pronunciamiento fue grabado antes y transmitido con
posterioridad.

Es confusa la circunstancia porque no se sabe con exactitud cuándo hubo o fue


grabado el pronunciamiento y si ya habíase de lamentar el primer occiso o si
todavía no. Además de las declaraciones del ciudadano Vicealmirante HÉCTOR
RAMÍREZ PÉREZ, basta con leer el reportaje del licenciado JAVIER IGNACIO
MAYORCA
(El Nacional, 13-4-2002, cuerpo "D", pág. 4):

"A LA TERCERA VA LA VENCIDA


El jueves, el grupo dio el paso final: aparecer en los medios audiovisuales,
pero no en forma individual como lo hicieron otros tantos oficiales, sino en
colectivo, para dar una mayor sensación de fuerza.
Sería un riesgo, pues tal y como lo expresaron algunos de los protagonistas, una
intervención de esta categoría daría excusas para un proceso por sublevación
militar.
La convocatoria para presenciar la filmación fue hecha en forma intempestiva
luego del mediodía, sin previo aviso. El mensaje sería transmitido cuanto antes,
si era posible en vivo, desde una oficina ubicada en Chacao.
Poco a poco, los oficiales fueron llegando, en pequeños grupos o
individualmente. El líder, reconocido por ellos, fue el vicealmirante Héctor
Ramírez, jefe del Estado Mayor General de la Armada; además, estuvieron los
contraalmirantes Daniel Comisso y Francisco Noriega; los generales de brigada de
la Guardia Nacional Marco Ferreira, Oscar Márquez y Ramón Lozada; los generales
de brigada del Ejército Vidal Rigoberto Martínez (jefe del Comando Logístico) y
Henry Lugo Peña (ex jefe de la Casa Militar), y los generales de brigada de la
Aviación Pedro Pereira (comandante general designado) y Clinio Rodríguez. Habían
convocado a 25 oficiales.
Pasadas las 2:30 pm, las cámaras de dos agencias de noticias estaban listas para
hacer llegar el mensaje del grupo disidente. El texto final del mensaje aún no
llegaba. Ramírez Pérez lo revisaba, lo ensayaba y lo corregía con su parsimonia
habitual, mientras una joven lo pasaba a máquina.

Cuando todo estaba a punto, Chávez inicio una cadena para referirse a las
manifestaciones. Luego, las señales de las repetidoras de Mecedores y El Volcán
se cayeron, presumiblemente por obra y gracia del Gobierno. Tenían que enviar en
un vehículo el casete con la grabación.
'Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer al actual
régimen de gobierno y la autoridad de HUGO CHÁVEZ FRÍAS y del Alto Mando
Militar´, señaló el grupo en su tercer comunicado.
Dos veces ensayaron la lectura. Ramírez la quería impecable, y propuso
intentarlo una vez más. Pero un coronel del Ejército advirtió que la Dirección
de Inteligencia Militar había detectado la actividad en la oficina.
´Dispersión´, decía en voz alta, para indicar la necesidad de que cada quien
tomara su rumbo. Y así se hizo. Los primeros en salir fueron los periodistas. Al
final de la tarde, el mensaje de los oficiales disidentes estaba en el aire.
Mientras discurría el trabajo mediático, dos oficiales del Ejército se ocupaban
de algunos detalles operacionales: trancar los túneles de Los Ocumitos para
impedir el acceso a Caracas de los batallones ubicados en los Valles del Tuy y
Maracay, bloquear las seis entradas a Fuerte Tiuna con vehículos del Comando
Logístico del Ejército, vigilar a la DIM y comunicarse con policías (sic)
amigas".

Informa tal reportaje que el pronunciamiento se grabó en una oficina ubicada en


"Chacao" y que "pasadas las 2 y 30 p.m." ya había agencias de noticias
convocadas en esa oficina para transmitir ese pronunciamiento que, por lo que
informa el reportaje, tardaba en hacerse por que era corregido con "parsimonia"
por el Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ y fue ensayado o leído varias veces
antes. Por lo demás, esa lentitud para escribir o revisar o corregir o, en fin,
en hacer ese pronunciamiento y en decidirse a leerlo (porque hubo varios ensayos
previos), hace improbable que hubiera empezado a prepararse (dicho
pronunciamiento) poco antes de las dos y media de la tarde y parece más lógico
suponer que su elaboración se inició desde la mañana; pero como en el Derecho
Penal no debe darse un valor absoluto o de plena prueba a las presunciones, tal
como lo ha puntualizado con anterioridad esta Sala Plena y lo han recordado en
numerosas oportunidades los Defensores de los altos oficiales, todo ello no pasa
de ser una simple conjetura. Sin embargo, lo cierto es que no se sabe a ciencia
cierta cuándo fue grabado (mañana o tarde) tal pronunciamiento ni a qué hora
exacta lo fue. Y justamente por esa incertidumbre es indefectible hacer una
investigación sobre tales presunciones o sospechas, cuya aclaración sería de
suma importancia por múltiples razones.

Por otra parte, en la audiencia oral, señaló el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR


RAMÍREZ PÉREZ que no dio instrucciones "de que saliera ningún soldado a la
calle... llamé a la calma... que no saliera nadie". Pero no concuerdan estas
supuestas instrucciones con la advertencia que hiciera él al ser entrevistado
por la licenciada IBÉYISE PACHECO y que consistió (la amenaza) en que si el
Presidente CHÁVEZ no aprovechaba la oportunidad que "le estamos dando", iban a
"tener que hacer" la operación militar.

Además, el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ estaba entre los


integrantes del sedicente "gabinete ministerial" que conformaría el llamado
"gobierno de transición" (en el cual se le designó como nuevo Ministro de la
Defensa) y suscribió el decreto del señor PEDRO CARMONA ESTANGA, como
consta en
el folio 123 de la primera pieza del expediente.

La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o


confusiones o dudas, deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal
como lo solicitó el Fiscal General de la República.

2) Respecto al Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA.

En el mencionado audiovisual consignado por el Fiscal General e identificado con


la letra "A", figura -como ya se ha dicho- una entrevista que también de manera
conjunta, les hiciera la Licenciada IBÉYISE PACHECO a los ya mencionados altos
oficiales y el ciudadano Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA
señaló
que "propiciamos un clima en el cual varios almirantes también tomaron valor"; y
que "nunca estuve de acuerdo con el Teniente Coronel HUGO CHÁVEZ FRÍAS"; y
que
"el Presidente sabe que yo siempre lo adversé desde el primer momento".

Y en la Audiencia Oral reconoció: "Y por eso fue que el 11 de abril me comporté
como lo hice, apoyé un manifiesto público"(...) por las violaciones a los
derechos humanos y a los hechos deplorables que sucedieron ese día...".

Sin embargo, cabe repetir en su caso el mismo razonamiento acerca de cuál fue la
hora exacta en que hubo ese pronunciamiento y en la confusión que hay al
respecto.

La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o


confusiones o dudas, deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal
como lo solicitó el Fiscal General de la República.

3) Respecto al General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES.

En el varias veces mencionado audiovisual consignado por el Fiscal General e


identificado con la letra "A", figura una entrevista que, como se dijo antes,
también de manera conjunta les hiciera la licenciada IBÉYISE PACHECO a los
ciudadanos General de Brigada (Av) CLINIO RODRÍGUEZ OBELMEJÍAS, General
(GN)
OSCAR JOSÉ MÁRQUEZ, General de Brigada (Ej) VIDAL RIGOBERTO
MARTÍNEZ,
Contralmirante JOSÉ NORIEGA GUTIÉRREZ, General de Brigada (Av) PEDRO
PEREIRA
OLIVARES, Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA, General
de Brigada
HENRY LUGO PEÑA y Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ. Cuando la
periodista
PACHECO, refiriéndose a la situación militar, le preguntó al General PEREIRA
OLIVARES "¿está bajo control ahorita?", él respondió:

"Está completamente bajo control. Todas las bases aéreas están controladas por
nosotros: los aviones, helicópteros; aviones de combate de las diferentes bases,
Maracaibo, Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro control y los
Comandantes de unidades tienen instrucciones de no volar ningún tipo de
aeronaves y mantenerse en las bases aéreas".

Ahora bien: la Defensa de los ciudadanos investigados ha consistido también en


que no hubo el delito de REBELIÓN MILITAR porque no fue un movimiento armado
puesto que no tenían armas. Pero no se comprende cómo si no tenían armas y era
un movimiento desarmado, aseguró el ciudadano General de Brigada (Av) PEDRO
PEREIRA OLIVARES que ellos controlaban todo eso y además los aviones de combate
que son, indudablemente, armas.

En la Audiencia Oral el General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES


reconoció: "es así como decidí... hacer un pronunciamiento público... para
evitar el derramamiento de sangre... que iba a llenar de sangre al país".
Alrededor de estas afirmaciones del General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA
OLIVARES subsisten las mismas dudas mencionadas con anterioridad en relación con
la hora exacta del pronunciamiento.

La Sala Plena considera que tales reconocimientos y esas contradicciones o


confusiones o dudas, deben ser objeto de una investigación exhaustiva y tal como
lo solicitó el Fiscal General de la República, para su posterior aclaración.

II) Respecto al General del División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO.

En el pronunciamiento que hizo en horas de la noche del 11 de abril de 2002, le


comunicó al ciudadano Presidente de la República que "le fui leal hasta el
final, hasta esta tarde..." . Y dio órdenes a "los Batallones, Brigadas y
Divisiones que son mi fortaleza y la fortaleza de la patria, para que
permanezcan en sus unidades; esto no es un golpe de estado, no es una
insubordinación... señores Generales del Ejército: cumplan con su deber...
distinguidos Oficiales de nuestras Fuerzas Armadas, yo sé que ustedes en este
momento están con nosotros... General MARTÍNEZ, lo felicito por su actitud
tomada en el día de hoy".

En la Audiencia Oral aseguró el General del División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ


VELASCO
que en ningún momento le pidió la renuncia al Presidente y que no ordenó
movimientos armados; y añadió textualmente: "nunca abandoné mis tropas. No me
dejé quitar el comando. Ésa es la forma de actuación de un comandante. Un
verdadero comandante no se rinde. No se entrega. Batalla hasta el Final".

Ahora bien: la Defensa de los ciudadanos investigados ha consistido en que no


hubo el delito de REBELIÓN MILITAR porque no fue un movimiento armado puesto
que
no tenían armas. Pero no se comprende cómo si no tenían armas y era un
movimiento desarmado, advertía el General del División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ
VELASCO que ya había ordenado a "los Batallones, Brigadas y Divisiones que son
mi fortaleza" para que "permanezcan en sus unidades". En efecto, resulta extraño
que se alegue pertenecer a un movimiento "desarmado" y que al propio tiempo y en
su pronunciamiento haya advertido que los "Batallones, Brigadas y Divisiones"
constituyen su fortaleza ("mi fortaleza", dijo) y que en la Audiencia Oral haya
dejado constancia de que no se dejó "quitar el comando", que "un verdadero
comandante no se rinde, no se entrega y batalla hasta el final": para no
rendirse y batallar hasta el final, es evidente que un comandante necesita o
hacer uso de las armas o, al menos, tenerlas bajo su disposición.

Por último, en la Audiencia Oral aseguró el General del División (Ej) EFRAÍN
VÁSQUEZ VELASCO que "en ningún momento pedí su renuncia" (al Presidente);
pero
es incompresible que ahora alegue esto y antes, le haya advertido al Presidente
de la República que ya no le era leal y haya impartido órdenes a "los
Batallones, Brigadas y Divisiones" y que al unísono advirtiera que éstas eran su
"fortaleza".

Fortaleza es la "posibilidad de aplicación de un poder físico o también moral",


según el Diccionario de la Real Academia.

La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o


confusiones o dudas, deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal
como lo solicitó el Fiscal General de la República.

Pues bien: a continuación es indefectible saber si es posible vincular la


conducta de aquellos ciudadanos contra quienes se dirige la solicitud de
antejuicio de mérito, con esas acciones típicas.

VII

VINCULACIÓN DE LOS CIUDADANOS INVESTIGADOS


CON LOS HECHOS INDICADOS POR EL FISCAL GENERAL

1) De las actas que integran el expediente se demuestra que el Fiscal General de


la República les atribuye a los ciudadanos Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ
(para ese momento Jefe del Estado Mayor General de la Armada), Contralmirante
DANIEL LINO COMISSO URDANETA (Jefe de Planificación de la Inspectoría
General de
la Fuerza Armada Nacional para esa fecha) y General de Brigada (Av) PEDRO
PEREIRA OLIVARES (Jefe del Estado Mayor del Comando Unificado de la Fuerza
Armada. CUFAN para esa oportunidad), su participación en los siguientes hechos:

A) El desconocimiento del Gobierno del ciudadano Presidente de la


República, Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS y del Alto Mando
Militar,
mediante un mensaje grabado con anterioridad y transmitido a través de las
señales de televisión nacional, en el cual expresaron:

"Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer al actual


régimen de gobierno y la autoridad de HUGO CHÁVEZ FRÍAS y del Alto Mando
Militar...".

B) La solicitud (bajo coacción) de renuncia del cargo de


Presidente de la República al ciudadano Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ
FRÍAS, bajo la amenaza de tomarse medidas drásticas contra el Palacio de
Miraflores.

C) La participación, junto al ciudadano General de División (Ej)


EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, en la decisión de apresar o detener al ciudadano
Presidente de la República, Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS.

Estos hechos podrían evidenciarse de los medios probatorios que consignó el


ciudadano Fiscal General de la República y que a continuación se indican:

De la nota de prensa tomada del diario "El Nacional", cuerpo D-4, del 13 de
abril de 2002, subscrita por el ciudadano JAVIER IGNACIO MAYORCA, que aparece
marcada con la letra "G", en la carpeta del expediente contentiva de diversas
publicaciones de los medios de comunicación social escritos y ya reproducida en
las páginas 45 y 46 de esta sentencia.

El texto del mensaje transcrito por la empresa TV Prensa 2000 C.A. para el
programa especial que realizó Venezolana de Televisión el 11 de abril de 2002 y
que aparece en el folio 245 de la segunda pieza del expediente, cuyo contenido
fue transcrito en las páginas 32 y 33 del presente fallo.

De los videos marcados con las letras "A", "B", "C" y "E", que contienen las
imágenes de la lectura del comunicado transcrito "ut supra".

De la declaración rendida por el ciudadano General en Jefe, LUCAS RINCÓN


ROMERO,
en su interpelación ante la Comisión Especial Política de la Asamblea Nacional
el 4 de mayo de 2002 (tomada de la página "WEB" de la Asamblea Nacional), en la
que entre otros aspectos expresó:

"El Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez me dijo: 'mire, mi General, ya esto


cambió, yo soy la nueva autoridad militar'. En ese instante me manifestó que él
estaba desde hacía más de seis meses en esto. Y me dijo: 'aquí se va a nombrar
una Junta de Gobierno, donde incluso iba a haber una representación del clero, y
la cual sería presidida probablemente por un empresario'. Eso lo manifestó el
señor Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, cuando llegué a mi
oficina.../...Regresamos entonces a mi oficina y me dijo: Voy a ir al Comando
del Ejército, que allá hay una reunión con los generales y el Comandante
General, y allí vamos a ponernos de acuerdo con relación a la autoridad militar,
ya que para ese momento se había hablado que él era la máxima autoridad
militar".

De la declaración rendida por la ciudadana MARÍA CRISTINA IGLESIAS, Ministra


del
Trabajo, el 25 de abril de 2002 y ante las Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta del
Ministerio Público, ciudadanas abogadas LUISA ELENA MONSALVE, ANA MARÍA
PADILLA
y ROSE MARIE ESPAÑA, que cursa en los folios 47 al 52 de la primera pieza del
expediente:

"...Cuando entro al Despacho el Presidente dice que tenemos un ultimátum; me


dice Aristóbulo o Navarro, que al Presidente le dieron las siguientes
alternativas: Renunciar a la Presidencia de la República y salir del país o
renunciar y ser juzgado en Venezuela.../...Luego Rodríguez Chacín salió un momento y
le dijimos Julio Montes, María Urbaneja y yo que queríamos entrar y estar con el
Presidente; entramos y luego otros miembros del gabinete; en ese momento pudimos
ver y oir (sic) las presiones a las que estaba siendo sometido el Presidente por
quienes solicitaban su renuncia, no reconrdando (sic) ahora las palabras
precisas: Por teléfono el Gral. Romel Fuenmayor se comunicaba con el Gral.
Hurtado Sucre, (sic) quien estaba en la oficina y había sido comisionado por el
Presidente para ser interlocutor, este último transmitía lo que telefónicamente
decía el General Romel Fuenmayor y decía que quedaban pocos minutos al
Presidente para renunciar y que pronto saldría el Batallón Bolívar y el Ayala
del Fuerte Tiuna para tomar el Palacio Miraflores...".

De la declaración del ciudadano JOSÉ VICENTE RANGEL, Ministro de la Defensa


para
ese momento (25 de abril de 2002) y ante las Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta
del Ministerio Público, ciudadanas abogadas LUISA ELENA MONSALVE, ANA
MARÍA
PADILLA y ROSE MARIE ESPAÑA; y ante la Fiscal Decimosexta a nivel nacional en
materia contencioso administrativa, ciudadana abogada CLAUDIA VALENTINA
MUJICA
ÁÑEZ, que cursa en los folios 60 al 65 de la primera pieza del expediente y en
la que refirió:

"...OCTAVA: Diga Usted, que (sic) fue lo que motivó la ida del Presidente de la
República al Fuerte Tiuna? CONTESTÓ: Se le dio un plazo de quince minutos para
que abandonara el Palacio, o de lo contrario los Tanques del Batallón Ayala
atacarían el Palacio. Ante esta amenaza y tomando en cuenta las numerosas
personas que allí estaban, jóvenes, mujeres, él tomó la decisión de que el
General Hurtado y el General Rosendo lo trasladaran hasta el Fuerte Tiuna, de
acuerdo al planteamiento de los alzados. (...) DECIMA: (sic) Diga Usted, si en
la oportunidad en que fue trasladado el Presidente de la República del Palacio
de Miraflores al Fuerte Tiuna, hubo algún tipo de violencia física o coacción?
CONTESTÓ: Violencia física sobre él, no. Pero coacción, si, pues un ultimátum de
que va ser atacado el Palacio Presidencial es una manera de coaccionar...".

De la declaración rendida por el ciudadano General de División (Ej) ELIÉCER


HURTADO SOUCRE, en su entrevista ante las Fiscales Tercera y Quinta del
Ministerio Público, ciudadanas abogadas LUISA ELENA MONSALVE y ROSE
MARIE
ESPAÑA, el 26 de abril de 2002 y que corre inserta en los folios 379 al 391 de
la segunda pieza del expediente y en la cual expresó:

"Entonces, a todas esta esta (sic) comisión que había venido se encuentra
desarmada y prometen regresar a Fuerte Tiuna, a tratar otra vez de lograr que la
gente pensara en otra dirección, y se retiran y empezamos entonces nuevamente
la comunicación telefónica con Fuenmayor, quien comienza a presionar por
supuesto dando tiempo, bueno le vamos a dar veinte minutos para que se decidan
porque sino (sic) vamos a capturarlo en Miraflores, lo vamos a ir a buscar a
Miraflores, y para eso vamos a mover los batallones Ayala, que era el batallón
de infantería Bolívar, y que él entonces se atenga pues a las consecuencias, y
todo, entonces frente a estas presiones, por supuesto, yo se las comunicaba al
Presidente, el Presidente pensó bastante su cosa, reflexionó mucho, tocamos
muchos temas, muchos puntos, este luego, comienzan a presionar, que le daban
veinte minutos, yo le pido por teléfono, denme cinco minutos mas esta no es una
decisión fácil, él (sic) Presidente está pensándolo...".

De la declaración rendida por el ciudadano ARISTÓBULO ISTÚRIZ, Ministro de


Educación, Cultura y Deporte, el 26 de abril de 2002 y ante las Fiscales Tercera
y Quinta del Ministerio Público, ciudadanas abogadas LUISA ELENA MONSALVE y
ROSE
MARIE ESPAÑA, respectivamente, que cursa en los folios 368 al 378 de la segunda
pieza del expediente y en la cual manifestó:

"...y nos trasladamos los Ministros que estábamos allí a Miraflores, estaba
María Urbaneja, estaba Ana Elisa Osorio (sic) creo, María Cristina Iglesias,
bueno (sic) de María Cristina Iglesias, bueno (sic) de allí nos trasladamos a
Miraflores, de Miraflores (sic) bueno(sic) no estábamos todos, gran parte del
gabinete (sic), había mucha gente, militares, etc., y bueno (sic) nos pusimos a
ver por la televisión como (sic) la marcha de verdad venía ya por la Avenida
Bolívar y un poco la Ministra preocupada, mira (sic) qué pasa, yo llamé a José
Vicente y me dijo (sic) mira (sic) no (sic) preocupes que ahí va a actuar el
Plan Ávila. Pregunta: (sic) Cómo a qué hora?, eso (sic) era ya cercano a
mediodía.../...y pasamos y conversamos con el Presidente. .../...no le obedecen al
Estado Mayor, si, (sic) al Estado Mayor, Lucas, no le paran a Lucas (sic) pues,
ni a ninguno de los altos Oficiales (sic) este, el Presidente ahí vio que estaba
alzado el Comandante del Ejercito (sic) este, que había desobediencia en los
Generales .../...El segundo escenario era resistir, (sic) por qué? porque el
general Hurtado había planteado que ellos estaban dispuestos a volar Miraflores
con tanques y tal, y sobre eso fuimos notificados de un plazo, (sic) entiendes?
Mi opinión fue resistir, de allí argumenté porque (sic) debíamos resistir, yo
dije, es preferible morir aquí (sic) este, tipo Allende, de verdad.../...nosotros
nos informamos allí que al presidente (sic) le habían llevado la renuncia por
escrito. Pregunta: ¿Quién se la lleva? Contestó: Bueno, yo no me preocupé por
saber quien (sic) se la entregó...".

Del video marcado con la letra "A", en el que aparecen las imágenes de la
entrevista realizada por la ciudadana periodista IBÉYISE PACHECO a varios
oficiales militares de alto rango (entre ellos los ciudadanos Vicealmirante
HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, Contralmirante DANIEL LINO COMISSO
URDANETA y General de
Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES), que fue transmitida por la planta
televisiva "VENEVISIÓN" el 11 de abril de 2002 y en la cual se dice lo
siguiente:

Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ:

"...estamos esperando que el Presidente se pronuncie, que el Presidente renuncie y


que él mismo le quite las armas pacíficamente a ésos que él engañó...PREGUNTA: ¿ Y
usted todavía cree que el Presidente va evitar más sangre? RESPUESTA:
entonces...le estamos dando la oportunidad, porque vamos a tener que hacer (sic)
operación militar...".

Contralmirante DANIEL LINO COMISSO URDANETA:

"...desde que ganó las elecciones sabía que algo malo pasaría...el Presidente sabe
que yo le adversé desde el primer momento...desde hace tres años estamos
recibiendo heridas...".

General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES:

"Tenemos un dispositivo en la base aérea de manera tal de prohibir la salida del


Teniente Coronel HUGO CHÁVEZ FRÍAS de manera que pague todo el daño que le ha
causado al país".

De la transcripción del Decreto Presidencial número 1.743, del 14 de abril de


2002, hecha por la empresa TV Prensa 2000 C.A. y que aparece en el folio 256 de
la segunda pieza del expediente, en cuyo texto, entre otros aspectos, se señala:

"Considerando
Que en virtud de los hechos acaecidos durante la madrugada del 12 de abril del
presente año, fue privado arbitrariamente de la libertad el Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías irrumpiendo (sic) su hilo
constitucional (sic) en consecuencia (sic) configurándose una falta temporal del
mismo".

De la transcripción realizada por la empresa TV Prensa 2000 C.A. de la alocución


rendida por el ciudadano Presidente de la República, Teniente Coronel HUGO
RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, en horas de la madrugada del 14 de abril de 2002 y que
aparece en el folio 256 de la segunda pieza del expediente, en la cual
manifestó:

"Antes de hacer algunas reflexiones, porque quiero ser breve en este mensaje de
madrugada como un renacimiento, quiero hacer un llamado y esto es quizás lo más
importante que yo quiero decir hoy domingo 14 de abril, yo pues he estado
incomunicado en las últimas horas y no tenía ninguna información de lo que
estaba pasando..."
"Vamos a poner a Dios por delante, esta imagen del Cristo crucificado me la
regaló cuando iba saliendo prisionero en la madrugada de hace dos días, hace 47
horas exactamente...".

De la declaración del ciudadano General de División (Ej) MANUEL ROSENDO, el 10


de mayo de 2002 y en su interpelación ante la Comisión Especial Política de la
Asamblea Nacional (tomada de la página "WEB" de la Asamblea Nacional), en la que
indicó:

"Ante esa situación un grupo de generales se dirigieron a otro sitio que


desconozco y regresaron con el General Vásquez Velasco quien le indicó al señor
Presidente que había decidido dejarlo bajo su protección, el ciudadano
Presidente de la República les volvió a recordar que eso no era un golpe de
Estado y que prefería ser un Presidente detenido que exPresidente (sic)
renunciado y preso".

2) En relación con el ciudadano General de División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ


VELASCO,
quien para esa fecha desempeñaba el cargo de Comandante General del Ejército, el
Fiscal General de la República le imputa su participación en los hechos
siguientes:

A) El mensaje transmitido a través de las señales de televisión nacional el


11 de abril de 2002, en el que sostuvo -entre otras cosas- lo siguiente:

"Les ordeno a todos mis comandantes de batallones, brigadas y divisiones, que


son mis fortalezas y de la patria, que permanezcan en sus unidades, que esto no
es un golpe de estado, no es una insubordinación, es una posición de solidaridad
con todo el pueblo venezolano.../...Señor Presidente de la República, le fui
leal hasta el final, hasta esta tarde le serví con toda la lealtad del caso que
siempre le he manifestado porque soy un soldado disciplinado y leal, pero los
muertos de hoy no se pueden tolerar".

B) Su participación (junto a otros altos oficiales) en la reunión celebrada


en las instalaciones militares del Fuerte Tiuna para negociar la renuncia del
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, ciudadano Teniente Coronel
HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS.

C) Comunicarle al ciudadano Presidente de la República, Teniente Coronel HUGO


RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, la decisión de dejarlo "...bajo custodia de las Fuerzas
Armadas (sic)...".

D) Haber autorizado la reclusión del ciudadano Presidente de la República,


Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS.

E) El mensaje transmitido a través del canal televisivo "GLOBOVISIÓN" el 13


de abril de 2002, en el que exigió cumplir ciertas normas para apoyar al
gobierno transitorio.

Tales hechos podrían evidenciarse de los siguientes medios probatorios:

De la declaración rendida por el ciudadano Presidente de la República, Teniente


Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, el 4 de mayo de 2002 y ante la Fiscal
Quinta
del Ministerio Público, ciudadana abogada ROSE MARIE ESPAÑA y la Fiscal
Decimosexta del Ministerio Público, ciudadana abogada CLAUDIA MUJICA ÁÑEZ, la
cual consta en los folios 417 al 447 y en la que manifestó:

"...PREGUNTA: ¿LE MENCIONARON QUIENES (sic) ERAN ESAS PERSONAS


QUE EXIGIAN (sic)
SU RENUNCIA? RESPUESTA: Era difícil, sabe por qué, porque me decía Lucas
Rincón
que esa era una algarabía de gente, y que no se ponían de acuerdo, que había
entre ellos, incluso ya algún conflicto, y que era difícil precisar quién, pero
todos asumíamos que Vásquez Velasco, el jefe del ejército, era uno de los que
dirigía la acción.../...ellos vinieron a decirme con mucho respeto usted es el
Presidente de la República, nosotros queremos respetarle su investidura y
queremos facilitar esto, pero allá en Fuerte Tiuna hay una cosa de conflicto,
unos que si (sic) unos que no, incluso ellos venían con la idea de que yo
aceptara ir en un helicóptero que ellos querían mandar a buscar para llevarme a
Maiquetía, yo le (sic) digo, no vale (sic) no (sic) de esa manera no, yo quiero
que ustedes se pongan de acuerdo, yo no puedo irme del país así como si nada,
tengo una serie de condiciones, le pido a ustedes que vayan a Fuerte Tiuna y
traten de convencer a esos señores de que hagamos el trato del que estamos
hablando, cumplan con esas condiciones, ellos dicen, vamos a Fuerte Tiuna,
salieron y se fueron, no hubo forma de convencer a nadie, así que ellos vuelven
a llamar y dicen que no hay condiciones, que si (sic) creo que en diez minutos
yo no salía de aquí para allá, tenían ya una columna de tanques ya listos para
bombardear el palacio...".

De la declaración del ciudadano General de División (Ej) MANUEL ROSENDO el 10


de
mayo de 2002, en su interpelación ante la Comisión Especial Política de la
Asamblea Nacional (tomada de la página "WEB" de la Asamblea Nacional), en la que
señaló:

"...Al llegar al Fuerte Tiuna nos trasladamos a la Sala de reunión del Jefe del
Estado Mayor del Ejército, allí los oficiales generales y oficiales de otros
grados estaban esperando. El General Fuenmayor se dirigió al Presidente de la
República en presencia del (sic) Monseñor Baltazar Porras y el (sic) Monseñor
Azuaje quienes se encontraban ocupando la misma mesa, allí colocó la carpeta con
el decreto y le manifestó que debería manifestar su renuncia y sería juzgado en
el país, a lo cual el ciudadano Presidente de la República le indicó que el no
firmaría porque era un golpe de Estado e hizo algunas recomendaciones y
sugerencias sobre lo que podría ocurrir.
Ante esa situación un grupo de generales se dirigieron (sic) a otro sitio que
desconozco y regresaron con el General Vásquez Velasco quien le indicó al señor
Presidente que había decidido dejarlo bajo su protección, el ciudadano
Presidente de la República les volvió a recordar que eso no era un golpe de
Estado y que prefería ser un Presidente detenido que exPresidente (sic)
renunciado y preso".

De la declaración rendida por el ciudadano Monseñor BALTAZAR ENRIQUE


PORRAS
CARDOZO el 5 de mayo de 2002, en la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana,
ante las Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta del Ministerio Público, ciudadanas
abogadas LUISA ELENA MONSALVE, ANA MARÍA PADILLA y ROSE MARIE
ESPAÑA, que
aparece inserta en los folios 227 al 230 de la segunda pieza del expediente, en
la que expresó:

"...le dicen bueno aquí está y le presentaron para que firmara, fue cuando él dijo
esto es lo que me traen para firmar, ustedes cambiaron las reglas del juego.
NUEVAMENTE EL MINISTERIO PÚBLICO INTERROGA: ¿QUIÉN SE LO
LLEVÓ PARA FIRMAR?
RESPUESTA: Un edecán que estaba allí, no era General, un ayudante de alguno ahí,
todos estaban uniformados, ahí no había ningún civil, los únicos civiles éramos
nosotros dos, a él le entregan, (sic) estas no son las reglas del juego en que
habían quedado Rosendo y Hurtado con Vásquez Velasco...".

De la declaración rendida por el ciudadano RAMÓN EMILIO RODRÍGUEZ CHACÍN


el 30
de abril de 2002 y ante las Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta del Ministerio
Público, ciudadanas abogadas LUISA ELENA MONSALVE, ANA MARÍA PADILLA
y ROSE
MARIE ESPAÑA, respectivamente, que cursa en los folios 136 al 140 de la primera
pieza del expediente y en la que manifestó:

"...Ellos plantearon esa solicitud de una manera firme y enérgica, so pena, de


atacar militarmente y dar un baño de sangre. El Presidente contestó, que no iba
a firmar ninguna renuncia y que ellos asumieran la responsabilidad del golpe de
estado que estaban dando, yo estaba presente cuando el Presidente dijo eso...".

De la declaración rendida por el ciudadano Vicealmirante BERNABÉ CARRERO


CUBERO,
el 25 de abril de 2002 y ante la Fiscal Tercera del Ministerio Público y la
Fiscal Decimosexta a nivel nacional en materia contencioso administrativa,
ciudadanas abogadas LUISA ELENA MONSALVE y CLAUDIA VALENTINA
MUJICA ÁÑEZ,
respectivamente, que cursa en los folios 54 al 58 de la primera pieza del
expediente y en la cual refirió:

"...DECIMO: (sic) En su exposición usted señala que Ramírez Pérez transmitió un


planteamiento de la sociedad civil, (sic) cuál era ese planteamiento? CONTESTO
(sic): El (sic) expuso que habían dos condiciones que le estableció la sociedad
civil, la primera que habría un presidente civil y que no habría junta de
gobierno y la segunda que el presidente Chávez debía ser juzgado en el país. Yo
no estuve presente en Miraflores cuando se le planteó la renuncia al Presidente.
Cuando llegué a la Comandancia del Ejército me enteré que iban a buscar al
Presidente porque ya había renunciado. Allí me enteré que Lucas Rincón estaba en
la antigua sede del Ministerio de la Defensa, actual Fuerte Tiuna. Luego,
trajeron al Presidente y le expusieron que firmara la renuncia a lo que el (sic)
puso condiciones (salida del pais (sic) a Cuba y seguridad para su familia y su
entorno), a lo que le respondieron que se encontraba bajo custodia y el (sic)
dijo que no renunciaba. DECIMO PRIMERO (sic): Quienes (sic) deliberaron, después
de que el Presidente planteó sus condiciones? Ahí estaban Carmona Estanga,
Vazquez (sic) Velazco (sic), Ramírez Pérez, y creo que Alfonso (sic) y quien le
impone de la decisión de ese grupo deliberante es Vazquez (sic) Velazco (sic),
quien a mi juicio fue muy respetuoso con el Presidente, sin embargo (sic) habían
otros que no...".

