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Movimiento estético y literario que se gesta en Europa a fines del siglo XVII, particularmente en
Francia, y adquiere pleno desarrollo en el siglo XVIII. Reforzado por las teorías artísticas de
Winckelmann, el Neoclasicismo es un regreso a lo clásico grecolatino, un nuevo Renacimiento que
sucede en diversos países al Barroco y al Rococó, tanto por el deseo de una vuelta a la serenidad y
al buen gusto como por el influjo que produce el descubrimiento de las ruinas de herculano y de
Pompeya. La literatura neoclásica carece del brillo de de la originalidad de la barroca, se
caracteriza por la sumisión a las preceptivas que derivan de la Poética de Aristóteles y de sus
comentaristas del siglo XVI y que plasman en el Arte poética, de Boileau (1674) y en la Poética de
Luzán (1737). Se asume el principio de docere et delectare, <enseñar y deleitar>, de modo que
todos los géneros, en prosa y verso, se vuelven didácticos, al tiempo que resurge la fábula. Por
influjo de la Ilustración la razón se impone, se trata de relegar el sentimiento y se frena toda
peculiaridad que resalte lo individual. Se desarrollan la crítica y la sátira, y se sientan las bases de lo
que ha de ser la prosa posterior, en concreto el ensayo. El teatro, imitando al de los franceses
Corneille, Racine y Molière, se somete a las unidades, se rechaza cualquier atisbo de
inverosimilitud, renace la tragedia y la comedia trata temas cotidianos. En España, la lucha por la
imposición del teatro neoclásico provoca una dura reacción del público, adicto al barroco. La lírica,
proscrita la expresión de lo íntimo, se dedica a temas bucólicos, anacreónticos (propios del
Rococó), filosóficos pedagógicos y humanitarios, a veces muy prosaicos. El Neoclasicismo, que
recoge el pensamiento racionalista de la Ilustración, no se instaura en España hasta mediados del
siglo XVIII, pero acaba con la depauperación de un Barroco absolutamente agotado. Convive
durante unos treinta años con el Rococó (1750-1780) y, después de ellos, con el Prerromanticismo
(últimas décadas del S.XVIII). Esta coincidencia y sucesión de estilos afecta a los escritores, que
muestran en sus obras características diversas (Gaspar Melchor de Jovellanos, José Cadalso,
Leandro F. de Moratín, Juan Meléndez Valdés.... tienen producciones propias del Rococó en su
lírica y son también neoclásicos y prerrománticos en ella o en otros géneros). Escritores neoclásicos
fueron también Nicolás F. de Moratín (poeta y autor de teatro), Tomás de Irirarte, Félix María de
Samaniego (fabulistas), y los dramaturgos Vicente García de la Huerta -Raquel, sometida a las
reglas, pero de estética todavía muy barroca- y Ramón de la Cruz, autor de famosos sainetes. En el
teatro, no obstante las polémicas del tiempo, el Neoclasicismo llega a su culminación con las
comedias de Leandro F. de Moratín.
ENCICLOPEDISTAS
ILUSTRACIÓN
Corriente de pensamiento, dominante en la Europa del siglo XVIII, <Siglo de las Luces>,
basada en las ideas filosóficas de Bacon, Locke, Descarte, Grotius y Spinoza. Los ilustrados
enciclopedistas predicaban el predominio de la razón frente a cualquier otra fuente de conocimiento,
por lo que combatieron ciertas costumbres y supersticiones con el fin de desterrar el fanatismo y la
ignorancia; sommetieron a debate la religión y se declararon deístas, es decir, defensores de una
religión natural no vinculada a ningún credo; defendieron el incremento de la cultura, el progreso y
los avances de las ciencias experimentales como fundamentos de la felicidad humana. Amparándose
en el laicismo y el individualismo de la Ilustración, muchos gobernantes practicaron el <despotismo
ilustrado>, con el que trataron de educar al pueblo y de fortalecer sus propios poderes frente a la
Iglesia. Coincidente, sobre todo, con el Neoclasicismo, la literatura, concebida como un arte al
servicio de la cultura, se tiñó de un fuerte didactismo que, en todos los géneros, pretendía contribuir
a la formación y el progreso de la colectividad: las novelas del Padre Isla, la poesía de Manuel José
Quintana, el teatro de Leandro Fernández de Moratín... Florecieron el ensayo (Jovellanos, pero
mucho antes el Padre Feijoo), la fábula (Iriarte y Samaniego) y triunfaron el afán pedagógico, la
sátira y la crítica (José Cadalso, Cartas marruecas) y los afanes normativos (Ignazio Luzán,
Poética). Con la Ilustración, España se abrió a la influencia de Francia y, más ampliamente, a la
europea, después del aislamiento al que había estado sometida desde el reinado de Felipe II. De
nuevo se cerró a esta apertura cuando en 1789 estalló la Revolución francesa. El espíritu de la
Ilustración promovió en nuestro país el surgimiento de diversas instituciones, entre ellas la
Biblioteca Real, luego Biblioteca Nacional, fundada en 1712 por Felipe V, la Real Academia
Española, que se fundó en 1713 y cuyo primer director fue don Juan Manuel Martínez Pacheco,
Marqués de Villena, la Real Academia de la Historia, fundada en 1735.
ROMANTICISMO