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Antología Planeación & Evaluación Institucional

El ínactivismo
Los inactivistas están satisfechos con las cosas tal como están. Aun cuando no desean retornar el
pasado, no les agrada la forma cómo están evolucionando las cosas, por lo que tratan de impedir el
cambio. Sus objetivos son la sobrevivencia y la estabilidad. Cogidos en la marea del cambio, tratan
de anclarse y mantenerse en una posición fija.

Los administradores inactivistas no creen que las condiciones actuales sean las mejores posibles,
pero piensan que son bastante buenas. Están satisfechos con las cosas tal como son, por lo que
tratan de t mantenerlas tal como están. Para ellos, basta con sentirse satisfechos.

Piensan que la mayoría de los cambios son temporales o ilusorios, y ' que sus negocios, aun en una
situación inestable, recuperarán por sí solos su equilibrio. Por lo tanto, su política es "manos fuera".
Creen que si se hace poco o nada, poco o nada ocurrirá; y eso es precisamente lo que desean.

Estas personas suponen que es la intervención de los otros en el curso de los acontecimientos,
aunque esté bien intencionada, la que genera el desorden. Los inactivistas no reaccionan ante los
embrollos creados por los demás, hasta que surgen las crisis; esto es, hasta que su supervivencia o
estabilidad son amenazadas. Por esta practican administración de crisis y la habilidad para las
situaciones de emergencia. Aun cuando se presenta la crisis, hacen lo menos posible para regresar al
equilibrio. Estas personas no tratan de encontrar las causas de las crisis para eliminarlas, sólo
procuran deshacerse de las amenazas. Los inactivistas tratan de eliminar el malestar que produce la
enfermedad, en vez de buscar la causa, ya que creen que las organizaciones se curan por sí mismas
si se les deja solas.

Los científicos políticos Hirschman y Lindblom (39) han formulado y defendido sistemáticamente
las políticas inactivistas, a las que llaman "doctrina del incrementalismo disjunto". Aconsejan tratar
cada problema por separado (disjuntamente), actuando sobre él lo menos posible. Algunas personas
denominan a esta estrategia "el arte de salir del paso".

A pesar de lo que su nombre sugiere, los inactivistas son sumamente activos. Aun cuando no hay
crisis (lo cual ocurre rara vez), invierten mucho tiempo en evitar que ocurran las cosas. Como
algunos de los miembros de la organización desean hacer cosas que produzcan cambios; los
inactivistas tratan de evitar esta posibilidad manteniéndolos ocupados. Por lo tanto, no es
sorprendente que los inactivistas consideren a la burocracia y al papeleo como sus valiosos aliados.
Además, padecen una obsesión por la compilación de datos, que es un proceso interminable, ya que
no es posible reunir nunca todos los hechos. Esto constituye un buen pretexto para no tomar
decisiones. A diferencia de los reactivistas, quienes están orientados hacia el pasado, los in
activistas simplemente se dejan llevar por la corriente de los acontecimientos. El proceso de
actualización es una labor que puede mantener ocupado a un gran número de personas. Esta, sin
embargo, puede ser una actividad sin ningún objetivo.

Como consecuencia de que el "irla pasando" es más importante para la administración inactivista
que la experiencia; generalmente seleccionan a sus gerentes por su dominio de los hechos actuales,
no por sus conocimientos históricos. Para lograr tal dominio, deben tener acceso a quienes "están al
día". Las "conexiones" son consideradas más importantes que la competencia.
Antología Planeación & Evaluación Institucional

Probablemente el más eficiente instrumento del ínactivismo es el comité, sin importar la forma que
adopte: grupos de estudio, consejos, grupos de trabajo, comisiones, etc., esto hace posible ocupar
gran número de personas en actividades que rara vez producen algún resultado. Cuando un comité
se presenta con algunas recomendaciones, éstas generalmente se envían a otro comité, para que sean
evaluadas y revisadas. Este proceso puede prolongarse hasta que el problema que lo originó ha
cambiado tanto, que el trabajo del comité ya resulta obsoleto. Cuando las recomendaciones del
comité son presentadas a tiempo y no pueden ser ignoradas, son aceptadas, pero no se le asignan
suficientes recursos, así que su fracaso virtualmente queda asegurado. Tales acciones sólo se
realizan por razones formales, sin que interesen sus resultados.

Las organizaciones inactivistas aprecian más las maneras que la eficiencia. Se preocupan de los
convencionalismos, las costumbres, las reglas y la conducta correcta. Aprecian más la conformidad
que la creatividad. La deslealtad es considerada como un pecado capital. Por estas razones, las
organizaciones inactivistas tienden a convertirse en instituciones de medios autocráticos y fines
democráticos. Las administraciones de estas instituciones se consideran como servidoras de sus
propios participantes, particularmente de sus accionistas y sus clientes, y suponen que saben mejor
que ellos cómo desempeñarse eficazmente. Persiguen la estabilidad tratando de ser indispensables
para quienes sirven y para quienes les sirven.

El tipo de organización que mejor puede sobrevivir bajo una administración inactivista es la
empresa subsidiada. Por esto es por lo que dichas empresas se resisten a que se evalúe su actuación
El ínactivismo abunda en las dependencias gubernamentales, pero también en los departamentos de
servicio de las empresas. Probablemente el mejor ejemplo de este tipo de administración se
encuentra en las universidades, las cuales se caracterizan por ser más difíciles de modificar que un
cementerio.

Las organizaciones inactivistas se desempeñan bien únicamente cuando las circunstancias que las
rodean son favorables. Hay situaciones en las que es mejor no nacer nada que hacer algo. Algunos
problemas se resuelven solos o desaparecen cuando no se actúa sobre ellos. Además, en un medio
ambiente prácticamente incontrolable y turbulento, el no hacer nada a veces produce los mismos
resultados que el tratar de hacer algo. Finalmente, debido a la cautela con que actúan estas
organizaciones, raras veces cometen errores de proporciones catastróficas. Cuando mueren, mueren
lentamente.

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