De la boleta de ingreso del ciudadano Presidente de la República, Teniente


Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, al Centro de Reclusión del Comando de la
Tercera División de Infantería, 35 Regimiento de la Policía Militar "Libertador
José de San Martín", que está inserta al folio 325 de la segunda pieza del
expediente.

Del texto del mensaje transmitido por "GLOBOVISIÓN" el 13 de abril de 2002 y que
transcribió la empresa TV Prensa 2000 C.A. (folio 252 de la segunda pieza del
expediente):

"...En tal sentido se apoya al gobierno transitorio si se cumplen las siguientes


normas: 1. Establecimiento de una transición con respecto a la Constitución y
Leyes de la República y Derechos Humanos. 2. Revisión y modificación del decreto
del 12 de abril del año 2002. 3. Restitución de la Asamblea Nacional. 4.
Concertación con las fuerzas vivas de la nación para constituir un gobierno
transitorio y garantizado por la pluralidad y representatividad. 5. Exhortación
a la paz y tranquilidad y que toda acción de gobierno se efectúe con el máximo
respeto a los Derechos Humanos. 6. Ratifico, como Comandante General del
Ejército, en todos sus cargos a los integrantes del Alto Mando Militar del
Ejército y de sus comandos naturales. La gente que está conmigo seguirá conmigo
y yo solo (sic) lo (sic) transfiero. 7. Se ratifica el apoyo a las autoridades e
instituciones así como el apego incondicional a la institucionalidad del
componente hacia los valores y bases fundamentales de la organización como son:
la obediencia, la disciplina y la subordinación. 8. Respeto a las autoridades
locales legalmente electas por el pueblo venezolano: locales, regionales como
son los gobernadores y alcaldes que son en estos momentos los representantes en
cada Estado y en cada Municipio del país de una votación popular que hubo aquí
en Venezuela. 9. Continuidad de los beneficios sociales al pueblo venezolano,
cuyos programas estaban en ejecución. No podemos abandonar el pueblo, los
pueblos venezolanos los de más necesidad debemos seguir con atención los mismos
programas que se venían suscitando en este país. 10. Exigimos la construcción de
una sociedad sin exclusiones en donde toda demanda o inconformidad se manifieste
de manera pacífica sin armas y con el pleno ejercicio de la libertad dentro del
Estado de derecho que corresponde a una sociedad democrática. Queremos mantener
la democracia, amamos la democracia y queremos seguir en una democracia. 11.
Garantizamos la seguridad, el trato y el respecto al teniente coronel Hugo
Chávez Frías y su grupo familiar. Solicitamos la petición del teniente coronel
Hugo Chávez Frías de salir del país en forma inmediata. 12. Las Fuerzas Armadas
Nacionales garantizamos la seguridad de todo el pueblo venezolano. Así mismo
exigimos que se restituyan todos los poderes públicos generalmente (sic)
constituidos en este país, como son el Tribunal Supremo, el Ministerio Público,
todo lo que estaba en vigencia. Como les digo, esto no fue un golpe de estado,
nosotros respetamos las instituciones, no queremos violaciones a la
Constitución, queremos y apoyamos a un gobierno transitorio que respete el
derecho a todo lo que siempre hemos tenido. El problema que se suscitó en
Venezuela fue un problema de pérdidas humanas en donde el gobierno central
perdió el control y autoridad en un momento determinado. Muchas gracias y creo
que con esto todos ustedes sepan que las Fuerzas Armadas Nacionales (sic) en
este momento apoyan esa transitoriedad, siempre y cuando se cumpla la
Constitución Nacional del año 99".

Todos estos elementos, a juicio de la Sala Accidental Plena, constituyen


pruebas. No presunciones.

La Sala Plena considera transcribir algunos aspectos de la sentencia


(23/7/2002) de la Sala de Casación Penal (caso Puente Llaguno) con ponencia del
Magistrado doctor ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS, en la que se estableció:

"La Sala, para decidir, ha de hacer una consideración sobre los hechos que
motivaron la solicitud de avocamiento. "Prima facie" debe ser una consideración
objetiva en sentido estricto, es decir, una consideración hecha exclusivamente
sobre la base de la realidad fáctica y sin entrar en aspectos de fondo. Después
habrá una función valorativa que versa sobre la antijuridicidad y por último se
determinará si el autor es imputable y si es culpable a título de dolo (perfecto
o imperfecto) o de culpa.
Esa consideración demuestra que tales hechos fueron no sólo evidentes sino de
suma gravedad y ameritan ser investigados para clarificar si constituyen delitos
o si no constituyen delitos. Porque lo que resulta inaceptable, por ilegal e
injusto, es que actos de tal índole no sean investigados a cabalidad. Y eso es
exactamente lo que ha ocurrido en el presente caso.
Al analizar el escrito fiscal se advierte que el hecho de que el Ministerio
Público se haya visto en la necesidad de presentar varios escritos
complementarios de la acusación, no implica que ésta deba ser considerada
defectuosa, pues ello se debió a la complejidad que existió en la recopilación
de las pruebas. Aunado a lo anterior, resulta necesario destacar que el escrito
acusatorio promovió diversos peritajes, testimonios y audiovisuales y, en
general, sí cumplió con los requisitos exigidos en el artículo 326 del Código
Orgánico Procesal Penal y que dada tanto la evidencia cuanto la gravedad de los
hechos imputados, no debió la juez sobreseer y sacrificar la Justicia por
formalidades no esenciales, pues ello constituye la violación del artículo 257
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela".

Este caso reúne características iguales en cuanto a que se refiere a hechos


notorios, graves y admitidos por los ciudadanos investigados.
La Sala Plena ha examinado los audiovisuales identificados con antelación y
considera que forman parte del denominado "hecho notorio comunicacional (sic)",
pues fueron transmitidos de modo uniforme por todos los canales de televisión
del país y vistos tanto por los habitantes de Venezuela como por muchos del
exterior.

Por tales motivos esos audiovisuales no ameritan ninguna prueba de su


autenticidad pues la notoriedad de su transmisión la hace absolutamente
innecesaria.

La Sala considera tales audiovisuales como auténticos e hizo un resumen de los


mismos en uno solo y lo analizó y transcribió en el texto de la presente
decisión.
En el fallo número 961 del 24 de mayo de 2002 de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, en ponencia del Magistrado Doctor JESÚS EDUARDO
CABRERA ROMERO, se aprobó la tesis de la sentencia "compleja" referida por
CALAMANDREI y citado este notabilísimo autor por el fallo en cuestión.

Se trata de sentencias formadas por el órgano jurisdiccional y un ente ajeno a


ello, como lo pueden ser unos expertos y sus experticias, así como otros órganos
del Estado; todo lo cual fue definido por ese fallo así:

"Este tipo de sentencia tiene dos pasos, uno donde el órgano jurisdiccional
declara (se emite un juicio y dispone algo), y otro en que lo dispuesto se
complementa con otro acto fuera y aparte del texto de la decisión".

Dentro de este orden de ideas y siendo que tanto el Código de Procedimiento


Civil en su artículo 872, como el Código Orgánico Procesal Penal en sus
artículos 22 (que implica una libertad en la apreciación de las pruebas), 334
(videograbación) y 358 (grabaciones), toman en cuenta los audiovisuales como
punto de referencia para la confección de las actas, la Sala Plena considera que
también es posible una sentencia compleja y formada por una parte escrita y otra
audiovisual y complementaria de lo escrito, lo que resulta mucho más preciso
frente a la natural complejidad de los fallos. Y por consiguiente la Sala
certifica el audiovisual identificado como "OFICIAL" y lo considera parte
integrante de esta decisión.

VIII

CONCLUSIÓN

El Fiscal General de la República solicitó al Tribunal Supremo de Justicia que


declarara si hay mérito para enjuiciar a los ciudadanos General de División (Ej)
EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ,
General de Brigada
(Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES y al Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ
COMISSO
URDANETA, quienes en su criterio cometieron el delito de rebelión, previsto en
el numeral 1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar.
El Fiscal General, en su escrito, puso de relieve una serie de hechos que fueron
mostrados hasta la saciedad e informados por los medios de comunicación social y
a los cuales (hechos), según la jurisprudencia de la Sala Constitucional del 24
de marzo de 2000 con ponencia del Magistrado doctor JESÚS EDUARDO CABRERA
ROMERO
(expediente Nº 00-0066, caso Alfredo Patrone), debe atribuírseles el valor de
hechos notorios porque reúnen de manera concurrente los requisitos fijados al
efecto por dicha jurisprudencia, a saber:

1) Que se trate de un hecho y no de una opinión o un testimonio.


2) Que su difusión sea simultánea por varios medios de comunicación social
escritos, audiovisuales y radiales, lo cual puede estar acompañado de imágenes;
3) Que el hecho no sea susceptible de rectificaciones ni dudas sobre su
existencia o de presunciones sobre la falsedad del mismo y es lo que la Sala
Constitucional ha llamado "ante la consolidación del hecho", lo cual ocurre en
un tiempo prudencialmente calculado por el juez y a raíz de su comunicación;
4) Y que los hechos sean contemporáneos con la fecha del juicio o de la
sentencia que los tomará en cuenta.

Por tanto, estos hechos notorios por su exhaustiva difusión a través de los
medios de comunicación social -doctrina del "hecho notorio comunicacional (sic)"
de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia- están por eso mismo
relevados de prueba, es decir, no necesitan ser probados porque
apriorísticamente lo están en sí mismos y por el hecho de ser notorios.

"Notorium non egee probatione": Lo notorio no requiere prueba.


"Nulla est major probatio, quam evidentia rei": No hay mayor prueba que la
evidencia de la cosa.

Por añadidura, además de la notoriedad "ipso facto" de tales hechos, hay un


lujoso cúmulo probatorio en el texto de esta sentencia.

En la Audiencia Oral y Pública se oyeron los alegatos del Fiscal General y de


los altos funcionarios en referencia y de sus abogados Defensores, respecto a la
solicitud del Fiscal General y en resguardo de su derecho a la defensa; por lo
que hay que clarificar si hay mérito o no para ordenar su "enjuiciamiento"
("instrucción de procedimiento"): en caso afirmativo debe ordenarse el inicio o
continuación de la "investigación exhaustiva" que solicita el Fiscal General de
la República; y en caso negativo debe dictarse el sobreseimiento.

Así que la audiencia convocada (ante la solicitud del Fiscal) con fundamento en
lo dispuesto en el artículo 379 del Código Orgánico Procesal Penal, ha dado
lugar a establecer ahora, por parte de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, que sí existen méritos para iniciar o continuar la persecución penal
contra los Oficiales, Generales y Almirantes.

Desde otra perspectiva, con la autorización al Fiscal General de la República


para que haga la "investigación exhaustiva" que solicitó, no se vulnera ningún
lapso preclusivo: el artículo 313 del Código Orgánico Procesal Penal establece
lo siguiente:

"Artículo 313. Duración. El Ministerio Público procurará dar término a la fase


preparatoria con la diligencia que el caso requiera.
Pasados seis meses desde la individualización del imputado, éste podrá requerir
al Juez de control la fijación de un plazo prudencial, no menor de treinta días,
ni mayor de ciento veinte días para la conclusión de la investigación.
Para la fijación de este plazo, el Juez deberá oír al Ministerio Público y al
imputado y tomar en consideración la magnitud del daño causado, la complejidad
de la investigación, y cualquier otra circunstancia que a su juicio permita
alcanzar la finalidad del proceso. Quedan excluidas de la aplicación de esta
norma, las causas que se refieren a la investigación de delitos de lesa
humanidad, contra la cosa pública, en materia de derechos humanos, crímenes de
guerra, narcotráfico y delitos conexos".

Tampoco se puede considerar que habría una doble investigación: para empezar se
requeriría que hubiera una acusación y se está en una etapa en la que
simplemente el Fiscal, si así lo considera, puede continuar con la
investigación.

La Sala Plena ha estudiado los recaudos presentados por todas las partes y lo
actuado en la Audiencia Oral y Pública. Y ha concluido en lo siguiente:

Los verbos "promover", "ayudar" y "sostener" más el elemento subjetivo relativo


al fin, conforman toda una imagen rectora del delito de rebelión militar, con la
cual es evidente que se identifican los hechos habidos el 11, 12 y 13 de abril
de 2002 y que son el fundamento de la solicitud fiscal del antejuicio de mérito:
los hechos en referencia, en efecto, reproducen la conducta pormenorizada en el
numeral 1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar e incluso
evidencian la intención finalista de dificultar o impedir el ejercicio del
Gobierno en alguno de sus poderes y acaso en todos, puesto que fueron disueltos.

Aparecen acreditados los hechos que el ciudadano Fiscal General de la República,


ciudadano abogado JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, atribuye a los ciudadanos
Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ, Contralmirante DANIEL LINO
COMISSO URDANETA,
General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES y el General de División (Ej)
EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, relativos a una serie de actuaciones acaecidas los días
11, 12 y 13 de abril de 2002, destinadas a desconocer al Gobierno
legítimamente constituido y hay pruebas apodícticas de que hubo acciones
enmarcadas en la estipulación típica del numeral 1 del artículo 476 del Código
Orgánico de Justicia Militar, puesto que consistieron en promover, ayudar o
sostener un movimiento armado que alteró la paz interior de la República e
impidió el ejercicio del Gobierno legítimamente constituido y de todas las ramas
del Poder Público.

Los mencionados ciudadanos ejecutaron esas acciones o participaron de alguna


manera en ellas, pues las promovieron o iniciaron o comenzaron o impulsaron o
impelieron o estimularon o diligenciaron; o ayudaron o cooperaron; o sostuvieron
o sustentaron o apoyaron las acciones que el Ministerio Público ha calificado
como "REBELIÓN MILITAR".

Por lo tanto, la Sala Plena declara que sí hay mérito para enjuiciar a los
señalados ciudadanos por los hechos que se les atribuye y que encuadran en el
numeral 1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar. Tal
enjuiciamiento debe hacerse bajo el principio del contradictorio, para que los
investigados tengan el derecho de promover pruebas propias y acceder y
controlar, cuando fuere el caso, las pruebas del Ministerio Público o ajenas.

IX
DECISIÓN

En virtud de las consideraciones expuestas, el Tribunal Supremo de Justicia, en


Sala Plena Accidental, administrando Justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley, de acuerdo con el numeral 3 del artículo 266 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y con los artículos 377,
379 y 381 del Código Orgánico Procesal Penal, pasa a dictar los siguientes
pronunciamientos: 1) AUTORIZA EL ENJUICIAMIENTO del ciudadano General de
División (Ej) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO, ciudadano Vicealmirante HÉCTOR
RAMÍREZ
PÉREZ, ciudadano General de Brigada (Av) PEDRO PEREIRA OLIVARES y del
ciudadano
Contralmirante DANIEL LINO JOSÉ COMISSO URDANETA, por el delito de
REBELIÓN
MILITAR, previsto en el numeral 1 del artículo 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar; 2) Ordena remitir las actuaciones al ciudadano Fiscal General
de la República, JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, para que prosiga con las
averiguaciones de los hechos que se les imputan a los referidos altos
funcionarios.

Quedan así expresadas las razones de mi voto salvado.

Fecha ut supra.
El Presidente,

IVÁN RINCÓN URDANETA

El Primer Vicepresidente,El Segundo Vicepresidente,

FLANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS


Magistrado Disidente

Los Magistrados,
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO JOSÉ MANUEL
DELGADO OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA

RAFAEL PÉREZ PERDOMOANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

CARLOS OBERTO VÉLEZALBERTO MARTINI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZHADEL MOSTAFÁ PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERORAFAEL ÁNGEL HERNÁNDEZ


UZCÁTEGUI

LUIS MARTÍNEZ HERNÁNDEZBLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN

ALFONSO R. VALBUENA CORDEROMARISOL MORENO MARIMÓN

MARÍA JOSÉ RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ

La Secretaria,
OLGA M. DOS SANTOS P.

AAF/ybm
Exp. Nº 2002.-00029

Quien suscribe, Magistrado Iván Rincón Urdaneta, deplora profundamente tener que
disentir de la exigua mayoría que aprobó el presente fallo, ya que con ello se
produjo un hecho insólito y sin precedentes en la historia republicana de
nuestro país, como ha sido la declaratoria de impunidad de los hechos y los
presuntos responsables, ciudadanos Efraín Vásquez Velasco, Pedro Pereira
Olivares, Héctor Ramírez Pérez y Daniel Lino José Comisso Urdaneta en la
comisión del delito de rebelión militar, previsto en el artículo 476, numeral 1
del Código Orgánico de Justicia Militar, según querella del Fiscal General de la
República, cuando del cúmulo probatorio traído a los autos se desprendía, sin
ningún género de dudas, que existían motivos suficientes para declarar con lugar
la solicitud de antejuicio de mérito formulada en su contra por el mencionado
funcionario, por así desprenderse de los hechos que se les imputa y la relación
de los citados ciudadanos con los mismos.

A) El Fiscal General de la República en su querella explana los siguientes


hechos:

El 10 de abril de 2002, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la


Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela
(FEDECAMARAS), presididas por los ciudadanos Carlos Ortega y Pedro Carmona
Estanga, respectivamente, convocaron un paro general indefinido y a la
ciudadanía a una marcha que partiría al día siguiente desde el Parque del Este,
en la Avenida Francisco de Miranda, hasta la sede de Petróleos de Venezuela,
S.A., en Chuao, Caracas.

El 10 de abril de 2002, el General de Brigada Néstor González González convocó a


una rueda de prensa en el Hotel Caracas Hilton y rechazó públicamente el
gobierno del ciudadano Presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías.

El 11 de abril de 2002, se realizó la marcha convocada, la cual partió desde el


Parque del Este y llegó a la sede de Petróleos de Venezuela en Chuao. Allí, los
organizadores de la misma insitaron a los participantes de la marcha a dirigirse
al Palacio de Miraflores para solicitar la renuncia del Presidente de la
República, ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías.

En esa misma fecha, un grupo de ciudadanos que apoyaba al Presidente de la


República se congregó en las inmediaciones del Palacio de Miraflores.

Se suscitaron graves hechos en el centro de la ciudad de Caracas,


específicamente en el Puente Llaguno y sus adyacencias. Desde la tarde del
jueves 11 y durante la madrugada del viernes 12 de abril de 2002, oficiales de
alto rango, entre ellos el Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, los
Contralmirantes Daniel Lino José Comisso Urdaneta y Francisco Noriega, los
Generales de Brigada de la Guardia Nacional Marco Ferreira Torres, Oscar José
Márquez y Ramón Lozada, los Generales de Brigada Clinio Rodríguez y Pedro
Pereira, expresaron su opinión sobre los hechos ocurridos y -entre otras
manifestaciones- leyeron un pronunciamiento contra el Gobierno del Presidente,
ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías.

El Comandante General del Ejército, General de División Efraín Vásquez Velasco


dio declaraciones mediante las cuales repudió los sucesos del 11 de abril y
entre otras cosas, solicitó a los Comandantes de Batallones, Brigadas y
Divisiones que permanecieran en sus unidades y manifestó al Presidente de la
República "...le fui leal hasta el final, hasta esta tarde le serví con toda
lealtad... pero los muertos de hoy no se pueden tolerar...".

El General Lucas Rincón Romero se dirigió al país y anunció que el Presidente de


la República Bolivariana de Venezuela había aceptado renunciar.

Constituye un hecho notorio que el Presidente de la República, se encontraba en


Miraflores y el 12 de abril de 2002, a las 4 de la mañana se trasladó a las
instalaciones del Fuerte Tiuna en compañía de los Generales de División Ismael
Eliécer Hurtado Soucre, Manuel Rosendo y José Aquiles Vietri Vietri y se reunió
con un grupo numeroso de oficiales que se encontraba en ese lugar.

En esa reunión se le solicitó al primer mandatario que firmara la renuncia y


éste se negó. Ante esta negativa, el General de División Efraín Vásquez Velasco
le comunicó la decisión de dejarlo bajo custodia o arresto de las Fuerzas
Armadas. En razón de ello, ordenó la reclusión del Presidente de la República en
el Comando de la Tercera División de Infantería, 35 Regimiento de la Policía
Militar "Libertador José de San Martín", lo cual consta en boleta de ingreso del
12 de abril de 2002.

El 12 de abril de 2002, el ciudadano Pedro Carmona Estanga se auto juramentó


Presidente del Gobierno de transición y mediante Decreto de esa misma fecha
disolvió los poderes públicos.

El 13 de abril de 2002, el ciudadano Pedro Carmona Estanga abandonó el Palacio


de Miraflores y se trasladó a las instalaciones del Fuerte Tiuna.

En esa misma fecha, un grupo de personas se congregó en las inmediaciones del


Palacio de Miraflores, del Fuerte Tiuna y frente a la Brigada 42 de
Paracaidistas en la ciudad de Maracay, Estado Aragua.

En horas de la tarde, el General de División Efraín Vásquez Velasco se dirigió


al país y exigió la restitución de los poderes públicos que fueron anunciados
como disueltos el 12 de abril de 2002.

El 13 de abril de 2002, el canal oficial "Venezolana de Televisión" transmitió


varios mensajes de los ciudadanos Vladimir Villegas, Jesús Romero Anselmi y Juan
Barreto. Igualmente se presentaron otras autoridades, tales como el Fiscal
General de la República, el Defensor del Pueblo, algunos Diputados de la
Asamblea Nacional y Ministros del Gobierno del Presidente, ciudadano Hugo Rafael
Chávez Frías.

El 13 de abril de 2002, el ciudadano Pedro Carmona Estanga anunció al país la


restitución de los poderes públicos. Posteriormente se juramentó como nuevo
Presidente, el ciudadano Diosdado Cabello.

Asimismo, el ciudadano Pedro Carmona Estanga anunció su renuncia a través de los


medios de comunicación extranjeros.

En horas de la madrugada del 14 de abril de 2002, el Presidente de la República


Bolivariana de Venezuela, ciudadano Hugo Chávez Frías regresó al Palacio de
Miraflores y se dirigió al país en cadena nacional.

B) En cuanto se refiere a la valoración de los elementos que conforman el delito


de rebelión militar, la mayoría sentenciadora sostiene lo siguiente:

"Como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento que describe el


referido ordinal 1º del artículo 476, único en el cual el ciudadano Fiscal
General de la República fundamentó su calificación jurídica, no puede ser
procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que solicitó
dicho funcionario. Así se declara".

Ahora bien, observa quien disiente cuanto sigue:

La tesis según la cual el delito de rebelión militar no tiene una pena, queda
desvirtuada con la letra del artículo 479 del Código Orgánico de Justicia
Militar, que señala "En todos los demás casos de rebelión militar la pena
será...".

En efecto, tal como lo sostiene el Magistrado Alejandro Angulo Fontiveros en la


ponencia rechazada por la mayoría, "...con sólo repasar este artículo se
comprueba a la perfección que la voluntad de la ley penal es castigar con una
pena todos los casos de rebelión militar. Y queda por solucionar el problema de
cuál será la pena correspondiente al delito básico de rebelión militar
contemplado en el artículo 476 eiusdem, porque, ciertamente, ese artículo no
estampó de una vez la pena como ha debido hacer. Mas esa omisión no es
atribuible a que la "voluntas legislatoris" no quiso castigar ese delito, sino a
que hubo una omisión involuntaria.

Empero, lo que debe quedar muy claro es que en la mente del legislador no estuvo
el querer exceptuar de pena a quienes cometan el delito de rebelión militar. Al
respecto, en la interpretación de los tipos penales, se debe comenzar por un
análisis gramatical; pero teniendo presente que la interpretación teleológica es
la más importante, máxime si hay una oscuridad en la redacción de la ley penal.
Siempre hay que inquirir cuál es el fin de la norma y en este caso es reputar
como delito la rebelión militar y castigarla en todos los casos."

Nótese como el Código Orgánico de Justicia Militar, no sólo en el caso del


delito de rebelión militar fija el supuesto de hecho en un artículo y la pena en
otro u otros artículos. Prueba de ello son los siguientes:
-Delito de traición a la Patria: artículo 464 (supuesto de hecho) y artículos
465 y 466 (penas);
-Delito de espionaje: artículo 471 (supuesto de hecho) y artículo 472 (pena);
-Delito de insubordinación: artículo 572 (supuesto de hecho) y artículos 513,
514 y 515 (penas);
-Delito de desobediencia: artículo 519 (supuesto de hecho) y artículos 520 y 521
(penas);
-Delito de Deserción: artículo 523 (supuesto de hecho) y artículos 525, 526, 528
y 533 (penas).

Esta forma de tipificar delitos, empleada por el legislador, permite concluir


que los artículos 464 (Traición a la Patria); 471 (Espionaje); 476 (Rebelión
Militar); 488 (Motín); 512 (Insubordinación); 519 (Desobediencia) y 523
(Deserción), no son normas "imperfectas", o tipos en busca de penas, sino, una
de las técnicas de tipificación de hechos punibles.

Por otra parte, en el artículo 477 se establece la pena para la rebelión militar
producida en presencia del enemigo extranjero, distinguiéndose "los iniciadores,
directores o jefes de la rebelión cualesquiera que sea su jerarquía militar
conforme a la Ley (ordinal 1º del artículo anterior)" y los comprendidos en el
ordinal 2º del mismo artículo. Finalmente, en el artículo 479 se expresa que:

"En todos los demás casos de rebelión militar la pena será de veinticuatro a
treinta años de presidio para las personas comprendidas en el ordinal 1º del
artículo 477, y de veintidós a veintiocho años de presidio para las comprendidas
en el ordinal 2º del citado artículo.
Rige igualmente en este artículo lo establecido en el parágrafo único del
artículo 477."

Según la interpretación del Magistrado Angulo Fontiveros, la cual acojo en todos


sus términos, "La pena correspondiente al delito de REBELIÓN MILITAR previsto en
el artículo 476 'eiusdem', está estipulada en ese artículo 479 (recién
transcrito) porque señala que para TODOS los demás casos la pena será de 24 a 30
años de presidio. Pero esta estipulación contiene la siguiente antífrasis: por
una parte se refiere a 'todos los demás casos de rebelión militar', con el
propósito de adjudicarles una pena; y por la otra parte SÓLO las adjudica
respecto a las personas comprendidas en los dos numerales ('ordinales' dice el
código equivocadamente) del artículo 477. Además de contener ese artículo 479
una palmaria 'contraditio in terminis', contempla una disposición espuria porque
castiga a los culpables del delito corriente o básico o simple de rebelión
militar, con las penas correspondientes a los culpables de la forma más grave
del delito de rebelión militar y esto es inaceptable. Y hasta muy difícil de
imaginar en la mente de los legisladores. Por esto se pone aún más de relieve el
error material en que cayó el legislador y que no solamente tiene que ver con el
artículo 476 sin pena establecida ('nullun crimen nulla poena sine lege'), sino
también con el propio artículo 479: Cuando éste se refirió al artículo '477', a
lo que en realidad quiso referirse fue al artículo 476. Tal dislate se comprueba
en que ya el artículo 477 tiene dispuestas las penas concernientes a sus dos
numerales y no tendría sentido alguno volverlas a disponer o fijar. Así mismo se
nota que este artículo 477 contiene un 'parágrafo único' y que el artículo 479
reza en su parte 'in fine': 'Rige igualmente en este artículo lo establecido en
el Parágrafo Único del artículo 477'. Y constituiría un absurdo anunciar (como
lo hace el artículo 479) que rige igualmente en 'este artículo' (al 477 se
refiere) lo establecido en el parágrafo único 'del artículo 477', pues sería una
tautología y en cambio sí tendría sentido este último aparte del artículo 479 si
hubiera puesto correctamente '476' donde puso '477'.

Pienso que en los términos indicados debió y debe ser interpretada la norma
jurídica contenida en el artículo 476, numeral 1 del Código Orgánico de Justicia
Militar".

C) En otro orden sostiene la mayoría lo siguiente:

"...para que tales hechos pudieran encuadrar en la descripción dicha es preciso


el elemento finalístico; es decir, que las alocuciones tuvieren como fin
promover o ayudar un movimiento armado para alterar la paz interior de la
República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno.

En este sentido se observa que, el único de los imputados que tenía mando
efectivo de tropas ordenó a todos sus comandantes de Batallones, Brigadas y
Divisiones que permanecieran en sus unidades y que esto no era un Golpe de
Estado ni una insubordinación sino que lo que hizo fue desconocer la orden
dictada por el Presidente de la República de aplicar el Plan Avila, por cuanto,
según él resultaba contrario a la protección de los derechos humanos de la
ciudadanía y ello significaría una masacre.

Luego, si el único que tenía mando de tropa ordenó a esas tropas que
permanecieran en sus unidades y les aclaró que no era golpe de Estado ni
insubordinación, para los otros, por carecer de mando de tropa resultaba
imposible la comisión del delito que se le imputa sin que pueda la Sala
referirse a ningún tipo de calificativo de su conducta que tenga que ver con un
supuesto diferente al señalado por el Fiscal".

Pretende hacer ver la mayoría que para la verificación del delito de rebelión
militar es necesario la obligación de empleo de las armas. En tal sentido es
menester señalar lo siguiente:

Respetada doctrina del derecho penal reconoce que la utilización de las armas no
siempre es requerida para la configuración del tipo que se analiza; basta que
exista la potencialidad o posibilidad de su empleo para que exista el elemento
de acción que subyace en la rebelión militar; Así Maggiore señala:

"Como el delito se consuma al `promover la insurrección´, esto es simplemente


con prepararla, sin que se realice, la ley considera la insurrección como
armada, aun cuando las armas (no llevadas por ninguno) estén depositadas en
algún sitio (último apartado)" Maggiore, Derecho Penal, De los Delitos en
Particular, Parte Especial, Vol. III, Ed Temis, P.91, Bogotá, 1972).

Por su parte Ranieri indica:


"La insurrección es armada cuando las personas que participan en ellas disponen
de armas en cantidad adecuada, aunque se encuentren en un lugar de depósito"
(artículo 284, párrafo último) (RANIERI, Manual de Derecho Penal, Parte
Especial, De los delitos en particular T II, Ed Temis, P 155, Bogotá, 1975).

Como es del conocimiento público e histórico -y a ello aludió el Magistrado cuya


ponencia fue rechazada- "el por todos denominado, 'Golpe del 48' contra el
presidente Rómulo Gallegos, se consumó con el más rotundo éxito y sin disparar
ni un solo tiro".

La mayoría concluye -erradamente- que el delito de rebelión militar no tiene


pena, lo cual equivale a decir que no existe, o que quienes promuevan, ayuden o
sostengan cualquier movimiento para alterar la paz interior de la República o
para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno, sencillamente no son
punibles. En todo caso, no entiende quien disiente cómo puede la ponencia
declarar que el tipo básico (artículo 476), no es delito, con lo cual se
estarían dejando sin efecto las modalidades de rebelión que se establecen en los
artículos siguientes (477 y 478).

D) Luego de señalar que el delito de rebelión militar no existe, la mayoría


pasa a hacer consideraciones de orden político, absolutamente impertinentes, ya
que luego de la declaración precedente, nada, al menos desde el punto de vista
jurídico, era menester agregar.

En todo caso la mayoría relaciona desarticuladamente un conjunto de


testimoniales para concluir:

"...que los hechos por los cuales se pretende enjuiciar a los Oficiales
preidentificados no se realizaron con la intención de alterar la paz interior o
la de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino exactamente para
tratar de restablecer esa paz interior rota por factores y elementos ajenos a
los imputados.

Por todo lo anterior no queda otro camino sino concluir en que tales eventos
fueron de tal gravedad que pudieron justificar la conducta de los imputados al
creer lícita su forma de proceder.

Subraya la Sala que ninguno de los pronunciamientos de los imputados fue puro y
simple con la intención de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino
que cada uno de ellos tuvo como causa los hechos de violencia que se estaban
produciendo en el país como consecuencia de la citada marcha y la implementación
del Plan Avila.

Esto significa, se reitera, que procedían convencidos de lo correcto y legítimo


de su proceder, por cuanto su formación se oponía al acatamiento de una orden
que consideraban reprochable y ello aleja la idea de la malignidad.

De acuerdo con lo anterior, es imposible hacer encajar en el tipo descrito en el


citado artículo 476 ordinal 1º, las mencionadas conductas de los imputados al
emitir esos pronunciamientos".

La conclusión única entonces tiene que ser la de que los hechos por los cuales
se pretende enjuiciar a los oficiales preidentificados no se realizaron con la
intención de alterar la paz interior o la de impedir o dificultar el ejercicio
del gobierno sino exactamente para tratar de restablecer esa paz interior rota
por factores y elementos ajenos a los imputados.

Soslaya y sesga la mayoría el siguiente material probatorio producido durante


los días 11, 12 y 13 de abril de 2002:

"Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer el actual


régimen de gobierno y la autoridad de HUGO RAFAEL CHAVÉZ FRÍAS y del Alto
Mando
Militar, por contrariar los valores, principios y garantías democráticas (sic) y
menoscabar los derechos humanos de los venezolanos.
¿Y usted todavía cree que el presidente va a evitar mas sangre? "...Entonces
les estamos dando la oportunidad porque vamos a tener que hacer entonces la
operación militar"... "¿Y se sienten fuertes para hacer esa operación militar?
"Estamos completam... (interrumpe y sigue) esto no es una operación militar,
esto es una operación quirúrgica porque no queremos muertos, porque son
venezolanos que están engañados y lo que vamos a tratar a través de los medios
de comunicación a través de concientizar0los que ellos mismos entreguen sus
armas porque no podemos permitir mas muertes... (Vicealmirante Héctor Ramírez
Pérez).

...particularmente nunca estuve de acuerdo con el Teniente Hugo Rafael Chávez


Frías desde que él ganó las elecciones, yo estaba de comandante de la base naval
y desde aquel momento eh... yo sentí que algo malo venía para Venezuela y yo
siempre manifesté mis inquietudes; en esa oportunidad se planteó para hacerlas
oficialmente en la reunión de Almirantes.

...está completamente bajo control todas las bases aéreas, están controladas por
nosotros, los aviones, eh... helicópteros, aviones de combate de las diferentes
bases: Maracaibo, Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro control y
los comandantes de unidades tienen instrucciones de no volar ningún tipo de
aeronaves y mantenerse en las bases aéreas. Y en caso... por ejemplo, se supone
que el presidente va a tratar de huir en un avión ¿Cómo van a controlar eso?-
"Bueno, tenemos todo un dispositivo en las bases aéreas de manera tal de no
permitir de que el Teniente Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS salga del país y
así poder enjuiciarlo para que pague todo el mal que ha hecho...´ (General de
Brigada Pedro Antonio Pereira Olivares).

De batallones, brigadas y divisiones que son mi fortaleza y de la patria que


permanezcan en sus unidades, esto no es un golpe de estado, no es una
insubordinación, es una posición solidaria con todo el pueblo venezolano...
Once: Señor Presidente de la República, le fui leal hasta el final, hasta esta
tarde le serví con toda la lealtad del caso, que siempre le he manifestado
porque soy un soldado disciplinado y leal, pero los muertos de hoy no se pueden
tolerar (sic), invoco los artículos 328, 350 de nuestra Constitución que me
obligan a tomar esta decisión. Señores Generales del ejército, cumplan con su
deber´. (General de División Efraín Vásquez Velasco)

El Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, quien cuando la periodista le preguntó


"pero usted ¿todavía cree que el presidente va a evitar más sangre?, respondió
"Le estamos dando la oportunidad, porque si no, vamos a tener que hacer la
operación militar".

Además, el ciudadano Vicealmirante HÉCTOR RAMÍREZ PÉREZ estaba entre los


integrantes del sedicente "gabinete ministerial" que conformaría el llamado
"gobierno de transición" (en el cual se le designó como nuevo Ministro de la
Defensa) y suscribió el Decreto del señor Pedro Carmona Estanga, como consta en
el folio 123 de la primera pieza del expediente.

El mencionado ciudadano señaló que `propiciamos un clima en el cual varios


almirantes también tomaron valor; y que "nunca estuve de acuerdo con el Teniente
Coronel HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS´; y que `el Presidente sabe que yo siempre
lo
adversé desde el primer momento`.

Y en la audiencia oral reconoció: `...me comporté como lo hice, apoyé un


manifiesto público´.(Contralmirante Daniel Comisso Urdaneta).

La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o


confusiones o dudas, deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal
como lo solicitó el Fiscal General de la República".

La declaración suministrada por el ciudadano José Vicente Rangel, Ministro de la


Defensa para ese momento, en la que refirió:

"...OCTAVA: Diga Usted, que (sic) fue lo que motivó la ida del Presidente de la
República al Fuerte Tiuna? CONTESTÓ: Se le dio un plazo de quince minutos para
que abandonara el Palacio, o de lo contrario los Tanques del Batallón Ayala
atacarían el Palacio. Ante esta amenaza y tomando en cuenta las numerosas
personas que allí estaban, jóvenes, mujeres, él tomó la decisión de que el
General Hurtado y el General Rosendo lo trasladaran hasta el Fuerte Tiuna, de
acuerdo al planteamiento de los alzados (...) DECIMA: (sic) Diga Usted, si en la
oportunidad en que fue trasladado el Presidente de la República del Palacio de
Miraflores al Fuerte Tiuna, hubo algún tipo de violencia física o coacción?
CONTESTÓ violencia física sobre él no. Pero coacción, sí, pues un ultimátum de
que va a ser atacado el Palacio Presidencial es una manera de coaccionar"

La declaración rendida por el ciudadano General de División del Ejército Eliécer


Hurtado Soucre, en la cual expresó:

"Entonces, a todas esta esta (sic) comisión que había venido se encuentra
desarmada y prometen regresar a Fuerte Tiuna, a tratar otra vez de lograr que la
gente pensara en otra dirección, y se retiran y empezamos entonces nuevamente la
comunicación telefónica con Fuenmayor, quien comienza a presionar por supuesto
dando tiempo, bueno le vamos a dar veinte minutos para que se decidan porque
sino (sic) vamos a capturarlo en Miraflores, lo vamos a ir a buscar a
Miraflores, y para eso vamos a mover los batallones Ayala, que era el batallón
de infantería Bolívar, y que él entonces se atenga pues a las consecuencias, y
todo, entonces frente a estas presiones, por supuesto, yo se las comunicaba al
Presidente, el Presidente pensó bastante su cosa, reflexionó mucho, tocamos
muchos temas, muchos puntos, este luego, comienzan a presionar, que le daban
veinte minutos, yo se lo pido por teléfono, denme cinco minutos más esta no es
una decisión fácil, el (sic) Presidente está pensándolo..."

La boleta de ingreso del Presidente de la República Hugo Rafael Chávez Frías, al


Centro de Reclusión del Comando de Tercera División de Infantería, 35 Regimiento
de la Policía Militar "Libertador José de San Martín".

De lo anterior se desprende de bulto que sí existen indicios, que hubo acciones,


por parte de los imputados, enmarcadas en la estipulación típica del numeral 1
del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, consistentes en
promover, ayudar o sostener un movimiento armado que alteró la paz interior de
la República e impidió el ejercicio del Gobierno legítimamente constituido y de
todas las ramas del Poder Público, lo que amerita autorizar el enjuiciamiento.

Insiste quien disiente que el ponente y la mayoría que lo acompaña silenciaron


de manera absoluta un valioso cúmulo probatorio, que de haberse analizado,
forzosamente hubieran tenido que llegar a una conclusión contraria a la que
finalmente se adoptó, como es el caso de las testimoniales antes referidas, los
videos consignados por el Fiscal General de la República y la admisión de los
hechos en la audiencia oral y pública donde los imputados admiten los hechos que
se les atribuyen.

En consecuencia, llama poderosamente la atención a quien disiente el esfuerzo


exagerado que se ha hecho en admitir los alegatos de la defensa, y prueba de
ello es que sólo éstos se dieron por ciertos, sin haber sido probados.

Por otra parte, afirma el ponente, y ello es cierto, que en el sistema


acusatorio, el juez no puede suplir las funciones del fiscal. Siendo ello así,
no se explica entonces como el ponente y quienes lo acompañan en la decisión,
suplen a los imputados y sus defensas, para llegar a decidir solamente conforme
a lo alegado por éstos.

Cabe preguntarse entonces: ¿dónde está la fe pública de los actos del Ministerio
Público?; ¿es que acaso ésta no tiene ningún valor en el sistema probatorio, con
todo el cúmulo de pruebas acompañado?. Una respuesta negativa ha sido dada por
la mayoría en desmedro de los principios que rigen la valoración de la prueba en
el nuevo sistema penal acusatorio, según los cuales "Las pruebas se apreciarán
por el tribunal según la sana crítica observando las reglas de la lógica, los
conocimientos científicos y las máximas de experiencia" (artículo 22 del Código
Orgánico Procesal Penal).

Es tal la exageración de la mayoría al asumir como ciertos todos los alegatos de


la defensa y lo expuesto por los imputados en la audiencia oral y pública que
hubiere sido preferible citarlos expresamente en el desarrollo de la ponencia y
no darlos a conocer como producción originaria de la mayoría; y lo mas insólito
que viola las mas elementales reglas procesales, es que se llegue, como se dijo
antes, a señalar y dar causas de justificación a la conducta de los imputados
sin que en ningún momento se haya citado su confesión para luego analizar la
verosimilitud de las causas de justificación por ellos alegada.

Pero el esfuerzo de la mayoría se centró no sólo en justificarles la conducta,


indicando como se dejó antes expuesto que "La conclusión única entonces tiene
que ser la de que los hechos por los cuales se pretende enjuiciar a los
oficiales preidentificados no se realizaron con la intención de alterar la paz
interior o la de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino exactamente
para tratar de restablecer esa paz interior rota por factores y elementos ajenos
a los imputados". Lo anterior está vedado en un antejuicio de mérito, donde lo
que se debe analizar es el delito tipo y si en la querella fiscal existen hechos
relacionados con éste y la conducta de los imputados en el mismo sentido. Lo
único que podría justificarlo es la conducta parcializada y exagerada asumida
por la mayoría de los magistrados para con estos oficiales, que hasta pudieron
bucear en la mente de quienes se les solicitó antejuicio de mérito para saber
incluso cuál era su intención, pues afirman que tal intención no era alterar la
paz interior o dificultar el ejercicio del gobierno, sino restablecer esa paz
interior rota por factores y elementos ajenos a los imputados.

Ninguna relación guarda esta sentencia con un antejuicio de mérito, sino que por
el contrario se relaciona con un juicio donde se hubiesen cumplido todas las
fases del procedimiento ordinario; y lo más insólito resulta haber citado el
dictamen de la Organización de Estados Americanos sólo para evidenciar que
durante los días 11, 12 y 13 de abril de 2002, se vivió un clima de
confrontación y antagonismo entre distintos grupos de la sociedad y no para
destacar que la referida organización "...advirtió que dichos hechos
configurarían los supuestos de interrupción del orden constitucional contemplado
en la Carta Democrática". Obviamente que sólo a través de una interpretación
sesgada como la que se hizo podía llegarse a la conclusión que los imputados
actuaron para preservar la paz.

Tampoco escapa a quien disiente que la mayoría llega a determinar los


responsables de los hechos investigados, al referirse al "genocidio perpetrado
por los círculos oficialistas contra la sociedad civil indefensa", violando de
esta manera los límites de la decisión, incurriendo en el vicio de ultrapetita y
sin elementos de prueba existentes en autos que los sustenten, pues se trata de
alegatos políticos de los magistrados que aprobaron la ponencia, quienes no
encontraron pruebas al respecto; a menos que la mayoría que sustenta el fallo
actúe por motivos inconfesados ajenos al propio juicio.

E) Mención aparte merece el criterio de la mayoría respecto a la detención del


Presidente de la República, según el cual:

"no puede atribuirse a los imputados la detención arbitraria del presidente si


en esa oportunidad se trataba de un expresidente tal y como se dejó constancia
en la boleta hecha valer por el Fiscal.

Por otra parte, el General Vásquez Velasco en todo momento negó haber ordenado
la detención del Presidente Hugo Chávez y observa la Sala que la referida boleta
no aparece firmada por ese imputado."

Reconoce la mayoría que el ciudadano Hugo Chávez Frías estuvo privado de su


libertad, sin fórmula de juicio, lo cual resulta contrario a los pactos
internacionales sobre derechos humanos suscritos por la República y al propio
ordenamiento jurídico interno, pretendiendo justificarlo con el hecho de que el
referido ciudadano ya no era Presidente de la República. Semejante sarcasmo
resulta intolerable, no sólo porque ello no es una razón lógica para llegar a
justificar tal atentado a la dignidad humana, sino porque resulta muy sencillo
disfrazar una detención bajo el sofisma de una medida de "protección" sobre la
base de una renuncia por parte de quien no ha querido hacerlo y que, antes por
el contrario, ha sido compelido a través de medios de coacción.

Finalmente, la sentencia aprobada por la mayoría, al referirse a la designación


del ciudadano Héctor Ramírez Pérez como Ministro de la Defensa señaló:

"Por lo que respecta a que uno de los imputados apareció como Ministro de la
Defensa se observa que si el General en Jefe anunció que el Alto Mando Militar
pondría sus cargos a la orden de las nuevas autoridades, eso se traducía,
necesariamente, en el reconocimiento de esas nuevas autoridades y por tal razón
era imposible reprochar a quien creyó actuar en el mismo sentido de sus
superiores, amén de que en ningún momento se demostró la aceptación del cargo."

Al respecto, debe señalar quien disiente que aun haciendo un esfuerzo


imaginativo como el que se ha hecho, para demostrar que se produjo un vacío de
poder, podrían eliminarse las dudas acerca de la conducta antijurídica del
ciudadano Héctor Ramírez Pérez, ya que aun en esta hipótesis -negada-
correspondía a este ciudadano ponerse a la orden del Vicepresidente de la
República, tal como lo prescribe el artículo 233 de la Constitución y no de un
sujeto, que por la vía de los hechos, usurpó la Presidencia de la República. De
modo que lo que para la mayoría significa una eximente de responsabilidad, para
quien suscribe es un hecho generador de dudas, que cuando menos justificaba la
apertura de un antejuicio de mérito.

Queda así expresado el criterio de quien no comparte lo aprobado por la mayoría,


dejando expresa constancia que la presente decisión incurrió en tan graves
errores que la hacen manifiestamente contraria al Texto Constitucional,
especialmente a los artículos 2 y 26 de la misma, que propugnan para nuestro
país, un estado democrático y social de Derecho y de Justicia así como el
derecho a la tutela judicial efectiva, como valores superiores del ordenamiento
jurídico.

Igualmente, estima necesario quien suscribe señalar que las precedentes


consideraciones en modo alguno prejuzgan respecto de otro u otros juicios que
pudieren vincularse al presente.
El Presidente-Disidente, .....

IVAN RINCÓN URDANETA

El Primer Vicepresidente, El Segundo


Vicepresidente,

FRANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

Los Magistrados

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO JOSE MANUEL DELGADO


OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSÉ


GARCÍA GARCÍA

ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ RAFAEL PÉREZ PERDOMO

CARLOS A. OBERTO VÉLEZ ALBERTO MARTÍNI


URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDON HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERO RAFAEL ANGEL HERNÁNDEZ


UZCÁTEGUI

LUIS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN

ALFONSO R. VALBUENA CORDERO

Magistradas Suplentes,

MARISOL MORENO MARIMON MARIA JOSÉ RODRÍGUEZ


La Secretaria,

OLGA M. DOS SANTOS P.

Exp. No. 2002-00029


IRU

Quien suscribe, Jesús Eduardo Cabrera Romero, disiente del fallo que antecede,
por las siguientes razones:

1) El artículo 266 constitucional, en su numeral 3, establece el antejuicio


de mérito para el enjuiciamiento de los oficiales generales y almirantes de la
Fuerza Armada Nacional. Textualmente, el encabezamiento del numeral reza:
"Declarar si hay o no mérito".

El mérito de la causa, voz utilizada por distintas leyes, se refiere al conjunto


de pruebas, antecedentes y razones resultantes del proceso, y que constituyen la
base a la que ha de atenerse el juez o tribunal para dictar sus resoluciones y
sentenciar en definitiva (Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual).

Cuando las leyes se refieren al mérito de la causa, se remiten al conjunto de


hechos, pruebas y argumentos que, como una masa, es el objeto del juzgamiento.

En los procesos inquisitivos, con etapas sumariales, se conocía el mérito del


sumario (ver la palabra en la Enciclopedia Jurídica Omeba), el cual es un examen
de los presupuestos jurídicos que permitían abrir el plenario. En Venezuela ese
mérito se analizaba para cerrar el sumario o decretar el auto de detención, para
lo cual bastaba que las pruebas arrojaran indicios contra el investigado.

Pero la ley también contempla el antejuicio de mérito, éste anterior al juicio,


no puede nunca -por su esencia y estructura- tener las mismas características
del juicio, ya que si no, no obraría como antejuicio, y su única finalidad es
constatar si hay sustancia o esencia para que se abra un juicio contra alguien,
que goza de un privilegio.
No exigen los antejuicios, análisis profundos de la sustancia (hechos) y sus
vínculos causales con los futuros demandados, y ello se colige de su carácter
brevísimo, como el antejuicio del proceso de queja, que se resuelve dentro de
cinco días, o como el previsto en el Código Orgánico Procesal Penal, el cual
carece de una etapa probatoria.

Esa estructura, y su condición de presupuesto de procedibilidad del juicio,


necesariamente limitan el examen judicial sobre lo planteado en el antejuicio,
por lo que el juez examina los hechos, o bien como indiciarios, tal como sucedía
con el cierre del sumario del derogado Código de Enjuiciamiento Criminal, o bien
como verosímiles o posibles. Si su ocurrencia resulta verosímil de acuerdo al
material de autos y la autoría también, se ordena el juicio.

Lo anterior no excluye que el juez analice condiciones de la acción, pero


básicamente su examen va dirigido a constatar si ocurrieron unos hechos y si
ellos son atribuibles al privilegiado por el antejuicio.

Si los hechos no existen, así se declara y se sobresee la causa, para evitar


nuevos posibles juzgamientos contra quien goza del privilegio. Si existen y son
procesables, se declara con lugar el antejuicio. Dado ese esquema, si no hay
lugar al antejuicio surge un sobreseimiento automático.

Pero no tratándose de un juicio, no es posible examinar dentro de él las razones


de fondo que se discutirían en un proceso, tales como defensas, excepciones,
causas de justificación o de inculpabilidad, etc. Ni a petición de parte, ni de
oficio, puede el juez entrar a conocer lo que no es de la esencia del
antejuicio. De hacerlo, en procedimientos que carecen de términos probatorios,
se estaría ante una indefensión del accionante, y ante un arbitrario
juzgamiento, ya que la constitución de la prueba simple ante el Tribunal y su
control, no se llevan a cabo.

El análisis de la cuestión de fondo con motivo del antejuicio, es además


inconcebible en un proceso con inmediación si no existe actividad probatoria, ya
que los hechos del fondo no pueden probarse o contraprobarse, y los solos
alegatos de las partes, nada prueban.

Conocemos dos tipos de antejuicios: uno, donde no se oye al futuro demandado,


como el de la queja (artículo 838 del Código de Procedimiento Civil), y otro en
el que sí se le oye, cual es el de los artículos 377 y siguientes del Código
Orgánico Procesal Penal. En ambos casos, la carga de la prueba la tiene el
peticionante, pero como no hay término probatorio, las probanzas que éste ha de
presentar no persiguen una plena prueba, que se logra sólo cuando hay debate
probatorio, sino indicios o verosimilitudes fundadas.

Como no se está juzgando a nadie, sino evaluando unos hechos, las defensas o
excepciones que conforman el fondo del asunto, no se discuten, y así las
eximentes de responsabilidad no son objeto en estos procedimientos ni de
alegatos, pruebas o sentencia. En un antejuicio sólo se examinan tres elementos:

1.- Hechos afirmados.


2.- Posible subsunción de los hechos en una norma.
3.- Posible relación de los hechos con las personas a quienes se les imputan.

Los elementos 1 y 3 no requieren plena prueba, sino prueba suficiente, a fin que
se declare si hay mérito para la prosecución penal contra el privilegiado,
quedando a éste la oportunidad de desvirtuar los tres elementos, en el resto de
la investigación o en el juicio que se le siga, donde ejercerá su derecho de
defensa y luchará por su absolución.

La estructura del antejuicio de mérito conduce, a su vez, a que lo decidido se


limita a decir si hay o no méritos para el enjuiciamiento por los hechos
imputados, sin que puedan ventilarse excepciones (artículo 28 Código Orgánico
Procesal Penal), ya que ese no es el fin del mismo.
Ante la falta de una ley general que regule los antejuicios, los destinados a
ordenar o negar la prosecución penal, se han venido guiando, en el ámbito penal,
por el procedimiento de los juicios contra el Presidente de la República y otros
Altos Funcionarios del Estado, contemplado en los artículos 377 a 381 del Código
Orgánico Procesal Penal.

La estructura de este procedimiento demuestra, en nuestro juicio, lo antes


apuntado, que dentro de él no se pueden plantear, ni se deben conocer o analizar
causas de justificación, inculpabilidad y otros eximentes de responsabilidad u
otra cuestión de fondo.

Ello resulta así, porque el antejuicio de mérito bajo comentario, comienza con
un pedimento del Fiscal General de la República, que el Código Orgánico Procesal
Penal llama querella y no acusación (artículo 377), y de seguidas no surge una
fase intermedia o parecida, sino una audiencia oral y pública para que el
imputado responda la querella.

En dicha audiencia ambas partes expondrán sus alegatos, no estando previsto


debate probatorio alguno, lo que a juicio de quien disiente es lógico, ya que no
hay juzgamiento de fondo alguno.

Podría interpretarse que como el artículo 378 del Código Orgánico Procesal Penal
señala que la causa se tramitará conforme a las reglas del proceso ordinario, y
que el artículo 379 eiusdem, expresa, que concluido el debate se procederá a
sentenciar en el término de cinco días, el Código Orgánico Procesal Penal se
está refiriendo al debate probatorio. Pero tal interpretación es errónea, ya que
la causa que se tramitará conforme a las reglas del proceso ordinario, no es
otra que la que se seguirá al privilegiado si se declara que hay mérito para
enjuiciarlo, y el debate a que se refiere el artículo 379 Código Orgánico
Procesal Penal es el que tendrá lugar en la audiencia oral.

Si no existe lapso probatorio, es porque las cuestiones de fondo no se van a


discutir en el antejuicio y, por ello, mal pueden tratarse en estos procesos.

Permitir lo contrario es condenar al Fiscal General a un fracaso, ya que él no


podría traer la contraprueba de las cuestiones de fondo propuestas en la
audiencia, las cuales conocerá con motivo de ella y sin lapso probatorio para
desvirtuarlas.

Debido a que no existe en el antejuicio lapso probatorio, no puede pensarse que


los perseguidos aleguen hechos de fondo sujetos a prueba en la audiencia oral y
pública, ni que ellos se ventilen en el antejuicio.

Corresponde al Fiscal explanar la querella, la cual no la reputamos similar a la


acusación, pero sí la asimilamos a lo previsto con dicho nombre en el artículo
294 Código Orgánico Procesal Penal, y nos encontramos que entre sus requisitos
no aparece el de promover o aportar pruebas. Más bien, en el ámbito ordinario,
el querellante puede solicitar al Fiscal diligencias de investigación, pero
siendo éste quien pide el antejuicio, debe él aportar el resultado de las
investigaciones, con las cuales no se persigue una plena prueba de los hechos
alegados, ya que aún no se está en juicio, sino una posibilidad de que los
hechos existan, de allí que respecto ellos basta justificarlos o acreditarlos.

Como no se reciben en el antejuicio pruebas controlables, no es posible pensar


en una plena prueba que surge de testimonios, experticias y otras pruebas
simples, ya que ellas no se constituyen ante el juez; por lo tanto las pruebas
de los hechos deben estar contenidas en documentos, audiovisuales y otras
probanzas que no requieren actos de evacuación, lo que es correcto, porque lo
que se persigue es que el juez obtenga una verosimilitud sobre la ocurrencia de
los hechos, su subsunción en un tipo delictivo, y su probable imputabilidad a
una persona.

El fallo del cual se disiente, en principio se encuentra en ese orden de ideas,


cuando exige, para que se declare con lugar el antejuicio, que exista prueba
suficiente de los hechos, lo cual es diferente a plena prueba o certeza, pero a
pesar de ello luego se contradice en lo que al alcance de las pruebas se
refiere.

La prueba suficiente no es necesaria para que se obtenga, que emerja de medios


regularmente instruidos, ellos persiguen que se tengan como verosímiles unos
hechos, y nacen de medios cuyo control no es tampoco obligatorio, ya que lo que
aportan es la sola posibilidad de la ocurrencia de unos hechos.

En opinión de quien disiente, los hechos atribuidos a los imputados estaban


suficientemente probados. A pesar de ello, tal probanza no se analiza, sino que
el fallo se refiere a hechos -de paso, no probados- que exculpan a los
imputados, como si en el antejuicio se les estuviera juzgando.

Si el antejuicio fuere para calificar una plena prueba contra los imputados, no
habría necesidad de posterior juicio, ya que ellos quedarían juzgados y
"condenados" de una vez.

Como esa no es la función del antejuicio, sino constatar la verosimilitud de


ocurrencia de los hechos, con los solos audiovisuales aportados por la Fiscalía
ysilenciados por la sentencia, bastaba para declararlo con lugar.

2) Expuesto lo anterior, quien disiente debe puntualizar aspectos concretos del


antejuicio que originó el fallo respecto al cual se salva el voto.

Correspondía al Fiscal General de la República narrar unos hechos, justificarlos


o acreditarlos, atribuírselos a alguien, e indicar a cuál tipo penal
pertenecían, y esto lo efectuó.

El Fiscal para acreditar los hechos promovió una serie de audiovisuales que
fueron trasmitidos por todos los canales de televisión en los días 11 y 12 de
abril de 2002. Sus imágenes constituyen hechos notorios comunicacionales, ya que
a la cultura de la población se incorporaron como ciertos, así tal incorporación
no sea perenne. Debido a ello, los audiovisuales contestes proyectados por
todos los medios se reputan auténticos y pueden sus contenidos ser apreciados
por el juez. A eso se refiere la notoriedad comunicacional. Además, lo ocurrido
el 11 y 12 de abril de corriente año, en muchos de sus aspectos son hechos
notorios comunes, exentos de prueba.

Con los solos audiovisuales bastaba para demostrar que ocurrieron unos hechos,
su desarrollo en el tiempo y quiénes eran los partícipes en los mismos, ya que
dichas personas allí aparecen. Con su solo examen, ya es posible declarar que
hay méritos para enjuiciar a los privilegiados. Para asombro de quien disiente,
los audiovisuales no fueron ni analizados ni apreciados, cuando ellos
representaban fidedignamente los hechos, y esto constituye un grave vicio, el no
haber sido el fallo exhaustivo con la prueba.

Si a los audiovisuales se agrega las declaraciones de los imputados en la


audiencia oral, donde afirmaron haber realizado los hechos que se les
atribuyeron, con ello quedaban suficientemente acreditados la existencia de los
sucesos, de los cuales los imputados eran protagonistas, con ello quedaban
demostrados los pronunciamientos, que constituyen el centro del delito de
rebelión que calificó el Ministerio Público.

La sentencia a la cual se le salva el voto, no examinó estos elementos, para


nada analizó los pronunciamientos, y se dedicó a apreciar declaraciones de
personas rendidas ante la Asamblea Nacional o ante el Ministerio Público, no
para dar por probado los hechos afirmados por la Fiscalía a los cuales también
se referían, sino para dar por probados algunos hechos que conforman la defensa
de los imputados, propios del fondo del juicio, los cuales no eran juzgables en
un antejuicio.

Invadir en el fallo del antejuicio el fondo, ya de por sí es erróneo, como


también lo es, la apreciación de "pruebas" de los hechos "de esa invasión".

Las declaraciones ante la Asamblea Nacional, carecen de eficacia probatoria.


Ellas no son testimonios, ya que éstos según el Código Orgánico Procesal Penal,
deben rendirse ante el juez, y en un proceso con inmediación, como el del
antejuicio de mérito, de recibirse los testimonios, tenían que haberlo sido en
audiencia, lo que tampoco ocurrió. Las declaraciones realizadas a espaldas del
Tribunal, carecían de valor y eran inapreciables, siendo discutibles las
contenidas en las actas de la investigación, contempladas en el artículo 309 del
Código Orgánico Procesal Penal. Estas, sin ratificación, podrían tener algún
valor, como ocurre en la fase intermedia del proceso penal, siempre que se
adminicularan a otras pruebas, pero ellas nunca, repetimos, verificarían lo que
es propio del fondo de un juicio. Pues bien, con base en muchas de esas
declaraciones ante la Fiscalía del Ministerio Público, se funda el fallo, para
elucubrar conclusiones. Tales declaraciones, sin complemento de otras pruebas
eran inapreciables, y menos cuando chocan con las admisiones de .los imputados
en la audiencia y por los audiovisuales producidos por el Ministerio Público.

En consecuencia, muchas de las declaraciones en que se funda el


fallo, en la sección llamada "La Imputación", carecen de cualquier eficacia
probatoria, al no provenir ni de testigos, ni de informantes y, por lo tanto,
mal pueden servir de fundamento a cualquier decisión, como ocurre en el fallo.
Si se considerase informantes a quienes declararon ante el Ministerio Público,
tales declaraciones, sin control alguno de partes o del juzgador, no podrìan
obrar sino como indicios que requerirían de otras pruebas que las
complementaren.

Incluso, debe apuntar quien disiente, que las declaraciones ante la


Asamblea Nacional, reproducidas en copias certificadas y citadas en el fallo, no
correspondían a elementos probatorios obtenidos por la Asamblea Nacional en el
ejercicio de su función de control sobre el Gobierno y la Administración
Pública, por lo que ningún valor puede dárseles, como se las dio el fallo con
relación al cual se salva el voto, por lo que se infringió al remitirse a ellas,
el numeral 3 del artículo 187 Constitucional, que expresa cuándo esas
declaraciones tienen valor probatorio.

3) No puede estar de acuerdo quien suscribe, con la sentencia de un


antejuicio que toma en cuenta para negar el enjuiciamiento, causas de
justificación y defensas de fondo, ajenas a este tipo de procesos, cuyo thema
decidendum es la posibilidad de existencia o inexistencia de unos hechos. Son su
existencia los que dan motivo para el enjuiciamiento (artículo 378 del Código
Orgánico Procesal Penal), y sólo si el hecho no se realizó o no puede
atribuírsele al imputado, procede la negativa al enjuiciamiento y el
sobreseimiento, conforme al artículo 378.

Como el artículo 378 citado reza: "Cuando el Tribunal Supremo de


Justicia declare que no hay motivo para el enjuiciamiento pronunciará el
sobreseimiento", y ello podría ser interpretado en el sentido que el "motivo"
puede ser cualquier causa de sobreseimiento, como sería la existencia de causas
de justificación, inculpabilidad o no punibilidad (artículo 318.2 del Código
Orgánico Procesal Penal) , se hace necesario hacer varias distinciones.

El artículo 318 del Código Orgánico Procesal Penal que enumera las
causas de sobreseimiento, previene que éste se declare en la fase intermedia,
una vez que exista acusación en contra del reo, pero la naturaleza de las
causales, conduce a que algunas sólo, o preferentemente, deben ser dilucidadas
en el debate oral y público.

El sobreseimiento puede operar a solicitud del Fiscal, y debe ser


decidido dentro del juicio y no en la fase intermedia (artículo 322 Código
Orgánico Procesal Penal), lo cual obliga a que sea debatido (artículo 327 del
Código Orgánico Procesal Penal). Si, asimilamos la fase intermedia al
antejuicio, lo que no creemos posible, de todas maneras el sobreseimiento
funcionaría a petición del Fiscal, y ello no puede ocurrir cuando éste insta el
antejuicio. La otra posibilidad para que se declare el sobreseimiento es que
tenga lugar de oficio en la audiencia preliminar (artículo 330 del Código
Orgánico Procesal Penal), que pone fin a la fase intermedia.

Ahora bien, no es dable equiparar la solicitud de antejuicio y la


audiencia del artículo 379 del Código Orgánico Procesal Penal, a la acusación
Fiscal y a la audiencia preliminar, ya que al contrario del desarrollo de la
fase intermedia, con el antejuicio no se intenta una acusación en forma, sino
que se pregunta al juzgador si hay o no méritos suficientes, lo que hace más
laxa la petición, y sus pruebas.

Cuando en el antejuicio se declara que no hay mérito, se pronunciará


el sobreseimiento, pero no puede ser por cualquiera de las causales del artículo
318 del Código Orgánico Procesal Penal, ya que muchas de ellas, por su
naturaleza, sólo pueden ser dilucidadas en el debate oral, por ser propias del
juicio, como lo es el que se funda en causas de justificación, inculpabilidad y
de no punibilidad.

Por ello, en el caso de autos, considera quien disiente, que no se


respetó el principio anterior, ya que la Sala Plena analizó y declaró una causal
de sobreseimiento que se funda en una causa de justificación que sólo podía ser
debatida en juicio, y de este límite no escapa el sobreseimiento oficioso, desde
que el artículo 321 del Código Orgánico Procesal Penal señala que hay causales
que por su naturaleza sólo pueden ser discutidas en el debate oral.

El fallo cuestionado pretende sobreseer por el mandato automático


del artículo 378 del Código Orgánico Procesal Penal, al declarar que no hay
motivo para el juicio, pero -en opinión de quien suscribe- el sobreseimiento del
artículo 378 citado, se refiere a que no hay mérito porque los hechos no
existen, o hay cosa juzgada, o se ha extinguido la acción, o no hay tipicidad,
lo que es comprobable mediante documentales, o porque la probanza del actor no
convence al Tribunal. Este no es el caso de autos, y menos cuando la causa de
justificación que hace suya el fallo, nace de declaraciones no controladas, que
nadan prueban, y que además fueron citadas -supuestamente apreciadas-
aisladamente, sin examinar el conjunto, como lo exige la sana crítica..

4) Especial mención merece la inaplicabilidad declarada en el fallo,


del artículo 476.1 del Código Orgánico de Justicia Militar, para concluír que no
hay mérito.

Es cierto que el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia


Militar, invocado por el Fiscal, describe en qué consiste la rebelión militar,
sin señalar su pena.

Esta es una técnica poco usual, pero no extraña en materia penal,


donde a veces la pena no está integrada de una vez al tipo, sino a otra norma.
Pero no por ello -sin acudir a la analogía que estaría prohibida en esta
materia- se hace imposible determinarla, como pretende el fallo al referirse a
la imputación fiscal (página 20 en adelante de la sentencia).

El Código Penal en sus artículos 201, 212, 225, 229, 270, 272, 282 y
283, por ejemplo, describen delitos y se remiten a otras normas para la fijación
de la pena. Está también es la situación del artículo 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar, el cual aunque no hace expresamente la remisión, no por ello
el tipo que describe carece de pena. Igual técnica la repite el Código Orgánico
de Justicia Militar para tipificar el motín (artículo 488), el espionaje
(artículo 471) y la traición a la patria (artículo 464) y ¿cómo puede sostenerse
que dichos delitos no existen por no aparecer la pena junto al tipo, sino en
otra norma?
El artículo 476 describe la rebelión, en qué consiste; y con base en
ese marco, sin necesidad de nueva descripción, los siguientes artículos (477 y
478), dando por sentado en qué consiste la rebelión que describió el artículo
476, señalan las penas para las diversas facetas que puede tener el delito.

La conducta que tipifica la rebelión la contiene el artículo 476


citado, esa es su naturaleza jurídica, pero las penas que genera tal conducta,
aparecen recogidas en otros artículos que necesariamente parten de ella (de lo
descrito).

Las variantes, con sus penas, las contemplan los artículos 477 (presencia del
enemigo extranjero), 478 (presencia del enemigo rebelde), 481 (instigación a la
rebelión) o las otras variantes del artículo 486.

Ahora bien, el artículo 479 señala sanciones para los demás casos de rebelión
militar; es decir, para quienes se encuentren en el tipo del artículo 476, pero
que no actúan ante la presencia de enemigos extranjeros o de enemigos rebeldes,
ya que esas conductas fueron descritas y además penadas.

En esos demás casos de rebelión, distintos a los de rebelión ante enemigo


extranjero, o ante enemigo rebelde, si se obra como iniciador, director o jefe
de la rebelión, que es la conducta tomada en cuenta por el numeral 1 del
artículo 477 del Código Orgánico de Justicia Militar, la pena será de 24 a 30
años de presidio; y si se está en el tipo del numeral 2 del artículo 477
eiusdem: es decir, ser adherente en cualquier forma a la rebelión, la pena será
de 22 a 28 años de presidio.

Como la ley no se interpreta a lo absurdo, a juicio de quien disiente, esa es la


interpretación correcta del artículo 479 del Código Orgánico de Justicia
Militar, y por lo tanto el delito de rebelión está penado en dicho Código.

El artículo 479 citado, se remitió a las conductas de los numerales 1 y 2 del


artículo 477 del Código Orgánico de Justicia Militar, independientemente del
supuesto de dicha norma: rebelión militar en presencia del enemigo extranjero.

Las personas que se rebelen por cualquier causa distinta a la de los artículos
477 y 478 eiusdem, pero cuya conducta se subsume en la tipificada en los
numerales 1 y 2 del artículo 477 (que fueron los tomados en cuenta por el
artículo 479) serán penadas.

Por ello, quien disiente no entiende la aseveración del fallo de que se trate de
un delito sin pena. Se trata de un delito (artículo 476) que siempre irá
concordado con las penas que aparecen en los otros artículos.

Esa es la lectura de las normas comentadas que ha de darse al


sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras, según la
conexión que ellas (las normas) tienen entre sí, la cual es una forma
interpretativa legal, conforme al artículo 4 del Código Civil.
Basta leer el artículo 497 del Código Orgánico de Justicia Militar,
que impone penas y se remite a los tipos de rebelión (artículo 476 ejusdem), y
motín (artículo 488), para reconocer lo incorrecto de la interpretación que
contiene el fallo del cual se disiente.

Para quien disiente, resulta al menos curioso, que durante años los
Tribunales han juzgado a muchas personas, y se las ha condenado, aplicándoles el
artículo 476 aludido, y que tal situación de interpretación pacífica se
desconozca hoy por la Sala Plena de este Tribunal Supremo. Basta consultar
sentencia del 17 de mayo de 1973 de la Sala Penal de la Corte Suprema de
Justicia, con ponencia del Magistrado Antonio J. Lozada (GF. N° 80 3° et. P
668), o la sentencia de 9 de diciembre de 1977 (ponencia del Magistrado Ezequiel
Monsalve Casado), caso: Roberto Rodríguez y otros (G.F. N° 98 3° Et, vol II p.
1550), para que se evidencie que el artículo 476 del hoy Código Orgánico de
Justicia Militar se ha aplicado como típico del delito de rebelión. Entonces
¿cómo justificar este cambio sobre la aplicación de dicha norma? ¿Cómo explicar
que la Sala Penal ha juzgado a personas con aplicación del artículo 476 aludido,
y que ahora se concluye que él es inaplicable porque carece de pena? Con ese
mismo razonamiento, los artículos 477 y 478 del Código Orgánico de Justicia
Militar también serán inaplicables, ya que se fundan en un tipo (el artículo
476), que es per se y según el fallo antecedente, es inaplicable.

Además, quien disiente, quiere apuntar que en su criterio,


tratándose de un antejuicio de mérito, donde los hechos son lo importante, la
calificación jurídica incluso atribuida por quien incoa el antejuicio, puede ser
modificada por la Sala.

5) Antes, quien disiente ha apuntado, cómo carecían de cualquier


valor probatorio, en un proceso con inmediación como el antejuicio,
declaraciones rendidas fuera de las audiencias, y muchas ni siquiera ante los
investigadores.

Sobre los hechos, los audiovisuales y las declaraciones en audiencia


de los imputados, hablan por sí mismo. No entiende quien disiente, cómo se
ignoraron y no fueron analizados en el fallo.

De las pruebas analizadas, la correspondiente al periódico El


Nacional, Cuerpo D, Página 1, del 12 de abril de 2002, es inadmisible, ya que
ella no reúne las condiciones que el fallo de la Sala Constitucional del 15 de
marzo de 2000 (caso: Oscar Silva Hernández), exigió para el hecho notorio
comunicacional, además de tratarse de un reportaje de un periodista ajeno a los
hechos.

De los "elementos probatorios" que analiza el fallo, no se hace


ningún examen exhaustivo de los mismos, sino con "pinzas" se extraen hechos que
corresponden a los pensamientos y subjetividades de los imputados, para concluir
que ellos no querían impedir o dificultar el ejercicio del gobierno, y que se
oponían al "acatamiento de una orden reprochable y maligna". Pero la orden
(aplicación del plan Ávila), no se analiza, ni se indica a qué hora se impartió,
que relación tenía con los pronunciamientos públicos, ni en qué consistía éste.
Luego, ¿cómo a estas alturas calificar de justificada la actitud de los
imputados, si el plan Ávila, su ejecución y consecuencias no está analizado, ni
probado en autos?, ¿cómo sostener que se desacataba una orden con los
pronunciamientos, si no consta a qué hora se dictó la orden y en qué consistía?

A juicio de quien disiente, mucho más importante es analizar por qué


los pronunciamientos que constan en los audiovisuales, fueron públicos. Si lo
que se quería era desacatar una orden, no había necesidad de manifestar
públicamente tal desacato, con todas las consecuencias que ello traería.

Con las solas declaraciones de los indiciados, violando el principio


probatorio de que nadie puede crear una prueba a su favor, la sentencia concluye
en un hecho interno (subjetivo) de los privilegiados, cual es que los hechos "no
se realizaron con la intención de alterar la paz interior o de impedir o
dificultar el ejercicio del gobierno sino exactamente para tratar de restablecer
esa paz interior rota por factores y elementos ajenos a los imputados".

No encuentra quien disiente, pruebas de tal aseveración del fallo,


excepto el propio alegato de los imputados; es decir, su defensa, surgiendo así
una monstrosidad probatoria cual es confunfir alegatos con pruebas, las cuales
pertenecen a dos momentos lógicos y cronológicos diferentes de los procesos.
Importante es fijar la hora de los pronunciamientos, el estado de las cosas para
esas horas, el momento en que se ordenó la ejecución del Plan Ávila, el carácter
de éste, la certeza de quienes dispararon contra las personas, y sólo después de
comprobados estos extremos -labor que no realiza el fallo- concluír, como él lo
hace:

"De lo anterior se evidencia que con tal pronunciamiento no se desconoció al


gobierno del Presidente de la República, porque lo que desconoció fue la orden
dictada por el Presidente de la República de aplicar el Plan Ávila porque
resultaba contrario a la protección de los derechos humanosde la ciudadanía y
ello significaría una masacre, así como repudió junto con los otros Altos
Oficiales, el genocidio perpetrado por los círculos oficialistas contra la
sociedad civil indefensa.
En este sentido es bueno ratificar lo dicho con anterioridad en cuanto a la
causa o intención del pronunciamiento."

Salvo la propia declaración del imputado, no hay ninguna prueba que se analice o
mencione que justifique el transcrito aserto del fallo.

También disiente quien suscribe, la forma como se analizan las


"pruebas", tomando de ellas lo que la Sala Plena considera favorece a los
imputados, sin un examen integral de las mismas con relación a los hechos
afirmados por la Fiscalía.

Es un hecho notorio que existía una situación alterada con muchas


personas involucradas, algunas en Fuerte Tiuna y otras en conversaciones en
Miraflores con el Presidente para que renunciara. Sin prejuzgar sobre la
responsabilidad penal de nadie, resulta ligero y sin base probatoria el análisis
de la sentencia de que los que estaban en Fuerte Tiuna y se habían pronunciado
publicamente no tuvieren nada que ver con lo que sucedía, porque el Presidente y
otros declarantes se refieran a ellos (sin dar sus nombres, que mal podían
hacerlo porque no se encontraban en el Fuerte), o porque mencionan a oficiales
generales o almirantes distintos a los imputados. Es lógico que si no tenían
comunicación con los imputados, mal podían nombrarlos, pero esa circunstancia no
puede probar que por eso los imputados carecían de la intención de rebelarse.
Más bien, las declaraciones que pudieran valorarse, lo que demuestran es que se
estaba ante un estado de alteración de la paz interior de la República, tal vez
causada -entre otras razones- por los pronunciamientos públicos de los
imputados, los cuales patentizaban una desobediencia ante el Jefe del Estado,
quien se le planteaba una renuncia.

6) Quien disiente tampoco entiende porque en el fallo se da


importancia (página 62) a que el Ministro de la Defensa no haya calificado los
acontecimientos. El único que puede calificarlos para producir efectos, es la
Sala Plena y entonces ¿qué importan las calificaciones de quienes no son
jueces?.

En concepto de quienes disiente, lo importante es el estado de


alteración interior a partir de los pronunciamientos, o el peso de los mismos
sobre ese estado, siendo incluso indiferente que personalmente o no los
imputados hayan presionado directamente al Presidente de la República a que
renunciara, así como las razones que esgrimieran en ese sentido.

Tampoco entiende quien disiente, la labor de la sentencia de


exculpar a los imputados de hechos distintos a los de la rebelión, ya que si
ésta fue la causa del antejuicio, y tal delito no existe, el fallo no tenía que
analizar mas nada.

7) El fallo recoge varias veces el alegato de los imputados, de que


obraban conforme al artículo 350 constitucional, y al no analizarlo, podría
entenderse que la Sala Plena justifica la aplicación de dicha norma por los
imputados.

Según ella, el pueblo (subrayado nuestro) desconocerá cualquier


régimen, legislación o autoridad que contrarie los valores, principios y
garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos.

Se trata del pueblo, no de grupos, clases, estamentos o


individualidades, que sin acto alguno legitimador se autoprocalman
representantes del pueblo. El pueblo, como depositario del poder constituyente
originario, dentro de ese poder desconocerá cualquier régimen, legislación o
autoridad que contraríe valores, principios y garantías democráticas o menoscabe
los derechos humanos.

Dicho artículo no puede ser interpretado fuera de contexto, ni bajo


la idea de que cualquier individualidad, o grupo, o sector, entre los veinte y
cuatro millones de venezolanos, pueda unilateralmente decidir que se ha violado
la Constitución y que ello justifica un desconocimiento al Poder Público. De
aceptar tal interpretación, el Estado ha perecido.
8) Por último, quien disiente, no logra entender cómo unos hechos
que desencadenaron la prisión del Presidente de la República (llamada retención
por el fallo), la ruptura del hilo constitucional, la revocatoria de los
poderes, entre ellos el Poder Judicial, no sea posible ni siquiera investigarlos
para determinar responsabilidades.

En otras palabras, los hechos no existieron, fueron una ilusión que


carece de efectos jurídicos, ya que una sentencia los borró. La presencia del
Dr. Carmona en Miraflores, rodeado de muchos de los imputados, así como el
nombramiento del Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez como Ministro de la Defensa,
no son el resultado de la alteración de la paz interior, donde éstos estuvieron
presentes.

Es más, la sentencia atribuye al Ejecutivo (círculos oficialistas)


un genocidio (página 49), lo que además de ignorar el sentido de dicha voz,
carace en autos de prueba alguna. A juicio de quien disiente, el fallo niega la
realidad y le resta efectos jurídicos y asienta una realidad distinta a la que
se desprende de las pruebas de autos, y ello convierte la decisión en
inconstitucional, ya que el Estado de Derecho y de Justicia que el artículo 2
constitucional propugna como valor superior del ordenamiento jurídico, y que
exige el artículo 257 eiusdem, no se cumple, hasta el punto de que al contrario,
se cierra la puerta a la justicia, al prácticamente negarse la investigación y
el conocimienot judicial de los hechos.

La justicia no puede ser sacrificada, y ello ocurre cuando se


ignoraron unas pruebas y se interpretaron indebidamente otras, para llegar a una
conclusión contraria al hecho notorio. ¿Es ello posible?

También viola el fallo el artículo 26 constitucional, ya que no es


justicia idónea ni transparente, la que ignora unos hechos a la vista de todo el
mundo, y establece otros (desconocidos) sin prueba, extralimitándose -además-
en los que fija como ciertos y traibuye al Ejecutovo Nacional, los cuales no
fueron ni afirmados ni controvertidos.

Queda así expresado el criterio del concurrente.

Caracas, en la fecha ut-supra.

El Presidente,

Iván Rincón Urdaneta

El Primer Vicepresidente, El Segundo


Vicepresidente,
Franklin Arrieche Gutiérrez Alejandro Angulo Fontiveros

Los Magistrados

Jesús Eduardo Cabrera Romero José Manuel Delgado Ocando


Disidente

Levis Ignacio Zerpa Antonio José García García

Rafael Pérez Perdomo Antonio Ramírez


Jiménez

Carlos A. Oberto Vélez Alberto Martini Urdaneta

Pedro Rafael Rondón Haaz Hadel Mostafá Paolini

Yolanda Jaimes Guerrero Luis Martínez Hernández

Blanca Rosa Mármol de León Alfonso R. Valbuena Cordero

Rafael Ángel Hernández Marisol Moreno Morimón

María José Rodríguez

La Secretaria,

Olga M. Dos Santos P.


JECR/

VOTO SALVADO DEL MAGISTRADO Dr. LEVIS IGNACIO ZERPA


Sala Plena Accidental - Exp. N° AA10-L-2002-000029

Quien suscribe, Dr. Levis Ignacio Zerpa, Magistrado de la Sala Político


Administrativa de este Tribunal Supremo de Justicia, deplora expresar a través
de este medio su desacuerdo con la decisión que precede, haciéndolo con
fundamento en las siguientes razones:

La presente sentencia es, en nuestro criterio, absolutamente nula; razón por la


cual carece de toda validez y eficacia en nuestro ordenamiento jurídico. Su
nulidad se debe a la mala constitución de esta Sala Plena Accidental, al no
estar integrada en la forma debida; ello por haberse excluido en forma
arbitraria, violando normas constitucionales y legales, a dos de sus Magistrados
Titulares, a saber: los Doctores Juan Rafael Perdomo y Omar Mora Díaz.

La exclusión se efectuó mediante írritas decisiones del Magistrado Dr. Antonio


García García, quien actuó como Magistrado Dirimente de las recusaciones hechas
contra dichos Magistrados por el ciudadano Contralmirante Daniel Lino Comisso
Urdaneta.

Las decisiones del Magistrado Dr. Antonio García García están gravemente
viciadas en su génesis, ello por haber sido dictadas por un órgano
jurisdiccional inexistente. El indicado sentenciador, identificado como
Magistrado Dirimente, ya había cesado en sus funciones jurisdiccionales cuando
dictó las sentencias, en las cuales decidió con lugar las recusaciones,
careciendo del poder jurisdiccional para decidir sobre las mismas. Así ha debido
declararlo esta Sala Plena, en la oportunidad de pronunciarse sobre los recursos
de hecho ejercidos por los recusados al negárseles la apelación; siendo
procedente la reposición de la causa al estado de que las recusaciones fueran
decididas por el Juzgado de Sustanciación; el cual ya estaba en su normal
funcionamiento, integrado legalmente por el Presidente del Tribunal, Magistrado
Dr. Iván Rincón Urdaneta.

El llamado Magistrado Dirimente ya había cesado en sus funciones


jurisdiccionales desde el día veintiseis de junio de dos mil dos, oportunidad en
la cual declaró inadmisibles las recusaciones intentadas, una por el
Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez y la otra por el General de División (Ej)
Efraín Vásquez Velasco, contra el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia,
Magistrado Dr. Iván Rincón Urdaneta. Desde esa fecha (26-Junio-2002) el llamado
Magistrado Dirimente ya había cesado en sus funciones, careciendo del poder
jurisdiccional para decidir las recusaciones de los Magistrados Juan Rafael
Perdomo y Omar Mora Díaz.
La conducta legalmente impuesta al Magistrado Dirimente consistía en pasar, de
manera inmediata, todas las actuaciones referentes a las recusaciones, al
Presidente del Tribunal, Magistrado Dr. Iván Rincón Urdaneta, para que él
siguiera conociendo y decidiera dichas recusaciones; esto por ser el Juzgado de
Sustanciación de la Sala Plena, integrado por el Presidente del Tribunal, el
órgano natural a quien corresponde decidir las recusaciones, conforme lo
establece expresamente el artículo 72 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia.

Al ser decidida la recusación, en fecha dos de julio de dos mil dos, por un
órgano jurisdiccional inexistente para esa fecha, como lógica consecuencia tal
sentencia también carece de existencia válida en derecho, no pudiendo producir
efecto alguno en las incidencias surgidas por las recusaciones.

Al dársele valor a una sentencia judicial inexistente, por ser dictada por quien
carecía del poder jurisdiccional, y de esa forma excluir de manera arbitraria a
dos Magistrados Titulares de la Sala Plena, para incorporar a dos Magistradas
Suplentes, es evidente que este órgano jurisdiccional ha resultado mal
constituido y, como necesaria consecuencia, al violarse disposiciones
constitucionales y legales, sus decisiones están gravemente afectadas de nulidad
absoluta y por tanto son completamente insalvables jurídicamente.

Al ignorar la mayoría sentenciadora las graves irregularidades que afectan las


decisiones sobre las recusaciones de los Magistrados Titulares, Doctores Juan
Rafael Perdomo y Omar Mora Díaz, se ha permitido que esta Sala Plena Accidental,
indebidamente constituida por violarse el debido proceso, previsto en su
integridad en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, por precaria mayoría, tome la presente decisión absolutamente nula y,
por tanto, carentes de toda validez jurídica, conforme lo dispone expresamente
el artículo 25 eiusdem.

Este grave vicio en la constitución del órgano jurisdiccional, como resultado de


haberse privado, de manera arbitraria, al Juzgado de Sustanciación natural de
esta Sala Plena, del conocimiento y decisión de las recusaciones, es posible
hacerlo valer en cualquier tiempo, atendiendo a su carácter de grave infracción
constitucional y legal, por tratarse de sentencias dictadas por quien ya no
tenía el carácter de Juez de Sustanciación o Magistrado Dirimente, en la
oportunidad en que las dictó.

Es de destacar que los anteriores alegatos constitucionales y legales, fueron


expuestos en forma oportuna ante esta Sala Plena, en la oportunidad de conocerse
sobre los recursos de hecho ejercidos por los Magistrados recusados. En dicha
oportunidad salvamos nuestro voto frente a las decisiones negativas sobre tales
recursos de hecho.
Es oportuno observar, para la mejor comprensión de las especiales circunstancias
habidas en relación con lo ocurrido en el presente caso, que las ponencias de
estas decisiones que negaron los recursos de hecho de los Magistrados recusados,
fueron ambas elaboradas por el Magistrado Dr. Rafael Pérez Perdomo, quien
también ha votado a favor de la ponencia del Magistrado Dr. Franklin Arrieche
Gutiérrez. El Magistrado Dr. Antonio García García, antes referido como
Magistrado Dirimente, es otro de los once votos que han constituido la forjada
mayoría con la cual ha resultado aprobada la presente sentencia.
En Caracas, el día dieciséis de septiembre de dos mil dos.
El Presidente,

IVAN RINCON URDANETA

El Primer Vicepresidente, El Segundo


Vicepresidente,

FRANKLIN ARRIECHE GUTIERREZ ALEJANDRO ANGULO


FONTIVEROS

Los Magistrados,

JESUS E. CABRERA ROMERO JOSE M. DELGADO OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSE


GARCIA GARCIA

RAFAEL PEREZ PERDOMO ANTONIO RAMIREZ JIMENEZ

CARLOS A. OBERTO VELEZ ALBERTO MARTINI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDON HAZZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERO RAFAEL HERNANDEZ UZCATEGUI

LUIS MARTINEZ HERNANDEZ BLANCA ROSA MARMOL DE LEON

ALFONSO R. VALBUENA CORDERO MARISOL MORENO MARIMON

MARIA JOSE RODRIGUEZ

La Secretaria,
OLGA M. DOS SANTOS P.

EXP. N° AA10-L-2001-000029.-

VOTO SALVADO

Quien suscribe, Magistrada YOLANDA JAIMES GUERRERO, salva su voto por


disentir
de la mayoría sentenciadora en la presente causa signada bajo el Nº 2002-0029
llevada por esta Sala Plena, con ocasión a la solicitud de antejuicio de mérito
formulada por el ciudadano Fiscal General de la República contra los ciudadanos
General. (Div) Efraín Vásquez Velasco, Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez;
General (Brgd.) Pedro Pereira Olivares y Contralmirante Daniel Lino José Comisso
Urdaneta. Las razones de esta disensión que formulo conforme a las siguientes
consideraciones de contenido jurídico, debo expresarlas en términos que permitan
acceder a su texto a toda la sociedad venezolana y de manera particular a
sectores populares y al estudiantado, por la responsabilidad que me atañe como
profesora universitaria.
En primer lugar, quien disiente considera oportuno acotar que la tarea que
correspondía en este estado a la Sala Plena consistía en circunscribirse a
determinar si existían o no méritos para el enjuiciamiento de los militares
antes identificados. Cualquiera otra consideración que exceda del thema
decidendum (tema de la decisión judicial), constituye un prejuzgamiento sobre la
culpabilidad o no de los imputados; es decir, el fallo tenía la concreta labor
de valorar una serie de hechos como susceptibles o no de generar una duda
razonable sobre la comisión del delito de rebelión, bastando para ello la
concurrencia de simples elementos de convicción para autorizar o no el
enjuiciamiento.

Por lo contrario, para el caso de haberse abierto la causa principal (juicio


acusatorio principal), allí sí resultaba necesaria la valoración de plenas
pruebas para determinar la supuesta consumación de un hecho típico, antijurídico
y culpable. Pero ese no es el caso. Se trata de un antejuicio.

En otras palabras, tan sólo corresponde en la presente etapa a esta Sala Plena
valorar simples elementos. El fallo del cual disiento ha debido estimar el
cúmulo de pruebas que evidencian una situación que, independientemente de la
causalidad o imputación de sus autores, generaron zozobra, preocupación,
malestar, y grandes dudas sobre su esencia o sustrato constitucional. Por el
contrario el fallo del cual disiento, analiza exhaustivamente las pruebas
aportadas por la defensa, no así las del Fiscal General de la República, como
las audiovisuales entre otras, lo que se constituye en el vicio de "silencio de
prueba".

En criterio de quien se aparta de la mayoría sentenciadora en esta causa, si


bien no puede hablarse - en este estado- de la responsabilidad penal de los
imputados, pues, como se dijo, ello sólo sería decidido en la etapa definitiva
de un juicio principal, no obstante lo anterior, sí constan en autos
circunstancias o elementos (muchos de ellos notorios), que generan, en puridad
de derecho, una duda cualificada y razonable sobre la constitucionalidad o no
del modo de proceder de tales oficiales durante los acontecimientos del 11 y 12
de abril de 2002, circunstancia ésta última que justifica el inicio de un
juicio.

Quien disiente acota que el presente fallo, luego de aclarar preliminarmente


sobre su labor circunscrita a determinar si existe mérito o no para autorizar el
inicio de un enjuiciamiento, posteriormente procede a realizar el examen que es
privativo de todo sentenciador sobre el fondo de una causa penal, cuando efectuó
un análisis exhaustivo sobre los elementos del delito: tipicidad, antijuricidad
y culpabilidad, lo que sin lugar a dudas, impregna al fallo de una incongruencia
insalvable.
En efecto, el fallo (folios 20 al 27) realiza un análisis pormenorizado de la
norma sancionatoria contenida en el numeral 1 del 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar, para llegar a la conclusión de que dicho tipo penal no es otra
cosa sino una "norma menos que perfecta", por cuanto, en su criterio, la misma
no impone sanción ( Conclusión marcada "A" del folio 25), y afirma en forma
categórica que "...como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento que
describe el referido ordinal 1 del artículo 476, único en el cual el ciudadano
Fiscal General de la República fundamentó su calificación jurídica, no puede ser
procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que solicitó
dicho funcionario". (Subrayado nuestro, Folio 27 del fallo).

Advertido lo anterior, resulta evidente que el fallo efectuó prejuzgamiento,


pues cuando se afirma que una norma penal no impone sanción, no se hace otra
cosa sino proclamar que la conducta típica no es "antijurídica". Pero esa es una
tarea que sólo correspondía al momento de conocer sobre el fondo del asunto, lo
que evidencia la incongruencia insalvable antes aludida, puesto que el fallo se
inicia aclarando con detenimiento que sólo se limitaría a determinar si existía
o no mérito para el enjuiciamiento.

En efecto, cuando un sentenciador en el ámbito penal sostiene que un hecho


típico no origina pena o sanción, lo que hace es aseverar o concluir que el
mismo no es antijurídico (no reprochable en puridad de derecho). Esto sólo se
puede determinar en una etapa judicial en donde ha de dictarse la decisión de
fondo sobre el mérito de la acusación presentada.
Por consiguiente, la motivación del fallo en esa parte se corresponde con una
sentencia de fondo, y no con una decisión que, como en el presente caso, sólo
tiene la facultad de advertir o señalar circunstancias que originen dudas
razonables o no sobre la posible comisión de un delito, capaces de justificar la
apertura de un juicio principal, de ser el caso.
Por otra parte afirma quien disiente, que el fallo en análisis incurre
nuevamente en incongruencia insalvable, cuando en el folio 27 señala que la
circunstancia de que el tipo penal no imponga o contemple sanción, basta para
determinar que no existen méritos para el enjuiciamiento, para posteriormente,
advertir:

"...la Sala Plena no puede pasar por alto la gravedad de la situación que vivió
Venezuela durante los primeros días de abril de 2002, los cuales tuvieron
reflejo en la comunidad internacional al punto que la Organización de Estados
Americanos emitió un comunicado de prensa en el cual señaló: Con ocasión de
los acontecimientos del 11 de abril y la subsiguiente alteración del orden
constitucional la comisión (de la OEA) emitió un comunicado de prensa el 13 de
abril de 2002, en el que expresó, entre otras cosas, su más enérgica condena por
los hechos de violencia que costaron la vida de al menos 15 personas y causaron
heridas a más de un centenar. Asimismo, la Comisión lamentó constatar que
durante los días 12 y 13 de abril se produjeron detenciones arbitrarias y otras
violaciones a derechos humanos; deploró la destitución de las más altas
autoridades de todos los poderes públicos (incluido este Tribunal Supremo de
Justicia) y advirtió que dichos hechos configurarían los supuestos de
interrupción del orden constitucional contemplados en la Carta Democrática"
(Subrayado de este voto salvado, negrillas de la sentencia).

En efecto, la sentencia de la cual se disiente, a partir del citado folio 27


inicia un examen exhaustivo, partiendo del comunicado de la Organización de
Estados Americanos (OEA), pasando por un cúmulo de declaraciones de diversos
funcionarios públicos y oficiales militares, entre ellos incluidos los propios
imputados, para concluir que, en efecto, y de manera notoria, durante tales días
ocurrieron en el país, hechos y circunstancias de dudoso sustrato
constitucional. Llama la atención que mientras la OEA y diversos sectores de la
sociedad nacional e internacional calificaron los hechos ocurridos en el país
durante los días 11 y 12 de abril como "interrupción del orden constitucional"
en los cuales hubo participación de militares, sin embargo el fallo del cual
disiento omite estos importantes hechos, lo cual, en todo caso, justificaría la
apertura del juicio principal.

Examen valorativo de pruebas que, precisamente, han debido crear suficiente


convicción como para justificar la apertura de un juicio con todas las garantías
a los imputados, al generarse dudas razonables sobre la comisión de un delito,
descartándose así en esta etapa, tanto la posibilidad del establecimiento de
responsabilidad penal por un hecho típico, antijurídico y culpable, como el
pronunciamiento de una absolución in limine litis, es decir, una absolución
preliminar.

De haberse circunscrito el fallo a la mera determinación, en strictu sensu, de


si existían méritos o no para el enjuiciamiento, su dispositivo final hubiera
podido ser:

(i) Que sí existían méritos para


iniciar un enjuiciamiento, como en efecto, ha debido ser, o
(ii) La declaratoria del sobreseimiento,
debido a no encontrarse elementos que de forma razonada pudieran generar dudas
sobre la comisión del delito, en lugar de - como inadecuadamente se hizo-
referirse a eximentes de responsabilidad e intencionalidad, ya que ello sólo
corresponde a una sentencia absolutoria de fondo.

Posteriormente, el fallo insiste en efectuar un análisis clásico sobre los


elementos del delito (tarea exclusiva de fondo), luego de haber concluido que el
hecho típico contenido en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia
Militar no es antijurídico al no tener sanción, cuando procede a advertir
(respecto del tercer elemento del delito: "la intención") , que los oficiales
cuyo enjuiciamiento se solicita, carecían de "intención" (Folio 47) .

A semejante conclusión sólo podría llegar un sentenciador al momento de dictar


sentencia definitiva, y no en este estado, en donde bastaba con la advertencia
de elementos que arrojasen dudas razonables sobre la pretendida comisión de un
delito.

Más adelante, el fallo, frente a los "pronunciamientos de los imputados",


concluye insistiendo en la "falta de intención", cuando expresa que ellos
"...tuvieron la idea de que procedían correctamente", y que "...tales eventos
fueron de tal gravedad que pudieron justificar la conducta de los imputados al
creer lícita su forma de proceder" (folio 51), basados en que "...ninguno de los
pronunciamientos de los imputados fue puro y simple con la intención de impedir
o dificultar el ejercicio del gobierno sino que cada uno de ellos tuvo como
causa los hechos de violencia que se estaban produciendo". (folios 51 y 52).
Conclusión que sólo puede alcanzar un sentenciador al momento de conocer sobre
el fondo (la falta de intencionalidad) y que más bien, por el contrario,
constituyen elementos que obran contra los imputados y justificarían la apertura
de un juicio de fondo.

Por otra parte, en relación a lo expresado en los folios 69, 70 y 71


(marcado "III DETENCIÓN ILEGAL DEL PRESIDENTE"), donde se señala que
tampoco
existen dudas razonables como para autorizar el enjuiciamiento, en cuanto a que
si bien hubo de manera incuestionable una detención del ciudadano Presidente de
la República, ésta siempre se le participó, no como tal detención, sino en el
sentido de que "...quedaba bajo custodia para su protección" y adicionalmente
expresa, "...En esas condiciones, no puede atribuirse a los imputados la
detención arbitraria del Presidente si en esa oportunidad se trataba de un
expresidente".
Quien disiente se pregunta: ¿Por qué esta afirmación?, ¿Por qué se dice que "se
trataba de un expresidente"?, ¿En qué momento se convirtió en un "expresidente"
si el fallo sostiene que no hubo rebelión militar que llevara a una ruptura del
hilo constitucional?.

Resulta evidente que tales transcripciones, una vez más, tocan al


fondo de la controversia y que, de haberse autorizado el juicio, el Juez de
mérito bien pudiera dilucidar los citados señalamientos.

En efecto, dichas transcripciones evidencian que el fallo actuó como sentencia


de fondo y no como correspondería hacerlo en este procedimiento, ya que por el
contrario las razones que aduce para sobreseer la causa ante la denuncia de
"detención ilegal del Presidente de la República", las justifica expresando que
era una "custodia para su protección en Fuerte Tiuna" y que se trataba, para
ese momento no del Presidente de la República sino de un "...expresidente".

Elementos dados por ciertos por el propio fallo que, sin duda alguna, se
sumarían a los demás, para llegar a la conclusión de que sí existen suficientes
motivos para proceder a la apertura del juicio de fondo.

Por otra parte, el fallo en su punto marcado "TERCERO, EL GOBIERNO


PROVISORIO"
(folio 71), - insistiendo en fungir como una sentencia de fondo- se ocupa de
valorar las actuaciones de los imputados, conforme a una fundamentación a suerte
de "atenuantes", en el sentido de que, según afirma el fallo, ellos actuaron con
el fin de restituir el hilo constitucional, luego de haberse dictado el Decreto
mediante el cual el ciudadano Pedro Carmona Estanga se autoproclamó Presidente
de la República, disolvió todos los Poderes Públicos y destituyó a sus altas
autoridades incluidos los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.

Juicio o valoración que tampoco correspondía analizar a la Sala, no sólo por la


naturaleza de la decisión que nos ocupa (antejuicio de mérito), sino porque
tales afirmaciones ("restablecer" el hilo constitucional) constituyen materia
que debe ser analizada al conocer el fondo de la controversia.
Por tales motivos, en criterio de quien disiente, ha debido esta Sala Plena en
su decisión, con los elementos que constan en el expediente, limitarse
únicamente a señalar si existían méritos para el enjuiciamiento de los
imputados, y no, como se desprende del contenido del fallo, pronunciarse sobre
elementos que tocan el fondo.
Queda así expresado el presente voto salvado,

El Presidente,

IVAN RINCÓN URDANETA

El Primer Vicepresidente El Segundo


Vicepresidente

FRANKLIN ARRIECHE GUTIERREZ ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS


Ponente

Magistrados,
JESUS E. CABRERA ROMERO JOSÉ M. DELGADO OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA

RAFAEL PEREZ PERDOMO ANTONIO RAMÍREZ JÍMENEZ

CARLOS OBERTO VELEZ ALBERTO MARTINI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDON HAAZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERO RAFAEL HERNANDEZ UZCATEGUI


Disidente

LUIS MARTINEZ HERNANDEZ BLANCA ROSA MARMOL DE LEON

ALFONSO R. VALBUENA CORDERO MARISOL MORENO MARIMON

MARIA JOSE RODRIGUEZ

La Secretaría,

OLGA M. DOS SANTOS P.

YJG Exp. Nº AA10-l- 2002-0029


MINUTA

1.-La parte motiva de la sentencia ha debido limitarse a declarar si existía


mérito o no para el enjuiciamiento de los imputados, es decir, determinar si
existían elementos o no que generasen dudas razonables sobre la comisión del
delito.

2.- La sentencia se constituye en una sentencia absolutoria de fondo, y no se


corresponde con esta etapa denominada como de "antejuicio".

3.- En esta etapa de "antejuicio" no puede exigirse plena prueba, pues, ésta
sólo es susceptible de ser exigida en la oportunidad de decidir sobre el fondo,
bastando en esta oportunidad simples elementos que generen dudas razonables
sobre la comisión del delito.

4.- La sentencia es incongruente pues, luego de advertir en páginas preliminares


que se trata tan sólo de un antejuicio de mérito, posteriormente, efectúa un
análisis exhaustivo sobre los elementos del delito: hecho típico, antijuricidad,
y culpabilidad. Examen que sólo corresponde a una sentencia de fondo.

5. Todas las valoraciones efectuadas en las páginas finales del fallo, lejos de
obrar en descargo de los imputados, en realidad lo que alimentan son dudas
razonables que sólo podrían dirimirse mediante un juicio principal de fondo para
determinar la culpabilidad o inocencia de los implicados.

Quien suscribe, Magistrado José Manuel Delgado Ocando, salva su voto


en la sentencia de la Sala Plena, Exp. n° 2002-0029, por las razones que de
seguida se indican:
I
El problema de la tipicidad

El tipo es la descripción concreta de la conducta prohibida (del contenido o de


la materia de la norma). Es, como dice Welzel, una figura puramente conceptual
(H. Welzel, Derecho Penal Alemán Parte General, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, 1970, trad. de Juan Bustos Ramírez y Sergio Yánez Pérez 1970:
77).

La antijuridicidad es la contradicción de la realización del tipo de una


conducta prohibida con el ordenamiento jurídico en su conjunto, es decir, con
el orden social valorativo que sirve de base al derecho positivo.

Desde Beling se ha pretendido distinguir la tipicidad de la antijuridicidad, al


atribuir a la primera un carácter adiáforo o puramente descriptivo, y a la
antijuridicidad un juicio negativo de valor.

Aunque la constatación de la tipicidad de una acción no es, ni puede ser,


axiológicamente neutra, es claro que la tipicidad no implica necesariamente la
antijuridicidad, pues siendo el derecho un juego de preceptos prohibitivos y
permisivos (dado que la conducta típica puede estar autorizada por un precepto
permisivo), el delito aparece, entonces, como un caso de antijuridicidad
"tipificada" en la terminología de Mezger.

Si esto es así, la tipificación es un asunto de juzgamiento que no sólo debe


determinar el tipo sino también la valoración jurídica o antijurídica, que
configura la responsabilidad delictual, incluyendo, por supuesto, la
culpabilidad, pues si la acción no está justificada por una causal de
justificación, la acción sigue siendo típica, a pesar de su falta de
antijuridicidad (Welzel, ibídem).

Por último, cabe observar que el tipo en sentido amplio comprende, como dice
Welzel, el tipo en sentido restringido o materia de la prohibición penal, la
antijuridicidad como presupuesto del delito, la culpabilidad o reprochabilidad y
las condiciones objetivas de punibilidad.

II
El antejuicio de mérito como presupuesto de procesabilidad

Las causas personales de exclusión de la pena son condiciones objetivas de


punibilidad formuladas en forma negativa. Excluyen la punibilidad del delito
respecto a determinadas personas (inmunidad judicial o parlamentaria, por
ejemplo); pero también están fuera del tipo general los presupuestos de
procedibilidad, que pertenecen al derecho procesal, pero que están previstos
también en la Constitución (art. 266.3.), para el procesamiento de hechos
penales de los parlamentarios y otros altos funcionarios, que no inciden en la
punibilidad de un hecho, sino en la admisibilidad de su persecución (A. Arteaga,
Derecho Penal Venezolano,Caracas, MC Graw Hill, 2001: 114 y 117.). Si faltan,
procede el sobreseimiento (artículo 378 del Código Orgánico Procesal Penal),
pero no la absolución, como en el caso de falta de los elementos de la
punibilidad.

III
Rebelión militar y golpe de estado

Dentro y fuera de la Sala se ha discutido, si hubo o no golpe de Estado y qué


relación presenta éste con la rebelión militar. Prescindiendo de la tradición
formal del golpe de Estado, que se remite, por lo menos, al autogolpe de Luis
Bonaparte o de las formas más modernas de interrupción constitucional, como el
pronunciamiento de Alberto Fujimori en 1990, es necesario atenerse a la
definición del DRAE, que dice textualmente: "Actuación violenta y rápida,
generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado
se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado,
desplazando a las autoridades existentes".

Ahora bien, es claro que el concepto de "golpe de Estado" no es una categoría


jurídica, sino política, y que hablar de "golpe de estado" para referirse a lo
que ocurrió el 11 de abril de 2002 no es pertinente para los fines de la
decisión del Tribunal. Lo que es pertinente es la actuación de las fuerzas
militares o rebeldes que irrumpieron contra el Estado de derecho y configuraron,
respecto de los oficiales imputados, el delito de rebelión militar que les
atribuyó el Fiscal General de la República. Tal delito, suficientemente
acreditado en autos, está previsto en el artículo 479 del Código de Justicia
Militar, en concordancia con el artículo 144 del Código Penal.

IV
Antijuridicidad y Permisión
Exculpatoria

Tanto en el expediente como en la audiencia oral, consta que los imputados


confesaron los hechos a que se refiere la querella fiscal. Pero también consta
que justificaron su conducta criminosa con la invocación de algunos alegatos
exculpatorios, como la renuncia del Presidente, el "vacío constitucional de
poder" y la "desobediencia legítima".

La Sentencia reconoce la confesión de los imputados, pues dedica varias páginas


(46, 47, 48, 49, 50, 51, 54) a admitir la defensa de los imputados sobre su
"convicción de que debían impedir un estado de cosas que consideraron nocivo", y
que su intención no era "la de alterar la paz interior o la de impedir o
dificultar el ejercicio del gobierno ... sino restablecer ... (la) paz interior
rota por factores y elementos ajenos a los imputados".

La Sentencia, pues, fuera del thema decidendum, se pronunció sobre la permisión


exculpatoria y decidió, en el antejuicio de mérito, lo que solo puede ser objeto
del enjuiciamiento para cuya declaratoria de procesabilidad se instó a la Sala.

El principio de la legalidad
Los principios nullum crimen, nulla poena sine lege son, ciertamente, la piedra
angular del derecho penal ilustrado. Independientemente de la circunstancia de
que el artículo 476 no prevea literalmente pena alguna, una interpretación
sistemática (que no analógica) del Capítulo III del Código de Justicia Militar,
permite, conforme al artículo 479 eiusdem, sancionar el caso de rebelión militar
con la pena indicada en dicho artículo. Es necesario observar que el artículo
49.6. de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra el
principio de legalidad en términos de "delitos, faltas o infracciones" previstos
en leyes preexistentes (nullum crimen, sine lege) lo que conforma, en el
presente caso, la posibilidad de la interpretación sistemática indicada. Ello se
explica, porque los valores en que descansa la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, respecto de los delitos mayores, como los crímenes de
lesa humanidad y los crímenes contra la Constitución, exigen que el principio de
legalidad sea expresado de una manera más amplia, a saber, nullum crimen sine
iure, "lo que significa que las incriminaciones deben tener una base normativa y
no ser arbitrarias, aunque las penas no estén formuladas de manera expresa y
específica" (R. Mattarollo, La jurisprudencia Argentina reciente y los crímenes
de lesa humanidad [http: // www.rebelión.org/ddhh/al sur del sur,29.07.01.htm]).

Esto no quiere decir, por supuesto, que la pena sea arbitraria o ilegal, sino
que su formulación puede hacerse conforme a una hermenéutica progresiva que
integre, incluso, la ausencia explícita de la pena respecto de los delitos
expresamente tipificados en la ley, según técnicas sistemáticas, a saber, las
que resultan de una lectura holística del Capítulo III del Código de Justicia
Militar. La posibilidad hermenéutica o integrativa señalada autorizaría, así
mismo, la aplicación del artículo 144 del Código Penal.

El Estatuto de Roma, por ejemplo, prescribe los principios nullum crimen, sine
lege (artículo 22) y nullum poena sine lege (artículo 23) en forma separada, y
remite al artículo 77, cuando se refiere a las penas aplicables, lo que hace de
la punibilidad de los crímenes previstos en el artículo 5 eiusdem una
prescripción indeterminada con sujeción a lo dispuesto en el artículo 110 del
mismo Estatuto.

Nadie podría argumentar que no hay crímenes de lesa humanidad (mutatis mutandis
la sentencia reparada dice que "el delito de rebelión militar, en su forma
propiamente dicha, .... no existe en nuestra legislación castrense") por el
hecho de que el artículo 5 del Estatuto de Roma no establezca pena alguna y
porque, al establecerla en el artículo 77, en concordancia con el artículo 110
eiusdem, autorice la discrecionalidad de la Corte para imponerlas.

La Sentencia sostiene, por otra parte, que el sentido del artículo 476 del
Código de Justicia Militar debe interpretarse "necesariamente" conforme al
principio pro libertatis o favor libertatis, lo que entra en conflicto, dada la
magnitud del delito imputado, con el principio favor Constitutione, que exige la
protección y la garantía de la Ley fundamental.

Como quiera que la tipificación lato sensu es una cuestión de juzgamiento, la


procesabilidad de los imputados ha debido decretarse conforme a la
interpretación indicada, al objeto de que el enjuiciamiento autorizado
determinara la responsabilidad penal respectiva.

VI
La competencia de la Sala Plena

Conforme al artículo 266.3. de la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela, corresponde a la Sala Plena "declarar si hay o no mérito para el
enjuiciamiento" de los oficiales u oficialas generales y almirantes de la Fuerza
Armada Nacional de la República Bolivariana de Venezuela... y, "en caso
afirmativo, remitir los autos al fiscal o fiscala general de la República", a
los efectos previstos en el referido artículo.

Siendo que tal declaración es, como hemos dicho, presupuesto de procesabilidad
de los generales y admirantes, su objeto no es la tipificación de los delitos
imputados por el Fiscal General de la República, sino el pronunciamiento sobre
el mérito para instruir la causa, independientemente de la responsabilidad que
a dichos oficiales pueda incumbir por los delitos que el Fiscal les ha imputado.

Quedan así expuestos los reparos del Magistrado disidente al fallo anterior.

El Presidente

IVÁN RINCÓN URDANETA

El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,

FRANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS


Ponente

Magistrados,

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO JOSÉ M. DELGADO OCANDO

Disidente
LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA

RAFAEL PÉREZ PERDOMO ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

CARLOS A. OBERTO VÉLEZ ALBERTO MARTÍNI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI


YOLANDA JAIMES GUERRERO LUIS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ

BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN ALFONSO R. VALBUENA CORDERO

RAFAEL ÁNGEL HERNÁNDEZ MARISOL MORENO MARIMON

MARÍA JOSÉ RODRÍGUEZ

La Secretaria,

OLGA M. DOS SANTOS P.

JMDO/ns.-
Exp. n° 02-0029

La Magistrada Doctora María José Rodríguez Fernández lamenta no compartir la


opinión de la mayoría sentenciadora en la decisión sobre el Antejuicio de Merito
que antecede que declara que no hay merito para el enjuiciamiento de los
ciudadanos que en ella se contrae, decreta el sobreseimiento y suspende la
medida cautelar decretada, por las siguientes razones:

En primer lugar, quien hace este voto salvado lamenta que en un caso histórico,
de gran importancia nacional, que seguramente será objeto de estudio para
generaciones actuales y futuras, la Sala Pena del Tribunal Supremo de Justicia
haya aprobado una ponencia que no refleja un análisis jurisprudencial y
doctrinario profundo que nos permita observar un estudio del derecho no solo en
la esfera nacional, sino inclusive en derecho comparado.

Por otra parte, en la presente decisión la mayoría sentenciadora recoge el


alegato de la defensa de los imputados de que el delito de rebelión militar no
tiene pena establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia
Militar, o lo que es lo mismo, que dicha norma es una de aquellas que se conocen
como imperfectas, por cuanto si bien establece una conducta reprochable no
consagra el castigo que deba tener como consecuencia del ejercicio de esa
acción.

No refuto que sin pena no hay delito, siguiendo la máxima "nullum crimen nulla
poema sine lege", ya lo había señalado Hegel al considerar que "La pena es la
otra mitad del delito", por lo que sin pena no habría delito, muy a pesar de lo
reprochable del accionar de una persona.
Sin embargo, considero que para el caso en cuestión, es decir, en lo referente
al delito de rebelión militar, si hay una pena prevista en el Código Orgánico de
Justicia Militar, pero la confusión surge del error material evidente en
el que

incurrió el legislador patrio, que se resuelve mediante un análisis de su


intención al redactar la norma.

Esta situación se observa al constatar que el artículo 479 del Código Orgánico
de Justicia Militar señala que "En todos los demás casos de rebelión militar la
pena será...", pero luego el mencionado artículo se refiere a los dos ordinales
del artículo 477 ejusdem en cuyo contenido ya se consagra una pena, por lo que
resulta evidente el error del legislados y que su intención era referirse al
artículo 476 ejusdem.

No puede considerarse a nuestra manera de ver, que el deseo del legislador era
dejar sin pena el delito de rebelión militar previsto en el artículo 476 del
Código Orgánico de Justicia Militar, y por el contrario, castigar otros delitos
como el de instigación a la rebelión consagrada en el artículo 481 ejusdem, ya
que esto sería absurdo. Mas aun si observamos que el mismo legislador en el
mismo Código refiere a la pena del artículo 476, cuando se desiste
voluntariamente (Art. 480) y cuando el delito de rebelión sea cometido por
civiles (Art. 487).

De esta forma, no creo que se puedan aplicar los artículos 1 del Código Penal ni
el 6 del Código Orgánico de Justicia Militar, ya que como señale anteriormente
los hechos que califican al delito de rebelión militar y la pena están previstos
en el ordenamiento penal militar.

En otro orden de ideas, considero que el Antejuicio de Merito es meramente un


tramite previo en el que se resuelve si hay lugar o no a proceder con un juicio
penal contra altos funcionarios por razón de su cargo, y a partir de la
Constitución de 1999, también en los casos de generales y almirantes, sin
resolver el fondo de la acusación. En consecuencia, solo se podía decidir si
había meritos o no para el enjuiciamiento y no se podía sobreseer la
causa,

como observamos en el numeral 2 de la decisión donde se decreta el


sobreseimiento.

De igual manera, al tratarse de un Antejuicio de Merito la Sala Plena no debió


haberse pronunciado sobre el valor de las pruebas aportadas por los imputados,
ya que esta valoración corresponde al fondo del juicio penal; adicionalmente,
los colegas Magistrados podrían haber incurrido en un adelanto de opinión que
podría dar lugar a su recusación o inhibición para conocer de otros juicios por
supuestos delitos que pudiera imputarles el Fiscal General de la República a los
defendidos con relación a los mismos hechos.
Con respecto a la declaratoria que NO HAY MERITO PARA EL ENJUICIAMIENTO
de los
imputados, considero, sin hacer ninguna apreciación sobre la culpabilidad o no
de esos ciudadanos, ya que no era esta etapa previa la oportunidad para hacerlo,
que ocurrieron en el país unos hechos sumamente graves, consumados aun
temporalmente, pues hubo situaciones que se exteriorizaron, un menoscabo del
orden jurídico existente por un breve espacio de tiempo. La tranquilidad
ciudadana fue alterada y pudiera haber ocurrido un atentado contra el órgano que
ejerce la soberanía.

Muchos de los hechos que acontecieron entre el 11 y 13 de abril de 2002 fueron


hechos notorios comunicacionales a los que se refiere el caso Alfredo Patrone,
decidido por la Sala Constitucional en sentencia del 24 de marzo de 2000, con
ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, por lo que están relevados
de prueba, porque apriorísticamente están probados en sí mismo por el hecho de
ser notorios. Mientras que otros hechos fueron inclusive reconocidos por los
imputados, por lo que era necesario proceder al juicio penal para determinar si
se había cometido un delito o si se trataba de actuaciones legitimas.

Considero que era necesario que se dilucidaran los hechos ocurridos entre el 11
y 13 de abril, era indispensable en beneficio del interés del país nacional,
para favorecer a las generaciones actuales y futuras, a los fines de que muchos
de esos hechos no se repitieran jamás, dentro del marco de una Venezuela
democrática y respetuosa del estado de derecho.

Indudablemente, solo a través de la apertura de un juicio penal se podía aclarar


si existió o no responsabilidad de los ciudadanos que aparecen supuestamente
involucrados en una serie de declaraciones y situaciones aparentemente
comprometedoras, o determinar si por el contrario la posición de esos ciudadanos
era ajustada a derecho. Desgraciadamente, al declararse que no había meritos
para el enjuiciamiento, no sabremos si estos ciudadanos eran héroes o villanos,
o en todo caso quienes fueron los responsables, es decir, que pasó entre los
días 11 y 13 de abril de 2002.

En conclusión, considero que se debió debatir en una juicio penal la posible


comisión del delito de rebelión militar, a los fines de que el Fiscal General de
la República probará la configuración de ese delito militar o fueran refutados
por los imputados, lo que solo podía hacerse mediante el desarrollo de un
proceso penal, a través de la deposición de testigos, informes de peritos,
inspecciones oculares y todos los demás elementos para demostrar o no la
comprobación del delito en cuestión, donde se hiciera una investigación
exhaustiva y se condenara a los imputados o por el contrario se decretase el
sobreseimiento.

Por las razones expuestas considero que la decisión de la Sala Plena debió haber
autorizado el enjuiciamiento de los imputados y ordenado remitir las actuaciones
al ciudadano Fiscal General de la República para que prosiguiera con las
averiguaciones de los hechos que se les imputaba a los altos oficiales militares
en cuestión.

El Presidente,

IVAN RINCON URDANETA

El Primer Vicepresidente, El Segundo


Vicepresidente,

FRANKLIN ARRIECHE GUTIERREZ ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

Los Magistrados,

JESUS E. CABRERA ROMERO JOSE M. DELGADO OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSE GARCIA GARCIA

RAFAEL PEREZ PERDOMO ANTONIO RAMIREZ JIMENEZ

CARLOS A. OBERTO VELEZ ALBERTO MARTINI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDON HAZZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERO RAFAEL HERNANDEZ UZCATEGUI

LUIS MARTINEZ HERNANDEZ BLANCA ROSA MARMOL DE LEON

ALFONSO R. VALBUENA CORDERO MARISOL MORENO MARIMON

MARIA JOSE RODRIGUEZ

La Secretaria,

OLGA M. DOS SANTOS P.


VOTO SALVADO
El Magistrado CARLOS ALFREDO OBERTO VÉLEZ, en ejercicio de la facultad que
le
confiere el artículo 54 del Reglamento de Reuniones de este Tribunal Supremo de
Justicia en Pleno, procede a consignar su "voto salvado" en relación con la
decisión que antecede, con base a las siguientes consideraciones:
I
A MANERA DE EXORDIO
Tenida la sentencia como la verdad del caso concreto, pronunciada por el Juez en
ejercicio de facultades expresas que le son atribuidas legalmente, ha de
precisarse, en primer lugar y prioritariamente, que tal pronunciamiento sea
expresión de la verdad. Por su razón etimológica, la verdad supone la existencia
real de una cosa; vale decir, sólo son verdades las cosas reales y sólo son
reales las cosas que tienen existencia efectiva.
Por mandato de ley "Los Jueces tendrán por norte de sus actos la verdad...", la
cual procuraran conocer hurgando los hechos que la constituyen "...en los
límites de su oficio." para lo cual la Ley les faculta expresamente que pueden
"... fundar su decisión en los conocimientos de hecho que se encuentren
comprendidos en la experiencia común o máximas de experiencia...". (art. 12
c.p.c). Les permite aun "...proceder de oficio cuando la ley lo autorice, ..."
(art. 11 c.p.c), tal sería el caso de conductas que produjeren hechos de
conmoción colectiva, susceptibles de ser calificados como delito.
Como todo precepto de Ley, la norma que regula la actuación del Juez le impone,
asimismo, la obligación de conocer la realidad social presupuesta y por esta vía
y por la de las máximas de experiencia, aplicar la normatividad que consagra el
precepto; vale decir, que no se concibe que el Juez decida sin conocimiento de
los supuestos de hecho que constituyen la normalidad social, como ocurre en el
fondo con la sentencia aprobada.
Soy un profesional ganado a la verdad y como jurisdicente respeto las reglas que
definen los límites del oficio. En el caso de la sentencia aprobada por la
mayoría, estimo que la misma no se atiene a la verdad de lo acontencido que como
hecho público y notorio de carácter comunicacional y de indudable naturaleza
pública procesal, ha de presumirse conocido por los Magistrados como "buenos
padres de familia", como profesionales responsables y como jueces que atienden
al llamado de la Ley por impartir justicia. El Juez que se respeta a sí mismo,
es respetable, pues genera la confianza indispensable para que igualmente se
respete a la Ley, que es un medio para rechazar cualquier intento de corrupción.

Los hechos producidos el 11 de abril de 2002, cuya secuencia y ejecución dio


lugar a la solicitud de antejuicio de mérito formulada por el ciudadano Fiscal
General de la Nación, son acontecimientos de inevitable conocimiento. En esa
fecha ocurrió que, como resultado de una prédica política, un importante
conglomerado humano fue convocado a concentrarse en un lugar determinado del
cual marchó a otro sitio también determinado y finalmente fue inducido a
continuar la marcha hasta el Palacio de Miraflores, con fines o propósitos
definidos en cuyas adyacencias se produjeron hechos de violencia que tuvieron
como resultado lamentable de varias personas muertas o heridas. Como secuela de
la ocurrencia de esos hechos, personas identificadas e investidas de autoridad
militar produjeron pronunciamientos personales relacionados con esos
acontecimientos los cuales dieron lugar a las solicitudes propuestas por el
ciudadano Fiscal General de la República, en virtud de que los referidos gozan
del beneficio procesal del ante-juicio de mérito.
Los hechos así expuestos son, a juicio de quien suscribe, suficientes para la
Plenaria del Tribunal Supremo se avocara a su conocimiento con el objeto de
determinar si esas conductas asumidas por esas personas, investidas de autoridad
militar, son susceptibles de enjuiciamiento, porque constituyan ilícitos
penales. Considero que la solicitud en cuestión debió acordarse, porque los
acontecimientos produjeron consternación y muerte; porque constituyeron el
respaldo a un Gobierno de Facto, desplazando al que se dio soberanamente el
pueblo en los comicios del 6 de diciembre de 1998 y 30 de julio del 2000; cuando
eligió y relegitimó como presidente de la República Bolivariana de Venezuela al
ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías; porque ese gobierno efímero, autodenominado
de "transición", decretó la disolución de los Poderes Públicos, entre otros, la
de este Tribunal Supremo de Justicia y lo más grave, convocó a la instalación de
una nueva Asamblea o Congreso Constituyente que deduciblemente derogaría la
institucionalidad constitucional vigente. La mayoría sentenciadora, partiendo de
un verdadero sofisma, sostiene que esas conductas no son enjuiciables debido a
que la norma que las tipifica es imperfecta, esto es que no establece sanción
alguna.
No es posible sustraerse al conocimiento de hechos vistos y vividos por propios
y extraños ni abstraerse de calificarlos bajo ningún supuesto, pues su
conocimiento se los impone la Ley por vía de las máximas de experiencia y su
procedimiento, aun de oficio, cae dentro de los supuestos del principio iura
novit curia.
Por supuesto, para el suscrito, que siempre se ha debido a la verdad, no es ni
siquiera concebible suscribir un dictamen que tiene como fundamento la mentira
de un hecho cierto acontecido y de sus consecuencias padecidas y que no hace
justicia al caso concreto que le fue sometido en la medida en que niega la
realidad de lo ocurrido y se ampara en una interpretación infundada de la norma
para proferir una decisión obviamente injusta e irreal.
Esas razones solas serían también suficientes para justificar nuestro voto
salvado; no obstante, del análisis pormenorizado de los supuestos en que se
apoya la sentencia, emergerán otras razones de Ley, sin dejar de invocar las de
carácter socio-histórico que el juzgador también debe consultar y que en nuestro
caso se vinculan a la necesidad de mantener la administración de justicia en el
justo papel que le asigna el sistema jurídico constitucional vigente. La
Constitución no podrá ser vulnerada por un hecho de fuerza ni tampoco encubierta
su vulneración por una interpretación antojadiza, coyuntural o comprometida de
ningún precepto o procedimiento legal.
Al efecto, abordaremos el análisis detallado del caso, así:
II
PUNTO PREVIO
Tal como lo expresáramos en la sesión de la Sala Plena Accidental
donde debatimos el proyecto de la sentencia que hoy es objeto de este voto
salvado, sostengo que la misma es nula de nulidad radical y absoluta, por NO
haber sido dictada por el tribunal competente debido a la ilegal conformación
de dicha Sala Accidental que no contó entre sus integrantes a los Magistrados
Principales de este Tribunal Supremo de Justicia, Omar Mora Díaz y Juan Rafael
Perdomo, excluidos por efecto de la decisión ilegalmente dictada por el
Magistrado Antonio García García, en función de Juez Dirimente que, resolvió
ilegalmente las recusaciones propuestas contra dichos Magistrados cuando carecía
de competencia para ello por haber perdido jurisdicción, según luego explicaré,
lo cual hace que esa decisión que apartó a ésos Principales de la composición de
la Sala Plena Natural, sea procesalmente inexistente. Apoyo el criterio en
cuestión en decisiones de esta Suprema Instancia, entre otras la pronunciada por
la Sala de Casación Civil en sentencia Nº 264, de fecha 10 de agosto de 2001,
expediente 2001-000276, con ponencia del Magistrado que con tal carácter
suscribió la sentencia disentida:

"...En este sentido la Sala de Casación Civil en Sentencia de fecha 17 de


octubre de 1991, estableció la siguiente doctrina la cual hoy se reitera:
'...El procedimiento intimatorio a que se contraen las presentes actuaciones,
fue instaurado contra el Concejo Municipal Autónomo Caroní del Estado Bolívar,
por ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, Tribunal éste (sic)
que el 17 de diciembre de 1990 dictó sentencia declarando nulo todo lo actuado,
a partir de la fecha de admisión de la demanda.
Apelado el referido fallo, subieron las actuaciones al Juzgado Superior en lo
Civil, Mercantil, del Tránsito y de Menores del Segundo Circuito de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, quien, el 3 de abril de 1991 revocó
la decisión apelada, declarando con lugar el recurso ordinario ejercido por la
parte intimada.
Empero, tal pronunciamiento se encuentra viciado, por haber sido emitido por un
juez a todas luces incompetente.
En efecto, el artículo 182 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia,
en su ordinal 3º estatuye: 'Los tribunales previstos en el artículo anterior,
conocerán en sus respectivas circunscripciones ... 3º De las apelaciones contra
las decisiones que dicten los tribunales de su jurisdicción en los juicios
intentados ante ellos contra un Estado o un Municipio'.
Estos tribunales, a los que alude el encabezamiento de la norma no son otros que
los Superiores Civiles, Mercantiles y de lo Contencioso Administrativo.
En este orden de ideas, ha sostenido la Sala que, cuando un Tribunal de Alzada
conoce ilegalmente de un proceso que no le corresponde, en atención al grado de
jurisdicción, la decisión que pronuncie se considera procesalmente inexistente,
en cuyo caso no existe sentencia válida que pueda ser examinada bajo el alcance
del recurso de casación ejercido.
Eso fue lo que aconteció en el caso de autos, en el que un juez incompetente
decidió, en Alzada, un proceso para el cual no tenía competencia funcional...'.
Por estas razones, la Sala considera procesalmente inexistente el fallo
recurrido, no habiendo en consecuencia, decisión válida que pueda ser revisada a
través del recurso de casación, como lo ha establecido en anteriores
decisiones..." (Lo resaltado es del disidente)

En efecto, en la oportunidad reglamentaria manifesté mi desacuerdo


con la hoy disentida, previamente a ninguna otra consideración pertinente a las
razones de fondo que justifican mi separación del criterio. Expresé que la Sala
no estaba constituida con sus jueces naturales y, por tal razón, carecía de
competencia subjetiva para conocer, en ese estado del ante juicio de mérito
solicitado, lo cual, repito la hace procesalmente inexistente y, por ende, NULA
DE NULIDAD RADICAL Y ABSOLUTA.
Veamos:
Durante la sustanciación del presente caso ante la Sala Plena, se
presentaron una cadena de recusaciones, primero contra el Presidente del
Tribunal Magistrado Iván Rincón Urdaneta., cuya decisión le correspondía al
Primer Vicepresidente, Magistrado Franklin Arrieche Gutiérrez, quien a su vez
fue recusado por aquél, por lo que los autos de la incidencia pasaron al Segundo
Vicepresidente, Magistrado Omar Mora Díaz. Este último, al igual que el
Magistrado Juan Rafael Perdomo, también fue recusado, a tal efecto la Sala Plena
escogió de la lista elaborada para ello al Magistrado Antonio García García, de
conformidad con el artículo 72 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia.
El Magistrado Dirimente produjo decisión de inadmisibilidad de la
recusación propuesta contra el Presidente, Magistrado Iván Rincón Urdaneta, y el
Vice-Presidente, Magistrado Arrieche Gutiérrez, según resolución de fecha 26 de
junio del año que discurre.
Esa decisión devolvió al Magistrado Presidente Iván Rincón Urdaneta la capacidad
subjetiva de continuar conociendo del procedimiento instruido, referido a las
recusaciones entonces no resueltas promovidas contra los Magistrados Mora y
Perdomo. El Tribunal Natural se reconstituía bajo la Presidencia del Magistrado
Iván Rincón Urdaneta y cesaba en sus funciones ipso jure, el Juez Dirimente,
Magistrado García García, cuyas funciones habían cesado por cumplimiento de su
objeto. Es ese el espíritu, propósito y razón que informa la normativa aplicable
al caso, particularmente los dispositivos contenidos en los artículos 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y 93 del Código de
Procedimiento Civil.
La asunción de potestades de que ya no disponía el Magistrado
Antonio García García para decretar la desincoorporación de los Magistrados
recusados, hace que su pronunciamiento al respecto carezca de sustentabilidad y
constituya más bien usurpación de funciones que les son extrañas, pues sustituyó
ilegítimamente el fuero natural de decisión del Magistrado Presidente por el
efecto dicho de haberle sido devueltas esas facultades como consecuencia de la
declaratoria de inadmisibilidad de la recusación propuesta en su contra.
Carecía, pues, el Magistrado Dirimente de facultad para desincorporar a los
Magistrados recusados y, consecuencialmente, provocar con ello la instalación de
una Sala Accidental mediante la incorporación de sus Suplentes.
Debo insistir una vez más. Habiéndose declarado inadmisible la recusación
presentada, en el mismo ínterin de la fase preparatoria del antejuicio, contra
el Magistrado Presidente de este Máximo Tribunal, Iván Rincón Urdaneta, quien
Preside la Sala Plena, jurisdiccionalmente, por disposición del mentado artículo
72, era a éste a quien correspondía conocer de la subincidencia surgida por la
recusación propuesta contra los Magistrados Omar Mora Díaz y Juan Rafael Perdomo
y no al Magistrado Antonio García García, quien injustificada e ilegalmente se
pronunció, no obstante que había perdido la potestad jurisdiccional para conocer
y decidir, en virtud de que había cesado su condición de juez natural de los
recusados; esto es, ya no tenía el carácter de Magistrado Dirimente desde que
declaró inadmisible la recusación promovida contra del Magistrado Presidente de
este Tribunal Supremo de Justicia, quien por mandato legal era el llamado a
resolverlas. Aún cuando pudiera admitirse, con base en el artículo 88 de la
vigente Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, la aplicación supletoria
de las normas del proceso ordinario al caso en particular, los recaudos o autos
tenían que ser devueltos al Magistrado Presidente, por disposición del artículo
93 del Código de Procedimiento Civil. Esto, porque no existe proceso alguno en
la etapa preparatoria del antejuicio y la incidencia recusatoria, en todo caso,
está regulada en dicha Ley lo cual excluye tal posibilidad, siendo de mayor
fuerza y lógica jurídica el criterio previsto en los artículos 81 y 102 eiusdem
que ha debido regir igualmente para el caso de las apelaciones ejercidas por los
Magistrados recusados, quienes ilegalmente fueron apartados de sus obligaciones
y funciones.
Consecuencia de tal usurpación de funciones, la decisión recusatoria que separó
a los Magistrados Omar Mora Díaz y Juan Rafael Perdomo, deviene inexistente y,
por tanto, jurídicamente éstos son los Magistrados principales que debieron
conformar la Sala Plena para decidir en este ante juicio de mérito, supuestos de
hecho que bien pudieran subsumirse en lo previsto en el artículo 25 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
De manera tal que, al haberse llamado a las Magistradas Suplentes, Marisol
Moreno Marimón y María José Rodríguez Fernández, para que llenaran la falta de
aquellos Magistrados, quedó mal configurada la Sala Plena Accidental y, por
ende, dejó de estar integrada por sus jueces naturales, que la ley provee para
resolver en el caso presentado, lo cual conduce a establecer que la disentida
sea nula de nulidad radical y absoluta.

III
CONCLUSIÓN DEL ALEGATO PREVIO FORMULADO, ES QUE EL FALLO DEL
CUAL DISIENTO ES
NULO DE NULIDAD RADICAL Y ABSOLUTA.

Por haber sido proferido por una Sala Plena Accidental ilegalmente
constituida, pues se excluyó en forma arbitraria de sus deberes y obligaciones
funcionariales, a los Magistrados Principales Omar Mora Díaz y Juan Rafael
Perdomo, cuya desincoorporación se produjo por decisión de un Juez que no era el
Juez Natural suyo, violentándoseles de esta manera la garantía que contiene
dicha previsión y también el debido proceso, al tiempo que cercenó el derecho a
la doble instancia el cual les daba la posibilidad de corregir el vicio
delatado, pues quien debía procesalmente juzgar la causa recusatoria era -como
ya se ha dicho-el Presidente del Tribunal Dr. Iván Rincón Urdaneta. Estos
elementos son suficientes para no concurrir a la aprobación del fallo
cuestionado, dada la potencial nulidad radical y absoluta del mismo. No obstante
y como he sostenido, que es de importancia actual el apego a la justicia y al
derecho, se hace impretermitible entrar a exponer las razones que estimo
ajustadas a la realidad social y procesal, y los cuales constituyen el
fundamento de mi oposición y rechazo a la tesis mayoritaria, razones que de
seguida desarrollo, así:
IV
DE LA FALTA DE PENA

La decisión disentida declara que no hay mérito para el


enjuiciamiento de los militares encausados, porque el delito de rebelión militar
imputado carece de pena previamente prevista en el ordenamiento legal especial y
porque, además, "...no existe en nuestra legislación castrense...". Por
consiguiente existe "...una duda grave y razonable, lo cual debería conducir
necesariamente a la aplicación del principio pro libertatis o favor libertatis
establecido en el in fine del artículo 24 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela...".
En su parte pertinente, el fallo disentido estableció:
"...En efecto, es de todos sabido que la norma jurídica está compuesta por un
supuesto de hecho y una consecuencia jurídica. En el Derecho Penal, regido por
el principio de la legalidad de los delitos y las penas, es preciso, para que
pueda existir delito, que previamente a la acción u omisión del hombre, esa
conducta haya sido reconocida como criminosa y que, igualmente, de manera previa
se haya tarifado la sanción a que se hace acreedor el responsable de esa
conducta.
En este orden de ideas, advierte la Sala que la defensa de los imputados hizo
valer el argumento de que el delito de rebelión militar no tiene pena
establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, o lo que
es lo mismo, que dicha norma es una de aquellas que se conocen como imperfectas,
por cuanto si bien establece una conducta reprochable no consagra el castigo que
deba tener como consecuencia del ejercicio de esa acción.
(...OMISSIS...)
Dicho Código, efectivamente, no contiene previsión de pena respecto a la
conducta descrita.
El delito de rebelión militar, en su forma propiamente dicha, que consistiría en
la existencia de un movimiento armado para alterar la paz interior de la
República o para impedir o dificultar el ejercicio del gobierno, no existe en
nuestra legislación castrense. Esta legislación reconoce formas cualificadas o
agravadas del delito y el delito de rebelión impropia (sin alzamiento colectivo
armado), como lo serían la instigación a la rebelión (artículo 481 del Código
Orgánico de Justicia Militar) y, en el ámbito del derecho común, la conspiración
(artículo 144, ordinal 2º, del Código Penal). No obstante, estos delitos no son
materia de la presente decisión. La tipificación delictiva que estableció el
Colegio de Justicia Militar y Naval de 1933 era distinta a la del Código vigente
por cuanto, en el mismo, estaban dispuestas las penas para los casos de rebelión
propia (artículos 116, en relación con el 117 eiusdem).
En nuestro derecho rige el principio de legalidad según el cual la única fuente
de los delitos y de las penas es una ley que dicte el Poder Legislativo
Nacional. En este sentido nuestra legislación recoge el principio contenido en
el clásico apotegma nullum crimen nulla poena sine lege y que tanto el Código
Penal como el de Justicia Militar lo reconocen cuando expresan: 'Nadie podrá ser
castigado por un hecho que no estuviere expresamente previsto como punible por
la ley, ni con penas que ella no hubiere establecido previamente' (artículo 1º
del Código Penal) y 'Nadie puede ser enjuiciado militarmente sino por lo (sic)
hechos calificados y penados por este Código' (artículo 6 del Código Orgánico de
Justicia Militar). Está generalmente admitido que estos principios se consideran
básicos para el estado de derecho.
(..OMISSIS...)
Resulta procedente recordar, como se ha dicho, que el tipo penal debe aparecer
necesariamente conformado por el supuesto de hecho (parte objetiva y subjetiva
de la conducta) y por la pena como consecuencia jurídica. Si falta cualquiera de
estos dos enunciados normativos de la disposición referida en primer término,
llamados a estructurar el tipo básico propiamente dicho, no se configura una
conducta punible.
Los artículos 477, 478 y 479 eiusdem, conforman, pues, tipos autónomos de
rebelión, los llamados cualificados o agravados, que deben partir de una
descripción básica (precepto), destinada a establecer conductas, igualmente
distintas y autónomas con caracteres y penalidades propias. Así, el artículo 477
requiere, en su primera parte, el componente típico que está dado por la
expresión presencia del 'enemigo extranjero' (referencia objetiva) y la
'adhesión a la rebelión'. El artículo 478 hace referencia a la 'presencia del
enemigo rebelde' (elemento normativo) y el artículo 479 establece textualmente:
'en todos los demás casos de rebelión militar la pena será de veinticuatro (24)
a treinta (30) años de presidio para las personas comprendidas en el ordinal 1º
del artículo 477 y de veintidós (22) a veintiocho (28) años de presidio para las
comprendidas en el ordinal 2º del citado artículo'. Como puede verse esta norma
no se refiere para nada al ordinal 1 del artículo 476 citado.
En este mismo orden de ideas esta Sala, observa lo siguiente:
A
El artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR, al describir el tipo
legal de la Rebelión Militar, silenció la materialización del reproche a través
de la expresión de su efecto jurídico más importante, esto es, la pena.
B
No obstante, estima esta Sala que el artículo 479 eiusdem resulta inaplicable en
concordancia con el artículo 476, ordinal 1, ibidem, por cuanto entre ambas
disposiciones legales falta una identidad esencial como lo es la de la
incriminación. En efecto, al remitirse al artículo 477 del CÓDIGO ORGÁNICO DE
JUSTICIA MILITAR, el artículo se está refiriendo, necesariamente a quienes
actúan en calidad de iniciadores, directores o jefes de la rebelión, en tanto
que el artículo 476, ordinal 1º eiusdem describe como supuestos de hecho los de
'promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar la paz
interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno
en cualquiera de sus poderes'.
En otros términos, vistos los verbos rectores de los supuestos de hecho en una y
otra disposición se concluye que son acciones que no sólo no son equivalentes
sino que, en el caso específico de la ayuda a la cual se refiere el artículo 476
ordinal 1º, sería en todo caso un supuesto de complicidad (Código Penal artículo
84, ordinal (sic) 1º y 3º), y ello es francamente antitético con una actividad
de dirección o jefatura. En este orden de ideas y para reforzar el criterio de
la inaplicabilidad de las penas que (sic) dispone en el artículo 479 del CÓDIGO
ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR a los tipos legales del artículo 476 ordinal 1º
eiusdem, bastaría con preguntarse ¿cuál sería la pena aplicable a quién ayude
pero no sea iniciador, director, ni jefe de la rebelión?
Por lo que cabe la conclusión, como consecuencia de todo lo anterior, de que
ninguno de los delitos señalados está en discusión en el presente caso. Desde
luego que tal vacío legal de la disposición referida (artículo 476, ordinal 1)
no puede ser subsanada por interpretación analógica por cuanto ello entraría en
colisión con el principio de legalidad antes señalado, el cual supone, además,
que los componentes punibles sean concebidos en forma precisa. Lo contrario
conduciría a una aplicación analógica in malam partem, en condiciones similares
a las establecidas en el código soviético de 1926 y nacional socialista alemán
de 1935.
En todo caso la existencia de concepciones antitéticas o contradictorias en
relación con el problema en estudio, es ciertamente significativo que, en
relación con la existencia o inexistencia de pena para los delitos de rebelión
tipificados, total o parcial, según el criterio que se acoja, en el artículo 476
del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR existe una duda grave y
razonable, lo
cual debería conducir necesariamente a la aplicación del principio pro
libertatis o favor libertatis establecido en el artículo 24 in fine de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
No puede olvidarse que nuestro sistema procesal penal es acusatorio y que el
juez no puede sustituir al Ministerio Público en el ejercicio de la acción
penal. En consecuencia, como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento
que describe el referido ordinal 1 (sic) del artículo 476, único en el cual el
ciudadano Fiscal General de la República fundamentó su calificación jurídica, no
puede ser procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que
solicitó dicho funcionario. Así se declara..." (Lo resaltado y negrillas del
texto).

De lo transcrito se evidencia un exceso de formalismo en el análisis


de la tipificación del delito de rebelión militar imputado y su sanción por el
Código Orgánico de Justicia Militar. Estimo clara la omisión por parte de la
mayoría de mis colegas que aprueban dicho fallo, respecto a la prevención
constitucional contenida en el artículo 257 del Texto Fundamental, lo cual deja
en entredicho el precepto de la uniformidad de la jurisprudencia al que se
contrae el artículo 321 del Código de Procedimiento Civil y al pregón de este
Tribunal Supremo de Justicia, recientemente aplicado en el caso
periodísticamente denominado "pistoleros del Puente Llaguno", con ocasión de los
hechos en los que se implican a los imputados.
El pronunciamiento citado por mi posición jurídica, se aparta de un
análisis real y cierto, en la interpretación sistemática que debe darse a las
normas que tipifican el delito de rebelión militar y las que imponen las penas a
ser aplicadas a quienes adecuen su conducta con el supuesto negativo de
comportamiento previsto en ellas. Concluir que el legislador se preocupó por
prever el delito de rebelión militar y establecer sus tipos, así como las
agravantes, para luego sancionar con penas sólo aquellos que la doctrina
considera como rebelión militar impropia (art. 477 del c.o.j.m.) y los que se
cometan en circunstancias que conlleven a una agravante (art. 478 del c.o.j.m.),
dejando por fuera la rebelión militar propia (art. 476 del c.o.j.m.), desdeña a
la lógica legislativa y abre una brecha peligrosa a la impunidad en este tipo de
delito.
A mi juicio, la falta de establecimiento de pena al delito de
rebelión militar, - si la hubiere- debió resolverse en otro sentido, lo cual
fundamenta mi disidencia, tomando en cuenta que en la trascripción del texto
legal especial se incurrió en un evidente error material consistente en la cita
del artículo 477, en vez del 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, dentro
de la remisión que hace a este artículo el 479 eiusdem. Error material que no
puede desconocer la intención del legislador al tipificar el delito de rebelión
militar y su abierta intención de sancionarlo y que constituye un formalismo no
esencial en su aplicación en el sub iudice, por ser evidente y palmario, por lo
que su identificación y aclaratoria es obligante para los jurisdicentes.
Dentro del estudio jurídico penal, no puede evadirse que la
finalidad que persigue la tipificación como delito, como es el caso, de la
rebelión militar, es proteger la paz social y la seguridad interna del Estado.
Por ello, mal puede alegarse que el legislador consideró prever el delito de
rebelión militar, pero que no le imputó pena alguna. Esta interpretación
artificial resulta estéril ante la realidad social, legislativa y jurídica. Ya
Marco Tulio Cicerón, en su obra "Tratado de los Deberes", Editorial Nacional San
Agustín, Madrid, 1975, págs 50 y 51, considera el punto al expresar:
"...Y muchas veces se comete injusticia también por atenerse excesivamente al
tenor literal de una ley o por interpretar ésta con artificiosa sutileza. De ahí
el conocido proverbio: la extrema justicia, es injusticia extrema. Los mismos
gobiernos no están siempre exentos de tales justicias. Así, por ejemplo, aquel
que habiendo concluido con el enemigo una tregua de treinta días, se dedicaba
durante la noche a saquear y arrasar los campos del contrario con el pretexto de
que la tregua concertada se refería a días, y no a noches..." (Lo resaltado es
mío.)

El espíritu del legislador al querer sancionar el delito objeto de


la querella del Fiscal General de la República, está expresamente contenido en
la parte pertinente del texto del artículo 479 del Código Orgánico de Justicia
Militar, cuando dice:
"...En todos los demás casos de rebelión militar la pena será de veinticuatro a
treinta años de presidio para las personas comprendidas en el ordinal 1º del
artículo 477 (en vez de indicar el 476, error material delatado), y de veintidós
a veintiocho años de presidio para las comprendidas en el ordinal 2º del citado
artículo..." (Paréntesis, negrillas, cursiva y subrayado del disidente).

Conforme al precepto legal transcrito, es manifiesta la voluntad de


la Ley en castigar con una "pena" a todas las variantes del tipos del delito de
rebelión militar, quedando sólo la cuestión de cuál es la que le corresponda al
previsto en el ordinal 1º del artículo 476, dado que, efectivamente, la misma no
contempló, de manera expresa y de una vez, la "pena" para el tipo de rebelión
militar propia.
Si bien lo técnicamente saludable, desde el punto de vista
legislativo, debió ser la inclusión expresa en la propia norma de la "pena" con
que se debe sancionar el acto de quien subsuma su conducta en el tipo penal,
ello destruye la ratio legis que puso en vigencia el tipo penal de la rebelión
militar, ya que, como ocurre en el caso de autos, la referida "pena" está
prevista en el artículo 479 del Código Orgánico de Justicia Militar.
Como antes se expresó y siguiendo lo expuesto en la ponencia
rechazada del colega Magistrado Alejandro Angulo Fontiveros, esa norma señala
que "...para todos los demás casos la pena será...". Asimismo que este precepto
legal contiene una antífrasis, ya que, por una parte se refiere a todos los
demás casos de rebelión militar, con el fin último de procurarles una "pena" y,
por otra, asigna dicha pena a las personas comprendidas en los dos numerales del
artículo 477 eiusdem, error material antes citado y que de seguida fundamento.
El error mentado en el artículo 479 ibídem, se puede comprobar de la lectura del
477, el cual es del tenor siguiente:
"...Los militares culpables de rebelión militar producida en presencia del
enemigo extranjero, serán castigados:
1. Con pena de veintiocho a treinta años de presidio y expulsión de las
Fuerzas Armadas, previa degradación o anulación de clases, según sea el caso,
los iniciadores, directores o jefes de la rebelión, cualquiera que sea la
jerarquía militar conforme a la Ley.
2. Con presidio de veintiséis a veintiocho años y expulsión de las Fuerzas
Armadas, previa degradación o anulación de clases, según el caso, quienes no
estando comprendidos en el caso anterior se adhieran a la rebelión en cualquier
forma que lo hagan.
Parágrafo Único: A los fines de la aplicación de los ordinales precedentes se
considerará agravante la condición de oficial del agente y su graduación en las
Fuerzas Armadas."

En dicho artículo ya se prevén penas para sus dos numerales, por lo


que entender que la pena prevista en el artículo 479 es para los numerales del
artículo 477, carece de sentido legislativo. Por otra parte, el tantas veces
citado artículo 477 tiene un Parágrafo Único, que el 479, en su parte in fine,
menciona, al establecer que "...rige igualmente en este artículo lo establecido
en el Parágrafo Único del artículo 477...". Conjuntamente con lo anterior y en
apego al análisis del Magistrado Angulo en su ponencia rechazada significaría un
absurdo legislativo anunciar que lo previsto en ese Parágrafo Único es aplicable
a ese mismo artículo 477, lo cual constituiría una tautología; cuestión que no
sucede, ya que entendiendo que existe el error material ut supra señalado, tiene
sentido este último aparte del artículo 479, si se hubiere escrito correctamente
"476" en vez de "477", en su primer párrafo.
Es esta la forma en que se debió precisar y resolver el alegato
planteado, tal como lo hizo la ponencia rechazada del Magistrado Alejandro
Angulo Fontiveros, ya que es claro que en la mens legislatoria no estuvo el
querer exceptuar de pena a quienes comentan el delito de rebelión militar; si
bien es cierto que en la interpretación de los tipos penales se debe comenzar
con un análisis gramatical. Siempre hay que tener presente que la interpretación
teleológica es más importante y más cuando existe una oscuridad en la redacción
de la ley penal. Fundándome en la frase invocada en la ponencia rechazada del
precitado Magistrado: "la letra mata y el espíritu vivifica", concluyo esta
parte de mi voto salvado, recalcando mi rechazo a aceptar que el legislador cayó
en el absurdo de prever el delito de rebelión militar, justificado más que en el
acto mismo, en los efectos contra el colectivo y el orden público que con su
comisión se concreta, y no castigarlo con la "pena". Admitir esto, permitiría
un grado de impunidad tan alto y peligroso que, como ya referí, abriría una
brecha delictiva a grupos militares que, dejando a un lado la institucionalidad
y el apego a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, tendrían
licencia para interrumpir el hilo constitucional a su antojo, bien por actos
directos o mediáticos, utilizando el desafuero de los civiles abrazados a
interéses personalistas.
No se puede desconocer la vigencia que ha mantenido el delito de
rebelión militar y su sanción desde el año 1933, cuando el Código de Justicia
Militar y Naval, en su artículo 116 lo previó y en el siguiente (117) estableció
las penas, así:
"...Las penas para el delito de rebelión serán:
1º A los iniciadores, directores o jefes, veinte años de presidio y degradación
si fueren militares.
2º A los que no estén comprendidos en el número anterior, de doce a diez y ocho
años de presidio y expulsión del Ejército o la Armada si son militares".

Este código que fue derogado por el de Justicia Militar, del 6 de


agosto de 1938, en el cual se previó el articulado que hoy, con palabras más o
palabras menos, es el consagrado por el Código Orgánico de Justicia Militar.
Similitud de regulación que ha pasado por varios golpes de estado, entre ellos
el Carupanazo, el Porteñazo y el de 1992, y en ninguna etapa de la vida
histórica de Venezuela se ha negado la existencia de tal delito, menos su falta
de "pena". Ningún tribunal de la República ha cuestionado la existencia del
delito de rebelión militar, más porque se ha aceptado su necesidad de regulación
y su sanción, so pena de crear un estado de incertidumbre y de inquietud en la
estabilidad de los gobiernos democráticos que han transitado en Venezuela, tal
como el actual, cuyo Presidente Hugo Rafael Chávez Frías fue electo y
relegitimado por votación universal, directa y secreta, el 6 de diciembre de
1998 y 30 de julio de 2000, respectivamente.
Este reconocimiento de la existencia del delito lo admite el colega Magistrado
Rafael Pérez Perdomo, en su trabajo sobre "Reflexiones en Torno al Delito de
Rebelión Militar", escrito en Caracas en el año 1973, y de cuyo texto puede
leerse, lo siguiente:
"...Lo anterior lleva a la conclusión de que poco importa que un delito se
encuentre estructurado en el Código de Justicia Militar para que tenga o no el
carácter de delito castrense. En otras palabras, el Código de Justicia Militar,
en su elenco de figuras punibles, incluye indudablemente delitos militares, pero
igualmente incorpora delitos comunes y a veces también delitos políticos. Tal es
el caso del de rebelión militar, que nos proponemos estudiar en alguno de sus
aspectos.
(...OMISSIS...)
El delito de rebelión, tanto en el Código Penal Ordinario (...) como en el
Código de Justicia Militar (...) presenta como objetividad jurídica o bien
jurídico tutelado la integridad, independencia y seguridad de la Nación. Se
trata, pues, según la concepción tradicional, que parte del concepto objetivo,
de un delito de naturaleza eminentemente política.
(...OMISSIS...)
A su vez, al (sic) Código Penal común reconoce en parte las enseñanzas de la
escuela positiva en esta materia, cuando, en consideración a la persona del
delincuente, dispone que las penas por este delito habrán de cumplirse en
Fortaleza o Cárcel política (33). No es tan claro al respecto el Código
castrense y deja al Ejecutivo la facultad de que las penas de presidio o
prisión, sin distinción a las diferentes motivaciones delictivas, se cumplan en
la Penitenciaría, ya en una fortaleza, pero sin explicar el carácter de la
misma.
(...OMISSIS...)
Nos interesa destacar ahora que el Código de Justicia Militar regula el delito
de rebelión militar en tal forma que hace prácticamente inaplicable las
disposiciones delictivas en el Código Penal común...".

Por otra parte, debo concluir que los errores en un texto normativo, no son
extraños; existiendo ante ello la interpretación lógica racional para
corregirlos. A mayor abundamiento quien disiente encuentra que el error antes
explicado, no es el único verificable en el texto normativo especial, lo cual
hace notorio su existencia y su necesidad de corrección para evitar el
sacrificio de la justicia por omisión de formalidades no esenciales a la cual
alude el artículo 257 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
En este sentido cabe señalar que la primera regulación sobre la materia penal
militar aparece contenida en el Código de Justicia Militar y Naval, en el año
1933. Este cuerpo normativo tuvo poca vida jurídica, ya que el 17 de julio de
1938 entró en vigencia el Código de Justicia Militar, en cuyo artículo 576,
expresamente se deroga aquel Código de Justicia Militar y Naval de 1933.
Posteriormente se producen tres reformas parciales al Código de Justicia
Militar; en el año 1945 la primera (Gaceta Oficial de Venezuela Nº 153
extraordinaria de fecha 10 de octubre de 1945), en el año 1958 la segunda
(Gaceta Oficial de Venezuela Nº 25.777 de fecha 4 de octubre de 1958), y en el
año 1958 la tercera (Gaceta Oficial de Venezuela Nº 25.865 de fecha 17 de enero
de 1959). Y finalmente se dicta el Código Orgánico de Justicia Militar que en su
artículo 596, en vez de derogar el Código de Justicia Militar de 1938, se comete
un error material al derogar expresamente al Código de Justicia Militar y Naval
de 1933.
Como se evidencia, parece que el legislador tuvo varios errores en la redacción
del texto penal militar, pero que, de ninguna manera son lo suficientemente
graves como para justificar su anulación ni su falta de intención, en este
último caso, como es la de derogar el anterior régimen castrense contenido en el
Código de Justicia Militar de 1938. Errores subsanables por el jurisdicente en
aplicación de una interpretación sistemática y restringida de las normas que
conforman todo el texto normativo. En el sub iudice, el error indicado ut supra
sobre la pena aplicable al delito de rebelión militar debió considerarse como
tal y no establecer, como equivocadamente lo hace la disentida, que tal delito
no existe por no haber sido prevista la "pena".
De otra parte, el esencial principio nulla pena sine lege que expresa la
legalidad penal a los fines de imputar el delito y su pena, bajo el análisis
contenido en este voto salvado, y que trae a colación la sentencia de la cual
disiento, no se compromete ni se violenta, por cuanto la redacción de la ley
penal para calificar los delitos y sus penas, es obra de la voluntas
legislatoris al igual que cualquier otra, con la sola distinción de aquel
principio.

En consecuencia, susceptible es que el legislador pueda incurrir en errores de


técnica, en ejercicio de la facultad normativa creadora o heteronómica,. Por eso
existen lagunas en la legislación, pero sin olvidar la plenitud hermética del
derecho, que hace posible llenar el espacio no regulado o corregir lo incorrecto
por parte del Sentenciador, en procura de un fallo que no fulmine el bienestar
común, de interpretarse la ley gramaticalmente y por consiguiente que se
produzca un fallo ajeno a la justicia como desideratum del Derecho.

Tales situaciones se observan solamente sino se considera al ordenamiento


jurídico como un todo; como un sistema de concordancia y de correcciones para
llenar los llamados ámbitos no regulados de la Ley. A esas contradicciones,
incorrecciones, o errores materiales producto de la facultad normativa creadora
del legislador, se conoce como contradicciones intra-sistemáticas, que el Juez
debe abordar en función del sistema en que consiste el ordenamiento jurídico,
sin que ello en ningún caso vulnere el principio de legalidad ni aún en materia
penal, incluyendo las contradicciones intra-sistemáticas o errores materiales
del Código de Justicia Militar, en este específico delito de rebelión militar
propio, que bajo la égida de este análisis sí tiene establecido pena; sólo que
el ponente del fallo del cual disiento se limitó a una valoración gramatical del
caso sub examine, al no estimar que el sistema penal previsto en el Código de
Justicia Militar es también un sistema jurídico que estuvo sometido a la
voluntad del legislador y que era susceptible - como ya se dejo expuesto - a
posibles errores materiales e incorrecciones, pero que en nada alteran o viola
el principio de legalidad penal, si el sentenciador corrige el error material,
manteniendo las exigencias del tipo rector del delito o de sus graduaciones a
los efectos de su calificación y sanción. En todo caso no se trata de una norma
imperfecta o de un delito sin pena; de lo que se trata es de un conjunto de
normas que regulan el delito de rebelión militar, previsto en el Código de
Justicia Militar, que se corresponde en la doctrina Kelseniana con las llamadas
normas secundarias, constituidas por las sancionadoras, que regula el referido
delito; y que como se dejó expuesto en la interpretación ut supra de los
artículos descritos, si tiene pena como norma sancionadora.
Por las anteriores observaciones considero que en la normativa especial militar
venezolana está previsto el delito de rebelión militar y claramente lo está
también su pena debiendo, por vía de consecuencia, la disentida declara en el
dispositivo que existen méritos suficientes para el enjuiciamiento de los
militares imputados, al ser notorios los hechos que dan lugar a la configuración
de tal delito secuencia probatoria que presume su vinculación con los mismos.
V
DEL DESEQUILIBRIO EN EL ANÁLISIS DE LAS PRUEBAS
El fallo del cual disiento hace un análisis preferente a las pruebas
de los imputados y descarta o silencia de manera inmotivada las presentadas por
el ciudadano Fiscal General de la República. Además, desconoce el alcance que en
un ante juicio de mérito, debe dársele a las pruebas, confundiendo la plena
prueba con la existencia de prueba suficiente.
Dada la naturaleza del ante juicio de mérito, no tiene cabida en su
sustanciación un lapso probatorio, dentro del cual se presenten las pruebas, se
ejerza el control de las mismas y su evacuación, todo lo cual podría generar
dentro del proceso, el establecimiento de hechos con "plenas pruebas". En este
supuesto, sólo es necesario que las pruebas aportadas tengan como fin que el
juez obtenga una verosimilitud sobre la ocurrencia de los hechos, su subsunción
en un tipo delictivo y su probable imputabilidad a un individuo. Por tanto, lo
que se requiere es que las pruebas aportadas sean "suficientes" para aquel fin,
sin importar el origen de los medios, cuyo control no es obligatorio en esta
etapa preparatoria, ya que lo que persiguen es demostrar la posibilidad de la
ocurrencia de los hechos denunciados.
Tal interpretación del material probatorio fue desconocido por la
disentida, que desecha unas pruebas y le da a otras valor de plena prueba, sin
que para ello haya sido posible el control que la ley procesal penal y civil
exige. Esto se traduce en una subversión del debido proceso y,
consecuencialmente, del derecho de defensa a quienes se les negó el derecho de
contradecir y oponerse a las pruebas de la contraparte, vicio que hace
inconstitucional la disentida por infracción, del artículo 49 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela.
Para fundamentar su solicitud de ante juicio de mérito, el ciudadano
Fiscal General de la República presentó un análisis de todos los acontecimientos
ocurridos, incluso antes del 11 de abril de 2002, sustentados en declaraciones
de quienes jugaron un papel directo en todos los hechos públicos notorios
sucedidos en el país durante los días precedentes y posteriores a aquel 11 de
abril, con medios probatorios tales como cintas audiovisuales de los canales de
televisión que cubrieron los acontecimientos, así como textos de medios de
comunicación impresos que también resaltaron los hechos notorios y las
declaraciones de las distintas personas que se pronunciaron al respecto y de las
que rindieron diferentes personeros ante la Asamblea Nacional, con ocasión de
las averiguaciones que ese Órgano Legislativo avanzó para la determinación de la
verdad en lo acontecido en aquellos días lamentables, pruebas que pretenden
demostrar la preparación de un movimiento insurreccional y los pormenores de su
planificación concretada, con la participación indispensable de los militares
imputados de rebelión militar, que ejercían amenazas mediante la promesa del uso
de las armas, si no se hacía lo que pretendían (la renuncia del Presidente y la
conformación de un Gobierno de Facto); la detención ilegal e inconstitucional
del Jefe de Estado y el apoyo público y abierto a dicho Gobierno de Facto que se
instauró con la auto proclamación del ciudadano Pedro Carmona Estanga como tal
Presidente de Facto; el nombramiento de su Gabinete Ministerial (donde uno de
los imputados, el Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez fue designado como
Ministro de Defensa) y la disolución, con un plumazo, de todos los demás Poderes
Públicos.
Ahora bien, la disentida, para desestimar tales probanzas, se
fundamentó en párrafos, como los que se transcriben:
"...Observa la Sala que hasta este momento no aparece ni siquiera la mención de
alguno de los imputados en virtud de lo cual los hechos narrados y demostrados
por el Fiscal no pueden servir como soporte de decisión alguna en contra de
ellos.
(...OMISSIS...)
Lo anterior significa que, de acuerdo con la delimitación del tema a decidir
precisado con anterioridad; de los hechos señalados en la querella todo aquello
que va entre el folio 2, en cuanto al conflicto laboral de PDVSA y el folio 15,
cuando se producen los pronunciamientos de los imputados, así como también,
entre el folio 47 desde la juramentación del ciudadano PEDRO CARMONA, hasta el
folio 71 cuando reasumió el cargo el ciudadano HUGO CHAVEZ (sic), la única
mención que de ellos se hace, -reitera la Sala- se refiere al General EFRAÍN
VÁSQUEZ VELASCO, en su condición de Comandante General del Ejército, quien
hizo
una serie de señalamientos al Decreto Constitutivo del Gobierno de Transición,
condicionando el apoyo militar a las modificaciones que debían realizarse con
apego a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela...". (Las
negrillas del texto).

La pretendida fundamentación en el desecho de las pruebas


presentadas por el ciudadano Fiscal General de la República, son tan vagas e
impertinentes que dejan inmotivado el fallo del cual disiento.
Es doctrina pacífica y reiterada de este Tribunal Supremo de
Justicia (ver sentencia de la Sala de Casación Civil, entre otras, la Nº 70, de
fecha 24 de marzo de 2000, expediente 98-757, con ponencia del Magistrado
Franklin Arrieche Gutiérrez, hoy ponente de la sentencia disentida), que el
artículo 243 ordinal 4º del Código de Procedimiento Civil, impone al juez el
deber de expresar en el fallo las razones de hecho y de derecho en que funda el
dispositivo, como un requisito intrínseco de la sentencia, catalogado por la
doctrina de la misma Sala Civil, como de orden público, cuya omisión activa la
casación de oficio para fulminar el fallo. Igualmente, que el vicio de
inmotivación se produce cuando el juez: a) omite en forma absoluta toda
consideración sobre un elemento probatorio, es decir, cuando silencia la prueba
en su totalidad; y b) no obstante dejar constancia en el fallo de la promoción y
evacuación de las mismas, prescinde de su análisis, contraviniendo la doctrina,
de que el examen se impone así la prueba sea inocua, ilegal o impertinente, pues
justamente a esa calificación no puede llegar el juez si previamente no emite su
juicio de valoración.
Pues bien, recordando el caso particular del ante juicio de mérito y
de la necesidad de la prueba "suficiente", en el sub iudice se dejó constancias
de las pruebas que el ciudadano Fiscal General de la República presentó como
fundamentales para demostrar los elementos que justifiquen un ante juicio de
mérito de los militares imputados, mas no se realizó su valoración que en
derecho está obligado el juez a realizar. Lo transcrito ut supra, fue lo único a
lo cual que hace referencia la decisión disentida en cuanto a la valoración de
las mentadas pruebas fundamentales, por lo que no puede considerarse como
pertinente ni congruente para saber cuál es el valor de suficiencia que se les
da. El fallo disentido deja, por vía de consecuencia, sin considerar las pruebas
fundamentales de la solicitud para lo cual se invoca una incoherente, vaga e
impertinente supuesta desvinculación con los imputados, que en definitiva se
traduce en una inmotivación.
No sólo se configura el vicio de inmotivación por lo anterior, sino
que se enmarca en su categoría más relevante, como es la omisión total de medios
de pruebas. Como ejemplo, cito la prueba audiovisual presentada por el ciudadano
Fiscal General de la República, entre otras, consistente en entrevistas a los
militares imputados, en especial la realizada por la licenciada Ibéyise Pacheco,
en el canal 4 (Venevisión), las cuales, transcritas parcialmente, dicen:
1) En relación con el ciudadano Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez:
Pregunta: "¿Y usted todavía cree que el Presidente va a evitar más sangre?"
Respuesta: "...Entonces le estamos dando la oportunidad porque vamos a tener que
hacer entonces la operación militar..."
Pregunta: "¿Y se sienten fuertes para hacer esa operación militar?"
Respuesta: "Estamos completam... (interrumpe y sigue) esto no es una operación
militar, esto es una operación quirúrgica porque no queremos muertos, porque son
venezolanos que estan engañados y lo que vamos a tratar con a través de los
medios de comunicación a través de concientizarlos que ellos mismos entreguen
sus armas porque no podemos permitir más muertos...".

2) En relación con el Contralmirante Daniel Comisso:


"...Ahí en la última reunión de Almirantes donde el Comandante General de la
Armada abrió el compás para que todos nosotros de una vez por todas expresáramos
nuestras disidencias y nuestra opinión en relación a todo lo que venía
sucediendo, porque había salido el Coronel Soto y el Admirante Carlos Molina
Tamayo, a la palestra pública, un grupo de almirantes nos manifestamos... ...y
propiciamos un clima en el cual varios almirantes también tomaron valor y
manifestaron su inconformidad y disidencias con relación a todo lo que venía
sucediendo; particularmente nunca estuve de acuerdo con el Teniente Coronel Hugo
Chávez Frías desde que él ganó las elecciones, yo estaba de comandante de la
base naval y desde aquel momento eh... ...yo sentí que algo malo venía para
Venezuela y yo siempre manifesté mis inquietudes; en esa oportunidad se planteó
para hacerlas oficialmente en la reunión de Almirantes; luego de esta reunión el
General Lucas Rincón me indicó que motivado a las incidencias (sic) que
oficiales y generales y almirantes habían manifestado en reuniones
correspondientes, Generales de la Fuerza Aérea y Almirantes, el Presidente había
tomado la decisión de llamar a estos oficiales disidentes y conversar con
ellos..." ¿Lo presionó? (pregunta la periodista). "Yo no estuve presente en la
entrevista, pero efectivamente fuimos todos juntos a la residencia del Ministro
de la Defensa que se encuentra en Fuerte Tiuna, que no es la residencia
presidencial, y cuando estábamos allá, estábamos tres oficiales generales de la
Fuerza Aérea, generales de Fuerza Aérea y tres oficiales almirantes. El General
Lucas Rincón me dijo: mire Comisso, a usted no le toca hoy, lo llamaremos
después. Bueno, hasta el momento el Presidente no me ha llamado; pero es
evidente, el Presidente sabe que yo siempre lo adversé, desde el primer
momento..."

3) En relación con el General de Brigada Pedro Antonio Pereira Olivares:


"...está completamente bajo control todas las bases aéreas, están controladas
por nosotros, los aviones, eh... helicópteros, aviones de combate de las
diferentes bases: Maracaibo, Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro
control y los comandantes de unidades tienen instrucciones de no volar ningún
tipo de aeronave y mantenerse en las bases aéreas. (pregunta la periodista) Y en
caso, por ejemplo, se supone que el Presidente va a tratar de huir en un avión
¿Cómo van a controlar eso?. Respuesta: Bueno, tenemos todo un dispositivo en las
bases aéreas de manera tal de no permitir de que el Teniente Coronel Hugo Chávez
Frías salga del país y así poder enjuiciarlo para que pague todo el mal que ha
hecho..."
Sorprende al disidente no encontrar en el fallo cuestionado ningún
señalamiento en relación a dicha probanza; no se cita y, por consiguiente, no se
valora. Esta prueba tiene por objeto demostrar el estado beligerante de los
imputados y su planificación para controlar el Gobierno, rechazando como tal al
Jefe de Estado Hugo Rafael Chávez Frías. La prueba silenciada, a juicio de quien
disiente, es "suficiente" para afirmar que se produjo una "operación militar" o,
como bien lo declaró el Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, una "operación
quirúrgica", dirigida a consolidar sin duda alguna los actos de rebelión y de la
ruptura constitucional producida en aquellos días, tomando en cuenta que, como
bien lo expresa el Magistrado Angulo en su ponencia rechazada, las "operaciones
quirúrgicas" se refieren a bombardeos selectivos.
La jurisprudencia penal ha sido categórica al sancionar este vicio,
entre otras, en la sentencia Nº 0182 de la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia, de fecha 16 de marzo de 2001, expediente 00-648, con
ponencia del Magistrado Alejandro Angulo Fontiveros, señaló:
"...El resumen parcial e incompleto de las pruebas del juicio, puede ocultar la
verdad procesal o puede ofrecer sólo un aspecto de ésta o suministrar una
versión caprichosa de la misma. Además priva a la sentencia de la base lógica
de la motivación, puesto que ésta debe elaborarse sobre el resultado que
suministre el proceso.
El resumen de dichos elementos probatorios es un requisito esencial para la
validez de la sentencia y es evidente que su omisión implica un quebrantamiento
de forma que amerita la censura de casación. Tal infracción adquiere mayor
relevancia cuando la omisión de las pruebas trae como consecuencia la falta de
análisis y comparación..."

Contrapuesto a lo anterior, llama poderosamente la atención que el fallo objeto


de este voto salvado, entra a analizar las pruebas de los imputados, haciendo
una detenida y exhaustiva valorización por demás errónea de las que favorecen a
éstos, evidenciándose entonces, un desequilibrio en la función jurisdiccional
que genera un estado de indefensión para el solicitante del ante juicio de
mérito, y en perjuicio directo del colectivo, al ser el ciudadano Fiscal General
de la República el legitimado para impulsar las averiguaciones y la condenatoria
de quien haya incurrido en delito de rebelión militar, reglamentado con el fin
último de garantizar la paz social, la estabilidad y la gobernabilidad del
Estado, configurándose una sentencia carente de la base lógica de su
motivación.
VI
DE LOS HECHOS ESTABLECIDOS
El fallo disentido se fundamenta principalmente en la falta de sanción del
delito de rebelión militar para declarar que no hay méritos para el
enjuiciamiento, lo cual considero incorrecto, tal como lo señalé en el primer
particular. Posteriormente, en un análisis de pruebas sorteadas a conveniencia,
la decisión llega a la conclusión contraria a la realidad notoria que "...los
hechos por los cuales se pretende enjuiciar a los Oficiales preidentificados, no
se realizaron con la intención de alterar la paz interior o la de impedir o
dificultar el ejercicio del Gobierno...".
Esto último resulta un subterfugio contrapuesto tanto a lo alegado y probado
(con pruebas dejadas de analizar), como a los hechos notorios que el País, el
resto del mundo y nosotros como jurisdicentes conocemos y debemos dejar
establecidos; de allí que el análisis conjunto y concatenado de las pruebas
aportadas, delatan que los hechos inocultables hacen presumir que los mismos
tuvieron como finalidad la separación de manera ilegal e inconstitucional del
Presidente Hugo Rafael Chávez Frías de su cargo para instaurar, como en efecto
sucedió, un Gobierno de Facto encabezado por el auto proclamado Presidente de
Facto, ciudadano Pedro Carmona Estanga, y respaldado, abierta y públicamente,
por los militares imputados al grado de que uno de ellos, el Vicealmirante
Héctor Ramírez Pérez, -se repite- fue designado por dicho Presidente de Facto
como Ministro de Defensa,.
La disentida se aparta del principio de la uniformidad de la jurisprudencia y
deja de considerar la tesis del hecho comunicacional notorio, establecida en la
sentencia Nº 98, dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, de fecha 15 de marzo de 2000, expediente 00-146, con ponencia del
Magistrado Jesús Eduardo Cabrera que su parte pertinente me permito transcribir:
"...Pero el mundo actual, con el auge de la comunicación escrita mediante
periódicos, o por vías audiovisuales, ha generado la presencia de otro hecho,
cual es el hecho publicitado, el cual en principio no se puede afirmar si es
cierto o no, pero que adquiere difusión pública uniforme por los medios de
comunicación social, por lo que muy bien podría llamársele el hecho
comunicacional y puede tenerse como una categoría entre los hechos notorios, ya
que forma parte de la cultura de un grupo o círculo social en una época o
momento determinado, después del cual pierde trascendencia y su recuerdo solo se
guarda en bibliotecas o instituciones parecidas, pero que para la fecha del
fallo formaba parte del saber mayoritario de un círculo o grupo social, o a el
podía accederse.
Así, los medios de comunicación social escritos, radiales o audiovisuales,
publicitan un hecho como cierto, como sucedido, y esa situación de certeza se
consolida cuando el hecho no es desmentido a pesar que ocupa un espacio
reiterado en los medios de comunicación social.
(...OMISSIS...)
Se trata de un efecto de la comunicación masiva, que en forma transitoria y
puntual hace del conocimiento general un hecho que durante cierto espacio de
tiempo, a veces breve, permite a los componentes de la sociedad referirse a él y
comentar el suceso, o tomar conciencia de un mensaje, como sucede con la
propaganda o publicidad masiva.
(...OMISSIS...)
El hecho publicitado o comunicacional no es un hecho notorio en el sentido
clásico, ya que puede no incorporarse como permanente a la cultura del grupo
social, sin embargo su publicidad lo hace conocido como cierto en un momento
dado por un gran sector del conglomerado, incluyendo al juez; y desde este
ángulo se puede afirmar que forma parte durante épocas, de la cultura, así luego
desaparezca, ya que su importancia o trascendencia era relativa, tenía
importancia solo en un espacio y tiempo limitado y a veces breve.
(...OMISSIS...)
El hecho comunicacional, fuente de este tipo particular de hecho notorio que se
ha delineado, es tan utilizable por el juez como el hecho cuyo saber adquiere
por su oficio en el ejercicio de sus funciones, y no privadamente como
particular, lo que constituye la notoriedad judicial y que está referido a lo
que sucede en el tribunal a su cargo, como existencia y manejo de la tablilla
que anuncia el despacho; o lo relativo al calendario judicial, a los cuales se
refiere el juzgador sin que consten en autos copias de los mismos; notoriedad
judicial que incluye el conocimiento por el juez de la existencia de otros
juicios que cursan en su tribunal, así como el de los fallos dictados en ellos.
¿Puede el juez fijar al hecho comunicacional, como un hecho probado, sin que
conste en autos elementos que lo verifiquen? Si se interpreta estrictamente el
artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, el cual es un principio general,
el juez sólo puede sentenciar en base a lo probado en autos, con excepción del
hecho notorio. Tiene así vigencia el vetusto principio que lo que no está en el
expediente no está en el mundo. Pero si observamos las sentencias, encontramos
que ellas contienen un cúmulo de hechos que no están probados en autos, pero que
son parte del conocimiento del juez como ente social, sin que puedan tildarse
muchos de ellos ni siquiera como hechos notorios. Así, los jueces se refieren a
fenómenos naturales transitorios, a hechos que están patentes en las ciudades
(existencia de calles, edificios, etc.), a sentencias de otros tribunales que se
citan como jurisprudencia, a obras de derecho o de otras ciencias o artes, al
escándalo público que genera un caso, a la hora de los actos, sin que existan en
autos pruebas de ellos.
Si esto es posible con esos hechos, que casi se confunden con el saber privado
del juez, con mucha mayor razón será posible que el sentenciador disponga como
ciertos y los fije en autos, a los hechos comunicacionales que se publicitan
hacia todo el colectivo y que en un momento dado se hacen notorios (así sea
transitoriamente) para ese colectivo.
Esta realidad lleva a esta Sala a considerar que el hecho comunicacional, como
un tipo de notoriedad, puede ser fijado como cierto por el juez sin necesidad
que conste en autos, ya que la publicidad que él ha recibido permite, tanto al
juez como a los miembros de la sociedad, conocer su existencia, lo que significa
que el sentenciador realmente no está haciendo uso de su saber privado; y
pudiendo los miembros del colectivo, tener en un momento determinado, igual
conocimiento de la existencia del hecho, porque negar su uso procesal.
(...OMISSIS...)
Planteado así la realidad de tal hecho y sus efectos, concatenado con la
justicia responsable y sin formalismos inútiles que el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela contempla; aunado a que el
proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la
justicia, tal como lo establece el artículo 257 de la vigente Constitución, y
que el Estado venezolano es de derecho y de justicia, como lo expresa el
artículo 2 ejusdem, en aras a esa justicia expedita e idónea que señala el
artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a pesar
de que el hecho comunicacional y su incorporación a los autos de oficio por el
juez, no está prevenido expresamente en la ley, ante su realidad y el
tratamiento que se viene dando en los fallos a otros hechos, incluso de menos
difusión, esta Sala considera que para desarrollar un proceso justo, idóneo y
sin formalismos inútiles, el sentenciador puede dar como ciertos los hechos
comunicacionales con los caracteres que luego se indican, y por ello puede fijar
como cierto, los hechos que de una manera uniforme fueron objeto de difusión por
los medios de comunicación, considerándolos una categoría de hechos notorios, de
corta duración.
(...OMISSIS...)
Es cierto que el hecho comunicacional, como cualquier otro hecho, puede ser
falso, pero dicho hecho tiene características que lo individualizan y crean una
sensación de veracidad que debe ser tomada en cuenta por el sentenciador. Esos
caracteres confluyentes son: 1) Se trata de un hecho, no de una opinión o un
testimonio, si no de un evento reseñado por el medio como noticia; 2) Su
difusión es simultánea por varios medios de comunicación social escritos,
audiovisuales, o radiales, lo cual puede venir acompañado de imágenes; 3) Es
necesario que el hecho no resulte sujeto a rectificaciones, a dudas sobre su
existencia, a presunciones sobre la falsedad del mismo, que surjan de los mismos
medios que lo comunican, o de otros y, es lo que esta Sala ha llamado antes la
consolidación del hecho, lo cual ocurre en un tiempo prudencialmente calculado
por el juez, a raíz de su comunicación; y 4) Que los hechos sean contemporáneos
para la fecha del juicio o de la sentencia que los tomará en cuenta..."
(Resaltado del disidente).

A través de un análisis parcial de las actas que conforman el


presente expediente, la disentida llegó a varias conclusiones, entre las cuales
cito la relacionada con que los imputados habían actuado luego de haber conocido
la noticia de la renuncia del Presidente de la República y que lo hicieron con
la finalidad de restituir el orden público y la paz social perturbado, tras los
enfrentamiento que se dieron en la sociedad venezolana el 11 de abril del año
que discurre. Entonces, no sólo se aparta de lo probado en autos, sino que
además deja de considerar y establecer el hecho comunicacional notorio
constituido por los hechos que todas las cadenas televisivas, tanto venezolanas
como las extranjeras que cubrieron los sucesos, dieron a conocer a toda la
colectividad; en especial, olvida la sentencia que fue un hecho comunicacional
notorio que el Presidente de la República fue puesto bajo custodia y privado de
su libertad; que su renuncia nunca fue anunciada por él (cuestión que más
adelante trataré en relación al carácter personalísimo que ésta debe revestir
para que surta efectos), que los militares imputados aparecieron en medios de
comunicación emitiendo comunicados de control del poder; que existen
declaraciones de personeros castrenses como de representantes de gremios
económicos antes, durante y después del 11 de abril, las cuales constituyen
presunción de que existió un movimiento dirigido a apartar de su cargo al Jefe
de Estado constitucionalmente elegido, utilizando vías inconstitucionales, no
previstas en nuestro sistema normativo y con el fin de instaurar un Gobierno de
Facto. Admitir tal supuesto sería aceptar que la mayoría sentenciadora nunca
tuvo acceso a los medios de comunicación ni a los hechos ocurridos en aquellos
días.
El ante juicio de mérito es un pre-requisito de etapa preparatoria
que no está instituido para el análisis de fondo del asunto, pues ello es el
objeto o materia del futuro juicio que se autorice; está concentrado el
antejuicio en la presunción de pruebas suficientes, como antes lo expresé,
vinculadas a los imputados y que pudieran configurar un determinado delito,
siendo que los hechos que se denuncian tengan certeza de su ocurrencia, pero
nunca para juzgar ab initio si éstos fueron cometidos o no por los imputados.
Constituye el antejuicio de mérito una modalidad preliminar del juicio de fondo
y, por consiguiente, en cuanto a la prueba para autorizarlo, basta que existan
elementos con potencialidad suficiente probatoria para tales efectos lo
contrario sería desnaturalizar por completo dicha modalidad preliminar en que
consiste el referido antejuicio. En el sub iudice la potencialidad probatoria de
los hechos reales y por ende notorios, rebasa los límites probatorios de esa
potencialidad y, sin embargo, el ponente concluye que no hay méritos en contra
de los imputados. Para quien disiente, es incontrovertible que al transformar la
modalidad preliminar en que consiste el antejuicio de mérito, en una modalidad
de fondo, como lo hizo el ponente, violó de el debido proceso y del derecho de
defensa constitucionales del ciudadano Fiscal General de la República, lo que
inficiona el fallo de nulidad absoluta. ¿Para qué tenemos una Constitución que
establece un Estado de Derecho y de Justicia Social? "Las debilidades de la
Constitución no se salvan con menos Constitución sino con dosis mayores de
ésta... los privilegios ahuyentan la verdad" (Bielsa, Rafael "La justicia por su
nombre, Argentina. Textos libres. Javier Varcis. Editor 1999, p. 71). Estas
razones abundan a favor de mi posición de rechazar la declaratoria de que no hay
mérito para el enjuiciamiento.

VII
DE LA "RENUNCIA DEL PRESIDENTE" HUGO CHÁVEZ FRÍAS Y DE SU
DETENCIÓN ILEGAL

De una manera formalista, el fallo saca extracto por conveniencia de las


declaraciones del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, para señalar que éste
reconoce que fue objeto de buen trato, al haber sido sus captores muy
respetuosos con su persona, y que en todo caso hubo "una conducta calificada de
altanera". Las situaciones que rodearon la particular situación del 11 de abril
de 2002 y los días siguientes, son notorios y públicos, como antes se dejo
establecido, que lo alegado para llegar a la conclusión que el Presidente no fue
objeto de coacción para que renunciara, choca de manera odiosa con toda lógica.
El sólo hecho comunicacional notorio, respecto a que "...un grupo de generales
se dirigieron a otro sitio (...) y regresaron con el General Vásquez Velasco
quien le indicó al señor Presidente que había decidido dejarlo bajo su
protección...", además de ser conocido que fue trasladado a varios sitios del
País, siempre bajo custodia militar e incomunicado y ordenada su reclusión por
instrucciones del mencionado General, según boleta de encarcelación consignada
en autos, constituyen sin lugar a dudas actos o medios de coacción tanto física,
como moral, último supuesto más grave, por atentar contra la sanidad mental de
la victima.
Además, desconoce la disentida las pruebas que corren en autos, como la boleta
de encarcelación del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías y la declaración del
Presidente inserta del folio 417 al 447 del expediente, relativa a que le
comunicaron vía telefónica que si no salía en diez minutos de Palacio y se
dirigía a Fuerte Tiuna para presentar su renuncia, colocarían una columna de
tanques y bombardiarían el lugar. Estas probanzas aportadas, hacen prueba
suficientes para presumir que existió un mecanismo de presión, impulsado
principalmente por los militares imputados para que el Presidente suscribiera y
manifestara públicamente su renuncia; cuestión que no se logró ya que, a pesar
de las presiones, en ningún momento se dio la renuncia, sólo el anuncio del
General Lucas Rincón, quien por la naturaleza propia de la voluntad individual
del ser humano, carece de facultad para expresar y hacer efectiva la renuncia de
cualquier ciudadano y en mayor grado la del Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela que, en todo caso, en el supuesto negado de que así
fuese, dicha renuncia no fue espontánea y expresa sino que le fue solicitada
bajo hechos coercitivos y un panorama de subversión e insurrección a su alto
rango de Máximo Mandatario y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional.
Necesario es acotar que no se trataba de una manifestación personal de voluntad
a la renuncia de un derecho privado, sino a la más alta investidura
administrativa la cual reclama un tramite ante los órganos ante quien presentó
juramento como tal Mandatario Nacional.
Por otra parte, la disentida establece un falso supuesto, al indicar que:
"...En esas condiciones, no puede atribuírsele a los imputados la detención
arbitraria del Presidente si en esa oportunidad se trataba de un expresidente,
tal como se dejó constancia en la boleta hecha valer por el Fiscal...".

Ahora bien, tal probanza fue hecha valer con la finalidad de


demostrar la detención del Presidente de la República por miembros de las Fuerza
Armada Nacional. Omitiendo esto, la disentida se centra a establecer de manera
infundada que para el momento de la detención el ciudadano Hugo Rafael Chávez
Frías era expresidente y, por tal motivo, la detención no era arbitraria.
De lo alegado y probado en el expediente, no consta ninguna prueba
que demuestre que efectivamente el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías haya
suscrito o manifestado personalmente libre y sin apremio su renuncia. Por tanto,
la disentida al establecer el hecho de que para el momento de la detención el
referido ciudadano no era Presidente, lo deduce de la mentada boleta de
encarcelación, con lo cual avala "post mortem" la ruptura constitucional que se
produjo en esos momentos y que, sin lugar a dudas, llevaron a privar al
Presidente ilegítimamente de su libertad, por el apoyo militar del Gobierno de
Facto que en ningún caso puede fulminar la voluntad del pueblo que lo eligió con
su voto para un determinado período presidencial.
Ahora bien, consta de autos la declaración del propio Presidente de
la República, ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías, la cual corre al folio 438,
pieza 2, de los que conforman este expediente y que fue citada en la página 66
de la decisión disentida, cuyo tenor, expresa:
"...Después de transcurrido un tiempo (...) luego ellos entran -como les decía-
y me presionaron un poco más, me habla ya este General, este de la Guardia
Nacional prácticamente me estaba enjuiciando, tiene que ir preso por este
genocidio, por toda esa sangre, SI ES ASÍ HÁGANLO SOY EL PRESIDENTE
PRISIONERO,
NO SE OLVIDEN, TIENEN PRESO AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, NO SE
LE OLVIDEN, YO
NO VOY A FIRMAR ESA RENUNCIA (...).AGARRARON LA HOJA Y DIJO UNO:
BUENO ESO NO
IMPORTA, QUE NO FIRME NADA...". (Lo resaltado es del disidente)

Esta prueba hace que el establecimiento del hecho de que el ciudadano Hugo
Rafael Chávez Frías era un expresidente para el momento de la detención, sea
inexacto, lo cual determina que la mayoría sentenciadora incurre en el tercer
caso de suposición falsa previsto en el artículo 320 del Código de Procedimiento
Civil, que a la letra, dice:
"...que atribuyó a instrumentos o actas del expediente menciones que no
contiene, o dio por demostrado un hecho con pruebas que no aparecen en autos o
cuya inexactitud resulta de actas e instrumentos del expediente mismo..."
(Negrillas del disidente).

Fundamentarse en que el Presidente renunció porque así lo declaró


públicamente el General Lucas Rincón, amenaza la razón jurídica de la sentencia,
porque abre paso a que cualquiera que ostente un determinado cargo pueda
anunciar la renuncia de otro funcionario público y ésta ser considerada como
hecha y efectiva; aunado a ello el anuncio hecho por el precitado General, el
cuál está en video probatorio (no analizado), se refiere a que la renuncia se le
pidió y la aceptó, lo cual se traduce en el caso hipotético negado de que lo
hubiera hecho, que la misma en todo caso pudiera haber sido provocada en un
clima de tensión y hostilidad mental lo que la hace ineficaz e inexistente.
Insisto en que la renuncia de un funcionario de su categoría debe ser hecha ante
el órgano de su juramentación.
VIII
DEL GOBIERNO DE FACTO
La disentida "convenientemente" entra a analizar la participación de los
imputados en la conformación del Gobierno de Facto. Este pronunciamiento no ha
lugar en esta etapa, siendo extemporáneo por anticipado y una opinión al fondo
que desnaturaliza el ante juicio de mérito en el cual es impertinente el
establecimiento de responsabilidades, o por el contrario, librar de las mismas a
los imputados. Por tanto, considero que tal pronunciamiento va al fondo del
asunto, lo que vicia el fallo de ultrapetita procesal. Ahora bien, en el caso
hipotético negado de que tal pronunciamiento sea tempestivo, considero que es
inconsistente, ya que libera de responsabilidad a los imputados fundamentándose
en un error de percepción en que éstos incurrieron por la declarada renuncia del
Presidente que hizo en alocución televisiva el General Lucas Rincón. Siendo que
las presunciones probatorias hacen ver que los imputados por el delito de
rebelión militar, tenían conocimiento de que el Presidente no había renunciado,
y que lo tenían recluido negociando tal renuncia a la cual el Presidente, pese
a las coacciones que se le ejercieron, se resistía a suscribir. Por tanto,
atenta contra la formalidad desviar la responsabilidad por un hecho falso que
era del conocimiento de los imputados. Además, no sólo participaron, como en el
caso del General Efraín Vásquez Velasco, en un anuncio televisivo para dar a
conocer el nombramiento del ciudadano Pedro Carmona Estanga como "Presidente
Interino", sino que uno de ellos, el Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, iba a
ocupar el cargo ministerial más alto dentro de la Fuerza Armada Nacional en
dicho Gobierno de Facto; vale decir, Ministro de Defensa. ¿Hace falta alguna
prueba más para presumir la contribución de los imputados a la conformación de
un Gobierno de Facto?. En ese sentido, la presunción es el término que debe
dirigir todo pronunciamiento de ante juicio de mérito y sólo ordenada la
apertura del procedimiento penal, es cuando tocará al jurisdicente conocer del
fondo y establecer las responsabilidades, dentro del marco de la amplitud
procesal probatoria resultado del contradictorio, absolviendo o condenando a los
imputados, dentro del marco de nuestras raíces jurídicas apegadas a los
principios Justinianos del Derecho Romano, que engendraron la normalidad
jurídica, entre los cuales destaca dar a cada uno lo suyo ("Suum Cuique
Tribuere").
Retomando la jurisprudencia ut supra transcrita de la Sala Constitucional sobre
el hecho comunicacional notorio, la misma ni siquiera podría aplicarse al caso
de la renuncia del Presidente. Me explico, si bien es conocido que la misma fue
informada por los medios de comunicación social, ésta no provenía directamente
del renunciante. Quien dijo que al Presidente Hugo Rafael Chávez Frías se le
pidió la renuncia "la cual aceptó", fue el General Lucas Rincón, por tanto, el
hecho comunicacional notorio no establece que existió un acto personal del
Presidente que demostrara su renuncia, que por el contrario ha negado
rotundamente desde que se reestableció la soberanía del pueblo. Pensar de otro
modo, como he indicado, pudiera dar pie a que cualquier Magistrado, por
ejemplo, invocando circunstancias de hecho diga, verbigratia, que el Magistrado
Presidente, por presiones morales, políticas o de hostilidad pública renunció a
su cargo y así se tramite, sin entrar a considerar su manifestación personal o
cualquier otra circunstancia ajena a tal acto, como sería hacerlo ante la
Asamblea Nacional. No puede darse validez jurídica a una renuncia que carece del
elemento principal, como es la certeza de que quien renuncia lo hace con pleno
gozo de su voluntad y de manera personal.
IX
DEL VICIO DE INCONGRUENCIA
El fallo disentido resuelve en un primer punto la inexistencia del
delito de rebelión militar. Tal pronunciamiento, como lo expresé ut supra,
carece de todo acierto jurídico y lógico. Sin embargo, en la hipótesis negada
que tal conclusión jurídicamente fuese cierta, como pretende hacerlo ver la
disentida, ello constituye un pronunciamiento jurídico previo de tal magnitud
que a todas luces el Derecho imposibilita emitir, dentro de esa misma decisión,
cualquier otro y mucho menos en relación al mérito del asunto, por tratarse de
una etapa preparatoria, de un antejuicio, en el cual no se establecen
responsabilidades, sino presunciones e indicios que deben desarrollarse en el
potencial juicio que bien pudiera ordenarse en dicha etapa, dentro del marco
probatorio permitido.
Esto significa que, imputados los militares por el ciudadano Fiscal
General de la República por la comisión del delito de rebelión militar, con
fundamento en las circunstancias y los hechos alegados, de las cuales existen
presunciones evidentes, desprendida del cúmulo de pruebas suficientes, además
perfectamente establecibles por el conocimiento comunicacional notorio que
tenemos los jurisdicentes, en relación a todo lo ocurrido antes, durante y
después del 11 de abril, ciñen el thema decidendum, por lo que resulta
destructivo de la solicitud un pronunciamiento que declare inexistente el delito
imputado. Carece de sentido jurídico y de poca técnica en la elaboración de la
sentencia, entrar luego a analizar y sentar criterios absolutorios como lo hace
la sentencia aprobada sobre hechos externos al tema de decisión incurriendo la
disentida, por vía de consecuencia, en el vicio de incongruencia positiva al
extender su análisis sobre hechos que escapan a su jurisdicción y que quedaron
fuera del thema decidendum. En ese sentido el Magistrado ponente de la
disentida, reiterando el criterio de la Sala de Casación Civil, en fecha 30 de
mayo de 2002, expediente 01-728, sentencia 266 del juicio de Agropecuaria El
Sipudo, C.A. contra Félix García García, señaló:
"...Al amparo del ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil,
denuncia el formalizante la violación por parte de la recurrida de los artículos
12, 243 ordinal 5° y 244 eiusdem, al haber incurrido en el vicio de
incongruencia positiva "...por extrapetita, subsumido, por la jurisprudencia de
esa Sala Civil, en el concepto de ultrapetita..."
El recurrente fundamenta su denuncia en los siguientes términos:
(...OMISSIS...)
En efecto, ciudadanos Magistrados, un examen contrastado de la dispositiva de
la recurrida con respecto al petitum del libelo de demanda por el cual se inició
el juicio en el cual esa sentencia de alzada fue dictada, pone de protuberante
manifiesto que el correspondiente Juzgador de última instancia incurrió en uno
de los más grotescos casos del repudiable vicio de incongruencia positiva en la
especie de extrapetita, condenado, dicho vicio, por la reiterada jurisprudencia
de ese alto tribunal.
(...OMISSIS...).
En consecuencia, es radicalmente notorio que al pronunciarse la recurrida, en su
dispositiva, sobre una nulidad contractual no solicitada en el petitum del
libelo de la demanda respectiva, esa decisión judicial grotescamente incurrió en
el vicio de incongruencia positiva objeto de la presente delación, lo cual
respetuosamente solicitamos sea declarado por ese Tribunal Supremo con todas las
pertinentes determinaciones de ley...".
Para decidir, se observa:
En primer lugar, la Sala debe determinar en qué consistió la pretensión procesal
del actor, y para ello debe analizar el libelo de demanda, el cual señala lo
siguiente:
(...OMISSIS...)
No obstante que la nulidad de esa venta no formaba parte de la pretensión
procesal del presente juicio, la recurrida, determinó en el punto segundo de su
parte dispositiva lo siguiente:
(...OMISSIS...)
La sentencia impugnada declaró la nulidad de un contrato de compraventa, a pesar
de que tal nulidad no fue solicitada en el libelo de demanda, pues el mismo
actor alega que se ventila en otro proceso y con partes distintas a las
planteadas en el presente juicio. Este pronunciamiento de la recurrida contraría
lo dispuesto en el ordinal 5° del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil, pues no es dictado con arreglo a la pretensión deducida ni al thema
decidendum de la controversia, y además, afectó intereses de personas
involucradas en la operación de compraventa anulada, que no comparecieron en el
presente proceso por no ser parte en él. Al existir claramente el vicio de
incongruencia, la presente denuncia por quebrantamiento de los artículos 12 y
243 ordinal 5° del Código de Procedimiento Civil, debe declararse procedente.
Así se decide...." (Lo resaltado es del disidente).

Este vicio de incongruencia positiva del cual está inficionado la


sentencia que cuestiono, es más contundente y evidente en el Capítulo Séptimo de
la disentida, titulado "EL GOBIERNO PROVISORIO". La propia disentida en el folio
81 indica que esto es un punto no alegado por el ciudadano Fiscal General de la
República Bolivariana de Venezuela en su solicitud, y muchos menos fue una
defensa de los imputados; sin embargo, afirma:
"...A pesar de que el Fiscal General no achacó expresamente a los imputados lo
relativo a la constitución de un gobierno provisorio, por lo cual su
consideración es ajena a esta decisión, el mundo todo sabe que el 12 de abril de
2002, después de que el General en Jefe anunciara la renuncia del Presidente, un
grupo de militares entre los cuales se encontraba el coimputado General Efraín
Vásquez (sic) Velasco anunció el nombramiento del Dr. Ramón (sic) Carmona
Estanga como Presidente interino o provisional de una Junta de Gobierno.
(...OMISSIS...)
Ahora, como ya se dijo, una vez que se anunció por el General en Jefe la
renuncia del Presidente y del Alto Mando Militar, todo el País tenía el derecho
y la obligación de creer, tal y como sucedió con la OEA, que en Venezuela
existía crisis en el poder ejecutivo por carencia de titular de la Presidencia.
Fue en esas condiciones cuando los militares anunciaron el nombramiento del
Presidente provisorio.
Evidentemente que carecían de competencia para esa actuación, -aun cuando por
mandato legal se les deba reconocer la buena fe en su actuación-, y no puede la
Sala aplaudir ni silenciar esa conducta por mucho que se acepte que estuvo
preñada de buenas intenciones.
Ahora, si no existía Presidente en ejercicio y antes se habían producido los
graves acontecimientos que los militares tuvieron como móvil de sus
pronunciamientos; que la OEA condenó tal y como lo hiciera este Alto Tribunal,
no puede decirse que con ello se pretendía impedir u obstaculizar el ejercicio
de un poder ejecutivo sin titular, ni alterar el orden y la paz interior de la
Nación que ya se había roto por elementos exógenos a los imputados.
De manera que, a pesar de que la Sala considere inaceptable el que alguien se
arrogue la facultad de designar a un Presidente, tampoco puede concluir en que
ese nombramiento encaje dentro de la descripción hecha en el artículo 476,
ordinal 1, del..." (Negritas del texto)
El propio fallo reconoce el vicio en el que está incurriendo; es
decir, se auto califica nulo, a la letra de los artículos 243, ordinal 5º y 244
de la Ley Adjetiva Civil. Quien disiente "no encuentra" los motivos que llevaron
a la mayoría a hacer este pronunciamiento con el cual incurre en el vicio de
ultrapetita. Sobre este vicio, la Sala de Casación Civil, en fecha 30 de abril
de 2002, expediente 01-174, con ponencia del Magistrado que suscribe el
presente voto salvado, dictó sentencia en la qué explicó en que consiste el
vicio aquí delatado. A tal efecto, estableció:
"...Así mismo la doctrina reiterada y pacífica de este Alto Tribunal sobre el
asunto de la ultrapetita, ha sostenido el criterio expresado en sentencia
Nº.135, de fecha 27 de abril de 2000, expediente Nº.99-287, en el juicio de
Leila Violeta Rondón contra Nelson José León Rojas, cuando bajo la ponencia del
Magistrado que aquí suscribe, se ratificó:
'La ultrapetita, vicio denunciado por el recurrente, aún cuando no ha sido
definido expresamente en el ordenamiento procesal patrio, la doctrina y
jurisprudencia han subsanado la deficiencia anotada, establecido por la Sala de
Casación Civil, en innumerables fallos, el criterio que de seguidas se
transcribe:
El vicio de ultrapetita se configura en los casos en que se acuerda más de lo
pedido por el demandante, es decir, cuando se condena al demandado a pagar o
hacer una cosa mayor que la reclamada por el actor, o cuando la condenación
versa sobre un objeto diferente del señalado en el libelo, extraño al problema
judicial debatido entre las partes (extrapetita). De manera que basta comparar
el petitum de la demanda con el dispositivo del fallo o con el pronunciamiento
que contiene la condena, para determinar si la sentencia adolece del señalado
vicio de forma. De acuerdo con la autorizada doctrina de Humberto Cuenca, no
toda modificación del objeto de la controversia vicia del fallo, por cuanto 'el
tribunal puede acordar menos de lo reclamado (minus petitio), pero no puede
pronunciarse sobre cosa no demandada (no petita), ni cosa extraña (extrapetita),
ni más de lo pedido (ultrapetita), pues su decisión debe enmarcarse dentro de
los límites de lo reclamado (intrapetita)'. Sobre el particular, la Sala tiene
establecido el siguiente criterio, que hoy se reitera:
En sentencia del 16 de diciembre de 1964, la Sala estableció: '...Nuestro
ordenamiento procesal no define el concepto jurídico de la ultrapetita, pero en
su defecto la doctrina y la jurisprudencia han elaborado la noción del expresado
vivió formal de la sentencia, consistentes según ellas en un exceso de
jurisdicción del juzgador al decidir cuestiones no planteadas en la litis
concediendo generalmente a alguna parte una ventaja no solicitada, o en otros
términos, dando más o más allá de lo pedido que es la significación etimológica
del vocablo. El deber impuesto a los jueces de evitar la incursión en
ultrapetita es consecuencia del principio de congruencia que ha de estar
presente en toda sentencia para asegurar la debida correspondencia entre el
fallo y el objeto de la litis...". 'Nuestro comentarista Borjas al analizar tal
punto expresa que 'los jueces no pueden pronunciarse sobre cosa no demandada, ni
adjudicar más de lo pedido; les está prohibido todo cuanto constituya extra o
ultrapetita...'".

Pues bien, en consonancia con el criterio jurisprudencial citado, quien disiente


tiene la obligación de resaltar este vicio que, por su importancia, al
sorprender al Fiscal General de la República con un pronunciamiento no
solicitado por él ni por los imputados, que deja exculpados a los militares de
su participación en el Gobierno de Facto, sin que ello haya sido objeto del
thema decidendum, hace nula la disentida, por expresa prevensión del artículo
244 del Código de Procedimiento Civil.
Por otra parte la anatema decisión, da por un hecho generalizado la obligación y
el derecho de que todo el mundo tenía de creer que no había presidente, lo cual
constituye un supuesto falso derivado de la información mediática y que los
mismos acontecimientos impedían creer tales afirmaciones ante la incomunicación
del Presidente, único dueño de esa tan ansiada y pregonada pero inexistente
renuncia, informaciones desconocidas por la mayoría del pueblo, pero no por los
implicados en los actos inconstitucionales de rebelión militar. Es indudable que
en este aspecto el ponente juzgó unidireccionalmente al establecer el referido
supuesto falso, que todos creían que el Presidente había renunciado, pero olvida
que también se estima que igualmente no había renunciado, según se evidenció en
los hechos notorios televisivos. De tal manera, que el fallo desequilibra la
equidad procesal y sustantiva, lo que involucra, como dije ut supra, privilegia
el privilegio de los imputados al alejarse de la nítida verdad.
X
DE LA REBELIÓN MILITAR SIN ARMAS
De manera conclusiva, la disentida hace relevante que para que
exista el delito de rebelión militar este debe ser perpetrado con el empleo de
armas o que los imputados hayan promovido o ayudado un movimiento armado. Así,
la mayoría de mis colegas apoyan una refinada motivación, dirigida a demostrar
que los imputados no utilizaron las armas y que, más aún, el único de los
imputados que tenía a su mando tropas ordenó al cuerpo militar bajo su mando
permanecer en sus unidades, lo cual no puede ser calificativo de una conducta
que tenga que ver con el delito de rebelión armada.
Al efecto, la disentida expresó:
"...Por otra parte, para que tales hechos pudieran encuadrar en la descripción
dicha es preciso el elemento finalistico; es decir, que las alocuciones tuvieren
como fin promover o ayudar un movimiento armado para alterar la paz interior de
la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno.
En este sentido se observa que el único de los imputados que tenía mando
efectivo de tropas ordenó a todos sus comandantes de batallones, brigadas y
divisiones que permanecieran en sus unidades y que eso no era un golpe de estado
ni una insubordinación, sino que lo que hizo fue desconocer la orden dictada por
el Presidente de la República de aplicar el Plan Avila (sic), por cuanto, según
él resultaba contrario a la protección de los derechos humanos de la ciudadanía
y ello significaría una masacre.
Luego, si el único que tenía mando de tropa ordenó a esa tropa que permaneciera
en sus unidades y les aclaró que no era un golpe de estado ni insubordinación,
para los otros, por carecer de mando de efectivos militares resultaba imposible
la comisión del delito que se le imputó sin que pueda la Sala, referirse a
ningún tipo de calificativo de su conducta que tenga que ver con un supuesto
diferente al señalado por el Fiscal...".

Observa quien disiente, además que la defensa de los imputados


referida a la falta de tipificación del delito de rebelión militar, debido a que
en los hechos ocurridos no se comprueba el uso de armas en la alteración del
hilo constitucional, adicionalmente alegaron el mal llamado "vacío de poder",
por la renuncia del Presidente lo cual provocó -al decir de los mismos- la
necesidad del establecimiento de un Gobierno de Facto.
Antes de entrar a considerar el punto relacionado con la
tipificación del delito de rebelión militar y la necesidad o no del uso efectivo
de las armas, o que baste para ello la garantía de que quienes se rebelan las
tienen y amenazan con su uso, estimo pertinente indicar que la disentida, al no
resolver expresamente la defensa de los imputados sobre el "vacío de poder", el
cual comentaré más adelante, incurrió igualmente en el vicio de incongruencia
negativa, que a tenor de la doctrina de la precitada Sala, se genera por la
omisión del jurisdicente sobre alguno de los términos del problema judicial (
Sala de Casación Civil, Sentencia 118, Exp. N°99-516, 13 de abril de 2000) y,
por el contrario, aceptar que quienes intervinieron en los hechos notorios de
aquellos días, hoy imputados, actuaron conforme a la renuncia del Presidente y
el necesario restablecimiento de la paz social y del orden constitucional, hacen
patente la comunión que se mantiene con esta desleal tesis, infiere una
aceptación que categóricamente rechazo y debo descartar, por no existir dicha
figura en nuestro ordenamiento jurídico.
De manera previa, estimo que esto es un alegato que escapa del
alcance de pronunciamiento en un ante juicio de mérito, toda vez que el mismo va
dirigido a constituirse en un justificativo eximente de responsabilidad, el cual
amerita el estudio de fondo a que tendría lugar si se aprueba un juicio contra
los imputados. Esta defensa alegada, a criterio de quien disiente, es una
confesión de los hechos que tuvieron como efecto último la salida
inconstitucional del Presidente y la implementación de un Gobierno de Facto. No
se puede alegar una eximente de responsabilidad si no se reconoce el acto
aparentemente delictivo. Por tanto, la disentida debió considerar los términos
de la confesión para concluir que existen pruebas "suficientes" para abrir un
juicio a los imputados.
A pesar de lo anterior y vista la importancia social y jurídica que
reviste el mal llamado "vacío de poder" en un Estado de Derecho, estimo
impostergable detener el análisis en este punto y hacer las siguientes
reflexiones:
No puede alegarse un "vacío de poder" y justificarse en él, si este
es provocado inconstitucionalmente por quienes lo alegan. Como antes lo expresé,
el PRESIDENTE NUNCA RENUNCIÓ, ni voluntariamente ni bajo coacción, cuestión
evidenciada de los autos que conforman este expediente, así como del
conocimiento que se tiene por el hecho notorio comunicacional. Tal aseveración
comporta una "petición de principios" que la casación ha condenado
sostenidamente.
Se produjo una captura inconstitucional e ilegal del Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, luego se le coaccionó para provocar su renuncia.
Durante estos acontecimientos, los imputados siguieron provocando la ruptura del
hilo constitucional con el apoyo y participación del Gobierno de Facto de
Carmona Estanga.
Entonces nunca existió un "vacío de poder" que justificara la conducta de los
imputados, máxime cuando éstos, incluso antes de la captura e incomunicación del
Presidente, ya hacían manifestaciones públicas dirigidas a la salida
inconstitucional del ciudadano Presidente de la República.
En la doctrina del Derecho Político o Constitucional, la llamada categoría de
"vacío de poder" es inexistente. Se habla en la doctrina de "golpe de estado",
que constituye una categoría jurídica-política que se materializa
fundamentalmente con la rebelión militar, cuyos protagonistas desconocen los
derechos y garantías constitucionales, tal como sucedió en los sucesos que nos
convocan históricamente, cuando vimos la derogación de todos los Poderes
Públicos y la persecución de quienes ejercían los cargos públicos, vejando, en
varios casos, la dignidad de ellos y violando fragantemente sus derechos
fundamentales y más aún, desarticulando el ordenamiento jurídico del País para
derrocar al Gobierno constituido legítimamente por el voto popular, directo,
universal y secreto de los ciudadanos.
Esa categoría de "golpe de estado" hace las veces de causa eficiente o impulsora
de todas las consecuencias políticas, incluyendo la toma del poder para
establecer un Gobierno de Facto. Además, las situaciones políticas y jurídicas
derivadas de esa misma que las desencadena, no se sustantivizan o independizan
de la causa eficiente; por el contrario, se establece un nexo causal entre ésta
y las derivadas circunstancias que conllevan a la pretensión de obtener el
poder. Esto significa que, el "golpe de estado" no se resguarda en un estrato de
aislamiento individualizado, con absoluta independencia de su consecuencia
política, pues se conforma una relación de causalidad jurídica, que viene
determinada por el elemento imputación de la que nos habla Kelsen en la Teoría
Pura del Derecho.
Al establecerse una relación de causalidad entre causa eficiente y su efecto,
mediante el precitado nexo de imputación jurídica, puede hablarse de
responsabilidad contractual o extracontractual de naturaleza civil,
administrativa, penal y, dentro de esta última, la militar. Esto es, existe un
agente material y un efecto, el daño, elementos exigidos para establecer la
responsabilidad de la relación de causalidad entre la conducta del agente
material y el daño infligido de donde deriva, que tanto la causa eficiente,
encarnada en el agente material, como el daño ocasionado, no son autónomos, sino
que guardan una interdependencia por vía de la imputación jurídica expresada en
la mencionada relación de causalidad para establecer, como ya expresé, la
respectiva responsabilidad.
Alegar la individualización de la causa y del efecto, sin ninguna relación de
interdependencia, sin establecer la relación de causalidad, poniendo tales
elementos uno frente al otro, equidistantes, es trastocar todas las tesis de la
relación de causalidad y acometer un subterfugio ajurídico para obviar la
responsabilidad que el agente material del daño tiene por su conducta lesiva.
Por esto, frente a la defensa de los imputados de la existencia de un "vacío de
poder", haciéndole aparecer como una categoría independiente, autónoma e
individualizada de su conducta, cabe preguntarse: ¿Por qué hubo ese supuesto
"vacío de poder"?, a lo que debe responderse: porque hubo un "golpe de estado".
Esto significa que el efecto que se traduce en el supuesto "vacío de poder",
tiene por causa eficiente el "golpe de estado", a través de la conducta
delictiva representada en la rebelión militar de los imputados.
Sobre el particular, adhiero a la posición expuesta por el Magistrado Luis
Martínez Hernández, quien en su ponencia rechazada, fue categórico, al decir:
"...De manera que, según afirman varios de los investigados, el 11 de abril un
grupo de integrantes del Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional (entre los que
el Fiscal General de la República incluye a los oficiales objeto de su solicitud
de antejuicio), ante la supuesta conducta inconstitucional del Presidente de la
República con relación a una marcha pacífica, exigieron la renuncia del
Presidente de la República y expresamente desconocieron su autoridad, y luego de
ello, el referido mandatario se traladó al Fuerte Tiuna, sitio en el cual, "fue
puesto bajo custodia", a los fines de determinar su responsabilidad en los
sucesos que en horas de la tarde tuvieron lugar en los alrededores del Palacio
Presidencial de Miraflores.
Considera la Sala con ello evidenciado, de una forma por demás palmaria, que
existen razones más que suficientes, hasta de sentido común, para inferir que el
traslado y permanencia del primer mandatario de la República del Palacio
Presidencial de Miraflores a las instalaciones del Fuerte Tiuna en horas de la
madrugada del 12 de abril de 2002 no se debió a su única y exclusiva voluntad
{hay que recordar que entre otras, existen declaraciones donde se evidencia la
amenaza de bombardear Palacios si el Presidente no salía de ahí y renunciaba}, y
que si se produjo algún 'vacío de poder', cabe entender que el mismo se
relaciona con el desconocimiento de la autoridad Presidencial, desconocimiento
hecho público por varios integrantes del Alto Mando militar en horas de la tarde
del mismo 11 de abril de 2002 (este hecho notorio comunicacional que además, los
investigados reconocen expresamente).
(...OMISSIS...)
Ahora bien, en el presente caso, mal puede sostenerse que las conductas de los
investigados se amparan en el principio de confianza legítima, sobre la base de
que fueron las declaraciones emitidas por el General en Jefe (Ej.) LUCAS RINCÓN
ROMERO las que motivaron sus actuaciones, toda vez que esas declaraciones fueron
transmitidas por los medios de comunicación en la madrugada del día 12 de abril,
y los primeros 'pronunciamientos' de los investigados, tuvieron lugar el día
anterior, 11 de abril, en horas de la tarde, según ellos mismos aceptan (además
que los referidos acontecimientos son hechos notorios comunicacionales). De allí
que resulta impensable pensar (sic) en una causa sobrevenida a un hecho ya
consumado. Por tanto, basta un simple examen cronológico de los acontecimientos,
para desestimar el alegato en cuestión..." (Entre corchete de quien disiente).

Mantengo mi sintonía con la inexistencia del "subterfugio del vacío de poder",


rechazado en los términos ut supra transcrito y que, la disentida, consiente con
su omisión de pronunciamiento expreso, se fundamenta en circunstancias que
tácitamente le permiten sostener que lo que existió fue un vacío de poder y no
una ruptura del hilo constitucional.
Asimismo, en relación al principio de confianza legítima alegada, ésta, además
de lo transcrito para rechazarla en el caso, sería inapropiado jurídicamente
reconocérsela a las altas autoridades de la Institución castrense; bien puede
confundir a la colectividad o al común del ciudadano, quien no tiene acceso a
determinadas informaciones, pero aceptar que Generales, Almirantes y otros que
se encontraban además en contacto físico con el Presidente de la República para
aquel momento, actúan bajo el principio de confianza legítima que le dieron a la
alocución del General en Jefe Lucas Rincón, sería ampararlos en una inimpunidad
legal no prevista constitucionalmente.
Dicho lo anterior, dilucidemos lo referente a que es necesario que la rebelión
militar se produzca con el uso de armas para que pueda ser tipificado como tal.
Jurídicamente tal suposición es absurda, por lo cual no lo comparto. Tanto la
doctrina patria como la extranjera descartan de manera tajante y reiterada que
cuando se dice que la rebelión militar tiene que ser armada, esto signifique
exclusivamente el uso o el levantamiento literal de las armas, con la finalidad
de destruir la paz social e inquietar el orden interno del Estado.
La tipicidad, según enseña Hernando Grisanti Aveledo, en su obra "Lecciones de
Derecho Penal, Parte General", 5º edición, Caracas 1987, pág. 111, es "...un
elemento delictivo que implica una relación de perfecta adecuación, de total
conformidad entre un hecho de la vida real y algún tipo legal o tipo penal...".
En consecuencia, asumo el concepto descriptivo de lo que es tipicidad del delito
y estimo, que tiene relevancia la descripción típica que hace referencia a la
regulación de la situación delictiva hipotéticamente prevista en la norma, a la
cual deberá adecuarse la conducta del individuo para ser imputado.
En el sub iudice, el delito de rebelión militar está previsto en el ordinal 1º
del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, que a su tenor,
expresa:
"...La rebelión militar consiste:
1º En promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar la
paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del
Gobierno en cualquiera de sus poderes...".

La tipicidad del delito de rebelión militar, consiste en promover,


ayudar y sostener un movimiento armado. Por tanto, debe quien disiente,
profundizar el alcance de "movimiento armado", para determinar si éste debe
considerarse como una exigencia de que el acto delictivo se lleve a cabo a
través de movimientos con la utilización efectiva de armas, de manera tal que
ellas sean las que causen la amenaza y logren o puedan logra el objeto del acto
de rebelión, o si, por el contrario, este movimiento pueda darse sin la
utilización de las mismas, pero con la característica subjetiva de que quien
realiza el acto tenga a su disposición las armas presta a su utilización.
Los penalistas Hernando Grisanti Aveledo y Andrés Grisanti
Franceschi, en su obra "Manual de Derecho Penal, Parte Especial", 9º edición
Valencia-Caracas 2001, Pág. 1.152, citada en la ponencia rechazada del
Magistrado Luis Hernández Martínez sobre el tema particular, exponen:
"...Como indica Pacheco Osorio, para que pueda hablarse de alzamiento en armas
debe existir un movimiento colectivo, realizado por personas armadas y capaces
por su número y por la calidad y cantidad de armas de que puedan disponer, de
oponerse a las fuerzas legales de gobierno.
Según esto, no se requiere, para que tal haya, que los rebeldes dispongan
efectivamente de fuerzas numerosas y bien armadas, idóneas para enfrentar a las
del Gobierno. Basta que puedan disponer de ellas, aunque llegado el caso no los
acompañen en la aventura..."

Otro autor, Maggiore, en su obra "Derecho Penal, De Los Delitos en


Particular. Parte Especial" Vol. III, editorial Temis, Bogotá 1972, pág. 91, es
de la opinión:
"...Como el delito se consuma al 'promover la insurrección', esto es simplemente
con prepararla, sin que se realice, la ley considera la insurrección como
armada, aun cuando las armas (no llevadas por ninguno) estén depositadas en
algún sitio...". (Lo resaltado es del disidente. )

Y Ranieri, en su obra "Manual de Derecho Penal. Parte Especial",


editorial Temis, Bogotá 1975, pág. 155, asegura:
"...La insurrección es armada cuando las personas que participan en ellas
disponen de armas en cantidad adecuada, aunque se encuentren en un lugar de
depósito...". (Lo resaltado es del disidente.)

Congruente con las dos anteriores opiniones doctrinarias de autores


colombianos, la doctrina española, a través de Rodríguez Devesa y Serrano Gómez,
"Derecho Penal Español. Parte Especial", 16º edición, Madrid 1993, pág. 840, ha
manifestado, que:
"...Otra característica del alzamiento sería la violencia, mas no entendida con
causación de daños en las personas o en las cosas... ...sino como empleo de la
fuerza física o de la amenaza con usar la fuerza caso de no acceder a las
pretensiones de los alzados...".

A mi juicio, complementa el tema, la figura de la rebelión militar


que comenta Luis Carlos, en su obra "Tratado de Derecho Penal", tomo III,
editorial Temis, Bogotá 1968, págs. 131 y 132, quien basándose en la legislación
italiana, expresa:
"...el Código italiano aclara que <<se considera armada la insurrección aunque
las armas sólo se tengan en un lugar de depósito>> para distribuirlas en el
momento oportuno.
(...OMISSIS...)
El lugar de depósito puede ser un cuartel o un establecimiento similar, un
bosque, un paraje solitario, una casa de habitación, un hotel.
(...OMISSIS...)
Estas razones complementan las expuestas antes para indicar que el presidente de
la República puede ser reo del delito de rebelión militar al disolver el
Congreso, aunque no emplee actualmente las armas que, como es natural, están a
su disposición en los cuarteles...".

De las precedentes citas puede concluirse que el tipo penal de


rebelión militar referido al movimiento armado, no debe concretarse al porte y
uso de armas.
Entonces, la expresión "movimiento armado" debe significar, además
del uso efectivo de armas, la realidad fáctica de que este movimiento sea
desarmado (desde un punto de vista activo), más quienes protagonicen el acto
rebelde tengan a su disposición las armas, ya sea a través del control de
quienes la tienen, como en el caso sería el mando que se tiene sobre los
subordinados de los imputados castrenses a cargos de tanques, aviones y demás
armamento militar, o porque éstos directamente las tienen depositadas en un
sitio, prestas a su utilización.
Es decir, no sólo se requiere que el movimiento a que se refiere el
artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, opere en acciones
militares con armamento; sino que existe la posibilidad de que éste opere con la
facultad agendi, manifestada con la tenencia de las armas y los elementos
suficientes para aupar o planificar la rebelión militar, con el fin último de la
interferencia en la tranquilidad Estadal.
Es oportuno citar lo contenido en la ponencia rechazada del
Magistrado Luis Martínez Hernández, quien de manera extensa, señaló:
"...Adicionalmente, no sólo la doctrina, sino el elemento lógico de la
hermeneútica jurídica, lleva a esta Sala a la convicción de que no se requiere
el uso de armas y el empleo de la violencia física para que pueda consumarse el
delito de rebelión militar. Como señala el citado autor Luis Carlos Pérez, basta
pensar en que el hipotético supuesto (no tan hipotético en la historia reciente
de países cercanos) de que un Jefe de Estado pretenda disolver -y efectivamente
lo haga por exclusivo medio de la amedrentación- los demás órganos del Poder
Público (v.g. Parlamento, Poder Judicial), sobre la base de ejercer la condición
de Jefe Máximo de la Fuerza Armada, para entenderse que se está en presencia de
un evidente caso de rebelión militar (en este caso contra los demás órganos del
Poder Público).
De allí que en la actualidad, mal puede sostenerse un criterio tan rígido para
entender que solamente cuando se esté en presencia de un movimiento tumultuoso
con armas en mano, se trata de una acción subsumible en el tipo de rebelión
militar...".
En lenguaje jurídico más profano, es como sostener que no hay robo a mano
armada, si el delincuente sólo le enseña a la víctima una pistola que carga
ceñida a su cintura con la cual lo amedrenta.
Lo anterior constituyen razones de peso jurídico y doctrinario para concluir,
como en efecto lo hago y debió hacerlo la disentida, que para que se de un
"golpe de estado" a través de una rebelión militar, ésta no necesariamente tiene
que haber ocurrido con un movimiento en armas. No se puede olvidar el pasado
para entender justamente la vigencia de los hechos sociales y jurídicos que nos
arropan con su dinámica. Los antecedentes son la mejor carta de presentación
para la justicia y el derecho; por ello, resulta impropio desconocer el golpe de
estado del año de 1948. En aquel entonces, altos oficiales que controlaban el
Alto Mando militar, a través de sus órdenes y directrices a sus subordinados, no
necesitaron acudir a las armas para tener éxito en su rebelión militar. El
Teniente Coronel Marcos Pérez Jiménez, Llovera Páez y demás miembros del Estado
Mayor, en un acto de rebeldía, exigieron al entonces Presidente Rómulo Gallegos
la deposición de su cargo a la vez que amedrentaron a los sectores políticos. El
éxito se debió al control total que sobre los factores de fuerza militar se
tenía, así como de la disposición de las armas las cuales no fueron utilizadas.
Resulta, entonces, similar la ruptura constitucional ocurrida como
consecuencia de los hechos del 11 de abril de 2002, donde altos miembros de la
Institución castrense se rebelaron contra el Presidente, al punto de ponerlo
preso.
De autos sobran las pruebas, como ya he señalado, que demuestran
suficientemente los hechos de ruptura del hilo constitucional y el
establecimiento de un Gobierno de Facto, producto de la presunta participación
activa de los imputados y otros sectores de la sociedad, que por la naturaleza
del fallo del cual disiento, son capaces de presumir la participación, entre
otros, de los imputados en la promoción y ayuda del movimiento que desestabilizó
al Gobierno, a tal punto que se instauró por pocas horas, un Gobierno de Facto
que, a la vez, decretó la destrucción de todos los Poderes Públicos y desconoció
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, elementos éstos (los
hechos establecidos y la presunción de imputabilidad de los militares cuya
solicitud de juicio formuló el ciudadano Fiscal General de la República) que
constituyen méritos suficientes para haber autorizado el enjuiciamiento de los
militares imputados por el ciudadano Fiscal General de la República de
Venezuela, como incurso en el delito de rebelión militar y así se debió
declarar.
CONCLUSIÓN
Los análisis precedentes nos conducen a establecer las siguientes
conclusiones válidas:

Primero: Nulidad radical y absoluta e inconstitucionalidad por inexistencia del


fallo, al haber sido dictado por una Sala Plena Accidental no conformada
debidamente, al ser excluidos de su integración a los Magistrados Principales
Omar Mora Díaz y Juan Rafael Perdomo, por una decisión pronunciada por el
Magistrado Dirimente (Antonio García García), quien había perdido su potestad
Jurisdiccional para hacerlo, y como consecuencia, no era su Juez natural. De
este modo se les impidió el ejercicio de los derechos constitucionales previstos
en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
referidos entre otros, al derecho a la defensa, al debido proceso y a ser
juzgado por sus jueces naturales, y el 25 eiusdem, lo cual hace que la decisión
sea nulo de nulidad radical y absoluta.
Segundo: Nulidad por silencio de prueba, al haberse violentado el principio de
la valoración probatoria omitiéndose el análisis y valoración de las pruebas
conforme lo prevé el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil, lo cual, a
juicio de la doctrina reiterada de este Máximo Tribunal, es una conducta
censurada a los jueces de instancia y causa de nulidad del fallo por
inmotivación, que amerita un nuevo pronunciamiento para corregir el vicio.
Tercero: Nulidad radical y absoluta, por estar inficionada de incongruencia
positiva, al pronunciarse y resolver alegatos no esgrimidos ni planteados como
thema decidendum, específicamente en lo referente al punto que señala la
sentencia cuestionada como "Gobierno Provisorio".
Cuarto: Nulidad radical y absoluta, por estar inficionada de incongruencia
negativa, al no pronunciarse sobre todo lo alegado, verbi gratia, en relación al
"vacío de poder", lo cual violenta el principio de exhaustividad del fallo.
Quinto: Nulidad radical y absoluta, por estar sustentada sobre un falso
supuesto, al dar como un hecho cierto la condición de expresidente del Primer
Mandatario desconociendo el derecho constitucional de la soberanía del pueblo
que lo eligió.
Sexto: Nulidad radical y absoluta por estar inficionada de Ultrapetita procesal,
al emitir un pronunciamiento de fondo sobre supuestos legales que no son
atinentes a un antejuicio de mérito, como lo es el establecimiento del grado de
participación de los imputados en la conformación del Gobierno de Facto.
En este voto salvado he dejado expuesto las razones de hecho y de derecho para
disentir del indebido fallo, especialmente por alejarse de la verdad, en este
sentido quiero finalizar diciendo: Los jueces, somos servidores públicos,
instituido para atrapar la verdad y no debemos permitir que la realidad huya,
pues si se manipula, el género humano pagará un precio muy alto: su derrumbe.
Dejo de esta manera, dejo estructurado mi voto salvado respecto a dicha
decisión. Fecha ut supra.
El Presidente,

IVAN RINCÓN URDANETA

El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,


FRANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

Los Magistrados,

JESÚS E. CABRERA ROMERO JOSE M. DELGADO OCANDO

LEVIS IGNACIO ZERPA ANTONIO JOSÉ GARCÍA


GARCÍA

RAFAEL PÉREZ PERDOMO ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

CARLOS ALFREDO OBERTO VÉLEZ ALBERTO MARTINI URDANETA

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI

YOLANDA JAIMES GUERRERO RAFAEL HERNÁNDEZ UZCÁTEGUI

LUIS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN

ALFONSO R. VALBUENA CORDERO MARISOL MORENO MARIMÓN

MARÍA JOSÉ RODRÍGUEZ

La Secretaria,

OLGA M. DOS SANTOS P.

Exp. AA10-L-2002-000029
* "Opúsculos de Derecho Criminal", Vol. VI, Temis, Pág 88.
* Al pie de la letra.
* A primera vista.

También podría gustarte